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2019

Gilles Bertrand, Anne Cayuela, Christian Del Vento, y Raphaële Mouren, eds. Bibliothèques et lecteurs dans l’Europe moderne (XVIIe-XVIIIe siècles)

Droz, 2016, 532 p.
Fabián R. Vega
Référence(s) :

Gilles Bertrand, Anne Cayuela, Christian Del Vento, y Raphaële Mouren, eds. Bibliothèques et lecteurs dans l’Europe moderne (XVIIe-XVIIIe siècles), Droz, 2016, 532 p.

Texte intégral

1El libro que aquí reseñamos es una compilación realizada por Gilles Bertrand, Anne Cayuela, Christian Del Vento, y Raphaële Mouren que contiene veintidós artículos – precedidos por una introducción – sobre la historia del libro y las bibliotecas en Europa entre los siglos XVI y XIX. La obra, que aúna los esfuerzos de varios centros de investigación del sudeste francés, fue publicada con el apoyo financiero de la extinta región administrativa Ródano-Alpes y es el resultado de dos coloquios internacionales e interdisciplinarios que tuvieron lugar en la Université Grenoble Alpes, en los que participaron investigadores de la talla de Fréderic Barbier. Carlos Alberto González Sánchez, Raphaële Mouren y Pedro Rueda Ramírez. El primero se tituló “Bibliothèques, livres et lectures au XVIIIe siècle” (15-16 de diciembre de 2011) y el segundo fue “Bibliothèques et lecteurs en Europe au XVIIe siêcle. Possession, usages et circulation du livre (Allemagne, Espagne, France et Italia)” (26-27 de marzo de 2013).

2Los veintitrés colaboradores del libro proceden de Europa occidental; la gran mayoría, específicamente de Francia, pero existe también un núcleo importante de Italia. Entre los franceses, varios autores desarrollan sus actividades en instituciones de la ciudad de Grenoble y del sudeste del país; por su parte, casi todos los italianos están asentados en universidades y bibliotecas del norte del país. Esta extracción espacial define una región de gravedad, situada en los intersticios entre Francia e Italia, que constituye también el espacio de análisis privilegiado en varios de los artículos. En efecto, más de un texto analiza los intercambios – en el plano de la circulación y acumulación de libros – entre ciudades de Francia y de la actual Italia, mientras que algunos también focalizan en bibliotecas establecidas en el sudeste francés o en el norte italiano. En este sentido, a contramano de las fronteras de los Estados nacionales que definieron a menudo la investigación en la historia del libro, la compilación contribuye especialmente a iluminar un espacio interconectado de Europa occidental. Además de los textos concentrados en Francia o Italia, otros estudian territorios de Alemania y de España (incluyendo sus conexiones atlánticas). Los períodos privilegiados son, como lo indica el título, los siglos XVII y sobre todo XVIII, aunque algunos arrastran la cronología hacia atrás o hacia adelante.

  • 1 Todas las traducciones de citas textuales nos pertenecen.
  • 2 Bloch, Marc. Apología para la historia o el oficio de historiador. Edición anotada por Étienne Bloc (...)

3Según indican Gilles Bertrand y Anne Cayuela en la introducción (p. 7-24), el objetivo de la compilación es analizar “el lazo que se establece entre las bibliotecas y sus lectores”1 (p. 7). En este texto, Bertrand y Cayuela postulan que no existe biblioteca que alguien no haya concebido o que no le haya otorgado un determinado orden, es decir que no hay biblioteca detrás de la cual no se oculten sujetos y subjetividades. En efecto, las formas de adquisición y acumulación de libros no son infinitas; por lo general se reducen a la herencia o a la compra, que deriva de una elección concreta. Ambas operaciones delimitan actividades que pueden ser estudiadas y deshilvanadas para construir una historia cultural. En este sentido, una idea central que permea la introducción – y toda la compilación – es que estudiar bibliotecas no implica concentrarse en una estructura estática, fruto del azar histórico. Al contrario, podríamos decir que uno de los objetivos centrales de este libro es mostrar que el historiador de las bibliotecas también se parece – para utilizar la metáfora de Marc Bloch – al “ogro de la leyenda”, quien “[a]hí donde olfatea carne humana, ahí sabe que está su presa”2. Así, a contramano de cómo algunos investigadores interpretaron la renovación de la historia cultural a fines del siglo XX – negando a las bibliotecas como objeto pasible estudio tras la superación y el olvido de la historia cuantitativa del libro –, esta compilación propone regresar a fuentes clásicas como los catálogos, los inventarios y las listas de libros e interrogarlos con una nueva lente. Bertrand y Cayuela invitan a considerar los procesos de circulación y apropiación de libros detrás de las bibliotecas y a concebir estas instituciones como nodos clave en la reproducción de la república europea de las letras. Estas bibliotecas tuvieron duraciones variables, desiguales grados de apertura y usos diferentes. Existieron bibliotecas de savants, otras de trabajo, algunas de coleccionistas. Cumplieron diversas funciones; podían servir a la construcción de un estatus simbólico, a la diversión a tareas políticas. Esta variabilidad de características, usos y funciones define una idea nodal a la compilación: las bibliotecas “no son solamente los índices un poco abstractos de una civilización” sino que “juegan también un rol activo en la vida de las sociedades, en las que contribuyen a dar forma a la historia de los individuos y de las relaciones entre ellos” (p. 14, subrayado nuestro).

