Vincent Bloch, La Lutte. Cuba après l’effondrement de l’URSS
Vincent Bloch, La Lutte. Cuba après l’effondrement de l’URSS, Paris, Vendémiaire, 2018, 512 p.
Entrées d’index
Haut de pagePlan
Haut de pageTexte intégral
1Realmente no sabemos nada de Cuba. Podemos tener una idea de Cuba como aquella emblemática isla resistente al bloqueo, que durante décadas se ha mantenido anclada en el tiempo, y que se sitúa a unos pocos kilómetros de los imponentes Estados Unidos de América. Las lecturas alucinadas por el romanticismo de la Revolución Cubana y las imágenes de un régimen que resiste tanto al tiempo como al imperio, han estado encegueciendo una auténtica comprensión de la isla y, más importante aún, de la vida de los cubanos.
2Los cubanos no son muy distintos al resto de latinoamericanos que, día a día, se preparan para vivir en unas sociedades donde las instituciones y los bellos ideales liberales y republicanos, tienen más de avatar que de realidad. Las sociedades latinoamericanas sobreviven a la penuria de unas instituciones corruptas, insuficientes, inoperantes, lejos de llegar a un auténtico estado de institucionalidad democrática.
3Estas imágenes sobre Cuba, interponen obstáculos para la realización de una sociología que permita entender lo que ocurre en la isla. A su vez, las particularidades de esta sociedad y del régimen al que está sometido desde hace más de 50 años, constituye un escenario incomparable para una investigación de campo.
4El libro La Lutte. Cuba après l’effondrement de l’URSS (Vendémiaire, 2018) del sociólogo francés Vincent Bloch, presenta la continuación de su libro Cuba, une révolution (Vendémiaire, 2016), ambos libros fruto de su tesis doctoral que recibió el premio a la mejor tesis de la EHESS y el Premio Raymond Aron en 2012.
5Este excepcional trabajo sociológico nos permite explorar curiosamente las cuestiones profundas y simples sobre los cubanos en su historia reciente que responde a las siguientes preguntas: ¿de qué manera los cubanos viven el socialismo? ¿cómo se adaptan a las fallas de un sistema que no pudo ser?, simplemente, ¿quiénes son? ¿qué hacen? ¿cómo piensan? ¿cómo viven?
6El libro se focaliza sobre el estudio de las formas de acción desarrolladas a partir de los años 1990 hasta el día de hoy, en cómo las formas de acción de la lucha han tomado una dimensión central en la vida social cubana contemporánea. Durante “el periodo especial en tiempos paz” declarado por el régimen en los años 90 como efecto de los recortes de la ayuda soviética, han venido prevaleciendo progresivamente nuevas formas de acción. La tesis del autor consiste en que estas formas de acción, las formas de la lucha, se han normalizado hasta el punto de convertirse en el paradigma explicativo tanto de la cotidianidad como del régimen cubano.
7Los cambios ocurridos en el “periodo especial” se observan en dos rupturas. La primera ruptura se caracterizó por los recortes que afectaron directamente el sistema de racionamiento y de derechos sociales de los cubanos. La libreta mensual se redujo a porciones “insuficientes en calidad, cantidad y diversidad”, el sistema médico se precarizó igualmente que el aprovisionamiento de medicamentos y la atención hospitalaria; la educación no pudo proveer las condiciones para estudiar; y una crisis de abastecimiento de combustible hizo que la red de transportes se volviera casi inoperante; además, fue el fin de la política de pleno empleo.
8La segunda ruptura se caracterizó por la introducción progresiva de la lógica de mercado a una economía socialista de carácter mixto, que permitió primero la apertura a diversas actividades privadas de servicios y de producción de bienes a pequeña escala, permisos condicionados a pruebas de buena conducta y a una cabal disciplina laboral. Las reformas dieron paso a la autorización de la apropiación de empresas por capitales extranjeros, y a la liberalización del comercio exterior para entidades mixtas. Además, se permitió a las corporaciones militares y gubernamentales el desarrollo del turismo (pp. 16-21). “Este conjunto de transformaciones perturbó los hábitos y abrió un periodo de reorientación de los comportamientos económicos. Los pequeños tráficos e infracciones a la legalidad socialista se multiplicaron” (p. 21). El nuevo recurso que representa el dinero de los turistas extranjeros llegó a tener una dimensión central en la economía. El número de turistas “pasó de 243 026 en 1985 a casi 2 millones en 2000 y superó los 4 millones en 2016” (ibid.). Para completar el cuadro contextual, es indispensable tomar en cuenta la diáspora y los nuevos migrantes cubanos que consolidan una economía de remesas que llega a representar el primer ingreso de la nación cubana.
