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Redes de confianza, vecindad y comercio en el imperio español: criollos, españoles y extranjeros en el Río de la Plata, siglo XVIII

Redes de confiança, vizinhança e comércio no império espanhol: criollos, espanhóis e estrangeiros no Rio da Prata, século XVIII
Networks of Trust, Neighbourhood and Trade in the Spanish Empire: Creoles, Spaniards and Foreigners in River Plate, 18th Century
Réseaux de confiance, de voisinage et de commerce dans l’empire espagnol: Créoles, Espagnols et étrangers dans le Río de la Plata, XVIIIe siècle 
Silvina Andrea Mondragón e Víctor Osvaldo Pereyra
p. 143-163

Resumos

Ao longo do século XVIII, a recusa ou aceitação dos estrangeiros nos circuitos de sociabilidade locais e, portanto, a sua participação como atores políticos e económicos, dependia em grande medida da vigilância e controlo que a própria população fazia deles. Tratava-se de um fenómeno espontâneo no qual as autoridades locais não interferiam, exceto quando algum conflito extraordinário requeria a sua intermediação. A partir de documentação colonial, como as atas e acordos do Cabildo de Buenos Aires, procuramos reconstruir o perfil sociológico e socioeconómico das redes de vizinhança local no que toca à incidência de estrangeiros na sua morfologia.

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Notas do autor

En el desarrollo de este trabajo, nos hemos visto beneficiados por la ayuda y la lectura valiosa de colegas de la Universidad Nacional de La Plata, Carlos Birocco, Facundo Roca y Emir Reitano; y también de Paulo Possamai, de la Universidad Federal de Pelotas, Brasil. También queremos agradecer a la audiencia del Simposio Internacional: “Beloved Enemy: United Kingdom and Spain in the 18th century”, University College London, 24-25 febrero, 2020, Inglaterra.

Texto integral

1Dada la constatación de un aceitado aparato de corrupción en las colonias americanas, a finales de la década de 1970 se pensó en el imperio español como una estructura de poder anquilosada, impotente e incapaz de garantizar el eficaz control de la administración de ultramar por lo menos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVIII (Burkholder y Chandler 1977). Con el tiempo, esta primera aproximación fue mitigada en tanto se evaluó la posibilidad de que la corrupción generalizada fuera producto de complejos procesos de negociación entre las elites locales y el aparato de estado, funcionales a la reproducción de un gobierno de consenso que no amenazaba la existencia del imperio (Lynch 1991). La imbricación funcional entre las elites americanas y las instituciones estatales (los cargos de Audiencia se comienzan a vender en 1687) dio por resultado el reconocimiento de las elites criollas como actores protagónicos del periodo colonial y, por ende, se alentó el estudio de su taxonomía sociológica y de su capacidad de resistencia y de integración frente al poder de la corona (Gelman 1999). Así, se analizó su dinámica política, social y económica, la forma en que se conformaron los primeros gobiernos americanos de acuerdo a las lógicas del poder político que organizaron y, más recientemente, sus cosmogonías socio-culturales en tanto “no sólo interesa lo que un individuo ‘es’ (noble, comerciante o campesino), sino lo que ese individuo ‘hace’, es decir, sus prácticas sociales” (Ponce Leiva y Amadori 2006, 31).

2Este punto es de importancia para lo aquí planteado: a partir de las actividades cotidianas de los miembros de las elites porteñas en la primera mitad del siglo XVIII, ya fueran españoles o extranjeros, y sobre todo a partir de su interacción con personas que no pertenecían al mismo sector: ¿cómo se definía quiénes eran los vecinos? ¿Los extranjeros eran miembros de la comunidad local? ¿Eran percibidos por los criollos y los españoles como vecinos, a pesar de su condición de extranjeros? ¿Incidía en esta percepción el hecho de que estuvieran diferenciados por el acceso o no a la riqueza? En este trabajo buscamos reconstruir, de manera exploratoria, las redes de confianza y vecindad en las que se amalgamaron ingleses y porteños (extranjeros y súbditos del rey) en la primera mitad del siglo XVIII, para encontrar puntos de inflexión que nos permitan comprender el articulado social, político y económico por medio del cual actuaron los vecinos y el propio cabildo. Nos interesa conocer sus estrategias de adaptación en una sociedad que, si bien en su definición formal era un espacio colonial, sabemos que en la práctica cotidiana se trataba de una enunciación jurídica formal bajo la cual se podía operar con relativa libertad.

3Tamar Herzog ha señalado que la pertenencia e inclusión en las comunidades hispanoamericanas se definía por mecanismos de integración que reflejaban la dificultad de distinguir entre ciudadanía local (vecindad) y comunidad del reino (naturaleza). De acuerdo a su análisis, la variable que definía la pertenencia era la lealtad de los sujetos que, con su reputación y su accionar concreto en favor de la comunidad, garantizaban su inclusión. Debido a la inmensidad territorial del imperio, las comunidades contenían sujetos que no compartían un mismo lugar de nacimiento, ni una misma identidad cultural. Esto mismo hizo que la filiación identitaria del reino se proyectara como la suma de todas las comunidades locales (Herzog 2021). De acuerdo a esta perspectiva de análisis nos interesa conocer la forma en que miembros de las élites porteñas, ya fueran extranjeros o no, actuaban en el mundo cotidiano de la primera mitad del siglo XVIII, no tanto desde su condición de clase sino de la de vecinos. Sin desconocer su sector de pertenencia, se busca integrarlos en el análisis de la dinámica del todo social.

4En efecto, las instituciones, el imperio, las villas o los cabildos, por citar sólo ejemplos, lejos de ser entelequias, fueron producto de la negociación, la racionalidad o los intereses de seres humanos concretos. Es algo lógico: cada individuo cuenta con un capital relacional, de cuyas redes de solidaridad puede beneficiarse, pero a las que también está obligado a retribuir. No obstante, las redes no se entablan necesariamente entre iguales: individuos de distinta extracción económica, social y cultural interactúan en la vida cotidiana dando forma a lógicas de funcionamiento como los circuitos del intercambio o los sistemas de creencias (Tilly 2004, 3). Se busca así conocer cuáles eran los mecanismos de agrupación, qué los determinaba, qué redes de confianza establecían, y, sobre todo, cuál era el resultado político de esta ecuación social. Como se desprende del análisis de redes de confianza y vecindad hecho por el sociólogo estadounidense Charles Tilly, siguiendo las trayectorias vitales de los sujetos es posible reconstruir las acciones colectivas, ya sean de asociación, cooperación, resistencia o conflicto, con lo cual se llega por fin a comprender desde la capacidad de agencia de los involucrados, la trama social general. Los constructos relacionales que tejen los sujetos, por ósmosis o con intención, terminan por condicionarlos. De hecho, cada red no sólo suele sobrevivir a los que la fundaron, sino que también puede desplazarse geográficamente, con lo que termina por adquirir nuevas fisonomías sin perder lo que en su origen le dio sentido.

