Bibliografía
Abreviaturas y referencias bibliográficas
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Notas
Véase Dávila, 2002, vol. I, pp. 238 y 334.
Véase Dávila, 2002, vol. I, pp. 202.
Véase Dávila, 2002, vol. I, pp. 202.
Publicado por Charlo, 1997.
Estos tres poemas han sido editados y comentados por Charlo (1996; 1995; 2002).
Así Capela (1999) y Gil (2002, pp. 271-275, espec. 273-4).
Sí que fue editado en latín por Capela (1999), quien reclamaba una traducción. García (2006, p. 493 y n. 75) presenta sucintamente la composición.
Como simultaneamos en español quizá y quizás, o sétimo y séptimo.
El Cabildo de Sevilla admitió a Vélez in absentia como prior de las ermitas el 9 de octubre de 1546, a la espera de su nombramiento como canónigo o racionero (A.C.S., Sección I, libro 18, f. 98v, citado por Gil, 2002, p. 271; y A.C.S., Libro de entradas de prebendados, nº 381, f. 12, cit. por García 2006, p. 486, n. 43); tal prebenda le llegó al término de sus estudios en Salamanca; fue media ración, de la que tomó posesión a comienzos de 1561 (A.C.S., Sección I, libro 26, f. 147v, citado por Gil, 2002, p. 272, quien relata el prolijo proceso). La canonjía doctoral recayó en Vélez el 1 de marzo de 1570 (A.C.S., Sección I, libro 30, f. 16r, 21v, 27r, 31v, citado por Gil, 2002, p. 273; véase también A.C.S., Libro de entradas de prebendados, f. 17, citado por García, 2006, p. 491).
Praesidia debe entenderse en principio con la acepción de ‘fortaleza’ (OLD, s. v., 5), con la que aparece en VVLG. I Macc. 15,7 Omnia arma quae fabricata sunt et praesidia quae construxisti, quae tenes, maneant tibi. La imagen tiene una doble lectura: Vélez ocupa la estancia más profunda del alma de Montano; la idea de «fortaleza» denota la profundidad con la que está instalado en el afecto de Montano, la imposibilidad de que tal afecto cese; pero al mismo tiempo, la influencia intertextual de la célebre fuente horaciana del pasaje (véase app. font.) induce a ver en praesidia la protección de Vélez a Montano.
La estrofa guarda gran similitud con la que da inicio a otra oda laudatoria de Montano (estudiada por Charlo, 2003); me refiero a Hymni et Saecula, V 12, Ad Laeuinum Torrentium, episcopum Antuerpiensem:
Laeuine, nostri pectoris optima
pars, o colendum nomen in omnibus
quascumque uel ciuis uel hospes
ipse adeam teneamue terras.
Tu, doctrinarum matris et artium
nusquam otiosae gloria Belgiae…
(‘Levino, parte la mejor de mi alma, venerable en cuaquier tierra en la que bien como ciudadano viva, bien como huésped me halle. Gloria eres tú de la siempre laboriosa Bélgica, madre de ciencias y artes…’ [trad. L. Charlo]).
Comunes a ambas odas son las ideas de «estás en mi corazón» (A Vélez, vv. 1-2; A Torrencio, vv. 1-2), y «nombre que siempre llevaré» (A Vélez, vv. 3-4; A Torrencio, vv. 2-4); también es común la idea posterior, laetitia ac decus (A Vélez, v. 5), equivalente a gloria Belgiae (A Torrencio, v. 6) .
Con quicumque Montano recalca que Vélez destaca entre todos los sabios piadosos, sin excluir a ninguno (extranjeros, etc.).
Obsérvese que Montano presenta a Vélez como un modelo entre los cultivadores de la virtud y la sabiduría. La referencia despectiva al vulgo apunta al estoicismo de su dedicatorio, que el licenciado Pacheco recogió a la perfección en otra oda dirigida a Vélez: el desenfadado y consolatorio Phaleucium in grauedinem ne meum Velleium afflictare ausit, que comienza «At tibi male sit, grauedo iniqua» (estudiado por Pozuelo, 2008a). Por otra parte, el mismo Vélez dejó constancia de su estoicismo en su poema castellano Saturnalia (tratado por Cobos, 1997 y Montero y Solís, 2009).
Porque en los primeros tiempos de su estancia en Flandes, Montano sí hallaba consuelo en el recuerdo de los amigos que había dejado en su tierra, particularmente en el de Vélez, como el propio Plantino recordó en el prólogo al Davidis, p. 5 (testimonio citado por Gil, 2002, p. 273):
Tunc uero is mihi specimen ostendit Psalmorum quorundam, quos ex Hebraico idiomate ac stylo Latine canere meditatus fuisset, ut illa animi recreatione Petri Veleii Gueuarae Hispalensis Ecclesiae iurisconsulti canonici ac prioris, pietatis Christianae studiosissimi et religionis colentissimi uiri absentis desiderium leniret. Namque solet idem Benedictus, ut mihi saepe retulit, in iis lucubrationibus aut meditationibus, quas uel quotidiano et grauiore uel intermisto et iucundiore studio susceperit, aliquem ex amicis, quos plurimos optimos et piissimos habet, ueluti praesentem proponere, quem inter agendum saepe intueri et identidem consulere sibi uidetur; atque hoc pacto et laborem libentius perfert, et illius, cui ita laborat, amici absentiam solatur: interea uero absentis uiri personam induit ad ea relegenda et corrigenda quae ab ipso conscribuntur; ita fit ut, quamuis uel solitarius in agris uel in penetralibus domi reclusus, tamen in amicorum suorum dulcissimo colloquio uersetur.
