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Corte en aldea (1622) de Rodrigues Lobo: un manual de cortesanía portugués en su contexto español

David González Ramírez
p. 211-226

Resúmenes

En 1619 apareció en Lisboa Corte na aldeia e noites de inverno del portugués Francisco Rodrigues Lobo (1580-1622), traducida al español en 1622 por Juan Baptista de Morales. En este trabajo se destaca, por un lado, una de las principales aportaciones de Corte na aldeia a la tradición de manuales de buen comportamiento: la incorporación de materiales narrativos breves, que ya venían integrándose en libros como los de Castiglione (facecias), Milán (refranes y proverbios) o Gracián Dantisco (cuentos). Por otro lado, se analiza la confluencia de géneros que presenta esta obra (diálogo, novela, miscelánea) en relación con la tradición española más inmediata en la que se inserta la traducción de Morales, como las Noches de invierno (1609) de Eslava o la Guía y avisos de forasteros (1620) de Liñán y Verdugo.

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Notas de la redacción

Article reçu pour publication le 04/07/2018; accepté le 05/11/2018.

Notas del autor

Este trabajo se encuadra en el marco de varios proyectos de investigación del Plan Nacional del MICINN en los que participo: «Recepción y Canon de la Literatura Española en el siglo xx» (I+D+i. FFI2013-43451-P) y «La poesía hispano-portuguesa de los siglos xvi y xvii: contactos, confluencias, recepción» (I+D+i. FFI2015-70917-P; financiado por AEI [Agencia Estatal de Investigación, España] / FEDER, UE), dirigidos por J. Lara Garrido (Univ. de Málaga) y S. Pérez-Abadín Barro (Univ. de Santiago de Compostela) respectivamente. También se adscribe a las líneas del Equipo de Investigación EIHUM62017, cuyo investigador principal es J. J. Martín Romero (Univ. de Jaén). Agradezco a Soledad Pérez-Abadín y a Martha Blanco González la atentísima lectura que han hecho del manuscrito de este texto y sus oportunas matizaciones.

Texto completo

  • 1 Sobre la asimetría entre portugueses y españoles (en tanto que estos últimos no escribían en portug (...)
  • 2 Una síntesis de la vida y la obra literaria de Rodrigues Lobo puede verse en Jorge (1920).

1El número de autores portugueses que, por su condición de bilingües, simultanearon su escritura en ambas lenguas e incluso lo hicieron directamente en español durante el Siglo de Oro exige superar el estado de estudios individuales y realizar un panorama lo más abarcador posible para conocer en detalle asuntos de sociología lingüística y literaria, como el prestigio sincrónico de una lengua o las perspectivas de difusión de una obra, ya fuese por el género, por la circunstancia, etc. En este periodo, la tradición literaria española fue asimilada por muchos portugueses que querían alcanzar un lugar de privilegio en la República de las letras1. No obstante, algunos escritores que practicaban en la oralidad este bilingüismo apostaron decididamente por su lengua vernácula para sus escritos literarios, como es el caso de Francisco Rodrigues Lobo (1580-1622)2, que se empeñó en dignificar su lengua y fue uno de los principales escritores de su siglo: «Después de Camões, Sá de Miranda y Ferreira, tal vez a ningún otro debe tanto aquella [la literatura portuguesa], no solo en la poesía, sino también en la prosa, que elevó a tal grado de elegancia, armonía y pureza, como no la había alcanzado antes [de] que se publicase su Corte na aldeia» (Garcia Péres, 1890, p. 491). De amplia producción novelística, la obra por la que ha pasado a la posteridad —según profetizó Gracián— ha sido Corte na aldeia; en la crisis duodécima de El criticón, el Mérito aparece fustigando a los malos libros («insufribles fárragos») y los opone a las brillantes páginas que pasarán a la historia de escritores como Persio u Horacio; en ese instante, «mostró un libro pequeño. —Miradle y leedle, que es la Corte en aldea del portugués Lobo» (Gracián, 1984, p. 804).

  • 3 Entre otros trabajos pendientes, queda por hacer un estudio en el que se coteje la versión española (...)
  • 4 En 1612 se había publicado, en Barcelona, una obra de fray Blas Verdú en la que el autor incluyó «u (...)
  • 5 Sobre la convergencia de modelos narrativos que abren nuevos caminos para la novela corta en 1620, (...)

2En 1619 apareció en Lisboa Corte na aldeia e noites de inverno de Rodrigues Lobo, traducida al español y costeada muy pocos años después en 1622 por el cordobés Juan Baptista de Morales con un título que calcaba el original: Corte en aldea y noches de invierno3. La oportunidad que avista Morales de encajar en el mercado editorial esta obra es, al menos, doble. Por un lado, desde las ediciones conocidas de 1593 del Galateo español, su difusión hasta 1603 fue ininterrumpida (se acrecentó más si cabe cuando Luis Sánchez, en 1599, la editó conjuntamente con la edición expurgada del Lazarillo, que había aparecido suelta en 1573); pero desde esa fecha hasta el momento en el que Morales empezaría a trabajar, solo se constatan dos ediciones (1607 y 1616; la que sale en 1621 apareció, entiendo, con el traductor cordobés trabajando en su versión). Por tanto, ante la escasez en esas fechas de tratados de cortesanía originales, era un momento propicio para volver la mirada sobre esta corriente derivada de Il Cortegiano4. Por otro lado, la obra del escritor portugués partía de una confluencia de géneros (diálogo, novela, miscelánea) que en la tradición española más inmediata ya tenía unos cuantos referentes, como las Noches de invierno (1609) de Eslava o la más reciente Guía y avisos de forasteros (1620) de Liñán y Verdugo. El año en que se publica esta última obra que contiene «avisos y escarmientos» para un nuevo cortesano, el que llega a pretender o a pleitear eclosionan las colecciones de novelas para legitimar el género reinventado por Cervantes en 1613 con sus Ejemplares, con lo que Morales pudo entender que esta colección, con sus apuntes sobre narrativa breve, podría contribuir a reconocer mejor el género5.

  • 6 El estudio se publicará en un volumen monográfico del Bulletin Hispanique, como resultado de la con (...)

