Félix Duque, Remnants of Hegel. Remains of Ontology, Religion, and Community
Duque, F., Remnants of Hegel. Remains of Ontology, Religion, and Community, translated by Nicholas Walker, Albany, NY: SUNY Press, 2018, 182 pp., ISBN 9781438471570
Texto completo
1En su último libro Remnants of Hegel Félix Duque, sin duda alguna uno de los más prestigiosos, creativos e interesantes comentadores de Hegel y la filosofía moderna en lengua española, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid e inspiración de más de una generación de especialistas en la filosofía clásica alemana en el mundo iberoamericano, nos ofrece una visión de conjunto actualizada del corazón mismo del proyecto hegeliano. No se trata, en este sentido de otro libro más sobre Hegel, sino de un ejercicio hermenéutico y fenomenológico, en sentido hegeliano, que a través del diálogo con Hegel intenta dilucidar el sentido de la existencia humana en nuestro presente.
2A diferencia de otros comentarios filosóficos, Remnants of Hegel no es el producto del trabajo solitario del especialista, sino que es un libro nacido de y durante la actividad académica de Duque. Los cinco capítulos que componen este libro son versiones revisadas, aumentadas y mejoradas de seminarios, cursos y conferencias dictadas por Duque en los últimos cinco años en universidades de Europa y Latinoamérica. Las versiones definitivas de los capítulos son, como confiesa Duque, el resultado de una revisión en la que comentarios tanto de colegas como de estudiantes han contribuido. Cada capítulo puede ser considerado una obra de arte, el producto del trabajo artesanal de Duque no sólo para lograr claridad sino también una cierta belleza que el lector apreciará tanto en el tempo de la prosa como en la meditada elección de las palabras y, sobre todo, de las líneas con la que cada capítulo se cierra. Fiel a Hegel Duque no renuncia a las posibilidades poéticas que nos da el lenguaje a la hora de expresar el concepto. También a diferencia de otros comentarios sobre Hegel, Duque muestra poco o casi nulo interés en confrontar con la literatura secundaria. Para hacer comprensible su Hegel, reconstruido esencialmente a partir de la Fenomenología, la Ciencia de la lógica, la lógica y la Filosofía de la naturaleza de la Enciclopedia y las lecciones sobre filosofía de la religión, Duque se vale de otro tipo de interlocutores: Aristóteles, Heidegger, Derrida, Pablo de Tarso, Kant, Descartes, Spinoza, Novalis, Hölderlin, Goethe, Machado, Rosenkranz, Adrono, Rousseau, Tomás de Aquino, Boecio, la Gran Enciclopedia Soviética y los Evangelios.
3Ahora bien, ¿cómo debemos traducir “remnants” para entender el título de esta obra? ¿Se trata de los “retazos”, los “restos”, las “ruinas” que caen fuera del trabajo del concepto hegeliano? ¿O es la intención de Duque mostrarnos qué es lo que queda o sobrevive hoy de aquella sistemática explicación del modo en que la totalidad de la realidad se manifiesta en y por el pensamiento? Ni lo uno ni lo otro. En primer lugar, estos “restos” son, sostiene Duque, “precisamente el todo de la Lógica misma.” Los restos de Hegel no hay que buscarlos fuera sino dentro del sistema. Pues ellos son la verdad de esta filosofía, es decir, el producto de la completa auto-supresión de todas las síntesis de las distintas determinaciones lógicas que intentaron, sin éxito, expresar de una vez y para siempre lo Absoluto: la negación determinada del escepticismo hegeliano bien entendido de la Fenomenología. Este modo trágico de vivir la filosofía tanto en su propia historia como en su efectiva realidad no hace más, como indica Duque, que tornar comprensible a contrario sensu la manera en la que los mortales se acercan a lo Absoluto. En segundo lugar, estos “restos” son, como aclara Duque, “las heridas que, tal vez en oposición a las intenciones deliberadas del gran filósofo melancólico suabo, pueden ser expuestas en textos que aún pueden llegar a provocar nuevos pensamientos con respecto a otros restos. Dicho con otras palabras: con respecto a lo que queda de aquello que una vez se llamó a sí mismo con orgullo Occidente – incluso si al hacerlo negara probablemente el significado último de la palabra Abendland, la tierra del sol poniente. Tal vez estamos comenzando a entender la razón de semejante nombre oscuro.” Siguiendo a Duque, entonces, se puede afirmar que Hegel nos ayuda, por lo tanto, a leer en la palabra Occidente el verbo latino “occidere”, de modo que comencemos a comprendernos como habitantes de la tierra en la que algo o alguien (¿el sol? ¿Dios? ¿el hombre?) perece, muere, ha perdido orientación o sencillamente se ha arruinado. La actualización de Hegel, es decir, la tarea de poner su filosofía en diálogo con nuestro tiempo y darle así un lugar en nuestro presente, no consiste pues en aggiornar el mensaje hegeliano a nuestra particularidad histórica sino, por el contrario, en dejarlo manifestarse tal como es de modo que arroje luz sobre la dimensión conceptual de nuestro tiempo. De allí, creo entender, el constante esfuerzo de Duque en este libro de leer a Hegel lo más fielmente posible, lo cual no significa hacerlo de modo anacrónico sino a partir de actitudes nobles tales como la admiración y el respeto sin las cuales ningún aprendizaje es posible.
