Navegación – Mapa del sitio

InicioNuméros130Juan Rodríguez de León el Indiano...

Juan Rodríguez de León el Indiano La Perla, vida de santa Margarita virgen y mártir. Edición y estudio

Marc Vitse
p. 15-73

Resúmenes

Análisis y edición muy anotada del sermón pronunciado en 1629 por Juan Rodríguez de León en el convento de las Descalzas Reales en Madrid, en el marco más amplio de una política de promoción de la “santidad” la familia real de los Habsburgo de España.

Inicio de página

Dedicatoria

In memoriam Francis Cerdan, a quien debo el conocimiento de este texto.

Notas de la redacción

Article reçu pour publication le 15 avril 2017; accepté le 5 mai 2017

Texto completo

Juan Rodríguez de León

  • 1 Sobre la vida, familia e itinerario de Juan Rodríguez de León, el estudio más completo y moderno es (...)
  • 2 Lo edita Torre Villar, 1996, pp. 73-106, utilizando la impresión de 1615, recogida en el volumen 79 (...)
  • 3 Juan de Palafox, futuro obispo de Puebla de los Ángeles e inspirador o, mejor dicho, director de la (...)
  • 4 Citado por Torre Villar, 1996, p. 53.

1Juan Rodríguez de León Pinelo nace en Lisboa en 1590 y muere en Puebla de los Ángeles (Tlaxcala) en 16441. Es el primogénito de una familia conversa que por ambas líneas, paterna y materna, descendía de judíos portugueses, algunos de ellos procesados y ejecutados por orden de la Inquisición. Para huir de tales persecuciones, su padre, joven y emprendedor comerciante, decide trasladarse a América, donde llega en 1594. Diez años después, con una licencia obtenida gracias a una falsa «información» según la cual eran todos ellos cristianos viejos, se reúnen con él varios miembros de su familia, que se instalan primero en Córdoba de Tucumán, y luego en Chuquisaca (Charcas). Pueden así Juan y sus hermanos Antonio (futuro cronista real de Indias y autor de los Anales de Madrid) y Diego (futuro protector general de indios y rector de la universidad de San Marcos) estudiar en la cercana universidad de Lima, en donde residen los tres a partir de 1612. Juan, por su parte, se inclina por la carrera eclesiástica, y pronto llega a ser orador sagrado de gran fama. Ya en 1615, como capellán de monjas en el limeño convento de la Encarnación, pronuncia el sermón de la fiesta de la Inmaculada Concepción ante el virrey, el príncipe de Esquilache, quien prohíja la publicación del mismo2. Juan desempeña luego varios cargos en varias ciudades del Perú. En 1622, obtiene la carta de naturaleza que le hace «natural de Indias», con todos los privilegios correspondientes. Pero, en espera siempre de mejores horizontes, pasa, en 1627, a España y se fija en Madrid, donde ya se encuentra, desde hace más de diez años, su hermano Antonio. Allí conoce a Lope de Vega, Juan Ruiz de Alarcón, José de Valdivielso, Tamayo de Vargas, fray Hortensio Paravicino…, y se relaciona con personajes influyentes como Lorenzo Ramírez de Arellano o Juan de Palafox3. Todo lo cual le permite obtener, en 1632, una plaza de prebendado en la diócesis de Puebla, donde vivirá, desde 1633 hasta su muerte, como canónigo de la iglesia catedral y más que nunca afamado predicador, siendo «nuevo Demóstenes, […] que debía parangonarse con los Hortensios y los Vieiras lusitanos»4.

Reales descalzas

  • 5 El propio Quevedo, en la Advertencia de su vida del apóstol san Pablo (La caída para levantarse), r (...)
  • 6 Cerdan, 1994, pp. 144-147.
  • 7 Sánchez Hernández, 1997, pp. 73-83.

2Es precisamente esta fama5 la que, en su paréntesis madrileño de 1627-1633, le mereció el honor de ser escuchado por Felipe IV y varios de los Consejos, y el honor también de predicar bastantes veces en el convento de las Descalzas Reales6, en aquel entonces institución religiosa muy relacionada, por los principios y por la realidad de su sistema de reclutamiento, con las más altas esferas del mundo de la corte7.

3De ahí, sin lugar a dudas, la presencia, en el texto que editamos, de constantes referencias a personas de la familia real. Es la primera de ellas sor Margarita de la Cruz, a veces llamada la «Infanta de las Descalzas», a quien va dedicado por Juan Rodríguez de León su

bosquejo de la santa de quien —le dice— V. A. imita la vida y ostenta el nombre, viviendo en retiros de clausura angélica y obediencia religiosa, que afianzan reino celestial con despreciarle humano, aspirando a eterna corona con dejar la temporal.

4Hija del emperador Maximiliano II y de María de Austria, sor Margarita de la Cruz era un personaje lo suficientemente célebre en la época como para que Gracián la cite dos veces en sus obras. Como ocasión, primero, de una «agudeza por ponderación misteriosa» debida al padre Agustín de Castro:

[…] fue su asunto la mayor acción de la señora infanta sor Margarita de la Cruz, religiosa princesa, que no se contentó con desnudar su cabeza de tantas reales coronas como la codiciaron, pero la despojó de sus mismos cabellos, corona natural de su rara hermosura, y desta suerte, con ambiciones de esclava de su Dios, se le ofreció delante de un crucifijo; correspondió a tan agradable víctima el celestial Esposo con un favor augusto, inclinándole su espinada cabeza (Agudeza y arte de ingenio, pp. 265-266).

5Y como ejemplo de valentía, luego, en el capítulo de El Criticón titulado «Las armerías del valor» (apartado «Belleza triunfante»):

  • 8 El Criticón, pp. 773-774. Pasaron a ser serafines en la religión de ellos: ‘se hicieron monjas en l (...)

¿Quieres ver la mayor valentía del mundo? Llega y mira esas joyas, esas galas, esa bizarría pisada y hollada en ese duro suelo. […] esto fue triunfar de un mundo entero y retirarse al cielo la más aplaudida belleza de una serenísima señora infanta, sor Margarita de la Cruz, seguida después de sor Dorotea, gloria mayor de Austria, que dejando de ser ángeles pasaron a ser serafines en la religión de ellos8.

6Con esta «religiosa princesa», con este «serafín» que «se retiró a los cetros y a coronas» (§ 33), convivía además en el real convento regio «la cristianísima emperatriz María su madre» (§ 8), dos veces citada en La Perla como capaz de posponer las justas aficiones de su terrenal maternidad a las santas obligaciones de su celestial religiosidad:

Notable es el ejemplo de la majestad de la imperatriz María que, habiendo deseado muchos años ver a su hijo el archiduque Maximiliano, cuando en hábito de peregrino llegó con notable novedad a Madrid pidiéndole licencia desde la casa del embajador de Alemania para ir luego a las Descalzas a besar la mano a su Majestad, respondió que, en pasando viernes y sábado, en que había de confesar y recibir la comunión, fuese a verla. Glorioso sufrimiento, celestial retiro, que no consintió tan justo estorbo cuando era del alma lo que suspendía su ocupación (§ 12).

7Pero no constituyen estos dos personajes imperiales el principal centro de la atención monárquica de nuestro predicador. Lo ocupa, indiscutiblemente, la reina Margarita de Austria, a quien Gracián solía llamar «la Margarita de las reinas» (Agudeza y arte de ingenio, p. 402 y 472) y a la que celebró repetidamente a lo largo de su obra:

Nuestra inestimable reina y señora doña Margarita de Austria, riqueza mayor de España, cuya santa memoria está siempre fresca en el continuo llanto, hizo más santo a su esposo, y llenó el mundo de católica sucesión de Atlantes de la Fe, de columnas de la religión, de soles de la cristiandad (El político don Fernando el Católico, p. 65).

[…] porque si Alemania enriqueció a España más con sola una tan preciosa Margarita que entrambas Indias con sus flotas y riquezas […] (Agudeza y arte de ingenio, p. 251).

Los sucesos modernos sublimes, y más si reales, aplicados a la ocasión son plausibles. Fuelo aquél de la heroica en todo, virtud, valor, prudencia, nuestra gran reina señora doña Margarita de Austria […] (Agudeza y arte de ingenio, p. 494).

Con esta otra voló a la esfera de la inmortalidad la más preciosa y más fecunda Margarita (El Criticón, p. 691).

  • 9 Según el título de la Vida de santa Margarita Antiochena, de Francisco Carrillo de Córdoba, publica (...)

8Más insistente aún es Juan Rodríguez de León, que, directa o indirectamente, alude unas siete veces a la esposa de Felipe III en los escasos 22 folios de nuestro sermón hagiográfico (§ 1, 3, 5, 12, 16, 30, 32). Contrariamente, pues, a lo que deja creer José de Valdivielso en su Aprobación («Trata incidentemente de otra, la reina doña Margarita de Austria, nuestra señora […]»), no es casual sino fundamental y estructural la atención que le presta el hagiógrafo. Porque lo que construye esa red de alusiones es, poco a poco, la figura de una auténtica santa. Su nombre, ya, es el de la santa cuya vida se nos cuenta (§ 1); el nacimiento «misterioso» de esa «perla del río Mora», el mismo día de Navidad, la equipara metafóricamente con el Dios niño, «como si afectara hacerle lugar entre las aguas de la celebridad y quisiera que mezclaran lágrimas las dos infancias y juntaran nacimientos las dos niñeces» (§ 3); a los doce años, celebra con tanta intensidad de devoción la fiesta de Pentecostés, que se convierte en morada de Dios, «con señales de haber entrado el Espíritu Santo en su alma como si pudiera añadir número a los que le recibieron en el Cenáculo» (§ 5); su fascinada meditación al contemplar una «pintura misteriosa» que representa las dos escalas del bivio cristiano —la que conduce al cielo y la que lleva al infierno— revela la extrema escrupulosidad de un alma humildemente angustiada por la consideración de sus postrimerías (§ 12); su declarado ideal es el del martirio («era mártir de voluntad, quisiera que fuera posible morir por la fe. […] Altos elogios merece una reina de España que halló camino para ser mártir, y entre los halagos de reinar admitió los deseos de padecer, porque esta circunstancia de su fe aumentase los quilates de su valor», § 16) y la profética pronosticación de su óbito a causa de un parto confirma esa aspiración martirial a la muerte («Felice majestad la que salió al encuentro de la muerte […]», § 30); sus obras, finalmente —la decisión de fundar el convento de la Encarnación— la hacen merecedora de la gloria inmortal que acaba conquistando la ejemplar heroicidad de la Margarita antioquena9 («Gloriosa se viera la santa reina Margarita aun con sola alguna obra suya», § 32).

9La finalidad de tanta acumulación de reales hazañas parece obvia: tanto como la recreación imaginaria de la vida de la Margarita paleocristiana, La Perla revela ser un alegato en defensa de la santidad de una reina que el autor designa cuatro veces con la expresión «la santa reina Margarita» (§ 12, 16, 30, 32). Y todo conduce a reinscribir la obra de Juan Rodríguez de León en el notable movimiento de santificación de la esposa de Felipe III que se inició, probablemente, a raíz de la temprana y para algunos sospechosa defunción de una reina que tanto se había opuesto a los abusos del duque de Lerma y de Rodrigo Calderón. Es lo que nos recuerda su última biógrafa:

  • 10 Pérez Martín, 1961, p. 171.

El pueblo no deja de compartir el dolor del Rey, siendo incontables los testimonios de la impresión que recorrió toda España. Todas sus iglesias celebraron funerales por doña Margarita; los sermones, sentidísimos, llegaban envueltos de devoción y cariño a la Reina difunta. Se celebraba su santidad, que revestía una característica primordial para el pueblo: amaba la justicia, luchó y murió por ella, mártir de la justicia10.

10Y es lo que confirma un moderno editor de los Anales de Madrid de Antonio de León Pinelo:

  • 11 Martorell Téllez-Girón, 1931, p. 297, n. 17.

Las bondades de esta Reina piadosísima hubieron de encajar perfectamente en la persona del religioso monarca Felipe III, y fueron tantas sus virtudes, que hasta se escribió acerca de la posibilidad de que hubiera muerto mártir de Jesucristo. En la BNM existe un ms. en que se estudia la posibilidad y aun se termina afirmándolo. Siendo el ms. de finales del siglo xvii, cabe preguntar: ¿cuándo se forjó esta idea? ¿A raíz de su muerte? ¿Es en ese caso el testimonio que ha llegado a nuestros días copia de otros más antiguos, o se trata de una opinión nacida varios años después? Esto es lo que me parece más verosímil11.

Beata stirps

  • 12 Véase el capítulo 4 («“Beata stirps”: sainteté et lignage en Occident aux xiiie et xive siècles», p (...)

11Más allá, sin embargo, de la exacta realidad de ese intento de promoción canonizadora, lo que manifiesta nuestro texto, con su focalización persistente en la familia real y a través de unas alusiones complementarias a la noble priora primera de las Descalzas —«doña Juana de Borja, después de la Cruz» (§ 9)— o al generoso donante de las reliquias de santa Margarita —el «emperador Matías» (§ 33)—, lo que manifiesta, pues, nuestro texto es la radical dimensión aristocrática de la santidad en él celebrada o con él promocionada. Santas reconocidas de la primera edad cristiana o santas por reconocer de la edad moderna: unas y otras son nobles, todas se conciben según el esquema de la beata stirps que tanto éxito encontró en las construcciones hagiográficas de los últimos siglos de la Edad Media12.

  • 13 Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, p. 118a y p. 120a.
  • 14 Ibid., p. 330a.

12Esquema este de puntual aplicación, en La Perla, en lo que se refiere a la familia real —la emperatriz María, la infanta Margarita y la reina Margarita, sin olvidar a la reina Isabel de Borbón, mujer de Felipe IV y no por casualidad única beneficiaria designada en el texto de los poderes tocológicos que la «devoción popular» atribuía a la mártir de Antioquía. Pero esquema que, mutatis mutandis, sigue informando la genealogía y la axiología de las santas —las oficializadas y la(s) por oficializar— que pululan en las páginas de La Perla. Fue Flora, «mártir española», «engendrada de unos padres puros y nobles» (§ 3, texto de san Eulogio); era Inés, objeto de frecuente comparación con nuestra Margarita (§ 4, 15, 22), «un alma bien nacida» (§ 7), capaz de obrar «con inclinación propia sin esperar solicitud ajena» (§ 7), por pertenecer a una «familia de la alta nobleza» y tener «ilustre condición social»13; asimismo Julita mártir (§ 16, 25) se ve calificada en La leyenda dorada de «ilustrísima matrona»14. Y si añadimos a esta rápida recolección los símiles establecidos con nobles figuras de la Antigüedad pagana —Ciro II el Grande (§ 5); una doncella romana (§ 16)— comprobamos que todos estos personajes ilustran sin excepción el adagio de que «bon sang ne saurait mentir».

13De cuya verdad es ejemplo antonomástico nuestra Margarita antioquena. Nace de padre (Edisio) «tanto por su nobleza como por su dignidad venerado» (§ 3); su madre es «noble matrona» (§ 3); como las «vírgenes más nobles» de su tierra, «fuese candidez del siglo o disimulación de la nobleza», se hace, nueva Raquel, «hermosa pastora» (8). Pero, más que todo, son origen de su definitiva nominación cristiana, al cabo de un excepcional proceso de selección onomástica, las dos prendas aristocráticas por excelencia de la hermosura y del valor:

[…] esta santa que, dice Surio, llamaron Marina, aunque afirma Vincencio que fue Reina su nombre, cuando le da la Iglesia el de Margarita porque le alcanzó su hermosura y le mereció su valor (§ 4).

  • 15 El texto establece explícitamente la relación entre constancia-valor y nobleza: «Porque soy noble, (...)

14Sobre el primer elemento generador de esta denominación eclesiástica —la hermosura— tendremos ocasión de volver más lejos. Tan solo destaquemos, de momento, algunas de las equivalencias textuales del segundo término —el valor—, de tan rica polivalencia semántica. Fuera, en efecto, de su empleo en la explotación sistemática de la cadena metafórica proporcionada por el mundo de la joyería (la gradual valoración de los quilates que ordenan la estructura misma del relato), la palabra valor, que desde un principio (§ 4 y 7) designaba la fuente de las hazañas virtuosas de la santa, se ve sustituida, sobre todo a partir del fatídico encuentro con el prefecto Olibrio, por una serie de sinónimos cargados de significación. Así, el valor de Margarita es «valentía» (§ 5, 6, 16, 21); es «constancia» (título del Quilate V, § 13, 23)15; es «denuedo» (§ 16); es «ánimo» (título del Quilate VI, § 13, 16); es «fortaleza» (título del Quilate X, § 16, 17, 25).

15De peculiar interés es este último vocablo, objeto de una doble y reveladora adjetivación. Se asocia, primero, con el «varonil principio» que presidió la «formación» de la mujer (su creación a partir de la materia costal del hombre) y convierte a esta, en fin de cuentas, en una persona que «sabe […] ser varonil por la fe y arrebatarse la corona en certamen», ofreciéndose «al tormento, a las llamas y a la espada con singular valentía y con denuedo glorioso» (§ 16). Y recibe luego esta fortaleza el calificativo de «angélica», cuando, ya en el suplicio segundo del fuego, Margarita se muestra «entre las llamas traslado del joven paraninfo del horno de Babilonia» (§ 25). De modo que la sangre que corre por las venas de la hija de Edisio no es solamente condición para que, como mujer y «delicado sujeto», tenga una «naturaleza tal vez no frágil», según pondera el propio Tertuliano, de tan conocida misoginia; también es requisito para que alcance un heroísmo varonil (§ 16) y ostente una angelical fortitudo (§ 25), hasta que, último grado en la escala santificadora, su ánimo, en el momento de la degollación (§ 27), se pueda equiparar con el ánimo del mismo Cristo en el Monte de los Olivos y pueda comulgar con él:

Aquel sudor de Cristo en las agonías del huerto, dijo Isidoro Clario que había sido por representársele al Salvador los martirios de las tiernas doncellas que habían de morir por la fe, admitiendo Cristo en sí mismo los temores que todas podían tener para darles el ánimo con que Él había de morir. Será consideración piadosa sospechar que, entre tantas, considera el Salvador a Margarita orando y trocó con ella el valor padeciendo, para que Margarita tuviese corazón de Dios en el martirio (§ 27).

  • 16 Fórmula (san Jerónimo, Epistulae, 108, 1) citada por Vauchez, 1999, p. 74, n. 21.

16Nobilis genere ... sed nobilior secundum Deum16: tal es, en efecto, la fórmula que, con plena vigencia todavía en el siglo xvii, define con la máxima exactitud la santa aristocrática cuya vida ejemplar propone Juan Rodríguez de León a los cortesanos castellanos y a los cristianos españoles de finales del tercer decenio de la centuria. Dicha fórmula no manifiesta solamente la «calidad» nobiliaria de la raíz humana de esta santidad, de corte a la vez muy medieval y muy seiscentista; nos descubre también —y como «misteriosamente» diría el autor— el necesario camino que conduce del nobilis al nobilior, la imperativa transmutación que convierte la efímera excelencia de la sangre natural en la duradera perfección de la «sangre celestial» (§ 9).

  • 17 Ver § 5: «endiosada» (‘embebecida devotamente’) está Margarita de Austria el día de Pentecostés; §1 (...)

17Por supuesto, nos encontramos aquí, con este paso de lo humano a lo divino, con este proceso de «endiosamiento», por emplear una de las palabras preferidas por nuestro autor17, ante un esquema hagiográfico de los más comunes y corrientes. Pero no por ser trivial deja de constituir el esquema informante o estructurante de la totalidad del edificio hagiográfico construido por el hagiógrafo, o sea, el de una via sanctificationis en doce estaciones que articulan las diversas fases de una sistemática, polimorfa y cada vez más intensa desnaturación de signo siempre positivo. Vayamos por partes.

Familia y patria

  • 18 Un ejemplo más de parentesco ficticio, en este caso espiritual y liberador: véase sobre la noción d (...)

18Nace Margarita con padres y en la ciudad. Muy poco tiempo después, sin embargo, su madre desaparece y del siglo la aleja su padre, que la confía a un ama de campo. La ruptura es total: a la pagana madre natural la sustituye una cristiana madre espiritual que la conduce al bautismo (§ 6); al «falso culto» (§ 3) cuyo patriarca era su padre lo reemplaza la «verdad» de la religión católica (§ 6); a los «peligros de la corte» los suplen «los cuidados de la sencillez» (§ 6). Margarita, podemos decir, ha nacido de nuevo. Deshechos los vínculos del primitivo parentesco biológico (sin «padre, ni madre, ni linaje», § 8)18, su familia segunda es objeto de una elección libre y liberadora:

Margarita, ya solo a Dios dedicada, viéndose desamparar de los que tenía en la tierra, había buscado padres en el cielo (§ 8).

19Y porque «cada uno parece nacido adonde ha pretendido ser ciudadano» (§ 5), ya no es la patria de Margarita la «gran corte de Siria» (§ 1), sino la amena soledad del campo; ella no quiere ya ser natural de la tierra, sino llegar a «natural de la ciudad que vio san Juan» (§ 32).

  • 19 Un itinerario que, desde el punto de vista geográfico, es el de una apocatástasis (o retorno al pun (...)

20Tal es, someramente esbozado, el itinerario19 que, a partir de su orfandad inicial («huérfana del amparo natural», § 6), tendrá que recorrer la santa, siendo su historia la de una progresiva desnaturalización, es decir, en el sentido jurídico de la palabra, la de un cambio de carta de naturaleza, desde su pertenencia primera a la terrenal ciudad del mundo hasta su adscripción segunda a la ciudad celestial de Dios.

Cuerpo y alma

21Aspecto fundamental de este proceso de expatriación sublimadora (en el sentido retórico, psicológico y químico del adjetivo), es, evidentemente, el gradual e implacable establecimiento de la etérea «monarquía del alma» celeste sobre la carnal corporeidad del ser humano.

22Se anuncia ya en la excepcional disyunción que, tanto en Margarita como en su copia monárquica, existe entre edad del cuerpo y discreta precocidad devocional. En aquella, que en «crepúsculos de edad» recibe «anticipado el rocío de la gracia», la santidad parece «de más años» que la propia santa (§ 7); mientras que en la futura reina de España, como ya vimos, se dan, en sus escasos doce años, unos favores especiales del Espíritu Santo, que le merecerían ser copartícipe en el Cenáculo de los apóstoles en Pentecostés (§ 5). A decir verdad, una y otra Margarita están ya en el primer escalón de su progresiva espiritualización, de su «endiosamiento», en el que las acompaña, en el discurso de Juan Rodríguez de León, otro personaje de afamada santidad tempranera, la santa de Ávila, Teresa de Jesús. Apenas aludida en el primer Quilate a propósito de la madrugadora piedad regia, la autora del Libro de la vida invade literal y materialmente las páginas del Quilate más largo de toda la obra, el Quilate III («De su oración»), no poco inspirado por los capítulos 9 y 18 a 21 de la autobiografía de la santa abulense. Presencia tan insistente no puede ser fruto de la casualidad: le sirve al hagiógrafo para pintar la unión mística que, a través de la oración, se da entre Dios y el alma de la orante, para describir el momento del «levantamiento de espíritu», cuando «parece estar el alma elevada sobre sí misma» (§ 10) y se encuentra «el alma independiente del cuerpo como si todo fuera espíritu» (§ 11).

23No se acaba aquí, sin embargo, esta accidental separación del cuerpo y del alma, esa bienaventurada descorporeización que se produce al amparo de la soledad protectora del retiro campestre que, como la celda de san Basilio, funciona a modo de «escala que sube lo humano y baja lo divino» (§ 12). A Margarita le quedan nuevas etapas que recorrer. Ya descubierta por el tiránico prefecto Olibrio, y por lo tanto sometida a los embates y combates del mundo, la doncella empieza escudándose en el retiro interior de su modestia, en esa portio Dei que es aspecto nuevo de su endiosamiento (que «una mujer modesta parece endiosada», § 13). Pero se acentúan los rigores del tirano, y, en el único diálogo que con él tiene, ya presa suya en la mundanal ciudad de Antioquía, su «discreta» respuesta deja a los circunstantes admirados de su valor. Todos juzgan entonces que quien habló a través de ella es un «espíritu soberano», un «ánimo endiosado», ilustración perfecta de la palabra del Evangelio que dice: «del Espíritu Santo es la voz del que discurre entonces» (§ 20). Nada hay de extraño, entonces, en que Juan Rodríguez de León eche de nuevo mano de una referencia a santa Teresa para traducir esa nueva manera de compenetración del hablante humano y de la voz divina, de esa unión que alcanzará un punto culminante cuando, convocado por última vez el testimonio de santa Teresa, llegue Margarita, gracias al martirio divinizador, a ser una como deidad:

[…] y si esto causa alguna divinidad, los martirizados se consagran y los tormentos son deidades. Ya parecía Margarita alguna del cielo, tan endiosada al padecer que daba sospechas de impasible al sentir (§ 22).

24Está ya Margarita invadida del todo por la divinidad: est Deus in ea. Ni conoció la tentación, ni conoce el dolor físico. Ya se ha evadido de su cuerpo; o, mejor dicho, ya su cuerpo físico, azotado, despedazado, se ha hecho cuerpo espiritual, con poder para transformar la cárcel en cielo, para convertir en regalo el tormento (§ 23 y 24). De ahora, en adelante, Margarita, hecha «albergue del Espíritu Santo» (§ 24), compartirá la inmunidad ignífuga de los apóstoles, reservada como ellos al solo fuego celeste del amor. Más aún, como ellos cuando Pentecostés y como Cristo cuando le bautizó el Precursor en las aguas del Jordán, la favorecerá una aparición del Espíritu Santo a modo de apoteósico remate a su tormento humano (§ 26).

Hermosura y perla

25De tal transfiguración de la persona física de la santa quizá no haya mejor ilustración que la importancia y función otorgadas por el hagiógrafo a uno de los rasgos definitorios del personaje de Margarita. Ya vimos al empezar que su nobleza implicaba como característica física su extrema hermosura. Pues bien: a lo largo del texto asistiremos a una irreversible espiritualización de esta beldad corporal de la Antioquena.

26La gran hermosura de Margarita es, desde un principio, algo más que la clásica venustidad de cualquier protagonista de novela pastoril, naturalmente ofrecida a la mirada de los demás y posible objeto, por lo tanto, del deseo masculino. «Hermosa pastora y honesta doncella» (§ 8), Margarita es la reencarnación de la Raquel bíblica y, como ella, embelesa al mundo tanto por su «honestidad retirada» como por su «belleza conocida» (§ 8). Frágil equilibrio este, y sólo posible en la soledad de la Arcadia apamiense. Porque no tarda en romperlo la violenta irrupción de la cupiditas amoris del prefecto de Oriente (§ 13). A partir de ahí, deberá la «hermosura invencible» de la santa ceder la prioridad —textual— a su «honestidad vencedora» (§ 17). Aún más: su belleza terrestre empezará a hacerse mera traducción de otra hermosura, es decir, la celeste de su alma:

Triunfe la honestidad constante del poder atrevido, que —como enseñó san Enodio— una hermosura suele ser intérprete de una alma, revelando por ojos castos virtudes celestes (§ 13).

27De ahí que, rediviva Inés, se dirija a «padecer martirio dilatado» sólo «con santas obras hermosa, no con artificiosos rizos adornada, no coronado de flores el cabello sino de virtudes el alma» (§ 15).

  • 20 En este sentido, Margarita se corresponde exactamente con el ideal de santidad dominante aún en la (...)

28«¡Oh qué hermosa va Margarita al martirio!» exclama el cronista de 1629. Lejos de cualquier artificio mujeril, la «fermosa cobertura» de la santa, reconocida por el pueblo admirado, se hace ahora hermosura interior. «Homicida de [su] belleza» corporal (§ 18), Margarita consigue, por este mismo sacrificio, aumentar el caudal de su hermosura espiritual, hasta que, en el momento de la mayor destrucción de su ser carnal, el buril del tormento-artífice acierte a manifestar su valor entero y descubrir todos los quilates de su alma (§ 22). De la belleza exterior de Margarita no queda más, entonces, que la memoria; ya pertenece a otro mundo, ya se ha reunido con su Esposo, ya es duplicado de la mujer del Apocalipsis («vestida de sol, coronada de estrellas», § 23), ya puede la irradiación de su hermosura trocar en resplandores las tinieblas de su prisión (§ 24), ya podrá, truncada «la parte más vital» de su ser físico, conferirle a ese cuerpo material «amortajado en sangre y reclinado en muerte» (§ 29) la «agradable» apariencia que nace de la proyección en la tierra de la celeste bienaventuranza de su alma20.

29Llegamos así al término extremo de la divinización de Margarita, al remate último de su descorporeización santificadora. Como la muerte de Gorgonia, la hermana de san Gregorio Nacianceno, la muerte de Margarita, Virgen reduplicada, es asunción, es tránsito, es liberación del espíritu y del alma fuera de «los empeños del cuerpo» (§ 28), vuelta definitiva a la única y originaria patria —el cielo, cuyas puertas son de margaritas, como dijo san Juan— para quien, en definitiva, no perteneció nunca verdaderamente al elemento humano.