  • 1 Las élites americanas estaban formadas por quienes pertenecían al sistema político local del que (...)
  • 2 Basta señalar el caso del gobernador de Buenos Aires Velasco, al que se lo separó del cargo y se (...)

5Vamos a estudiar ahora su funcionamiento en la ciudad puerto de Buenos Aires ya que como caso testigo es de suma utilidad. Desde fines del siglo XVII y sobre todo a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII, la ciudad se benefició excepcionalmente del acelerado desarrollo del espacio atlántico lo que la ubicó como punto neurálgico del comercio a gran escala (Socolow 2009). Pero también hechos lejanos repercutían en sus tierras: conflictos de larga data entre España y Portugal modificaron su dinámica ya que, a partir de la fundación de la colonia del Sacramento en 1680, la ciudad de Buenos Aires adquirió un importante rol geopolítico en tanto baluarte de la defensa de los intereses de la corona española frente al avance del imperio portugués hacia el sur. Una de las consecuencias lógicas de este fenómeno fue la participación de algunos de los vecinos y comerciantes de la ciudad en los circuitos del contrabando que los ingleses tenían aceitado con los portugueses en la colonia (Possamai 2011). Asimismo, la participación de los funcionarios y agentes de la corona en el comercio ilegal, terminó por favorecer el desarrollo de una elite local1 que mantuvo un trato conveniente y amigable con los extranjeros dedicados al comercio, más allá de que en determinados momentos se favoreciera a una fracción de esa elite en detrimento de otra (Birocco 2017, 7).2

  • 3 Se calcula que este tipo de control institucional fue financiado con la plata de Potosí y los ben (...)
  • 4 Auto del gobernador del 28 de julio de 1692, in Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires ( (...)

6Aunque la metrópoli reforzó el andamiaje institucional y militar del periférico puerto de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XVIII (Moutoukias 1988a, 247),3 esto no significó un férreo ataque al contrabando (Possamai 2014, 159). Todo lo contrario: se supone que lejos de resistirlo, se benefició de su existencia (Possamai 2014, 220). De hecho, el comercio ilícito se dobló en un pujante crecimiento económico y poblacional de la ciudad puerto que se hizo evidente en la última década del siglo XVII. En este sentido, en 1692 el gobernador de Robles dictó un auto para autorizar al cabildo a efectuar la venta de parte del ejido de la ciudad. Justificó la medida en la necesidad de sostener el crecimiento demográfico que presionaba sobre los terrenos que rodeaban el trazado urbano original hecho por su fundador, Juan de Garay. El auto del gobernador es la demostración de que había un grupo de vecinos con el dinero suficiente para financiar la compra de tierras.4

  • 5 A partir del Tratado de Utrecht, España cedió a Inglaterra el tráfico de 144000 esclavos en un pl (...)

7Este periodo de presión demográfica y económica sobre las tierras marca un contexto histórico particular: aquel previo a la instalación del virreinato del Río de la Plata (1776), cuya particularidad radica en que las lógicas de dominación y de control social, todavía disfrutaban de una autonomía relativa en manos de las elites locales, formadas básicamente por comerciantes criollos y españoles y funcionarios y militares de la corona. No por azar, este tiempo coincidió con el protagonismo de los agentes ingleses de la South Sea Company en la vida cotidiana de Buenos Aires y su hegemonía no solo económica, sino también simbólica (Sorsby 1975, 123). El tratado de Utrecht, firmado en 1713 entre España y Gran Bretaña, que selló el fin de la guerra de sucesión española, significó también el inicio de la presencia legítima de ingleses en Buenos Aires ya que, por medio del tratado, fue concedido a la corona británica el Asiento de esclavos en algunos puertos americanos.5 La observación perspicaz que el consejero del Consejo de Indias, Francisco de Varas y Valdés, hizo en 1725 nos permite acceder a la imagen que circulaba entre los funcionarios españoles respecto de la alianza funcional que mantenía la corona inglesa con sus comerciantes de ultramar:

No se ignora que los ingleses no hicieron el empeño del Asiento por el útil que había de conseguir en la compra y venta de negros […] solo fueron con el fin de entrar y salir libremente con capa de asiento en todos los puertos de América, negociar en ellos sus efectos, reconocer las poblaciones internas, establecer sus casas y familiarizarse con aquellas gentes, casarse con mujeres ricas […]. (Apud Gómez Molleda 1950, 364-365)

  • 6 Tamar Herzog ha sostenido, con razón, que los cabildos americanos irradiaban su influencia simból (...)

8De acuerdo a su opinión, los objetivos ingleses en las tierras americanas incluían el avecinamiento como parte de su estrategia comercial. De hecho, la South Sea Company, empresa a la que la corona inglesa cedió el comercio de esclavos, tuvo desde el principio una fuerte presencia en el paisaje urbano de la ciudad de Buenos Aires: la compañía se instaló en dos grandes terrenos ubicados en puntos neurálgicos del puerto. Hacia el sudeste de la ciudad, se ubicó en la antigua casa de la Compañía Francesa de la Guinea (la anterior concesionaria) y hacia el nordeste, en la residencia del Retiro, que había sido construida por el gobernador Agustín de Robles (Mir 2008, 32). Es probable que el conjunto de negocios y de posibilidades abiertas a los criollos y a los funcionarios y militares españoles a partir de la gestión inglesa del Asiento de esclavos haya incidido en la reconfiguración de los sectores dominantes vinculados tanto al contrabando como al comercio lícito. Con el paso del tiempo, integraron una élite que se afianzó con la patrimonialización de los dispositivos políticos del gobierno local y que en el largo plazo terminaría por disputarle a los propios ingleses la gestión del tráfico mercantil (Herzog 2010).6

  • 7 El autor propone una hipótesis interesante: que en buena medida la tensa relación que la South Se (...)

