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I. Dibattito storico: storia e digitale
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De la “Historia sólida” a las “historias líquidas”

Los condicionantes tecnológicos y neoliberales del oficio
César Rina Simón

Abstract

Se per gli Stati nazionali moderni il potere era basato sul potenziale territoriale e demografico del quale disponevano, nelle società postmoderne il potere prescinde dalla territorialità e stabilisce i propri parametri di gerarchia nella velocità di evolversi, nella capacità tecnologica e nella disponibilità delle informazioni. Le competenze scientifiche e la conoscenza, nelle società liquide, si misurano attraverso i criteri della competitività, della produttività e dell’efficienza, mentre le istituzioni educative si incaricano di sostenere il rendimento dei ricercatori.

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Testo integrale

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Credits: by Judy ** on Flickr (CC BY-NC-ND 2.0)

1Durante los primeros compases del siglo XXI, escribir la historia desde una perspectiva “nacionalista” presenta la dificultad historiográfica del posicionamiento ideológico y la coyuntura sociocultural en la que el investigador desarrolla su trabajo. No existen las interpretaciones asépticas, ni mucho menos objetivas, de los acontecimientos pasados narrados en el presente. Sin ánimo de entrar en debates disciplinarios en torno a la concepción posmoderna del oficio de historiador, no cabe duda que los estudiosos del pasado somos conscientes de la incapacidad de construir un metarrelato total y duradero que aglutine en una obra los hechos tal y como sucedieron.

2La renuncia “espiritual” al modelo rankeano supuso también la renuncia a la existencia de una explicación fidedigna, completa y atemporal de la historia. Este cambio implica una aceptación de los límites ontológicos de las disciplinas sociales y del anacronismo inerte a la construcción historiográfica. El pasado es concebido como una serie de acontecimientos susceptibles de ser explicados en el presente y condicionados por el “paradigma” metodológico contemporáneo. Ningún historiador pretende alumbrar “los hechos.” Entre “hechos” y “acontecimientos” hay una diferencia sustancial: los primeros representan acciones finitas en el pasado mientras que los segundos hacen referencia a la huella dejada por los hechos, es decir, la repercusión mediática, archivística o memorial que ha pervivido. Los historiadores sólo tenemos acceso intelectual a los acontecimientos: las diferentes vertientes, hipótesis y transmisiones de los sucesos históricos. De los giros culturales y narrativos hemos heredado el replanteamiento de la realidad histórica como objeto material de estudio y el constructivismo implícito en toda narración histórica.

  • 1 LYOTARD, Jean-François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, Madrid, Cátedra, 2008.
  • 2 Sociólogos y filósofos como Gilles Lipovetsky, Jean Baudrillard, Marc Auge, Richard Sennet han inci (...)

3Jean-François Lyotard publicó en 1984 una de las obras claves para comprender la condición del saber en las sociedades contemporáneas1. En un mundo progresivamente más individualista y dominado por los planteamientos filosóficos y éticos del libre mercado, cada ser es autónomo para administrar su vida y encontrar su sentido a través de la diferenciación, lo que se traduce académicamente en una atomización del saber en conocimientos fragmentados. Para Lyotard, los creadores de la ciencia habían caído en una de las contradicciones latentes del sistema: el “juego de la eficacia”. En la sociedad líquida, posmoderna, sobremoderna o vacía,2 el criterio de operatividad se mide en función de la capacidad tecnológica y los criterios económicos; defenestra el “arcaico” horizonte de las utopías políticas o las ideologías igualitarias.

  • 3 LYOTARD, Jean François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, cit., p. 16.

4Este saber esta sometido a los planteamientos metodológicos coyunturales y a la estructura de la sociedad de consumo: la ciencia debe crear puestos de trabajo, el conocimiento debe ser vendible y consumible y el investigador debe atenerse a criterios de eficiencia y productividad y debe pugnar con otros científicos por entrar en el ranking de relevancia de buscadores virtuales, como Google. De esta manera, la propia investigación nace subordinada a unos criterios que no tienen nada que ver con la materia de estudio. «El saber es y será producido para ser vendido, y es y será consumido para ser valorado en nueva producción: en los dos casos, para ser cambiado. Deja de ser en sí mismo su propio fin, pierde su valor de uso»3.

5Tampoco debemos olvidar los condicionantes tecnológicos del método historiográfico. La informática y la red permiten un acceso ilimitado a las fuentes de información. Portales de bibliotecas y archivos en Internet facilitan el acceso a buena parte de la bibliografía decimonónica, lo que permite a los historiadores de las ideas realizar sus investigaciones prácticamente sin salir de casa. Dichas investigaciones estarán profundamente marcadas por la capacidad tecnológica del investigador y sus habilidades para moverse velozmente por la red: Wikipedia, Google Books o diversos portales de Archivos y Bibliotecas con fondos digitalizados. El saber entra en los parámetros productivos de las sociedades postindustriales.

6Si para los Estados-Nación de la Modernidad el poder radicaba en el potencial territorial, demográfico y de recursos al que tenía acceso, en las sociedades líquidas el poder se escinde de la territorialidad y establece los parámetros de jerarquía en función de la velocidad de movimiento, la capacidad tecnológica y la información disponible. Los Estados utilizaban la delimitación, la opacidad y la violencia como elementos coactivos; en cambio, las sociedades líquidas exigen transparencia, agilidad, comunicación y comercialización absoluta de todas las esferas de las necesidades y de los comportamientos humanos.

