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Notas
Bonneville (1977a) encuentra otro ejemplar en la Biblioteca Mazarina de París, signatura 22.126 (pero no se halla en el catálogo online: http://www.bibliotheque-mazarine.fr/fr/).
La poco fiable Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana recoge un Bernardino de Albornoz y un Bernardo de Albornoz. Al segundo le dedica algo más de cuatro líneas: «Poeta satírico español del siglo xiii, que se distinguió por su ingenio y estilo gracioso. Entre otras obras se le debe el poema jocoso titulado Gaticida famosa de Bernardo de Albornoz» (vol. 4, Madrid, Espasa-Calpe, 1909, p. 175), con un manifiesto error de siglo y con una interesante suposición sobre esas «otras obras» que a más de uno nos gustaría leer. Para Bonneville (1980, p. 121) Bernardino de Albornoz es solo un disfraz, un pseudónimo a su vez (de «bernardina» y «disfraz»).
El neologismo aparece ya en el Carlo famoso (1566) de Luis de Zapata (hay una batalla de gatos y ratones, como excurso, en el canto XXIII, de 39 octavas; ver Cebrián en su ed. de Juan de la Cueva, Fábulas mitológicas y épica burlesca, p. 93), y también lo usa Lope en La Gatomaquia («único gaticida», ed. 1982, p. 139), y en La Dorotea («Esto es tomado del poeta Magalón de Pestinaquis en su comento de la Gaticida de Gusarapo Magurnio», p. 384).
Bonneville, 1977b y González, 1989. No he podido consultar Álvarez-Alguacil.
Para Bonneville hay un «Zapaquildo» en el poema (en la lectura correcta) y una Zapaquilda en Lope (1977b, p. 44). La esforzada prueba de la relación por parte de Acereda (1996a) se concreta en el uso de un pseudónimo, en la división en tres partes que se puede «corresponder con los tres actos del teatro lopesco» y, finalmente, en la «profusa creación común de nombres propios de gatos, muy similares en su origen» (pp. 38 y 42).
Se interpreta como «una representación burlesca del conflicto armas vs. letras» (González, 1989, p. 544), lo que, como resultado, lleva a concluir que se trata de «un poema misterioso, posiblemente alusivo a algún hecho que hoy desconocemos» (Acereda, 1996a, p. 46).
Bonneville, 1977a, p. 220.
Bonneville, 1977a, p. 220.
Bonneville, 1977a, p. 221.
Bonneville, 1980, p. 119.
Con una visión muy atenta al detalle se pregunta si el hecho de que la gata se entierre en una caldera tiene algo que ver con las armas de los Pacheco, que incluyen una caldera. Por otro lado y en mi opinión, la octava del epitafio flojea en su seriedad al llegar al sexto verso: «trajo sus sueltas carnes aquí presas» (Bonneville, 1977b, p. 67). La octava a doña María Pacheco puede leerse en Hurtado de Mendoza, 2007, p. 142.
Bonneville, 1980, p. 120.
Bonneville, 1980, p. 120.
Reconsiderado ahora como el personaje del que se burla esa parodia que sería el Lazarillo de Tormes (Torres Corominas, 2012, p. 99).
Bonneville, 1980, p. 122.
Bonneville, 1980, p. 121. Se trata del manuscrito que procede de la biblioteca de Sir Thomas Phillipps y que hoy se custodia en la Cambridge University Library (sign GB 12 MS. Add. 7941). En la página web de la biblioteca se especifica que son dos manuscritos distintos encuadernados en un volumen: https://archiveshub.jisc.ac.uk/data/gb12-ms.add.7941
Iglesias Laguna, 1963a, p. 649. Otro artículo del mismo año (1963b) es un mero resumen del primero y una antología somera del poema (doce octavas).
Iglesias Laguna, 1963a, p. 652.
«Estimo que entre 1635 y 1637, o tal vez con alguna posterioridad a esta última fecha» (Iglesias Laguna, 1963a, p. 672).
El autor «no “bautiza” al amante de Crispina [sic] para que el lector piense que es el felino por antonomasia. Asociación de ideas: gato = felino = Félix = Lope» (Iglesias Laguna, 1963a, p. 664).
Merotisso, La muerte, p. 3.
«[…] y con el dedo me mostró la ciudad sobre el monte edificada de su grandeza y la fuente de toda la afabilidad y blandura para recibir peregrinos» (Merotisso, La muerte, p. 6). En Génesis 16:7 el ángel encuentra a Agar en una fuente mientras escapaba de Sara. Merotisso también se identifica con Agar porque ese nombre deriva de «huir».
Merotisso, La muerte, p. 4.
Merotisso, La muerte, pp. 5-6.
«Pues sus floridos años y lozanía con la discreción y nata del donaire conforman con el sujeto de la obra» (Merotisso, La muerte, p. 7).
«[…] imitando a Dios que mira lo poco para hacello mucho y con ser alto y soberano tiene puestos los ojos en lo humilde y bajo» (Merotisso, La muerte, p. 7): la comparación, por más que sea una «imitación», supone exaltar al mecenas hasta lo más alto.