30Aquí es donde cobra toda su importancia la metáfora que, desde el título hasta la última línea del texto, establece la variopinta asimilación de Margarita con la perla. Metáfora etimológicamente fundamentada, permite, última modalidad del proceso de transmutación del ser que venimos analizando, permite, pues, una como reificación o cosificación de la protagonista, hecha desde su mismo nacimiento peregrina concreción del semen celeste. La que nace, en efecto, no parece «formación» de la humana «naturaleza, sino perla que ha llorado el alba» (§ 3); en el «prólogo de su vida», la niña es concha privilegiada a quien le «madruga[n] […] anticipado el rocío de la gracia» (§ 7); doncella ya, en sus misteriosos raptos y encendidos éxtasis, se abre, receptáculo místico, a los favores del cielo,

como la concha de quien escriben los naturales que, al reírle el alba, abierta la boca de nácar, sedienta del rocío celeste, le desea como a esposo suyo, y con misterioso bostezo le aguarda para convertirle en perla (§ 9).

31Y, finalmente, al cabo de su largo martirio, metamorfoseada ya en apocalíptica puerta del cielo (§ 33), la Perla más hermosa puede dejarles a los humanos, a modo de reliquias custodiadas en el grave santuario de las Descalzas, los vestigios de su cuerpo material, que fue necesaria concha para que naciera su cuerpo espiritual (§ 33).

32Mujer-concha: tal es el destino —metafórico— de la Margarita de Juan Rodríguez de León. Vas electionis entregado a la voluntad del Creador-amante y dejado al arbitrio del creador-poeta, ambos la deshumanizan para construir, el uno, el edificio seráfico de su gloria celeste, y, el otro, el monumento literario de su fama hagiográfica.

Historia y literatura

33Pero ya hemos hablado bastante de la obra del Artífice mayor. Al menester del artífice menor dediquemos ahora nuestra atención, centrándola en las relaciones que se tejen, en la reinventada biografía de Margarita, entre historia y literatura.

34No sería nada arbitrario, a este respecto, empezar afirmando que, en exacto paralelismo con el proceso de desencarnación que supone la apropiación por Dios de la joven pastora de las riberas del Orontes, se observa en Juan Rodríguez de León una intensa labor de deshistoricización, con la correlativa literaturización de la vida de su heroína y el consecuente triunfo —inesperado rasgo de aristotelismo estético— de la Poesía sobre la Historia.

35Expliquémonos. Al Indiano de Madrid poco le debió de costar, a decir verdad, proceder como si no existiera historia verdadera alguna de la Margarita de Antioquía. Bien puede asegurar, en las primeras líneas de su Proemio, que su intención es referir la vida de la santa «no en discurso elegante, sino en epítome verdadero» (§ 1; la verdad, en este caso, es la del ejemplo, no la de la historia, la verdad de «quien procura imitación de glorioso patrocinio, que los santos, para dejarse seguir en el camino, dejaron las huellas estampadas en la vida»); bien puede, al final del mismo párrafo, garantizar que irá trasladando las noticias de «san Antonino, Simón Metafrastes con Laurencio Surio, Lipomano, Vincencio y el obispo Aquiliense»: lo que hará, en realidad, será cosa harto diferente.

36No sin cierta justificación y rigor, conviene reconocerlo. Porque, como él mismo señala en su Prólogo («La vida de santa Margarita […] de quien hay pocas noticias»), hace falta recordar la extrema parquedad de las informaciones disponibles sobre este personaje —hoy considerado como totalmente legendario. Y hay que conceder que, globalmente, parece respetar el material que le transmiten las fuentes por él mencionadas, sean éstas fuentes lejanísimas (Teótimo y Metafrastes), o lejanas (san Antonino el Florentino o Vincencio), o, prioritariamente, muy cercanas (las recolecciones de los compiladores postridentinos, el italiano Luis Lippomano y su revisor alemán Lorenzo Surio, manejados ambos, a su vez, por Alonso de Villegas y Pedro de Rivadeneyra).

37No obstante, sean las que sean las conclusiones por sacar del estudio detallado y comparativo de estas múltiples y desiguales fuentes, queda el hecho fundamental, esto es, la incuestionable marginalidad de estas fuentes en la construcción imaginaria llevada a cabo por el predicador de las Descalzas. Fácil sería mostrar, al respecto, que su impacto sólo se hace sentir en menos de 10% de la superficie textual. Pero será de mayor interés interrogarse sobre las modalidades, finalidades y significaciones del 90 % restante de nuestro texto, es decir, sobre lo salido «directamente» de la fértil imaginativa del hagiógrafo de 1629.

38Se origina el primer principio informante de la reescritura hagiográfica en la misma pobreza de las fuentes utilizadas. Estas, en efecto, cual conchas vacías, se abren de par en par al flujo de la erudición sabia del orador sagrado, al rocío de su inspiración poética. Véase por ejemplo cómo, para paliar lo borroso de la identidad «histórica» de Margarita, Juan Rodríguez de León se vale de un procedimiento sustitutivo por él mismo consciente y puntualmente definido a la hora de ampliar el relato del decisivo encuentro entre el prefecto lascivo y la virgen recatada:

Defendiose valiente la que se opuso constante; y, como si fuera duplicado de Susana, imitó hazañas de su valor, ofrecida a morir a manos de la tiranía de Olibrio, no a iras de la justicia de Dios. Ofrezca la boca de oro de Crisóstomo elogios a la castidad de la perla de Antioquía; y lo que escribió para alabar aquella matrona sirva para laurear esta virgen, que bien le vienen a una santa encomios de otra (§ 13).

39La cita no tiene desperdicio. Con ella comprendemos que para forjar la imagen ideal de una santa cuya biografía está fantaseando, le es forzoso al autor hacer que Margarita sea siempre otra que ella misma. Como enajenada sin cesar y desindividualizada sin parar, la «perla de Antioquía» será sucesivamente santa Flora, mártir celebrada por san Eulogio (§ 3); o bien una de las santas tan elogiadas por san Ambrosio (Inés: § 4, 7, 15, 22 o por san Basilio Magno (Julita: § 16, 25); o bien el álter ego de Gorgonia, la admirable hermana de san Gregorio Nacianceno; o bien la copia, por su niñez asombrosa o por su inmunidad al fuego, del Moisés bíblico; o bien un «milagro» parecido al de la Raquel del Génesis; o, por fin, en el tormento, el duplicado de Susana y de Daniel.

40Y si a ello añadimos que, ya doble de santa Teresa, como vimos, por sus arrebatos místicos, Margarita llega a ser también trasunto de los apóstoles o de alguna que otra de las figuras emblemáticas de la Biblia —la mujer fuerte de los Proverbios (§ 13) o la mujer resplandeciente entrevista por el águila de Patmos (§ 23 y 33)—, nos damos cuenta de que tan densa red de equivalencias le sirve al hagiógrafo para plasmar, más allá de cualquier individuación, un modelo —a la vez universalizable y particularizable— de vida santa. Honesto(a) y abstracto(a) modelo de santidad polivalente, Margarita aparece entonces como un instrumento de múltiples funciones capaz de responder a los varios objetivos que se fijó el autor de su biografía fingida.

  • 21 En su Aprobación, José de Valdivielso había captado este aspecto del sistema sustitutivo-comparativ (...)

41Así será como, encrucijada de todos los parangones, servirá, ya lo sugerimos, para fomentar la promoción hagiográfica de las personas reales que se relacionan con dos de los tres conventos de patronato regio de la Villa y Corte (la Encarnación y las Descalzas). Si la pastora de los campos de Apamea es renovada Raquel de los valles del Arán (§ 3), la Reina matritense será proyección de la Raquel parturienta (§ 30); si la endiosada princesa de Graz actúa, cual miembro del Cenáculo de Pentecostés, como devoto receptáculo del Espíritu Santo (§ 5), es porque se constituye como fiel réplica de la mártir endiosada que, a más de voz (§ 20) y albergue (§ 24) del mismo Espíritu Santo, es causa de la reiteración de la «solemnidad de Pentecostés» y objeto de la repetición del bautizo de Cristo (§ 26). Pero, a su vez, la Margarita real de Austria tendrá como algo de Cristo, por nacer «el mismo día de Pascua en que celebra la Iglesia a Dios niño saliendo a las primeras luces de la vida, como si afectara hacerle lugar en las alegrías de la celebridad, y quisiera que mezclaran lágrimas las dos infancias y juntaran nacimientos las dos niñeces» (§ 3). Etc., etc.21, hasta tal punto que el vocablo común de margarita (‘perla’), después de convertirse en nombre propio de la santa de Antioquía y de «otras de su nombre» (§ 33), pasa a ser, al final de nuestro texto, adjetivo de aplicación virtualmente universal, pues lo merecen o podrían merecerlo tanto las virtudes de la Infanta de las Descalzas Reales («para delinear sus virtudes tan de Margarita», § 33) como los ejemplos dados por las Margaritas evocadas en nuestra Vida («y se juzguen de Margaritas los ejemplos», § 34).

42Así será también como, para aumentar el impacto de su mensaje en su público mundano, Juan Rodríguez de León hará que Margarita, personaje ya (casi) por entero ficcional, se haga crisol de ficciones y cruce de fórmulas literarias. Inicialmente, pertenecerán la pastora de «orillas del claro Orontes» y su «manso rebaño» (§ 8) al mundo de la poesía y novela pastoriles, sin que falten en su evocación el acostumbrado estribillo sobre el menosprecio de corte y alabanza de aldea (§ 8) o los clásicos elementos del paisaje garcilacista:

Tal vez a la sombra de verde sauce se imaginaba en su compañía y le hablaba en la ocasión con dulces requiebros, admirados los ángeles a su amor y detenidos los ríos a su fe. Tal vez suspensas las ovejas se olvidaron del pasto […] (§ 9).

  • 22 Es una diferencia notable con la frecuencia de los diálogos en el texto de La leyenda dorada (pp. 3 (...)

43Pero no menos evidente será la correlación posterior entre el universo de la comedia y el de los personajes que se enfrentan en la segunda Jornada (Quilates V, VI y VII) de lo que podríamos designar como un drama de martirio. En él, le toca a Olibrio desempeñar el papel del poderoso lascivo rodeado, cual Comendador de Oriente, de criados interesados que le sirven de terceros sin escrúpulos (§ 13). En él, como en tantas comedias de santos, le corresponde a Margarita el morceau de bravoure del anafórico parlamento de la despedida dirigida a los que fueron elementos del feliz marco de su amable soledad (§ 15). En él, se puede desarrollar el único diálogo de nuestro texto22, un diálogo de fuerte intensidad dramática marcada por el ritmo de sus frases-fórmulas cortas y sonoras (§ 18 y 19). En él, por fin, no faltará ninguno de los componentes (terremoto, apariencias, nubes, tramoyas) que servían, en las comedias hagiográficas, para la escenificación —«para que sobrase admiración de un vulgo» (§ 26)— de la apoteosis de los protagonistas finalmente llegados a santos.

44Tanto es así que no sería del todo improcedente hablar, con La Perla, de literatura a lo divino, con tal que se precisara que, fuera de los escasos momentos de exaltación mística directamente heredados del legado teresiano, esta literaturización de la materia sagrada se inscribe, con plena conciencia de su autor, en un proyecto moralizador de corte claramente sermonario. El propio Juan Rodríguez de León aclara, en su Prólogo, la naturaleza algo particular de la vida de santa que ofrece al lector:

La vida de santa Margarita con lauros de virgen y mártir (de quien hay pocas noticias) escribo, con avisos de púlpito no con preceptos de historia, porque no profeso ser coronista y deseo parecer predicador.

45Y de hecho, buen predicador parece, pues son innumerables los rasgos que, en nuestro texto, pueden adscribirse a una u otra de las modalidades de la escritura sermonística. No valdrá la pena insistir, por patentes, en la extensión, variedad y permanente erudición del Indiano, en perfecta concordancia con el ideal del predicador, tal como lo definía su amigo Paravicino, entre otros muchos, en el exordio de su sermón de santa Isabel:

  • 23 En Sermones cortesanos, p. 24 y p. 161.

Así, acaba Cristo, ha de ser un predicador docto en sus obligaciones: valerse de cosas antiguas y nuevas, de uno y otro Testamento, de una y otra comparación, para calificar y persuadir su doctrina23.

  • 24 Excurso: «Oración que discurre fuera de la materia propuesta de que se trata, o, según Quintiliano, (...)

46Tampoco merece amplios comentarios la flexible utilización de técnicas de disposición del sermón, como el exordio-proemio inicial (§ 1) o la peroración-invocación (§ 34). Pero sí valdrá la pena destacar la estrecha semejanza que existe entre la estructura del sermón concebido como serie libremente ordenada de glosas sucesivas y la estructura de la narración hagiográfica emprendida por el orador cantor de la «celebridad» de Margarita. Los escasos datos que sobre este personaje (por legendario que sea) nos ofrece la historia, los datos «textuales», podríamos decir, que nos proponen las fuentes oficiales funcionan, en efecto, exactamente como las frases de la Biblia o cualquier elemento que le sirva de punto de partida al orador sagrado. Son, en el sentido etimológico de pre-texto, la historia-pretexto de un texto que, enteramente elaborado según la técnica del excurso24, quiere constituirse, diría Michel de Certeau, como un «discours de vertus». Y que sea esta —el excurso— la forma de proceder consciente del autor nos lo confirman las propias confesiones que nos hace en las últimas líneas de algunos de sus Quilates:

Sea descanso de la pluma este discurso del desengaño, que no puede ser malquisto un aviso solicitando con gusto un acierto (Quilate IV).

Esto ocasionó el amor de Margarita; no fue perderle de vista, sino detenerme a comentar avisos de santa Teresa (Quilate VIII).

47Estamos, en definitiva, ante una «hagiografía-asidero», si vale la expresión, que pide, para mejor comprensión de su alcance, que establezcamos ahora una lista de los excursos que repetidamente la invaden. Se pueden agrupar, dejando de lado los excursos-incisos de extensión menor, en tres categorías principales:

1. Las precisiones históricas
Historia de Antioquía (§ 2)
Historia del Papado (§ 31)
2.
Las celebraciones regias
Margarita de Austria (§ 3, 5, 12, 16, 30, 32)
Margarita de la Cruz (§ 8, 33)
La emperatriz María (§ 8)
Isabel de Borbón (§ 27)
3.
Las ampliaciones morales
Apellido y hazañas (§ 4)
La buena inclinación temprana (§ 5)
Aprovechar el tiempo (§ 7)
Vida pastoril y pobreza evangélica (§ 7)
Locura necesaria del predicador (§ 10)
Uso santo del ocio santo en los gobernantes (§ 12)
Mujeres del mundo (§ 15)
Desengaño de las pretensiones del mundo (§ 20)
Memento mori (§ 30)

  • 25 Publicado en Sermones cortesanos, pp. 219-252. Termina así: «Llora, Alemania, que murió Margarita; (...)

48Las conclusiones de esta somera recopilación se imponen por sí mismas. Uno de los principales blancos de esta vida-sermón es la exaltación de la familia real, esencialmente de algunas de sus «santas» mujeres, y en particular de la reina Margarita de Austria, siempre presente en las mentes de los cortesanos madrileños, ante quienes, dos o tres lustros después de su muerte, pronunciaba todavía fray Hortensio Paravicino, una oración fúnebre para dicho personaje, el famoso Panegírico funeral … dicho a los manes piadosos y reales o gloriosa memoria de doña Margarita de Austria, publicada en 162825. Mientras que, de importancia mayor aún que esta primera finalidad estricta y estrechamente contextual, La Perla se concibió como una plataforma para la expresión de verdades morales, conciernan estas a la vida social, la vida profesional o el arte de bien morir.

49De ahí —será uno de los pocos rasgos estilísticos que mencionemos— la frecuente presencia de un estilo sentencioso en un texto plagado de aforismos, adagios, apotegmas y máximas, muchísimas veces de ritmo binario (las muestras más ilustrativas en la segunda mitad del párrafo 7 sobre el Carpe Deum o el párrafo 30 dedicado a la meditatio mortis) y a menudo situados al final de un párrafo o de un quilate para que se graben en la memoria del lector (véanse las frases finales de los § 5, 7 y 8, por ejemplo).

50Ya es hora de concluir. Sin padre, sin madre, sin tentación ni flaqueza, sin sufrimiento perceptible ni turbación visible, sin historia muy amplia ni noticias bien certeras, sin sangre realmente vertible ni cuerpo realmente corruptible, mera concha abierta a la fecundación imaginativa del «nuevo León romano» —así lo llamaba Lope de Vega en la Silva preliminar—, Margarita revela ser, en última instancia, una pura entelequia.

51Aparecida en el marco de circunstancias históricas precisas que la justificarían como participación en una corriente de celebración hagiográfica de unas personas regias, La Perla, producto de la fantasía sin trabas de un orador-pretendiente de tránsito en la corte, puede que responda, a través de la conformidad de su intachable ortodoxia —pero sin que nada en la literalidad del texto permita demostrarlo—, a finalidades más personales. Creo, sin embargo, que la última raíz de esta hagiografía la debemos buscar en un nivel más profundo. Porque, en realidad, muy otro es el tránsito que acongoja al futuro canónigo de Puebla de los Ángeles. Leamos, para entenderlo, dos de sus más reveladores «excursos morales», situado el primero en la segunda mitad del párrafo 7, y ocupando el segundo la totalidad del párrafo 30.

  • 26 Véase el capítulo 3 de Vauchez, 1999, pp. 56-66 («Saints admirables et saints imitables: les foncti (...)

52Lo que en ellos aflora es —por supuesto nada original en la España del Barroco— una conciencia angustiada del tiempo humano. De un tiempo como apretado y comprimido, de un tiempo presionado y presionante, de un tiempo visto solo como un plazo restringido que, desde un principio, es imperativo aprovechar para prepararse a la entrada en la «felicidad verdadera» de la eternidad celeste. Pues bien: tal concepción, confirmada y enriquecida a lo largo del texto («Aguas del claro Orontes —decía Margarita—, adonde consideraba yo cómo mi vida corría a la muerte imaginándoos despeñadas desde el Líbano […]», § 15), explica en gran parte la fascinación que ante su santa heroína experimenta el narrador de su vida. Lo que en ella admira —santa más admirable que imitable26—, es precisamente su polimorfa capacidad para situarse fuera de la común temporalidad humana. Margarita, por la precocidad de las tempranas «hazañas de [una] virtud» (§ 7) nacida en el crepúsculo matutino de su tierna infancia, escapa, en cierto modo, al orden natural de la sucesión de las edades. Parecidamente, en los raptos de sus encendidos éxtasis, la santa, «sin querer gozar privilegios de juventud quien pudiera haber esperado fuerzas de edad» (§ 11), aparece como insensible al paso del tiempo («¡Oh cuantas veces dejó el sol a Margarita en oración al morir en el ocaso, y volvió a hallarla orando al nacer en el oriente», § 11), hasta que se haga su alma «independiente del cuerpo como si todo fuera espíritu». He aquí, de la futura mártir, el secreto poder que tanto embelesa a su hagiógrafo. Alma dedicada ab initio a Dios (§ 6, 15); engendrada perla del rocío celeste y, pues, peregrina en la tierra (§ 13); con esposo del cielo sin necesitarlo de la tierra (§ 19); deidad «del cielo, tan endiosada al padecer que daba sospechas de impasible al sentir», porque «el ánimo que está con Dios en el cielo no siente el torcedor del martirio en el tormento» (§ 22): tal es Margarita, tan poco nacida de la tierra y tan ciudadana del cielo, y con facultad, por lo tanto, para vencer la muerte y transfigurar el tránsito de un lugar (la tierra) a otro (el cielo) en asunción gloriosa y triunfo amenizador.

  • 27 «Discurso V» de la Agudeza y arte de ingenio, pp. 252-259. Da Gracián el ejemplo del discurso de sa (...)
  • 28 Sobre «le non-dit de la mort des récitants» o «du sujet collectif et anonyme de l’énonciation» en l (...)
  • 29 Se hace aquí un uso libre de las palabras «casa de contratación de los ángeles», metáfora empleada (...)

53Perfecto oxímoron o, por decirlo con Gracián, exacta ilustración de una «agudeza de improporción o disonancia»27, la figura de Margarita se ofrece así, por todos los quilates de su valor, como el mejor medio, o la mejor mediadora, para conjurar el timor mortis, ese temor que, apenas explícito en el discurso, se siente como subyacente en todo el texto28. Ella fue quien, «costando poco las tribulaciones en la tierra y vendiéndose mucho en el cielo» (§ 21), logró hacer de sus tormentos «comercios y contratos con Dios» (§ 21), y, des-terrándose definitivamente a la Civitas Dei, acabar «segura de descanso, sin temor de perderle y con certeza de gozarle» (§ 32). Y ella será quien, ya alcanzada la «seguridad de descanso» (§ 34), sabrá, desde «la casa de contratación de los ángeles» (§ 12)29, negociar para los fieles «seguridades del temor» (§ 34).

  • 30 Ver § 1 («avisándole la imitación para asegurarle la promesa»); § 7 («Los que buscan a Dios en el o (...)

54Segura, seguridad, seguridades: la Vida de santa Margarita —un texto en que se multiplican los usos del verbo asegurar30— no nos remite solo ni prioritariamente al apremiante sentimiento del tiempo de la generación de un Calderón o de un Gracián; nos propone más bien, posibilitada por las hazañas del valor aristocrático, la perspectiva catártica o terapéutica de una utopía en que, por fin, todos serán «júbilos dilatados». Desde este punto de vista, bien se hermana la serena imagen literaria que nos presenta Juan Rodríguez de León con la reposada representación pictórica que, en los años inmediatamente posteriores, iba a dar de la santa pastora antioquena el más célebre de los pintores conventuales, Francisco de Zurbarán.

La edición de 1629

55La Perla se editó una sola vez en 1629, en Madrid, en la Imprenta del Reino. De esta única edición existen ejemplares en las bibliotecas siguientes:

1. Biblioteca Nacional de España (V.E. 159-2).
2. Biblioteca Nacional de España (2-67257), con reproducción digital consultable en Internet:
http://bdh-rd.bne.es/​viewer.vm?id=0000170026&page=1
3. Biblioteca Real del Palacio Real de Madrid (6 ejemplares: MD/C/215, MD/C/216, MD/C/217, MD/C/218, MD/C/ 219, MD/C/220) y una reproducción digital no accesible por Internet (DIG/MD/C215_B).
4. Biblioteca de la Universidad de Salamanca (BG/23993), con reproducción digital consultable en Internet:
http://brumario.usal.es/​record=b1840031
5. Biblioteca de la Universidad de Sevilla (A110-073[02]), con reproducción digital consultable en Internet: http://fondosdigitales.us.es/​fondos/​libros/​10180/​
6.
Bibliothèque Nationale de France (H. 3769).
7. Public Library de Boston (Sm. 4° No. 5 in D.203.8).
8. University Library de Princeton [Rare Books (Ex) BX4700.M35 R62].

56Los ejemplares que pudimos consultar, el V.E. 159-2 de Madrid y de A110-073[02] de Sevilla, ofrecen las mismas características:

LA PERLA, | VIDA DE SANTA | MARGARITA | VIRGEN Y | MARTIR. || Dedícase la | Serenísima Señora Infanta de | su nombre, Religiosa en el Real | Conuento de las Descalzas | de Madrid. || POR EL DOCTOR IVAN | Rodriguez de Leon, el Indiano. | CON PRIVILEGIO | En Madrid, en la Imprenta del Reyno. | Año M.DC.XXIX.

En 4°. [7], 21 [i.e. 22] fols. (errores de foliación: 5 por 3 y 21 por 22).

Sign. <1[Calderón<6, A.E<4, F<2/

Preliminares
[2rv] Aprobación [Madrid, 6 de julio de 1629]. Maestro Joseph de Valdivielso
[3r] Aprobación [Madrid, 3 de agosto de 1629]. Fray Gregorio Pancero
[3v] Suma de Privilegio. Suma de la Tasa. Erratas.
[4r-5v] De Felix Lope de Vega Carpio, del habito de San Iuan. Silva
[6rv] A la Serenissima Señora Infanta Margarita de la Cruz. Doct. Iuan Rodriguez de Leon
[7r] Prologo
[7v] En blanco

Texto
1r-21[por 22]r
21[por 22]v. Colofón: EN MADRID. | POR LA VIVDA DE LVIS | Sanchez impressora del | Reyno. | AÑO DE M.DC.XXIX.

57Pero la portada de los dos ejemplares que acabamos de describir —reproducimos la del ejemplar sevillano en la Fig. 1— se diferencia notablemente de la portada del otro ejemplar de la BNE, el 2-67257, consultable en línea en la Biblioteca Digital Hispánica. Esta versión digitalizada —el examen directo del libro nos brindaría sin duda detalles más reveladores— deja adivinar que esta nueva portada —en una reorganización compleja de las primeras hojas a partir, al parecer, de un material aprovechado de otro ejemplar—, se pegó, con poca habilidad, sobre el recto de lo que era el folio primero de la tirada inicial de los preliminares, es decir, sobre la primera página de la Aprobación de Valdivielso, que solo empezará, duplicada, después del verso, blanco, de dicho folio [2]. Esta portada pegadiza —nunca mejor empleado el adjetivo— es, desde el punto de vista estético, una portada de lujo (Fig. 2): es una portada calcográfica arquitectónica, grabada por el célebre grabador francés Jean (Juan) de Courbes, activo en España entre 1620 y 1640, y que contiene todos los elementos necesarios para la exaltación de la imperial dedicataria de la obra. De donde nace la verosímil hipótesis de que este ejemplar 2-67257 se destinaba específicamente a las lectoras del monasterio de las Descalzas Reales o a un público regio de estricta selección. Hipótesis que, a su vez, podría recibir alguna confirmación de la particularidad que, si es verdadera la descripción que da de ellos la Base de datos del patrimonio bibliográfico del Patrimonio Nacional, presentan los seis ejemplares de La Perla que se encontraban en las Descalzas Reales y están hoy en los fondos de la Real Biblioteca.

58No ahí paran, sin embargo, las diferencias entre las dos series de ejemplares que estamos examinando. Porque en el ejemplar 2-67257 de Madrid —y en sus semejantes, como, con toda probabilidad, el ejemplar de Salamanca—, los preliminares que se presentaban con continuidad en los ejemplares V.E. 159-2 y A110-073(02), se ven interrumpidos en [4r] por una licencia firmada por don Juan de Velasco y Acevedo para la publicación de un libro titulado Zelos Diuinos, y Humanos, licencia firmada en Madrid a 5 de noviembre de 1627, mientras que en [4v] encontramos el final de una Aprobación firmada el 24 de febrero de 1628 por el maestro fray Juan Suárez y un epigrama de ocho versos en latín de Francisco de Contreras. Estos elementos, totalmente ajenos a La Perla, pertenecen en realidad a una obra de Pedro Pérez de Saavedra, titulada Celos divinos y humanos y publicada en Madrid por Juan González. Y algo semejante ocurre unos folios más tarde, con la presencia, en [7r], de una Dedicatoria al excelentísimo señor don Juan Alonso Enríquez de Cabrera, almirante de Castilla, y, en [7v], de un «Al lector» (14 líneas y una larga cita en latín de san Ambrosio), seguido en [8r] de un soneto al autor de Diego de Sepúlveda, secretario del marqués de Villa-Manrique, de una décima al autor del doctor Juan Pérez de Montalban y, en [8v], de un texto en griego firmado por And. Kuesta Olmeranus y de un poema en latín («In eruditissimum librum de divina et humana zelotypia»).

59Así las cosas: en esta segunda serie, la indebida intromisión (¿en el momento de la encuadernación?) de unos folios ajenos a los preliminares originales de La Perla perturba la organización de los mismos, que solamente en [9r] vuelven a recuperar la disposición de los ejemplares “fidedignos” de la primera serie, con la Dedicatoria a la infanta Margarita ([9rv] y el Prólogo [10r] seguido de una página en blanco [10v]. Después de lo cual puede empezar el texto del sermón, que es el mismo en todos los ejemplares aquí mencionados.

Fig. 1. Portada de La Perla. Vida de santa Margarita virgen y mártir. Ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla [110-073(02)]

Fig. 1. Portada de La Perla. Vida de santa Margarita virgen y mártir. Ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla [110-073(02)]

Nuestra edición

  • 31 El acento circunflejo que aparece en la transcripción de las palabras latinas de las apostillas mar (...)

60A partir del ejemplar sevillano intentamos presentar un texto modernizado en las grafías (salvo los casos de relevancia fonética), en el uso de mayúsculas, en el empleo de una puntuación interpretativa31. Para las apostillas marginales de la edición de 1629, escogimos el sistema siguiente: 1. ponerlas en nota en negritas, respetando literalmente la forma que presentan, es decir, manteniendo incluso los numerosos errores que contienen; 2. situar las llamadas numéricas de notas —y precedidas por un asterico— en el lugar exacto en que aparecían las letras (a, b, c…) correspondientes en el impreso de 1629; 3. dar a continuación de la transcripción en negritas tanto la localización exacta de las citas colocadas por Rodríguez de León en las márgenes del libro como el texto corregido según las ediciones modernas más fidedignas (como la de Migne para los Padres de la Iglesia, por ejemplo).

61Finalmente, si la numeración romana de los Quilates o capítulos del opúsculo pertenece a la edición de 1629, es nuestra, para facilitar las referencias, la numeración continua de los párrafos que los componen.

Abreviaturas

62Alonso: Alonso Pedraz, Martín, Enciclopedia del idioma, Madrid, Aguilar, 1958, 3 vols.

63Autoridades: Diccionario de Autoridades (1726-1739), ed. facsímil, Madrid, Gredos, 1979, 3 vols.

64Biblia : Sagrada Biblia. Versión directa de las lenguas originales, trad. y ed. por Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga, Madrid, La Editorial Católica, 1944.

