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El imaginario turístico a prueba de Costa Rica: entre « ver » y « hacer » el territorio

Linda Boukhris
Traduction de Université Bretagne Occidentale
Cet article est une traduction de :
L’imaginaire touristique à l’épreuve du Costa Rica : entre « voir » et « faire » le territoire [fr]
Autre(s) traduction(s) de cet article :
The tourist imaginary in Costa Rica: from a “way of seeing” to “making a territory” [en]

Résumé

Las representaciones mitificadas de la naturaleza así como la representación pacífica de un pequeño estado sin ejército están en la base de la identidad turística de Costa Rica. El fuerte poder del imaginario turístico es tal que ha contribuido a hacer de Costa Rica el primer destino turístico del istmo centroamericano.
Si el imaginario turístico está en el origen de la producción de los lugares turísticos, este participa igualmente en la construcción de la identidad territorial de Costa Rica, produciendo símbolos territoriales a partir de los cuales cristaliza la identificación colectiva nacional. El imaginario turístico no aparece solamente ya como una manera de “ver” el mundo sino como una manera de “hacer” el mundo.

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Texte intégral

  • 1 DOLLFUS Olivier.

1Durante la segunda mitad del siglo XX, “la expansión turística del mundo” permitió que las zonas periféricas del sur fueran integradas a los flujos turísticos mundiales, que estaban orientados hacia la búsqueda de las últimas zonas vírgenes del planeta. Sin embargo, esta globalización turística no benefició de inmediato al istmo centroamericano, que en las últimas décadas sólo se había dado a conocer a los medios por la violencia política. Cuando este era incluso considerado “un ángulo muerto” del “sistema mundo”1, Costa Rica fue objeto de un proceso de individualización positiva en el origen de su destino eco turístico.

2En efecto, la representación pacífica de un pequeño Estado sin ejército así como las representaciones mitificadas de la naturaleza constituyen la base de la identidad turística de Costa Rica (RAYMOND, 2007). Podemos constatar sin embargo una paradoja puesto que al mismo tiempo que esas imágenes son ampliamente difundidas por el sistema turístico”, Costa Rica tiene unas tasas de deforestación elevadas además de una grave crisis económica y social, que cuestiona su modelo de estabilidad. Incluso hoy en día el avance de un modelo turístico de sol y playa, consumidor de recursos, así como el papel creciente de Costa Rica en el seno de la geografía regional del narcotráfico, no parecen ser un obstáculo a la promoción de estas representaciones. Es tal el poder de las imágenes que niega cualquier realidad que contradijera al imaginario turístico, que se afirma como deseo turístico.

3Porque es deseo, el imaginario turístico está más allá de la representación intelectual, comprende todo tipo de imágenes, de símbolos, de mitos portadores de sentido, diseñando de esta manera una poética del espacio. El imaginario turístico retoma las características del imaginario nacional costarricense, construido por las élites políticas e intelectuales del país desde el siglo XIX y basado en la “diferencia” costarricense en materia de estabilidad y de ejemplaridad política. Si el imaginario turístico contribuye a amplificar el alcance del imaginario nacional costarricense en el marco de la globalización turística, es también creador de una nueva característica, a saber la “diferencia” verde. Es en efecto el poder del imaginario turístico lo que ha contribuido a hacer de Costa Rica el primer destino eco turístico del istmo centroamericano, produciendo y difundiendo la imagen de una nación entera dedicada a la causa verde. Si este imaginario turístico está en el origen de la creación de lugares turísticos, planteamos aquí la hipótesis de que este participa también en la construcción de la identidad territorial de Costa Rica, produciendo símbolos territoriales a partir de los cuales cristaliza la identificación colectiva nacional.

4El objeto de este artículo es el de identificar, por medio del ejemplo costarricense, los principales componentes del imaginario turístico y analizar el impacto de este imaginario en la creación material y simbólica del espacio, del territorio y de los lugares turísticos más emblemáticos. Se trata así de demostrar en qué medida el imaginario turístico es un imaginario instaurador, productor de territorialidad.

5Los aspectos del imaginario en el origen de las prácticas ecoturísticas de Costa Rica son múltiples: búsqueda de un espacio nómada intemporal y ahistórico, búsqueda de un espacio de la naturaleza que simboliza lo salvaje como alteridad geográfica absoluta, búsqueda de una consciencia “descontextualizada” de lo social… El análisis de los componentes del imaginario turístico se articulará en torno a nociones de representaciones y de retórica. Teniendo en cuenta la diversidad de los actores considerados (instituciones públicas, sector profesional, medios de comunicación, turistas), el estudio será realizado tanto a través de las etapas de creación, de difusión como de consumo de este imaginario –considerando por otra parte que pueden ser simultáneas (el caso de turistas, que en el marco de la práctica fotográfica, consumen y crean a la vez este imaginario).

6Más allá de la emergencia de lugares turísticos, los cambios constatados en el seno de la sociedad costarricense, en busca de una identidad verde, son profundos (calificación de los territorios, nuevo gobernanza del patrimonio, diplomacia verde…) y demuestran el gran poder de este imaginario, que se convierte en acto.

7Así pues se tratará de analizar la noción de “profecía auto-realizadora” (KING MERTON, 1953; STASZAK, 2000) que recrea la territorialidad imaginada. De qué manera las representaciones y los discursos, articulados en torno a la noción de imaginario turístico, tienen el poder de dar forma a prácticas espaciales y de producir territorialidad?

