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Varia

De nuevo sobre la autoría del Anti-Jáuregui: más razones a favor de Lope de Vega

Juan Montero
p. 401-413

Resúmenes

En general, la crítica ha reconocido a Lope como el autor del Anti-Jáuregui, opúsculo de polémica literaria que da la réplica a la Carta del licenciado Claros de la Plaza al maestro Lisarte de la Llana, obra del sevillano. Con todo, faltaba corroborar plenamente dicha atribución con pruebas textuales. Ese el objetivo del presente trabajo: aportar argumentos contextuales, expresivos, temáticos y eruditos que, sumándose a los de tipo histórico-crítico que ya se manejaban, sirvan para confirmar la autoría de Lope.

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Notas de la redacción

Article reçu pour publication le 28/05/2022; accepté le 25/08/2022

Notas del autor

El marco de este trabajo es el Proyecto Hacia la institucionalización literaria: polémicas y debates historiográficos (1500-1844) (SILEM II), del Plan Estatal de I+D+i, RTI 2018-095664-B-C22.

Texto completo

  • 1 Sobre los antecedentes y el contexto de la polémica entre Jáuregui y Lope, remitimos a Montero, 200 (...)
  • 2 El texto lo dio a conocer Paz y Mélia, 1902, pp. 279-296. Lo estudian, entre otros, Rico García, 20 (...)
  • 3 El texto fue editado, a partir de fuentes distintas, por Artigas, 1925 y por Zarco Cuevas, 1925. Lo (...)
  • 4 Un resumen de la cuestión puede verse en Montero, 2008, pp. 183-188 («Textos, autoría y datación»). (...)

1Entre las diversas guerras literarias en que se vio envuelto Lope, hay un episodio menor, pero de indudable relieve, que es su enfrentamiento con Juan de Jáuregui a propósito de la Jerusalén conquistada, escaramuza que en realidad se enmarca en la polémica sobre los Orfeos de 1624 —el del propio Jáuregui y el que salió a nombre de Montalbán—, y esta a su vez en el frente abierto que Lope mantenía contra los cultos1. Como se recordará, el episodio se materializa fundamentalmente en dos escritos de invectiva literaria. Por parte de Jáuregui, la Carta del licenciado Claros de la Plaza al maestro Lisarte de la Llana, que en lo esencial es una denuncia de los vicios contra la pureza de la lengua castellana supuestamente cometidos por Lope en el poema épico de 16092. Y por parte del Fénix, el llamado Anti-Jáuregui, en el que rechaza tales acusaciones y contraataca señalando presuntos descuidos expresivos del sevillano tanto en sus Rimas (1618) como en el Orfeo3, poema que considera contagiado de las tachas de los cultos; todo ello aderezado en ambos casos de abundantes pullas y chanzas denigratorias del rival. El primero de esos textos circuló anónimo y el segundo prohijado a un tal Licenciado don Luis de la Carrera, pero esto no ha impedido que se haya podido identificar a sus respectivos autores con plena seguridad, o por decirlo con algo de prudencia, casi total en el caso del Anti-Jáuregui4. Este margen para la duda lo aprovechó precisamente Robert Jammes para pronunciarse con rotundidad al respecto:

  • 5 Jammes, 1994, p. 657, n. 72. En efecto, el Anti-Jáuregui no tiene pudor, por ejemplo, en parangonar (...)

Artigas atribuye sin razón este opúsculo a Lope de Vega: ni es el estilo de Lope, ni se puede creer que Lope haya tenido la desvergüenza de escribir de su mano los elogios ditirámbicos que se le tributan; es más razonable pensar que, debajo del seudónimo Luis de la Carrera, se esconde (en este texto al menos) uno de sus amigos5.

  • 6 Montero, 2008, p. 186.
  • 7 Para el texto del Anti-Jáuregui utilizaremos nuestra propia edición en marcha, pero daremos la refe (...)

2La pertinente observación del maestro es lo que nos sirve como acicate para volver ahora sobre este punto controvertido, con el propósito de aportar nuevos argumentos a favor de la autoría lopesca. Estas razones vienen a añadirse, así, a las que ya propusimos, centradas en las concomitancias entre el Anti-Jáuregui y ciertos textos liminares de la Parte xx de las comedias de Lope (tasada el 18 de enero de 1625), similitudes que atribuimos entonces al «trasvase de ideas y materiales entre los diferentes escritos que el prolífico dramaturgo tenía a un mismo tiempo entre manos»6. Y el origen de estas nuevas razones está en el trabajo de anotación del texto que estamos llevando a cabo para su próxima edición en el marco del proyecto «Édition digitale et étude de la polémique autour de Góngora» que dirige Mercedes Blanco, también conocido como Pólemos. Dicho trabajo nos ha permitido acopiar en torno a una cincuentena de pasajes que nos parecen susceptibles de ser aprovechados para el fin que perseguimos, aunque lógicamente aquí solo presentaremos una selección. Vaya por delante que ninguno de ellos resulta definitivo por sí mismo, pero que el conjunto —incluso en la versión abreviada que aquí manejamos— nos parece válido para confirmar la autoría de Lope7.

  • 8 «Los indicios que poseemos sobre las estancias de Lope en la capital hispalense antes de 1602 son m (...)
  • 9 Así, en la solicitud del cargo de cronista real a primeros de junio de 1620: «Lope de Vega Carpio, (...)
  • 10 Profeti, 2002, pp. 166-184. Lo de la traducción inglesa sí le cuadra, en cambio, a El peregrino en (...)

