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Un primer tratado sobre la licitud del teatro: Abusos de comedias y tragedias. Estudio y texto anotado1

Ángel María García Gómez
p. 233-267

Resúmenes

Transcripción del manuscrito Abusos de comedias y tragedias, posiblemente el tratado más temprano en castellano acerca de la licitud moral de las representaciones teatrales. Las notas que acompañan al texto localizan las autoridades con las que el autor del tratado justifica sus opiniones. El texto del manuscrito va precedido de un estudio introductorio que describe y evalúa las líneas maestras del tratado.

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Dedicatoria

Para Jack William Sage
In memoriam

Notas de la redacción

Article reçu pour publication le 02/10/2018; accepté le 21/12/2018.

Texto completo

  • 1 Agradezco a Marc Vitse su atenta lectura de este trabajo. Sus valiosas indicaciones y sugerencias m (...)
  • 2 Agustín Durán fue director de la Biblioteca Nacional de 1854 a 1862. Cuando, no sin alguna ayuda de (...)
  • 3 Cotarelo y Mori, Bibliografía, p. 45a; Pellicer, 1804, vol. I, p. 139.
  • 4 Justifico estas fechas en un artículo anterior, mediante examen de datos externos al manuscrito y d (...)

1Emilio Cotarelo, en su conocida colección de documentos de los siglos xvi-xix relativos al debate moral acerca de las representaciones teatrales, incluye un manuscrito titulado Abusos de comedias y tragedias al que da por desaparecido de la Biblioteca Nacional, haciendo constar que falta en sus anaqueles desde antes de la época en que fuera director de la institución Agustín Durán2. De este manuscrito, que consideraba «precioso», Cotarelo solo pudo dar un resumen incompleto, transcribiendo para ello un párrafo extraído de una publicación de Casiano Pellicer, quien sí tuvo oportunidad de examinar el documento en la primera década del siglo xix3. El manuscrito fue localizado años más tarde en circunstancias de las que di noticia en un artículo de 1989 donde, además de describir sus contenidos, examinaba también indicios internos y características paleográficas que permitían concluir que este breve tratado fue escrito por su anónimo autor no mucho antes de 1580 y no mucho después de 15834.

  • 5 De fecha posterior son los documentos del mismo tema descubiertos y publicados después de la obra d (...)
  • 6 Francisco de Alcocer, Tratado del Iuego, cap. 50, pp. 278-285 (sobre truhanes); cap. 54, pp. 301-30 (...)
  • 7 Juan de Pineda, Primera parte de los treynta y cinco diálogos familiares de la agricvltura christia (...)
  • 8 Francisco Ribera, Franciscii Riberaein librvm duodecim prophetarum commentarii, «In Michaeam prop (...)

2Tomando como base la cronología de los documentos dados a conocer por Cotarelo, el manuscrito Abusos de comedias y tragedias sería con un alto grado de probabilidad el primer documento, con formato y encuadre de tratado, compuesto con el propósito de aportar una opinión estructurada acerca de la licitud moral de las representaciones teatrales5. El tratado sugiere además medidas de naturaleza ético-práctica sobre determinados aspectos de la praxis teatral: lugar y tiempo de la representación, configuración de los edificios teatrales, y emplazamiento en ellos de los diversos componentes del cuerpo social de espectadores. Antes de la fecha de composición propuesta para el tratado Abusos, contamos con algunas obras que contemplan una modalidad de actividad teatral anterior y diferente a la que se estaba desarrollando en España a finales del siglo xvi. El Tratado del juego (1559) de Francisco de Alcocer, al considerar la licitud moral de una amplia gama de diversiones populares, presta a los gestos burlones y dichos graciosos de truhanes y chocarreros más atención que a las «representaciones de farsas»; modalidad teatral cuya materia reduce, por otra parte, a narraciones de la Sagrada Escritura, a «historias pasadas que los poetas cuentan», y a otras «fingidas»6. En esta misma categoría habría que incluir una obra compuesta por Juan de Pineda antes de 1559, uno de cuyos «diálogos» trata, aunque de manera poco estructurada, de las representaciones teatrales. La obra refleja una mundo lúdico abundoso en juglares chocarreros y una actividad teatral dominada por las compañías italianas de mediados del siglo xvi con su repertorio de «cuentos de Medea y de Jasón, y de Paris y Elena, y Eneas y Dido, y Píramo y Tisbe»7. Posteriores a Abusos son ya sin duda las opiniones teatrales de Francisco de Ribera dadas a conocer en 1587 en un volumen de comentarios bíblicos escrito en latín. La postura de este escritor es en extremo condenatoria. Después de abominar (utilizo este verbo adrede) de la literatura ficcional de tema amoroso (con particular mención no solo de las «Arcadias et Dianas» sino también de los «quatuor libri Amadisi»), y lamentando que de lo leído se haya pasado ahora a lo visto, condena sin ambages las representaciones teatrales, y anima a deshacerse de esa sentina fétida quitando de en medio las nuevas comedias, junto con sus «auctores, et actores, actricesque»8.

3También para el autor de Abusos la situación ideal sería la de un mundo sin espectáculos públicos, «perniçiosos para las costumbres», en especial las comedias y tragedias. Considerando, sin embargo, que en el mundo real las autoridades permiten las representaciones teatrales, su tratado va encaminado a suministrar remedios con los que atajar abusos. Según el autor, estos abusos pueden cometerse en varios aspectos de la actividad teatral. El capítulo primero hace referencia a piezas teatrales cuya materia atenta contra la fe y buenas costumbres, arguyendo que en las representaciones se deben evitar errores de doctrina contrarios a la fe cristiana, y eliminar malos ejemplos «en perjuicio de las costumbres». Respecto al primer punto, el autor (dejando adivinar aquí malgré lui un escaso conocimiento de la realidad teatral prevalente en las últimas décadas del siglo xvi) solo parece preocupado (aparte de por escenas de nigromancia) por aquellas obras en que se aplica el nombre de dios o diosa a, por ejemplo, Júpiter o Venus; o aquellas escenas en las que el enamorado llama «a su amada mi diosa», dando ocasión, con esta «blasphemia heretical», a que los «simples» caigan en error. Respecto al segundo punto, su campo de visión y de preocupación ética no va más allá del tema amoroso, condenando este tipo de argumento teatral porque enseña el «amor lascivo y deshonesto y no el amor casto y berdadero».

4Despachado (por así decirlo) en un par de breves párrafos introductorios el problema de los abusos contra la fe y las costumbres, continúa el autor sometiendo a crítica la materia teatral con más amplitud, pero sirviéndose ahora de parámetros parateatrales que, al ser aplicables tanto a la praxis teatral como a otras muchas actividades humanas, le permiten ampliar el campo de interdicción hasta límites extremos. Aunque no «tengan mala doctrina ni exemplo de deshonestidad», nos dice, las representaciones de «cosas vanas y sin provecho» también se deben de prohibir. Consciente al parecer de que sería difícil aceptar sin más una prohibición de tan amplio y vago alcance, el autor apoya su postura, como en contrafuerte, en el tema de la «ociosidad», entendida esta como disipación del tiempo vital, condenada tanto por escritores sagrados como por «autores gentiles», a los que cita con profusión. El resto del capítulo primero, en realidad su mayor parte, se transforma así ahora en un excursus o disertación en contra de la ociosidad. Haciendo amplio uso de fuentes bíblicas, clásicas y patrísticas, y ocupando con ello parte considerable de su espacio expositivo, el autor cierra el capítulo sacando como conclusión que solo se deben de permitir «representaciones de cosas sagradas o de vidas y exemplos de sanctos», las cuales podrían servir también de «recreación». Esta conclusión, que conlleva consigo una condena global del drama secular, hubiera sorprendido a muchos de sus contemporáneos y a no pocos de los que más tarde escribirán sobre el tema de la licitud del teatro. La longitud que el autor concede al tema de la ociosidad y la riqueza de citas con que lo adorna y argumenta suponen, sin embargo, un tipo de escamoteo de la materia teatral, la cual queda sumergida y casi invisible al ser incorporada dentro de un tópico más general y abstracto.

  • 9 F. de Alcocer aplica ya este criterio de Tomás de Aquino, al tratar de los truhanes, y hace referen (...)
  • 10 Este es el esquema utilizado por Rivadeneira en 1589, en su caso para condenar las comedias: «Porqu (...)

5Sorprende no encontrar en la argumentación del tratado una sola referencia, por muy escueta que fuere, al concepto cardinal expuesto por Tomás de Aquino según el cual los espectáculos lúdicos son actos indiferentes que adquieren diferenciación moral, o buena o mala, según las circunstancias que los rodean9. La controversia sobre el tema de la licitud del teatro que ahora se inicia se vertebrará con frecuencia más tarde sobre este esquema. Mientras los enemigos del teatro, al describir estas circunstancias, cargarán las tintas para condenarlo, sus defensores insistirán en que las circunstancias que escandalizaban a los enemigos no eran inherentes al acto teatral en cuanto tal y podían ser así ser objeto de reforma10. El autor del tratado ignora o quizá esquiva este tradicional argumento que podía utilizarse en favor de los ludi, sobre todo cuando estos espectáculos, ajustándose a las normas de la eutrapelia, no excedían los límites de un merecido y moderado descanso del cuerpo y del espíritu.

6El capítulo segundo aborda abusos en la esfera de los representantes y en el ámbito de los espectadores, delineando al mismo tiempo con ello el segundo ingrediente del modelo teatral que el autor estaría dispuesto a considerar como admisible. Antes de entrar en materia, declara el autor (de manera muy reveladora) que el resorte ético que le ha impulsado a escribir el tratado ha sido ver que, para obviar los «mayores inconvenientes de representar barones con trajes de mujeres», abogan ahora muchos en favor de que sean mujeres las que encarnen en tablas a los personajes femeninos. Rechazando, sin embargo, esta opinión al parecer generalizada, el autor propone la total exclusión de la mujer no solo del escenario como representante sino también, y de manera más radical, del mismo texto dramático como personaje; eliminando en consecuencia del cartapacio de las compañías todas las obras teatrales en cuyo reparto hubiera «personajes de mugeres». Desterrada la mujer de las tablas por el autor del tratado, y prohibido por instancias oficiales el uso de «barones con trajes de mujeres» para encarnar los personajes femeninos, la consecuente y lógicamente inevitable eliminación de la mujer como personaje en el texto dramático es sin duda la propuesta más extrema, y extremosa, del autor: «que del todo se prohibiesen las representaciones o a lo menos aquellas en que ubiese personajes de mujeres». De haberse puesto en efecto, esta propuesta hubiera hecho imposible incluso la puesta en escena de no pocos textos dramáticos del teatro religioso, sobre todo los de tema histórico-bíblico, por los que el autor había abogado sin embargo en el capítulo anterior.

7El autor desarrolla su postura sirviéndose de una visagra argumental de amplio giro; a saber, la condena de toda forma de actuación pública por parte de la mujer y su exclusión de toda actividad extradoméstica. Reduplicando la técnica utilizada en el capítulo anterior, se inserta ahora dentro del tratado otro excursus que gira alrededor de un tema igualmente parateatral; tema que, sin embargo, el autor acopla a su propósito. En esta disertación el autor utiliza un amplio corpus de leyes de diverso tipo, origen y antigüedad dictadas a lo largo de los siglos, prohibiendo la presencia activa de la mujer en situaciones y recintos públicos. Lo mismo que en el anterior excursus sobre el ocio, también en este la argumentación está apuntalada con citas y referencias extraídas al alimón de fuentes bíblicas y de la antigüedad clásica, incluyendo referencias a textos de san Pablo, historiadores romanos y jurisconsultos medievales.

  • 11 La voz suave de la actriz constituye un motivo de especial preocupación para el autor, quien poco d (...)

8Al tratar de la mujer como actriz, el autor menciona en más de una ocasión el poder de sus atractivos femeninos cuando ejerce su función de representante, subrayando de manera especial su elegancia sartorial, maquillaje y suavidad de voz: «compuesta con cuidado y hablando razones muy studiadas con boz blanda y suabe»11. Estos atractivos seductores producen en el espectador (masculino, se entiende) un efecto tóxico que amortigua e incluso hace perder el control de la razón: «los sentidos spirituales se mortifican, enagenado el hombre y enbeleñado»; aseverando el autor que son pocos los espectadores que hayan «salido del todo libres» de esta prueba. Como él mismo ya nos ha confesado, es este sin duda el motivo principal que le impele a argüir en contra de la visibilidad de la mujer como agente activo en los espectáculos teatrales. Aunque el autor justifica la exclusión de la mujer del ámbito público también como medida de protección femenina, su doble eliminación como personaje en el texto dramático y como actriz en tablas pudiera, en contraste irónico, describirse quizá con más propiedad como medida de protección masculina contra la peligrosa seducción femenina.

  • 12 Juan de Mariana también se opone, años más tarde, a que la mujer salga al escenario a representar, (...)
  • 13 Menciona los «entremeses» en nueve ocasiones.

9A medida que va examinando y describiendo abusos, el autor delinea también, aunque indirectamente, el modelo de actividad teatral que él consideraría tolerable. Como queda ya indicado, se trataría de un teatro exclusivamente de tema religioso. En las representaciones tomarían parte solo actores, no actrices. Como consecuencia de estas limitaciones en la composición de las compañías (y eliminada también la posibilidad alternativa de que los personajes femeninos fueran encarnados por actores masculinos vestidos de mujer), solo se deberían de llevar a las tablas obras en cuyo reparto no hubiese «personajes de mujeres»: es decir, un teatro donde tanto los personajes como los que encarnan sus papeles fueran del género masculino12. El modelo de teatro y de actividad teatral que el tratado bosquejaba era en realidad (sobre todo ya en las últimas décadas del siglo xvi) un modelo quimérico. Abastecerse, por ejemplo, de obras teatrales, incluso de tema religioso, en las que todos los personajes fueran del género masculino, y mantener además (como preceptuará más adelante) compañías teatrales que solo representaran en domingos y días festivos sería tarea ardua, si no imposible, además de económicamente inviable. Esta imposibilidad saltaría a la vista de todo lector del tratado que estuviera al tanto de lo que estaba ocurriendo en el ámbito de la praxis teatral. Si su autor no parece haberse percatado de ello es porque, como el mismo contenido del tratado indicia, sus conocimientos y experiencias teatrales deben de haber sido limitados. A la vista de lo indicado de manera explícita por el autor, el entremés es el género teatral del que parece haber tenido mayor experiencia personal, o al menos el que le ha producido mayor impacto. Sus referencias a él son tan frecuentes como negativo el juicio moral que sobre ellos expresa13. Los entremeses, nos dice, se debieran «totalmente prohibir como semillar de bicios y maldades … no ay maldad que allí no se enseñe ni palabra deshonesta que se calle y disimule a trueco de mover a risa a los oyentes», insistiendo en que aquellas piezas teatrales, que una vez examinadas sería lícito representar, deben ponerse en escena sin aditamento de entremeses. Aunque admite de buen grado que el «simple» o gracioso puede a veces enseñar más que otros personajes, condena el «mal uso» que de él se hace en los entremeses: sus chocarrerías y necedades «no sirven de otra cosa sino de mover los oyentes a un vano placer y risa de neçios». El extremado desagrado que el autor siente por los entremeses está exacerbado por el hecho de que, a juzgar por lo que él mismo indica a veces y otras deja entrever, el tratado se redacta cuando aún era frecuente que estas piezas breves se representaran en las iglesias, costumbre que el autor encuentra especialmente detestable.

  • 14 La opinión de Fr. Alonso de Mendoza en 1587 (Quaestiones quodlibeticae et relectio theologica de Ch (...)
  • 15 Interesa notar que en este punto el autor no utiliza (como sería de esperar si el tratado hubiera s (...)