8Si los trabajos relativos a la geografía de las representaciones y la teoría del paisaje son numerosos desde los años 70, el impacto de estas representaciones sobre comportamientos geográficos particulares, que se materializan en la geografía (espacio, medio, paisaje, territorio…) ha sido sin embargo objeto de un estudio más modesto. Aplicado al campo del turismo se trata así de comprender en qué medida el imaginario turístico no aparece únicamente como una manera de “ver” el mundo sino también de “hacer” el mundo.

Un imaginario productor de lugares turísticos

El doble componente de la identidad turística de Costa Rica: del paraíso político al paraíso ecológico

9Costa Rica se caracteriza por una imagen política muy atractiva, construida en torno a la idea de “la excepción costarricense” (MUSSET, 1998). Recientes trabajos de historiadores demuestran a través de una perspectiva modernista, que la imagen de la nación costarricense es una creación de las elites políticas e intelectuales en el transcurso del siglo XX. “Costa Rica es un país “diferente” en el contexto centroamericano: esta es la imagen que sirve de fundamento a su identidad nacional” (ACUNA ORTEGA 2002). La imagen de Costa Rica fue construida, efectivamente, en el espejo centroamericano durante los cincuenta primeros años de vida del país recién independizado y de manera simultánea a la formación del Estado. A partir de 1810, Costa Rica empieza a manifestar claramente una aspiración hacia la autonomía de Nicaragua a la que está subordinada. Así desde esta época, esta voluntad de autonomía, garantizada en parte por la viabilidad económica de Costa Rica gracias al desarrollo de los cafetales, alimenta la búsqueda de rasgos propios a la provincia de Costa Rica y la oposición clásica en la construcción de la imagen de la nación costarricense se presenta de la siguiente manera: Costa Rica igual a concordia, Nicaragua igual a discordia. En resumidas cuentas, es en el periodo de la independencia 1821-1823, cuando surgen los fundamentos de la ideología que define a Costa Rica como “excepcional” y “ejemplar” en relación con su entorno centroamericano y latinoamericano. La proclamación de la República en 1848 contribuye a reforzar la posición de Costa Rica como nación viable, admitida y reconocida en el seno de la comunidad internacional. A partir de los años 1850, la imagen internacional de Costa Rica como lugar idílico será difundida por la literatura de viajes así como por la obra de propaganda de Felipe Molina publicada en 1851. La obra de este diplomático costarricense contribuyó a divulgar los atributos nacionales forjados a partir de 1821, estableciendo, entre otras, una comparación entre las virtudes del pueblo de Costa Rica y las dificultades de los habitantes de Nicaragua. En 1856, el Congreso escribe en respuesta al Informe Anual del presidente Juan Rafael Mora Porras: “Un pueblo trabajador y honesto, sometido a las leyes y respetuoso de las autoridades, de raza homogénea y por ella misma unido, con su suerte, debe ser feliz, como lo es Costa Rica, porque posee los elementos esenciales del bienestar social” (GRILLO ROSANIA, 2004). Discurso que encontramos de nuevo hoy en la elección de Costa Rica como “el país más feliz” tras un sondeo realizado por la organización no gubernamental británica New Economics Foundation.

10Podemos igualmente mencionar el papel representado por el mentor norteamericano en el transcurso del siglo XX, fundamental en el proceso que condujo a considerar Costa Rica como la “Suiza de América Central”. En efecto, en plena guerra fría, Costa Rica aparece como aliado de los Estados Unidos, por su apego a la democracia liberal, por su renuncia a poseer un ejército nacional y sobre todo por su participación en la lucha anticomunista como durante la celebración del gran Congreso anticomunista en San José en 1958. Toda la vida del país entre 1950 y 1970 está marcada por el contexto de la Guerra Fría y el reino del anticomunismo. La degradación de la situación centroamericana y la vuelta a un clima de Guerra Fría van a ser el pretexto para la difusión de la imagen democrática de Costa Rica. Así pues, por la seguridad que ofrece, acoge a periodistas extranjeros que cubren los conflictos centroamericanos y que pueden dar a conocer el contraste de las situaciones. El país se da a conocer igualmente mediante la concesión, en 1987, del premio Nobel de la Paz a Oscar Sánchez Arias, por su papel en la promoción de la paz en la región en tanto que Presidente de Costa Rica (1986-1990). Costa Rica se convierte así en el escaparate de la democracia capitalista en América Central y encarna la prueba misma de que la democracia capitalista es el mejor sistema en América Central. De este modo la imagen de un pequeño estado pacifista, democrático, educado, sin ejército, que fue construida y consolidada desde la independencia hasta el siglo XIX, está en la base de la identidad turística de Costa Rica (RAYMOND 2007).

11No sólo el imaginario turístico retoma las características clásicas de la “diferencia costarricense” y contribuye así, en el contexto de la globalización turística, a amplificar el alcance de este imaginario nacional sino también da forma y agrega igualmente una nueva característica basada en la idea de una nación entera dedicada a la causa verde.

