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Notas
Cotarelo y Mori, 1916, 1917.
La Barrera, 1860, pp. 463-468; Paz y Meliá, 1902; Rodríguez Marín, 1899; Rodríguez Marín, 1908; Bonilla, 1902a, 1902b, 1910; Pérez y González, 1903, pp. 137-40.
Rodríguez Marín fue el sucesor de Marcelino Menéndez Pelayo como director de la Biblioteca Nacional (1912-1930), y miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras (1895), de la Real Academia de la Lengua Española (1907) —de la que llegó a ser director (1940)— y también de la Academia de Historia (1927). Desde 1897 Emilio Cotarelo también fue miembro de la Real Academia Española, y su secretario perpetuo desde 1913 hasta su muerte en 1936. Adolfo Bonilla fue celebrado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1903), y miembro de la Real Academia de la Historia (1911) y de la Real Academia Española (1921). Pérez y González fue un notorio periodista, zarzuelista y folklorista cuyos intereses en el folklore y en las letras le llevaron a publicar una serie de notas y comentarios en La Ilustración Española y Americana (1902-1903) sobre El Diablo Cojuelo que, recogidos en su forma definitiva, serían una referencia indispensable para todas las ediciones modernas de la obra.
https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Vélez_de_Guevara. Consultado el 15-XI-2016.
«[…] arrastró una vida algo parasitaria y servil […] se veía forzado a halagar la vanidad de los Sandovales, Mendozas, Téllez-Girón, Guzmanes y otros grandes señores de la corte de los dos Felipes III y IV» (Cotarelo, 1916, pp. 622).
Bonilla, 1902a; Rodríguez Marín, 1908; Cotarelo, 1916, pp. 637, 1917, pp. 146-149, 153-154, 170; Peale, 2009, pp. 76-90.
Pérez Pastor, 1907, pp. 513-515; Cotarelo, 1917, pp. 167-168.
Peale, 2009, p. 58 ss.
Ver el comentario de Menéndez Pelayo acerca del primero: «Tenía este judaizante muy despierto y lucido ingenio, aunque de segundo orden e incapaz de la perfección en nada, y contagiado hasta los tuétanos de los vicios de la época, y de otros propios y peculiares suyos. No vale mucho como dramático, y eso que fué bastante fecundo»; o bien, su valoración de Barrios: «Sus obras son muchas y de diversos géneros, pero todas igualmente olvidadas y dignas de serlo: ya históricas y políticas, […] ya poéticas, […] pero en todo, hasta en los títulos, brilla su mal gusto» (1948, t. 5, pp. 315-316, 321)
Cotarelo, 1917, pp. 441-442, 444.
Martín Ojeda-Peale, 2017.
Castro, 1948/1954; Sicroff, 1960.
«Las indiscreciones [sic] de la investigación moderna han venido a revelar que el apellido Guevara, en el que fundaba tan altas pretensiones, no le pertenecía. Su partida de nacimiento demuestra que su verdadero nombre era Luis Vélez de Santander, y con él firmó algunas de sus primeras obras. El motivo probable del cambio de apellido fué […] que a mediados del siglo xvi fué castigado como judaizante por la Inquisición un Luis de Santander, ecijano, ascendiente, sin duda, del poeta. Estos antecedentes familiares suministran quizás la explicación de los amargos sarcasmos sobre las probanzas de linaje que Vélez de Guevara vertió en El Diablo Cojuelo (Tranco 3.º)» (Domínguez Ortiz, 1958, p. 172); «[Era] un cristiano nuevo, inquieto e insatisfecho, como otros escritores de su tiempo, que con su fuerte sentido moralizante intentó volver al lógico camino varias de las inclinaciones sin tino de la vida española, manifestando un sentido culto y reflexivo de la vida» (Rodríguez Cepeda, 1965, pp. 14-15); «Vélez era un hombre y poeta de su tiempo, entregado a las convenciones del Arte Nuevo, apegado al mundo palaciego, pero a veces, como en El Diablo Cojuelo, incompasivo ante las inanidades del mismo. Si en su teatro expresaba el espíritu crítico del cristiano nuevo, espíritu que caracteriza a muchos escritores en aquella época, en El Diablo Cojuelo se atrevió a dar asomo a su visión particular de converso. Es decir, Vélez de Guevara no sólo expresó la sensibilidad general del cristiano nuevo, sino que en su única obra en prosa expresó las vivencias particulares del converso, condición ésta que demandaba el mayor disimulo. Para ocultarla se arrebozó en esas cualidades distintivas [de] su ingenio y su cortesanía. Paradójicamente, es en los momentos en que Vélez recurrió más a la convención mayoritaria donde se revela su heterodoxia. Uno es la ingeniosa imagen que dibujó de su protagonista, el Diablo Cojuelo, figura favorita del folklore peninsular; el otro es su imagen de la familia real y su Corte» (Peale, 1983, p. 236). Véanse también los análisis en las pp. 236-240 de este último.
