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Pedro Piñero Ramírez y José Manuel Pedrosa. El romance del caballero al que la muerte aguardaba en Sevilla: historia, memoria y mito. Prólogo de Giuseppe Di Stefano. Ciudad de México, Frente de Afirmación Hispanista, 2017. 581 p.

Dra. Grissel Gómez Estrada
p. 187-190
Referencia(s):

Pedro Piñero Ramírez y José Manuel Pedrosa. El romance del caballero al que la muerte aguardaba en Sevilla: historia, memoria y mito. Prólogo de Giuseppe Di Stefano Ciudad de México, Frente de Afirmación Hispanista. (ISBN: 978-84-617-7061-8.)

Texto completo

1Los acontecimientos que los pueblos guardan en su memoria poseen una doble importancia: primero, porque al interpretar los hechos históricos dan cuenta de su propia identidad, de sus valores, conocimientos y costumbres; segundo, porque con ello otorgan elementos que no siempre el historiador puede probar con documentos, y ayudan a llenar los huecos que la memoria escrita dejó en blanco, con explicaciones y detalles que pueden ser más o menos fieles a la realidad, o más o menos ficticios. Por eso conforman lo que podemos llamar el sistema cultural, más que el sistema historiográfico.

2Acaso podamos agregar un tercer ingrediente que sumar a los que suelen surgir cuando la memoria del pueblo da en evocar un suceso impresionante del pasado: la creatividad artística, la exposición dramática y artificiosa de una peripecia, de un acontecimiento que se exalta e idealiza. Y así quizá mienta, quizá difame, y quizá, también, llegue a realzar o a engrandecer una hermosa obra literaria, con las galas y fantasías inagotables del estilo popular.

3En el breve y hermosísimo romance de La muerte de don Fadrique, maestre de Santiago, la obra literaria que ahora nos ocupa, se dan de manera simultánea todos esos procesos. Pero con una singularidad que convierte al romance que aquí se estudia y a este libro en obras muy especiales: los autores reúnen docenas y docenas de versiones, de reelaboraciones, de ecos, incardinados muchos en la tradición oral y otros en las escuelas literarias escritas. Ello les permite hacer un seguimiento muy minucioso de su evolución, de la generación de variantes, de discrepancias, de contradicciones. Actualización, ficcionalización, estetización (si se me permite la palabra), traslación, traducción, traición, se hacen presentes con vitalidad y claridad inusitadas en este ramo de versos y de prosas que dejan admirados y exhaustos a quienes se embarcan en la aventura apasionante de seguir sus pasos y metamorfosis.

4Los autores no necesitan presentación: son académicos reputados y con gran experiencia en los estudios de literatura de tradición oral y popular: Pedro Manuel Piñero Ramírez, profesor emérito de la Universidad de Sevilla, estudioso insigne del romancero y de la lírica popular sobre todo; y José Manuel Pedrosa, profesor de la Universidad de Alcalá, investigador y recolector obsesivo de las manifestaciones más plurales de la literatura y la cultura popular en más de uno y de dos continentes.

5Este grueso volumen presenta, en su inicio, una recopilación de versiones del romance de La muerte del maestre de Santiago, comenzando por el texto (que se nos ofrece en facsímil) contenido en la Primera parte de la silva de varios romances (ff. 89r-92r) de 1550, y rematando en una versión oral registrada en el año 2000, en un pueblo de La Rioja. Cuatrocientos cincuenta años de vida oral, que no alcanzan a ceñir toda la vida tradicional del romance, que los autores afirman que debió nacer a mediados del siglo xiv, al poco del asesinato de don Fadrique el 29 de mayo de 1358, y que es muy posible que todavía aliente en el recuerdo de algún anciano de los que siguen resistiendo en pueblos y aldeas del interior de España.

6Se fija también, el libro, en los ecos y reformulaciones que el romance dejó en textos de la alta cultura escrita producidos a lo largo de varios siglos, tales como el Guzmán de Alfarache, obra cumbre de la novela picaresca, y las piezas teatrales barrocas Las carnestolendas de Barcelona y La puerta Macarena, que fueron el preámbulo de una larga serie de epígonos que fecundaron muy en especial la poesía narrativa, la novela y el teatro del siglo xix. Neoclásicos, románticos, posrománticos, realistas, simbolistas, de España, de Francia, de Alemania, se vieron unidos en la fuerte atracción por la tragedia de don Fadrique, por los crímenes de su hermanastro don Pedro I y por las circunstancias atormentadas de aquel tiempo.