12La identidad turística de Costa Rica se asienta en su imagen de paraíso ecológico, caracterizada por la extrema riqueza de su biodiversidad. Esta riqueza, sin cesar alabada por los visitantes de esta región, es un hecho. Con una extensión de su superficie terrestre de 51 100 Km² -es decir el 0,03% de la superficie terrestre mundial- y una superficie marítima de 589 000 Km², Costa Rica está considerada como uno de los veinte países del mundo que disponen de la más amplia diversidad numérica de especies así como de las densidades de especies más elevadas. El papel desempeñado por numerosos científicos extranjeros y adeptos de la ecología profunda es significativo en el censo de esta biodiversidad. Esta se convierte en objeto de interés a partir de la independencia del país, a principios del XIX. La apertura comercial hacia Europa, a través de las exportaciones de café, permite que se multipliquen los intercambios de viajeros y se da los primeros estudios científicos. En el transcurso de los años 1880, unido a los inicios de la explotación bananera y de la vía férrea atlántica, los intercambios con los Estados Unidos se multiplican, lo que se traduce también en un interés de los científicos por esta naturaleza tropical. Este interés da lugar a un considerable número de publicaciones en revistas científicas, contribuyendo así a difundir la imagen de Costa Rica como paraíso ecológico. Es interesante señalar que estos primeros censos están acompañados de reivindicaciones “conservacionistas”. En efecto, desde mediados del siglo XIX, encontramos discursos y decretos que dan testimonio de una cierta consciencia ecologista prematura y de la voluntad de los dirigentes de proteger el medio ambiente. Si estos textos legislativos son aplicados en contadas ocasiones, sin embargo se desarrolla una cierta sensibilidad “conservacionista”, y hecho significativo, una manifiesta preocupación por exponerla. De este modo, más que la naturaleza tropical, es la imagen de un estado protector de sus riquezas naturales la que parece estar en el origen de la identidad turística de Costa Rica.

13A continuación se trata de analizar la apropiación de estas representaciones por parte de los actores implicados en la producción, la difusión y el consumo del imaginario turístico, con el fin de delimitar mejor sus componentes. Este análisis se realizará a través del estudio de la retórica y la imaginería, vehículos del imaginario turístico.

Retórica e imaginería: vehículos del imaginario turístico

14Considerando las teorías de Berdoulay y Entrikin, la retórica puede ser definida como un discurso transversal a diferentes tipos de conocimiento: “Si la exigencia de retórica es parte del problema, ella es también parte de la solución. En lugar de esforzarse en evitarla o, peor, hacer como si no existiera, es preferible llevarla a un nivel consciente, explicitar su funcionamiento y su alcance e incluso utilizarla con conocimiento de causa como una interlingua entre los diferentes tipos de discurso” (BERDOULAY, ENTRIKIN, 1994).

15El análisis de la retórica proveniente de los diferentes actores implicados en la producción, la difusión y el consumo del imaginario turístico permite saber mucho más sobre la naturaleza de este imaginario turístico. Este análisis se articula en el seno de la siguiente tipología: retórica institucional, retórica de los profesionales del sector, retórica de los turistas, retórica de los medios de comunicación y retórica de las poblaciones locales. Optamos, en este artículo, por no abordar más que los tres primeros tipos de actores.

  • 2 « Costa Rica, sans ingrédient artificiel ».

16La retórica institucional, es decir la proveniente del Estado y de las instituciones que emanan de su autoridad tales como el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), se caracteriza por la reutilización de los componentes clásicos de la imagen del país: la naturaleza en un país pacifista y democrático, sin ejército. En 1996, el ICT lanza una campaña publicitaria muy hábil, apostando por la autenticidad, titulada “Costa Rica, sin ingredientes artificiales”2, y reconocida como una de las mejores del mundo. Esta sigue en el 2001 con una docena de carteles alabando las maravillas de una naturaleza prolífica, las experiencias únicas a vivir y la amabilidad legendaria del “tico” (habitante de Costa Rica) garantizando el mejor de los recibimientos.

17En cuanto a la retórica de los profesionales del sector, nacionales como extranjeros, está ilustrada por la recurrencia de palabras clave que significan la doble autenticidad -del paisaje y de la relación con la comunidad local- así como por el refuerzo de la dicotomía entre el turista y el viajero. Tales son las conclusiones establecidas procedentes de un análisis cualitativo de 35 folletos turísticos recogidos sobre el terreno entre enero y marzo del 2008 y diciembre del 2009, promocionando actividades turísticas a través de todo el territorio nacional. Esta metodología tenía como objetivo identificar el nuevo paradigma trazado por las prácticas turísticas en Costa Rica.

  • 3 MIT : « Mobilités, Itinéraires, Tourismes », Université Paris 7 – Diderot.
  • 4 ACTUAR, The Costa Rican Community based Rural Tourism Association.

18El análisis cualitativo está acompañado igualmente de un estudio cuantitativo cuyo objetivo es identificar la recurrencia de una terminología clave. De hecho, este proceso retórico, que se inscribe en una voluntad didáctica, permite fijar de forma duradera en la mente del turista las representaciones míticas de Costa Rica. También la retórica procedente de esta documentación turística retoma la carga negativa transmitida por la palabra turista y extendida a la opinión pública. En otras palabras, el turista es, según la muy conocida expresión del sociólogo Jean-Didier Urbain, “el idiota del viaje” (URBAIN, 1991). Esta “turistofobia”3 constituye un eje mayor en el mercado de comunicación del ecoturismo: queda relegada a los folletos turísticos que proponen a los futuros clientes descubrir “la auténtica Costa Rica, la que pocos turistas han visto” y “explorar los lugares menos visitados”4. Las guías turísticas participan de la misma estrategia comercial consistente en distinguir al aristócrata viajero del plebeyo turista, proponiendo a los primeros el descubrimiento de paisajes inéditos y de una naturaleza todavía virgen. Esto puede parecer paradójico en la medida en que estas obras no tienen únicamente por vocación el ser vendidas a miles de ejemplares. De esta manera al alimentar la figura del viajero solitario, estas obras contribuyen a una democratización de este tipo de viaje y tienen como objetivo al famoso turista plebeyo al que tanto flagela.