65CORDE : Real Academia Española, Corpus Diacrónico del Español, http://corpus.rae.es/​corde net.html

66P: Rodríguez de Léon, Juan, La Perla. Vida de Santa Margarita, virgen y mártir, Madrid, Imprenta del Reino, 1629.

67PG: Migne, Jean-Paul, Patrologiae cursus completus… Series graeca, Paris, Garnier, 1857-1866.

68PL: Migne, Jean-Paul, Patrologiae cursus completus… Series latina, Paris, Garnier, 1841-1969.

Nota final

69Una primera versión de este trabajo se presentó en uno de los seminarios del LEMSO (Literatura Española Medieval y del Siglo de Oro) en el año de 2001. En él participó también Cécile Vincent-Cassy, que estaba preparando su tesis doctoral sobre las «représentations littéraires et plastiques des saintes vierges et martyres» en la España de Felipe III y de Felipe IV. En dicha tesis, leída en diciembre de 2004, y en que cita el texto de Rodríguez de León con nuestra numeración de los párrafos, aporta una cantidad considerable de datos y análisis sobre las santas vírgenes y mártires en la España del Seiscientos, y en particulicar sobre la promoción de dichas santas en su relación con la idea de la santidad real de los Habsburgo. A ella remitimos pues para mayor profundización, no sin lamentar que tanta riqueza de información se transmitiera a través de una redacción a menudo confusa, cuando no incoherente, y que no mejoró mucho la reescritura de la edición en libro de 2011.

Fig. 2. Portada de La Perla. Vida de santa Margarita virgen y mártir. Ejemplar 2.67257 de la Biblioteca Nacional de España

Fig. 2. Portada de La Perla. Vida de santa Margarita virgen y mártir. Ejemplar 2.67257 de la Biblioteca Nacional de España

La Perla, vida de santa Margarita virgen y mártir

  • 32 El maestro José de Valdivielso (1565-138) fue poeta y comediógrafo toledano de gran prestigio. Lleg (...)

70APROBACIÓN DEL MAESTRO JOSEF DE VALDIVIELSO32,
CAPELLÁN DEL SERENÍSIMO SEÑOR INFANTE CARDENAL

  • 33 La vicaría de Madrid y su partido formaba parte de la archidiócesis de Toledo; uno de sus cometidos (...)
  • 34 ¿qué perla fue grande sino en el valor?: ‘el tamaño diminuto de la perla no le impide tener un valo (...)
  • 35 «la Huérfana» o «Peregrina»: alusión a una perla excepcional descubierta en el siglo xvi en el Arch (...)
  • 36 Sor Margarita de la Cruz (la infanta archiduquesa Margarita de Austria), religiosa en el convento d (...)
  • 37 perla … neta: perla neta es expresión técnica o lexicalizada para designar una categoría de perlas (...)
  • 38 La reina Margarita de Austria (1584-1611), esposa de Felipe III y madre de ocho hijos, que son otra (...)
  • 39 preciosas] preciosa P.
  • 40 Mateo, 13, 45: « Es también semejante el reino de los cielos a un mercader que busca perlas precios (...)
  • 41 las usuras caudalosas de sus empleos estudiosos: ‘los abundantes frutos de sus vigilias de estudio’
  • 42 persona grande: la señora infanta Margarita de la Cruz. Ver, más adelante, lo que dice Rodríguez de (...)
  • 43 Era muy conocida la anécdota que, a propósito de Apeles, recuerda Plinio el Viejo en su Historia na (...)
  • 44 detenido: «Embarazado, y que no tiene despejo, desenfado ni resolución. Lat. Tardus, cunctabundus, (...)

71La Vida de santa Margarita que me remitió el señor licenciado don Juan de Velasco y Acevedo, vicario general en esta Corte33, y escribió el doctor Juan Rodríguez de León, conocido y admirado en ella con nombre del Indiano, empecé a ver gustoso y acabé lastimado por la brevedad con que se me desapareció este elocuente cometa. Pero ¿qué perla (que así la intitula) fue grande sino en el valor?34 No hallo en ella cosa no ajustada a la verdad católica y pureza venerada de nuestra sagrada religión y que no se encamine a la edificación de las mejores costumbres. Escribe de una Margarita (es lo mismo que perla) que en el cielo por su preciosidad y grandeza pudiera alzarse con el título de «la Huérfana» o «Peregrina»35, a no haber hallado otra en la tierra36, a quien la consagra, que en la concha inculta de la pobreza religiosa perfectamente neta37 está afinando quilates, para hacer con ella proporcionada correspondencia porque tenga compañera. Trata incidentemente de otra (la reina doña Margarita nuestra señora)38, en el cielo y la tierra no solo estimada oriental sino oriente feliz y nácar real que a rayos de un Sol de España nos honró madre de tantas, todas oh cuánto preciosas, para que con lo que escribe le veneremos un libro de perlas39, pues no hay en él letra que no lo sea. Pero ingenio que vino de las Indias (es natural de España, no nos usurpen esta gloria) ¿con qué nos podía enriquecer?, parecido al mercader evangélico (quaerenti bonas margaritas)40, si bien aquel las buscó y el nuestro las halla; aquel dio por una cuanto poseía y al nuestro después de halladas tantas y tan inestimables le queda mucho que dar en las usuras caudalosas de sus empleos estudiosos41. El cual, atento a afectos de persona grande42, la permite a la estampa, línea de Apeles43. Y espero no en su modestia detenida44 sino en nuestra porfía avisada, y más en la desazón de ver estudios propios aplaudidos por ajenos y ajenos acreditados por propios, espero pues que no podrá negar a los votos de los amigos, en gracia de los amartelados de todas buenas letras, la impresión de los sermones predicados a tan graves atenciones, con otros tesoros de la sagrada y humana erudición de que felizmente me alabo participante, y de que es deudor al cielo para que los dos mundos lo queden a sus desvelos sabios y trabajos elegantes. Este es mi sentimiento, salvo etc. En Madrid, 26 de julio 1629.
El Maestro Josef de Valdivielso.

72APROBACIÓN DEL MUY REVERENDO PADRE MAESTRO FRAY GREGORIO PARCERO,
abad del convento de San Martín

  • 45 Benedictino, natural de Túy y profeso de San Martín de Santiago de Compostela, abad de los monaster (...)

73Por comisión de V. A. he visto un libro de la vida de la gloriosa santa Margarita, intitulado perla, compuesto por el doctor Juan Rodríguez de León el Indiano, y reconozco en él la comprehensión particular y grandeza de talento de su autor y el justo crédito y estima que se debe a sus escritos, pues en ellos la brevedad sentenciosa no solo no obscurece pero da luz a la verdad y vida a la devoción de la historia. No hallo en él cosa que disuene ni contradiga a nuestra santa fe y buenas costumbres; y así juzgo debe V. A. dar licencia para que salga a luz y se imprima. En San Martín de Madrid, a 3 de agosto de 1629 años.
El maestro fr. Gregorio Parcero45,
abad de San Martín.

74Suma del Privilegio

75El doctor Juan Rodríguez de León tiene privilegio de su Majestad por tiempo de diez años para poder imprimir un libro intitulado La perla. Vida de Santa Margarita, virgen y mártir. Para que ninguno le pueda imprimir sin su licencia so las penas en el privilegio contenidas. Despachado en el oficio de Diego González de Villarroel, escribano de Cámara de su Majestad, en 19 de agosto de1629.

76Suma de la tasa

77Los señores del Consejo Supremo de su Majestad tasaron este libro intitulado: La perla. Vida de santa Margarita, virgen y mártir, a cuatro maravedís el pliego. Como consta de la fe que dello da Diego González de Villarroel, escribano de Cámara de su Majestad, en Madrid a 29 de agosto de 1629.

78ERRATAS.

79Fol. 2, lín. 3: los; diga: las. Fol. 7, lín. 21: porque él; diga: por el que. Fol. 13, lín.1: hombre; diga: nombre. Fol. 19, lín. 23: razones; diga: corazones.
Con estas erratas corresponde a su original. Madrid, 27 de agosto de 1629.
El licenciado Murcia de la Llana.

80DE LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIO,
del hábito de San Juan
SILVA

  • 46 cumbre Pangea: mons Pangaeus o monte Pangeo, situado entre la Macedonia oriental y la Tracia occide (...)
  • 47 El signo zodiacal de León se encuentra efectivamente al lado del de Virgo. Astrea es personaje mito (...)

Cual suele virgen rosa,

abriendo al sol las cárceles de grana,

las lágrimas que llora la mañana

recibir amorosa

en tiernos granos de oro,

5

y parecer después, con más decoro,

de cristalinos átomos vestida,

así la dulce historia, así la vida

de aquella rosa pura —que los montes

de la cumbre Pangea46

10

pudieron envidiar al sirio Orontes

que la ciudad de Antíoco pasea—

escrita de tu pluma y de tu celo,

León, signo del cielo,

junto a la Virgen, ya cándida Astrea

15

que, entre las luces del celeste coro,

llama al Cordero con espigas de oro47.

  • 48 La mayoría de las versiones del mito clásico coinciden en que las rosas blancas (la rosa es flor co (...)
  • 49 gloria accidental: «Se llama la que a diferencia de la gloria esencial que gozan los santos y biena (...)

Allí la planta herida

de la diosa gentil de los amores

dio púrpura a las rosas48;

20

y aquí la sangre virginal vertida,

que debe a tus pinceles las colores,

retórico sagrado,

las hizo tan dichosas,

que dellas el Esposo coronado

25

se muestra agradecido

a Margarita, por lo que ha sufrido,

y a ti, porque escribir tan bien su historia,

con gloria accidental49, le aumenta gloria.

  • 50 de las sangrientas rosas vitorioso: ‘coronado por la señales del martirio de Margarita’.

Resplandece el Esposo,

30

de las sangrientas rosas vitorioso50;

y la Esposa en sus ansias amorosas,

en vez de pedir rosas, le da rosas;

que para coronar sienes divinas

han de ser rosas que hayan sido espinas.

35

  • 51 al pronunciar … risa: ‘al emitir la aurora, en el arrebol del amanecer, las lágrimas del rocío, ant (...)

Tu ingenio celestial, tu afecto pío,

en este limpio nácar ha formado

la perla que atesora,

hija del Sacro Espíritu, rocío

de su esplendor, cuyo cristal dorado

40

en ella vino al pronunciar la aurora

con labios de coral la luz que llora,

mientras que no divisa

la claridad la risa51,

aunque en su infancia Margarita bella

45

siempre mostró que daba el sol en ella,

y que en perlas las lágrimas del día

en la cuna del alba convertía.

  • 52 que el cielo en sus imágenes coloca: en cuanto signo zodiacal.
  • 53 el de Sansón … panal: conocido episodio bíblico del león matado por Sansón y en cuyo cadáver encuen (...)
  • 54 retrato del misterio primitivo: ‘el miel de tu boca es fiel eco del miel del episodio bíblico’.
  • 55 honrando … memoria: ‘además de honor de la oratoria sagrada, alcanzarás, como historiador, una fama (...)

Hoy, León, finalmente,

que el cielo en sus imágenes coloca52,

50

serás el de Sansón, mas siempre vivo,

pues ha de hallar panal53 tan elocuente

la fe —la Iglesia—, en tu sagrada boca,

retrato del misterio primitivo54,

honrando como el púlpito la historia,

55

que te consagra a la inmortal memoria55.

  • 56 nuevo León romano: posible alusión al papa León X, gran humanista.
  • 57 Orbe Antártico: debe de corresponder al hemisferio sur (meridional o austral), que no incluye, en p (...)

Escribe y vive, nuevo León romano56,

español Quintiliano,

que desde el Orbe Antártico57 el deseo

te trujo a hacer tan soberano empleo,

60

buscando Margaritas en España.

  • 58 Respetamos aquí la división original en «estrofas» de la silva de Lope, a pesar de la ausencia del (...)
  • 59 la cesárea augusta: la infanta Margarita de la Cruz.
  • 60 Mateo, 22, 21: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios».

Cuanto58 envidio tu hazaña,

alabo tu fortuna,

si hallaste tres, cuando buscabas una;

parece que trocabas Margaritas,

65

perlas entrambas para ser escritas

de tu elegante pluma

en esta docta suma.

El precepto evangélico cumpliste

con elección tan justa,

70

que a la cesárea augusta59

la mártir ofreciste,

y a César, lo que fue de César diste60.

81A LA SERENÍSIMA SEÑORA INFANTA MARGARITA DE LA CRUZ

  • 61 no por el estilo sino por el sujeto: ‘no por el placer de escribir sino por el tema o el personaje’ (...)

82La vida de la insigne virgen y mártir santa Margarita, que debe llamarse perla, no por el estilo sino por el sujeto61 embargó estos días mi pluma en ratos de divertimiento y en asuetos de púlpito. Y juzgando bienquista la ocupación, sufrí que se encendiese el empeño, por ser devoción lo que tenía semblante de gusto, engastando la perla en la brevedad, que suelen alzarse con el agrado y laurear con aplausos soberanos acciones humildes. Y como las mías no pudieran lucir sin amparo de V. A., fue necesario invocarle y justicia reconocerle, por ser esta perla de la Margarita y ofrecerla a V. A. más restituirla que dedicarla. Es un bosquejo de la santa de quien V. A. imita la vida y ostenta el nombre, viviendo en retiros de clausura angélica y obediencia religiosa, que afianzan reino celestial con despreciarle humano, aspirando a eterna corona con dejar la temporal. Dios guarde a V. A., para que tenga vivo ejemplo que copiar la mayor soberanía.
Doct. Juan Rodríguez de León.

83PRÓLOGO

84Este rasgo de humilde pluma es reconocimiento de grande obligación. Y no va a solicitar aplauso sino a declarar afecto, que a faltar esta causa no me atreviera a esta licencia. Y aunque pudiera dármela estudios que merecieron soberana atención, no determino que salgan a luz los trabajos hasta que los animen los premios. La vida de santa Margarita con lauros de virgen y mártir (de quien hay pocas noticias) escribo, con avisos de púlpito no con preceptos de historia, porque no profeso ser coronista y deseo parecer predicador. Y aunque determiné fiarla solo a religiosas, ya la comunico a estudiosos, apadrinando estilo tosco con márgenes elegantes que, siendo de santos, alcancen perdón a mi ignorancia que, no contenta con verse perdonada tantas veces en el púlpito, vuelve a esperar la piedad en el papel.

85[1r] LA PERLA. VIDA DE SANTA MARGARITA

86VIRGEN Y MÁRTIR

  • 62 Matth. ca. 13. Mateo, 13, 45-46: «Es también semejante el reino de los cielos a un mercader, que bu (...)
  • 63 Hasta 1969, en que desapareció santa Margarita de Antioquía del calendario cristiano, su fiesta se (...)
  • 64 Como sor Margarita de la Cruz (la infanta archiduquesa Margarita de Austria), hija de Maximiliano I (...)
  • 65 1 Petr. 2. 1 Pedro, 2, 21: «Pues para esto fuisteis llamados, ya que también Cristo padeció por vos (...)
  • 66 4 Reg. 2. 2 Reyes 2, 9-10: «Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Elíseo: “Pide lo que quieras que h (...)
  • 67 San Antonino, arzobispo de Florencia (Antonino Pierozzi, 1389-1459). Simeón Metafrastes, hagiógrafo (...)
  • 68 Ita. Frat. Petr. Bejaranus tract. de monetis apud Margaritam cognitis. Pedro Bejarano, autor italia (...)

871. La preciosa margarita que Dios halló disfrazado en mercader y rico en caudal (si bien se vendió para comprarla), aunque el Evangelio*62 no la señala, la Iglesia la celebra coronando el más alegre día de julio63 con memorias de su valor y elogios de su triunfo, que la ostenta tan sublime que aún su nombre corona infantas y reinas64, siendo uno de sus milagros escribir la vida limitado ingenio con pobre caudal y con humilde estilo. ¿Quién vio perla de tanto valor en engaste de tan poco precio? Pero si la devoción es artífice, el afecto será disculpa, que la voluntad, si no labra joyas, esmalta deseos. Y si la perla, en los retiros del mar, no se desdeña de lo tosco de la concha que [1v] le sirve de celda de nácar sin más primores que los imitados de un peñasco de quien trasladó dureza y copió edificio, solo atenta a beber el más virgen rocío de la mañana, bien sufrirá referirse no en discurso elegante sino en epítome verdadero, adonde el ejemplo incite el ánimo, corriendo al palio de celestial palestra quien procura imitación de glorioso patrocinio, que los santos, para dejarse seguir en el camino, dejaron las huellas estampadas en la vida. San Pedro*65 lo dijo de Cristo y la razón lo advierte de los demás. Decir*66 Elías a Elíseo que, si le viere cuando se ausentare, alcanzará el espíritu doblado que le pide tiene novedad misteriosa, avisándole la imitación para asegurarle la promesa, porque solicitar que no le perdiese de vista fue querer que no dejase de seguirle. Pero quédese en estos límites el proemio, que será pagar tarde no escribir breve; y saludemos la primera noticia de la santa, en el oriente de su vida, trasladando la de san Antonino, Simón Metafrastes con Laurencio Surio, Lipomano, Vincencio y el obispo Aquiliense67, con cuyas plumas volará (si es posible) la mía. Y pues las perlas se conocen por los quilates*68, sean ellos los que declaren a Margarita, que para advertir con estimación su nombre, es [2r] necesario hablar con propiedad de su valor.

88Quilate I. De su nacimiento

  • 69 las] los P; errata señalada en la fe de erratas.
  • 70 Volaterranus in sua Geographia lib. 11. Rafaello Maffei o Raphael Maffeus Volterranus (1451-1522), (...)
  • 71 Seleuco: Seleuco I Nicator, creador de la dinastía de los Seleucidas y fundador, en los primeros añ (...)
  • 72 4 Reg 25. 2 Reyes, 25, 6-7: «Apresaron al rey [Sedecías] y le llevaron al rey de Babilonia [Nabucod (...)
  • 73 Sedecías] Ezequias P.
  • 74 Scipión: es Publio Cornelio Escipión Africano, quien, en 189 a. de C., venció a Antíoco III de Siri (...)
  • 75 oriente de la fe … Antioquía: Antioquía fue el enclave de más trascendencia en la vida de Pablo («e (...)

892. Descúbrese en las69 márgenes del río Orontes la ciudad de Antioquía, si antiguamente grande corte*70 de Siria, ya pequeña ruina del tiempo, no fundación de los soldados de Seleuco71 sino de los criados de Abraham, recordando tan ancianos principios por ser la antigua*72 Reblata adonde Sedecías73 se lloró cautivo y Nabucodonosor se laureó vitorioso. Sus campos, que después ofrecieron triunfos a Scipión74, tanto retiran fertilidad como declaran desdicha, porque habiendo sido oriente de la fe son ocaso de la religión, olvidando los favores del primer Pontífice que colocó la silla adonde consagró la tiara, para que émula de Roma fuese conocida Antioquía75.

  • 76 Plin. li. 5. c. 39. Plinio el Viejo, Naturalis historia, IX, 54: «Has ubi genitalis anni stimularit (...)
  • 77 Cel. Sedul. hib. 2. no testam. c. 1. Sedulio (Cælius Sedulius), sacerdote del siglo v, en su Carmen (...)
  • 78 Memor. Storû lib. 1. quasi ex sentibus Rosa frondescit [blanco] tulupino creata coitu, & oue matre (...)
  • 79 misterioso: en La Perla, es frecuente el empleo de la palabra misterio (o del adjetivo misterioso). (...)
  • 80 D. Didacus de Guzman. Archiepis. hispal. Olim Patriarcha. Ind. in eius vita. Se refiere a la Vida y (...)

903. Aquí felice al siglo vivía Edisio, tanto por su nobleza como por su dignidad venerado. Era patriarca de falso culto y superior de engañado vulgo, y deseaba que el cielo le concediese sucesión para que le suspendiese tristeza —que, con ser los hijos cuidados, no lleva bien el matrimonio los asuetos de no tenerlos— cuando de noble matrona (cuyo nombre se le ha olvidado al tiempo) nació una niña que pareció no infanta que había formado la naturaleza [2v] sino perla que había llorado el alba. Así refiere Plinio*76 salir a luz la que, cándida porción de rocío celestial, hija de lágrimas del día, robada a la patria del mar se ofrece a la estimación de los hombres. Así advierte Sedulio*77 que nace la rosa con recatos de púrpura, con recelos de escarlata, vitoriosa de las espinas que no le impidieron mostrarse al campo reina de las flores, aunque desengaño de la belleza, encomio que dedicó san Eulogio*78 a santa Flora mártir española. Nacimiento de Margarita circunstancias tendría de misterioso79, pues por el nombre le tuvo el de gloriosa reina de España*80, naciendo en la ciudad de Graz, metrópoli de Stiria, perla del río Mora, el mismo día de Pascua en que celebra la Iglesia a Dios niño saliendo a las primeras luces de la vida, como si afectara hacerle lugar entre las alegrías de la celebridad, y quisiera que mezclaran lágrimas las dos infancias y juntaran nacimientos las dos niñeces.

  • 81 D. Amb. l. 1. de virgin. cuius nec nomen quidem vacuum est luce laudis. San Ambrosio, De virginibus(...)
  • 82 Dice Surio: «Marinam, quam latina Ecclesia Margaritam vocat» (De probatis sanctorum vitis, t. VII, (...)
  • 83 Vincent de Beauvais, Speculum historiale, lib. XIV, cap. 29.
  • 84 3r ] 5r P.
  • 85 Chrisol. serm. 154. San Pedro Crisólogo, Sermo 154 (PL 52, col. 608): «Sicut dominum praedorium lim (...)
  • 86 Psal. 47. secundum nomen tuû Deus, sic & laus tua in omnes fines terræ. Salmos, 48, 11: «¡Oh Dios! (...)

914. No quiso san Ambrosio*81 que le faltase luciente alabanza al nombre de Inés, porque le sobren encomios al de esta santa que, dice Surio, llamaron Marina82, aunque afirma Vincencio que fue Reina su nombre83, cuando le da la Iglesia el de Margarita [3r]84 porque le alcanzó su hermosura y le mereció su valor. Y así quedó conocida por la Perla más que por otros apellidos. El Crisólogo dijo*85 que los nombres de los santos eran índices de sus virtudes. Y David*86 alabó a Dios porque decían sus obras con su nombre. Un apellido honroso obliga a lucir hazañas. Llamarse mucho y parecer poco es afrentar la obligación. Los primeros que alcanzaron nobles títulos mucha costa empeñaron; ya se heredan sin ella y está el mundo de tan buen semblante que sufre que cada uno se llame como quiere debiendo nombrarse como vive.

  • 87 Nazia. ora. 11. Gorgoniæ patria quidem fuit superna Hierusalê, ciuitas in quam illa, quæ oculis min (...)
  • 88 tierra; mas] tierralmas P.
  • 89 Phil. 1. de vita Moy. merito igitur erat omnibus familiaribus tanquam nouum naturæ miraculum incert (...)
  • 90 Arist. l. 3. de gener. animal c. 10. Aristóteles, De generatione animalium, III, 10: «Nihil, enim, (...)
  • 91 Archiep. citatus in eius vita. Diego de Guzmán, Vida y muerte de doña Margarita de Austria, reina d (...)
  • 92 endiosarse: «Vale también suspenderse o embebecerse devotamente» (Autoridades).
  • 93 Cenáculo: «La pieza o sala [alta] en que Cristo Nuestro Señor celebró la Pascua del Cordero, cenand (...)
  • 94 S. Teres. in vita sua. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 1, § 4, p. 121: «[…] como vía (...)
  • 95 Herodotus. Heródoto, Clío, I, § 115: «Astiages, que tal oía y veía, queriendo vengar la insolencia (...)

925. Nació pues Margarita y fue Antioquía su patria, aunque más pareció natural del cielo. Consideración fue del Nacianceno*87 con su hermana Gorgonia, por tan extraña tuvo la tierra, mas88 cada uno parece nacido adonde pretende ser ciudadano. Su niñez luego admiró atenciones, imitando la de Moisés encomendado a la piedad del Nilo mejor que a la crueldad del edito, de quien dijo Filón*89 que se dudaba si lo humano y lo divino se habían mezclado en la pequeñez de aquel cuerpo que fue asombro de los hombres y milagro de la naturaleza, razón que le obligó a decir a [3v] Aristóteles*90 que la abeja tenía visos de divinidad, porque apenas perceptible a la vista era admiración al entendimiento. Tan portentosa viene a ser la buena inclinación en la primera edad. Bien lo advirtió Argicia Pelín, aya de la majestad de*91 Margarita reina de España, cuando la vio de doce años disponerse tan endiosada92 a celebrar la fiesta de Pentecostés, que conoció señales de haber entrado el Espíritu Santo en su alma como si pudiera añadir número a los que le recibieron en el Cenáculo93. En breves años se dibujan las virtudes, luego se inclina la naturaleza a lo que desea el espíritu. Santa*94 Teresa refiere que en inocente infancia concertaba con su hermano que se fuesen a ser mártires a tierra de moros, y en las niñeces que usaban dice que solían retirarse a un jardín a formar cuevas y habitaciones en que fingirse ermitaños, llegando la santa a delinear sus deseos entre otras niñas con fundar monasterios y representarse religiosa. Aquella inclinación de Ciro no se ocultó en la tierna edad; siempre jugaba a ser rey, y tal vez —escribe Heródoto*95— le quitó la vida a un rapaz por hacer justicia: tanto se declara desde los principios lo que se ha de obrar en los fines.

93[4r] Quilate II. De su crianza

  • 96 Vtrû homo in primo instanti suæ ratiocinationis teneatur se ad Deum conuertere. Una de las pregunta (...)

946. No había dejado Margarita el pecho cuando murió su madre. Llorola con los sentimientos que bosquejaba su infancia, y huérfana del amparo natural admitió el extraño, dándola su padre a criar quince millas de Antioquía a una ama, que conoció que le entregaban la perla más preciosa que entonces admiraba el mundo. Y estuvo mejor fiada a los cuidados de la sencillez que a los peligros de la corte, adonde apenas discurrió la razón cuando se rindió a la verdad, madrugando lo que pudiera mandar la más escrupulosa*96 teología y alcanzando lo que ofrece el más deseado bautismo, que tuvo sospechas de milagroso en el suceso, porque tanto declara providencia humana como insinúa omnipotencia divina que el valor de tan rica perla justamente debía dedicarse a Dios.

  • 97 Psalm. 45. adiuuauit eã Deus mane diluculo. Salmos, 46, 6: «Dios la socorrerá desde el clarear de l (...)
  • 98 D. Amb. lib. 1. de virg. ætate Agnes minor, sed virtute maior. Fuit deuotio supra ætatem, virtus su (...)
  • 99 Phil. 1. de vita Moys. Itidem agricolis generosæ plantæ, per se proficientes in bonas arbores. Sic (...)
  • 100 D. Am. vbi supra mirentur viri, non desperêt paruuli, stupeant nuptæ, immitentur innuptæ. San Ambro (...)
  • 101 correr al palio: ‘emprender un carrera de velocidad’.
  • 102 dar pasos al movimiento: ‘andar’.
  • 103 jubilar: «Por extensión, vale dejar u desechar por inútil alguna cosa, no servirse más de ella» (Au (...)
  • 104 que no para perderse] que para no perderse P.
  • 105 incitar: Autoridades traduce el verbo al latín por provocare. Provocar: «irritar o estimular a uno (...)
  • 106 Seneca. omnia tamquam mortales timemus, & tãquam immortales, concupiscimus. Séneca, De brevitate vi (...)
  • 107 S. Ter. in sua vita cap. 16. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 16, § 7, p. 238: «Este c (...)

957. En el prólogo de su vida luego se conocieron hazañas de su virtud, favorecida de Dios en crepúsculos de edad, tratándola como a perla en madrugarle tan anticipado el rocío de la gracia*97, con que pareció —como dijo el grande*98 Ambrosio [4v] de la santa niña Inés— la santidad de más años que Margarita, siendo la devoción novedad de los días, y la virtud peregrina de la naturaleza creciendo en la enseñanza sin cansar la advertencia; que, como siente Filón*99 de la suerte que los árboles sin trabajo de agricultor crecen dilatando sombras y ofreciendo frutos, siendo honor a la ribera sin deber cuidado a la industria, así una alma bien nacida obra con inclinación propia sin esperar solicitud ajena, que la santidad mejor la enseñan ejercicios del alma que preceptos de la ciencia. «Admírense los varones —exclamó Ambrosio*100, atento a la juventud de Inés—, no desespere la más tierna edad, asómbrense las dedicadas al matrimonio, imítenla las ofrecidas a la pureza», que no tendrán disculpa muchos años si se canonizan pocos, viendo correr al palio101 la que aprendía entonces a dar pasos al movimiento102. ¡Qué tarde alcanza la virtud quien no comienza a seguirla temprano! ¿De qué sirve la vida si no se aprovecha del tiempo? Si la mocedad se descuida, la vejez se jubila103. Quien hoy no quiere, mañana no puede. La ocasión más razones tiene para gozarse a lo divino, que no para perderse a lo humano104. Si no se cobran los días pasados [5r], ¿cómo no se logran los presentes? Los que buscan a Dios en el oriente del vivir, asegúranle; los que esperan hallarle en el ocaso, incítanle105. Bien merece ser niña de los ojos de Dios la que madruga a servirle. Córrase alguna ancianidad, pero, como dijo Séneca*106, «aunque los hombres temen como mortales, desean como eternos». «¡Oh, quien viera en el mundo —decía santa Teresa*107— juntas para tratar de enmiendas propias, adonde se desengañasen unos a otros y se consultase la razón de estado divino». Sea cada uno consejero de sí mismo, ya que no lo puede ser de muchos.

