John L. Esposito , El desafío islámico
John L. Esposito , El desafío islámico, Acento Editorial, Madrid, 1996.
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1Desde el triunfo de la revolución islámica en Irán en 1979 la opinión pública occidental (y esto incluye, desgraciadamente, a un país como el nuestro) y la visión del islam político o fundamentalismo han estado viciadas por estereotipos y lugares comunes. Las explicaciones fáciles -si es que las hay, la presentación en un noticiero de televisión, sin ningún análisis y en unos pocos segundos de un acto terrorista islámico o la copia directa y sin remilgos de un cable de una agencia internacional de noticias, han conducido a que el ciudadano común piense que la actuación del islam no sea sino producto del “fanatismo musulmán”. O a que en los ataques terroristas contra Israel tan sólo se trate de “actos sanguinarios producto de la perversidad inherente de los árabes”. Los árabes, parecería, son meros terroristas. Valga la pena mencionar que inclusive la academia no se ha salvado de esta simplificación.
2Es precisamente aquí donde El desafío islámico toma su punto de partida. En la introducción se nos advierte como “...la visión del fundamentalismo islámico como una amenaza para Occidente se ha adueñado de la imaginación de los gobiernos y los medios de comunicación occidentales...” y que por lo tanto hay que “...traspasar la sutil línea que corre entre mito y realidad... (y) entre las acciones violentas de los pocos y las legítimas aspiraciones y actuaciones políticas de los muchos” (pp. XV, XVIII).
3Ya en el primer capítulo, El islam contemporáneo: ¿reforma o revolución?, y en línea con la tesis de la diversidad, se polemiza alrededor del término “fundamentalismo” para rechazarlo, pues en el fondo trae consigo de manera implícita la idea del retorno a principios fundamentales y repetición del pasado. Se prefiere, pues, el término activismo islámico, islamismo o resurgimiento islámico, indicando que habría que conceptualizarlo “...como algo que ha llevado a conferir al islam una presencia más destacada en la política y la sociedad mahometanas” (p. 8). También se destaca aquí una crítica a los que abogan por la teoría de la modernización, interpretan dentro de las dicotomías antiguo-moderno, religión-secularidad y creen que el impacto modernizante occidental tan sólo produce, en la sociedad antigua y religiosa, modernización y secularización. Esposito indica que estos intelectuales se olvidan de que el impacto de Occidente también fue un factor importante en el resurgimiento de la religión.
4El autor trae a colación un recuento somero del auge religioso como fuerza política en las últimas décadas. Yendo más allá del Medio Oriente, extrapola situaciones de otras regiones del continente asiático mostrando la diversidad y envergadura del movimiento. Explica cómo el islam político ha ganado popularidad entre los marginados y al mismo tiempo señala sus fracasos en el establecimiento de sociedades más justas. La búsqueda por la autenticidad cultural y la identidad nacional coincide con el deseo de acabar con los grandes problemas socioeconómicos que los estados, producto de la independencia, no pudieron paliar. Agrega que el islamismo acepta la técnica y la ciencia occidental pero rechaza la occidentallzación, además de dar las pautas para el ritmo, la dirección y la envergadura del cambio.
5Vale la pena señalar la visión sociológica, ya que nos cuenta cómo el islamismo ha ocupado otros espacios sociales en la década de los noventa. Sus miembros ya no pertenecen solamente a organizaciones pequeñas y marginales sino que han pasado “...a formar parte del grueso de la sociedad musulmana, produciendo una nueva clase de élites de educación moderna pero de orientación islámica que actúan al lado de sus homólogos laicos y a veces en coalición con ellos... Se trata de un movimiento vibrante y multifacético” (p. 25).
6El segundo capítulo, El islam y Occidente: raíces del conflicto, cooperación y confrontación, relata en pocas páginas la relación entre el islam y la cristiandad durante diez siglos de historia. La visión del autor indica un alto nivel de ecuanimidad. “Tanto el islam como el cristianismo estaban imbuidos de un sentimiento de mensaje y misión universal que, visto retrospectivamente, hallábase abocado a la confrontación antes que a la cooperación”(p. 27). En un momento de la historia el cristianismo se sintió intimidado por el islam. Pero en los tres últimos siglos sucede lo contrario. El islam comenzó a sentirse amenazado en su autonomía e identidad lo que condujo a grandes cuestionamientos religiosos y políticos. Así, se explica la dialéctica histórica entre islam y cristianismo para comprender el surgimiento del islam político en el marco de un mundo dominado por Occidente.
7El tercer capítulo, Occidente triunfante: respuestas musulmanas, nos aproxima a una visión clave, pero que muchos autores ignoran: la perspectiva desde adentro. En el contexto del colonialismo y la independencia surgen respuestas musulmanas. La razón es muy simple: la influencia europea había trastocado la región, cambiado instituciones, se había infiltrado. Sustituyó y desafió. Pero la respuesta islámica no es solamente una mera reacción al desafío occidental. También tiene posee raíces islámicas. Una tradición renovadora y motivaciones internas que descubren una decadencia cuya raíz se encontraba en el mundo islámico.
8Esposito se muestra crítico de la escuela modernista ya que expone raíces internas para la renovación de la región. Nos presenta autores que muchos ignoran y que plantean la compatibilidad del islam con la ciencia. Son los modernistas islámicos. Al-Afgani y Abduh, basados en el derecho a interpretar, traen a colación argumentaciones de base islámica para la reforma moderna.
