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Dossier Université Invitée: Barcelone
Historias de la Historia

De las memorias del príncipe Lichnowsky a las novelas de Raül Garrigasait y Joan Perucho

From the memoir of prince Lichnowsky to the novels of Raül Garrigasait and Joan Perucho
Pere Torra

Résumés

Els estranys (Los extraños) (2017), de Raül Garrigasait, es una novela que entronca con el universo literario de Joan Perucho, en particular, con Les històries naturals (Las historias naturales) (1960), considerada como una de las mejores novelas catalanas del siglo XX. Ambas obras coinciden en incorporar como personaje a Felix von Lichnowsky, un joven príncipe prusiano que participó como voluntario en la primera guerra carlista, telón de fondo de ambas ficciones. En Els estranys el narrador recibe el encargo de traducir Recuerdos de la Guerra Carlista (1837-1839), libro de memorias de Lichnowsky. Esta obra, en términos genettianos, resulta hipotexto, de carácter parcial, tanto de Les històries naturals como de Els estranys. El objetivo del artículo consiste en comparar la representación de este período de la primera guerra carlista en ambas obras de ficción y analizar el tratamiento que dan en cada caso al libro escrito por el príncipe prusiano. Aunque hay bastantes diferencias en el enfoque de Perucho y Garrigasait, se observa cierta confluencia. Ambas obras utilizan la ironía e incrementan la alteridad y la extrañeza de las situaciones con la presencia del príncipe alemán respecto el conflicto civil español del siglo XIX, con numerosas similitudes con los siglos XX y XXI.

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Texte intégral

Il n'y a pas une littérature, et peut-être n'y a-t-il pas un écrivain dont on puisse dire

que l'histoire se renferme dans les limites de son pays d'origine.

Joseph Texte

Dos novelas y un príncipe prusiano

  • 1 Abreviaturas: Les històries naturals, LHN; Els estranys, EE. Los textos de LHN proceden de la versi (...)

1* 1

2La novela Els estranys (Los extraños) constituye el debut exitoso en la ficción de Raül Garrigasait, con el cual ha ganado, entre otros galardones, el premio a mejor novela catalana de 2017. Desde sus primeras páginas, esta novela invoca el universo literario de Joan Perucho; en particular, su obra más célebre, Les històries naturals (Las historias naturales), considerada una de las mejores novelas catalanas del siglo XX. Ambas obras coinciden en la misma ambientación histórica, la primera guerra carlista ―situada sobre todo en Cataluña―, y en la aparición del príncipe prusiano Felix von Lichnowsky, personaje histórico que juega un rol muy especial en ambas ficciones.

  • 2 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839).

3Por un lado, EE presenta la historia de Rudolf von Wielemann, un joven prusiano de buena familia que, tras atravesar los Pirineos clandestinamente, llega a la Península para hacer méritos combatiendo a favor de la causa carlista, encarnada por el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón. El lector accede a la historia de Wielemann mediante el clásico recurso del hallazgo casual de un manuscrito con notas personales del prusiano, fechadas entre 1837 y 1838. El manuscrito es localizado por Raül, un trasunto del autor, mientras se estaba documentando para la traducción de las memorias de guerra de Lichnowsky2. En la novela, pues, conviven dos tiempos diferentes: el de Raúl, situado en el siglo XXI ―contemporáneo al lector―, y el de Wielemann y Lichnowsky, durante dos años de la guerra carlista mencionada. Ya desde el comienzo, el narrador justifica la narración sobre la tríada que forman Lichnowsky, los papeles encontrados de Wielemann y la ciudad de Solsona, donde este último queda atrapado. Por ello, la narración incluye acontecimientos históricos sucedidos en Solsona, como la entrada del pretendiente en la ciudad o la insólita muerte del obispo Juan José de Tejada Sáenz. Ocasionalmente, el libro reproduce algunos de los fragmentos de la obra del príncipe prusiano, que van apareciendo a medida que avanza el trabajo de la traducción de Raúl.

4Por su parte, LHN, también en el contexto de la primera guerra carlista, cuenta las aventuras de Antoni de Montpalau, científico ilustrado liberal, que emprende un viaje a la caza de un dip, un tipo de vampiro que ataca y amenaza a la población de Pratdip y sus alrededores. En el transcurso de sus numerosas peripecias, Montpalau y sus compañeros entrarán en contacto con el general carlista Ramón Cabrera, afectado por una enfermedad misteriosa, que el lector sabrá que deriva de los ataques de Onofre de Dip, el vampiro. Con gran nobleza, el científico liberal ayudará al caudillo carlista a deshacerse del dip, a pesar de encontrarse en bandos opuestos. En LHN la aparición del príncipe Felix von Lichnowsky constituye una trama paralela que casi no interactúa con la principal, ya que el prusiano no consigue el objetivo de atrapar a Montpalau y a sus compañeros.

