- 1 Mata Induráin, 2012.
- 2 Mata Induráin, 2016. Para la campaña de propaganda ver Vega García-Luengos, 1991 y Dixon, 1993.
- 3 Mata Induráin, 2022.
- 4 Mata Induráin, 2024.
- 5 Pueden verse sus muchos valores simbólicos en los trabajos de Pérez-Rioja (1988), Cirlot (1991) o R (...)
1En trabajos anteriores he abordado el estudio de la comedia Arauco domado de Lope de Vega (publicada en 1625, puede fecharse en torno a 1599-1603) desde la perspectiva del imaginario araucano que refleja1; he examinado el retrato que ofrece de su protagonista, don García Hurtado de Mendoza, IV marqués de Cañete, de quien se hace el panegírico, en el marco de una amplia campaña de propaganda nobiliaria orquestada por el propio don García primero y por sus hijos después2; y he analizado también el tema de la antropofagia3 y los aspectos bélico-militares de la obra4. En esta ocasión centraré mi análisis en la rica red de metáforas simbólicas que se concentran en torno a los conceptos de sangre y sol5, a los que el Fénix sabe sacar un gran partido estético-literario. En la comedia hay una notable acumulación de menciones relacionadas tanto con sangre como con sol, y un rastreo sistemático de todas ellas confirma que, más allá de los pasajes donde tales palabras figuran con su mero sentido primario, existen otros en los que ambos conceptos —casi siempre por separado, pero también en ocasiones de forma combinada— funcionan como metáforas de alto valor simbólico que remiten a distintas ideas y significaciones.
2Los conceptos de sangre y sol están presentes en Arauco domado desde el principio hasta el final. Así, encontramos ya sol en la dedicatoria del Fénix «A don [Juan Andrés] Hurtado de Mendoza», el hijo de don García:
- 6 Cito, con algún mínimo retoque, por la reciente edición de José Enrique Laplana Gil, en Lope de Veg (...)
Siendo esta verdadera historia vencimientos y hazañas de aquel insigne capitán, padre de Vuestra Señoría, freno español y yugo católico de la más indómita nación que ha producido la tierra, en la parte cuyo descubrimiento dio tanta gloria a España, justamente vuelve al centro de su principio, como a su propia esfera y natural elemento, desde que dio sujeto a tantas plumas, cuantas en las alas de la Fama volaron a la inmortalidad, resplandeciendo al sol de su esclarecido nombre (pp. 651-652, líneas 1-7)6.
3Por otra parte, en el tramo final de la comedia, sangre aparece en el diálogo postrero entre don Filipe —esta es la forma usual del nombre en el texto— y don García, en unas palabras que son prácticamente las últimas, poco antes del ultílogo:
Don Filipe
Señor, mirad que os servimos
tiñendo estos verdes campos
de sangre de cien mil indios
por daros un reino estraño (vv. 3123-3126).
- 7 A las que cabría añadir otras referencias similares como alba, amanecer, mañana, nuevo día…
4Pues bien, entre estas dos menciones vamos a hallar una compleja red de alusiones textuales a sangre y a sol que juegan con los variados significados metafórico-simbólicos que tienen ambas palabras. Recordaré, para empezar, un dato meramente cuantitativo: en la comedia encontramos 35 veces la palabra sangre (y 4 más sangriento, -a), que es una rentabilidad bastante alta. Pero la frecuencia de aparición de sol es todavía mayor: 52 menciones, ya en singular, ya en su forma plural soles7.
5No hará falta insistir en la importancia del concepto sangre, a lo largo de los siglos y en distintas culturas, en la historia, la sociedad, la literatura, el arte, etc. La sangre es el fluido vital por excelencia; en el caso de las mujeres, el flujo de la sangre menstrual las acompaña durante todo su periodo de vida fértil; en un sentido social, la sangre se asocia con ‘linaje, estirpe’, y existe toda una cultura de la sangre, con sus códigos (sangre noble o villana, sangre limpia o manchada…); en la religión católica, la sangre de Cristo tiene un valor redentor universal, etc. Christine Orobitg —que ha dedicado una monografía al tema de la sangre en la España de los Siglos de Oro8— ha llamado la atención sobre la necesidad de analizar con más detalle esta materia:
- 9 Orobitg, 2020, p. 337. Ver también Roux, 1990; Hernández Franco, 1996; Le sang au Moyen Âge, 1999; (...)