9Es así, que se ha venido ampliando la posibilidad de hacer negocios por cuenta propia, la apertura de negocios de comida, el alquiler de habitaciones a estudiantes extranjeros, a visitantes temporales, y, por lo tanto, se multiplicaron los contactos con gente ajena al régimen y aumentó la circulación de dinero de estas actividades y notablemente del turismo. Bloch nos explica con mucha claridad los cambios en la normatividad jurídica durante este periodo, y las reformas hechas a partir de 2008, a partir de la sucesión del poder a Raúl Castro. Sus reformas no representaron en realidad cambios estructurales para el régimen cubano. Sin embargo, la actualización del modelo socialista asumió la incapacidad del Estado para asegurar la producción de comida y los bienes de consumo corrientes y de servicios. En esta línea, “el sentido de la ‘modernización’ raúlista trata de dar a los cubanos, de nuevo, los medios para mejorar su nivel de vida, y de obtener tácitamente, a cambio, que ellos renuncien a la reivindicación de sus derechos políticos y así, salvar al país de la bancarrota, captando los recursos de la ‘diáspora’” (p. 319).
- 1 Cornelius Castoriadis, Les carrefours du labyrinthe, Paris, Seuil, 1978; Claude Lefort, Essais sur (...)
10Los resultados sociológicos del autor concluyen que, dentro de esos cambios acontecidos desde los años noventa, sucedió una perpetuación del régimen que se manifiesta a través de las diversas formas de lucha y de la homología estructural que se hace visible entre, por un lado, las reglas, jugadas, trucos, transgresiones cotidianas y su duplicidad moral, y, por otro lado, las “reglas fuertes” del totalitarismo castrista: las obligaciones de lucha revolucionaria impuestas por el régimen y traducidas en la indiferenciación de los individuos en nombre de los principios de la igualdad socialista, que producen una clausura de la sociedad (retomando el concepto de Cornelius Castoriadis 1978, Claude Lefort 1986 y Hannah Arendt 2002)1.
11Bloch se vale de su inteligente capacidad camaleónica para fundirse en el mundo popular cubano entre 1996 y 2000, y luego dar paso a un interesante intercambio con sus informantes a través de cartas y correos electrónicos, e incluso llevar a cabo nuevas entrevistas en la década de los 2010. La posibilidad de prolongar la investigación en el tiempo, la privilegia no solamente en términos de la duración y la observación del terreno, sino por el hecho de poder recibir, de primera mano, sus experiencias y cambios de vida, de vivienda, de país, sus distintas trayectorias, y la evolución del Estado y la sociedad. Bloch ha explorado todos los espacios de la vida cubana, incluyendo su migración.
12El libro presenta una sociología general de la vida cubana, llena de personajes y detalles que enriquecen el inmenso caudal de pistas, datos e ideas, y profundos análisis realizados por el autor. El libro está dividido en dos partes. Una primera parte etnográfica, presentada en tres retratos, a través de los cuales Bloch introduce la vida de varios personajes complejos, que permiten ver una sugestiva pluralidad de formas morales. Los tres retratos están elaborados a partir de ricas descripciones de la vida de cubanos comunes y corrientes. En la segunda parte del libro, construida sobre una sólida base teórica de sociología y filosofía política, Bloch explica la mecánica del régimen como fuente inspiradora de la lucha callejera de los cubanos por sobrevivir y completar unos ingresos raquíticos de un régimen en crisis, de la lucha en la retórica y la lucha ideológica de la revolución. Ambas partes, la riqueza etnográfica de la primera, que sólo es posible gracias al trabajo teórico del autor, y una segunda parte de reflexión y síntesis teórica, serán presentadas de manera conjunta para efectos de esta reseña.
13El fenomenal acceso al terreno, que el sociólogo mismo se ha forjado con mucho esfuerzo, es la base de “Une phénoménologie de la lucha à La Habana 1990-2000” título de la primera parte de su libro. Esta fenomenología es una descripción de las lógicas sociales observables al nivel de los fenómenos microsociológicos del mundo cotidiano, tales como los momentos y situaciones de interacción, de acciones rutinarias y de las negociaciones en la vida diaria. Estos fenómenos tienen un sentido propio, que la mirada sociológica de la fenomenología de la lucha logra esclarecer, gracias al análisis de los relatos, entrevistas y observaciones. Bloch da cuenta de lo que se habla y de lo que se dice, día a día, en una u otra de las esquinas de La Habana. Su talentosa habilidad etnográfica da lugar a una descripción precisa y a una inmersión en la lengua cubana, que deja entrever a través de las expresiones y los diálogos unas maneras de relacionarse, unas experiencias que son muestras de los códigos normativos locales y dependientes de los grupos estudiados.
- 2 Mauss Marcel, Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques, Paris, P (...)