4Remnants of Hegel es un título que en lugar de fijar un significado, problematiza no sólo nuestras lecturas e interpretaciones de Hegel, sino que además abre nuevos campos semánticos para entender la obra del filósofo alemán y sobre todo nuestro presente. El argumento central del libro es que las heridas del espíritu que la filosofía hegeliana torna visibles no desaparecen totalmente sino que permanecen bajo la forma de cicatrices. De allí que Duque se atreva a afirmar, con convicción envidiable, que el sistema hegeliano es en última instancia “un intento malogrado de reconciliar naturaleza y teoría, individualidad y praxis colectiva”.
5La demostración de semejante afirmación – tal vez un ejemplo de lo que la amistad filosófica en esencia es, si recordamos por ejemplo el Sócrates de Platón o lo que Deleuze y Guattari nos dicen sobre este tipo de amistad en su Qu'est-ce que la philosophie? – se desarrolla en cinco capítulos. En el primero, “Substrato y sujeto (Hegel tras Aristóteles)”, Duque ofrece una lectura detenida del célebre adagio de la Fenomenología acerca de que “todo depende de aprehender y expresar lo verdadero no en cuanto sustancia sino precisamente tanto más en cuanto sujeto”. En su análisis Duque se sirve en primer lugar del legado de Aristóteles y Heidegger, sin por esto dedicar algunas reflexiones a posiciones de la filosofía moderna tales como Descartes y Spinoza. Es digno de destacar el esfuerzo de Duque en este capítulo por intentar comprender el dictum hegeliano sin caer en los lugares comunes de los estudios y traducciones de Hegel que sostienen que el texto tiene que ser corregido antes de ser comprendido. Duque, a contracorriente de esta costumbre, propone interpretar sin violentar el texto gramaticalmente. El objetivo de Duque en este capítulo es mostrar que el giro de la metafísica hacia el sujeto lejos de brindar soluciones abre un nuevo problema: el de la imposibilidad del sujeto de dominarse a sí mismo en cuanto sustancia.
6El segundo capítulo lleva por título “Hegel sobre la muerte de Cristo (Yo soy la lucha misma)”. La exposición que hace Duque del modo en que Hegel lee el fenómeno histórico Cristo en cuanto momento del espíritu tiene como fin tornar comprensible en primer lugar cuál es el mensaje de Hegel detrás de su cristología, a saber, por un lado, que en Cristo es la muerte misma quien muere, Cristo nos devuelve a la finitud, por el otro, que con Cristo la subjetividad no se conoce a sí misma como la unificación, harmónica o no, de los antagonistas que componen la naturaleza humana, llámense éstos por ejemplo agua y fuego o teoría y praxis, sino antes bien como la unidad de los opuestos en sentido espacial, es decir: como el campo de batalla donde agua y fuego existen siendo ellos mismos aquello que deben ser: fuerzas antagónicas cuya vida consiste, tal como Schiller lo afirma en Las cartas sobre la educación estética del hombre, en un incesante esfuerzo por oprimir o aniquilar a su contrario. Es este campo de batalla el objeto del trabajo de la religión, el cual debe preparar al individuo para la vida en sociedad instruyéndolo en la sabiduría de morir al mundo, es decir, de abandonar la naturaleza inmediata, para entonces adquirir esa segunda naturaleza humana que llamamos la vida política en general. Este paso de una primera a una segunda naturaleza no cura las heridas sino que, tal como sostiene Duque siguiendo la idea básica de este libro, fija cicatrices que posibilitan nuevas formas de auto-consciencia.