4Tras la introducción, el libro se divide en dos partes (en que se distribuyen los capítulos y artículos), al final de las cuales contiene los resúmenes de los artículos (p. 465-480), breves biografías de los colaboradores (p. 481-491), un índice de los nombres de personas (p. 493-523) y finalmente índices de figuras (p. 525-527) y de los capítulos y artículos (p. 529-532). La primera parte se titula “Possession, usages et circulation du livre européen (second XVIe-début XVIIIe siècle)” y contiene tres capítulos. En el primero, “L’enjeu politique des bibliothèques”, hay tres artículos cuyo hilo conductor es el análisis del proceso de circulación de libros y su repercusión simbólico-política. En “Les bibliothèques et la guerre de trente ans” (p. 29-49), Fréderic Barbier se centra en la apropiación y destrucción de bibliotecas durante la Guerra de los Treinta Años, sobre todo en la actual Alemania y alrededores. Este texto revela la importancia que tenía la posesión de grandes bibliotecas como símbolo de poder, en especial entre los príncipes; de allí la necesidad de apropiación en contextos bélicos. El segundo artículo, de Pedro Rueda Ramírez, es “Livres et bibliothèques itinérants. La circulation des collections particulières entre l’Espagne et la Nouvelle Espagne (XVIe-XVIIe siècles)” (p. 51-69). En él se estudia el traslado de bibliotecas particulares entre España y América, utilizando para esto una amplia variedad de documentos, la mayoría conservados en el Archivo General de Indias. Se trata, sobre todo, de listas de bienes declarados como cargamento en el marco de la Carrera de Indias. Reseñando casos de distintos espacios y tiempos, el autor logra construir una explicación de la circulación de libros entre las dos costas del Océano Atlántico y revelar el carácter de estos traslados. A su vez, la variedad casuística permite demostrar que estas circulaciones no son impulsadas por personas aisladas sino que se inscriben en un proceso general, lo que habilita a pensar en una historia atlántica o global del libro. El último artículo del capítulo es “La bibliothèque de la maison de Savoie au XVIIe siècle” (p. 71-98) de Andrea De Pasquale. En él se examina un caso de biblioteca principesca – la de los duques de Saboya – a partir de un inventario de 1659 conservado en el Archivio di Stato di Torino. El análisis de la clasificación de los libros – que, por ejemplo, ubica a la historia de Europa, Asia y América en una misma sección – muestra, entre otras cosas, la utilidad de un análisis de este tipo para una historia cultural de las concepciones y organizaciones del conocimiento en la Europa del siglo XVII.