19En cuanto a la retórica de los turistas se caracteriza por la presencia de un imaginario del viajero, por una parte pionero, y por otra aventurero. Este análisis se basa en una serie de entrevistas semi dirigidas, realizadas a 52 turistas, seleccionados según un sistema aleatorio, en los enclaves turísticos de Tortuguero (Parque Nacional de Tortuguero), Manuel Antonio (Parque Nacional Manuel Antonio) y San José, capital de Costa Rica, entre enero del 2008 y marzo del 2008, y diciembre del 2009. La opción de una metodología de realización de entrevistas cualitativas presentaba el doble objetivo de identificar, por una parte, las motivaciones conscientes y/o inconscientes de la estancia turística, y por otra, el de analizar las referencias y el campo léxico solicitados en la descripción del recorrido turístico, permitiendo así entender este imaginario. La estancia turística es también, de preferencia, la del pionero. Jugar al explorador, revivir lo que vivieron los pioneros del Oeste americano, es muy a menudo lo que resalta en las entrevistas realizadas a los turistas: de esta manera un turista comparó su recorrido en barca por los canales de Tortuguero, Parque Nacional situado al Norte de la Costa del Caribe, a “la remontada del río Amazonas por los primeros colonos”, manifestando así la voluntad de descubrir tierras vírgenes, auténticas, al abrigo de la contaminación turística. Al preguntar a una pareja su motivación en la elección del destino, esta última afirmó que habían venido “a visitar el país antes de que fuera invadido por los turistas, descubrir lugares vírgenes”, anticipando “un turismo de masas de aquí a unos años”. Se trata en este caso de un proceso clásico consistente en alabar la virginidad de un territorio preturístico. Por otra parte en su discurso hacían hincapié en las condiciones difíciles de la estancia, enfrentándose a la humedad extrema de los canales del Tortuguero: se trataba así de hacernos testigo de su periplo aventurero y meritorio. Porque la segunda característica, identificada en la retórica de los turistas, es la de un imaginario del viajero aventurero en busca de sensaciones y riesgos. Por esta razón, en el transcurso de una entrevista realizada a un turista, que había venido para descubrir « un país verde », era bastante sorprendente ver hasta qué punto en su discurso insistía en el carácter aventurero de su viaje, evocando las condiciones difíciles de la travesía por la jungla, las “pendientes de 45°”, “los pequeños albergues sin agua caliente, sin electricidad en plena jungla” o también “el alumbrado con velas”. Destacaba en sus palabras, una voluntad explícita de mostrar las dificultades experimentadas en el transcurso de su viaje y al mismo tiempo, todo el mérito que debíamos otorgarle; encontramos así la idea de espacios naturales vividos y percibidos como espacios del mérito. Igualmente el programa de su viaje describía en el tercer día de la aventura organizada, “cuatrocientos metros de desnivel positivo para alcanzar un pequeño rincón del paraíso donde ustedes serán calurosamente acogidos por Santiago y su familia” dando a entender también así que el paraíso se merece. Por otra parte, la retórica del aventurero que sistemáticamente conlleva el rechazo de la función de turista, la persona entrevistada prefería presentarse como viajera, su “forma de viajar desde hace 35 años: descubrir el país, estar en contacto con la población, con la naturaleza”, en las condiciones deseadas y calificadas estas de “rudimentarias”. Es “lo relacional lo que cuenta” y no sentirse turista” concluye. Es evidente que este rechazo de la figura del turista es el punto en común de numerosos encuestados. Por lo demás, este imaginario del aventurero meritorio está muy bien aprovechado por los operadores turísticos, como hemos visto con anterioridad. La multiplicación de circuitos en la canopea confirma esta búsqueda de sensaciones y de comunión con la naturaleza. Numerosas áreas protegidas están dotadas de equipamientos -tirolinas, plataformas-, y es extraño actualmente recorrer los parques naturales sin oír la melodía del valor de los aprendices de “tarzán”.

20El análisis del discurso permite de este modo dar cuenta de los lugares privilegiando las representaciones, los sentidos y la manera en la que estos estructuran el espacio (GILBERT, 1986).