14La sociología de la lucha que propone Vincent Bloch, como sociología de la sociedad cubana, presenta varios aspectos que aparecen en el libro: una sociología de las normas que explica los micro-sistemas de arreglos, en diversas escalas y grupos, articulándose con las reglas fuertes totalitarias del régimen castrista; una sociología de las interacciones que estudia minuciosamente la manera en que las relaciones directas se visten de máscaras que les permiten ocultar y contener la acción de la lucha para que cada uno pueda cuidar de sí mismo frente a la mirada amenazante del vecino, potencial “espía” de un régimen vigilante opresor; una sociología económica de las transacciones y cálculos cotidianos que los cubanos hacen tanto en sus pequeños negocios, economías domésticas, como en sus proyectos de vida (inmobiliarios, migraciones, remesas y demás fenómenos de la dramática relación con el dinero, en medio de una economía en crisis); una sociología histórica que reconstituye las lógicas históricas de la ideología y del régimen de Fidel Castro (cf. el primer volumen de este díptico, Cuba, une révolution, Vendémiaire, 2016); una sociología y una filosofía política de los regímenes y del totalitarismo, que se inspiran en las obras de Cornelius Castoriadis (1976), Hannah Arendt (2002) y de Claude Lefort (1986) para comprender el régimen castrista dentro de la familia de los totalitarismos, viendo en su ideología una explicación total del mundo, queriendo movilizar “el pueblo” para la conquista de lo Uno –, al mismo tiempo que lo aísla de los aspectos genocidas del nazismo y de la lógica concentracionaria del estalinismo (p. 433); finalmente, una sociología que construye el fenómeno de la lucha como el hecho social total inspirado en Marcel Mauss (2012)2.
15Esta sociología encuentra su leitmotiv en las expresiones vernáculas cubanas, en primer lugar, su concepto clave de “la lucha”. Se trata de una sociología del totalitarismo que no es complaciente, a la vez que exhibe en sus descripciones de la cotidianidad una vitalidad y creatividad extraordinarias.
16La polisemia de la lucha se estudia en cada página del libro, y se manifiesta en expresiones cotidianas como: “hay que continuar en la lucha”, “vale la pena luchar”, “yo lucho por mi familia”, “esta es mi lucha”. Y se recrea en acciones como revender artículos o víveres, jinetear (que se declina en varios significados, “salir al fuego”, rebuscar uno o dos dólares a partir del engaño, del robo, o puede llegar a la prostitución y al proxenetismo), alquilar vehículos o viviendas, e incluso habitaciones por horas para permitir a las parejas cubanas un poco de intimidad. La lucha tiene muchos matices, un espectro amplio que incluye diversas actividades: puede ser algo tan simple como la picardía para hacer algo, como actividades más ilegales o el “trabajo por la izquierda”.
17Estas etnografías, relatos e historias de vida, nos presentan observaciones tan delicadas y finas, que nos permiten conocer los aspectos más privados de la vida en La Habana. Los juegos del lenguaje de la lucha constituyen los índices y pistas a seguir en este libro.
18La lucha aparece a lo largo de la corta historia cubana independizada apenas en 1902, en la lucha contra el yugo colonial, la lucha contra el imperialismo norteamericano y la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. La lucha hace parte del lenguaje revolucionario cubano, que toma lugar en el régimen de Fidel Castro e incluso logra extenderse al resto de América Latina con esa expresión que responde al ¿Cómo estás? Con una afirmación contundente que dice: “¡En la lucha!”, es decir, sobreviviendo, trabajando, rebuscando, viviendo. El libro de Vincent Bloch nos enseña los significados de las formas sociales de “estar en la lucha”, “hacer la lucha”, “vivir en la lucha”.
19La introducción del libro nos sumerge de inmediato en la explicación de la lucha como hecho social total a través de la cual es posible comprender las normas en las que se inscribe el fenómeno, “las coerciones especificas a las que reenvía y el sentido de realidad que vehicula y perpetua” (p. 9). Es a través de la lucha como fenómeno social y como construcción sociológica, que se comprende la acción de los cubanos y también la ideología de la revolución cubana, que funciona como matriz en la cual “todo se decide, todo se interpreta y todo se justifica”.
Un terreno en Cuba
- 3 Oscar Lewis es un gran antropólogo estadounidense famoso por haber realizado ejemplares investigaci (...)
20En el primer capítulo “Enquêter à Cuba”, el autor ofrece una reflexión metodológica de una gran riqueza, tanto por su contenido como por la forma en que está presentada. Bloch expone el problema de “la autonomía científica”, recreando de manera excepcional las investigaciones que Oscar Lewis (1914-1970)3, realizó en la isla entre 1969-1970. Bloch cuenta que Lewis fue invitado por Fidel Castro a realizar una investigación que pusiera a prueba su noción de “cultura de la pobreza”. Por supuesto, la idea de Castro era que se demostrara que en el socialismo se estaba erradicada la pobreza, por lo que preparó un terreno y un equipo que pudieran torpedear y manipular las muestras realizadas. Oscar Lewis impuso ciertas condiciones que fueron respetadas “de boca para afuera”, pero el resultado fue trágico, y dejó ver los elementos catastróficos para la investigación: la imposición de la ideología, un vulnerado lugar para el investigador, los informantes amenazados y en peligro, y un teatro facilitado por el equipo cubano en el que la mirada del investigador no podía sortear siempre las falacias de las interacciones artificiales.
21A pesar de su reconocimiento y de las exigencias que Lewis realizó, fue víctima de la manipulación de Castro y su régimen. En una de las citas del libro, una mujer cubana quien fue miembro del equipo local, cuenta la manera en que entorpecieron la investigación, deja de manifiesto no sólo las injerencias del régimen en la investigación, sino la manera descarada como debían ocultar las fallas de éste.