5El siguiente capítulo, conformado por cuatro artículos, se titula “Lecture et usages du livre”. El primero, “Le fonctionnement de la bibliothèque de Colbert à partir du registre de prêt des manuscrits pour les années 1679-1731” (p. 101-118) de Marie-Pierre Laffitte, analiza la práctica de préstamos de libros a partir de un manuscrito de la biblioteca de Jean-Baptiste Colbert conservado en la Bibliothèque Nationale de France. Un documento de este tipo – tan peculiar entre las huellas que ha dejado la historia del libro de la Edad Moderna – revela los intereses de los lectores y el perfil social de quienes se acercaban a la biblioteca de Colbert, habilitando en este último sentido la posibilidad de un estudio prosopográfico. El siguiente artículo, “De père en fils. La transmission de l’amour des livres chez les Pianello de la Valette (XVIIe-XVIIIe siècles)” (p. 119-137) de Anne Béroujon, analiza la práctica de compra de libros por parte de una familia de comerciantes de Lyon, los Pianello de la Valette. A partir de manuscritos que contienen las anotaciones de compras (conservados en la Bibliothèque Nationale de France y en los archivos departamentales de l’Yonne), ya estudiados parcialmente en un trabajo temprano de Roger Chartier, deduce el tamaño relativo de esta biblioteca y analiza los contenidos predominantes. En “Frontières et bibliothèques pour les « novelas » du Siècle d’Or. Italie, France, Espagne” (p. 139-153), María Soledad Arredondo revela – a través de inventarios particulares de bibliotecas – la presencia en España de nouvelles francesas, un género textual cuya existencia se debió a la previa circulación de libros entre Italia, Francia y España. Novedosamente, este artículo muestra la posibilidad de utilizar inventarios de bibliotecas para hacerse preguntas que conciernen tal vez menos a la historia de las bibliotecas que a la historia de la literatura y la intertextualidad. El último artículo del capítulo, “« In monasterio nuper condito in loco donghi ad larium ». La bibliothèque du couvent franciscain de Dongo et ses premiers livres” (p. 155-177) de Giancarlo Petrella, combina el estudio de un catálogo de libros del pasado (específicamente de 1784) con el análisis de una biblioteca patrimonial conservada al día de hoy, la del convento franciscano de Dongo (Lombardía). Esta combinación no es replicable para todos los casos empíricos y por esa razón ofrece posibilidades inéditas para la investigación. Petrella la utiliza para reconstituir el fondo primigenio de la biblioteca, rastreando en el convento los libros presentes en el catálogo e interrogando sus características materiales (marcas de posesión o proveniencia, ex libris, tipos de encuadernación).

6El último capítulo de la primera parte, “De la constitution à la dispersion des bibliothèques”, se concentra en el proceso de conformación de grandes bibliotecas y contiene cuatro artículos. El primero, “La fabrique d’une bibliothèque au cœur de la République des Lettres: Piero Vettori, ses amis et ses livres” (p. 181-203) de Raphaële Mouren, postula la categoría de “biblioteca viva” para conceptuar la relación con los libros del humanista Piero Vettori. Con base en la noción de una biblioteca cuyos libros circulaban – por préstamos y adquisiciones –, se hilvanan los razonamientos indiciarios necesarios para identificar la colección inicial, dispersa sobre todo en la Biblioteca Medicea Laurenziana de Florencia y en la Bayerische Staatsbibliothek. En este sentido, el artículo es un buen ejemplo metodológico de cómo partir de una pista – la pertenencia de los libros a Vettori – para explorar el patrimonio bibliográfico actual. En “La bibliothèque du Musaeum Septalianum et autres bibliothèques italiennes du XVIIe siècle” (p. 205-223), Ugo Rozzo estudia la biblioteca principesca de la familia Settala de Milán. La relevancia de este trabajo se encuentra en que pone en primer plano una idea que permea varios artículos de la compilación: la característica co-presencia de bibliotecas y colecciones variadas de objetos durante la modernidad temprana – que podrían eventualmente recibir el nombre de gabinetes de curiosidades –. Además, resulta notorio el abordaje oblicuo que efectúa Ruzzo: partiendo de un producto típico de la imprenta de la época, el inventario de uno de estos musæa, se focaliza en la biblioteca antes que en la colección de objetos. No todos los inventarios de musæa contienen referencias relevantes a la porción bibliográfica de la colección, pero esta estrategia metodológica es ciertamente pasible de generalización. El tercer artículo, “Deux collections humanistes : la bibliothèque de Thou et la bibliothèque Dupuy” (p. 225-242) de Anna Maria Raugei, analiza dos de las mayores bibliotecas privadas de Francia entre los siglos XVI y XVII: las bibliotecas de las familias Dupuy y Thou. Este artículo es un buen ejemplo de una forma sistemática de abordar la descripción y análisis de bibliotecas. Raugei comienza inscribiendo sus objetos de análisis en el contexto de la república de las letras y el arte de la conversación savant. Posteriormente, toma en consideración la cultura material que revelan los catálogos. A continuación, efectúa precisiones metodológicas relativas a la manera de contabilizar los libros, distinguiendo las “entradas” de los inventarios, las “unidades bibliográficas” (los libros que pueden estar conformados por uno o más volúmenes) y las “unidades materiales” (los volúmenes mismos). Por último, recurre a la comparación para resaltar las diferencias entre las dos bibliotecas consideradas: una más bien ecléctica y desigual, constituida según los gustos, intereses y pasiones de sus propietarios; la otra fundada en una estricta concepción enciclopédica y ordenada del conocimiento. El último artículo, “Une grande bibliothèque privée du XVIIe et du début du XVIIIe siècle face à son destin : les livres d’Etienne Baluze et leur vente aux enchères (1719)” (p. 243-256) de Andrea Bruschi, estudia la biblioteca del savant Etienne Baluze, bibliotecario de Colbert. Este es el primer trabajo de la compilación que se basa, fundamentalmente, en un tipo heurístico común en la época y en los estudios de historia del libro: los inventarios post-morten utilizados para subasta. Se trata, específicamente, de un inventario impreso que se distribuyó por toda Europa (Bibliotheca Baluziana, seu catalogus librorum bibiliothecae). Con base en este y otros materiales, Bruschi se centra fundamentalmente en el proceso de administración de la venta y subasta, envuelto en conflictos que conforman fenómenos muy comunes en la época.