9Se puede inferir que el contrabando infundió una acelerada dinámica económica a la ciudad de Buenos Aires que terminó por exceder ampliamente su frágil estructura urbana con lo que se modificó la morfología de los sectores dominantes y de las redes de vecindad porteñas (Moutoukias 1988b, 175). No obstante, la influencia local de la South Sea Company encontró un límite cuando bajo la premisa política “paz con Inglaterra y guerra con nadie”, Fernando VI firmó en 1750 el Tratado Particular de Indemnizaciones y Comercio que puso fin al Asiento inglés e inauguró una nueva etapa de la relación política y comercial entre Inglaterra y España (Donoso Anes 2008, 32).7 A partir de aquí desarrollamos el análisis en dos apartados. En el primero, buscamos un acercamiento inicial a la morfología de las redes de confianza y vecindad porteñas, destacando que la pertenencia a la red de los sujetos y las familias se daba por encima de la condición de extranjeros o naturales del reino. En el segundo apartado, procuramos rastrear las variables que definían la pertenencia a estas comunidades, prestando especial atención al carácter coyuntural de la relación entre los miembros del cabildo, la iglesia y los ingleses, para resaltar que tanto la dinámica política internacional como la clase social fueron determinantes en el tratamiento de los extranjeros.

1. Redes de confianza, vecindad y comercio entre criollos, españoles y extranjeros

10El 18 de julio de 1732, el gobernador Bruno Mauricio de Zabala se involucró en los acuerdos sellados por el gobierno local en torno a la prosecución de las obras de construcción del edificio del cabildo y de la cárcel de la ciudad. Al parecer, estas dependían en buena manera de que el Asiento de negros saldara la deuda de 9000 pesos que debía al cabildo de Buenos Aires en concepto de cargas públicas por los tercios de corambre y los bienes de propios del ayuntamiento. El mandatario

  • 8 Acuerdos…, Serie II, Tomo VI, pp. 502-503.

devia de mandar y mandaba así mismo q. /dho cavildo con brevedad liquide la quenta con dho Real Haziento para que de este modo sacándose de su poder toda la cantidad que rrestare se de la Providencia que tuvieren por mas combeniente para la seguridad y aumento de dho dinero.8

  • 9   La relación entre jesuitas e ingleses no era asimétrica. De hecho, dos reconocidos médicos de b (...)

11Lo ordenado por el gobernador expone una situación conflictiva de base. Al parecer el Asiento de esclavos gestionado por los ingleses mantenía una deuda con el cabildo desde hacía tiempo según consta en el documento original. Allí se consigna que, si bien se había hecho una entrega previa de 6000 pesos, no había alcanzado para continuar en tiempo y forma con las obras previstas. Más allá del efectivo cumplimiento con las obligaciones contraídas, lo que nos interesa rescatar en términos de análisis histórico es el hecho de que la construcción de los edificios que oficiarían como sede del gobierno colonial y de la justicia ordinaria del cabildo dependiera de los pagos del Asiento de esclavos inglés. ¿Cómo estaba urdido el entramado de intereses y relaciones políticas y económicas que permiten explicar esta situación? Al parecer los préstamos monetarios entre extranjeros, criollos y españoles se convirtieron en un dato de la realidad desde el momento en que los ingleses desembarcaron en Buenos Aires. Por caso, con los jesuitas entablaron una alianza conveniente que se tradujo en la entrega de 15000 pesos a Thomas Dover, representante del Asiento, sin garantías ni intereses. El favor fue devuelto con el tiempo cuando Dover prestó dinero a la orden para que pueda terminar la construcción de la iglesia de San Ignacio (Mir 2008, 33).9

  • 10 En otro estudio, Fernando Jumar (2004, 191) ha sostenido que en realidad la Colonia del Sacramen (...)

12Los dos ejemplos anteriores permiten suponer que los sectores hegemónicos porteños se desarrollaron en la primera mitad del siglo XVIII al ritmo de la South Sea Company por lo que es probable que locales y extranjeros en lugar de disputar, compartieran las pingües ganancias que aportaba el comercio ilegal (Jumar 2016, 191).10 En gran medida, era posible porque desarrollaron una relación de intercambio de favores políticos y económicos mediante la cual, los porteños ofrecían cobertura política a un grupo de ingleses que retribuían dinero porque tenían control del mercado ultramarino. Es por esto que, aunque vemos al Asiento de negros figurar como deudor en los Acuerdos del cabildo, no constituye ni una afrenta al gobierno local ni una disputa de intereses. De hecho, la imbricación conveniente entre ingleses y criollos y la importancia comercial (lícita e ilícita) del puerto de Buenos Aires se hizo evidente en 1735 cuando el director del Asiento de negros, Rudolph Tooke, fue designado Gran Maestre para Sudamérica de la Gran Logia de Free Masons, fundada en Londres en 1717 (Maguire 1969, 10). Es claro que en el nombramiento influyó también la relativa autonomía política respecto de la metrópoli de la que disfrutaban los oficiales del gobierno colonial local (Mir 2008, 65-66). Sin embargo, hasta aquí nos hemos referido a los contornos de las redes de confianza que se habían consolidado entre los súbditos del imperio español y los ingleses que ocupaban cargos de importancia: funcionarios de la South Sea Company que podían costear préstamos dinerarios, deberle al cabildo o dirigir la masonería en el cono sur.

  • 11 Salcedo asumió el cargo de gobernador el 22 de marzo de 1734, en reemplazo de Bruno Mauricio de Z (...)

13Pero ¿qué ocurría con los británicos que habían decidido quedarse a vivir en Buenos Aires a partir de la articulación de negocios (a diferentes escalas) con los vecinos de la ciudad? Un caso muy interesante es el de Carlos Wright, herrero de origen que, por su vínculo laboral con el Asiento, terminó por involucrarse ventajosamente en el contrabando. Sus hijos y sus nietos, disfrutaron de la propiedad de amplias extensiones de tierras en la provincia argentina de Entre Ríos (Djenderedjian 2003). Aunque excepcional por el patrimonio acumulado, el de Wright no parece haber sido un caso aislado sino todo lo contrario: es indicativo de que el contrabando se había convertido en un problema de envergadura para la corona porque había involucrado a los distintos sectores socioeconómicos y no solo a los más ricos. Es por esto que el recientemente nombrado gobernador Salcedo11 envió una carta al cabildo el día 26 de mayo de 1734 en la que exponía lo siguiente:

  • 12 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 64.

