1La relación entre religión y ocio, dos prácticas sociales y dos movimientos culturales que se han convertido en importantes en el siglo XXI, no es unívoca, ni siquiera inequívoca, aunque después de Nietzsche (para quien "Dios estaba muerto") podría considerarse que la segunda, como expresión del materialismo, o prevalecería sobre la primera, o bien la borraría invalidándola como proveniente de época oscura, de un pasado superado. Al contrario de lo obvio que parece estar pasando.
2Asistimos por primera vez a un auge vertiginoso de la religión en el siglo XXI, y esto después de un siglo XX marcado por la secularización de la sociedad (laicismo republicano, ideologías comunistas y fascistas, etc.), que recuerda un siglo XIX que fue el de las "misiones" de reconquista, interna y colonial, de un "cristianismo" despuntado por la Revolución, incluso unos siglos XV y XVI, que fueron los de la Reconquista (de la Península Ibérica) seguida de la Conquista de las Américas que se convirtieron en latinas.
3La forma que toma este retorno de la dimensión religiosa es, sin embargo, muy distinta al siglo XXI de la que podría haber sido en épocas paroxísticas como las cruzadas, la Inquisición o la Yihad. En la posmodernidad (Jameson, 2007) donde, por definición, todo puede tomar un valor (y en primer lugar el de mercancía), las religiones, y a menudo son monoteísmos, incluyen una dimensión que las aproxima claramente a las formas de cuyo consumismo el turismo, en su versión dominante, destaca totalmente, incluso es uno de sus principales aspectos.
4El vínculo entre turismo y religión que aborda este número de Vía es especialmente complejo y toma diversas formas híbridas, lo que hace que no deba examinarse desde una perspectiva binaria. De hecho, son las fronteras, pensadas como introductorias (pero lo son siempre cuando, por ejemplo, nos planteamos la peregrinación) entre estos dos fenómenos que se desdibujan aunque finalmente abandonan cada uno su especificidad. Proponemos declinar esta cuestión examinando qué toma la religión del turismo y viceversa para entender cómo sus hibridaciones mutuas los perturba, o incluso los agita.
5Además, aparecen prácticas religiosas afines al turismo si tomamos, por ejemplo, la definición que da el INSEE. Para este instituto, turismo: "incluye las actividades que realizan las personas durante sus viajes y estancias en lugares ubicados fuera de su entorno habitual durante un período consecutivo no superior a un año, con fines de ocio o de negocio y otros motivos ajenos al ejercicio de una actividad remunerada en el sitio visitado".
6En primer lugar, los edificios religiosos como catedrales, monasterios o capillas, sinagogas, mezquitas, templos protestantes, budistas u otros, sean sagrados o profanos, son objeto de curiosidad y visitas que, sin duda, entran en la categoría de turismo cultural y esto desde sus balbuceos en torno a la problemática, por ejemplo, del patrimonio a conservar y a abrir (o no) al público no practicante y la cuestión de hacer visitas pagando a los edificios religiosos. Pero los acontecimientos religiosos como las fiestas (Navidad, Eid...) y las peregrinaciones (las de Lourdes, La Meca, Qom...) muestran una fuerte tendencia a asumir todos los atributos del turismo y el ocio. Podríamos citar a los mercados de Navidad que se han extendido por todas las grandes ciudades de Europa. Pero los sitios de peregrinaje, con sus "mercaderes del templo" como en Lourdes y sus restaurantes, sus terrazas, sus hoteles de lujo, sus baños turcos, como la Meca, se han convertido en "estaciones religiosas" con todos los atributos de otras estaciones, cuando no tienen su estatus.
7Eso sí, las peregrinaciones siempre han necesitado una cierta logística para transportar a los fieles, para alojarlos, para alimentarlos, pero su masificación, a veces reciente, ha provocado un cambio de escala. La Meca, Lourdes, Fátima reciben millones de visitantes cada año. Pero pueden llegar a decenas de millones en otros sitios. Cada doce años tiene lugar en Prayag (India) el Purna Kumbh Mela, o gran Kumbh Mela. En 2001, 70 millones de personas se sucedieron a orillas del Ganges en tres semanas, incluidos 40 millones en un solo día. El récord en esta cuestión, sin duda, va para el Maha Kumbh Mela, que se celebra cada 144 años, después de doce Purna Kumbh Mela. El último tuvo lugar en el 2013 y acogió a más de 100 millones de personas. Es cierto que las "clientelas" de estos inmensos desplazamientos de poblaciones no son tan uniformes como sugiere su vestimenta ritual. Pero si estas peregrinaciones son masivamente populares, y en el hinduismo es evidente, también siguen subiendo en gama para ofrecer a los creyentes más acomodados, que se han convertido en VIP, unas condiciones de extraordinaria comodidad que nos hacen ver la aparición de un gradiente turístico, que va del turismo popular de masas (duerme fuera o en tiendas de campaña) al turismo de lujo elitista, incluso de muy alta gama (alojado en palacios).
