- 1 Para un estado de la cuestión, véase Sánchez Jiménez, 2015; también Pollmann y Stensland, 2013. Con (...)
1A mediados del siglo pasado comenzó a gestarse un cambio en la apreciación histórica del III duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo (1507-1583), en parte consecuencia de una política de restauración de su imagen pública ejecutada por su sucesor el XVII duque. Desde —ya antes de— su muerte y —al menos— hasta entonces, parecía como si la figura histórica del Gran Duque se hubiese desdoblado en dos personajes cuyo único vínculo común era su fama incontestable de militar excepcional. En España el duque de Alba por antonomasia era adalid de las mejores virtudes patrias y aristocráticas, catolicismo a ultranza y lealtad irreductible a la corona. En cambio, en el resto de Europa, en especial en los Países Bajos e Inglaterra, la engrasada maquinaria de los artífices de la Leyenda Negra había agigantado la mala sombra del Duque de Hierro haciendo de él uno de los grandes villanos de la historia moderna: fanático e implacable, sanguinario brazo ejecutor de un tirano no menos cruel, acabó convertido desde el Romanticismo en un mito popular de la peor especie1.
- 2 Ya en 1919 para su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia había elegido como tema « (...)
- 3 A la de Maltby (1983) siguieron las de H. Kamen, y M. Fernández Álvarez y, reconstruida en lo posib (...)
2A partir de la II Guerra Mundial, este estado de cosas alcanzó un punto de inflexión. Gran amante de la historia, el duque de Alba de entonces, el XVII, Jacobo Fitz-James Stuart (1878-1953), apostó por la reivindicación de su antepasado mediante la promoción y publicación de obras historiográficas y trabajos académicos, labor que culminó con la edición del Epistolario del III duque de Alba, publicado en 19522. Esta obra pasa por ser el imprescindible punto de partida de las nuevas biografías del Gran Duque que fueron sucediéndose a partir de la de Maltby y que han conseguido delinear una silueta, aun con sus luces y sus sombras, menos apasionada y más ecuánime de Alba en el complejo marco de la época que le tocó vivir3.
- 4 Con traducción de López de Toro, editó Vida y hazañas de D. Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Al (...)
- 5 Berwick, 1945. Sobre Calvete, Díaz Gito, 2003, pp. xxi-xlviii.
3Pero ya en 1945 el aristócrata había dado pasos en esta misma dirección4. Entre ellos, la edición, con traducción de José López de Toro, de un encomio latino que el historiador y poeta Juan Cristóbal Calvete de Estrella (c.1510-1593) había publicado en Amberes en 1573 y que, desde entonces, se hallaba en el más completo olvido5.
- 6 La «orden de pago de la duquesa de Alba a su tesorero para pagar a Calvete de Estrella cien ducados (...)
4Los autores, con todo, malograron la oportunidad de hacer justicia a la relegada obra de Calvete, pues la publicación adolece de graves defectos. La edición latina, de la que se encargó el duque —cuya formación académica era en Derecho—, reproduce la impresión plantina sin ninguna intervención filológica sobre el texto a su disposición. El prólogo del aristócrata, de unas cuatro páginas insuficientes para presentar esta «rara y valiosa pieza literaria» (p. viii), se limita a repetir ciertos datos biográficos de Calvete y solo aporta el interés de reproducir fotográficamente dos documentos del archivo de la Casa de Alba relativos al pago por la redacción del encomio6. Por otro lado, la traducción que López de Toro se aventura a hacer en endecasílabos da como resultado un poema literariamente mediocre, cuando no oscuro y, a veces, fallido, al que no ayuda el aderezo de unas notas aclaratorias en demasiadas ocasiones erráticas. En cualquier caso, en parte redime la empresa acometida a dos manos por el aristócrata-historiador y el historiador-poeta el interés de estos por rescatar de la ignorancia un texto latino de un humanista español de cierta prédica internacional en su tiempo sobre la vida de un personaje capital en la historia de Europa.
5El encomio del duque de Alba de Calvete de Estrella se publica en Amberes en 1573. No es un dato menor, pues sale a la luz, muy oportunamente, el año en el que, tras su frustrante misión en los Países Bajos, el Duque de Hierro regresaba a España con su apellido víctima de la ignominia y convertido en sinónimo de terror.
- 7 Es de suponer que fue la duquesa quien comisionó el encomio no solo porque fue ella quien pagó a Ca (...)
6En estas circunstancias —podemos imaginar que, como consuelo a su anciano y achacoso esposo, que retornaba con la conciencia de haber fracasado en el reto que debía haber coronado su cursus honorum político y militar y con la conciencia de que el ilustre apellido de su familia era vilipendiado en multitud de panfletos y pasquines—, la duquesa le compensa con el obsequio del Encomium de Calvete7.
- 8 Desde antes de la publicación de El felicissimo viaje en 1552, Calvete era un escritor apreciado en (...)
