- 1 Alatorre, 1977, pp. 441-442; Sebold, 1997, p. 158; San José Vázquez, 2017, p. 936.
- 2 Ly, 2004, p. 269.
- 3 Mayans y Siscar, «Noticia breve de don Antonio de Solís», en Obras completas, I, p. 84.
- 4 Luzán, La poética, p. 598; lo cita elogiosamente también en pp. 239, 329, 362, aunque ha de reconoc (...)
- 5 Castilla Urbano, 2017.
- 6 Andrés, Orígenes y estado actual de la literatura, t. ii, pp. 281-282.
- 7 Jovellanos, Obras completas, t. xiii, pp. 612, 637.
- 8 Jovellanos, Obras completas, t. xiv, pp. 1215, 1227-1228.
- 9 Jovellanos, Obras completas, t. xii, p. 396.
- 10 Castilla Urbano, 2017, pp. 834-837.
1Antonio de Solís (Alcalá de Henares, 1610-Madrid, 1686) es, solo por detrás de Quevedo, el poeta español más frecuentemente aludido en los ensayos de Benito Jerónimo Feijoo (Casdemiro, 1676-Oviedo, 1764) y una de las influencias tangibles en la poesía feijoniana. No puede decirse que esta relación haya pasado desapercibida, pero no ha sido atendida más que de pasada1. En todo caso, no ha de verse en esta influencia nada extraordinario alejado del canon del momento, pues Solís, que es uno de los autores más citados por el Diccionario de Autoridades2, mereció el interés de los más representativos literatos del siglo xviii. Mayans lo incluyó en su parnaso personal y llegó a dedicarle una biografía, en la que dice acerca de sus poesías que «en ellas es vivísimo, sumamente discreto, en las burlas dulce, en las veras grave y, lo que es más de admirar, siempre claro, como el agua más pura»3; Luzán lo avaló como modeló en su Poética (1737) en virtud de su «elevado y culto ingenio»4; Cadalso se refirió constantemente a él como autoridad literaria e histórica5; el abate Andrés no dudó en destacar de su Historia de la conquista de México «la gallardía de las descripciones amenas, las importantes relaciones y la belleza del estilo propio de la historia»6; Jovellanos lo introdujo repetidamente como modelo académico en prosa y verso en los planes de estudios que traza en el «Reglamento para el gobierno económico, institucional y literario del Colegio de la Inmaculada Concepción de Salamanca»7 y en el «Plan para la educación de la nobleza»8, además de avalar sus comedias, «después de corregidas», en la «Propuesta de algunas obras dramáticas para representar en París»9; y, en fin, ni siquiera los propios Voltaire y Montesquieu le ahorraron elogios al complutense10.
- 11 Broë, «Préface», p. 9.
- 12 Cecchi, Dedicatoria, p. 14.
- 13 Townsend, «The Preface», p. 12.
- 14 Frédéric Serralta es uno de los estudiosos que más esfuerzos ha dedicado a estudiar la figura de So (...)
2En esta línea, no ha de perderse de vista que rápidamente Broë tradujo la Historia de la conquista de México de Solís al francés y destacó la «force et la pureté de son style, la grâce et le tour de ses expressions»11; Cecchi hizo lo propio al italiano, refiriéndose a sus páginas «nobilmente e gentilmente descritti»12; y el reverendo Townsend la vertió al inglés, encareciendo «the elegant pen of Solís»13. Editorialmente, resulta manifiesta la presencia de Solís en la primera mitad del siglo xviii, para lo que basta recordar que su Historia… mexicana contó con impresiones en 1704, 1711, 1724, 1732, 1735, 1741, 1747, 1748… y que sus Varias poesías, publicadas originalmente en 1692, se reimprimieron en 1716 y 173214.
- 15 Olay Valdés, 2013, p. 176.
3Aunque nuestra intención es, fundamentalmente, contrastar el modo en que Feijoo bebe de la poesía de Solís a la hora de escribir la suya propia, empezaremos por referirnos a las doce menciones que el Cronista Mayor de Indias merece en el Teatro crítico y las Cartas eruditas, que ya han sido cuantificadas en otra ocasión15.
- 16 Aunque consta en el catálogo de su biblioteca personal que Feijoo poseyó la edición de 1716 de las (...)
4A lo largo de las siguientes páginas, pues, se irá recorriendo, por una parte, la aparición de Solís en los ensayos del benedictino, y, por otra, su posible presencia en la poesía de Feijoo. Para lo primero, se han rastreado todas las citas y alusiones al complutense en la prosa de Feijoo; en el caso de la poesía de este, hemos procurado localizar y estudiar los más relevantes aspectos en que Solís se deja oír en ella, con la intención de poner de relieve una relación significativa y poco examinada16.
- 17 Feijoo, teatro crítico, i, 15.
- 18 Gonzalo Santos, 2016.
- 19 Feijoo, Teatro crítico, tomo i, discurso 15, § v, 20.
- 20 Hevia Ballina, 1981, pp. 387-388.
- 21 Feijoo, teatro crítico, i, 16, § vii, 44. En efecto, Solís emplea el topónimo «Otumba» en su Histor (...)
5Feijoo acude repetidas veces a la Historia de la conquista de México. En el contexto del discurso titulado «Paralelo de las lenguas castellana y francesa»17, toda una reivindicación de la tradición española en el ámbito europeo18, Feijoo destaca de Solís una «elegancia y pureza» que «no tiene que envidiar a los mejores historiadores latinos»19. Estos elogios, nada habituales en el benedictino, revisten una resonancia y una trascendencia singulares, máxime teniendo en cuenta la importancia que Feijoo otorga a la historiografía romana20. No obstante, Feijoo, con su habitual ánimo de precisión, no deja de consignar en el mismo primer tomo del Teatro crítico que Solís llama erróneamente «de Otumba» al «Valle de Otumpa», donde españoles y mexicanos libraron una famosa batalla21.
- 22 Feijoo, teatro crítico, iv, 8.
- 23 Fernández Conde, 1976; Urzainqui, 2015, p. 110; Fuster en su ed. de las Reflexiones sobre la histor (...)
- 24 Feijoo, teatro crítico, iv, 8, § vi, 16.