22Vemos como Bloch, simplemente con el hecho de acercarse a las problemáticas cubanas con una cierta neutralidad, en el seno de un terreno minado, amenazante, con informantes formateados por una ideología, demostró un coraje científico al enfrentarse a dificultades similares a las que Lewis se expuso. El autor demuestra a lo largo de su texto una inteligencia política requerida para no dejarse ni seducir demasiado, ni exagerar las críticas contra el régimen. El libro muestra la astucia sociológica del autor para la comprensión en lo que es realmente un terreno difícil. ¿De qué manera buscar genuinamente la verdad en las observaciones y relatos en un régimen tan vigilante capaz de exagerar la teatralidad de los encuentros? ¿Cómo lograr que la gente sienta la confianza y la posibilidad de contar sus historias a pesar de las vigilancias reales, de las paranoias alimentadas, de los chismes y de las miradas de los otros? La posibilidad de adaptarse a un terreno de estas características, tal vez un paroxismo de “un terreno minado”, y obtener informaciones tan íntimas y confiables, no pueden más que dar paso a una excelente sociología y comprensión de Cuba.
El espejismo del totalitarismo. Fenomenología y sociología de las normas
23El ambiente en el que nos sumerge su libro nos da la sensación de entrar en una habitación llena de espejos en la que las luchas se reflejan las unas con las otras, cada individuo en el otro, cada uno con el régimen y el régimen en cada uno. El totalitarismo del régimen cubano constituye este espejismo en el que el individuo se refleja en el régimen, el régimen se refleja en cada uno y nos miramos a la vez que sentimos la mirada vigilante de los otros.
24La fenomenología de la lucha de Bloch se manifiesta aquí en su aspecto de sociología de las normas. En la sociología clásica funcionalista, una sociología de las normas busca identificar las normas sociales que rigen el orden interno a un grupo, que, a su vez, se articulan con las normas de la estructura social. De tal manera que la norma hace funcionar al grupo y, por consiguiente, las normas son funciones de la estructura social. En su libro, Bloch invierte la perspectiva sin perder ninguna fuerza de la regla: ya no se trata de estipular las normas funcionales del sistema y la manera en que éstas se declinan sobre los grupos sociales, para moldear y regular los comportamientos individuales, sino en observar y describir de qué manera “los momentos y sus hombres” expresan en la práctica misma de la vida cotidiana sus propias reglas vernáculas (que surgen de los juegos del lenguaje específicos, que son propios a los usuarios). De este modo, en su fenomenología, emprende la tarea de una minuciosa descripción de la gran riqueza y variedad de los diversos usos cubanos, de tal modo que el sociólogo pueda aclarar las reglas propias de cada uno de ellos.
25En esta tarea, la descripción de los diferentes tipos de reglas es clave. No toda regla es igual a la otra, aunque cada una de ellas lo es porque responde a un uso. Y todas pertenecen a una gran familia de reglas, comulgando en últimas instancias, con el funcionamiento del régimen, con “la mecánica de Fidel”, regla máxima del Líder Máximo.
26La regla no es vista como una teoría del comportamiento, no es una racionalidad de la acción en el sentido intelectualista, en el sentido en que la deliberación y argumentación racional del individuo podría ser suficiente para motivar y explicar una acción. Su perspectiva no es de una teoría racionalista de la acción, según la cual el actor estipula de manera consciente las reglas que ha evaluado racionalmente de algún modo, sin que esto quiera decir que sea irracional. Pero, tampoco se trata de un comportamentalismo, en el cual el solo instinto de supervivencia es causa de la acción, desarrollando respuestas adaptadas mecánicamente a estímulos externos producidos por el entorno, sin que haya motivo o razón alguna que valga. Y tampoco se trata de una mera expresión de los sentimientos supuestamente irracionales.
27La perspectiva fenomenológica sobre la acción y la sociedad inspirada en Claude Lefort (1986) y sus análisis sobre el totalitarismo y la democracia, le permite comprender de qué manera los cubanos son esclavos y libres a la vez. Las “reglas fuertes” aparecen permanentemente en los relatos como elementos que perpetúan el dispositivo legal e institucional del régimen político (p. 303), a su vez que los individuos se acomodan recurriendo a la lucha. Evidentemente, la lucha es particular a cada grupo, a cada individuo, cada uno se adapta como puede. Bloch nos permite ver toda esta complejidad, a través de un incansable análisis sistemático de la realidad, que abarca lugares privados e íntimos, y espacios públicos como la calle o las reuniones.
28Los cubanos están encerrados y compelidos a responder a aquellas “reglas fuertes” del régimen, aunque son, sin embargo, actores de sus propias vidas inventando las maneras para sortear y abrirse un poco de espacio propio para su lucha. Encerrados y creativos, los cubanos en la lucha nos muestran una humanidad ciertamente muy dolida, con la vitalidad de artistas del hambre. “La lucha no es solamente la manifestación de las convergencias estratégicas entre actores sociales y actores políticos, sino además el síntoma de los modos de adhesión de la población al régimen político”. La polisemia de su uso le da paso a una manera de llamar una forma de vida (p.10).
