Pedro Ruiz y Víctor Infantes. Dos obras de la primera literatura áurea (c. 1515). Cartas y coplas para requerir nuevos amores. Cómo un rústico labrador astucioso con consejo de su mujer engañó a unos mercaderes
Pedro RUIZ y Víctor INFANTES. Dos obras de la primera literatura áurea (c. 1515). Cartas y coplas para requerir nuevos amores. Cómo un rústico labrador astucioso con consejo de su mujer engañó a unos mercaderes. Madrid, Turpin Editores, 2012, 144 p. (ISBN: 978-84-937716-7-6; Libros de Sansueña, 3.)
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1Bajo el título general de Dos obras de la primera literatura áurea (c. 1515), acaba de aparecer, al cuidado de Pedro Ruiz Pérez y Víctor Infantes de Miguel —catedráticos de Literatura Española en la Universidad de Córdoba, el primero, y en la Universidad Complutense de Madrid, el segundo—, un precioso librito en el que ambos autores estudian y editan —cada cual con su particular orientación crítica y filológica— dos singulares y curiosos opúsculos coetáneos —Cartas y coplas para requerir nuevos amores y Cómo un rústico labrador astucioso con consejo de su mujer engañó a unos mercaderes—, ya que ambos vieron la luz en el entorno de 1515.
2En un breve y preliminar «Propósito» (p. 7), los autores explican que el libro que ahora publican de consuno es el resultado de una amistad iniciada hace veinticinco años, durante la celebración del primer Congreso de la Asociación Internacional del Siglo de Oro (AISO), amistad que desde entonces ha venido traduciéndose en mutuas colaboraciones que la han fraguado y solidificado hasta el presente, en que ambos han confluido en el estudio y edición de estos dos opúsculos auriseculares, que ahora dan a la imprenta como gráfica expresión celebrativa de esa fraternal trayectoria de un cuarto de siglo.
3En su estudio y edición de la primera de estas obras —que Pedro Ruiz Pérez titula «Desplegar el pliego: la forma editorial de las Cartas y coplas para requerir nuevos amores y su inserción genérica» (pp. 9-72)— el autor —después de hacer una serie de consideraciones generales sobre las variadas significaciones de la obra literaria y las diversas maneras de abordarla— penetra en el análisis de este pliego de cordel, describiendo primero sus constituyentes materiales y formales, que se reproducen en las sucesivas y numerosas reimpresiones, lo que demuestra la buena acogida que obtuvo entre el público de la época, y la atención que la crítica le dedicó en lo siglos xix y xx. En relación con esto último, el profesor Ruiz Pérez destaca que lo que distingue verdaderamente a este opúsculo «es la reiterada mención en las más recientes revisiones sobre modelos genéricos contemporáneos, de manera más precisa aquellos con los que tiene un punto de relación y que en su conjunto componen lo más relevante de la escritura del período sin una relación directa con el humanismo» (p. 14), entre los cuales menciona las epístolas familiares, el relato sentimental, la poesía cancioneril y los códigos de comportamiento amoroso. La complejidad de su naturaleza se manifiesta en la mezcla de la prosa y el verso, hasta el punto de que el profesor López Estrada la calificó como prosímetro, «denominación que abarca mucho más que una mera información sobre la confluencia de ambas modalidades, pues en ella se transparentaba el peso de una amplia y prestigiosa tradición donde se conjugaba lo medieval y lo renacentista, lo didáctico-moral y lo amoroso, el modelo consagrado por el De consolatione Philosophiae y el plasmado en la Vita nuova» (p. 15). Sin embargo —para el profesor Ruiz Pérez—, más cercanos al autor, editor y lectores «se encontrarían modelos de la tradición romance y la materia amorosa. Por ambas marcas [cartas y coplas] se trata de títulos más orientados a una lectura de entretenimiento que a lo doctrinal, y en ellos, por tanto, juega un papel diferente la combinación de prosa y verso» (p. 16). Tras analizar el sentido y la forma de las mencionadas obras de Boecio y Dante, el editor considera las distintas soluciones editoriales que otras obras, más o menos contemporáneas a las Cartas y coplas, ofrecieron a la combinación de la lírica con otros géneros literarios. Nuestro pliego mantiene una especial vinculación con el género epistolar y el de la poesía —cuya manifestación y desarrollo considera Pedro Ruiz—, cuajando en un modelo de hibridación literaria consolidado en la época, que pone de manifiesto «su condición de obra verdaderamente sintomática de una intersección de discursos en una auténtica encrucijada histórica, también para las letras y su codificación editorial» (p. 19).