El complejo sistema de representaciones y tabús tejido en torno a la sangre y a su efusión aporta interesantes informaciones acerca de la significación de este fluido corporal. Entrar en contacto con la sangre puede ser un acto noble (en la guerra, la caza o la celebración de la eucaristía) o innoble (como lo revelan las representaciones de impureza ligadas a la sangre menstrual, la absoluta infamia del verdugo, o las connotaciones de grosería, villanía y bajeza vinculadas a los oficios de carnicero/a, charcutero/a, o alimentos como la morcilla). De la misma manera en que la sangre puede ser digna (la sangre azul, la “sangre pura”) o indigna (la sangre menstrual), la efusión de sangre puede ser fuente de prestigio o de infamia. La sangre aparece, por lo tanto, como un objeto cultural complejo cuya efusión es objeto de múltiples reglas simbólicas. Una de ellas es que la sangre huye de la sangre (como lo muestra la exclusión de la mujer y del clero de ciertas efusiones de sangre). Por otra parte, verter la sangre puede enaltecer y aportar prestigio o, al contrario, deshonrar, rebajar y manchar. Es evidente que la sangre y su efusión acarrean un imaginario complejo, contrastado, regido por lógicas complejas que todavía pueden, y deben, ser exploradas9.
6Pues bien, en la comedia de Lope vamos a encontrar algunas alusiones más o menos neutras a la sangre, por ejemplo en el diálogo entre Gualeva, Quidora, Fresia y Millaura, que llevan fruta y agua para socorrer a los guerreros que luchan contra los españoles:
Quidora
[…] y también truje muday
porque beba mi Talgueno,
aunque es de mi amor ajeno,
si sangre en mis venas hay (vv. 744-747).
7Pero más interesantes resultan las alusiones a la sangre derramada en combate (presentes a lo largo de toda la comedia); las menciones de sangre como sinónimo de ʻlinajeʼ (algo esencial, tratándose de una comedia genealógica); y algunas referencias a la sangre del enemigo que se bebe tras la victoria (antropofagia ritual de los araucanos). Dedicaré sendos apartados a estos tres núcleos temáticos.
- 10 Por emplear el marbete que acuñó el jesuita Diego de Rosales en el título de su Historia general de (...)
8La pieza lopesca da cuenta de la dureza y crueldad de la guerra que tuvo lugar en aquel «Flandes indiano» que fue el sur de Chile10. En este sentido, la sangre derramada en combate (también en castigos y represalias) va a aparecer de principio a fin, sobre todo en forma de referencias verbales, pero también en ocasiones a través de una representación escénica. Por ejemplo, en la valoración final que hace don García, cuando ya ha llegado la noticia de que es rey Felipe II —tras la abdicación de su padre— y el gobernador de Chile puede ofrecer al nuevo monarca un territorio que ya no es un Arauco rebelde, sino un Arauco domado:
Don García
Pacífica tengo ya
la más indomable tierra;
sangre me cuesta su guerra,
mas bien empleada está… (vv. 2829-2832).
9Y la misma alusión al coste en sangre de la conquista lo tenemos en la escena final: ante la estatua que simboliza al nuevo rey, se dirige al «Invictísimo Filipe» (v. 3097) recordándole el Nuevo Mundo que «tantos españoles brazos / a costa de sangre suya / os dieron y conquistaron» (vv. 3102-3104).
10Si examinamos la cuestión desde el campo araucano, encontramos que Engol, el hijo de Caupolicán, también ha hecho en la escena anterior un balance de la situación. Cuando su madre Fresia le pregunta: «Engol, ¿aquí estás?» (v. 3039b), él responde: «¿Adónde está un desdichado, / sino en sangre y en tragedias?» (vv. 3040-3041). Estas dos palabras, sangre y tragedias, resumen desde su perspectiva lo sucedido en el estado de Arauco, a saber, los crueles combates librados contra los españoles, la derrota final de su gente y la captura y posterior empalamiento de su padre.
11Por supuesto, las alusiones a la sangre de los combates se reiteran en distintos pasajes —la comedia recrea diversos episodios bélicos de los años 1557-1558—, por ejemplo en las continuas bravatas que intercambian los caudillos araucanos: todos están dispuestos a herir y matar, a derramar sangre española y aun a bebérsela, como veremos luego. Varios parlamentos de estos guerreros insisten en la idea de que cada flecha que disparen sus arcos saldrá teñida de la sangre de sus enemigos (de Rengo, vv. 380-383; de Talguén, vv. 390-391; y de Orompello, vv. 401-403). Recordaré además que el toqui Caupolicán, para alentar al combate a sus generales, ofrece un presente al primero que hiera a los enemigos:
Caupolicán
Tengo una capa de grana
que quiero dar al primero
que, con maza, arco o acero
sacare sangre cristiana (vv. 468-471).
