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HomeNuméros145-146PoesíaImitación y auto-comentario en Sa...

Abstracts

This article analyses several examples of poetic imitation that Salcedo Coronel included in some of his most famous compositions. The identification of the models (classical and Italian) that spurred the creativity of the erudite poet from Seville has a singular origin, since it was the gongorine commentator himself who collected such glosses among his annotations to the Soledad primera.

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Editor’s notes

Article reçu pour publication le 19/3/2022; accepté le 29/07/2022

Author’s notes

Este artículo se enmarca en el Proyecto Hibridismo y Elogio en la España Áurea, HELEA, PGC2018-095206-B-I00, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional.

Full text

  • 1 Roses, 1993; Herrera, 1998ª; Sánchez, 2013; García, 2014. Gherardi, 2015; García, 2016; Ruiz, 2016; (...)

1La figura y la obra de don García de Salcedo Coronel (Sevilla, 1593-Madrid, 1651) ha sido objeto de un interés creciente a lo largo de las últimas décadas. La crítica, además de atender a su relevancia como autor del conjunto más completo de comentarios a la poesía de Góngora, ha dedicado especial atención a la carrera que el ingenio hispalense desarrolló en la corte de Felipe IV, al cultivo del género del epilio, a los panegíricos que dio a las prensas, a la escritura nupcial que desarrolló durante su estancia en Italia o al influjo que el modelo de Giovan Battista Marino ejerció en su obra1. En la línea de esas aportaciones, el objetivo de este artículo es llamar la atención sobre un fenómeno de interés, aún poco estudiado: la identificación de los hipotextos que Salcedo Coronel empleaba para componer sus propios versos. Curiosamente, la información acerca de tales fuentes poéticas aparecía engastada —a la manera de un auto-comentario— entre sus anotaciones a la obra de Luis de Góngora. Por razones de espacio no puede plantearse ahora un análisis exhaustivo de todos los modelos confesados por el poeta cortesano, de modo que esta primera cala se centrará únicamente en algunos testimonios hallados entre las glosas a la Soledad primera. El foco de interés se fijará, por tanto, en una muestra significativa integrada por dos autores latinos (Horacio, Claudiano) y dos escritores eximios en la Italia de su tiempo (Torquato Tasso, Giovan Battista Marino).

Horacio o la mediocritas aurea

  • 2 Entre los numerosos estudios sobre el impacto de la imitatio horaciana en el Siglo de Oro, espigamo (...)

2A lo largo de los siglos xvi y xvii, la imitación de la poesía horaciana resultó ineludible en el ámbito de la creación lírica, tal como testimonia la huella de los Carmina, las Epistulae y los Sermones que se advierte en los escritos de Garcilaso, Hurtado de Mendoza, fray Luis de León, Fernando de Herrera, Bartolomé Leonardo de Argensola, Francisco de Medrano, Esteban Manuel de Villegas, Luis de Góngora, Francisco de Rioja… El ensayo clásico de Marcelino Menéndez Pelayo en torno a Horacio en España representó un verdadero hito en el ámbito de la recepción de un vate latino en las letras hispánicas. Posteriormente, gracias al renovado interés por los estudios en torno a la imitatio, se han ido produciendo importantes avances en el conocimiento de la pervivencia de la obra del vate de Venusia en autores de primer orden2. Con todo, dentro de dicho campo de estudio aún permanecen algunas áreas en penumbra, como la reescritura de elementos horacianos entre los ingenios menores del Barroco.

  • 3 He cotejado el texto con la moderna edición bilingüe de Horacio, 1997, p. 218. La versión de Manuel (...)

3Al comentar unos versos del Oh bienaventurado albergue («No moderno artificio / borró diseños, bosquejó modelos»), Salcedo Coronel afirmaba lo siguiente: «Algo se parece este principio a la oda 18 del libro II de Horacio: “Non ebur neque aureum / mea renidet in domo lacunar, / non trabes Hymettiae / premunt columnas ultima recisas / Africa, neque Attali / ignotus heres regiam occupaui”»3. Desde el punto de vista temático, el poema horaciano despliega el ideal de la mediocritas aurea, ya que desde el arranque del mismo el sujeto lírico pondera que le basta poseer una moderada fortuna y un fecundo ingenio, ajeno a la codicia de bienes suntuosos y moradas exquisitas.

  • 4 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 33 v.-35r. El texto completo puede leerse en Cristales de (...)

4Una vez apuntada la muy lejana reminiscencia de la obra del venusino en el pasaje gongorino, Salcedo admitiría sin ambages: «Yo imité esta oda en una epístola que escribí desde la aldea a un amigo mío que estaba en la corte, pretendiendo un oficio para las Indias. Pondrela aquí para que la lea el que fuere aficionado a mis versos»4. Para perfilar el modo de proceder que tuvo el autor sevillano en la imitatio, se reproducen seguidamente los seis primeros versos del carmen II, 18 junto a los seis endecasílabos correspondientes de la epístola de Salcedo Coronel:

  • 5 Para comprender mejor cuáles fueron las opciones que el poeta tomó a la hora de adaptar los tres dí (...)