7La segunda parte, titulada “A la croisée des savoirs entre Espagne, Allemagne, France et Italie (XVIIe et surtout XVIIIe siècle)”, incluye tres capítulos. El primero, “Circulation européenne du livre”, contiene tres artículos. En “Les livres de Juan Fernández de Velasco, sixième connétable de Castille : une bibliothèque européenne” (p. 261-274), Juan Montero y Carlos Alberto González Sánchez exploran una biblioteca nobiliaria, la de Juan Fernández de Velasco, condestable de Castilla. En la medida en que el condestable estaba íntimamente relacionado con la península itálica, el trabajo pone en primer plano las conexiones y circulaciones de libros al interior de espacios europeos. Así, a partir de dos catálogos manuscritos – abundantes en datos de todo tipo – conservados en la Biblioteca Nacional de España y en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, Montero y González Sánchez rastrean los lugares de edición de los textos, una exploración posibilitada sólo por algunos catálogos de bibliotecas. Además de esta consideración, los autores no dejan de examinar el orden y la clasificación de los libros, que da cuenta de una peculiar organización del saber en la biblioteca. El segundo artículo, “Les morsures du « dogue » du duc de La Vallière. Circulation libraire, ventes publiques et lecture en France au XVIIIe siècle” (p. 275-288) de Dominique Varry, analiza la relación con los libros de Jean Joseph Rive, bibliógrafo, bibliófilo y bibliotecario del duque de La Vallière. Este sujeto se caracterizó por las injurias verbales que manifestó hacia los colegas profesionales que lo rodeaban. El artículo es en este sentido un productivo análisis de la vida de una persona inmersa en la cultura del libro – de los que no abundan para la modernidad temprana –, con independencia de las problemáticas más comunes consideradas en los estudios sobre historia de las bibliotecas. El último artículo, “Les voies d’accès aux livres à l’époque moderne” (p. 289-304) de Marina Roggero, estudia las condiciones de circulación y distribución del libro en Italia, prestando especial atención a la represión, la extensión de la alfabetización y las lecturas disponibles para la mayoría de la población. Para la autora, los cambios que tuvieron lugar en Italia en la segunda mitad del siglo XVIII no llegaron a ser definitivos y mantuvieron una alfabetización parcial y precaria.