5Ambos autores tienen alguna vinculación personal con los lugares principales donde ambientan sendas novelas, respectivamente. Por un lado, Raül Garrigasait es hijo de Solsona y, por otro, Joan Perucho trabajaba profesionalmente como juez en Gandesa, capital de la Terra Alta, y antes en La Granadella, población situada en la comarca de las Garrigues, limítrofe con la Ribera de Ebro. Guillamon ha destacado la novedad de los lugares de la acción de la novela de este último:

  • 3 Guillamon, “Les històries naturals: fantasia i política” (2011), p. 10. [Las historias naturales, p (...)

Les històries naturals, publicades per primer cop l’any 1960, són una reivindicació d’un paisatge gairebé inèdit en la novel·la catalana contemporània, que Perucho converteix en escenari de meravelloses aventures3.

6Si Perucho reivindica el sur de Cataluña, un territorio hasta entonces muy poco representado en la literatura catalana, la obra de Garrigasait se centra radicalmente y deliberadamente en la ciudad de Solsona y su comarca, que tampoco cuenta con una gran presencia en nuestra tradición literaria. Asimismo, el paratexto de este libro remite al Solsonès, ya que su portada incluye una imagen procedente de un exvoto del santuario del Miracle, lugar emblemático de la comarca. Además, el núcleo de la acción también se desarrolla en Solsona, donde Wielemann quedará atrapado prácticamente durante toda la novela. Esta ciudad ya es descrita en el primer capítulo de EE, con cierto tono crítico:

  • 4 Garrigasait, EE, p. 16 i 17. [una ciudad orgullosa de sí misma, colocada lejos de las grandes vías (...)

una ciutat orgullosa de si mateixa, col·locada lluny de les grans vies de comunicació, acostumada a dissimular amb un aire cerimoniós les seves històries més fosques: la mitrada i remota Solsona4.

7Ahora bien, a pesar de la significativa presencia de la Cataluña meridional en la novela de Perucho, la acción de LHN se desplaza por varios lugares, entre los cuales hay que incluir Barcelona, ​​el Maestrazgo y Berga. Esta movilidad continuada de los personajes de Perucho contrasta con la práctica inmovilidad de la historia del libro de Garrigasait, aunque la trama contemporánea de éste incluye un desplazamiento puntual a Berlín.

¿Qué hace un príncipe prusiano como Lichnowsky en una guerra como la primera guerra carlista?

8A pesar de su carácter de enfrentamiento interno, es decir, de guerra civil, la primera guerra carlista (1833-1840) contó con una notable participación internacional en ambos lados. Esta participación no se debió tanto a la intervención directa de tropas de potencias extranjeras, como a la de voluntarios o mercenarios individuales, sobre todo en el bando carlista, el cual resultó especialmente atractivo en determinados ámbitos sociales partidarios de la tradición y contrarios a los aires liberales derivados del racionalismo y la Ilustración, sobre todo en Prusia y en Francia:

  • 5 Faraldo, «Voluntarios y mercenarios germanos en la España Contemporánea», p. 145.

La dimensión internacional de la Primera Guerra Carlista fue más que evidente para los tradicionalistas: se trataba de frenar el avance del liberalismo en Europa, algo que un posible triunfo de don Carlos parecía prometer. Jóvenes prusianos y austríacos, enardecidos por la ola de misticismo religioso y caballeresco alzada por el romanticismo se encaminaron a la Península para defender el trono y el altar al tiempo que presumían encontrar honor y gloria en la milicia. Se trataba en general de nobles –algunos de alta cuna–, que partícipes del mismo Zeitgeist que sus contemporáneos que habían ido a liberar Grecia de los turcos, veían en la defensa de la tradición la aventura de sus vidas5.

9Efectivamente, había nobles de alta cuna. Como señala José María Azcona, el traductor español de Lichnowsky, al menos tres príncipes alemanes participaron en ella: Stolberg, Schwarzenberg y Lichnowsky. Además, continúa Azcona:

  • 6 Azcona, «Prólogo», en Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 6. La traducción (...)

Sería oportuno el recuerdo de otros alemanes: militares expertos, como von Rahden y von Goeben; diplomáticos conspicuos, como von Vaerst; aventureros como Laurens, y fracasados, como Gotlieb Mils, que buscaba la muerte6.

10De estos nombres, en general disponemos de buena información puesto que varios de ellos redactaron textos de memorias dedicados a recordar los episodios de la guerra en la que participaron. Es el caso del príncipe Felix von Lichnowsky, pero también el de August von Goeben y Wilhelm von Rahden. Así pues, el personaje de Rudolf von Wielemann que inventa Garrigasait se inspira en la realidad de estos alemanes que documentaron su experiencia durante el conflicto militar español, desde el punto de vista del bando carlista.

11Y aún la lista de alemanes que vinieron a luchar en defensa de la causa carlista habría que ampliarla con algunos otros que resultaron muy desafortunados y perdieron la vida, tales como Bernhard von Plessen y Otto von Rappard. Ambos son mencionados en las memorias tanto de Lichnowsky como de Rahden. El primero, von Plessen, servía como capitán de una batería de artillería y no siempre podía entrar en acción. Quejoso de su inactividad, pidió consejo al mismo Rahden, lo que resultó fatal y le llevó a la muerte en Guisona:

A raíz de la batalla de Barbastro, [von Plessen] acudió a mí para quejarse de su inactividad que no le permitía distinguirse como a sus compatriotas, y me pidió consejo.