7El Gran Duque, que de joven había recibido de Juan Boscán una educación de corte humanista, que era amigo de Garcilaso, Arias Montano, Vives o Ginés de Sepúlveda y él mismo suficientemente versado en la lengua del Lacio, podía degustar directamente el encomiasticum carmen de Calvete. Además, resultaba del mayor interés como táctica contrapropagandística la publicación de un encomio a la antigua usanza clásica, prestigiado por su redacción en la lengua franca internacional, editado en Flandes en las prensas del tipógrafo real y escrito por un autor de cierto renombre que aunaba con su vocación de poeta su crédito como historiador de corte y “cronista real”8.
- 9 El Mayordomo Mayor fue responsable de los preparativos del famoso Viaje del príncipe y el maestro d (...)
- 10 De uno y otro viaje queda constancia en el encomio (vv. 383-401 y 533-560).
- 11 Tanto De Aphrodisio expugnato como El felicissimo viaje salieron de las prensas de Martín Nucio en (...)
8Diversas razones adicionales pudieron contribuir a que se eligiese la pluma mercenaria de Calvete para la redacción del encomio oficial de la Casa de Alba. Su doble condición de historiador y poeta afincado en Salamanca le hacía el candidato ideal para ocuparse del panegírico del titular de la villa ducal de Alba de Tormes, a escasos veinte kilómetros de la ciudad salmantina. Además lo recomendaba su conocimiento personal del duque desde la época en que uno era Mayordomo de la Casa del príncipe Felipe y el otro maestro de sus pajes: ambos formaron parte de la comitiva que acompañó a Felipe tanto en el «Viaje felicissimo»9, como en el viaje a Inglaterra para su boda con María Tudor10 (en el que, por cierto, también iba la duquesa). Asimismo pudo influir la privilegiada relación de Calvete con las prensas de Flandes11, lugar donde interesaba que se editara el encomio para intentar paliar el efecto dañino de los libelos difamatorios que desde allí se publicaban contra Alba.
- 12 En todo caso, como el ansiado regreso se había dilatado más de lo esperado por diversas razones, la (...)
- 13 El nihil obstat es de 9 de agosto de 1573, mientras que el privilegio de impresión fue expedido una (...)
9Si el poema de Calvete surgió como reacción a la creciente devaluación de la imagen pública del duque y como regalo de bienvenida de su esposa, es probable que le fuese encargado una vez que se tuvo esperanza renovada de su regreso, tantas veces postergado: o bien cuando se decidió el envío del duque de Medinaceli (primavera de 1572) o cuando al año siguiente se optó por Requeséns para sustituir a Alba definitivamente12. Lo que es seguro es que Calvete terminó de redactar su encomio muy poco antes de su publicación en el verano de 157313, pues la última referencia histórica recogida en la biografía encomiástica del duque es la campaña de Haarlem, que se da ya por decantada (vv. 940-941). Pues bien, el largo asedio de Haarlem, comenzado a principios de diciembre de 1572, acabó con la rendición de la ciudad el 13 de julio de 1573, apenas un mes antes del examen de censura de la obra.
10La portadilla del poema es:
I O A N N I S / CHRISTOPHORI / Calveti Stellae: / AD / Excellentiss.[imum] & Magnanimum Princi- / pem Ferdinandvm Alva- / rvm Toletvm Albae / Ducem, Encomium, / ANTVERPIAE, Ex officina Christophori Plantini / Architypographi Regii. / M. D. LXXIII.
11Como es casi de rigor en este tipo de poesías de encargo, antecede a la obra un epigrama a D.ª María Enríquez (Ad Excellentissimam Principem Mariam Toletam Albae Ducem, Stellae Epigramma), esposa del encomiado y mecenas del poeta.
- 14 Estrofa poco atestiguada: Horacio la emplea solo una vez (carm. 4,7) y, tras él, Ausonio (25,3). Ca (...)
12El poema consta de 1032 versos distribuidos en la estrofa llamada arquiloquea 1 o menor, dístico formado por hexámetro más hemiepes (mitad de hexámetro)14.
- 15 Lausberg, 1966, I, pp. 217-219.
13La estructura tripartita del texto es resultado de la aplicación de la preceptiva clásica del genus demonstratiuum (según Quintiliano 3,7,10-25)15.
14I. Ex tempore quod ante eos fuit: lo sucedido antes del sujeto. Atendiendo a su origen ilustre se ha de decir si los hechos del encomiado responden a la excelencia de su origen: en particular, se describen ascendencia (maiores) y progenitores (parentes).
15vv. 1-140: Tras la preceptiva invocación a las musas (prooemium), se anuncia el tema general del encomio, las gloriosas gestas del duque de Alba, empezando por el elogio de sus antepasados encabezados por el padre del duque, García (Álvarez de Toledo, m. 1510). Se pasa revista a destacados miembros del clan protagonistas de célebres hitos históricos: desde la figura legendaria del creador de la estirpe, Pedro Paleólogo (s. xi), hasta Fadrique (Álvarez de Toledo, 1460-1531, II Duque de Alba), el abuelo que educó a Fernando por muerte prematura de su progenitor y de quien heredó el título. El capítulo, pues, empieza y acaba con los patres de Fernando (su padre y su “padre” putativo, su abuelo Fadrique): en medio, sus maiores.