10Examinados en los dos primeros capítulos los abusos que hay que desterrar y trazadas concurrentemente las líneas maestras del modelo teatral que el tratado considera como éticamente aceptable, su autor queda ahora más libre y desahogado para proponer, cambiando algo sorprendentemente de registro y casi de personalidad, una serie de medidas prácticas que, en contraste con lo irrealizable de las anteriores limitaciones y cortapisas, concordaban con el modelo de práctica teatral que estaba cristalizando a finales del siglo xvi en España. El último segmento del capítulo segundo y los dos últimos capítulos siguientes, sobre ser considerablemente más breves, se limitan a sugerir medidas prácticas para hacer moralmente más tolerable la realidad teatral ya existente; realidad que el autor parece ahora aceptar, aunque a regañadientes, como irremediable. Estas medidas atañen a varios aspectos puntuales de esta actividad. Aunque antes había insistido en que las mujeres no debían aparecer en el escenario como actrices, concede ahora que puedan asistir a las representaciones como espectadoras; a condición, sin embargo, de que estén en «lugar apartado de los varones» y de que entren y salgan del recinto teatral «por diferentes puertas», evitando con ello que se produzca ningún tipo de comunicación entre hombres y mujeres «con palabras ni billetes ni de otra manera». La misma actitud entre resignada y conciliadora inspira otros de sus consejos prácticos. Para prevenir tentaciones contra la moral sexual, la actividad teatral debe ser diurna, no nocturna; y en domingos y días festivos, nunca en «días comunes y no festivales», para no fomentar la holgazanería. A condición de que se respeten las limitaciones ya impuestas a la materia teatral permisible y se acepten las ya mencionadas cortapisas en sus módulos de representación, no habría «inconbeniente que los clérigos y las demás personas religiosas» pudiesen asistir al teatro14. A pesar de que, como ya había quedado establecido, las únicas representaciones permitidas son las de argumento religioso, el lugar de la representación debe ser «un lugar profano», nunca el templo. Este último punto da pie al autor para concluir el tratado aconsejando que se edifiquen en los pueblos principales «casa de público theatro», y que en estos recintos teatrales haya «repartimientos» o espacios arquitectónicamente acotados para la asistencia de espectadoras, clérigos y «seglares principales», segregados del gran público15. En esta parte del tratado, la única vez que el autor da rienda suelta a su actitud rigorista es cuando impone a la actividad teatral un calendario muy limitado, de difícil aceptación práctica debido a sus implicaciones para la economía de las compañías; a saber, que estas redujeran su programa de representaciones solamente a los domingos y días festivos.

  • 16 A principios del siglo xvi se produjo «una eclosión de herramientas auxiliares de carácter enciclop (...)

11En general, el autor del manuscrito apoya sus opiniones sobre dos pilares: el entendimiento discursivo y raciocinante (la «razón natural») y el principio de autoridad. Los dos componentes de este paradigma probatorio-expositivo se presentan siempre en armonía complementaria. Cuando el autor recurre, en no menos de diez ocasiones, a la «razón natural», lo hace siempre o bien utilizándola como criterio autosuficiente de verdad o bien indicando que esta misma razón natural está a la base del argumento de autoridad. En una ocasión se expresa de esta manera: «la misma razón natural condena el abuso de las representaciones vanas y sin probecho, y guiados de ella muchos gentiles las desterraron de sus repúblicas»; y entre los argumentos de autoridad enumera, por ejemplo, una opinión de Plinio, a quien incluye entre aquellos escritores clásicos que, guiados y enseñados «de sola razón natural», opinaron que había que desterrar de las repúblicas los «espectáculos vanos». Incluso cuando san Pablo «veda a las mujeres hablar en pública congregación», esta prohibición, según nos dice el autor, está fundada en la «razón natural». Los postulados armónicos de la razón natural y del principio de autoridad concuerdan además con la ley evangélica, con las leyes civiles y eclesiásticas, y con la experiencia. Cuando el autor utiliza el principio de autoridad recurre a tres canteras escritas: fuentes bíblicas, escritos de los Santos Padres, incluyendo sus comentarios bíblicos, y autores clásicos greco-latinos. Las referencias a fuentes bíblicas aparecen casi siempre como citas ad pedem litterae; las procedentes de fuentes patrísticas se citan verbatim solo en dos ocasiones, y solamente en una en el caso de las de autores clásicos. Lo más seguro es que para las citas bíblicas el autor tuviera a mano una Biblia, de la que podía citar directamente; mientras que para las referencias a fuentes patrísticas y a textos de autores clásicos estaría sirviéndose de obras protoenciclopédicas, del tipo polyanthea, officina, thesaurus y otras similares publicadas y muy difundidas en el siglo xvi, obras estas donde las referencias no aparecen siempre ilustradas con citas textuales16. Para el propósito que esta breve introducción persigue no he considerado necesario localizar la obra concreta de tipo enciclopédico de la que el autor del tratado extrajo sus citas y referencias. Sin embargo, sí estimé necesario comprobar directamente si estas referencias y citas eran fidedignas. Las notas que acompañan al texto del manuscrito transcrito confirman que en efecto referencias y citas concuerdan con las fuentes originales, excepto en muy contados casos en que experimentan un grado de adaptación para mejor acoplarse al intento que el tratado persigue. En general, el autor hace uso de este material expositivo-probatorio sin aplicar ningún tipo de metodología histórica. Desprovistas de este tamiz crítico, las referencias y citas operan desgajadas de su propio tiempo y espacio histórico, adquiriendo así la capacidad de actuar como proyectiles de dirección clara y única: es decir, la que le marca el autor del tratado.

  • 17 Unos datos facilitados al autor por la Biblioteca Nacional de España, mediante fotocopia de la pape (...)

12La letra del documento es bastardilla cancilleresca. Por su valor de prueba paleográfica para la datación del documento quiero hacer notar la frecuencia con que se escribe la sílaba «che» con h infralineal, indicio de aprendizaje en el uso de letra bastardilla cancilleresca del siglo xvi. En la transcripción del manuscrito respeto en general la ortografía original. Introduzco, sin embargo, ciertas modificaciones para facilitar su lectura al lector moderno. Resuelvo las abreviaturas. Expreso los guarismos con palabras. Las letras mayúsculas y minúsculas, así como las consonantes dobles (ll, ss, tt), cuando ya no existen en castellano, se reproducen según el uso moderno. Conservo la ç solamente en las sílabas çe y çi. Transcribo como i la y con valor de i; como c la z con valor de c; y como v o b la u con valor de v o b. Elimino la h superflua inicial (por ejemplo, «hordinario»). Hasta, y las diversas formas verbales de hablar, haber y prohibir, que el manuscrito escribe indistintamente con h o sin ella, las transcribo con h inicial o intermedia, según el caso. El manuscrito acentúa y puntúa de manera irregular. Acentúo según las reglas modernas y añado la puntuación que he considerado útil para la mejor lectura y compresión del documento. El documento no está paginado ni foliado17. Mi transcripción numera los folios y enmienda errores obvios (atribuibles sin duda al amanuense), pero dando noticia de ellos en nota a pie de página.

13ABUSOS DE COMEDIAS Y TRAGEDIAS

  • 18 Sic por «parecen».
  • 19 de los abusos.
  • 20 ellos.

14[fol. 1r.] Los Sanctos Doctores, considerando lo que de ordinario acaesçe, condenaron sin distinción alguna los spectáculos públicos como perniçiosos para las costumbres, y así procuraron apartar de ellos al pueblo christiano como de peste espiritual para las ánimas. Entre todos, los que parece18 tener mayores inconbenientes son las representaçiones profanas de comedias o tragedias. Por lo qual los príncipes christianos y los que tienen sus beces sin duda tienen estrecha obligaçión de proveer de remedio los abusos19 que en ellas20 se allan, supuesto que las permiten y podían ser probechosas, quitados los abusos. Estos se pueden reducir a quatro, considerando el primero açerca de lo que se representa, el segundo açerca de las personas que representan y que oyen, el tercero acerca del tiempo, y el quarto açerca del lugar.

  • 21 los.

15Capítulo primero: de los abusos acerca de lo21 que representan

  • 22 ensenee.
  • 23 marter.
  • 24 Pala.
  • 25 Persona sin formación en letras.
  • 26 herrar.
  • 27 hiserepara.
  • 28 higromancia.
  • 29 proeuir. En su traducción de Epicteto, Quevedo se previene con esta advertencia: «En nuestro Epicte (...)

16La prinçipal consideraçión en todas las cosas es de la substancia, y así el más perniçioso abuso de las representaciones sería si fuesen tales que perjudicasen a la religión o bida christiana: o enseñando algún error, o dando ocasión a los oyentes sinples y sin letras para caer en él, o dando mal exemplo quanto a la bida y costumbres. Y aun las que son de cosas vanas y sin provecho, aunque no tengan otro particular daño, se deven reprovar como no libres del abuso que se considera açerca de la substancia de lo que se representa. Que no se deva permitir representación que enseñe22 error contrario de nuestra sancta fee o dé ocasión a los simples para caer en él, nadie lo duda que sea christiano; mas no se repara, como en cosa digna de reformación, en que en las representaciones fabulosas se nombren dioses y diosas en común y en particular dios Júpiter, dios Martes23, diosa Venus, diosa Palas24, que para los idiotas25 puede ser ocasión de errar26, ni27 se repara en que el enamorado llame a su amada mi diosa, que es blasphemia heretical, y en que se representen [fol. 1v.] cosas tocantes a la nigromancia28 es cosa perniciosa y que da ocasión de errar a los simples, todo lo qual se devía prohivir29.

  • 30 Es decir, ‘semillero’.
  • 31 ‘engaño’: voz arcaica.
  • 32 Clemente de Alejandría: «Nec inconcinne stadia et theatra pestium cathedram quis vocaverit [este “q (...)

17Quanto al abuso que es mal exemplo en perjuicio de las costumbres tanbién confiesan todos los que tienen luz de fee que se deve remediar. Y no beemos que se remedia ni aun en las representaciones que se acen con título de religión en los templos y lugares sagrados en las festividades y tiempos dedicados al culto divino, porque muy de ordinario se hacen los actos que llaman entremeses o más propiamente entremesas, porque se entreponen en los actos principales y que los antiguos llamaron çenas. Como quiera que se llamen entremeses o entremesas no solo se devrían reformar sino totalmente prohibir como semillar30 de bicios y maldades. No inventó Satanás ni enseñó a los suyos enredo ni enbusto31 que no salga en público en estos actos que llaman entremeses para que se comunique a muchos. En estos se berifica a la letra lo que el dotísimo y gravísimo Clemente Alexandrino, enseñado de san Panteno mártir, nos adbierte a nosotros: que los theatros no son otra cosa sino cáthedra de pestilencia y que no ay maldad que allí no se enseñe ni palabra deshonesta que se calle y disimule a trueco de mover a risa a los oyentes32. De estas y de otras razones concluye se devrían vedar las representaciones; y colíguese muy bien quanto a los entremeses pues de ordinario son dañosos y nunca son provechosos para enseñar los oyentes en buenas costumbres.

  • 33 vileno.

18Tanbién se deve adbertir que las representaciones de amores son muy perniciosas porque enseñan amor lascivo y deshonesto y no el amor casto y berdadero. Son semejantes representaciones como beleño33 para [fol. 2r.] entorpecer más a los torpes y carnales y para escandalizar a los que eran honestos, y así en ninguna manera se devrían permetir en la república christiana.

  • 34 mi.
  • 35 Eclo. 33, 28-29: «Servo malevolo tortura et compedes: mitte illum in operationem, ne vacet: / multa (...)
  • 36 Ez. 16, 49: «Ecce haec fuit iniquitas Sodomae, sororis tuae: superbia, saturitas panis et abundatia (...)
  • 37 Mt. 12, 36: «Dico autem vobis quoniam omne verbum otiosum, quod locuti fuerint homines, reddent rat (...)
  • 38 declarando.
  • 39 (a) Jerónimo: «Et sensus est: si otiosum verbum, quod nequaquam aedificat audientes, non est absque (...)
  • 40 sin.
  • 41 Forma arcaica de «permanente».
  • 42 Prov. 12, 11: «Qui operatur terram suam satiabitur panibus; qui autem sectatur otium stultissimus e (...)
  • 43 En su acepción de ‘lograr algo’.
  • 44 San Jerónimo no escribió comentario sobre los Proverbios de Salomón. El autor del manuscrito parece (...)
  • 45 gamas.
  • 46 Eclo. 20, 30: «Qui operatur terram suam inaltabit acervum frugum, et qui operatur iustitiam, ipse e (...)
  • 47 impedimieto.
  • 48 Sal. 118, 37: «Averte oculos meos, ne videant vanitatem; in via tua vivifica me».
  • 49 al.
  • 50 Eph. 5, 15-16: «Videte itaque, fratres, quomodo caute ambuletis: non quasi insipientes, / sed ut sa (...)
  • 51 Col. 4, 5: «In sapientia ambulate ad eos, qui foris sunt: tempus redimentes».
  • 52 I Cor. 7, 29-31: «Hoc itaque dico, fratres: tempus breve est: reliquum est, ut et qui habent uxores (...)
  • 53 engureyrse.
  • 54 Is. 24, 1-3: «Ecce Dominus dissipabit terram: et nudabit eam, et affliget faciem eius, et disperget (...)
  • 55 Véase n. 52 supra.
  • 56 II Cor. 4, 10-11: «… semper mortificationem Jesu in corpore nostro circumferentes, ut et vita Jesu (...)
  • 57 En el sentido arcaico de «reconocer, advertir y rastrear, y ver con cuidado y atención alguna cosa» (...)
  • 58 Séneca (Lucius Annaeus): «Praesens tempus brevissimum est, adeo quidem, ut quibusdam nullum videatu (...)
  • 59 Jerónimo: «Lucius Annaeus Seneca Cordubensis... continentissimae vitae fuit, quem non ponerem in Ca (...)
  • 60 Plutarco: «Comoedias et tragoedias non audiebant, ne vel serio vel ioco contra leges dicentibus aur (...)
  • 61 «[Tiberio] desterró de Roma a los actores y no les concedió lugar donde practicar su profesión porq (...)
  • 62 forfaris.