96Quilate III. De su oración

  • 108 Phil. 1. de vita Mois. pascuntur greges promiscue viri, iuuenes virgines, non plebei solum, sed nob (...)
  • 109 ejercicio: «Vale también oficio ministerio, empleo, entretenimiento y ocupación» (Autoridades).
  • 110 apamienses: de Apamea, ciudad situada al sur de Antioquía, también en el río Orontes.
  • 111 Génesis, 29, 9. Arán (o Aram), nombre bíblico de Siria.
  • 112 Frat. Ioan. Carrillo in vita Mar. Imperatricis ca. 12. Juan Carrillo, franciscano, confesor de la i (...)
  • 113 El monasterio de las Descalzas observaba la regla monástica de santa Coleta Beulat, reformadora, en (...)
  • 114 Gers. in Morali ad monit. ad sanctimon. Esse debet Sanctimonialis tanquam Melchisedech. quod intell (...)
  • 115 D. Basil. hom de Mart. Mamante. Nihil habentê nisi quod ad victum attinet quotidianû, peram, & clau (...)
  • 116 si la humildad … soberbia: ‘si la humildad quisiera pedir cuentas, buen motivo le habría dado la so (...)
  • 117 D. Basil. ubi supra. San Basilio, Homilia 23, «In sanctum martyrem Mamantem» (PG 31, col. 594): «Au (...)
  • 118 Éxodo, 3, 1-2.
  • 119 El hijo de Jocabet es Moisés. Jocabet o Yokébed era hija de Levi y esposa de Amram (Éxodo 6, 30).

978. Llegó Margarita a descubrir mayores quilates, siendo de quince años hermosa pastora y honesta doncella, guardando en compañía de otras ganado, o fuese candidez del siglo o disimulación de la nobleza, si ya no uso de aquellas gentes, pues de los árabes escribe Filón*108 este ejercicio109 advertido en las vírgenes más nobles y en las infancias más tiernas. Ella, en fin, honestamente ocupada, pastoreaba orillas del claro Orontes en los campos apamienses110 [5v] manso rebaño, que la inclinaba a soledad apacible y a meditación devota. Así admiró el valle de Arán a Raquel111, milagro de aquella edad, conduciendo ovejas de su padre Labán, embelesada Mesopotamia tanto a su honestidad retirada como a su belleza conocida. Margarita, ya solo a Dios dedicada, viéndose desamparar de los que tenía en la tierra, había buscado padres en el cielo. Díjole*112 a la serenísima infanta Margarita la cristianísima emperatriz María su madre, viéndola constantemente ofrecida a la religión del real convento de las Descalzas de Madrid, que no se acordase que era hija suya ni del emperador Maximiliano, sino de san Francisco y santa Clara113. Que consideración tan digna de una majestad imperial, ya la había meditado el docto Gerson*114, cancelario parisiense, pues dijo que la religiosa había de ser como Melquisedec, del cual escribió san Pablo que en la tierra no tenía padre ni madre ni linaje, que bueno sería para juez. Quien pretende ser de Dios, no sea del mundo. Margarita pastora afecta ser sola y aun enseña a ser pobre. San Basilio*115 consideró en la vida pastoril la pobreza evangélica, porque se contenta con el más limitado susten[6r]to; su hacienda es un zurrón y un cayado, y este no riguroso, antes remiso; su adorno antiparas y pieles; sin cuidado del día que no ha amanecido; enemigo a las fieras crueles por nocivas, compañero a las mansas por domésticas; retirado a tribunales y pretensiones, olvidado a pleitos y mercancías; sin tener propio albergue, contento con alcanzarle común. «¡Oh qué ornatos de pastor —dice el santo— tan dignos de cristiano!». Residencien los campos a las cortes: si la humildad fuera vengativa, bien se lo había pagado la soberbia116. Muy extendida está la monarquía de la vanagloria; los hombres se han puesto a sí mismos en la más triste necesidad, dando a entender que no pueden vivir sin lo superfluo, cuando estaban sobrados con lo necesario. El primero que le robó a Dios el corazón fue Abel pastor —prosigue Basilio*117—, por verle contento con poco. Moisés guardaba ganado cuando vio los misterios de la zarza, adonde el fuego le aprendió a no hacer daño, siendo poderoso, gracias al milagro118. La dicha del hijo de Jocabet119 comenzó por la limitación, siendo esta la que en el mundo recuerda adversidades.

  • 120 S. Teres. in sua vita cap. 9. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 9, § 5, p. 179: «Aprove (...)
  • 121 Pater Carrillo de fructibus sanctitatis cap. 32. Juan Carrillo, Relación histórica de la real funda (...)
  • 122 Cât. cap. 1 dic mihi vbi pascas. Cant 2. sub vmbra illius quem desideraueram, sedi. Cantar, 1, 7: « (...)
  • 123 Author de lapidibus prætiosis luxuriante conceptu, sitiunt rorem, veluti maritum, cuius desiderio h (...)

989. Buscaba Margarita la quietud del espí[6v]ritu en la amenidad de los campos. Mucho decía santa Teresa*120 que le aprovechaba ver fuentes y flores, prados y florestas, para memorias del Criador; de libro le servía la soledad, de maestro la oración. La experiencia se vio en doña Juana de Borja*121 , después de la Cruz, fundadora y primera abadesa de las Descalzas Reales de Madrid, hija de los duques de Gandía, que ya tienen sangre celestial, que estando afligida por no acertar el remedio de una religiosa cuyos desconsuelos lloraba, consultó la oración, y respondiole una voz que leyese un artículo de santo Tomás que le señalaba, que en él hallaría lo que deseaba. Si tanto se aprende orando, discreta vive Margarita en coloquios divinos con su Esposo, rogándole*122 que le diga adonde pasa las siestas para dedicarle los amores. Tal vez a la sombra de verde sauce se imaginaba en su compañía y le hablaba en la oración con dulces requiebros, admirados los ángeles a su amor y detenidos los ríos a su fe. Tal vez suspensas las ovejas se olvidaron del pasto viéndola volar sobre las nubes con misteriosos raptos, con encendidos éxtasis, esperando los favores del cielo como la concha de quien escriben los naturales que*123, [7r] al reírle el alba, abierta la boca de nácar, sedienta del rocío celeste, le desea, como a esposo suyo, y con misterioso bostezo le aguarda para convertirle en perla.

  • 124 S. Tere. in sua vita cap. 18. 20. & 21. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 18, § 6, p. 2 (...)
  • 125 lo glorioso] lo glo- glorioso P.
  • 126 por el que] por qel P.

9910. Esto llamaba la Santa Madre*124 levantamiento de espíritu, alzándose con las potencias, suspensa la mariposa de la memoria con dejarse quemar las alas en el fuego divino para no moverse a vuelo humano, con que parece estar el alma elevada sobre sí misma y, como le da el sol, ve los más mínimos átomos de culpa para alcanzar los mayores pesares de arrepentimiento, perdiendo pie en una gota deste deleite, solo atenta a conocer verdades infalibles. «¡Oh qué estado para reyes!» decía la insigne Teresa. ¡Oh qué espíritu para predicadores! Cuando el agua de la gracia da a la garganta, lo glorioso125 de una alma es anegarse, y es este un soberano desatino, una celestial locura. ¡Oh si fuésemos locos por el que126 llegó a parecerlo por nosotros! Con mucho seso predican todos; por esto se aprovechan pocos. Es necesario salir de sí mismos para decir verdades. Quien desea contentar, no acierta. Quien enloquece a lo divino, no yerra. El temor se excusa con la cordura: buena in[7v]munidad se han hallado los vicios para estar seguros.

  • 127 Cant. cap. 1. Iâ enim hyens transijt, imber abijt, etc. Cantar, 2, 11: «Que ya se ha pasado el invi (...)
  • 128 independente: «Algunos dicen independiente» (Autoridades).
  • 129 D. Greg. Naz. Orat. 11. O animâ, corpus, sine cibo velut materiæ expers retinentê, o tenera membra (...)

10011. Si el invierno obligaba a Margarita a retirarse a la aldea, apenas vestía abril los montes de esperanzas, cuando con palabras de epitalamios divinos llamaba al Esposo sagrado*127, avisándole que ya la tierra se bordaba de flores y las viñas se adornaban de pámpanos, comenzando los arrullos de la tórtola a dar la bienvenida al verano. ¡Oh cuántas veces dejó el sol a Margarita en oración al morir en el ocaso, y volvió a hallarla orando al nacer en el oriente! ¡Oh cuántas veces las rosas y claveles del prado escribieron en sus hojas, con duplicado rosicler, epílogos de la disciplina y bosquejos de la penitencia! ¡Oh alma independente128 del cuerpo como si todo fuera espíritu!, decía san Gregorio Nacianceno*129 embelesado a los ayunos y meditaciones de Gorgonia. ¡Oh tiernos miembros postrados en tierra tantas horas y tratados con aspereza tantos días, sin querer gozar privilegios de juventud quien pudiera haber esperado fuerzas de edad!

101[8r] Quilate IIII. De su retiro

  • 130 Oseæ. cap. 2. ducam eam in solitudinem. Oseas, 2, 14: «Así la atraeré y la llevaré al desierto y la (...)
  • 131 D. Basil. de laudibus eremi. Cella negotiatorum cælestium Apotheca. San Basilio, en San Damiano, Op (...)
  • 132 idem. Cella est instrumentû quo prætiosi lapides polliuntur.
  • 133 idem. Cella dominicæ sepulturæ propemodum æmula.
  • 134 Idem. Exul mûdi hæres est Paradysi.
  • 135 Psal. 54. Ecce elongaui fugiens & mansi in solitudine. Salmos, 55, 8: «[…] huiría lejos y moraría e (...)
  • 136 prælegatus Archiep. in eius vita. Diego de Guzmán, Vida y muerte de doña Margarita de Austria, rein (...)
  • 137 Pater Carrillo in eius vita cap. 15. Juan Carrillo, Relación histórica, capítulo 15.
  • 138 Ya me llevaba … un acierto: ‘Ya, por mi parte, mi espíritu me llevó a sermonear, aunque sin intenci (...)

10212. En esta soledad vivía Margarita, contenta con su estado y retirada con su hermosura adonde la había llamado Dios, con palabras de Oseas*130, para hablarle al corazón. Alégrese —dice el magno Basilio*131— quien volvió las espaldas al mundo y buscó el retiro de una celda, que es casa de contratación de los ángeles y escala que sube lo humano y baja lo divino. La celda*132 es un instrumento adonde se labran las piedras para el edificio celeste; una Margarita en la soledad de la celda*133 aumenta los quilates del valor; es finalmente la celda émula del sepulcro de Cristo, que recibe un cuerpo muerto al mundo y le vuelve resucitado al cielo. ¡Oh soledad, qué cierto se conoce*134 que desterrarse de la tierra es ser heredero del paraíso! David*135 lo experimentaba huyendo alguna vez de la corte al yermo, como si estos fuesen los provechosos asuetos de la corona. Grande es el peso del reinar, pero sufre intermisión; entre las vigilias del trabajo se permiten las horas del descanso, porque fuera terrible la ocupación sin privilegio de algún retiro, necesitando el que [8v] espera dar cuenta siquiera para prevenirla. Y como en el camino de la muerte tienen igual peligro reyes y súbditos, no haber meditado la jornada es partirse con mucho riesgo a andarla. Vio la santa reina*136 Margarita una pintura misteriosa (que suelen predicar los pinceles) con dos escalas discretamente coloridas, una por donde subían almas al cielo, otra por donde bajaban al infierno; y temerosa de lo que vía, no pudo encubrir lo que lloraba, respondiendo a una dama que le preguntó la causa: «Ay, hermana, que no sé cuál destos caminos será el mío». ¿Cómo se había de perder en él la que así le meditaba? Hurtar al gobierno ratos para la salvación es echar ensanchas al tiempo. La monarquía del alma vale mucho y no quiere perder su jurisdición. Notable es el ejemplo de la majestad de la emperatriz María que, habiendo deseado muchos años*137 ver a su hijo el archiduque Maximiliano, cuando en hábito de peregrino llegó con notable novedad a Madrid pidiéndole licencia desde la casa del embajador de Alemania para ir luego a las Descalzas a besar la mano a su Majestad, respondió que, en pasando viernes y sábado, en que había de confesar y recibir la comu[9r]nión, fuese a verla. Glorioso sufrimiento, celestial retiro, que no consintió tan justo estorbo cuando era del alma lo que le suspendía su ocupación. No fue posible apartar a Margarita de aquella soledad, negándose a ruegos de su padre por no faltar a aprovechamientos de su espíritu. Ya me llevaba el mío al púlpito, aunque no determinaba intimarla verdad al papel. Sea descanso de la pluma este discurso del desengaño, que no puede ser malquisto un aviso solicitando con gusto un acierto138.

103Quilate V. De su constancia

  • 139 Tertulianus. Tertuliano, De virginibus velandis, cap. 2 (PL 1, col. 891): «Videre et videri ejusdem (...)
  • 140 1 Cor. 11. Ideo debet mulier potestatem habere super caput propter Angelos. Alij legunt habere vela (...)
  • 141 D. Amb. lib. 1. de officijs ca. 18. Diues est modestia quæ portio Dei est. San Ambrosio, De officii (...)
  • 142 endiosar: «Elevar al grado supremo de la Divinidad, constituir por Dios y reputar como Dios e igual (...)
  • 143 D. Chrysost. hom. de Susana in illis tamen vêtis, & flustibus naufragiû castitatis non fecit, quia (...)
  • 144 Prou. 31. Procul. & de vltimis finibus pretium eius Pagn. Distâs a Margaritis vel vnionibus pretium (...)
  • 145 D. Ephren tract. de marg. pret. Margarita igitur pretiosa è mari est, magnæ autem æstimationis, eo (...)
  • 146 ibidem, parua cum sit magna potest. San Efrén de Siria, De partu Virginis, 4, p. 292: «Parva cum si (...)
  • 147 S. Enod. in vita D. Epiphanij. quod formositas in illo lucis corporeæ, index animæ fuit. San Enodio (...)

10413. Pasaba Olibrio, prefecto del Oriente, desde Asia a Antioquía; y acertando a ver a Margarita, no acertó a dejarla, porque, amante de su belleza, determinó ser dueño de su libertad, o eligiéndola esposa o robándola esclava. No hay inmunidad segura de los ojos de los hombres; no le aprovecha al recato retraerse para librarse; iguales peligros halló Tertuliano*139 en ver y ser vista; a todo debe negarse la pureza, pues juzgó san Pablo*140 que convenía el velo a las mujeres porque conociesen a los ángeles de oídas, no de vista. Era Olibrio poderoso, y debía temerse arrojado; era Margarita her[9v]mosa, y necesitaba retirarse advertida. Mucho debió a su modestia. «Pedazo de Dios» le llamó san Ambrosio*141: a lo menos una mujer modesta parece endiosada142. Ya los criados alcanzaban la gracia del señor reiterando la porfía de la determinación, dándose por bien servido de la ofensa ajena el que se agraviara sin duda de la propia. Defendióse valiente la que se opuso constante; y, como si fuera duplicado de Susana, imitó hazañas de su valor, ofrecida a morir a manos de la tiranía de Olibrio no a iras de la justicia de Dios. Ofrezca la boca de oro de Crisóstomo elogios a la castidad de la perla de Antioquía; y lo que escribió para alabar aquella matrona sirva para laurear esta virgen, que bien le vienen a una santa encomios de otra. Entre la furia de tantos vientos conjurados contra la inocencia —dijo el santo*143—, entre la porfía de tan enemigas olas opuestas a la pureza, cuando el poder como a pobre barquilla combatía a una mujer, no corrió tormenta su honor, porque la gobernaba Dios como sabio piloto y la defendía como agradecido señor inclinado a los ruegos con que le invocó afligida, reconocido al ánimo con que se defen[10r]dió cristiana. Sospechas tiene la devoción de ser esta la mujer fuerte que buscaba el Sabio*144 aventajada a todas las perlas preciosas, en cuyo valor fundaba su Esposo la mayor seguridad de su confianza y la más cierta fe de su opinión: ¿qué mucho que sea difícil de hallar? La perla —dice san Efrén*145— funda la estimación de tenerse en la dificultad de hallarse, que como es su patria el mar parece peregrina en la tierra. Pida pues la Iglesia católica albricias a la Sabiduría eterna, que ya la ofrece lo que buscaba y le dedica lo que había deseado. Y retírese Olibrio vencido, que —como prosigue san Efrén*146— pequeña es una perla, pero grandes cosas puede. Triunfe la honestidad constante del poder atrevido, que —como enseñó san Enodio*147— una hermosura suele ser intérprete de una alma, revelando por ojos castos virtudes celestes.

105Quilate VI. De su ánimo

  • 148 y tiene … posibles: ‘y, por el mero hecho de que su deseo [frustrado] llegó a conocimiento de todos (...)

10614. Viéndose el prefecto confuso amante, determinó mostrarse severo juez y, avisado de que Margarita era cristiana, desdén de su padre y desprecio de sus parien[10v]tes que la habían negado con largo olvido, fió de los rigores lo que no alcanzaron los ruegos. ¡Qué porfiado es el poder: sin reparar en lo injusto, se determina a lo deseado, y tiene por presunción la venganza, solo porque reveló el deseo, juzgando no ser empeños nobles los que suspendieron diligencias posibles148.

  • 149 Cant. cap. 4. veni de Libano, &r. Cantar, 4, 8: «Ven del Líbano, esposa, ven del Líbano, llega, ven (...)
  • 150 El río Orontes nace en la cordillera del Líbano en el país del mismo nombre y muere en el Mediterrá (...)
  • 151 adiós: aquí empieza una despedida de estructura anafórica, que es un esquema muy empleado en el Sig (...)
  • 152 Psalm. 41. Salmos, 42, 2: «Como anhela el ciervo las corrientes aguas, así te anhela mi alma, ¡oh D (...)
  • 153 Lucas, 15, 4-5.
  • 154 D. Amb. lib. 1. de virg. Non sic ad thalamû nupta properaret, vt ad supplicij locum, læta successu, (...)
  • 155 Cant. cap. 1. collum tuum sicut monilia. Cantar, 1, 10: «¡Cuán hermosas están tus mejillas entre la (...)
  • 156 Frat. Petrus Bejaranus initio præallegatus. O sea, ‘Pedro Bejarano, citado al principio’, y autor d (...)

10715. Conoció Margarita que la llamaba su Esposo con voces de los Cantares*149 a la corona, y alegróse de la ocasión dichosa por mostrar la fe constante. Pero, tierna a dividirse de su afable soledad, despidióse de los campos que habitaba por reconocer las meditaciones que les debía. «Aguas del claro Orontes —decía Margarita—, adonde consideraba yo cómo mi vida corría a la muerte imaginándoos despeñadas desde el Líbano, adonde nacéis, a buscar vuestro fin en el mar de Seleucia150, en que morís, adiós151, que me llama mi Esposo al martirio para ofrecer a mi vida la corona. Fuentes, adonde se retrata la pureza de una alma dedicada al cielo sin que turben su honestidad pensamientos ni muevan su voto combates, adiós, que voy sedienta a buscar, como el ciervo herido*152, la fuente eterna. Árboles, que habéis sido testigos de las lá[11r]grimas con que lloré mis culpas y de los azotes con que castigué mis presunciones, adiós, que voy a descansar a la sombra del que siempre he deseado. Ganado mío, que me enseñastes a ser obediente dejando que os guiase yo por donde quería, adiós, que voy a ser llevada al hombro de aquel pastor que me busca oveja perdida153 y me espera amante aficionado». Adiós, campos apamienses…, dijo la santa; y llegaron los ministros de Olibrio a prenderla, a vista de infinitas lágrimas con que los rústicos vecinos de aquellos montes lloraron su ausencia. La que como a hija la había criado sintió con más tiernas circunstancias la pena y, dándole los últimos abrazos, la vio ausentar con rigor atrevido a padecer martirio dilatado. Consideró el grande Ambrosio*154 a santa Inés en ocasión deste semblante llevándola a ser martirizada, y dijo que no fuera tan alegre al tálamo la desposada como la virgen al tormento, gustosa del suceso, presurosa en el camino, con santas obras hermosa, no con artificiosos rizos adornada, no coronado de flores el cabello sino de virtudes el alma, llorando todos al verla partir, y ella sin llanto cuando se partía. ¡Oh qué hermosa va Margarita [11v] al martirio! Dijo el Esposo*155 que el cuello de su amada era como una gargantilla, porque no la necesitaba: tan natural era su adorno. Pongan las mujeres del mundo su confianza en las perlas, de que hay algunas que se llaman fantasías*156 y declaran las de muchas que las ostentan, que Margarita es la misma perla, no tiene que buscar arreos.

  • 157 Senec. contro. 2. voluerunt Dij inmortales, in hac puella, vires suas ostendere, vt appareret, quod (...)
  • 158 D. Basyl. hom. de Iulitta. San Basilio Magno, In martyrem Juliettam (PG 31, cols. 239 y 242): «Sumu (...)
  • 159 formación: ‘cuando fue creada’.
  • 160 D. Basyl. Seleu. episc. orat. 2. in c. 4. ad Philip. Vides fæmineum sexû tangi Paulini cursus æmula (...)
  • 161 Filipenses, 4, 1-3.
  • 162 Tertul. ad Mart. Nec a viris tâtum sed etiam a fæminis, ut vos quoq. benedictæ sexui vestro respond (...)
  • 163 S. Eulog. memorial Storum lib. 1 Præconabilis, est virorum victoria excellentior tamen fæminarum ex (...)
  • 164 era mártir de voluntad: ver Vincent-Cassy, 2004, pp. 262-267: «Le martyre de la reine Marguerite».
  • 165 D. Cipr. de duplici mar. Si quis roget, quo pacto quis possit esse martyr, sine sanguinis effussion (...)

10816. No dejaron de persuadirle sus amigas que se rindiese a Olibrio, pero ella respondió tan animosa que se le deben palabras de Séneca*157 meditadas para una doncella romana en igual suceso. Quisieron los dioses mostrar lo que podían en esta niña —dijo el filósofo—, para que se conociera que no había fuerza humana contra determinación divina. Con tan valiente ánimo se ofreció a la muerte como pudiera a la vida. Decía Julita mártir —como refiere san Basilio*158— que a la mujer la dedicaron a su formación159 con obligaciones de ser fuerte, porque la materia de que fue formada no solo se dividió de varonil principio sino que se eligió con natural fortaleza. El otro Basilio*160, obispo de Seleucia, meditaba este discurso atento a confesar san Pablo que Evodia y Sentiques le habían ayudado a predicar el [12r] Evangelio161, y dijo que habían sido las mujeres émulas de la predicación de Pablo, siguiendo su curso veloz y poniéndose en el estadio a competir los sudores apostólicos, porque sabe una mujer ser varonil por la fe y arrebatarse la corona en el certamen. Grave ponderación en tan delicado sujeto, cuya naturaleza tal vez no frágil —como gravemente docto ponderó Tertuliano*162— se atreve, enamorada del premio, a solicitar el dolor, ofrecida al tormento, a las llamas y a la espada con singular valentía y con denuedo glorioso*163. Suma virtud es el martirio. Quien no le alcanza, no merece poco si le desea. Así sucedía a la santa reina Margarita: era mártir de voluntad164, quisiera que fuera posible morir por la fe. Estos deseos bien sabe Dios recibirlos como si fueran obras, que en la esfera de su agradecimiento amagos de ofrecer la vida esperan palmas de victoria en la muerte. Si me preguntare alguno —decía san Cipriano*165—cómo podrá ser mártir sin derramar sangre, cómo alcanzará el lauro sin haber sufrido el dolor, responderé que la voluntad pronta es el martirio alcanzado, porque Dios estima el suceso por el afecto. Altos elogios merece una reina de España [12v] que halló camino para ser mártir, y entre los halagos de reinar admitió los deseos de padecer, porque esta circunstancia de su fe aumentase los quilates de su valor.

109Quilate VII. De su amor

  • 166 En P la última frase se puntúa con un signo de interrogación.

11017. Llegó la casta virgen Margarita a la ciudad de Antioquía y fue llevada a la presencia de Olibrio su amante, que a vista de admirado pueblo reconoció su hermosura invencible y admiró su honestidad vencedora. Todos se embelesaron de verla, si conocida por el nombre de Marina, famosa por el de Reina Margarita, que misteriosas luces junta este apellido. Esta —decían—, ¿es la Perla? Esta, ¿es la hija de Edisio? ¡Oh lastimosos años! ¡Oh peligrosa hermosura! Si muere porque es cristiana, ¿cómo no se libra por ser bella? ¿Es posible que se ha de ver tanta fortaleza en tan tierna edad? ¡Oh qué florido despojo espera la muerte! ¡Oh qué perla engasta el martirio!166

  • 167 mover: ‘persuadir, convencer, hacer cambiar de opinión’.
  • 168 nombre] hombre P; errata señalada en la fe de erratas.

11118. Mucho deseó moverla167 Olibrio —como escribe Surio— y así retardó los tormentos lo que sufrió el plazo de las razones. «No creo —le dijo el prefecto— que pretendes, oh Margarita, ser homicida de tu belleza. El [13r] nombre168 que te dio la fama, no le pierda la temeridad. Discreción será seguir a tus mayores en la ley, ya que los imitas en la nobleza. No quiero que te muevas sin premio, ya que te expusiste con determinación. Ofrece sagrados aromas a los dioses, que por todos juro ser tu esposo. No es para desdeñada esta dicha, ni es para perdida esta ocasión. Mi piedad te ruega, mi justicia te amenaza; segura inmunidad es mi amor, pero forzosa ejecución pide mi rectitud».

  • 169 D. Amb. lib. 1. de virg. & hæc sponsi iniuria est expectare placiturum. San Ambrosio, De virginibus(...)

11219. «Basta, Olibrio —respondió Margarita*169—, que detienes mi lauro si dilatas tu ruego, y es injuria de mi Amado hacerle esperar mi muerte. Yo soy cristiana, y vengo a morir por esta verdad. Así logro mis años, así aumento mi hermosura. Porque soy noble, quiero ser constante, lastimada de ver engañados a mis progenitores por haber profesado ley falsa cuando se la ofrecía Cristo verdadera. Yo tengo esposo del cielo, no le necesito de la tierra. Por él vengo a dar la vida, que se la debo. Y si mi amor pierde esta ocasión, no obrará mi gusto esta fineza. Ni temo tu justicia, ni apelo a tu piedad. Más bien pueden hacerme tus rigores determinados que tus deseos atrevidos. Comienza a ejecutar lo que dices, que yo me ex[13v]pongo a padecer lo que ofreces, que la gracia divina asegura vencimientos en mi edad y residencia crueldades en la tuya».

  • 170 Matth. cap. 10. Mateo, 10, 18-20: «Seréis llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para (...)
  • 171 D. Cipr. epist. 9. vox plena Spiritu Santo de martiris ore prorumpit. San Cipriano, Epistola 8 (PL (...)
  • 172 S. Teres. in sua vita vbi hæc verba inueniuntur exarata (‘en su Vida, donde se encuentran escritas (...)
  • 173 desalumbramiento: «Error, desatino, desacierto, ceguedad» (Autoridades).
  • 174 informaciones: «En plural, se llaman las diligencias secretas que se hacen de la calidad y nobleza (...)
  • 175 ya que los lugares no se libran de vanagloria: ‘ya que los cargos y dignidades no se conceden por p (...)
  • 176 canonizarse] cononizarse P.

11320. Tan discreta respondió Margarita que, admirados los circunstantes de su valor, juzgaron divino su entendimiento, y creyeron que le infundía espíritu soberano las palabras y le inspiraba ánimo endiosado las obras. Evangélica fue la sospecha, en misteriosa verdad se fundó la admiración. Mandato fue de Cristo —referido en la pluma de san Mateo*170— a los que por su fe fuesen llevados ante los jueces que no meditasen lo que habían de decir, porque el Espíritu Santo en aquella hora les revelaría lo que debían hablar tan claramente que se conociese que no eran suyas las razones sino del Espíritu de su Padre que habitaba en ellos. Esta promesa se hizo a los mártires —dice san Cipriano*171—: del Espíritu Santo es la voz del que discurre entonces. Y así puede decirse que eran palabras del Espíritu Santo las que hablaba Margarita. ¿Qué mucho que admirasen a los menos atentos y suspendiesen a los más entendidos? Resplandecía en las razones la afición que estaba en el alma; había llegado a lo valiente del amor de Dios; habíase encendido la centella que [14r] decía santa Teresa*172. Ya Margarita no quería discurrir sino amar; que, como escribe la Santa Madre, gusta Dios que el alma se haga simple, que sea humilde y no curiosa, no interesable de deleites espirituales, que aun a lo divino son desalumbramientos173 los intereses propios, y no gusta Dios que con Él se negocie a fuerza de brazos, que como conoce méritos no ha menester informaciones174, y quiere premiar por voluntad no por importunación. ¡Oh discreción eterna! ¡Oh justicia infinita! Sirvan las pretensiones del mundo de desengaño, ya que los lugares no se libran de vanagloria175. Y haga misterio el que pretende de lo que padece, que si una tribulación de esperanzas no ocasiona una escuela de verdades, bien puede eternizarse el sufrimiento y aun canonizarse176 la paciencia. Sólo con Dios se aprovechan plazos de pretensión: esperar es mérito, sufrir es agrado; no se olvida de que puede ni se retira a lo que quiere; y, en conociendo la confianza del que pide, no dilata la merced del que merece. Esto ocasionó el amor de Margarita; no fue perderle de vista, sino detenerme a comentar avisos de santa Teresa.