12Avanzada la primera jornada, sacan los españoles a don García desmayado. El diálogo explica que lo han herido los araucanos de una fuerte pedrada en la cabeza y que ha caído sin sentido sobre la tierra, que está «cuajada / de la sangre que ha sacado / su brazo» (vv. 707-709a). Cuando recobra el sentido, pregunta por la situación de la batalla. Los indios que han entrado al fuerte español —le explica su hermano— «o vida o sangre han dejado» (v. 722), es decir, o están muertos o heridos. Don García proclama que él conserva ambas cosas, vida y sangre, y alienta a los suyos a la pelea (vv. 723-727).
- 11 Para la presencia de este personaje en el teatro del Siglo de Oro, ver Núñez Sepúlveda, 2018.
13Al comienzo del segundo acto, don Filipe refiere a Alarcón el combate posterior al asalto al fuerte de Penco, cuya ferocidad pondera hiperbólicamente: «tan sangrienta batalla / que al mar de Chile corrían / arroyos de sangre humana» (vv. 1124-1127). En este mismo acto, cuando Caupolicán dude si seguir la guerra o tratar paces, Tucapel11 se negará a pactar, aludiendo precisamente a «la vertida sangre […], / de que ha llevado más que de agua el río» (vv. 1377-1378).
- 12 Mantengo la grafía que emplea Laplana Gil en su edición, aunque quizá fuera preferible la de Galvar (...)
14Todo lo examinado hasta ahora son alusiones verbales a la sangre, pero el espectador puede también visualizar la sangre en escena. Así, después de haber resultado herido el toqui en combate, la didascalia que anuncia su salida a escena es «Sale Caupolicán con sangre» (acot. tras v. 2007), circunstancia que subrayan las propias palabras del personaje: «sangre me falta, descansar es justo / si ya es mi vida a Chile de importancia» (vv. 2018-2019). Y, por supuesto, la sangre adquiere una notable presencia en el episodio de las manos cortadas de Galbarino12 y su vibrante arenga a los araucanos. Es una escena muy emotiva, en la que creo advertir una gradación en lo que respecta al tema que vengo examinando. Hay primero una alusión en boca del propio Galbarino sobre el valor fecundador de la sangre derramada:
Galbarino
Quítase el grano a la espiga
para que el maíz se aumente,
y así esta mano enemiga,
que cortas deste valiente
brazo, a lo mismo se obliga;
que en la tierra de estos pies
donde con su sangre des,
tantas manos nacerán
que las tuyas atarán
para cortallas después (vv. 2142-2151).
15Apreciamos luego una intensificación de la presencia de la sangre en el comentario de don Alonso, quien le cuenta a don García que el araucano ha soportado impertérrito el tormento; así, cuando le cortaron una mano, inmediatamente puso sobre el tronco la otra para que procediera el verdugo. El diálogo de los españoles subraya su entereza:
Don García
¡Caso, por Dios, peregrino!
Don Alonso
Partiose al fin Galbarino
a ver los amigos pechos,
dejando dos rastros hechos
de sangre en todo el camino (vv. 2192-2196).
16Y más adelante veremos aparecer en escena al bravo araucano: «Sale Galbarino con las manos en unos troncos de sangre» (acot. tras v. 2423), para arengar a los suyos con un intenso parlamento en el que los invita a pelear hasta vencer o morir, logrando enardecer a todos (Engol le advierte a Caupolicán que debe tomar ejemplo «en este sangriento caso», v. 2521).
17Como podemos apreciar, la sangre no solo queda referida verbalmente en los parlamentos, sino que además se contempla en escena, siendo este suceso de Galbarino el caso más notable. Cierto es también que a veces la sangre no se menciona explícitamente, pero está implícita, por ejemplo, en las bravuconadas de los guerreros araucanos: así, cuando amenazan a Reinoso y los suyos con sacarles las almas (vv. 1098-1101); o cuando Engol, que desea venganza, amenaza también con sacar «con manos fieras» a don García «más corazones que ha puesto / por armas en sus banderas» (vv. 1994-1997, en alusión a los veinte corazones del escudo de armas de los Mendoza). Efusión de sangre —si bien implícita— ligada a un acto de violencia la tenemos asimismo en el episodio en que Fresia —enloquecida por la cobardía de su esposo Caupolicán, que se ha dejado cautivar sin hacerse matar— estrella su hijo pequeño contra unas rocas (vv. 2935-2942). En fin, otra escena que podría prestarse a la visualización de la sangre es la del empalamiento del toqui que cierra la obra, quedando a discreción del encargado de la puesta en escena su mayor o menor dramatismo sangriento. Se ve, en efecto, a Caupolicán clavado en la pica («Ábranse dos puertas y véase Caupolicán en un palo», acot. tras v. 3050) ¿y quizá con los pies cortados…? Podríamos deducir esto de lo que dice el v. 3054, «sin pies a vuestros pies clavados vengo» (el toqui, en su soneto de arrepentimiento, se dirige a Dios, refiriéndose aquí concretamente a los pies de Cristo en la cruz). Ciertamente, la indicación de que se acerca a su presencia «sin pies» podría aludir sencillamente a que, empalado como está, no puede moverse (probablemente, además, llevaría grilletes en los tobillos). Sin embargo, teniendo en cuenta que las mutilaciones de manos y pies fueron un castigo habitual aplicado por los españoles en Arauco —acabo de recordar la amputación de las manos de Galbarino—, esa posibilidad no me parece del todo descartable.