19Dificultoso parece persuadir lo que resta: que no se deven permitir representaciones de cosas vanas y sin provecho aunque no tengan mala doctrina ni exemplo de deshonestidad ni34 de otro bicio alguno. Probarlo será fácil pues consta que no son otra cosa sino çebo de la ociosidad, condenada no solo por las Escrituras Sagradas pero aun por los autores gentiles. De ella nos dice el Espíritu Sancto, por el Eclesiástico35, que enseña muchas maldades; y por Ezequiel dice que fue uno de los principios de las abominaciones de Sodoma36; y Christo Nuestro Señor dixo por su boca que en el día del Juicio darán quenta los hombres de qualquiera palabra ociosa que hubieren hablado37. Y decláranlo38 san Hierónimo, san Gregorio, santo Thomás y otros muchos de los intérpretes eclesiásticos de qualquiera palabra dicha sin justa necesidad o piadosa utilidad39. Si40 una palabra solo por ser sin necesidad o utilidad no pasará sin castigo, cierto es que una reprensentación vana y sin probecho donde los que representan y los que oyen pierden el tiempo, aunque no hubiese otros inconbenientes que de ordinario se juntan, no se debría permitir en la república christiana, cuyos exercicios deven ser tales que dispongan [a] sus çiudadanos para poseer la ciudad permanesciente41. De la bienabenturanza desta declara san Hierónimo lo que dixo el Spíritu Sancto por Salomón en los Probervios: «el que trabaja en su tierra terná artura; mas el que se da a la ociosidad es muy gran necio»42. Pondera san Hierónimo aquella palabra «en su tierra» para probar que se a de entender de los que negocian43 la tierra de los que biven [en] la çelestial Hierusalem44. Aquella será propiedad cierta de la qual jamás45 [fol. 2v.] será excluido el poseedor; todo lo deste mundo prestado se tiene. Y puédese comprobar esta interpretación de lo que dice el mismo Spíritu de Dios por el Eclesiástico: «El que trabaja en su tierra levantará el montón de las mieses, y el que obrare birtud será ensalçado»46, donde la segunda parte se a de tomar por interpretación de la primera, y todo el lugar confirma el sentido que dio san Hierónimo a las palabras de Salomón. El Real Propheta bien entendía quánto impedimento47 sea ocuparse el hombre en banidades para el biaje que pretendemos hacer a la ciudad soberana, y así juntamente pedía a Dios Nuestro Señor: «Aparta mis ojos para que no bean la banidad; abívame en tu camino»48. El49 Apóstol san Pablo en muchos lugares nos enseña cómo no debemos perder el tiempo en cosas banas, antes lo devemos rescatar y comprar; y, lo que más es de ponderar, que aun las cosas que parecen forzosas y neçesarias nos abisa que las tratemos como de paso para granjear el tiempo para lo que más importa que es el negocio de nuestra salvación. A los de Epheso escrive: «Mirad, hermanos, cómo caminéis con discreción, no como necios sino como sabios, comprando el tiempo y rescatándole»50. Del mismo lenguaje de rescatar el tiempo usa escriviendo a los Colosenses, y es mucho de ponderar para nuestro propósito51. El tiempo que nos es dado por Dios Nuestro Señor para negociar y adquirir su Reino húrtanoslo la banidad de las cosas deste siglo, y así tenemos neçesidad de rescatarlo en sabiduría christiana apartándonos de las banidades del siglo y enpleando [fol. 3r.] el tiempo en el aprovechamiento spiritual. Y quanto a lo que dixe que las cosas que parecen forçosas y necesarias hemos de tratar como de paso quitando de ellas algún tiempo para que no falte para lo más necesario, el mismo Apóstol, scriviendo a los de Corintho, nos lo enseña por estas palabras: «Hermanos el tiempo es breve. Resta que los que tienen mujeres bivan como si no las tubiesen, y los que lloran como si no llorasen, y los que compran como si no poseyesen, y los que usan de las cosas deste mundo como si no [las] usasen, porque se pasa la figura deste mundo»52. Hasta aquí son palabras del Apóstol, y quiere decir en ellas que el tiempo desta bida mortal es muy breve y todo él neçesario para negociar los bienes eternos; y desta consideración infiere que el tiempo no es de perder y que hemos de pasar por todas las cosas deste siglo muy a la lijera sin enbarazarnos en alguna de ellas; de manera que los casados quanto es de su parte bivan como si no fuesen casados, y los que tienen adbersidades que llorar como si no las tubiesen, y los que tienen prosperidad de que podrían regucijarse y engreírse53 pasen su carrera como si no la tubiesen, y los que compran y poseen como si no poseyesen, y generalmente de todas las cosas deste mundo usemos como de paso y como si no usasemos de ellas, no abrazándolas sino antes desasiéndonos de ellas quanto nos fuere posible, porque la figura deste mundo se pasa muy en breve. Si en las cosas que parecen forzosas se ha de gastar el tiempo con escaseza guardándole para lo que de veras nos inporta según esta dotrina del Apóstol, gran desatino será gastarle [en] cosas banas y sin prouecho; debríamos cierto bivir en continua consideración que en este mundo todos [fol. 3v.] somos representantes y que, acabada la representación, tendremos la paga según cada uno hubiere hecho su figura o personaje, quando ya no habrá diferencia del rey al esclavo, del rico al pobre, del que compra al que bende, sino en quanto hubieren representado mejor o peor, como nos enseña el Spíritu Sancto por Isaías54. Y lo mismo entiendo que pretendió el Apóstol diciendo que pasa la figura deste mundo55, y aquel sin duda habrá representado mejor que más huviere imitado a Christo conformándose con su Pasión, como dice el Apóstol que lo hacía él en otra carta que scrivió a los mismos Corinthos56. Y así bien claro vemos que no es cordura perder el tiempo y menos lo será buscar en qué pasarle banamente. Si alguno me dixere que no hemos de ser todos philósophos, responderé que los Christianos altísima filosofía profesamos, para lo qual tenemos mucha mayor neçesidad de recojimiento de los sentidos y de escatimar57 el tiempo que todos los philósophos del siglo. Y del cuidado que ellos tubieron pudiera decir muchas cosas; basta decir que fue tal que condena bien nuestro descuido y falta de buena consideración. Béase lo que del tiempo dice Séneca58, que parece haber comunicado con el apóstol san Pablo como algunos sienten59. Dice lo segundo que la misma razón natural condena el abuso de las representaciones vanas y sin probecho; y guiados de ella muchos gentiles las desterraron de sus repúblicas por ser pérdida del tiempo y çevo de la ociosidad. De los lacedemonios antiguos testifica Plutarco que no permitieron en su república comedias ni tragedias60; del enperador Tiberio refiere Dion Cassio que desterró [fol. 4r.] de Roma los histriones61 que son los representantes de comedias o tragedias sin doctrina para bano regocijo del pueblo, a quien nuestros españoles vulgares llaman faranduleros porque no es su negocio más que parlar, tomando el nombre de un bervo latino for, faris62.

  • 63 hunzido, que transcribo, muy tentativamente, como «un cierto».
  • 64 Valerio Maximo: «et quia ludius apud eos hister appellabatur, scaenico nomen histrionis inditum est (...)
  • 65 Tribonio.
  • 66 Diuimuiro. El autor del tratado apellida a Trebonio con el nombre de la institución en la que ejerc (...)
  • 67 ocisidad.
  • 68 Plinio (Gaius Plinius Secundus): «C. Plinius Sempronio Rufo Suo S. Gymnicus ago apud Viennenses ex (...)
  • 69 Alegandro. Alejandro de Alejandro: «... idem tamen Massilienses tam seuere disciplinae fuere ut nul (...)
  • 70 Forma arcaica de «menció
  • 71 Plinio (Gaius Plinius Secundus): «Caesari proprium et peculiare sit praeter supra dicta clementiae (...)
  • 72 dixo.
  • 73 Marcus, empresario teatral, abandona esta profesión cuando se convierte al cristianismo, pero para (...)
  • 74 Cueraçio. Un error parecido aparece en una obra de 1673: «El Derecho en muchas partes niega a los c (...)
  • 75 encomporo.
  • 76 Este «derecho común» es el conocido como Corpus Iuris Canonici formado con la recopilación de los t (...)
  • 77 «Ut scenisis atque histrionibus, ceterisque huiusmodi personis vel apostaticis, conversis vel rever (...)
  • 78 Graciano: «Histrionibus sacra non committantur mysteria. Pro dilectione tua, et verecundia mutua co (...)

20Los romanos los llamaron histriones porque el principio de ellos fue un cierto63 Histrio, como refiere Valerio Máximo64. De semejantes spetáculos sin provechos refiere Plinio el Segundo que Trebonio65 Rufino duunviro66, en tiempo del emperador Trajano, los quitó a los de Viena donde un ciudadano abía dexado renta situada para ellos, y que, agrabiándose los herederos ante el emperador Trajano, alegó el duunviro en su defensa que semejantes espetáculos ni honran la república ni traen provecho a los moradores sino a (sic) un bano deleite y contento, y el enperador, abiéndolo consultado con el mismo Plinio, pronunció sentençia aprovando lo hecho por el duunviro porque los bienenses con la ociosidad67 no reciviesen daño68. Por esta misma razón entiendo que los masilienses en particular prohibieron a los mozos asistir a las representaciones y semejantes espetáculos, según refiere Alexandro de Alejandro69. Fue tan bien recevido entre los que bien sintieron con la razón natural que conbenía desterrar de las repúblicas semejantes espetáculos vanos que Plinio el Mayor, contando las grandezas de Julio César, no quiso hazer minsión70 de los espetáculos que dio al pueblo; antes, condenándolos, dixo que hacer minsión de ellos fuera favorecer la superfluidad y banidad71. No es poca lástima que se permitan en la república christiana en estos tiempos las representaciones que los jentiles no consintieron en las suyas; y digo72 en estos tiempos porque [fol. 4v.] en los pasados leemos haverse denegado la sacra communión a los christianos o faranduleros que no dexavan su vil y deshonesta profesión. Así lo escrivió san Cipriano73 a Eucracio74 y se encorporó75 su sentençia en el derecho común76; y en el Consilio Carthaginense Tercero leemos que a los que se conbertían y dexavan su profesión por especial gracia se les concedía la reconçiliación y comunión77; y tanbién se refiere este decreto junto con el de san Cipriano entre los que Graciano recojió de los antiguos78.

  • 79 prouecha.
  • 80 rreazion.
  • 81 guegos.

21De lo dicho podrían colegir los que goviernan en las repúblicas christianas que darán estrecha cuenta a Dios si no proveyeren cómo las representaçiones sean tales que los oyentes con ellas sean enseñados con sana y provechosa79 doctrina y buenos exemplos; y pues el infierno tiene dos bocas o puertas, que son errores y vicios, conbendrá dar orden para que los fieles se aparten de la una como de la otra, y con el sancto cuidado que ay de examinar los libros que se an de divulgar se junte otro semejante de examinar las obras que se hubieren de representar; y pues las representaciones de cosas sagradas o de vidas y exemplos de sanctos pueden ser de recreación80 y provechosas, conbendría establescer que no se pudiesen hacer de otro subjecto y que el examen se cometiese a personas graves y de buena doctrina, y con la aprovación de ellos se permitiesen representar sin entremeses ni juegos81 ni otros actos profanos.

22Capítulo segundo: de los abusos acerca de las personas que representan y que oyen

  • 82 El autor del manuscrito no se está refiriendo aquí al documento oficial de Madrid, fechado el 17 de (...)

23La ocasión más particular que me movió a [fol. 5r.] escrivir este tratadillo fue considerar el cuidado que el demonio, enemigo de todo nuestro bien y procurador de todo nuestro mal y daño, a tenido y tiene en defender y sustentar el perniçioso abuso de representar mujeres. Esto es de manera que no solo el pueblo mas aun de los mayores [se] ha levantado quien defienda que es bien que mujeres representen personajes de mujeres, diciendo que ay mayores inconvenientes de representar barones con trajes de mujeres82.

  • 83 probeyesen.
  • 84 En su sentido flexible aureosecular de ‘a favor de’.

24Y dado caso que esto fuera así, la conclusión havía de ser que del todo se prohibiesen83 las representaciones o a lo menos aquellas en que ubiese personajes de mujeres, pues no son de las cosas necesarias por84 el bien de la república, y en solos casos forçosos ha lugar la regla que dice que [de] dos males el menor se a de permitir.

  • 85 la.
  • 86 permiten.
  • 87 preguntela.
  • 88 I Cor. 14, 34-35: «Mulieres in ecclesiis taceant, non enim permittitur eis loqui, sed subditas esse (...)
  • 89 gunta.
  • 90 I Tim. 2, 11-12: «Mulier in silentio discat cum omne subiectione. / Docere autem mulieri non permit (...)
  • 91 San Jerónimo, comentando sobre I Tim., 2, 12, escribe: «Publice non permittit». En lugar paralelo d (...)
  • 92 Ac. 18, 24-28: «Judaeus autem quidam, Apollo nomine... / Hic erat edoctus viam Domini... / Hic ergo (...)
  • 93 I Cor. 7, 13-16: «Et si mulier fidelis habet virum infidelem, et hic consentit habitare cum illa, n (...)
  • 94 Véase n. 88 supra.
  • 95 Ecumen.
  • 96 En sus sus respectivos comentarios a I Cor. 14, 34-35. Theophilactus: «Cum omnia pulchre ordinasset (...)
  • 97 Cláusula mal construida, con anacolutos.
  • 98 Teodoreto de Ciro comenta I Tim. 2, 11-12 con estas palabras: «Quoniam etiam mulieres propheticam g (...)
  • 99 Valerio Máximo: «Caia vero Affrania Licinii Bructionis uxor prompta ad lites contrahendas, pro se s (...)
  • 100 «Mulier, caecus… capitalis crimine damnatus… pro aliis in jure apud me ne postulet» (Edictum Perpet (...)
  • 101 jurisconsultu.
  • 102 Justiniano: «Ulpianus 6 ad ed. secundo loco edictum proponitur in eos, qui pro aliis ne postulent.. (...)
  • 103 «Imperator Constantinus ad Concilium Provintiae Africae. Maritus citra mandatum in rebus uxoris cum (...)
  • 104 Justiniano: «Ulpianus 6 ad ed... ne virilibus officiis fungantur mulieres» (Digesta, lib. 3, «De po (...)
  • 105 Del latín providere; aquí con el sentido de ‘proveer’, o sea, dictar una resolución o sentencia jud (...)
  • 106 imperta. La venia de edad era una licencia que se concedía a un menor para administrar por sí su ha (...)
  • 107 Constantino: «De his, qui veniam aetatis impetrarunt… Has (feminas adulescentes) vero propter pudor (...)
  • 108 que.
  • 109 Así, por ejemplo, Alfonso el Sabio: «Ninguna muger quanto quier que sea sabidor non puede seer abog (...)
  • 110 Dio Casio: «Aunque sentada en tribuna aparte, Agripina se mostraba con frecuencia en público junto (...)
  • 111 Alejandro de Alejandro: «Claudii et Neronis tempore, cum non pro dignitate uideretur, Agrippinam pa (...)
  • 112 monstiuo.
  • 113 ensenado.
  • 114 Lampridio (Aelius): «Deinde ubi primum diem senatus habuit, (Heliogabalus) matrem suam in senatum r (...)
  • 115 quetre.
  • 116 Solino (Caius Iulius): «Pudoris disciplinam etiam inter defuncta corpora natura discrevit: ac si qu (...)
  • 117 Eclo. 26, 19: «Gratia super gratiam mulier sancta et pudorata».

