Serge Gruzinski, Quand les Indiens parlaient latin. Colonisation alphabétique et métissage dans l'Amérique du XVIe siècle. Paris: Fayard, 2023, 320 pp. ISBN 9782213720982
Texto integral
1Un nuevo libro de Serge Gruzinski es siempre bienvenido. Es un autor incisivo, imaginativo, que introduce ideas que han llevado a los historiadores a repensar el pasado novohispano y al lector a tener páginas de buena lectura. Esta obra retoma discusiones que estaban presentes en mayor o menor grado en algunas de sus publicaciones previas, como Conversation avec un métis de la Nouvelle-Espagne (2021), La machine à remonter le temps (2017) y su muy citada La colonisation de l'imaginaire, Sociétés indigènes et occidentalisation dans le Mexique espagnol, xvie–xviiie siècle (1988); todas con ediciones en español y otras lenguas. Vistas en conjunto, son un notable recorrido intelectual por la memoria, las representaciones, los equívocos, las manipulaciones y las adaptaciones mutuas entre la cultura de los conquistadores y de los conquistados.
2En el continuo ciclo de dispersión y síntesis que siempre recorre la historiografía, este volumen (dedicado, muy apropiadamente, a Enrique Florescano y Alfredo López Austin) se acerca a esta última alternativa. Cuando se examinan sus notas (en más de 30 páginas, al final) se aprecia la influencia de los grandes generalistas con una amplia visión del pasado, como los arriba mencionados; y, también, las aportaciones de una miríada de investigadores que han publicado estudios especializados en revistas que casi nadie lee fuera del enrarecido ámbito de la academia. El autor remite hacia estos antecedentes historiográficos, elabora ideas que había insinuado previamente y argumenta sobre nociones que han sido y siguen siendo polémicas. Presenta también propuestas para lo venidero, como cuando propone una arqueología de los orígenes del mestizaje que evite tanto el biologicismo como las retóricas de la historia cultural. Que estas iniciativas sean adoptadas o no es algo que se verá con el tiempo, porque los rumbos del interés de los historiadores (y del público lector) suelen ser imprevisibles.
3Este es un libro a la vez atractivo y de densa lectura. Abunda en conceptos, metáforas y metanarrativas en que el autor habla del pasado pero también (en la introducción y el epílogo) de sí mismo y del múltiple y desconcertante mundo actual. Hay párrafos donde compara y halla similitudes entre la revolución alfabética introducida por los europeos en los mundos americanos con otra revolución, la digital, de la que somos actores a veces entusiastas y en otras resignados, con efectos que sólo en parte comenzamos a percibir. El texto impreso cede ante el digital, con una metamorfosis en procedimientos y hábitos que, como dice el autor, “fait peur”. Es una inversión del presentismo, donde el letrado del presente se mira y reconoce en los que vivieron hace varios siglos.
4Formalmente, el asunto de este libro es la Psalmodia Christiana, y Sermonario de los Sanctos del Año en lengua Mexicana: compuesta por el muy R. Padre Fray Bernardino de Sahagun, de la orden de Sant Francisco. Ordenada en cantares o Psalmos; para que canten los Yndios en los areitos, que hacen en las Iglesias, impreso por Pedro Ocharte en 1583. Este volumen tenía en la portada a Cristo en la cruz, entre la Virgen y San Juan, que bien mirado debería haber sido la de la edición en comentario, aunque los editores han preferido el visualmente muy atrayente “Misal de San Gregorio” (preservado en el Musée des Amériques, en Auch). Los mencionados “areitos” vienen de una expresión taína y se refieren a la notable adhesión mesoamericana a las danzas rituales en los templos, que los misioneros recuperaron para sus propios fines. En realidad, las ambiciones de esta publicación son mucho más amplias. Los que habrían sido antecedentes y contexto aquí adquieren vuelo y vida propia. Es bueno que así haya sido, porque da pie a Gruzinski para ocuparse de lo que llama alternativamente “oleada” o “asalto” alfabético del Nuevo Mundo, los precedentes granadinos y caribeños de la evangelización, la educación de los jóvenes nobles nativos y los experimentos educativos del convento franciscano de Texcoco, del posterior colegio de San José de los Naturales (en el “convento grande” de los seráficos de México) y el muy celebrado studium de Santiago Tlatelolco (donde, como dice el título de esta obra, los alumnos se comunicaban cotidianamente en latín). También tienen espacio los temas relacionados con la formación de muy capaces humanistas indios, lo que llama un “laboratorio de lenguas” en el que se entremezclaban el náhuatl, el español y el latín, el paso del scriptorium a la imprenta, así como notas muy pertinentes sobre la música y la danza como instrumento a la vez de expresión y de evangelización.