3En este trabajo me propongo destacar una de las principales aportaciones del libro de Rodrigues Lobo a la tradición de manuales de buen comportamiento; me refiero a su ejercicio de teoría y práctica, ya ensayado por autores anteriores, sobre las diferentes fórmulas narrativas. Desde la obra de Castiglione, del gentiluomo se esperaba que desarrollase sus habilidades lingüísticas con dichos, motes y relatos. Las facecias encontraron un cálido acomodo en estos tratados de buenos modales (Aldomà-García, 1998), pero también otras expresiones de la narración breve como los refranes y proverbios (Luis Milán) o la novella (Gracián Dantisco y Rodrigues Lobo). A lo largo de casi un siglo (El cortesano se publica en 1528 y Corte na aldeia aparece en 1619), los libros de cortesanía subsumieron, desde Italia a Portugal pasando por España, las corrientes de su tiempo referidas a las modulaciones del relato: dichos, regranes, novelle, etc.; en la obra de Rodrigues Lobo se percibe una inclinación por el género apadrinado por Boccaccio, pero también supo incardinar en su diálogo indirecto, sobre el que en seguida me extenderé, una historia intercalada de forma discontinua que sugiere un intento de asimilación y recreación en el género narrativo. Como es este un tema muy ancho, que me propongo estudiar en otro lugar (por lo que pasaré muy de puntillas por los tratados precedentes), me centro ahora en las sugerencias que encierra el tratado de Rodrigues Lobo en relación a los diferentes materiales de narrativa breve con los que trabajó6.

La narrativa breve en los tratados de cortesanía

  • 7 Un recurso semejante lo había manejado Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua (1535) al utilizar (...)

4Con Corte na aldeia, que a su modo resultó un patrón en Portugal para la literatura de comportamiento social (Gonçalves Pires y Freitas Carvalho, 2001), Rodrigues Lobo presentó un tratado de cortesanía en el que siguió básicamente las directrices de Castiglione: formó una reunión de narradores que intercambian pareceres en torno a diversos temas propuestos. A diferencia de la repartición en libros que hizo el escritor italiano, Corte na aldeia se compone de dieciséis diálogos (o coloquios) en los que se conversa sobre el estilo de las cartas, los encarecimientos, los movimientos en la plática, la cortesía, etc. Los diálogos tienen lugar en un retiro, cerca de Lisboa; en este idílico paraje, durante el mes de noviembre, se reúnen varios interlocutores: Leonardo (el cortesano; fue asistente de los reyes antaño), Píndaro (el elocuente; es estudiante entregado al arte del verso), Livio (el letrado; para Píndaro es un filósofo), Solino (el chocarrero; es un anciano que había servido a uno de los grandes) y don Julio (un hidalgo, diestro en el ejercicio de la caza). Ocasionalmente en las conversaciones aparecen dos personajes más: el Prior («discreto y docto cortesano») y su hermano (persona de excelente cortesía). Al final del primer coloquio, y tras haber intercambiado opiniones sobre el diálogo oral y la escritura, el Doctor plantea que la mejor forma de escribir es en diálogo en prosa, por lo que Solino sugiere que las conversaciones se trasladen al papel para que quede testimonio y en el futuro se puedan aprovechar. De esta forma, Rodrigues Lobo justifica intrínsecamente el empleo de los verba dicendi y legitimó su obra desde el plano de la ficción literaria7.

  • 8 Sobre esta obra, me permito remitir al enjundioso artículo de Morreale (1958-1959) y al importante (...)

5Nos encontramos, por tanto, ante uno de los epígonos de Il cortegiano de Castiglione (1528), que en España fue traducido por Juan Boscán en 15348. Sobre el hipotexto que configuró Castiglione, los que siguieron su herencia supieron renovar el molde genérico y adaptarlo a las novedades de su tiempo. En el comedio entre Castiglione y Rodrigues Lobo aparecieron algunas obras que sacaré a colación en su momento que son clave para entender la nueva fisonomía que adquieren los tratados de cortesanía en el siglo xvii. Pero quiero dejar ahora un par de notas para dar cuenta de una de las novedades que sostiene la obra de Rodrigues Lobo a comienzos de la centuria. Para ello, es necesario entender la estética de la espontaneidad que defiende Castiglione (1994, pp. 102-103) en su obra:

Yo en este libro no seguiré una cierta orden o regla de precetos, la cual los que enseñan cualquier cosa suelen seguir comúnmente; mas (según la costumbre de muchos antiguos) renovando una agradable memoria, recitaré algunas pláticas que entre algunos singulares hombres sobre semejante propósito verdaderamente pasaron. En las cuales, aunque yo no haya sido presente, por hallarme entonces, cuando esto pasó, en Inglaterra, trabajaré agora, cuan puntualmente la memoria me sufriere, de acordallas según poco después que fui vuelto las supe de persona que muy fielmente me las contó.

  • 9 En el mismo sentido alaba «lo que Juan Bocacio refiere en la octava jornada de sus novelas […]. Tam (...)

6La obra de Castiglione está minada de cuentecillos y facecias a modo de exempla, pues el hombre de palacio tenía que conjugar la sabiduría (templanza, urbanidad, etc.) y la gracia (tener garbo, contar ingeniosidades, etc.); es decir, tenía que cumplir con el ideal del vir doctus et facetus. Siguiendo la división ciceroniana contenida en el De oratore, a través de uno de sus personajes, Micer Federico, se diferencian «dos suertes» de narraciones, una llamada «festividad o urbanidad» («consiste en el hablar largo y no interrumpido») y otra que se conoce como «dichos», aunque aprecia que también ahora se le conoce como «gracias o donaires o, en cierta coyuntura, motes» (1994, p. 267). Micer Bernardo añade un poco después una forma más, que no se define por la extensión, sino por el contenido; se refiere a los «recaudos falsos o burlas», entre los que se encuentran «cuentos largos y dichos breves» (1994, p. 274)9. A propósito de estos apuntes teóricos, el libro segundo supone un ejemplo práctico de los diferentes modos de cuentos, pero Castiglione no llegó a superar en su obra los límites de la facecia.

  • 10 De El cortesano de Milán podría prepararse una riquísima antología de cuentecillos y proverbios. Ló (...)
  • 11 La crítica ya se ha pronunciado sobre este particular (Ravasini, 2009; López Alemany, 2013); me per (...)
  • 12 Los de Erasmo ven la luz a través de dos traducciones diferentes (la de Támara y la de Járava), un (...)