(‘Y él [Montano] me enseñó una muestra de algunos salmos que se habría puesto a versificar en latín a partir del idioma y el estilo hebreo, con el fin de aliviar con ese recreo de su espíritu su nostalgia por la ausencia de Pedro Vélez de Guevara, un varón cristianísimo y devotísimo, canónigo doctoral y prior de la Iglesia de Sevilla. Y es que el mismo Benito, según me ha referido muchas veces, en estos ocios nocturnos o meditaciones, a los que se entregaría unas veces con una dedicación cotidiana y metódica, y otras de forma esporádica y más por distracción, se imagina ante sí a alguno de sus amigos (que tiene muchos excelentes y de extraordinaria piedad), que le parece que, mientras compone, está pendiente de él y aconsejándole todo el tiempo; y de ese modo lleva a cabo su trabajo mucho más a su gusto, y encuentra consuelo por la ausencia del amigo para quien trabaja así; y entretanto adopta la personalidad del varón ausente para que éste relea y corrija lo que compone él mismo; así sucede que, aunque esté solo en el campo o recluido en su casa, sin embargo está inmerso en gratísimas pláticas con sus amigos’ [trad. Pozuelo].)
Creo que es la misma idea que Montano expresó en español, en carta al rey del 6/6/1568 (González, 1832, p. 149), con estas palabras: «se me rasgaron las entrañas de compasión del trabajo que a estas tierras [sc. Flandes] les ha sucedido por culpa de algunos pocos que fueron authores de su propio mal».
Véase OV. ars 1,502 faueas illi, quisquis agatur amans.
Como me indica Guy Lazure, hay un juego de palabras en prior, que reproduce por añadidura el cargo de Vélez en el Cabildo hispalense.
Entiendo que con scena Montano se refiere a situaciones que implican comparecencia de personas (hominum) ante el público (populi), como Pacheco, serm. 2,97 multos ea scena fefellit / quos uentosa leuat populari gloria penna (‘ese escenario [i.e. la tribuna de los oradores] ha traicionado a muchos de esos a quienes la veleidosa gloria eleva a lomos de las alas del pueblo’ (Pozuelo, 1993, pp. 158-159).
Nascentis orbis podría significar sin más ‘del nacimiento del mundo’, por analogía con LVCAN. 1,20 Et gens siqua iacet nascenti conscia Nilo (‘las poblaciones, si las hay allí afincadas, que conocen el nacimiento del Nilo’ [trad. A. Holgado]). Sin embargo, tanto la referencia al confín occidental, como a los casos de nuestro tiempo invita a pensar que se refiere a América, el Nuevo Mundo en proceso de creación; sería una variación sobre Nouus Orbis; de ser correcta tal interpretación, hay que destacar la censura moral que merecen a Montano las noticias que llegan de las colonias. La polémica abierta por Bartolomé de las Casas, que Felipe II, en contra del parecer de su padre, trató de tapar (véase Parker, 2010, p. 130), se había cerrado —en falso— hacía sólo una veintena de años.
El sentido de la estrofa es oscuro. Es posible que Montano, siguiendo el sentido de male pressa en OV. trist. 5,3,39 (véase app. font.), ‘sufriendo oprimidos [i.e. los huesos] por la tierra que los cubre’, esté designando figuradamente, ya que no a huesos sepultados, a sucesos ocurridos, no sin evocar los cadáveres que no descansan en paz. En definitiva, estaría comparando las atrocidades del pasado con las contemporáneas.
El anhelo de una vida retirada dedicada al estudio habría sido, pues, inspirado por el propio Vélez de Guevara a Montano, quien a su vez ya sentía disgusto por los espectáculos de la vida pública. Evidentemente la idea es estoica, como lo era el ya mencionado desprecio del vulgo.
El complejo de la Peña de Arias Montano incluye una gruta, una fuente, una ermita y las estancias anexas. Pueden verse fotos de todo ello en < http://www.pueblos-espana.org/andalucia/huelva/alajar/498247/> (10/06/2011). El licenciado Francisco Pacheco expresó los encantos del lugar en Sermones, II 211-386 (véase Pozuelo, 1993, pp. 174-199), al imaginar a un selecto grupo de amigos viviendo allí, dedicados al estudio, la amistad y la oración. La fuente de la Peña nada tiene que ver con la que cantó Montano en su oda Pro incolumitate fontis Ariae Montani, referida en realidad al paraje del Monasterio de San Audito en Alcalá de Henares, como ha demostrado Maestre (2006).
Efectivamente, Vélez de Guevara, prior de las ermitas de la Iglesia sevillana desde el año 1546 (véase supra), cedió a Montano hacia 1552 la ermita de la Virgen de los Ángeles, en la llamada Peña de Aracena, según escribía este a Gabriel de Zayas el 16 de octubre de 1579 (CODOIN, p. 371): «El sitio de la Peña es anejo al priorato de la Iglesia mayor de Sevilla [...] Yo hube ésta del prior más ha de 25 años [i.e., 1552 o antes], con contrato de dos vidas, de mi compañero, que murió aquí sirviendo a Dios, y mía. Tengo confirmación apostólica del contrato».