Non ebur neque aureum
mea renidet in domo lacunar,
non trabes Hymettiae

premunt columnas ultima recisas
Africa, neque Attali
ignotus heres regiam occupaui.

No el marfil entre el oro acreditado
resplandece en mi techo, ni la Envidia
muerde el soberbio timbre relevado.
No el arte aquí con la riqueza lidia,
ni las marmóreas trabes del Himeto
oprimen las columnas de Numidia
5.

  • 6 En latín, la voz «trabs» designaba generalmente la ‘viga’ o el ‘madero’, mas habitualmente en Horac (...)

5La imitación de Salcedo sigue muy de cerca el diseño retórico del modelo latino, sustentando en la escansión anafórica de varias fórmulas de negación alternadas: «Non…neque…non…neque» > «No…ni…no…ni». Los principales elementos edilicios que acotan el marco palaciego y suntuoso se vierten con fidelidad notable: «ebur» > «marfil», «aureum lacunar» > «oro […] techo», «trabes Hymettiae» > «trabes del Himeto», «columnas ultima recisas Africa» > «columnas de Numidia». En el plano léxico, destaca el calco preciso de algunas iuncturae, que acarrean un cierto extrañamiento al incorporar un probable latinismo: «trabes Hymettiae» > «trabes del Himeto»6. Desde el punto de vista de las referencias de tipo anticuario, nótese cómo la fórmula imprecisa referida a una región africana que no llega a perfilarse del todo («ultima Africa») se torna concreta en el endecasílabo salcediano correspondiente («Numidia»).

  • 7 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 40 r.-v.

6En la misma sección del comentario al elogio de la vida campestre se enmarcaba aquel pasaje en que el peregrino «describe el peligro de los validos» y «cuán seguro camino es la medianía en la vida humana para conservarla sin daño»7. Entre otros lugares clásicos de Ovidio y Séneca, Salcedo Coronel traía a la memoria de los lectores el siguiente dechado:

  • 8 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 40 v.-41r.

Por esto Horacio, oda 10 del libro II, aconseja a Licinio que se gobierne sin aspirar a la sublime grandeza, ni humillándose a estado que por pobre sea miserable y lastimoso: «Rectius vives, Licini, neque altum / semper urgendo neque, dum procellas / cautus horrescis, nimium premendo / litus iniquum. / Auream quisquis mediocritatem / diligit etc.»8.

7Una vez apuntado el interés del pasaje clásico, se introduce la nota personal:

  • 9 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 41 r. El texto del soneto recogido en las Rimas incorpora (...)

Esta oda traduje yo en un soneto que anda en mis Rimas: «Mientras cauto, oh Licino, en la bonanza / la tempestad previenes rigurosa, / ni la ribera toques peligrosa/, ni en alto mar consultes su mudanza. / El que de extremos huye, el bien alcanza, / que niega la Fortuna a la ambiciosa / Curiosidad, que estima poderosa / el límite exceder de la esperanza. / Licino, elija estado tu prudencia / que no invidies humilde al más dichoso, / ni dichoso te mires invidiado. / No temerás del tiempo la inclemencia, / ni combustible al rayo licencioso / servirás de escarmiento al levantado»9.

8La adaptación de uno de los más famosos carmina horacianos que intenta Salcedo Coronel bajo forma de soneto discurre, forzosamente, por los cauces de la minutio. En verdad, del contenido de las seis estrofas sáficas que componían el poema latino el imitador iba a recuperar tan solo algunos elementos de las estrofas primera, tercera y cuarta, descartando el resto. Para apreciar mejor con qué libertad actúa en esta versión, se ofrece el texto de la primera estrofa sáfica de Horacio seguido, respectivamente, de las versiones de Francisco de Medrano, Villén de Biedma y del padre jesuita Urbano Campos:

  • 10 Horacio, 1997, p. 196.
  • 11 Medrano, p. 40.
  • 12 Horacio, 1599, f. 64 r.
  • 13 Horacio, 1682, p. 101.

Rectius vives, Licini, neque altum
semper urgendo neque, dum procelas
cautus horrescis, nimium premendo
litus iniquum
10.

Más dulcemente vivirás, Licino,
si ni contino el golfo sulcar osas,
ni, huyéndole, a las costas peligrosas
arrimas tu camino
11.

Licinio, vivirás rectamente
ni tomando siempre el alto mar,
ni tocando mucho la ribera peligrosa
mientras que cauto temes las tempestades
12.

Mejor vivirás, Licinio, ni engolfándote
siempre en alta mar, ni por temer recatado
la tormenta, siguiendo demasiado
la desigual ribera
13.

9En la praxis imitativa, Salcedo Coronel adapta algunos elementos («dum procelas cautus horrescis» > «Mientras cauto previenes la tempestad»), añadiendo a los mismos algunos detalles: «rigurosa en la bonanza». Sorprende acaso que suprima el incipit famoso de la oda («Rectius vives» o ‘Vivirás más rectamente’). Por otro lado, los gerundios del hipotexto («urgendo», «premendo») se ven reemplazados por sendas exhortaciones negativas en subjuntivo («no toques», «ni consultes»).