25Considerándolo con atençión, hallo que representar en público mujeres la razón natural lo85 condena, la ley ebangélica no lo permite86, las leyes eclesiásticas y civiles lo prohíben y castigan, y la expiriencia enseña la muchedumbre de pecados que de permitirse resultan; no es justo que se permita y menos que se excuse y defienda. Quando san Pablo veda a las mujeres hablar en pública congregación, en la razón natural lo funda, la qual enseña ser cosa torpe y fea. Escriviendo a los de Corintho dice: «Las mujeres callen en las iglesias, porque no les es permitido el hablar». Añade el Apóstol: «Si de algunas cosas quieren ser enseñadas, pregúntenlas87 en casa a sus varones porque es cosa fea a la mujer hablar en la iglesia»88. Hasta aquí son palabras del Apóstol; y llama iglesia la junta89 o congregación pública de los fieles porque en aquel tiempo aún no se abían edificado eclesias materiales. Y lo que el mismo [fol. 5v.] Apóstol, escriviendo a Thimotheo su discípulo, a la mujer no le permitió que enseñe90, advierten san Hierónimo y Theophilacto que se a de entender en público91; de manera que no se les prohíbe a las mugeres enseñar por lo que es enseñar sino porque no hablen en público. Y así leemos en los Actos de los Apóstoles que Priscilla en su casa enseñó el camino del Señor a Apollo que después fue gran predicador del Evangelio92; y el mismo apóstol san Pablo escriviendo a las de Corintho dice que algunas beces los maridos infieles havían sido reducidos a la fee por las mujeres fieles93. En público no permite que enseñen ni aun pregunten94. Esto ponderan Theophilacto y Oecumenio95, que aun preguntar lo que tienen neçesidad de saver no permite el Apóstol a las mujeres: que no lo agan en la congregación pública de los fieles sino en su casa a su marido96; y Theodoreto tanbién pondera que mugeres haviendo recevido don de propheçía y no les permite el Apóstol enseñar en pública congregación97, y esto porque la raçón natural lo contradice98. Bien probado queda que representar mugeres la raçón natural lo condena y la ley ebangélica no lo permite. Pero beamos si con sola razón natural sintieron lo mismo los gentiles. De Caya Affrania, muger de Liçinio Bruçion, refiere Valerio Máximo que siempre trató sus pleitos por su persona ante el Pretor, y condenándolo añade luego que no le faltavan abogados sino que le sobrava desvergüença99. Çierto este philósopho, guiado de sola razón natural, con mayor censura condenara representar las mugeres en público. El hecho desta [fol. 6r.] muger fue ocasión del edicto Pretorio, que tanbién hace a nuestro propósito, por el qual se prohíbe a las mugeres demandar en el tribunal por otro ninguno100. La razón de prohibirse es porque no hagan contra la honestidad que compete a su sexo mugeril, como lo declaró el Jurisconsulto101 Ulpiano102. Donde se deve considerar que lo que es líçito y honesto a los barones se prohíbe a las mugeres porque a su honestidad no conbiene hablar en público. Por la misma razón se concede a los maridos que sin poder ni comisión hagan los negocios de sus mugeres, porque las mujeres en perjuicio de la honestidad y recogimiento que conbiene a su sexo no sean compelidas a hallarse donde ay juntas de varones, como el emperador Constantino lo declaró en una ley que sobre esto hizo103. Y por esta misma causa unibersalmente son excluidas de todos los oficios públicos y çiviles, y está declarado en una regla de derecho tomada de las Sentençias del Jurisconsulto Ulpiano104; y más espeçialmente por muchas leyes se les prohíbe ser procuradoras o abogadas en juicio. Con quánta mayor razón se les deve prohibir representar en público, pues çierto que la libertad que para esto se procura es más contraria a la bergüenza necesaria a las mugeres como muralla de la honestidad. Otras leyes, proveyendo105 según que la ley natural a ellas obliga, las reservan de muchas obligaçiones que tienen los barones, porque el barón que impetra106 venia de edad tiene necesidad de presentarla por su persona y açer otras diligencias. La muger por la honestidad es reservada de parecer en público, como pareçe por la ley del enperador Constantino107; y para dar testimonio a (sic) los varones son compelidos a parecer en juicio; las mugeres por derecho eclesiástico [fol. 6v.] son reservadas aunque el juez sea persona constituida en muy grande dignidad. Aun el allarse presentes las mugeres [cuando]108 se tratan negocios públicos ha sido siempre reprovado por los que bien sentían de la obligaçión de la ley natural109. Dion Casio, refiriendo el enperador Claudio César que oía a los enbaxadores y determinava los negozios públicos estando presente Agripina su segunda muger, dice que esto se tuvo por el mayor de los spectáculos como cosa nunca bista ni oída110. De ella misma refiere Alexandro que le fue permitido hallarse a las espaldas del senado donde havía una puerta o ventana cubierta de un belo que impidiese la bista111. Heliogábalo, monstruo112 de naturaleza humana, hizo que su madre se hallase en [el] senado113 y aun ordenó otro senadillo de mugeres que con muerte de entrambos se deshizo en brebe, como Lampridio refiere114. Estos y otros semejantes abusos quánto contrarios sean a la naturaleza de las mujeres bien se comprueba con el exemplo que trae115 Solino para probarles que deven ser muy bergonçosas. Dice este historiador: «Los cuerpos muertos traídos por las corrientes de las aguas si son de varones bienen el rostro arriba y si de mugeres el rostro abaxo»116, enseñando en esto la naturaleza a las mugeres quán bergonçosas y onestas deven ser. Sentencia es de notar, dicha por un gentil enseñado de la raçón natural. Ya si bolvemos los ojos a las Sanctas Scripturas hallaremos que el Spíritu Sancto, enseñando por el Eclesiástico a todos los estados de la Iglesia todo género de virtud, a las mugeres particularmente las enseña [fol. 7r.] ser bergonçosas, comparando la vergüença con el esmalte que ha de adornar las demás virtudes117.

  • 118 Justiniano: «infamia notatur … qui artis ludicrae pronuntiandive in scaenam prodierit» (Digesta, 3. (...)
  • 119 Justiniano: «... mulieres autem, quae scaenesis quidem sese ludis immiscuerunt, postea vero spreta (...)
  • 120 «Infamia notantur… qui artibus ludicrae pronuntiandive causa in scaena prodierint…» (Edictum Perpet (...)
  • 121 testibidades.

26Dexando otros fundamentos más comunes al representar mugeres, hallamos que en derecho se nombra profesión deshonesta y mal estado118, y a las que se arrepintiesen y cesasen por particular favor les conçedió el enperador Justiniano que pudiesen contraher matrimonio y los maridos fuesen libres de la pena de infamia y de otras que incurrían los que se casan con tales no siendo emendadas119. Mucho antes por el edicto Pretorio havían sido notados de infamia los que en público representasen, así varones como mugeres120; lo qual se a de entender de los que representan por preçio, porque los varones que representan por su devoción en las festibidades121 sagradas libres están de toda infamia, como consta de las mismas leyes çiviles. Las mugeres ni con este título se podrán escusar por la particular obligaçión que ellas tienen de ser honestas y bergonçosas, y más en lugares y tiempos sanctos; por lo qual les sería más culpable representar en las iglesias y en las solemnidades que çelevramos de los misterios de nuestra fee o en otras festividades sagradas. Si no permite el Apóstol a la muger hablar en público en la iglesia o congregación de los fieles ni para preguntar lo que es de su salvación ni para enseñar lo que el Spíritu Divino les hubiese enseñado, bien çierto está que condenará el representar mugeres en la iglesia o congregación de los fieles ajuntados para celebrar alguno de los misterios o festividades sagradas, y la misma certidumbre ay que no se deven permitir.

  • 122 pareçcas.
  • 123 hechos.
  • 124 deella
  • 125 Eclo. 9, 4-9: «Cum saltatrice ne assiduus sis, nec audias illam, ne forte pereas in efficacia illiu (...)
  • 126 La voz suave de las actrices era objeto de preocupación moral, expresada en varios de los documento (...)
  • 127 Memoria, entendimiento y voluntad; en especial el segundo (DA, s. v. «sentido).
  • 128 En el sentido de alterar alguna cosa, quitándole o apagándole su actividad y viveza (DA, s. v. «mor (...)
  • 129 anagenado, pero de difícil lectura.
  • 130 En la parte expositiva de su comentario a la primera carta de San Pablo a Timoteo, Tomás de Aquino (...)
  • 131 miar.
  • 132 Eclo. 9, 8-9. Véase n. 125 supra.

27Lo que resta probar acerca deste punto, que se siguen muchos pecados de permitirse que representen mugeres en público [fol. 7v.], es cosa tan notoria que ninguno havrá de mediano entendimiento que no lo conosca y pocos los que ayan salido del todo libres de ber y oír semejantes representaçiones; y los que no lo creyeren, o por no haverlo provado o porque haviéndose hallado en ellas les parece que no an sentido daño, no lo aseguren ni aprueben, porque, como los Sanctos Dotores nos avisan, no es seguro mirar lo que no es líçito desear; y en esta materia es menos seguro que en otras, porque nuestra carne en sí arde con el fuego de la comcupiscencia o, a lo menos, está dispuesta para arder teniendo çerca de donde se ençienda el fuego y soplando el biento de la tentación. Por esta causa amonesta el Spíritu Sancto a todo hombre que se aparte de la comunicaçión de las mugeres agenas, que ni miren su hermosura ni compostura ni oigan sus palabras sin neçesidad. Por el Eclesiástico dice así: «Con la muger bailadora o dançadora ni communiques mucho ni la oigas porque acaso no perezcas122 con la eficaçia de ella; no mires a la doncella porque acaso no tengas estropiezo en su hermosura; buelbe tu rostro para no ber la muger compuesta y no mires hermosura agena porque muchos han pereçido por hermosura de mugeres y de mirarlas se enciende la concupiscencia como fuego. Muchos, admirados de la hermosura de la muger agena, se han hecho123 malos porque las palabras de ella124 abrasan como el fuego»125. Estas son las palabras del Sabio enseñado del Spíritu Sancto, en las quales bien claro se nos representa el peligro que ay en ver y oír muger agena, espeçialmente compuesta con cuidado y hablando razones muy studiadas en boz blanda y suabe como pasa en las representaciones126, donde probiene que los sentidos spirituales127 se mortifican128, enagenado129 el hombre y enbeleñado con la eficacia de los [fol. 8r.] objectos corporales. Y si a esto añadimos la consideraçión del cuidado que el demonio tiene de soplar en semejantes ocasiones para que se prenda el fuego y arda en los oyentes la concupiscencia de la muger agena, fáçilmente se entenderá ser muchos los pecados que resultan de permitirse que representen mugeres en theatro público. Santo Thomás en los comentarios de san Pablo da tres raçones por las quales no permite a las mugeres enseñar ni aun hablar en la iglesia o pública congregación de los fieles, y pone esta en primer lugar, porque las palabras de las mugeres son inflamadoras130, como dixo el Savio del peligro que ay en mirar131 la muger compuesta o hermosa132.

  • 133 Job. 31, 1: «Pepigi foedus cum oculis meis, ut ne cogitarem quidem de virgine».
  • 134 Jerónimo:«Ego, inquit, animo cum his obtulibus carnis meae, definivi ac statui, ut nihil omnino tur (...)
  • 135 Gregorio Magno: «Valde namque est quod caro deorsum trahit, et semel species formae cordi per oculo (...)
  • 136 Jer. 9, 20-21: «Audite ergo, mulieres, verbum Domini, et assumant aures vestrae sermonem oris eius, (...)
  • 137 Gregorio Magno: «Hinc enim Jeremias ait: ‘Ascendit mors per fenestras nostras, ingressa est domos n (...)
  • 138 Lam. 3, 51: «Oculus meus depraedatus est animam meam in cunctis filiabus urbis meae».
  • 139 vedor.
  • 140 No he localizado cita que corresponda exactamente a lo expresado en el texto del ms. Clemente Aleja (...)

28Antes que el Savio, nos havía enseñado con su exemplo el sancto Job, el qual dice de sí que havía hecho conçierto con sus ojos para no tener pensamiento de alguna doncella133. San Hierónimo, declarando estas palabras, dice en persona del mismo Job: «Yo me conçerté con mis ojos corporales, propuse firmemente en mi ánima que no me representasen cosa torpe en que acaso rebolviese el pensamiento y tomase deleite»; y en otro lugar dice: «Conçierto hizo Job con sus ojos que no mirasen inconsideradamente para guardar castos sus pensamientos»134. Añade luego san Hierónimo otras muchas cosas que san Gregorio tomó dél y las puso en los comentarios de Job, entre las quales es bien de notar aquella sentençia: «La imagen de la cosa hermosa que una bez entró por los ojos y llegó al coraçón apenas se puede deshacer con mucho cuidado y fuerça»135. Trae san Gregorio a este propósito lo que dixo el propheta Hieremías: «La muerte ha subido por nuestras bentanas, entrado se ha en nuestras casas»136; y declarando estas palabras dize: «Entonces entra la muerte en nuestras casas por nuestras ventanas quando por los sentidos corporales viene a nuestra ánima la codicia de la muger agena»; y añade [fol. 8v.] luego que «quien se descuida y por las ventanas de los sentidos mira lo que no deviera mirar muy de ordinario cae en delectaçión de peccado, aunque sin quererlo ni pensarlo, y así arrebatado del deleite viene a querer lo que no quería»137. Hace a este propósito lo que llora Hieremías en nombre del penitente con conosçimiento de su culpa pasada diciendo: «El ojo mío ha probado mi alma en todas las hijas de mi ciudad»138; y podríamos decir que llora la ocasión del captiverio de su pueblo. Clemente Alexandrino con palabras encarescidas encomienda a los christianos que no pongan los ojos en muger agena, aunque presuman que ternán valor139 para resistir y escapar del peligro140. Otras muchas cosas a este propósito se pueden ver en estos Sanctos Doctores.

  • 141 cuncluyr.
  • 142 aduieto.
  • 143 nataral.
  • 144 perdon.
  • 145 Gen. 6, 1-3: «Cumque coepissent homines multiplicari super terram, et filias procreassent, videntes (...)
  • 146 II Sam. 11, 2-26: donde se narra en detalle esta bien conocida historia.
  • 147 I Re. 11, 1-5: «Rex autem Salomon adamavit mulieres alienigenas multas ... Cumque iam esset senex, (...)
  • 148 conçeuio.
  • 149 reculaçion.
  • 150 donde.
  • 151 Véase DA, s. v. «Nazareno i Nazareo», y Jue. 13, 4-5.
  • 152 Forma áurea de «Dalila».
  • 153 les.
  • 154 Forma arcaica de «tahona». En ms. athaona. Jue. 16, 4-21. «Post haec amavit mulierem, quae habitaba (...)
  • 155 Psalm. 90, 5-6: «Scuto circumdabit te veritas ejus: non timebis a timore nocturno; / a sagitta vola (...)
  • 156 estado.
  • 157 Véase n. 146.
  • 158 Referencia a un proverbio popular: «El hombre es fuego, y la mujer estopa; viene el diablo y sopla» (...)

29Para concluir141 este punto advierto142 que ni la criança en virtud y honestidad, ni los sanctos deseos presentes acompañados de sanctos exercicios, ni el abentajado saber, ni la fortaleça natural143, ni aunque fuese dada por don144 sobrenatural, nos deve asegurar para ponernos en el peligro de conbersar con mugeres, verlas y oírlas no haviendo necesidad que nos obligue. Los descendientes de Seth, criados en virtud y religión en tanto grado que la Sagrada Scritura los nombra hijos de Dios, viendo las mugeres hermosas del linaje de Caín, aficionándose de su hermosura las tomaron por mugeres, contra el mandamiento de Dios145. Este fue el prinçipio de las maldades en que después cayeron, por las quales castigó Dios el mundo con [fol. 9r.] universal diluvio. David, lleno de sanctos deseos acompañados de sanctos exercicios y de alto conoscimiento de los misterios soberanos, en edad mayor, después de haver vençido muchas vatallas, viendo acaso a Bersabeé, afiçionado a su hermosura fue vencido de la concupiscencia y amor deshonesto de ella, de manera que cayó en feo adulterio y tras el adulterio en homiçidio146. Salomón, su hijo, de quien dice la Scritura Sagrada que le dio Dios sabiduría y prudençia grandísima y que era el más sabio de todos los hombres, por afiçionarse a mugeres bino ha caer en el abismo de las miserias, qual es la nefanda idolatría147. Sansón, concevido148 por milagro y regulaçión149 angélica, criado en religión, Naçareo consagrado a Dios desde150 el bientre de su madre151, balentísimo en las batallas, fuerte sobre lo que naturaleza alcança, dotado de fortaleza sobrenatural, fue flaco en resistir a la afiçión que hizo asiento en su pecho viendo a Dalida152, que le fue causa de benir a poder de sus mortales enemigos, los quales le153 sacaron los ojos y echaron cadenas, y porque no comiese el pan de balde le hizieron moler en atahona154. Mejor le fuera, çierto, no haver mirado con ellos a la engañosa hembra que perderlos junto con la libertad y fortaleza antigua. Y si el mirar la muger agena, speçialmente compuesta, y oírla juntamente hablar con studio y cuidado con boz blanda en qualquier tiempo es peligroso, mucho más peligro será y ocasión de más pecados en el tiempo que se acostunbran representar las comedias después de medio día, sobre haver comido los oyentes; entonces cresçen los stímulos de la carne, entonces se multiplican los malos pensamientos carnales, entonces hace de las suyas el demonio que el Real Propheta [fol. 9v.] llamó meridiano155. Que, aunque algunos entienden el spíritu de acidia, otros con más fundamento entienden el que procura ençender en nosotros el fuego de la concupiscencia carnal, porque deste havía experimentado ya el daño que le havía hecho; y no en balde la Sancta Scritura haviendo de contar la caída de David dice que levantándose de su estrado156 después de mediodía paseava a la solana quando bio a la hermosa Bersabeé157, que le costó después hacer los ojos fuentes de lágrimas para lavar la culpa ocasionada de mirar la muger agena y a tal tienpo. Concluyamos pues que de representar mugeres en este tienpo se siguirán verisímilmente más pecados que en otro por estar los oyentes más dispuestos al inçendio, y porque el demonio que aguarda ocasión viendo çerca el fuego de la stopa hace su oficio y sopla158.