Tenemos documentados como religiosos:
—a los clérigos Fernando Jerónimo y Pedro Luis de Santander, tíos segundos de Luis Vélez (Archivo General de Protocolos del Distrito Notarial de Écija = A.P.N.E., leg. 934, ff. 1507r–1508v; Archivo de la Contaduría de Hipotecas de Écija = A.C.H.E., lib. 2, f. 587r.);
—a los jesuitas Luis, Antonio y Jerónimo de Santander, tíos maternos (Archivo Municipal de Écija = A.M.E. leg. 2501; A.P.N.E., leg. 130, ff. 189v-192r; Medina, 2001, p. 3500);
—a los también jesuitas Diego, Alonso y Juan Antonio de Santander, primos hermanos (A.P.N.E., leg. 520, sin foliación; Archivo General de Indias = A.G.I., Contratación, 5362, n.º 1);
—a los clérigos Pedro Luis de Santander, primo hermano, y Luis de Santander, primo segundo (A.G.I., Contratación, 5378, n.º 48, f. 4r; A.P.N.E., leg. 1405, ff. 1050r-1052v);
—y a la monja dominica Agustina Melgarejo de Santander, prima hermana (A.P.N.E., leg. 444, ff. 453r-457v).
Para una información más amplia, véase Martín Ojeda-Peale, en prensa.
Martín Ojeda-Peale, en prensa.
A.G.I., Contratación, 5369, n.º 52, sin foliar.
El propio Juan de Santibáñez declara estar escribiendo esta obra en 1648, como consta en su prólogo, párrafo 2, p. 20. Se conserva, manuscrita, en la Universidad de Granada, BHR/Caja MS-1-058. Lo referido a Luis de Santander se encuentra en el cap. 34, párrafos 10-15, ff. 115v-117r.
Cotarelo, 1916, p. 638; Gallardo, 1889, t. IV, p. 513.
Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Écija = A.P.S.J., lib. 1, f. 26r.
La única referencia hallada sobre Catalina de Santander la hallamos en A.P.S.J., lib. 4, f. 304v, amadrinando en 1561 a su sobrino Diego, hijo de Juan Antonio de Santander y María Montiel. En esta acta bautismal figura como «donsella», hija del bachiller Diego de Santander. Catalina debió ser bautizada en la iglesia parroquial de Santa Bárbara, cuyos registros correspondientes a la década de los veinte del siglo xvi presentan importantes lagunas cronológicas.
Según Medina, 2001, pp. 3499, se bautizó con el nombre de Diego y al profesar en la orden jesuita adoptó el nombre Luis. Al igual que su hermana Catalina, debió de ser bautizado en la iglesia parroquial de Santa Bárbara, pero no ha sido posible localizar su acta bautismal por las razones apuntadas en la nota anterior.
A.P.S.J., lib. 2, f. 73r.
A.P.S.J., lib. 2, f. 155r.
A.P.S.J., lib. 38, f. 21v; Archivo Parroquial de Santa Cruz de Écija = A.P.S.C., lib. 196, f. 44r.
A.P.S.J., lib. 3, f. 2v.
Medina, 2001, 3499.
A.P.S.J., lib. 3, f. 62r. De Miguel de Santander sólo hemos localizado otras dos escrituras: una de 11 de julio de 1558, por la que Juan de Martos, vecino de Écija, se obliga a pagarle diez reales «de çierta obra que él le hizo en su casa» (A.P.N.E., leg. 121, foliación perdida); la otra, de 3 de abril de 1563, actuando de testigo en la compra de una casa en la calle Santa Cruz por el bachiller Juan Antonio de Santander, médico (A.C.H.E. lib. 2, f. 614v). Ignoramos si este Miguel de Santander, que figura en ambas escrituras, es el hijo del bachiller Diego de Santander y María de Medina o si se trata de un pariente homónimo, que bien podría ser un tío abuelo o un tío segundo de Luis Vélez de Guevara.
A.P.S.J., lib. 3, f. 115v.
Medina, 2001, p. 3500.
A.P.S.J., lib. 3, f. 182v.
A.P.S.J., lib. 39, f. 47.