18En fin, todas las referencias a la sangre derramada en combate que hemos podido constatar son esperables en una comedia «de hechos famosos» que refiere precisamente diversos lances bélicos, y que incluye además numerosos fieros de los araucanos contra los enemigos españoles, y castigos físicos de estos aplicados a los indígenas. Pero cambiemos ahora de significación y examinemos lo relativo a la sangre como linaje.
19Siendo esta una comedia genealógica, escrita para ensalzar a don García Hurtado de Mendoza, resulta asimismo lógico que encontremos en ella pasajes panegíricos en los que se recupera información relativa a la historia de la familia y se pondera su alta nobleza. Hay una serie de menciones de la palabra sangre con el significado de ʻlinajeʼ, y linaje en el caso de los Mendoza de gran prosapia, pues es una familia emparentada con los reyes españoles. Así, el propio don García alude a «el valor / que en la sangre de Mendoza / me dio el Marqués mi señor» (vv. 162-164); y más adelante vuelve a recordar «aquel valor profundo del que ha dado / la sangre y nombre Hurtado a los Mendozas» (vv. 544-545).
20Al comienzo del tercer acto don Filipe califica a su hermano de «heroico César cristiano» (v. 2094). Ya antes, en el v. 1063, se había equiparado al marqués de Cañete con César: si el general romano cruzó el Rubicón, el gobernador de Chile ha pasado con sus tropas al otro lado del Biobío, que constituía en aquel momento la frontera natural entre españoles y araucanos. A partir de ahora la pieza intensificará el tono panegírico de las jornadas anteriores, llevándolo casi al terreno de la hagiografía: en efecto, veremos que don García se va a convertir en san García.
21Más adelante hay un extenso pasaje en el que el soldado Rebolledo le explica a Tucapel la prosapia del linaje de los Mendoza, que desciende de reyes. En el diálogo aparece varias veces la palabra sangre en este sentido de ʻlinajeʼ que vengo comentando:
Tucapel
Dime, ¿en la sangre del rey
de España y Castilla toca
este Mendoza?
Rebolledo
¿Pues no?
[…]
Tucapel
Sus obras
muestran bien su calidad,
porque estas la sangre adornan.
¿Cómo se llama ese rey?
Rebolledo
Enrique.
Tucapel
Pues como pongas
un rey de España en su sangre,
no le pidas mayor gloria (vv. 2276-2291).
22Igualmente, en el tramo final, cuando Gualeva quiere interceder por Caupolicán suplicando clemencia, apelará precisamente a la «real / sangre que tiene en el pecho» don García (vv. 2997-2998).
- 13 Ver para más detalles Mata Induráin, 2022.
23Las primeras alusiones a la antropofagia en esta comedia son de tono cómico13. En el acto segundo, Rebolledo —que cumple las veces de gracioso— es capturado por los indios, quienes quieren asarlo vivo. El soldado hará uso de su ingenio para escapar con vida inventando que padece una enfermedad contagiosa —la llama «escapatoria», v. 1300—, de forma que, si comen su carne, todos ellos morirán. Así pues, en este pasaje (vv. 1275b-1300) queda apuntado el tema del canibalismo de los araucanos, si bien puesto al servicio de la comicidad. Pero más adelante vamos a encontrar algunas alusiones en tono serio. Así, en la jornada tercera, cuando un Tucapel cansado de combatir se muestre partidario de la paz, Engol se lo reprochará con estas palabras:
Engol
Di, Tucapel,
¿eres tú el soberbio y fiero
que tantas veces bebiste
sangre de aquestos ladrones
que de remotas naciones
vienen donde libre fuiste
solamente a hacerte esclavo?