29La lucha es la acción en Cuba por sobrevivir, no solamente en términos de completar la comida siguiente, sino de completar una parte de la vida, que tiene lugar en medio de las vigilancias y restricciones del régimen. La lucha es también la humanidad de los cubanos, su halo de singularidad: gente que necesita vida, aventuras, intrigas, apegados a la vida, contrariados por unas reglas imposibles y por la estructura insuficiente de un régimen que ya no puede completar raciones, ni ofrecer lo mínimo para la existencia. La lucha se presenta en el día a día, los hay quienes luchan por una oportunidad inmediata, pero los hay quienes ya han entendido que la lucha puede ser una manera de vivir, y que hay que soltarse en ella e ingeniar el negocio, que no sólo permitirá sobrevivir, sino además construir un pequeño business de venta de bicicletas refaccionadas, de cambio de moneda, de reventa de algunos víveres, etc.
30En la medida en que no se trata solamente de grupos sociales drásticamente empobrecidos, vemos que la lucha que describe Bloch, no se reduce al rebusque y a la supervivencia, sus posibilidades son mayores y más complejas porque el propósito es comprender una sociedad en su totalidad, y, por lo tanto, la complejidad de los grupos que la componen y las maneras en que recurren a diferentes formas de lucha. La lucha como la presenta el autor termina por unir “espacios y grupos separados”.
31La lucha presenta el sistema de normas complejo de la sociedad cubana. Por un lado, unos individuos creativos, conocedores de las leyes del Estado, y también de la realidad de aplicabilidad de las mismas. Igualmente conocen las normatividades particulares a cada uno de sus giros económicos de interés, sea el alquiler de inmuebles o habitaciones, el intercambio de bienes inmobiliarios o vehículos, los mercados de víveres, la economía de servicios, entre otras muchas posibilidades de negocios. Igualmente, un sistema muy particular de corrupción, que tiene lugar en un estado totalitario, en el que el vigilante puede cooperar, o no. Una particularidad de este sistema de normas, a diferencia de fenómenos similares a la lucha, se caracteriza, en este caso, por el hecho de que los individuos “no pueden confiar en nadie”. En cualquier momento la balanza puede ir hacia uno u otro lado. Los relatos lo señalan, “no poder confiar” muestra una característica terrible para la construcción de sociedad en Cuba, y, por el contrario, una potencialización de un individualismo patológico. Una cuestión que aparece como paradójica en un régimen cuyo propósito es la construcción de lo común.
32En el totalitarismo, no se ve afectada la fluidez de las relaciones sociales. La lucha tiene lugar a pesar del y gracias al régimen. Por ejemplo, Bloch explica que los cubanos tienen la conciencia de vivir en un sistema totalitario, y, por lo tanto, saben que viven en una teatralidad constante orquestada por el régimen, saben que parte de lo que ocurre en su sociedad y en el mundo les es oculto. Este hecho vigoriza la producción del rumor y del chisme, no solamente como mecanismo de control en las interacciones microsociológicas, sino también, como elemento que responde a la falta de claridad, de continuidad y a la arbitrariedad de las leyes. Es así que los rumores son información importante, sin origen ni confirmación, pero a menudo definitivos en sus decisiones y en sus comportamientos.
33Hay que leer el libro y sus ejemplos para poder ver las maneras en que el rumor toma lugar, la manera como avanza en la sociedad como “teléfono roto” (informaciones cambiantes de actor a actor) y el anonimato de su origen, que siempre, además, puede encontrar legitimidad cuando se argumenta que fue un fulano (influyente) quien lo dijo, pero eso también puede ser chisme.
Cuadros y personajes de la lucha
34El solar de Marcelo tiene como personaje central al viejo Marcelo nacido en 1918, habitante de Vedado, al oeste del centro histórico de La Habana, digno defensor de la revolución. En el Solar los muros hablan, describen las esperanzas, frustraciones y dolores cotidianos, así como las mezquindades, en un espacio en decadencia, ruinoso, que huele a hacinamiento y alberga pobreza. En estos pequeños apartamentos viven personajes muy distintos que comparten este lugar de habitación. Es así, que es posible conocer las historias de jóvenes que pasan por allí, que van a hacer un intercambio de alguna cosa, que necesitan un préstamo; una madre sin muchas posibilidades de lucha, que presta sus servicios de aseo y de lavado de ropa en esta vecindad; o personajes más dispuestos “a salir al fuego” que tienen una afamada reputación de proxenetas.
35Escuchamos a Marcelo, personaje mañoso, que en su día a día acude a diferentes recursos que tiene a la mano, a la lucha. Oímos sus cálculos, préstamos, aparece como un personaje generoso y avaro, usurero, con el que simpatizamos y a la vez nos desagrada. Distinguimos con claridad la doble moral siempre presente en los relatos del libro. Todos los personajes son siempre ambiguos, probablemente porque están moldeados por un régimen igualmente ambiguo, que los esculpe entre la ideología y la realidad.