- 25 Feijoo, teatro crítico, iv, 8, § vi, 16.
6Cuando cuatro años más tarde Feijoo vuelve sobre las excelencias de la prosa de Solís, lo hace en sus «Reflexiones sobre la historia»22, una suerte de poética historiográfica, en la que afirma que la calidad del estilo le es muy necesaria al historiador23. Así, con objeto de demostrar que «el primor del estilo no es de esencia de la historia, pero es un accidente que la adorna mucho y que la hace más útil»24, llega a anotar que los «infinitos [que] saben los sucesos de la conquista de México», los «ignoraran a no haberlos escrito la hermosa y delicada pluma de don Antonio de Solís»25: Solís aparece así como un verdadero modelo para los historiadores.
7En el mismo tomo IV del Teatro se encuentra también la alusión más ennoblecedora que Feijoo le dedicara a la crónica de Solís, destacando que con la traducción al francés de la Historia de la conquista de México sucedió
- 26 Feijoo, teatro crítico, iv, 14, § xvi, 50.
lo que con muy pocos libros nuestros ha hecho aquella nación, [y] comprueba la alta reputación en que por allá l[o] tienen. ¿Y quién puede negar que este autor por la hermosura del estilo, por la agudeza de las sentencias, por la exactitud de las descripciones, por la clara serie con que teje los sucesos, por la profundidad de preceptos políticos y militares, por la propiedad de los caracteres es comparable a todo lo mejor que en sus floridos siglos produjeron Grecia y Roma? Singularmente por lo que mira a la cultura y pureza del estilo, Francia, que es tan jactanciosa en esta parte, saque al paralelo sus más delicadas plumas; parezca en campaña su decantadísimo Telémaco, que yo apuesto al doble por mi don Antonio de Solís, como se ponga en manos de hábiles y desapasionados críticos la decisión26.
- 27 Álvarez Barrientos, 1991, pp. 188-197; García Bascuñana, 2010.
8Como puede verse, Feijoo advierte en la obra de Solís todas las posibles excelencias de la prosa en general y del género histórico en particular; y considera incluso que la Historia de la conquista de México aventaja «en cultura y pureza del estilo» a la muy imitada Les Aventures de Télémaque (1699) de François Fénelon (1651-1715)27.
- 28 Feijoo, teatro crítico, i, 4, § xiii, 49 y Cartas eruditas, ii, 1, 7.
- 29 Feijoo, teatro crítico, i, 4, § xiii, 48.
- 30 Feijoo, teatro crítico, i, 4, § xiii, 49. La apreciación de Solís, en Historia de la conquista de M (...)
9Ahora bien, no todas las alusiones a la Historia de México son tan netamente positivas, pues a veces se introduce algún matiz. Por ejemplo, sorprende mucho a Feijoo que Solís critique al cardenal Cisneros, de lo que se hace eco en dos ocasiones28, pues, como afirma en 1726, para él Cisneros y el papa Sixto V fueron «dos políticos tan grandes, que en mi sentir no los tuvo mayores jamás el mundo, aunque ni a uno ni a otro faltaron émulos que quisiesen deslucir parte de sus glorias»29. Justamente por eso, se asombra de que «un juicio tan cabal como el de D. Antonio de Solís, en el cap. 3, de su Historia [de la conquista] de México, pintase defectuosa la política de aquel gran cardenal»30.
10Veinte años después, en 1745, Feijoo reanuda el debate y se muestra todavía más preciso en su discusión con Solís, pues llega a reproducir en cursiva el pasaje con que no está de acuerdo:
- 31 Feijoo, Cartas eruditas, ii, 1, 7. El pasaje citado, en Solís, Historia de la conquista de México, (...)
no sé cómo el gran ingenio de don Antonio de Solís hizo una tan opuesta crítica, así de la prudencia del cardenal como del suceso de su empresa, a la entrada de su Historia de la conquista de México, donde, después de elogiar dignamente muchas de sus excelsas virtudes, les pone esta limitación: Pero (era el cardenal) tan amigo de los aciertos y tan activo en la justificación de sus dictámenes, que perdía muchas veces lo conveniente por esforzar lo mejor y no bastaba su celo a corregir los ánimos inquietos tanto como a irritarlos su integridad31.
- 32 O imitatoris servum pecus! [Epístolas, I, 19, v. 19: ¡Oh, imitadores, rebaño de siervos!]. Feijoo c (...)
- 33 Feijoo, Cartas eruditas, ii, 6, 8.
- 34 Meneses, Exemplos de virtudes morales en la vida de Jorge Castrioto, p. 11.
- 35 Feijoo, Cartas eruditas, ii, 6, 8.
11Ya por último en lo que a la prosa de Solís respecta, su Historia… es utilizada por Feijoo para ejemplificar una de sus ideas fundamentales acerca de la imitación en literatura. Siguiendo un conocido precepto de Horacio32, Feijoo critica la imitación servil del estilo ajeno. De esta forma, el benedictino pone de manifiesto cómo «el discreto conde de Ericeira, que escribió la vida de Jorge Castrioto, se propuso, como él mismo confiesa, imitar el estilo castellano de nuestro don Antonio de Solís; y —añade Feijoo— no negaré que le imitó, pero quedando un grande intervalo entre los dos»33. Luis de Meneses, conde de Ericeira (1673-1744), en efecto había escrito una biografía del héroe nacional albanés Gjergj Kastrioti (1405-1468), los Exemplos de virtudes morales en la vida de Jorge Castrioto, en cuyo prólogo aspiraba a hacer lo que «Antonio de Solís con Hernán Cortés»34, aunque con mejores intenciones que resultados, pues, en palabras de Feijoo, «siguió sus pasos, pero de lejos»35.
- 36 Feijoo, teatro crítico, i, 15, § v, 20. Acerca de la relación de Feijoo y Quevedo, puede verse Olay (...)
- 37 Feijoo, teatro crítico, i, 14, § xii, 48.