114[14v] Quilate VIII. De su martirio

  • 177 Tertul. de hab. mulier. Tertuliano, De cultu feminarum o De habitu muliebri, cap. 6 (PL 1, col. 131 (...)
  • 178 D. Basyl. hom. de S. Mart. Gord. commercia sunt hæc nobis cum Domino, & contractus. No se trata de (...)
  • 179 c. I. Societatem C. pro socio valet societas, vno pecuniam conferente, alio opetâ. Se alude a una f (...)
  • 180 Phil. apud Paez in epist. D. Iacob. Se trata de frei Baltezar Páez (trinitario, provincial de Portu (...)

11521. Viendo Olibrio la constancia de Margarita, mandó ejecutar el rigor de la pena, desnudándola para azotarla, que fue martirizar el recato para canonizar el sufrimiento. A la perla llamó Tertuliano*177 «manzana del mar». Aquí lo pareció Margarita, tan sonrosada de nácar que significó el sentimiento de su honestidad en el color de su rostro. «Ea —dijo la santa—, lo más está hecho; ya deseo padecer los tormentos para merecer los premios. La paciencia en sufrir es logro en alcanzar». ¿Quién vio en tan pocos años tanta valentía? Dijo Gordio, invencible mártir, como refiere san Basilio*178, que los tormentos eran comercios y contratos con Dios, porque se ganaba mucho en lo que se padecía, costando poco las tribulaciones en la tierra, y vendiéndose por mucho en el cielo*179 ; que como hay ley para ser válida la compañía adonde uno pone el trabajo y otro el caudal, así el mártir y Dios se conciertan: uno ofrece trabajos, otro riquezas, y está el acierto en padecer, porque toda la ganancia es del que padece. ¡Oh valor de un tormento sufrido! ¡Oh premio de un reconocimiento liberal! Qué discreto [15r] lo significó Josef, virrey de Egipto, al parecer de Filón180*, que afirmó que había puesto el dinero entre el trigo de sus hermanos para pagar lo que les debía por la venta y los demás trabajos con que le enriquecieron.

  • 181 D. Amb. lib. 1. de virg. & quæ non habuit quo ferrum reciperet habuit, quo ferrû vinceret. San Ambr (...)
  • 182 perlas topos: en CORDE, se citan cinco ocurrencias de esta expresión, sacados todos de los Inventar (...)
  • 183 Frat. Petr. Bejaranus, ubi supra. Véase, supra, Pedro Bejarano y su Resolución breve…
  • 184 rueda: ‘muela’.
  • 185 Tertul. in apolog. cap. 12. ungulis deraditis latera Christianorum; at in Deos vestros per omnia me (...)
  • 186 formados: ‘elaborados, construidos’.
  • 187 formón: «Term. de carpinteros. El escoplo grande de hierro, hecho el hierro de diferentes figuras, (...)
  • 188 Tertul. ad martir nihil crus sentit in neruo, cum animus in caelo est. Tertuliano, Liber ad martyre (...)
  • 189 S. Teres. Cap. 15 & cap. 16. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 16, § 4, pp. 235-236: «¡ (...)
  • 190 est Deus in nobis agitante calesimus illo. Ouid. Ovidio, Fasti, VI, v. 5: «Est Deus in nobis, agita (...)

11622. Comenzaron a azotar a Margarita, y a subir de quilates la perla que se anegaba en mares de sangre, siendo tantas las heridas que no se podían aumentar sino repetir. Y así, no hallando lugar en que recibirse, necesitaron modo como penetrarse, con tal que no faltase objeto a los dolores, aunque sobrasen azotes a la capacidad, corriendo tantos ríos de rosicler del cuerpo desangrado que pareció imposible que naciesen de tan pequeño principio. De Inés lo dijo san Ambrosio*181: que, no teniendo adonde recibir el hierro, tuvo adonde vencerle. Lastimáronse cuantos vieron a la Perla, y el mismo tirano se cubrió los ojos por no mirarla, siguiéndose el despedazarla con peines de acero, surcándole el pecho hasta desnudarle los huesos. Parece que se usó con ella lo que con ciertas perlas llamadas topos182 que, como escriben los naturales*183, salen de la concha disfrazadas, rebozando con capa de nácar candidez de nieves y [15v] encubriendo hidalgo oriente con vestido tosco; pero, llegando el artífice a desnudarlas, de tal suerte las martiriza con el buril y las despedaza con la rueda184 que manifiesta su valor y descubre sus quilates: tal quedó la hermosura de Margarita. El tormento descubrió el alma, dedicándole compasión tierna el corazón más duro, porque ya no se conocía con la vista sino con la memoria. ¿Qué pensáis —dijo Tertuliano*185 contra los Gentiles— cuando con agudas puntas despedazáis los cuerpos de los cristianos? Yo imagino que los divinizáis, porque lo mismo pasan vuestros dioses para ser formados186: hechos pedazos los deja el instrumento del estatuario, surcados los muestra el formón187 del artífice; y si esto causa alguna divinidad, los martirizados se consagran y los tormentos son deidades. Ya parecía Margarita alguna del cielo, tan endiosada al padecer que daba sospechas de impasible al sentir. La razón dio el mismo Tertuliano*188, juzgando que el ánimo que está con Dios en el cielo no siente el torcedor del martirio en el tormento. Había alcanzado Margarita el estado de la unión con su Esposo cuando, como revela santa Teresa*189, no causa pena padecer, antes se halla en descansar, y [16r] siéntese una alma tan contenta con estas hazañas del amor divino que, no habiendo sido poeta, hace versos, y con afectos sentidos declara en ellos cómo sabe amar y cómo aprende a querer; como si dijera bien el otro humanista*190 afirmando que estaba Dios en él cuando hacía versos.

117Quilate IX. De su amor

  • 191 Apocalyp. c. 12. Apocalipsis, 12, 1: «Y apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta e (...)
  • 192 Gen. cap. 3. Génesis, 3, 14-15: «Dijo luego Yavé Dios a la serpiente: «[…] / Pongo perpetua enemist (...)
  • 193 los pinceles: es constante la atención de Rodríguez de León a las representaciones iconográficas. E (...)
  • 194 D. Aug. Serm. 124. de tempore Celerius curat Dominus, quam vulnerat inimicus. San Agustín, Sermones (...)

11823. Así la volvieron a la cárcel para meditar nuevos castigos, que la crueldad, si no obra imposibles, no satisface deseos. Entonces, horrible al tenebroso retrete, vio que la amenazaba fiero dragón con incendios por ojos y brasas por escamas, vomitando azufre entre llamas y descubriendo crueldad entre penas. Conoció Margarita al Enemigo común y, poniéndole la planta sobre el cuello, le hizo bramar vencido y rogar humillado, suplicándole que le diese libertad para no aumentarle tormento. Parecía Margarita la mujer que vio san Juan191*, vestida de sol, coronada de estrellas y vencedora de la luna; y estaba cumpliendo antigua profecía*192 con que amenazó Dios a la serpiente, pues le quebraba la cabeza una doncella, suceso que ocasionó los pinceles193 a retratar a esta santa triunfante del dragón. Que apenas voló de la cárcel [16v] cuando una luz soberana amaneció al obscuro calabozo, huyendo las sombras como si las siguiera el día; descolgóse desde el cielo una cruz formada de tan claros resplandores que ni se consentían emular de salva; sobre sus brazos en forma de cándida paloma asistía el Espíritu Santo, que con vista alegre y razones enamoradas agradeció a Margarita la constancia y le aseguró el premio, ocupando encomios en alabar el triunfo que había alcanzado del dragón infernal. Y, sirviéndole de médico divino, hizo una cura milagrosa por pagarle una fe constante, dejándola tan sin dibujos de azotes que aun la memoria los dudaba: pero —como dijo san Agustín*194— más presuroso es Dios en curar que el enemigo en herir.

  • 195 Teótimo] Teotino P. La leyenda dorada precisa, en su capítulo XCIII, que «La historia de esta santa (...)
  • 196 fragmento de gloria del Tabor: gloria en el sentido, de origen bíblico, de ‘manifestación perceptib (...)
  • 197 Casiod. lib. 8. var. 10. de fortitudine Vulneribus probata non ambigitur, quæ tali testimonio compr (...)
  • 198 Tert. ad Mart. Tertuliano, Liber ad martyres, II (PL 1, col. 620): «In primis ergo, benedicti, noli (...)
  • 199 D. Christ. hom. 8. in epi. ad Eph. non enim caput ita splendidum. reddit imposita corona margaritis (...)
  • 200 Refrán recogido por Correas, p. 11 (A, 161) y p. 239 (D, 552).

11924. Atento estuvo a estos favores Teótimo195, o fuese para guardar o para advertir, si bien sirvió después de coronista, que permitió Dios que no faltase el testigo para que se publicase el suceso, como si fuera fragmento de gloria del Tabor196 que tuviese necesidad de misteriosa atención. Las heridas —como decía Casiodoro*197— no necesitan quien las divulgue; los favores, sí, que siempre fueron menos creíbles. El ama que la [17r] había criado llegó piadosa a sustentarla y, viéndola sana, se embelesó absorta con tantas aclamaciones del milagro como consuelos del remedio, ofreciendo ya no el licor con que la solía ostentar hija, sino el manjar con que la podía regalar madre. Así la socorría piedad humana y la acompañaba majestad divina, que si al sentir de Tertuliano*198 el Espíritu Santo se encarcelaba con los mártires, sin duda quiso mostrar que estaba preso con Margarita, para que fuese cielo la cárcel y regalo el tormento, adonde las cadenas del calabozo se adelantaron a las perlas preciosas, mostrándola más ricamente adornada la prisión que la corona. La boca de oro de Crisóstomo*199 lo dijo y la cárcel de Margarita lo probó, siendo albergue del Espíritu Santo para trocar las tinieblas en resplandores y las tristezas en alegrías, que también a lo divino puede decirse que adonde está el rey, está la corte200.

120Quilate X. De su fortaleza

  • 201 divertir: en el sentido etimológico de «Apartar, distraer la atención de alguna persona para que no (...)
  • 202 D. Basyl. hom. de mart. Iulitta. ad destinatam sibi flammam concita perrexit, facie, habitus ipsis, (...)
  • 203 paraninfo: «Comúnmente se toma por el que anuncia alguna felicidad» (Autoridades). Se trata del pro (...)
  • 204 Alcuinus. Alcuino de York, teólogo y filósofo anglosajón del siglo viii, cuyos tratados se reuniero (...)

12125. Después de larga pausa con que el tirano imaginó divertir201 a Margarita, conociendo su ánimo, volvió a combatir su fortale[17v]za mandando que el fuego la probase fénix. ¡Oh qué alegre se ofreció a las llamas! Esto celebra mucho san Basilio*202 en la invencible Julita, que caminaba al destinado incendio como al deseado placer, significando el semblante, el hábito y las palabras con florida determinación el dilatado gozo que se engastaba en el alma. Admirose Olibrio de ver sin vestigios de pasados tormentos a Margarita, y publicaba ser piedad de sus dioses lo que había sido milagro de Cristo, cuando la doncella hermosa, con fortaleza angélica, comenzaba a mostrarse entre las llamas traslado del joven paraninfo203 del horno de Babilonia, y tan cortés el fuego que no quiso ajarle el vestido, como si hubiera aprendido en la zarza de Moisés a arder y no quemar; que con ser piadoso aun suele un elemento parecer bien quisto. ¿Por qué piensan —dice Alcuino*204— que ninguno de los Apóstoles murió en el fuego, saliendo siempre ilesos, jamás abrasados? La causa fue no querer el Espíritu Santo que los encendiese fuego material, sino celeste, porque adonde el de su amor habitaba no permitía que otro obrase. Y viose en Margarita, que si un fuego no vencie[18r]ra otro, quedara vitorioso elemento el que se retiró afable aura, y verdugo de la vida el que fue indicador de la inocencia.

  • 205 Ephrem tract. de marg. San Efrén de Siria, De margarita, I, 3, p. 260: «“Maris immensi filia sum [… (...)
  • 206 Act. cap. 2. Factus est repente de cælo sonus, tâquam aduenientis spiritus vehementis. Hechos, 2, 1 (...)
  • 207 Precursor: Mateo, 3, 16-17.

12226. Corrióse Olibrio, y mandó que la arrojasen al agua. Patria es de la perla —dice san Efrén*205—: bien se conoció, pues no la ofendía, antes la sustentaba. Entonces un terremoto espantoso, sacudiendo los montes, movió los centros y, airados los abismos, escupieron cimas y edificios, y los circunstantes vieron amagos de común ruina. Viose la santa desatada de los enemigos lazos que, hechos trozos, afectaron pesar de haberla aprisionado, abriéndose luciente nube, a vista de todos, para ser oriente del Espíritu Santo, que en forma de paloma, con tersa blancura, de quien la nieve apenas pudiera ser imitación, con una guirnalda de flores en el pico de rubíes, voló sobre las aguas y saludando a Margarita al coronarla le dijo: «Salve, esclava de Dios; su paz te acompañe». Esta visión convirtió más de cuatro mil gentiles a la fe, como si hubiera copiado el Espíritu Santo la solemnidad de Pentecostés*206, porque con las circunstancias que bajó sobre los Apóstoles vino a Margarita, siendo el terremoto exordio de su venida, si ya no las [18v] aguas teatro de sus misterios, pues, como si fueran las del Jordán con Cristo y el Precursor207, se inclinó a las del Orontes por Margarita y su pureza, no faltando voz de una nube para que sobrase admiración de un vulgo.

123Quilate XI. De su muerte

  • 208 Pompon. Lætus & Orosius lib. 9. Julius Pomponius Laetus (1428-1497), humanista italiano; Orosio (Pa (...)
  • 209 crisólito: «Piedra preciosa muy parecida al oro en el color, aunque decaecido. Tiene en su campo un (...)
  • 210 real preñez: los preliminares del libro se firman todos entre el 26 de julio y el 27 de agosto de 1 (...)
  • 211 temía la muerte: ‘la muerte (el verdugo) le tenía miedo a Margarita’.
  • 212 Isidor. Clar. in Schol. ad Luc. ca. 22. Quin & tulit in se quod alijs potuisset esse non ferendum: (...)
  • 213 Alusión a la oración de Getsemaní, en el monte de los Olivos (Lucas, 22, 39 sq.).
  • 214 Cant. 4. vulnerasti cor meum. Original, abstulisti cor. D. Greg. Nic. indidisti nobis cor. Cantar, (...)
  • 215 corazones] razones P; errata señalada en la fe de erratas.

12427. Temió el tirano Olibrio universal conversión en Antioquía, infelices los votos con que reiteraba las falsas aras de sus dioses, dándoles gracias por las vitorias de sus emperadores, singularmente por el triunfo de los persas*208 con que Diocleciano soberbio consintió adorarse, mandando que todos le besasen el pie calzado de crisólitos y balajes209. ¡Qué mal contentadiza es la ambición: aun a Dios pretende quitarle el lugar! Los aplausos de estas alegrías determinó el prefecto mezclar con sus crueldades, mandando que degollasen a Margarita, que antes de ofrecer el cuello al cuchillo dedicó la oración al cielo, constituyéndose abogada de los partos con suplicar a Dios los alcanzasen felices las que la invocasen intercesora. ¡Oh santa divina, vuestra protección aguarda real preñez210; salga a luz traslado del mayor monarca; [19r] lógrese copia de la más piadosa reina! Breve fue la súplica y tan grande el ánimo, que temía la muerte211 y Margarita la animaba, desembarazando la turbación del verdugo que puso escrúpulos en el acero viendo milagros en la hermosura, siendo necesario que convidase con el cuello de nieve para recordar la ejecución del mandato. Aquel sudor de Cristo en las agonías del huerto, dijo Isidoro Clario*212 que había sido por representársele al Salvador los martirios de las tiernas doncellas que habían de morir por la fe, admitiendo Cristo en sí mismo los temores que todas podían tener para darles el ánimo con que Él había de morir. Será consideración piadosa sospechar que, entre tantas, consideró el Salvador a Margarita orando y trocó con ella el valor padeciendo, para que Margarita tuviese corazón de Dios en el martirio, ya que Cristo le mostraba de Margarita en el huerto213: bien*214 usado favor entre una alma y su Esposo cambiar las corazones215 para trocar los ánimos.

  • 216 Greg. Naz. ora. 11. sic illa soluitur, & vt melius loquar, assumitur aut auolat, aut trâsmigrat. au (...)
  • 217 los empeños del cuerpo: ‘las pesadeces de cuerpo’.

12528. Al fin el cuchillo abrió puerta de alabastro a la muerte, viéndose entre innumerables ángeles animar Cristo a Margarita diciendo: «Marina, ten buen ánimo». Dijo san [19v] Gregorio*216 Nacianceno, al morir Gorgonia, que se había desatado el espíritu, o, para decirlo mejor, había sido asunción su vuelo, o pasar de un lugar a otro su tránsito, o señalar el alma los empeños del cuerpo217 llegando un poco antes a su gloria.

  • 218 subdelegar: «Cometer o dar su jurisdicción o potestad el delegado a otro» (Autoridades).

12629. Quedó truncada belleza, dividido de la parte más vital, amortajado en sangre y reclinado en muerte el cuerpo de Margarita, a vista del rostro cruelmente apartado adonde solo se consideraban ocasos de vida y occidentes de hermosura, pero todo tan agradable que subdelegaba218 el alma bienaventuranza del cielo en lo que había dejado en la tierra.

  • 219 aquella maravilla: Rodríguez de León expresa también su admiración por el Escorial en su Discurso a (...)
  • 220 el parto de Raquel: Raquel, la segunda esposa de Jacob, muere al dar luz a Benjamín (Génesis, 35, 1 (...)
  • 221 desahogo: «Alivio de la pena, trabajo o aflicción» (Autoridades); ‘consuelo’ (aquí por anticipación (...)
  • 222 la novedad … común lugar: ‘la novedad no excluye la repetición; si su sentido profundo es diferente (...)
  • 223 Gen. c. 48. mortua est Rachel in terra Chanaan in ipso itinere. Génesis, 48, 7: «Cuando volvía de P (...)
  • 224 Nazianz. maximaq. ex parte mortem obij, & ad quem (scilicet Deû) iam pridem propero. San Gregorio N (...)
  • 225 Alfonso o Alonso el Caro fue el último hijo de la reina Margarita, que murió a consecuencia de este (...)
  • 226 pues siguiendo … falta: ‘pues Alonso, al seguir rápidamente a su madre en la muerte, supo hacer suy (...)

12730. Sólo debe envidiarse una buena muerte; en acertar a morir está la felicidad verdadera; aquel último lance de la vida pide gran estudio de la meditación. Lo que se previene con memoria, no se yerra con descuido. El apercebimiento es prudencia, el olvido es temeridad. Haber de andar este camino, y no considerar los pasos, tiene descansos de ateísmo. La muerte no envía nuncios delante; sin avisar llega, sin prevenir viene. Quien no puede ser mártir por la fe, procure serlo por la aprehensión; déjese atormentar con el fin que ha de tener, y mere[20r]cerá el acierto que puede desear. Qué de veces dijo la santa reina Margarita que había de morir de un parto; y, tiernamente llorosa a la vista del Panteón del Escurial, qué de veces delineó sitio a su cuerpo. La última jornada que hizo a aquella maravilla219 fue a buscar la muerte: que no había de volver afirmó reiteradamente. Habrá sido el parto de Raquel220 hermosa desahogo221 del de Margarita reina. La novedad tiene licencia para repetir; adonde se halla diferente misterio vuelve a referirse común lugar222. Que murió Raquel en el camino advierte el Texto*223. No fue acaso, no, el decirlo: quiso significar que no se había eclipsado descuidada sino prevenida, caminando a morir cuando murió, que encontrarla en el camino la Parca fue no haber estado con descuido en la vida. Felice majestad la que salió al encuentro a la muerte y le excusó pasos con prevenirle meditaciones, que es lo que dijo Basilio al prefecto Modesto*224 que le amenazaba con quitarle la vida. Llámese don Alonso el Caro225 el Benjamín de tal parto, porque costó su nacimiento una Margarita de tal estimación; pero adviértase que le conviene el nombre de Discreto, pues siguiendo a su madre aseguró en edad que no reina corona que no falta226.

128[20v.] Quilate XII. De su gloria

  • 227 Platina. & nicolaus Pap. epist. ad Michaelem. Bartolomeo Sacchi, llamado «Battista Platina» (1421-1 (...)
  • 228 Concilio] Consilio P. Es más que dudosa la existencia histórica del Concilio Sinuesano (de Sinuesa, (...)

12931. Sepultaron el cuerpo de Margarita los cristianos de Antioquía, buscando lugar que le escondiese, no mausoleo que le publicase, siendo su triunfo a veinte de julio, el año de trescientos (tan antiguo es su martirio) en el imperio de Diocleciano y en la décima persecución de la Iglesia, cuya silla pontifical estaba entonces sin pastor, llorando a Marcelino*227 que, arrepentido ante los Padres del Concilio Sinuesano228 de haber ofrecido incienso a los ídolos, enmendó el amago en el martirio y aseguró el premio en la muerte.

  • 229 Apocalipsis, 21: la Jerusalén celestial o ciudad de los elegidos.
  • 230 El Convento de la Encarnación, en Madrid, fue fruto póstumo de la voluntad de la reina Margarita de (...)
  • 231 Juan 11, 1-44.
  • 232 palia: «El lienzo sobre que se descogen los corporales para decir misa»; corporales: «Los lienzos q (...)
  • 233 Prou. 31. & cingulium tradidit Chananæo. Legionensis per cingulum intelligit. Randas, o franjas. (‘ (...)

13032. Pasó Margarita a vida eterna, a gloria inmortal; y recibida el alma en alas de serafines, se mezcló en sus hierarquías, ya segura al descanso, sin temor de perderle y con certeza de gozarle; y natural a la ciudad que vio san Juan229, conoció lo que valen trabajos padecidos para alcanzar bienes seguros, y que en quien sirve a Dios todas las acciones se aprovechan. Gloriosa se viera la santa reina Margarita aun con sola alguna obra suya. Probarlo puede la fundación real del convento de la Encarnación230, cuyas ideas imaginadas merecieran lugar en [21r] el cielo, determinada a edificársele a Dios en la tierra, pues ofrecer casa a Cristo advierte los valimientos de Marta y María, poderosas a alcanzar una resurrección para Lázaro porque venga a morir por duplicado231. Pero adonde está suspensa la atención es en imaginar a una reina labrando de punto real palias y corporales232 para los altares; y hállase la piedad gustosamente persuadida que majestad que aun supo aprovechar puntos con Dios de todo hizo méritos. No se le olvidó al Espíritu Santo*233 alabar esto en la mujer fuerte; en hacer randas y franjas la retrató ocupada: gran dicha llegar una mujer hacendosa a poner por cuenta de Dios primores de su aguja y atenciones de su labor.

  • 234 Apoc. cap. 21. singulæ porte erât ex singulis Margaritis. Apocalipsis, 21, 21: «Y las doce puertas (...)
  • 235 Cf. Paravicino, «Panegírico funeral», en Sermones cortesanos, p. 251: «De margarita son las puertas (...)
  • 236 Cant. ca. 1. murenulas aureas faciemus tibi vermiculatas argento. Alij legût cum margaritis. (‘Otro (...)
  • 237 Sobre el relicario del real convento de las Descalzas Reales, ver Sánchez Hernández, 1997, pp. 312- (...)
  • 238 Matías de Habsburgo, rey de Hungría y de Bohemia, era hermano de la reina Margarita y fue emperador (...)

13133. Elijan todos por abogada a la insigne mártir santa Margarita, que si las puertas del cielo —como dijo san Juan*234— son de margaritas, quien ganare a Margarita puerta tiene para entrar en la gloria235. Alegróse la Iglesia de estar con esta perla más hermosa, que si el Esposo le prometió arracadas de margaritas*236, con esta santa y con otras de su nombre que la imitan cumple la promesa y ofrece las joyas. Gran dicha [21v] del real convento de las Descalzas de Madrid haber alcanzado, entre tantas reliquias como guarda, la mayor parte del cuerpo desta santa237, dádiva del emperador Matías y presente del obispo de Alguer238, cuyas devociones pudieron enriquecer tan grave santuario con la concha de tan inestimable perla. A su gloriosa atención ofrece mi ingenio deseos porque no puede obras, siendo estos dibujos apenas delineados afectos bien nacidos que amagaron empresa grande reconociendo ciencia limitada, deseando la pluma escribir para recordar, no dilatarse para presumir, fiada no en el vuelo que sigue sino en el amparo que tiene. Ojalá diera licencia la modestia religiosa de quien le ejercita para delinear sus virtudes tan de Margarita; pero quien se retiró a los cetros y coronas, también se negará a los encomios y alabanzas. Bien habla esta acción; no es necesario que discurran otras; sirva el ejemplo en tanto que calla el silencio.

  • 239 22] 21 P, repetido por error.
  • 240 de perlas: «Modo adverbial con que se demuestra la propiedad con que se dice o hace alguna cosa, o (...)
  • 241 ejemplos] xemplos P.

13234. Y tú, oh preciosa Margarita que en eternidades gloriosas gozas júbilos dilatados y logrando premio de triunfo alcanzas seguridad de descanso, pues entre aclamaciones angélicas con que eternamente atenta [22r]239 oyes entonar alabanzas al artífice de los orbes puedes inclinarte afable a quien te invoca, recibe el afecto del que devoto a contemplar tu vida se dedica a reconocer tu amparo; y entre las luces que asistes, vestida de soles y coronada de estrellas, permite los ojos a recibir no el don humilde sino el deseo grande que solicitando explicarse avisó tus quilates, oh perla, ya en sempiterno oriente preciosa. Y en tanto que tu nombre influye alientos de espíritu endiosado a quien le goza, alcanza favores al desamparo, consiente remedios a la necesidad, negocia seguridades al temor y concede aciertos al estudio, para que parezcan de perlas240 los avisos cuando se dieren y se juzguen de Margaritas los ejemplos241 cuando se consideraren, que escribir vida de santa y vivir infelicidad de culpa es desconocer la imitación, entreteniendo asueto del que leyere sin enmendar inclinación del que errare.

133[22v] En Madrid. Por la viuda de Luis Sánchez, impresora del Reino.
Año de M DC XXIX.

Inicio de página

Bibliografía

Aguilar-Adan, Christine, «Du bon usage politique des prophéties: la prédiction de la mort de Philippe III. Prophétie et piété militante», en La prophétie comme arme de guerre du pouvoir (xve-xviie siècle). Actes de colloque des 14-16 février 1999, dir. Augustin Redondo, Paris, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 2000, pp. 279-308.

Aragüés Aldaz, José, «El santoral castellano en los siglos xv y xvii: un itinerario hagiográfico», Analecta Bollandiana, 118, 2000, pp. 329-386.

Bzovius, Abraham, Monile gemmeum Divae Virgini Deiparenti sacrum…,Venetiis, ex Typographia Ambrosii et Bartolomei Dei, fratrum, 1614.

Calderón de la Barca, Pedro, El cordero de Isaías, ed. Mari Carmen Pinillos, Kassel, Reichenberger, 1996.

Calderón de la Barca, Pedro, El primer blasón del Austria, ed. Victoriano Roncero, Kassel, Reichenberger, 1997.

Carrillo, Juan, Relación histórica de la real fundación del monasterio de las Descalzas de santa Clara de la Villa de Madrid. Con los frutos de santidad que ha dado y da al cielo cada día. De las vidas de la princesa de Portugal doña Juana de Austria su fundadora. Y de la emperatiz María su hermana que vivió y acabó santamente allí su vida […], Madrid, Luis Sánchez, 1616 (BNM, M-2-54.187)

Carrillo de Córdoba, Francisco, Vida de Santa Margarita Antiochena, Córdoba, 1688 (citada por José Simón díaz en la coll. Hispania Sacra).

Cerdan, Francis, «Oración fúnebre a la muerte del muy reverendo Padre Maestro Fray Hortensio Félix Paravicino» (México, 1640), en Id., Honras fúnebres y fama póstuma de Fray Hortensio Paravicino, Toulouse, Helios, 1994, pp. 139-221.

Certeau, Michel de, «Hagiographie», en Encyclopaedia Universalis en línea, http://www.universalis.fr/encyclopedie/hagiographie/

Cervantes, Miguel de, Poesías, ed. Adrián J. Sáez, Madrid, Cátedra, 2016.

Cervantes, Miguel de, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, ed. Carlos Romero Muñoz, 3ª ed., Madrid, Cátedra, 2003.

Correas, Gonzalo, Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), ed. Louis Combet revisada por Robert Jammes y Maïté Mir-Andreu, Madrid, Castalia (Nueva Biblioteca de Erudición y Crítica, 19), 2000.

Courcelles, Dominique de, Les histoires des saints, la prière et la mort en Catalogne, Paris, Publications de la Sorbonne, 1990.

Encinas, Diego de, Cedulario indiano, estudio e índices por Alfonso García Gallo, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1946, 4 tomos.

Éphrem, saint, «De partu Virginis», en Sermones polemici, en Chefs-d’œuvre des Pères de l’Église ou choix d’ouvrages complets des docteurs de l’Église grecque et latine, V, Paris, À la Bibliothèque ecclésiastique, 1838, pp. 288-337.

