- 1 Sobre la bibliografía del poeta, véase la síntesis de Franco Carcedo, 1994, p. 20. Sobre la producc (...)
- 2 Franco Carcedo, 1994, p. 7.
- 3 En su edición del De Cortés valeroso…, 2005.
- 4 En el primer volumen se incluían dos tragedias, una de la honra de Dido restaurada (f. 142r-198v), (...)
- 5 Sobre el contenido de la amplificación, sus implicaciones históricas y poéticas, véase la ed. del D (...)
- 6 Franco Carcedo, 1994, pp. 116-117.
- 7 Gabriel Lobo Lasso de la Vega, Primera parte de Cortés valeroso, y Mexicana, En Madrid, En casa de (...)
1En 1588 murió Don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz y Capitán General del Mar Océano, en vísperas de la tristemente famosa campaña española contra Inglaterra y a los pocos días de ser relevado de sus funciones de mando por Felipe II. Escribía entonces en la corte de Madrid el joven poeta Gabriel (Lobo) Lasso de la Vega, descendiente del famoso Garcilaso de la Vega. Nacido en Madrid en 1555 y fallecido en la misma villa en 16151, había frecuentado allí la casa del poeta épico Alonso de Ercilla, antes de emprender, como él, varios viajes al levante de la península, a Francia e Italia, como militar. Procuró también mantenerse desde joven en el entorno del aula regia y al servicio del monarca. En 1580, fue nombrado «pagador de S. M. don Felipe y contador de la armada», entonces liderada por el marqués de Santa Cruz2. Al mismo año de la muerte de este, o justo al año anterior, se remontan las primeras publicaciones de su carrera literaria. Según datos recogidos por varios biógrafos y recientemente compilados por Nidia Pullés-Linares3, su primera obra conocida es la Primera parte del romancero y tragedias (impreso en Alcalá de Henares, en casa de Jua[n] Graciá[n], q[ue] sea en gloria: a costa de Ioa[n] de Mo[n]toya, mercader de libros, 1587), rápidamente seguida por la Primera parte de Cortés valeroso, y Mexicana (En Madrid, en casa de Pedro Madrigal, 1588). Estas dos publicaciones fundacionales, en las que Lasso de la Vega se presenta como «criado del rey», situaban la pluma de Gabriel en el triple campo de la poesía cancioneril, dramática4 y heroica. Desde este momento inaugural, la figura de Hernán Cortés parece erigirse en una firme directriz de la producción literaria del escritor madrileño: a partir del poema heroico de 1588 ―doce cantos en octavas reales, dedicados a los primeros años de la conquista de México por el marqués del Valle de Oaxaca― elaboró pronto otra versión, ampliada a veinticinco cantos en octavas y publicada bajo el título reducido de Mexicana (En Madrid, por Luis Sánchez, a costa de Miguel Martínez en 1594)5. En ambas epopeyas, el interés histórico por el personaje del conquistador corre parejas con una evidente conexión cortesana, que se arraiga en la larga relación de mecenazgo y servicio entre Gabriel Lasso de la Vega y el linaje de los marqueses del Valle, descendientes de Hernán Cortés. No solo recibió estipendio Gabriel del segundo y del tercer marqués6, sino que respaldó sus intentos de recuperar el favor de Felipe II, tras el embargo de bienes y el exilio al que fue condenado el segundo titular del marquesado, Martín Cortés. Los descendientes de Hernán Cortés aparecen también como valedores del poeta en los paratextos de su obra. La Primera parte de Cortés valeroso, dedicada a Fernando Cortés, nieto del conquistador, lleva una carta del mismo, fechada a 13 de julio de 1582, seis años antes de la publicación. Allí manifiesta el tercer marqués del Valle estar al corriente del proyecto poético de Lasso de la Vega y se muestra proclive a orientar el relato en verso hacia una narración propiamente histórica, más apta para ponderar los nobles logros de su antepasado7. Jerónimo Cortés, su hermano, también contribuye publicando elogios a Gabriel con un soneto (f. *4v; 1594), mientras que una epístola en latín, firmada «Petrii Cortesii», cierra el paratexto liminar (f. *5r). Así, la producción épica de Lasso de la Vega se encontraba estrechamente vinculada, de entrada, con la modalidad panegírica.
- 8 Franco Carcedo, 1994, p. 314. Véase la dedicatoria, f. 5v.
2No sorprende, pues, que en 1601, ya contino (continuo) del rey, haya retomado el género encomiástico para ensalzar la figura de Hernán Cortés. Esta vez, sin embargo, el conquistador de Nueva España aparecía junto con otros dos grandes militares españoles que le hacían de comitiva y contrapunto a la vez: un héroe de la Reconquista y un marinero de las guerras mediterráneas y atlánticas de Felipe II. Los Elogios en loor de los tres famosos varones Don Jaime Rey de Aragón, Don Fernando Cortés Marqués del Valle y Don Álvaro de Baçán Marqués de Santa Cruz se publicaron, pues, en un mismo volumen, en Zaragoza, por Alonso Rodríguez. La presencia del primer elogiado, el rey Jaime I de Aragón el Conquistador (1208-1276) se explica por la dedicatoria del volumen al joven Gaspar Galcerán de Castro y Pinós (1584-1638), conde de Guimará. El rey aragonés es presentado como el fundador de la casa de Castro, mediante una sabia reconstrucción genealógica propicia al elogio del dedicatario8. El volumen de 1601 se encuentra, pues, en el cruce de dos líneas panegíricas y cortesanas ―la familia de los marqueses del Valle y del linaje de Castro― ninguna de las cuales implicaba a Álvaro de Bazán. ¿Hemos de suponer, pues, que existió alguna relación de mecenazgo entre los dos hombres? María Elena Franco Carcedo se inclinaría a favor de tal explicación, a pesar de no haber hallado «rastros de una relación directa análoga» a la que se puede documentar en los casos anteriormente citados. La ausencia de menciones a Álvaro de Bazán en el resto de la obra de Gabriel Lasso de la Vega nos incita a formular aquí otra hipótesis, basada en las declaraciones del propio poeta y en la estructura del volumen. En la dedicatoria al marqués de Guimará, el poeta recalca su propósito de completar el elogio al ilustre antepasado de su destinatario con dos figuras, subalternas pero complementarias de la edad contemporánea:
- 9 Gabriel Lasso de la Vega, Elogios en loor de los tres famosos varones don Jaime rey de Aragón, don (...)
Puse aquí, asimismo, pareciéndome no fuera de propósito, con las altas hazañas del famoso rey don Jaime, las inauditas y milagrosas de los marqueses, don Fernando Cortés y don Álvaro de Bazán, pareciéndome asimismo sería un terno de maravillosa armonía y concordancia, y por ser tres varones semejantes en valor y fortuna9. (f. 5v)
- 10 «[…] pues en nuestro Arauco ya se halla / materia a tu propósito cortada, / donde la espada y defen (...)