10Más llamativa aún resulta la opción —algo desdibujada— que toma el escritor sevillano al adaptar la estrofa tercera en el último terceto:

  • 14 Horacio, 1997, p. 196. En la versión de Francisco de Medrano: «Más veces bate el viento los crecido (...)

Saepius ventis agitatur ingens
pinus et celsae graviore casu
decidunt turres feriuntque summos
fulgura montis
14.

No culparás del tiempo la inclemencia
ni combustible al rayo licencioso
servirás de escarmiento al levantado.
  

11Las imágenes del original latino pierden gran parte de su fuerza, con la omisión de los tres elementos que denotan altura: «ingens pinus», «celsae turres», «summos montis». Los «uenti» de Horacio se transforman en «la inclemencia del tiempo» y los «fulgura» en «rayo licencioso». Desde el plano léxico llama la atención el calificativo elegido para recalcar el rango de exemplum a los personajes encumbrados: «servirás de combustible escarmiento al levantado».

In veneris regno: Claudiano

  • 15 Blanco, 2020. Ponce Cárdenas, 2020 y 2021a.
  • 16 Castaldo, 2014.

12La extensa sección epitalámica de la Soledad primera puede contemplarse a la manera de un mosaico en el que Góngora integraba armoniosamente teselas extraídas de la obra de grandes poetas clásicos (Catulo, Estacio, Claudiano), neolatinos (Pontano) e italianos (Torquato Tasso)15. Dentro de esa selección de lugares exquisitos para la imitación, destaca especialmente la huella de varios motivos procedentes de los poemas nupciales de Claudiano16.

  • 17 Sánchez, 2013. Al igual que otras composiciones del período italiano, fue recogido con posteriorida (...)

13A zaga de Góngora y Marino, Salcedo Coronel también buscó inspiración en la poesía claudianea para redactar las laudes de algunos esponsales aristocráticos. De hecho, entre los comentarios a la Soledad primera admitía hasta en tres ocasiones que imitó el Epithalamium Palladii et Celerinae del escritor alejandrino en su Epitalamio en las bodas de don Luis de Aragón y Moncada y doña María Enríquez de Ribera, príncipes de Paternò. Como puso de relieve Encarnación Sánchez García, el poema laudatorio debió de redactarse entre los meses de agosto y noviembre de 1629 y vio la luz por primera vez en una suelta impresa en Nápoles en 163017. Veamos ahora la identificación de tales fuentes:

  • 18 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 157 r.-158 r. y 161 r.-v.

Claudiano en el Epitalamio de Paladio y Celerina, hablando de Venus, dice: «Mollibus assurgis stratis, reuocatque suorum / agmen et innumeris Hymenaeum quaerit amoris / Hunc musa genitum legit Cytherea ducemque / praefecti thalami, nullum uinxisse cubile / hoc fine, nec primas fas est attollere tedas». Yo, imitándole en el que escribí en las bodas del excelentísimo príncipe de Paternó, [dije]: «Llegó al ídolo dormido / el son de confusas voces / y al estrépito süave / despertando, incorporose / y las reliquias del sueño / que aun al día se interponen / con blancos dedos excluye / de sus divinos faroles. / Sobre la espalda pendientes / diluvios de oro sin orden, / el mórbido lecho deja / y su ejército recoge. / Y entre el escuadrón volante / de innumerables Amores, / al Himeneo solo busca, / articulando su nombre. / Hijo de una Musa era / este a quien Venus impone / la disposición festiva / de conyugales ardores. / Jamás a otro permite / que anticipándose logre / de las encendidas teas / favorables resplandores» […]. Cuyo cabello intonso dulcemente niega el vello que el vulto ha colorido: cuyo cabello no cortado encubre el vello que da color a su rostro. Es imitación de Claudiano in Epithalamio Palladii et Celerinae, donde describiendo a Himeneo dice: «Dubiam lanuginis umbram / caesaries intonsa tegit». Y yo en el epitalamio referido al mismo asunto: «La intonsa madeja de oro / con deleitables errores / ocultaba de su edad / las primeras distinciones» […]. Ven, Himeneo, y plumas no vulgares / al aire los hijuelos den alados / de las que el bosque bellas ninfas cela. / De sus carcajes, estos, argentados / flechen mosquetas, nieven azahares […]. Imitó don Luis en este lugar de las Soledades a Claudiano en el Epithalamio Palladii et Celerinae, donde, hablando de los Cupidillos que acompañan a Venus, dice: «ut thalami tetigere fores, tum uere rubentis / desuper inuertunt calathos, largosque rosarum / imbres et uiolas plenis sparsere pharetris, / collectas Veneri, prato quibus ipse peperit / Sirius et teneras clementi sidere fouit». Y yo en mi epitalamio arriba citado, hablando de estos mismos: «los Cupidillos alegres / oprimiendo sus candores / al vago viento duplican / aladas ostentaciones. / Con florida rienda impiden / airosamente el desorden, / que solicita la ofensa / o previenen los temores / y, acompañando gustosos / el dueño a quien se proponen, / a su luz antecedentes / las sendas lúbricas rompen. / Llegan, al fin, al palacio, / esfera de tantos soles / y del carro y de las aves / todos descienden conformes, / donde con pródigo afecto / la Primavera descogen / que en sus temidas aljabas / abreviaron sus fervores. / Y sobre el tálamo esparcen / süaves inundaciones / de las rosas que cogieron / para Venus en el bosque, / cuya pureza a los soplos / de erizados Aquilones / vivió segura y del Euro / desconoció los rigores»18.