5No se trata exactamente de que haya grandes y sorprendentes novedades en la historia de los acontecimientos e instituciones aquí explicadas. El corpus documental básico y las referencias de las antiguas crónicas son bien conocidos desde hace varias décadas, después del formidable impulso dado por Miguel León-Portilla, James Lockhart y sus discípulos; y en muchos aspectos sigue estando muy vigente lo planteado por Robert Ricard en La conquista espiritual de México (1947). Desde luego, han aparecido en todos estos años algunas crónicas y evangeliarios, varias ediciones muy raras han sido republicadas cuidadosamente, así como son muy numerosas las contribuciones sobre aspectos institucionales, precedentes filosóficos, traducciones del náhuatl, estudios lingüísticos y biográficos. La multiplicación es buena, pero puede hacernos perder la perspectiva del conjunto que aquí Gruzinski oportunamente reconstruye con su habitual erudición y elocuencia.
6Agrega provocaciones argumentales, como cuando dice que los verdaderos conquistadores del Nuevo Mundo fueron el papel, la pluma, la tinta, el libro y el latín. Insiste en el impacto que debió tener la novedad de la escritura alfabética y la impresión mecánica en una cultura que las desconocía, así como la introducción súbita de la historia, la filosofía y los grandes pensadores de Occidente. Muestra que, aunque fueron el resultado indirecto de una conquista, no pueden comprenderse como una simple imposición, sino que dieron lugar a la conformación de un grupo de letrados nativos que adaptaron los textos sagrados, la polifonía y el canto llano a una nueva realidad y dieron su particular versión de lo que había sido la sociedad prehispánica. Los párrafos que se refieren a esta comunidad ilustrada están muy bien logrados, así como lo que el autor imagina fueron las grandes bibliotecas colegiales donde podía leerse a Santo Tomás, Ovidio, Tito Livio y Cicerón. Debió de ser, sin duda, un ambiente intelectual inédito y muy notable.
7Hay dos aspectos que conviene comentar antes de entrar a una idealización de esta variante indiana de una “república de las letras” compuesta por músicos, dramaturgos, intérpretes, traductores, cronistas y poetas trilingües. Uno de ellos es su restringida delimitación, porque tuvo su espacio en los conventos franciscanos de México, Texcoco, Tlatelolco y sus alrededores, con algún aislado equivalente local en sitios como el convento agustino de Tiripetío (bajo la influencia del filósofo fray Alonso de la Veracruz). El otro es su relativa brevedad. Como Ricard sostuvo en su momento, la combinación de la muerte de los primeros misioneros, la hostilidad de los colonos españoles que no veían bien a posibles rivales por oficios y dignidades, la progresiva desconfianza de la Iglesia de la contrarreforma hacia los experimentos e innovaciones (como la traducción a lenguas nativas de las Escrituras) y los fatales efectos de las epidemias llevaron al abandono o deterioro de muchas iniciativas, entre ellas la formación de una elite ilustrada indígena. En muchos sentidos, la publicación de la Psalmodia es uno de los productos finales de un proyecto que no tuvo continuidad hasta que la “cédula de honores” de 1697 abrió la puerta a la ordenación de sacerdotes nativos con estudios universitarios.
8Gruzinski no se remite a este futuro inmediatamente posterior a sus años de interés, sino que de manera sorprendente se adelanta varios siglos. En el epílogo elogia a los bailarines contemporáneos Pina Bausch y Hofesh Shechter, cuando halla que restituyen el impacto de lo no verbal, el frenesí de lo gestual, el fervor colectivo, la existencia de múltiples interpretaciones. Tal parece como si el autor se hubiera apartado de la linealidad unidireccional del tiempo que es propia de la cultura occidental para adoptar (al menos aquí) la visión cíclica del devenir que era propia del mundo mesoamericano, donde los acontecimientos se repetían sin ser nunca iguales, porque los hombres podían también crear su propio destino. Así visto, los “areitos” de estos danzantes europeos del presente, con sus obvias diferencias, no están tan lejos de aquéllos que se movían en el atrio de los templos al ritmo marcado por los textos de la Psalmodia.
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Felipe Castro Gutiérrez, «Serge Gruzinski, Quand les Indiens parlaient latin. Colonisation alphabétique et métissage dans l'Amérique du XVIe siècle. Paris: Fayard, 2023, 320 pp. ISBN 9782213720982», Ler História [Online], 84 | 2024, posto online no dia 12 junho 2024, consultado no dia 21 janeiro 2025. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/lerhistoria/13437; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/11ur0
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