3La construcción en tríptico del panegírico está ideada para resaltar la importancia del elogio inicial y jerarquizar a los personajes, en función tanto de la cronología como de su rango. La simetría en el título entre las figuras de los dos marqueses también tiene que ver con los elementos ―la tierra y el mar― que propiciaron sus hazañas, elementos complementarios que también enaltecen la pluma del poeta. Ya el mago Fitón sugería a Alonso de Ercilla, en La Araucana, esta necesidad de ilustrarse en la relación poética de ambos tipos de guerras, terrestre y marítima10. Otro indicio de esta reflexión aparece nítidamente en la manera como se anuncia la muerte de Santa Cruz. Lasso de la Vega no indica la fecha exacta del óbito de Santa Cruz (9 de febrero de 1588), sino que se limita a indicar la edad del noble personaje en el momento de la defunción (63 años). Ese dato temporal permite al panegirista aducir otro paralelo, ya que se trata de «la misma edad que el famoso Fernando Cortés», estrechando así la relación establecida entre los dos marqueses por la estructura del volumen.
4Así, el marqués de Santa Cruz bien pudo ser aquí la vertiente marítima de la alabanza a Hernán Cortés, de quien Lasso de la Vega había llegado a ser uno de los mejores conocedores. Al revés, comparar a Cortés con Bazán era elevarlo al rango de mejor militar de su siglo ya que el capitán de las galeras de Nápoles y conquistador de las islas Terceras no había tenido rival bajo el reinado de Felipe II.
5Una vez ubicado el marqués de Santa Cruz en la economía de este polifacético elogio, proponemos explorar las dos estrategias panegíricas desarrolladas por Gabriel Lasso de la Vega al yuxtaponer su retrato en prosa histórica de la vida de Bazán con una amplia colección de textos firmados por otros autores y dedicados al marqués.
- 11 Vagad, Crónica de Aragón, ed. de 1499, digitalizado por la BNE http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id= 0 (...)
- 12 Franco Carcedo, 1994, p. 130 y Lasso de la Vega, De Cortés valeroso…, ed. 2005, pp. 38-40.
- 13 Véase en este monográfico el interesante estudio que José Ignacio Díez Fernández consagra al elogio (...)
6Los dos primeros panegíricos del volumen se basan en una fuente histórica principal. Para la vida del rey Jaime I de Aragón, Lasso de la Vega reivindica la autoridad de Gualberto Fabricio de Vagad («Fray Gaubert», f. 24v), aludiendo a su Crónica de Aragón, publicada en forma de incunable en Zaragoza en 149911. El panegírico a Hernán Cortés sigue, por su parte, la crónica de Francisco López de Gómara, como ya lo hacía el Cortés valeroso12. Para el elogio a Álvaro de Bazán, tercero y último, todo indica que Gabriel Lasso de la Vega sacó partido de otro panegírico dedicado al marqués unos años antes, cuando este todavía estaba al mando de la flota: el «Elogio al retrato del excelentísimo señor don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, señor de las Villas del Viso y Valdepeñas, comendador mayor de León, del Consejo de su Majestad y su capitán general del mar Océano, y de la gente de guerra del reino de Portugal», por el licenciado Mosquera de Figueroa13. Este elogio en prosa figuraba al principio de la crónica Carolea Inchiridion de Juan Ochoa de la Salde (1585), dedicada al reinado de emperador Carlos V, en una sección inicial cuyo título apuntaba las condiciones cortesanas de su elaboración:
- 14 Este título figura aparece en la segunda portada del volumen, sin foliar, que precede inmediatament (...)
El Conde Triburcio caballerizo mayor de la emperatriz pidió al excelentísimo marqués de Santa Cruz su retrato y armas, por orden de la majestad del emperador Rodolfo de Alemania y rey de Polonia y Hungría, para tenerlo en su armería. Y a esta ocasión se hizo el presente elogio14.
- 15 La comparación entre el texto de Lasso de la Vega y el de Pacheco, sin duda merecedora de mayor inv (...)
7A lo largo de estas páginas liminares, que preceden la crónica, encontramos el mencionado elogio en prosa del licenciado Mosquera de Figueroa, en el que se intercalan poemas de Juan Venegas, Benito Caldera (el traductor de Os Lusíadas), Pedro de Torquemada, Alonso de Ercilla, Alonso Coloma y Pero Rodríguez. Son varios los puntos de contacto entre el panegírico de Lasso de la Vega y el de Figueroa. En primer lugar, comparten una estructura parecida: resaltan las mismas victorias de Bazán en términos y según datos muy concordantes; sigue una alusión a la eterna fama así conseguida por el marqués; y un balance final de las victorias y proezas del marqués y la presentación de su descendencia. Estos dos últimos fragmentos (113v-114r) incluso coinciden literalmente en los textos de Lasso de la Vega y Figueroa. Otro punto de contacto entre ambas composiciones estriba en la mezcla de poemas con la prosa encomiástica, ya que Figueroa ya había intercalado en su prosa versos de plumas ajenas, a modo de ilustración y en forma de collage. Finalmente, Lasso de la Vega retoma el concepto de alabanza al retrato de, surgido en los círculos de poetas sevillanos en la época en que el pintor Francisco Pacheco estaba elaborando su Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones15.
8En efecto, toda la composición gira en torno a la idea de miniatura. Lasso de la Vega pretende componer una «breve suma» (97v), a la manera del retrato liminar de Bazán, que encabeza el elogio (97r) y responde a los retratos de don Jaime y de Hernán Cortés; o, a la manera del mapamundi, componer «un pequeño lienzo y estrecho término» comprendiendo «la grandeza y dilación del espacioso mundo» (97v). De hecho la página de título del elogio resume las dos partes desarrolladas en el panegírico en prosa. La dedicatoria, «A don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, capitán general del mar océano», encima de la miniatura, se encuentra ejemplificada y justificada en la primera parte del texto (f. 97r-108r), a partir de las hazañas del marqués que demuestran «las partes que ha de tener un capitán de mar» (f. 99r). Frente a la dedicatoria y la miniatura, encontramos el escudo de armas del marqués (f. 96v), que se corresponde a su vez con la segunda parte del elogio, donde se traza una semblanza de la persona y de la familia del elogiado. El enlace entre ambas partes es lo que permite pasar de las hazañas históricamente documentada del marqués a la composición de un inmortal retrato del mismo.