12Pasando ahora a las alusiones a la faceta poética de Antonio de Solís, conviene subrayar que Feijoo también le deparó su favor, y aun más que eso. Para demostrarlo basta con acudir a las siguientes palabras: «Garcilaso, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Mendoza, Solís y otros muchos, fueron cisnes sin vestirse de plumas extranjeras»36, en las que puede verse cómo el complutense es citado en tanto que uno de los seis poetas de referencia de Feijoo dentro de los Siglos de Oro, toda vez que escasean los pasajes en los que, como en este, el benedictino explicite su personal canon literario. Es más, Feijoo no dudó en dejar dicho de él que «fue sin duda nobilísimo ingenio que entendió bien todos los primores de la poesía, excediéndose a sí mismo y excediendo a todos en pintar los afectos con tan propias, íntimas y sutiles expresiones, que parece que los da mejor a conocer su pluma que la experiencia»37, lo que probablemente sea el más alto encarecimiento que se puede dedicar a un poeta y una de las citas más explícitas en este sentido que salió nunca de la pluma de Feijoo.
13Para demostración del sostenido interés que en Feijoo suscitó la obra poética de Solís puede aducirse el pasaje que sigue, publicado casi veinte años después de los que acaban de verse. En el marco de un texto misceláneo, al primor de determinados retratos que hacen parecer que su protagonista está ante los espectadores del cuadro, el benedictino recuerda
el bello concepto con que don Antonio de Solís terminó el soneto que hizo a su retrato, con que le había regalado don Tomás de Aguiar, pintor excelente, hablando con él:
Tan vivo me traslada o representa
ese parto gentil de tu cuidado,
que yo apenas de mí le diferencio.
- 38 Feijoo, Cartas eruditas, ii, 7, 82.
Y si la voz le falta, es porque intenta,
al verme en su primor arrebatado,
copiar mi admiración con su silencio38.
- 39 Solís, Varias poesías sagradas y profanas, p. 71. Aunque no está claro quién es el aludido Tomás de (...)
14La cita de dos tercetos del soneto «A don Tomás de Aguiar, insigne pintor y gran cortesano, con ocasión de haber hecho un retrato del autor en lámina y muy parecido»39, hace patente la familiaridad del fraile con la obra de Solís y demuestra que la puede evocar deteniéndose en aquellos aspectos, incluso pormenores, que sean de su interés.
- 40 Tarsia, Vida de don Francisco de Quevedo y Villegas, pp. 43-44.
- 41 Feijoo, teatro crítico, vi, 10, § iii, 8. La cita de Solís, en Varias poesías sagradas y profanas, (...)
15También lo evidencia el que, tras relacionar el benedictino una anécdota atribuida a Quevedo por su biógrafo Tarsia40, relativa al enorme tamaño de los pies del poeta, Feijoo note cómo Solís se sirvió del mismo chiste «en su romance “Hoy en un piélago entro”, a una dama»41.
16No obstante todo lo dicho, debe tenerse presente que hay un aspecto que a Feijoo no le gustó nada de los versos de Solís, a saber: el mal gusto de algunas de sus coplas a lo divino:
- 42 Feijoo, teatro crítico, i, 14, § xii, 48.
Solís, como otros poetas de habilidad, a estas letrillas que se hacen para las festividades las han mirado como cosa de juguete, siendo así que ninguna otra composición pide atenderse con tanta seriedad. ¿Qué asunto más noble que el de estas composiciones, donde ya se elogian las virtudes de los santos, ya se representa la excelencia de los misterios y atributos divinos? Aquí es donde se habían de esforzar más los que tienen numen. ¿Qué empleo más digno de un genio ventajoso, que pintar la hermosura de la virtud, de suerte que enamore; representar la fealdad del vicio, de modo que horrorice; elogiar a Dios y a sus santos, de forma que el elogio encienda a la imitación y al culto?42.
- 43 López Guil, 2011, p. 61.
- 44 Para evitar la profusión de notas, de ahora en adelante siempre que aparezca un número de página en (...)
- 45 Los casos pueden prodigarse, pues no faltan en la obra de Solís. Así, en el poema «En el certamen q (...)
17Feijoo se posiciona completamente en contra de la escritura de poesía burlesca de tema religioso, que considera impropia o incluso irreverente43. Entre Las Varias poesías sagradas y profanas de Solís pueden hallarse efectivamente muestras poco pías y de no mucha delicadeza, casi siempre en composiciones académicas de circunstancias en que el tema propuesto se basa en volver a lo jocoso alguno de los misterios. Por citar un par de casos elocuentes, en el romance «A un disciplinante, que azotándose a instancia de una dama, y no pudiendo sacar sangre, degolló a un perro de caza para formar la llaga» (pp. 130-134)44, se lee una brutal parodia de la mortificación («Cogió la sangre y formó / del canicular esmalte / un llagón, que parecía / un Dios nos libre y nos guarde», vv. 133-136); y algo parecido sucede con el poema «En el certamen del santo Cristo de la fe» (pp. 202-204), que comienza: «Señor mío Jesucristo / a hablaros de burlas voy» (vv. 1-2) e incluye bromas como «Bien que tiene unos doctores / en la santa Inquisición; / y doctores que a remedios / abrasan al que enfermó» (vv. 37-40)45.
- 46 Feijoo, teatro crítico, i, 14, § xii, 48.
- 47 Otros ejemplos posibles son «A la desgracia de Milán, hablando con Cristo» (p. 64), «Afectos de un (...)
18Pese a estos ejemplos, también se ocupó Feijoo de precisar que a Solís nunca le faltó «numen para asuntos sagrados; pues sus “Endechas a la conversión de san Francisco de Borja” son lo mejor que él hizo, y acaso lo más sublime que hasta ahora se ha compuesto en lengua castellana»46. En la misma línea, siguiendo una tendencia bien visible en la poesía del momento, sus Varias poesías se abren no en vano con un soneto titulado «Afectos de un pecador arrepentido» (p. 61) y a lo largo de la colección pueden encontrarse otros como «Temor del Juicio divino» (p. 63), etc. En ninguno de estos textos podrá advertirse ni un ápice de la tendencia que Feijoo concibe como impropiamente chistosa, sino todo lo contrario47. Por otra parte, de ningún otro texto poético de cualquier otro autor dejó dicho Feijoo, como aquí de las «Endechas a la conversión de san Francisco de Borja», que supusiese «acaso lo más sublime que hasta ahora se ha compuesto en lengua castellana», lo que ha de hacernos valorar la estima en que Feijoo tenía los versos de Solís, como transparentarán los suyos propios.