21La imaginería constituye otra herramienta para el análisis de los componentes del imaginario turístico. No se trata con ello de hacer un estudio de la iconografía generada en el marco del lanzamiento turístico de Costa Rica. Preferimos, en este artículo, abordar la cuestión de la práctica fotográfica, entendida como producción de un tecnoimaginario. La cámara fotográfica se presenta en efecto como un utensilio indispensable al viajar y el papel creciente que juega en el seno del viaje justifica la atención que le prestamos. Si la literatura relativa al turismo y a la fotografía es muy importante, es una experiencia sobre el terreno la que va a permitirnos iniciar esta reflexión. En efecto, las reacciones de un grupo de encuestados, en relación con el robo de unas camáras de fotos, tras una emboscada, fueron reveladoras del lugar ocupado por este utensilio, en la medida en la que el robo fue vivido como un drama absoluto llegando incluso a replantearse la utilidad misma de la estancia. De hecho, no se trata de una simple cámara sino de un verdadero objeto de colección, queriendo significar con ello que es un asunto de expertos, dando lugar a largas conversaciones -en una lengua oscura para el neófito- sobre los modelos y los tipos de objetivos. Algunos turistas reciben clases de fotografía: la profesionalización no solo comprende la simple elección de la cámara fotográfica sino también el uso que se hace de ella. Todo nos lleva a pensar que hay una técnica como hay también un arte del viaje –entendido aquí como una práctica artesanal-. Conviene ejercer esta técnica en el transcurso del viaje. Por esta razón, todo es “fotografiable”. La cámara fotográfica se convierte así en un auténtico intermediario de la realidad y es interesante preguntarse qué razones conducen al turista a preferir antes el reflejo que la instantaneidad de la visión. Podemos ahora establecer la hipótesis de que precisamente porque es posible trabajar esta realidad, transformarla y adaptarla a sus expectativas, la cámara fotográfica se ha vuelto indispensable. Teniendo en cuenta la creciente sofisticación de estas cámaras, existe en adelante la posibilidad de trabajar con la luz, los ángulos…Es posible construir una supra realidad y materializar la subjetividad –inherente a toda mirada dirigida al paisaje- mediante la cámara fotográfica. De este modo, se perfila una performatividad del imaginario a través de la técnica. Este análisis es tanto más significativo cuanto el turista ante todo busca imágenes en el viaje. De esta manera es frecuente observar a los turistas, como una puesta en abismo, fotografiando posters del cráter de un enclave volcánico, en lugar del objeto físico tal y como se presenta ante ellos ya que este se considera demasiado nuboso. La insatisfacción no aparece porque no se ha visto el cráter con claridad sino más bien porque no se ha podido sacar una foto suficientemente representativa de la imagen transmitida por los folletos turísticos.

22Más allá de la emergencia de los lugares turísticos, los cambios constatados en el seno de la sociedad costarricense, en busca de una identidad verde son profundos y demuestran el fuerte potencial de este imaginario, que se convierte en acto.

Un imaginario turístico creador y emprendedor para elaborar la identidad territorial de Costa Rica

Un imaginario creador mediante elementos políticos: el tríptico de la sociedad costarricense

23Los cambios observados en el seno de la sociedad costarricense se articulan alrededor de tres elementos estructuradores que forman los cimientos de una democracia medioambiental –constituyendo los principios de una ciudadanía costarricense verde-, la instauración del principio de seguridad medioambiental así como la promoción de una diplomacia “medioambientalista” (VELUT, 2005). La evaluación de estos cambios se sitúa aquí en una escala institucional.

24El despegue del ecoturismo en Costa Rica ha generado una nueva forma de gobernar los territorios. La ejecución de la política ecoturística se ha traducido en la creación de áreas protegidas, iniciando un nuevo modo de gestión territorial donde el ciudadano es el eje. En efecto, con la idea de garantizar el éxito de tales políticas que buscaban proteger una parte creciente del territorio nacional, el carácter participativo de la gestión ha sido fundamental. Es quizás esta opción precursora la que ha conducido a desacralizar los espacios protegidos del territorio costarricense. Sin duda alguna, tener en cuenta las aspiraciones de las poblaciones locales en las estrategias de conservación e implicarlas incluso en la elección de estas estrategias contribuyen a difuminar los defectos propios a la percepción de una naturaleza angelical, en el origen de la creación de los primeros parques naturales. De esta forma en 1995, el Sistema Nacional de Conservación de las Áreas (SINAC), creado bajo la autoridad del Ministerio de Medioambiente y las Energías para administrar las áreas protegidas, cambia su sistema de organización. Se inicia entonces un proceso de descentralización dando más poder a los cantones y los distritos – las escalas administrativas más pequeñas del país – incluidas las poblaciones locales, con el fin de implicarlas cada vez más en la toma de decisiones sobre medidas relativas a la gestión de las áreas protegidas. La idea es la de hacer propios estos espacios naturales, con la finalidad de garantizar la conservación y evitar el escollo de políticas de protección que se puedan alejar de las preocupaciones cotidianas -interviniendo el Estado únicamente para la promoción del turismo. Con el tiempo, es una población totalmente implicada en la conservación territorial la que debe emerger, de manera que la política medioambiental –base de la política turística– ya no sea vista únicamente como un negocio de estado. Se observa así una forma de democracia participativa en la gestión de las áreas protegidas, lo que supone una gestión patrimonial de los recursos medioambientales. Por otra parte la voluntad del Estado costarricense de hacer emerger una consciencia medioambiental verde se expresa igualmente por medio de las tarifas para entrar en los parques naturales, específicas para la población local y bastante inferiores de las ofrecidas a los turistas.

