Navegação – Mapa do site

InícioNúmeros85RecensõesMark Thurner, Jorge Cañizares-Esg...

Recensões

Mark Thurner, Jorge Cañizares-Esguerra (eds), The Invention of Humboldt. On the Geopolitics of Knowledge. New York and London: Routledge, 2023, 424 pp. ISBN 9781032139173.

Rafael Sagredo Baeza

Texto integral

1Este libro reúne doce trabajos sobre Alexander von Humboldt (1769-1859), su obra científica y el contexto en que se desenvolvió. La introducción, titulada “Tras las huellas de Humboldt”, constituye un verdadero prontuario en el que se enumeran las que se consideran conductas y actitudes censurables del explorador. La primera, haberse inventado a sí mismo. El cargo contra Humboldt, como el que se hace a generaciones de estudiosos humboldtianos que han ensanchado y profundizado sus huellas, se presenta en el contexto de una “geopolítica del conocimiento” que se caracterizaría por despreciar al mundo hispánico y transoceánico – el “Sur ignorante” – y valorar todo aquello producido en el contexto anglosajón. Ejemplo de lo cual sería el interesado olvido de los precedentes de Humboldt, como el que el naturalista omitiera a sus fuentes hispanoamericanas.

  • 1 Andrea Wulf, The Invention of Nature. Alexander von Humboldt's New World (New York: Vintage Books, (...)

2Los capítulos del libro más críticos de Humboldt y de quienes lo estudian, son los de sus organizadores, Thurner y Cañizares-Esguerra. Contienen reproches y cargos que conviven con juicios e impresiones hechos en un tono destinado a sentenciar, no a explicar. Al naturalista se le acusa de expresarse en tono magistral y solemne, haciendo pesar su autoridad; de haber sido utilizado por los que negaban las capacidades de los americanos; de pronunciar opiniones negativas sobre el Perú y su sociedad; de opacar a figuras americanas de la ciencia y la cultura; de buscar su propio engrandecimiento a costa del de otros; de ignorar a quienes lo precedieron; de hacer un uso selectivo de las fuentes, y, así, una lista de faltas. A estas se agregarían las de investigadores que luego se ocuparon de su quehacer, entre las cuales se cuentan el hecho de revivir su culto periódicamente, de no estudiarlo en todos sus matices, de no reconocer a otras figuras intelectuales y científicas, de ser apologistas de Humboldt, en definitiva, y ejemplificando con el libro de divulgación de Andrea Wulf, de haberlo situado como inventor de la naturaleza.1 A juicio de los editores, todo parte de un iceberg epistemológico, una especie de intriga destinada a socavar, cuando no borrar, el aporte hispano y americano al conocimiento. Tal y como habría hecho Humboldt en su época.

3Cierto que la dinámica mundial privilegia la producción del “Norte” por sobre la del “Sur”, pero, en mi opinión, los editores del libro en su imputación desconocen la obra historiográfica que desde hace décadas no sólo aborda el aporte del mundo hispano y americano al conocimiento, también identifica, explica e interpreta las expediciones ilustradas europeas transatlánticas destinadas a reconocer América, su naturaleza y sociedad, valorando el papel de la corona española y de los americanos en este proceso. En el afán por fundar su tesis, los editores ofrecen una representación idílica del papel de España en América durante el periodo colonial, criticando de paso a los patriotas que promovieron la independencia de la metrópoli. Entre otras obras de España, ésta no sólo había introducido la ciencia ilustrada –además de atendido alguna de las demandas de los americanos–, lo que no fue reconocido por Humboldt que también habría negado la capacidad epistemológica y tradición científica de los hispanoamericanos. Una afirmación discutible si se considera que el naturalista en sus obras aludió frecuentemente a sus fuentes, citándolas, y que en general en sus escritos valoró y ponderó la capacidad científica de los criollos americanos, además de referirlos, junto con sus escritos. Ahí está, como ejemplo significativo, el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, de 1822, en el que Humboldt cita diferentes fuentes americanas y, además, aprovecha de señalar la falsedad de algunas de las afirmaciones de los europeos que menospreciaban la naturaleza americana.