19En resumen, se advierte cómo la manifiesta familiaridad que Feijoo mantiene con la obra de Solís lo lleva no solo a prodigarle diferentes elogios y a citarla repetidamente a lo largo del tiempo, sino a discutirla en sus pormenores o a censurarla en aquellos extremos con los que no podía estar de acuerdo. En todo caso, más incluso que el número de citas que Solís alcanza, importa la índole de estas y el modo tan explícito en que Feijoo expresa su predilección por su obra.
- 48 Ruiz de la Peña, 2012, pp. 393-394.
- 49 Carreira, 1998, pp. 372-373.
- 50 Bègue, 2008.
20A grandes rasgos, pensamos que hay un ingrediente de tipo general que acerca a ambos autores. De los gustos literarios de Feijoo con respecto al canon español se desprende su aprecio por lo que Ruiz de la Peña ha entendido como un barroco aligerado, purgado de sus recursos más excesivos, pero sin renunciar a una cierta riqueza expresiva48. De idéntico horizonte estético participa la obra de Solís, quien, heredero de los grandes autores del xvii, atenúa, sin embargo, con dosis de circunstancialidad, prosaísmo y parodia, los modelos canónicos de Góngora y Quevedo49. Es pues perceptible en la obra de Solís la búsqueda, a partir de estos ingredientes, de una cierta naturalidad retórica, siguiendo un patrón no ha mucho descrito por Alain Bègue50, tendencia de la que igualmente participa Feijoo.
- 51 Visedo Orden, 1985, p. 347.
- 52 Visedo Orden, 1985, pp. 349 y 353.
21Creemos por ello que tanto la poesía de Feijoo como la de Solís se nutren de un sustrato poético de «tono conceptuoso, reflexivo y razonador»51, que es el caldo de cultivo de la poesía de entresiglos. Puesta precisamente ante la tesitura de definir la obra poética de Feijoo, Visedo Orden la consideró de un atenuado «barroco conceptista, salpicado de algún que otro toque ―los menos― gongorino»52.
- 53 Russell P. Sebold, tratando de subrayar el carácter neoclásico de Solís, enfatizó el supuesto aleja (...)
- 54 Visedo Orden, 1985, p. 356.
22Sin embargo, no debe llevarnos esta identificación a siempre dudosos apriorismos con objeto de acercar a Solís hacia Feijoo, como ya ha hecho algún crítico53. Es cierto que hay ingredientes que evidentemente separan las obras en verso de uno y otro; y, sin ir más lejos, cabe recordar que la propia Visedo Orden ha entendido la de Feijoo como una «poesía novatora», en la idea de que «a través de sus obras en verso, el ilustre benedictino piensa y expresa sus ideas, las del divulgador del nuevo pensamiento», pues a menudo «es en Feijoo la poesía vehículo de exposición de ideas» y «su psicologismo es interés, complacencia por conocer al ser humano y reflexionar sobre él», a través de un «lenguaje en que se salpican términos de la moderna ciencia»54, todo lo cual desde luego no se percibe en los textos de Solís.
23Hechas estas salvedades, nos disponemos a ordenar las concomitancias entre Solís y Feijoo examinando:
a) los lugares de posible inspiración directa (ya sea por contenido, forma o estructura), que van desde el pasaje extenso hasta el verso aislado;
b) una próxima «actitud metapoética» presente en varios de sus textos; y
c) otros ingredientes comunes, relacionados ahora con diferentes procedimientos poéticos (fundamentalmente, figuras compartidas, léxico común y tendencia a ubicar palabras átonas a final de verso).
- 55 Castro, «Aprobación», p. 10.
- 56 Alatorre, 1977, pp. 441-442.
24Existen determinados pasajes en que Feijoo parece inspirarse en la obra de Solís. Precisaré que no es esta la primera vez que se identifican los poemas de Solís como una de las fuentes de los de Feijoo. Las ya citadas endechas reales «A la conversión de san Francisco de Borja» (pp. 254-256) han sido señaladas como hipotexto de dos composiciones de Feijoo. En 1759, Agustín Pablo de Castro las consideró en la base del romance feijoniano Desengaño y conversión de un pecador55; mucho más recientemente, en 1977, Antonio Alatorre apreció que el «Sentimiento de España en la muerte de Luis I» «parece inspirado por las endechas»56.
25Hemos de confesar que no estamos de acuerdo con la noticia de época de Castro, posiblemente mediatizada por la propia cita de Feijoo en que este expresa su aprecio por las endechas de Solís; ni tampoco del todo con la observación del maestro mexicano.
26Con respecto a la idea de Castro de la influencia de Solís sobre el Desengaño y conversión de un pecador, son pocos los elementos con que sustentarla. Si acaso, y no sin dudas, puede notarse que el poema de Solís «Afectos de un pecador arrepentido» (p. 61), cuyo v. 12 lee «Vuelva a imprimir tu sangre lo borrado», quizá se deje oír en «purpúrea sangre, la tinta» (Desengaño, v. 632); mientras que «Temor del Juicio Divino» (p. 63) dice «Vuestra sangre, Señor, por mi pecado, / tan repetidas veces malograda / clamando está por mí» (vv. 1-3), donde acaso resuene el mismo tópico que en el comienzo del Desengaño: «Mudas voces que, del cielo / al corazón dirigidas, / tanto tiempo ha que os malogra / mi obstinada rebeldía» (vv. 1-4).
27Por otra parte, lejos de pretender desmentir a Alatorre, lo cierto es que, aunque notamos una cierta familiaridad entre «Sentimiento de España en la muerte de Luis I» (López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 133-136) y las endechas reales de Solís sobre san Francisco de Borja, no nos es fácil patentizarla en ecos concretos, más allá de compartir idéntica forma métrica y de que el pasaje «De un reino que se acaba / sacas sed de otro Reino» (p. 255, vv. 57-58) puede emparentarse con el feijoniano «Mas Luïs, ¡gran noticia!, / hoy de Reino mejora», vv. 93-94).