3Para ir abriendo este repaso, hemos de mencionar un par de referencias biográficas del Anti-Jáuregui por ver si pueden aplicarse a Lope. La primera de ellas dice: «Pues a fe que no le faltan a vuesa merced [Jáuregui] para cincuenta muchos, que en Sevilla conocí yo a vuesa merced buen mamantón ahora cuarenta años» (p. 277). Parece que la afirmación busca más ridiculizar al sevillano que ofrecer una referencia cronológica precisa. Con todo, teniendo en cuenta que Jáuregui había nacido el 24 de noviembre de 1583, nos aventuramos a conjeturar que su contrincante estaría esgrimiendo una hipotética estancia en Sevilla allá por 1585-1588, estancia de la que los biógrafos de Lope no tienen constancia plena8. En la segunda referencia el autor del Anti-Jáuregui dice ser calificador de la Inquisición: «Yo a lo menos no calificaría la proposición, aunque lo soy del Santo Oficio» (p. 285). Como se sabe, Lope no fue calificador sino familiar del tribunal, pero eso no le privó de presentarse en ocasiones con un rango que no le correspondía9. La afirmación del Anti-Jáuregui podría enmarcarse, por tanto, en esa misma estrategia de mistificación. Y algo de esto podría haber también en la detallada información que da el Anti-Jáuregui sobre las ediciones de la Jerusalén conquistada: «Y aprenda a hablar con respeto de libro que han impreso, por su dulzura y erudición, Aragón, Cataluña, Portugal y Amberes, y que anda en Inglaterra traducido» (p. 289). La frase no responde del todo a la realidad, pues no se conoce actualmente ninguna impresión aragonesa o antuerpiense de la obra, como tampoco inglesa10.

  • 11 Esos tres elogios se localizan en: Lope de Vega, Justa poética, f. 129 r; la epístola octava de La (...)
  • 12 Ver Iglesias Feijoo, 1993, pp. 265-268.
  • 13 Y también sabe de otros escritos satíricos contra otras obras del sevillano. Así, menciona (p. 278) (...)
  • 14 Sería, por tanto, obra distinta de su Tratado de las voces nuevas y el uso de ellas (Madrid, Bernar (...)
  • 15 La dio a conocer Jordán de Urríes, 1889, p. 107, que la encontró, junto con otras composiciones del (...)
  • 16 El poema en cuestión era el que Jáuregui tituló Enigma extraordinario sobre esta palabra, maroma, y (...)
  • 17 Una reseña de la actividad literaria de este Arceo ofrece Plata, 2016, pp. 164-166, que lo califica (...)
  • 18 Miguel Vanegas o Venegas de Granada, miembro de una familia de musulmanes conversos que se hizo pas (...)
  • 19 Lope de Vega, Justa poética, f. 101v; y Lope de Vega, Relación de las fiestas, f. 86v y 156v, respe (...)

4Un terreno más firme pisamos, sin embargo, si consideramos la información que el autor del Anti-Jáuregui maneja sobre algunos puntos de las relaciones literarias entre Lope y el sevillano. Por ejemplo, que el Fénix lo alaba «en tres libros impresos» (p. 275)11. O que Pérez de Montalbán había alcanzado premios compitiendo con Jáuregui «en dos certámenes» (p. 290), el primero de los cuales podría ser el de la beatificación de San Isidro, con Lope como maestro de ceremonias, y el segundo es sin duda el que organizó el Colegio Imperial por la canonización de San Ignacio y de San Francisco Javier, en el que Lope actuó como secretario12. Todo esto era, desde luego, información accesible a un curioso dispuesto a recopilarla. El autor del Anti-Jáuregui demuestra, además, estar muy al tanto de lo que circulaba por las academias y mentideros literarios de la corte a modo de censura o sátira contra el Orfeo de Jáuregui13, pues se hace eco de los siguientes papeles o poemas: unas anotaciones críticas, hoy desconocidas, de María de Zayas (p. 277), el soneto atribuido a Góngora «Es el Orfeo del señor don Juan» (p. 279), sendos papeles hoy desconocidos de Tamayo de Vargas y del murciano don Juan de Quiroga (p. 282)14, y una décima anónima (p. 287) cuyos primeros versos dicen: «En aqueste mausoleo / yace el buen Undelaquilla; / fue Claramonte en Sevilla / y en la corte murió Arceo»15. Tenemos ahí un conjunto de referencias que ya apuntan de manera inequívoca como autor a alguien que ocupaba un lugar central y preeminente en el mundillo literario de la Corte. A estas podemos añadir todavía otras dos alusiones significativas en una misma frase, escrita para burlarse de un ladillo que Jáuregui había puesto en un poema de las Rimas: «no se ha dicho ni imaginado tal disparate de Arceo ni de don Miguel Venegas» (p. 289)16. Del primero, que es el escribano real y poeta Francisco de Arce o de León y Arce17, no sabemos qué relación pudo tener con Lope, pero del segundo, que es otro caso digno de estudio18, sí hay alguna noticia al respecto: que participó con un romance («En las aras de la Fama, / con inmortal gloria y culto») en la justa madrileña por la beatificación de san Isidro, y con unas décimas («La mañana celestial / de paraninfo arrebol») en la de la canonización, recibiendo por ellas en premio un laurel19. Parece lícito, entonces, preguntarse si la burlona mención del Anti-Jáuregui no estará destinada a compensar o tapar algún desliz anterior en cuanto a la consideración literaria de alguien que, como Venegas, se había vuelto indeseable.