7El modelo neoliberal y su práctica ideológica han herido de muerte la concepción clásica de los límites nacionales, al ceder progresivamente la soberanía en materia económica y la seguridad que aportaban las delimitaciones fronterizas. El estado-nación como protector, como madre en clave identitaria, ha desaparecido en un proceso paulatino y silencioso.

  • 4 AUGE, Marc, «Sobremodernidad. Del mundo de hoy al mundo de mañana», in Revista Memoria, 129, p. 8.
  • 5 A diferencia de los planteamientos originales de la historicidad y su uso público. Vid. HABERMAS, J (...)

8Al perder su función los metarrelatos nacionales, se pasa de una comprensión de las colectividades sociales centralizadas en el Estado al estudio de una masa líquida y cambiable compuesta de átomos individuales con capacidad de participar en la definición de principios como la verdad o la justicia. Las antiguas narraciones del pasado generalmente aceptadas y difundidas a través de la educación se debilitan a medida que lo hacen las ideologías, las cosmologías o las prácticas intelectuales: «el mercado ideológico se equipara entonces a un “selfservice”, en la cual cada individuo puede aprovisionarse con piezas sueltas para ensamblar su propia cosmología y tener la sensación de pensar por sí mismo»4. El objetivo prioritario de los sistemas educativos occidentales – y los que siguen sus principios – es el de aumentar el crecimiento económico del estado y adaptar a sus ciudadanos a los condicionantes del «mercado laboral»5.

9Si el ideal que inspiró el reordenamiento de las universidades a comienzos de la “modernidad” se fundaba en la necesidad de formar académicamente a los ciudadanos más capacitados en el desempeño de funciones intelectuales útiles para la nación, en la actualidad la brecha parece más decantada hacia la formación de aquellos individuos con mayor capacidad para consumir grados y masters – educación –, es decir, destinados al desempeño de funciones en actividades privadas que poco o nada tienen que ver con el desempeño de funciones útiles para el Estado. El conocimiento queda excluido de los parámetros meramente científicos y su accesibilidad se adapta a las necesidades del “mercado”.

  • 6 «La oferta comercial no deja de crear nuevos deseos de adquisición y el gozar de “cosas” es consust (...)

10La legitimidad del sistema se asienta sobre la estimulación de los desplazamientos aleatorios, sorpresivos, sin reglas ni límites contraídos. Pero la novedad y el cambio son compañeros de viaje del “marketing”, del principio neoliberal de comercialización total y de las reglas de la obsolescencia programada6. Aquí radica la diferencia entre los modelos estatales sólidos y la globalización líquida. El saber científico abandona su carácter conclusivo y finito para convertirse en un conocimiento infinito, fragmentado e inasequible. En la cultura de la obsolescencia programada, los planteamientos historiográficos son cuestionables y modificables, y la función del historiador, como individuo, es la de reinterpretar el pasado, diferenciarse de lo ya escrito con nuevos planteamientos y conclusiones. Aquí radica uno de los principios que también atañe al oficio de historiador: el principio de novedad y de originalidad.

  • 7 «Los representantes de la nueva legitimación por medio del pueblo son también los destructores acti (...)
  • 8 «Desde que los reyes no son los únicos árbitros de las naciones, desde que los pueblos han aspirado (...)

11Los orígenes del saber histórico como modelo científico estuvieron estrechamente relacionados con las narraciones históricas nacionales. Aparentemente contradictorio, el método historiográfico empírico y crítico encajó a la perfección en las necesidades de los Estados a la hora de construir identidades exclusivistas7. El “Sturm und Drang”, el romanticismo o el historicismo francés recurrieron al relato historicista como argumento de legitimación de las nuevas autoridades liberales-burguesas. En las “nuevas” narrativas “científicas” liberales, el héroe era el pueblo, ejemplificado en personajes mitificados y representativos de la caracterología nacional8. Los Estados-nación no se asentaron sobre un principio drástico de renovación y emancipación, sino en un “pasado” recreado de libertades y representatividad. El conocimiento era, por lo tanto, acumulable, y la ciencia marcaba el camino recto hacia un progreso irrefutable.

12El progreso científico iba a liberar a la humanidad de los atavismos que históricamente la retenían, de tal manera que un Estado-nación que no promoviera el avance del conocimiento científico mediante financiación, apoyo institucional o creación de universidades estaba condenado al “arcaísmo”, a la “edad oscura”, susceptible de entrar en los parámetros dicotómicos del darwinismo social. La historia – y su enseñanza a través de funcionarios – se convirtió en un saber arropado por el prestigio que le otorgaba la etiqueta de “disciplina científica”, de inmensa utilidad para el Estado. El mundo se presentaba distribuido en naciones ancestrales, concretadas en unos organismos políticos independientes, unas fronteras bien delimitadas y unas fórmulas identitarias refrendadas desde el horizonte historiográfico.