7Desde el subtítulo, este ambicioso volumen anuncia y justifica el empleo de las perspectivas histórica, social y mitológica como atalayas legítimas para observar el discurso histórico, el discurso literario y sus intersecciones y tensiones. En este sentido, indaga en las relaciones entre el hecho histórico y el romance, que a su vez se vincula con otros romances y con una cantidad enorme de otras obras literarias; rastrea con detalle, y con abundante despliegue de citas, los tópicos y motivos, los símbolos y las fórmulas que aparecen en textos cercanos y lejanos; e intenta recrear el proceso que permite que el imaginario de los pueblos esté tan abierto a la producción de lo que algunos llamarán mentiras y otros llamarán ficciones. Personalmente, la exploración que hacen Piñero y Pedrosa del romance me recuerda la idea de Coral Bracho, que estructura el poema Sobre las mesas el destello como si fuera un rizoma: raíz de vegetal que se abre a múltiples vertientes y que crece tanto horizontal como verticalmente, en múltiples direcciones.

8El romance del caballero al que la muerte aguardaba en Sevilla es, desde luego, un libro arriesgado e innovador, que se atreve a concentrar en un solo estudio varios registros, perspectivas y temas disgregados en tipos y motivos. Y a diseccionar registros que recorren todas las tonalidades que hay entre lo popular y lo elitista, a dialogar de continuo con una vastísima bibliografía, y a seleccionar fotografías que vienen siempre muy a cuento.

9La estructura del volumen, apabullante por la cantidad, la calidad y la complejidad de las informaciones que maneja, se distribuye en varias grandes secciones. La primera nos ofrece una acertada selección de versiones del romance, más algunas evocaciones de los hechos recordados según aparecen insertas en crónicas históricas, más una fábula de animales del Libro de buen amor, de Juan Ruiz, que los autores demuestran que tiene muy sugestivas coincidencias argumentales (y posiblemente nexos genéticos) con la trama del romance de La muerte del maestre de Santiago. Las secciones siguientes indagan con detalle y a veces con prolijidad en tópicos y motivos compartidos con muchos otros romances, epopeyas y obras literarias del campo de lo popular y del campo de lo escrito. Analizan con asombrosa apertura de miras la evolución de personajes como el de doña María de Padilla, que de concubina real en la Castilla del siglo xiv pasó a convertirse en bruja emblemática de los conjuros amorosos de los gitanos de siglos después, y en divinidad muy importante del panteón religioso afrobrasileño. Vienen al final una cronología de la época, una bibliografía desbordante y finalmente, el anexo fotográfico.

10El hilo conductor de la argumentación de Piñero y Pedrosa está articulado por el motivo de la celada. «Treinta y seis celadas fatales», localizadas en romances y en registros y horizontes literarios muy diversos, son cuidadosamente desmenuzadas, para enseñarnos que la fábula del señor poderoso que llama a su casa, prometiendo halagos y dones, a un desprevenido familiar, amigo o allegado, al que da orden de matar o al que mata él directamente en cuanto traspasa confiadamente el umbral, es una matriz argumental de enorme productividad, una especie de continente tan flexible como dramático, que ha albergado contenidos como los del romance de don Fadrique y la fábula de Libro de buen amor que aquí se estudian con mucho detalle, pero también cuentos populares como el de Caperucita roja, epopeyas como el Cantar de los nibelungos o tragedias como Macbeth y King Lear de Shakespeare. Todo un festín de intertextualidades, en fin, y toda una celebración y reivindicación del comparatismo literario e histórico-cultural cuya aplicación es la única que puede dar cuenta de la tupida trama de textos —entendidos como tejidos, como hilos preexistentes que se encuentran íntimamente trabados— de esta sorprendente cadena de coincidencias o de reminiscencias o de cruces.

11El seguimiento de los procesos de ficcionalización y bricolaje (que es una palabra que utilizan de manera recurrente los autores) que acompañaron la transmisión, la recepción, la irradiación y la influencia del romance de La muerte del maestre de Santiago a lo largo de varios siglos se convierte, para el lector de estas páginas, en una aventura tan intrigante que deja pálido el discurso de la historia, que no era precisamente aburrido o neutro. Desgranan muy bien, Piñero y Pedrosa, lo que quedó registrado en los anales de la historia: cómo Alfonso XI de Castilla y su concubina Leonor de Guzmán fueron padres de los gemelos Fadrique y Enrique, a los que el destino arrastraría al enfrentamiento (tras muchos altos y bajos, paces y traiciones) con su hermanastro Pedro I de Castilla; cómo don Pedro mató en una celada mortal a don Fadrique, y cómo don Enrique asesinó después en otra celada engañosa a don Pedro, mientras desde un lado y otro asistían y operaban los amores y los odios, verdaderos y apócrifos, de doña María de Padilla, de doña Blanca de Borbón y de tantos otros personajes cuyos perfiles históricos, siendo portentosos, fascinan mucho menos que las sombras alargadísimas que dejaron en la literatura.