–Yo, en su caso –le dije–, tomaría un fusil en la primera ocasión y me mezclaría con los soldados.

  • 7 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 95.

Esto fue lo que hizo en Guisona y una bala de cañón le destrozó la cabeza7.

La trágica muerte de Plessen también es descrita en las memorias de Goeben, amigo del infortunado, que recurre a una escritura menos dramática que la citada de Rahden:

  • 8 Goeben, Cuatro años en España (1836-1840), p. 149.

Mi pobre amigo Bernardo de Plessen con quien me ligaban vínculos de estrecha amistad, pues pertenecimos en Alemania al mismo batallón, murió en Guisona, heróicamente, pues aún siendo capitán de Artillería se agregó voluntario a los batallones avanzados8.

12El segundo, von Rappard, fue un gran amigo de Rahden y murió en la batalla de Huesca, el 24 de mayo de 1837. En su libro sobre la guerra, Rahden explica las dificultades para identificar el cadáver:

  • 9 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 65.

Buscamos a nuestro compatriota entre los cadáveres desnudos y llegamos a encontrarlo. Nos costó trabajo sacarlo de un montón informe. La descarga de un trabuco le había destrozado el cráneo y era difícil reconocerlo, como no fuera por los bigotes y por la blancura de su cutis fino y distinguido. También pude yo identificarlo por una cicatriz en el pie que le quedó de una herida recibida en duelo reciente9.

13De hecho, según Rahden, entre los extranjeros que participaron en la primera guerra carlista, hubo una gran mortandad:

  • 10 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 69.

Cuando atravesamos el Arga el 16 de mayo, en la revista que el Rey y el Infante pasaron al Cuerpo expedicionario, la Legión Extranjera contaba 850 plazas; catorce días después, a raíz de la batalla de Barbastro, al toque de llamada no acudieron más que 160 hombres. Casi todos los oficiales habían muerto o estaban heridos10.

  • 11 Sala, «Un llibre important», Ara. [«Y ya tenemos la Ilustración y el Romanticismo europeos pasando (...)

14En definitiva, la presencia de voluntarios alemanes en la guerra carlista no es un invento literario ni se puede considerar como una cuestión aislada o estrafalaria, sino que correspondía a una práctica relativamente habitual en algunos sectores aristocráticos y militares de la sociedad prusiana. Los europeos que atravesaban los Pirineos para sumarse a la defensa del trono y el altar seguían una corriente romántica que evidenciaba el rechazo hacia las ideas impulsadas por la Ilustración. En palabras de Toni Sala, hablando de EE: «I ja tenim la Il·lustració i el Romanticisme europeus passant comptes amb el Barroc meridional, el protestantisme acarat al catolicisme i viceversa11.» La motivación de los extranjeros que se adherían a la causa carlista no obedecía a una voluntad de intervención específica en el territorio español, sino a la oportunidad de defender una determinada ideología. Esta motivación ideológica tradicionalista también encaja con Lichnowsky y resulta muy evidente en el personaje de Wielemann, aunque en este caso el recuerdo de las palabras de su padre tenga un sentido irónico, puesto que el prusiano no encuentra ideas claras ni sólidas entre los carlistas de Solsona:

  • 12 Garrigasait, EE, p. 69. [Recordaba las palabras de su padre: «Ve a España a reinstaurar el orden ju (...)

Recordava les paraules del seu pare: «Vés a Espanya a reinstaurar l’ordre al costat dels legitimistes, que són els únics que en la confusió dels nostres dies encara tenen idees clares i sòlides i posades a prova pels segles. A Espanya, a restaurar Europa!12

15Por ello, en su libro de recuerdos de su paso por la guerra carlista, el propio Lichnowsky expresa la concepción de la singularidad de España, que considera como una excepción en Europa, más cerca de la Edad Media que de la modernidad:

  • 13 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 64.

España, que había permanecido estacionaria desde el tiempo de Felipe II, era una excepción y sus costumbres conservaban aún el sello de la Edad Media.
Las tempestades políticas no habían pasado los Pirineos. España no había pasado por ese período de transición que sucede generalmente a los grandes sacudimientos. He aquí por qué se tocaban los extremos en este país: el fanatismo más exaltado junto a la incredulidad más completa, la lucha por el realismo y el vértigo republicano13.

16Asimismo, August von Goeben fue a parar al escenario del conflicto sucesorio español de la guerra carlista tras haber estado pensando ir a la India a combatir por la independencia. Así pues, para todos aquellos tradicionalistas alemanes, el lugar donde haya combate es bastante indiferente, lo que cuenta son los ideales que se quieren defender hasta las últimas consecuencias con las armas:

Tuvo primeramente el pensamiento de ir a la India para luchar allí por la independencia de este país contra Inglaterra. Opúsose a ello su padre, echándole en cara su condición de súbdito del rey de Inglaterra, soberano, también por entonces, de Hannover, y esta consideración bastó a disuadirle de su propósito.

  • 14 Ruiz Hernández, «El general alemán Augusto von Goeben», p. 94-95.