Merotisso, La muerte, p. 7.
«Juan Manuel Rozas y Jesús Cañas Murillo destacan la importancia de La Gatomaquia en la guerra contra Pellicer y apuntan la posibilidad de que se trate de una obra en clave que satirice más personajes de la época, sobre todo escritores noveles» (Cuiñas Gómez en su ed. de las Rimas humanas de Lope de Vega, p. 51). ¿Podría ser la línea de cifrado de La Gaticida, con el retrato de algunos españoles en París? No me lo parece. En Lope además, como dice luego Cuiñas Gómez, también hay una parodia de los personajes de la épica, que no se da en Merotisso. Por último, está ausente la parodia del teatro de Lope, en la que Lope se autofagocita. Véanse otros gatos y más claves autobiográficas en Zamith, 2006. Sobre las limitaciones de las lecturas en clave, véase Díez, 2008.
Merotisso, La muerte, p. 7.
Por ejemplo, Molas Ribalta (2006, p. 136) documenta un Maximiliano Lamberg, conde de Ortenegg y de Ortenstein (1608-1682), posterior a la impresión de La Gaticida. Johann Maximilian von Lamberg tuvo un importante papel en la paz de Westfalia y fue embajador en España.
https://gw.geneanet.org/fcicogna?lang=en&pz=francesco+maria&nz=cicogna+mozzoni&ocz=1&p=johann+albert&n=von+lamberg (consulta del 10 de octubre de 2017).
La calle está dentro de «un périmètre très restreint» donde «se trouvent réunis les gens du livre» (Martin, 1969, p. 396).
Hay un Sébastian Molin (1567-1590) y un homónimo en Tours (1591-1612) y un Jean Molinier en Toulouse (Muller, 1970, pp. 83 y 112). Sobre la fortuna de los libros españoles en París, algunas décadas después de La Gaticida, véase Péligry.
La edición de Bonneville incluye tres octavas más: dos al final, que considera apócrifas, y una tercera que numera como 46 bis. Maneja seis testimonios, el impreso y cinco manuscritos (1977b, pp. 38-41). La atribución a Bernardino de Albornoz solo se recoge en el ms. 2883 BNE. El manuscrito que perteneció a Rodríguez-Moñino (E-41-6881), hoy en la Biblioteca de la RAE (RM 6881), puede consultarse online: http://bibliotecavirtualmadrid.org/bvmadrid_publicacion/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1164362&aceptar=Aceptar.
Cebrián en su ed. de Juan de la Cueva, Fábulas mitológicas y épica burlesca, p. 86.
Zoomaquias, p. 16.
Bonneville, 1977b, p. 43.
Bonneville, 1977b, p. 80.
Bonneville, 1977b, p. 82.
El nombre de «Muracinda» es el de la gata de un cura que mata «saleándola» (v. 85) la podenca del mismo por discutirle el regalo de un hueso que le arroja su dueño. El cura la castiga por ello y pide que la ahorquen.
Bonneville, 1977b, p. 96.
Guisando también se menciona en Quevedo 971 (junto con Mazagatos), lo que remite a un más que probable fondo de tópicos en la época.
Los dos rivales reivindican sus lejanos orígenes: Micifuf pretende descender «por línea recta [...] / de Zapirón, el gato blanco y rubio / que después de las aguas del diluvio / fue padre universal de todo gato»; y Marramaquiz dice ser «noble al doble / de todo gato de ascendiente noble: / si tú de Zapirón, yo de Malandro / gato del macedón Magno Alejandro / desciendo, como tengo en pergamino / pintado de colores y oro fino» y describe su burlesco escudo de armas (Vega, La Gatomaquia, ed. 1982, pp. 134 y 137).
Bonneville, 1977b, p. 69.
Bonneville, 1977b, p. 86.
Bonneville, 1977b, p. 65.
Bonneville, 1977b, p. 67.
Bonneville, 1977b, p. 71.
Bonneville, 1977b, p. 71.
Bonneville, 1977b, pp. 71-72.
Como indico en otra parte (Díez, 2015), el humor de los Siglos de Oro a veces da pie a los investigadores a ver, de un modo muy discutible, críticas sociales e ideológicas.
«En el atrevimiento nuestra renta / está, en atrevimiento nuestra gloria, / en solo atrevimiento está la cuenta / que se hace de nos y la memoria. / En el encogimiento está la afrenta, / el encogido es bajeza, hez, escoria: / ni virote de cola de cochino, / ni de gato cobarde, ladrón fino» (Bonneville, 1977b, pp. 64-65). La octava ilustra bien un método compositivo que mezcla la seriedad más que respetable (la de los primeros seis versos), deshecha o deshilachada por las bromas de un vocabulario distinto en el dístico que cierra la estrofa.
Bonneville, 1977b, p. 51.
Bonneville, 1977b, pp. 77-78.
Bonneville, 1977b, p. 82.