9Los primeros párrafos del panegírico (después de la alusión al retrato y de la presentación del marqués) aducen consideraciones generales sobre el heroísmo, y en especial el heroísmo marítimo. Gabriel Lasso de la Vega cuida el tono elevado de esta introducción mediante varios recursos estilísticos y referenciales. El segundo párrafo, por ejemplo, amplifica hasta el extremo una sintaxis comparativa que permite parangonar a Santa Cruz con cinco grandes héroes de la Grecia y Roma antiguas:
- 16 La cursiva es nuestra.
Si Horacio por defender un puente, y Curcio por arrojarse en el profundo centro […]. Si Scevola sustentando el brazo un breve tiempo sobre las codiciosas llamas merecieron el pregón de tantos escritores antiguos y modernos y ser traídos por alto ejemplo de amador de su patria. Si Codro por solo un acto de fortaleza […]. Y si Duilio por ser el primero de los Romanos que venció por mar en naval conflicto alcanzó del Senado ilustres títulos […] ¿Qué premios, qué privilegios y exenciones, qué colosos encumbrados, qué loores merece y se le debe a este ínclito español […]? (97v-98v)16
- 17 Cayo Duilio venció la flota cartaginense en la batalla de Milas, en 260 A.C., durante la primera gu (...)
10Esta estrategia laudatoria del exceso se clausura con Cayo Duilio, primer almirante vencedor en la historia marítima de Roma17. Este proporciona una transición idónea hacia los siguientes párrafos, dedicados a elogiar el difícil arte de la navegación (98v-99r), enfatizar los peligros que acarrea (98v-99r) y las virtudes que ha de poseer quien pretende ser un gran capitán (99r-100r). También se alega la autoridad de los antiguos: elogios de Horacio al primer navegante (seleccionados en el texto original entre otros fragmentos más críticos); la poca fiabilidad del mar, en comparación con la tierra, según Pítaco de Mitilene; el prudente miedo que le tenía Catón el Censor al líquido elemento (99r); la anécdota, contada a través de Valerio Flaco, en la que Hércules pensó domar las olas con las mismas flechas que tantos monstruos habían vencido (99v-100r). Esta vez, la comparación permite situar a Bazán a la altura del héroe y semidiós, por su capacidad a navegar, es decir «domar […] los elementos» (99v) y triunfar de la naturaleza:
No buscaba Hércules en su tiempo con mayor diligencia y codicia monstruos por el mundo que domar, que este ínclito español ocasiones donde pudiese mostrar el crecido valor de su ánimo y fortaleza. (100r)
11El elogio se apoya aquí, de manera tópica, en la figura de la comparación heroica y en el recurso a la materia mitológica. Ningún héroe mítico, ninguna proeza, según Lasso de la Vega, había de oscurecer la grandeza histórica del marqués.
12La continuación del panegírico ofrece un resumen puntual de las victorias por las que Santa Cruz «vino a manifestar» (100r) las virtudes y aptitudes anteriormente referidas. Las nueve batallas citadas para ilustrarlo están señaladas en el texto por una serie anafórica de deícticos que sitúan al protagonista ante los lectores a la par que enfatizan el carácter iterativo y acumulativo del elogio:
Este pues es también aquel que… (100v); Este famoso capitán es también aquel que (101r); Este ínclito capitán es también aquel que (102v); Este ínclito y famoso capitán es asimismo aquel que (103v); Este famoso y afortunado capitán es también aquel que (104r); Este famoso capitán es también aquel que (105v); Este famoso español es también el que… (106r)
- 18 Sobre la biografía militar del marqués de Santa Cruz, señalemos la monografía de Cervera Pery, 1988 (...)
- 19 Los fanales de su galera, conquistados por don Álvaro, se encuentran reproducidos en la galería alt (...)
- 20 Herrera, Relación, y Ochoa de la Salde, Primera parte de la Carolea Inchiridion.
13Estas nueve batallas ―referidas ya de forma repetida en anteriores biografías del marqués― cubren el conjunto de su carrera, y entroncan con los trabajos historiográficos dedicados al marinero de Felipe II18. Presentamos aquí sucintamente el elenco de triunfos navales:
‑El marqués se encuentra al mando de una armada encargada de la protección de la flota de Indias contra navíos franceses, ingleses y marroquíes. Se hace especial hincapié en la victoria del cabo de Aguer, en la costa de Agadir, en 1556.
‑Al margen de las operaciones para retomar el Peñón de Vélez con la flota llevada por García Álvarez de Toledo, Álvaro de Bazán triunfa en el río Tetuán en 1564.
‑En el relato de la victoria de Lepanto (1571) se destacan el papel determinante del marqués en la decisión de entrar en la batalla y su consejo de llevarla a las aguas del enemigo para desestabilizar su posición y reconocer el terreno. Lasso de la Vega refiere el socorro que prestó a la galera real de don Juan de Austria en medio de los combates; la dura pelea que mantuvo con la galera de uno de los capitanes otomanos, Hassan Chiribi19; la carrera que corrió con la galera de don Juan en busca de los navíos turcos que huían.
‑En 1572, estando estacionado en el puerto de Navarino, don Álvaro sale en defensa de una galera cristiana atacada por la flota de Mahamet Bey, hijo del rey de Argel. Aunque fue obligado a retirarse ante la llegada de la flota turca liderada por Uluch Ali, sí se ilustró en un combate singular con Mahamet Bey, quien había salido solo en su busca, y apresando al capitán de los jenízaros Mostafa.
‑En 1574, Bazán participa en la toma de Túnez contra Uluch Ali, quien la había conquistado a un monarca local vasallo de los españoles y la estaba habilitando como base militar.
‑El marqués de Santa Cruz recibe la orden de saquear las costas de África del norte. Socorre al gran Maestre de la Orden de Malta y demuestra gran liberalidad para con sus soldados a la hora de repartir el botín tras el saqueo de la isla de Querquenes y de los pueblos vecinos (1576).
‑Al principio del decenio siguiente (1581), Bazán posiciona su flota en la entrada del Tajo en Lisboa contra los rebeldes portugueses mientras que el prior do Crato concluye su alianza con los franceses, encabezados por el mariscal Felipe Strozzi. Vence en la batalla de la isla de San Miguel, en la que fallece el propio Strozzi.
‑En 1583, sofoca la revuelta de las Azores, que se habían negado a reconocer como legítimo rey de Portugal y sus territorios ultramarinos a Felipe II y eran, por tanto, tenidas por rebeldes.
‑En la misma ocasión, rinde la isla Tercera contra una coalición luso-franco-inglesa encabezada por otro enemigo francés Charles II de Cossé (en el texto designado como «Monsieur de Chartres»).
‑Finalmente, rinde otras cinco islas del archipiélago de las Azores, concluyendo la represión de la rebelión portuguesa.