13Las narrativas históricas jugaron un papel destacado en la creación de discursos nacionales. Su misión era explicar a los nuevos ciudadanos el proyecto común e histórico en el cual la nación estaba inmersa, a partir de hitos representativos del espíritu del pueblo, mitos originarios y héroes ejemplarizantes. Surgió la necesidad de escribir la historia de la nación para definir al nuevo estado liberal y darle una continuidad en el tiempo y una tradición histórica, además de establecer los nuevos vínculos entre los ciudadanos. La historia, maestra de vida, también tenía capacidad para legislar. Con este fin surgieron los manuales pedagógicos, las cronologías y las historias generales.

14El valor en sí del conocimiento radicaba en su aplicación práctica, y la verdad histórica debía de coincidir con los planteamientos estatales. Sin embargo, en las sociedades postmodernas o líquidas, el saber ya no presta servicios útiles para el Estado o la nación. Está condicionado por la ética de consumo capitalista, las novedades tecnológicas y el propio estatuto del saber.

  • 9 LYOTARD, Jean François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, cit., p. 115.

15Las competencias científicas del conocimiento se miden en las sociedades líquidas por criterios de competitividad, rendimiento y eficiencia, encargándose las instituciones educativas de velar por la productividad de los investigadores. La eficiencia, más cercana a la velocidad que a la excelencia, depende en la producción científica de las capacidades técnicas, que éstas a su vez están supeditadas al poder adquisitivo. De tal manera que los conocimientos científicos presentan una estrecha relación con la eficiencia y la riqueza; y la técnica produce ganancias gracias a la comercialización de sus innovaciones y a la legitimación de la ciencia. Es una relación recíproca en la que las instituciones perpetúan estos modelos de eficiencia mediante la proliferación de revistas científicas y congresos: «La separación entre decididores y ejecutantes (si existe), pertenece al sistema socioeconómico, no a la pragmática científica»9.

16El conocimiento, al ser producido y financiado por y para los modelos capitalistas de producción, se adapta a criterios empresariales de compra-venta y de marketing y abandonan el ideal clásico – y utópico – de “búsqueda de la verdad”. Esto significa que aquellas investigaciones que no demuestren en un corto espacio de tiempo su capacidad para generar mercado, pierden el interés para la comunidad científica y para las entidades financiadoras, incluso para el Estado. Las leyes educativas y científicas, inspiradas en criterios de funcionalidad empresarial y financiera, inciden en la productividad del investigador y las competencias de los alumnos, es decir, en la capacidad de adaptación a cualquier escenario laboral, posibilidad de reinventarse profesionalmente, puesto que la valía no radica en los conocimientos sino en los mecanismos para acceder a él en el menor tiempo posible. La pregunta de la sociedad respecto a los conocimientos científico-sociales ha pasado del ¿eso es verdad? al ¿para qué sirve?

17Estas competencias no tratan de inculcar conocimientos y experiencias en el alumnado, sino una guía práctica del manejo de fuentes como Wikipedia, el mayor contenedor de saber enciclopédico que no permite comprender las dinámicas pero sí saltar de una definición a otra sin esfuerzo intelectual. Esta información es sintética, “naif”, válida para todos los gustos y para todas las concepciones de “verdad”. Por lo tanto, reproduce un conocimiento aséptico e individualizado, pero descontextualizado de la coyuntura de cada definición.

18El crecimiento exponencial de las fuentes de información en Internet cuestiona el tradicional saber jerarquizado, poseído por una serie de hombres y mujeres con una formación y una experiencia acreditada. En la red, cada individuo puede personalizar el conocimiento a su gusto, primando lo psicológico frente a lo ideológico, lo individual frente a lo colectivo, la tolerancia frente a la violencia. En cualquier caso, se trata de un saber fragmentado, incapaz de articularse en un discurso o metarrelato con sentido.

19El acercamiento al pasado se ha convertido en un modelo de conocimiento obsoleto, inútil para las sociedades líquidas. La velocidad exige olvido, obsolescencia, defenestrar con mayor rapidez los anclajes, las costumbres o las tradiciones. La historia no es una buena aliada del consumo o la velocidad de cambio. La historia como disciplina que surge con la Modernidad y los estados nacionales fue un instrumento para desarrollar vínculos imaginarios entre los miembros de la comunidad, ahora nacional. Para ello recurría a la evocación de emociones encaminadas a desarrollar vínculos afectivos entre los individuos y el territorio. Dicho anclaje se opone a la cultura del movimiento neoliberal, bien ejemplificada en la cultura del trabajo temporal, de la ciudad temporal o los acompañantes temporales. Los nuevos poderes financieros de la globalización actúan al margen del espacio, en un único tiempo: la instantaneidad, y no contraen el mínimo compromiso – ni siquiera de visibilidad – con sus gobernados, de tal manera que dirigen sin cargarse con las tareas administrativas o coercitivas, que dejan en manos del Estado. Y, para que este poder fluya y actúe impunemente, el espacio debe estar libre de fronteras, trabas fiscales o controles políticos.

20Los parámetros de espacio y tiempo se han escindido de la lógica física de las relaciones sociales. El tiempo se ha reducido a la instantaneidad y la capacidad de acortarlo y batirlo está intrínsecamente ligada al ejercicio del poder extraterritorial. El espacio, el anclaje a la tierra “sólida”, es un principio de atraso. Permanecer en el espacio o controlarlo mediante políticas nacionales resultarían medidas “arcaicas” que limitarían el crecimiento económico y la movilidad de las élites. La capacidad económica permite adquirir tecnologías que reducen los valores de espacio y tiempo a condicionantes anecdóticos de las prácticas humanas. El que tiene la capacidad de moverse más rápido puede reclamar más espacio, ampliar cuotas de mercados o cartera de clientes.