4Evidencias que desmienten también los planteamientos de Thurner y Cañizares-Esguerra sobre la actitud de Humboldt son algunos de los juicios del viajero, como el que señaló que “ninguna ciudad del Nuevo Continente, sin exceptuar las de los Estados Unidos, presenta establecimientos científicos tan grandes y sólidos como la capital de México”. También, cuando escribió que “… cito estos hechos separados, porque ellos dan una idea del ardor con que se ha abrazado el estudio de las ciencias exactas en la capital de la Nueva España…”. Además, Humboldt no fue el único crítico de la realidad política y social americana colonial. También lo fueron los propios españoles, como Antonio de Ulloa, quien escribió: “Cada hombre piensa las cosas según las concibe y yo me he encaprichado en no ser el gobierno de España el que conviene a las Indias”. O Malaspina, quien a fines del siglo XVIII afirmó que “era menester decidir estas grandes cuestiones: si el descubrimiento de la América y los accidentes que de él han dimanado hasta el día, pueden considerarse como una felicidad para la España actual”. Todas opiniones formuladas luego de recorrer y conocer el mundo americano, convivir e interactuar con sus habitantes, investigar en sus archivos, “apropiarse” del conocimiento local, en definitiva, como Humboldt, aprovechar su acceso al mundo colonial americano para ofrecer su representación de este.

5Pero si un par de citas aisladas pueden considerarse todavía insuficientes para discutir el juicio y tono que los editores de The Invention of Humboldt. On the Geopolitics of Knowledge han dado a su recopilación, las colaboraciones que lo componen también ofrecen antecedentes para prevenir, no sobre el revisionismo historiográfico, siempre necesario, ni siquiera aquí sobre la idealización de la dominación colonial, pero sí respecto de afirmaciones no sustentadas. Los artículos de los especialistas convocados no hacen plausibles, no ayudan a probar los planteamientos de sus editores. Estos señalan en la presentación del libro que se trata de una colección innovadora que disipa mitos sobre Humboldt, quien no habría sido ni genio, ni inventor de la naturaleza ni de la biogeografía, ni pionero de la globalización, ni de la investigación interdisciplinaria. Se le reprocha la omisión de la que nombran arqueología bajo sus huellas que no sólo él, sino también los humboldtianos, desconocerían sistemáticamente en el afán de ponderarlo. Los autores que participan en este libro ni siquiera discuten los “mitos” identificados, salvo Thurner y Cañizares-Esguerra en sus propias capítulos, o lo hacen muy tímidamente.

6En los sucesivos trabajos de los colaboradores, que por lo demás abordan temas interesantes, de manera documentada y la mayor parte ofreciendo efectivamente conocimiento original y perspectivas renovadas sobre Humboldt y su quehacer, se encuentran, desde el capítulo primero, debido a Leoncio López-Ocón, alusiones a la gran capacidad comunicativa del naturalista; reconocimientos al hecho de que fue un gran conversador y escritor; a que su transformación en héroe de la ciencia se debe a más que una cuestión de autopromoción; a la realidad de que hizo contribuciones fundamentales en varias ramas del conocimiento; a que se interesó en hacer relaciones entre lo orgánico e inorgánico; a que escribió una magna obra, el Cosmos; a que dio origen a un estilo, una escuela, más tarde llamada ciencia humboldtiana, y a que se esforzó por construir una red científica trasatlántica. Todas prácticas que contribuirían decididamente a rebatir las tesis de los editores.

7Florike Egmond aborda los interesantes paralelos y conexiones entre el mundo de la península itálica, representada en el naturalista paduano Alberto Fortis, y Humboldt. Ofrece un contexto a sus investigaciones, e identifica una tradición compartida, también llama la atención respecto de la necesidad de considerar las fuentes de inspiración del prusiano. Un tema valioso que apuesta por la comprensión más que por su censura. En el artículo de Peter Mason, centrado en el paso del naturalista por Tenerife, se reconoce el innovador enfoque de Humboldt sobre el mundo natural, su papel precursor de las ciencias actuales, su énfasis en las interconexiones, su afán comparativo global, la originalidad de sus representaciones visuales y su mirada romántico-estética de la naturaleza. Todo dando forma a un estilo propio anclado en tradiciones europeas, es decir, parte de un proceso que, sin embargo, se comprende, no le quitaron su capacidad única o forma innovadora de transitar nuevos derroteros. Que el científico neogranadino Francisco José Caldas influyó decididamente en el trabajo de Humboldt es conocido; que cofundaron la biogeografía, menos; que ambos son un ejemplo de lo que Alberto Gómez Gutiérrez en su artículo considera ejemplo de múltiples y simultáneos descubrimientos, un acierto para abordar el tema de la precedencia de un hallazgo científico y la participación de Humboldt en él. Luego de argumentar, la conclusión es convincente: sus síntesis biogeográficas son coincidentes pero diferentes. Elocuente forma de hacer historia analítica, que favorece la comprensión y estimula a profundizar en el tema.