Mas otra ocasión magnífica se ofrecía, al propio tiempo, a sus deseos. Tratábase de la guerra carlista que, por entonces, comienzos de 1836, encontrábase en pleno apogeo14.

17Llegados al siglo XX, en la guerra de 1936-1939 volverá a producirse una destacada intervención internacional. Por un lado, Alemania e Italia facilitarán ayuda a los militares sublevados contra la Segunda República. Por otra parte, aunque por razones ideológicamente muy diferentes a las de los viejos partidarios carlistas, se produce una llegada significativa de voluntarios de muy diversos países dispuestos a luchar, en esta ocasión, contra el fascismo encarnado por el general Franco. La actitud y la motivación en el siglo XIX y, cien años después, en el siglo XX no son tan diferentes. Subyace la concepción de España como un territorio apropiado para llevar a cabo una especie de guerra noble, basada en la defensa de unos valores espirituales, ya sea la ideología tradicionalista o bien el combate contra el fascismo. Así, en EE, en buena medida, se pone de manifiesto el estereotipo sobre España, como país anclado en el pasado y cargado de valores que hay que preservar:

  • 15 Garrigasait, EE, p. 30 y 31. [Un antepasado de la familia, que había visitado España cuarenta años (...)

Un avantpassat de la família, que havia visitat Espanya quaranta anys enrere, havia escrit al seu diari que posar els peus a Madrid era com recular dos segles. El mapa d’Europa, a més de representar una geografia, també dibuixava el pas del temps. Prússia era el futur d’ordre; França, la confusió del present; Espanya, un passat rústec i entranyable, ple de dones pietoses i d’homes de cor simple que feien la guerra com abans15.

18Estos paralelismos entre la guerra carlista y la guerra de 1936-1939 permiten incluso que Guillamon exprese una afirmación bastante atrevida, pero no inverosímil:

  • 16 Guillamon, «Les històries naturals: fantasia i política», p. 20. [Detrás de la fantasía y el humor, (...)

Darrere de la fantasia i l’humor, Perucho va construir una al·legoria política, a la manera de les novel·les del cicle d’Els nostres avantpassats d’Italo Calvino, que precedeixen Les històries naturals de pocs anys16.

19Ciertamente, la primera guerra carlista presenta muchas similitudes tanto en algunos de los escenarios de batallas y movimientos de ejércitos, especialmente del Ebro –muy presente en la novela de Perucho–, como en la dramática retirada que llevan a cabo los vencidos. En cualquier caso, todas las guerras son igualmente horrorosas, aún más las guerras civiles, que llegan a enfrentar hermanos, vecinos y amigos. Por encima de otras consideraciones, cabe constatar la inhumanidad y lo absurdo de la guerra, de cualquier guerra, algo muy presente en ambas obras.

El príncipe Lichnowsky según Perucho o según Garrigasait

  • 17 Guillamon, Joan Perucho i la literatura fantàstica.

20El tratamiento de la figura del príncipe Lichnowsky en ambas novelas es muy diferente. En la novela de Garrigasait, el príncipe prusiano es un personaje histórico, que no aparece más que en relación con su libro de memorias, el cual es citado de manera literal. En cambio, en la novela de Perucho, el príncipe Lichnowsky recibe un tratamiento humorístico y en sus acciones no hay que buscar ninguna verosimilitud. Julià Guillamon, que ha estudiado a fondo la transtextualidad de la novela de Perucho, sobre todo en relación con la incorporación del mundo fantástico de los vampiros17, se refiere al príncipe alemán en los términos siguientes:

  • 18 Guillamon, Joan Perucho cendres i diamants, p. 359. [El conde Lichnowsky le servía para crear un co (...)

El comte Lichnowsky li servia per crear un contrapunt heroic, noblement romàntic i idealista. Per bé que Perucho se'n riu: amunt i avall, sense entendre què passa, arribant sempre tard a tot arreu18.

21Efectivamente, el príncipe Lichnowsky en LHN persigue y nunca alcanza a los protagonistas, Montpalau y sus compañeros, a quienes considera espías; atraviesa el Ebro en dirección al sur, justo cuando sus perseguidos lo hacen hacia el norte. En EE, Lichnowsky también es descrito de una manera muy parecida a como lo hacía Guillamon:

  • 19 Garrigasait, EE, p. 10. [Tenía la desgracia de llegar siempre tarde a las batallas, cuando los carl (...)

Tenia la desgràcia d’arribar sempre tard a les batalles, quan els carlins ja havien sigut vençuts, expulsats, empesos fins a la frontera. Les tempestes li feien terror 19.

22Hay una escena muy divertida cuando el prusiano se dirige hacia Morella, ya ocupada por el general liberal Espartero. El príncipe se quita el disfraz de melonero que llevaba por tierras catalanas y llega vestido con el uniforme carlista, tocado con la boina roja y montado a caballo. Lógicamente, debe huir a la desesperada cuando se da cuenta de que la ciudad está en manos de los gubernamentales, quienes le empiezan a disparar. Esta circunstancia da lugar a una eficaz y brillante descripción de la fuga:

  • 20 Perucho, LHN, p. 203.