16II. Ex tempore quo ipsi uixerunt: lo sucedido en vida del sujeto o res gestae (facta). Laus hominis.
17vv. 141-200: Comienza el encomio personal de Fernando Álvarez de Toledo, quien sobrepuja la gloria de sus excelentes antepasados; Calvete identifica el ápice de su gloria en la captura del duque de Sajonia durante la gloriosa jornada de Mühlberg.
18vv. 201-305: Seguidamente se ocupa de la alabanza de la familia —esposa e hijos y otros—, realzando así el elogio del protagonista.
19vv. 306-420: Continúa el elogio de Alba. Primero se tratan las numerosas virtudes por las que se hizo acreedor de la estima de Carlos V. Luego se ocupa el poeta de repasar los inicios de la relación del duque con el príncipe Felipe (Mayordomo de su casa) y el “viaje felicísimo” a través de Italia, Alemania y Países Bajos, años 1548-1551.
20vv. 421-674: Primera parte de la carrera militar del duque: los éxitos militares de Carlos V son compartidos y coprotagonizados por el duque: contra el turco (Viena, 1531); contra los africanos (La Goleta, 1535); contra Francia (Francisco I, 1535); contra Alemania (la Liga de Esmalcalda), donde se narra con cierto aliento épico la intervención decisiva de Alba en la batalla de Mühlberg (1547). Sigue el viaje del Príncipe a Inglaterra (1554) hasta su llegada a Bruselas (1555). Segunda parte de la carrera militar del duque, ya en solitario: en el v. 572 se retoma el hilo biográfico de Alba, que desde Italia obedece la orden imperial de avanzar contra el rey de Francia (1555-1557), momento en el que se destaca su piedad para con Roma, a la que evita un nuevo saco.
21vv. 675-959. Tercera parte de la carrera militar del duque: por último, el poeta-historiador escribe la crónica versificada de la campaña de Flandes (1565-1573), atendiendo a los siguientes capítulos: marcha desde Nápoles a Bruselas (vv. 682-717); primeras medidas militares (vv. 718-727); prisión de «unos nobles» (vv. 728-750); sublevación de Guillermo de Orange (vv. 750-762); Valenciennes (vv. 763-767); alianza de Orange con Francia y ataque al duque de Arenberg, que muere derrotado (vv. 768-808); ajusticiamiento de los nobles presos (vv. 809-815); Frisia (vv. 815-848); Mons y Limburgo y victoria de Fadrique, hijo del duque (vv. 849-869); Gante y Lovaina (vv. 870-878); Malinas (vv. 879-895); Valcheren y Flesinga (vv. 895-922); Haarlem, que cae del lado de Fadrique (vv. 923-959).
22III. Ex tempore quod est insecutum: lo sucedido después del hombre. Su fama póstuma.
23vv. 960-1032: Al no tratarse de una laudatio funebris, el poeta se limita a dar por segura la fama y gloria futuras del duque, tópico del epílogo. Recapitulación final del encomio de Alba en boca de Minerva: sobrepujamiento de destacados generales de la Antigüedad. Ancha fama y triunfo del duque.
24En esta estructura el contenido laudatorio y biográfico del encomio se distribuye de manera desigual. La primera mitad del poema se ocupa —además del linaje y de las virtudes del duque— de las dos primeras secciones biográficas (en especial, Mühlberg y el virreinato de Nápoles), todo ello en 444 versos que abarcan la mayor parte de la vida de Alba, hasta 1566, cuando contaba sesenta años de edad. La otra mitad del poema, ligeramente más extensa (504 versos), se consagra a solo los siete años de Flandes, los que van hasta 1573. Además, la primera parte es esencialmente laudatoria y de mayor aliento poético; la segunda, una seca crónica en verso. Cada una de las dos secciones se cierra con un pasaje profético atribuido a una divinidad (Pietas y Minerva) y sendos elaborados sobrepujamientos.
- 16 Men. Rh. 368, trad. de García García y Gutiérrez Calderón, 1996, p. 149.
25Como exigen los objetivos del genus demonstratiuum y la poesía laudatoria, Calvete hace amplio uso de una serie de estrategias literarias orientadas a la exaltación encomiástica del objeto de su elogio. Por razones de espacio, me limitaré a examinar dos de las más eficaces: una, el sobrepujamiento, un tipo de enaltecimiento que enfatiza expresa y retóricamente las virtudes del encomiado; la otra, muy al contrario, persigue la ocultación o disimulo de aquellos rasgos que pudieran obrar en demérito del mismo. Que desde perspectivas opuestas a ambas tácticas las dirige el mismo afán se desprende de lo que afirma Menandro el Rétor en su definición programática de encomio del soberano16:
El discurso imperial es un encomio del emperador. Así que contendrá una amplificación convencional de las buenas cualidades que son propias del emperador y nada admite ambiguo ni discutible por ser ilustre la persona en grado sumo.
- 17 Convertido en tópico entre los autores latinos del s. iv en adelante a partir del ejemplo de poetas (...)