Todos estos episodios históricos coinciden con los que ya estructuraban el elogio de Mosquera de Figueroa, quien alegaba como fuentes a Fernando de Herrera y Juan Ochoa de la Salde20. En comparación, Lasso de la Vega omite algunas pocas referencias: el nombramiento de Bazán como capitán general de las galeras de Nápoles en 1568; el socorro que prestó en el Mediterráneo al comendador mayor de Castilla Luis de Requesens en un episodio de mal tiempo aquel mismo año; el trágico retraso de la primera liga de 1570 en el socorro de Chipre y la intervención de Bazán en la represión de la rebelión de Granada. Es decir, varios episodios que median entre la victoria de Tetuán y la de Lepanto, como para dar más rapidez y eficacia al inicio de la carrera militar del marqués. Por otro lado, hay que anotar la sistemática omisión de las fechas referidas a los acontecimientos históricos que conforman el relato. Quizá pueda interpretarse esa cumulatio acrónica de los cuantiosos triunfos como una finta retórica que permitiría al encomiasta situar las victorias para inmortalizarlas, a la manera de un fresco en el que se pintan las eternas glorias.
14En efecto, la narración histórica cede rápidamente el paso a una evocación más sintética de las virtudes del marqués, alabando las «altas y provechosas victorias» (106r) del «cristiano Marte» (106v) y recordando el constante valor que manifestó al combatir a sus enemigos en su propio terreno. El relato histórico se suspende en este punto para invitar a celebrar la gloria del marqués. Lasso de la Vega ya había aludido a la fortuna literaria de la batalla de San Miguel, «digna por cierto de que altos ingenios y virtuosos escritores la den el lugar que pide» (104r-v). En dos apóstrofes sucesivas ―«Tomen pues las plumas lo[s] que con las de sus claros ingenios desean volar sobre las nubes…», «Levanten de punto este mi fácil y breve discurso…»― Lasso de la Vega se dirige a la comunidad de poetas que podrían sacar partido de la excepcional materia que les proporciona la vida del marqués de Santa Cruz, «dedicándose con ella a la inmortalidad» y enalteciendo por tanto su propia poesía (f. 107r). Así, «este breve y mal dispuesto elogio» de Lasso de Vega se presenta como una incitación ―o menos modestamente un modelo― para quienes quisieren seguir la misma vía panegírica. La disposición de la composición apoya esta lectura, puesto que el escritor dispone, tras el elogio en prosa, una serie de poemas y prosas en alabanza del marqués. Aunque todas son, evidentemente, anteriores a su texto y pueden considerarse fuentes de su trabajo, la disposición del volumen las coloca en el lugar de quienes fueron escritos con motivo del texto de Lasso de la Vega, y como siguiendo su impulso.
15El mismo rey parece obedecer a las consecuencias del elogio. En efecto, es solamente en este punto del relato cuando Lasso de la Vega refiere las recompensas que Felipe II otorgó al marqués por sus servicios ―a consecuencia de sus victorias portuguesas, como sugiere la disposición cronológica del texto―: la grandeza («le mandó en su presencia cubrir», 107r) y la capitanía general del mar océano y gente de guerra del reino de Portugal. La parte histórica del panegírico termina con la muerte del marqués, en Lisboa. Este hito del texto no reviste un papel conclusivo sino, al contrario, activo en la dinámica del elogio. La muerte es, primero, lo que viene a interrumpir el propósito de Álvaro de Bazán de «tomar enmienda del inconsiderado britano» (107v) y lanzarse a reprimir a los ingleses aliados de los portugueses. Ahora bien, un poco más lejos, Lasso de la Vega recuerda que la pérdida sufrida por España con la muerte de su almirante tuvieron como consecuencia «los daños que sabemos sobrevinieron, por testigos para prueba de esta verdad» (113r): una alusión apenas velada a la derrota de la armada española contra Inglaterra a los pocos meses de la muerte del marqués. Esta conclusión a posteriori suena como una nueva justificación de la inmortalidad del elogiado.
- 21 Herrera, Relación, f. Mv-M4v y Corte-Real, Felicísima victoria, f. 217r-v.
- 22 «Pero si bien advierto, / más vivo estás ahora / que cuando acá pisaste el bajo suelo, / que eras e (...)
16Por último, el relato luctuoso de la defunción de don Álvaro de Bazán justifica la presencia de una composición encomiástica conclusiva: la canción fúnebre de Lasso de la Vega en honor del prócer. Dentro del volumen titulado Manojuelo de romances, publicado por el poeta aquel mismo año, las dieciocho estancias del poema aparecen precedidas por el siguiente epígrafe: «Canción del mismo Gabriel Lasso, a la muerte de don Álvaro de Bazán Marqués de Santa Cruz» (f. 156r-159v). Esta interpolación poética en el prosímetro ya había sido practicada por Mosquera de Figueroa, quien intercalaba celebraciones poéticas para los episodios más destacados de la vida del marqués. Aquí en concreto, el recurso a la forma poética de la canción coincide, por otra parte, con las que Fernando de Herrera y, a imitación de este, Jerónimo Corte-Real habían dedicado a don Juan de Austria al final de sus relatos lepantinos21. La canción de Lasso de la Vega, por su tonalidad fúnebre, completa la heroica representación del marqués de Santa Cruz y confirma que la inmortalidad de las hazañas del marqués lo lleva a la verdadera vida después de la muerte22. Así, lo eleva a la par que una breve serie de héroes de la monarquía española: Carlos Quinto, don Juan de Austria, el marqués de Leiva, el duque de Alba y su propio padre, el marinero homónimo Álvaro de Bazán. El marqués de Santa Cruz, después de la muerte, alcanza su sitio entre «esas almas bellas» (f. 110r). La escena de luto referida a continuación muestra el alcance de la tristeza provocada por la muerte del marqués en los elementos y en sus criaturas (le llora un «blanco coro» de ninfas (111r), y también su propio hijo, cuyo llanto fúnebre refiere largamente Lasso de la Vega. Este hijo, «que en suerte buena / al bello Ascanio exced[e]» (112v) termina de elevar al marqués, a la altura de Eneas en la nueva Roma que es la España moderna.
17De esta ya inmortal figura, Lasso de la Vega concluye el elogio con una breve semblanza militar, matrimonial, física y moral. Como ya anticipé, el elenco de tierras, navíos, armas y esclavos ganados por Bazán está copiado de Mosquera del Figueroa. Ofrece un interesante ejemplo de reescritura enfática en la manera como Lasso de la Vega procura ampliar el ritmo de la enumeración al enlazar sus diferentes partes y presentarlas con simetría sistemática, anunciando primero el número y luego la naturaleza de la prenda conquistada; en la forma de redundar algunas cifras (los noventa y nueve galeones y navíos de alto bordo se vuelven cien bajo la pluma de Lasso de la Vega) y de glosar algunos puntos más propicios a glorificar el marqués, estratégicamente colocados en conclusión de los párrafos y que permiten hacerlos culminar con una sintaxis alargada. Es el caso de la liberación de «mil y quinientos y setenta y cuatro cristianos, que en poder de turcos y moros padecían duro y miserable cautiverio» (113v), donde la perífrasis descriptiva y patética amplía la mera mención a los «cautivos» de Mosquera de Figueroa. O, al final del párrafo siguiente, donde Lasso de la Vega prolonga la enumeración de armas ganadas por el marqués:
sin increíble número de todo género de armas y pertrechos bélicos y copia innumerable de municiones, bastimentos y otras cosas de consideración, con las cuales acrecentaba sus fuerzas y enflaquecía las de sus contrarios.
