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Un último testimonio del desengaño de senectute: Lope en la biografía de Faria e Sousa (con Camões al fondo)

Valentín Núñez Rivera
p. 141-157

Resúmenes

Faria e Sousa editó en 1639 un monumental comentario de los Lusíadas de Camões, al que dotó de un aparato paratextual amplísimo, con tres Dedicatorias, por ejemplo, instrucciones para la lectura, etc., pero sobre todo con dos textos de claro signo autopromocional, que descentran finalmente la figura del poeta. Se trata del retrato enfrentado de ambos y especialmente de un Elogio biográfico que redactó Lope de Vega poco antes de morir. En esta biografía Lope aprovecha para criticar a Pellicer, comentarista de Góngora y objeto también de la animadversión de Faria, y muy en particular para tratar a propósito de él sobre el desengaño propio de senectute, producido por la falta de reconocimiento y recompensa por parte de los señores y de la patria. Y en el centro de ese desprecio del poeta en vida se sitúa Camões, cuya trayectoria vital adolece de la misma carencia.

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Notas de la redacción

Article reçu pour publication le 01/08/2018; accepté le 05/11/2018.

Notas del autor

Este trabajo se enmarca en el Proyecto de I+D Vida y escritura I (FFI2015-63501-P), dirigido por Luis Gómez Canseco.

Texto completo

  • 1 Como lo llama Lope en el Laurel de Apolo.
  • 2 El orden de estos preliminares es el siguiente: Advertencias para leerse, Elogio de Lope, Retratos, (...)
  • 3 Véase el estudio de los paratextos biográficos de la edición, aparte de otros textos poéticos, en C (...)

1En 1639 Faria e Sousa publicaba en Madrid una monumental edición comentada de Camões en cuatro tomos (Lusíadas de Luis de Camoens, príncipe de los poetas de España, Madrid, Juan Sánchez, 1639). Esta obra supone un hito crucial en la carrera literaria del portugués, de tal modo que lo sitúa adecuadamente, o eso pretendía él al menos, en la escena poética española durante la década siguiente, hasta que acaezca su muerte en 1649. La edición sirve antes que nada para ensalzar de forma absoluta al poeta Camões, pero al mismo tiempo, y ahí radica la novedad del empeño, también para autopromocionarse como erudito comentador o poeta científico1. Las estrategias conducentes a conseguir tal propósito serán muchas y variadas, pero las marcas más notorias de autocanonización se brindan en los paratextos2, donde el descentramiento desde el poeta comentado a favor del comentador opera en muchos sentidos, otorgándose primacía a la figura del responsable de la edición y su dispositio. Y precisamente uno de los garantes para el ensalzamiento personal de Faria lo constituye Lope de Vega, por medio de su escrito entre el elogio y la biografía3.

Príncipe de los poetas de España

  • 4 Lo refiere en varios lugares, por ejemplo: Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, cols. 39, 55 (...)
  • 5 Véanse las Advertencias para leerse, § VI. Téngase en cuenta Dasilva, 2003.
  • 6 Véase Souto y Weiss, 2016.
  • 7 Por ejemplo, ténganse en cuenta, Flasche, 1973; Lemos, 1966.
  • 8 Véase Núñez Rivera, 2011. Destacan las descalificaciones en las Advertencias para que se lean con t (...)

2Faria e Sousa plantea su edición comentada como una superación de sus antecesores en la empresa respecto a un doble plano. En primer lugar, y especialmente, en tanto que correctivo de la edición de Manuel Correa, Os Lusiadas do grande Luis de Camoens, principe da poesia heroica commentados, aparecida en 16134, año a partir del cual Faria comienza a trabajar en el proyecto, según él mismo señala. Pero, como además de las glosas y notas, Faria incorpora su propia traducción, el blanco crítico lo constituirán asimismo los traductores anteriores, tales como Tapia (1580), Caldera (1580), Garcés (1591)5. El otro polo de competencia tiene que ver con la intención de trasferir la canonización de Camões al ámbito de la poesía española, que no ya portuguesa (príncipe de los poetas de España, lo denomina él desde la portada), con lo cual ha de conseguir sobreponer su poeta a las cumbres literarias de Garcilaso y Góngora, príncipes consecutivos de los poetas patrios6. Y en esta labor de exaltación interviene la interposición de sí mismo como comentarista7, confrontando su trabajo con el de Herrera y sobre todo con Pellicer, que en 1630 había cuidado una grandiosa edición del cordobés. Las menciones descalificadoras de Herrera son bien conocidas, por explícitas8, pero la pugna con Pellicer resulta menos evidente, por lo que necesita de algunas explicaciones aclaratorias, en todo caso, por lo que atañe igualmente al parecer y actuación de Lope, según se verá después.

  • 9 Véase el catálogo de la polémica gongorina en Jammes, 1994 y Pérez Lasheras, 2009. Añádase, más en (...)
  • 10 Aparte de las inmediatas censuras inquisitoriales a causa de cuestiones teológicas, que le obligará (...)
  • 11 Angulo se lo comunica a Ustarroz por carta en 1648 (BNE, ms. 8391, f. 318). Véase Iglesias Feijoo, (...)
  • 12 Cisneros, 1987. Además, Juan Espinosa Medrano, Apologético en favor de don Luis de Góngora, príncip (...)

3Como también ocurre en el propio Lope de Vega, Faria no solo se opone al comentarista gongorino sino que en muchos lugares de los comentarios aparecen, por supuesto, pullas contra Góngora, las cuales constituyen uno de los testimonios más conocidos de la polémica al respecto9. Sobre todo porque dieron lugar a respuestas de algunos defensores posteriores de las Soledades10. Se posee noticia, así, de un Antifaristarcho de Angulo y Pulgar, que ya trabajaba en la réplica desde 1641 y que la debió de terminar en 164511, y destaca el Apologético a favor de don Luis de Góngora de Espinosa Medrano, en 166212.

  • 13 En Iglesias Feijoo, 1983, pp. 159-162.