28En todo caso, la presencia de Solís puede observarse en otros textos de modo que esperamos más evidente. Un primer caso de concomitancia podría ser el que sigue. El poema del benedictino «A una a quien a un mismo tiempo llamaron cinco devotos» (Olay Valdés, 2016, pp. 412-413) creemos que abiertamente dialoga y continúa una serie de dos poemas de Solís, «A una dama a quien pretendían tres amantes» y «A la misma, habiendo sabido que eran cuatro los amantes», que aparecen uno a continuación del otro en las Varias poesías (pp. 266-267). No por casualidad, tanto los poemas de Solís como el de Feijoo están escritos en décimas; además, no faltan los pasajes perfectamente simétricos, incluso en el número de verso dentro de la composición:
Pero ya que estoy dispuesto a entrar en tu laberinto, pasaré por ser el quinto por irme acercando al sexto. (Solís, p. 266, vv. 7-10)
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… me huele muy mal esto, pues quien en tal laberinto llegó de amantes al quinto ya está muy cerca del sexto. (Feijoo, «A una a quien llamaron cinco devotos», vv. 7-10)
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29Asimismo, unos versos del poema de Solís «Danse los años a una señora muy hermosa» (Solís, p. 335) se emparentan a su vez con otros del poema Feijoo, dedicado «A una señora ministra» (López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 115-116), pues en ambos las atenciones de una bella mujer producen en el senex poeta una ilusión de rejuvenecimiento:
Feliz y gustoso empiece el señor cincuenta y seis a parecer veinte y cinco en tu hermoso parecer. (Solís, p. 335, vv. 13-16)
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Dando de placer un brinco hacia atrás con ambos pies desde los setenta y tres me puse en los veinte y cinco (Feijoo, «A una señora ministra», vv. 1-4)
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30Otro lugar de posible influencia de Solís sobre Feijoo parece el del siguiente pasaje, en que dos instrumentos musicales, bandurria y tiorba, son empleados respectivamente como metonimia de la poesía ligera y grave; a ello se añade el tópico de la recusatio que, en sentido inverso, ambos fragmentos exponen: Solís, apostando por la vuelta a la poesía festiva; Feijoo, prometiendo abandonarla en su poema «Otra carta a un amigo» (Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 79-81):
Alto el romance, otra vez volvámonos a las burlas, que después de la tïorba también suena la bandurria. (Solís, p. 126, vv. 83-90)
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La métrica bandurria dejaré para siempre y la grave tïorba tocaré solamente. (Feijoo, «Otra carta…», vv. 33-36)
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31En otros casos, son los recursos formales los que apuntan a la rescritura por parte de Feijoo de un precedente de Solís, en este caso en el poema «Al archifalsario escribiente Soto Marne» (Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, p. 49): de esta forma, los siguientes pasajes comparten forma estrófica, la décima, y una serie de palabras-rima comunes y además siempre paronomásticas:
… hasta el cuello nos llenó nuestro desuello de una comida tan bella que comimos tanto della y bebimos tanto dello. (Solís, p. 358, vv. 36-40)
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… es por sus talentos bellos en mentiras y desuellos, para críticas querellas, más desvergonzado que ellas y más embustero que ellos. (Feijoo, «Al archifalsario…», vv. 6-10)
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32Asimismo, creo que el «Envió a pedir una dama a su amante una décima a los ojos de otra» (Solís, p. 81) se vertebra en torno a una idea muy próxima a la del poema de Feijoo «Para un pretendiente de matrimonio que se preciaba de poeta, sin serlo, se hizo este romance» (Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 23-24): uno y otro tratan de la incapacidad de un supuesto poeta para disociar sus sentimientos de sus palabras, reto ante el que acaban claudicando:
Fili, a los ojos de Nise una décima empecé y, sin pensar, acabé un soneto a lo que quise; y, así, le dirás que avise a otro poeta novicio que en metro diga propicio de sus ojos la inquietud, que a mí me falta virtud para hacer coplas de vicio. (Solís, p. 81, vv. 15-25)
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Mandásteme que en obsequio de tu genio o inclinación mi musa apruebe el desdén y que condene el amor. Tomé para obedecerte la pluma mil veces hoy, y mil veces de la mano la pluma se me cayó, hasta que, ciega, rendirse a tu precepto intentó […] ¿Cómo pretendes, señora, que condene la pasión? (Feijoo, «Para un pretendiente de matrimonio…», vv. 9-22)
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33Otros ingredientes poéticos como la estructura sintáctica (acuérdate cuántas veces buscabas / ideabas A y hallaste / encontraste B) o nuevamente la rima (ahora, asonante en ía) podrían servirnos para subrayar la afinidad entre estos otro fragmento de Solís y un pasaje de Feijoo (Desengaño y conversión de un pecador, p. 4):
Acordadme cuántas veces mis finezas, bien nacidas, buscaron el obligarla y hallaron el disuadirla. (Solís, p. 343, vv. 29-32)
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¡Acuérdate cuántas veces en la copa apetecida donde ideabas el néctar solo encontraste el acíbar! (Feijoo, Desengaño, vv. 89-92)
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34Por su parte, en el poema de Solís titulado «Motes de galanes y damas» (pp. 361-364), nos encontramos una suma de epigramas dirigida a diferentes personajes, acaso cortesanos; en el de Feijoo rotulado «Décimas a las monjas de San Pelayo de Oviedo» (Muñoz Martín, Feijoo y Asturias, pp. 271-276), asistimos a una descripción también cómica y también individualizada de diferentes preladas. Aunque el esquema de numeración sea frecuente, destaca la alusión en un caso a un «colmillo buïdo / de tres que se le han caído» (Solís) y a una «muela singular / y única que tenía» (Feijoo), por obviar otras simetrías como, por ejemplo, la referencia a la vejez de las protagonistas.
Esta bruñe sus arrugas con un colmillo buïdo de tres que se le han caído. Esta viendo que no es nueva y que la edad la destroza, porque no puede ser moza quiere meterse a manceba. Esta es muy buena señora, mas tiene por vocación caer en la tentación. (Solís, p. 361, vv. 13-22)
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Una, que ha entrado anteayer y parece ha de parar o en casada a porfiar o en monja a más no poder …………………………… Otra, a quien largas edades da del baptismo la fe, dijo: «No consentiré jamás tales novedades» …………………………… En esto, con la agonía, escupió sin reparar una muela singular y única que tenía (Feijoo, «Décimas a las monjas…», vv. 41-44, 51-54, 61-64)
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- 57 Olay Valdés, 2016, pp. 396-397
- 58 Olay Valdés, 2016, pp. 377-378.