Bonneville, 1977b, pp. 85-86.
Bonneville, 1977b, p. 86.
Bonneville, 1977b, p. 88.
«Déjanle mayormente cuando miran / que el otro es zorra, y juntos se resuelven / de seguir la zorrática apariencia / que tanto destruyó a su reverencia» (Bonneville, 1977b, p. 89).
Bonneville, 1977b, p. 89. En la «Consultación de los gatos» de Quevedo, con la que me detengo enseguida, «el único gato que se salva de la desgracia es el del religioso que, al final, aconseja a los allí reunidos en coloquio» (Acereda, 1992-1993, p. 6).
Bonneville, 1977b, p. 63.
Bonneville, 1977b, p. 82. Para el viaje le dan al enviado del convento queso y tocino y, adaptando las costumbres humanas, para el luto le atan «un hopo de raposa» a su rabo: «Y con esto se parte con gran gloria, / soberbia, presunción y vanagloria» (p. 81). Cuando el narrador comenta cómo se pertrecha al soldado Ferocillo con comida, anota Bonneville: «Nótese la tradicional sátira que opone la frugalidad del soldado a la vita bona de los frailes» (p. 82).
«Entre estos visitantes ha llegado / un venerable gato de una ermita, / con la barba y cabello prolongado / adonde la abstinencia trae escrita; / el cual con su hablar bien ordenado, / a recibir consuelo los incita» (Bonneville, 1977b, p. 80).
Bonneville, 1977b, p. 78.
Bonneville, 1977b, p. 79.
Bonneville, 1977b, p. 98.
Bonneville, 1977b, p. 99.
Bonneville, 1977b, p. 100. La Gatomiomaquia de Luzán, «Canto burlesco», se inicia con el tópico: «De la heroína Miza el valor canto, / y las sangrientas uñas y colmillos / que dieron muerte, grima, horror y espanto / a un gran multitud de ratoncillos» (Zoomaquias, p. 199).
Bonneville, 1977b, p. 104.
Bonneville, 1977b, p. 105.
Bonneville, 1977b, pp. 105-106. Sobre las dos últimas estrofas Bonneville simplemente indica: «Nótese [...] el donaire de la sátira» (p. 106). En Covarrubias se define como «el hombre afeminado que se inclina a hacer cosas de mujer, que llaman por otro nombre marimaricas». En el Diccionario de Autoridades, «el hombre afeminado y cobarde y lo mismo que marica». «Marica: se llama el hombre afeminado y de pocos bríos, que se deja supeditar y manejar, aun de los inferiores».
Bonneville, 1977b, p. 106. La cursiva es mía.
Bonneville, 1977b, p. 107.
Bonneville, 1977b, p. 108.
Bonneville, 1977b, p. 72.
Vega, La Gatomaquia, ed. 1982, p. 225.
Bonneville, 1977b, p. 73.
Bonneville, 1977b, p. 74.
Véase, como ejemplo, la temprana muestra en La Gatomaquia cuando Marramaquiz monta en una mona, como si fuera un caballo, y se explica qué calza y qué equivalente de espada lleva (silva I, vv. 99 y ss.).
«En procesión la gente iba ordenada / y con cabos de velas en las manos, / iba un gato rabón allí cantando, / y tres hijuelos suyos ayudando» (p. 74). La broma da pie a otra broma más a costa de los frailes cuando se explica la previa expulsión del convento del gato cantante.
Bonneville, 1977b, pp. 72 y 45.
Acereda, 1996b, p. 90. El poema en Quevedo, Obras completas, I. Poesía original, pp. 967-973. Sobre gatos en los Siglos de Oro, véase Díez, 2017.
Rodríguez Marín fecha la comedia en 1613 (Vega, La gatomaquia, ed. 1935, p. xlviii). También el acto II de Las almenas de Toro: «Llégase el gato atrevido / y dícele su razón, / en lengua que Salomón / no se la hubiera entendido» y «la lengua es algarabía» (p. l).
Rodríguez-Moñino, 1963, pp. 344-349 («El gato de Lorente una mañana»): «No creemos, aunque lo afirme la portada, que sea Francisco Navarro el autor de La Gaticida: este impresor hizo lo que tantos otros de la época, apropiarse de lo ajeno con tranquilidad absoluta» (p. 23).
Rodríguez-Moñino, 1963, p. 22.
En La Gaticida parisina «Polismanda por cierta travesura, / está casi en el cabo de su vida, / que su ama le quitó, por una polla, / el seso con el seso de una olla» (estrofa 106, vv. 5-8). En el entierro los gatos despotrican contra enemigos y dificultades: «Maldicen cualquier género canino, / maldicen clavos altos y las llaves / que suspenden y cierran el tocino, / manteca y queso, cosas tan suaves, / y maldicen el curso repentino, / con que huyendo de ellos van las aves» (estrofa 111, vv. 1-6).
Rodríguez-Moñino, 1963, pp. 346-347.
Rodríguez-Moñino, 1963, p. 359.
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