[…] se pratica la yntroduzyon de géneros de ylizito comercio en esta dha. Ciudad por la grande extracción de plata q. se ase fasil por la proximidad de la Colonia de los Portugueses sin q. aian vastado repetidas provid.zas q. se es dado por este gov.no para que seze/ y como para castigar con las penas condignas a los introductores se allá suma dificultad de averiguar q.nes este exersicio por q. lo estendido del pueblo y la abundancia de gente de todas esferas lo asen […] q. esta dicha ciudad se divida en quarteles q. para cada quartel se nombre un diputado q. este entienda de zelar el modo de vida de los vecinos estantes ávitantes en su quartel y q. teniendo noticia q. alguno se emplea en el exercisio de tal contrabandista lo aseguren y dé quenta a este gov. […] y para que lo contenda en esta providencia se practique con el mor. Azierto manda q. el cabildo, justicia y rexim.to de esta dha. Ciudad nombrará de sus yndividuos los referidos diputados que debe vivir dentro del distrito de sus quarteles cada uno haciendo lista de los q. fuesen señalados con la expresión de el quartel y calles de q. se componen y otra lista del vecindario por sus quarteles apuntando en ellos los extranjeros y vagabundos para tomar la provicencia combeniente.12

  • 13 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 65.

14La preocupación del gobernador en torno a la detección y control de los extranjeros que vivían en la ciudad y que, según él, debían de estar necesariamente involucrados en la cuestión del contrabando, parece haber sido categórica ya que tres días después, el 29 de mayo, Salcedo insistió con que había mandado al cabildo que nombrase diputados para poder dividir en cuarteles la ciudad y se pusiese nombre a las calles y se sacase la lista de los extranjeros y vagabundos para que se la remitieran.13 En menos de una semana, el gobernador había referido en dos oportunidades a los extranjeros como peligrosos, del mismo modo del que lo había hecho con los vagabundos. El mandatario tampoco había hecho excepciones derivadas de las jerarquías socioeconómicas: según su apreciación, el contrabando había involucrado al conjunto de vecinos a despecho de sus pertenencias estamentales.

  • 14 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 66.
  • 15 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 33.

15Pero la insistencia del mandatario en torno a la localización y definición de los extranjeros no parece haber sido producto de un hecho aislado. El año había comenzado con una denuncia hecha por Don Juan de la Palma en torno a los elevados precios de los medicamentos que un trío de médicos ingleses cobraba en la botica en la que se habían asociado. La noche del 12 de marzo de 1734, el cabildo acordó citarlos para que puedan explicar la situación.14 El cabildo terminó por comisionar a dos diputados y al médico cirujano de la ciudad, el doctor Francisco Crespo, para que se presenten en el negocio a corroborar la veracidad de la denuncia.15 Sin embargo, entre la denuncia en contra de los galenos ingleses hecha por Palma y el bando del gobernador de fines de mayo, el cabildo de Buenos Aires tuvo que hacer frente a un problema de mayúsculas proporciones con los directivos del Asiento de esclavos que, suponemos, hubo de haber influido negativamente los ánimos en torno a la cuestión de los extranjeros.

  • 16 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 53.
  • 17 El gobernador mandó a hacer un inventario de los cueros que estaban en posesión de la ciudad. El (...)

16De hecho, las evidencias históricas para medir la inclusión/exclusión de los ingleses en la ciudad la aportan una sucesión de conflictos que se sucedieron en las tres primeras décadas del siglo XVIII, y que tuvieron por protagonistas al gobernador, los oficiales del cabildo y a los extranjeros que vivían en la ciudad. Estos conflictos dejan al descubierto un entramado complejo de intereses y reciprocidades de vieja data que parece haber encontrado su punto de saturación en 1734. El 21 de abril de 1734, se reunieron los cabildantes por orden del gobernador para vehiculizar la resolución de un problema acuciante: el ayuntamiento debía garantizar la devolución de treinta y dos mil cueros de toros que los directores del Asiento de negros habían otorgado como empréstito a Francisco de Alzaybar para la carga de un navío transatlántico.16 El empréstito de los cueros puso de manifiesto un triángulo de intereses por demás revelador de la dinámica económica y política de la ciudad. El cabildo se vio en la obligación de tratar la deuda que un gran comerciante había contraído con el Asiento inglés, pero según se desprende de la documentación, su capacidad de negociación y/o injerencia no alcanzaba para lograr un acuerdo equilibrado entre las partes. De tal forma que el día 24 de abril, el alcalde informó que el gobernador Salcedo había llegado finalmente a un arreglo con los ingleses del Asiento a pesar de la resistencia que opusieron a la propuesta hecha por el mandatario. Al parecer, los ingleses habían aceptado recibir los cueros que la ciudad tenía en las barracas y en la otra “banda”, y que se le concediera a la ciudad un plazo de un año para terminar de devolver el resto de los cueros.17

  • 18 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 54.
  • 19 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 55.
  • 20 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 55.

17Pero el acuerdo tenía una cláusula que alarmó a más de un regidor: los cueros restantes serían tomados a 9 reales y no a 11, que estaba en concordancia con el 8,5% de interés que se acostumbraba cobrar en la época.18 Para el 26 de abril, el acuerdo sellado entre el gobernador y el Asiento, había puesto en alerta a los cabildantes y más de uno desconfiaba del mismo. Por caso, el alcalde de primer voto expresó que debían tomar en cuenta que de los 17.000 cueros que aún faltaban devolver, se debían considerar en stock (y por ende ser tomados a 11 reales), los 4.000 y tantos cueros que estaban guardados en las barracas y los 6.000 que estaban en la otra banda. Para la entrega de éstos últimos, era dable contar con un plazo de seis meses para poder traerlos a la ciudad.19 No obstante, lo que realmente importaba al alcalde era poder regatear un real de los dos que se había estipulado por la diferencia de precios de los cueros a un año, amparado en el hecho de que, de todas formas, la ciudad debía respaldar con metálico este plazo.20 En esa misma reunión fue el alcalde de segundo voto el que puso en palabras lo que los cabildantes pensaban:

  • 21 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 58.

Es preciso evitar los perniciosos daños q. ocasiona asi al R. Asienda como al Comun desta ciudad y Reinos el comercio de estrangeros y q. por esta rason y otras q. yncluie dho. auto tenia su señoria por mui combeniente q. esta ciudad se dividiese en quarteles.21

18Como arriba señalamos, ese mismo día apareció el auto del gobernador que ordenaba dividir la ciudad en cuarteles para poder controlar y vigilar la participación de los extranjeros en el tráfico ilegal. Con claridad podemos observar que desde la llegada de los ingleses a la ciudad en 1715-1716 hasta la fecha, algo había ensombrecido la relación que los criollos y los españoles tenían con ellos. Si bien del tráfico ilegal se beneficiaba la ciudad, es evidente que la participación de los vecinos, y por ende sus ganancias, dependían de un sinfín de variables que incluían el acceso o no a las redes políticas del gobernador del turno, a las del cabildo o a la situación internacional que basculaba de acuerdo al juego de ajedrez que el siglo XVIII significó para las coronas de España y de Inglaterra (Birocco 2017). De hecho, el péndulo volvió a moverse a mediados de la década siguiente cuando los cabildantes dirigieron al gobernador Ortiz de Rosas el 26 de mayo de 1743, una carta en respuesta al bando que éste había emitido el 5 de abril de aquel año ordenando la expulsión de todos los extranjeros que vivieran en Buenos Aires. La misiva contiene una cantidad de premisas suficiente como para reforzar la idea de que a diferencia de lo que pasaba en 1734, en los años 40 del siglo XVIII, lejos de ser resistidos por los vecinos, sobre los ingleses recaía un signo positivo y funcional acorde al quehacer cotidiano de la ciudad:

