1El frente marítimo que bordea Lima Metropolitana se extiende a lo largo de 25 kms aproximadamente, recorre seis distritos (de norte a sur): San Miguel, Magdalena del Mar, San Isidro, Miraflores, Barranco y Chorrillos (Ilustración 1). Este espacio se encuentra sujeto a una configuración espacial particular, ya que los acantilados generan una ruptura entre el área superior e inferior. En este artículo, nos centraremos en el área inferior del frente marítimo del distrito de Miraflores, en el cual se localizan las playas y la vía rápida.
2En la década del setenta, el proyecto de la Costa Verde impulsado por el Estado peruano transformó radicalmente la configuración espacial del borde costero.
Área d el frente marítimo de Miraflores. Fuente: Gonzales, A en Sierra Andrade, J (2018)
3En un contexto en el cual se buscaba modernizar la ciudad, se ganó espacio al mar, lo que generó espacio para las playas y la construcción de pistas para el acceso vehicular. Casi medio siglo después, el proyecto ha dado pie a uno de los principales lugares de circulación de Lima Metropolitana, en detrimento de su propuesta original como espacio social y recreativo.
4La intervención de las autoridades ha privilegiado su uso como espacio de circulación; sin embargo, esto no responde a la función que priorizan los limeños para el frente costero. Ello se refleja en los resultados de la encuesta de Lima Cómo Vamos del año 2015, en la cual se planteó la pregunta sobre el uso que debería tener la Costa Verde. La mayoría de entrevistados (64,5%) señaló que el diseño de este espacio debía priorizar el uso para las personas- implementando infraestructura como veredas, ciclovías, carriles para el transporte público y semáforos- mientras que un porcentaje menor (29.5 %) señaló que debía mantenerse como una vía de alta circulación.
Configuración espacial del frente costero, área Miraflores. Fuente: Gonzales, A en Sierra, J (2018)
5A través de un enfoque etnográfico, me pregunto qué tipo de experiencia social se construye en el área inferior del frente marítimo de Miraflores (Ilustración 2). Para ello, me apoyo en la propuesta de etnografía urbana “de perto e de dentro” (Magnani, 2002), con el fin de mostrar cómo la apropiación y experiencia en el frente marítimo desafía y resignifica los límites del espacio concebido por las autoridades.
- 1 Debido a las particularidades climatológicas de Lima, en este artículo trabajaré teniendo en cuenta (...)
6El trabajo de campo que realice se efectuó durante la temporada de verano1 del 2017 (diciembre-febrero). Se llevaron a cabo visitas inter-diarias a las playas de Miraflores, intercalando los horarios entre mañana y tarde, así como días laborables (lunes a viernes) y fines de semana (sábado y domingo).
7En la primera parte, realizaremos una breve descripción del área inferior del frente costero miraflorino, con el fin de dar cuenta de las particularidades de su configuración espacial. Seguidamente, el análisis estará enfocado en mostrar los distintos tipos de usuarios, las maneras en las que se apropian del espacio, así como el tipo de interacciones y relaciones que se generan entre ellos.
8La superficie disponible de áreas verdes en Miraflores (13 m2/hab) da cuenta de un espacio que se diferencia del resto de la ciudad, en donde el promedio por habitante (3.25m2) no cumple con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (9 m2/hab) (Lima Cómo Vamos, 2016). La calidad de los equipamientos urbanos, especialmente las áreas verdes y parques del malecón, potencian la atractividad de un paisaje con vista al océano pacífico. Ello se complementa con los distintos establecimientos, públicos y privados, que se localizan a lo largo del malecón (el centro comercial Larcomar, los cafés y/o restaurantes en el área cercana, los clubes y las losas deportivas.), lo que posibilita prácticas de recreación, esparcimiento y deporte para diversos tipos de usuarios.
9¿Pero qué pasa allá abajo? En la otra cara del frente marítimo miraflorino, la parte inferior, donde se localizan las playas y la vía rápida. Para descender, el área de Miraflores cuenta con cinco accesos. De estos, sólo dos son puentes peatonales que tienen acceso a los parques ubicados en el malecón María Reiche e Isaac Rabin. Por otro lado, la bajada San Martín, a la altura del Museo de la Memoria sólo cuenta con un acceso vehicular al igual que la Bajada de Armendáriz, en el límite entre el distrito de Miraflores y Barranco. Por último, se encuentra el acceso de la Bajada Balta (que es, a su vez, bajada vehicular y peatonal) que cuenta con un mayor flujo de usuarios ya que se accede desde el área central del distrito.
10Miraflores cuenta con ocho playas (de sur a norte): Las Piedritas, Redondo, Makaha, Waikiki, La Pampilla, Punta Roquitas y Los Delfines. A diferencia de otros distritos, las playas miraflorinas son de canto rodado (piedras), lo cual les brinda un carácter único e impacta en las dinámicas de uso de los usuarios. Las playas que concentran un mayor uso son (de sur a norte): Redondo, Makaha, Waikiki, La Pampilla y Punta Roquitas. Por el contrario, si se camina por los extremos de esta zona, tanto para el lado de Barranco (al sur) o el de San Isidro (norte), se encuentran zonas inhabilitadas y un equipamiento urbano deteriorado (Ilustración 3).