4A continuación, procede el profesor Ruiz Pérez a realizar una historia editorial del pliego en cuestión. Describe las cuatro ediciones existentes —aunque una de ellas incierta— y comenta los rasgos comunes que las emparentan y, en especial, las diferencias que las distinguen —sobre todo las ilustraciones de las respectivas portadas—, explicando el sentido de las mismas. Y concluye informando acerca de las ediciones facsimilares y en línea, así como de las reproducciones digitales en la red.
5Tras explicar los criterios editoriales aplicados en la transcripción del texto básico elegido, el profesor Ruiz Pérez lo reproduce en las páginas 23-33 del libro, con las consiguientes notas aclaratorias, todas ellas eruditas y pertinentes. Pasa luego a estudiar la vinculación de estas Cartas y coplas con el relato sentimental, analizando sus coincidencias y discrepancias con este tipo de obras, lo que le lleva a concluir que «si no hermana de toda sangre de los títulos más canónicos del género, concebido en sentido estricto, Cartas y coplas se nos aparece como hija directa del modelo consagrado en la ficción sentimental o, más en concreto, de su cada vez más acentuado componente de repertorio retórico. Retórica es la condición del pliego en todos sus sentidos, a partir de su naturaleza de muestrario de soluciones, epistolares o versificadas, para un conjunto de situaciones» (p. 39).
6Igualmente, el profesor Ruiz Pérez estudia dos corrientes literarias de gran predicamento y difusión editorial —las artes dictaminis y las artes amoris—, en las que encuentra concomitancias con este breve pliego de Cartas y coplas, que —aun cuando no podamos considerarlo como un tratado de dimensión filosófica o de aplicación didáctica—, sí puede interpretarse como «un pequeño ars amoris, un fragmento de actualización ovidiana, por su posible aplicación práctica, ya que el cortejador encuentra una guía práctica para conducir sus pasos en la consecución de la dama» (p. 40). Y algo parecido puede decirse de los manuales de artes dictaminis, encaminados a mostrar modelos de cartas misivas para toda clase de situaciones, en las que el lector podía encontrar «una lectura gratuita, al margen de intereses inmediatos, muy cercana a la lectura fruitiva de la ficción, que de alguna manera se ponía en pie con la retórica de la carta y su construcción explícita o implícita de la circunstancia» (p. 42) que reflejan cada una de esas misivas, propuestas como ejemplos. Con este enfoque, el editor interpreta algunas obras de carácter epistolar —unas más célebres y literarias, otras más técnicas y menos conocidas— a fin de resaltar los parentescos que incardinan las Cartas y coplas con el género de las misivas, que se ofrece como excepcional cauce expresivo para la relación amorosa en un nuevo ambiente ciudadano, reflejado magistralmente en La Celestina.