18Después de la enumeración de los hijos que Bazán tuvo de sus dos matrimonios, Lasso de la Vega recalca la figura del padre, ya citada en la canción, remitiendo, para lectura de sus hazañas, a la crónica de Juan Ochoa de la Salde que también fue su fuente principal para hablar del hijo (114r). Las últimas páginas del prosímetro constituyen una semblanza física y moral del marqués. La primera confirma y glosa los rasgos ya notificados por el retrato que abre el elogio. La segunda insiste en virtudes que ya se vieron desarrolladas en el relato histórico: la templanza ante la adversidad, la sangre fría ante el peligro, la piedad y la compasión, la clemencia y la magnanimidad.
- 23 La lista de estas composiciones, tal y como aparecen encabezadas en el libro, se encuentra descrita (...)
19La parte más original de la composición panegírica de Lasso de la Vega consiste sin duda en la colección de dieciséis poemas y once fragmentos de prosa que reúne después de su elogio en prosa23. Mosquera de Figueroa ya había inaugurado esta práctica al intercalar trece composiciones poéticas y una inscripción latina en honor de Álvaro de Bazán en su panegírico. La innovación de Lasso de la Vega consiste aquí, como en el panegírico a Hernán Cortés, en la mezcla de los versos con fuentes históricas en prosa, para las que desarrolla una amplia justificación a lo largo del volumen.
20El propósito explícito del autor, al recopilar estas fuentes, es justificar la verdad e historicidad de los elogios que dedica a los tres héroes reunidos, con el fin de limpiarse de la acusación de «lisonja, olor de adulación, inventiva ni artificio» (dedicatoria, f. ¶4v). Lo explicita en el momento de introducir las fuentes que sustentan su elogio a Cortés:
Y para que de las cosas atrás dichas no se presuma encarecimiento mío, ni se forme género de duda en ellas, quise comprobarlas, no porque a su autoridad sea necesario, con historias, depósitos y archivos de semejantes cosas que nos enseñan, desengañan y dan noticia de lo que nos era oculto. Las cuales, como dice Tulio, son fieles testigos de los tiempos, luces de la verdad, maestras de la vida, vidas de la memoria, mensajeras de la antigüedad, fundamentos de la verdad y finalmente imágenes de la vida humana, con cuya lección el hombre se habilita, se deleita, se alienta a lo bueno, se guarda de lo malo, crece en virtudes y mengua en vicios, hasta llegar a poseer la bienaventuranza, así de sabiduría como de gloria. (f. 54r).
21Para justificar el valor testimonial de estas citas, Lasso de la Vega se apoya en la autoridad del historiador por antonomasia, Tito Livio. Este proceder historiográfico, justificado en términos morales, da lugar a varias declaraciones de intención a lo largo del volumen, que aclaran de manera muy interesante el ámbito poético en el que se movía el autor. En el prólogo general al lector, hace hincapié en el carácter verdadero, por histórico, de los acontecimientos maravillosos que cuenta. Indica que su texto «junt[a] las Coronicas y milagros[a]s historias destos tres famosos» (f. ¶4v), como si el hecho verdadero y su alcance maravilloso y admirable pudiesen yuxtaponerse y colocarse en un mismo nivel. Esto no impide, sin embargo, que el relato siga puntualmente la historia, sin admitir ningún tipo de ficción:
[…] ha de preceder puntualidad de verdad, apacibles disposiciones, elegante estilo, agradable lenguaje, que son los lejos de esta pintura, la cual, como no admite género de artificiosa invención, raras veces (bien que enseña) deleita. (f. ¶4v)
22Lasso de la Vega detalla los métodos utilizados para alcanzar este propósito. Para el elogio a Jaime I de Aragón, valora el método historiográfico de su fuente principal, la ya citada crónica aragonesa de Gualberto Fabricio de Vagad, enfatizando su «prolijo inquirir en otros autores» (f. 24v). En la introducción a la sección de fuentes del elogio a Cortés, comenta la exactitud con la que va copiando los textos: «Lo que algunos historiadores y poetas en sus obras dicen de este famoso español se verá aquí sacado a la letra, sin añadir ni quitar cosa, como por sus originales se verá» (f. 54v). Aunque esta pretensión no siempre se cumple, como veremos a continuación con el texto de Corte-Real, el autor siente la necesidad de justificar su propio proceso editorial en función de la fidelidad a la fuente original. Finalmente, llegando al elogio a Bazán, pasa a justificar el interés didáctico de su recopilación de fuentes, dedicándola a futuros autores:
Pareciéndome que al lector le sería de algún gusto, y al que quisiere escribir las hazañas de este ínclito capitán de algún apro[ve]chamiento y excusa de trabajo, recogí y puse aquí lo que he podido sacar a la letra de los autores que las han escrito, poniendo el nombre de cada uno de ellos, que son los siguientes.
Y así mismo de otras personas curiosas que han querido mostrar sus ingenios en celebrar los hechos de este claro varón con versos de su devoción que no están dados a la imprenta (f. 116v).
- 24 Reconecemos aquí la categoría del maravilloso histórico de Alves, 2012, p. 36: «Um maravilhoso para (...)
23Trátese de fuentes publicadas o de versos inéditos, las aprovecharán los poetas y panegiristas que, conforme al sistema poético y deliberativo de Lasso de la Vega, pretendan sustentar el elogio y la admiración en la verdad histórica24.
24Las prosas y versos aducidos a modo de fuentes e ilustraciones de la admiración profesada por sus contemporáneos al gran marinero se reparten por autor. Diseñan para el marqués una corte poética de la que damos a continuación una descripción sintética manteniendo el orden de su aparición.
- 25 Este poema fue copiado en Cañigral Cortés, 1987. Lo juzga inédito antes de su publicación póstuma e (...)
25La primera pieza copiada es un soneto del Brocense («El maestro Francisco Sánchez, catedrático de Retórica en la Universidad de Salamanca», f. 117r). Se trata de un poema de elogio tanto a la obra como al marqués: mejor que Orfeo, Lasso de la Vega hizo revivir a Álvaro de Bazán para mayor espanto de sus enemigos25.