35Descendiendo a ecos más localizados, posiblemente quepa poner en relación el primer verso de la letrilla de Solís «Al mismo santo [Tomás]» (pp. 211-212), «¡Oh, cómo se remonta!», con otro de Feijoo, «¡Oh, cómo tú te remontas!» («Cantada profana», v. 7)57. Por su parte, el poema de Solís «A un amante rendido» lee en su primer verso «Hasta cuándo, Amarilis» (Solís, p. 259, v. 1), toda vez que la feijoniana «Batalla de un amante contra su propia pasión» (López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 119-122), que reelabora idéntico tema, comienza precisamente con el verso «Hasta cuándo, memoria» (v. 1). Ya para finalizar, en el soneto de Solís sobre «Un amante que se halló empeñado con decir que quería a dos damas en un mismo tiempo», leemos: «Amar a dos y a entrambas con fineza / amor es y el amor más entendido» (p. 82, vv. 1-2), lo que trata exactamente el mismo asunto de la «Relación jocosa para un enamorado» de Feijoo, en que se lee: «Yo no hallo dificultad / en amar a un tiempo a seis, / que esto de querer a muchas / consiste en solo querer» (vv. 12-15)58.
36Más allá de las cuestiones de detalle, ya advertimos de que hay ingredientes de tipo general presentes en Solís que Feijoo también comparte. Hasta ahora, hemos venido contando con ciertos elementos positivos que permitían sostener la relación entre Feijoo y Solís, ya sea por determinadas menciones explícitas, ya por la reescritura de pasajes poéticos. En las siguientes páginas, sin embargo, veremos ejemplos en los que llamar la atención sobre una interesante coincidencia. Así, un interesante procedimiento solisiano es el que Antonio Carreira ha definido como su «actitud metapoética» (1998, p. 379), esto es, la constante alusión de los poemas a sí mismos, especialmente a su desarrollo, su forma e incluso su calidad, lo que también aparece en ciertos textos de Feijoo, sobre todo de carácter descriptivo.
37Un primer caso es el del poema «Retrato del autor a instancia de una academia» (p. 151), en cuyo comienzo Solís explicita muy claramente cuál es su propósito, a saber: describirse a sí mismo, para lo que simula hacer su autorretrato sobre un lienzo. Feijoo se sirve del procedimiento en su «Romance a otra hermana» (López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 27-38):
Venga el pincel, y el pincel sea un Murcia de la Llana que de mi cuerpo no enmiende, sino apunte las erratas. (Solís, p. 151, vv. 9-12)
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… a la imagen que ya formo, ¡oh, empeño! Mas ya está echada la suerte (Apolo me asista): vaya el pincel a la tabla. (Feijoo, «Romance a otra hermana», vv. 53-56).
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38Solís aplica una variante de este procedimiento en «Retrato de Flora» (pp. 161-164), donde juega, una vez más, de forma metaliteraria, no solo ya con el propósito del texto, sino fusionando las dos artes que entran en liza; a ello, Feijoo añadirá en su «Retrato de una dama» (López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 39-49) la conciencia de sus dotes poéticas para el asunto:
Aquí de Apeles, aquí, que quiero pintar mi moza, si no al olio de su alcuza, al temple de mi tïorba, La retórica y la tinta sus colores interpongan, que de la lengua y las manos palabras tiñan, y obras. De lienzo el papel se vista; de pincel, la pluma; y todas, socorro, que se me apuran las metáforas pintoras. Tú, Flora, tú le darás original a mi copia; de mi métrica pintura, materia será tu forma. (Solís, p. 161, vv. 1-16)
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Escucha, hermosa Amarilis, que hoy intento retratarte, previniendo el pincel mío los riesgos de lo mudable, por que a la fe, con que adoro, cuando el ídolo le falte, mi adoración para el culto tenga presente la imagen. Lo difícil del intento bien tu desdén persüade: no fuera retrato tuyo si fuera el retrato fácil. Osadías se compiten mi ingenio y mi amor iguales, conquistando lo imposible, copiando lo inimitable. No he de mendigar ajeno concepto, equívoco o frase: pues eres como ninguna, diré lo que ha dicho nadie. (Feijoo, «Retrato de una dama», vv. 1-20)
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39En estos mismos poemas consistentes en el retrato de una dama, se aprovecha también la ordenación típica de la descriptio puellae en tanto que marco convencional que subvertir. Así, tras hablar de los pies de la dama, Solís salta de manera cómica sus muslos, para rápidamente contenerse. Mucho más cauto, Feijoo se refiere en su descenso desde la garganta a «la basa de la columna» del cuello, esto es, el pecho, con objeto de aclarar que está oculto y que, pese a su belleza, mejor está tapado:
Tus muslos, ¿mas dónde subo? No te enfaldes tanto, Flora, que me despeño hacia arriba, (Solís, p. 162, vv. 45-48)
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La basa de la columna honesto esconde el ropaje: muy hermosa será, empero, más belleza es ocultarse. (Feijoo, «Retrato de una dama», vv. 225-228)
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40Otra idea parecida en lo que respecta a la explicitación irónica de la estructura del poema se advierte en el texto de Solís dedicado «Al marqués de Salinas, en la ocasión de su casamiento». Como se ve, pide al poema que se detenga; Feijoo, más tarde, listo ya para finalizar su texto, se da cuenta de un ingrediente que ha olvidado, lo que lo obliga a volver atrás:
Alto al romance, señor, antes que tome la furia a algún estrambote… (Solís, p. 126, vv. 87-89)
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Ya estás retratada, Tirse, sin que haya omitido nada; mas, ¡ay, Dios, que falta el pie! (Feijoo, «Romance a otra hermana», vv. 321-323)