Campo allá, por el llano, el príncipe Lichnowsky cabalgaba con furia, en loca carrera. El cielo era como un espejo absurdamente roto en mil pedazos. Todo, incluso la vida, resultaba absurdo. Se oyó cantar a un sapo, con voz inesperada20.

23En esta citación, hay que prestar especial atención a la frase siguiente: «Todo, incluso la vida, resultaba algo absurdo». La idea de absurdo es una importante clave interpretativa, que se vehicula mediante el príncipe prusiano, pero que puede extenderse al conjunto de la novela. El lector se divierte como espectador de las diversas aventuras, pero el personaje de Lichnowsky recuerda –como quien no quiere la cosa– el carácter absurdo de la situación, de la guerra, de toda la historia. Volviendo a la realidad histórica, en su libro de recuerdos de la guerra, el príncipe alemán no evita calificar como penosas algunas escenas de combate de las que es testigo, como la batalla de Barbastro donde combatientes extranjeros en bandos opuestos se enfrentan entre sí después de haberse reconocido como antiguos compañeros:

Los dos bandos combatieron con gran encarnizamiento; fué (sic) horrible el momento en que las dos legiones extranjeras se atacaron a la bayoneta entre los olivos; muchos de ellos se reconocieron, se llamaron en alemán o en francés y, antiguos camaradas, se desgarraban las entrañas.

Los españoles veían con una alegría feroz cómo los extranjeros se destrozaban mutuamente.

  • 21 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 90.

Por mi parte confieso que este espectáculo me causó una sensación penosísima21.

24En cambio, en EE Lichnowsky es tan sólo una figura histórica, autor de un interesante libro de recuerdos de las peripecias bélicas vividas en el pasado. Lichnowsky no es objeto de una ficcionalización ni tampoco es incorporado en la novela como un personaje propiamente dicho. Por ello, aparece Wielemann, un personaje de ficción que, en buena medida, se parece a Lichnowsky (o también a Rahden y Goeben). Como ellos, es un joven prusiano, persigue unos ideales románticos, pretende obtener un reconocimiento de sus méritos militares, etc. Quizás deberíamos hablar de Lichnowsky-Wielemann como de un único personaje. Precisamente, es a partir del personaje de Wielemann que la novela vehicula el análisis de la extrañeza. La extrañeza que suscitan estos combatientes extranjeros de la causa carlista ya empieza por la incomprensión de su lugar de origen y de la propia lengua que hablan. Esto aparece también en el libro de recuerdos de guerra del príncipe Lichnowsky:

Entonces [el coronel Ibarrola] me colmó de deferencias y me preguntó si hablaba vasco o español.

Al enterarse de que yo era extranjero, quiso saber si francés, inglés o portugués; respondí negativamente. Exclamó entonces: “¡Pero ya no hay más!”

  • 22 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 33.

Mi declaración de que era alemán o prusiano le pareció de todo punto incomprensible, y no pasó más adelante22.

25Es importante darse cuenta de que la extrañeza es mutua, bilateral, recíproca. El coronel Ibarrola al que se refiere Lichnowsky no entiende que éste pueda ser alemán o prusiano. Por ello es lógico que en EE, como hipertexto del libro de Lichnowsky, los carlistas catalanes tampoco entiendan a Wielemann y le tomen por ruso, cuando él les intenta explicar su origen usando un francés esquemático:

–Je suis allemand de Prrrussie. Prrrussien. Prusse.

  • 23 Garrigasait, EE, p. 25. Citación textual, con la que el autor reproduce el lenguaje vulgar del pers (...)

–¿Rus, diu que é23?

26El choque cultural con los nativos catalanes se produce también en las costumbres de la vida cotidiana. Así, Rahden menciona en más de una ocasión sus dificultades para beber correctamente con porrón. Precisamente en Solsona –lugar donde resulta confinado Wielemann, protagonista de EE–, el militar prusiano describe su fracaso con el utensilio que le ofrece para beber una aguadora catalana:

  • 24 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 95.

Se dio cuenta de mi necesidad y con amable gesto me alargó el transparente líquido; pero no había posado mis labios sedientos en el porrón, cuando la muchacha dio un grito de espanto, me lo arrebató de las manos, limpió cuidadosamente lo que mis labios apenas habían tocado y se alejó de prisa, después de haberme dirigido una mirada de compasión y desprecio24.

27Si en LHN Lichnowsky es visto desde un punto de vista humorístico, en EE el personaje de Wielemann, que tiene mucho de Lichnowsky, sin excluir el humor, tiene un enfoque bastante realista. Todo el libro de Garrigasait gira en torno a la situación de bloqueo de Wielemann en Solsona en espera de que le sea asignado algún encargo concreto. Precisamente, Rahden explica que recibe felicitaciones por el mero hecho de no haber tenido que estar meses pendiente de un destino dentro de las filas carlistas, lo cual era de lo más habitual en un ejército tan mal organizado como el carlista.

  • 25 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p.40.

Cinco días llevaba en Irún cuando recibí la licencia para incorporarme al ejército. Todos me felicitaron, ya que este permiso solía tardar algunos meses25.