  • 10 BAUMAN, Zygmunt, Modernidad Líquida, cit., p. 129.
  • 11 Multinacionales como Microsoft, dirigida por Bill Gates, ha dominado el mercado a partir de la acep (...)

21De tal manera que los “nuevos poderes” del siglo XXI – entidades financieras, multinacionales e instituciones internacionales – no precisan de conquistas territoriales ni basan su riqueza en las posesiones espaciales. El capital y el trabajo son maleables, intermitentes, móviles, rompiendo cualquier tipo de vinculación al territorio en el que antes se establecían. Esta capacidad del capital líquido elimina las consecuencias y las responsabilidades de los flujos económicos: «Por profunda y terrible que sea la miseria de los siervos, no tienen contra quien rebelarse, y, de rebelarse, tampoco lograrían alcanzar a los ágiles y movedizos destinatarios de esa rebelión»10. Es así cómo el “capital” se ha liberado de la ligazón a un territorio y ya no contrae responsabilidades con los agentes sociales de cualquier estado11.

  • 12 Vid. BOURDIEU, Pierre, La miseria del mundo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999. SENNET (...)

22Y siguiendo los caminos del “capital”, el arte, la cultura o la política continúan esta senda de renovación incesante, considerando la duración un defecto y el peso y el tamaño una carga. Pierre Bourdieu advertía que esta forma “irresponsable” de asumir las relaciones laborales basadas en la movilidad había destrozado la base de las sociedades modernas como evidenciaba el desinterés político o de participación colectiva en la defensa de los intereses de la comunidad. Los lazos de clase habrían muerto, como los lazos nacionales o locales. La subsistencia individual en el mundo laboral se presenta como la única preocupación de los empleados12.

  • 13 Vid. TAYLOR, Charles, Imaginarios sociales Modernos, cit.

23Para pertenecer al modelo, para sentirse individuo y no caer en la invisibilidad social, cada uno de nosotros debe rendir culto al cambio y al reciclado personalizado. Hay que recordar que el concepto y el sentido de pertenencia a lo “individual” no son elementos intrínsecos a la condición humana, sino una formulación filosófica y cultural propia de Occidente y de un tiempo concreto. Los seres humanos parecen obligados a buscar su individualidad, y para ello recurren al consumo para diferenciarse. El avance de este principio filosófico fue desmoronando los lazos grupales que envolvían la totalidad de las acciones y del pensamiento de los hombres. Las aspiraciones individuales sobresalieron sobre los principios y el bienestar colectivo y el concepto de sociedad sustituyó al de comunidad13.

24Explicaba Lipovetsky:

  • 14 LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, cit., pp. 7- (...)

esta revolución es inseparable de las últimas orientaciones del capitalismo dedicado a la estimulación perpetua de la demanda, a la comercialización y la multiplicación infinita de necesidades: el capitalismo de consumo ha ocupado el lugar de las economías de producción. […], la sociedad opulenta ha trastocado los estilos de vida y las costumbres, ha puesto en marcha una nueva jerarquía de objetivos y una nueva forma de relacionarse con las cosas y con el tiempo, con uno mismo y con los demás. La vida en presente ha remplazado a las expectativas del futuro histórico y el hedonismo a las militancias políticas; la fiebre del confort ha sustituido a las pasiones nacionalistas […]. Apoyado en la nueva religión de la incesante mejora de las condiciones de vida, el vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas, en el objetivo supremo de las sociedades democráticas […]. Pocos fenómenos han conseguido modificar tan profundamente los estilos de vida y los gustos, las aspiraciones y las conductas de tantas personas en tan poco tiempo14.

  • 15 BAUMAN, Zygmunt, Modernidad Líquida, cit., p. 19.

25La clave está en el deseo de cambio constante, en la new experience. explica Bauman «Aferrarse es sinónimo de atraso. El poder está en lo efímero, en el rechazo de la tradición o lo fijo. Los beneficios económicos se multiplican si se mueven, si se especula. Retener la riqueza es sinónimo de estancamiento. Los oprimidos son los que se aferran»15. Para tener acceso a la new experience hay que pertenecer al exclusivo mundo de los privilegiados de la mundialización. El principal marcador que diferencia las élites financieras de la pobreza hipotecada no radica en la posesión de bienes, sino en todo lo contrario, en la capacidad de deshacerse con facilidad, en la filosofía de desechar productos incluso antes de su adquisición y en la apremiante necesidad económica de cambiarlos por otros, más new que los anteriores.

  • 16 Ibid. p. 173.

En un mundo en el que el futuro es, en el mejor de los casos, oscuro y borroso, y muy probablemente peligroso y lleno de riesgos, fijarse objetivos remotos, sacrificar el interés individual en pos de acrecentar el poder grupal y sacrificar el presente en nombre de la dicha futura no resulta una propuesta atractiva ni sensata. Toda oportunidad que no se aprovecha aquí y ahora es una oportunidad perdida16.