«El Estanque y la Peregrina» (18 de octubre de 2009), http://www.fonsado.com/2009/10/el-estanque-y-la-peregrina.html

Fradejas Lebrero, José, «Evolución del tema del “adiós”», en Philologica hispaniensia in honorem Manuel Alvar. III: Literatura, Madrid Gredos, 1986, pp. 143-159.

Gerson (Jean Charlier), Moralis admonitio pro Sanctimonialibus, en Opera omnia, La Hague, Petrus de Hondt, 1728, III, cols. 237-240.

Gracián, Baltasar, Agudeza y arte de ingenio, en Obras completas, ed. Arturo del Hoyo, Madrid, Aguilar, 1960, pp. 229-514.

Gracián, Baltasar, El Criticón, en Obras completas, ed. Arturo del Hoyo, Madrid, Aguilar, 1960, pp. 515-1011.

Gracián, Baltasar, El político don Fernando el Católico, en Obras completas, ed. Arturo del Hoyo, Madrid, Aguilar, 1960, pp. 35-69.

Heródoto, Clío, en Los nueve libros de la Historia (https://es.wikisource.org/wiki/Los_nueve_ libros_de_la_Historia).

Inventarios Reales. Bienes muebles que pertenecieron a Felipe II, ed. F. J. Sánchez Cantón, Madrid, Real Academia de la Historia, 1956-1959.

Martorell Téllez-Girón, Ricardo, Anales de Madrid de Antonio Léon Pinelo: reinado de Felipe III. Años 1598-1621. Edición y estudio crítico del manuscrito núm. 1255 de la Biblioteca nacional, Madrid, Estanislao Maestre, 1931.

Montero Reguera, José, «“Entre tantos adioses”: una nota sobre la despedida cervantina del Persiles», en Id., Páginas de historia literaria hispánica, León, Universidad de León, 2009, pp. 249-264.

Palma, Juan de, Vida de la serenísima infanta sor Margarita de la Cruz, religiosa descalza de Santa Clara, Madrid, Imprenta Real, 1636 (BNE 3/65228).

Paravicino, fray Hortensio Félix, Sermones cortesanos, ed. Francis Cerdan, Madrid, Castalia, 1994.

Pavesi, Pablo E., «La marca del Artífice. Descartes, Plinio y las líneas de Apeles», Analytica (Rio de Janeiro), 17/1, 2013, pp. 11-44.

Pérez Martín, María Jesús, Margarita de Austria, reina de España, Madrid, Espasa Calpe, 1961.

Philon d’Alexandrie, De Josepho, ed. Jean Laporte, Paris, Éditions du Cerf, 1964.

Philon d’Alexandrie, De vita Mosis, I-II, eds. Roger Arnaldez, Claude Mondésert, Jean Pouilloux et al., Paris, Éditions du Cerf, 1967.

Quevedo, Francisco de, La caída para levantarse: el ciego para dar vista, el montante de la Iglesia en la vida de San Pablo Apóstol, ed. Valentina Nider, Pisa, Giardini, 1994.

Redondo, Augustin, Les parentés fictives en Espagne (xvie-xviie siècle), Paris, Publications de la Sorbonne, 1988.

Rodríguez García de Ceballos, Alfonso, «Arte y mentalidd religiosa en el Museo de las Descalzas Reales», Reales Sitios, 35/138, 1998, pp. 13-24.

Rodríguez de Léon, Juan, La Perla. Vida de Santa Margarita, virgen y mártir, Madrid, Imprenta del Reino, 1629. BNE: VE-159-2; BNE: 2/67257: versión digitalizada: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000170026&page=1; Biblioteca universitaria de Sevilla: 110-73 [2], versión digitalizada: http://fondosdigitales.us.es/fondos/libros/10180/14/la-perla-vida-de-santa-margarita-virgen-y-martir/).

Sacchi, Bartolomeo («il Platina»), De vita et moribus summorum Pontificium historia, Coloniae, Ex officina Eucharii Cervicorni, 1529.

Sánchez Hernández, María Leticia, Patronatato regio y órdenes religiosas femeninas en el Madrid de los Austrias: Descalzas Reales, Encarnación y Santa Isabel, Madrid, Fundación universitaria española, 1997.

Surius, Laurentius, De probatis sanctorum vitis. VII: Julius, Coloniae Agrippinae, Sumptibus Joannis Kreps & Hermanni Mylii,1618.

Torre Villar, Ernesto de la, El humanista Juan Rodríguez de Léon Pinelo, México, Universidad Autónoma de México (Anejos de Novahispania, 2), 1996.

Tortorelli, Raffaella, «Le fonti agiografiche su santa Marina di Antiochia e san Nicola di Myra e il culto dei due santi nel mezzogiorno d’Italia», Storia del mondo, 56, 2008 http://www.storiadelmondo.com/56/tortorelli.fonti.pdf

Vauchez, André, Saints, prophètes et visionnaires. Le pouvoir surnaturel au Moyen Âge, Paris, Albin Michel, 1999.

Vincent-Cassy, Cécile, Les «chemins du ciel»: sainteté féminine, martyre et patronage en Espagne sous Philippe III (1598-1621) et Philippe IV (1621-1665). Analyse des représentations littéraires et plastiques des saintes vierges et martyres, Thèse NR soutenue le 11 décembre 2004 (Paris III-Sorbonne Nouvelle).

Vincent-Cassy, Cécile, «“Sangre real, rarísima hermosura…”: la santidad coronada en la España de los Austrias menores», en Homenaje a Henri Guerreiro. La hagiografía entre historia y literatura en la España de la Edad Media y del Siglo de Oro, Frankfurt am Main/Madrid, Vervuert/Iberoamericana, 2005, pp. 1135-1158.

Vincent-Cassy, Cécile, Les saintes vierges et martyres dans l’Espagne du xviie siècle. Culte et image, Madrid, Casa de Velázquez, 2011.

Vitse, Marc, «Introducción» a la ed., con Henri Guerreiro, de Mateo Alemán, San Antonio de Padua, en Mateo Alemán, La obra completa, dirs. Pedro M. Piñero Ramírez y Katharina Niemeyer, vol. 2, Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert, 2014, pp. 19-91.

Vorágine, Santiago de la, La Leyenda dorada, traducción del latín por fray José Manuel Macías, Madrid, Alanza editorial, 1999, 2 vols.

Inicio de página

Notas

1 Sobre la vida, familia e itinerario de Juan Rodríguez de León, el estudio más completo y moderno es el de Torre Villar, 1996, pp. 7-61.

2 Lo edita Torre Villar, 1996, pp. 73-106, utilizando la impresión de 1615, recogida en el volumen 794 de la Biblioteca Nacional de Méjico, que contiene 27 sermones manuscritos de nuestro predicador.

3 Juan de Palafox, futuro obispo de Puebla de los Ángeles e inspirador o, mejor dicho, director de la biografía de sor Margarita de la Cruz redactada por el franciscano Juan de Palma y publicada en Madrid en 1636. Sobre la compleja problemática de la autoría de este libro y su falsa atribución a Juan de Palafox, ver Aguilar Adan, 2000, pp. 302-303.

4 Citado por Torre Villar, 1996, p. 53.

5 El propio Quevedo, en la Advertencia de su vida del apóstol san Pablo (La caída para levantarse), redactada entre 1642 y 1644, se hacía todavía eco de dicha fama: «El doctor Juan Rodríguez de León, canónigo de la santa iglesia tlascalense de la Puebla de los Ángeles, bien conocido en la corte por su predicación y letras, en su libro cuyo título es El predicador de las gentes, san Pablo […]» (ed. 1994, p. 133).

6 Cerdan, 1994, pp. 144-147.

7 Sánchez Hernández, 1997, pp. 73-83.

8 El Criticón, pp. 773-774. Pasaron a ser serafines en la religión de ellos: ‘se hicieron monjas en la Orden franciscana, también llamada seráfica’, y de la que dependían las clarisas de las Descalzas.

9 Según el título de la Vida de santa Margarita Antiochena, de Francisco Carrillo de Córdoba, publicada en Córdoba en 1678.

10 Pérez Martín, 1961, p. 171.

11 Martorell Téllez-Girón, 1931, p. 297, n. 17.

12 Véase el capítulo 4 («“Beata stirps”: sainteté et lignage en Occident aux xiiie et xive siècles», pp. 67-77) de Vauchez, 1999.

13 Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, p. 118a y p. 120a.

14 Ibid., p. 330a.

15 El texto establece explícitamente la relación entre constancia-valor y nobleza: «Porque soy noble, quiero ser constante […]» (§ 19).

16 Fórmula (san Jerónimo, Epistulae, 108, 1) citada por Vauchez, 1999, p. 74, n. 21.

17 Ver § 5: «endiosada» (‘embebecida devotamente’) está Margarita de Austria el día de Pentecostés; §13: «a lo menos una mujer modesta parece endiosada» (mujer modesta = portio Dei); § 20: «[…] creyeron que […] le inspiraba ánimo endiosado las obras» (el Espíritu Santo); § 22: «tan endiosada al padecer que daba sospechas de impasible al sentir» (Margarita hecha «deidad del cielo» por el tormento); § 34: «Y en tanto que tu nombre influye alientos de espíritu endiosado a quien le goza […]» (la irradiación del poder onomástico de Margarita).

18 Un ejemplo más de parentesco ficticio, en este caso espiritual y liberador: véase sobre la noción de «parenté fictive» el libro editado por Redondo, 1988: y véase también, sobre la nodriza-madre espiritual de la Margarita de un goig catalan de 1674 (Goigs de la gloriosa verge y màrtyr Santa Margarita), las observaciones de Courcelles, que nota que en la historia de santa Margarita «deux mondes s’opposent, le monde féminin de la religion et le monde masculin du paganisme et du pouvoir, lié à la cité où règne le tyran. […] La transmission des valeurs religieuses est bien ici matrilinéaire. Mais cette maternité chrétienne est d’ordre spirituel. L’option de Marguerite pour la virginité et le martyre s’oppose à celle de sa vraie mère mariée et païenne; en ce sens son option chrétienne est une affirmation de la sa différence; en renonçant à sa filiation charnelle, la sainte s’annonce en tant que chrétienne et spirituelle» (1990, pp. 91-92).

19 Un itinerario que, desde el punto de vista geográfico, es el de una apocatástasis (o retorno al punto de partida), desde la Antioquía nativa hasta la Antioquía martirial. Hay sutiles observaciones de Michel de Certeau sobre hagiografía y topografía: «La vie de saint est une composition de lieux. Primitivement, elle naît en un lieu fondateur (tombe de martyr […]) devenu lieu liturgique, et elle ne cesse d’y ramener (par une série de voyages ou de déplacements du saint) comme à ce qui est finalement la preuve. Le parcours vise le retour à ce point de départ. […] L’organisation de l’espace que parcourt le saint se déplie et se replie pour montrer une vérité qui est un lieu. Dans un très grand nombre d’hagiographies, anciennes ou modernes, la vie du héros se partage, comme le récit de voyage, entre un départ et un retour, mais elle ne comporte pas la description d’une société autre. Elle va et elle revient. Il y a d’abord la vocation qui exile de la ville le saint pour le conduire au désert, dans les campagnes ou dans des terres lointaines —temps d’ascèse que clôt son illumination. Puis vient l’itinéraire qui le ramène à la ville […]. Ce schéma permet d’introduire les lecteurs dans le mouvement du texte, il produit une lecture itinérante, il prend en charge dans sa première partie le monde “mauvais” pour conduire sur les traces du saint vers le lieu dit. C’est le côté “édifiant” de l’hagiographie, soit sous une forme parénétique, soit sur le mode d’un jugement prononcé contre le “monde” […]. Davantage encore, ces deux lieux contraires, ce départ doublé d’un retour, ce dehors qui s’accomplit en trouvant un dedans, désignent un non-lieu. […] Mais le sens est un lieu qui n’en est pas un. Il renvoie les lecteurs à un “au-delà” qui n’est ni un ailleurs ni l’endroit même où la vie de saint organise l’édification d’une communauté. Un travail de symbolisation se produit là souvent. Peut-être cette relativisation d’un lieu particulier par une composition de lieux, comme l’effacement de l’individu derrière une combinaison de vertus ordonnées à la manifestation de l’être fournissent-elles la “morale” de l’hagiographie: une volonté de signifier dont un discours de lieux est le non-lieu» («Hagiographie»).

20 En este sentido, Margarita se corresponde exactamente con el ideal de santidad dominante aún en la época de san Bernardo en el siglo xii, tal como lo resume Vauchez, 1999, p. 58: «[Les saints] étaient en effet généralement présentés comme des héros ayant accompli sur terre des actions surhumaines, en vertu d’un lien personnel qui les unissait à Dieu, comme le vassal à son seigneur dans le pacte féodal. Dieu demandait à ses amis et à ses serviteurs de le servir fidèlement, c’est-à-dire de se comporter ici-bas de la façon la plus différente possible de celle des hommes ordinaires: prier au lieu d’agir, jeûner au lieu de se nourrir, veiller au lieu de se reposer, rechercher la souffrance et non le plaisir, etc. Dans cette perspective qui domina la littérature hagiographique jusqu’au xiie siècle et parfois même bien au-delà, le saint apparaît avant tout comme un être céleste ayant renoncé à toutes les fonctions vitales, ou qui du moins a essayé de les réduire au strict minimum pour acquérir la pleine maîtrise de son corps et se détacher complètement de la chair. […] personnages prestigieux qu’il n’était pas question d’imiter mais seulement d’invoquer».

21 En su Aprobación, José de Valdivielso había captado este aspecto del sistema sustitutivo-comparativo utilizado por Juan Rodríguez de León: «Escribe de una Margarita […] que en el cielo por su preciosidad y grandeza pudiera alzarse con el título de la “Huérfana” o “Peregrina”, a no haber hallado otra en la tierra, a quien la consagra, que en la concha inculta de la pobreza religiosa perfectamente neta está afinando quilates, para hacer con ella proporcionada correspondencia porque tenga compañera. Trata incidentemente de otra (la reina doña Margarita nuestra señora) […]».

22 Es una diferencia notable con la frecuencia de los diálogos en el texto de La leyenda dorada (pp. 376-378).

23 En Sermones cortesanos, p. 24 y p. 161.

24 Excurso: «Oración que discurre fuera de la materia propuesta de que se trata, o, según Quintiliano, que discurre fuera de orden de alguna cosa, pero que pertenece a utilidad de la causa principal. Llámase comúnmente digresión. Lat. Excursus» (Autoridades, que cita un ejemplo de Fernando de Herrera: «Esta es parebasis, que los latinos dicen digresión o excurso»).

25 Publicado en Sermones cortesanos, pp. 219-252. Termina así: «Llora, Alemania, que murió Margarita; llora, Austria, que Margarita murió; Baviera, llora, que has perdido Margarita; España, llora, que a Margarita has perdido; fieles, llorad, que ha muerto Margarita, que yo voy a ver si acierto a llorar y proseguir mejor mis lágrimas en mi celda, ya que en este soberano lugar he sido para tan poco. Que he dicho» (p. 252).

26 Véase el capítulo 3 de Vauchez, 1999, pp. 56-66 («Saints admirables et saints imitables: les fonctions de l’hagiographie ont-elles changé aux derniers siècles du Moyen Âge?»). La lectura de ese densísimo capítulo, del que unas páginas podrían servir como comentario directo de nuestro texto, nos lleva a concluir que la Margarita de Juan Rodríguez de León es, desde este punto de vista —con su heroicidad superior a su imitabilidad— una santa plenamente medieval, más precisamente aún, una santa de la Alta Edad Media. O también podríamos decir que, por su nobleza, por su perfección inmediata (desde la infancia), por la insistencia en su papel de intercesora en la corte celeste, por su impasibilidad en el sufrimiento, nuestra Margarita de 1629 se sitúa asimismo en la línea de los santos de ciertos misterios franceses del Dauphiné en el siglo xv: «La roue de saint Catherine, les flèches de saint Sébastien, le dragon de sainte Marguerite signifiaient à la fois l’héroïsme du témoin, son élection par Dieu qui le récompense et l’accès qui en résulte à un ordre de puissance étranger à l’expérience humaine. La force triomphante manifestée dans les supplices et jusque dans la mort fonde la confiance en la valeur des saints… C’est à ce niveau, et à ce niveau seulement, que se situe leur exemplarité» (P. Paravy citado por Vauchez, 1999, p. 65).

27 «Discurso V» de la Agudeza y arte de ingenio, pp. 252-259. Da Gracián el ejemplo del discurso de san Ambrosio sobre santa Inés, donde aquel, «apasionado, contrapuso con grande artificio la pequeñez de su cuerpo a la grandeza de su espíritu, la delicadeza virginal con la crueldad tirana. ¿Hubo (dice) lugar en aquel tierno cuerpecito para tantas y tan grandes heridas? ¿Y lo que no tenía donde recebir los golpes del hierro, tuvo donde conseguir las coronas. Aún no sazonada para la pena, y ya madura para la vitoria»» (pp. 252-253). La frase de san Ambrosio, utilizada también por Juan Rodríguez de León (§ 22), constituye buen ejemplo de «oposición entre los extremos» y es de fácil aplicación a nuestra Margarita, como lo son, en cierto modo, los dos tercetos de este soneto de Lope asimismo citado por Gracián en el mismo «Discurso» (p. 259): «Dos partes tu mortal sujeto encierra: / una, que te derriba al bajo suelo, / y otra, que de la tierra te destierra. / Tú juzga de las dos el mejor celo: / si el cuerpo quiere ser tierra en la tierra, / el alma quiere ser Cielo en el Cielo.

28 Sobre «le non-dit de la mort des récitants» o «du sujet collectif et anonyme de l’énonciation» en los goigs catalanes, ver Courcelles, 1990, pp. 98-100.

29 Se hace aquí un uso libre de las palabras «casa de contratación de los ángeles», metáfora empleada por san Basilio para designar la celda monacal (§ 12). Sirva esta apostilla para llamar la atención sobre la expresión a veces «mercantil» del contrato de tipo feudal que liga al Señor (Dios) con su vasalla (Margarita). Véanse los párrafos 21 («Dijo Gordio, invencible mártir, como refiere san Basilio, que los tormentos eran comercios y contratos con Dios, porque se ganaba mucho en lo que se padecía, costando poco las tribulaciones en la tierra, y vendiéndose por mucho en el cielo» y hasta el final); 27 («Será consideración piadosa sospechar que, entre tantas, consideró el Salvador a Margarita orando y trocó con ella el valor padeciendo […]: bien usado favor entre una alma y su Esposo cambiar los corazones para trocar los ánimos»); 32 («conoció lo que valen trabajos padecidos para alcanzar bienes seguros»); 34 («negocia seguridades al temor»). Esta mercantilización del lenguaje del intercambio central de la economía de la salvación tiene sus orígenes en la patrística (ver, entre otros, PL 145, col. 247) y no es nada rara en textos religiosos contemporáneos, como el San Antonio de Padua de Mateo Alemán (ver pp. 65-67 de la Introducción de Vitse, 2014).

30 Ver § 1 («avisándole la imitación para asegurarle la promesa»); § 7 («Los que buscan a Dios en el oriente del vivir, asegúranle»); § 20 («que la gracia divina asegura vencimientos en mi edad»); § 23 («el Espíritu Santo […] agradeció a Margarita la constancia y le aseguró el premio»); § 30 («pues siguiendo [Alonso el Caro] a su madre aseguró en edad que no reina corona que no falta»). Véanse también el uso de «inmunidad segura» (§ 13) o «segura inmunidad» (§ 18) y el de «seguridad» (§ 13: «en cuyo valor fundaba su Esposo la mayor seguridad de su confianza»).

31 El acento circunflejo que aparece en la transcripción de las palabras latinas de las apostillas marginales corresponde a la frecuente tilde sustitutiva de letras en la grafía latina.

32 El maestro José de Valdivielso (1565-138) fue poeta y comediógrafo toledano de gran prestigio. Llegó a ser capellán de Bernardo de Sandoval y Rojas, arzobispo de Toledo, y, luego, del cardenal-infante don Fernando de Austria, hermano de Felipe IV y también arzobispo de la misma ciudad.

33 La vicaría de Madrid y su partido formaba parte de la archidiócesis de Toledo; uno de sus cometidos era la concesión de las licencias eclesiásticas para la impresión de libros. Juan de Velasco y Acevedo ejercía esta función de censor en 1629: el 28 de agosto —o sea, un mes después de la presente aprobación— otorgaba la licencia de impresión para los Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio de Quevedo.

34 ¿qué perla fue grande sino en el valor?: ‘el tamaño diminuto de la perla no le impide tener un valor extremado’.

35 «la Huérfana» o «Peregrina»: alusión a una perla excepcional descubierta en el siglo xvi en el Archipiélago de las Perlas en Panamá. De tamaño muy grande, con forma de pera o lágrima, se consideró como única por su escasez y, más aún, por su belleza. Se conocía como la margarita, la huérfana o la sola, pero pasó a la historia como la peregrina, no a causa de su periplo viajero sino por ser exótica, singular o preciosa. La adquirió Felipe II en 1579 y formó con un diamante tallado en forma de espejo el «joyel rico» de la monarquía española. Ver el blog «El Estanque y la Peregrina», con numerosas reproducciones de los cuadros reales en que aparece pintada esta joya.

36 Sor Margarita de la Cruz (la infanta archiduquesa Margarita de Austria), religiosa en el convento de las Descalzas Reales, a quien va dedicada la obra.

37 perla … neta: perla neta es expresión técnica o lexicalizada para designar una categoría de perlas puras, como en la Historia general de las cosas de Nueva España de Bernardino de Sahagún: «El que vende las piedras sin engaño es buen conocedor de las piedras preciosas, como son la esmeralda fina, perla pura, azabache […]» (tomo III, p. 41). Ver en CORDE el ejemplo sacado de La Cristiada de fray Diego de Hojeda (1611), en que se lee: «Y aquella Margarita refulgente, / más que oro fino, más que tersa plata, / más que limpio rubí, topacio ardiente, / y perla neta en fúlgida escarlata, / estímala».

38 La reina Margarita de Austria (1584-1611), esposa de Felipe III y madre de ocho hijos, que son otras tantas perlas.

39 preciosas] preciosa P.

40 Mateo, 13, 45: « Es también semejante el reino de los cielos a un mercader que busca perlas preciosas».

41 las usuras caudalosas de sus empleos estudiosos: ‘los abundantes frutos de sus vigilias de estudio’.

42 persona grande: la señora infanta Margarita de la Cruz. Ver, más adelante, lo que dice Rodríguez de León en su Prólogo: «Este rasgo de humilde pluma es reconocimiento de grande obligación. Y no va a solicitar aplauso sino a declarar afecto, que a faltar esta causa no me atreviera a esta licencia».

43 Era muy conocida la anécdota que, a propósito de Apeles, recuerda Plinio el Viejo en su Historia naturalis (XXXV, 36, 81-83): «Es sabido lo que sucedió entre Protógenes y él [Apeles]. Protógenes vivía en Rodas, donde Apeles desembarcó y, ávido por conocer las obras de quien solo conocía por su fama, se dirigió enseguida a su taller. Protógenes estaba ausente, pero una anciana custodiaba un lienzo de gran tamaño montado en un caballete. La anciana respondió que Protógenes había salido y preguntó por quién le diría que fue visitado. “Por este” respondió Apeles y, tomando un pincel, trazó en el lienzo una línea de color sumamente fina. Vuelto Protógenes, la anciana le relató lo que había ocurrido. Se dice que el artista, al contemplar la delicadeza del trazo, dijo enseguida que Apeles había venido, pues ningún otro podía ejecutar obra tan perfecta, y él mismo, con otro color, dibujó sobre la primera una línea aún más fina, ordenando que, si Apeles regresaba, se la mostrara diciéndole que ese era a quien buscaba. Y así sucedió. Apeles regresó y, sonrojándose al verse vencido, hendió las líneas con un tercer color, sin dejar lugar para mayor sutileza. Protógenes se confesó vencido y corrió al puerto en busca de su huésped y quiso que ese lienzo se transmitiera a la posteridad –—admirado por todos, pero especialmente por los artistas como un prodigio sin igual» (citado por Pavesi, 2013, p. 41). Del mismo modo que el trazo de Apeles manifestó la perfección de su talento de pintor, la edición del texto del sermón —el paso de su voluble existencia oral a su visible fijación en el papel— dará a conocer los méritos del gran predicador de las Descalzas.

44 detenido: «Embarazado, y que no tiene despejo, desenfado ni resolución. Lat. Tardus, cunctabundus, haerens» (Auts.).

45 Benedictino, natural de Túy y profeso de San Martín de Santiago de Compostela, abad de los monasterios de Oviedo, de San Martín de Madrid y del de su profesión, y General de la Congregación de Valladolid; llegó a ser obispo de Elna, de Gerona y de Tortosa.

46 cumbre Pangea: mons Pangaeus o monte Pangeo, situado entre la Macedonia oriental y la Tracia occidental, cerca de la ciudad de Anfípolis. Era célebre por sus minas de oro y plata, de las que Lope de Vega supone que rivalizan, en vano, con la preciosidad de la perla pura de Antioquía de Siria, cuyo río es el Orontes.

47 El signo zodiacal de León se encuentra efectivamente al lado del de Virgo. Astrea es personaje mitológico: hija de Zeus y Temis, ayuda a su padre, cuyos rayos lleva en sus brazos, en la guerra de los Titanes. Como recompensa por su lealtad, puede conservar su virginidad y merece un lugar entre las estrellas como constelación de Virgo. En esta («entre las luces del celeste coro») figura la estrella Spica o Espiga que, según los astrólogos de la Antigüedad, «dibuja una espiga de trigo en la mano izquierda del signo zodiacal de Virgo» (De Armas, 2016, p. 15). Precisa Autoridades que los pintores representan el «signo boreal» de Virgo «con la figura de una doncella con una espiga en la mano, a que corresponde la estrella de primera magnitud, que por eso se llama Spica Virginis». Reúne aquí Lope de Vega, de manera algo original en su propia obra, varios elementos frecuentemente manejados por él y analizados por De Armas en las pp. 64-84 y 104-112 de su estudio reeditado en 2016 (ver otro ejemplo de un uso hagiográfico de lo mitológico cristianizado en La niñez de san Isidro, pp.108-112).

48 La mayoría de las versiones del mito clásico coinciden en que las rosas blancas (la rosa es flor consagrada a Venus) se tiñeron de rojo con la sangre de la diosa del amor, herida en el pie con unas espinas; Garcilaso, por su parte, quizá siguiendo el Idilio 23 de Teócrito, atribuirá el nuevo color a la sangre de Adonis (Égloga III, vv. 183-184).

49 gloria accidental: «Se llama la que a diferencia de la gloria esencial que gozan los santos y bienaventurados, se les aumenta por el culto exterior, alabanzas y otras demostraciones» (Autoridades, s. v. accidental); en la entrada gloria, Autoridades formula la definición de otra manera: «El gozo que sobreviene al bienaventurado de alguna cosa que en algún modo le pertenece, como de su beatificación o canonización, nuevo culto, o del bien de los suyos, como el gozo que tendrá el Padre viendo en la gloria a su Hijo».

50 de las sangrientas rosas vitorioso: ‘coronado por la señales del martirio de Margarita’.

51 al pronunciar … risa: ‘al emitir la aurora, en el arrebol del amanecer, las lágrimas del rocío, antes de que nazca la plena claridad del día’. Es tópico muy difundido la asociación de las lágrimas de la aurora y de la risa del alba: «de lágrimas del aurora / la risa del alba engendra» (Calderón, El cordero de Isaías, vv. 213-214, y la nota a los versos 460-461 de El segundo blasón del Austria). Cf. varios pasajes posteriores del texto de Rodríguez de León: § 1: «Y si la perla, en los retiros del mar, no se desdeña de lo tosco de la concha que le sirve de celda de nácar sin más primores que los imitados de un peñasco de quien trasladó dureza y copió edificio, solo atenta a beber el más virgen rocío de la mañana»; Quilate I, § 2: «nació una niña que pareció no infanta que había formado la naturaleza sino perla que había llorado el alba»; Quilate I, § 3 «cándida porción de rocío celestial, hija de lágrimas del día»; Quilate III, § 9: «esperando los favores del cielo como la concha de quien escriben los naturales que al reírle el alba, abierta la boca de nácar, sedienta del rocío celeste le desea, como a esposo suyo, y con misterioso bostezo le aguarda para convertirle en perla»; etc.

52 que el cielo en sus imágenes coloca: en cuanto signo zodiacal.

53 el de Sansón … panal: conocido episodio bíblico del león matado por Sansón y en cuyo cadáver encuentra, algún tiempo después, un enjambre de abejas con miel (Jueces, 14, 5-11).

54 retrato del misterio primitivo: ‘el miel de tu boca es fiel eco del miel del episodio bíblico’.

55 honrando … memoria: ‘además de honor de la oratoria sagrada, alcanzarás, como historiador, una fama eterna’.

56 nuevo León romano: posible alusión al papa León X, gran humanista.

57 Orbe Antártico: debe de corresponder al hemisferio sur (meridional o austral), que no incluye, en principio, ni la América central ni las tierras de Nueva España, de donde vino el autor para su estancia en Madrid entre 1627 y 1633. Aquí Lope emplea la expresión para designar globalmente las Indias Occidentales.

58 Respetamos aquí la división original en «estrofas» de la silva de Lope, a pesar de la ausencia del pareado terminal presente al final de cada una de las «estrofas» anteriores.