La república se ve patentemente beneficiada en esta ciudad con los extranjeros que en ella sirven oficios mecánicos porque bien examinada la materia, se hallará que desde 1716 y siguientes en que tomaron posesión los portugueses de la Colonia del Sacramento […] se han pasado muchos desertores de oficio mecánico a esta parte, y de los navíos del Real Asiento de Inglaterra se estableció en este puerto por los años 1715 y 1716 con el motivo de haber abjurado de la herejía muchos ingleses y reconciliándose con la Iglesia se ha permitido a los señores gobernadores aquellos que eran hábiles en la ejecución […] mecánicos, fuera de otros extranjeros oficiales de varias naciones que de las tripulaciones de navíos de permiso se han quedado en esta ciudad. (Apud Tau Anzoátegui 1982, 282)

  • 22 El Tratado de Utrecht también establecía que España debía devolver a Portugal la Colonia del Sacr (...)
  • 23 La defensa del cabildo se basó en las Leyes de Indias, Libro XIX, Título XXVII, Ley X. Se privile (...)

19Algunos datos interesantes resultan de la lectura de la carta. En primer lugar, que los ingleses que llegaron a Buenos Aires provenían o bien de la Colonia del Sacramento, o bien del personal del Asiento de esclavos y que, en ambos casos, coinciden los años (1715 y 1716) en los que llegaron.22 Los que provenían de sectores hegemónicos, por caso los agentes del Asiento, contaron con la legitimidad que el permiso oficial del Tratado de Utrecht les brindaba. En cambio, es claro que existió otro grupo compuesto por artesanos que o bien decidió quedarse en la ciudad o bien se trasladó hasta ella y que necesitó de la defensa del cabildo local para no ser expulsados. Es claro también que esta defensa se basó en la utilidad que prestaba a la comunidad el oficio que ejercían.23 En segundo lugar, la carta del cabildo sugiere una identificación entre religión e imperio (Herzog 2018, 99).

20Si los extranjeros que habían llegado a Buenos Aires pretendían avecindarse, debían abjurar de cualquiera de las formas del protestantismo para convertirse al catolicismo. En este sentido, nuevamente los jesuitas parecen haber sido el eslabón necesario en la larga cadena de intereses que favorecían la presencia de los ingleses en la ciudad. Por caso, el padre José Guinet participó de la conversión de más de treinta anglicanos en los primeros siete años de la década de 1720 (Furlong 1952, 68). La fragilidad de la noción de extranjero que tenían los porteños de la primera mitad del siglo XVIII, se debilitaba aún más frente a las necesidades urgentes y cotidianas del cabildo y de la ciudad. Así, los servicios que éstos pudieran prestar para favorecer el abastecimiento o sostener la infraestructura urbana, se superponía ventajosamente a la frialdad de las cédulas reales o los bandos de los gobernadores que intentaban encorsetar su inclusión o exclusión vecinal de acuerdo soplaran los vientos de la paz o de la guerra que unían a Inglaterra con España. Para la época, el vecino era en esencia un sujeto que pertenecía de pleno derecho a una comunidad política que era a la vez una comunidad católica. Se trataba, en suma, de una definición política antes que topográfica (Herzog 2006, 107-175).

  • 24 En la España moderna, respecto del derecho de vecindad se pueden distinguir tres aspectos princip (...)

21Desde la Baja Edad Media castellana, el derecho de vecindad presuponía la protección del fuero de la ciudad, el acceso a los bienes comunales y, sobre todo, el derecho a la representación política dentro de los circuitos formales de cada una de las instancias de gobierno del reino. Por tanto, el forastero era por decantación, el que se situaba por fuera del cuerpo político. El vecino era aceptado como tal por el consejo respectivo si no había nacido en el lugar, y como contrapartida debía participar de la “res pública”, cumpliendo con los oficios del ayuntamiento. Así, en términos antropológicos, se podría pensar a la vecindad en clave de mecanismo de reciprocidad institucionalizado por lo que cada resolución del gobierno local debía ser “consensuada” con el Común de vecinos, al menos desde la formalidad jurídica (Carzolio 2003, 10).24 Para el caso que nos ocupa, debemos sopesar que, en la modernidad temprana, tanto en las posesiones ultramarinas como en la misma España el derecho de vecindad terminó amalgamado en la práctica con el de naturaleza. Esto se transformó con el tiempo en un mecanismo eficaz por medio del cual muchos extranjeros pudieron pasar por naturales. En cambio, los vecinos que por algún motivo habían perdido su derecho de vecindad eran considerados extranjeros en su propia tierra (Herzog 2006, 16).

22Entre los siglos XVI y XVIII coexistieron en la España imperial dos acepciones del término comunidad: el del conjunto de vecinos en un plano local y el del agregado de súbditos que eran los naturales del reino (Salvatto 2014, 158). Se trata de invocaciones diferenciadas a un colectivo que presuponían mecanismos de funcionamiento también diferenciados (Herzog 2011, 91). En la América hispana, vecino era en la práctica aquel que estaba integrado a la comunidad local (que era al mismo tiempo un cuerpo político), más que el que había nacido allí. En el caso de haber nacido en otro reino, era esencial que hubiera cumplido con un requisito nodal: el de la conversión al catolicismo. Aunque el protestantismo apareciera como una mácula de origen para las autoridades españolas, la integración de los ingleses dentro de los circuitos de vecindad porteños parece haberse debido más a una cuestión funcional y pragmática que a una teológica y/o política.

2. Sobre cómo identificar extranjeros que eran vecinos

  • 25 AGN, Sala X, 27-4-4.