La instalación de Montano en la Peña el año 1552 está atestiguada por el notario de Aracena Sánchez Ortega: «Vino a residir, él y otro presbítero llamado Roano [...], el año de mil y quinientos y cincuenta y dos, y trajeron un criado que los servía, que se llamaba España, y que después fue presbítero» (Archivo Municipal de Sevilla, Colección Conde de Águila, ms. B 8, nº 8; citado por Morocho, 1998, p. 77).
Obsérvese (véase app. font.) que los vv. 35 y 36 están inspirados en sendos versos de Horacio.
Es decir, que en la Peña se empleaba en el estudio de la Biblia, con particular atención a los profetas y a los salmos de David, inspirados por Dios. La época de residencia en la Peña transcurre entre 1554 y 1559. La hipótesis más barajada sobre estos años poco conocidos de la vida de Montano (véase Morocho, 1998, pp. 182-183) es que sus trabajos bíblicos lo pusieron en contacto con Martín Pérez de Ayala, obispo de Guadix (1549-1560), que entre 1555 y 1558 se consagró al proyecto de, al parecer, hacer una nueva edición de la Políglota Complutense, con la colaboración, entre otros, de Fray Luis de León; la motivación del viaje que Montano realizó por Italia en 1559 (véase Domínguez, 1998), podría muy bien haber sido, como opina Morocho (1998, p. 184), la de buscar manuscritos bíblicos. En cualquier caso, esa labor puso punto final a la paz de la Peña (Morocho, 1998, p. 185 ss.): tras el viaje a Italia, en 1559 vendría la detención de la Inquisición, en 1560 su viaje a León y su ingreso en la Orden de Santiago, y entre 1562-64 la jornada de Trento; en 1565 (tras un paréntesis en la Peña) viajó al Concilio Provincial de Salamanca, del que fue secretario Pedro Vélez de Guevara; en 1566, a la Corte, con el obispo Pérez de Ayala, como capellán real; y entre 1568-76 a Flandes. En la famosa carta a Zayas del 16 de octubre de 1578 (CODOIN, p. 369 ss.; reproducida por Morocho, 1998, pp. 207-208) declara llevar trece años fuera de la Peña. Tras su vuelta a España tendría oportunidad de volver a disfrutar del paraje en las treguas que le permitían las tareas al servicio del rey.
La estrofa destaca por su ornato fónico: obsérvese la notoria aliteración y la paronomasia inicial en los vv. 38-39. Por lo demás, acusa la influencia de HOR. carm. 4,15,25 (véase app. font.) en el calco fónico del v. 38 y en el uso de luces por «días».
Parece imitar un verso de la paráfrasis del salmo 73 de Buchanan (véase app. font.), autor a quien, pese a tratarse de un hereje condenado por la Iglesia Romana, Montano lee e imita (véase Pozuelo, 2008b, pp. 26 y 28).
Mantengo la ambigüedad: turbandum puede referirse a me o al pelagus al que se ve arrastrado el poeta.
Oceanus Hesperius es una de las denominaciones que se da en la Antigüedad al Atlántico, tal como recogió A. Schulten, 1963, pp. 129-131.
Naturalmente la estrofa se refiere a Irlanda, la Hibernia (voz coincidente con el latín hibernus, «invernal») de la Antigüedad (PLIN. nat. 4,103; CAES. Gall. 5,13,2; etc.). Su abundancia en minerales formaba parte de su imagen durante la época moderna; así en la Descriptio Regni Hiberniae Sanctorum Insulae per Antonium Prodinum (Roma: Ex Typographia Bernabò, 1721), cap. I, v. 16 (p. 3): Hibernas norunt argenti aurique fodinas, verso glosado con dos autoridades (p. 8: Idem [Lombardus, Comment. Hibern.] cap. 7: eodem, satis solide probat in Hibernia esse reconditos fodinarum thesauros [...]; Barthol. Anglicus, supra cap. 80: Est [Hibernia] in metallis foecunda et gemmifera). También lo es la de la tosquedad de su civilización, y en particular de su atuendo; véase John Barclay, Icon Animorum (Londres, 1616) cap. IV: [Hiberni] simplici ueste imbrem et frigora tolerant.
El testimonio de Montano indica que la visita a Irlanda se debió al mal tiempo; el barco en que viajaba a Flandes, que había zarpado el 31 de de marzo de 1568 (véase Dávila, 2002, vol. I, p. 9), se habría visto forzado a recalar en la isla. Conservamos el relato que remitió el propio protagonista a Felipe II, en carta del 6/7/1568 (A.G.S. E 583/1, citado por González, 1832, p. 148 ss.): «echándome Dios con contrario tiempo y con enfermedad en Irlanda, cuya gran parte corrí acompañado de salvajes de ella, y después embarcado en uno de los extremos de aquella isla, aportando a Inglaterra y travesándola de parte a parte, en los cuales caminos vi y pasé cosas así naturales como civiles e inciviles, que tengo bien de qué acordarme y no me pesa de haber pasado por ellas, aunque al presente algunas me fueron trabajosas». No obstante, en este relato se ha visto una invención de motivos literarios para encubrir una misión secreta en las Islas Británicas; Morocho (1999, pp. 228 ss.) sugiere dos: recabar manuscritos para la Biblia y consultar la empresa con sabios británicos. Ello encaja con el itinerario seguido: en Irlanda, de la bahía de Gaillimh (28 de abril) a Dublín (3 de mayo), siguiendo una ruta «jalonada de monasterios» (de hecho hay constancia del uso de manuscritos irlandeses para la Biblia de Lovaina, editada por Montano y Plantino); después, tras embarcar en la misma zabra que le había dejado en Galway (Morocho, ibid., 229), de Chéster (4 de mayo), «en cuyos monasterios existían códices magníficos», a Óxford, Londres y Dóver (10 de mayo), donde lo estaba esperando de nuevo la zabra, para conducirlo a Calais.
