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Reseñas

Contra Walker o el porvenir de la crítica literaria (sobre Contra Bolaño de Carlos Walker)

Christian Anwandter
Referencia(s):

Walker Carlos, Contra Bolaño, Santiago, Lecturas Ediciones, 2022, 126 páginas.

Texto completo

1¿Cuán abierta es la experiencia de leer? ¿Se trata de la reproducción de una experiencia diseñada por otro? ¿Se trata de una ilusión en que proyectamos buena parte de lo que nos determina? ¿Leemos en tanto que individuos o desde nuestras pertenencias? Estas preguntas cruzaron el siglo XX, sin que se resolvieran. Antoine Compagnon nos recuerda que “L’expérience de la lecture, comme toute expérience humaine, est immanquablement une expérience double, ambiguë, déchirée : entre comprendre et aimer, entre la philologie et l’allégorie, entre la liberté et la contrainte, entre l’attention à l’autre et le souci de soi.” (1998: 376). Que no haya respuestas no significa que no persistan las preguntas. Por otro lado, las posibles respuestas están indisolublemente vinculadas a la cuestión del valor de lo literario y de la conformación del canon. Durante mucho tiempo, la crítica literaria —y la figura del crítico— tuvo el rol de establecer y justificar el valor de las obras que debían conformar ese canon. Esa visión universalista de la crítica literaria fue acusada de ser impresionista y de obviar factores históricos y contextuales, de reproducir una serie de prejuicios y sesgos. Hoy en día, se cuestiona la relación de la crítica con la lucidez propia de la ilustración, con De Sutter proponiendo un régimen de pensamiento “post-crítico” (2021: 4), que estaría liberado de esta exigencia de lucidez donde el pensamiento opera como una fuerza contra la oscuridad. Si, como sugiere el autor, este pensamiento nos vuelve “cada vez más tontos” (2021: 4), y estamos, de manera contraintuitiva, en una era en que la crítica está en su apogeo y, al mismo tiempo, en su crisis terminal, parece interesante preguntarse por este libro de Carlos Walker, que pone la cuestión del valor en el centro. No por nada hay una “fuerza” que se ejercería “contra” ese corpus que sería la obra de Bolaño.

2La lógica del artículo indexado o paper ha impuesto una manera de aproximarse a la literatura (una “tiranía”, al decir de Santos-Herceg) que, por sus características, termina limitando esa experiencia compleja en términos cognitivos, culturales, sociales y políticos que es la lectura. Sintetizando más de la cuenta, podemos decir que, en los peores casos, se establece una relación entre el lector y la obra literaria en la que esta deja en algún momento de irradiar preguntas, y se estabiliza en su apertura debido a que se interpone una mediación teórica entre el potencial interpretativo de la literatura y el lector. Gadamer recordaba que, en la Grecia antigua, el rol del theôros era el de participar en una delegación invitada a una fiesta de otro pueblo (1976: 51). Era espectador de la diferencia, que al mismo tiempo traducía en términos de lo común entre los suyos. De lo que hablamos acá es que el ejercicio de lectura de alguna forma neutraliza la diferencia para marcar con lo propio a lo otro. Leer se convierte en un ejercicio retórico donde se utiliza lo literario para una auto-validación. Parte de la producción literaria se ajusta para entrar a esa mecánica. A medida que las teorías producen su propio canon, el ejercicio de lectura se vacía de posibilidades, transmitiendo una visión homogénea y estrecha no solo de las obras abordadas, sino también de la realidad en que estas se inscriben. Tal vez parte del abismo cultural que divide a las sociedades en principio democráticas se encuentra también en esta distancia. La literatura tiene más que decirnos que los marcos con los que podemos aproximarnos a ella. Esta aspiración por una lectura abierta, interrogadora, libre, me parece que está en el centro del libro Contra Bolaño, de Carlos Walker.