8El segundo capítulo de esta parte, “Les bibliothèques, lieu de construction des imaginaires littéraires et scientifiques”, contiene cuatro artículos. Dos se focalizan en la figura de Montesquieu. Así, en el primer artículo, “La bibliothèque de Montesquieu à La Brède : un état des lieux (septembre 2013)” (p. 307-323), Catherine Volpilhac-Auger actualiza su trabajo previo de edición del catálogo manuscrito de la biblioteca de este pensador (1999) y presenta un nuevo proyecto digital, la “Bibliothèque virtuelle de Montesquieu”. Además de los catálogos e inventarios de la biblioteca, este artículo exhibe dos cartas con pedidos de libros, que revelan las prácticas de adquisición y los procesos de circulación de impresos en torno a Montesquieu. A su vez, en “Les livres de voyage de Montesquieu en Italie” (p. 347-360), Eleonora Barria-Poncet estudia el uso de guías de viaje por parte del pensador francés y la presencia en su biblioteca de libros de historia, arte y geografía relacionados con Italia. El trabajo logra así explorar el contenido de una amplia biblioteca en función de explicar su utilidad para la concepción del viajero dieciochesco, quien debía “conocer la lengua del país que visita, documentarse con la ayuda de mapas y de planos, así como libros de arte y obras historiográficas y geográficas” (p. 347). En el tercer artículo, “Un écrivain et sa bibliothèque. Le cas de Vittorio Alfieri” (p. 325-345), Christian Del Vento analiza la cultura del libro del escritor italiano Vittorio Alfieri y se concentra especialmente en los problemas teóricos y conceptuales derivados de estudiar la biblioteca de un “escritor” o un “autor” – en el momento histórico preciso en que esta figura está comenzando a existir –. Aunque Del Vento reconoce que el estudio de una biblioteca debe evitar caer en “interpretaciones de tipo mecanicista o incluso determinista” según las cuales las obras literarias de un escritor “serían la consecuencia necesaria de sus lecturas” (p. 325), señala inteligentemente que un estudio de este tipo puede aportar una cierta “familiaridad intelectual” con el escritor, familiaridad cuya utilidad en el plano de la investigación no debería despreciarse. Finalmente, en “Le réseau des bibliothèques italiennes du XVIIIe siècle et ses usages. A la lumière des manuscrits de Franҫois de Paule Latapie” (p. 361-383), Gilles Montègre explora la visión de las bibliotecas italianas del siglo XVIII presente en los manuscritos de Franҫois de Paule Latapie, que realizó el Grand Tour de Italia entre 1774 y 1777. Aunque esta experiencia se inscribió en la misma cultura savant del viaje dieciochesco estudiada por Barria-Poncet, Montègre resalta el carácter utilitarista antes que curioso para el caso de Lapatie. Tanto el carácter concreto del viaje como las descripciones de bibliotecas presentes en los textos resultan especialmente relevantes en la medida en que podrían compararse con otras fuentes similares, abundantes para la segunda mitad del siglo XVIII en Italia – como la producción del ex jesuita español Juan Andrés –.

9El último capítulo de la segunda parte y de la compilación recibe el título de “Patrimoines bibliophiles” y se conforma de cuatro artículos. El primero, “Entre bibliothèque personnelle et bibliothèque professionnelle : la bibliothèque de l’architecte Simon-Louis Du Ry (1726-1799)” (p. 387-403) de Adeline Rege, estudia la biblioteca de una familia de arquitectos hugonotes exiliada desde 1685 en Hesse-Kassel. Dado el carácter de biblioteca familiar de esta colección, Rege puede rastrear los estratos y evoluciones de la misma en el largo plazo – por ejemplo, los cambios en el gusto literario, el decrecimiento de la lectura religiosa o la evolución en la concepción de la arquitectura –. Esta versátil exploración se realiza a partir de un único documento, el catálogo de la biblioteca conservado en Tübingen, y este hecho demuestra la posibilidad de efectuar lecturas más complejas que las habituales de las listas de libros. Los dos siguientes artículos exploran, a partir del ars excerpendi temprano-moderno, la concepción dieciochesca de ahogo e inconmensurabilidad frente a la multiplicación de los libros y los impresos. En “Les bibliothèques sans murs de Giuseppe Pelli Bencivenni” (p. 405-424), Laurence Macé retoma la categoría de “bibliotecas sin muros” de Roger Chartier para leer con ella las Efemeridi, el diario manuscrito de lectura del censor florentino Giuseppe Pelli Bencivenni. Por su parte, en “La bibliothèque idéale d’un noble d’épée. Le cas de Charles-André d’Allois d’Herculais (1746-1808)” (p. 425-442), Alain Henriot y Pierre Voisin estudian los manuscritos de Charles-André d’Allois d’Herculais conservados en una colección privada. Este noble provinciano, discípulo de d’Holbach, realizaba sistemáticos extractos de los libros que leía, con objetivos propios de lo que podría considerarse una bibliocastía utilitaria, es decir enfrentar el exponencial crecimiento de libros considerados mayormente inútiles. El cuarto artículo del capítulo – último del libro – es “Entre nostalgie encyclopédique et désir d’Italie : la bibliothèque privée de François-Marie de Vaulserre (1773-1849)” (p. 443-464). En él, Gilles Bertrand y Béatrice Kalfoun se adentran en el siglo XIX y estudian la biblioteca conservada en el château de Vaulserre, en Isère, perteneciente en su momento al noble Franҫois-Marie de Valsurre (actualmente en manos privadas). El estudio de la biblioteca es doble, pues se basa a la vez en el patrimonio actual (arquitectónico y bibliográfico) y en catálogos decimonónicos. La ubicación espacial de la biblioteca es analizada con detalle, identificándose que conformaba un “[l]ocus amœnus abierto sobre el jardín” (p. 448) en el marco de una construcción caracterizada por “diseños paisajísticos y agrícolas” (p. 447). Al mismo tiempo, Bertrand y Kalfoun examinan la organización del saber en los catálogos manuscritos, que en parte adoptan una clasificación temática inspirada en una reedición de la famosa Encyclopédie de Diderot y D’Alambert, la Encyclopédie méthodique. Por último, los autores exploran la presencia de libros de y sobre Italia, enfatizando en este punto la circulación de saberes de que esta biblioteca puede dar cuenta, precisamente en un territorio fronterizo.