4El diseño del enunciado editorial de los Lusíadas de Luis de Camoens depende, desde luego, del modelo de las Lecciones solemnes de Pellicer, tal como iremos desentrañando en adelante, y según ha explicado ya en una parte Bass (2011, pp. 191-192): por ejemplo, a propósito de las nada menos que tres dedicatorias del libro. Ello supone, por tanto, un espíritu de abierta competencia con el aragonés, que parece venir de lejos. Y es que Pellicer había nombrado a Faria despectivamente en el libro de 1630, a lo que el puntilloso portugués le respondió en carta inmediatamente posterior13, con reparos a sus aseveraciones. Y de forma contundente y repetida, aunque también sin nombrarlo, lo ataca en el comento de Camões, en el Juicio del poema, § X:

  • 14 A partir de Porqueras Mayo, 1989, pp. 254-255. Se trata de argumentos en las cols. 510 y 68. En ade (...)

¿Quién no se congojará de que habiendo un comentador de don Luis de Góngora dado fin a la exposición de sus versos mayores, concluya con estas palabras: Esto es cuanto he podido adivinar en la explicación de tan difíciles periodos? Habiendo ya dicho en la explicación de la estancia 10 del Polifemo esto: No ha menester mucho Edipo esta estancia […]. De manera que sus expositores se ven obligados a confesar que el expuesto es esfinge, y que ellos hablan a adivinar, que nunca fue mucha ciencia, ni segura. Yo confieso que si ellos le explican, no hacen poco. Prosigue este autor, y dice de don Luis, Caetera omnino poeta, quiere decir, que en lo demás que no sean estos términos, totalmente es poeta14.

  • 15 Porqueras Mayo, 1989, pp. 166-169. A pesar de que el manuscrito aporta la fecha de 1625, como recal (...)

5Esta guerra abierta entre ambos comentaristas se deja notar además en un escrito de Pellicer donde este se da perfecta cuenta de que el diseño editorial de los comentarios a Camões tiene a los suyos gongorinos como punto de partida. Se trata de un párrafo del manuscrito Epílogo de los preceptos del poema heroico15:

  • 16 Porqueras Mayo, 1989, pp. 168-169.

Pues por más que quiera defenderle [a Camões, que introduce en aquella isla tan deliciosa derrota de la armada portuguesa y cada soldado enamorado de su ninfa…] el que le atormenta con prolijísimos y cansados comentarios, bebiéndose casi la más doctrina de los míos a Don Luis de Góngora, llenando para apoyar su portugués planas y pliegos de errores y delirios sin religión ni método, no ha de poder excusarle aunque tanto esfuerce que hay misterio oculto en aquella acción, cuando por disposición de Venus se desposa Gama con Tetis, y sus soldados con las nereidas, diciendo que en ellas se representa la gloria de cada uno; que esto lo había de dar a entender el poeta, y no mentírselo a adoptárselo el comentador; que sabe poco de las leyes de la poesía el que tal hace y está mintiendo loca y descaradamente en cuanto dice16.

6El caso es que en la Fortuna, relato autobiográfico a manos de Faria, del que luego se hablará, este dice lo siguiente, muy probablemente dirigido, al completo o en parte, al propio Pellicer (Libro Onceno, Capítulo Primero, Entretenimientos de Manuel de Faria en Madrid):

  • 17 Glaser, 1975, p. 375.

Así como estos mis Comentarios consiguieron en pocos días mucho aplauso de varias personas, de otras fueron murmurados y luego perseguidos. Estas eran de las que se dieron por mordidas en ellos, de algunas de las cuales yo estaba bien lejos de acordarme cuando los escribía. Las de la murmuración eran comentadores de don Luis de Góngora, de quien allí dije lo que siempre sentí, que fue ser un grande ingenio y un grande ignorante17.

  • 18 Bass, 2011.

7Pellicer, en efecto, se había percatado del seguimiento dispositivo y asimismo de la intención última de Faria, que también la abrigaba él mismo, de trasladar el foco de atención del poeta al comentador. Aunque Faria fue incluso más lejos, desde luego. Sirva de botón de muestra lo que acontece con los retratos18 de ambos, tal como aparecen en sendos libros. En el de Pellicer los grabados de Góngora y el suyo propio van separados entre sí por varias páginas, pero en la edición de Faria él dispone el suyo justo al lado del de Camões. La mayor intensidad en el desplazamiento editorial no puede ser más evidente. Además, otro elemento paratextual que podría entenderse desde la competencia y superación de Pellicer acaso sea el de las cumplidísimas Tablas que cierran el segundo volumen de la edición: la Tabla de los autores que se tratan en este comento y la Tabla de las más de las cosas principales que se tocan en el poema y se tratan en el comento. Y es que con respecto a la cita de autores Faria se exculpa de su inclusión, afirmando que no ha sido prolijo y que solo recoge en ella una parte de todo lo leído. Aquí es donde precisamente parece atacar a Pellicer, que antepuso a los comentarios un Índice de los autores que don José Pellicer cita en estas Lecciones solemnes, divididos en setenta y cuatro clases, que ocupan nada menos que veinte hojas a dos columnas. Además, Pellicer afirma haber empleado 2500, e ilustrado la poesía gongorina con más de 12 000 autoridades, noticias y estudios:

[…] materia de risa es ―escribe Faria― que de los autores citados en un libro se haga tabla, por hacer ostentación de lo leído, y mucho más si ellos se citaron, no solo sin necesidad precisa, sino aun sin propósito, con la mira solamente a que la tabla sea grande y sobre modo lo es si acaso se sabe que los tales libros citados nunca llegaron a las manos de aquellos que los citan; como clarísimamente nos lo muestran muchas obras y tablas frescas (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, col. 663).

  • 19 Herrera, por su parte, escribe la Vida de Garcilaso para su comentario, un texto que nombra Faria, (...)
  • 20 Vida de don Luis de Góngora por José Pellicer de Salas, Parnaso Español, VII, Obras en prosa y vers (...)
  • 21 Navarrete, 1997.
  • 22 Francisco Moreno Porcel, Retrato de Manuel de Faria y Sousa, cavallero de la orden militar de Chris (...)
  • 23 Las Partes I-VI se custodian en Biblioteca Nacional de Lisboa, cod. 13137-13142, más la VII en Évor (...)
  • 24 Hay que sumar un poema de la Fuente de Aganipe, II, 12, «Patria y vida del autor», f. 191-213. Todo (...)