28Por otra parte, no hay que olvidar que Antoni de Montpalau, el protagonista de LHN, es un naturalista y el origen de la propia historia arranca del reto que Montpalau debe emprender como científico en el entorno cientificista y positivista de los personajes que se reúnen en el gabinete del marqués de la Gralla. De hecho, el capítulo VIII de la primera parte se titula “Historia natural de Cataluña” y todo el libro está lleno de referencias a varios autores de historia natural y a sus obras: Pere Gil, Pascual Madoz, Cristòfol Despuig, etc. El compañero de aventuras de Montpalau, Isidro Novau, explicita su devoción por la naturaleza:

  • 26 Perucho, LHN, p. 81.

—La naturaleza es buena —dijo—. ¡Viva la naturaleza! La marcha había disminuido ahora sensiblemente. El camino serpenteaba y se abría paso con esfuerzo en el terreno abrupto y solitario. Aparecían rocas de aspecto granítico y riscos de peligrosa verticalidad. Las caballerías sudaban, bajo el sol, y la piel de los animales brillaba, lustrosa y elástica26.

29En cambio, el príncipe Lichnowsky, romántico luchador por la causa carlista, no soporta la naturaleza y se siente agredido por su fuerza. En este aspecto, Lichnowsky más que el contrapunto de Antoni de Montpalau, resulta su antagonista:

  • 27 Perucho, LHN, p. 143.

El ruido era ensordecedor. El príncipe Lichnowsky no podía soportar los truenos, ya que la naturaleza desencadenada le producía terror. Era un león en las batallas, pero encontrarse en medio de una tempestad le producía acidez en el estómago. Era un espíritu clásico, y sentía gran admiración por Goethe, su compatriota. Ahora, la tempestad era tremenda, y se diría que el olfato percibía un olor a pólvora. Era algo raro. En el fondo, Lichnowsky se sentía muy desanimado, ya que de las dos misiones que le había confiado la Junta de Berga no había llevado a término ninguna27.

30La dialéctica entre Montpalau y Lichnowsky presente en LHN se materializa en EE entre los carlistas y Wielemann. Ahora bien, es una oposición entre categorías diferentes. Garrigasait indaga en los motivos de los carlistas. Perucho no pierde tiempo en ello. El primero intenta explicar y entender los carlistas; comprender por qué los carlistas son carlistas. Perucho ya los tiene descontados.

Del absurdo a la extrañeza

31El libro de recuerdos del príncipe prusiano es un ejemplo de la fuerza de la escritura. Su testimonio escrito, que de entrada puede parecer remoto y exótico, captura la atención de la literatura de los siglos XX y XXI. Más que eso: condiciona la lectura de las obras que se refieren a esta obra. El texto de Lichnowsky penetra en LHN y, al cabo de casi sesenta años, este texto y el de Perucho que también incluye Lichnowsky aparecen en EE. ¿Quién iba a decir al príncipe Lichnowsky y a todos aquellos altivos prusianos que los reportes escritos de sus aventuras y desventuras en la guerra carlista acabarían convirtiéndose en material literario de ficciones de los dos siglos posteriores?

32En general, las memorias de guerra de los nobles y voluntarios prusianos que participaron en la guerra carlista son relatos llenos de aventuras, acción y movimiento. Por eso la novela de Perucho resulta mucho más cercana a estos relatos que no la de Garrigasait. Paradójicamente, aunque EE se basa en un texto escrito por Wielemann, un prusiano equiparable a Lichnowsky, Goeben o Rahden, la narración casi no tiene movimiento. Irónicamente, el personaje de Wielemann vive pocas aventuras que conlleven desplazamiento físico. En cambio, el Lichnowsky de Perucho no para de ir de un lado a otro detrás de Antoni de Montpalau, protagonista de LHN, o del vampiro que, bajo el nombre de Mussol (‘Búho’), se hace pasar por un guerrillero carlista.

33Es sabido que el hipotexto principal de LHN es Drácula de Bram Stoker. Ahora bien, podemos considerar Recuerdos de la guerra carlista de Lichnowsky como hipotexto –aunque sea con carácter parcial– tanto de LHN como de EE, si bien su relación hipertextual no sigue el mismo camino que la del ejemplo “canónico” que Genette señala, al comparar el Ulises de Joyce y la Eneida de Virgilio con la Odisea, como hipotexto de ambas obras, respectivamente. Ciertamente, ambos textos literarios catalanes beben de la obra de Lichnowsky, aunque de maneras muy diferentes. Perucho toma las aventuras y el movimiento; Garrigasait, el talante prusiano y el choque cultural que experimenta el protagonista. De alguna manera, siguiendo el ejemplo de Genette, con Lichnowsky, tanto Perucho como Garrigasait se acercan más a Virgilio que no a Joyce respecto a la Odisea, es decir, llevan a cabo una transformación del hipotexto más compleja e indirecta:

  • 28 Genette, Palimpsestos, p. 15.

Virgilio cuenta una historia completamente distinta (las aventuras de Eneas, y no de Ulises), aunque inspirándose para hacerlo en el tipo (genérico, es decir, a la vez formal y temático) establecido por Homero en La Odisea (y, de hecho, igualmente en La Ilíada), o, como se ha dicho justamente durante siglos, imitando a Homero28.