  • 20 En esta y otras partes del trabajo ha sido de gran ayuda la consulta de Fernández Gómez, 1971.

5Pasamos ahora a considerar ciertos usos y rasgos expresivos del Anti-Jáuregui que tienen paralelismos con los de algunos escritos de Lope. Empezando por la elección léxica, detectamos en el Anti-Jáuregui ciertos términos o acepciones que no son de un uso generalizado pero que sí aparecen en Lope. Veamos tres de ellos20:

  • 21 Jimenez Patón, Elocuencia española en arte, p. 393.
  • 22 Lope de Vega, La Dorotea, pp. 294-295.

61) Antipófora. «Y así he querido hacer una antipófora, no defenderle [a Lope], pues no necesita de favor la opinión más recibida que han visto estos ni los pasados siglos» (p. 274). El término, que no fue recogido en Autoridades, lo define así Jiménez Patón: «Sujeción (en griego antipófora) es cuando nos preguntamos y respondemos lo que el otro había de responder»21. De manera que el Licenciado Carrera quiere decir aquí que argumentará lo que, llegado el caso, argumentaría el propio Lope —afirmación que tiene su interés en relación con el problema de la autoría, por cierto—. El término reaparece en La Dorotea, por boca de Julio: «Preguntábale Virgilio a la suya [musa] que por qué causa había venido Eneas de Troya a Italia. Que esta figura en la retórica es como apóstrofe, o antipófora»22.

  • 23 En cuanto a esas musas que se arañan y desgreñan, cf.: «Otros [poetas] hay que de todos diferencian (...)
  • 24 Son los vv. 90-94 de las décimas «Ayer vi la librería, / don Juan, de su Majestad», dirigida a don (...)

72) Bufete. «Pero ya que me resolví a gastar mal dos horas, pasaré adelante, no para defender, como dije, sino para que este papel también ande por los bufetes de los señores —pues quiere vuesa merced que lo seamos—, y que ellos se entretengan en ver cómo se arañan y desgreñan las musas andaluzas con las castellanas» (p. 276). El pasaje contiene un chiste conceptuoso a partir del zeugma dilógico sobre bufete, que en su primera aparición tiene el significado habitual de ‘mesa’, pero al ser recogido por el pronombre lo adopta otro distinto, en este caso ‘bufón’, como se desprende del contexto23. Así lo entiende Autoridades en la segunda acepción de la voz («Se suele llamar en estilo familiar al bufón») y lo ilustra, creemos que acertadamente, con unos versos del Burguillos, sacados de un poema en el que Lope cuenta su visita a la biblioteca real: «El estudio contenía / en aquel curioso espacio / dos bufetes, que en Palacio / claro está que los habría»24.

83) Quesquesicosas. «Pues en las quesquesicosas que llama [Jáuregui] enigmas…» (p. 288). Tenemos ahí una forma inhabitual y no recogida en los diccionarios de la voz quesicosa o quisicosa, con la que se nombraban los acertijos o enigmas, como derivación de la pregunta que servía de entrada a tales entretenimientos ingeniosos («¿Qué es cosa y cosa…?»). Lope usa tanto la forma habitual (por ejemplo, en Los locos de Valencia, II, vv. 1742-1743: «¿Qué es quisicosa, marido, / tres esposas y una esposa?»), como también la rara, al menos en una de sus comedias: «No se espante / que estábamos sin juicio / en ciertas quesquesicosas» (El príncipe inocente, I, vv. 377-379), y «Dexemos cosas curiosas, / que en estas quesquesicosas / quiero con todos holgarme» (I, vv. 395-397).

  • 25 Pueden verse, por ejemplo, Lope de Vega, Epistolario, pp. 321, 366, 402, 443, etc.
  • 26 Tubau, 2007, p. 201
  • 27 Lope de Vega, Epistolario, p. 499. Compárese Lope de Vega, La Dorotea, p. 187, cuando Laurencio exc (...)

9Junto a estas voces, cabe reparar también en otros giros o esquemas expresivos del Anti-Jáuregui que resultan hasta cierto punto peculiares y que se repiten en escritos de Lope. Por ejemplo, el uso irónico del apelativo rey mío para dirigirse al rival y corresponsal («Pues sepa, rey mío», p. 283), que encontramos también (es de creer que sin ironía) en las cartas de Lope al duque de Sessa25. O un esquema retórico-sintáctico como este para expresar la indignación ante la ignorancia del rival: «porque quien ignoró que baca era aquella fruta de los laureles por cuya insignia los graduados del nombre de vuesa merced se llaman bacalauros, ¿qué respuesta merece?» (p. 284); construcción que vemos repetida en la epístola de réplica a Colmenares en La Circe: «Pero quien siente que [la poesía] no tiene fundamento en la retórica, ¿qué respuesta merece?»26. O, en fin, este otro esquema: «como si ser santo un rey fuese lo mismo que bueno, pues santo y bueno no son convertibles» (p. 285), tan similar al que encontramos en la carta laudatoria de Lope a Las experiencias de amor y fortuna de su amigo Jerónimo de Quintana (1626): «La extrañeza y peregrinidad deleitan la ignorancia, que no son convertibles nuevo y bueno»27.

10Con este último ejemplo nos acercamos ya al terreno de algunos motivos o lugares comunes que el Anti-Jáuregui comparte con las obras de Lope. Nos quedaremos otra vez con tres ejemplos. Los dos primeros los encontramos en este pasaje:

  • 28 Anti-Jáuregui, p. 274. Hay que resaltar la alianza que el escrito establece, en este y otros pasaje (...)