8También Pellicer tenía previsto incluir en su edición una Vida de don Luis de Góngora19, que finalmente no pudo ver la luz en 1630, pero que existe como texto autógrafo20. Evidentemente, Faria redacta asimismo la biografía de Camões (Vida del poeta), según parecía preceptivo en un comento de semejante calado, por la intención canonizadora del libro; pero además, en un acto supremo de autorreconocimiento, inserta previamente el elogio propio, a manos nada menos que de Lope de Vega. Esta táctica de exaltación de sí mismo no es totalmente desconocida, en cualquier caso, pues, por ejemplo, el Prólogo de Medina a las Anotaciones constituye en su último trecho una alabanza de la labor poética de Herrera, cuya edición, por sus notas y por este texto incluso, supone un descentramiento de Garcilaso respecto a su poesía y poética21. Sin embargo, la actitud megalómana de Faria en la demasía paratextual queda retratada perfectamente una vez más, pues siempre está muy al tanto de brindar los pormenores de su carrera literaria, tanto poética como histórica, a través de variados tipos de escritos, lo que lo convierte en un caso excepcional en este sentido. Por ejemplo, cuenta con una de las pocas biografías exentas en el siglo xvii, salvo la de Quevedo por Pablo de Tarsia, el Retrato de Moreno Porcel, publicado en 165022, un texto que en su forma primigenia se integraba en los preliminares de la edición revisada de la Fuente de Aganipe, que quedó manuscrita23. Y no conforme con los discursos biográficos, de los que el bosquejo de Lope sirve de embrión, tal como en ellos se manifiesta, redactó, como hemos señalado ya, su propia autobiografía, intitulada, por la reiterada consciencia del infortunio vital, Fortuna (1641), depósito de los datos que circulan en todos ellos24.

Las razones de Lope

  • 25 Zamora Lucas, 1941.
  • 26 Zamora Lucas, 1941, pp. 39-40.
  • 27 Por ejemplo, Raposo, 1936; Figuereido, 1941; Entrambasaguas, 1950; Glaser, 1954; Fernandes, 2013; R (...)
  • 28 En 1623 Faria dedica el Narciso a Lope. Este le endereza, por su parte, poemas en 1624 para las Noc (...)
  • 29 Los elogios de Faria hacia Lope son casi todos póstumos. Aparte de lo aportado por Rodríguez Cepeda (...)

9Así pues, el sumario biográfico de Lope adquiere una gran importancia relacional con el resto de los discursos vivenciales producidos en los últimos años de la vida de Faria. Los motivos, desde luego, para que le encargara o sugiriera el relato resultan perfectamente plausibles por varias razones. Yendo desde el propio Lope a Faria se podrían esgrimir las siguientes, por ejemplo: el opúsculo constituiría el último eslabón de una cadena de textos dedicatorios, además de censuras o aprobaciones, que Lope hizo a lo largo de su vida25. Aunque es verdad que ninguno resulta tan prolijo, excluyendo acaso el elogio a Soto de Rojas en 162326, el único paratexto con el que se le podría comparar (donde por cierto nombra a Camões). Por otra parte, ha sido bien estudiada la afinidad de Lope con los escritores portugueses, comenzando por la admiración de Camões, contexto en donde ha de situarse, por supuesto, la amistad continuada con Faria27. Un contacto que se comprueba mediante diversos indicios textuales a lo largo de la década que transcurre de 1625 a 1635, aunque ya Lope había proporcionado varios poemas para sancionar las primeras obras del portugués, en 162428. Le dedicó concretamente en la parte XX de sus comedias El marido más firme, aprobó en 1627 el tomo III de la Fuente de Aganipe, en su primera versión, y sobre todo lo alabó en el Laurel de Apolo (1630)29.

  • 30 Véanse las intervenciones de Lope en Jammes, 1994; Blanco, 2008.
  • 31 La bibliografía sobre estas dos preocupaciones resulta ingente, pero se ha de partir, por supuesto, (...)

10En cualquier caso, en el centro de todas las motivaciones posibles para la resunta biográfica se hallan, según mi parecer, dos ideas que el Lope viejo tenía la oportunidad de hacer resaltar a través del elogio de Faria y que suponen una verdadera obsesión en su etapa de senectute. Esto es, su persistente antigongorismo30 y también el profundo desengaño cortesano, en la base de los cuales se encontraba de fondo Pellicer31, verdadero catalizador de ambas, por ser su comentarista y asimismo por haber obtenido el ansiado puesto como cronista real (1629). De hecho, por lo que respecta a la actitud antigongorina, ya en la Dedicatoria de El marido más firme de 1625, Lope había unido las discrepancias con el cordobés al nombre de Faria, según ha estudiado Fausta Antonucci (2014). Lope hace una defensa de la lengua castellana y tacha a los cultistas de extranjerizantes, además de decantarse por la fertilidad poética, en la que el portugués es campeón, frente a la parquedad gongorina. En esto Faria ha de seguir el ejemplo de Marino, al que Lope dedica Virtud, pobreza y mujer, obra en la que existen más lugares polémicos.

  • 32 Véase Núñez Rivera, 2018b.
  • 33 Por cierto, parece que en este momento se estrechan los lazos de Lope con Faria, como muestra una c (...)
  • 34 Lope de Vega, La Vega del Parnaso, II, pp. 25-75 y I, p. 117.
  • 35 Acaso debía ir abriendo el volumen, con la siguiente Advertencia de Ortiz de Villena: «Parece que c (...)
  • 36 Profeti, 1981, p. 559: «Juan Bautista de Sosa, regidor que fue de la insigne villa de Madrid, estud (...)
  • 37 Por ejemplo, Iglesias Feijoo, 2001; González Barrera, 2010.
  • 38 Blanco, 2008.