36Marcelo es una muestra del cálculo constante en el que viven los cubanos. Un cálculo económico, de víveres, de vueltas, de favores.
“El ritmo de la vida de los cubanos puede tener por origen eventos políticos, dramas personales o elecciones íntimas, pero por la fuerza de las cosas, enfrentar la adversidad, o sentirse sacudido por todos lados, se ha convertido en una dimensión rutinaria de la existencia” (p. 87).
37A través del relato de Marcelo, de más de 80 años de vida, se puede entrever la historia cubana: sus luchas (reventa de periódicos o de boletos de autobús); los movimientos de la gente (de los guajiros que van y vienen), la habitación (del hacinamiento, de los cambios de lugar), las familias (parejas con o sin hijos, mujeres solas, madres solteras, jóvenes viviendo La Habana, hombres en el rebusque), economías domésticas (la insuficiencia de la libreta y las maneras de completar con un intercambio, con un favor que, más tarde, de todas formas, se debe pagar). El solar, nos permite comprender la vecindad, las relaciones entre los inquilinos, la intimidad de las parejas, madres y padres, familias que viven en esos cuartos, la observación constante entre unos y otros.
38A través de los relatos de Marcelo, conocemos la manera en que adquirió su solar; los detalles de las permutas, y la evolución de las normas inmobiliarias. Es así, que la descripción minuciosa de los itinerarios burocráticos que debió seguir, son una clara muestra de la existencia de las “reglas fuertes”, del elemento totalitario del régimen cubano palpable en la cotidianidad. Los ejemplos de las permutas, de los permisos de visa, de los permisos de trabajo, etc., y de la exposición de la evolución de las normas jurídicas que profundiza en la segunda parte del libro (pp. 320 y siguientes), hacen visible la manera en que las normas burocráticas regulan mucho, a la vez que nunca, ninguna norma puede lograr regular todas las particularidades de este mundo social. La lógica del régimen cubano lo quiere controlar todo y no lo puede. Los individuos están obligados internamente por la sociedad totalitaria a la cual pertenecen, a racionalizar sus transacciones, a recurrir a arreglos que permitan igualar los intercambios. En efecto, las reglas no alcanzan a regular, pero hay muchas reglas burocráticas que son perfectamente imposibles e injustas. Por esta razón, los individuos se ven obligados a reinventar la norma jurídica, volviéndola más justa para la verdadera práctica.
- 4 Marco Palacios, Violencia pública en Colombia (1957-2010), Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2012
39La particularidad cubana se caracteriza por el hecho de que los individuos se sienten sometidos por el temor al Estado y su sombra amenazante. Por el contrario, en Colombia, por ejemplo, mucha gente juega con la ley, porque “la ley se acata, pero no se cumple” tal como lo estipula una premisa colonial que fue la respuesta de los criollos a la imposición de las leyes borbónicas4, y no pasa nada, porque la misma burocracia se sumerge y ha aceptado este corrupto principio que rige esta disfuncionalidad latinoamericana.
40Como lo dice la socióloga Kathya Araújo:
- 5 Kathya Araújo & Lidia Girola (ed.), ¿Se acata, pero no se cumple? Estudios sobre las normas en Amér (...)
“América Latina se mantuvo, así, vinculada con una imaginería que podría condensarse en la definición de esa región como el continente de la transgresión normativa y de la duplicidad moral (…), pero paradójicamente, no hubo un desarrollo consecuente desde las ciencias sociales de trabajos, ya sea de reflexión o investigaciones empíricas, dedicados al abordaje de las maneras efectivas en que los latinoamericanos se relacionaban con las normas. (…) ‘Se acata, pero no se cumple’, la afirmación en la que nuestros debates se aunaron durante largo tiempo, dejó de ser una fórmula lapidaria para convertirse en pregunta de investigación”5.
41El trabajo sociológico de Vincent Bloch produce un gran aporte para este tipo de pregunta de investigación en ciencias sociales, que pone en perspectiva su sociología de la lucha, tanto respecto de la inserción cubana en tales problemáticas latinoamericanas, como de la particularidad castrista cubana.
- 6 Johanna Parra, “La figuración social del business: el caso de los mercados ambulantes en las calles (...)
42En México, se encuentran casos donde el sistema es el business, que, en el argot callejero, significa un acuerdo de una transgresión normativa. Allí, donde la norma social no llega hasta las esquinas, el business tiene lugar y es aceptado y movilizado por el grupo social. Estos acuerdos no necesitan escapar de la amenazante vigilancia de una policía y unos Comités de Defensa de la Revolución, y, al contrario de lo que ocurre en un régimen totalitario, tiene la libertad y el poder de enfrentarse con orgullo y dignidad, en nombre de la familia, del barrio, de “los nuestros”, de “la raza”, contra la regla estatal, de jugar con ella de manera directa6 (cf. J. Parra, 2016).