3Bolaño es una de las últimas figuras de la literatura latinoamericana cuyo reconocimiento tuvo un carácter global. Al mismo tiempo, como fenómeno de mercado es el resultado de una serie de estrategias de posicionamiento editorial y autoral. El éxito y moda de su obra repercutió en la recepción crítica, que habría constituido un discurso en parte solidario de esas estrategias autorales y editoriales. Llegado este punto de consolidación, convertido en ícono pop de la literatura latinoamericana, Bolaño habría dejado de ser leído, o bien la lectura de Bolaño se volvió un triste eco de debates ajenos o una caja de resonancia de estrategias comerciales sin mucho contenido. Bolaño no se lee, podría decirse, desde la vereda de la contra. Por eso, estar en contra como modalidad de lectura es estar en “una posición que permite insistir en hacerle preguntas a lo que se lee” (16), contra la rigidez de los íconos. Es, en el fondo, luchar contra la reificación sacralizante y volver a pensar la lectura como actividad profana. Por otra parte, también es leer alejándose de “esa moral ingenua que se precia de señalar al mal para incitar a la virtud” (17), que ha querido ver en Bolaño una condena a la violencia a través de la ficción. Se trata, por lo tanto, de un ejercicio de desprendimiento de certezas y de aproximación a la precariedad e inestabilidad.

4Decir que Contra Bolaño es un libro sobre la lectura no es nuevo. David Oubiña señala que el libro busca “desmontar esas lecturas que — con buenas o malas intenciones, lo mismo da— parecerían ir a favor de la obra cuando en realidad, o precisamente por eso, acaban estrellándose contra ella y la obligan a encallar entre los peñascos del lugar común” (2022). Contra la “cháchara del consenso”, Walker propondría la lectura como un

irse por las ramas, hundirse en ese cajón de sastre que es el texto y salir de allí pertrechados con la misma colección grotesca y el mismo montaje monstruoso pero habiendo conquistado para ellos una configuración que ahora se nos aparece como perfectamente lógica. La crítica es un ars combinatoria. (2022)

5Cynthia Rimsky, a su vez, rescata la expresión “raspar la olla” para entender la forma de leer de Walker. Chilenizando —si eso es posible— la operación, Rimsky propone a Walker a la vez como autor de novela policial y como un “chileno convencido de que hay gato encerrado” (2022), donde

lo suyo no es imponer teorías premoldeadas por alguna Academia que da reconocimientos o citar largas parrafadas que le den autoridad. Él busca hacer hablar a las palabras, para eso necesita fingir que no le interesan, ponerle trampas, distraer su atención, tirarles tallas.

6Introduciendo el humor, el escepticismo, el método consistiría en “establecer relaciones que desorientan” (2022).

7En efecto, Contra Bolaño se organiza en veinticuatro textos breves, cercanos al género ensayístico, donde se exploran una serie de preguntas en torno a la obra de Bolaño. Walker se permite la digresión, el desarrollo de relaciones en apariencia lejanas, la búsqueda de diversas posibilidades, extraviándose en rutas insospechadas, para luego, de alguna manera, retomar el hilo que va lentamente tejiendo en torno a Bolaño. En el trayecto, sinuoso, lúdico, sopresivo, el principal diálogo se produce entre la literatura de Bolaño y la literatura en general (reciente y pasada), más que con la producción académica y crítica sobre Bolaño. Si bien hay una serie de alusiones a lecturas restrictivas sobre Bolaño, no encontramos un debate frontal con estas posiciones, sino que más bien se alude a ellas sin citarlas, como si no hubiera ahí una discusión que valiera la pena, y fuera mucho más enriquecedor el poner a discutir Bolaño con otras obras literarias, con ensayistas, o con debates culturales sobre el rol de la vanguardia o de la crítica literaria en determinados contextos. Por eso, más que dar cuenta de la tesis del libro en el marco de los estudios sobre Bolaño, me interesa leer este libro como un gesto crítico más amplio que encuentra en Bolaño un caso paradigmático.