34Ahora bien, es difícil afirmar que Perucho y Garrigasait “imiten” el texto de Lichnowsky, ya que, entre otras cosas, el del alemán no es un libro de ficción. Lo que puede ayudar a identificar cómo funciona esta hipertextualidad es tener en cuenta la perspectiva del lector. Indudablemente, la lectura del libro de Lichnowsky, como hipotexto de estas dos novelas que lo mencionan, enriquece su interpretación. Multiplica las significaciones en la medida en que ambas obras admiten una lectura palimpséstica ya que, como mínimo, las podemos situar en el grupo de textos como los que, por ejemplo, indica Quintana Docio:

  • 29 Quintana Docio, “Intertextualidad genética y lectura palimpséstica”, p. 181.

[...] hay otros textos derivados en los cuales tal lectura palimpséstica es más o menos pertinente y plausible —con un margen siempre de discusión de sus límites— para reconocer, no perder o para incrementar suplementariamente significaciones enriquecedoras en la recepción de un texto. Ante muchos intertextos o presuntos intertextos cabe una lectura digamos “lineal horizontal” y una lectura intertextual (en relación con otro u otros textos) que depende del grado de competencia y supercompetencia relacional del lector29.

  • 30 Genette, Palimpsestos, p. 494.
  • 31 Guillamon, Joan Perucho i la literatura fantàstica, p. 204.

35El mismo Genette afirma que «el hipertexto gana, pues, siempre con la percepción de su ser hipertextual»30. Podríamos añadir que, si el conocimiento de los hipotextos o los textos que generan derivaciones o intervienen en algún tipo de transtextualidad depende de la competencia del lector, entonces una de las misiones de la crítica es poner de manifiesto la existencia de dichos textos. A veces son más ocultos y, otras veces, muy evidentes y los propios textos ya dejan indicios claros. LHN y el conjunto de las obras de Joan Perucho presentan una gran riqueza de referencias hipertextuales, no siempre obvias. Por ejemplo, no es evidente para todo lector identificar –como ya hizo Guillamon– que la carta de amor en italiano que figura en LHN como escrita por Lichnowsky, en realidad, es del escritor véneto Ipolito Nievo31, el cual era un niño en la época de los hechos narrados en la novela.

  • 32 Hay que recordar la frase: «Todo, incluso la vida, resultaba absurdo» citada en la nota número 19.

36En LHN, la aparición de Lichnowsky se asocia con el absurdo32: el absurdo de un joven príncipe prusiano persiguiendo a unos liberales que están ayudando al líder carlista a curarse; el absurdo de un combatiente al que asustan las tormentas; el absurdo de las situaciones que vive disfrazándose en medio de las líneas enemigas o mirando la imagen del rostro de una dama; y, sobre todo, el absurdo de la guerra. Todo este conjunto de situaciones de absurdo desemboca –como ocurre a menudo– en un tratamiento humorístico.

  • 33 Garrigasait, EE, p. 43. [«Todo era extraño, pero al fin y al cabo se encontraba en el extranjero»].

37Por su parte, Garrigasait opta por desplegar la noción de extrañeza. En EE, como ya indica el propio título, el objeto principal del texto es la indagación sobre la extrañeza o la alteridad, encarnada de forma prominente por el contraste entre el romántico prusiano Wielemann en medio de los salvajes carlistas locales. «Tot era estrany, però al capdavall es trobava a l’estranger33» llega a pensar con cierta resignación el protagonista. Con esta frase, sin duda, se da un guiño a L'étranger de Albert Camus, que Joan Fuster tradujo, precisamente, como L’estrany (El extraño) y no como El extranjero.

38La extrañeza no está lejos del absurdo, ya que tanto el absurdo como la extrañeza comparten la incomprensión ante una situación determinada, pero el absurdo es anterior, es un rechazo que no llega a cualificarla; en cambio, la extrañeza va más allá que el absurdo y cualifica la situación negativamente. En cualquier caso, extrañeza y absurdo son conceptos radicalmente modernos, cercanos entre sí, que nos interpelan porque nos hablan de nosotros mismos. Es lo que logran ambas novelas.

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Bibliographie

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Faraldo, José María, «Voluntarios y mercenarios germanos en la España Contemporánea», en: Enrique García Hernán (Coord.) Presencia germánica en la milicia española. Revista internacional de historia militar, núm. 93, cap. 4, Madrid, 2015, p.137-164.

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Texte, Joseph, Études de littérature européenne, Paris, 1898, A. Colin.

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Notes

1 Abreviaturas: Les històries naturals, LHN; Els estranys, EE. Los textos de LHN proceden de la versión española citada en la bibliografía, cuyo traductor no se menciona (probablemente el propio autor). Los textos de EE y otros se citan en versión original catalana y en nota a pie de página entre corchetes se incluye mi traducción al español.

2 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839).

3 Guillamon, “Les històries naturals: fantasia i política” (2011), p. 10. [Las historias naturales, publicadas por primera vez en 1960, son una reivindicación de un paisaje casi inédito en la novela catalana contemporánea, que Perucho convierte en escenario de maravillosas aventuras].