  • 159 cossas.
  • 160 representan.
  • 161 Valerio Máximo: «... iungendum est his P. Sempronius Sapho, qui coniugem repudii nota adfecit, nihi (...)

30Tanbién es abuso y no de poca consideración que en los theatros públicos y casas159 donde públicamente se representa160 se permita concurso de los varones con las mugeres, de donde resultan muchos malos tratos, demás de los pecados que de presente se cometen con la voluntad; y así convernía probeer que las mugeres no fuesen admitidas en las casas donde públicamente se representa si no hubiese lugar apartado de los varones, donde ni pudiesen comunicar con palabras ni billetes ni de otra manera, y que entrasen y saliesen por diferentes puertas para que ni a la entrada ni a la salida comunicasen. Haviendo este orden y siendo las representaciones de buenos [fol. 10r.] exemplos y doctrina, quitados los entremeses, se podría permitir que las mugeres las oyesen; y si del todo se les prohibiese oír comedias y tragedias en las casas donde se acostumbran hacer, no sería mal govierno pues es el recogimiento y ençerramiento muralla de la honestidad. De Publio Senpronio Sopho refiere Valerio Máximo, entre los exemplos de los romanos, que repudió a su muger por sola esta causa de haverse hallado presente a los juegos o representaçiones sin haverle pedido liçençia161.

  • 162 «Imperatores Theodosius, Valentinianus. Vir quoque pari fine claudetur nec licebit ei sine causis a (...)
  • 163 Esta información, enriquecida con un dicho de un lacedemonio, aparece en «Parecer sobre la prohibic (...)
  • 164 Suetonio: «Feminis ne gladiatores quidem, quos promiscue spectare sollemne olim erat, nisi ex super (...)

31Los emperadores Valentiniano y Theodosio declarando por ley las causas por que justamente podía el varón repudiar entre otras pusieron esta: si la muger contra voluntad de su marido estuviese en los juegos o spetáculos públicos162. De los antiguos laçedemonios refiere Plutarco que quando binieron a permitir en su república el uso de las comedias y tragedias prohibieron a las mugeres asistir a ellas163. De Octaviano Augusto refiere Suetonio que por ley vedó a las mugeres de qualquier estado o condición que fuesen hallarse presentes a los espectáculos de los athletas164, que en nuestros tiempos son justas, torneos, juegos de cañas y sortija. Paréçeme que consideró que no eran exercicios de mugeres para que el verlos les fuese enseñamiento y que çesando este, bien estén en su recogimiento.

  • 165 espetaculo.
  • 166 Curiosamente, esta frase, en el manuscrito, constituye por sí sola un párrafo exento, que en nuestr (...)
  • 167 Frase inconsecuente debido a anacoluto. Casiodoro: «Mores autem graves in spectaculis quis requirat (...)
  • 168 Traslado fiel y autorizado de alguna ley o documento (DA, s. v. «authéntico»).
  • 169 honesta. «Honestad» es forma anticuada de «honestidad».
  • 170 Justiniano: «Interdicimus sanctissimis episcopis et presbyteris, diaconis et subdiaconis, lectoribu (...)
  • 171 lo.
  • 172 religuiosas.

32A los clérigos generalmente les está prohibido asistir a los espetáculos165 públicos166. Decir que la raçón desta prohibición es lo que dixo el rey Theodorico de los godos, en una carta que anda entre las de Casiodoro, que en los espectáculos no se allará gravedad de costumbres porque no son catones los que acuden a ellos167. El enperador Justiniano, en un authéntico168 de diversos [fol. 10v.] capítulos eclesiásticos, como cosa indecente y agena de la autoridad y honestad169 de los clérigos les prohíbe hallarse presentes a los spetáculos so grave pena de suspensión por tres años y reclusión en algún monasterio170. Ageno es del imperial oficio hacer semejantes leyes, mas declarar en ellas las penas que según derecho eclesiástico incurrían los eclesiásticos permitido le171 fue, y esto podemos decir que pretendió. De los spectáculos públicos no es el más sanctificado el de las comedias y tragedias que de ordinario se representan; y así entre los abusos intolerables se puede contar asistir los clérigos o otras personas religiosas a las tales representaçiones prophanas y con actos más que profanos, quales son de ordinario los entremeses, y haviendo concurso de hombres y mugeres. Si, comforme a lo dicho en el primer capítulo, las representaciones fuesen tales que con ellas los oyentes fuesen enseñados con sana y provechosa doctrina y buenos exemplos, no representando mugeres ni concurriendo en el audictorio o, a lo menos, estando apartadas del todo de los varones como está dicho en este capítulo, no sería a inconbeniente que los clérigos y las demás personas religiosas172 oyesen semejantes representaciones en lugares y tiempos convenientes a su estado y autoridad.

  • 173 son.
  • 174 Alfonso el Sabio: «Nin deben (los clérigos) ser facedores de juegos por escarnio porque los vengan (...)

33Del abuso que sería representar clérigos en público theatro no ay neçesidad de decir, porque, demás que es muy notorio ser prohibido en derecho so173 graves penas, no tengo notiçia que se permita ni que se aga174.

34Capítulo tercero: de los abusos açerca del tiempo

  • 175 Viguilançio.
  • 176 Jerónimo: «Vigiliae et pernoctationes in basilicis... Error autem et culpa juvenum vilissimarumque (...)
  • 177 rigusos.
  • 178 «Placuit prohiberi ne feminae in coemeteriis pervigilent, eo quod saepe sub obtentu orationis laten (...)
  • 179 Rómulo: «Noctvrna muliervm sacrificia ne svnto, praeter illa, qvae pro popvlo rite fiant» (François (...)
  • 180 Cicerón, después de citar verbatim la ley de Rómulo, dialoga con su hermano Quintus y con su amigo (...)
  • 181 los.
  • 182 presteros.

35No solo en las representaçiones públicas, donde todos sin diferençia son admitidos, es grande abuso y ocasión de grandes maldades y de muy grandes daños que [se] hagan de noche, mas tanbién en las que se hacen en casas particulares. Porque [fol. 11r.] ni se pueden haçer tan secretas que no se sepa, ni haver tanta guarda que no aya concurso, y con los mismos inconbenientes y a veçes mayores que si fuesen públicas. En muchas partes destos reinos está prohibido haver sermones de noche, siendo cosa sancta y el lugar sancto y los que concurren a oírlos gente por la mayor parte devota; y así mismo velar los fieles las noches en las iglesias y ermitas, que en los tiempos pasados fue muy usado y encomendado por los Doctores Sanctos y en tanto grado aprobado por entonçes que san Hierónimo escrivió de propósito contra Vigilancio175 que las condenava condenándole a él como a hereje176. Ahora que la devoçión se a resfriado y la maldad ha crescido, vemos que se a prohibido con rigurosas177 penas en muchas provincias de España por los concilios provinçiales modernos178, porque la experiencia ha mostrado los grandes inconvenientes que se siguen de los concursos del pueblo en tiempo de noche, aunque sean en los templos y lugares sagrados. De Rómulo se lee que, fundada Roma, establesçió por ley que en el templo no se celebrasen belas de noche porque acaso so color de devoçión no se cometiese alguna deshonestidad179. Y Ciçerón entre sus leyes pone esta: que los sacrifiçios de las mugeres no se hiçiesen de noche180. Lo181 que estos legisladores gentiles temían han provado los católicos en estos tiempos postreros182 en que la maldad ha crescido y la caridad se a resfriado, y así sanctamente se hacía (sic). De donde podemos colegir que es intolerable abuso representar de noche, donde los inconbenientes son muy ciertos y la utilidad mucho menos o ninguna.

  • 183 Juan Crisóstomo: «Ideo praedico, et perspicua voce clamo: Si quis post hanc cohortationem atque doc (...)
  • 184 viçes, por posible latinismo, como plural de vicis.

36En los días especialmente dedicados al culto divino que llamamos fiestas en el pueblo christiano, también es perniçioso abuso representar cosas profanas, mas no sería inconbeniente que en tales días se permitiesen representaçiones [fol. 11v.] de buena y provechosa doctrina, aunque fuese tiempo de quaresma, con que no inpidiesen oír los oficios de misas mayores y sermones. Y lo que san Chrisóstomo en diversas partes reprende a los que semejantes tiempos enplean en spectáculos183 hase de entender de los prophanos sin doctrina ni aprovechamiento. En días comunes y no festivales, porque no se hagan holgaçanes los que han de vivir de su travajo, es parte de buen govierno que no se permitan spectáculos públicos sino muy raras veces184; mas si las representaciones fuesen tales como se a dicho en los capítulos antes de este, guardándose el orden allí declarado, bien se podrían permitir muchas veçes. Para las representaçiones prophanas no se deve dar licençia en tiempo alguno: no en días de fiestas porque el pueblo christiano no se distraiga de las cosas divinas, pues por esta raçón se prohíbe el travajo corporal en semejantes días aunque de suyo provechoso y algunas veces necesario; no tanpoco en días de travajo porque el pueblo no se haga a la ociosidad; y así para tales representaciones ningún tiempo conbiene y en ninguno se devrían permitir por sola la consideraçión del tiempo, aunque no huviese otra alguna.

37Capítulo cuarto: de los abusos açerca del lugar

  • 185 Ecl. 7, 5-7: «Cor sapientium ubi tristitia est, et cor stultorum ubi laetitia. / Melius est a sapie (...)
  • 186 com.

38Siendo los templos casas de Dios donde los fieles negoçian con su Divina Magestad y alcançen (sic) soberanas merçedes con sanctas oraciones, grande abuso es que los días de más solemnidad, en que devíamos más enplearnos en loores divinos, se hagan las casas de oración theatros de vanidades y chocarrerías, mesclándose algunas [fol 12r.] veces exemplos o palabras deshonestas. Y dado caso que en las iglesias principales se tenga cuidado contra el abuso de la deshonestidad, es harta lástima que en las mismas aún no se ayan quitado los vanos actos de entremeses ni las neçedades de los simples que no sirven de otra cosa sino de mover los oyentes a un vano placer y risa de neçios que suene y aga ruido, como las spinas o cardos echados en el fuego, que tal nombre le da el Spíritu Sancto por Salomón185. Cierto, estos motivos sensuales que perjudican a la raçón en todo lugar se devían escusar, y prinçipalmente en la casa de Dios donde nada se deve permitir que desagrade a su Divina Magestad, a quien todo desorden y desconçierto desagrada. No condeno el personaje del simple, antes confieso que algunas veces enseña más que los otros; condeno el abuso de ordenar este personaje a causar bano deleite sensual y risa descompuesta en los oyentes que devrían ser movidos a devoçión y sanctos exerçiçios en semejantes lugares y tiempos con la doctrina y exemplos de las representaciones. Y si en esto se pusiese el cuidado que se deve poner para celebrar sanctamente en los lugares sanctos los misterios sanctos de nuestra sancta y verdadera religión christiana, bien se podrían juntar devoción y spiritual alegría con186 la corporal que se suele buscar con entremeses vanos y muy de ordinario perniciosos y con mal uso de los personajes simples, ordenándolos a fin no solo diferente sino contrario del que la Sancta Madre Iglesia pretende en sus festividades que es spiritualizar sus hijos.

  • 187 yncouenientes.
  • 188 aduiendo.
  • 189 gusticias.
  • 190 fues.

39[fol. 12v.] Tanbién tengo por abuso que las representaciones, aunque sean sanctas, se agan dentro de los templos donde ay peligro de irreverencia respecto de los sagrados altares, imágines de los sanctos y aun del mismo sancto de los sanctos que realmente está con el sanctisimo sacramento del altar. Donde se pudiese vien proveer bastantemente para que cesasen estos y otros inconvenientes187, no se devía reprender que se hiciesen en lugar profano. Y así en los pueblos prinçipales, para que el lugar fuese deçente a las representaciones sanctas que solas se devían permitir, sería buen govierno que en lugar deçente se añadiese casa de público theatro con repartimientos señalados para prevenir todos los inconbenientes que suelen suceder, donde huviese apartamiento para clérigos y personas religiosas, y apartamiento para seglares principales, y apartamiento para mugeres, aviendo188 de ser admitidas; y en los pueblos menores, donde no es ordinario haver representaciones, sería bien que quando las justicias189 diesen liçencia señalasen lugar que fuese190 decente y a propósito para obviar inconbinientes.

40Otros muchos con más primor pudieran tratar este argumento, a los quales suplico lo agan y de mis faltas tomen ocasión para negociar más eficazmente el cumplimiento de mi deseo. Lo que he dicho pongo debaxo de la correçión de la Santa Madre Iglesia y de su cabeza, que es el Romano Pontífiçe; y sea a honra y gloria de Dios Todopoderoso, Padre y Hijo [y] Espíritu Sancto, por la qual se escrivió este tratadillo.

41Abreviaturas
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Notas

1 Agradezco a Marc Vitse su atenta lectura de este trabajo. Sus valiosas indicaciones y sugerencias me han sido de especial ayuda para armonizar la trascripción del manuscrito.

2 Agustín Durán fue director de la Biblioteca Nacional de 1854 a 1862. Cuando, no sin alguna ayuda de lo que Horace Walpole denominó como serendipity, localicé su paradero en Little Somerford (condado de Wiltshire), el manuscrito formaba parte de los fondos de libros antiguos del conocido anticuario inglés Richard Hatchwell, quien en correspondencia privada me indicaba (pero sin darlo por cierto) que el documento procedía posiblemente de la «Phillipps Library». Ello no obstante, el manuscrito no aparece listado en el catálogo de manuscritos que Phillipps dio a conocer en 1837, quizá antes de que el documento llegara a sus manos; véase Philipps, 2001.

3 Cotarelo y Mori, Bibliografía, p. 45a; Pellicer, 1804, vol. I, p. 139.

4 Justifico estas fechas en un artículo anterior, mediante examen de datos externos al manuscrito y de indicios internos en su texto: véase García Gómez, 1989, pp. 192-194. Carente de la información con la que hoy contamos, Cotarelo asigna al manuscrito una fecha muy imprecisa (a saber, «15...»). Véase también la n. 82 infra.

5 De fecha posterior son los documentos del mismo tema descubiertos y publicados después de la obra de Cotarelo. A saber: Rozas, 1979; De la Granja, 1980; José Luis Suárez García, 1993; y los ocho textes oubliés, con fechas que van de 1595 a 1697, publicados Marc Vitse, 1988. A estos documentos puedo además añadir ahora el «Discurso en vituperio a las comedias» de Cristóbal de Avendaño, quien condena toda representación, ya sea de comedia o de tragedia, excepto «quando son de santos, o a la divino» (1627). Véanse también datos e información bibliográfica adicionales en García García, 1999, pp. 208-209.

6 Francisco de Alcocer, Tratado del Iuego, cap. 50, pp. 278-285 (sobre truhanes); cap. 54, pp. 301-302 (sobre representaciones de farsas); véase Bibliografía, pp. 54-55.

7 Juan de Pineda, Primera parte de los treynta y cinco diálogos familiares de la agricvltura christiana, 1589. Lista para la imprenta en 1581, la obra se «compuso» sin embargo antes de 1559-1564, como puede verse por testimonio del autor (que Cotarelo no transcribe) en la misma portada del libro (véase, Bibliografía, pp. 504-505). La obra de Diego Pérez de Valdivia, Plática o lección de las máscaras, en la cual se trata si es pecado mortal o no el enmascararse (redactada en 1583 y publicada en 1618) se ocupa de un tema parateatral, y específicamente barcelonés.