[…]
¿Eres el que los asabas
y que aun crudos los comías? (vv. 2346b-2357).
24Y se añadirán varias alusiones al casco (la calavera) de Valdivia, que los araucanos han engastado en oro y usan para sus libaciones de chicha y perper14, tal como le recuerda de nuevo Engol a Tucapel:
- 15 Laplana Gil acentúa pérper, pero en este pasaje está claro que la palabra debe ser aguda, por la ri (...)
Engol
¿Eres el que, puesto en oro
el casco de su cabeza,
hiciste una hermosa pieza
en que por grande tesoro
bebías chicha y perper15
con los caciques de Chile?
¿Pues quién hay que te aniquile
de aquel tu insigne poder? (vv. 2368-2375).
25Más adelante será el toqui Caupolicán quien invite a los suyos a beber, en esta ocasión sangre humana:
Caupolicán
Yo tengo engastado en oro
de Valdivia el mismo casco,
donde, con alegre fiesta,
quiero que todos bebamos
sangre de algún español,
y con música y aplauso
juremos morir o echar
los españoles de Arauco (vv. 2528-2535).
26La idea de la antropofagia mapuche —de carácter más bien ritual— la reitera, desde el campo español, don Alonso, quien comenta que en su fiesta de las quebradas de Purén los araucanos quieren beber «sangre humana fresca y tibia» (v. 2593). Incluso se llega a representar en escena esa práctica de las libaciones de sangre:
- 16 Esta situación (el ofrecimiento de una copa para beber) y la propia formulación de Rengo («Toma, y (...)
Caupolicán
¡Hola, dadnos de beber!
Rengo
Aquí está el casco engastado
de Valdivia.
Caupolicán
Este ha de ser
el día más celebrado
que en Arauco se haya visto.
Rengo
Toma, y esa sangre bebe16.
Caupolicán
Con ella la sed resisto,
que aunque está caliente es nieve (vv. 2735-2742).
27Es decir, el toqui la bebe para aplacar su sed, y le sabe tan gustosa como una bebida refrigerada con nieve, si bien Tucapel rechazará tomar esa «sangre crüel», argumentando que su pecho no tendría paz si se mezclase con la suya (vv. 2743-2748).
28Pasemos ya al segundo concepto de la pareja que estoy analizando. Igual que en el caso de la sangre, la importancia simbólica y cultural del sol, en distintas épocas y latitudes, es sobradamente conocida. Rosa Romojaro, tras recordar que en muchas civilizaciones el sol ha sido considerado manifestación de la divinidad, fuente de luz y de vida, inteligencia cósmica, imagen de la resurrección y de la inmortalidad o representación emblemática de dioses y reyes, escribe:
- 17 Romojaro, 1984, pp. 53-54. Ver también Mínguez, 2001; Román López, 2010; y Torres Salinas, 2019.
La Astrología, la Alquimia, el neoplatonismo, el petrarquismo, las propias teorías cosmológicas de Copérnico y Galileo contribuyen, en los Siglos de Oro, a la recurrencia funcional de símbolos solares en los textos literarios. Vemos, pues, en este hecho un síntoma de época. No obstante, la frecuencia repetitiva de estos mitos en Lope y su especial tratamiento, basado en la intelectualización y en el enigma, los matices valorativos que adquieren en su lírica, nos ha hecho considerarlo como imágenes ocurrentes que derivan a la reconversión de estos mitos culturales en propios, apuntando a una temática y a una simbología personal17.
29Igual que hice con lo relativo a la sangre, separaré en varios apartados la materia relacionada con el concepto sol.
- 18 Encontramos asimismo una mención de la aurora como metáfora de la mocedad de don García en los vv. (...)
30Las referencias al sol del amanecer constituyen, en principio, alusiones neutras, en las que la palabra funciona en su acepción literal; así, por ejemplo, en el parlamento en el que Rebolledo explica a Gualeva la libertad de que gozan las mujeres en España: «antes que el sol los cristales / del alba salga a romper» (vv. 1599-1602)18. O cuando Caupolicán invita a Fresia a refrescarse al atardecer («mientras el sol con cintas de oro borda / torres de nubes hechas», vv. 179-180). Una tercera referencia al sol, en boca de Tucapel, sirve para aludir a la distancia geográfica que media entre España y Arauco (ver los vv. 1389-1396); y algo similar sucede cuando Rengo habla de arrojar a los españoles a «donde cierra / con llave la noche al sol / porque no vuelva a esta tierra» (vv. 1487-1489).
- 19 En una idea semejante (la noche y la luna no han ayudado a los araucanos, el día y el sol han salva (...)