11Diez años después, entonces, al borde ya casi de la muerte, Lope hallaba en la figura del portugués una especie de heterónimo real, de carne y hueso, un alter ego, en paralelo a como Burguillos había funcionado en 1634, para dar cauce a idénticas preocupaciones. Lope mismo había sido entonces editor de un poeta vivo, aunque postizo al cabo32. Y ahora, con el pie ya en el estribo, interviene en la edición póstuma de otro fallecido, si bien actualizada por el comentario contemporáneo de Faria. En este sentido de obra postrimera el escrito la encabeza con el título siguiente, que muestra su naturaleza inacabada: Escribíale Lope Félix de Vega y Carpio al tiempo que se murió; y continúa con la precisión de que: por eso se dejaron algunas cláusulas que estaban imperfetas y se añadieron otras por Juan Baptista de Sosa, amigo de Lope de Vega y de Manuel de Faria y de estos estudios. Si con la Corona trágica (1627)33 comienza el ciclo de vejez, según el catálogo de Rozas (1990a, p. 94, n. 19), en la última posición se emplazan por su parte el Siglo de Oro, verdadero compendio de todo el período final, y el soneto a Gabriel Pereira, que le sigue en La Vega del Parnaso34. La primera composición, probablemente inacabada, se escribe un día antes de su enfermedad (o sea el 24 de agosto) y el soneto contiene los últimos versos que compuso35. Sin embargo, esta biografía de Faria, acaso el último texto en prosa, puesto que su inacabamiento ha de suplirlo Juan Bautista de Sosa36, ha pasado desapercibida para Rozas y para los demás críticos que han ido añadiendo textos concomitantes con posterioridad37, a pesar de que incide en los mismos temas, presentes en el ciclo por entero: el descontento ante el proceder ingrato de la patria y los señores, sobre todo la falta de patronato regio, además de la actitud antigongorina, tan persistente ahora como en etapas previas38.

12Más en detalle, el Elogio al comentador se estructura en veintiséis parágrafos, divididos en cinco secciones temáticas. Primero, Lope trata de la faceta de comentarista de su amigo (§ I-III); luego hace un catálogo de la obra impresa y por editar (§ IV-V); después inserta los elogios correspondientes (§ VI-XI); en cuarto lugar trata aspectos de la vida del portugués (§ XII-XVI) y, por último, establece paralelos con Camões (§ XVII-XXVI). Antes que nada se debe comentar que, según precisan los biógrafos posteriores, este bosquejo es la base para todos sus escritos, aunque en ninguno de ellos, por razones obvias, se encuentra la alabanza a la función de comentarista. Una pieza recurrente, sin embargo, y absolutamente fundamental, desde luego, la constituye el listado de obras, con su insistencia en la prolijidad de las mismas y el imponente número de las copias autógrafas de cada una, hecho mediante el que Faria pretende subrayar el relieve y variedad de su producción literaria. Tan es así que en 1646 lo incorpora aumentado en el Nobiliario del Conde de Barcelós D. Pedro, hijo del rey D. Dionis de Portugal. En la catalogación de la obra se le adelanta, pues, a Pellicer, que publicó una Bibliotheca formada de los libros i obras publicas con el informe de su calidad y servicios entre 1671 y 1676.

  • 39 Esa conciencia literaria de Faria ha sido estudiada por Bouza, 2001.
  • 40 Núñez Rivera, 2011. Estoy preparando un libro sobre todos los Discursos poéticos de Faria.
  • 41 Véase Hart, 1974; Leyva, 1989.
  • 42 Faria inserta una Vida de Camoens retocada con respecto a la anterior.

13A este tenor, el control autorial39 por parte de Faria resulta sobresaliente, excepcional incluso, porque, al margen de su producción histórica, va diseñando una obra poética en progreso, diferida en partes, que dará lugar a la Fuente de Aganipe, publicada primero en 1626-1627, reformada en 1644 y 1646, y con la intención de darla a las prensas finalmente en un tercer estadio textual, que ha quedado manuscrito40. Un conjunto abundantísimo de poemas de todo género, como muestra de su calidad de poeta total, que él mismo, en un ejercicio igualmente de autopromoción, comenta en sus particularidades genéricas41. Comentarios generales, que en la edición póstuma de las Rimas várias (1685-1689)42 se aplican asimismo a Camões, llevando así a cabo una suerte de equiparación poética, paralela a la establecida con los Retratos contiguos o con las dos Vidas paratextuales en 1639. Esta obra en marcha constituye, en definitiva, el aspecto más importante de su trayectoria vital, y así lo entiende él mismo. Precisamente es esa carrera literaria la que dignifica y mejora sus infortunios vitales. De ahí la insistencia en el catálogo abierto y siempre vivo de su granada producción literaria, como mejor currículo personal que ofrecer. Ello supone, pues, un detallismo en la explicación de los pormenores redaccionales y editoriales, tanto de su lado, como de parte de los panegiristas, que convierte este conjunto de discursos biográficos en un verdadero Historial de un libro, acaso el núcleo de noticias más interesante.

  • 43 Faria trabajaba incansablemente en el comentario desde 1614. Se conoce un segundo borrador de 1621 (...)

14Como comentarista, Lope convierte a Faria, de quien señala que lleva 25 años trabajando en la empresa editorial43, en príncipe de todos los habidos y por haber, gracias a su explanación cabal, con la que ha convertido a los Lusíadas en un poema más estimado que las Rimas várias, el más apreciado hasta este momento. Y todo gracias a la identificación de secretos recónditos y de innumerables loci classici. Por supuesto, esta exaltación de Faria va unida al denuesto de otros comentadores, aunque sea de modo implícito. Dice el propio Lope:

  • 44 Por su extensión el texto no se publica en Zamora Lucas, 1941.

[…] así como Luis de Camoens es príncipe de los Poetas que escribieron en idioma vulgar, lo es Manuel de Faria de los comentadores en todas lenguas, porque ningún Comento a Poeta tan profundo salió de una sola mano tan cabal como este. Homero, Virgilio, Horacio, Ovidio, Dante y otros, aún no están acabados de comentar, habiendo salido de muchas manos, y el Camoens solo de esta lo queda de manera, que no necesita de otra (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, § I)44.

15Esta consideración generalizada, referida a los comentos en todas las lenguas, podría, sin embargo, convertirse en una crítica más precisa, cuando Lope afirma:

Es sin duda cosa admirable el ver que, dando tanta ocasión el Poeta a derramarse un Comentador en muestras de noticioso, ambición que tanto hizo discurrir a casi todos los comentadores por fuera de la línea (dejándolos parecidos al otro pintor, que en todas sus tablas introducía el ciprés, viniese, o no viniese a propósito de lo que trataba la pintura principal) Manuel de Faria la reprimió, de suerte que jamás se aparta de la idea del comentado: estando siempre tan firme en la silla del verdadero comentar, que sin duda se colocó en el magisterio de comentadores, porque yo no veo otro comento (y creo los he visto todos) que así observe sus leyes (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, § II).