26La individualización no concibe la existencia de la “humanidad” como algo dado, sino que la propone como una “tarea”, una actividad a forjar día a día mediante la personalización psicológica y la búsqueda de identificación con alguno de los modelos de consumo. Lo mismo sucede con los objetos cotidianos que nos acompañan día a día. Han sido fabricados a miles de kilómetros de distancia por personas de las cuales desconocemos su existencia, los materiales han sido diseñados muy lejos de nuestra sociedad y, por último, el vendedor al que hemos adquirido el producto, cada vez depende más de dinámicas multinacionales y no puede responsabilizarse del producto vendido, sólo de su condición de “novedoso”. De tal manera, no desarrollamos vínculos afectivos con estos objetos, lo que los convierte con mayor facilidad en cambiables, desechables y obsoletos. La propia publicidad de consumo asegura la obsolescencia del producto antes mismo de realizar su compra, pues el apego y la dependencia prolongada a un producto dificultarían su actualización. En el cambio, en la adquisición y no tenencia, radica el espíritu de la sociedad de consumo.

  • 17 Vid. JUDT, Tony, Sobre el olvidado siglo XX, Madrid, Taurus, 2008.

27Estas cuestiones no son baladíes en la producción historiográfica. Tony Judt, en sus memorias, relacionó la crisis de la disciplina histórica con una falta de interés de todos de los agentes sociales por el pasado o más bien, la exclusiva preocupación por el pasado susceptible de ser usado17. Para el historiador británico, la “modernidad” habría entrado en una época de olvidos. La aceleración de los procesos de cambio histórico hace que la realidad tenga un aspecto cambiante, en constante movimiento e inaprensible, despreocupada de los precedentes y de las consecuencias de sus propias dinámicas.

28Este salto cuantitativo generacional ha roto los estrechos lazos –en muchos casos utópicos o simbólicos- de la clase política, la acción comunitaria y el activismo social. En cierta medida, esta amnesia colectiva propiciada por el cambio constante ha sido favorecida por organismos financieros e ideólogos neoliberales, conocedores de las posibilidades del conocimiento histórico a la hora de articular el metarrelato de la “emancipación” humana. Afirmaba Judt:

  • 18 Ibidem, pp. 13-14.

con entusiasmo maniqueo, en Occidente nos apresuramos a desprendernos siempre que ha sido posible del bagaje económico, intelectual e institucional del siglo XX y animamos a los demás a que hicieran lo propio. La creencia de que eso era entonces y esto es ahora, de que todo lo que teníamos que aprender del pasado era no repetirlo18.

  • 19 Vid. CANFORA, Luciano, Crítica a la retórica democrática, Barcelona, Crítica, 2003; MANDELBAUM, Mic (...)

29Esta amnesia colectiva pretende, por un lado, ocultar la historia reciente de reivindicaciones sociales y políticas, al convertirlas por omisión en elementos del pasado, de lo “arcaico”, de lo que no ha funcionado y, por lo tanto, han de ser defenestradas19; y por otro, desarrolla pautas de consumo total – el que atañe a tantos objetos como a la forma en que nos relacionamos – suprimiendo sensaciones como la nostalgia o el arraigo que pueden detener la rueda del consumo en las sociedades de la obsolescencia y actualización “necesarias y programadas”. La muerte o el agotamiento forman parte de las características de todos nuestros productos.

30El arte, la filosofía o el pensamiento político evolucionan parejos a este rechazo absoluto de la “tradición” y al convencimiento que el pasado, por obsoleto y finito, no tiene nada que enseñarnos. En ciertos aspectos, la creencia en el progreso lineal e imparable se alimenta del desprecio a lo “primitivo” o “estanco”. Los individuos creemos estar con frecuencia en un mundo completamente nuevo, donde los riesgos y las oportunidades no tienen ningún precedente.

  • 20 Vid. RICOEUR, Paul, La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido, Madrid, UAM, 1998.
  • 21 LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, cit., p. 47.

31Los problemas surgen con inmediatez y exigen una respuesta instantánea, y tanto uno como otro se reproducen en un campo semántico, en el espacio de los medios de comunicación. El apremiante desarrollo tecnológico exige del periodista o del informador un titular y una breve descripción de la “realidad”, sin proponer reflexión ni ejercerla, sin buscar causas ni preguntarse por las repercusiones. No hay espacio ni tiempo en los medios de comunicación para detenerse a aplicar la crítica histórica. El cúmulo de información es tal que el receptor debe administrarla acelerando los mecanismos de olvido, de desmemoria. Para consumir hay que desechar y para asimilar la información hay que olvidar20, surgiendo un nuevo proceso de individualización del conocimiento – espoleado por el uso mundial de Internet – en el que cada uno debe buscar las fuentes en la red según sus intereses: «¿Qué seduce en los nuevos objetos de consumo-comunicación (ordenador, vídeo, fax, internet, teléfono móvil, horno, microondas), sino su capacidad para abrir nuevos espacios de independencia personal y aligerar la densidad del espacio-tiempo?»21

32Esta dinámica ahistórica no implica que durante la “modernidad” el conocimiento del pasado fuese una disciplina pura y aséptica. La producción historiográfica del siglo XIX tenía como objetivo primordial hacer nación, legitimar el nuevo estado liberal y burgués en una línea del tiempo sin fisuras. Pese a construirse nuevos planteamientos filosóficos, políticos y territoriales, los arquitectos de la nación – historiadores, juristas y políticos liberales – reivindicaban sus posiciones en un pasado ancestral donde el municipalismo, el liberalismo y la representatividad había dominado el devenir de las comunidades, en el caso de los liberales; o un pasado mítico de comunidades justas y libres de la avaricia y el pecado liberal, en el caso de los tradicionalistas o reaccionarios.