31Todas estas son menciones meramente cronológicas (o geográficas), y no resultan especialmente significativas. Pero hay otros pasajes en los que las referencias temporales alcanzan un significado simbólico. Así, por ejemplo, los araucanos intentarán aprovechar la noche (la ausencia del sol) para lanzar sus ataques por sorpresa, tratando de pillar desprevenidos a los españoles mientras duermen para así pasarlos a cuchillo: Caupolicán y luego Tucapel manifiestan su intención de atacar el fuerte español «Antes que salga el lucero» (v. 1522), «antes del sol claro» (vv. 1542). Incluso en un determinado momento el toqui pide explícitamente ayuda a la noche: «¡Oh noche, del mundo capa! / ¿No me ayudarás aquí?» (vv. 2773-2774). Tenemos, pues, que la noche y la oscuridad quedan asociadas a los araucanos, mientras que el amanecer y la luz del nuevo sol se asimilan a los españoles, adquiriendo esa oposición una profunda carga simbólica en el momento del asalto indígena al fuerte de Penco. Ocurre que es la fiesta de san Andrés y el gobernador de Chile quiere celebrarla con ostentación, así que ordena al ejército que «le haga salva al apuntar el día» (v. 1667). Pero los araucanos interpretarán esa salva de honor al santo como disparos defensivos al haber sido descubiertos, con lo cual el efecto sorpresa de su ataque queda desbaratado por completo. La escena adquiere así un claro simbolismo: la noche iba a ser la aliada de los araucanos, pero al final el alba resulta ser la salvación de los españoles (ver los vv. 1802-1816, 1844-1854 y 2018-2028). Además, el elemento de religiosidad de los cristianos (devoción a san Andrés) contrasta con las muestras de superstición de los indígenas (la invocación anterior al Pillán, los agüeros negativos de Fresia antes de la batalla, etc.)19.
32Al final de la célebre escena del baño, Caupolicán le expresa a Fresia el temor que le embarga: «Que has de abrasar / su agua en tu sol tengo miedo» (vv. 274b-275). También Rebolledo echará mano de la misma manida metáfora para anunciar a don Filipe la belleza de Gualeva («cierta dama araucana / que, aunque anochece, es un sol», vv. 1714-1715). Y, como corresponde a un noble, el español usará para dirigirse a la india un estilo marcadamente petrarquista:
Don Filipe
Este soldado decía
que el mismo sol me buscaba
y que de noche llegaba
para convertirla en día,
y que se engañó recelo,
porque, buscándome vos,
podemos decir los dos
que me busca todo el cielo,
que sol, estrellas, esferas,
luna y planetas también
en esta noche se ven (vv. 1730-1740).
- 20 La bibliografía sobre la religión del pueblo mapuche es muy amplia. Baste ahora con remitir al trab (...)
33Más importante me parece la idea que transmite la comedia de que el sol es la divinidad mayor de los araucanos. Hablo ahora de lo que muestra la ficción dramática lopesca, con independencia de cuáles fueran las verdaderas creencias religiosas del pueblo mapuche20. En efecto, el sol era más bien la divinidad superior de los incas, pero aquí se equipara a los araucanos con ellos en esta materia; y así, los indios del Arauco domado de Lope juran por el sol o agradecen algo al sol. Por ejemplo Tucapel, en su bravata contra Pillalonco, exclama: «Detén la cobarde lengua / o ¡vive el sol! que si tomo / una flecha…» (vv. 364-366). Encontramos también el sol personificado en ese mismo pasaje, en palabras de Rengo («y el sol / con su diestra mano de oro / la tomará…», vv. 376-378). En otro lugar dirá Fresia: «Vamos, y permita el sol / que Chile se libre de él» (vv. 920-921; se refiere a don García). Igualmente, Gualeva al ver a don Filipe pronuncia un «gracias al sol que te veo» (v. 1727). Cuando a Caupolicán se le aparece la visión de Lautaro en un árbol, expresará su sorpresa con un «¡Válgame el sol! ¿Quién me llama?» (v. 2031). Y al enterarse de que don García está fundando ciudades en su territorio, dirá el toqui: «¡Ciudad Mendoza en Arauco! / El cielo, el sol me castigue / si lo consintiere» (vv. 2077-2079a). Engol, hacia el final de la pieza, señala: «Si hoy muere tal capitán, / cúbrase de luto el sol» (vv. 3016-3017). En fin, debemos recordar también su caballeresco juramento de venganza (vv. 3069-3077), eco del famoso romance del marqués de Mantua, que comienza: «Yo te juro por el cielo / y el sol que me está mirando…».