8Si para los religiosos el turismo puede pervertir el comportamiento de los fieles, esto no impide que la proxémica, en ocasiones muy innovadora, se desarrolle por iniciativa misma de los religiosos.
9La oposición al turismo parece ser una antífona bien anclada. Numerosos sitios de oración están prohibidos a los visitantes "laicos" con el fin de proteger a los creyentes de una curiosidad invasiva que podría perturbar su meditación y la sacralidad de los sitios. Cualquier contacto con turistas, incluso fuera de los muros, puede ser objeto de sermones de condena. Éste es el caso desde finales del siglo XIX en la Polinesia, donde los misioneros y los pastores locales que les sucedieron pueden denunciar a los turistas como infieles que llevan el lucro y las enfermedades de transmisión sexual. Los salteadores de caminos, designados por grupos yihadistas, secuestran a turistas que viajan al Sahel u Oriente Próximo. Los movimientos mesiánicos pueden hacer lo mismo en los Andes. Aunque a veces estos secuestros dan lugar a ejecuciones sumarias, la mayoría de las veces, consisten en la toma de rehenes, una forma de mercantilización de una convicción religiosa, la liberación de rehenes interviniendo contra el pago de un rescate para alimentar al movimiento religioso. El resultado, para las regiones afectadas, que a menudo se encontraban al margen del turismo, una inseguridad que, en todo caso, les detiene mientras dure.
10Pero si esto es espectacular, y muy mediatizado porque la seguridad de los viajeros es "sagrada" para los países emisores, también es porque, más allá de los hechos teñidos de arcaísmo, los movimientos religiosos extremistas (a veces sectarios) proponen atacar al turismo como un dispositivo. un soft power occidental que tendría como objetivo la profanación de las sociedades tradicionales. Un neocolonialismo en cierto modo, que intentaría importar sus valores de mercado y de sociedad, a fin de desestabilizar la religión. Este lenguaje funciona bien en un mundo profundamente marcado por las desigualdades flagrantes Norte-Sur, donde el turismo es percibido como una forma de voyerismo de los dotados ante la miseria. Por supuesto, si estas tensiones existen, tampoco son inequívocas. Los "turistas" occidentales pueden llegar a ser propagadores de una fe que entra en conflicto con la establecida. Aún en el Sahel, los misioneros evangélicos pudieron infiltrarse con un simple visado de turista, a cambio de avivar la desconfianza en el conjunto de viajeros occidentales. El rumor, a menudo más que los hechos probados, podría conducir a auténticos conflictos religiosos marcados por asesinatos.
11La cuestión de una posible convivencia entre turistas (voyeurs "pasivos" y "no participativos" a priori), que perturban los rituales y las religiones regeneradoras, queda sin respuesta. Las respuestas a esta pregunta pueden ir, ciertamente, como hemos visto, desde la prohibición absoluta (La Meca y Medina) hasta la total integración. En la decisión política, que tiene en cuenta los beneficios económicos, pero también el reconocimiento que puede sacarse del proselitismo mediático, la apertura gana. La integración de un máximo de actores, en un proyecto de desarrollo territorial, si tiene éxito, lleva a federar energías y empuja para que por ejemplo peregrinos de la Meca visiten Arabia Saudí fuera del contexto religioso estricto (Alzahrani, 2014). Pero el turista también es visto como un elemento disruptivo de ciertas ceremonias de las que no comparte códigos ni dogmas. En muchos monasterios de órdenes contemplativas es realmente una aprensión. Evitar la promiscuidad con los visitantes puede considerarse esencial para la serenidad de una contemplación que se supone que tiene lugar fuera del mundo. Las personas (creyentes o no) serán bienvenidas, haciendo un retiro. En espacios abiertos, ese control puede resultar más difícil. Los turistas que van a fotografiar las cremaciones en la India a lo largo de los ríos sagrados parecen estar fuera de sitio a los ojos de las familias enlutadas. Además de que la reciprocidad no existe, existe en estos comportamientos (y aquí nos referimos a los selfies donde nos mostramos, haciendo una"V" de victoria frente a una estaca) la expresión de desprecio hacia el otro, lo que se visita, que tiene la impresión de verse rebajado en el rango de una simple curiosidad. Es un sentimiento que se siente en el país de acogida que puede provocar fricciones. Aunque, al revés, también se podría argumentar que esa hambre por el exotismo revaloriza una tradición que a veces estaba en declive. Un rito que despierta la curiosidad de la gente de lejos, y esto es una prueba de su importancia. Esto la valida y ayuda a extenderla, aunque esté distorsionada, como un espectáculo folclórico.