8La preocupación por la crítica literaria ocupa, de hecho, un lugar central. Bisama, en un texto de presentación del libro, se pregunta: “¿Quiénes somos cuando leemos al otro, cuando aprendemos a reconocer el ritmo y la percusión de un estilo, o atrapar una imagen que se deshace en una aporía, como puro fragmento de sombra?” (77). La idea de una lectura que instrumentaliza lo literario es inconcebible si, al mismo tiempo, nos abrimos a la pregunta sobre la propia identidad al leer al otro, como si leer fuera una actividad contraria a la conformidad de lo mismo. Esta pregunta podría ampliarse a la de quiénes queremos ser cuando leemos. No se trata, en este caso, de saber quiénes somos cuando nos abandonamos al placer de leer una novela para entretenernos, evadirnos, distraernos, encontrarnos o perdernos, en general, sino más bien de la modalidad de lectura que supone la crítica literaria. Ante la interrogante sobre quiénes somos, tal vez la respuesta de Walker es, provisoriamente, saber al menos aquello que no queremos ser al leer, y anhelar lo que imaginamos como horizonte de lectura. Se trata entonces, a pesar de su carácter adversativo, de un libro profundamente afirmativo en su gestualidad.

9Para aproximarse al fenómeno literario, Walker restaura el concepto de “obra” como categoría heurística. Y propone, además, una cierta tesis genealógica para utilizarla. Más que definir qué es una obra, sugiere la presencia de un mecanismo interno de desarrollo. Es tal vez la obra entendida como variación en la recursividad. El libro pone a prueba esta idea según la cual “una obra cuaja cuando se pone en marcha una prolongación imaginaria de lo ya hecho y de lo que vendrá. Por lo mismo, ese instante es fruto de permanentes reactualizaciones y modificaciones” (36). Si bien podría pensarse que no toda obra responde al principio de la variación en la recursividad, una salida conceptualista consistiría en plantear que esta variación en la recursividad no necesariamente se produce a nivel imaginario o temático, sino que también a nivel de procedimientos. La lectura de una obra implicaría, necesariamente, ser capaz de detectar ese núcleo desde el cual se produce la variación que nutre su desarrollo y ramificación. Desde este punto de vista, otra manera de entender la metodología de Walker es por su propósito de “merodear alrededor de ese centro móvil con la idea de ir tanteando el repertorio de formas que despliega una obra” (36). Para Walker, es en La literatura nazi en América (1996; más específicamente en “El epílogo para monstruos”) que el universo de Bolaño se constituye. Una de las características de este universo es que se construye mediante un “gesto antológico” (19), donde se produce además una imitación enciclopédica que alude a distintos saberes. Walker postula, así, una continuidad entre la antología de escritores nazi de América y la antología de cuerpos femeninos asesinados.

10Si bien el reconocimiento del “centro móvil” que articula la obra de Bolaño podría considerarse como la tesis central del libro, lo cierto es que hay una segunda línea argumental no menos relevante que nace como respuesta a un posible contra-argumento a la primera tesis. El contra-argumento es bastante simple, y consiste en refutar el lugar central de La literatura nazi en América, ya que ahí no aparecen dos elementos cruciales del imaginario literario de Bolaño: Arturo Belano ni Santa Teresa. Walker, para desestimar este punto, traza una genealogía de Arturo B. Primero en Estrella distante (1996) aparece un Arturo B., y luego en tres cuentos de Llamadas telefónicas (1997). Ya en Los detectives salvajes (1998) Arturo Belano será una figura central. En “El Gusano”, advierte Walker, Belano alude a una rama mexicana de su familia, oriunda de Santa Teresa, de forma que “la primera aparición del nombre completo del personaje se realiza en conjunto con la primera mención de la ciudad ficticia” (26). Este hallazgo, tal vez inesperado con respecto al propósito de explorar el repertorio de formas que se despliega a partir del centro móvil, es abordado por la “relevancia y el carácter programático de esta conjunción entre personaje y espacio ficcional” (27). Esta observación de Walker, que menciona, no sin sarcasmo, como inédita en el campo de los estudios sobre Bolaño, le permite aseverar que Santa Teresa no está al final de la obra de Bolaño, sino que está presente desde el origen. Desplazar Santa Teresa desde 2666 hacia el origen de la configuración del universo literario, integrándolo de cierta forma al procedimiento de variación recursiva, choca con otra forma de pensar la literatura que prioriza el entender la literatura desde la referencialidad. En esta modalidad de lectura es más relevante saber si Santa Teresa corresponde a Ciudad Juárez, si está en Sonora o en Chihuahua, y las correspondencias con fenómenos sociales a los que implícitamente la literatura aludiría.