  • 45 Alonso, 1982.
  • 46 Entre otros, López Bueno, 2005; Blanca Periñán, 2008.

16Podría entenderse acaso un ataque contra Pellicer, al que todos habían tachado de prolijo y poco atinado en sus comentarios45, comenzando por el propio Faria, como hemos dicho ya, y como hace Lope en otros lugares, en particular a partir del Laurel de Apolo. Por ejemplo, en el acto IV, escenas 2-3 de La Dorotea ficcionaliza una academia donde se comenta burlescamente un soneto antigongorino jocoso, «Pululando de culto Claudio amigo…»46. En en la Gatomaquia (VII, vv. 87-152), a partir de una explicación sobre los pigmeos, Lope se mofa del modo comentador de Pellicer basado en el acarreo sin cuento de citas traídas a colación, tengan que ver o no con el término o los versos comentados. Pero quizá la prueba definitiva del ataque contra el aragonés se encuentre en la conclusión de la secuencia § II del Elogio, cuando Lope confirma lo siguiente: «Y, porque al fin no lo sé encarecer, concluyo que de este género de estudios no logra nuestra lengua semejante escrito». Es muy posible también que Lope ejerza de antigongorino en el arranque del Catálogo de las obras, al hacer hincapié en la permanente puesta en limpio y revisión de los textos por parte de Faria, comentando de paso la existencia de una especie de adulteración premeditada: «Las impresas ya tiene de nuevo ilustradas para volverlas a imprimir, moviéndole a esto el haber algunos metido la mano en ellas, con introducirle cláusulas de estilos modernos vanos» (§ IV).

«Ambos moríamos de señores»

17Es cierto que estas posibles referencias de Lope contra Pellicer y los gongorinos pueden resultar vagas y acaso dependan mucho de la conjetura crítica. Sin embargo, el problema del desengaño cortesano, a causa de no haber obtenido el puesto de cronista real, la tiranía de los señores y la incomprensión de la patria con respecto al poeta aún vivo son temas que afloran en el Elogio de modo totalmente palmario y preciso. Por ejemplo, en la valoración con que acompaña el listado de las obras de Faria (§ V), Lope, al hilo de algunas de las composiciones con las que él tuvo que ver, como se ha dicho, y, respecto de que este no le hizo caso en componer comedias para representarlas y poder vivir de ellas, sentencia con una frase lapidaria, verdadero leitmotiv de todas las reflexiones posteriores sobre el desengaño cortesano: «ya que ambos moríamos de señores».

18Como afirma Glaser (1975, p. 38), Faria se empleó a lo largo de su vida como mozo de muchos amos. Sus señores más importantes fueron, consecutivamente, el obispo de Oporto, fray Gonzalo de Morales, al que sirvió doce años desde los catorce, el Conde de Muge, Pedro Álvarez Pereira, y finalmente don Manuel de Moura Corte-Real, marqués de Castel-Rodrigo, bajo cuyo patrocinio, tal como relata con todo detalle en su Fortuna, mantuvo una tensa relación que le ocasionó muchas penalidades y conflictos. Lope explica, por tanto, la necesidad que tuvo para dedicarse a esta ocupación de la secretaría, desempeño que ejercitó él también, especialmente con el Duque de Sessa, y las cualidades que para ello albergaba, aunque todo su esfuerzo fuera en vano:

Como de sus padres no esperaban grandes herencias, fue menester servir a señores. Empleose en ello treinta años, y sobre ejercitarlo con tantas calidades y cumplir con su obligación, salió con las manos en la cabeza, de que resultó la empresa con que sella sus papeles que lleva por figura la torre y lises de los Farias (testimonios de su nacimiento) y el libro con el compás encima (imagen de los estudios y habilidades) todo debajo de una corona y la letra «In vanum laboraverunt», aludiendo a que tanto mérito puesto a tanta sombra trabajó en vano (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, § XIV).

  • 47 Véase además: «Retirado, de suerte que ―raro para creerse― en esta Corte no entra en otra casa que (...)

19Lope presenta a Faria como una especie de sabio estoico47, impertérrito ante la adversidad y el infortunio constantes, una imagen que se corresponde con la que él mismo muestra de sí en algunos poemas del ciclo, como en la Epístola a Claudio y en el Huerto deshecho. Pero los que pierden, en realidad, no son los grandes ingenios, léase como ellos dos, sino los señores y príncipes que los desdeñan, valoración que por supuesto aplica pro domo sua:

  • 48 La cursiva es mía.

Si bien por otro lado se halla contento [Faria] con su mala fortuna porque dice él que es gran dicha el no deber nada a nadie y gran pensión para un entendido el verse marcado con blasón ajeno y que tiene por gran suerte el ver que no posee cosa de que deba reconocimiento más de a Dios y a sí mismo. Y a la verdad, más pierden los grandes príncipes en no hacer sus deudores a los grandes ingenios, que ellos en no serlo aun de grandes fortunas48 (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, § XIV).

20El discurso se intensifica cuando, haciendo suyo el argumento de Juan Salgado de Araujo en su Sumario de la familia ilustrísima de Vasconcelos, 1638 (f. 30-30v), Lope señala el paso desde la postergación del poeta a la verdadera persecución, y de los señores en concreto a la patria en general:

  • 49 Además abunda en ello aquí: «Finalmente, después de haber empleado por tantos años todas estas part (...)

[…] pues vemos un tal sujeto, cuando más se emplea en servicio de la patria y de sus héroes, arrinconado y aun perseguido sin premio alguno de ella. Y sin que los distribuidores de las ocupaciones de virtud se acuerden de él para alguna, cuando no fuera para acomodarle con una, para acomodarla a ella con él, y más si fuese de escribir las memorias de la patria (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, § XII)49.

  • 50 Cátedra, 2014, ha aplicado el concepto al caso de Villena en sus escritos biográficos.
  • 51 Rozas, 1990c.
  • 52 Véase Entrambasaguas, 1969. Ahora Núñez Rivera, 2018a.
  • 53 Véase, por ejemplo, Pedraza, 1981.
  • 54 Pedraza, 1978.