Acceso y usos del área del frente marítimo de Miraflores. Fuente: Gonzales, A en Sierra, J (2018)
11Al observar las prácticas y dinámicas de los usuarios, se descubre una experiencia social que cuestiona las condiciones y organización física de este espacio; teniendo en cuenta que las autoridades han orientado su uso como vía de circulación.
12En ese sentido, debe señalarse que, a diferencia del malecón que es de fácil acceso y está conectado a arterías y vías centrales del distrito, la accesibilidad a las playas se torna más complicada. Ello porque el diseño beneficia a los usuarios que llegan en vehículos privados, ya que las vías rápidas no permiten el acceso de transporte público.
13Durante las visitas de campo, identifiqué tres trayectos recurrentes. En primer lugar, la Bajada Balta. Si uno desciende por ella, especialmente un sábado o domingo de la temporada de verano, podrá ser parte de un flujo mayor de gente que sube y baja constantemente. Un factor que influye en la mayor cantidad de usuarios que hacen este trayecto es su conexión con el área central del distrito y con arterias importantes como la Avenida Arequipa, la cual facilita la llegada desde el centro histórico de la ciudad. Si bien no existe un horario fijo, hay intervalos con mayor intensidad de gente subiendo y bajando, por ejemplo, entre el mediodía y antes del atardecer (17 a 19 hs aprox.). El primer trayecto de la bajada es un paseo plano que facilita su uso tanto para peatones como para ciclistas, adultos mayores y/o usuarios con alguna discapacidad. El segundo trecho se vuelve de escalinatas, por lo cual muchos ciclistas deciden hacer este trayecto con su bicicleta en hombros mientras que las personas con alguna discapacidad ya no puedan seguir el camino. Los otros dos accesos son puentes peatonales que conectan la parte inferior con el Parque María Reiche e Isaac Rabin. En el caso del Puente María Reiche, una parte de los usuarios que hacen este trayecto descienden como parte de su rutina deportiva, considerando que la playa a la que desemboca la bajada no se encuentra habilitada para el baño. Por otro lado, en el caso del puente peatonal Isaac Rabin, este es utilizado tanto por bañistas y deportistas. El hecho de que desemboque en la playa de Punta Roquitas implica que un gran número de usuarios sean tablistas ya que esta cuenta con una ola atractiva y reconocida para surfear.
14De norte a sur, las playas referentes para el surf se encuentran de manera contigua: Tres Picos, Punta Roquitas y Pampilla. Los surfistas, a diferencia de otros usuarios, hacen uso de las playas, ya sea en temporada de invierno o verano; por ello, pueden ser considerados usuarios frecuentes, seguidos de las personas que acuden a hacer deportes (sobre todo, los corredores). En temporada de verano, se observa también la presencia de bañistas. Sin embargo, la cantidad es marginal en comparación a los tablistas, ya que estas playas son menos amigables al contar con piedras más grandes y tener una corriente fuerte que obliga conocer el mar para poder meterse. Especialmente en Punta Roquitas y Pampilla, existe un grupo de tablistas que se conocen entre sí. En la jerga del país, serían los locales. Estas dos playas entonces, podrían ser consideradas como un pedazo debido a que no sólo forman parte de un espacio contiguo y reconocido por sus usuarios, sino también por los lazos que se han forjado entre sus usuarios. En esta área, la mayoría de surfistas y trabajadores se reconocen, se saludan y conversan entre ellos. Preguntar sobre las condiciones del mar o comentar cómo estuvieron las olas forman parte de los temas de las conversaciones cotidianas. Por su lado, Makaha es una playa particular donde se concentra la mayor oferta de escuelas de tabla. En los últimos años, el número de estas se ha incrementado considerablemente. Si uno camina al borde de esta playa, hay altas probabilidades de ser abordado por profesores ofreciendo clases de surf.
15Asimismo, se debe tener en cuenta que la ciudad de Lima no se encuentra en un área tropical, por lo cual existen diferencias en los tipos de usuarios, dependiendo del cambio de temporada (verano y/o invierno). En época de invierno (abril-noviembre), el flujo de usuarios disminuye considerablemente, siendo los grupos más frecuentes los tablistas y otros deportistas (runners o ciclistas). Si bien hay también visitantes que llegan a contemplar el mar y/o jugar con las piedritas, la cantidad es considerablemente menor que en verano. Igualmente, existe un grupo de pescadores que asiste a las playas miraflorinas durante todo el año.