26Siguen ocho octavas reales de «don Luis de Vargas Manrique, señor de las villas de la Torre y el Prado» (117v-118v). El poema es heroico y elegíaco a la vez: Bazán, héroe del mar en Lepanto y en las islas Terceras, puede descansar en paz, pues ya encontró al Homero de Cortés para dejar el «archivo fiel de [s]us victorias» (oct. 8, v. 1).
27La pieza siguiente consta de catorce octavas reales firmadas por el licenciado Jerónimo Ramírez (119r-121r). Los marineros han de ser héroes o dioses del mar: tal es el marqués de Santa Cruz, con el mérito añadido de vigilar a los piratas y enemigos de España. Superior a los héroes de la Antigüedad, lo es también de sus contemporáneos, capitanes y soldados prácticos, quienes nunca se atrevieron a combatir fuera de la tierra firme. Por los mares, Bazán se enfrenta a los elementos y a sus enemigos: Strozzi en las islas Terceras, los otomanos en Lepanto, los corsarios del Magreb, y los ingleses, que proliferan en el Atlántico desde su muerte. Una vez más, la «dulce prosa y verso delicado» (oct. 14, v. 8) de Lasso es lo que defiende al marqués contra la injuria del tiempo. Para estas tres primeras composiciones, no han podido localizarse rastros de alguna publicación previa.
- 26 Hay tan solo dos enmiendas del texto en esta nueva versión: «sienten el caso siniestro», enmendado (...)
28En cambio, el siguiente romance encomiástico del propio Gabriel Lasso de la Vega (121v-123r), se publicó el mismo año en el Manojuelo (f. 153v-155r), como el romance intercalado en el elogio en prosa26. Es otra vez un poema fúnebre en el que Lasso de la Vega enumera las victorias del marqués que aparecen grabadas en las «urnas» (v. 23) del océano después de su muerte. Después de las gloriosas aventuras de Lepanto, del río Tetuán, de las islas Querquenes y de la de San Miguel (reconocemos las etapas del prosímetro anterior), la desgracia de la muerte del marqués viene a coincidir con la frustrada y postrera campaña contra la isla inglesa.
- 27 Son numerosos los pasajes del poema de Corte-Real dedicados al marqués. Gabriel Lasso de la Vega ta (...)
29Las composiciones que siguen son fuentes históricas del poeta. Empiezan con tres fragmentos de la Felicísima Victoria concedida del cielo al señor don Juan de Austria en el golfo de Lepanto, llamada por Lasso de la Vega «victoria naval» (123v), un poema heroico en endecasílabos blancos españoles del portugués Jerónimo Corte-Real (Lisboa, António Ribeiro, 1578). El primer fragmento está sacado de la primera revista de las tropas de la Santa Liga después de la salida de Mesina, camino de la victoria de Lepanto (VII, vv. 458-465, f. 104v). Estos ocho versos presentan la particularidad de estar dirigidos a Álvaro de Bazán («Y tú, de Santacruz marqués valiente», v. 458), a quien el poeta pide que disculpe su poca capacidad para engrandecerle: «pídote, pues no puede engrandecerte / mi pluma, el poco hablar de ti perdones» (vv. 464-465). El segundo fragmento ya refiere el combate de Lepanto propiamente dicho («El propio Corte Real en otra parte del dicho su libro, habiéndose embestido las dos armadas católica y turquesca dice así», 124r). Se trata del episodio del socorro de la galera real de don Juan de Austria por el marqués, y de unos de los lugares más dramáticos del poema (XIII, vv. 630-749, f. 182v-185r). La primera parte del fragmento cuenta con lujo de detalles la muerte de Bernardino de Cárdenas, alcanzado por un disparo otomano. Este primer acontecimiento funesto contrasta con la segunda parte del fragmento en la que vemos a Bazán acudir exitosamente en defensa de la galera real. Al «fuerte Bazán marqués famoso» (v. 696) peleando, Corte-Real dedica dos comparaciones heroicas con el toro embistiendo a sus adversarios y el oso defendiéndose contra los perros de caza. El episodio concluye con esta enfática pintura del marqués que rindió a dos galeras «con heroico valor, con fortaleza, / con fama memorable eterna al mundo» (vv. 748-749). El tercer y último fragmento yuxtapone versos discontinuos del original (XIV, vv. 743-804, 823-828, 285-38, f. 202v-203r). En este patchwork se cuenta la carrera de Bazán, «cual veloz aguda flecha» (v. 794) o «cual delfín […] en saltos dividiendo / las ondas» (vv. 797-798) con la galera real en busca de los fugitivos turcos27. Además de este juego de cortar y pegar, Lasso de la Vega remeda los dos últimos versos del fragmento. Volvamos al final de la cita:
- 28 La cursiva es nuestra.
dan vergonzosamente los vencidos
en tierra, zabordando las galeras,
saltan todos al agua, y con infame
huida se guarecen en sus costas,
quedando al fin rendidos los bajeles,
y el bárbaro medroso ahuyentado. (f. 127v)28
- 29 Desarrollamos este análisis en Plagnard, en prensa, capítulo 9.
30Los dos últimos versos no aparecen en ningún lugar en el texto de Corte-Real. Los añadió Lasso de la Vega para cerrar el fragmento y darle un giro conclusivo bien distinto al de la Victoria de Lepanto. En efecto, bajo la pluma de Corte-Real, el canto XIV se concluye con la sangrienta imagen de la masacre de los supervivientes turcos por las tropas venecianas y con una escena de asesinato de un turco por un soldado anónimo veneciano a imitación de la muerte de Turno, asesinado por Eneas al final del poema de Virgilio. Lasso de la Vega parece haber sentido la necesidad no solo de borrar este gesto de violencia final, sino también de sustituirlo con una tranquilizadora vuelta al orden de los vencedores29.