8Tampoco Humboldt es objeto de un reproche definitivo a propósito de la colección que Mutis le entregó a él y a Bonpland, y que sirvieron para las publicaciones del prusiano. Para José Antonio Amaya, un incentivo en la búsqueda de nuevas pistas, además de las que ofrece, para llegar a establecer el papel de Mutis en la obra botánica de Humboldt y Bonpland. Es decir, una agenda de investigación que permite apreciar la construcción del conocimiento científico como lo que es, un proceso acumulativo, y dilucidar, como señala Amaya, si el papel reservado a Mutis por Humboldt y Bonpland es proporcional a su contribución. Sostener que la descripción que Humboldt hizo de Caldas fue condescendiente, como hace Neil Safier en su texto, no basta como evidencia para condenar al viajero. Señalarlo por haber nacido en un medio con recursos y contactos, menos. Tampoco que aprovechara el saber local para representar gráficamente paisajes verticales. Sobre todo, si, como sostiene Juan Pimentel en su texto, la ciencia es una empresa colectiva y, además, cada generación y cada cultura dota de nuevos significados a lo que se ofrece para su contemplación y estudio. No son condenatorias las observaciones que sobre Humboldt y su quehacer realizan Miruna Achim y Gabriela Goldin Marcovich. Al preguntar las autoras por las condiciones que hicieron posible a Humboldt recopilar materiales en México y luego transformarlos, en Europa, en objetos de conocimiento y exhibición, amplían el registro de posibilidades que ofrece la obra del naturalista.

9José Enrique Covarrubias en su texto alude a las conclusiones que extrajo Humboldt de su conocimiento de la economía novohispana, repitiendo que se apropió de un saber prexistente, como el mismo Humboldt reconoció, valora su capacidad para desplegar y globalizar el conocimiento que acumuló. Advierte también que su texto no ha pretendido quitar mérito al trabajo de Humboldt sobre la Nueva España, sino dar una noción sobre su alcance y limitaciones. El itinerario de una planta exótica sirve a Irina Podgorny para revelar los enredos de la ciencia, la política, la autopromoción y el negocio de las plantas exóticas, los invernaderos y los fertilizantes. Un caso apropiado para tratar de la producción cultural de la ignorancia que en el caso del cactus speciosus se relaciona con la costumbre de negar u omitir el conocimiento generado en otras lenguas. Un verdadero tema de investigación que obviamente permite abordar las prácticas de Humboldt, entre otras razones, porque, como señala Podgorny a propósito del desconocimiento u omisión de las contribuciones científicas, este escribió que ningún gobierno europeo había gastado mayores sumas para el progreso de la botánica que el gobierno español. Sin duda una expresión elocuente que, una vez más, no sirve para sostener el juicio al que los editores de esta obra someten a Humboldt.

Topo da página

Notas

1 Andrea Wulf, The Invention of Nature. Alexander von Humboldt's New World (New York: Vintage Books, 2015).

Topo da página

Para citar este artigo

Referência eletrónica

Rafael Sagredo Baeza, «Mark Thurner, Jorge Cañizares-Esguerra (eds), The Invention of Humboldt. On the Geopolitics of Knowledge. New York and London: Routledge, 2023, 424 pp. ISBN 9781032139173.»Ler História [Online], 85 | 2024, posto online no dia 19 setembro 2024, consultado no dia 12 janeiro 2025. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/lerhistoria/13667; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/12c7l

Topo da página

Autor

Rafael Sagredo Baeza

Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile

rsagredo@uc.cl

Topo da página

Direitos de autor

CC-BY-NC-4.0

Apenas o texto pode ser utilizado sob licença CC BY-NC 4.0. Outros elementos (ilustrações, anexos importados) são "Todos os direitos reservados", à exceção de indicação em contrário.

Topo da página
Pesquisar OpenEdition Search

Você sera redirecionado para OpenEdition Search