Los versos 57 y 58, relativos a Inglaterra, hemos de entender que son referencias respectivamente a la isla cubierta de nieve, y a la corta duración de la noche; ambos hechos son posibles en la época que pasó en la isla Montano, que no alcanzó los Países Bajos hasta el 15 de mayo, según señala en la carta anterior. La nevada pudo ser una de las «cosas naturales» que «pasó».
La jornada inglesa de Montano no debió de ser una experiencia completamente negativa, como apuntaba al rey en la carta citada («no me pesa de haber pasado por ellas»); según declara en ella, visitó Óxford y Londres, donde trató a muchas personas que le manifestaron su apoyo a la empresa de la Biblia políglota: «es grande el aplauso que por todas partes se hace a este santo consejo y propósito de V. M. acerca de la impresión de estos sagrados libros [...] así entre católicos como entre los que no lo son, porque aun hasta en Inglaterra, en la Universidad de Oxonio, en Londres y en otras partes me decían muchos cómo V. M. emprendía esta obra y la admiraban aunque yo no les descubría que era enviado a servir a V. M. en ella». A ello apunta también la positiva referencia al Támesis del v. 60. La agradable impresión que causó en Montano debió de trascender a su círculo de amistades en Sevilla, sin duda a través de la correspondencia; sólo así se explica que el licenciado Pacheco, cuando hacia 1573 describe en sus Sermones (II 211-386) su ideal anhelado de vida en la Peña de Aracena, en compañía del propio Montano, Vélez y sus íntimos, aluda a la afición del primero por la jardinería, que le permite imitar los jardines de Bélgica ‘así como tus dulces delicias, Támesis’, amén de las de Irlanda (serm. II 277-279; en Pozuelo, 1993, pp. 182-183):
Vel bonus ipse manu et geniali seuerit arte
Montanus, Belgarum hortos imitatus amoenos
deliciasque tuas, Tamisi, et uiridantis Hybernes.
Esta alusión confirma la sospecha de Morocho (1999, pp. 233-234) de que Montano hizo un viaje a París; más problemático es datarlo; sugiere dos momentos: o el verano de 1568, cuando tiene lugar el reclutamiento para la Biblia de sabios de París como Guillaume Postel y Gilbert Genebrard, o el mes de abril de 1572, cuando se intenta obtener el privilegio para la nueva Biblia en el reino de Francia (ibid., 238).
Montano alude al principado obispal de Lieja en parecidos términos en Hymni et Saecula (Amberes, 1593) V 12,13-14:
Tuis receptum uidit in aedibus
me flaminalis concio Legiae
(‘la asamblea sacerdotal de Lieja me conoció gracias y junto a ti’ [trad. Luis Charlo]).
No obstante, la latinización habitual del nombre de la ciudad es Leodium: así figura en las seis apariciones del topónimo en la Correspondencia conservada en el Museo Plantin Moretus (Dávila, 2002, vol II, p. 950 [índice de nombres]); el léxico de Graesse, 1909, s. v. Leodium, recoge ambas denominaciones, junto a otras.
Lieja, situada a medio camino entre Amberes y Luxemburgo, cabecera esta última del «Camino Español» entre los Países Bajos e Italia, fue una de las etapas iniciales del viaje que emprende Montano a Roma en abril de 1572 para obtener del Papa la aprobación de la Biblia de Amberes, a la que se resistió inicialmente, así como los privilegios de impresión de diferentes territorios, necesarios a fin de evitar que fuera objeto de impresiones desautorizadas, según explica Dávila (2002, vol. I, pp. 49 y 55). Precisamente en Lieja se unió a Montano el gran humanista Levino Torrencio (Lieven van der Beke), el futuro obispo de Amberes (1576), a la sazón vicario general del principado obispal de Lieja, según documentan los versos citados de Hymni et Saecula, que dan paso a una referencia al viaje de ida de aquella jornada similar al relato que transmite nuestra oda (vv. 15-20):
... atque Arduenae densa silua
me comitem tibi laeta uidit.
Tum Rhetiarum per iuga et Alpium
perque hospitaleis Alsacidum focos
Heluetios ac per lacus, mi
nullus erat labor una eunti
(‘...y el denso bosque de las Ardenas me vio con agrado acompañándote. Cuando caminábamos juntos ya por las cimas de los Alpes Réticos, ya entre los hospitalarios hogares de los Alsácidas, ya por los lagos helvecios, ninguna preocupación me asaltaba’ [trad. Charlo, 2009, vol. III, p. 1592]).
Según revela la correspondencia de Montano (véase Dávila, 2002, vol. I, p. 55), este llegó a Roma el 3 de junio. Allí permaneció hasta el 8 de octubre (Dávila, 2002, vol. I, p. 133), cuando, una vez conseguida la aprobación papal (véase Morocho, 1999, p. 244), partió para Venecia, ciudad que abandona el 26 o 27 de octubre camino de Milán; tras elegir desde allí el camino de Francia, llegaría a Amberes el 1 de diciembre (véase Dávila, 2002, vol. I, p. 147).