34Asimismo, vamos a ver que Caupolicán y luego Engol se presentan como hijos del sol. Mediada la primera jornada asistimos al enfrentamiento del toqui y don García, en el que uno se proclama hijo del sol («¿Sabes que [mi vida] está al sol asida, / en cuyos rayos estoy? / ¿Sabes que es mi padre, y que es / suyo este cetro que rijo?», vv. 665-668) y el otro hijo «del gran virrey don Andrés» (v. 670). Más tarde será Engol, en diálogo con su madre, quien se declare hijo del sol:
Engol
Que bien sé que aunque me dan
por padre a Caupolicán,
soy hijo del sol, que el sol
solo pudo hacer a Engol
donde sus rayos están;
[…]
Yo soy el sol de la tierra
que al del cielo he sido hurtado (vv. 1988-2000).
- 21 También Tucapel se identifica con el sol al compararse con don García (ver los vv. 1203-1206).
35Para añadir de seguido: «Guarda y aguarda, español, / que baja Engol sobre ti, / hijo de Fresia y del sol» (vv. 2005-2007), detalle que se reiterará más delante al verbalizar su deseo de venganza tras el ajusticiamiento de Caupolicán. En efecto, una vez muerto su padre, Engol ya no es hijo del sol, sino el mismo sol (ver los vv. 3081-3086)21.
36Acabamos de ver que Caupolicán y Engol se identifican con el sol o se presentan ellos mismos como hijos del sol. Pues bien, también don García va a ser —metafóri-camente— el sol o el hijo del sol. Así lo vemos en el diálogo de Orompello y Rengo a propósito del hecho de que Caupolicán haya sido herido por «el Mendoza famoso» (v. 834):
Orompello
¿Que Caupolicán entró
y salió del fuerte herido?
Rengo
Hiriole el gran español,
el gallardo don García,
porque herirle no podía
menos que un hijo del sol (vv. 822-827).
37Don Filipe, hablando con Alarcón, indica que no quiere elogiar a quien es su hermano, pero sí le recuerda «que tembló Arauco su nombre / y le llamó “sol de España”» (vv. 1134-1135). Tenemos, pues, que si Caupolicán es el sol de Arauco, don García es el sol de España. Y justo después del parlamento en que Engol se ha declarado hijo del sol, exclama Caupolicán (elogiando a su enemigo): «¡Oh valor invencible de españoles! / ¡Oh generoso mozo don García, / sol que das resplandor a tantos soles!» (vv. 2008-2010). En fin, en un pasaje anterior, cuando Rengo se había posicionado en favor de la paz, había argumentado que don García era el mejor hombre en el suelo, igual que el sol es la mejor luz en el cielo (ver los vv. 1430-1439). Por su parte, Rebolledo le advierte a Tucapel: «es imposible que agora / os libréis de este mancebo, / de cuyo sol seréis sombra» (vv. 2317-2319). Cuando Avendaño trae preso a Caupolicán y don García lo premia con una cadena de oro, se introducen algunos juegos de palabras —bastante manidos— con el apellido Hurtado y el verbo hurtar, el último de los cuales incluye la palabra sol:
- 22 Está omitida esta palabra sol en la edición de Laplana Gil, quedando el verso corto.
Avendaño
Señor,
del sol22 de tu gran valor,
aunque nace en polo estraño,
hurté la luz que he tomado,
que aqueste rayo español
es hurtado de tu sol
porque tú eres sol, Hurtado (vv. 2848b-2854).
38Pero todavía hay más: ya dejé consignado que la comedia de Lope nos termina retratando a un san García (ya no don García). Pues bien, el caudillo español aparecerá caracterizado como «profeta del sol», en boca de Caupolicán: «¿Cómo encubrirse podía, / siendo profeta del sol, / mi secreto a san García?» (vv. 2759-2761).
39Siguiendo una escala creciente de importancia en los valores simbólicos asimilados a la palabra sol, encontramos que el rey don Felipe es águila que mira al sol (era esta una propiedad atribuida al ave en la tradición animalística y en los tratados de emblemática). Así sucede hacia el final de la comedia, cuando llega a Arauco la noticia de que Carlos V se ha retirado a Yuste y de que su hijo, Felipe II, es el nuevo rey de España:
Don García
Si de aquel águila santa
quisiere el pollo, que agora
corona España y adora,
alzar el vuelo que espanta,
de donde el sol se levanta
adonde en escuro olvido
se acuesta, verá que ha sido
señor absoluto y solo,
para que en cualquiera polo
tenga el águila su nido (vv. 2819-2828).