59 la cesárea augusta: la infanta Margarita de la Cruz.

60 Mateo, 22, 21: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios».

61 no por el estilo sino por el sujeto: ‘no por el placer de escribir sino por el tema o el personaje’ (sujeto: «Persona de especial calidad o prendas», Autoridades); quitando la coma que pusimos después de perla —y poniendo otra después de sujeto—, se podría comprender: ‘debe llamarse perla no por efectos retóricos, sino por ser un sujeto admirable’.

62 Matth. ca. 13. Mateo, 13, 45-46: «Es también semejante el reino de los cielos a un mercader, que busca perlas preciosas, / y hallando una perla de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra». Parábola también glosada por Paravicino en el «Sermón de santa Isabel» (Sermones cortesanos, pp. 160 sq.).

63 Hasta 1969, en que desapareció santa Margarita de Antioquía del calendario cristiano, su fiesta se celebraba el 20 de julio.

64 Como sor Margarita de la Cruz (la infanta archiduquesa Margarita de Austria), hija de Maximiliano II (emperador germánico de 1564 a 1576) y de María de Austria (madre de Ana de Austria, la cuarta esposa de Felipe II) y hermana de Rodolfo II (emperador de 1576 a 1612) y de Matías (emperador de 1612 a 1619); o, también como la esposa de Felipe III, la reina Margarita de Austria (1584-1611), hija del archiduque Carlos y de María de Baviera, y madre de ocho hijos. Sor Margarita de la Cruz profesó en el convento de las Descalzas en 1584 y murió el 5 de julio de 1633.

65 1 Petr. 2. 1 Pedro, 2, 21: «Pues para esto fuisteis llamados, ya que también Cristo padeció por vosotros y os dejó ejemplo, para que sigáis sus pasos».

66 4 Reg. 2. 2 Reyes 2, 9-10: «Cuando hubieron pasado, dijo Elías a Elíseo: “Pide lo que quieras que haga por ti, antes que sea apartado de ti”. Y Elíseo le dijo: “Que tenga yo dos partes en tu espíritu”. / Elías le dijo: “Difícil cosa has pedido. Si cuando yo sea arrebatado de ti me vieres, así será; mas si no, no”».

67 San Antonino, arzobispo de Florencia (Antonino Pierozzi, 1389-1459). Simeón Metafrastes, hagiógrafo bizantino del siglo x. Luigi Lippomano († 1559), obispo de Bérgamo y Verona, autor de los ocho volúmenes de las Sanctorum priscorum patrum Vitae, que vieron la luz entre 1551 y 1560. Laurencio Surio (1522-1578), cartujo alemán, autor de los seis volúmenes titulados De probatis sanctorum historiis (1570-1575), en que lleva a cabo la revisión y ordenación per circulum anni de los contenidos de la obra de Lippomano. Véanse sobre estas dos colecciones las atinadas precisiones de Aragüés Aldaz, 2000, p. 349. Vicencio es Vincent de Beauvais (Vincentius Bellovacensis, 1190-1264), autor del famoso Speculum historiale. El obispo aquiliense puede ser san Cromacio de Aquileya (hacia 340-407 o 408), corresponsal de san Ambrosio, san Jerónimo y san Juan Crisóstomo y autor de homilías y tratados, dedicados algunos de ellos a varios santos.

68 Ita. Frat. Petr. Bejaranus tract. de monetis apud Margaritam cognitis. Pedro Bejarano, autor italiano de un tratado publicado en 1600: Resolución breve cerca de las monedas que corren en la isla Margarita (BNM, R-12229).

69 las] los P; errata señalada en la fe de erratas.

70 Volaterranus in sua Geographia lib. 11. Rafaello Maffei o Raphael Maffeus Volterranus (1451-1522), autor una importante enciclopedia: Commentariorum rerum urbanarum libri XXXVIII (1506), en que la geografía ocupa los libros II-XII.

71 Seleuco: Seleuco I Nicator, creador de la dinastía de los Seleucidas y fundador, en los primeros años del siglo iii a. de C., de la ciudad de Antioquía de Siria (la actual Antakya turca).

72 4 Reg 25. 2 Reyes, 25, 6-7: «Apresaron al rey [Sedecías] y le llevaron al rey de Babilonia [Nabucodonosor], a Ribla, y le sentenciaron. / Los hijos de Sedecías fueron degollados en su presencia; a Sedecías le sacaron los ojos, y cargado de cadenas de bronce, le llevaron a Babilonia». Sedecías, último rey de Juda (aproximadamente entre 597 y 587 a. de C.); Reblata o Ribla, en el río Orontes, al sur de Hama.

73 Sedecías] Ezequias P.

74 Scipión: es Publio Cornelio Escipión Africano, quien, en 189 a. de C., venció a Antíoco III de Siria en la batalla de Magnesia (que no se encuentra en Siria sino en la actual Turquía occidental).

75 oriente de la fe … Antioquía: Antioquía fue el enclave de más trascendencia en la vida de Pablo («el primer Pontífice»), base de su actividad misionera hacia el exterior. Desde allí evangelizó el Asia Menor y Grecia; fue allí donde predicó su primer sermón cristiano en una sinagoga y donde los seguidores de Jesús fueron llamados cristianos por primera vez (Hechos, 11, 26). Al expandirse el cristianismo, Antioquía fue una de las sedes de los cuatro patriarcados originales: Roma, Alejandría, Antioquía y Jerusalén.

76 Plin. li. 5. c. 39. Plinio el Viejo, Naturalis historia, IX, 54: «Has ubi genitalis anni stimularit hora, pandentes se quadam oscitatione impleri roscido conceptu tradunt».

77 Cel. Sedul. hib. 2. no testam. c. 1. Sedulio (Cælius Sedulius), sacerdote del siglo v, en su Carmen paschale, II, 1 (PL 19, cols. 595-596): «Et velut e spinis mollis rosa surgit acutis» (verso); «Et velut rosa suavis atque mollissima de spinosa caspite nascitur» (comentario).

78 Memor. Storû lib. 1. quasi ex sentibus Rosa frondescit [blanco] tulupino creata coitu, & oue matre progenita. San Eulogio de Córdoba, Documentum martyriale, «Eulogius servus Christi virginibus sacris Florae et Mariae carcere compeditis salutem» (PG 115, col. 831): «Siquidem tu lupino creata coitu, et ove matre progenita, quasi ex sentibus rosa frondescis».

79 misterioso: en La Perla, es frecuente el empleo de la palabra misterio (o del adjetivo misterioso). Más allá del sentido de algo «oculto y encerrado, y [que] no se puede comprender con facilidad» (Autoridades), el vocablo sirve para designar la dimensión providencial (y no casual) de un acontecimiento: «Muchas cosas parecen acaso, que son misterio, como de muchas se hace misterio, que son acaso. […] Llamose Margarita [de la Cruz] este ángel humano […]: pudo ser acaso, salió misterio» (Paravicino, «Oración fúnebre de sor Margarita de la Cruz», en Sermones cortesanos, pp. 299-300).

80 D. Didacus de Guzman. Archiepis. hispal. Olim Patriarcha. Ind. in eius vita. Se refiere a la Vida y muerte de doña Margarita de Austria, reina de España (BNM, R-25370), escrita, en 1617, por Diego de Guzmán, capellán mayor de las Descalzas Reales de Madrid, limosnero mayor de los reyes Felipe III y Margarita de Austria, patriarca de las Indias occidentales (1614) y arzobispo de Sevilla (1625). Margarita de Austria nació el 25 de diciembre de 1584; cf. Paravicino, «Panegírico funeral a la reina doña Margarita de Austria» (1628), en Sermones cortesanos, p. 228: «¡Dichoso y cristiano agüero nacer para el bien de España el día en que Dios mismo para el mundo! Y en aquella dichosa tierra, términos de Carintia y Stiria, donde se vieron amanecer tal día dos soles […]».

81 D. Amb. l. 1. de virgin. cuius nec nomen quidem vacuum est luce laudis. San Ambrosio, De virginibus, I, 2 (PL 16, col. 190): «Sed quid dignum de ea loqui possumus, cujus ne nomen quidem vacuum luce laudis fuit?».

82 Dice Surio: «Marinam, quam latina Ecclesia Margaritam vocat» (De probatis sanctorum vitis, t. VII, p. 248). Sobre los complejos problemas de esta doble apelación y de la coexistencia de dos (?) santas diferentes, ver Vincent-Cassy, 2011, pp. 256-261: «Marguerite et Marina, deux cultes pour une même sainte».

83 Vincent de Beauvais, Speculum historiale, lib. XIV, cap. 29.

84 3r ] 5r P.

85 Chrisol. serm. 154. San Pedro Crisólogo, Sermo 154 (PL 52, col. 608): «Sicut dominum praedorium limitibus affixi tituli proloquuntur, ita nomina ipsa saepe sanctorum merita indicant, testantur insignia».

86 Psal. 47. secundum nomen tuû Deus, sic & laus tua in omnes fines terræ. Salmos, 48, 11: «¡Oh Dios! Cual es tu nombre, así es tu gloria en los confines de la tierra».

87 Nazia. ora. 11. Gorgoniæ patria quidem fuit superna Hierusalê, ciuitas in quam illa, quæ oculis minime cernitur verum animo, & mente intelligitur. San Gregorio Nacianceno, Oratio 8, «In laudem sororis suae Gorgoniae» (PG 35, col. 795): «Gorgoniæ patria quidem fuit superna Hierusalem, civitas, inquam, illa, quae oculis minime cernitur, verum animo et mente intelligitur». Rodríguez de León volverá a mencionar a Gregorio Nacianceno y a su hermana en su Discurso apologético a la biblioteca del licenciado Antonio de León, su hermano (Torre Villar, 1996, p. 131).

88 tierra; mas] tierralmas P.

89 Phil. 1. de vita Moy. merito igitur erat omnibus familiaribus tanquam nouum naturæ miraculum incertis qualis mens habitaret in eius corpore, humana an diuina, an mixta ex vtroque. Filón de Alejandría, De vita Mosis,: «Naturellement, ses compagnons et tous les témoins furent frappés d’admiration, comme stupéfaits devant un spectacle inédit; ils cherchèrent à savoir quel pouvait bien être l’esprit qui, enchâssé dans son corps, y habitait: était-il humain, divin ou composé des deux natures, puisqu’il n’avait rien de semblable à celui de la plupart des gens, mais qu’il dominait et tendait toujours à plus de grandeur?» (Philon d’Alexandrie, De vita Mosis, I, § 27, p. 39).

90 Arist. l. 3. de gener. animal c. 10. Aristóteles, De generatione animalium, III, 10: «Nihil, enim, ut apum genus, habent divinitatis».

91 Archiep. citatus in eius vita. Diego de Guzmán, Vida y muerte de doña Margarita de Austria, reina de España, I, 8, fol. 40r: «El aya que crió a todos [sic] sus Altezas se llamaba Argicia Pelín, ilustre en linaje y de mucha virtud, y digna de que le confiasen tan ricas joyas».

92 endiosarse: «Vale también suspenderse o embebecerse devotamente» (Autoridades).

93 Cenáculo: «La pieza o sala [alta] en que Cristo Nuestro Señor celebró la Pascua del Cordero, cenando con sus apóstoles» (Autoridades); también allí estaban reunidos los apóstoles con la Virgen el día de Pentecostés.

94 S. Teres. in vita sua. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 1, § 4, p. 121: «[…] como vía los martirios que por Dios los santos pasaban, parecíame compraban muy barato el ir a gozar de Dios, y deseaba yo mucho morir ansí […] y juntábame con este mi hermano a tratar qué medio habría para esto. Concertábamos irnos a tierra de moros […]»; § 5: «Ordenábamos ser ermitaños; y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas […]»; § 6, p. 122: «Gustaba mucho, cuando jugaba con otras niñas, hacer monesterios, como que éramos monjas; y yo me parece deseaba serlo […]».

95 Herodotus. Heródoto, Clío, I, § 115: «Astiages, que tal oía y veía, queriendo vengar la insolencia usada con aquel niño y volver por el honor ultrajado de su padre, hizo comparecer en su presencia al vaquero, juntamente con su hijo. Luego que ambos se presentaron, vueltos los ojos a Ciro, le dice Astiages: —¿Cómo tú, siendo hijo de quien eres, has tenido la osadía de tratar con tanta insolencia y crueldad a este mancebo, que sabías ser hijo de una persona de las primeras de mi corte? —Yo, señor, le responde Ciro, tuve razón en lo que hice; porque habéis de saber que los muchachos de la aldea, siendo ese uno de ellos, se concertaron jugando en que yo fuese su rey, pareciéndoles que era yo el que más merecía serlo por mis prendas. Todos lo otros niños obedecían puntualmente mis órdenes; solo este era el que sin hacerme caso, no quería obedecer, hasta que por último recibió la pena merecida. Si por ello soy yo también digno de castigo, aquí me tenéis dispuesto a todo».

96 Vtrû homo in primo instanti suæ ratiocinationis teneatur se ad Deum conuertere. Una de las preguntas tópicas de los manuales de teología al uso.

97 Psalm. 45. adiuuauit eã Deus mane diluculo. Salmos, 46, 6: «Dios la socorrerá desde el clarear de la mañana».

98 D. Amb. lib. 1. de virg. ætate Agnes minor, sed virtute maior. Fuit deuotio supra ætatem, virtus supra naturã. San Ambrosio, De virginibus, I, 2, § 5 (PL 16, col. 190): «Devotio supra aetatem, virtus supra naturam».

99 Phil. 1. de vita Moys. Itidem agricolis generosæ plantæ, per se proficientes in bonas arbores. Sic anima bene nata præceptis obuiam se offerens, a se ipsa magis quam a magistris adiuuatur. Filón de Alejandría, De vita Mosis: «[…] de même que pour les laboureurs les arbres vigoureux et de bonne variété s’améliorent d’eux-mêmes, ainsi une âme bien douée, au contact des leçons, tire plus son profit d’elle-même que de ses maîtres […]» (Philon d’Alexandrie, De vita Mosis, I, § 22, p. 37).

100 D. Am. vbi supra mirentur viri, non desperêt paruuli, stupeant nuptæ, immitentur innuptæ. San Ambrosio, De virginibus, I, 2, § 5 (PL 16, cols. 189-190): «Natalis est sanctae Agnes, mirentur viri, non desperent parvuli; stupeant nuptae, imitentur innuptae».

101 correr al palio: ‘emprender un carrera de velocidad’.

102 dar pasos al movimiento: ‘andar’.

103 jubilar: «Por extensión, vale dejar u desechar por inútil alguna cosa, no servirse más de ella» (Autoridades).

104 que no para perderse] que para no perderse P.

105 incitar: Autoridades traduce el verbo al latín por provocare. Provocar: «irritar o estimular a uno con palabras u obras para que se enoje. […]. “La audacia de los mortales provoca a la rectitud de su justicia, para afligirlos y oprimirlos”» (Autoridades).

106 Seneca. omnia tamquam mortales timemus, & tãquam immortales, concupiscimus. Séneca, De brevitate vitae, I, 3: «Omnia tamquam mortales timetis, et tamquam immortales concupiscitis».

107 S. Ter. in sua vita cap. 16. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 16, § 7, p. 238: «Este concierto querría hiciésemos los cinco que al presente nos amamos en Cristo, que como otros en estos tiempos se juntaban en secreto para contra Su Majestad y ordenar maldades y herejías, procurásemos juntarnos alguna vez para desengañar unos a otros y decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios; que no hay quien tan bien se conozca a sí como conocen los que nos miran, si es con amor y cuidado de aprovecharnos».

108 Phil. 1. de vita Mois. pascuntur greges promiscue viri, iuuenes virgines, non plebei solum, sed nobiles. Filón de Alejandría, De vita Mosis, tomo 1, § 51, pp. 50-51: «Les Arabes sont des éleveurs, et chez eux les troupeaux reçoivent les soins non seulement des hommes, mais encore des femmes, des jeunes gens, des jeunes filles, et ceci non seulement dans les familles humbles et sans renom, mais encore dans les familles les plus notables» (Philon d’Alexandrie, De vita Mosis, I, § 51, p. 51).

109 ejercicio: «Vale también oficio ministerio, empleo, entretenimiento y ocupación» (Autoridades).

110 apamienses: de Apamea, ciudad situada al sur de Antioquía, también en el río Orontes.

111 Génesis, 29, 9. Arán (o Aram), nombre bíblico de Siria.

112 Frat. Ioan. Carrillo in vita Mar. Imperatricis ca. 12. Juan Carrillo, franciscano, confesor de la infanta Margarita, autor de la Relación histórica de la real fundación del monasterio de las Descalzas de santa Clara de la Villa de Madrid, capítulo 12.

113 El monasterio de las Descalzas observaba la regla monástica de santa Coleta Beulat, reformadora, en el siglo xiv, de las clarisas y que quiso volver a la estricta observancia de la primitiva regla de santa Clara. Dicha comunidad, por otra parte, se sujetaba al general de la Orden de san Francisco.

114 Gers. in Morali ad monit. ad sanctimon. Esse debet Sanctimonialis tanquam Melchisedech. quod intelligendum est ne Sanctimonialis habeat vllam carnalem affectionem, nec ad patrem, nec ad matrem, nec ad alium sui generis. Jean Charlier, llamado Gersón, canciller de la universidad de París, Moralis admonitio pro Sanctimonialibus, p. 240: «Esse debet Sanctimonialis tanquam Melchisedech, quod intelligendum est, ne Sanctimonialis habeat ullam carnalem affectionem, nec ad patrem nec ad matrem, nec ad alium sui generis». Ver Hebreos, 7, 1-3: «Pues este, Melquisedec, […] se interpreta primero rey de justicia, y además, rey de Salem, es decir, rey de paz. Sin padre, sin madre, sin genealogía, […] es sacerdote para siempre».

115 D. Basil. hom de Mart. Mamante. Nihil habentê nisi quod ad victum attinet quotidianû, peram, & clauam remisse tanquam diuina subsidia gesrantem, nullam crastini curâ habentê, bestijs hostem, animalibus compascuum, forum ac tribunalia fugientem, pastor ac pauper haec sunt homini Christiano ornamenta. San Basilio, Homilia 23, «In sanctum martyrem Mamantem» (PG 31, cols. 591 y 594): «Pastor nihil amplius quotidiano victu possidet, peram appensam, clavam gestat, et diurnum viaticum, nihil crastinum curat, bestiis infestus, animalibus mansuetissimis contubernalis, fugiens forum, declinans tribunalia […]. Pastor et pauper, haec sunt Christiano ornamenta».

116 si la humildad … soberbia: ‘si la humildad quisiera pedir cuentas, buen motivo le habría dado la soberbia’.

117 D. Basil. ubi supra. San Basilio, Homilia 23, «In sanctum martyrem Mamantem» (PG 31, col. 594): «Audivisti Abelem, qui primus placuit pastorem fuisse».

118 Éxodo, 3, 1-2.

119 El hijo de Jocabet es Moisés. Jocabet o Yokébed era hija de Levi y esposa de Amram (Éxodo 6, 30).

120 S. Teres. in sua vita cap. 9. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 9, § 5, p. 179: «Aprovechábame a mí también ver campos, agua, flores: en estas cosas hallaba yo memoria del Criador; digo que me despertaban y recogían y servían de libro […]».

121 Pater Carrillo de fructibus sanctitatis cap. 32. Juan Carrillo, Relación histórica de la real fundación del monasterio de las Descalzas de santa Clara de la Villa de Madrid. Con los frutos de santidad que ha dado y da al cielo cada día, capítulo 32. Ana María Juana de Borja (1535-1605), hija de Juan de Borja y de Francisca de Castro-Pinós, terceros duques de Gandía, y hermana de san Francisco de Borja, fue la primera abadesa de las Descalzas en 1557. La verdadera fundadora del monasterio de Nuestra Señora de la Consolación de Madrid, conocido popularmente como convento de las Descalzas Reales, es la princesa Juana de Portugal, hija de Carlos Quinto y hermana de Felipe II.

122 Cât. cap. 1 dic mihi vbi pascas. Cant 2. sub vmbra illius quem desideraueram, sedi. Cantar, 1, 7: «Dime tú, amado de mi alma: ¿Dónde pastoreas, dónde sesteas al mediodía, detrás de los rebaños de tus compañeros?»; 2, 3: «Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los mancebos: a su sombra anhelo sentarme y su fruto fue dulce a mi paladar».

123 Author de lapidibus prætiosis luxuriante conceptu, sitiunt rorem, veluti maritum, cuius desiderio hiant, & cû lunares maxime liquuntur aspergines, oscitatione quadam hauriunt humorem concupitum. Sic concipiunt, grauidæq. fiunt, & de Saginæ qualitate reddunt halitus vnionum. Abraham Bzovius (Abramo Bzovio o Abraham Bzowski, 1567-1637), Monile gemmeum divae Virginis, p. 199: «Conchae sunt, inquit Solinus, in quibus genus unionem requiritur. Hae certo anni tempore luxuriante conceptu, sitiunt rorem velut maritum, cujus desiderio hiant. Et cum lunares maxime liquuntur aspergines, oscitatione quadam hauriunt humorem concupitum. Sic concipiunt, grauidaeque fiunt, et de saginæ qualitate reddunt habitus vnionum».

124 S. Tere. in sua vita cap. 18. 20. & 21. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 18, § 6, p. 249: «Acaece venir este levantamiento de espíritu y juntamiento con el amor celestial […] en esta mesma unión»; cap. 18, § 13, pp. 252-253: «Aquí faltan todas las potencias y se suspenden de manera que en ninguna manera […] se entiende que obran. […] Ansí que a esta mariposilla importuna de la memoria aquí se le queman las alas»; cap. 20, § 10, p. 268: «Ansí parece está el alma, no en sí, sino en el tejado o techo de sí mesma y de todo lo criado; porque aun encima de lo muy superior del alma me parece que está»; cap. 21, § 1, p. 276: «¡Oh, qué estado este para los reyes!».

125 lo glorioso] lo glo- glorioso P.

126 por el que] por qel P.

127 Cant. cap. 1. Iâ enim hyens transijt, imber abijt, etc. Cantar, 2, 11: «Que ya se ha pasado el invierno y han cesado las lluvias».

128 independente: «Algunos dicen independiente» (Autoridades).

129 D. Greg. Naz. Orat. 11. O animâ, corpus, sine cibo velut materiæ expers retinentê, o tenera membra humi postrata ac prater naturam se exasperantia. San Gregorio Nacianceno, Oratio 8, «In laudem sororis suae Gorgoniae» (PG 35, col. 806): «O animam, corpus pene etiam sine cibo, velut materiae expers, retinentem! […] O tenera membra humi prostrata, ac praeter naturam sese exasperantia».

130 Oseæ. cap. 2. ducam eam in solitudinem. Oseas, 2, 14: «Así la atraeré y la llevaré al desierto y la hablaré al corazón […]».

131 D. Basil. de laudibus eremi. Cella negotiatorum cælestium Apotheca. San Basilio, en San Damiano, Opusculum undecimum, cap. 19: «Laus eremiticae vitae» (PL 145, col. 247 y siguientes, para esta cita y las tres posteriores): «O cella negotiatorum coelestium apotheca […]! Cella est ergastulum, ubi pretiosi lapides poliuntur […]. O cella Dominicae sepulturae propemodum aemula […]! Exul mundi, haeres est paradisi».

132 idem. Cella est instrumentû quo prætiosi lapides polliuntur.

133 idem. Cella dominicæ sepulturæ propemodum æmula.

134 Idem. Exul mûdi hæres est Paradysi.

135 Psal. 54. Ecce elongaui fugiens & mansi in solitudine. Salmos, 55, 8: «[…] huiría lejos y moraría en el desierto».

136 prælegatus Archiep. in eius vita. Diego de Guzmán, Vida y muerte de doña Margarita de Austria, reina de España, III, fols. 220v-221r: «Pocos días antes que muriese, estándose paseando por una galería, vio una pintura tosca de dos escaleras, la una por donde subían almas entre ángeles al cielo, la otra por donde bajaban entre demonios al infierno. Paró allí la santa reina y, cargando en lo que veía el pensamiento, comenzó a derramar lágrimas, y en tanta abundancia que lo echó de ver una dama que algo desviada la acompañaba; y acercándosele le dijo: “¿Qué es esto, señora? ¿De qué se ha enternecido vuestra majestad? ¿Qué mudanza es esta?”. “¡Ay, hermana! —le respondió—, que no sé cuál camino destos ha de ser el mío, si es el del cielo o el del infierno adonde ha de venir mi alma a parar». Paravicino retoma la anécdota en su «Panegírico funeral a la reina doña Margarita de Austria» (Sermones cortesanos, pp. 250-251): «Habías, pocos días antes, reparado en una pintura tosca que señalaba dos como escalas: por una, no con fácil ademán, mostraban subir pocos; por otra, con pretendido tropel se veían, no descender, precipitar otros. Tosca era la pintura. Mas si por ser de devoción ejemplar acertó o erró a ser tosca, las Venus, las Dánaes, las Ledas, los lienzos lascivos, de mejor pintura serán. […]. Tosco, al fin, y vulgar el lienzo, gran doctrina contenida en la diferencia de escalas, y más en una escalera de palacio, que ninguna hay que no sea rueda y de fortuna que allá llamáis; de providencia debéis decir, donde los que suben y los que bajan cada día se dan de encuentros, ninguno de desengaños».

137 Pater Carrillo in eius vita cap. 15. Juan Carrillo, Relación histórica, capítulo 15.

138 Ya me llevaba … un acierto: ‘Ya, por mi parte, mi espíritu me llevó a sermonear, aunque sin intención primera de publicar (intimar: «Publicar o hacer notoria alguna causa», Autoridades) el fruto de mis reflexiones. Considérese pues este excurso moral como justificado por ser siempre admitido un aviso a la vez deleitoso y provechoso’.

139 Tertulianus. Tertuliano, De virginibus velandis, cap. 2 (PL 1, col. 891): «Videre et videri ejusdem libidinis».

140 1 Cor. 11. Ideo debet mulier potestatem habere super caput propter Angelos. Alij legunt habere velamen. 1 Corintios, 11, 10: «Debe, pues, la mujer llevar la señal de la sujeción por respeto a los ángeles». Juan Rodríguez de León precisa, en latín, que algunos textos dicen «velamen» por «potestatem».

141 D. Amb. lib. 1. de officijs ca. 18. Diues est modestia quæ portio Dei est. San Ambrosio, De officiis ministrorum, I, cap. 18, § 70 (PL 16, col. 44): «Dives est modestia, quia Dei portio est».

142 endiosar: «Elevar al grado supremo de la Divinidad, constituir por Dios y reputar como Dios e igual a Dios alguna criatura» (Autoridades).

143 D. Chrysost. hom. de Susana in illis tamen vêtis, & flustibus naufragiû castitatis non fecit, quia Dominus gubernauit, adfuit præcanti, exaudiuit quam nouerat. San Agustín, Sermo 343, «De Susanna et Joseph: cum exhortatione ad castitatem» (PL 39, col. 1505): «In illis tamen ventis et fluctibus naufragium castitas non fecit; quia Dominus gubernavit […]. Adfuit Dominus praecanti, exaudivit quam noverat».

144 Prou. 31. Procul. & de vltimis finibus pretium eius Pagn. Distâs a Margaritis vel vnionibus pretium eius. Proverbios, 31, 10: «La mujer fuerte, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas». El texto latino citado por Rodríguez de León corresponde al de la Vulgata clementina; la variante se saca de la Veteris et Novi Testamenti nova translatio de Sanctes Pagnino publicada en Lyon (Juan Mareschal, 1527). Sanctes Pagnino (1470-1536), hebraísta italiano, es el primero en dividir el texto bíblico en versículos numerados; su traducción, a partir del hebreo y del griego, es la primera hecha al latín desde la Vulgata de san Jerónimo.

145 D. Ephren tract. de marg. pret. Margarita igitur pretiosa è mari est, magnæ autem æstimationis, eo quod inuêtu dificilis sit. San Efrén de Siria, De partu Virginis, 4, p. 292: «Margarita igitur pretiosa e mari est; magnae autem aestimationis, eo quod inventu difficilis sit».

146 ibidem, parua cum sit magna potest. San Efrén de Siria, De partu Virginis, 4, p. 292: «Parva cum sit, magna potest».

147 S. Enod. in vita D. Epiphanij. quod formositas in illo lucis corporeæ, index animæ fuit. San Enodio, Vita beatissimi viri Epiphanii episcopi ticinencis ecclesiae (PL 63, col. 209): «[…] quod formositas in illo lucis corporeae index animae fuit […]».

148 y tiene … posibles: ‘y, por el mero hecho de que su deseo [frustrado] llegó a conocimiento de todos, estimando que sería indigno de sí dejarse distraer de su propósito de cualquier manera que sea, considera como decisión imprescindible el castigo’ (presunción es «cosa que por ministerio de la ley se tiene como verdad», según Alonso; venganza se toma en el sentido frecuente en el Siglo de Oro de ‘castigo, pena’).

149 Cant. cap. 4. veni de Libano, &r. Cantar, 4, 8: «Ven del Líbano, esposa, ven del Líbano, llega, ven de la cumbre del Amana, de las cumbres del Sanir y del Hermón. Guaridas de leones, cubiles de panteras».

150 El río Orontes nace en la cordillera del Líbano en el país del mismo nombre y muere en el Mediterráneo. Seleucia es una ciudad de Siria, a unos 25 km al norte de Antioquía, a la que sirve de puerto.