Montano se dirige a Italia por Alsacia, evitando las vías más usuales de comunicación españolas, que descienden verticalmente de Luxemburgo al Franco Condado a través de Lorena (véase Parker, 2002, figs. 10 y 11).
Siguiendo por la vía emprendida, Montano entra en los territorios de la actual Suiza, que designa mediante topónimos de la Antigüedad; los retos y los genaunos fueron pueblos alpinos mencionados por Horacio (carm. 4,4,17 y 4,14,10 [véase app. font.]); los primeros (R[h]aetii) se extendían por el actual Tirol, Alsacia y parte de Suiza; los Genauni, por el alto valle del Inn. Luceria es la latinización moderna de Lucerna (véase Graesse, 1909, s. v. Luceria), ciudad cercana a célebres lagos como el de los Cuatro Cantones, el Sempachersee, el Zugersee. En cuanto a los Ascánidas, no he conseguido aclarar quiénes puedan ser. Las «frecuentes» visitas (v. 65) de Montano a estas zonas debieron tener lugar durante su estancia italiana para el Concilio de Trento, que se alargó de la primavera de 1562 (véase González, 1832, p. 32) hasta principios de 1564 (véase Morocho, 1998, pp. 189-191); consta que en ese tiempo hizo incursiones en Venecia, donde exploró el mercado de libros. Aparte de eso, según declaración del propio Montano en carta a Bomberghen, ya en 1559 había visitado Venecia; véase Domínguez, 1998.
Llega el turno a la etapa italiana del viaje, de la que se mencionarán los Alpes, la Toscana y el Lacio.
Esto es, Roma cambió el imperio pagano por la fe cristiana, la obediencia al emperador por la obediencia al papa.
Morocho (1999, p. 245) sugiere que Montano antes de salir para Venecia «parece que visitó al cardenal Granvela en su Corte de Nápoles», ya que el privilegio de aquel reino está firmado el 26 de septiembre; no obstante el silencio de Montano al respecto (vv. 72s) es un indicio de que tal viaje no se produjo; la afirmación, en la carta a Felipe II del 18/12/1572 en que relataba el viaje, de que no se encontró personalmente con Granvela (CODOIN, p. 275: «según me afirmaron el cardenal Granvela y dos camareros del pontífice pasado, estos de palabra y el cardenal por cartas»), lo confirma.
Montano emprendió la vuelta saliendo de Roma el 8 de octubre (véase Morocho, 1999, p. 245) con destino a Venecia (véase la nota al v. 62), con objeto de obtener el correspondiente privilegio para la Políglota. De los vv. 73-74 se desprende que tomó el camino de las Marcas, designadas por su nombre antiguo, Piceno, y la ribera adriática. El verso 75 seguramente alude a las mareas vivas, que Venecia hace (y hacía) famosas. De su estancia en Venecia dio cuenta en carta al rey del 18/12/1572 (CODOIN, pp. 297-298; más información en Morocho, 1999, p. 246): compró «libros hebreos para la Real Librería de San Lorenzo», junto a otros «latinos y griegos, buenos y habidos en bonísimo precio» que tenía el embajador, y partió raudo «recelando del invierno que se me entraba».
A continuación recaló en Milán, donde dejó instrucciones al gobernador para la adquisición de nuevos libros (dando a entender, para obtener un precio mejor, que eran para él; véase CODOIN, p. 279). Hay constancia de su paso el 2 de noviembre por la Corte del gobernador, donde trató a varios próceres, según se desprende de su carta al cardenal Borromeo del 24/01/1573 (citada por Morocho, 1999, p. 246): «supplico commandi salutar in mio nome a li signori amici il conte Sfortia [...] e il conte Borromeo il giovane, con i quali ho fatto cognoscenza in casa del signor governatore il secondo di questo novembre prossimo passato, e li sono restato ubligatissimo per la loro grande gentilezza e cortesia verso di me».
A este viaje de vuelta se refirió también Plantino en una carta a Zayas, en que señalaba su paso por Venecia y Milán, donde debería elegir entre la vía francesa y la alemana (véase M. Rooses y J. Denucé, Correspondance de Christophe Plantin, Amberes/Gante, 1883-1918, 8 vols., vol. III, p. 236, nº 435: «Depuis avoir escript les susdictes lectres j'en ay receu encores d'autres de Monseigneur le docteur Ben. de Arias Montanus avec les copies des Privilège du Royaume de Naples donné après celuy impétré de N. S. P. le Pape j'ay aussi entendu l'arrivée dudict Seigneur à Venise d'ou il espéroit partir pour Milan le 26 ou 27 du passé et que là il se résoudroit de passer par l'Alemagne ou par la France pour s'en retourner icy là où nous et tous ses autres amis le désirons cupidement veoir en bonne santé et prospérité...»).
Se llamó Lotaringia, como es sabido, a la herencia que recibió en 855 Lotario II, que comprendía la banda de territorios al Oeste del Rin, desde Frisia hasta la actual Suiza. Los azares históricos redujeron tal denominación a la actual Lorena (españolización de Lotaringia), que es, por consiguiente, el escenario del viaje de vuelta de Montano. En Lorena tuvo problemas de salud, según relató a Juan de Ovando en carta del 20/01/1573, citada por Morocho, 1999, p. 247: «la indisposición que había traído yo después que llegué a Lorrena».