31A la narración poética de Corte-Real siguen cinco fragmentos informativos de la Historia de Portugal de Antonio de Herrera y Tordesillas, publicada en 1591, y que versa sobre los años 1582-1583. El primer fragmento refiere el nombramiento de Bazán como capitán de mar en la campaña de Portugal, cuando el duque de Alba conducía las tropas en tierra (II, 65, f. 59v). En el segundo, Bazán apercibe la armada y sale del puerto de Santa María bajo la mirada del rey (II, 103, f. 90v). El tercer fragmento se anuncia de manera más enfática, «tratando de la batalla naval y victoria que tuvo este ínclito capitán de las armadas francesa y portuguesa, a la vista de la Isla de San Miguel, junto a Punta Delgada» (IV, 25, f. 175v). Al contrario de lo que acontecía con las largas citas del poema de Corte-Real, no le interesa aquí a Lasso de la Vega la narración de los hechos sino su celebración por el historiador:
Es esta victoria digna de ser muy celebrada por la mucha ventaja […] y el marqués de Santacruz es digno de mucha gloria, y sus capitanes y soldados lo son también por haber conseguido tan gran victoria […] (f. 128v-129r)
32El siguiente fragmento yuxtapone dos pasajes distintos del canto V (9, f. 192v y 16, f. 197r). El primero cuenta la salida de la armada de Lisboa el 23 de junio de 1583, donde el nombre del marqués concluye un catálogo de soldados presentes. El párrafo siguiente nos lleva a 1584, cuando Santa Cruz intenta desembarcar en la isla Tercera y se ilustra atacando un fuerte, siendo su ejemplo, para sus hombres, «grandísima parte de la victoria». El último fragmento sin duda se eligió por su carácter conclusivo. Describe las galeras de Bazán volviendo a España desde las Islas Terceras, recorriendo en esta ocasión una ruta mayor de la que se podía esperar y mayor de la que se atrevieron nunca a emprender los romanos. Santa cruz aparece allí como digno de los títulos de grande y de capitán general del mar Océano que le confiere el rey (V, 35, f. 212v-213r).
- 30 Véase Diversas rimas, ed. 2008, pp. 127 y siguientes.
33Sigue una octava que Vicente Espinel había publicado en sus Diversas rimas, también en 159130. Pertenece al principio del segundo y último canto de «La Casa de la memoria» (f. 32v-48v), pequeña ficción alegórica en la que el poeta se pone en escena visitando el templo de la Memoria y contemplando las estatuas de los héroes antiguos que se ilustraron por sus hazañas políticas (Sabacio Saga, f. 37v), militares (Semíramis, ibidem) o legislativas (Isis, f. 38r), culminando el catálogo con la evocación de Hernán Cortés. El segundo canto pretende cantar a la par a los héroes que se ilustraron por la pluma y las armas. Don Álvaro aparece tercero en este catálogo, justo detrás del duque de Alba y de su tío Fernando de Toledo, alabado en la estrofa octava como Neptuno vencedor del lusitano y de la «francesa gente» (v. 7). Encontramos a continuación un catálogo de poetas en los que destacan algunos grandes autores de poesía épico-narrativa del período (entre otros, Alonso de Ercilla, Pedro de Padilla, Luis Barahona de Soto…).
- 31 Esta galería de retratos de hombres ilustres se enmarca en el elogio de Lope de Vega al duque de Al (...)
34Similares en el propósito encomiástico son los fragmentos de la Arcadia de Lope de Vega (1598). El primero, en prosa, forma parte de la écfrasis de «algunos mármoles» que un sabio enseña al pastor Anfriso retratando a «personas ilustres, de ellas que ya han pasado, y de ellas que aún no han nacido, de Grecia, Italia y España». En este catálogo, en que dominan monarcas y héroes españoles, Santa Cruz ocupa un lugar destacado, después de don Juan de Austria y don Sebastián de Portugal, regios héroes de la casa de Habsburgo, y de Hernán Cortés (f. 136v-137r). El segundo poema copiado recoge nada menos que los dos famosísimos cuartetos que el Fénix dedicó al Bazán y siguen ornando la estatua del marinero en la plaza de la villa de Madrid. Pertenecen a la serie de «griegos dísticos» traducidos al castellano que ilustran en la Arcadia los grabados anteriormente descritos (f. 144r). Aquí se altera ligeramente el orden, encabezando Bazán a los cuatro militares de su tiempo: Rodrigo Téllez Girón, Hernán Cortés, Chaves de Villalba y el duque de Alba31.
35De otra narración histórico-heroica son sacadas las cinco octavas reales de La victoriosa conquista que don Álvaro Bazán Marqués de Sancta Cruz hizo en las Islas de los Azores, el año de 1583, de Gaspar García de Alarcón, publicada en 1585. Aunque están presentadas de forma seguida, proponiendo un discurso de apariencia coherente, estas octavas pertenecen a cuatro lugares distintos del poema. La primera procede del canto V (oct. 17, f. 56v), cuando la flota ya llegó a la isla Tercera y amanece después de un discurso de Bazán a sus tropas. Justo después de empezar el combate contra los franceses atrincherados, se pinta detenidamente la incesante acción de don Álvaro entre sus hombres. La segunda octava es el prólogo del canto VII en el que poeta pide nuevo brío de su pluma para cantar «do Francia con deshonra lo ha sentido / dejando al de Bazán enriquecido» (f. 80v). La tercera octava, como la primera, evoca la frenética actividad del marqués en el campo de batalla y la mala suerte de sus enemigos (VII, 12, f. 82v). Las dos últimas octavas recogen una comparación heroica en la que el alcance de la victoria de Bazán sobre los franceses supera la de Escipión sobre Numancia (oct. 67, f. 91v). La fama del marqués se extiende a todo el orbe (oct. 68, f. 92r).
36Los cuatro fragmentos copiados a continuación vuelven al género cronístico. Pertenecen a la Crónica y recopilación de varios sucesos de guerra que ha acontecido en Italia y partes de Levante y Berberia, desde que el Turco Selim rompió con venecianos y fue sobre la isla de Chipre, una de las mayores crónicas sobre las guerras del Mediterráneo, publicada por Jerónimo Torres de Aguilar (o Torres y Aguilera) en 1579. El primer fragmento se sitúa en el momento de la convergencia de todas las flotas de la Santa Liga a Mesina, durante la primavera de 1571 (II, cap. IX, f. 47). Relata la llegada de Santa Cruz, el último después del genovés Juan Andrea Doria, con treinta galeras. El segundo fragmento, «hablando en otra parte […] de la batalla naval de la liga católica de que fue general el felicísimo don Juan de Austria» (f. 132v) recoge el famoso momento del socorro que el marqués de Santa Cruz prestó a varias galeras durante los combates (II, cap. XV, f. 71). Justo a continuación, Lasso de la Vega recoge un interesante pasaje narrativo en el que se contrasta la suerte del marqués, quien recibió dos arcabuzazos sin resultar herido, con la de Agustín Barbarigo, jefe de los venecianos, que murió de un disparo en el ojo (II, cap. XV, 71v). El último fragmento nos lleva a las campañas posteriores a Lepanto, cuando, un año después (octubre de 1572), durante una escaramuza de Marco Antonio Colonna, Santa Cruz y Juan de Cardona con Uluch Ali, fue asesinado Hemet Bey, sobrino del famoso Barbarroja, por un esclavo cristiano (III, cap. III, f.88r).