  • 19 Góngora, 2010, p. 163.
  • 20 Góngora, 1990, pp. 120-121.
  • 21 Góngora, 1994, p. 553.
  • 22 Podría acaso verse como una muestra de variación estilística sobre el modelo la reescritura de «sus (...)
  • 23 Blanco, 2020, p. 490, n. 30. Desde el punto de vista de la actualización de los antiguos géneros la (...)

14Los tres motivos claudianeos que Salcedo Coronel reescribe son: el momento en el que Venus se despierta del sueño, culmen de un pasaje no exento de sensualidad; la descripción y elementos definitorios del numen de las bodas (Himeneo); el revoloteo de un cúmulo de Amorcillos sobre el lecho nupcial, con la consiguiente lluvia de flores. Por otro lado, nótese cómo en tales pasajes Salcedo no sólo imita a Claudiano, sino que engasta en ellos varios calcos gongorinos. Veamos, pues, alguna muestra inequívoca. En primer lugar, para referirse a Venus durante el sueño usa una iunctura bastante llamativa: «Llegó al ídolo dormido» (v. 65). Ante los ojos de un lector atento se ofrecía aquí la reproducción literal de un sintagma referido a otra beldad durmiente (Galatea), en expresión localizable en la octava xxv del Polifemo: «El bello imán, el ídolo dormido / que acero sigue, idólatra venera» (vv. 197-198)19. Poco después, el caballero sevillano menciona a los Erotes en los siguientes términos: «Y entre el escuadrón volante / de numerosos Amores» (vv. 78-79). La misma troquelación aparece, referida a las abejas, en un poema galante compuesto por Góngora en 1608: «Guarda de estos jazmines / de abejas era un escuadrón volante, / ronco, sí, de clarines, / mas de puntas armados de diamante»20. Nótese también cómo en los versos 839-840 de la Soledad segunda Góngora menciona a las aves de presa: «de cuanto sus dos alas aquel día / al viento esgremirán cuchillo vago»21. Para Salcedo Coronel dicho endecasílabo incorporaba un hipérbaton, ya que separa el núcleo nominal de su calificativo, tal como explicita en su paráfrasis: «Prevenía con el pico los filos de los cuchillos, que sus dos alas habían de esgremir aquel día en el vago viento» (Soledades comentadas, f. 297 v.). En el epitalamio se lee, consecuentemente: «Los Cupidillos alegres / oprimiendo sus candores, / al vago viento duplican / aladas ostentaciones» (vv. 242-245)22. Además de la repetición exacta de algunas troquelaciones, otros signos estilísticos parecen una clara reminiscencia gongorina, como la abundante diéresis estilística: «y al estrépito süave» (v. 67), «süaves inundaciones» (v. 263). A la luz de esos testimonios, hemos de compartir la valoración que hacía Mercedes Blanco en un trabajo reciente: «Da la impresión de que Salcedo escribía poesía a partir de Góngora y remontándose a sus fuentes, Estacio y Claudiano sobre todo, con lo que su tarea de comentarista y sus desvelos poéticos están íntimamente relacionados. No pocas veces lo que hace es traducir [al autor de las Silvas y al poeta tardo-antiguo], pero tomando muchas expresiones de Góngora»23.

Torquato Tasso

  • 24 Blanco, 2012.

15Gracias a una importante monografía, conocemos desde hace una década con suma precisión el importante sustrato tassesco que permea el tejido de las Soledades gongorinas24. Claro está, entre las anotaciones de los comentaristas se espigaban ya algunas referencias a la imitación de la Gerusalemme liberata por parte del escritor cordobés, aunque lo que ahora nos interesa es fijar la atención en dos glosas donde Salcedo Coronel admite que él mismo había utilizado también como fuente la epopeya dedicada a las Cruzadas. La primera mención se localiza en el pasaje que comenta la execración de las navegaciones; allí el caballero hispalense recogía los siguientes datos:

  • 25 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 77v.-78r. La cita de Tasso se ha cotejado con la moderna (...)

Torquato Tasso en su Jerusalén, canto xvi, [octava 57], imitando a Virgilio introduce a Armida, quejándose de Reinaldo, que la dejaba: «Ne te Sofia produsse e non sei nato / de l’azio sangue tu; te l’onda insana / del mar produsse e’l Caucaso gelato, / e le mamme allattàr di tigre ircana». Y yo, en mi Ariadna, siguiendo esta misma sentencia: «Cruel, tú no desciendes generoso / como incauto presumes de Piteo, / a ti el Cáucaso helado, a ti el furioso / mar principio te dio, no el alto Egeo. / Sustento ministraron riguroso / a tu primera edad (bárbaro empleo) hircanas tigres, que en crueldad prefieres, / ninguna más feroz que tú lo eres»25.