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41Por último, el remate de dos poemas descriptivos ofrece en Solís y Feijoo dos caras de un mismo motivo: si el primero, en forma de humilitas, finge modestia respecto de los resultados de su «retrato», Feijoo, sin veladura cómica, hace gala de su conciencia como poeta, lo que, por cierto, puede verse también en el complutense cuando finaliza otro poema asegurando que «Estas son de mi niña / las señas todas» (Solís, p. 249, vv. 57-58):
Este, Flora, es el retrato de tus faltas o tus obras: yo pienso que te verás tal, que aun tú no te conozcas. (Solís, p. 164, vv. 137-140)
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Esta es tu copia, no puedes lo parecido negarle: pues es el trabajo mío, sin duda es tuya la imagen. (Feijoo, «Retrato de una dama», vv. 297-300)
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42Finalmente, también han de tenerse en cuenta aquellos otros poemas en los que se utilizan recursos poéticos similares o equivalentes. De nuevo, es complicado hablar de influencia en este tipo de ejemplos en la medida en que los recursos que seguirán no son patrimonio exclusivo de ningún poeta, de modo que, más modestamente, lo que pretendemos es otra vez hacer patente la coincidencia, en relación además con todo lo que se lleva visto. Así, un primer recuro común consiste en el empleo metafórico de distintos signos ortográficos como representación cómica del aspecto de diferentes personajes. Solís, en el soneto «A un enano estevado» (p. 98), dibuja al destinario del poema como «un punto encima de dos comas» (v. 14); en los dos siguientes ejemplos de Solís y Feijoo, asistimos a análogo procedimiento: en el primer caso, la pequeñez de la boca de la dama, un punto, se alarga hasta coma en su sonrisa; en el segundo, el pequeño tamaño del punto final de la estrofa representa la delicadeza del pie de la donna angelicata:
Tu boca, aunque divisible, es un punto; bien, señora, que es punto que si te ríes le hacen tus mejillas coma. (Solís, p. 162, vv. 69-72)
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Cátalo, ello por ello, donde esta copla se acaba: ve el punto con que termino, que ese es copia de tu planta. (Feijoo, «Romance a otra hermana», vv. 325-328).
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43Precisamente, la palabra pie es motivo de dilogía en los poemas de ambos, en su doble sentido de ‘parte del cuerpo’ y ‘sílaba métrica’. En su poesía «Al pie largo de una dama», Solís explota este recurso en los versos «aunque estuviera un pie heroico / en verso heroico más bien» (p. 154, vv. 7-8), lo que reaparecerá en «Hermafrodito y Salmacis. Sátira burlesca», cuando anota que «silabizando de sus pies lo breve, / que pisaba con dáctilos de nieve» (Solís, p. 302, vv. 137-138), juego basado en que el dáctilo es el pie métrico constituido por una sílaba larga y dos breves. Feijoo se sirve a menudo de un recurso similar: todo su poema satírico dirigido «Al romance que no es romance de un poeta que no es poeta» (López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 87-92), por citar el más claro ejemplo, está atravesado por ingredientes de este cariz (vv. 21, 23, 25, 29…): «no hay que extrañar el exceso / de los pies, pues los midió / a ojo de buen cubero» (vv. 38-40), «un esdrújulo, que es / juanete en pies de aquel metro» (vv. 43-44), etc.
- 59 López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 23-26.
- 60 López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 93-100.
- 61 Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 47-48.
- 62 Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 39-42.
44Un caso parecido a este puede verse con la palabra latín, que remite no solo a la ‘lengua clásica’ sino, más ampliamente, a la ‘cultura’ en general, de modo que en las obras de ambos autores se alude a la lengua latina o a determinadas palabras en latín para descalificar a aquellos poetas o clérigos que desconocen los principios de su arte. De esta forma, en el poema dedicado por Solís «A un disciplinante, que azotándose a instancia de una dama, y no pudiendo sacar sangre, degolló a un perro de caza para formar la llaga» (pp. 130-134), se emplea en ese doble sentido el verso «musa vieja, ¿latín sabes?» (p. 132, v. 80), del que Feijoo se servirá a menudo: «es muy bueno en castellano, / pero muy malo en latín» («A una bella dama galanteada por un mal médico», vv. 49-50)59, «¿Él no aprendió musa, musæ? / Eso le basta y le sobra, / pues musa, musæ es el numen / que los poetas invocan» («Romance en que el autor justamente se venga de dos caballeros», vv. 73-76)60; «Coplizante indigno, ¿es bueno / que tu juicio declinante, / sin saber el musa musæ, / a sermo sermonis pase?» («Romance a un murmurador», vv. 21-24)61; «el que sabe el castellano / como el latín y el caldeo» («Descubrimiento del autor de un entremés satírico», vv. 85-86)62.
- 63 López Peláez, Las poesías de Feijoo, pp. 23-26 y 65-68.
- 64 Olay Valdés, 2016, pp. 400-401.
45Siguiendo con el léxico, hay otros elementos comunes asimismo interesantes. Un octosílabo de Solís, «De la razón al runrún» (p. 166, v. 32) se sirve de una infrecuente palabra que Feijoo utiliza en dos poemas («Instrucción de la política que hoy se usa», v. 112 y «A una bella dama galanteada por un mal médico», v. 2)63. De hecho, el Corde recupera solo cinco casos anteriores al siglo xviii, dos de ellos en Góngora. No consta en Autoridades, pues la palabra no fue recogida por la Academia hasta 1780, con el sentido de ‘rumor’ (ntlle). Asimismo, también resulta curiosa la recurrencia de citas del canto litúrgico «Kyrie eleison», citado dos veces por Solís (p. 156, v. 20; p. 288, v. 27) y otras tantas por Feijoo («Décimas a las monjas de San Pelayo», v. 58 y «Villancico a la ascensión del Señor», v. 3)64.
- 65 Díaz Rengifo, Arte poética española, p. 14. Sor Juana escribe, por caso: «de su gusto, quizás se / (...)