12Sin correr ningún riesgo teórico y conceptual, puede decirse que la hibridación caracteriza la relación turismo/religión. El turismo es ciertamente un materialismo (experimentar un "paraíso terrenal" aquí abajo, por ejemplo), pero, en definitiva, también una forma de paganismo (la experiencia del paraíso terrenal sigue siendo una creencia que desafía a los monoteísmos). Puede aparecer como una nueva religión cuando ofrece experiencias en forma de cursos de yoga en los Ashrams, retiros de "renovación" en los monasterios... y, al revés, la práctica religiosa toma cada vez más prestaciones de las rutas turísticas (agencias de viajes, vuelos aéreos, cadenas hoteleras, restauración estandarizada... normativa turística de viajes). Así, la salida de los yihadistas hacia el Estado Islámico (EI) explicada por los alistados se asemeja, ciertamente con algunas pretensiones, a un viaje turístico organizado por un operador turístico. Las sectas a veces se pueden ver como auténticos destinos turísticos. Pensamos en los cursos de yoga en las lamaserías de Nepal, y después en todas partes del mundo. Así, el Mandaron, prototipo de secta sincrética excéntrica, fue concebido como un pueblo de "vacaciones", incluso en su posición panorámica, sobre el modelo kitsch de un parque temático (Duval, 2002).
13El religioso es uno de los objetos centrales conocidos del turismo cultural. El encuentro se hace más a menudo "en frío", los turistas visitan sitios y monumentos que ya no están en uso, o incluso profanados, y a veces se trata de reinterpretar su carácter religioso. Ejemplo de las pirámides mayas o aztecas, marae polinesios pero también Angkor Vat, montañas y otras colinas sagradas. También hay casos "tibios" como por ejemplo los monumentos del cristianismo que se visita tanto más (por lo menos en Europa) cuando son menos frecuentados por los fieles o cuando son abandonados por su clero (monasterios donde se hacen retiros, los caminos de Santiago de Compostela).
14Por último, la cuestión del turismo "en caliente" surge cuando la religión domina el espacio público (citamos de entrada el Muro de las Lamentaciones). Esto comporta prohibiciones por ambas partes. Prohibido entrar en las mezquitas de Marruecos para los no musulmanes o en los Sitios Santos de La Meca y Medina en Arabia Saudita. Prohibido visitar antiguos yacimientos arqueológicos, todavía en Arabia Saudita, que pondrían en entredicho la doxa cronológica de la creación del mundo, para los peregrinos musulmanes de La Meca por ejemplo. Un caso particular que merece un análisis concreto es el de la catedral de Notre Dame de París, que fue a la vez un lugar de culto y un gran lugar turístico, cuyo incendio en 2019 demostró cómo era un símbolo fuerte para muchos, pero en definitiva para mucha gente del resto del mundo (Notre Dame de París de Victor Hugo revisada por Disney habiendo tenido un papel importante en la imaginería de su tipicidad). Esto derivó en donaciones para cubrir los gastos de la restauración, pero también en un cuestionamiento de la modalidad de la restauración respetando el monumento religioso.