7Del mismo modo que con el relato sentimental, «Cartas y coplas coincide con La Celestina en una parte sustancial de componentes temáticos, formales y pragmáticos» (p. 47), que Pedro Ruiz Pérez se para a considerar, subrayando primero la coincidencia en las trayectorias editoriales de ambas obras, «pues las apariciones del pliego siguen sustancialmente el devenir del éxito editorial de la obra de Rojas y su proyección en imitaciones y continuaciones» (pp. 47-48). Las cartas de amores adquieren un gran predicamento y se configuran como elemento primordial en los relatos sentimentales y en los tratados sobre redacción de cartas mensajeras, cuya composición entraba dentro de las obligaciones del secretario de un señor. Tras un breve recorrido acerca de la función de misivas y billetes en obras de corte celestinesco, el profesor Ruiz Pérez concluye que «si el pliego difiere notablemente en su forma de la Comedia, se alimenta en gran medida del horizonte temático y pragmático establecido por la obra de Rojas, que inevitablemente actúa como telón de fondo de las Cartas y coplas, tanto en su funcionamiento comercial como en su propia codificación genérica, si entendemos por ella algo más lato que la identidad morfológica» (p. 51). Y, tras esta afirmación, el editor se aplica a mostrar las concordancias entre ambas obras, analizado las ilustraciones de las Cartas y coplas —que reproducen las de la primera edición de La Celestina— y algunos elementos comunes de contenido —como el fingimiento de una enfermedad por parte del amante para obtener de la dama una respuesta compasiva—; y, aunque en las Cartas y coplas esté ausente la alcahueta —a pesar de que aparece representada en la iconografía interna del pliego—, las cartas vienen a suplir el papel de la vieja mensajera, sobre todo para aquellos lectores que carecían de medios para contratar sus servicios. Por lo cual, las cartas que aparecen en el opúsculo «asumen una clara función suasoria, dirigiéndose a conmover a su destinataria con objeto de convencerla o, más específicamente, de seducirla, esto es, de moverla desde su resistencia hasta posiciones más favorables para los avances del amante» (p. 56), intención que queda inequívocamente explícita en el mismo título de la obra, donde se indica que esas cartas y coplas que contiene sirven «para requerir nuevos amores», términos que indican claramente que la finalidad de la obra es proporcionar a los lectores —posiblemente jóvenes ciudadanos ávidos de aventuras galantes— los medios para seducir a la mujer deseada con la intención ―una vez conseguido su objetivo— de sustituirla por otra. A tal clase de lector —«seductor que encuentra en la ciudad terreno abonado para sus conquistas y que no tiene empacho en recurrir a alcahuetas o a otro tipo de (malas) artes»— «el pliego les va a proporcionar un adecuado instrumento, una celestina de papel que entretiene y enseña» (p. 57).
8En el último apartado de su estudio, el profesor Ruiz Pérez —constatando que en las Cartas y coplas se entrecruzan diferentes modelos y discursos literarios— desarrolla una serie de consideraciones acerca de tales modelos y discursos, abordados desde diferentes perspectivas, que le llevan a afirmar que «no hay una respuesta simple y satisfactoria, en la que encerrar el conjunto de relaciones de parentesco que entronca este pliego poético, que lo es, con una compleja familia de textos, en cuyos extremos se sitúan formas muy dispares, opuestas entre sí, pero que, en torno al pliego, hemos visto que están indirectamente vinculadas por una espesa trama de relaciones, en una amplia cadena o, mejor, red textual, en la que es prácticamente imposible establecer cortes sin incurrir en una visión truncada de la realidad histórica» (p. 60). Entre esos modelos o realizaciones genéricas están la epistolografía, la filografía, la celestinesca, la ficción sentimental y la lírica cancioneril, todo ello configurado por el formato del pliego como molde editorial. El estudio de Pedro Ruiz se remata con la correspondiente bibliografía, ajustada a una relación de las ediciones de las Cartas y coplas y a otra de los estudios específicos sobre esta obra.