8 Francisco Ribera, Franciscii Riberaein librvm duodecim prophetarum commentarii, «In Michaeam prophetam», cap. 1, § 59-65, pp. 526-527. Véase Bibliografía, pp. 521-522.

9 F. de Alcocer aplica ya este criterio de Tomás de Aquino, al tratar de los truhanes, y hace referencia concreta a su Summa Theologiae, 2. 2ae. q. 168, art. 3. (F. de Alcocer, Tratado del juego, p. 280).

10 Este es el esquema utilizado por Rivadeneira en 1589, en su caso para condenar las comedias: «Porque lo que dice Santo Tomás, es que de suyo… no es pecado representar ni ver representar comedias… Porque si fuese tal siempre sería malo… Y lo que nosotros decimos es verdad, que entreviniendo en las representaciones palabras lascivas, hechos torpes, meneos y gestos provocativos a deshonestidad de hombres infames y mujercillas perdidas, y habiendo exceso y demasía en las comedias, que cada día se representan, son ilícitas y perjudiciales…» (Pedro de Rivadeneira, Tratado de la tribulación, cap. XI, pp. 105-106; véase Bibliografía, p. 523a).

11 La voz suave de la actriz constituye un motivo de especial preocupación para el autor, quien poco después vuelve a repetir, con casi las mismas palabras, lo aquí dicho, advirtiendo contra el peligro de irar a «muger agena, speçialmente compuesta, y oírla juntamente hablar con studio y cuidado con boz blanda». La voz suave de las actrices aparecerá como motivo de preocupación en muchos documentos antiteatrales del siglo xvii; véase la n. 126 infra.

12 Juan de Mariana también se opone, años más tarde, a que la mujer salga al escenario a representar, admitiendo sin embargo que los personaje femeninos puedan ser encarnados por muchachos vestidos de mujer. Las opiniones de Mariana sobre materia teatral se publican primero en latín (De rege, 1599; De spectaculis, 1609). Traducidas más tarde al castellano con título de Tratado contra los juegos públicos, permanecen en forma manuscrita hasta su publicación en 1854 (Bibliografía, pp. 430-431). La encarnación de personajes femeninos por hombres o muchachos vestidos de mujer sigue siendo materia de mención casi rutinaria, pero no ya de debate, en otros documentos teatrales entre 1598 y mediados del siglo xvii (Bibliografía, «Índice temático», p. xcix: «hombres vestidos de mujer»).

13 Menciona los «entremeses» en nueve ocasiones.

14 La opinión de Fr. Alonso de Mendoza en 1587 (Quaestiones quodlibeticae et relectio theologica de Christi regno ac dominio) supone ya un cambio respecto a la más rígida del ms. Mendoza acepta no solo que clérigos y religiosos puedan asistir a las representaciones teatrales sino también que las mujeres puedan representar. Fr. Manuel Rodríguez en su obra de 1590, indicando ya como normal la presencia de clérigos en el teatro («pues de ordinario públicamente están presentes»), no condena su asistencia a las comedias, ni tampoco la de los religiosos (Obras morales en romance, cap. 90: «De las comedias»). Parecida opinión expresa el P. Tomás Sánchez en 1599, afirmando además que era muy frecuente la presencia de clérigos en el teatro («cum frequentissimum sit clericos illis interesse», Disputatio de sancto matrimonii sacramento). En 1593, sin embargo, Don Pedro de Vaca y Castro, entonces arzobispo de Granada, prohíbe severamente que las clérigos asistan a las representaciones teatrales (véase Bibliografía, pp. 466b-467a; 524b; 535b; 578a).

15 Interesa notar que en este punto el autor no utiliza (como sería de esperar si el tratado hubiera sido redactado en fecha posterior a la indicada) ninguno de los siguientes vocablos: patio, cazuela, aposento, tribuna, sitio de la Ciudad; ni otros similares, con los que más tarde se denominarán estas dependencias del recinto teatral con precisión terminológica comúnmente aceptada.

16 A principios del siglo xvi se produjo «una eclosión de herramientas auxiliares de carácter enciclopédico impresas que intentaban reunir según taxonomías y criterios diferentes todos los conocimientos relativos a fuentes de la erudición y lugares comunes que un autor o un predicador podía necesitar», Sagrario López Poza, 2000, p. 193. De la misma autora, ver su artículo de 1990. «

17 Unos datos facilitados al autor por la Biblioteca Nacional de España, mediante fotocopia de la papeleta antigua M-41 relativa al manuscrito perdido, indican (y Cotarelo, Bibliografía, p. 45b, lo confirma) que Abusos formaba parte de un volumen de manuscritos que, además del nuestro, incorporaba otros sobre «consultas y pareceres de Universidades y teólogos particulares sobre lo lícito o ilícito de las [comedias]». Los 12 folios de Abusos se agrupan en un solo cuaderno de seis pliegos doblados. Este cuaderno formaba parte de un tomo mayor, como lo indician los restos de cola que aún perduran a lo largo del lomo de nuestro manuscrito y el hilo del cosido, que aparece deshecho. En el margen superior derecho del primer folio del manuscrito se lee «Folio 24» en letra muy diferente a la del texto del documento (que como queda indicado no está numerado ni a página ni a folio), en posible referencia al número de identificación asignado al documento completo, quizá por un anticuario, en fecha indeterminada. Todo parece indicar que el manuscrito Abusos se desgajó de su tomo original, el cual contendría también los documentos con pareceres de universidades y teólogos a los que hace referencia la papeleta M-41.

18 Sic por «parecen».

19 de los abusos.

20 ellos.

21 los.

22 ensenee.

23 marter.

24 Pala.

25 Persona sin formación en letras.

26 herrar.

27 hiserepara.

28 higromancia.

29 proeuir. En su traducción de Epicteto, Quevedo se previene con esta advertencia: «En nuestro Epicteto se lee esta palabra Dioses, entre los católicos herética, entre los idólatras frecuente. Empero tan repugnante a la razón y al discurso, que me persuado no creyeron pluralidad de Dioses algunos de los antiguos, sino que juzgando que en Dios todo era Dios, le multiplicaron por sus atributos» (Francisco de Quevedo y Villegas, Epicteto y Phocílides en español con consonantes. Con el origen de los estoicos, y su defensa contra Plutarco, y la defensa de Epicuro, contra la común opinión, fol. 10v.).

30 Es decir, ‘semillero’.

31 ‘engaño’: voz arcaica.

32 Clemente de Alejandría: «Nec inconcinne stadia et theatra pestium cathedram quis vocaverit [este “quis” es el autor de los psalmos. Clemente relaciona consilium impiorum, en Sal. 1, 1, con theatra]: nam hic quoque scelestum est consilium quemadmodum aversus justum... Prohibeantur ergo spectacula et acroamata, quae scurrilitate ac vaniloquentia plena sunt. Quod enim turpe factum non ostenditur in theatris? Quod autem verbum impudens non proferunt, qui risum movent, scurrrae et histriones?» (Paedagogus, lib. 3, cap. 11; PG, VIII, cols. 654-655).

33 vileno.

34 mi.

35 Eclo. 33, 28-29: «Servo malevolo tortura et compedes: mitte illum in operationem, ne vacet: / multam enim malitiam docuit otiositas»

36 Ez. 16, 49: «Ecce haec fuit iniquitas Sodomae, sororis tuae: superbia, saturitas panis et abundatia, et otium ipsius et filiarum eius».

37 Mt. 12, 36: «Dico autem vobis quoniam omne verbum otiosum, quod locuti fuerint homines, reddent rationem de eo in die iudicii».

38 declarando.

39 (a) Jerónimo: «Et sensus est: si otiosum verbum, quod nequaquam aedificat audientes, non est absque periculo eius qui loquitur, et in die judicii redditurus est unusquisque rationem sermonorum suorum: quanto magis vos, qui opera Spiritus Sancti calumniamini, et dicitis me in Beelzebub principe daemoniorum ejicere daemonia, reddituri estis rationem calumniae vestrae! Otiosum verbum est, quod sine utilitate loquentis dicitur et audientis, si omissis seriis, de rebus frivolis loquamur, et fabulas narremus antiquas» (S. Eusebii Hieronymi Commentarium in Evangelium Matthaei ad Eusebium libri quatuor, PL, XXVI, cols. 81-83).

(b) Gregorio Magno: «Mecum vos admoneo, ut ab otioso sermone parcamus, inutiliter loqui declinemus... Otiosum quippe verbum est, quod ad utilitate rectitudinis, aut ratione iustae necessitatis caret. Otiosa ergo colloquia ad aedificationis studium vertite...» (Sancti Gregorii Magni XL Homiliarum in Evangelia Libri Duo, lib. 1, Homilia 6; PL, LXXVI, col. 1098).

(c) Tomás de Aquino: «... verbum otiosum dupliciter dicitur. Uno modo omne verbum malum dicitur otiosum; quia illud dicitur otiosum quod non consequitur finem, sicut si aliquis quaerit hominem, et non invenit, dicitur otiose quaesivisse. Verbum autem datur ad instructionem. Quando ergo proficit, non est otiosum... Differt quidem pernitiosum, et otiosum, quia perniciosum est quod nocumentum infert, otiosum vero quod non affert utilitatem. Gregorius dicit, quod otiosum dicitur, quod caret pia utilitate, vel necesitate. Unde quodlibet verbum quod profertur leviter, dicitur otiosum, nisi habeat piam utilitatem, vel piam necessitatem» (Super Evangelium Matthaei, lib. 1, cap. 12, lectio 3).

40 sin.

41 Forma arcaica de «permanente».

42 Prov. 12, 11: «Qui operatur terram suam satiabitur panibus; qui autem sectatur otium stultissimus est».

43 En su acepción de ‘lograr algo’.

44 San Jerónimo no escribió comentario sobre los Proverbios de Salomón. El autor del manuscrito parece referirse al paralelismo que la Vulgata Hieronymiana establece entre «trabajar» y «ocio» (Prov. 12, 11) en la traduccion del Liber Proverbiorum (PL, XXVIII, col. 1320).

45 gamas.

46 Eclo. 20, 30: «Qui operatur terram suam inaltabit acervum frugum, et qui operatur iustitiam, ipse exaltabitur». El autor del tratado traduce, correctamente, como «virtud» el vocablo «iustitia» en su acepción latina de conducta acorde con la ley divina, correspondiente a la acepción castellana de virtud o bondad en las costumbres (DA, s. v. «justicia»).

47 impedimieto.

48 Sal. 118, 37: «Averte oculos meos, ne videant vanitatem; in via tua vivifica me».

49 al.

50 Eph. 5, 15-16: «Videte itaque, fratres, quomodo caute ambuletis: non quasi insipientes, / sed ut sapientes: redimentes tempus, quoniam dies mali sunt».

51 Col. 4, 5: «In sapientia ambulate ad eos, qui foris sunt: tempus redimentes».

52 I Cor. 7, 29-31: «Hoc itaque dico, fratres: tempus breve est: reliquum est, ut et qui habent uxores, tamquam non habentes sint: / et qui flent, tamquam non flentes: et qui gaudent, tamquam non gaudentes: et qui emunt, tamquam non possidentes: / et qui utuntur hoc mundo, tamquam non utantur: praeteri enim figura huius mundi».

53 engureyrse.

54 Is. 24, 1-3: «Ecce Dominus dissipabit terram: et nudabit eam, et affliget faciem eius, et disperget habitatores eius. / Et erit sicut populus, sic sacerdos, et sicut servus, sic dominus eius; et sicut ancilla, sic domina eius; sicut emens, sic ille qui vendit; sicut foenerator, sic is qui mutuum accipit; sicut qui repetit, sic qui debet. / Dissipatione dissipabitur terra, et direptione praedabitur; Dominun enim locutus est verbum hoc». El autor del manuscrito extrapola el sentido de la cita bíblica añadiéndole una dimensión teatral.

55 Véase n. 52 supra.

56 II Cor. 4, 10-11: «… semper mortificationem Jesu in corpore nostro circumferentes, ut et vita Jesu manifestetur in corporibus nostris. / Semper enim nos, qui vivimus, in mortem tradimur propter Jesum: ut et vita Jesu manifestetur in carne nostra mortali».

57 En el sentido arcaico de «reconocer, advertir y rastrear, y ver con cuidado y atención alguna cosa» (DA, s. v. «escatimar»).

58 Séneca (Lucius Annaeus): «Praesens tempus brevissimum est, adeo quidem, ut quibusdam nullum videatur. In cursu enim semper est, fluit et praecipitatur. Ante desinit esse quam venit, nec magis moram patitur quam mundus aut sidera...» (De brevitate vitae, lib. 10, 6).

59 Jerónimo: «Lucius Annaeus Seneca Cordubensis... continentissimae vitae fuit, quem non ponerem in Catalogo Sanctorum nisi me illae Epistolae provocarent, quae leguntur a plurimis Pauli ad Senecam, et Senecae ad Paulum. In quibus, cum esset Neronis magister, et illius temporis potentissimus, optare se dicit ejus esse loci apud suos, cujus sit Paulus apud Christianos (Eusebii Hieronymi... De Viris Illustribus Liber, cap. 12; PL, XXIII, col. 664. En nota 4 de PL se hace referencia a una epístola sexta en la que Séneca escribe a Pablo en estos términos: «Qui meus, tuus apud te locus, qui tuus, velim meus»).

60 Plutarco: «Comoedias et tragoedias non audiebant, ne vel serio vel ioco contra leges dicentibus aures praeberent. Archilochum poetam, cum is venisset Spartam, eadem hora expellerunt, quod in carmine quodam eum scripsisse intellexissent, praestare arma abiicere, quam mori» (Moralia, «Laconica Instituta». Tomo la cita de Guilielmus Xylandrus Augustanus (trad.), Plvtarchi Chaeronensis Moralia, vol. 1, p. 414).

61 «[Tiberio] desterró de Roma a los actores y no les concedió lugar donde practicar su profesión porque no hacían sino corromper a las mujeres y promover disturbios populares» (Mi traducción. Texto griego en Dio Cassius, Historia Romana, libro 57, cap. 21, 3).

62 forfaris.

63 hunzido, que transcribo, muy tentativamente, como «un cierto».

64 Valerio Maximo: «et quia ludius apud eos hister appellabatur, scaenico nomen histrionis inditum est» (Factorum et dictorum memorabilum libri novem, lib. 4, cap. 4). El ms. deforma el sentido de la fuente.

65 Tribonio.

66 Diuimuiro. El autor del tratado apellida a Trebonio con el nombre de la institución en la que ejercía su cargo. El llamado «duovir» era un tribunal de justicia romano compuesto de dos personas, cuya forma menos correcta era «duumvir»

67 ocisidad.

68 Plinio (Gaius Plinius Secundus): «C. Plinius Sempronio Rufo Suo S. Gymnicus ago apud Viennenses ex cuisdam testamento celebratur. Hunc Trebonius Rufinus, vir egregius nobisque amicus, in duumviratu tollendum abolendumque curavit. Negabatur ex auctoritate publica fecisse. Egit ipse causam non minus feliciter quam diserte. Commendabat actionem, quod tanquam homo Romanus et bonus civis in negotio suo mature et graviter loquebatur. Cum sententiae perrogarentur, dixit Iunius Mauricus, quo viro nihil firmius nihil verius, non esse restituendum Viennensibus agana; adicit “Vellem etiam Romae tolle posset”» (Epistulae, lib. 4, epist. 22, 1-3).

69 Alegandro. Alejandro de Alejandro: «... idem tamen Massilienses tam seuere disciplinae fuere ut nullum aditum iuuentuti in scenam uel theatrum darent, quod essent morum corruptela, ne per obscenos motus iuuenes impudicitia lasciuirent» (Dies Geniales, lib. 5, cap. 16, p. 211).