21Todos estos hitos en la biografía de Faria los recupera Lope para convertirlos en suyos y así hablar en realidad de sí mismo. A partir de los sinsabores y persecuciones del portugués, proyecta sus propios fracasos con el poder, que le escatima, según opina él, el premio merecido. Mediante esta construcción identificadora el biógrafo se autorrepresenta en el biografiado clave de lo cual es ese expresivo: «ambos moríamos de señores», dando lugar a una traslación de rasgos vitales, mecanismo que ha sido denominado altrobiografía. El concepto, que acuñó Giuliano Gramigna, lo ha definido Viart (2001) como una de las paradojas del discurso biográfico, puesto que los hechos se exponen desde la verdad del escritor y no desde el sujeto empírico de la propia biografía50. Esta autofiguración de Lope, su altrobiografía por medio de la vida de Faria, puede compararse, entonces, con el empleo que hizo un poco antes del heterónimo Burguillos51: esta vez una biografía y una trayectoria poéticas ficticias, pero bien diseñadas desde las Justas en honor a San Isidro52, con acusados visos de verosimilitud, que le servirán en 1634 como cauce de expresión, por medio de la risa y la burla53, de los mismos contenidos de postergación. En este punto, sin embargo, no queda ya resquicio para el humor, sino que todo se plantea desde el desengaño melancólico54.

  • 55 Más rasgos de identidad son los siguientes: «Todos estos paralelos entre el Poeta y Comentador se h (...)

22Ahora bien, el ejercicio altrobiográfico no se reduce a la sola proyección de Lope sobre Faria, sino que, reduplicándose mediante una operación ulterior, implica igualmente a una tercera persona, el poeta Camões, que los antecede y prefigura, y del que el propio Faria realizará un resumen biográfico para los preliminares, como ya sabemos. Precisamente el final del escrito de Lope adelanta las concomitancias vitales entre comentador y comentado, identidad que, si se continúa con la ecuación resultante, también se otorga para sí el mismo Lope. Incluso antes de desarrollar esos argumentos equipara a Camões con Faria en la adversidad55:

Tiempo vendrá, si no me engaño, en que han de ser acusados los de esta edad, por tratarle con este descuido, siendo cosa infalible que los que hoy culpan a los que no beneficiaron a Luis de Camoens en vida, hubieran de hacer con él lo mismo que ellos, si vivieran en aquella edad, o él en esta, como el proprio comentador lo pondera al fin de la vida del poeta que describe. Con que se descubre que en todos hay más deseos de argüir culpas, que de hacer beneficios. Finalmente allá vendrán los futuros, que pagarán al comentador, como pagaron al comentado, con ponerle encima, sobre largos arcos de muerto, una losa que muchos tienen por honra, que se hace en la muerte a aquel a quien lastimaron en la vida (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, § XII).

  • 56 Así: «su fortuna, que pudiendo más que su nacimiento ilustre y ingenio ilustrísimo, le arrastra y l (...)
  • 57 «Gran cosa que de los hombres grandes, en cuanto vivos, se haga tan poca cuenta generalmente, y que (...)

23En efecto, Faria se altrobiografía por su parte en la figura de su admirado maestro, que como él, como Lope al cabo, «vivía de miserias de algunos caballeros portugueses» (Vida del poeta, § XXV, col. 50). También su fortuna le es contraria56, y no se le ha llegado a honrar en vida, sino solo después de muerto57, es decir, ya tarde, aunque resucitará precisamente en la vida de la fama:

[…] así el P. de la dulzura de sus versos, con que dio gusto a tanta gente, no vio por ello más en su persona que rayos y golpes inclementes de la ingratitud y de la miseria porque el Poeta muerto en esta miseria resucitó en su misma gloria, haciéndose materia incorruptible al gusano del olvido y viendo desde su cumbre olvidados a los que le trataron de ese modo (Vida del poeta, § VI, col. 25).

24Lo peor es que, al igual que él, fue maltratado por la patria y por sus príncipes:

[…] y con esa le faltó la patria y los príncipes de ella, de esa falta se lastima mucho en la est. 81 del c. 7, diciendo que a trueque de las coronas que le prometía su ingenio (como se las había dado su calidad) le dieron tormentos. Y si la corona de este blasón ha de ser de espinas con las puntas sangrientas eso es lo que justamente pusieron en la cabeza a ese poeta los dueños de la hacienda de Portugal: porque aun hoy está manando sangre la calavera de este hombre grande, lastimada de las asperezas, ingratitudes y miserias con que fue tratado (Vida del poeta, § VI, col. 22).

  • 58 No ha de ser casualidad que el soneto al también portugués Gabriel Pereira haga referencia al mismo (...)
  • 59 Rozas (ed. de Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, p. 252) añad (...)

25Todo ese sufrimiento y abandono conducirá a Camões al desengaño melancólico, tal como a él le está ocurriendo, y le ha acaecido y acaece a su vez al viejo Lope: «Entregole [a Camões] en los últimos años a la malencolía el verse con tan honrados ejercicios sin algún premio» (Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, Vida del poeta, § XXVI, col. 52). Pues bien, en este preciso contexto de intervención de Lope en el comentario de Faria, ha de emplazarse para comprenderlo en toda su profundidad, el soneto 103 de las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, dedicado a Camões, con el expresivo título de «Que desfavorece la patria los hijos propios con el ejemplo del excelente Camoens». Copio los tercetos, donde queda acrisolado el contraste entre la vida miserable y la fama póstuma58, que llega tarde y mal59:

  • 60 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, pp. 252-253.

Con dos laureles fue tan importuna,
de espada y pluma, su contraria suerte,
que no le dio favor persona alguna.
Decid (si algún filósofo lo advierte),
¿
qué desatinos son de la Fortuna
hambre en la vida y mármol en la muerte
? (vv. 9-14)60

26Por eso Lope, para deshacer este entuerto, al menos en el plano literario, porque en la realidad no lo conseguirá ya, se empeña en publicar entre 1634 y 1635 la obra poética de Burguillos, un poeta marginal y burlesco, mientras este sigue vivo, rindiéndole así un homenaje editorial, contrario a la práctica corriente en que solo se canoniza a los poetas desaparecidos.