Y así he querido hacer una antipófora, no defenderle, pues no necesita de favor la opinión más recibida que han visto estos ni los pasados siglos, por quien no hubiera dicho Séneca que «semel concepta vix deponitur», sino que la pusiera entre el rayo de Júpiter, los versos de Homero y la clava de Hércules, imposibles de la Antigüedad que ahora se entienden por ingenio de Lope, arte de don Luis de Góngora y desatinos de don Juan de Jáuregui28.

  • 29 Soto, Emblemas moralizadas, f. 122r.
  • 30 Lope de Vega, El peregrino en su patria, p. 301.

11La sentencia que ahí se cita fragmentariamente («Opinio semel concepta vix deponitur» figura como lema en uno de los emblemas de Hernando de Soto, que la traduce así: «Apenas dejar se puede / la opinión que se recibe», y la ilustra con Dido como ejemplo de la dificultad de desterrar una mala fama engañosamente adjudicada29. La atribución a Séneca o cualquier otro autor antiguo carece de fundamento. En la época circuló como de Cicerón; así consta, por ejemplo, en la Primera parte de las sentencias (…) por diversos autores escritas: «Vix deponitur opinio semel concepta» (p. 182), traducida: «Con dificultad se desarraiga la opinión concebida» (p. 183). En ese repertorio, el autor que antecede a Cicerón es el historiador Lucio Anneo Floro. Quizá ahí esté el origen de la atribución de la sentencia a Lucio Anneo Séneca, confusión que llegó hasta el Anti-Jáuregui. Lo que interesa destacar ahora es que Lope conocía la sentencia, ya que la parafrasea en un pasaje de El peregrino en su patria: «Tienen ya las naciones sus epítetos recibidos en el mundo, cuya opinión una vez recibida es imposible perderla»30. En lo que se refiere a los tres imposibles de la Antigüedad que se mencionan en el pasaje, Mercedes Blanco ha identificado su origen:

  • 31 Blanco 2016, n. 51. Sin duda contribuyó a la difusión del motivo su presencia en Ravisio Textor, Of (...)

Alude Lope a un dicho transmitido en un famoso pasaje de Macrobio: es imposible quitar el rayo de la mano de Júpiter, robar versos de Homero sin que se vea que son suyos, y quitar la clava de la mano de Hércules (Macrobio, Saturnalia, V, 3). Como el dicho era muy conocido, no podemos indicar la fuente exacta, que podría ser, directa o indirectamente, el adagio 3095 de Erasmo (Clavam extorquere Herculi)31.

12Pues bien, Lope recrea el dicho en el soneto LXXIV de las Rimas, dedicado al Conde de Lemos:

  • 32 El nuevo Salomón del v. 11 es Felipe II. En el v. 13, el laurel es ingrato en vano porque lo fue Da (...)

   La antigua edad juzgó por imposibles
tres cosas celebradas en el mundo,
o hallar jamás artífice segundo
a quien segunda vez fuesen posibles:
   la clava con que Alcides tan horribles
mostros venció en la tierra y el profundo,
de Júpiter el rayo furibundo
y los versos de Homero inacesibles.
   Otras tres hay en nuestra edad presente:
las hazañas de Carlos soberano,
del nuevo Salomón, el nuevo templo
   y vuestros versos, conde, en cuya frente
resplandece el laurel ingrato en vano:
que no teniendo igual, sirven de ejemplo
32.

13Nótese en particular que el soneto sigue el mismo esquema argumentativo del Anti-Jáuregui, consistente en contraponer los tres imposibles de la Antigüedad con otros tres de la edad presente (las hazañas del Emperador, el Escorial y los versos del conde de Lemos). Esa es su seña distintiva y lo que lo emparenta de manera más nítida con el pasaje del Anti-Jáuregui.

14El tercer ejemplo que proponemos en este apartado proviene de este pasaje:

Cosa es esta que, si no la vieran mis ojos impresa con su nombre de vuesa merced, era imposible creerla, con tenerle en la opinión que le tengo, porque no se ha dicho ni imaginado tal disparate de Arceo ni de don Miguel Venegas, que aquí no hacen disculpa el Mosquito de Virgilio, el Rábano de Marción, la Mosca de Luciano y la Pulga de don Diego de Mendoza. (p. 289)

  • 33 Para el estudio de esa tradición en el mundo antiguo y su desarrollo en el Renacimiento, véanse Por (...)
  • 34 «Mira si [los versos] de Virgilio fueron tersos, / cuya princesa pluma fue divina, / cuando escribi (...)
  • 35 De esta tradición científica se había hecho eco Juan de Arce de Otálora, hablando de los médicos de (...)
  • 36 «Marchion Graecus de Raphano» (Ravisio Textor, Officina, II, p. 455). La fuente de Lope la señala V (...)
  • 37 «aut Marcionis Graeci de raphani laudibus» (apud Porter, 1965, p. 85). No todos, sin embargo, lo hi (...)