70 Forma arcaica de «menció

71 Plinio (Gaius Plinius Secundus): «Caesari proprium et peculiare sit praeter supra dicta clementiae insigne, qua usque ad paenitentiam omnes superavit. Idem magnanimitatis perhibuit exemplum, cui comparari non possit aliud. Spectacula enim edita effusasque opes aut operum magnificentiam in hac parte enumerare luxuriae faventis est...» (Historia Naturalis, lib. 7, cap. 26).

72 dixo.

73 Marcus, empresario teatral, abandona esta profesión cuando se convierte al cristianismo, pero para sobrevivir abre una escuela de actores. Su pastor, Eucracio, escribe a Cipriano, obispo de Cartago, pidiéndole consejo sobre si Marcus puede permanecer en comunión con la comunidad cristiana. Cipriano contesta que Marcus debe dejar de enseñar el arte dramático; pero sugiere que la comunidad cristiana le asista con alimentos (Cyprianus, Epistulae, 61, 1-2; PL, IV, col. 373).

74 Cueraçio. Un error parecido aparece en una obra de 1673: «El Derecho en muchas partes niega a los comediantes la Sagrada Comunión, y tomólo el Derecho canónico de San Cipriano, el cual mandó a Cucracio que no admitiese a la Sagrada Comunión a un farsante (que aunque había dejado el oficio, le enseñaba a otro), porque le parecía que se afeaba la pureza de la Santa Iglesia» (Fr. José de Villalba, Antorcha espiritual, véase Bibliografía, p. 595b).

75 encomporo.

76 Este «derecho común» es el conocido como Corpus Iuris Canonici formado con la recopilación de los textos siguientes: Decretum Gratiani (1140), Decretales Gregorii IX (1234), Decretales Bonifacii VIII (1298), Decretales Clementinae (1317), Extravagantes (de Juan XXII, 1500), y Extravagantes Communes (1503). Este corpus se publicó en 1582 bajo Gregorio XIII (1572-1585), dividido en cuatro volúmenes. El autor del manuscrito pudo haber conocido esta obra (véase Salinas Araneda, 1996).

77 «Ut scenisis atque histrionibus, ceterisque huiusmodi personis vel apostaticis, conversis vel reversis ad dominum, gratia vel reconciliatio non negetur» (Joannes Dominicus Mansi et al., Sacrorum Conciliorum nova et amplissima collectio, vol. III, «Concilium Carthaginense Nomine Tertium», cap. 35, p. 885). Esta información aparece también, por copia o fuente común, en un tratado manuscrito de 1642, cuando al tratar sobre si se debe negar la comunión a los representantes se hace referencia al «Concilio Cartaginense y San Cipriano, Obispo de aquella ciudad, en una epístola que escribió a Eucracio, y se refiere en el Derecho...» (véase Suárez García, 1993, p. 158).

78 Graciano: «Histrionibus sacra non committantur mysteria. Pro dilectione tua, et verecundia mutua consulendum me existimasti frater carissime, quid mihi videatur de histrione quodam, qui apud vos constitutus, in eiusdem adhuc artis suae dedecore perseuerat... an talis debeat communicare nobiscum. Quod ego puto nec maiestati diuinae, nec Euangelicae disciplinae congruere, vt pudor, et honor ecclesiae tam turpi et infami contagione foedetur. Item ex concilio Carthaginensi 3. Post conuersionem non est deneganda gratia communionis. Scenicis, atque histrionibus, ceterisque huiusmodi personis, vel apostaticis conuersis, vel reuersis ad Dominum gratia, vel reconciliatio non negetur (Decretum Gratiani emendatum et notationibus illustratum, vna cvm glossis, Gregorii XIII Pont. Max. iussu editum, De Consecratione, Distinctio II, caps. 95-96, cols. 2571-2572).

79 prouecha.

80 rreazion.

81 guegos.

82 El autor del manuscrito no se está refiriendo aquí al documento oficial de Madrid, fechado el 17 de noviembre de 1587, que permitió a la compañía de I Confidenti que las actrices Ángela Salomona y Ángela Martinelli pudieran representar «en hábito y vestido de muger y no de hombre», pero prohibiendo, al mismo tiempo, que «ningunos muchachos puedan entrar a representar bestidos ni tocados como mugeres» (Bibliografía, p. 620a). Aunque la expresión «los mayores», utilizada en el manuscrito de Abusos, es compatible con el carácter oficial de este documento, el tono general de la frase y, en especial, el uso de la forma verbal «se ha levantado», con su matiz de agitación indebida, no cuadrarían bien con el respeto debido al carácter y procedencia oficial del documento de Madrid. La libertad y aplomo con los que el autor del manuscrito se permite expresar su total oposición a que las mujeres actúen en tablas son indicio de que compuso su tratado antes de 1587. El Consejo de Castilla envió ese mismo año una cédula a Granada, fechada el 24 de noviembre, indicando que «por justas consideraciones ha parecido se le dé licencia a las mugeres de los representantes, constando primeramente que son casadas y traen a sus maridos consigo, para que puedan representar en ábito de mugeres y no de hombres, con lo qual se mande que ningunos muchachos puedan entrar a representar bestidos ni tocados como mugeres…» (véase De la Granja, 1992, p. 39). Sobre la fecha del tratado Abusos ya he tratado con más amplitud en un artículo anterior (véase n. 4 supra).

83 probeyesen.

84 En su sentido flexible aureosecular de ‘a favor de’.

85 la.

86 permiten.

87 preguntela.

88 I Cor. 14, 34-35: «Mulieres in ecclesiis taceant, non enim permittitur eis loqui, sed subditas esse, sicut et lex dicit. / Si quid autem volunt discere, domi viros suos interrogent. Turpe est enim mulieri loqui in ecclesia».

89 gunta.

90 I Tim. 2, 11-12: «Mulier in silentio discat cum omne subiectione. / Docere autem mulieri non permitto, neque dominari in virum: sed esse in silentio».

91 San Jerónimo, comentando sobre I Tim., 2, 12, escribe: «Publice non permittit». En lugar paralelo de I Cor. 14, 34-35, escribe: «Quia contra ordinem est naturae, vel legis, ut in conventu virorum feminae loquantur. Quaeritur ergo quomodo alibi dicat, mulieres docere prudentiam et castitatem debere. Sed hoc in sexu suo. Sed et hic designat locum, ubi taceant: alibi eis loqui permisit, sicut et lex dicit… Turpe est enim mulieri loqui in eclesia… Ne videretur eas etiam discere vetuisse, domi illas hoc quod publice no decebat, facere debere praecepit» (Commentarii in Epistolas Sancti Pauli... In Primam Epistolam ad Corinthios y In Epistolam Primam ad Timotheum; PL, XXX, col. 794 y col. 920). Para Teofilacto, véase n. 96 infra.

92 Ac. 18, 24-28: «Judaeus autem quidam, Apollo nomine... / Hic erat edoctus viam Domini... / Hic ergo coepit fiducialiter agere in synagoga. Quem cum audissent Priscilla et Aquila, assumpserunt eum, et diligentius exposuerunt ei viam Domini... / Vehementer enim Iudaeos revincebat (Apollus) publice, ostendens per Scripturas, esse Christum Jesum».

93 I Cor. 7, 13-16: «Et si mulier fidelis habet virum infidelem, et hic consentit habitare cum illa, non dimittat virum: / sanctificatus est enim vir infidelis per mulierem fidelem, et sanctificata est mulier infidelis per virum fidelem.../ Unde enim scis mulier, si virum salvum facies? aut unde scis vir, si mulierem salvam facies?».

94 Véase n. 88 supra.

95 Ecumen.

96 En sus sus respectivos comentarios a I Cor. 14, 34-35. Theophilactus: «Cum omnia pulchre ordinasset… nunc etiam mulierum tumultum compescit, dicens: “In ecclesia taceant”… “Si quid autem discere volunt, domi viros suos interrogent”… Domi, inquit, a suis maritis discante (Epistolae Primae Divi Pauli ad Corinthios Expositio; PG, CXXIV, cols. 747-750). Oecumenius: «Mulieres vestrae in ecclesiis sileant, nec enim permissum est illis ut loquantur, sed ut subditae sint , quemadmodum et lex dicit. Quod si quid discere volunt, domi viros suos interrogent… Si igitur non loquantur, dixerit quispian, quomodo discent ea quae ignorant? Domi, ait, a viris discante» (Commentarium in Primam Epistolam ad Corinthios; PG, CXVIII, cols. 858-859).

97 Cláusula mal construida, con anacolutos.

98 Teodoreto de Ciro comenta I Tim. 2, 11-12 con estas palabras: «Quoniam etiam mulieres propheticam gratiam acceperant, de hoc quoque legem necessario constituit. Qua de causa in ecclesia viris doctrinae egentibus mulieres non constituit magistras. Eadem aperte etiam docent quae scripta sunt in Corinthios... Deinde etiam docet ex natura rectum ordinem» (Theodoreti Commentarius in omnes Pauli Epistolas; PG, LXXXII, col. 802).

99 Valerio Máximo: «Caia vero Affrania Licinii Bructionis uxor prompta ad lites contrahendas, pro se semper apud praetorem verba fecit, non quia advocatis deficeret, sed quia impudentia abundabat» (Factorum et dictorum memorabilium libri novem, lib. 8, cap. 3).

100 «Mulier, caecus… capitalis crimine damnatus… pro aliis in jure apud me ne postulet» (Edictum Perpetuum Adrianeum, lib. III, «De Postulando», tit. I, ii b, p. 10).

101 jurisconsultu.

102 Justiniano: «Ulpianus 6 ad ed. secundo loco edictum proponitur in eos, qui pro aliis ne postulent... feminas prohibet pro aliis postulare. et ratio quidem prohibendi, ne contra pudicitiam sexui congruentem alienis causis se inmisceant, ne virilibus officiis fungantur mulieres» (Digesta, lib. 3, «De postulando», 3.1.1.5).

103 «Imperator Constantinus ad Concilium Provintiae Africae. Maritus citra mandatum in rebus uxoris cum solemni satisdatione, et alia observatione intercedendi liberam habeat facultatem: ne feminae, persequendae litis obtentu in contumeliam matronalis pudoris irreverenter irruant, et conventibus virorum, vel judiciis interesse cogantur (Constantini Magni Decreta et Constitutiones; PL, VIII, col. 94).

104 Justiniano: «Ulpianus 6 ad ed... ne virilibus officiis fungantur mulieres» (Digesta, lib. 3, «De postulando», 3.1.1.5).

105 Del latín providere; aquí con el sentido de ‘proveer’, o sea, dictar una resolución o sentencia judicial.

106 imperta. La venia de edad era una licencia que se concedía a un menor para administrar por sí su hacienda, previo pedimento ante un tribunal competente.

107 Constantino: «De his, qui veniam aetatis impetrarunt… Has (feminas adulescentes) vero propter pudorem et verecundiam in coetu publico demonstrari testibus non cogimus, sed percepta aetatis venia annos tantum probare tabulis vel testibus misso procuratore concedimus. Interpretatio: Foeminae vero... ubi ac XVIII annum pervenerint, eas tamen, quas morum et honestitatis commendat opinio, non in publico annos probare suos cogendae sunt, sed misso procuratore per scripturam annos eos... se habere demonstrent et similem, quam viri in contractibus habeant facultatem...» (Constantini Magni Decreta et Constitutiones; PL, VIII, cols. 212-213).

108 que.

109 Así, por ejemplo, Alfonso el Sabio: «Ninguna muger quanto quier que sea sabidor non puede seer abogada en juicio por otri: y esto por dos razones: la primera porque non es guisada nin honesta cosa que la muger tome oficio de varón estando públicamente envuelta con los homes para razonar por otri ... nin muger non lo puede seer [juez], porque non sería cosa guisada que estudiese (sic) entre la muchedumbre de los homes librando los pleytos» (Libro de las Leyes que fizo el muy noble Rey Don Alfonso, Partida 3, título 6, ley 3; y Partida 3, título 4, ley 4. Véase Las Siete Partidas del Rey Don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos por la Real Academia de la Historia, vol. III, pp. 434 y 392).

110 Dio Casio: «Aunque sentada en tribuna aparte, Agripina se mostraba con frecuencia en público junto al emperador cuando este despachaba asuntos ordinarios o concedía audiencia a embajadores. También este fue uno de los espectáculos que más llamaron la atención en su tiempo» (Mi traducción. Texto griego en Dio Cassius, Historia Romana, libro 61, cap. 33, 7).

111 Alejandro de Alejandro: «Claudii et Neronis tempore, cum non pro dignitate uideretur, Agrippinam patrum consultationibus admicti, decreuere patres ut a tergo abditis foribus staret, uelo discreta, quod uisum arceret, aditum admicteret» (Dies Geniales, lib. 4, cap. 11, p. 159).

112 monstiuo.

113 ensenado.

114 Lampridio (Aelius): «Deinde ubi primum diem senatus habuit, (Heliogabalus) matrem suam in senatum rogari iussit... solusque omnium imperatorum fuit, sub quo mulier quasi clarissima loco viri senatum ingressa est. Fecit enim in colle Quirinali senaculum, id est mulierum senatum, in qua ante fuerat conventus matronalis...» (Historiae Augustae, «Antoninus Heliogabalus», Pars Prima, cap. 4, 1-2).

115 quetre.

116 Solino (Caius Iulius): «Pudoris disciplinam etiam inter defuncta corpora natura discrevit: ac si quando cadavera necatorum fluctibus evehuntur, virorum supina, prona fluitant feminarum» (De mirabilibus mundi, cap. 1).

117 Eclo. 26, 19: «Gratia super gratiam mulier sancta et pudorata».

118 Justiniano: «infamia notatur … qui artis ludicrae pronuntiandive in scaenam prodierit» (Digesta, 3.2.1). Alfonso el Sabio: «Otrosí son enfamados los juglares, et los remedadores et los facedores de los zaharrones que públicamente ant[e] el pueblo cantan, o baylan o facen juegos por precio que les den: et esto es porque se envilecen ante todos por aquello que les dan» (Libro de las Leyes, Partida 7, ley 4. Véase Las Siete Partidas, vol. III, p. 556). Véase n. 109 supra.

119 Justiniano: «... mulieres autem, quae scaenesis quidem sese ludis immiscuerunt, postea vero spreta mala conditione ad meliorem migravere sententiam et inhonestam professionem effugerunt… si derelicta mala et inhonesta conversatione commodiorem vitam amplexae fuerint et honestati sese dederint, liceat eis nostro supplicare numini, ut divinos adfatus sine dubio mereantur ad matrimonium eas venire permittentes legitimum … neque vocabulum inhonestum eis inhaerere de cetero volumus neque differentiam aliquam eas habere cum his, quae nihil simile peccaverunt (Edicta, 5.4.23-1,1b). Sobre los maridos que se casaren con estas actrices arrepentidas se trata en Edicta, 5.4.23-1a. Son leyes del Emperador Justinus, recogidas por Justinianus.

120 «Infamia notantur… qui artibus ludicrae pronuntiandive causa in scaena prodierint…» (Edictum Perpetuum Adrianeum, lib. III, «De iis qui notantur infamia», tit. II. Véase n. 119 supra.

121 testibidades.

122 pareçcas.

123 hechos.

124 deella

125 Eclo. 9, 4-9: «Cum saltatrice ne assiduus sis, nec audias illam, ne forte pereas in efficacia illius. / Virginem ne conspicias, ne forte scandalizeris in decore illius. / Ne des fornicariis animam tuam in ullo, / ne perdas te et haeriditatem tuam. / Noli circumspiscere in vicis civitatis, nec oberraveris in plateis illius. / Averte faciem tuam a muliere compta, et ne circumspicias speciem alienam. / Propter speciem mulieris multi perierunt: et ex hoc concupiscentia quasi ignis exardescit».