25Ahora se trata de ver como las medidas de protección de los espacios naturales han modificado profundamente la naturaleza del papel del Estado, que se presenta como el garante de la seguridad de los ciudadanos, una seguridad percibida en adelante de forma medioambiental. Este concepto ha sido construido con el fin de justificar la parte creciente del territorio nacional protegido. En efecto, el establecimiento del 32 % de espacios naturales protegidos ha supuesto redefinir la noción de propiedad de la que reconocemos desde este momento su función ecológica y social. Por este motivo conviene volver sobre lo que aparece como una consecuencia de la estrategia turística: una reconsideración del papel de los recursos naturales en el seno de la sociedad. Desde 1954, el artículo 50 de la Constitución de Costa Rica consagra el derecho de toda persona “a un medioambiente sano y ecológicamente equilibrado”. Una ley orgánica sobre el medioambiente aprobada el 4 de octubre de 1995, declara de “utilidad pública” y de “interés social” la conservación y la utilización duradera del medioambiente. Aún más, la ley forestal de 1996 establece “como función esencial y prioritaria del Estado, vigilar la conservación, la protección y la administración de las selvas naturales”. Todas estas medidas dan testimonio de una mutación progresiva del papel del Estado en la garantía de una seguridad medioambiental de los ciudadanos. En efecto, estos cambios han sido debidos a la implantación de diferentes políticas de protección del territorio nacional, elaboradas en estrecha unión con la política turística del país. Por esta razón, la ley forestal de 1996 presenta un carácter revolucionario al reconocer el valor ecológico intrínseco de las selvas naturales. En efecto, esta ley marca una evolución en la finalidad observada por las leyes forestales: si hasta entonces se trataba de luchar contra la deforestación, garantizando la protección y la explotación racional de los recursos forestales, la ley de 1996 supone la “protección y la conservación de la integridad del espacio medioambiental natural”. Las selvas naturales son reconocidas de esta forma como ecosistemas a conservar. Es la definición misma de propiedad la que es revisada. Es la función social de la propiedad la que se invoca puesto que es el interés público el que prevalece sobre el interés particular del propietario. El derecho de propiedad ya no es únicamente el derecho de los propietarios sino que hay intereses generales que coexisten con este derecho. Podemos por este motivo hablar de “propiedad función” compuesta de derechos y deberes. Además de la función social de la propiedad, a partir de ahora se puede hacer referencia a una función ecológica ya que es la protección del medioambiente la que está en el origen de la sustitución de los intereses generales por los intereses privados de la propiedad. Por otra parte, el artículo 8 de la ley sobre la biodiversidad de 1998 titulado “Función medioambiental de la propiedad inmobiliaria” afirma que “las propiedades inmobiliarias deben cumplir una función medioambiental, la cual forma parte integrante de su función económica y social”. De forma paralela, el Estado lleva una política de reforestación intensiva. La selva no deja de ganar terreno: más de cinco millones de árboles fueron plantados sólo durante el año 2007, es decir 1,25 árboles por habitante. Una estrategia financiada desde 1996 por una tasa sobre las energías fósiles, que permite destinar 3,5 % de las sumas percibidas al “Fondo nacional para la financiación de las selvas” que a su vez retribuye a los propietarios de tierras para que conserven sus parcelas forestales. Queriendo garantizar de esta manera la calidad de los activos del país –las riquezas naturales– soporte evidente de la actividad ecoturística, se está redefiniendo la propiedad privada y sus funciones. Es igualmente una redefinición del papel del Estado en materia de seguridad nacional la que ha sido iniciada. En efecto, una recentralización del medioambiente se ha venido produciendo: su protección ya no aparece como una opción sino que se encuentra en el centro de la estrategia de la sociedad costarricense. El Estado no garantiza simplemente la seguridad interior de los ciudadanos, sino que esta es redefinida a partir de ahora a través del prisma medioambiental, puesto que tiene el deber de asegurar la supervivencia ecológica, económica y social del espacio nacional y de los habitantes que lo componen.

26Por otra parte, el Estado costarricense hace del ecoturismo la punta de lanza de su diplomacia. Una diplomacia que se considera ejemplarmente verde, avanzando al ritmo de los desafíos ecológicos lanzados a los países del Norte y del Sur, siendo el último prioritario el de un Estado “climáticamente neutro” de ahora al 2020. En materia de diplomacia regional, el proyecto del Corredor Biológico mesoamericano parece el estudio de un caso particularmente interesante. La biodiversidad, en la base de la oferta ecoturística, está presente en todo el istmo centroamericano y en algunos Estados meridionales de México, Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. Este conjunto, que comprende una superficie de 768.500 Km2, es decir el 10% de la biodiversidad mundial, se reduce progresivamente y cada hora desaparecen 44 ha. de selva. Este espacio geográfico representa igualmente 25 millones de personas en el umbral de la pobreza y se estima que la miseria corre el riesgo de duplicarse de aquí al 2025. Igualmente esta idea de una vasta zona internacional de protección de la naturaleza se presenta como un proyecto ambicioso. Este proyecto nace en Panamá el 12 de julio de 1997, presentado por los siete Presidentes del Istmo. Las zonas prioritarias de conservación de la biodiversidad fueron definidas de esta manera:

  • Reserva Maya y Calakmul (Guatemala, México)

  • Reserva Fraternidad (Guatemala, México, Salvador)

  • Reserva Cayo Mismitos (Belice, Honduras, Nicaragua)

  • Sistema coralino mesoamericano (Golfo de Honduras)

  • Parque de la Amistad (Costa Rica, Panamá)