33La propia construcción del imaginario político de los estados muestra una reivindicación del pasado dirigida a la búsqueda de consenso entre las instituciones y los individuos.

  • 22 JUDT, Tony, Sobre el olvidado siglo XX, cit., p. 15.

La gran mayoría de los lugares de la memoria oficial del siglo XX son reconocidamente nostálgico-triunfalistas, elogio de hombres famosos y celebración de famosas victorias; o, y cada vez más, ocasiones para reconocer y recordar el sufrimiento selectivo. […] El siglo XX está así en camino de convertirse en un palacio de la memoria moral; una Cámara de los Horrores históricos de utilidad pedagógica22.

  • 23 «No se trata ya tanto de reavivar la memoria sino de transformar el presente en tiempo lúdico y rec (...)

34El reiterado uso de las conmemoraciones históricas en clave política o identitaria actualista no representa por sí mismo un interés por conocer el pasado, sino que más bien el objetivo es el de de controlar y justificar un determinado presente y lanzarlo hacia un futuro deseado. Tiene más que ver con la construcción de una memoria presentista que con un verdadero interés por el pasado. Del mismo modo, el nuevo auge del folclorismo, en sus múltiples aspectos, no emana de un interés decidido por acercarse al pasado en busca de respuestas complejas, probablemente no deseadas o desconcertantes, sino de otros intereses relacionados con reivindicaciones políticas de respuesta a la globalización o festividades dedicadas al turismo. Las fiestas aparentemente tradicionales de los tiempos líquidos se organizan en función de criterios económicos: protección a las fiestas porque favorecen el consumo, atraen el turismo y mejoran la imagen exterior de la ciudad. De esta manera, la valorización de lo local y lo antiguo se explica por la comercialización de patrones culturales y la promoción del turismo de masas23.

35Tras la defenestración del metarrelato marxista con la caída del modelo soviético y la colonización del pensamiento “único” neoliberal, el pasado es concebido dentro de unidades atomizadas, accesibles al historiador mediante el estudio fragmentado de uno de sus átomos. El metarrelato nacional, herido de muerte, subsiste cada vez con menor peso ante las contradicciones de unos modelos estatales aún asentados en valores nacionales y en la educación como instrumento simbólico de concreción comunitaria y una deriva económica globalizada que dispersa las decisiones financieras en instituciones y empresas mundiales, que arañan buena parte de las atribuciones correspondientes a la soberanía estatal. Las historias nacionales son incomprensibles para el lector del siglo XXI – al menos para el occidental con acceso a Internet y una tarjeta de crédito – inmerso en una dinámica globalizadora donde el movimiento, la levedad del territorio y la ausencia de barreras políticas, sociales y culturales son presentados como principios de “avance”, incuestionables.

  • 24 «Bajo la política de evaluación subyace la idea de que la emulación, la competencia, constituyen la (...)

36Esta afonía del historiador, su incapacidad para articular un discurso útil para los intereses nacionales del Estado o para la carrera por la emancipación del ser humano, introduce el desencanto en la disciplina, desconocedoras de sus objetivos primordiales que justifiquen su existencia como fuente de conocimiento. Es sintomático de esta afonía el abandono social, político y académico a la historia, su enseñanza y su papel en el modelo universitario de Bolonia. Los conocimientos utilitarios, relacionados con las técnicas profesionales o la economía, han vencido la batalla ideológica frente a las humanidades, que hoy más que nunca son infravaloradas por modelos de evaluación basados en la competitividad y la eficiencia. El estudio del pasado, la reflexión pausada de los acontecimientos que conforman nuestro mundo son elementos incómodos para los principios de las sociedades líquidas e inútiles bajo parámetros cuantitativos. Es por esto que las facultades de filosofía y humanidades se desertizan al tiempo que otras disciplinas, como la economía, la comunicación, las finanzas o el marketing, basadas en planteamientos cuasi religiosos de compresión normativa de las interacciones humanas, ven multiplicados sus alumnos. El saber que no proporciona rentabilidad económica o puestos de empleo es inútil a todas luces en esta sociedad líquida24.

  • 25 Vid. LUTTWAK, Edward, Turbocapitalismo: quiénes ganan y quiénes pierden en la globalización, cit.
  • 26 CALVINO, Italo, Seis propuestas para el próximo milenio, Madrid, Siruela, 1998, p. 24. Vid. CASTELL (...)

37La globalización también atañe al surgimiento de la “realidad virtual” como sustitutivo o complemento de los tradicionales vínculos sociales basados en la concordancia de espacio y tiempo. Lo digital permite incrementar cuantitativamente las interconexiones sin necesidad de propiciar encuentros. Los modelos educativos inciden en el desarrollo de las competencias tecnológicas de los educandos, muy por encima de las capacidades memorísticas o reflexivas. Las aptitudes de las sociedades líquidas se miden en función de la velocidad en la que el individuo puede mover y localizar información. Pero la digitalización, con Internet a la cabeza, es también el mejor aliado de los planteamientos turbocapitalistas: producción en serie, homogeneización cultural, control y administración de las administraciones públicas, predicción y cálculo de beneficios25. Con el desarrollo de Internet el sistema financiero ha dado un salto inalcanzable, hasta el punto que las actividades especulativas derivadas de los dividendos generados en las bolsas de valores producen más riqueza que la mano de obra, el capital humano o la posesión de medios de producción. Italo Calvino lo explicaba recurriendo a la siguiente metáfora: «las máquinas de hierro siguen existiendo, pero obedecen a los bits sin peso»26.