46Dejando al margen ahora el léxico, un último aspecto se vincula más bien con un común uso métrico, que desde luego no introducen ni emplean exclusivamente Solís ni Feijoo, pero que aparece recurrentemente en ambos poetas. Nos referimos a la frecuencia con que en sus obras aparecen a final de verso palabras átonas que deben sin embargo leerse como agudas, incluso en posición de rima, lo que destaca aún más el procedimiento ―contemplado ya por Díaz Rengifo y empleado, entre muchos otros, por Calderón y sor Juana en las postrimerías del xvii65. Se trata de finales átonos que exigen una realización tónica en tanto que octosílabos oxítonos; su lectura como versos agudos es obligatoria, porque de otro modo serían hipométricos. Hay, sin pretensión de exhaustividad, numerosos ejemplos en la obra poética del complutense, como por ejemplo: «que no hay otro modo de / poblar» (Solís, p. 266, v. 3), «lo soñó la puta de / tu linaje» (Solís, p. 238, vv. 65-66); «Aquella que ha sido mi / peladero de cabeza» (Solís, p. 276, vv. 3-4); «La fealdad, aquello que / quise bien» (Solís, p. 293, vv. 23-24); «de tu talle y cara quien / es» (Solís, p. 295, v. 1), etc.; todas estas palabras finales, respectivamente, exigen métricamente las realizaciones fuertes dé, mí, qué y quién.
- 66 Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 19-22.
- 67 Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 5-10.
- 68 Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, p. 55.
- 69 Olay Valdés, 2016, pp. 364-365.
47Feijoo, como se ha dicho, acude a menudo a idéntico recurso: a) con mas conjunción adversativa que pasa a ser pronunciado como el más adverbial: «todas se compiten, mas / se admira» («[Eres en todo admirable…]», vv. 13-14)66; b) con el porque como conjunción causal que pasa fonéticamente a interrogativo tónico por qué: «centro es la muerte, porque / todas las líneas…» («A las ciencias», vv. 31-32)67 y «también la aplaude, porque / ser temprana…» («Epitafio a una cortesana», vv. 6-7)68; c) con los quien y que pronominales que, pese a ser gramaticalmente átonos, deben pronunciarse como sus respectivos tónicos quién y qué: «Y es justo que tenga quien / en todo encuentro hace gala» («Retrato de una dama», vv. 77-78), «Excelso prelado, a quien / mi respeto habla…» («Relación de una niña», vv. 1-2)69, «Otra causa hay para que / el color rojo…» («Retrato de una dama», vv. 181-182), «Con tal aire pisas, que / parece pisas el aire…» («Retrato de una dama», vv. 295-296), «A quien sea menos que / el Musti…» («Décimas a las monjas de San Pelayo», vv. 29-30); y d) con la conjunción condicional si, que debe realizarse como el adverbio de afirmación sí: «Tome ya otro oficio; y si / me permite» («Romance en que el autor justamente se venga de dos caballeros», vv. 209-210)…
- 70 Olay Valdés, 2016, pp. 368-371.
48Pero Solís y Feijoo extreman todavía este procedimiento. Hasta ahora, hemos visto cómo dos unidades que comparten forma átona y tónica pasan de una realización a otra. Sin embargo, ambos poetas en ocasiones dan a unidades átonas per se pronunciaciones métrica y fonéticamente fuertes sin que existan talmente como tónicas en la lengua. Ambos lo hacen con el indefinido un (*ún): «y al verme sin tigo, un / propio amor…» (Solís, p. 165, v. 14), «cuyo corazón es un / almacén» (Feijoo, «Descubrimiento del autor de un entremés satírico», v. 21); Solís, también con la preposición con (*cón): «eso contigo, ni con / cosas tuyas» (Solís, p. 239, vv. 107-108); a ello, Feijoo añade varios ejemplos paralelos más, con la conjunción pues (*pués): «reinan en las almas, pues / más es ser…» («Retrato de una dama», vv. 87-88), «que adora a una ausente, pues / ¿cómo puede…» («Relación jocosa para un enamorado», vv. 22-23); el pronombre su (*sú): «el mulo feroz por su / rudeza» («Descubrimiento del autor de un entremés satírico», vv. 17-18); y, por último, la preposición sin (*sin): «no me soltarían sin / quedar allí» («Romance a un fraile apóstata de la Merced», vv. 71-72)70.
- 71 Areal, Poesías inéditas del padre Feijoo, pp. 73-74.
49Además, ambos autores cuentan con casos en los que en versos consecutivos se proyectan ejemplos de este recurso, llamando aún más la atención del lector sobre él: «Que te amo con todos mis / cinco sentidos y más. / Chico con grande van tras / mis pasiones a que los / socorras de dos en dos…» (Solís, p. 274, vv. 13-17), toda vez que Feijoo, menos llamativamente, glosa: «Un grande monarca por / manifestar siempre la / religión…» (Feijoo, «Glosa», vv. 1-2)71.
50Como se ha ido viendo, no solo la cantidad de menciones de Feijoo a Solís es destacable, sino, sobre todo, la temperatura, extensión y cronología de los elogios que el benedictino prodiga a la labor cronística y poética del complutense, lo que también hace manifiesta su lectura a lo largo del tiempo. De hecho, más allá de destacar la altura literaria del verso y la prosa de Solís, Feijoo también discute o censura aquellos aspectos con los que no puede estar de acuerdo, ya sean cuestiones de detalle de carácter histórico, ya la escritura de poesía religiosa cómico-festiva, género que Feijoo rechaza en su integridad.
51Y bien, saltando a la relación entre las obras poéticas de Feijoo y Solís, y siempre tratando de evitar identificaciones exageradas, creemos que una y otra participan de parecido sustrato, el de un conceptismo aligerado que se aparta de las alturas retóricas de los principales modelos barrocos. En ese horizonte, advertimos que la huella de Solís en Feijoo atiende a tres niveles particulares: la probable imitación de pasajes solisianos concretos, generalmente en poemas de tema afín a los de su modelo; una presente «actitud metapoética», tendente a llamar la atención sobre el desarrollo o las características de ciertos poemas propios; y una confluencia en el empleo de determinado léxico y ciertos recursos retóricos.
52En conclusión, no es desde luego casual que Feijoo afirmase en su prosa que Solís excedió «a todos en pintar los afectos» o que fue autor acaso de «lo más sublime que hasta ahora se ha compuesto en lengua castellana», pues tuvo presente su ejemplo cuando se aplicó a escribir sus propios versos.