26El sobrepujamiento consiste en una comparación superlativa en la que el primer término, el sujeto alabado coetáneo del enunciante, supera o sobrepuja en una virtud determinada al segundo término de referencia que es un —o más de un— máximo exponente de la virtud en cuestión, célebre por ello en la Antigüedad. Con bastante más frecuencia en las obras encomiásticas que la simple comparación destaca esta modalidad de símil amplificado o hiberbólico (cf. amplificatio per comparationem [o per collationem], Quint. 8,4,9) como característico del género demostrativo17. La mitología y autores como Plutarco, Valerio Máximo, Tito Livio, Suetonio, Cicerón y otros surtían de abundante munición con la que cargar de exempla paradigmáticos los textos de los prolijos encomiastas.
27El caso de Calvete no es una excepción a esta regla y en su encomio del duque de Alba se hallan varios ejemplares de sobrepujamiento formulados con muchos de los clichés lingüísticos al uso: las estructuras comparativas, los verbos cedat, superas y sus sinónimos, etc.
28Un buen ejemplar es el sobrepujamiento que casi cierra la obra (vv. 996-1013). Por su carácter conclusivo y por estar enfáticamente puesto en boca de Minerva en un discurso profético de la fama futura del duque, tiene la función de dejar impresa en la mente del lector del encomio la imagen que del Gran Duque interesa que se retenga: la silueta retóricamente magnificada de Alba ensombrece y empequeñece las más espléndidas efigies de esta galería de militares ilustres.
Non te Timoleon uincit, nec bellica uirtus
Tanta Cononis erat,
Nec tua, Romanae uindex fortissime gentis,
Tanta, Camille, fuit,
Non te Marcellus, spoliis qui uictor opimis
Templa Iouis Feretri
Ornauit docuitque ducem superarier armis
Posse ferum Annibalem.
Non cui cognomen clarum dedit Africa uicta,
Scipio te superat.
Caesariis cedat praestans Antonius armis,
Cedat Agrippa tuus,
Auguste, et Martis laus Belisarius acer
Inclyta Bistonii.
Nec magni existit Consalui gloria maior
Martia, nec potior
Ductoris summi uirtus, quem Corduba, uatum
Magna parens, genuit.
‘A ti no te supera Timoléon, ni tan grande era el ardor guerrero de Conón. Ni tampoco lo fue el tuyo, Camilo, valerosísimo defensor del pueblo romano. Ni te supera Marcelo, el que victorioso adornó el templo de Júpiter Feretrio con los despojos de sus enemigos y dio prueba de que un terrible general como Aníbal podía ser vencido por las armas. Ni aquel otro a quien su victoria sobre África le valió su famoso cognomen, Escipión, te supera. Ceda ante ti Antonio, sobresaliente ante el ejército cesáreo, ceda también, Augusto, tu querido Agripa, y el aguerrido Belisario, gloria célebre de la milicia bistonia. Tampoco es mayor la fama ni más extensa la virtud marcial del Gran Capitán Gonzalo, a quien Córdoba, gran madre de poetas, dio a luz’.
- 18 Men. Rh. 376-377, trad. de García García y Gutiérrez Calderón, 1996, p. 161.
29Los referentes sobrepujados por Alba son nueve grandes militares que desfilan en orden cronológico: griegos —Timoléon, Conón— y, sobre todo, romanos —M. Furio Camilo, M. Claudio Marcelo, Escipión el Africano, Marco Antonio y Agripa—, a los que se suma un general tracio —Flavio Belisario— para terminar con el pináculo de la historia militar hispana, Gonzalo Fernández de Córdoba. Entre las fórmulas introductorias encontramos las esperadas: non te uincit, non te superat, cedat o las estructuras comparativas. Este sobrepujamiento se corresponde con la «comparación más completa» que Menandro aconseja reservar para el final del elogio del soberano, «confrontando su principado con los principados anteriores, sin rebajar a aquellos —pues sería improcedente—, sino admirándolos y, a la vez, concediendo la perfección al actual»18.
30Desde el punto de vista histórico, los cuatro últimos referentes, Marco Antonio, Agripa, Belisario y Fernández de Córdoba, suman al común denominador de su condición de eminentes militares una idea medular que bajo diferentes formulaciones recorre el encomio calvetiano: la de que Alba ha sido para la monarquía hispana lo que sus precedentes fueron para César, Augusto, Justiniano y los Reyes Católicos.
- 19 Galán Sánchez, 1999, pp. 172-173.
31Pero desde el punto de vista retórico, los casos más interesantes son el de Claudio Marcelo y el de Fernández de Córdoba. El primero, porque ejemplifica lo que se ha llamado «sobrepujamiento del sobrepujamiento»19, es decir, un caso de sobrepujamiento ‘encabalgado’ que permite duplicar la excelencia del sujeto elogiado: el duque ha sobrepujado la gloria militar de Marcelo, quien, a su vez, fue capaz de sobrepujar la de un enemigo feroz como Aníbal. El segundo de estos casos se distingue porque el referente superado no pertenece a la Antigüedad, como es característico del sobrepujamiento “clásico”: (precedido por un ejemplo tardío del siglo vi, Belisario, que actúa de puente entre las dos épocas), Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515) es de solo dos generaciones anteriores a la de Alba. Resulta evidente que Calvete pretende sugerir a través de la autorizada boca de la bellica dea que el duque de Alba, casi como el más perfecto ejemplar en la evolución histórica del arte de la guerra, se ha hecho acreedor de disputarle a Fernández de Córdoba la distinción de Gran Capitán por antonomasia cara a la posteridad.