7En España, este modelo fue imitado por Luis Milán, de quien se editó póstumamente El cortesano (1561). En su libro, el autor representa la corte valenciana, donde a través de diferentes fiestas y juegos cortesanos incluyó motes, canciones, cuentos y narraciones10. Aunque hay varias hipótesis sobre la gestación de esta obra11, me inclino a pensar que al igual que la de Castiglione que preparó su libro en varias fases de escritura y reescritura, Milán fue componiéndola a lo largo de un dilatado proceso de redacción, en el que se benefició del auge de la facecia y de los volúmenes paremiológicos. Hay que considerar que las colecciones de apotegmas de Plutarco y de Erasmo se tradujeron en 1533 y 1549 respectivamente12; en cuanto a la literatura paremiológica, los volúmenes de Vallés o Hernán Núñez se publicaron entre 1549 y 1556, año este último en el que Mal Lara estaba recopilando su colección de refranes glosados, que se imprimió en 1568.

8También quedó inédito Il Galateo de Giovanni della Casa, que se publicó póstumamente en 1558 y se importó a España en dos versiones. En la primera, preparada por Domingo de Becerra y publicada en 1584, encontramos una traducción realmente fiel, como ya estudió Morreale (en Gracián Dantisco, 1968). En esta obra Della Casa planteó una configuración diferente; es un diálogo in absentia, en el que se dan consejos para el cabal comportamiento del buen cortesano. En relación con la narrativa breve, tras abordar los dichos y motes, Della Casa siguió los postulados de Castiglione sobre el modo de «hablar largo y tendido, un hablar que debe ser ordenado y bien expresado, y que represente los modos, los usos, los actos y las costumbres de aquel de quien se habla, de manera que al oyente le parezca no ya oír contar sino ver con sus propios ojos las cosas tal como tú las cuentas» (1994, pp. 187-188); como ejemplo, se refiere a los narradores del Decamerón de Boccaccio, obra que Della Casa cita en numerosas ocasiones, aunque no siempre salga bien parada. Finalmente, entre sus consejos, da una serie de reglas para contar correctamente una historia: «es necesario tener la anécdota, cuento o historia que vais a contar bien dispuesta en la cabeza, y listas y preparadas las palabras […]. Las palabras […] deben ser claras» (1994, pp. 187-190). La obra de Della Casa integra algunas facecias, pero lo más sugerente es que ofrece apuntes añadidos, quizá un tanto desgarbados, sobre el arte del raccontare.

  • 13 De 1593 conservamos dos ediciones, que cotejadas entre sí dan cuenta de una anterior hoy perdida. S (...)

9La segunda versión a través de la que llegó es una reescritura muy libre elaborada en esos mismos años por Gracián Dantisco (censor en los años ochenta de La Galatea de Cervantes y de las Horas de recreación de Guicciardini, una colección de facetiae)13; este refundidor reconoció que había añadido «otros cuentos y cosas», que sirven de reposo para pasar las píldoras, los «avisos» del libro; utilizó aquí el mismo giro que don Juan Manuel en El conde Lucanor, que había sido editado recientemente por Argote de Molina —en 1575—, quien figuraba, y no por casualidad, como dedicatario de la obra de Dantisco. Además de las consabidas recomendaciones al buen galateo (provenientes de Della Casa en gran medida), el libro de Dantisco está trufado de facecias y chascarrillos, de la misma naturaleza de los que habían aparecido en las exitosas colecciones anteriores, como las de Timoneda o la Floresta española que en 1575 presentó Melchor de Santa Cruz, de donde a veces los copió literalmente, como explicó Morreale (en Gracián Dantisco, 1968, pp. 52-53). En el Galateo español encontramos una serie de capítulos que giran en torno al cuento breve y a la novela nuestra novela corta traducidos casi literalmente de la parte referida al «hablar largo y tendido» de Della Casa.

  • 14 La fortuna de esta especie de teoría literaria sobre la novela encontrará su eco en las advertencia (...)

10Sobre el «hablar continuado» (esto es, sobre la novela corta), Gracián Dantisco aportó algunas notas más para tratar de pergeñar los rasgos diferenciales que debía tener el nuevo género: «Y tiene tanta fuerça esta manera de hablar assí propria y distinta, que muchas vezes acaece parecer bien el caso que de suyo no es muy gracioso. Y assí también el que de suyo tiene mucho donaire, puede ser contado con tanta frialdad que le destruya y eche a perder el que le cuenta» (1968, pp. 154)14. En tanto que la novella la novela corta, entendemos hoy se estaba abriendo camino en España por esas fechas, Gracián Dantisco acabó recreando los párrafos que el tratadista italiano le había dedicado a este asunto y dio cuerpo a un capítulo sobre «las novelas y cuentos». De su cuño, Gracián Dantisco (1968, pp. 155) planteó lo siguiente:

  • 15 Sobre la terminología manejada aquí por Gracián Dantisco en torno a la deshonestidad y al entreteni (...)

Allende de las cosas dichas procure el gentil hombre que se pone a contar algún cuento o fábula, que sea tal, que no tenga palabras deshonestas, ni cosas suzias, ni tan puercas que puedan causar asco a quien le oye, pues se puede dezir por rodeos y términos limpios y honestos, sin nombrar claramente cosas semejantes, especialmente si en el auditorio huviesse mugeres, porque allí se deve tener más tiento, y ser la maraña del tal cuento clara, y con tal artificio que vaya cevando el gusto, hasta que, con el remate y paradero de la novela, queden satisfechos y sin duda.
Y tales pueden ser las novelas y cuentos, que allende del entretenimiento y gusto, saquen dellas buenos exemplos y moralidades, como hazían los antiguos fabuladores, que tan artificiosamente hablaron, como leemos en sus obras
15.

  • 16 El editor zaragozano de 1593 añadió dos novelas al cuerpo de la obra, seleccionadas de El Patrañuel (...)

11De esta forma, y según justifica el narrador del texto, «pues en todas las cosas deste tratado procuramos traer comparaciones y exemplos al propósito, en éste que se nos ofrece, pondremos un cuento» (1968, pp. 155-156). El ‘cuento’ se titula Novela del gran Soldán con los amores de la linda Axa y el príncipe de Nápoles, y se cierra con este colofón: «Fin del cuento». Es esta una de las principales novedades de su refundición, inexistente en el original de Della Casa16.

  • 17 Entre la publicación de la obra de Luis Milán y la difusión de la propuesta de Della Casa a la que (...)