  • 27 ARÓSTEGUI, Julio, La historia vivida. Sobre la historia del presente, Madrid, Alianza, 2004, p. 202

38Los tiempos de la modernidad “sólida” han cambiado y con ellos la disciplina historiográfica y la concepción contemporánea del pasado. El historiador de hoy no puede sustraerse de la realidad globalizadora y neoliberal que marcan las relaciones internacionales y las instituciones globales, ni al cambio tecnológico de una concepción analógica a una virtual que ha cambiado los comportamientos humanos y los accesos al conocimiento.Como afirmaba Julio Aróstegui «Es preciso […], que la historiografía tome conciencia de que la forma de construir el discurso histórico cambia a ojos vistas en esta sociedad nueva del siglo XXI. Y que cambiará aún más»27.

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Note

1 LYOTARD, Jean-François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, Madrid, Cátedra, 2008.

2 Sociólogos y filósofos como Gilles Lipovetsky, Jean Baudrillard, Marc Auge, Richard Sennet han incidido en una serie de pautas comunes de las sociedades contemporáneas. Si bien presentan análisis diferenciados e incluso contradictorios, el panorama global que describen nos permite conceptualizar –utilizando como punto de partida la “sociedad líquida” propuesta por Zygmunt Bauman – el siguiente análisis del oficio de historiador en los nuevos horizontes de la disciplina. Vid. TOURAINE, Alain, La sociedad post-industrial, Barcelona, Ariel, 1973; LIPOVETSKY, Gilles, La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Barcelona, Anagrama, 2010; LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, Barcelona, Anagrama, 2010; BAUMAN, Zygmunt, Vida líquida, Barcelona, Paidós, 2006; BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009; BAUMAN, Zygmunt, La globalización, consecuencias humanas, Buenos, Aires, Fondo de Cultura Económica, 2010; AUGE, Marc, El tiempos en ruinas, Barcelona, Gedisa, 2003; BAUDRILLARD, Jean, La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras, Madrid, Siglo XXI, 2009; BAUDRILLARD, Jean, De la seducción, Madrid, Cátedra, 1989; FOUCAULT, Michel, La arqueología del saber, Madrid, Siglo XXI, 2009 LUTTWAK, Edward, Turbocapitalismo: quiénes ganan y quiénes pierden en la globalización, Barcelona, Crítica, 2000; TAYLOR, Charles, Imaginarios sociales Modernos, Barcelona, Paidós, 2006; SENNET, Richard, El declive del hombre público, Madrid, Península, 2002; SENNET, Richard, La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Barcelona, Anagrama, 2006; GIDDENS, Anthony, Consecuencias de la modernidad, Madrid, Alianza, 1999; BECK, Ulrich, Individualization: Institutionalized Individualism and its Social and Political Consequences, London, Sage, 2002; BECK, Ulrich, World Risk Society, Cambridge, Cambridge Polity Press, 1998; BALANDIER, Georges, Le désordre: éloge du mouvement, París, Fayard, 1988; BALANDIER, Georges, Le dépaysement contemporain: l’immédiat et l’essentiel, París, PUF, 2009.

3 LYOTARD, Jean François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, cit., p. 16.

4 AUGE, Marc, «Sobremodernidad. Del mundo de hoy al mundo de mañana», in Revista Memoria, 129, p. 8.

5 A diferencia de los planteamientos originales de la historicidad y su uso público. Vid. HABERMAS, Jürgen, Más allá del Estado nacional, Madrid, Trotta, 1997, pp. 80-81: «La conciencia histórica, surgida desde finales del siglo XVIII, fue el medio en el que pudo articularse una nueva autocomprensión nacional, de la que primero fueron portadoras las élites académicas y que hasta 1848 alcanzó también a las masas. Esta conexión entre historicismo y nacionalismo se ha disuelto mientras tanto. La investigación institucional encuadrada en espacios públicos especializados obedece hoy a imperativos distintos que a los que habría que obedecer en uso público de la historia, destinado al autoentendimiento político. Con ello, experimentan también una diferenciación los papeles que pueda asumir el historiador».

6 «La oferta comercial no deja de crear nuevos deseos de adquisición y el gozar de “cosas” es consustancial a la idea moderna de bienestar y buena vida […] El enfoque trabajar más para ganar más ha aparecido no sólo en el debate público, sino también en las aspiraciones de ciertas categorías profesionales. Cuando los asalariados se declaran favorables a la idea de poder trabajar más, no se hacen eco del creciente empuje de la norma del triunfo, sino de la formidable expansión del consumo-mundo y de las necesidades de dinero que engendra. En la sociedad de hiperconsumo, el primer imperativo no es superarse, es tener ingresos holgados para participar sin dificultades en el universo de las satisfacciones comercializadas». LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, cit., p. 256.