A.P.S.J., lib. 3, f. 250v.
A.P.S.J., lib. 39, f. 89r.
La estancia de Ávila en Écija está estudiada en Pulido Serrano, 2013, pp. 347-358.
1 Corintios,10,12.
Las Constituciones de la Sociedad de Jesús (1993) prohíben la admisión de personas que han «tomado hábito de religión alguna de fraile o de clérigos, viviendo algún tiempo con ellos en obediencia, hecha profesión o no; o sido ermitaño con vestidos monacales» (p. 62). Parece claro que el examen de probación descubrió errores mayores de un apóstata para cuya curación no bastaron diligencias.
Véase Bataillon, 2014, pp. 307-309, que narra el caso en detalle.
Véase Pulido Serrano, 2013, p. 365. Llamado «Maestro de maestros», canonizado en 1970 y declarado Doctor de la Iglesia en 2012, «Juan de Ávila (1499 o 1500-1569) se relacionó como consejero y guía espiritual con la espléndida generación de santos, sus contemporáneos, varios de los cuales fueron fundadores o reformadores de conocidas Órdenes religiosas. Además de fray Luis de Granada, dominico, su discípulo, amigo y primer biógrafo, entre otros: Santo Tomás de Villanueva, religioso agustino y obispo; San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús; San Juan de Dios, que se convirtió oyéndole predicar y fundó después la Orden Hospitalaria; San Pedro de Alcántara, franciscano; San Francisco de Borja, convertido también oyendo la predicación de San Juan de Ávila; Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, reformadores de la orden carmelitana... y otros» (González Rodríguez, 2012, p. 75).
El mallorquín Jerónimo Nadal (1507-1580), cursó Artes y perfeccionó su dominio de las lenguas latina, griega y hebrea en la Universidad de Alcalá de Henares. Continuó sus estudios en la Universidad de París, donde en el curso 1532-1533 se matriculó en La Sorbona en las asignaturas de Matemáticas y Teología. En París tuvo un primer encuentro con Ignacio de Loyola. En 1536 se trasladó a Aviñón donde fue ordenado presbítero y obtuvo el doctorado en Teología. De regreso a Mallorca y conmovido por la lectura de una carta de san Francisco Javier, decidió marchar a Roma, donde llegó en julio de 1545, para ingresar en la Compañía, en la que fue admitido en noviembre de ese año tras los preceptivos ejercicios espirituales de cuatro semanas. En poco tiempo llegó a ser hombre de confianza de Ignacio de Loyola y su secretario. Entre otros cargos, fue rector del primer colegio creado por los jesuitas en Mesina, que abrió sus puertas en octubre de 1548 y en el que implantó el nuevo método de estudios promovido por los jesuitas, de carácter humanístico y basado en los métodos y la disciplina parisinos. Las reglas, redactadas por él, por las que debía regirse el colegio, se convertirían en la base de la Ratio atque Institutio Studiorum Societatis Iesu. Vicario General de la Compañía en 1554, tras su estancia andaluza intervino como teólogo papal en la Dieta de Augsburgo y en el Concilio de Trento. Recorrió buena parte de Europa promulgando las Constituciones de la orden por encargo del propio San Ignacio. Véase Bangert-McCoog, 1992.
Se refiere a Domingo de Soto (1494-1560), dominico, teólogo, catedrático de la Universidad de Salamanca y confesor del emperador Carlos V. Tuvo un papel importante en el Concilio de Trento (1545), en la Dieta de Augsburgo (1548) y la Junta de Valladolid (1550-1551). Defendió la conversión de cristianos nuevos y sus derechos humanos, aunque se opuso a su ordenación en la Iglesia.
Antonio de Araoz (¿1515?-1575), jesuita muy cercano a Ignacio de Loyola (efectivamente, era su sobrino). Contrario a la incorporación de cristianos nuevos en la Compañía de Jesús, fue partidario de establecer criterios de limpieza de sangre. En 1549 planteó la cuestión contra el parecer de Loyola, opuesto a que siquiera se abordase el tema. Tras la muerte de éste, Araoz intentó limitar el plazo del generalato de Diego Laínez, segundo Prepósito General de la Compañía de Jesús, por razón de su condición de cristiano nuevo.
Diego Mirón (1516-1590), uno de los fundadores del Colegio de Jesús en Coímbra (1542), del que fue primer Rector. Pasó de allí a Valencia para fundar el Colegio de San Pablo (1544), del que fue primer Rector. Apoyó admitir judeoconversos en la Compañía.