43Los cubanos, en cambio, deben confrontarse al sistema totalitario que rige su sociedad. Están sumergidos y están vigilados por sus pares, que patrullan sus acciones de lucha. Es así que sus luchas deben ser lavadas, limpiadas y esta mecánica de acción y contrición, da como resultado una dinámica de lo que podríamos entender como una esquizofrenia moral, lo que en los relatos del libro aparece nombrado por los actores como “la mecánica de Fidel”.
44La lucha muestra que los cubanos son agentes de sus vidas y no “hombres nuevos” obedeciendo a las normas del régimen. Las normas del régimen son las suyas propias. El Estado castrista se inmiscuye en lo más íntimo de los individuos, por un desarrollo malsano en el que la sociedad se volvió Estado y el Estado se confunde con la sociedad. La sutileza de la sociología de la lucha de Vincent Bloch nos permite comprender esta amalgama en la que las normas estipuladas por el régimen son las mismas, homológicamente, que rigen las relaciones sociales básicas.
45Es común a los cuadros presentados por Bloch una suerte de “degeneramiento” en el trato de los actores. En el retrato de Marcelo, es muy explícito, de la “de la picardía a la hijoputería” y después “a la cabronería”. Existe una decadencia en las relaciones, que no está dada solamente por la interacción en sí misma, sino por un contexto de vigilancia, de desconfianza, de desprecio, de racismo; por una suerte de hipocresía que pareciera ser el reflejo de un régimen vigilante y autoritario que descuella el individualismo.
46La agradable cadencia de la escritura del libro esta mediada por la aparición de personajes muy distintos: parejas, mujeres solas, prostitutas, madre pobre, chulo, expresidiario, etc., y por la narración de las relaciones que recrean esas vidas. Las particularidades de cada personaje revelan las diferencias existentes al interior de la sociedad misma, nos queda claro que son todo menos iguales. Es muy interesante ver al sociólogo metido en esa maraña, entrevistando a uno y al otro, entre las rencillas y cotilleos, envidias y confidencias que Bloch comprende y nos transmite.
47Los Ochoa, segundo cuadro, son una familia que vive en el barrio Nuevo Vedado. Se trata de un entorno muy distinto al primer cuadro de El Solar de Marcelo. Estamos en una amplia casa de una familia más o menos privilegiada, revolucionarios, intelectuales activos, cuya forma de lucha es la palabra y el alquiler de habitaciones, aunque cuentan con las ayudas económicas del hijo instalado en Madrid. Alrededor de los Ochoa, aparecen personajes de la parentela, cuya lucha se imbrica y se refleja con las otras luchas, porque estar en la lucha no es una opción, es una necesidad, y ‘la necesidad tiene cara de perro’, especialmente en medio de una economía en crisis.
48Cada historia de vida particular y todas en su conjunto, nos permiten ver la historia de ese país. En pocas generaciones sintetiza la historia de migraciones, la conformación de una cultura mixta, de un profundo racismo manifiesto en el trato y en las expresiones que Bloch desarrolla a profundidad en el capítulo titulado “Le critère racial contre l’égalisation des conditions” (cf. 387 y siguientes). Aparecen dos personajes emblemáticos que nos muestran las profundidades de Cuba: Maira, que representa la esquizofrenia y la locura, el miedo, la inestabilidad, la soledad; y Yaskra, que personifica la ambivalencia del sistema: del racismo de una mujer negra, de la lucha en un “sistema que es bueno, pero lleno de hijos de puta”, pero al fin de cuentas “la lucha vale la pena”.
49El tercer cuadro se titula Centro Habana, tiene lugar en el barrio Colón. Bloch centra ahí sus observaciones en este barrio problemático por excelencia. Juan y su familia de ladrones aguerridos y profesionales están engallados con esos detalles de la lucha que son sólo atributo de pocos. Las lecciones de Juan son centrales para comprender los hombres y los niveles de la lucha. A través de sus relatos, comprendemos la importancia del individuo en la lucha, los fines de la misma y sus límites. La manera de hacer los negocios, de “ingeniarlos”, de juzgar al otro porque es lento o perezoso, o a los cubanos en general por tener una vista corta y pensar en hacer un par de dólares en lugar de “pensar en grande”.
50Este interesante cuadro es una sociología de las reglas mínimas de los pequeños y medianos negocios, de las lógicas de la lucha, de los “contratos” entre ellos. Un arreglo mínimo como que “todos ganen”, evidencia la importancia y el interés por actividades que llegan a hacer parte de la lucha: los jineteros, el cambio de divisas, la venta de cerveza, la prostitución, entre otras muchas actividades, todas en potencia, actividades de la lucha.
Huir de la mecánica de Fidel
51En los relatos de Juan y sus amigos, se presenta un elemento central de la sociología de la lucha, se trata de “la mecánica de Fidel”. “Te sofocas, te pones a inventar, entonces te marcas, luego te tienes que limpiar, y ya, caes en la mecánica de Fidel” (p. 303). El individuo necesita luchar, esto no es una elección, si tienes más recursos puede inventar un negocio y no solo estrujar lo que tiene a la mano, luego todos deben limpiarse y mostrar su pulcritud y el acatamiento al régimen. La mecánica de Fidel es este círculo vicioso en el que el régimen te empuja a la lucha y te vigila de la misma. Los ojos mismos vigilan al individuo y lo empujan por un mecanismo interno a limpiarse constantemente.