12En su intento por nacionalizar la obra de Della Casa (su Galateo era español), Gracián Dantisco fue el primero en explorar alrededor de los años ochenta el camino para introducir en un manual de cortesanía elementos narrativos diferentes a las facecias, pues su relato sobre el gran Soldán puede encajar en lo que se ha denominado como «cuento novelado», es decir, una narración que, sobrepasando los límites del cuento, no llega a ser una novela (corta, insisto, como diríamos hoy) al estilo de las que en la última década del siglo compondrán Alemán o Cervantes. Frente a la traducción de Domingo de Becerra, que alcanzó pocas ediciones, la obra de Dantisco tuvo un éxito inusitado, alargándose durante los siglos xvii y xviii; de un lado, le llegaría por la estrategia comercial muñida hábilmente por Luis Sánchez, que formó un volumen facticio en el que el libro de Dantisco convivía con el Lazarillo, al que le permitió una vida nueva, y el Destierro de ignorancia, de Horacio Riminaldo; pero no hay que excluir, de otro lado, que también pudo contribuir a esta buena acogida el hecho de que el manual supo aclimatarse a los nuevos tiempos, donde la novela corta ya se estaba abriendo un hueco importante. Además de las reediciones, su relevancia se constata en la deuda que obras posteriores contrajeron con ella, como los Diálogos de apacible entretenimiento (ca. 1603) de Lucas Hidalgo o el manual que nos ocupa17.

Corte en aldea: teoría y práctica del raccontare

  • 18 En su libro, Eslava configuró una obra repartida en tres noches, con cuatro diálogos en total, en l (...)

13Este será el modelo que continúe en su Corte na aldeia Rodrigues Lobo, enriqueciendo muchísimo el patrón proporcionado por aquel. De entrada, el autor portugués recuperó el marco dialogal de Castiglione, pero masculinizó a sus interlocutores. Rodrigues Lobo siguió perfectamente las pautas generales del diálogo renacentista, que eran comunes a la civil conversación que representa la obra maestra de la novella, el Decamerón de Boccaccio (y que mantendrá Castiglione en su tratado de cortesanía). Al inicio se presentan los dialogantes, se definen sus roles y se distribuyen las sesiones, en las que se propondrá, en el caso de Corte na aldeia, una serie de reglas para educar al cortesano. El espacio que elige Rodrigues Lobo es un paraje campestre próximo a la ciudad principal de Lusitania, siguiendo el tópico del locus amoenus, mientras que el tiempo fijado será las noches de un invierno (arraigándose en una tradición que deriva de las Noches áticas de Aulo Gelio y que recuperó Antonio de Eslava en Noches de invierno, una obra publicada en 1609 con la que la obra que nos interesa encuentra múltiples similitudes)18.

  • 19 En 1624 también aparece en Madrid las Noches claras del portugués Faria y Sousa, obra más vinculada (...)

14Completa Rodrigues Lobo un diálogo misceláneo henchido de narraciones breves de alcance variado; de hecho, tanto en su original portugués como en la versión española (en este caso siguiendo la tradición de los repertorios misceláneos y también de las polianteas), la edición apareció con glosas para facilitar al lector la localización de temas. La fórmula de enunciación editorial contribuye a entender este libro como una miscelánea donde el autor puede encontrar los temas tratados desde el margen de las páginas; pero incluso al final, a modo de índice de materias, el traductor español incluyó una tabla de contenidos en la que recogió los títulos de los diálogos y los epígrafes de cada glosa para facilitarle al lector la búsqueda de los temas tratados19.

15En relación con la narrativa breve, la obra de Rodrigues Lobo adquiere un compromiso con sus diferentes fórmulas de expresión, configurándose como un epítome de teoría estética y práctica literaria. Desde el diálogo primero, la materia narrativa adquiere un importante protagonismo, pues se genera una discusión sobre los libros de caballerías (1622, f. 5v), donde don Julio y el Doctor debaten sobre la calidad de este género, y se matizan las diferencias entre historia verdadera e historia fingida (con la antigua controversia en torno a la verosimilitud al fondo), que supone una correlación de la diferencia aristotélica entre historia y poesía. Ese primer coloquio acaba con un debate sobre otros géneros, donde don Julio destaca la lección de

  • 20 Sobre este primer diálogo, son muy sugestivas las anotaciones de Almeida (1992-1993) y Fonseca (199 (...)

[…] los libros que deleiten la memoria y la voluntad, y apuren y levanten el entendimiento, como los de recreación, que con alguna ingeniosa novedad tratan de materias políticas y agraciadas de corte de aldea y de cualquier sujeto apacible; y hay destos muchos bien recebidos, aprobados y provechosos en la República, cuya variedad y dotrina es para mí lección muy sabrosa (1622, f. 13v)20.

16Con estos libros «de recreación» (sintagma utilizado por los escritores para aludir por extensión a las obras de ficción, independientemente de su género), que conjugaban el provecho y la doctrina, Rodrigues Lobo se refiere, entiendo yo, a los que contienen la «novedad» de tratar «materias políticas y agraciadas de corte de aldea»; de forma más o menos velada alude a esos manuales de comportamiento (lección, dotrina) salpimentados con todo tipo de dichos, anécdotas, chascarrillos, etc. (recreación).

17En Corte na aldeia aparecen breves historias sobre temas diversos (en el diálogo VII las encontramos sobre los poderes del oro, la avaricia, etc.), pero también colecciones de dichos agudos, como los que salen por la boca del chocarrero Solino cuando defiende la claridad lingüística y censura el uso de latinismos en la lengua:

El caso es —dijo Solino— que vos debéis de ser aficionado a la frasis de un cirujano de Coimbra de nuestro tiempo (que por ella se hizo famoso), que dijo a la criada de un herido a quien curaba: «Tráigame un puñado corpulento, para fricar los labios desta cicatrice». Y a un rústico, que venía descalabrado, respondió que no tenía más lesa que la superficie de la frente. Y teniendo palabras con otro le dijo que lo aniquilaría si dijese alguna cosa en vilipendio de su dignidad. […] y otro a un barbero dijo que le rubricaría la pared con la sangría» (1622, f. 152v-153r).

18En ocasiones, también leemos anécdotas o casos con los que se ejemplifica alguna cuestión sobre la que se está debatiendo. En un momento en el que tratan sobre la emoción que pueden causar los libros «fingidos», encontramos estos ejemplos:

Un curioso en Italia (según un autor de crédito cuenta) estando con su mujer a el fuego leyendo al Ariosto, lloraron la muerte de Zerbino con tanto sentimiento que acudió la vecindad a saber la causa. Y en lo que toca a ejemplo, un capitán valeroso hubo en Portugal que no le tuvo mejor el imperio romano que con la imitación de un caballero fingido fue el mayor de sus tiempos imitando las virtudes que dél se escribieron. Muchas doncellas guardaron extremos de firmeza y fidelidad, por haber leído de otras semejantes en los libros de caballerías. En la milicia de la India, teniendo un capitán portugués cercada una ciudad de enemigos, ciertos soldados camaradas que albergaban juntos, traían entre las armas un libro de caballerías con que pasaban el tiempo (1622, f. 10v-11r).