7 «Los representantes de la nueva legitimación por medio del pueblo son también los destructores activos de los saberes tradicionales o de los pueblos, percibidos de ahora en adelante como minoría o separatismos potenciales cuyo destino no puede ser más que oscurantista». LYOTARD, Jean François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, cit., p. 61.

8 «Desde que los reyes no son los únicos árbitros de las naciones, desde que los pueblos han aspirado también a ser absolutos, la historia debe escribirse para todos, porque todos tienen que aprender de ella. […] Enseñando a todas las clases de la nación, una por una, lo que pueden esperar y temer, lo que deben buscar y huir, según demuestran las enseñanzas del pasado». ZARAGOZA, José, Discursos leídos en la Real Academia de la Historia, 12 de abril de 1852, Madrid, Imprenta de D. Agustín Espinosa y Compañía, 1852, pp. 7-9.

9 LYOTARD, Jean François, La condición Postmoderna. Informe sobre el saber, cit., p. 115.

10 BAUMAN, Zygmunt, Modernidad Líquida, cit., p. 129.

11 Multinacionales como Microsoft, dirigida por Bill Gates, ha dominado el mercado a partir de la aceptación de la obsolescencia de sus productos, que en el mismo momento de salir al mercado son presentadas nuevas actualizaciones y mejoras. Microsoft mismo es su propia competencia, no desarrolla ningún tipo de apego hacia sus productos. BAUMAN, Zygmunt, Modernidad Líquida, cit., p. 139: cita Henry Ford en el Chicago Tribune el 25 de mayo de 1916: «La historia es una pavada. Nosotros no queremos tradición. Queremos vivir en el presente, y nos importa un bledo la historia que no sea la que hacemos hoy».

12 Vid. BOURDIEU, Pierre, La miseria del mundo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1999. SENNET, Richard, La corrosión del carácter: las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, cit.

13 Vid. TAYLOR, Charles, Imaginarios sociales Modernos, cit.

14 LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, cit., pp. 7-8.

15 BAUMAN, Zygmunt, Modernidad Líquida, cit., p. 19.

16 Ibid. p. 173.

17 Vid. JUDT, Tony, Sobre el olvidado siglo XX, Madrid, Taurus, 2008.

18 Ibidem, pp. 13-14.

19 Vid. CANFORA, Luciano, Crítica a la retórica democrática, Barcelona, Crítica, 2003; MANDELBAUM, Michael, The Ideas That Conquered the World: Peace, Democracy and Free Markets in the Twenty-first Century, New York, Public Affairs, 2002.

20 Vid. RICOEUR, Paul, La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido, Madrid, UAM, 1998.

21 LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, cit., p. 47.

22 JUDT, Tony, Sobre el olvidado siglo XX, cit., p. 15.

23 «No se trata ya tanto de reavivar la memoria sino de transformar el presente en tiempo lúdico y recreativo. ¿Qué es la Navidad sino una montaña de regalos para alegría de los niños? ¿Qué es el 14 de julio sino un día de fiesta que se dedica al ocio? Cuenta menos el fenómeno que se conmemore que la diversión a que da pretexto […]. Las fiestas están dominadas en todas partes por la lógica de la diversión, los espectáculos y el consumo […], la fiesta consumista o frívola, centrada en el presente […]. En la sociedad de hiperconsumo triunfa la fiesta sin pasado ni futuro, la hiperfiesta suficiente, entregada al presente». LIPOVETSKY, Gilles, La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, cit., pp. 243-244.

24 «Bajo la política de evaluación subyace la idea de que la emulación, la competencia, constituyen la esencia de las motivaciones humanas, o sea, que la imagen de sí mismo (con sus necesarios componentes para el choque con las voluntades del mercado de trabajo: agresividad, espíritu vencedor, confianza en sí mismo, autoestima, etc. […] toda una panoplia de cualidades que componen el padrón de subjetividad ideal del nuevo mundo capitalista) representa el factor decisivo que desencadena el deseo de desarrollar y de adelantar a los otros». GIL, José, Portugal Hoy, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2008, p. 93.

25 Vid. LUTTWAK, Edward, Turbocapitalismo: quiénes ganan y quiénes pierden en la globalización, cit.

26 CALVINO, Italo, Seis propuestas para el próximo milenio, Madrid, Siruela, 1998, p. 24. Vid. CASTELLS, Manuel, La Era de la Información, 3 voll., México DF, Siglo XXI, 2001.

27 ARÓSTEGUI, Julio, La historia vivida. Sobre la historia del presente, Madrid, Alianza, 2004, p. 202.

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Notizia bibliografica digitale

César Rina Simón, «De la “Historia sólida” a las “historias líquidas”»Diacronie [Online], N° 12, 4 | 2012, documento 1, online dal 29 décembre 2012, consultato il 10 décembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/diacronie/2446; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/diacronie.2446

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Autore

César Rina Simón

César Rina Simón es beneficiario del programa de Becas FPU del Ministerio de Educación. Realiza su tesis doctoral en la Universidad de Navarra bajo la dirección del Prof. Francisco Javier Caspistegui Gorasurreta. Desarrolla su línea de investigación en torno a los imaginarios públicos de legitimación política y la construcción de los fenómenos identitarios en la contemporaneidad. Ha publicado La construcción de la memoria franquista en Cáceres. Héroes, espacio y tiempo para un nuevo estado, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2012.
URL: < http://studistorici.com/progett/autori/#RinaSimón >

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