23En el convulso año de 1734, el gobernador mandó al Cabildo de Buenos Aires dividir la ciudad en cuarteles y elegir diputados que oficiaran como veedores vecinales. Para tal fin, era necesario confeccionar un padrón de vecinos, en el que se consignase con detalle a los extranjeros y a los vagabundos. Aunque no hay registro del censo de 1734, sí sabemos que en aquel año vivían en la ciudad un total de 63 británicos, gracias a una hoja aislada que se encuentra en el Archivo General de la Nación y que lleva por título “Copia de la lista de ingleses que hay residiendo en Buenos Aires”.25 Los extranjeros participaban activamente de la vida social y económica de la ciudad y estaban integrados en las redes de confianza de los grupos políticos, por lo que el censo ordenado por el gobernador Salcedo obligó a los cabildantes a definir quién era extranjero en aquella ciudad periférica del cono sur, dominio de un imperio que no contaba con las herramientas institucionales precisas para poder hacerlo. En la realidad este criterio de clasificación dependía de la voluntad de los individuos más que de los bandos de los gobernadores y la pericia de los alcaldes: o bien el propio extranjero asumía su condición y se presentaba ante la autoridad que lo requería o la comunidad de vecinos/naturales decidía expulsarlo de la red y lo denunciaba ante el cabildo, haciendo hincapié en su condición de extranjero (Biersack 2016, 680). Es el tipo de asociación que hemos visto más arriba entre ingleses y contrabando que parecía molestar en algunos momentos y en otros provocaba todo lo contrario, como la carta de los cabildantes de 1743 en la que exaltaban los beneficios que prodigaban los artesanos ingleses a la vida comunitaria.

24En relación a la imagen que los vecinos/naturales tenían de los extranjeros, lejos de ser la de la gente que tenía un tono particular en el habla con la que compartían la vida cotidiana de la ciudad, es probable que la más habitual fuera la que asociaba al extranjero con el militar que, sirviendo a otro reino, podía llegar a los puertos del Río de la Plata atraído por su ubicación estratégica y sus potencialidades comerciales (Albino 2005). Hacia mediados del siglo XVIII, los vecinos del Río de la Plata podían esperar incursiones de fuerzas militares regulares que buscaban ocupar una plaza, tal como intentó, sin éxito, la flota inglesa al mando del Almirante Mac Namara que se hundió, incendiada, frente a las costas de la Colonia del Sacramento en enero de 1763 (Díaz Buchiazzo 2018), o despertar con la noticia de que algún tratado firmado en Europa modificaba su situación de revista (Possamai 2014).

  • 26 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 338.
  • 27 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 341.
  • 28 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 342.
  • 29 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 60.

25El problema para identificar vecinos extranjeros reveló toda su complejidad en 1748 cuando, en la sesión del cabildo del día 13 de febrero, el alcalde de 1.° voto informó que el gobernador Ortiz de Rozas había emitido un bando por medio del cual ordenaba la expulsión de los extranjeros que vivían en Buenos Aires. En la misma reunión, el alcalde también informó que se había comisionado a los alcaldes ordinarios la tarea de identificarlos.26 De común acuerdo, los cabildantes decidieron pedir al gobernador que les concediera permiso para hacer un relevamiento de cada caso particular, en pos de ponderar en qué medida estos extranjeros afectaban a la comunidad. Les resultaba improcedente la expulsión de “vecinos” que cumplían oficios útiles y que, en muchos casos, eran los únicos que los podían llevar a cabo. Al parecer la medida preocupaba en extremo a las autoridades locales en tanto habían decidido acudir personalmente al encuentro del gobernador a su salida de “el Castillo”.27 En la reunión del 20 de febrero de aquel año, los diputados informaron al cabildo que habían solicitado al gobernador que suspendiera la medida y que este les había contestado en persona que vería qué hacer, para finalmente anunciar la suspensión del bando.28 Finalmente, el 5 de marzo presentaron ante la autoridad regia el listado de extranjeros cuya presencia consideraban indispensable de acuerdo a la importancia de los oficios que cumplían (“los sujetos que ban nominados son los que alla este cavildo por presiso y nesesario se conserben en esta ciudad”).29

26Se trataba de dos carpinteros ingleses que vivían en El Retiro; un tornero portugués, Juan de Acosta, único en su oficio; el botonero y cordonero portugués Amaro de Sosa, también único en su oficio; los franceses Diego de Phelartigo y Diego Fuentes, barberos; Antonio Carnilia, de origen genovés, armero y herrero de oficio; y por último el cirujano portugués Manuel Duarte. Del listado presentado, llama considerablemente la atención lo exiguo del número de extranjeros consignados. ¿Qué era lo que en realidad sucedía? Evidentemente frente a la necesidad de evitar la expulsión, los vecinos consintieron en no denunciarlos (una práctica cultural propia de la dinámica de las redes de vecindad) y los cabildantes asumieron acríticamente la voz popular bajo el presupuesto que solía guiar a las autoridades locales coloniales que rezaba “obedezco, pero no cumplo”.

27Como es sabido, en el imperio español no existían instancias de filiación y comprobación de la identidad; ni siquiera alguna que pudiera comprobar la correspondencia entre la identificación de un individuo y un apellido determinado. Es por esto que una estrategia muy usada por los extranjeros que deseaban permanecer en las tierras del imperio español era “castellanizar” su nombre y al parecer muchos Beach se transformaron en Costa, muchos MacDonald en Maldonado y otros tantos MacKay en Macaya. También parece difícil que los vecinos denunciaran al padre de familia de un matrimonio formado por una criolla o española y un extranjero. Al parecer, el casamiento también era una estrategia muy habitual para lograr la residencia permanente, más allá de la existencia de los lazos amorosos entre los consortes (Biersack 2016, 683).

  • 30 En 1749 el Consejo de Indias trató las quejas de los comerciantes americanos respecto del usufruc (...)

28Pero hay algo en el listado presentado por los cabildantes en marzo de 1748 que es más llamativo aún: la falta de extranjeros dedicados al comercio. Según hemos señalado, el contrabando era un problema acuciante para la corona española en la primera mitad del siglo XVIII, por lo que se puede inferir sin reservas que el número de personas que se dedicaban al mercadeo debe haber tenido proporciones mayúsculas. Y, sin embargo, en el listado hecho por los cabildantes, no se intenta salvar de la expulsión a ningún vecino/extranjero dedicado al comercio. Así, podríamos argumentar que las redes de vecindad difícilmente podrían resistir los embates de la monarquía cuando esta contaba con el apoyo local de los comerciantes criollos y españoles que participaban del tráfico legal o que intentaban disputar las riendas del contrabando a los ingleses. Esta podría ser una hipótesis sugestiva: la de los límites de la capacidad de injerencia o resguardo de los miembros que pudieran operar las redes de confianza y vecindad frente a políticas centrales que encontraban eco en los grupos de poder económico y hegemonía simbólica (Biersack 2016, 683). Para 1750, la corona española había decidido acabar con el problema del contrabando en sus colonias americanas para lo cual ordenó la expulsión de los extranjeros que no pudieran justificar la legalidad de su estadía en las posesiones ultramarinas de Fernando VI (Gómez Pérez 1980, 285-287).30