15Lo que nos interesa ahora es el catálogo de autores y obras del subgénero conocido como encomio paradójico33. Es sabido que Lope ofrece un listado similar, pero más extenso, en La Gatomaquia, silva V, vv. 43-6934, elenco que recoge tres de los cuatro autores y textos que nombra el Anti-Jáuregui, pues en la silva no figura la Mosca de Luciano. De aquellos tres nos interesa ahora uno, ese Marción que cantó las excelencias del rábano, dado que tal autor y obra encontraron acomodo en los heteróclitos —es verdad— listados del encomio paradójico, cuando en realidad se trataba de un tratado médico-botánico, y perdido por más señas. Se sabe de él gracias a que lo menciona Plinio el Viejo: «scripsit et Moschion Graecus unum de raphano volumen» (Naturalis Historia, 19, 87)35. Seguramente por eso no lo incluyó Erasmo, como tampoco otros títulos por el estilo, en el conocido catálogo del género que dejó en el prefacio del Encomium Moriae, pero sí tuvo cabida en la generosa lista que elaboró Ravisio Textor en su Officina con el enunciado «Qui de modicis rebus opera scripserunt», que es la fuente básica del pasaje citado de La Gatomaquia36. A partir de ahí, no puede extrañar que esa referencia siga apareciendo en sucesivos catálogos, hasta llegar, por ejemplo, al que ofrece Gaspar Dornavius en el prefacio de su compendioso Amphitheatrum sapientiae socraticae jocoseriae (1619)37. Lo que pretendemos mostrar con este sintético repaso es que la inclusión de Mosquión o Marción entre los autores de encomios paradójicos no dejaba de ser, en realidad, un error cultural en el que incurrieron no pocos de los autores del periodo. Con las debidas reservas, esto nos da pie a proponer que la coincidencia en el error por parte del Anti-Jáuregui y de Lope en La Gatomaquia tiene visos de ser en este caso un error conjuntivo —aplicando por analogía la terminología de la ecdótica— que apunta a que ambos textos tienen un origen común.

  • 38 Jiménez Arias, Lexicon ecclesiasticum latino-hispanicum, p. 225b, s.v. Theristrum. En la Jerusalén (...)
  • 39 Lope remite, sin citarlo a este pasaje de Jiménez Arias Lexicon ecclesiasticum latino-hispanicum, p (...)
  • 40 La primera sentencia consta en Compendium logices, que es el último de los cuatro libros recogidos, (...)
  • 41 En concreto en la Epístola «A un señor de estos reinos», de La Circe, texto que apela en sus compas (...)

16El apartado de las fuentes utilizadas por el redactor del Anti-Jáuregui también nos permite establecer vínculos con Lope de Vega, como trataremos de mostrar con un par de ejemplos. El primero surge al hilo de la defensa de la voz teristro que Lope usa en la Jerusalén conquistada y en otros lugares: «Teristro no le hay en nuestra lengua, porque es “velum aestivale, peplum et amictum lineum”» (p. 278), definición que procede del Lexicon de Diego Jiménez Arias38. Pues bien, consta que Lope manejó ese repertorio para la redacción de las glosas de la Jerusalén conquistada, pues lo cita en la anotación a III, 48, por dos veces, primero en relación con una moneda hebrea y luego a propósito del árbol llamado tía, voz que también le reprochó, por cierto, Jáuregui en su ataque39. El segundo caso remite a un par de citas de un mismo autor: «Las [voces] de Lope son dulces, sonoras, graves y hermosas, y no fuera de su lugar y propósito, “nam ea sunt idem genere, quae sunt sub eodem genere”» (p. 278); y luego: «Ni es otra cosa el arte “quam quaedam rationis ordinatio”, con la cual por sus debidos medios se llega al fin en que se prueban los actos» (p. 282). Las dos recogen (y la segunda también parafrasea) sendos pasajes de Girolamo Savonarola40, dato que resulta relevante en la medida en que el dominico ferrarés es una de las autoridades más inesperadas que Lope maneja en su polémica con Colmenares, entre otros lugares41. La coincidencia parece, ciertamente, significativa, sobre todo en el caso de la cita del Anti-Jáuregui sacada del Apologeticus.

  • 42 Sánchez Jiménez, 2016, pp. 162-168. Entre los textos que cita están los vv. 406-411 de la epístola (...)

17Llegados a este punto, nos parece legítimo concluir que hay en el Anti-Jáuregui no pocos elementos contextuales, expresivos, temáticos y eruditos que corroboran la tradicional atribución del opúsculo a Lope. De manera que el recurso al pseudónimo forma parte, en este caso, del propio juego de la invectiva literaria destinada a la difusión manuscrita. Se trataba de tirar la piedra y esconder la mano, pero sin dejar de pulir aquella con el cuidado necesario para que la mano pudiese ser identificada. Hasta el punto de que el opúsculo lleva en su remate una afirmación que vale, a nuestro juicio, por una firma (Montero, 2008, 207): «mientras más ocasiones diere [Jáuregui], tendrá más pesadumbres, que Lope no teme gozques» (p. 290), pasaje que hay que poner en relación con otros del Fénix en que alude a la representación de la envidia bajo la figura de esos gozques que ladran a otro perro mayor, imperturbable ante el acoso. Como ha mostrado Sánchez Jiménez, se trata de una representación que emana de una pintura, propiedad del propio Lope, en la que este aparecía en su escritorio rodeado de figuras de animales que pretendían atacarlo, pintura hoy perdida y que sin duda fue conocida por el círculo íntimo de Lope42. A estos amigos hace Lope, por tanto, un guiño de complicidad.

  • 43 Lope de Vega, La Dorotea, p. 267.

18Volvamos, para terminar, a las palabras de Robert Jammes citadas al principio de estas páginas sobre Lope y la autolabanza. A propósito de esto dice Lope por boca de Julio en La Dorotea que «hallaréis hombres desta profesión [la de poetas] que se alaban a sí mismos tan neciamente que no dan lugar a que los otros los alaben»43. A la vista de lo que se lee en el Anti-Jáuregui, cabe aplicarle al Fénix aquello de «Consejos vendo y para mí no tengo».