52El juicio, la crítica, la envidia toman un lugar central en la vida cotidiana que nos ha sido descrita. La misma lucha, actividad de todos, se vuelve la norma local a la vez que todos necesitan negarla, lavarse, limpiarse, hacer acto de contrición del pecado de la lucha, para luego volver a ella.
53Bloch nos ha mostrado una sociedad cubana compleja y ambigua. Lo arbitrario y la vigilancia tiene a su vez los escapes de la lucha, que a su vez es vigilada por los ojos avizores y las lenguas juzgadoras de los otros. Lo advierte al explicar que son las mismas normas y reglas que aseguran el funcionamiento del régimen político, que son el producto de su aspereza.
“Decir de Marcelo, de los Ochoa o de Juan que “resisten”, cada uno a su manera, implicaría separar de manera rígida las conductas y las costumbres del orden de la política y las instituciones, rehusándose a preguntarse sobre la manera en que las normas y las reglas que garantizan el funcionamiento social del régimen político son el producto de su entrelazamiento. La lucha contribuye a preservar un universo común, a tal punto que la separación entre “reglas oficiales”, normas de facto y comportamientos oficiosos no aparece claramente y que [la lucha] termina también por borrar las fronteras entre lo público y lo privado, lo político y la cotidianidad, el rebusque y la delincuencia” (p. 299).
54Vemos en los resultados del sociólogo, una manera para profundizar esta idea construyendo su objeto de la lucha como hecho social total. Es este proceder analítico que le permite ver más allá de las instituciones sociales, de los grupos sociales, de los lazos sociales. La lucha es entonces el trabajo, es la patria, a la vez que está en todos los lazos comunitarios de la sociedad cubana. La lucha son las normas morales presentes y necesarias a esta sociedad. Para que estas normas puedan existir son necesarios los lazos sociales garantizados por las instituciones y por el Estado. La fenomenología de la vida social cubana muestra, a partir de las pequeñas interacciones de la cotidianidad, la pluralidad y la diversidad de formas de ese lazo social.
55Es a través de las descripciones concretas que es posible develar las condiciones sociales de posibilidad de los lazos sociales comunes. En este sentido, comprender la lucha como hecho social total, le ha permitido a Vincent Bloch comprender la lucha tanto en lo microsociológico y cotidiano como en el análisis del régimen. Se hace visible una suerte de homología estructural que da cuenta de la manera en que la lucha, los rumores, las intrigas, la desconfianza, el miedo y la envidia le dan sentido a una vida social disfuncional, que se manifiestan en las prácticas de la lucha.
56Las observaciones de la lucha muestran que en la experiencia social cubana hay algo que no anda bien. Dejemos las últimas palabras al autor: “En esta lucha, la huida se vuelve deseable y se vive como una liberación desde todos los puntos de vista. No coger lucha (renunciar a luchar) se convierte en la culminación de la lucha” (p. 436).
Notes
1 Cornelius Castoriadis, Les carrefours du labyrinthe, Paris, Seuil, 1978; Claude Lefort, Essais sur le politique, Points-Seuil, 1986; Hannah Arendt, Les Origines du totalitarisme & Eichmann à Jérusalem, Paris, Gallimard, « Quarto », 2002.
2 Mauss Marcel, Essai sur le don. Forme et raison de l’échange dans les sociétés archaïques, Paris, Presses Universitaires de France, 2012, p. 9 y p. 437, nota 1.
3 Oscar Lewis es un gran antropólogo estadounidense famoso por haber realizado ejemplares investigaciones etnográficas con poblaciones pobres en Puerto Rico y México. Cf. Oscar Lewis, Five Families, Mexican Case Studies in the Culture of Poverty, New York, Basic Books, 1959.
4 Marco Palacios, Violencia pública en Colombia (1957-2010), Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2012.
5 Kathya Araújo & Lidia Girola (ed.), ¿Se acata, pero no se cumple? Estudios sobre las normas en América Latina, Santiago, editorial LOM, 2009, p. 7
6 Johanna Parra, “La figuración social del business: el caso de los mercados ambulantes en las calles del centro de la Ciudad de México”, en Agudo Sanchíz & Estrada Saavedra (eds.), Estatalidades y soberanías disputadas. La reorganización contemporánea de lo político en América Latina, El Colegio de México, Freie Univeristät Berlin, 2017.
Haut de pagePour citer cet article
Référence électronique
Johanna Parra, « Vincent Bloch, La Lutte. Cuba après l’effondrement de l’URSS », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Comptes rendus et essais historiographiques, mis en ligne le 07 février 2019, consulté le 06 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/nuevomundo/74879 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/nuevomundo.74879
Haut de pageDroits d’auteur
Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.
Haut de page