  • 21 Fue Preto-Rodas (1971, p. 159) quien localizó la fuente de esta narración: Bandello, II, 27; esta n (...)

19Pero la principal aportación de Rodrigues Lobo a la tradición de los tratados de cortesanía es la incorporación de varios cuentos novelados. En el diálogo décimo («De la manera de contar historias en conversación»), uno de los contertulios recuerda que en el nuevo encuentro tienen que retomar los cuentos e historias que quedaron pendientes en la noche anterior; es así como el autor se permite intercalar varias novelle. La primera, la «Historia de los amores de Aleramo y Adelasia» (1622, f. 164v-170r), se ofrece por «verdadera», de un «autor muy aprobado y verdadero» (1622, f. 164v). Se trata del clásico relato en el que el amor profundo entre dos jóvenes (ella hija de emperadores y él de un duque) se sobrepone a la diferencia de estados. A la huida de los amantes sigue una relación clandestina, de la que nacen varios hijos; uno de ellos, que pasa a la milicia, es reconocido finalmente por su abuelo; esta anagnórisis provoca el reencuentro familiar21.

20A propósito de esta narración, uno de los dialogantes, Feliciano, apunta que hay una «diferencia» entre

[…] los cuentos y las historias, que ellas piden más palabras que ellos, y dan mayor lugar a el ornato y concierto de las razones, llevándolas de manera que vayan aficionando el deseo de los oyentes, y los cuentos no requieren tanta retórica, porque lo principal en que consisten es en la gracia del que habla y la que tiene de suyo la cosa que se cuenta (1622, f. 170v).

21La segunda novella, de una traza parecida, es la «Historia de Manfredo y Eurice» (1622, f. 171r-176v); no se ha detectado la fuente de este relato y mis averiguaciones tampoco han dado resultados fructíferos, más allá de que los nombres de esos personajes no pertenecen al elenco de Bandello. Mis sospechas se encaminan a considerar este texto, que en realidad es una variante del anterior, como reescritura de la misma novella de Bandello.

22El relato con el que se cierra este diálogo («Historia contada en el yerro de la costumbre de los ignorantes», 1622, f. 177v-179v), es de un signo diferente, referido con desaliño, con frases entrecortadas y despachado en escasos párrafos. Este cuento violenta deliberadamente la poética del género fijada por Della Casa y ampliada por Gracián Dantisco, pues está narrado con torpeza retórica, aunque los demás interlocutores aprueban el modo gracioso y disculpan los yerros.

23Una nueva narración, la «Historia del ejemplo de la cortesía» (1622, f. 213v-222r), incorpora Rodrigues Lobo en el diálogo decimotercero; se trata en este caso de lo que podría considerarse como un breve episodio sentimental (con entrecruzamiento de cartas, ademanes reverenciales y poética del amor cortés) en el que un capitán portugués, tras ocupar con su ejército las tierras de una dama y ser apercibido de esta, le muestra tanta liberalidad que acaba recibiendo dádivas de ella; el grado de cortesía del portugués llega a tal extremo que beneficia la relación entre la dama y un joven del campo enemigo.

24Además de practicar con diferentes relatos, en la línea de sus antecesores, Rodrigues Lobo abordó (en el diálogo undécimo) el asunto «de los cuentos y dichos graciosos y agudos en la conversación», definiendo y clasificando los «cuentos galanos», «los dichos agudos» y los «apodos». Después de tratar y poner ejemplos sobre cada uno de estos modos de narrar, Solino propone ordenar una colección de facecias a semejanza de la de Timoneda:

  • 22 En el texto original se lee «contase a él su cuento», generando un anacoluto.

Antes me parecía a mí que así de los cuentos galanes, dichos agraciados y apodos risueños se ordenase que en una destas noches, tomando un propósito cada uno, contase él su cuento y dijese su dicho, y sería un modo estremado para que salga a plaza otro nuevo Alivio de caminantes con mejor traza que el primero (1622, f. 195r-195v)22.

25Rodrigues Lobo estaba seguro de que su obra podría leerse también como compilación de narraciones breves de diferentes dimensiones y tonalidades, de ahí su interés por rivalizar literariamente con el autor de El Patrañuelo. Pero, a propósito de la intercalación de estas novelas, la más sugerente y en este sentido representa la principal originalidad que contiene el diálogo de Rodrigues Lobo la descubre el lector de forma discontinua. En Corte na aldeia los personajes son más dinámicos que en otros diálogos; no solo porque haya dos interlocutores (el Prior y su hermano) que participan puntualmente en algunas de las noches, sino porque no siempre se dan cita todos en el lugar convenido y a veces, cuando intervienen, traen noticias del exterior, como ocurre con el curioso caso de una hermosa joven que vaga en traje de peregrina, y que es una historia intercalada al modo, mutatis mutandis, de la que protagonizan Cardenio y Luscinda en el Quijote.

  • 23 Si Rodrigues Lobo hubiese tenido la oportunidad de escribir nuevos diálogos, según la promesa que h (...)

26Al inicio sabemos de este personaje, que se filtra inesperadamente en el texto, a través de la narración de Solino, quien cuenta que ha visto a esta peregrina (diálogo V). Leonardo le pide que al día siguiente trate de averiguar algo, pues sospecha que «por esta noche [ella] debe de estar en el aldea» (1622, f. 24r). En el diálogo VI se retoma su historia y el lector (al tiempo que los demás interlocutores) conoce que esta mujer ha sufrido un desengaño amoroso; el relato adquiere tintes de una historia de cautivos. Un criado le dice a don Julio, en el diálogo X, que el Prior parte para la ciudad acompañado de la peregrina, y este no acude a la conversación con tal de informarse de su estado. Su historia se retoma en el diálogo XII; cuando don Julio comienza a relatar cómo la localizó, los amigos ponderan su cortesía en el trato y deciden que esa noche ese sea el tema que deben abordar; desde este momento esta historia no se reanuda y queda interrumpida abruptamente, dejando al lector en ascuas23.