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Primera parte de las sentencias que hasta nuestros tiempos, para edificación de buenos costumbres están por diversos autores escritas, Coímbra, João Alvares, [1555].

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Notas

1 Sobre los antecedentes y el contexto de la polémica entre Jáuregui y Lope, remitimos a Montero, 2008, pp. 188-198.

2 El texto lo dio a conocer Paz y Mélia, 1902, pp. 279-296. Lo estudian, entre otros, Rico García, 2001, pp. 222-232 y Montero, 2008.

3 El texto fue editado, a partir de fuentes distintas, por Artigas, 1925 y por Zarco Cuevas, 1925. Lo estudian Rico García, 2001, pp. 232-234 y Montero, 2008.

4 Un resumen de la cuestión puede verse en Montero, 2008, pp. 183-188 («Textos, autoría y datación»). Recuérdese al respecto que el mismo seudónimo fue usado por Lope en el prólogo de los Triunfos divinos con otras rimas sacras (1625), libro que, además, se publicó con una aprobación del propio Jáuregui.

5 Jammes, 1994, p. 657, n. 72. En efecto, el Anti-Jáuregui no tiene pudor, por ejemplo, en parangonar a Lope con Homero. Es importante recordar, por otra parte, que Jammes extiende su sospecha al conjunto de las cartas atribuidas a Lope en el contexto de la polémica por las Soledades (son los núms. IV, X y XXIII de su catálogo). Entre los rasgos de estilo que le parecen propios de Lope señala estos dos, que ciertamente no se reflejan en el Anti-Jáuregui: «abundancia de largos paréntesis, en los que se ingieren anécdotas, procedentes en general de la tradición clásica; copiosa lista de referencias a personajes de la Antigüedad, no siempre fáciles de identificar» (Jammes, 1994, p. 624).

6 Montero, 2008, p. 186.

7 Para el texto del Anti-Jáuregui utilizaremos nuestra propia edición en marcha, pero daremos la referencia de paginación por la de Zarco Cuevas, 1925.

8 «Los indicios que poseemos sobre las estancias de Lope en la capital hispalense antes de 1602 son muy inciertos» (Rico García, 2014, p. 8). Una conjetura que a veces se ha manejado es que pasase por la ciudad para alistarse en la Armada que partió desde Lisboa contra Inglaterra a finales de mayo de 1588; sobre esta controvertida cuestión, véase Sánchez Jiménez, 2008.

9 Así, en la solicitud del cargo de cronista real a primeros de junio de 1620: «Lope de Vega Carpio, comisario del Santo Oficio y fiscal de la Cámara Apostólica» (Lope de Vega, Epistolario, p. 461).

10 Profeti, 2002, pp. 166-184. Lo de la traducción inglesa sí le cuadra, en cambio, a El peregrino en su patria, (The pilgrime of Casteele, Londres 1621 y 1623); véase al respecto Profeti, 2002, p. 268.

11 Esos tres elogios se localizan en: Lope de Vega, Justa poética, f. 129 r; la epístola octava de La Filomena, vv. 196-197 (Lope de Vega, Obras poéticas, p. 826); y Lope de Vega, Relación de las fiestas, f. 153v.

12 Ver Iglesias Feijoo, 1993, pp. 265-268.

13 Y también sabe de otros escritos satíricos contra otras obras del sevillano. Así, menciona (p. 278) un papel hoy perdido del alférez Estrada que, al hilo de la defensa de Góngora contra el Antídoto, atacaría las Rimas del sevillano (Jammes, 1994, pp. 656-658). Y cita asimismo (p. 283) un par de versos de un soneto contra el Discurso poético, que principia «Tú que del triunvirato de Penates». Lo rescató Jordán de Urríes, 1889, p. 39.

14 Sería, por tanto, obra distinta de su Tratado de las voces nuevas y el uso de ellas (Madrid, Bernardino de Guzmán, 1624); véase García Jiménez, 2006.

15 La dio a conocer Jordán de Urríes, 1889, p. 107, que la encontró, junto con otras composiciones del mismo tenor, entre las papeletas de Gallardo. El origen del antropónimo jocoso Undelaquilla queda aclarado en el Anti-Jáuregui (p. 287), cuyo autor lo deduce del v. 372 del Orfeo del sevillano: «en el alga tenaz hunde la quilla»; es muy probable, entonces, que el autor de la décima y el del Anti-Jáuregui sean el mismo. De Arceo, también nombrado en el Anti-Jáuregui, nos ocupamos un poco más abajo.

16 El poema en cuestión era el que Jáuregui tituló Enigma extraordinario sobre esta palabra, maroma, y sus letras («Si en las jarcias de la nave»); Poesía, p. 315.

17 Una reseña de la actividad literaria de este Arceo ofrece Plata, 2016, pp. 164-166, que lo califica de «poeta megalómano y paranoico» (p. 168).