3. Conclusiones

29Para fines del siglo XVII el imperio portugués se encontraba en medio de una crítica situación: habían bajado los precios internacionales del azúcar y del tabaco y tras casi treinta años de luchas militares en la Península Ibérica, por la rebelión portuguesa que dio paso a la guerra de sucesión española, debía asegurar las posesiones americanas. En este marco se fundó la Colonia del Sacramento (1680) con el fin de garantizar no solo la continuidad del contrabando con Buenos Aires, sino abrir una vía de entrada a la plata de Potosí y a los productos de la cuenca interior del Paraná. Eventualmente, la Colonia también podría convertirse en un corredor que facilitara la invasión de la vecina ciudad puerto. Como Inglaterra había apoyado la fundación, esto supuso la alerta de las autoridades españolas que sospecharon una coincidencia de intereses entre ambas coronas (Birolo 2015).

30En este contexto y teniendo en cuenta que en la época las disputas sobre los derechos de uso de los territorios involucraban a todos los miembros de la sociedad, que defendían sus intereses y sus lugares para el rey y su comunidad, los conflictos fronterizos terminaban siendo asuntos locales (Herzog 2018). Desde esta perspectiva, la llegada de los personajes del Asiento inglés a Buenos Aires resulta un tema de interés. Hemos hecho una primera aproximación al problema desde la perspectiva sociológica de las redes de vecindad y la hemos cruzado con las nuevas interpretaciones que ha dado la historia política y social en torno a la dinámica del poder en América, aunque claro está, esto dará lugar a nuevos trabajos y líneas de investigación. Como hemos señalado más arriba, las relaciones de los porteños y españoles con los ingleses no fue homogénea, sino que estuvo condicionada por fenómenos coyunturales.

31De acuerdo a lo expuesto, podemos aventurar una cronología interesante para la primera mitad del siglo XVIII que explica la dinámica que adquirió la relación entre los vecinos/naturales de Buenos Aires con los ingleses y con las autoridades regias en la primera mitad del siglo XVIII. Así, se habría dado una primera fase, de asimilación y aceptación de los ingleses por parte de los vecinos y las autoridades locales desde el mismo momento de su llegada en 1715, cuando su presencia en Buenos Aires estaba respaldada y legitimada por el Tratado de Utrecht. La mutua cooperación que la caracterizó, tanto en asuntos espurios como en otros que hacían al bienestar de la comunidad, fue cediendo paso a un rechazo paulatino que se hizo evidente en 1734, cuando una sucesión de conflictos que iban desde la estafa ética moral (el caso de los sobreprecios de la botica inglesa) hasta el endeudamiento de la ciudad para con el Asiento por el préstamo de cueros, hizo que los vecinos y el mismo Cabildo asumieran como perjudicial la presencia inglesa en la comunidad de vecinos.

32En los diez años que siguieron hasta 1743, parece haberse dado otra fase en la que la percepción fue adquiriendo un matiz positivo, al menos en lo que respecta a los ingleses del común, cuyas capacidades artesanales en el manejo de sus oficios eran valoradas tanto por el consistorio como el vecindario. La carta que remitieron al gobernador los cabildantes en 1743 evidencia la protección que deseaban dar a sus vecinos/extranjeros. Sin embargo, esta segunda fase marca también la oposición que existía entre la postura política del gobernador y la del Cabildo. Mientras que en 1734 todas las autoridades coloniales coincidían en el perjuicio que los extranjeros provocaban a los naturales, en esta segunda oportunidad la distancia entre el delegado regio y el Cabildo es diametralmente opuesta. El año 1743 marca también el inicio de la tercera etapa que termina en 1748 con una ofensiva abierta de los grandes comerciantes españoles y criollos en contra de sus colegas extranjeros. Más allá del resultado que supone una expulsión exitosa de los perseguidos, sabemos que para 1810, el año de la Revolución de Mayo, vivían en la ciudad de Buenos Aires alrededor de ciento veinticuatro ingleses, sesenta y un extranjeros de habla inglesa más que en 1734.

33Analizadas desde la lógica de las redes de confianza y vecindad, es claro que las relaciones entre los vecinos, los gobernantes y los extranjeros se articularon y dinamizaron en torno a mecanismos de reciprocidad sedimentados a lo largo del tiempo en los que lo nodal no se revela sólo por intereses económicos sino también por la tradición y la costumbre. Explicar cómo y por qué en determinados momentos se desarrollaron flujos de ida y vuelta o simplemente coincidencias entre los vecinos y sus gobernantes, no es sencillo. En el caso del cabildo de Buenos Aires en la primera mitad del siglo XVIII, pensamos que la gente común compartía percepciones políticas e ideológicas, como la noción de lo americano, lo español o lo extranjero, y también fórmulas de autorregulación que la comunidad de vecinos criollos usaba para dirimir la conflictividad social, siempre teniendo en cuenta que estos recursos tenían significado bajo determinado patrón de normas morales y tolerancias sociales. En la reproducción de las redes vecinales y en la capacidad que los sectores dominantes tuvieron para entablar un diálogo con ellas, hay que reconocer el papel de los grandes comerciantes criollos como articuladores/intermediarios entre los vecinos y las autoridades, tanto las del cabildo como las regias.

34Habría así dos niveles analíticos interesantes en la dinámica de estas redes: un primer nivel, hacia el interior del común de vecinos, y un segundo nivel que estaría dado por los momentos en que información contenida en las redes vecinales se compartía con los grupos dominantes. Un espacio de tiempo particular, un punto de contacto especial entre las redes de confianza y los gobernantes, es el que creemos que se abrió en la primera mitad del siglo XVIII en Buenos Aires. Un momento histórico particular en el que se encontraron las tradiciones culturales y político-ideológicas de la gente ordinaria con las de las autoridades del gobierno local y central. Era una urdiembre de informaciones y relaciones tramada por los sectores populares, de carácter informal, que les permitía cohesionarse para intervenir en el espacio político y participar selectivamente del diálogo con los sectores gobernantes. Podemos inferir que, estudiando la cronología de los puntos de contacto entre estas redes de confianza y los sectores hegemónicos, se consigue obtener un perfil del carácter y la naturaleza del poder político del período y su incidencia en el desarrollo de fórmulas pactistas de gobierno. Es evidente que, en algunos momentos, estos puntos de contacto entre gobernantes y gobernados se incrementaron como en la primera fase, mientras que en otros se distanciaron como en la segunda fase, cuando el cabildo no estuvo de acuerdo con lo convenido por el gobernador en torno al pago del préstamo concedido por el Asiento.