27Este ejemplo nos trae a las mientes el episodio de la falsa peregrina del Persiles, cuya acción Cervantes no llegó a desarrollar y que ha sido atribuido por la crítica a uno de los olvidos de su última obra, que no tuvo tiempo de revisar; pero en su forma de intercalación, apareciendo y desapareciendo la protagonista de esta narración de las conversaciones, quizá el recuerdo más claro se encuentra en los libros de pastores en los que el material narrativo se organiza estructuralmente de forma mucho más compleja, como el caso del episodio Timbrio y Silerio de La Galatea donde las interrupciones en las propias narraciones interpoladas se suceden, creando una serie de acciones dependientes e independientes de la principal. Es probable que esta historia intercalada, fraccionada e inacabada sea uno de los mayores atractivos en el conjunto del tratado (Fiadeiro, 2006), por el suspense que despierta entre los narradores intradiegéticos, que se contagia a los propios lectores.

  • 24 La relación semántica entre los apuntes de Rodrigues Lobo sobre la retórica de la conversación con (...)

28A través de la lectura de estos diálogos concernientes a la novela, parece evidente que Rodrigues Lobo había encontrado en la interpolación de narraciones y en las notas crítico-teóricas sobre el modo de contar largo o corto la forma de enriquecer su manual de cortesanía. La idea, como ya apunté, partía de Il Cortegiano de Castiglione, pero quien realmente se la puso en la mano al escritor portugués fue Gracián Dantisco (ayudado también por Eslava, con cuya obra comparte muchos elementos). En un estudio olvidado, Pacheco (1991, p. 315, n. 15) ya anotó que veía «muy probable que las conocidas y divulgadas traducciones» que continuaron la senda de El cortesano y del Galateo «contribuyeran significativamente a la caracterización de la llamada “novela cortesana”». Cuando Rodrigues Lobo, en la segunda mitad del xvii, se suma a esta corriente, entendió que su obra podía avanzar en el reconocimiento y la legitimación de la narrativa breve. La combinación entre instrucciones sobre los buenos modales y los capítulos de teoría y práctica sobre el cuento y la novela corta resultó un atractivo también para el traductor de la obra, que puso el libro del portugués en un contexto en el que se estaban buscando alternativas al modelo cervantino24.

29* * *

30De las colecciones de novelas que aparecieron en 1620, una de ellas presenta un esquema compositivo muy semejante al de Corte na aldeia. La Guía y avisos de forasteros de Liñán y Verdugo se construye también como un diálogo indirecto, aunque es más estático (varios interlocutores se encuentran a la salida del Palacio y se emplazan para verse en la casa de uno de ellos y dialogar durante la sobremesa), sin alteraciones de tiempo ni cambios de espacio. La finalidad que ambas comparten encuentra su punto de intersección en el intento de avisar al cortesano. En Corte na aldeia, el escritor portugués quiso refinar al cortesano para que supiese comportarse, hablar bien, etc.; por su parte, Liñán en la línea abierta por Salas Barbadillo en algunas de sus novelas de Corrección de vicios, 1615 insertó en su obra a un pleiteante recién llegado a la Corte, al que un Maestro y dos cortesanos viejos van a adoctrinar para que sepa atender sus negocios cuerdamente y no se deje arrastrar por los peligros de la ciudad. También en 1620 Salas Barbadillo publicó un libro titulado El caballero perfecto —contrapunto de la figura que pergeñó en El cortesano descortés (1621)— que es la autobiografía novelada de un caballero virtuoso en la que encontramos todo tipo de normas de conducta.

  • 25 Se ve de forma muy clara en la reescritura de Salas Barbadillo de su libro La hija de la Celestina (...)

31La obra de Rodrigues Lobo se presenta como una taracea de modelos literarios, en la línea barroca del polimorfismo de géneros, donde el diálogo, la miscelánea y la narrativa tienen una presencia sustancial. La imbricación de fuentes —muy bien detectadas por Freitas Carvalho (2003)— dio como resultado un mosaico en el que destacan Il Galateo de Della Casa, a través de la versión libre de Gracián Dantisco; La piazza universale de Tommaso Garzoni, a partir de la traducción de Suárez de Figueroa; y, finalmente, La civil conversazione de Stefanno Guazzo. Llama la atención que, al igual que ocurriera con la importación a Portugal de los cánones líricos italianos a través del tamiz español, también en el caso de Corte na aldeia se detecta el filtro de la tradición española para asumir los modelos de Italia. Si Gracián Dantisco ya estaba persiguiendo a un nuevo lector, Rodrigues Lobo da un paso más y explota las posibilidades de la narrativa breve en la dirección que aquel apuntó; no llegó a insertar una novela a la cervantina, pero sí varias de una contextura parecida a la incluida en el Galateo español y a las espurias que después se le agregaron y a las que leemos en Noches de invierno. El escritor portugués aportó interesantes apuntes que teorizaban sobre el arte de la narración, lo que le ha valido un puesto en la historia crítica del cuento en Portugal (Serpa Cabral, 2013), e intercaló en su manual de cortesanía elementos prosísticos que se emparentaban con la novella y que, tras el éxito de las Ejemplares, era precisamente lo que el nuevo público español estaba buscando25.

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Bibliografía

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Notas

1 Sobre la asimetría entre portugueses y españoles (en tanto que estos últimos no escribían en portugués y eran renuentes a la lectura en ese idioma), ha publicado un magnífico trabajo Dasilva (2017). En este artículo estudio una excepción de esta desigualdad por las lenguas, pues Rodrigues Lobo prestigió la suya vernácula desde la práctica literaria y su vindicación, como se verá más adelante.

2 Una síntesis de la vida y la obra literaria de Rodrigues Lobo puede verse en Jorge (1920).

3 Entre otros trabajos pendientes, queda por hacer un estudio en el que se coteje la versión española con su original portugués; yo solo lo he hecho por calas y parece que es una traducción ad pedem litterae, pero para corroborar esta hipótesis de partida es imprescindible realizar una confrontación en detalle. En cuanto a los problemas bibliográficos, la edición que consta en varios catálogos con pie de imprenta de 1623 es en realidad una emisión, cuyos preliminares, la tabla final y el colofón están rehechos casi con absoluta seguridad en la misma imprenta cordobesa, a tenor de la letrería usada. Por razones de espacio, tendrá que ser en otro lugar donde me ocupe de los problemas bibliográficos que presentan estas ediciones y de los avatares que se sucedieron en la imprenta andaluza. La obra se reeditó en Valencia, en 1793.