40En fin, en lo más alto de la escala simbólica vamos a ver que la palabra sol se aplica también a Dios; así sucede en el bello soneto final declamado por Caupolicán antes de su empalamiento (es ejecutado, pero muere siendo cristiano; es decir, salva el alma, habiendo emparentado espiritualmente con don García, al que le pide que sea su padrino de bautismo). Además, en este bello texto en el que el toqui proclama su arrepentimiento vamos a encontrar unidos los dos conceptos de sangre y sol:
- 23 En minúscula en la edición de Laplana Gil. Dado que aquí Caupolicán se dirige a Dios, prefiero edit (...)
Caupolicán
Señor, si yo era bárbaro, no tengo
tanta culpa en no haberos conocido;
ya que me han dicho lo que os he debido,
sin pies a vuestros pies clavados vengo.
Yo confieso que tarde me prevengo,
pero dicen que estando arrepentido
debo creer que en este día he nacido;
perdonadme, Señor, si me detengo.
Pasé adorando el sol mis años tristes,
contento de mirar sus rayos de oro,
pero ya sé que vos al sol hicistes.
Mi edad pasada arrepentido lloro.
¡Oh Sol23, autor del sol!, pues luz me distes,
con esa misma vuestro rayo adoro (vv. 3051-3064).
- 24 Y luego añade Millaura: «Calla, que vencido habrán / dándoles la noche ayuda» (vv. 1899-1900).
41Aparte de en ese parlamento que Lope pone en boca de Caupolicán —quien muere prácticamente como un mártir cristiano—, vamos a encontrar unidos los dos conceptos estudiados en otros pasajes de la comedia. Me refiero, por ejemplo, al momento en que se expresan los negativos presagios de Fresia en relación con la suerte de su pueblo; Millaura cree que el ataque nocturno de los suyos contra los españoles habrá sido exitoso, «cogiéndolos dormidos» (v. 1869)24, pero no es esa la sensación que tiene la esposa del toqui:
Fresia
No me dicen los sentidos,
Millaura, que ha de vencer [Caupolicán].
Los ojos, si el campo miro,
todas las yerbas teñidas
de sangre ven;
[…]
Todo está de sombras lleno;
sangriento el sol me parece;
perlas, Millaura, he soñado:
lágrimas tendremos hoy (vv. 1871-1889).
42Fresia contempla, pues, un fatídico sol de sangre, y Millaura comenta que esos agüeros aumentan la preocupación de ambas. Y todavía hay otros pasajes que podemos aducir, como este parlamento de Tipalco:
Tipalco
Allá a los que mataron a Valdivia,
y con Caupolicán y Tucapelo
están más fieros que áspides en Libia,
podrá mostrar la sangre de su abuelo,
que pues su padre a tanto sol le envía,
ya habrá probado esta águila al del cielo (vv. 43-48).
43O la ya aludida escena del baño, cuando Caupolicán le dice a Fresia:
Caupolicán
De todo lo que miras
eres, Fresia, señora;
ya no es de Carlos ni Filipe Chile,
ya vencimos las iras
del español, que llora,
por más que contra Arauco el hierro afile,
el ver que aún hoy distile
sangre esta roja arena
en que Valdivia yace;
del polo en que el sol nace
a donde sus caballos desenfrena
no hay poder que me asombre:
¡yo soy el dios de Arauco, no soy hombre! (vv. 203-215).
44Pasaje en el que la sangre que aún hoy distila esta roja arena alude a los españoles anteriormente vencidos por los araucanos, y el sol, en este caso, señala el propio dominio del toqui: de polo a polo en que el sol nace no hay poder que le atemorice.
45Como he tratado de mostrar en este recorrido panorámico, los conceptos sangre y sol (con las ideas que traen asociadas y los valores metafórico-simbólicos que tales palabras y las de sus respectivos campos léxicos connotan) se hacen presentes en el Arauco domado de Lope desde el principio hasta el final. A veces, claro está, se trata de expresiones que se utilizan en su estricto sentido literal. Sin embargo, además de esas menciones “neutras”, hallamos en la comedia toda una compleja red de alusiones textuales a sangre y sol, con ricos y variados significados simbólicos, que he tratado de sistematizar en los distintos apartados de mi trabajo. Como no podía ser de otra manera —porque así nos tiene acostumbrados en su teatro—, Lope sabe sacar un gran partido a los valores simbólicos de tales formulaciones (palabras, expresiones, metáforas, ideas…), cosa que no harán —o no harán con tanta intensidad y eficacia literaria— los autores de otras obras que forman el corpus dramático áureo sobre la guerra de Arauco.