4 Garrigasait, EE, p. 16 i 17. [una ciudad orgullosa de sí misma, colocada lejos de las grandes vías de comunicación, acostumbrada a disimular con un aire ceremonioso sus historias más oscuras: la mitrada y remota Solsona].

5 Faraldo, «Voluntarios y mercenarios germanos en la España Contemporánea», p. 145.

6 Azcona, «Prólogo», en Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 6. La traducción de Azcona no es directa del alemán, sino que procede de la traducción francesa, a cargo de la condesa Ida de Bocarmé, que se recoge en la Bibliografía. La condesa de Bocarmé firma un «Prefacio» que también figura en la edición española.

7 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 95.

8 Goeben, Cuatro años en España (1836-1840), p. 149.

9 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 65.

10 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 69.

11 Sala, «Un llibre important», Ara. [«Y ya tenemos la Ilustración y el Romanticismo europeos pasando cuentas con el Barroco meridional, el protestantismo confrontado al catolicismo y viceversa»].

12 Garrigasait, EE, p. 69. [Recordaba las palabras de su padre: «Ve a España a reinstaurar el orden junto a los legitimistas, que son los únicos que en la confusión de nuestros días todavía tienen ideas claras y sólidas y puestas a prueba por los siglos. ¡A España, a restaurar Europa!»].

13 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 64.

14 Ruiz Hernández, «El general alemán Augusto von Goeben», p. 94-95.

15 Garrigasait, EE, p. 30 y 31. [Un antepasado de la familia, que había visitado España cuarenta años antes, había escrito en su diario que poner los pies en Madrid era como retroceder dos siglos. El mapa de Europa, además de representar una geografía, también dibujaba el paso del tiempo. Prusia era el futuro de orden; Francia, la confusión del presente; España, un pasado rústico y entrañable, lleno de mujeres piadosas y de hombres de corazón simple que hacían la guerra como antes].

16 Guillamon, «Les històries naturals: fantasia i política», p. 20. [Detrás de la fantasía y el humor, Perucho construyó una alegoría política, a la manera de las novelas del ciclo de Nuestros antepasados ​​de Italo Calvino, que preceden Las historias naturales en unos pocos años].

17 Guillamon, Joan Perucho i la literatura fantàstica.

18 Guillamon, Joan Perucho cendres i diamants, p. 359. [El conde Lichnowsky le servía para crear un contrapunto heroico, noblemente romántico e idealista. Si bien Perucho se ríe de él: de un lado para otro, sin entender qué pasa, llegando siempre tarde a todas partes].

19 Garrigasait, EE, p. 10. [Tenía la desgracia de llegar siempre tarde a las batallas, cuando los carlistas ya habían sido vencidos, expulsados, empujados hasta la frontera. Las tormentas le daban pavor].

20 Perucho, LHN, p. 203.

21 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 90.

22 Lichnowsky, Recuerdos de la guerra carlista (1837-1839), p. 33.

23 Garrigasait, EE, p. 25. Citación textual, con la que el autor reproduce el lenguaje vulgar del personaje.

[Je suis allemand de Prrrussie. Prrrussien. Prusse.

–¿Ruso, dice que es?]

24 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p. 95.

25 Rahden, Andanzas de un veterano de la guerra de España (1833-1840), p.40.

26 Perucho, LHN, p. 81.

27 Perucho, LHN, p. 143.

28 Genette, Palimpsestos, p. 15.

29 Quintana Docio, “Intertextualidad genética y lectura palimpséstica”, p. 181.

30 Genette, Palimpsestos, p. 494.

31 Guillamon, Joan Perucho i la literatura fantàstica, p. 204.

32 Hay que recordar la frase: «Todo, incluso la vida, resultaba absurdo» citada en la nota número 19.

33 Garrigasait, EE, p. 43. [«Todo era extraño, pero al fin y al cabo se encontraba en el extranjero»].

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Pour citer cet article

Référence électronique

Pere Torra, « De las memorias del príncipe Lichnowsky a las novelas de Raül Garrigasait y Joan Perucho »TRANS- [En ligne], 23 | 2018, mis en ligne le 11 novembre 2018, consulté le 16 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/trans/2030 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/trans.2030

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Auteur

Pere Torra

Licenciado en Derecho (UAB), en Filología Catalana (UAB) y en Lingüística (UB); así como Máster Universitario en Construcción y Representación de Identidades Culturales (UB). Actualmente está cursando el Doctorado en Estudios Lingüísticos, Literarios y Culturales (UB), en el marco del cual está elaborando una tesis doctoral sobre las novelas del escritor Joan Perucho, con un énfasis especial en el análisis de su rica intertextualidad. En esta línea, cabe destacar sus últimas publicaciones sobre esta materia: “Samuel Johnson en llengua catalana, després de Joan Perucho”, Revista de Catalunya, ISSN 0213-5876, núm. 299, 2017, p.177-185; y “Escriure des del jutjat. El món del dret i el llenguatge jurídic en la novel·lística de Joan Perucho”, Revista de Llengua i Dret, ISSN-e 2013-1453, núm. 67, 2017, p. 186-200.

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