«Familiariter egi cum hoc bono Patre. Disputavi etiam acriter contra opinionem Soti, quod ordo correptionis evangelicae non esset servandus in crimine haereseos; conquestus est apud me quod non reciperemus, qui ducunt a iudaeis originem; se id scire de Araozio et Mirone. Respondi ita non esse; sed habere nos delectum in illis recipiendis. Quum hoc confirmarem, et videretur tamen non moveri, dixi libere posse rem affirmare ut erat: facere ut ille crederet, id me non posse; alioqui si quem haberet idoneum ex illo genere, illum offerret: repraesentaturum me re, quod verbis affirmassem. Proposuit Santander: recepi illum, et duxi mecum Complutum» (Nadal, t. I, 1898, p. 21).
Seguimos la narración del P. Medina, 2001, pp. 3499-3500, y le agradecemos las orientaciones en sus comunicaciones personales.
Véase Maryks, 2010.
En los últimos días de junio de 1554, en el camino entre Valladolid y Simancas don Juan Mosquera y Molina coincidió con Francisco de Borja, ex-duque de Gandía y por entonces comisario general de los jesuitas. Tras la charla de camino, Mosquera acabó ofreciendo a Borja su finca de Miravete para fundar en Simancas la primera casa de probación, o casa-noviciado, de los jesuitas en España, que funcionó hasta 1560, año que se trasladó a El Villar, en León. Véase Burrieza Sánchez, 2003, pp. 22-24.
En septiembre de 1572, siendo rector en Alcalá de Henares, Luis vuelve a su pueblo natal para iniciar los trámites que llevaran a la fundación de colegio de la Compañía de Jesús en Écija, ocasión que aprovecha para donar a esta ciudad una reliquia de la Santa Cruz de Cristo, que él había recibido de Roma por mano del padre general Francisco de Borja (canonizado en 1671), y que sería llevada en solemne procesión a la parroquia mayor de Santa Cruz para ser finalmente depositada en su sagrario (A.M.E., legs. 2501 y 578).
Cotarelo, 1916, p. 637.
García Carraffa, 1931, pp. 238-248.
Durante sus años de servicio Vélez se describe como «criado», «secretario», «paje» y «gentilhombre» de Saldaña, y según algunas fuentes gestiona asuntos legales para el Conde. También compone comedias encargadas por su señor: en 1604 o 1605 escribe El cerco de Roma por el rey Desiderio, que ensalza el linaje de los Zúñiga y de los Sandoval, enlazándolos últimamente en causa común; en agosto-septiembre de 1613, El alba y el sol, probablemente en la ocasión de los sesenta años del duque de Lerma; El Conde don Pero Vélez y don Sancho el Deseado, para celebrar, en Lerma, en junio de 1615, la conclusión de las negociaciones prenupciales entre España y Francia; y El Caballero del Sol para las notorias fiestas de Lerma, en octubre de 1617. Todas, excepto esta última, tratan explícita y extensamente de la genealogía de la Casa de Sandoval. Véase Peale, 2015, pp. 48-52.
Cotarelo, 1916, pp. 637-639.
Véase Sánchez, 1964.
Paz y Meliá, 1902, pp. 129-130.
volverle la blanca de la carne: por antonomasia metafórica, concederle hidalguía. La expresión se refiere, específicamente, al impuesto de la sisa, de una blanca por cada libra de carne, del que estaban exentos los hidalgos. «[…] durante la Edad Media y parte de la Moderna, en todos los Concejos de las Ciudades, Villas y Lugares del Reino de Castilla se hacían periódicamente, cada siete años cuando menos, unos padrones de vecinos en los que se hacía constar de manera rigurosa su condición de hidalgos o de buenos hombres pecheros. El principal objeto de estos padrones era el repartimiento de pechos que, como la moneda forera, servicios ordinarios o extraordinarios, etc., constituían contribuciones que solamente pagaban los hombres del estado llano, ya que los hijosdalgos de sangre o privilegios, así como los eclesiásticos, licenciados, funcionarios de la justicia, de la Santa Inquisición, de la Santa Hermandad y otra serie de cargos que obtenían este privilegio estaban exentos también de su pago» (Díaz de Noriega, 1975, t. I, p. 20).
La Montaña: por antonomasia, Cantabria.
Diago Hernando, 2014, pp.158-159.
A.C.H.E., lib. 2, f. 658r; A.P.N.E., leg. 219, f. 105v; A.G.I. Contratación, 5369, n.º 52, sin foliar.
Pulido Serrano, 2013, p. 350.
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