9La segunda parte del libro que comentamos está pilotada por Víctor Infantes y lleva por título «Contar un cuento en letras de molde: Cómo un rústico labrador astucioso con consejo de su muger engañó a unos mercaderes» (pp. 73-139). En un apartado inicial —que rotula como «La maraña terminológica del cuento, y de sus adjetivos» (pp. 75-80), comienza el editor por plantear las dificultades que presenta la denominación genérica de cuento, dificultades que se incrementan con la diversa adjetivación que se le suele añadir: oral, culto, tradicional, folclórico, literario... Subraya después la escasez editorial de cuentos autónomos, pues «los rarísimos ejemplares conservados en la actualidad nos indican dos momentos cronológicos muy diferenciados: los inicios del siglo xvi y las estribaciones del siglo xvii; como si entre ambos periodos el espacio de la difusión lectora del cuento lo hubieran ocupado los cientos de libros que lo incluyeron entre sus páginas y, desde luego, la incesante (y bien documentada) tradición oral» (p. 76). Tras considerar las diversas funciones con que se emplea el relato breve en nuestros Siglos de Oro, afirma que «la existencia del cuento en impresión aislada responde, sin duda alguna, a un intento editorial de buscar ese lector que sólo es lector de ese cuento, dotándole de una exclusividad literaria y textual de la que carece originalmente al presentarse entre la diversidad temática y argumental de otra obra que lo acoge» (p. 77). Las colecciones impresas de cuentos áureos no alcanzan más allá de la media docena, y unos pocos relatos manuscritos que, al pasar a letras de molde, trocaron por otro nombre la denominación de cuento que poseían originariamente. El profesor Infantes concluye el apartado con la descripción tipológica de este género narrativo y las precisiones que, sobre él, han ofrecido los estudiosos en sus últimas aportaciones bibliográficas, terminando por afirmar que cree «en la conceptualización del Rústico labrador como un cuento literario con unos antecedentes folclóricos, que tuvo la fortuna de ser codificado como texto impreso y publicado a comienzos del siglo xvi; lo que no excluye de ningún modo que alguno de sus contenidos tradicionales fueran transmitidos de forma oral, a la vez que como texto editorial se siguiera publicando autónomamente» (p. 80).
10En el segundo apartado de su estudio —titulado «Del verso latino a la prosa romance, a través de la poesía italiana» (pp. 80-91)—, Víctor Infantes aborda las cuestiones relativas al origen y trayectoria textual del Rústico labrador. El cuento deriva de un poema medieval latino, conocido como Unibos —conservado en un manuscrito de la Biblioteca Real de Bruselas, en el que se recogen textos diversos del siglo xi—, cuya descripción y estructura argumental efectúa el editor. Se centra luego en un poema italiano de finales del siglo xv —derivado del Unibos y titulado Historia de Campriano contadino—, explicando las variaciones argumentales entre ambas composiciones, constatando el extraordinario éxito editorial del Campriano —difundido en formato de pliego suelto, durante los siglos xvi y xvii—, describiendo las tres impresiones anteriores a la primera edición española del Rústico labrador —únicas que le pudieron servir de fuente inspiradora— y constatando que «el texto español depende, con algunas variaciones argumentales, de este poema italiano más que de la obra latina de Unibos» (p. 85). El relato castellano —cuya primera impresión conservada se realizó en Burgos h. 1518-1519— «contiene una versión harto sinóptica del poema italiano, con algunos cambios respecto a su contenido, desarrollo y extensión, amén de transformar las octavas en prosa; en ningún caso puede hablarse de una traducción, sino de una adaptación —incluso de una versión— muy resumida de la obra original, de la que queda el reflejo de su esqueleto argumental y ningún rescoldo lingüístico en el texto» (p. 86). Considera el profesor Infantes la anonimia autorial de la versión castellana del cuento y el significado de la variación de títulos que fue sufriendo la obra a lo largo de su historia editorial, tras lo cual describe el contenido del relato y la estructura argumental del mismo, basado en cinco motivos folclóricos específicos y muy populares que caracterizan al tipo del «burlador» y que excepcionalmente se encuentran reunidos en el Rústico labrador.