16De igual modo, se identifica al grupo de comerciantes para el cual el frente marítimo constituye su espacio de trabajo. Entre los productos que se ofrecen están los sánguches de pollo, helados y golosinas (canchitas, barquillos, galletas, etc.). Además, en ciertos puntos se encuentran algunos quioscos y puestos de raspadillas. La mayoría de ellos sólo trabaja durante la temporada de verano; no obstante, algunos permanecen en la zona durante todo el año. Uno de ellos, es Raúl quien vende sánguches de pollo desde hace más de veinte años. Raúl no sólo es conocido por los trabajadores, sino también por muchos usuarios que lo reconocen y son sus clientes desde hace muchos años (como es el caso de la autora de este artículo). Al conversar con él, comenta que la cantidad de usuarios en las playas ha ido disminuyendo considerablemente con el paso de los años. Una de las razones es el desarenamiento de las playas, como es el caso de Redondo. Si bien en algún momento esta última fue totalmente de arena, poco a poco el mar fue expulsando piedras que hizo más difícil disfrutar de ella. Por otro lado, la ampliación de la vía rápida desde la altura de la Playa Punta Roquitas hasta Waikiki, también llevó a que se redujera el espacio disponible para los usuarios, hecho que se intensifica en la temporada de verano cuando la afluencia de visitantes a las playas aumenta.
17La temporada de sol estimula un ritmo más intenso en las playas de Miraflores, lo cual se vuelve más notorio los fines de semana. Durante los días de semana, pude identificar grupos de usuarios que visitaban las playas de manera frecuente. Entre estos, un grupo recurrente se localizaba siempre al extremo izquierdo de la playa Waikiki. Al observar la dinámica del grupo, me di cuenta que la mayoría de ellos eran amigos que se habían conocido en la playa o en los clubes privados aledaños. Algunos de ellos llegaban caminando, mientras que otros hacían uso de un vehículo particular. La hora usual de encontrarse era durante la mañana, por lo cual, si llegaba en la tarde, era poco probable encontrármelos. Como dato curioso, la cantidad de miembros del grupo recurrente de la playa Waikiki disminuía considerablemente los fines de semana. El intento de identificar y registrar grupos se hizo más difícil durante los fines de semana cuando las playas se activan como mancha urbana ya que concentran una mayor cantidad de usuarios. Una vez que las playas se convierten en una gran mancha urbana, se generan circuitos y un flujo más dinámico con la parte de arriba, donde se localizan los parques del malecón. El número de gente es tal que, muchas veces, las playas que durante la semana se encuentran vacías están colmadas de gente.
Mancha Urbana: activación de playas miraflorinas. Verano 2017 Fuente: Fotografía personal
18A pesar de esta dificultad, pude observar prácticas de acaparamiento del espacio por ciertos usuarios. Por ejemplo, en la playa Waikiki, una mujer que alrededor de su toalla tendía sus pareos y sillas con el fin de “separar sitio” para amigos y/o familiares que nunca llegaban. Este tipo de acaparamiento del espacio lo pude observar varias veces; no obstante, durante los fines de semana esta estrategia no solía funcionar, ya que la gente que llegaba ocupaba el sitio reservado.
19Asimismo, otro aspecto que llamó mi atención fue el estado deteriorado del equipamiento público y los servicios de calidad que ofrecen los clubes privados localizados a orillas del acantilado. Los socios del club no sólo pueden hacer uso del espacio en mejores condiciones, sino que también acceden a él mayoritariamente en auto o caminando si viven cerca. De esta manera, se podría hablar de barreras físicas que marcan diferencias en el acceso y uso del espacio, estableciendo desigualdades entre los usuarios.
20El ejercicio etnográfico del área inferior del frente marítimo me permitió conocer la experiencia urbana que surge en su interior. De esta manera, pude identificar la apropiación de las playas por distintos grupos de usuarios y las distintas dinámicas que se establecen en ellas. El uso que se le da al lugar desafía el diseño de un espacio de circulación priorizado por las autoridades. Ello convierte al frente marítimo miraflorino en una mancha urbana, al ser un referente para sus usuarios como espacio público orientado a actividades de esparcimiento, recreativas y deportivas. Es importante señalar la importancia que juega el paisaje del frente marítimo como elemento diferenciador al interior del distrito, y que le otorga una mayor atracción y valoración. Si bien el diseño del lugar prioriza el acceso vehicular, es importante señalar que la proximidad de las áreas de acceso a arterias principales como la Avenida Arequipa y el Ejército facilitan la llegada de usuarios de carácter heterogéneo y provenientes de distintas partes de la ciudad. Asimismo, se pudo identificar zonas que constituyen pedazos, debido a la existencia de grupos de usuarios que se (re)conocen entre sí y tienen una sociabilidad con un fuerte anclaje espacial.
21Por último, es importante señalar que, para que el frente marítimo se vuelva un espacio público, hace falta que las autoridades a nivel distrital y metropolitano prioricen acciones que mejoren las condiciones de accesibilidad y la calidad del equipamiento público. Sobre todo, es importante una apropiación política y colectiva del frente costero por parte de los usuarios. Si bien se han dado episodios de acción colectiva que han cuestionado las acciones de las autoridades, el desafío es la emergencia de un movimiento sostenido y con una propuesta alternativa que priorice un diseño y organización del espacio que tenga en cuenta la experiencia urbana que se genera en él.