  • 61 Rozas, 1990a.

27De Camões a Faria, enajenándose en ambos, de Camões a Burguillos, reduplicándose por asimilación, Lope se desdobla biográficamente, bien en poetas reales o igualmente en la magistral invención de un heterónimo contemporáneo. Esta es su particular protesta sin venganza en los dos o tres últimos años de su larga vida61.

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Notas

1 Como lo llama Lope en el Laurel de Apolo.

2 El orden de estos preliminares es el siguiente: Advertencias para leerse, Elogio de Lope, Retratos, Prólogo (cols. 1-15), Vida del poeta (cols. 15-59), Juicio del poema (cols. 59-100).

3 Véase el estudio de los paratextos biográficos de la edición, aparte de otros textos poéticos, en Cayuela, 2012, pp. 28-35. Sirva además para comprender los mecanismos de la inclusión de este tipo de textos biográficos.

4 Lo refiere en varios lugares, por ejemplo: Faria e Sousa, Lusíadas de Luis de Camoens, cols. 39, 55, 57, 536, etc.

5 Véanse las Advertencias para leerse, § VI. Téngase en cuenta Dasilva, 2003.

6 Véase Souto y Weiss, 2016.

7 Por ejemplo, ténganse en cuenta, Flasche, 1973; Lemos, 1966.

8 Véase Núñez Rivera, 2011. Destacan las descalificaciones en las Advertencias para que se lean con toda luz estos comentarios (Rimas de Camões).

9 Véase el catálogo de la polémica gongorina en Jammes, 1994 y Pérez Lasheras, 2009. Añádase, más en concreto, Plagnard, 2017.

10 Aparte de las inmediatas censuras inquisitoriales a causa de cuestiones teológicas, que le obligarán a publicar una defensa en la Información en favor de Manuel de Faria e Sousa, 1640.

11 Angulo se lo comunica a Ustarroz por carta en 1648 (BNE, ms. 8391, f. 318). Véase Iglesias Feijoo, 1983.

12 Cisneros, 1987. Además, Juan Espinosa Medrano, Apologético en favor de don Luis de Góngora, príncipe de los poetas líricos de España.

13 En Iglesias Feijoo, 1983, pp. 159-162.

14 A partir de Porqueras Mayo, 1989, pp. 254-255. Se trata de argumentos en las cols. 510 y 68. En adelante, todas las cursivas son mías.

15 Porqueras Mayo, 1989, pp. 166-169. A pesar de que el manuscrito aporta la fecha de 1625, como recalca Sánchez (1961, pp. 89-91), el escrito tiene que ser necesariamente posterior a 1639.

16 Porqueras Mayo, 1989, pp. 168-169.

17 Glaser, 1975, p. 375.

18 Bass, 2011.

19 Herrera, por su parte, escribe la Vida de Garcilaso para su comentario, un texto que nombra Faria, Juicio del poema, § X, cols. 65-66.

20 Vida de don Luis de Góngora por José Pellicer de Salas, Parnaso Español, VII, Obras en prosa y verso; algunos impresos (BNE, ms. 3918, f. 1r-11v). Véase Oliver, 1995 y 1996.

21 Navarrete, 1997.

22 Francisco Moreno Porcel, Retrato de Manuel de Faria y Sousa, cavallero de la orden militar de Christo y de la casa real. Contiene una relación de su vida, un catálogo de sus escritos y un sumario de sus elogios recogidos de varios autores, s. l. [Madrid], 1650. Más explanaciones de Ericeira en el s. xviii. Véase para el comentario de las cuestiones biográficas, aparte de la introducción de Glaser, 1975, pp. 3-122: Asensio, 1978; Pires, 1996; Ramada Curto, 2007. Una visión global de Faria, en Costa, 2012.

23 Las Partes I-VI se custodian en Biblioteca Nacional de Lisboa, cod. 13137-13142, más la VII en Évora (ms. CXIV/2-5). Un estadio textual previo se halla en Biblioteca de Torre do Tombo, mss. 439-440. Véase Núñez Rivera, 2011.

24 Hay que sumar un poema de la Fuente de Aganipe, II, 12, «Patria y vida del autor», f. 191-213. Todos los textos biográficos serán objeto de edición y estudio en mi Faria e Sousa: Biografías, autobiografía y carrera literaria (1639-1649).

25 Zamora Lucas, 1941.

26 Zamora Lucas, 1941, pp. 39-40.

27 Por ejemplo, Raposo, 1936; Figuereido, 1941; Entrambasaguas, 1950; Glaser, 1954; Fernandes, 2013; Rodrigues, 1983 y 1999.

28 En 1623 Faria dedica el Narciso a Lope. Este le endereza, por su parte, poemas en 1624 para las Noches claras y las Divinas y humanas flores. Referencias a casi todas las menciones a Lope se encuentran en Rodríguez Cepeda, 1980; véase además, Núñez Rivera, 2011.

29 Los elogios de Faria hacia Lope son casi todos póstumos. Aparte de lo aportado por Rodríguez Cepeda 1980, destaca la Dedicatoria de Faria para la parte XXIII de 1638, como estudió Glaser, 1960.

30 Véanse las intervenciones de Lope en Jammes, 1994; Blanco, 2008.

31 La bibliografía sobre estas dos preocupaciones resulta ingente, pero se ha de partir, por supuesto, del trabajo seminal de Rozas, 1990a, base clave para la caracterización del período. Además, Rozas, 1990b. Asimismo, Alonso, 1978.

32 Véase Núñez Rivera, 2018b.

33 Por cierto, parece que en este momento se estrechan los lazos de Lope con Faria, como muestra una carta (1628) relativa al interés de Urbano VIII por la Coronación escrita por el portugués, donde se reflejan en pequeño los temas recurrentes que vamos tratando: «La Santidad de Urbano VIII hizo gran estima de su persona tratándole con mucho favor, como me constó de carta original del eminentísimo cardenal Barberino, que trujo para el colector de Portugal». Recogido por Amezúa, 1943, IV, n.º 495, p. 105.