11El apartado tercero del estudio introductorio —«Un cuento oral (popular) para lectores (cultos)» (pp. 91-104)— se consagra a describir las particulares vicisitudes de las sucesivas impresiones del Rústico labrador, que documentan la fortuna editorial de la obra: 1) Burgos, Fadrique de Basilea o Alonso de Melgar, c. 1518-1519; 2) Sevilla, Juan o Jacobo Cromberger, después de 1528; 3) Burgos, Juan de Junta, 1535-1536; 4) Cuenca, Juan de Cánova, 1557; 5) Zaragoza, Herederos de Diego Dormer, 1676; 6) Zaragoza, Herederos de Diego Dormer, 1694; 7) Barcelona, Juan Solís, 1716; 8 y 9) dos ediciones de Barcelona, Herederos de Juan Solís, datadas entre 1759 y 1770. Junto a las vicisitudes sufridas por estas estampaciones, Víctor Infantes analiza otros fenómenos colaterales o complementarios, como la publicación de opúsculos similares que compartieron espacio comercial de librería con el Rústico labrador, así como las ilustraciones que acompañaron a las sucesivas publicaciones del relato. «Nuestro cuento —dice el profesor Infantes— desaparece del circuito editorial en el último tercio del Siglo de las Luces, pero a esta larga tradición impresa hay que sumar la pervivencia de los motivos nucleares del cuento en la tradición oral española hasta nuestros días» (p. 101). Y a una breve exposición de esa tradición oral del Rústico labrador dedica el editor las siguientes páginas, aunque no constituya el centro de interés literario y filológico de su estudio. Para Víctor Infantes, la existencia de las nueve ediciones indicadas «se tiene que relacionar, necesariamente, con un circuito de lectura culta, culta en cuanto a la capacidad de saber (y de querer) leer un impreso», que compite comercialmente «con los pliegos sueltos poéticos, las relaciones de sucesos, las historias caballerescas breves y demás productos populares [...], que se desarrollaron y divulgaron ampliamente en esa sociedad letrada que aparece con la imprenta y que [...] debió de proporcionar un buen rato de divertimento a muchos lectores, que, tal vez, también lo conocieran de oídas» (p. 104).
12En el apartado «Sumario de ediciones» (pp. 105-113) —además de aludir a una hipotética impresión catalana de 1512—, el profesor Infantes realiza una descripción bibliográfica de las nueve ediciones del Rústico labrador a las que nos hemos referido con anterioridad. Asimismo, en el apartado «La historia crítica del texto» (pp. 113-115), Víctor Infantes comenta las ediciones modernas del cuento anteriores a la que ahora él publica —realizadas casi todas en el pasado siglo—, y en «Referencias bibliográficas» (pp. 115-125) recoge —con sus correspondientes siglas— todas las entradas de los estudios mencionados por él en la introducción y en las notas al texto del Rústico labrador. Expone, a continuación, los criterios que emplea en la edición del cuento (pp. 125-126), cuyo texto transcribe seguidamente (pp. 127-137) —con el añadido de sus certeras y ajustadas notas a pie de página, en las que incluye también las variantes textuales—, y concluye con un apéndice (pp. 138-139), en el que coteja —enfrentándolos mediante su disposición en sendas columnas— el texto canónico a la izquierda y, a la derecha, la interpolación de la edición conquense de 1557 —que alcanza desde poco antes de finalizar el capítulo 5º hasta casi la conclusión del capítulo 6º—, la cual aporta una redacción distinta —aunque complementaria— a la del fragmento que sustituye.
13Nos encontramos, en suma, ante una densa y elaborada edición de dos opúsculos tan curiosos como interesantes para la historia de nuestra literatura áurea, conducida a feliz puerto por la experta mano de dos maestros de nuestra filología actual, Pedro Ruiz Pérez y Víctor Infantes de Miguel.
Para citar este artículo
Referencia en papel
Antonio Castro Diaz, «Pedro Ruiz y Víctor Infantes. Dos obras de la primera literatura áurea (c. 1515). Cartas y coplas para requerir nuevos amores. Cómo un rústico labrador astucioso con consejo de su mujer engañó a unos mercaderes», Criticón, 117 | 2013, 227-231.
Referencia electrónica
Antonio Castro Diaz, «Pedro Ruiz y Víctor Infantes. Dos obras de la primera literatura áurea (c. 1515). Cartas y coplas para requerir nuevos amores. Cómo un rústico labrador astucioso con consejo de su mujer engañó a unos mercaderes», Criticón [En línea], 117 | 2013, Publicado el 16 diciembre 2013, consultado el 10 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/255; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.255
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