11Me parece que Walker piensa su escritura como una intervención en el campo de la crítica literaria. Esta proximidad con la crítica literaria proviene, en parte, de la obra de Bolaño mismo. Para Walker, en Bolaño hay un “permanente asedio a distintas formas de la crítica literaria a través del imaginario vanguardista” (49). Una parte del libro se pregunta, entonces, sobre el papel de la crítica literaria en el proyecto estético de Bolaño. Pero más que interesarse en los personajes críticos, Walker intenta entender “las relaciones que habilitan los usos de la crítica literaria que podemos encontrar al interior de sus textos, ya sea en cuanto a su concepción de la ficción, ya sea en lo relativo a su inscripción en la tradición literaria chilena” (82). Como espejeando la obra de Bolaño, Walker dialoga con la crítica literaria y la literatura. La ficción de Bolaño —donde la crítica literaria y el imaginario vanguardista es una forma de explorar tanto la ficción como la historia de la literatura— permite a su vez una apertura que, desde el ensayo académico (una de las formas contemporáneas de la crítica literaria), explora los límites de este tipo de discursividad mientras, al mismo tiempo, se abren preguntas acerca de la historia de la crítica literaria y su relación con la literatura.

12El hecho de que Wieder, de Estrella distante, sea el personaje que hace posible pensar la relación entre vanguardia y dictadura en Chile —y que, por lo tanto, habilita el leer esta relación a partir de la matriz antológica de la literatura nazi— le permite a Walker ver una continuidad que es un hallazgo. Así, para entender la proximidad entre vanguardia y nazismo sería necesario “concebir a la antología de mujeres asesinadas como su réplica y al mismo tiempo como su reverso” (50). Desde la perspectiva de Walker, la violencia contra las mujeres en Bolaño existe antes de Ciudad Juárez, de tal manera que no se trataría, en “La parte de los crímenes”,

de retratar lo peor del mundo en que vivimos, con la expectativa de ofrecer una pincelada de la barbarie a la que nos somete el orden mundial. Se trata, por lo pronto, de resignificar y modificar toda la obra precedente, para buscar, por esa vía, intervenir en la literatura y en su máquina de lectura e imaginación del mundo. (84)

13Esto hace que postule una intuición que recorre la obra de Bolaño, a saber que “el asesinato impune de mujeres es la llave que le permite a Bolaño imaginar su literatura. Hay una identidad entre la violencia sin rostro que golpea lo femenino y la literatura” (85). 