- 20 Cf. vv. 141-150: «Sed tu nobilium laudem, Fernande, parentum / Egregiumque decus, / Inclyte, iam su (...)
32Algo similar había ensayado ya antes Calvete en los versos que resumían el apartado preliminar del linaje glorioso de los de Alba: a partir del sobrepujamiento de Roma y de sus uiri illustres, el duque heredero del título acaba sobrepujando los timbres de todo su árbol genealógico20.
33Pero junto a estas fórmulas estereotipadas, a veces Calvete da testimonio de algún caso de sobrepujamiento menos obvio. Un ejemplo (vv. 459-465):
- 21 En los versos anteriores se ha aludido a varios césares romanos que se estrellaron ante las fronter (...)
Romanas tenuit uires rapidissimus amnis
Albis et imperii
Romani finis fuit. At non hic tua, Caesar,21
Signa furens tumidis
Vndis repressit: compescuit ille furores
Terribilesque minas
Ferdinandi tui ductoris iure supremi.
‘El Elba de arrebatadísima corriente al ímpetu de Roma puso freno y frontera al Imperio romano. En cambio, para tus banderas, César, este río enfurecido no fue obstáculo con sus henchidas aguas: amansó él su furia y sus terribles amenazas bajo el mandato de tu supremo general Fernando’.
34El sobrepujamiento, en este caso no formulado, se deduce fácilmente. Frente al fracaso de los grandes militares romanos mencionados antes —César, Druso o Trajano— en sus campañas militares de anexión de las tierras de Germania al imperio, el nuevo “César” Carlos V ha domeñado gracias al éxito militar de su lugarteniente «la furia del río Elba», metáfora fluvial —por sinécdoque— de toda la región. En el “argot” poético calvetiano la “furia” del río sajón que con insistencia se describe (rapidissimus, furens, tumidis undis, furores, terribiles minas) ha de interpretarse como el extravío de la herejía luterana que aquejaba a Germania: por tanto, bajo el velo alegórico, hay que leer una nueva alusión a la batalla de Mühlberg y a la derrota de la Liga de Esmalcalda, episodio en el que el encomiasta oficial de la Casa de Alba cifra el punto álgido de la gloria alcanzada por el III duque.
- 22 Menandro el rétor: «si podemos, mediante algún recurso, ocultar lo indecoroso […], haremos exactame (...)
35Como consumado panegirista, Calvete sabe que, tanto como enfatizar las virtudes de su elogiado, ha de omitir todo defecto o factor negativo que le ataña y sabe también que debe manejar con extrema precaución aquel material que, no siendo prescindible, pueda significar un demérito de la imagen que se pretende proyectar22.
36Nuestro poeta se vale en ocasiones de la paralipsis (παράλειψις) o praeteritio bajo la fórmula retórica Quid referam? (y sus variantes Quid memorem?, Quid dicam?) ‘¿Para qué detenerme a explicar?’, con dos funciones distintas. En su acepción más típica, usa este artificio retórico al final de una serie de factores de la misma especie para fingir que se omiten hechos considerados tan de común conocimiento que no necesitan volver a ser recordados (Quid proauum? Quid auum referam, quos ignea uirtus / Aurea in astra tulit?, 99-100, ‘¿Para qué referirme a tu bisabuelo, o a tu abuelo, a quienes su ardiente valía elevó hasta el dorado firmamento?’), hechos que, tras la fingida protesta en interrogación retórica, acaban siendo mencionados igualmente o incluso se narran con suficiente extensión (las gestas del abuelo del duque, por ejemplo, se detallan a continuación, vv. 101-140).
- 23 El otro ejemplo ocurre en los vv. 447-450.
37Pero ahora me interesa más el uso de esta fórmula retórica con una función distinta, la de no profundizar en hechos que puedan devenir en desdoro de una persona elogiable. Calvete hace uso de este recurso en dos ocasiones, ambas referidas a fracasos militares de Carlos V. Veamos uno de estos casos (vv. 523-532)23:
Quid Metim referam et saeui discrimina belli
Pestiferamque luem?
Hybernasque niues Rhenumque pigro atque Mosellam
Diriguisse gelu?
Pro Gallis pugnasse famem pestesque furentes
Eumenidasque feras
Castra cadaueribus foedasse; infecta uenenis
Cuncta fuere nigris;
Ista coegerunt, ut solueret obsidionem
Carolus armipotens.
‘¿A qué mencionar Metz y las vicisitudes de la cruel guerra y el estrago que acarreó la peste? ¿o las nieves de aquel invierno y cómo el Rin y el Mosela quedaron congelados bajo una espesa capa de hielo? A favor de los franceses luchó entonces el hambre y las enfermedades, que con toda la crudeza de unas feroces Euménides sembraron de cadáveres infectados de negro veneno todo el real. Tal panorama obligó al guerrero Carlos a levantar el cerco a la ciudad’.