Reteli debe de ser la latinización del condado de Rethelois, así como de su capital, Rethel (antiguo Castrum Retectum (véase Graesse, 1909, s. v. Regiteste); ello indica que Montano cruzó a la margen izquierda del Mosa y accedió a través de Champaña y las Ardenas a Flandes.
La estrofa encuentra inspiración en Horacio, en cuyos poemas líricos se lee iuga (3,6,42 [véase app. font.]), niualis (3,23,9 [véase app. font.]), querqueta (2,9,7), uicinaeque (3,29,39) y curru (3,6,44) en idénticas posiciones métricas a las de nuestro poema.
La expresión alendis artibus, aunque rara, puede encontrarse en textos de la latinidad moderna, como la obra del jesuita Alejandro Donato, Roma uetus ac recens utriusque aedificiis ad eruditam cognitionem expositis, Roma, 1665, p. 505: plurimo ualere opes principum alendis bonis artibus (‘que el apoyo de los príncipes es de capital importancia en el fomento de las artes’).
Montano sintetiza su idea de Flandes en parecidos términos en Hymni et Saecula (Amberes, 1593) V 12,4-5: Tu, doctrinarum matris et artium / nusquam otiosae gloria Belgiae (‘Gloria eres tú [Torrencio] de la siempre laboriosa Bélgica, madre de ciencias y artes’ [trad. L. Charlo, 2003, p. 44]). En una carta a Felipe II del 5/2/1571 (CODOIN, pp. 210-211) lo había expuesto con más detalle: «Pues a lo que yo he visto, y a la noticia que tengo de geografía, y a la relación de cuantos han andado por el mundo, en todo él no hay lugar que más parezca y se pruebe ser hecho a propósito de la contratación humana que son los Estados de Flandes, así por el sitio que Dios les dio poniéndolos en medio de toda Europa y en lo más llano de toda ella, con aire y cielo apto para que lo sufran todas las naciones, así de tierras calientes y templadas como frías, ajeno de enfermedades agudas y graves, donde la peste no corre de una casa a otra su vecina, ni de un lugar a otro, lleno de puertas y de entradas de tierra y agua por todas partes y travesado de venas de agua para navegarse y trafagarse todos los lugares que en todo este sitio hay. Y de lo que en ellos particularmente quiso Dios producir para ocupar la gente menuda y flaca de ellos, a este propósito de mercancía la más abundante tierra que hay en lo poblado, digo de lino, cuya suma es inmensa. Y en el resto, para que las otras tierras tuviesen consorcio y contrato necesario con ésta, puesto que abundasen de muchas cosas, puso en la gente de ésta habilidad, industria y paciencia para con el artificio adobar y mejorar las cosas de las otras que aquí se comportasen para mejor uso de ellas.Y esto es tanto en esta tierra que tengo por cierta relación hecha la suma de lo que vale sola la manufactura que se ejercita en estos estados, y pasa sola ella, sin la materia en que trata (que ésta no tiene cuento), muchos millares de florines adelante de cuarenta y cinco millones, de los cuales me afirma que sola Lila [i.e. Lille] y su tierra labra los nueve y más. Esto fuera del lino y lienzos, que es cosa natural en la tierra. El príncipe que es señor de la tierra donde hay esto no sólo tiene la gloria de que tanta gente y tanto ingenio y arte viva debajo de su gobierno, sino que tiene de su parte». Agradezco a Antonio Dávila esta noticia.
Montano llega a Amberes el 1 de diciembre de 1572, y se encuentra con un país en llamas, como le resumía el propio Plantino en carta del 1 de noviembre de 1572 (Dávila, 2002, vol. I, pp. 140-143): Malinas recién conquistada y saqueada por Alba, tras haberse rebelado, y Orange refugiándose en Holanda y Zelanda. Además llega enfermo por las penalidades del viaje. De ambos hechos se hace eco en una carta al cardenal Sirleto del 12/02/1573 (Biblioteca Apostólica Vaticana, Cod. Vat. Lat. 6185 [1ª P], f. 195, citada por Morocho, 1999, p. 246: «Io sono arrivato in Anversa il primo di questo decembre passato [...] Dapui in qua sono stato amalato di febri e catharri che sino adesso mi duranno a causa di grandi fredi e nevi che per il viaggio habbiamo sofferto io e le miei, li quali anchora hanno patito de maladie [...] Ho truovato qua le cose tanto rivoltate per ragion de le guerre che mi pare no esser venuto ad altro che ad esser spettatore di miserie che mi fano crepare il cuor di compassione perpetua». El negro panorama lo decidió a tratar de obtener del rey un traslado a Roma, como reflejan sus cartas de 1573 a Sirleto y a Morone (véase Morocho, 1999, p. 248), traslado que no sería aprobado: otro motivo de insatisfacción.
Montano parece usar el infinitivo perire como complemento de dissulto, una construcción inusitada en la latinidad antigua.
Superi, que en parecidos contextos significa «las divinidades», aquí esconde adicionalmente una referencia al rey, a quien muchos consejeros expresaban desde 1568 la necesidad imperiosa de que se personase en Flandes para evitar el caos. El mismo Montano se lo había indicado en español en estos términos (carta del 6/6/1568; en González, 1832, p. 149): «y rogué a Dios [i.e. ante las desgracias que se ciernen sobre Flandes] y ruego siempre tenga por bien de volver sus faces [i.e. ‘su faz’] benignas y misericordiosas sobre esta tierra, y que las de V. M. con grande prosperidad y comodidad suya se vean también en ella, porque tengo por averiguado sería esta vista bastante para restituir las cosas todas en su primero estado».