4 En 1612 se había publicado, en Barcelona, una obra de fray Blas Verdú en la que el autor incluyó «unos avisos de discreción para acertadamente tratar negocios». Estos aparecen repartidos en nueve capítulos, y en los primeros se define en qué consiste la discreción, la gracia, la «sal de palabras y obras»; los demás dan cuenta de «las circunstancias que dan discreción: quién, qué, dónde, con qué instrumentos, para qué fin, con qué modo y cuándo» (1612, f. 154r). En casos como este en el que acudo a textos sin edición moderna, restauro la puntuación en la transcripción, ajusto la ortografía a las normas actuales, deshago las abreviaturas y mantengo las grafías con valor fonológico.

5 Sobre la convergencia de modelos narrativos que abren nuevos caminos para la novela corta en 1620, véase el trabajo que tengo en curso de publicación (González Ramírez, en prensa).

6 El estudio se publicará en un volumen monográfico del Bulletin Hispanique, como resultado de la conferencia impartida en el II Simposio del Seminario Internacional sobre Caballería y Corte «La forma de vida cortesana en la literatura de la Edad Media y el Siglo de Oro» (30 de enero de 2018, Universidad de Jaén), a la que di por título «De Castiglione a Rodrigues Lobo: el cortesano en la Europa de los siglos xvi y xvii».

7 Un recurso semejante lo había manejado Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua (1535) al utilizar a un agente que transcribe a espaldas del coloquio, lo que explica que el diálogo haya llegado a nuestras manos. Con sus diferencias, también el Coloquio de los perros (1613) de Cervantes es un diálogo que surge de la transcripción del alférez Campuzano.

8 Sobre esta obra, me permito remitir al enjundioso artículo de Morreale (1958-1959) y al importante estudio de Torres Corominas (2010), cuya lectura, en la línea de los trabajos de A. Quondam, supone una revisión a fondo de la carga ideológica del tratado de Castiglione y de su recepción en la corte de Carlos V.

9 En el mismo sentido alaba «lo que Juan Bocacio refiere en la octava jornada de sus novelas […]. También hay muy graciosos cuentos en las de Calandrino y en muchas otras» (1994, pp. 276-277).

10 De El cortesano de Milán podría prepararse una riquísima antología de cuentecillos y proverbios. López Alemany (2013) ha editado los dichos y sentencias recogidos en el libro (junto a la «Farsa de las galeras de San Juan»).

11 La crítica ya se ha pronunciado sobre este particular (Ravasini, 2009; López Alemany, 2013); me permito aquí recordar un detalle importante. Entre 1535 y 1536, Milán publica dos obras, el Libro de los motes y El maestro; la primera de ellas puede entenderse como un esqueje de El cortesano, por lo que es razonable creer que por esos años (ayudado además por el buen recibimiento de la traducción de Boscán publicada en 1534) Milán comenzó a preparar la obra que lo consagraría en el campo de la literatura cortesana.

12 Los de Erasmo ven la luz a través de dos traducciones diferentes (la de Támara y la de Járava), un caso idéntico al que en 1580 ocurrirá con Os Lusíadas de Camoens, con traducciones de Benito Caldera y de Gómez de Tapia, o muy similar al que se dio solo unos años después con Guicciardini, vertido al español por Millis y por Mondragón en 1586 y 1588.

13 De 1593 conservamos dos ediciones, que cotejadas entre sí dan cuenta de una anterior hoy perdida. Si a los resultados ecdóticos añadimos que la dedicatoria de Gracián Dantisco está firmada en 1582, que las ediciones del 93 añaden en la portada el aviso de alguna adición en el texto —en la de Tarragona se dice: «de nuevo va añadido el Destierro de ignorancia»; y en la de Zaragoza: «Agora de nuevo en esta impresión añadido y enmendado»— y que en la licencia civil de la edición aragonesa se indica que el tratado «ya dos veces ha sido impreso, una en Sevilla y otra en Pamplona», nos aproximaremos a una fecha realmente cercana, si no anterior, a la versión de Becerra. Por otro lado, sobre la relectura que se hace en la península de la obra de Della Casa por parte de Gracián Dantisco, Damasio de Frías y Rodrigues Lobo, véanse los interesantes comentarios de Freitas Carvalho (1970).

14 La fortuna de esta especie de teoría literaria sobre la novela encontrará su eco en las advertencias de Cipión a Berganza, en el Coloquio de los perros cervantino, cuando este se demoraba en los detalles, así como en la continuación que Machado da Silva, un conterráneo de Rodrigues Lobo, escribió del Guzmán de Alfarache, al que convirtió en un noble caballero llamado don Juan de Guzmán. En una jornada que pasa el antiguo pícaro con sus compañeros de viaje, Ricardo, «ahíto de cuentos largos, como aquel de Ozmín y Daraja», sugiere que amenicen las tardes con narraciones «de cualquier género», pero la materia debía «ser breve, porque si era buena, dejaba deseosos los oyentes para oír las demás; y si malas, menos cansados de escuchar con atención cosas de que no se gusta» (Machado da Silva, 2010, pp. 244-245).

15 Sobre la terminología manejada aquí por Gracián Dantisco en torno a la deshonestidad y al entretenimiento, derivada fundamentalmente de la represión al Decamerón en los años cincuenta, cuando apareció la Pragmática (1558) para regular el mercado del libro y se publicó el Índice de libros prohibidos (1559), véase mi estudio (González Ramírez, 2015).

16 El editor zaragozano de 1593 añadió dos novelas al cuerpo de la obra, seleccionadas de El Patrañuelo de Timoneda, una maniobra editorial que deja a las claras la vinculación que vio este mercader de libros entre el Galateo de Gracián Dantisco y el género que trató de revitalizar.

17 Entre la publicación de la obra de Luis Milán y la difusión de la propuesta de Della Casa a la que en seguida me referiré, en España salieron varias obras todavía por explorar en profundidad, compuestas por Juan Lorenzo Palmireno; me refiero a El estudioso en la aldea (1571) y El estudioso cortesano (1573), que aunque no puedan considerarse stricto sensu manuales de cortesanía, encontramos en ambas todo tipo de avisos para la educación y los buenos modales del cortesano. En relación a la narrativa breve, ambas continúan la tradición de intercalar todo tipo de cuentecillos.