38Aunque la retirada del ejército imperial en Metz (1553) se intenta aminorar —por la inoportunidad de un invierno en exceso riguroso y una hambruna que diezmó a los hombres—, la fórmula retórica quid referam? permite al poeta pasar de largo rápidamente por este vergonzoso episodio. Además no es casual que Calvete ponga este sonado fracaso militar exclusivamente en la cuenta del emperador, mientras que siempre que repasa las hazañas de Carlos V recalca la idea de que sus éxitos militares son siempre cosa de dos: acabamos de comprobarlo en el caso de su triunfo sobre la Liga de Esmalcalda (vv. 459-465; cf. vv. 353-364 y 407-420).
39Pero todavía más significativo es cuando Calvete pasa de puntillas o incluso ignora los asuntos más espinosos de la biografía de Alba. El panegirista silencia todos los aspectos negativos de la actuación militar o política del duque, en especial durante su controvertida etapa en Flandes. No hay referencias a las causas políticas y religiosas que motivaron el alzamiento de los holandeses. No hay alusión clara a la constitución del Tribunal de Tumultos, el triste «Tribunal de la Sangre» que le valió el apelativo de Duque de Hierro. No se mencionan otros factores de descontento como la imposición de gravámenes fiscales. Calvete, en consonancia con la tesis del propio Alba, simplifica todo el conflicto en un caso de rebelión de los vasallos contra su legítimo señor, con lo que de algún modo justifica la crudeza en la aplicación del correctivo, cuya responsabilidad, aun así, desvía, siempre que puede, de la persona del duque. Claro testimonio de este modo de proceder es el escueto pasaje donde se alude a la polémica ejecución de los condes Egmont y Horn sin siquiera mencionar sus nombres (vv. 809-815):
Interea iussu Regis summique Senatus
Iudicio proceres,
Quos maiestatem iam constabat minuisse,
Arcibus ex ualidis
Bruxellas subito ducti ante domum iugulantur
Regiam et ante oculos
Spectanti populi...
‘Entretanto por orden del rey y por veredicto del Supremo Tribunal los nobles, de los que ya se había probado que eran culpables de lesa majestad, trasladados urgentemente a Bruselas desde sus seguras prisiones, son ajusticiados delante del palacio del gobernador y ante la expectación del pueblo’.
40Calvete se cuida mucho de imputarle a Alba estas sumarias ejecuciones, sobre las que se asentó la fama de su crueldad, y delega en Felipe II la responsabilidad de tan polémica resolución (iussu Regis), si bien atenuada —un tanto incoherentemente— con la expresión «por veredicto del Supremo Tribunal». Además, el poeta encaja este pasaje entre una alusión al duelo por la muerte y entierro del duque de Arenberg, ejemplo de noble flamenco leal al rey (vv. 797-808), cuyo sacrificio en batalla se ha narrado previamente (vv. 783-796), y el conocimiento de esta triste noticia por Alba (vv. 815-820). Con una presentación de los hechos tan manipulada, el ejemplar escarmiento de los anónimos nobles rebeldes parece de justicia.
- 24 Menandro el rétor, 372 y 377, pp. 155 y 161.
41Para terminar me referiré a un elaborado caso de quíntuple sobrepujamiento que Calvete emplea como magnífico cierre retórico de la primera mitad de su obra, justo antes de embarcarse en la ‘crónica de Flandes’. Estructuralmente, pues, se corresponde con el otro gran sobrepujamiento del poema, el de los nueve militares que le servía para clausurar el poema en su totalidad (uid. supra): entonces era Minerva, ahora es Pietas la deidad titular a quien se asocia el recurso retórico, en ambos casos en clave profética de la gloria futura del duque. Y aunque ahora son solo cinco los exempla sobrepujados, los 27 versos que ocupan (vv. 644-671) superan con creces los 17 versos del sobrepujamiento de Minerva, lo que da idea de su desarrollo e importancia. Y si aquel otro fungía como comparación globalizadora por su carácter conclusivo, este sobrepujamiento interno es parcial, es decir, aquí se compara piedad con piedad, tal y como aconsejaba Menandro para esta situación («siempre comparando naturaleza con naturaleza, crianza con crianza, educación con educación, y cosas así, aduciendo también ejemplos de emperadores romanos o de generales o de los griegos más ilustres» y «estas comparaciones serán parciales, por ejemplo, educación con educación, templanza con templanza»24). Por último, este pasaje tiene la particularidad de mostrar tanto como aquello que oculta. Veámoslo.
42Tras una breve alocución en estilo directo de Pietas, que augura el éxito militar del duque en pago a su probada devoción (vv. 634-640), se añade a continuación (vv. 641-644):
Hoc inquit Pietas, iussit, Romamque fatetur
Perpetuoque feret
Ereptam a flamma, ferro, stupro atque rapina
Relligione tua,
‘Esto dice la Piedad y así lo ordenó; y afirma y siempre dirá que Roma ha sido librada de las llamas, de la espada, de la violencia y del saqueo gracias a tu religiosidad’.