10Como es evidente, la compilación Bibliothèques et lecteurs dans l’Europe moderne (XVIIe-XVIIIe siècles) contiene la descripción y análisis de varias bibliotecas europeas, que constituyen una gama amplia de casos empíricos con características peculiares. El estudio de cada uno de los casos recurre a diversos enfoques metodológicos, aunque globalmente predomina la indagación en torno a los procesos de circulación, organización y dispersión de los libros. La calidad y la originalidad de los trabajos no son homogéneas a lo largo del libro. Sin embargo, indirectamente muchos de los textos logran probar que el examen de la historia de las bibliotecas es, con todo derecho, una tarea de la historia cultural, que permite explorar entre otros fenómenos las concepciones y representaciones del saber, los procesos de intercambio cultural y la construcción socio-cultural de estatus. La compilación se inscribe así en un renovado esfuerzo por colocar a las bibliotecas – tras un injustificable olvido – en el centro del debate de la historia cultural temprano-moderna. Al mismo tiempo, este esfuerzo da cuenta de la consolidación de un equipo especializado en la historia del libro y las bibliotecas en el sudeste de Francia, con epicentro en la ciudad de Grenoble. Dada esta consolidación, es dable esperar que en el futuro se elabore una aproximación que, en función de la variabilidad de casos empíricos conocidos, recoja una visión de síntesis inscripta en los debates centrales de la historiografía, en diálogo con los postulados metodológicos de la historia cultural y del libro y la lectura – cuyos referentes aparecen en cierto modo invisiblizados en el libro – y abierta a los clivajes atlánticos y globales que comienzan a permear la investigación en esta temática desde hace algunos años. Para terminar, cabe destacar que, gracias a varias investigaciones de calidad, Bibliothèques et lecteurs dans l’Europe moderne (XVIIe-XVIIIe siècles) provee un conjunto abigarrado de pistas estimulantes para la investigación. Esperemos que estas puedan fertilizar la indagación relativa a la historia del libro en el futuro próximo.

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Notes

1 Todas las traducciones de citas textuales nos pertenecen.

2 Bloch, Marc. Apología para la historia o el oficio de historiador. Edición anotada por Étienne Bloch, México, Fondo de Cultura Económica, 2001, p. 57.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Fabián R. Vega, « Gilles Bertrand, Anne Cayuela, Christian Del Vento, y Raphaële Mouren, eds. Bibliothèques et lecteurs dans l’Europe moderne (XVIIe-XVIIIe siècles) »Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Comptes rendus et essais historiographiques, mis en ligne le 11 juin 2019, consulté le 19 mars 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/nuevomundo/76482 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/nuevomundo.76482

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Fabián R. Vega

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