  • 26 Roses, 1993; Herrera, 1998a.
  • 27 En la traducción quinientista de Gregorio Hernández de Velasco, el pasaje latino rezaba así: «Malva (...)
  • 28 Ponce Cárdenas, 2016, pp. 11-12.

16En el epilio dedicado a la princesa de Creta abandonada por Teseo en Naxos se lleva a cabo un ejercicio de imitación ecléctica, ya que si bien el bastidor narrativo procede esencialmente de Catulo y Ovidio, algunos detalles remiten a modelos italianos recientes26. La versión del fragmento tassesco que plantea Salcedo Coronel en sus endecasílabos adapta con algunas libertades los giros del modelo: «non sei nato de l’azio sangue tu» > «tú no desciendes generoso de Piteo», «Caucaso gelato» > «Cáucaso helado», «l’onda insana del mar» > «el furioso mar», «te produsse» > «principio te dio», «le mamme allattàr di tigre ircana» > «sustento ministraron a tu primera edad hircanas tigres». Por otro lado, interesa subrayar otro detalle nada baladí en la glosa de Salcedo: la conciencia de que el lugar imitado procedía a su vez de la reescritura de un lugar virgiliano (Aeneis, IV, 365-367): «Nec tibi diua parens, generis nec Dardanus auctor, / perfide, sed duris genuit te cautibus horrens / Caucasus, hyrcanaeque admorunt ubera tigres»27. La cadena imitativa Virgilio > Tasso > Salcedo Coronel permite intuir que en la praxis creativa de algunos poetas áureos llegaba a percibirse con bastante nitidez la estrategia de la imitatio arqueológica o imitación por estratos28.

17La segunda referencia de Salcedo Coronel a la práctica personal de la imitación tassesca remite significativamente a otro epilio de inequívoca inspiración ovidiana: Ifis y Anaxárete. En este caso, el escritor sevillano engastaba dentro del relato mitológico un símil procedente del mismo canto décimo sexto de la epopeya, donde se refiere la historia de Rinaldo y Armida:

  • 29 Salcedo, Soledades comentadas, f. 153 v.

Esta comparación la tomó nuestro poeta de Torquato Tasso en el canto xvi de su Jerusalén: «Deh, mira (egli cantò) spuntar la rosa / dal verde suo modesta e verginella / che mezzo aperta ancora, e mezzo ascosa / quanto si mostra men tanto è piú bella». Yo, imitándole en mi Anaxarte dije: «Mira la rosa, que del seno rudo / libra modesta su beldad lozana, / hermosa más cuanto en el verde nudo / menos descubre la purpúrea grana»29.

  • 30 Ponce Cárdenas, 2021 a y 2021 b.
  • 31 Sobre la fortuna del relato procedente de las Metamorfosis de Ovidio en la poesía hispánica, véase (...)

18En la citada glosa, el erudito hispalense apuntaba cómo podría tener un origen tassesco la comparación de la joven novia de las bodas de la Soledad primera con una rosa a punto de eclosionar30. A mayor abundamiento, para reforzar acaso esta opinión, Salcedo Coronel no vacila en recurrir a su propia experiencia como creador, indicando que él mismo había tratado de emular el parangón floral en el epilio que había consagrado a la trágica historia de Ifis y Anaxárete31. Hoy puede sostenerse que el pasaje de la epopeya dedicada a las Cruzadas es fuente indubitable de los versos engastados en la fábula mitológica por el caballero sevillano, ya que no sólo calca la exhortación inicial («Mira» > «Mira») y el sentido ejemplar que se pretende dar a la flor (en la línea del carpe diem horaciano o el collige, uirgo, rosas de Ausonio), sino que refleja con exactitud algunos de sus giros más característicos. La estructura comparativa, que sirve de cierre ingenioso, parece revestir una cierta articulación paradójica: «quanto si mostra men tanto è piú bella» > «hermosa más cuanto menos descubre». Por otro lado, la fórmula del símil referida a la eclosión misma de la flor («spuntar la rosa […] modesta») parece someterse a una variación estilística que mantiene el calificativo como núcleo afectivo o moral, en tanto que recalca la idea de hermosura: «libra modesta su beldad».

Marino

  • 32 Bonilla y Garosi, 2008; Cacho, 2012; Carminati, 2012; Ponce Cárdenas, 2017; Matas, 2018; Carminati, (...)

19La impronta de Marino en los poetas españoles del Barroco ha sido objeto de varias reflexiones de interés, partiendo de la monografía de Juan Manuel Rozas hasta llegar a diferentes estudios específicos en torno al influjo ejercido por el cavalier napolitano en autores tan diversos como Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Pedro Soto de Rojas, Gabriel Bocángel o el propio Salcedo Coronel32.

20Hablando de los «efectos de la música de Orfeo» sobre las rocas y los árboles Salcedo Coronel va a recordar un madrigal de Giovan Battista Marino (Soledades comentadas, f. 123 v.):

  • 33 Puede leerse el texto en la moderna edición: Marino, 1995, p. 57.