¿Estas zonas de protección, asociando varios Estados en un mismo proyecto, no significarían una nueva forma de abordar la reunificación de la “provincias de América Central tras el fracaso de la unión política y el casi fracaso del reagrupamiento económico? Es una cuestión interesante en la medida en que revela el papel interpretado por el medioambiente en una diplomacia de reconciliación regional. El Corredor Biológico fija objetivos comunes de conservación de la biodiversidad y tiende por ello a favorecer el turismo. El Parque de la Amistad (471.000 ha.) situado entre Panamá y Costa Rica ofrece perspectivas de desarrollo en el corazón de una frontera del istmo mucho tiempo considerada como fría, no habiéndose escogido el nombre del parque de una forma anodina. Este es uno de los primeros modelos de gestión transfronteriza de un parque nacional en la región, inscrito en los documentos de planificación de los Institutos de Turismo costarricenses y panameños. Este mismo tipo de cooperación binacional está a punto de producirse entre Nicaragua y Costa Rica: “el acercamiento común de los dominios del turismo y del medioambiente constituye los puntos en los que los dos Estados parecen más comprometidos en la actualidad” (MEDINA, 2006). Por esta razón, un proyecto transfronterizo de desarrollo turístico entre el Suroeste de Nicaragua y el Noroeste de Costa Rica (Cordillera de Guanacaste) ha sido emprendido, siendo su objetivo coordinar la oferta turística en esta zona pacífica. Nicaragua, durante mucho tiempo impedida por el contexto político, desea beneficiarse de la experiencia de su vecino, apostando también ella por el ecoturismo. Esta cooperación binacional en materia de ecoturismo permite integrar un espacio fronterizo al margen del circuito económico nacional e internacional y refuerza las relaciones diplomáticas entre los Estados.

  • 5 Équipe MIT, 2002, Tourismes 1. Lieux communs, Paris, Belin.

27El Corredor Biológico mesoamericano testimonia una verdadera cooperación medioambiental multilateral. En el seno de esta nueva forma de diplomacia verde, Costa Rica representa una vez más el papel de pionero. Además, Jean-Marie Breton, habiendo analizado el fenómeno ecoturístico desde una aproximación regional, afirma que el turismo duradero juega un papel determinante en la estabilidad de la región caribeña. Esta idea se acerca a la del grupo de investigadores dirigido por Remy Knafou, cuando describen el turismo como un “movimiento pacífico”5. El ecoturismo puede de esta manera asimilarse a una forma de globalización pacífica.

28Este tríptico de la sociedad costarricense puede de esta forma llevarnos a considerar el imaginario turístico como un “hecho social total” según la expresión bien conocida del sociólogo y antropólogo Marcel Gauss, contribuyendo a forjar una comunidad de destino para la nación costarricense.

Imaginario turístico y proceso de territorialización

“El estudio geográfico de los signos, de las representaciones, de las imágenes sólo tiene efecto si, de hecho, plantea los mecanismos de la territorialidad y del espacio vivido” (SENECAL, 1992).

29El imaginario turístico es productor de lugares turísticos que se convierten en símbolos territoriales a partir de los cuales cristaliza la identificación colectiva nacional. En efecto la política de conservación, que alcanza al 32 % del territorio costarricense protegido bajo diferentes estatutos, debe ser considerada como el fruto de la estrategia ecoturística, caracterizada por la producción y la difusión de representaciones y de una retórica -articuladas entorno a la noción de imaginario turístico. El bien público nacional de Costa Rica – que constituye su patrimonio natural – participa del proceso de construcción de la identidad de la nación costarricense. De esta manera se trata de examinar los impactos del proceso de calificación del territorio, entendida como producción simbólica del espacio en el marco de la actividad turística, sobre el proceso de identificación territorial.

30La calificación simbólica del territorio – por medio de una calificación jurídica – como la de las producciones tradicionales surgidas de la agricultura (por ejemplo, la ruta del queso de Turrialba (BLANCO M., RIVEROS, 2004)) muestran, según Bernard Debarbieux, citando a André Micoud, “la preocupación de inscribir conjuntamente a individuos en el tiempo imaginario de una memoria del territorio” (DEBARBIEUX, 2006). Añade a continuación: “territorialidades ecológicas y territorialidades patrimoniales se unen de esta manera para expresar una preocupación por la inscripción imaginaria de los individuos y de colectivos en la larga duración – el de la naturaleza y el de la historia rural”. De esta forma “las denominaciones de origen” para la producción agrícola, ciertas formas de turismo reposan sobre formas crecientes de “consumo simbólico” de lugares singulares que constituyen alternativas a las tendencias desterritorializantes de la economía contemporánea”. Cita de esta forma el movimiento biorregionalista, nacido en los Estados Unidos durante los años 1970, que consistía en promover las regiones naturales como nuevos marcos de identificación y de prácticas colectivas; siendo considerada la biorregión al mismo tiempo como “área geográfica” y “área de consciencia” (DEBARBIEUX, 2006).