34 Lope de Vega, La Vega del Parnaso, II, pp. 25-75 y I, p. 117.

35 Acaso debía ir abriendo el volumen, con la siguiente Advertencia de Ortiz de Villena: «Parece que cuando este cisne divino espiraba, con más melodía y sonora voz cantaba, para suspender a todos con la dulce armonía de sus versos; pues el día antes que le diese la enfermedad, hizo con tanta elegancia y elocuencia esta Silva moral al Siglo de oro, y el soneto que va impreso tras ella, a la muerte de un caballero portugués, en que parece que pronosticó después de su muerte en lo que había de estimarse hombre tan eminente e insigne como fue. Advierta el lector que fueron los últimos versos que compuso este soneto» (Lope de Vega, La Vega del Parnaso, I, p. 117).

36 Profeti, 1981, p. 559: «Juan Bautista de Sosa, regidor que fue de la insigne villa de Madrid, estudioso y mui versado en los autores griegos y latinos, sacó a luz la Sosia perseguida, y tiene para publicar la Segunda parte de la Sosia, la Refutación de los siete vicios, Michael Verino comentado en tres Centurias […]».

37 Por ejemplo, Iglesias Feijoo, 2001; González Barrera, 2010.

38 Blanco, 2008.

39 Esa conciencia literaria de Faria ha sido estudiada por Bouza, 2001.

40 Núñez Rivera, 2011. Estoy preparando un libro sobre todos los Discursos poéticos de Faria.

41 Véase Hart, 1974; Leyva, 1989.

42 Faria inserta una Vida de Camoens retocada con respecto a la anterior.

43 Faria trabajaba incansablemente en el comentario desde 1614. Se conoce un segundo borrador de 1621 (Bass, 2011, p. 185), lo cual lleva a suponer que Lope debía de poseer una copia manuscrita del comento, cuyas licencias de impresión, por otro lado, son de 1637.

44 Por su extensión el texto no se publica en Zamora Lucas, 1941.

45 Alonso, 1982.

46 Entre otros, López Bueno, 2005; Blanca Periñán, 2008.

47 Véase además: «Retirado, de suerte que ―raro para creerse― en esta Corte no entra en otra casa que la suya. Este retiro no resulta de condición intratable, sino de experiencia, (puntúo así) que los más de los hombres muy tratados vienen a descubrir que son menos hombres que fieras y de que no se ahorra un sencillo la molestia de experimentarlos si no es con hacerse passer solitarius in tecto [Salmo 101, 8]» (Lusíadas de Luis de Camoens, § XIV).

48 La cursiva es mía.

49 Además abunda en ello aquí: «Finalmente, después de haber empleado por tantos años todas estas partes en servicio de señores y de la patria, se halla no solamente no premiado sino perseguido» (Lusíadas de Luis de Camoens, § XIII).

50 Cátedra, 2014, ha aplicado el concepto al caso de Villena en sus escritos biográficos.

51 Rozas, 1990c.

52 Véase Entrambasaguas, 1969. Ahora Núñez Rivera, 2018a.

53 Véase, por ejemplo, Pedraza, 1981.

54 Pedraza, 1978.

55 Más rasgos de identidad son los siguientes: «Todos estos paralelos entre el Poeta y Comentador se hicieron en gracia de haber dicho él propio sobre la e. 89 del c. 9 que el que hubiere de comentar siquiera razonablemente a un Poeta así ilustre como este, ha de tener mucho de su ingenio, de su espíritu y de su humor, además de las letras. Rematen finalmente, este Elogio, los retratos de uno y otro; que, habiéndolos ponderado mi Maestro Vicente Espinel, gran ingenio de nuestra edad y perito en la fisionomía, y bien visto en el Poema, y en algunos trozos del comento, dijo que Luis de Camoens había nacido solo para escribir esta Poesía y Manuel de Faria para comentarla. Válete». (Lusíadas de Luis de Camoens, § XXIX, col. 55).

56 Así: «su fortuna, que pudiendo más que su nacimiento ilustre y ingenio ilustrísimo, le arrastra y le deslustra» (Vida del poeta, § VI, col. 21).

57 «Gran cosa que de los hombres grandes, en cuanto vivos, se haga tan poca cuenta generalmente, y que todos los quieran después de muertos» (Vida del poeta, § III, col. 17).

58 No ha de ser casualidad que el soneto al también portugués Gabriel Pereira haga referencia al mismo tema (Lope de Vega, La Vega del Parnaso, I, p. 117).

59 Rozas (ed. de Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, p. 252) añade en nota que lo dice en prosa al Rey Felipe IV en la dedicatoria del Elogio en la muerte de Juan Blas de Castro (1631): «que hombres tan singulares no solo merecen Elogios en su muerte; pero que lleguen a las reales manos de V. Majestad».

60 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, pp. 252-253.

61 Rozas, 1990a.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Valentín Núñez Rivera, «Un último testimonio del desengaño de senectute: Lope en la biografía de Faria e Sousa (con Camões al fondo)»Criticón, 134 | 2018, 141-157.

Referencia electrónica

Valentín Núñez Rivera, «Un último testimonio del desengaño de senectute: Lope en la biografía de Faria e Sousa (con Camões al fondo)»Criticón [En línea], 134 | 2018, Publicado el 20 diciembre 2018, consultado el 11 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/5095; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.5095

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Autor

Valentín Núñez Rivera

Valentín Núñez Rivera es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Huelva. Su actividad investigadora se centra en varios aspectos de la literatura del Siglo de Oro. En primer lugar, investiga sobre poesía áurea, con atención a los distintos géneros poéticos de ascendencia clasicista y a variados temas (poesía burlesca, poesía religiosa) y autores, de algunos de los cuales ha editado su obra (Garcilaso, Alcázar). En segundo lugar, ha centrado su investigación en la prosa de ficción del siglo xv (ficción sentimental) y del Siglo de Oro, con el estudio del Lazarillo y la picaresca, Cervantes, fundamentalmente en relación con los géneros de la ficción, o la novela corta anterior a él. Se ha interesado por el género argumentativo de las paradojas (Mosquera de Figueroa). Asimismo, ha editado y estudiado El rufián dichoso de Cervantes, en el ámbito del teatro. Ha realizado también estudios sobre Humanismo, especialmente sobre la figura de Arias Montano, de quien ha editado varios textos.
vnrivera@uhu.es
Departamento de Filología, Universidad de Huelva, 21071 Huelva.

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