Estos [efectos] abrazó el Marino en el madrigal I de la segunda parte de sus Rimas con felicidad grande; pudo ser que lo viese don Luis. «O tronchi innamorati, / o sassi, che seguite / questa fera canora / che agguaglia ai cigni e gli augelli innamora, / ah, fuggite, fuggite! / Voi prendete da lei sensi animati, / ella in se stessa poi / prende la qualità che toglie a voi: / e sorda e dura (ahi lasso) / diviene ai preghi un tronco, ai pianti un sasso»33.

  • 34 Salcedo, Soledades comentadas, fol. 123 v.-124 r.

21El poeta sevillano revela acto seguido que la ingeniosa composición del napolitano le sirvió de hipotexto para entonar las alabanzas de dos de las cantantes líricas más famosas de su tiempo en la corte partenopea: «Yo le imité en un romance que escribí a la señora Adriana y su hija en Nápoles, nuevas sirenas de aquella ciudad en lo dulcísimo de su canto»34. El curioso homenaje octosilábico al madrigal de Marino rezaba así:

  • 35 Cito el texto completo recogido en el volumen Cristales de Helicona, f. 123 r.-v. (romance 6). Pued (...)

Las dos hermosas deidades
donde ha retratado el cielo
para muerte de los hombres
sus más lucidos extremos,
con dulcísima armonía
tan iguales compitieron
que solo para alaballas
las diferencia el afecto.
En la variedad conformes,
engañaron sus acentos
la atención, que presumía
que eran eco de sí mesmos.
Segunda vez animados
troncos y peñas siguieron
del impulso más süave
repetidos movimientos.
Oyen los árboles mudos
y las duras piedras fueron
al rigor que las obliga
para la piedad ejemplo.
Pero en vano solicita
agradecido el deseo
de tan imposibles causas
favorables los efectos,
que la calidad usurpan
a los que sentidos dieron
y serán piedras al llanto
y sordos troncos al ruego
35.

22Atendiendo a la información recogida en el epígrafe, parece plausible sospechar que el poema estuviera dedicado a la celebérrima Adriana Basile (Posílipo, h. 1580-Roma, h. 1640) y a su hija, Leonora Baroni (Mantua, 1611-Roma, 1670), las dos cantantes líricas más aclamadas en la Italia del siglo xvii. Tras haber peregrinado por varias cortes de la península con gran éxito (Roma, Mantua, Módena, Florencia), Adriana Basile y su familia fijaron su residencia en la ciudad de Nápoles entre 1624 y 1633. Dado que Salcedo Coronel estuvo en la capital meridional al servicio del virrey Alcalá entre 1629 y 1631, cabe suponer que el escritor sevillano tuviera ocasión de escuchar a las cantantes en algún concierto celebrado durante aquel trienio.

  • 36 Teatro delle glorie, pp. 197-211.
  • 37 Recuérdese también el conjunto de poemas atesorado en el manuscrito napolitano conocido como Cancio (...)

23Desde el campo literario, puede recordarse cómo en 1628 había visto la luz en Venecia una imponente colección de elogios rimados a la artista, compuestos en italiano, español, latín y griego: Il teatro delle glorie della signora Adriana Basile, alla virtù di lei dalle cetre degli Anfioni di questo secolo fabricato. Al lado de los versos firmados por algunos de los mejores escritores italianos del momento (Chiabrera, Marino, Stigliani, Basile, Giovan Vincenzo Imperiale, Giulio Cesare Cappaccio…), figuraban en aquella silloge laudatoria las composiciones castellanas de doce ingenios de la corte virreinal: don Juan de Ávila; el conde del Vasto; don Álvaro Fernández Ramírez, canónigo de Palencia; don Íñigo de Mendoza; el consejero don Gregorio Angulo; el auditor don Juan de Angulo; el contador Pedro de Benavente; don Francisco de Villamayor y Zayas; el secretario Tomás de Rebolledo, racional de la Regia Cámara de la Sommaria; don Antonio Mexía; Pedro Rodríguez de León; el capitán Alonso Ortigosa36. Parece lógico pensar que el texto de Salcedo se inscribiera en ese mismo contexto de admiración hacia la virtuosa cantante lírica37.

24El romance áulico presenta una bipartición muy neta: los doce versos iniciales plantean un marco laudatorio original, en tanto que los dieciséis octosílabos de la segunda parte constituyen una imitación bastante fiel de algunos aspectos del madrigal de Marino. Seguidamente presentamos las principales equivalencias conceptuales:

1. «O tronchi innamorati, / o sassi, che seguite» - «animati» > «animados / troncos y peñas siguieron». 2. «Voi prendete da lei sensi animati» > «Oyen los árboles mudos / y las duras piedras». 3. «ella in se stessa poi / prende la qualità che toglie a voi: / e sorda e dura (ahi lasso) / diviene ai preghi un tronco, ai pianti un sasso» > «que la calidad usurpan / a los que sentidos dieron / y serán piedras al llanto / y sordos troncos al ruego».

25Un detalle interesante en el ejercicio imitativo de Salcedo Coronel es el de la opción métrica elegida, ya que abandona el cauce cortesano y lírico del madrigal para adaptar los mismos conceptos y motivos al molde castellano del octosílabo, en un breve romance acaso concebido para el canto.