15Las complejas relaciones entre estos dos fenómenos sociales impactantes que son la religión y el turismo no son unívocas. Todo parece oponerse a priori a estos dos fenómenos, salvo quizás su dinámica. El del turismo se habrá destrozado durante un tiempo por la pandemia, pero el resurgimiento del fundamentalismo religioso parece ser que debe analizarse como una respuesta al materialismo que transmite el turismo. Uno promete el paraíso en el más allá, mientras que el otro lo ofrece al final de un viaje de placer. También el renacimiento religioso (revival) se define entre otras cosas como una reacción a lo que puede significar el turismo en términos de secularización de la sociedad, costumbres "desencaminadas", erotización del comportamiento, voyerismo respecto a lo íntimo. El religioso como "guardián" de la tradición "viva" puede llegar a debilitar el turismo como figura de la modernidad "materialista" (doble negativo de la ideología religiosa). Aunque las cosas no estén tan claras porque, además, la peregrinación estará inspirada en su ascenso por la profesionalidad de los operadores turísticos y de los grandes colectivos a los que atraerá. El hecho es que el turismo, sobre sus márgenes, ya no está conquistando, sino que se ve obligado a replegarse sobre sus posiciones aún seguras. Sin embargo, por el contrario, una "postura" (¿a veces una artimaña? Nos remontamos al descubrimiento de Tombuctú o al viaje de Alexandra David Neel) consiste en viajar como peregrino (o disfrazado de peregrino) para seguir explorando las periferias del mundo abierto. Este espacio de la ruta turística que parece encogerse ante el auge del fundamentalismo presenta un versus menos conocido (Kassouha, 2018). Con la mezcla, turismo y religión participan en la invención de una nueva forma mixta, un híbrido, que quizás sea la forma predominante de la relación todavía complicada que mantienen.
16Este número temático que Via les dedica, encuentra toda su justificación. Las numerosas propuestas de artículos que hemos recibido muestran el gran interés del ámbito científico por esta cuestión. Aunque no se pueda tratar de borrar todos los cuestionamientos, veremos a continuación que se han tratado puntos interesantes, particularismos revelados, ambivalencias descubiertas. En este número se exploran los gradientes del materialismo al idealismo, de la secularización al fundamentalismo.
17El artículo de Katerina Seraïdari, "El Baptisterio de Lidia en el norte de Grecia. Turismo religioso, lugar de culto y evento ritual", examina como un bautismo icónico (se supone que es el primero del continente europeo, porque está allí, en el río de Filipos, que Pablo habría bautizado a Lídia, entre los años 49 y 50 de nuestra era) fue conmemorada por primera vez en el siglo XIX por Lampakis, un erudito griego: transformó el agua de Filipos en un objeto de museo. Entonces, con el levantamiento de una iglesia, lo que hasta ahora era reubicable se convirtió en monumental y anclado al suelo. Este caso permite así una mejor comprensión de las interacciones entre los cuatro parámetros principales del turismo religioso, el sitio religioso, las personas, los objetos y los eventos.
18En su artículo "Tourisme religieux: pour en finir avec l'oxymore?", subtitulado "Réflexion sur les pratiques articulant tourisme et fait religieux", Marie-Hélène Chevrier señala que permanece una cierta "indeterminación" sobre la definición y uso de la expresión en el campo científico. Se pretende, por tanto, aclararlo y volver a la distinción entre turismo y peregrinación para profundizar en la idea de un continuo y "captar con mayor precisión las evoluciones contemporáneas de la dialéctica turismo/hecho religioso".
19Anne Ouallet, en "Turismo, patrimonio e islam: Fez, polo turístico y polo de Tijane" muestra que Fez está a la vez en el circuito mundial de los lugares del Patrimonio Mundial y el faro del circuito internacional de las redes de tijanes. Dos tipos de flujos turísticos confluyen en la ciudad, cada uno de ellos forma parte de sus itinerarios propios y responden a lógicas específicas: la inclusión de Fez como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO genera flujos de turistas laicos, no motivados a priori por la creencia religiosa, salvo pensar que el patrimonio se ha convertido en una. Al mismo tiempo, la santidad tijana de la ciudad induce flujos de individuos o grupos, muchos de los cuales han deambulado por las rutas internacionales del islam y forman parte de un vasto movimiento de boom turístico religioso.
20El artículo de Maria Adriana S. B. Teixeira, Lucía Cláudia Barbosa Santos, María Jacqueline Ramos Iwata, "Turismo religioso em municípios do estado do Amazonas" ("Turismo religioso en la Amazonia brasileña") trata de los principales aspectos religiosos de tres grandes eventos del turismo religioso en el estado de Amazonas, Nossa Senhora do Carmo (Parintinos), la fiesta de Santo Antônio de Borba (Borba) y la de Nossa Rainha do Rosario (Itapiranga). Sus principales características son mantener las tradiciones religiosas transmitidas de generación en generación, reforzar la devoción al patrón local y fomentar las relaciones entre las personas que participan en estas fiestas.