126 La voz suave de las actrices era objeto de preocupación moral, expresada en varios de los documentos recogidos por Cotarelo; entre otros el de Fray José de Jesús María en 1600: «… y como si no bastase para inflamar la concupiscencia la vista y el rostro de las mujeres, añaden la pestilencia de sus voces» (Bibliografía, p. 382b). Otros documentos asocian los « movimientos deshonestos de los farsantes» con las «voces tiernas y quebradas» de las actrices; voces «hermosas» que encubren las «tentaciones formidables del demonio» (Bibliografía, pp. 430b y 580a).

127 Memoria, entendimiento y voluntad; en especial el segundo (DA, s. v. «sentido).

128 En el sentido de alterar alguna cosa, quitándole o apagándole su actividad y viveza (DA, s. v. «mortificar»).

129 anagenado, pero de difícil lectura.

130 En la parte expositiva de su comentario a la primera carta de San Pablo a Timoteo, Tomás de Aquino trata del papel de la mujer en la enseñanza de doctrina teniendo presentes a I Tim. 2, 11 («mulier in silentio discat») y a I Cor. 14, 34 («mulieres in ecclesiis taceant). En esta parte expositiva aparece la frase «verba mulieris sunt inflammantia», acompañada de una cita de Eclo. 9, 8 («colloquium illius quasi ignis exardescit»). Tras este status quaestionis, el comentarista expone su opinión: « Dicendum est quod doctrina alia est publica, et haec non competit mulieri, et ideo dicit, in eccclesia, alia est privata, et haec mater erudit filium» (Super I Tim., cap. 2, lectio 3). En su comentario a la primera carta a los de Corinto, Tomás de Aquino excluye a las mujeres como agentes de disputa pública, dando como razón el que «in mulieribus commendatur verecundia... Si ergo in publico quaereret [mulier] et disputaret, signum esset inverecundiae, et hoc est turpe» (Super I Cor., cap. 14, lectio 17).

131 miar.

132 Eclo. 9, 8-9. Véase n. 125 supra.

133 Job. 31, 1: «Pepigi foedus cum oculis meis, ut ne cogitarem quidem de virgine».

134 Jerónimo:«Ego, inquit, animo cum his obtulibus carnis meae, definivi ac statui, ut nihil omnino turpe atque obscenum mihi intrinsecus nuntiarent, quod delectatione voluptati, intra me iniquis congitationibus volverem» (Commentarii in librum Job, cap. 31; PL, vol. XXVI, col. 718). En este mismo lugar se encuentra la segunda referencia de Jerónimo, en realidad una traducción de Job. 31,1: «Testamentum feci oculis meis, et non cogitabo de virgine», idéntica a la de su traducción en Veteri Testamenti volumina duo. Job et Psalterium, Job. caput 31, 1.

135 Gregorio Magno: «Valde namque est quod caro deorsum trahit, et semel species formae cordi per oculos illigata vix magni luctaminis manu solvitur» (Moralia in Job, lib. 21, 4.).

136 Jer. 9, 20-21: «Audite ergo, mulieres, verbum Domini, et assumant aures vestrae sermonem oris eius, et docete filias vestras lamentum, et unaquaeque proximam suam planctum: / quia ascendit mors per fenestras nostras; ingressa est domos nostras, disperdere parvulos deforis, juvenes de plateis».

137 Gregorio Magno: «Hinc enim Jeremias ait: ‘Ascendit mors per fenestras nostras, ingressa est domos nostras’ (Jerem. 9, 21). Mors quippe per fenestras ascendit, et domun ingreditur, cum per sensus corporis concupiscentia veniens, habitaculum intrat mentis […] Quisquis vero per has corporis fenestras incaute exterius respicit, plerumque in delectationem peccati etiam nolens cadit; atque obligatus desideriis, incipit velle quod noluit» (Moralia in Job, lib. 21, 4.).

138 Lam. 3, 51: «Oculus meus depraedatus est animam meam in cunctis filiabus urbis meae».

139 vedor.

140 No he localizado cita que corresponda exactamente a lo expresado en el texto del ms. Clemente Alejandrino, sin embargo, concede especial importancia a los ojos: «Porro autem oculis maxime parcendum est, quoniam melius est labi pedibus quam occulis… cum per eos cupiditas ineat primae pugnae praeludia. Ante totum enim corpus corrumpuntur oculi.(Paedagogos, lib. III, cap. 11, col. 646). También: «Fieri enim potest, ut qui viderit labatur; sed fieri non potest, ut qui non viderit, concupiscat» (Paedagogus, lib. III, cap. 11, col. 662).

141 cuncluyr.

142 aduieto.

143 nataral.

144 perdon.

145 Gen. 6, 1-3: «Cumque coepissent homines multiplicari super terram, et filias procreassent, videntes filii Dei filias hominum quod essent pulchrae, acceperunt sibi uxores ex omnibus, quas elegerant. / Dixitque Deus: Non permanebit spiritus meus in homine in aeternum, quia caro est; eruntque dies illius centum viginti annorum»

146 II Sam. 11, 2-26: donde se narra en detalle esta bien conocida historia.

147 I Re. 11, 1-5: «Rex autem Salomon adamavit mulieres alienigenas multas ... Cumque iam esset senex, depravatum est cor eius per mulieres, ut sequeretur deos alienos … colebat Salomon Astarthen deam Sidoniorum, et Moloch idolum Ammonitarum».

148 conçeuio.

149 reculaçion.

150 donde.

151 Véase DA, s. v. «Nazareno i Nazareo», y Jue. 13, 4-5.

152 Forma áurea de «Dalila».

153 les.

154 Forma arcaica de «tahona». En ms. athaona. Jue. 16, 4-21. «Post haec amavit mulierem, quae habitabat in valle Sorec, et vocabatur Dalila ... At illa dormire eum fecit super genua sua, et in sinu sui reclinare caput. Vocavitque tonsorem, et rasit septem crines eiusm, et coepit abigere eum, et a se repellere: statim enim ab eo fortitudo discessit / Dixitque: Philisthiim super te, Samson ... Quem cum apprehendissent Philisthiim, statim eruerunt oculos ejus, et duxerunt Gazam vinctum duabus catenis, et clausum in carcere molere fecerunt».

155 Psalm. 90, 5-6: «Scuto circumdabit te veritas ejus: non timebis a timore nocturno; / a sagitta volante in die, a negotio perambulante in tenebris, ab incursu, et daemonio meridiano». Las instrucciones espirituales a los monjes del desierto advertían acerca de la desgana, laxitud y acidia que, como «demonio meridiano», solían experimentar durante el final de la mañana y las primeras horas de la tarde.

156 estado.

157 Véase n. 146.

158 Referencia a un proverbio popular: «El hombre es fuego, y la mujer estopa; viene el diablo y sopla» (Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales p. 79). Elementos de este refrán aparecen en otras manifestaciones culturales europeas; así, por ejemplo, el personaje de Chaucer que, dentro del contexto de la relación entre hombre y mujer, consideraba peligroso poner juntos el fuego y la estopa («The Wife of Bath’s Prologue», p. 311). Para 1598 la presencia de mujeres en las tablas será ya cosa establecida y aceptada. Las críticas se dirigen entonces contra la costumbre de que «vistan las comediantas tan costosamente y con tanta riqueza sedas y oro» (Memorial de la Villa de Madrid a Felipe II, Bibliografía, p. 423b).

159 cossas.

160 representan.

161 Valerio Máximo: «... iungendum est his P. Sempronius Sapho, qui coniugem repudii nota adfecit, nihil aliud quam se ignorante ludos ausam spectare» (Factorum et dictorum memorabilum libri novem, lib. 6, cap. 3).

162 «Imperatores Theodosius, Valentinianus. Vir quoque pari fine claudetur nec licebit ei sine causis apertius designatis propriam repudiare iugalem, nec ullo modo expellat nisi adulteram [...] nisi circensibus vel theatralibus ludis vel harenarum spectaculis in ipsis locis, in quibus haec adsolent celebrari, se prohibente gaudentem...» (Codex Iustiniani, «De repudiis et iudicio de moribus sublato», lib. V, 17.8.3). Esta causa de divorcio fue añadida en el año 449 por Valentiniano III a otras ya en vigor.

163 Esta información, enriquecida con un dicho de un lacedemonio, aparece en «Parecer sobre la prohibición de las comedias» (1598), obra ms. de Don García de Loaisa, de donde al parecer procede lo escrito sobre este mismo tema por el jesuita Pedro Fomperosa en El buen celo (1683): véase Bibliografía, pp. 395b y 266a respectivamente. Ninguno de estos dos documentos atribuye la información a Plutarco. Por mi parte, no he conseguido localizar esta información en ninguna de las obras de Plutarco consultadas, incluyendo «Vita Lycurgi», «Instituta Laconica», «Apophthegmata Laconica», «Lacaenarum Apophthegmata», y «De Mulierum Virtutibus» (véase Plutarch, The Paralllel Lives, vol. I, pp. 2015 y ss.; Moralia, vol. III, pp. 423-449, 353-371, 455-469, 475-581 respectivamente).

164 Suetonio: «Feminis ne gladiatores quidem, quos promiscue spectare sollemne olim erat, nisi ex superiore loco spectare concessit... Athletarum vero spectaculo muliebre secus omne adeo summovit» (De vitis Caesarum, lib. 2, «Vita Divi Augusti», cap. 44).

165 espetaculo.

166 Curiosamente, esta frase, en el manuscrito, constituye por sí sola un párrafo exento, que en nuestra transcripción unimos al siguiente.

167 Frase inconsecuente debido a anacoluto. Casiodoro: «Mores autem graves in spectaculis quis requirat? ad circum nesciunt convenire Catones» (Cassiodori Senatoris Variae, lib. 1, epist. 27).

168 Traslado fiel y autorizado de alguna ley o documento (DA, s. v. «authéntico»).

169 honesta. «Honestad» es forma anticuada de «honestidad».

170 Justiniano: «Interdicimus sanctissimis episcopis et presbyteris, diaconis et subdiaconis, lectoribus et omnibus aliis cuiuslibet ordinis venerabilis collegii aut schematis constitutis, ad tabulas ludere, aut aliis ludentinus participes esse, aut inspectores fieri, aut ad quodlibet spectaculum spectandi gratia venire. Si quis autem ex his in hoc deliquerit, iubemus hunc tribus annis a venerabili ministerio prohiberi, et in monasterium redigi» (Novellae Constitutiones, 123, 10). La prohibición aparece en la legislación medieval de Alfonso el Sabio: «E si otros homes los fecieren (juegos por escarnio) non deben los clérigos hi uenir porque se fazen hi muchas villanías y desaposturas» (Libro de las Leyes, Partida 1, título 6, ley 34. Véase Las Siete Partidas, vol. I, p. 276).

171 lo.

172 religuiosas.

173 son.

174 Alfonso el Sabio: «Nin deben (los clérigos) ser facedores de juegos por escarnio porque los vengan a ver las gentes como los facen, et si otros homes los fecieren non deben los clérigos hi venir porque se facen hi muchas villanías et desaposturas... Pero representaciones hi ha que pueden los clérigos facer, así como de la nascencia de Nuestro Señor Jesu Cristo...» (Libro de las Leyes que fizo, Partida 1, título 6, ley 3. Véase Las Siete Partidas, p. 276).

175 Viguilançio.

176 Jerónimo: «Vigiliae et pernoctationes in basilicis... Error autem et culpa juvenum vilissimarumque mulierum, qui per noctem saepe deprehenditur, non est religiosis hominibus imputandus... paucorum culpa non praejudicat religionis... nostras ergo vigilias malae aliorum vigiliae non destruent... Quod enim semel fecisse bonum est, non potest malum esse, si frequentius fiat: aut si aliqua culpa vitanda est, non ex eo quae saepe sed ex eo quod fit aliquando culpabile est» (Contra Vigilantium liber unus, cap. 9; PL, XXII, cols. 362-363).

177 rigusos.

178 «Placuit prohiberi ne feminae in coemeteriis pervigilent, eo quod saepe sub obtentu orationis latenter scelera commitunt» (Concilium Eliberitanum, cap. 35; PL, LXXXIV, col. 306). Las vigilias nocturnas en iglesias y ermitas fueron más tarde fomentadas por la Iglesia, pero dictando normas para impedir abusos. El Concilio de Sevilla de 1478 establece que las puertas de iglesias y ermitas no se abran sino «al tiempo de dezir las oras», cerrándose con llave cuando termine la vigilia nocturna. A la naturaleza de estos abusos hacen referencia algunos sínodos provinciales, como el de Ávila de 1481: «… es costumbre en algunos lugares de nuestra diócesis que… así varones como mugeres, clérigos y legos, por devoción van de noche a las yglesias… [y] por relación fidedigna avemos sabido que… se cometen en las dichas iglesias y sus cementerios, maleficios y excesos, especialmente fornicaciones y adulterios… y otras cosas mucho deshonestas… y actos mucho escandalosos y grandes pecados» (Sinodicon Hispanum, vol. VI, p. 132). Tomo esta última cita de Arranz Guzmán, 2003, p. 17.

179 Rómulo: «Noctvrna muliervm sacrificia ne svnto, praeter illa, qvae pro popvlo rite fiant» (François Balduin, Libri Duo in Leges Romuli et Leges XII Tab[ularum] quibus fontes Iuris Ciuilis explicantur, p. 15).

180 Cicerón, después de citar verbatim la ley de Rómulo, dialoga con su hermano Quintus y con su amigo Atticus acerca de los sacrificios nocturnos de las mujeres, justificando su desaprobación con referencias literarias del mundo griego: «Quid autem mihi displiceat in nocturnis, poetae indicant comici» (De legibus, lib. II, 21-37).

181 los.

182 presteros.

183 Juan Crisóstomo: «Ideo praedico, et perspicua voce clamo: Si quis post hanc cohortationem atque doctrinam, ad iniquam theatrorum perniciem defecerit, non illum intra haec saepta recipiam, non administrabo ei mysteria, non permittam ut sacram mensam attingat...» (Homilia contra ludos et theatra; PG, LVI, col. 268). «... quomodo qui desident in theatro, qui nihil sani audiunt videntque, sed multa diffluunt turpitudinem, multa nequitia, qui undique obsidionem patiuntur, per aures, per oculos, possint malam superare concupiscentiam? Rursum si non possunt, quomodo poterunt unquam ab adulterii crimina absolvi? Tum qui non liberi sunt ab adulterii crimine, quomodo poterunt absque poenitentia ad haec sacra vestibula accedere, hujusque praeclari conventus esse participes?» (De Davide et Saule Homilia III; PG, LIV, col. 696). En Juan Crisóstomo son numerosas las referencias a los espectáculos públicos, descritos siempre con connotaciones muy negativas.

184 viçes, por posible latinismo, como plural de vicis.

185 Ecl. 7, 5-7: «Cor sapientium ubi tristitia est, et cor stultorum ubi laetitia. / Melius est a sapienti corripi, quam stultorum adulatione decipi; / quia sicut sonitus spinarum ardentium sub olla, sic risus stulti. Sed et hoc vanitas».

186 com.

187 yncouenientes.

188 aduiendo.

189 gusticias.

190 fues.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Ángel María García Gómez, «Un primer tratado sobre la licitud del teatro: Abusos de comedias y tragedias. Estudio y texto anotado»Criticón, 135 | 2019, 233-267.

Referencia electrónica

Ángel María García Gómez, «Un primer tratado sobre la licitud del teatro: Abusos de comedias y tragedias. Estudio y texto anotado»Criticón [En línea], 135 | 2019, Publicado el 28 mayo 2019, consultado el 30 noviembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/6363; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.6363

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Autor

Ángel María García Gómez

Ángel María García Gómez es catedrático emérito de Estudios Hispánicos de la Universidad de Londres. Ejerció la docencia en el University College de esta universidad (1965-1998) y fue Director de su Departamento de Estudios Españoles e Hispanoamericanos (1985-1998).
angelmariagarciagomez@gmail.com

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