A modo de conclusión

26Los parámetros creativos de los siglos xvi y xvii discurrieron entre los cauces de la imitación y la emulación de los mejores modelos. Al asomarnos a la officina de los ingenios áureos, no suele ser habitual que ellos mismos orienten a los investigadores sobre cuáles fueron los hipotextos antiguos y modernos de los que se habían servido. En verdad, el testimonio directo de los autores barrocos suele constituir una excepción, como puede verse, por ejemplo, entre los abundantes escolios que orlaban los ladillos de algunas epopeyas sacras (el Isidro de Lope, la Vida del glorioso patriarca san José de Valdivielso…) o las notas que acompañaban la edición de ciertos poemas de Francisco de Trillo y Figueroa, a modo de auto-comentario.

27El conjunto de referencias a las fuentes imitadas en sus propios versos, que Salcedo Coronel diseminó entre los comentarios a la obra de Góngora, presenta gran interés por cuanto nos dice acerca de su forma de trabajar y de concebir la propia creación lírica, en un diálogo constante con los maestros latinos e italianos, ocasionalmente filtrados por un ejercicio de contaminatio con el estilo gongorino. Por otra parte, no parece arriesgado afirmar que con dicha manera de proceder el poeta y comentarista enlazaba de alguna manera con la mejor tradición humanística de la Sevilla del segundo Quinientos y con el ejemplo inmarcesible de Fernando de Herrera, que en sus Anotaciones a Garcilaso había recogido ya algunas composiciones propias y de autores coetáneos, así como varias versiones de poetas antiguos.

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Notes

1 Roses, 1993; Herrera, 1998ª; Sánchez, 2013; García, 2014. Gherardi, 2015; García, 2016; Ruiz, 2016; Blanco, 2017; Gherardi, 2017; Plagnard, 2017; Ponce Cárdenas, 2017; Ruiz, 2017; Redruello, 2020; Redruello, 2022.

2 Entre los numerosos estudios sobre el impacto de la imitatio horaciana en el Siglo de Oro, espigamos aquí los siguientes: Bocchetta, 1970; Díez de Revenga, 1971-1972; Herrera, 1995; Perez Abadín, 1995; Herrera, 1998b; Marina, Peiré, Pueo y Puyuelo, 2002; Ponce Cárdenas, 2016, pp. 234-237; Ponce Cárdenas, 2019; Elías, 2021.

3 He cotejado el texto con la moderna edición bilingüe de Horacio, 1997, p. 218. La versión de Manuel Fernández Galiano reza así: «Ni el marfil resplandece / ni áureos artesones en mi casa; / columnas africanas / arquitrabes himetios no sostienen / ni Átalo de sus salas / me ha hecho heredero porque en ellas viva» (ibidem, p. 219). En una traducción no rimada impresa a finales del siglo xvii puede leerse la siguiente traducción de los citados versos: «No resplandece en mi casa marfil, / ni artesonado techo de oro, / ni puentes de Himeto / oprimen columnas cortadas en lo último / de África; ni desconocido heredero / me entré por el palacio del rey Atalo». Horacio, 1682, p. 123.

4 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 33 v.-35r. El texto completo puede leerse en Cristales de Helicona, f. 48 r.-49 v. (epístola III).

5 Para comprender mejor cuáles fueron las opciones que el poeta tomó a la hora de adaptar los tres dísticos del modelo (formados por un cuaternario trocaico cataléctico y un senario yámbico cataléctico), puede cotejarse el contenido de los dos tercetos de Salcedo Coronel con la versión literal en prosa que a finales del Quinientos había esbozado Villén de Biedma: «No el marfil, ni la trabe dorada resplandece en mi casa, ni los arcos de cantería del monte Himeto cargan las columnas cortadas en la última África, ni siendo heredero no conocido he ocupado el patrimonio del rey Atalo». Horacio, 1599, f. 74 r.

6 En latín, la voz «trabs» designaba generalmente la ‘viga’ o el ‘madero’, mas habitualmente en Horacio podía asumir metonímicamente el significado de ‘techo’, ‘morada’, ‘habitación’. El diccionario de la Real Academia recoge el sustantivo «trabe» con la acepción de ‘viga’ o ‘madero largo y grueso’, aunque parece significativo que en el Tesoro de Covarrubias no incluya en 1611 dicho vocablo.

7 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 40 r.-v.

8 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 40 v.-41r.

9 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 41 r. El texto del soneto recogido en las Rimas incorpora algunas variantes en el verso tercero: «ni la ribera toques peligrosa» / «no toques la ribera peligrosa». Rimas, f. 32 v.

10 Horacio, 1997, p. 196.

11 Medrano, p. 40.

12 Horacio, 1599, f. 64 r.

13 Horacio, 1682, p. 101.

14 Horacio, 1997, p. 196. En la versión de Francisco de Medrano: «Más veces bate el viento los crecidos / pinos y caen más presta y gravemente / las altas torres; hiere el rayo ardiente / los montes más erguidos». Medrano, p. 40.

15 Blanco, 2020. Ponce Cárdenas, 2020 y 2021a.

16 Castaldo, 2014.

17 Sánchez, 2013. Al igual que otras composiciones del período italiano, fue recogido con posterioridad en los Cristales de Helicona, f. 103 r.-109 v.