21Isabelle Brianso, en "Itinerario cultural y patrimonio religioso", indica que desde 1987, las trazas geográficas (ruta, camino, vía) de la Edad Media se han transformado en "Itinerarios culturales certificados del Consejo de Europa". Antiguamente frecuentados por viajeros y peregrinos de Europa, ahora atraen a una diversidad de caminantes de perfiles heterogéneos (habitante, caminante-peregrino, turista-excursionista) formando multicomunidades con valores sociales, religiosos y patrimoniales. Por tanto, juegan un papel central en el reconocimiento de este objeto cultural como categoría patrimonial reciente en el cruce de la geografía cultural, el paisaje y los procesos comunicativos.
22Nathalie Jarraud y Sylvie Clarimont, se preguntan sobre "Lourdes, ¿un punto caliente para el turismo religioso, entre crisis y transición?". La obsolescencia de determinados lugares turísticos se moldeó trasponiendo el concepto de ciclo de vida de un producto y este enfoque se aplicó a Lourdes, un lugar importante del turismo religioso. La crisis del COVID19, al sacudir el sistema de Lourdes, podría acelerar la transformación del destino y favorecer la transición. Aunque el Santuario ofrece ciertas innovaciones, forman parte de una lógica de "adaptación-resiliencia" que de una lógica de transformación. De momento, la crisis parece haber agravado las tensiones entre los actores que despertaron una federación de energías en torno a un proyecto común de transición hacia un turismo más sostenible.
23Además de estos artículos del dossier, dos ensayos y dos análisis de fotografías. Michel Bonneau se pregunta "¿Cuándo se convirtió el peregrino cristiano en turista?" y analiza la evolución del comportamiento de los peregrinos desde sus orígenes hasta el siglo XV en Tierra Santa. Aborda un tema poco analizado, el del comportamiento del peregrino frente al mundo secular. Los relatos disponibles a partir del siglo IV muestran que el peregrino no dejaba lugar al mundo secular que le rodeaba, totalmente girado hacia el lugar sagrado al que se llegaba. Los comportamientos evolucionaron paulatinamente desde el siglo XIII hasta el siglo XIV, y los peregrinos se interesaron cada vez más por el mundo real que les rodea. La evolución se acabará casi completa en el siglo XV hasta el punto de que, durante sus viajes a Tierra Santa, los peregrinos tendrán ganas de visitar parajes naturales, bellos paisajes, monumentos y ruinas, mercados o grandes lugares emblemáticos reconocidos como maravillas, como las Pirámides. La búsqueda de estas "singularidades" incluso se convierte en el motor del movimiento que ya no se hace únicamente por la única preocupación de la peregrinación y la salvación.
24Salvatore Santuccio presenta "Il viaggio a Loreto: turismo religioso e turismo culturale" (El viaje a Loreto: turismo religioso y turismo cultural). La Basílica de Loreto ha sido un polo de atracción de peregrinaciones desde la difusión de la "tradición de Loreto" que narra el viaje milagroso desde el lugar de nacimiento de María desde Palestina hasta Loreto, acompañada en vuelo por unos ángeles. Durante su historia, este importante centro religioso se ha convertido también en un importante monumento del arte y la arquitectura del Renacimiento italiano, uno de los centros culturales más importantes del centro de Italia. Esto ha contribuido a la fama de la basílica y al interés internacional de numerosos investigadores, sin duda atraídos por el valor religioso simbólico de los restos del edificio,
25Moulay Salah Oumoudden y Rhaled Alzarhani también comparan los dos fenómenos en "Turismo religioso en Arabia Saudita. Entre la peregrinación y el consumismo". Para los musulmanes, la peregrinación anual del Hajj en La Meca, Arabia Saudita, es el corazón del turismo religioso. Se considera uno de los cinco pilares del Islam, con la obligación de hacerlo, una vez en la vida, para quienes sean capaces física y económicamente de hacerlo. Cerca de dos millones de personas, procedentes de los cuatro rincones del mundo, acuden, pues, a La Meca cada año, y el "ministerio del Hadj" apoya la organización de peregrinaciones a los lugares santos para poblaciones de fe musulmana y también se encarga de contar el número de visitantes.
26Por último, Anthony Goreau-Ponceau nos da a ver y comenta, en "¿Un peregrinaje entretenido?", fotos que siguen a un grupo de mujeres de Theni, un pequeño pueblo del este del estado de Tamil Nadu, que dejaron por ir al templo de Arulmigu Adhiparasakthi Siddhar Peetam en Melmaruvathur. Su viaje tuvo lugar durante el período de peregrinaje de Irumudi Shakti Malai, durante el cual los peregrinos -y especialmente las mujeres- se reúnen de todas partes de Tamil Nadu para expresar su devoción a Amma (Mahādevī o Adi Parashakti), la diosa madre.