35También observamos empíricamente el funcionamiento de las redes de confianza cuando se trató la expulsión de los ricos comerciantes extranjeros. Así, podríamos argumentar que los expulsaron cuando se superaron los niveles de conflicto socialmente aceptados al tiempo que se vieron amenazados intereses compartidos por los vecinos, los comerciantes criollos y españoles y las autoridades regias. En el momento histórico particular que significó esta tercera etapa, la expulsión expone el punto de contacto entre las redes de confianza y vecindad y los sectores dominantes. Desde una mirada general, tanto la dinámica política vecinal como la del cabildo se apoyaría, en lo superficial, en la tradición y la costumbre, mientras que, en lo profundo, sería el resultado de una sociedad muy dinámica, donde las pujas y las negociaciones se agudizaban en contextos de zozobra: aquellos signados por los reacomodamientos de la estructura económica y social que se dieron, por ejemplo, por el creciente protagonismo político de los ricos comerciantes criollos. Pensamos que, entendida como un todo construido socialmente, porciones de esta cultura política general fueron estratégica y sectorialmente apropiados. Así, en el caso de los vecinos que vivían en Buenos Aires en la primera mitad del siglo XVIII, su actuación política sería una de las tantas manifestaciones posibles que terminan por comprobar la existencia de una red vecinal que les permitía, entre varias cuestiones, definir estratégicamente identidades vecinales o extranjeras.

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Notas

1 Las élites americanas estaban formadas por quienes pertenecían al sistema político local del que se derivaban mecanismos diferenciales de status y honor. Solían participar ricos comerciantes ya que en América el comercio a gran escala era la actividad económica más lucrativa.

2 Basta señalar el caso del gobernador de Buenos Aires Velasco, al que se lo separó del cargo y se lo sometió a juicio por participar de las redes de contrabando que los franceses habían creado.

3 Se calcula que este tipo de control institucional fue financiado con la plata de Potosí y los beneficios que aportaban los Navíos de Registro.

4 Auto del gobernador del 28 de julio de 1692, in Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires (1925-1931), Serie I, Tomo XVIII, p. 39.

5 A partir del Tratado de Utrecht, España cedió a Inglaterra el tráfico de 144000 esclavos en un plazo de treinta años. El artículo 8 del tratado permitía entrar por Buenos Aires 1200 esclavos.

6 Tamar Herzog ha sostenido, con razón, que los cabildos americanos irradiaban su influencia simbólica y material a través de regiones mucho más grandes respecto de sus pares españoles. De hecho, a falta de jurisdicciones provinciales, en América los cabildos se alzaron como los verdaderos poderes sociales, políticos y económicos.

7 El autor propone una hipótesis interesante: que en buena medida la tensa relación que la South Sea Company mantuvo con la corona española se debió en general a la negativa, que sus directivos mantuvieron en el tiempo, de presentar los informes contables.

8 Acuerdos…, Serie II, Tomo VI, pp. 502-503.

9   La relación entre jesuitas e ingleses no era asimétrica. De hecho, dos reconocidos médicos de barcos negreros ingresaron a la orden: Jhon Elliot y Thomas Falkner. Este último dejó una valiosa descripción natural y cultural de los pueblos indígenas con los que interactuó.

10 En otro estudio, Fernando Jumar (2004, 191) ha sostenido que en realidad la Colonia del Sacramento, el puerto de Buenos Aires y la presencia inglesa en el Río de la Plata conformaban un complejo portuario institucionalizado por la corona española, que favoreció la remesa de grandes ganancias a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII.

11 Salcedo asumió el cargo de gobernador el 22 de marzo de 1734, en reemplazo de Bruno Mauricio de Zabala.

12 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 64.

13 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 65.

14 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 66.

15 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 33.

16 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 53.

17 El gobernador mandó a hacer un inventario de los cueros que estaban en posesión de la ciudad. El 21 de abril de 1734 Don Luis Navarro trajo una relación en la que constaba que estaban guardados en las barracas de la Real Compañía 4735 cueros de buena calidad y 895 apolillados – Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, pp. 52 y 53.

18 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 54.

19 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 55.

20 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 55.

21 Acuerdos…, Serie II, Tomo VII, p. 58.

22 El Tratado de Utrecht también establecía que España debía devolver a Portugal la Colonia del Sacramento.

23 La defensa del cabildo se basó en las Leyes de Indias, Libro XIX, Título XXVII, Ley X. Se privilegiaba la estancia de extranjeros que tuvieran oficios de utilidad para la comunidad como albañiles, herreros o carpinteros.

24 En la España moderna, respecto del derecho de vecindad se pueden distinguir tres aspectos principales: a) las modalidades de su transferencia a otras personas, b) los mecanismos de inclusión/exclusión y c) las prerrogativas conexas a la vecindad. A la vecindad se accedía de tres maneras: por nacimiento, por matrimonio o por admisión. Tales condiciones no aparecen expresas antes de 1619 (Carzolio 2002).

25 AGN, Sala X, 27-4-4.

26 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 338.

27 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 341.

28 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 342.

29 Acuerdos…, Serie II, Tomo IX, p. 60.

30 En 1749 el Consejo de Indias trató las quejas de los comerciantes americanos respecto del usufructo que sus colegas extranjeros hacían de la existencia formal del monopolio y por tanto del contrabando. De resultas, para febrero de 1750, el rey ordenó a sus gobernadores y virreyes americanos la expulsión de los extranjeros que no pudieran demostrar la legitimidad de su estancia.

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Para citar este artigo

Referência do documento impresso

Silvina Andrea Mondragón e Víctor Osvaldo Pereyra, «Redes de confianza, vecindad y comercio en el imperio español: criollos, españoles y extranjeros en el Río de la Plata, siglo XVIII»Ler História, 81 | 2022, 143-163.

Referência eletrónica

Silvina Andrea Mondragón e Víctor Osvaldo Pereyra, «Redes de confianza, vecindad y comercio en el imperio español: criollos, españoles y extranjeros en el Río de la Plata, siglo XVIII»Ler História [Online], 81 | 2022, posto online no dia 12 dezembro 2022, consultado no dia 22 janeiro 2025. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/lerhistoria/11128; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/lerhistoria.11128

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Autores

Silvina Andrea Mondragón

Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina

silvinamondragon@yahoo.com.ar

Víctor Osvaldo Pereyra

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

vopereyra@gmail.com

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