18 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 157 r.-158 r. y 161 r.-v.

19 Góngora, 2010, p. 163.

20 Góngora, 1990, pp. 120-121.

21 Góngora, 1994, p. 553.

22 Podría acaso verse como una muestra de variación estilística sobre el modelo la reescritura de «sus dos alas esgremirán» > «duplican aladas ostentaciones».

23 Blanco, 2020, p. 490, n. 30. Desde el punto de vista de la actualización de los antiguos géneros laudatorios en la Edad Barroca puede subrayarse asimismo que, además de Góngora, en un arco temporal bastante restringido, tres poetas innovadores imitaron el mismo dechado claudianeo, marcado por la sensualidad y la impronta narrativo-mitológica: Giovan Battista Marino (Venere pronuba. Epithalamio nelle nozze di Giovan Carlo Doria e Veronica Spinola, 1617), Gabriel de Corral (en el epitalamio impreso en el libro IV de La Cintia de Aranjuez, 1629) y García de Salcedo Coronel (el Epitalamio a los príncipes de Paternò, 1630). Marino, Epithalami, pp. 73-94. Corral, Cintia de Aranjuez, f. 185 r.-199 r. Sobre la narratio mitológica en el epitalamio, véase Ponce Cárdenas, 2002. Para un catálogo de epitalamios del Siglo de Oro, es obligada la consulta de Mateo, 2021.

24 Blanco, 2012.

25 Salcedo Coronel, Soledades comentadas, f. 77v.-78r. La cita de Tasso se ha cotejado con la moderna edición del poema épico sobre las Cruzadas: Tasso, p. 368.

26 Roses, 1993; Herrera, 1998a.

27 En la traducción quinientista de Gregorio Hernández de Velasco, el pasaje latino rezaba así: «Malvado, no es posible que tuviste / por madre, como me has mentido, a diosa; / no es posible, traidor, que tú veniste / de la sangre de Dárdano famosa. / Tú del hórrido Cáucaso naciste; / él te dio esa alma dura y peñascosa; / y, si esto no es, las tigres te engendraron / de Hyrcania y a sus pechos te criaron». Eneida, p. 175.

28 Ponce Cárdenas, 2016, pp. 11-12.

29 Salcedo, Soledades comentadas, f. 153 v.

30 Ponce Cárdenas, 2021 a y 2021 b.

31 Sobre la fortuna del relato procedente de las Metamorfosis de Ovidio en la poesía hispánica, véase Cristóbal, 2002. En especial, para la versión de Salcedo Coronel, remito a las pp. 113-121. El texto puede leerse en la edición moderna recogida en la tesis de I. García, 2014, p. 248. Se trata de los versos 289-292 del poema mítico-narrativo.

32 Bonilla y Garosi, 2008; Cacho, 2012; Carminati, 2012; Ponce Cárdenas, 2017; Matas, 2018; Carminati, 2020; Ponce Cárdenas, 2022.

33 Puede leerse el texto en la moderna edición: Marino, 1995, p. 57.

34 Salcedo, Soledades comentadas, fol. 123 v.-124 r.

35 Cito el texto completo recogido en el volumen Cristales de Helicona, f. 123 r.-v. (romance 6). Puede leerse asimismo en Salcedo, Soledades comentadas, fol. 123 v.-124 r.

36 Teatro delle glorie, pp. 197-211.

37 Recuérdese también el conjunto de poemas atesorado en el manuscrito napolitano conocido como Cancionero del duque de Alba, que poseyó la propia Adriana Basile y recoge autógrafos de su hermano, el poeta Giovan Battista Basile. Véase la edición cuidada por Castaldo, 2019.

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References

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Jesús Ponce Cárdenas, Imitación y auto-comentario en Salcedo CoronelCriticón [Online], 145-146 | 2022, Online since 30 November 2022, connection on 14 December 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/22407; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/12dlk

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About the author

Jesús Ponce Cárdenas

Jesús Ponce Cárdenas, profesor titular de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid, ha ejercido la docencia en varias universidades europeas (Ferrara, Toulouse, Lille, Bordeaux, Sorbonne). Especialista en la Poesía del Siglo de Oro, sus principales campos de investigación son la Tradición Clásica, las relaciones hispano-italianas, la épica sacra y los estudios inter-artísticos. En su producción destacan cuatro monografías sobre la poesía de Góngora; un volumen sobre la imitatio en la lírica del Siglo de Oro (La imitación áurea, Paris, Éditions Hispaniques, 2016); un tomo de estudios sobre poemas contemporáneos dedicados a pinturas (Écfrasis: visión y escritura, Madrid, Fragua, 2014) y un libro sobre el poeta y diplomático Antonio de Zayas, duque de Amalfi (El embajador parnasiano: Poesía y Pintura en Antonio de Zayas, Jaén, Universidad de Jaén, 2020). Como editor ha cuidado la publicación de las Rimas de Gutierre de Cetina, la Fábula de Polifemo y Galatea de Luis de Góngora, la Obra selecta de Anastasio Pantaleón de Ribera, las Diversas rimas de Francisco de Medrano y los poemarios de juventud de Luis Alberto de Cuenca (Elsinore, Scholia, Necrofilia).
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