Similar expresión bimembre utilizaba Plantino para expresar a Montano su sonrojo ante las alabanzas de este, en carta del 26 de marzo de 1568 (Dávila, 2002, vol. I, p. 14, l. 17): ne legere quidem absque rubore et ingenti pudore licuerit (‘no pude leerlas sin sonrojarme muchísimo’ [trad. A. Dávila]).
Desde el verso 121 en adelante Montano debe de referirse al Salterio y a su propia labor poética que culminaría con la publicación en 1573 de los Dauidis regis ac prophetae aliorumque sacrorum uatum Psalmi.
La metáfora del poema como tejido fabricado con hilo se halla en HOR. epist. 2,1,225 (véase app. font.). En cuanto a fidelis, cuando se refiere a una materia suele tener la acepción de «firme, resistente, perdurable» (OLD, s. v., 3c); adicionalmente cabe pensar que Montano esté usándolo con la de ‘fiel’, pensando en el sentido de la Sagrada Escritura e incluso en la obediencia a la Iglesia Romana.
Aunque rara, la expresión supernae sapientiae se lee en alguna obra cristiana, como la de San Buenaventura, Itinerarium mentis in Deum, 7,1: illustratione supernae sapientiae.
Hay que entender que se refiere a la labor de Vélez como escritor de tratados jurídicos, cual fueron sus Ad legem primam Digestorum libri VI (Salmanticae, 1569). No está claro que fuese profesor del Colegio-Universidad de Santo Tomás de la iglesia sevillana, como se ha propuesto en alguna ocasión partiendo de la noticia siguiente que publicó Nicolás Antonio, 1670, s. v. «Petrus Vélez de Guevara»: iurisconsultus in ecclesiae Hispalensis Collegio Sacro ab anno MDCXLVI. Prior, ut uocant...; tal vez pueda referirse al oficio propiamente de jurisconsulto, a cuyas preocupaciones podría estar aludiendo el licenciado Pacheco en serm. II 157-158 (Sed doleo hanc animi pacem requiemque beati / quod turbant Sacri perplexa negotia Coetus [«sin embargo, me apena que turben la paz y el sosiego de ese espíritu feliz los enredados asuntos del Colegio Sagrado»; véase Pozuelo, 1993, pp. 166-167]). En el texto de Antonio probablemente hay que colocar el punto que precede a Sacro delante de ab anno.
Téngase en cuenta que Vélez publicó en latín sus obras (las relaciona García, 2006, pp. 494 ss.), y que mantenía correspondencia en latín incluso con amigos sevillanos.
Panecio de Rodas (185-110 a.C.), líder de la Estoa desde 129, se había afincado en 144 en Roma, donde se hizo asiduo de Escipión Emiliano y su círculo; de ahí que pueda atribuírsele en buena medida la exitosa entrada del estoicismo en el mundo romano. Pese a que el verso obedece a la imitación de HOR. carm. 1,29,14 (véase app. font.), no cabe duda de que recoge la pasión de Vélez por la filosofía en general, y en particular por la estoica. Otro testimonio de tal militancia nos lo proporciona Pacheco, como hemos visto en la nota al v. 8.
Véase OLD, s. v. audio, 11 y 12. Los vv. 139-140 pueden entenderse como una referencia a los maestros de la fe cristiana (pura relligio) y de la religiosidad pagana (pietas), todos del interés de Vélez. En esta parte del poema hay varias referencias a la coexistencia de ambos manantiales de sabiduría, presentados como no excluyentes.
Parece que la estrofa alude a la división entre saber cristiano y saber pagano; Montano imagina a Vélez examinando el primero, pero sin olvidar el segundo, que parte también de Dios. Resulta muy significativa la expresa legitimación por Montano de ambas fuentes de saber.
Según documenta Gil (2002, p. 273) «el 18 de febrero de 1568 Vélez de Guevara anunció al cabildo que el arzobispo lo había nombrado provisor». En junio de 1570 ya no ocupaba el cargo (véase Gil, 2002, p. 273). Parece que la estrofa es un guiño que le dirige Montano, alusivo a la engorrosa tarea de poner coto a los intentos de los canónigos por liberarse de acudir a las horas aprovechando cualquier excusa; de hecho, una parte muy considerable de los puntos tratados en las reuniones capitulares, según muestran las actas, son las licencias en este sentido.
La estrofa anterior y los dos primeros versos de esta (vv. 145-150) recogen las dos ocupaciones que consumen la mayor parte del tiempo de Vélez: frente a la molestia que supone la primera, el gobierno del Cabildo, Montano destaca el placer que representa para su corresponsal la segunda, el estudio. De algún modo esta última representa la vida retirada, frente a la otra.
También podría entenderse que el genitivo grati laboris se refiera a quicquid: ‘o cuanto grato trabajo emplees en profundos estudios’.
Se refiere a los Dauidis regis ac Prophetae aliorumque sacrorum uatum Psalmi (Amberes, 1573); este verso manifiesta el sentido de nuestra oda, que, como se ha indicado, aparece añadida sin paginación a las paráfrasis montanianas de los salmos: la dedicatoria del libro al amigo ausente.
Entiendo que la conjunción copulativa (memorque) añade la oración de relativo al adjetivo praesens.
Recuérdese que Montano tenía el hábito, cuando escribía, de imaginar su obra como un diálogo con alguno de sus amigos ausentes, según recordaba Plantino, como hemos indicado.