18 En su libro, Eslava configuró una obra repartida en tres noches, con cuatro diálogos en total, en los que se cuentan diversos relatos. Los amigos que se reúnen ―siempre en un lugar que es itinerante, pues se ven en la casa de cada uno de ellos― son Fabricio, Silvio, Albanio y Leonardo (este último nombre coincide con uno de los personajes de Corte na aldeia). En la última noche participará un personaje inesperado para el lector, Camila, mujer de Leonardo; también en Rodrigues Lobo intervendrán otros dialogantes y será una misteriosa mujer con hábito de peregrina la que ocupe parte de la atención de algunos coloquios. Por otro lado, Eslava, como también hará Rodrigues Lobo, usará repertorios misceláneos ―en particular la Silva de Mejía― para abordar la amplia temática que se concita en su obra; en este sentido, los personajes de Noches de invierno, en un ejercicio que quiebra el arte de la recreación conversacional, aportan toda una suerte de erudición libresca en sus parlamentos, citando numerosas fuentes de autoridad antiguas. Pero quizá lo más sugerente y la idea que le pudo aportar Eslava ―sin restar importancia a lo ya comentado sobre Gracián Dantisco― sea la de incorporar novelas de diferente contextura.

19 En 1624 también aparece en Madrid las Noches claras del portugués Faria y Sousa, obra más vinculada con los libros de erudición (Noches áticas) que con las colecciones de novelas, aunque encuentra similitudes con las fórmulas que se están empleando en estas últimas (Montero Reguera, 2006).

20 Sobre este primer diálogo, son muy sugestivas las anotaciones de Almeida (1992-1993) y Fonseca (1996).

21 Fue Preto-Rodas (1971, p. 159) quien localizó la fuente de esta narración: Bandello, II, 27; esta novela tuvo una importante difusión por Europa, como ha estudiado Tura (en Bandello, 2013), quien ha exhumado recientemente un manuscrito autógrafo. Freitas Carvalho (en Rodrigues Lobo, 1992) no pudo determinar si la novela la leyó el escritor portugués a través de las Novelle del original (1554, con sucesivas reediciones posteriores) o a partir de la versión española ―que seguía fielmente una traducción francesa anterior―, publicada en 1589 (y reeditada en 1596 y 1603). La cuestión no es sencilla de resolver en una nota y deberá ser atendida en lugar más adecuado. Los traductores franceses ―cuya propuesta también pudo conocer Rodrigues Lobo) sometieron a un importante ejercicio de amplificatio los relatos originales de Bandello. Sin embargo, el autor de Corte na aldeia aplicó la fórmula contraria; optó por la abreviatio y quintaesenció la historia bandelliana. El hecho de que Rodrigues Lobo redujese a la actio narrativa esta historia no implica per se que no pudiese leer la versión extensa española, pues al despojar el texto de cualquier adorno retórico, resulta difícil indicar la fuente que manejó. No obstante, a falta de un estudio de cotejo que comprenda todas las versiones, un detalle me inclina a pensar que siguió el original italiano: el nombre del protagonista. En Bandello es Aleramo (igual que en Rodrigues Lobo), mientras que en la versión francesa y española se convierte en Alerán. En relación a la fortuna de este cuento, me permito apuntar que a finales del xvii fue refundido por Fajardo y Acevedo en una comedia que quedó manuscrita. Resta (2015) ha estudiado excelentemente el trabajo literario de adaptación y reescritura del escritor español.

22 En el texto original se lee «contase a él su cuento», generando un anacoluto.

23 Si Rodrigues Lobo hubiese tenido la oportunidad de escribir nuevos diálogos, según la promesa que hizo al final de su obra ―si es que no recurrió al lugar común―, quién sabe si la historia de la peregrina hubiese tenido continuidad y el lector podría haber conocido su destino.

24 La relación semántica entre los apuntes de Rodrigues Lobo sobre la retórica de la conversación con la narrativa que estaba creciendo en esas fechas se detecta, por ejemplo, en las novelas que Lope le dedicó a Marcia Leonarda (1621 y 1624), estudiadas con esmero por Albert (2016). Las del Fénix representan claramente una variante del paradigma que ofreció Cervantes ―por muchas razones: la destinataria, los «intercolumnios», etc.—, pero en ese año que antes señalé, 1620, aparecen cuatro colecciones de novelas ―y una quinta quedó dispuesta para la imprenta, pero no se publicó hasta 1622― que amplían el legado cervantino. Estas son el Lazarillo de Manzanares con otras cinco novelas de Cortes de Tolosa, las Novelas morales útiles por sus documentos de Ágreda y Vargas, la Guía y avisos de forasteros de Liñán y Verdugo, y la Casa del placer honesto de Salas Barbadillo (el Teatro popular. Novelas morales de Lugo y Dávila es la que apareció un par de años después). A los elementos que las separan o las vinculan a las Novelas ejemplares de Cervantes ―como la cornice, la variedad temática, el estilo, la intencionalidad, etc. he dedicado un estudio de conjunto (González Ramírez, en prensa).

25 Se ve de forma muy clara en la reescritura de Salas Barbadillo de su libro La hija de la Celestina (1612), que apareció refundido en 1614 bajo el título de La ingeniosa Elena y en el que añadió una novela, El pretendiente discreto; y Cortés de Tolosa en 1617, al publicar sus Discursos morales, anexó cuatro novelas que, unos años más tarde, en 1620, reeditó junto a su continuación del Lazarillo; agregó, no obstante, una más, inédita. Parece evidente que desde el éxito de la colección cervantina en 1613 los autores buscaron fórmulas para cubrir la demanda de un nuevo público ávido de narraciones breves.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

David González Ramírez, «Corte en aldea (1622) de Rodrigues Lobo: un manual de cortesanía portugués en su contexto español»Criticón, 134 | 2018, 211-226.

Referencia electrónica

David González Ramírez, «Corte en aldea (1622) de Rodrigues Lobo: un manual de cortesanía portugués en su contexto español»Criticón [En línea], 134 | 2018, Publicado el 20 diciembre 2018, consultado el 11 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/5264; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.5264

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Autor

David González Ramírez

Profesor de Literatura española en la Universidad de Jaén, David González Ramírez ha publicado trabajos sobre la historiografía literaria del siglo xx y sobre la prosa del Siglo de Oro (en forma de ediciones, artículos y coordinación de volúmenes colectivos). Ha organizado actividades de carácter internacional, ha disfrutado de estancias de investigación y de docencia en universidades españolas y europeas, y es miembro de varios proyectos nacionales i+d. Actualmente es codirector del Seminario Internacional sobre Caballería y Corte en la Universidad de Jaén.
david.gonzalez@ujaen.es
Departamento de Filología Española, Edificio D2, Universidad de Jaén, 23071, Jaén.

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