43Se acomete entonces el sobrepujamiento por parte del duque (uincis, cedit, excellis, superas, praestas) de cinco famosos casos de pietas de la historia antigua desarrollados cada uno con cierta extensión. Pero lo que resulta de lo más inusitado es que en esta ocasión los personajes sobrepujados son presentados por el poeta de manera totalmente anónima, lo cual juega en contra del efecto de inmediatez que persigue el sobrepujamiento como recurso de ponderación retórica. Caso a caso, los exempla se suceden mediante perífrasis con las que se oculta el nombre del protagonista, casi a modo de adivinanzas para lectores eruditos. Así sigue el texto (vv. 645-674):
Qua Persas uincis numero qui mille citarum
Nauium in Ortygiam
Compulsi admouere manus, tunc religiosas
Fatidici potius
Diuitiis templo Phoebi insigni atque rapaces
- 25 Durante la I Guerra Médica Datis, comandante de la flota persa, excepcionalmente respetó el carácte (...)
‘(gracias a tu religiosidad), con la que vences a los persas que, llegados a la isla de Ortigia a bordo de mil veloces naves, dirigieron sus manos al templo del oracular Febo, famoso por sus riquezas, más en un gesto de devoción que de saqueo’25.
Quaque tibi egregius
Et fortis cedit consul qui templa seorsum
Admonitus posuit
Vrbe Syracusis capta Virtuti et Honori,
- 26 M. Claudio Marcelo, cónsul del 222 a.C. y conquistador de Siracusa durante la II Guerra Púnica. Sob (...)
‘y ante la que cede el ilustre y valiente cónsul que, tras rendir Siracusa, levantó en la ciudad, en atención a los consejos recibidos, no uno sino sendos templos a la Virtud y al Honor’26.
Qua quoque pacificum
Excellis regem qui prudenter simulabat
Cum Aegeria esse dea
Congressus sibi nocturnos ut pectora gentis
Belligerae atque animos
Imbueret pietate feros;…
- 27 Numa Pompilio, el civilizador segundo rey de Roma, tras el guerrero Rómulo (Plvt. Num. 4 y 8, y Liv(...)
‘y con la que también destacas por encima de aquel rey pacífico que sabiamente fingía celebrar reuniones nocturnas con la diosa Egeria para inocular la piedad en los fieros corazones de su pueblo, tan propenso a la guerra…’27.
… superasque potenti
Exulem ab urbe ducem
Qui precibus matris flecti uxorisque moueri
Vix potuit lachrymis
Ne patriae uastaret agros, ne euerteret urbem
Quae genuisset eum.
- 28 Sobre C. Marcio Coriolano, véase Plvt. Cor. 33-36.
‘… y con la que superas al general a quien, exiliado de su poderosa ciudad, a duras penas pudieron doblegar las súplicas de su madre y disuadir las lágrimas de su esposa para que no devastara los campos de su patria ni destruyera la ciudad que le había dado el ser’28.
Denique qua praestas iuuenem qui ex caede parentem
Indomita rapuit
Peneque confectum in pugna iam uulnere multo
Fortiter ex acie
Pugnando hostili eduxit duplicemque coronam
Consulis atque patris
Seruati meruit. Romana cadauera ripis
Signaque multa suis
Ticinus capta et galeas abiectaque scuta
Vidit et ingemuit.
- 29 Famosa primera gesta de Publio Cornelio Escipión en la batalla de Tesino (218 a.C.) durante la II G (...)
‘y, en fin, (piedad) con la que aventajas al joven que a su padre arrebató de una horrible muerte al sacarlo luchando con bravura de entre las filas enemigas ya casi exánime por sus muchas heridas en la batalla y que por ello se hizo merecedor del doble mérito de una corona cívica y de haber salvado a su padre, un cónsul. Lloró el Ticino al ver en sus riberas tantos cadáveres de romanos, cautivas las banderas, abandonados los escudos y morriones’29.
44Pero casi tan significativo como este quíntuple sobrepujamiento desprovisto de nombres propios es lo que subyace en el contexto en el que se integra.
45Calvete, justo antes de empezar a narrar el capítulo biográfico de Alba que le granjeara su fama de “carnicero de Flandes”, enfatiza mediante este llamativo sobrepujamiento un episodio de la vida del duque que le sirve para intentar neutralizar, sin aludir a ella, la ignominia que ya empezaba a perseguirle. En un extenso pasaje de un centenar de versos (vv. 572-674) el poeta destaca la campaña del duque en Italia (años 1555-1557), a donde llega como capitán general, gobernador de Milán y virrey de Nápoles, inusitada suma de cargos que no se le escapa al encomiasta (vv. 583-591). Al poco de su llegada Alba ha de combatir el frente aliado del recién elegido papa Paulo V, obcecado enemigo de los Austrias, y Enrique II de Francia, unidos en su afán de mermar la influencia hispana ante sus fronteras. Lo que interesa a Calvete es que este nuevo frente le brinda la oportunidad de sacar a relucir la piedad católica de Alba. En esta sección se insiste hasta en tres ocasiones en la clemencia hacia la ciudad del Vaticano por parte del duque —mencionado ahora expresamente (Dux Albanus, duci Fernando)—, clemencia que supera los cinco ejemplos de pietas de la Antigüedad. La intención subyacente no puede ser otra que la de contrarrestar el baldón de inmisericorde crueldad de Alba. Vv. 602-619:
… et Ausoniam
Vrbem cepisset, nisi relligione retentus
Parcere purpureis
Patribus et populo sanctum duxisset et urbe
Abstinuisse manus
Ne templa atque aras miles uiolaret auarus
Diriperetue domos
Romulidum, aut fana expilaret neue repleret
Tristia caede fora.