12Acabo de escribir que «desgranan muy bien, Piñero y Pedrosa, lo que quedó registrado en los anales de la historia». Pero mejor habría que matizar y decir que desgranan lo que pueden y como pueden, y que oponen todo tipo de matices y cautelas al discurso de la historia. Por la sencilla razón de que la historiografía de la época no fue inmune a toda suerte de interpretaciones y de tergiversaciones:

Las crónicas que hicieron memoria del regicidio coinciden en las líneas generales, pero discrepan en no pocos detalles. La del canciller Pero López de Ayala, relativamente próximo a los hechos y relativamente bien informada, aunque muy sesgada en contra de don Pedro, declara que Enrique mató a su hermanastro en lucha singular y cuerpo a cuerpo. Otros cronistas, en cuyo detalle no podemos entrar ahora, defendieron, en cambio, que Pedro hubiera salido vencedor del combate si Enrique no hubiese sido auxiliado por alguno de los suyos, cuando se encontraba derribado en el suelo y prácticamente a merced de su enemigo (p. 84).

13Todas las páginas de este libro están condicionadas por la falta de informaciones detalladas o fiables sobre lo que realmente sucedió en aquellos tiempos, por la insidia, la interpretación sesgada o pervertida, o por el rumor. En mala hora para la disciplina historiográfica y en muy buena hora, por consiguiente, para la ficción literaria, y para su análisis:

La [comidilla] de los amoríos de Blanca y Fadrique era habladuría vieja, alentada seguramente por la propaganda trastamarista. Quedó reflejada, aunque con escrúpulos de que podría ser rumor o infundio, en no pocas crónicas (p. 141).

14Estamos, en fin, ante un tratado que va más allá de lo literario y de lo histórico, e incluso de la suma lineal de ambos, que está tan lleno de hallazgos como de sugerencias, y que sale airoso de un territorio difícil y comprometido, «porque si hay algo, además de la variabilidad, que caracteriza a la tradición oral, al discurso folclórico, es que irradia en todas direcciones, se mete por recovecos insospechados y no conoce principio ni fin» (p. 81). Es verdad que este libro no logra violentar esos límites, ni iluminar lo que el paso del tiempo se empeñó en dejar entre las sombras, ni alcanzar horizontes que son empíricamente inalcanzables. Pero sí consigue situarnos en tribunas en que la visión del conjunto y la apreciación del detalle se hacen mucho más claras y comprensibles, mucho más trabadas. Su lectura será una fuente de aprendizaje y de placer, un reto a nuestras capacidades relacionales, una oportunidad para aprender a poner algo de orden dentro del aparente caos de relaciones y referencias que se cruzan aquí, y en los que pueden cruzarse en otros textos y ámbitos a los que podamos enfrentarnos.

15La edición está muy cuidada: el papel, la composición, las fotografías, son de alta calidad. El prólogo del profesor Di Stefano destila la sabiduría y la concentración de muchas décadas de magisterio. El libro es, en fin, una de las cumbres del fabuloso proyecto editorial que el profesor José J. Labrador Herraiz, aliado tantas veces con el profesor Ralph A. Di Franco, lleva muchos años impulsando para recuperar, en ediciones de referencia, las compilaciones más clásicas y los estudios más exigentes acerca del romancero. Una auténtica epopeya editorial que, si está logrando sustanciarse en muchos logros, es gracias, además, a la generosa pasión del Frente de Afirmación Hispanista y de su impulsor, Fredo Arias de la Canal.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Dra. Grissel Gómez Estrada, «Pedro Piñero Ramírez y José Manuel Pedrosa. El romance del caballero al que la muerte aguardaba en Sevilla: historia, memoria y mito. Prólogo de Giuseppe Di Stefano. Ciudad de México, Frente de Afirmación Hispanista, 2017. 581 p.»Criticón, 132 | 2018, 187-190.

Referencia electrónica

Dra. Grissel Gómez Estrada, «Pedro Piñero Ramírez y José Manuel Pedrosa. El romance del caballero al que la muerte aguardaba en Sevilla: historia, memoria y mito. Prólogo de Giuseppe Di Stefano. Ciudad de México, Frente de Afirmación Hispanista, 2017. 581 p.»Criticón [En línea], 132 | 2018, Publicado el 10 julio 2018, consultado el 01 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/4167; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.4167

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Autor

Dra. Grissel Gómez Estrada

UACM, Ciudad de México
grissel-gomez.estrada@uacm.edu.mx

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