1999, pp. 51 ss.
Naturalmente cabe preguntarse en qué medida esta idea puede responder al mero cultivo de un tópico; es más que cuestionable que el ascenso público de Montano tuviera lugar contra su voluntad, al menos en sus inicios.
Véase, a este respecto, J. Gil, 2002, pp. 272ss.
Lib. III, vv. 1081-85 (en Pérez, 1995, p. 173):
Et mihi [sc. iunctus] amicitia, quo nunquam charior alter
Montano, cui Montano non charior ullus;
constamus paribusque animis paribusque elementis,
corporis imparibus modulis, tamen una uoluntas
inque bonis una est sententia
(‘... y a mí [sc. me une con Vélez] la amistad; a nadie ha querido Montano más que a él, ni él ha querido más a nadie que a Montano. Tenemos el mismo carácter y las mismas cualidades, la complexión del cuerpo es diferente, mas nuestra voluntad es sólo una; una sola es nuestra opinión en las cosas buenas...’ [trad. M. V. Pérez Custodio]).
Seguramente desde 1568; véase Pozuelo, 2004, p. xxxii.
Véase Pozuelo 2008a (espec. 152-155; 156-159).
Edición y traducción en Pozuelo, 1993.
Sobre su figura hasta hace poco no se sabía mucho más que lo recogido por Nicolás Antonio, 1670, s. v. «Petrus Vélez de Guevara». Importantes datos nuevos han sido exhumados por Juan Gil, 2002, pp. 271-275. Guy Lazure, 2003, pp. 126-129, aporta una revisión de su relación con Montano y de su posición social; B. Pozuelo (2008a y 2004, p. xxxii) analiza su relación con el licenciado Pacheco. M. Cobos (1997) hizo público un poema castellano desconocido de Vélez, Saturnalia, revisado a su vez por Montero y Solís (2009). Recientemente Guy Lazure y yo mismo hemos localizado un epistolario desconocido en la Biblioteca March de Palma de Mallorca (a cuyo personal agradecemos desde aquí las facilidades dadas); consta de 52 cartas (49 enviadas, tres recibidas), seis envíos de otra naturaleza, y un tratado doctrinal. Hemos dado cuenta del hallazgo en una comunicación presentada por ambos al V Congreso de Humanismo y Pervivencia del Mundo Clásico. Homenaje a Juan Gil (Alcañiz, 18-22 de octubre de 2010), con el título de «A la sombra de la Giralda: un epistolario desconocido de Pedro Vélez de Guevara», actualmente en prensa.
Destacaron esta dualidad Montero y Solís, 2009, 247.
Descubierto y editado por Cobos, 1997, pp. 101-126. Revisado por Montero y Solís, 2009.
Revela el dato Cobos, 1997, pp. 113-114.
2002, p. 272.
Morocho (1998, p. 178) sugiere que «en torno a la festividad de San Lucas [sc. de 1573] debió incorporarse a la Academia salmantina»; en parecidos términos se pronuncia Sánchez, 2006, p. xliv. Por otra parte, el nombre de Montano no aparece en las listas de «licenciados complutenses en Teología durante el siglo xvi» matriculados en la Universidad de Salamanca que publica Beltrán (1970-73, vol. V); tampoco aparece en el índice onomástico de esta obra (vol. VI, pp. 121ss.).
Esta vez sí recoge el dato Beltrán (1970-73, vol. V, 33 ss.), quien detecta el nombre de Pedro Vélez de Guevara en los cursos 1552-53 (p. 38), 1553-54 (p. 38) y 1554-55 (p. 40).
Véase García, 2006, p. 501: «Ambas dedicatorias al cardenal Espinosa cayeron en el vacío, porque de su promoción como jurista no tenemos constancia alguna...».
Véase el útil capítulo que dedica a sus fuentes Parker (2010, pp. 1035-1049, especialmente 1037-39), donde da cuenta del copiosísimo archivo de Mateo Vázquez (1573-91),de su dispersión en 1870, cuando sus titulares, los condes de Altamira lo venden sin control, de su rescate parcial, y del destino final de los fondos, que acaban en poder de cuatro instituciones: la Biblioteca Zabálburu, el Instituto de Valencia de Don Juan, la British Library y la Bibliothèque Publique et Universitaire de Ginebra.
«No sé si es hombre limpio. Dizen que lo es y que su mujer es conversa. Él es de Madrid y ella de Burgos». Tal se lee en el informe sobre su padre, Hernando de Guevara, publicado por P. Gan Giménez, El Consejo Real de Carlos V, Universidad de Granada, Granada, 1988, p. 241, citado por García, 2006, p. 475, n. 13.
Sobre la mecánica del gobierno de Felipe II, véase Parker, 2010, p. 176-179.
Sobre las discusiones acerca de la elección del maestro del príncipe, véase Feros, 2006, pp. 15-31, espec. p. 16. Agradezco esta noticia a Guy Lazure.
Véase Mateo Vázquez a Diego de Chaves, 20 de noviembre de 1581, British Library, Add. 28,343, f. 117, citado por Lazure, 2003, p. 128, n. 37; reproducido por Beltrán, 1970-73, vol. III, p. 593, a quien remite García, 2006, pp. 491 y 501.
Véase Beltrán 1970-73, vol. III, p. 597. El documento está en el British Museum, ADD. 28346, f. 15. En esta ocasión los candidatos propuestos eran nueve.
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