Sic Dux Albanus patres ciuesque nefandis
Caedibus eripuit.
Sic delubra deum seruauit ditia donis
Atque sacra coluit
Aedes. Sic habita est Paulo reuerentia Quarto
Pontifici, ut decuit,
Maximo et haec pietas casurum tempore nullo
Sancta Duci tribuit
Fernando nomen…
‘… y hubiese tomado la ciudad ausonia (Roma), a no ser porque, refrenado por su piedad, consideró su deber sagrado perdonar a los padres purpurados y al pueblo y apartar sus manos de la Ciudad, no fuera que la avaricia de la soldadesca violara iglesias y altares, saqueara las residencias de los ciudadanos romanos, se diera al pillaje de los lugares sagrados o encharcara lamentablemente los foros con sangre derramada. Así el duque de Alba libró a los cardenales y a los ciudadanos de caer víctimas de nefandos crímenes. Así mantuvo a salvo los templos ricos de ofrendas y respetó las dependencias de la Santa Sede. Así con el debido respeto fue tratada la santidad del sumo pontífice Paulo IV y esta escrupulosa piedad le granjeó un renombre al duque Fernando que no decaerá jamás en el tiempo…’.
- 30 Por muerte del duque de Borbón durante el primer día de asalto, la autoridad militar pasó a Filiber (...)
- 31 El poeta repite la idea en los vv. 625-632: «… At cum Toletus posset capere urbem, / Sponte sua in (...)
46En todo este pasaje se transparenta un segundo término de comparación tan oculto como el nombre de los píos protagonistas del quíntuple sobrepujamiento que a continuación acometerá: el telón de fondo que subyace es el saco de Roma por las tropas imperiales de Carlos V en 1527, durante el que tuvieron protagonismo otro papa antiespañol, Clemente VII, y el Príncipe de Orange, lugarteniente del emperador durante el saqueo y antepasado del acérrimo enemigo homónimo de Alba30. De tan subrepticia pero insistente manera31, el poeta instala en la mente del lector dos ideas: por un lado, la extrema devoción católica del duque, incompatible con la comisión de los horribles crímenes de que se le acusaba en Flandes, y, por el otro, la idea de que el verdadero sobrepujamiento de Alba, más allá de los cinco casos de extrema piedad del pasado, no es otro que el del propio emperador y el del Príncipe de Orange, título que tanto contribuyó a diseminar la fama de inmisericordia del duque. El mismo afán que debía localizar los nombres ocultos de los píos generales de la Antigüedad, establecería sin duda las oportunas conexiones entre el lastimero saco de Roma de 1527 y el piadoso perdón de Roma en 1557.
47El historiador y poeta Calvete de Estrella redactó en 1573 su Ad… Albae ducem Encomium a instancias de la duquesa de Alba, que lo quería como regalo de bienvenida para su esposo tras su decepcionante misión en Flandes. Olvidado este poema desde su publicación y a pesar de la edición que intentó rescatarlo a mediados del siglo pasado, interesa por ser cauce directo de expresión de la política oficial de la Casa de Alba en el momento de tan importantes acontecimientos.
48Además, frente al famoso encomio del duque contenido en la Égloga II de Garcilaso, escrita en 1534 para un joven soldado con la vida por delante, el de Calvete, cuarenta años más tarde, puede ya ocuparse de la biografía casi completa del Gran Duque. Se trata ahora de un encomio prestigiado por su redacción en latín a la usanza clásica, que se mueve entre el rendido homenaje propio de este tipo de obras y, lo que lo hace más valioso desde el punto de vista histórico, la soterrada intención de resarcimiento de la vapuleada fama del duque.
49En mi opinión, el encargo de la obra surge como reacción a una corriente de opinión que desde el corazón de Europa irradiaba un sentimiento de aborrecimiento del duque de Alba por su cruda gestión del gobierno de Flandes, visceral odio que supieron fomentar los ideólogos de la Leyenda Negra con la publicación de libelos y pasquines. Contra estos, mediante diversas estrategias retóricas propias del género encomiástico, como el sobrepujamiento de antiguos paradigmas de piedad y de arte militar o como la ocultación o disimulo de los rasgos negativos, Calvete, abanderado de la Casa de Alba, se las ingenia para trazar un favorecido retrato de cuerpo entero del Gran Duque de Alba, a caballo entre la apología y el desagravio.