37Siguen unas «Redondillas de Gabriel Lasso al retrato de don Álvaro de Bazán» para las que no encontré publicación anterior. Se inscriben dentro de la tradición de los versos al retrato del elogiado, ya practicada por Mosquera de Figueroa y que reaparece en el primer soneto liminar de los Elogios a través del soneto «Al retrato y elogio del rey don Jaime de Aragón», de Domingo de Vengochea (f. ¶6v). Lasso de la Vega recurrió sistemáticamente a este tipo de poema en sus Elogios, primero con las «Redondillas […] al retrato del rey don Jaime, las cuales con él le pidió un curioso» (f. 30v) y luego con dos «redondillas que yo hice al retrato de Cortés» (f. 91r y luego f. 92r). Las dos primeras, como las dedicadas a Bazán, dan la palabra al elogiado. Aquí habla pues Álvaro de Bazán («Otro nuevo Alcides soy», v. 1), enumerando sus victorias desde el corso en mar Mediterráneo a las islas Terceras portuguesas.
38El soneto siguiente se había publicado en los elogios liminares a la Carolea de Juan Ochoa de la Salde. Ya hemos visto que esta crónica fue una fuente principal de Lasso de la Vega, tanto por su relato del reinado de Carlos Quinto como por la colección panegírica que se encuentra reunida al principio en elogio a Álvaro de Bazán. Después del panegírico liminar y de las licencias de impresión, el autor de la crónica hace figurar la dedicatoria en prosa al marqués de Santa Cruz y el soneto a él dedicado que reproduce Gabriel Lasso de la Vega, donde Apolo y Minerva rinden homenaje al gran marinero.
- 32 Illescas, Segunda parte de la Historia Pontifical y Catholica, f. 470v-475r.
39De la Historia Pontifical de Gonzalo de Illescas, saca Lasso de la Vega dos breves fragmentos situados en el mismo capítulo del libro VI dedicado a Lepanto: «De la liga y confederación que se asentó entre el pontífice Pío V y el rey católico y venecianos contra Selim II y del suceso de ella» (§1)32. El primero recuerda cómo se concedió a Santa Cruz el mando de la retaguardia (f. 471v); en tanto que el segundo refiere la valerosa actuación del marqués al socorrer a otra galera en medio de la batalla (f. 473r-v).
40La penúltima composición copiada es una canción de ocho estrofas dedicada a Santa Cruz y atribuida a «Laurencio Flores su vasallo». El autor, que no se ha conseguido identificar, bien pudo ser un joven al servicio del marqués, pues alude a su tierna edad:
Pero yo, gran marqués, que tanto debo
a tu valor ilustre y peregrino,
aunque mi tierna edad no lo consienta,
mi débil pluma en tu alabanza muevo,
volviendo atrás de en medio del camino
sin la fuerza y vigor que la alimenta […] (vv. 71-76).
- 33 Rodríguez Moñino, 1968, p. 4, y Segura, 1972.
- 34 Rodríguez Moñino, 1968, p. 5, nota 3.
41La última composición del panegírico a Bazán también es inédita. Según el título, remite a una circunstancia íntima de la vida de su autor: «El alférez Francisco de Segura a un su amigo que le pidió le diese noticia de algunas victorias y hazañas del marqués de Santa Cruz, sabiendo se había hallado como soldado suyo con él en algunas ocasiones, dice así en la sucesiva epístola» (f. 149v). La relación de Francisco de Segura (Atienza, ca. 1569-1620), con el marqués de Santa Cruz pudo forjarse en la juventud pues cuenta que fue herido en la batalla de Punta Delgada en 1582 o 1583 mientras servía bajo sus órdenes33. Alférez de la Casa Real de Aljafería de Zaragoza desde 1601, publicó en aquella ciudad, el mismo año que el panegírico de Lasso de la Vega, varias obras en verso: cuatro romances y un poema heroico cristiano alabado, entre otros, por Martín de Bolea y Castro34. Además de la epístola, Francisco de Segura intervenía en el paratexto de la obra con un soneto de elogio liminar, señal de amistad entre los dos poetas que sin duda explica que se tratara de una epístola inédita, recogida por Lasso de la Vega, como indica el título.
- 35 Rodríguez Moñino, 1968.
- 36 Madroñal Durán, 1996.
- 37 El soneto figura en la reedición de 1585 (En Toledo, en casa de Juan Rodríguez, Impresor y mercader (...)
42Es notable la variedad genérica de los textos aquí reunidos en torno al elogio al marqués de Santa Cruz. Algunas, las fuentes históricas en prosa y los fragmentos de épica histórica, responden al propósito de documentar la acción del marqués aduciendo autoridades dignas del mayor crédito. Buena parte de las mismas proceden de lecturas que el poeta, bien había hecho acerca de Hernán Cortés (Ochoa de la Salde, Illescas), bien hizo a propósito de la biografía de Bazán, en torno a Lepanto (Corte-Real, Torres y Aguilera) o la campaña de las Terceras (Herrera y Tordesillas, García de Alarcón). Las formas líricas, más explícitamente elogiosas que informativas, son numerosas: las del mismo Lasso de la Vega, como para el elogio a Jaime I, y otras, de plumas conocidísimas (Sánchez de las Brozas, Lope de Vega, Vicente Espinel) o casi anónimas, tal la del joven Laurencio Flores, soldado y testigo de las hazañas del marqués como Francisco de Segura. Algunos de estos autores menos conocidos manifiestan evidentes conexiones con el entorno poético y cortesano de Lasso de la Vega. Así Francisco de Segura, famoso por recopilar varios romances, forma abundantemente explorada por nuestro poeta, en uno de los últimos tomos de continuación del Romancero general35; o Luis de Vargas Manrique, conocido poeta de academias romanceriles en Madrid, muerto en 1591 con tan solo veinticinco años de edad36. Este ya se había interesado en temas cercanos al que aquí nos ocupa: figuraba en el paratexto de una de las epopeyas sobre Lepanto, la Austriada de Juan Rufo (en casa de Alo[n]so Gómez (que haya gloria) impresor de su Majestad, 1584), con un soneto (f. 6v)37 y en la Primera parte de Cortés valeroso con un soneto al grabado de Hernán Cortés que encabeza el paratexto (f. *v y *2r respectivamente). En cuanto a Jerónimo Ramírez, estaba vinculado a Lasso de la Vega por el mecenazgo de la familia Cortés. Este secretario del marqués del Valle había firmado nada menos que el prólogo al lector de la Mexicana de 1594, defendiendo los intereses de sus patrones (f. *5r-*6v).
43Entre tantos nombres y composiciones, es notable la ausencia de Alonso de Ercilla, a quien Gabriel Lasso de la Vega conoció personalmente y cuya devoción al marqués de Santa Cruz, bajo cuyas órdenes combatió, trasparece en su único romance conocido “A los veinte y dos de julio”, publicado en el elogio de Mosquera de Figueroa, y en tres octavas de La Araucana que habrían podido integrar este canon (XXIV, 65-67).