7En el tercer capítulo, “La muerte es un trago de agua (La Terreur en la historia universal)”. Duque se concentra en la idea hegeliana de revolución en general y en la lectura hegeliana del terrorismo de la revolución francesa en particular. Luego de una introducción, en la que entre otras cosas se nos informa acerca de la increíble recepción del idealismo alemán por parte del comunismo stalinista, y en la que Duque ensaya una interpretación de nuestra a-teleológica auto-consciencia geo-política e histórica y no duda en mostrar las deficiencias de los críticos actuales de Hegel, Duque dirige toda su atención al modo banal y crudo en que la muerte según Hegel se manifiesta en la época del Terror revolucionario en la Francia de fines del siglo dieciocho. Esta muerte tan natural como irrelevante se apoya en su reverso: la infinitud, también vacua, de la libertad absoluta que no es más que la negación sin determinación alguna del señorío tanto de Dios como de la naturaleza. Ahora bien, esta experiencia que hace la consciencia de la muerte y del terror produce, como señala Duque, una segunda forma de consciencia de ambos fenómenos en la que la muerte misma aparece como el señor absoluto y el terror como la base de la institucionalización, que cobra realidad efectiva bajo el mando de Napoleón, de los principios de libertad, igualdad y fraternidad. En este capítulo el lector encontrará pasajes en los que Duque logra una claridad diáfana en su intento de explicar la dinámica que Hegel atribuye a la consciencia en cuanto tal y en cuanto espíritu así como también podrá apreciar uno de los puntos más interesantes de la lectura que hace Duque de la Fenomenología al ponerla en diálogo con la filosofía de la naturaleza de Hegel.
8En el cuarto capítulo, “Persona, libertad y comunidad”, Duque analiza explícitamente el tema de los restos o retazos de Hegel. Duque comienza con una problematización de la actividad de la idea en la lógica hegeliana entendida como un diferenciarse de todo error, confusión, opinión y arbitrariedad. ¿Cómo puede hablarse de algo que caiga afuera de la idea si la idea lo es todo? Lo que resta, lo que queda como restos del trabajo del espíritu no es, según Duque, sino el exceso mismo de la idea. Lo que Duque intenta hacer comprensible aquí es la génesis de la exterioridad o alteridad en cuanto tal dentro de un sistema que permanece fiel al postulado de la inmanencia absoluta. De este modo Duque ofrece una interpretación de lo otro de la idea con el fin de explicar el paso de la lógica o de lo lógico a la dimensión práctica o política de la individualidad y comunidad auto-consciente. En este paso de teoría a praxis la libertad absoluta es interiorizada en la moralidad de modo que el individuo se conozca en cuanto persona en sentido legal moderno o, como sugiere Duque, en cuanto homo oeconomicus: el sujeto moderno divido de nuestro presente gobernado por las leyes del mercado.
9El quinto y último capítulo, intitulado “La razón errante (el perecer de la comunidad)” permite entender todo lo que se ha venido acumulando en los capítulos anteriores. La tensión entre el sujeto y su sí-mismo en cuanto sustancia, el redescubrimiento de la finitud ya sin naturaleza ni mundo por medio de Cristo, el derramamiento infinito e indeterminado de sangre como afirmación de la libertad abstracta revolucionaria y la fundación de la vida política incluyente y alienante en términos de lo que Hegel llama la sociedad civil cobran un nuevo brillo a la luz de un nuevo problema: el de la comprensión de la naturaleza de un Dios que ha demostrado poder gozar con la sangre derramada por la humanidad en la historia universal, que ha encontrado paz, dicho de otro modo, en las ruinas de Occidente.
10En Remnants of Hegel Duque da una lección de lo que significa leer a Hegel, es más: de las consecuencias y efectos secundarios de una lectura comprometida y fiel. Se trata, por esta razón, de un estudio valioso y relevante no sólo para aquél que quiera sumergirse en el universo hegeliano sin dejarse llevar de las narices por discusiones técnicas carentes de espíritu filosófico, sino también o sobre todo para aquél que desee perderse y volver a encontrarse en la nada determinada que, tal como muestra Duque, es el sistema hegeliano.
Para citar este artículo
Referencia electrónica
Emiliano Acosta, «Félix Duque, Remnants of Hegel. Remains of Ontology, Religion, and Community», Revista de Estud(i)os sobre Fichte [En línea], 17 | 2018, Publicado el 01 diciembre 2018, consultado el 15 febrero 2025. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/ref/965; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/ref.965
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