18 Miguel Vanegas o Venegas de Granada, miembro de una familia de musulmanes conversos que se hizo pasar por descendiente del rey Zagal de Granada, se instaló en Madrid hacia 1620, alcanzando el cargo de gentilhombre de la Casa de Su Majestad, hasta que en 1623 fue descubierto como falsario; su padre era en realidad Francisco Rodríguez, pagador de la Real Chancillería y tesorero de la Capilla real de Granada, cargos que seguramente le permitieron eludir la expulsión (Soria Mesa, 2014, pp. 142-147). Es autor de una relación de la fiesta de toros y cañas celebrada en Madrid el 21 de agosto de 1623 en honor del Príncipe de Gales, con dedicatoria a Olivares (Madrid, Bernardino de Guzmán, 1623). Y asimismo de este pliego: Romance y soneto hecho al desengaño del mundo, que sirve de atalaya de la vida humana, muy contemplativo y conceptuoso, digno de todo cristiano, Madrid, Dionisio Hidalgo, 1666. Inédito dejó un poemario titulado Los granos de la granada, compuesto probablemente entre 1621 y 1622 y también dedicado a Olivares, del que se han conservado un elogio en prosa y dos sonetos encomiásticos dirigidos al conde de Salinas (Dadson, 1985, pp. 79-83).

19 Lope de Vega, Justa poética, f. 101v; y Lope de Vega, Relación de las fiestas, f. 86v y 156v, respectivamente.

20 En esta y otras partes del trabajo ha sido de gran ayuda la consulta de Fernández Gómez, 1971.

21 Jimenez Patón, Elocuencia española en arte, p. 393.

22 Lope de Vega, La Dorotea, pp. 294-295.

23 En cuanto a esas musas que se arañan y desgreñan, cf.: «Otros [poetas] hay que de todos diferencian, / obscenos más que puercos en zahúrdas, / musas que se desgreñan y pendencian» (Epístola al contador Gaspar de Barrionuevo, vv. 139-141; Lope de Vega, Rimas humanas y otros versos, p. 494)

24 Son los vv. 90-94 de las décimas «Ayer vi la librería, / don Juan, de su Majestad», dirigida a don Juan Infante de Olivares (Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, p. 686). Si no se acepta el doble sentido de bufete, el pasaje deja de ser ingenioso y se convierte en una obviedad ripiosa.

25 Pueden verse, por ejemplo, Lope de Vega, Epistolario, pp. 321, 366, 402, 443, etc.

26 Tubau, 2007, p. 201

27 Lope de Vega, Epistolario, p. 499. Compárese Lope de Vega, La Dorotea, p. 187, cuando Laurencio exclama «¡Estremados convertibles!» tras escuchar a don Bela afirmar «que todo lo hermoso es bueno, y lo que es bueno, digno es de ser amado».

28 Anti-Jáuregui, p. 274. Hay que resaltar la alianza que el escrito establece, en este y otros pasajes, entre Lope y Góngora frente a Jáuregui. Se trata de una estrategia interesada que no debería poner en cuestión la autoría de Lope, quien no escatimó elogios al cordobés cuando le convenía, como se sabe.

29 Soto, Emblemas moralizadas, f. 122r.

30 Lope de Vega, El peregrino en su patria, p. 301.

31 Blanco 2016, n. 51. Sin duda contribuyó a la difusión del motivo su presencia en Ravisio Textor, Officina, I, p. 377: «Iovi Fulmen, Herculi clavam, Homero versum subtrahere: tria haec olim credita sunt impossibilia. Autore Macrobio libro 5. Saturnaliorum. Quod etsi fieri posset, alium tamen nullum deceret, vel fulmen praeter Iovem iacere, vel certare praeter Herculem robore, vel canere, quod cecinit Homerus».

32 El nuevo Salomón del v. 11 es Felipe II. En el v. 13, el laurel es ingrato en vano porque lo fue Dafne para con Apolo; cf. este pasaje referido al mediodía: «Ya estaba en nuestro cenit el claro amante del laurel ingrato…» (Lope de Vega, El peregrino en su patria, p. 283). Al soneto podemos añadir un trecho de El mayor imposible (I, vv. 640-645): «La Antigüedad tres cosas proponía / por imposibles, siendo la primera / el rayo, con que Júpiter solía / estremecer los rayos de la esfera; / la clava del Tebano la segunda, / y los versos de Homero la tercera».

33 Para el estudio de esa tradición en el mundo antiguo y su desarrollo en el Renacimiento, véanse Porter, 1965; Colie, 1966; Dandrey, 1997; Núñez Rivera, estudio preliminar de Mosquera de Figueroa, Paradojas; Gallego Montero, 2010, pp. 227-287. Y sobre el tema en Lope, Vosters, 1977, II, pp. 181-266 (centrado especialmente en los elogios de la pulga); Brito Díaz, 2010.

34 «Mira si [los versos] de Virgilio fueron tersos, / cuya princesa pluma fue divina, / cuando escribió el Moreto, que en la lengua / de Castilla decimos almodrote, / sin que por él le resultase mengua, / ni por pintar el picador Mosquito. / Y ¿quién habrá que note, / aunque fuese satírico Aristarco, / de Ulises el dïálogo a Plutarco? / La calva en versos alabó Sinesio […]. / Y también escribió del transparente / camaleón Demócrito, / y las cabañas rústicas Teócrito, / y tanta filosófica fatiga / Dïocles puso en alabar el nabo, / materia apenas para un vil esclavo; / el rábano Marción, Fanias la ortiga, / y la pulga don Diego de Mendoza, / que tanta fama justamente goza. / Y si el divino Homero / cantó con plectro a nadie lisonjero / la Batracomiomaquia, / ¿por qué no cantaré la Gatomaquia?» (Lope de Vega, Obras poéticas, pp. 1485-1486.