14Así como Walker explora la relación entre vanguardia y violencia, sugiriendo que en esta relación se juega algo central en la literatura de Bolaño, también examina detenidamente la relación entre vanguardia y crítica literaria. Al cuestionar “la reducción al absurdo de un campo de por sí pequeño” (77) —aludiendo a una polémica sobre el estado de la crítica literaria chilena que, en el 2021, se lamentaba del estado de esta en la prensa escrita—, Walker rescata que “la obra de Bolaño piensa las condiciones de posibilidad de lo literario a través de una reflexión permanente sobre las formas de la crítica literaria” (79). Como si en la ficción, finalmente, hubiera un modo más productivo de pensar la crítica literaria que lo que esta se permite pensar sobre sí misma. En la diversidad de modalidades de la crítica en Bolaño (notas bio-bibliográficas, de corte enciclopédico, formato reportaje, personajes que son críticos literarios), Walker encuentra un modo de pensar su propia actividad. El libro, entonces, se sitúa en esa larga historia de relaciones entre el discurso filosófico-crítico y la ficción. Historia llena de tensiones, atracciones e intentos de diferenciación que, en este caso, llevan más bien a una relación de mutuo enriquecimiento y de especulación.

15Aquí es donde es interesante el debate implícito sobre la crítica literaria y el hecho de que la vanguardia pueda ser considerada, más que como un momento histórico de la literatura, “como un operador anacrónico en permanente actualización, como un significante que permite pensar a través suyo a la literatura y a la crítica ante el tiempo” (48). Walker señala que pensar la tradición literaria desde coordenadas como “vanguardia” o “realismo” permite “interrogar las condiciones de posibilidad de la práctica crítica, una permanente práctica de refundación y refundición de las formas de la crítica” (48). Entonces, la vanguardia opera “como un término que insta a la mirada a volver hacia el pasado, para tomar posición ante el presente de la literatura, para imaginar su futuro” (49). Lo interesante es que estas reflexiones nacen desde la ficción de Bolaño, cuya forma de vincular crítica, literatura, vanguardia y violencia llevan a Walker a ver una relación entre la desatención a la vanguardia y la opacidad que produce mencionar la crítica literaria chilena como un discurso reconocible (en oposición a, por ejemplo, la crítica literaria argentina). Así como Bolaño no se interesa por la crítica literaria como un discurso autónomo, asistencial o subsidiario, sino que se interesa por la mezcla crítica-ficción, podríamos decir lo mismo acerca del interés de Walker por la ficción. Para Walker, “pensar la vanguardia a través de las formas de la crítica puede ser también una manera de intervenir radicalmente en nuestra literatura” (116). Creo, así, que la mejor forma de entender Contra Bolaño es como una intervención crítica en un cierto estado de cosas, donde se propone una forma de relación entre crítica y ficción que desborda los márgenes de la academia e intenta, aproximando ambos polos, y quitando de en medio el exceso de mecanicismo retórico de la academia y de los papers, restablecer un arte de la lectura como principal herramienta de porvenir de la crítica literaria.

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Bibliografía

Bisama, Álvaro, “Preguntas sobre la contra”, Taller de Letras no. 71, diciembre 2022, Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 76-78.

Compagnon, Antoine, Le démon de la théorie : littérature et sens commun, Paris, Seuil, 1998.

De Sutter, Laurent, Postcritique, Paris, Presses Universitaires de France, 2021.

Gadamer, Hans-Georg, Vérité et méthode. Les grandes lignes d’une herméneutique philosophique, Paris, Seuil, 1976.

Oubiña, David, “La biblioteca basurero”, Revista Santiago, 21 de noviembre 2022, Web.

Santos-Herceg, José, “Tiranía del paper. Imposición institucional de un tipo discursivo”, Revista Chilena de Literatura no. 82, Santiago, Universidad de Chile, 2012, 197-217.

Walker, Carlos, Contra Bolaño, Santiago, Lecturas Ediciones, 2022.

Rimsky, Cynthia, “El placer de raspar la olla. Sobre Contra Bolaño de Carlos Walker”, Revista Oropel, 2022, Web.

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Para citar este artículo

Referencia electrónica

Christian Anwandter, «Contra Walker o el porvenir de la crítica literaria (sobre Contra Bolaño de Carlos Walker)»Cuadernos LIRICO [En línea], 27 | 2024, Publicado el 20 julio 2024, consultado el 13 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/lirico/16132; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/122gn

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