151 adiós: aquí empieza una despedida de estructura anafórica, que es un esquema muy empleado en el Siglo de Oro, como es el caso en el Viaje del Parnaso (pp. 274-275, vv. 115-132) o en el prólogo del Persiles (p. 123) de Cervantes, o en los parlamentos de muchos graciosos de comedia. Ver Fradejas Lebrero, 1986; Montero Reguera, 2009.

152 Psalm. 41. Salmos, 42, 2: «Como anhela el ciervo las corrientes aguas, así te anhela mi alma, ¡oh Dios!».

153 Lucas, 15, 4-5.

154 D. Amb. lib. 1. de virg. Non sic ad thalamû nupta properaret, vt ad supplicij locum, læta successu, gradu festina Virgo processit, non intorto crine, caput compta, sed Christo; non flosculis redimita, sed moribus, flere omnes, ipsa sine fletu. San Ambrosio, De virginibus, I, 2, § 8 (PL 16, col. 190): «Non sic ad thalamum nupta properaret, ut ad supplicii locum laeta successu, gradu festina virgo processit, non intorto crine caput compta, sed Christo: non flosculis redimita, sed moribus. Flere omnes, ipsa sine fletu».

155 Cant. cap. 1. collum tuum sicut monilia. Cantar, 1, 10: «¡Cuán hermosas están tus mejillas entre las guedejas, tu cuello con los collares».

156 Frat. Petrus Bejaranus initio præallegatus. O sea, ‘Pedro Bejarano, citado al principio’, y autor de la Resolución breve cerca de las monedas que corren en la isla Margarita. fantasías: «Se llaman los granos de perlas que están pegados unos con otros, con algún género de división por medio. […] “Las fantasías sirven comúnmente para gargantillas de mujeres, y quizá por esto les viene mejor el nombre”» (Autoridades).

157 Senec. contro. 2. voluerunt Dij inmortales, in hac puella, vires suas ostendere, vt appareret, quod nulla vis humana diuinis resisteret. Séneca el Retórico, Controversiae, I, 2, § 17: «Fuscus pro puella colorem hunc introduxit: voluerunt di immortales in hac puella vires suas ostendere, ut appareret quam nulla vis humana divinae resisteret majestati […]».

158 D. Basyl. hom. de Iulitta. San Basilio Magno, In martyrem Juliettam (PG 31, cols. 239 y 242): «Sumus, inquiebat, ex eadem exqua viri ipsi, massa. Ad Dei imaginem perinde atque illi fuimus conditae. Mulier, peraeque ac vir, a conditore facta est virtutis capax».

159 formación: ‘cuando fue creada’.

160 D. Basyl. Seleu. episc. orat. 2. in c. 4. ad Philip. Vides fæmineum sexû tangi Paulini cursus æmulatione? vides Apostolicos sudores, in mûdi stadio immitatione exprimere? scit in fidei certamine fæmineum genus viriliter agere, scit in pietatis certamine coronam rapere. San Basilio de Seleucia, Oratio 2, «Ejusdem in Adamum» (PG 85, col. 43): «Scit in fidei certamine femineum genus viriliter agere, scit in pietatis certamine coronam rapere. […] Vides femineum sexum tangi Paulini cursus aemulatione? Vides apostolicos sudores, in mundi stadio imitatione exprimere?».

161 Filipenses, 4, 1-3.

162 Tertul. ad Mart. Nec a viris tâtum sed etiam a fæminis, ut vos quoq. benedictæ sexui vestro respondeatis. Tertuliano, Liber ad martyres, 1 (PL 1, col. 625): «Nec a viris tantum, sed etiam a feminis, ut vos quoque, benedictae, sexui vestro respondeatis».

163 S. Eulog. memorial Storum lib. 1 Præconabilis, est virorum victoria excellentior tamen fæminarum extollitur Palma. San Eulogio de Córdoba, Documentum martyriale, «Eulogius servus Christi virginibus sacris Florae et Mariae carcere compeditis salutem» (PG 115, col. 822): «Siquidem praeconabilis est virorum victoria, excellentior tamen feminarum extollitur palma».

164 era mártir de voluntad: ver Vincent-Cassy, 2004, pp. 262-267: «Le martyre de la reine Marguerite».

165 D. Cipr. de duplici mar. Si quis roget, quo pacto quis possit esse martyr, sine sanguinis effussione huic prompta voluntas pro martyrio reputabitur; Deus enim non æstimat quemquâ ex euentu rerum sed ex affectu. San Cipriano, De duplici martyrio, cap. 35 (PL 4, col. 901): «Hic si quis roget, quo pacto quis possit esse martyr sine sanguinis effusione: […] huic prompta voluntas pro martyrio deputabitur. Deus enim non aestimat quemquam ex euentu rerum, sed ex affectu».

166 En P la última frase se puntúa con un signo de interrogación.

167 mover: ‘persuadir, convencer, hacer cambiar de opinión’.

168 nombre] hombre P; errata señalada en la fe de erratas.

169 D. Amb. lib. 1. de virg. & hæc sponsi iniuria est expectare placiturum. San Ambrosio, De virginibus, I, 3 (PL 16, col. 191): «Et hæc Sponsi injuria est expectare placiturum».

170 Matth. cap. 10. Mateo, 10, 18-20: «Seréis llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. / Cuando os entregaren, no os preocupe cómo o qué hablaréis; porque se os dará en aquella hora lo que debéis decir. / No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros».

171 D. Cipr. epist. 9. vox plena Spiritu Santo de martiris ore prorumpit. San Cipriano, Epistola 8 (PL 4, col. 247): «Vox plena Spiritu sancto de martyris ore prorupit».

172 S. Teres. in sua vita vbi hæc verba inueniuntur exarata (‘en su Vida, donde se encuentran escritas estas palabras’). Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 15, § 4, p. 226: «Es, pues, esta oración una centellica que comienza el Señor a encender en el alma del verdadero amor suyo»; § 6, p. 227: «Lo que ha de hacer el alma en los tiempos de esta quietud, no es más de con suavidad y sin ruido. Llamo “ruido” andar con el entendimiento buscando muchas palabras y consideraciones para dar gracias de este beneficio, y amontonar pecados suyos y faltas para ver que no lo merece. […] La voluntad, con sosiego y cordura, entienda que no se negocia bien con Dios a fuerza de brazos […]»; § 8, p. 229: «Aquí no hay que argüir, sino conocer lo que somos con llaneza, y con simpleza representarnos delante de Dios que quiere se haga el alma boba […]»; §10, p. 230: «[…] y si es el alma humilde y no curiosa, ni interesal de deleites (aunque sean espirituales) […]».

173 desalumbramiento: «Error, desatino, desacierto, ceguedad» (Autoridades).

174 informaciones: «En plural, se llaman las diligencias secretas que se hacen de la calidad y nobleza de alguno, en orden a conferirle algún oficio, dignidad o insignia» (Autoridades).

175 ya que los lugares no se libran de vanagloria: ‘ya que los cargos y dignidades no se conceden por pura vanagloria’ (lugar: «Translaticiamente significa empleo, dignidad o puesto elevado», Autoridades; librar: «Dar o hacer que uno consiga o logre una cosa», según Alonso).

176 canonizarse] cononizarse P.

177 Tertul. de hab. mulier. Tertuliano, De cultu feminarum o De habitu muliebri, cap. 6 (PL 1, col. 1311): «Ad hoc enim conchas noverim maris poma».

178 D. Basyl. hom. de S. Mart. Gord. commercia sunt hæc nobis cum Domino, & contractus. No se trata de una cita literal, sino de un resumen del pasaje siguiente de San Basilio Magno, Homilia in Gordium martyrem, § 5 (PG 31, col. 499): «Nam quanto magis tormenta augebitis, tanto majus mihi praemium comparabitis. Convenit nobis de his cum Domino».

179 c. I. Societatem C. pro socio valet societas, vno pecuniam conferente, alio opetâ. Se alude a una frase de los tratados de derecho de las “sociedades”, que repiten hasta la saciedad el texto debido al jurista Paulus (160-230) en el Titulus Pro socio (Titulus II, Sectio I, Articulus II), en el que se explica que en la formación de una sociedad no hay obligación para cada socio de participar con una aportación de una misma naturaleza.

180 Phil. apud Paez in epist. D. Iacob. Se trata de frei Baltezar Páez (trinitario, provincial de Portugal, predicador de su majestad y amigo de Paravicino) y de sus Commentarii in Epistolam beati Jacobi apostoli (Lisboa, Petrus Crasbeeck,1613). Comenta Filón, en las páginas finales de su De Josepho, los versículos 42, 5-8 y 50, 20 del Génesis, y escribe: «Il pensa que ses souffrances étaient dues moins aux complots de ses frères qu’à la providence de Dieu, dont le regard porte loin, et qui voit les affaires futures aussi bien que les présentes (§ 236). […] “Je crois, en outre, que la cause de ces événements est, non pas vous, mais Dieu qui voulait faire de moi le ministre et le dispensateur de ses propres grâces […]” (§ 241)» (ver Philon d’Alexandrie, De Josepho, pp. 139 y 141).

181 D. Amb. lib. 1. de virg. & quæ non habuit quo ferrum reciperet habuit, quo ferrû vinceret. San Ambrosio, De virginibus, I, 2 (PL 16, col. 190): «Et quae non habuit quo ferrum recipere, habuit quo ferrum vinceret».

182 perlas topos: en CORDE, se citan cinco ocurrencias de esta expresión, sacados todos de los Inventarios Reales. Bienes muebles que pertenecieron a Felipe II (1600). Se trata de perlas sacadas de un molusco llamado ciprea o porcelana (cypraea talpa), de la que se hacen instrumentos de nácar. Diego de Encinas registra esta categoría de perlas en su Cedulario indiano (1596), III, p. 383.

183 Frat. Petr. Bejaranus, ubi supra. Véase, supra, Pedro Bejarano y su Resolución breve…

184 rueda: ‘muela’.

185 Tertul. in apolog. cap. 12. ungulis deraditis latera Christianorum; at in Deos vestros per omnia membra, validius incumbunt, asciæ, & vncinæ, & scobinæ. Si per hæc constat diuinitas aliqua ergo qui puniûtur consecrantur, & numina erunt dicenda supplicia. Tertuliano, Apologeticus adversus Gentes, cap. 12 (PL 1, cols. 340 y 342): «Ungulis deraditis latero christianorum; at in deos vestros per omnia membra validius incumbunt asciae, et rucinae, et scobinae […]. Si per haec constat divinitas aliqua, ergo qui puniuntur consecrantur, et numina erunt dicenda supplicia».

186 formados: ‘elaborados, construidos’.

187 formón: «Term. de carpinteros. El escoplo grande de hierro, hecho el hierro de diferentes figuras, que sirve para desbastar la madera que se ha de labrar» (Autoridades).

188 Tertul. ad martir nihil crus sentit in neruo, cum animus in caelo est. Tertuliano, Liber ad martyres, II (PL 1, col. 623): «Nihil crus sentit in nervo, cum animus in caelo est».

189 S. Teres. Cap. 15 & cap. 16. Santa Teresa de Jesús, Libro de la vida, cap. 16, § 4, pp. 235-236: «¡Oh, válame Dios, cuál está un alma cuando está así! […] Dice mil desatinos santos, atinando siempre a contentar a quien la tiene ansí. Yo sé persona [la propia santa] que, con no ser poeta, que le acaecía hacer de presto coplas muy sentidas declarando su pena bien; no hecha de su entendimiento, sino que para más gozar la gloria, que tan sabrosa pena le daba, se quejaba de ella a su Dios. Todo su cuerpo y alma querría se despedazase para mostrar gozo que con esta pena siente. ¿Qué se le pondrá entonces delante de tormentos, que no le fuese sabroso pasarlos por su Señor? Ve claro que no hacían nada los mártires de su parte en pasar tormentos; porque conoce bien el alma viene de otra parte le fortaleza»; § 5, p. 237: «¡Oh verdadero Señor y gloria mía, qué delgada y pesadísima cruz tenéis aparejada a los que llegan a este estado! Delgada, porque es suave; pesada, porque vienen veces que no hay sufrimiento que la sufra; y no se querría jamás ver libre de ella, si no fuese para verse ya con Vos».

190 est Deus in nobis agitante calesimus illo. Ouid. Ovidio, Fasti, VI, v. 5: «Est Deus in nobis, agitante calescimus illo» (‘Está Dios en nosotros, y bajo su acción arden nuestros corazones’).

191 Apocalyp. c. 12. Apocalipsis, 12, 1: «Y apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas». Rodríguez de León ya había utilizado esta referencia y comparación en su sermón de la fiesta de la Inmaculada Concepción en 1615: «¿Qué mujer es esta sin mancha sino aquella que vio san Juan en su Apocalipsis vestida de sol (mulier amicta sole)?» (Torre Villar, 1996, p. 97).

192 Gen. cap. 3. Génesis, 3, 14-15: «Dijo luego Yavé Dios a la serpiente: «[…] / Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y el suyo; este te aplastará la cabeza, y tú le morderás a él el calcañal».

193 los pinceles: es constante la atención de Rodríguez de León a las representaciones iconográficas. En 1633, publicará en Madrid un Parecer que dio en defensa de la pintura o Elogio del noble arte de la pintura, inserto en los Diálogos de Vincente Carducho o Carduccio, pintor de Felipe IV (Torre Villar, 1996, pp. 55-56). Sobre un retrato de santa Margarita (el de Zurbarán, 1630-1634), ver Vincent-Cassy, 2011, pp. 256-258 y 264.

194 D. Aug. Serm. 124. de tempore Celerius curat Dominus, quam vulnerat inimicus. San Agustín, Sermones supposititii, I, «De veteri et novi testamento», Sermo 50, «De beato Job», I (PL 39, col. 1842): «Celerius curat Dominus, quam vulnerat inimicus».

195 Teótimo] Teotino P. La leyenda dorada precisa, en su capítulo XCIII, que «La historia de esta santa [Margarita] fue escrita por Teótimo, varón muy erudito» (p. 376). Teótimo fue obispo de Tomis en Escitia, antiguo nombre de la actual Ucrania. Murió hacia el año de 403. Como los apóstoles, Teótimo, en un primer tiempo, conserva para sí la memoria («guardar») o la lección («advertir») del espectáculo que tuvo el insigne favor de presenciar y que fue objeto de su «misteriosa atención»; pero, luego, como Pedro (2 Pedro, 1, 16-18), se hará cronista del hecho, con evidentes fines apologéticos.

196 fragmento de gloria del Tabor: gloria en el sentido, de origen bíblico, de ‘manifestación perceptible, muchas veces por medio de una nube o del fuego, de la omnipotencia de Dios’. Hay aquí una alusión al episodio de la Transfiguración de Cristo, que la Tradición sitúa en el monte Tabor, que domina, con sus 588 metros de altura, la rica llanura de Esdrelón, al suroeste del lago de Tiberiades. Véase, además de Marcos (9, 1-12) y Lucas (9, 28-36), Mateo, 17, 1-9: «Seis días después, tomó Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, y los llevó aparte a un monte alto. / Y se transfiguró ante ellos […]. / Aún estaba [Pedro] hablando, cuando los cubrió una nube resplandeciente y salió de la nube una voz que decía: Este es mi Hijo […]. / Al bajar del monte les mandó Jesús diciendo: No deis a conocer a nadie esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite entre los muertos».

197 Casiod. lib. 8. var. 10. de fortitudine Vulneribus probata non ambigitur, quæ tali testimonio comprobatur. Casiodoro, Liber variarum, VIII, Epistola 10: «Senatui urbis RomaeAthalaricus rex» (PL 69, texto olvidado en la edición de Migne): «De fortitudine vulneribus probata non ambigitur quæ tali testimonio comprobatur».

198 Tert. ad Mart. Tertuliano, Liber ad martyres, II (PL 1, col. 620): «In primis ergo, benedicti, nolite contristare Spiritum sanctum (Eph, 4, 3), qui vobiscum introiit carcerem».

199 D. Christ. hom. 8. in epi. ad Eph. non enim caput ita splendidum. reddit imposita corona margaritis conspicua, vt catena ferrea quæ propter Christû fertur. San Juan Crisóstomo, In Epistolam ad Ephesios, Homilia 8, 1 (PG 62, col. 56): «Non enim tam splendidum facit caput vitta ex gemmis composita et imposita quam catena ferrea quæ propter Christum».

200 Refrán recogido por Correas, p. 11 (A, 161) y p. 239 (D, 552).

201 divertir: en el sentido etimológico de «Apartar, distraer la atención de alguna persona para que no discurra ni piense en aquellas cosas a que la tenía aplicada, o para que no prosiga la obra que traía entre manos (Autoridades).

202 D. Basyl. hom. de mart. Iulitta. ad destinatam sibi flammam concita perrexit, facie, habitus ipsis, quæ depromebat verbis, alacritate in super eflorescente; palam indicans, quod in animo elitescebat profusissimû gaudium. San Basilio Magno, In martyrem Julittam: «ad destinatam sibi flammam concita perrexit, facie, habitu, ipsis depromebat, verbis, alacritate insuper efflorescente palam indicans quod in animo delitescebat profusissimum gaudium». Esta frase no está en la homilía que lleva este título en PG 31, cols. 239-262. Aparece en cambio en la, de mismo título, de las Opera omnia del santo publicadas por Andreas Schot en Amberes en 1616, p. 109.

203 paraninfo: «Comúnmente se toma por el que anuncia alguna felicidad» (Autoridades). Se trata del profeta Daniel y del famoso episodio del horno encendido (Daniel, 3, 13-28). Para la zarza de Moisés, ver, supra, el final del § 8.

204 Alcuinus. Alcuino de York, teólogo y filósofo anglosajón del siglo viii, cuyos tratados se reunieron bajo el título general de Opera didascalia.

205 Ephrem tract. de marg. San Efrén de Siria, De margarita, I, 3, p. 260: «“Maris immensi filia sum […]”».

206 Act. cap. 2. Factus est repente de cælo sonus, tâquam aduenientis spiritus vehementis. Hechos, 2, 1-4: «Cuando llegó el día de Pentecostés, estando todos juntos en un lugar, / se produjo de repente un ruido del cielo, así como el de un viento impetuoso […]».

207 Precursor: Mateo, 3, 16-17.

208 Pompon. Lætus & Orosius lib. 9. Julius Pomponius Laetus (1428-1497), humanista italiano; Orosio (Paulus Orosius), sacerdote español del siglo v y autor de los Historiarum adversus paganos libri 7, en que se refiere (libro VII, cap. 25) a Diocleciano. Este, en 297, infligió una derrota total al rey persa Narsés.

209 crisólito: «Piedra preciosa muy parecida al oro en el color, aunque decaecido. Tiene en su campo unas centellitas o manchitas de oro incorporadas en la misma piedra, que azulean»; balaj: «Piedra preciosa, una de las nueve especies de berilo semejante al rubí, aunque no de tan encendido color. Algunos se persuaden a que es el que comúnmente se llama carbunclo» (Autoridades).

210 real preñez: los preliminares del libro se firman todos entre el 26 de julio y el 27 de agosto de 1629, y el príncipe Baltasar Carlos, primer y único hijo varón de Felipe IV e Isabel de Borbón, nace el 17 de octubre y se bautiza el 4 de noviembre del mismo año.

211 temía la muerte: ‘la muerte (el verdugo) le tenía miedo a Margarita’.

212 Isidor. Clar. in Schol. ad Luc. ca. 22. Quin & tulit in se quod alijs potuisset esse non ferendum: futurum enim erat vt etiâ teneræ puellæ ad tormenta pro Christo raperentur, quarum nunc animum, & affectum induit, & perfert ipse. Isidoro Chiari, religioso italiano (1495-1555), In evangelium secundum Lucam orationes quinquagintaquatuor (Venitiis, apud Franciscum, Franciscium Senensem, 1565).

213 Alusión a la oración de Getsemaní, en el monte de los Olivos (Lucas, 22, 39 sq.).

214 Cant. 4. vulnerasti cor meum. Original, abstulisti cor. D. Greg. Nic. indidisti nobis cor. Cantar, 4, 9: «Prendiste mi corazón, hermana, esposa; prendiste mi corazón en una de las perlas de tu collar». Con «Vulnerasti cor meum», Rodríguez de León se vale, al parecer, del texto de la Vulgata clementina; la variante «abstulisti» pertenece a las traducciones al latín que se hacían juxta Hebraeum, es decir, lo más cercanas posible al texto hebreo (el “original”), mientras que la variante «indidisti nobis cor» es la ofrecida por san Gregorio de Nisa en la homilía 8 de sus sermones In Cantica canticorum (PG 44, col. 947).

215 corazones] razones P; errata señalada en la fe de erratas.

216 Greg. Naz. ora. 11. sic illa soluitur, & vt melius loquar, assumitur aut auolat, aut trâsmigrat. aut paulum ante corpus abscedit. San Gregorio Nacianceno, Oratio 8, «In laudem sororis suae Gorgoniae» (PG 35, col. 814): «Sic illa solvitur, aut, ut melius loquar, assumitur, aut avolat, aut transmigrat. aut paululum ante corpus abscedit».

217 los empeños del cuerpo: ‘las pesadeces de cuerpo’.

218 subdelegar: «Cometer o dar su jurisdicción o potestad el delegado a otro» (Autoridades).

219 aquella maravilla: Rodríguez de León expresa también su admiración por el Escorial en su Discurso apologético a la biblioteca del licenciado Antonio de León, su hermano (Torres Villar, 1996, p. 124).

220 el parto de Raquel: Raquel, la segunda esposa de Jacob, muere al dar luz a Benjamín (Génesis, 35, 16-19); Margarita de Austria pierde también la vida al parir a Alonso (1611-1612), llamado el Caro porque costó su nacimiento la vida de su esclarecida madre. El paralelismo entre la Raquel bíblica y la Raquel alemana, apenas esbozado en la obra del biógrafo de la reina (Diego de Guzmán), recibe un desarrollo muy amplio en el «Panegírico funeral» de Paravicino: «[…] te estoy mirando cuando acabas de dar a luz el hijo, el hijo Alfonso, Alfonso el Caro, el caro más costoso, que a usura de la vida bebió alientos prestados. ¡Ay, Benjamín español! […]. Y tú, Raquel alemana, […] a quien casi en el primer amago hermoso de tu vida, en la belleza impaciente de tu aurora, cortó la muerte. No te acechó. No te acechó, ¡oh, Raquel nunca envidiosa de hijos! En el camino, la muerte prevenida la tenías. Que habías de morir de un parto dijiste muchas veces. Bajando a ver el panteón cristiano, olvido justo de funerales soberbias, le señalaste a tu gran consorte el lugar que te esperaba, y que te le asegurase le rogaste» (Sermones cortesanos, pp. 243-247).

221 desahogo: «Alivio de la pena, trabajo o aflicción» (Autoridades); ‘consuelo’ (aquí por anticipación).

222 la novedad … común lugar: ‘la novedad no excluye la repetición; si su sentido profundo es diferente, puede uno valerse del mismo lugar común’.

223 Gen. c. 48. mortua est Rachel in terra Chanaan in ipso itinere. Génesis, 48, 7: «Cuando volvía de Padán Aram, se me murió Raquel en el camino en la tierra de Canán […]».

224 Nazianz. maximaq. ex parte mortem obij, & ad quem (scilicet Deû) iam pridem propero. San Gregorio Nacianceno, Funebris oratio in laudem Basilii Magni, cap. 49 (PG 36, col. 559): «[…] maximaque ex parte mortem obii, et ad quem jampridem propero».

225 Alfonso o Alonso el Caro fue el último hijo de la reina Margarita, que murió a consecuencia de este parto.

226 pues siguiendo … falta: ‘pues Alonso, al seguir rápidamente a su madre en la muerte, supo hacer suya, en una edad en que no se reina, una corona eterna’ (¿?).

227 Platina. & nicolaus Pap. epist. ad Michaelem. Bartolomeo Sacchi, llamado «Battista Platina» (1421-1481), autor de Liber de vita Christi ac omnium Pontificium (1479); ver, para para Marcelino, trigésimo papa, la p. 30 de la edición de 1529, que lleva el título de De vita et moribus summorum Pontificium historia. Marcelino fue Papa entre 296 y 304, año en que fue martirizado en el marco de la persecución del emperador Maximiano Hércules. Véase La leyenda dorada, LX, p. 259. Ver también Nicolás I (papa entre 858 y 867), In Epistolam ad Michaelem imperatorem augustum, § dedicado a Marcellinus.

228 Concilio] Consilio P. Es más que dudosa la existencia histórica del Concilio Sinuesano (de Sinuesa, ciudad situada en el golfo de Gaeta), como supuesto es el pecado de idolatría atribuido a Marcelino (ver san Agustín, De unico baptismo contra Petilianum, cap. 16: «Donatistae Romanae Ecclesiae episcopos incredibilibus calumniis insectati sunt»).

229 Apocalipsis, 21: la Jerusalén celestial o ciudad de los elegidos.

230 El Convento de la Encarnación, en Madrid, fue fruto póstumo de la voluntad de la reina Margarita de Austria; fue empezado en 1611 y acabado en 1616, siendo su fundadora y primera priora la madre Mariana de San José (Sánchez Hernández, 1997, p. 36 sq.).

231 Juan 11, 1-44.

232 palia: «El lienzo sobre que se descogen los corporales para decir misa»; corporales: «Los lienzos que se ponen en el altar, encima del ara, sobre los cuales se coloca el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo debajo de las especies de pan y vino» (Autoridades). Sobre la fundación del convento de la Encarnación y las labores de mano de la reina, ver Paravicino, «Panegírico funeral», en Sermones cortesanos, pp. 240-243.

233 Prou. 31. & cingulium tradidit Chananæo. Legionensis per cingulum intelligit. Randas, o franjas. (‘Legionensis entiende por cingulum randas o franjas’). Proverbios, 31, 24: «Hace una hermosa tela y vende al mercader un ceñidor». El Legionensis es san Martín de León (1130-1203), cuyas obras se recogen en PL 81, 208 y 209.

234 Apoc. cap. 21. singulæ porte erât ex singulis Margaritis. Apocalipsis, 21, 21: «Y las doce puertas eran doce perlas, cada una de las puertas era de una perla […]».

235 Cf. Paravicino, «Panegírico funeral», en Sermones cortesanos, p. 251: «De margarita son las puertas del cielo todas, las de la triunfante Jerusalén. No te desconocerán por Margarita las guardas. Otra puerta más tendremos en tu intercesión, desde ahora, los españoles».

236 Cant. ca. 1. murenulas aureas faciemus tibi vermiculatas argento. Alij legût cum margaritis. (‘Otros leen con margaritas’). Cantar, 1, 11: «Te haremos collares de oro con sartas de plata».

237 Sobre el relicario del real convento de las Descalzas Reales, ver Sánchez Hernández, 1997, pp. 312-313. La sala del relicario se encontraba detrás del altar mayor, colindante con el Salón de Reyes, que contenía los retratos de los miembros de la dinastía de los Habsburgo.

238 Matías de Habsburgo, rey de Hungría y de Bohemia, era hermano de la reina Margarita y fue emperador de Alemania (1612-1619). Alguer, nombre catalán de Alghero, ciudad de la provincia de Sassari en Cerdeña, conquistada en 1343 por los catalanes, cuyo idioma sigue siendo lengua oficial al lado del italiano. Ver Rodríguez G. de Ceballos, 1998, p. 14.

239 22] 21 P, repetido por error.

240 de perlas: «Modo adverbial con que se demuestra la propiedad con que se dice o hace alguna cosa, o se acomoda a otra». Hay juego entre «de perlas y «de Margaritas»: ‘para que salgan perfectamente adecuados y pertinentes los avisos que se dieren, y sean los ejemplos propuestos perfectamente pertinentes y eficaces por ser los ofrecidos por las Margaritas evocadas en el texto’.

241 ejemplos] xemplos P.

Inicio de página

Índice de ilustraciones

Título Fig. 1. Portada de La Perla. Vida de santa Margarita virgen y mártir. Ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla [110-073(02)]
URL http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/docannexe/image/3426/img-1.png
Ficheros image/png, 1,4M
Título Fig. 2. Portada de La Perla. Vida de santa Margarita virgen y mártir. Ejemplar 2.67257 de la Biblioteca Nacional de España
URL http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/docannexe/image/3426/img-2.png
Ficheros image/png, 1,1M
Inicio de página

Para citar este artículo

Referencia en papel

Marc Vitse, «Juan Rodríguez de León el Indiano La Perla, vida de santa Margarita virgen y mártir. Edición y estudio»Criticón, 130 | 2017, 15-73.

Referencia electrónica

Marc Vitse, «Juan Rodríguez de León el Indiano La Perla, vida de santa Margarita virgen y mártir. Edición y estudio»Criticón [En línea], 130 | 2017, Publicado el 10 junio 2017, consultado el 09 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/3426; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.3426

Inicio de página

Autor

Marc Vitse

Marc Vitse es catedrático emérito de la universidad de Toulouse-Jean Jaurès. Especialista en el teatro áureo, dirigió durante largos años el proyecto del LEMSO (equipo de Toulouse-Le Mirail) centrado en la hagiografía del Siglo de Oro. Sigue siendo actualmente director de la revista Criticón. marc.vitse@wanadoo.fr

Artículos del mismo autor

Inicio de página

Derechos de autor

CC-BY-NC-ND-4.0

Únicamente el texto se puede utilizar bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0. Salvo indicación contraria, los demás elementos (ilustraciones, archivos adicionales importados) son "Todos los derechos reservados".

Inicio de página
Buscar en OpenEdition Search

Se le redirigirá a OpenEdition Search