9De esta manera, la religión jugó un papel importante en los movimientos de independencia anticoloniales y en el nacionalismo moderno. De diversas intensidades, contribuyó a la lucha colonial en Egipto, Irán, Argelia, Túnez y Marruecos.
10En el capítulo cuarto, El islam y el estado: dinámica del resurgimiento, se analiza la relación entre el islam y varios estados, tales como Libia, Sudán, Egipto e Irán. Las conclusiones muestran a una religión variada, dependiendo de las circunstancias de cada país y, además, los estados analizados se ven como entidades normales en búsqueda de la solución de problemas de la más diversa índole y que protegen, a su vez, sus vitales intereses. El gran logro del autor -mostrar la diversidad- se muestra aquí de manera unívoca. El mito de la amenaza islámica se desvanece ante la variedad y posibilidades de la religión.
11El quinto capítulo analiza los movimientos islámicos dentro de un marco que podríamos denominar la islamización desde abajo. El autor los llama Los soldados de dios. Los casos estudiados, el surgimiento de Amal y Hizbollaj, son vistos desde las realidades sociopolíticas. Se estudian sus objetivos y se constata que no son los mismos: el primero es más un movimiento que busca la transformación tan sólo del Líbano y desde el estado preexistente; mientras que el segundo, es más universalista y violento, al mismo tiempo que desea un estado de nuevo tipo. El Partido del Renacimiento en Túnez es un ejemplo claro “...de la radicalización de movimientos en respuesta a la manipulación del sistema político, la represión o la violencia por parte de los gobiernos. El aumento de la represión estatal intimida, fomenta la formación de facciones y radicaliza. El resultado ha sido una escalada de confrontación y violencia”(p. 229). Es una verdadera lástima que el caso argelino, tan difundido y simplificado en los medios del mundo entero, no haya sido estudiado. De todas maneras, la variedad aparece nuevamente en el análisis, los movimientos son vistos como una respuesta a la era actual y no como movimientos anacrónicos. La rica diversidad de líderes y formas hace que el autor inclusive se pregunte si es posible englobar en una sola terminología a tan diversos movimientos.
12En el último capítulo, El “fundamentalismo islámico” y Occidente, son tratados varios temas, tal vez de una manera un poco dispersa: secularización y modernización, el caso Rushdie, desafío o amenaza, diversidad y cambio, la guerra del Golfo, la democracia, etc. Sin embargo, se inicia con una interesante analogía. Muchos se equivocaron señalando a la URSS como monolítica y peligrosa y con relatos llenos de exagerados temores; pocos presentaron la rapidez de su desintegración, su amplitud y su diversidad. Con el islam político puede estar pasando algo parecido.
13Discutiendo el tema de la relación entre la democracia y el islam, señala que el verdadero peligro está en los intentos de aquellos gobiernos que bloquean o niegan la participación a los sectores religiosos. Así, la democracia perderá prestigio en la región. La verdadera amenaza consiste en que los islamistas derroquen a los regímenes autoritarios que Occidente defiende.
14Al final de la obra el autor presenta la gran perspectiva, y de manera coherente con toda la obra, cuando indica que el gran “...desafío consiste en comprender mejor la historia y las realidades del mundo musulmán. Reconocer la diversidad y las muchas caras del islam refuta nuestra imagen de una amenaza islámica unificada. Reduce el riesgo de crear profecías de automático cumplimiento acerca de la batalla de Occidente contra un islam radical. Guiado por nuestros proclamados ideales y metas de libertad y autodeterminación, Occidente se encuentra en una posición ideal para apreciar las aspiraciones de tantos seres humanos que hoy se esfuerzan por definir nuevos rumbos para su futuro en el mundo musulmán” (p. 302). Así concluye el libro instando a la comprensión de la diversidad y a la tolerancia.
15La obra es una lectura obligada para todos, legos y especialistas. Es una gran contribución a la historia de las ideas del Medio Oriente. La manera como se incluye a los líderes con su vida y obra es una interesante forma de interrelacionar al personaje, los grupos sociales y los diversos contextos - económicos, sociales y políticos. Así, el líder impregna su movimiento pero se presenta dentro de un fondo histórico.
16La gran y profunda diversidad, inclusive a veces enfrentada, es parte fundamental para comprender al islam político, así como su transformación, por ejemplo, en lo que respecta a su base social. Los temores y prejuicios de ambas partes - cristianos y musulmanes - hacen el relato más global, menos parcializado y por ende más saludable. Es una visión desde adentro -y no sólo desde Occidente.
17El libro es un tanto repetitivo, tal vez porque así el autor quiere reforzar sus argumentos. Un interrogante, que siempre nos hemos hecho, queda en el aire. No queda claro en qué momento un islamista opta por la vía violenta y otro no. Dicho de otra manera, ¿porqué unos permanecieron en la sociedad y otros optaron por las armas?
18Libros como este contribuyen a la comprensión del mundo y al entendimiento mutuo. Y no como muchos otros, que hacen exactamente lo contrario: siembran la discordia y contribuyen a la falta de comprensión.
Para citar este artículo
Referencia electrónica
Luis E. Bosemberg, «John L. Esposito , El desafío islámico», Historia Crítica [En línea], 16 | 1998, Publicado el 13 junio 2024, consultado el 12 noviembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/histcrit/26748
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