31También el imaginario turístico y su materialización en la práctica conducen a un proceso de anclaje duradero al territorio. Anclaje temporal en la durabilidad e igualmente anclaje espacial en la proximidad y la reflexividad. En efecto, el advenimiento del patrimonio medioambiental, iniciado y animado en el marco de la actividad turística, ha favorecido, lo hemos visto previamente, la emergencia de nuevas áreas de debate en el marco de una democracia medioambiental, participativa. Es en este contexto en el que el proceso de territorialización puede asimilarse a nuevas formas de anclaje de las poblaciones y del político en la cercanía. Igualmente se puede ver en el proceso de calificación del territorio la emergencia de una dimensión reflexiva del patrimonio y del medioambiente, de una sociedad que se observa a sí misma. Esta idea de “reflexividad patrimonial”, implicando un nuevo régimen de territorialidad, es retomada por Patrice Melé: “fijar el marco de la acción por medio de valores patrimoniales o medioambientales, implica reivindicar una relación reflexiva del espacio. […] La patrimonialización puede de esta forma ser analizada como la (re)construcción en la acción de una identidad fijada. Pero si todo puede ser patrimonio, entonces la patrimonialización ya sólo proclama la capacidad reflexiva de la sociedad” (MELE, 2009). De esta forma afirma que “el patrimonio y el medioambiente, considerados como dominios de acción pública, expresan sin duda alguna una mutación de las relaciones en el espacio y de las maneras de pensar la dimensión espacial de las sociedades” (MELE, 2009).

32El imaginario turístico, punta de lanza del proceso de calificación del territorio, garantiza la inscripción de la nación costarricense en un lugar valorizado y valorativo y contribuye a espacializar, materializar una identidad. El imaginario turístico está de esta manera en el corazón del proceso de apropiación y de delimitación del espacio. Hemos visto de qué forma las elites políticas e intelectuales de Costa Rica habían contribuido a inventar la “diferencia costarricense” basada en su carácter político excepcional y ejemplar. Si el imaginario turístico retoma las características del imaginario nacional, dándole así una dimensión internacional significativa en el contexto de la globalización turística, contribuye sobre todo a añadir una nueva característica y a forjar una “diferencia” de una nueva naturaleza, a saber el destino verde de la nación costarricense. No se trata aquí de asegurar la conformidad de este imaginario nacional con una supuesta realidad sino más bien aprehender un clima de creencia subjetiva y de adhesión a esta comunidad imaginada e imaginaria, como el análisis del proceso costarricense en curso puede permitirnos alcanzar.

Conclusión

33De esta forma, el imaginario turístico, favoreciendo la emergencia de lugares turísticos, recrea el espacio geográfico y participa de su producción material y simbólica. El proceso de construcción de la identidad se opera entonces mediante una serie de lugares (simbólico, patrimoniales…), dispuestos en redes que generan territorios. Y son precisamente “los elementos patrimoniales espacializado los que constituyen los mediadores simbólicos de toda territorialidad” (DI MEO, 2009).

34A la manera de los teóricos llamados modernistas, la idea anticipada es la de una nación que sólo existe en representación, lo que no le impide ser real, puesto que desde que la comunidad imaginada está presente en la consciencia de cada individuo, la comunidad existe y funciona como tal (ANDERSON, 1966). Y este es precisamente el proceso descrito en el caso costarricense. El impacto del imaginario turístico y particularmente de su componente verde contribuye hasta el punto de forjar un nuevo carácter en la nación costarricense, una nueva “diferencia” que se encarna en opciones políticas y nuevas prácticas espaciales. “Cuando los hombres consideran ciertas situaciones como reales, etas son reales en sus consecuencias”, es el teorema de Thomas, retomado por Robert King Merton con el nombre de predicción auto-realizadora (self-fulfilling prophecy). La “profecía auto-realizadora” (KING MERTON, 1953; STASZAK, 2000) define de esta forma situaciones de representaciones que no reflejan necesariamente la realidad, sino construyéndola. Suscribimos aquí la dialéctica de las dos modalidades de lo social-histórico de la forma que fueron definidas por Cornelius Castoriadis, a saber “el representar” y “el hacer”. “El representar” sería pues una integración en el orden de los posibles del elemento representado, y por consecuencia el acto primero del “hacer”, preparando las condiciones de la posibilidad de su realización.

35El examen de la “profecía auto-realizadora” del imaginario turístico, cuya profundidad sobrepasa el marco de este artículo, presenta el interés de pensar las interdependencias entre los dominios de las representaciones, de las prácticas espaciales y de la producción material y simbólica del espacio.

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Notes

1 DOLLFUS Olivier.

2 « Costa Rica, sans ingrédient artificiel ».

3 MIT : « Mobilités, Itinéraires, Tourismes », Université Paris 7 – Diderot.

4 ACTUAR, The Costa Rican Community based Rural Tourism Association.

5 Équipe MIT, 2002, Tourismes 1. Lieux communs, Paris, Belin.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Linda Boukhris, « El imaginario turístico a prueba de Costa Rica: entre « ver » y « hacer » el territorio », Via [En ligne], 1 | 2012, mis en ligne le 16 mars 2012, consulté le 22 mars 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/viatourism/1222 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/viatourism.1222

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Auteur

Linda Boukhris

Linda Boukhris es doctoranda en Geografía en el seno del laboratorio EIREST, Universidad Paris I – Panteón-Sorbona y trabaja sobre el tema de los imaginarios turísticos en América Central, bajo la dirección de Maria Gravari-Barbas. Redactó una Memoria de Master 2, en la Universidad Paris IV Sorbona, titulada “El ecoturismo en Costa Rica: de las representaciones mitificadas de la naturaleza a la realidad de un turismo globalizado” Ha realizado igualmente una estancia como investigadora en la Universidad de California, Berkeley, iniciada en el marco de la colaboración con el Tourism Studies Working Group de Berkeley y el EIREST con el fin de interpretar los imaginarios turísticos en el marco de una aproximación anglófona y pluridisciplinar.

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