35 De esta tradición científica se había hecho eco Juan de Arce de Otálora, hablando de los médicos de la Antigüedad: «Y tuvieron tanto conocimiento de las yerbas y cosas simples que con ellas solas sanaban las enfermedades. Y dejaron muchos libros de la virtud dellas, como Chrisipo, de la berza; Pitágoras, de la cebolla; Marchión, del rábano; Diocles, del nabo; Fanias, de la ortiga; Apuleyo, de la verónica; y otros muchos» (Coloquios de Palatino y Pinciano, I, p. 284). Como se ve, este texto ya refleja la deturpación del nombre de Moschion. Al igual que la de este último, la mayoría de esas referencias proceden en última instancia de diversos pasajes de Plinio (ver Porter, 1966, p. 15).

36 «Marchion Graecus de Raphano» (Ravisio Textor, Officina, II, p. 455). La fuente de Lope la señala Vosters, 1977, II, pp. 193-194; el erudito flamenco ya reparó en el pasaje que aquí tratamos del Anti-Jáuregui y apuntó al respecto: «libelo escrito por el “liz. D. Luis de la Carrera”, que muy bien pudiera ser pseudónimo del mismo Lope» (pp. 191-192).

37 «aut Marcionis Graeci de raphani laudibus» (apud Porter, 1965, p. 85). No todos, sin embargo, lo hicieron así, como testimonian, por ejemplo, Mosquera de Figueroa en el prólogo de sus Paradojas (p. 181), o Cascales en la II de sus Cartas filológicas (I, p. 54).

38 Jiménez Arias, Lexicon ecclesiasticum latino-hispanicum, p. 225b, s.v. Theristrum. En la Jerusalén conquistada¸ la glosa marginal se limita a decir: «Velo o paño de manos labrado».

39 Lope remite, sin citarlo a este pasaje de Jiménez Arias Lexicon ecclesiasticum latino-hispanicum, pp. 226b-227a, s.v. Tinus: «Cosa del árbol llamado thya, de madera olorosísima y muy aromática, que abunda en África y de que el templo de Salomón se edificó». Lope entendió thya como tía, e incluso hizo un chiste sobre ese término: «Con más gracia lo dijo don Antonio de Mendoza en su comedia, enfadado de una tía, que estaba bien con Matatías» (Anti-Jáuregui, p. 280). Cabe la duda de si se trata en realidad del árbol llamado tuya o alerce africano.

40 La primera sentencia consta en Compendium logices, que es el último de los cuatro libros recogidos, con paginación propia, en Savonarola, Compendium totius philosophiae, tam naturalis quam moralis, f. 57r; el apartado correspondiente se titula «Problema quoque de eodem et diverso multipliciter determinatur». La segunda, en cambio, procede del tercero, Apologeticus de ratione poeticae artis, en este contexto: «Nihil enim esse aliud videtur ars quam quaedam rationis ordinatio per quam homo per debita media ad finem intentum perducitur» (Compendium totius philosophiae, tam naturalis quam moralis, f. 4v; también con paginación propia).

41 En concreto en la Epístola «A un señor de estos reinos», de La Circe, texto que apela en sus compases iniciales a la autoridad del «doctísimo Savonarola» (Tubau, 2007, p. 199). De hecho, Lope se vale en ese escrito de diversos pasajes del Apologeticus, obra que «representaba la original combinación de diferentes tradiciones en la consideración de la poesía como parte de la lógica o filosofía racional y distinguida del resto de disciplinas por el uso del ejemplo» (Tubau, 2007, p. 140; y véase también pp. 139-144; y 2008, pp. 358-362, así como el estudio introductorio y notas de Conde Parrado en Lope de Vega, Epístolas). Otros lugares en los que Lope echa mano de Savonarola son, por ejemplo, su elogio de Soto de Rojas en Desengaño de amor en rimas (Tubau, 2007, 53-54), o la epístola que firma como de Francisco López de Aguilar en los preliminares de La Dorotea (Lope de Vega, Epístolas, texto II, n. 216).

42 Sánchez Jiménez, 2016, pp. 162-168. Entre los textos que cita están los vv. 406-411 de la epístola a Francisco de Rioja en La Filomena: «Aquí un famoso perro es la figura / más principal, a quien ladrando atajan, / sin advertir en él descompostura, / mil intrépidos gozques, que trabajan / por inquietar su vida, con algunos / que a Manzanares desde el Tormes bajan» (Lope de Vega, Obras poéticas, p. 836).

43 Lope de Vega, La Dorotea, p. 267.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Juan Montero, «De nuevo sobre la autoría del Anti-Jáuregui: más razones a favor de Lope de Vega»Criticón, 145-146 | 2022, 401-413.

Referencia electrónica

Juan Montero, «De nuevo sobre la autoría del Anti-Jáuregui: más razones a favor de Lope de Vega»Criticón [En línea], 145-146 | 2022, Publicado el 30 noviembre 2022, consultado el 06 noviembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/22867; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/12dlt

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Autor

Juan Montero

Juan Montero es catedrático de Literatura Española en la Universidad de Sevilla. Su campo preferente de investigación es la literatura de los Siglos de Oro: la poesía lírica, las polémicas literarias, la novela pastoril, la crítica textual y el libro antiguo. Es autor de ediciones de obras de Fernando de Herrera, Jorge de Montemayor y Miguel de Cervantes (La Galatea), entre otros. En la actualidad es director de la colección “Literatura” de la Editorial Universidad de Sevilla y responsable del grupo interuniversitario de investigación “Poesía Andaluza del Siglo de Oro” (P.A.S.O.)
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