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Los cuatro elementos en la construcción del discurso simbólico-espacial de la Fábula de Andrómeda y Perseo, de Calderón de la Barca

Francisco Sáez Raposo
p. 5-31

Resúmenes

A partir de un concepto polifónico del espectáculo teatral, el presente trabajo analiza el modo en el que Pedro Calderón de la Barca diseñó el discurso simbólico de la Fábula de Andrómeda y Perseo, representada en el Coliseo del Buen Retiro con motivo del restablecimiento de salud de la reina Mariana de Austria. La circunstancia externa que originó la fiesta condicionó la relevancia que el dramaturgo otorgó a la teoría cosmográfica de los cuatro elementos como conformadores de un universo armónico y que tuvo su reflejo dramatúrgico en los espacios dramáticos en los que transcurre la acción.

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Notas de la redacción

Article reçu pour publication le 28/11/2021; accepté le 25/03/2022

Notas del autor

El presente trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto PGC2018-098699-B-100, titulado Fiestas teatrales en el Coliseo del Buen Retiro (1650-1660): Catalogación, estudio, edición crítica y recreación virtual.

Texto completo

[…] I have heard
The cock, that is the trumpet to the morn,
Doth with his lofty and shrill-sounding throat
Awake the god of day, and at his warning,
Whether in sea or fire, in earth or air,
Thʼextravagant and erring spirit hies
To his confine […].
(William Shakespeare,
Hamlet, Acto I, Escena I, vv. 149-155)

  • 1 Por una carta que envió Felipe IV el 8 de abril de 1653 a sor Luisa Enríquez Manrique de Lara, Cond (...)

1El 18 de mayo de 1653 se vio sobre el escenario del madrileño Coliseo del Buen Retiro el resultado de la segunda colaboración profesional entre Pedro Calderón de la Barca y el escenógrafo italiano Baccio del Bianco, que había llegado a España en 1651 para ocupar el puesto dejado por Cosimo Lotti, fallecido en 1643. Tras sólo quince días de ensayos se estrenó Andrómeda y Perseo, fábula escénica sobre la que giró un fastuoso espectáculo cortesano originado a partir del deseo de la infanta María Teresa por celebrar el restablecimiento de salud de su madrastra, la reina Mariana de Austria, que había padecido una gravísima enfermedad que, además, había contagiado al resto de miembros de la familia1. Se trató de una de esas comedias de aparato que a lo largo de la década de 1650 convirtieron al Coliseo en el más importante espacio teatral cortesano de la Monarquía Hispánica durante el Barroco y en uno de los más importantes de Europa. Eran obras de naturaleza mitológica, aunque en sus argumentos se incluía también un importante componente pastoril, para cuya puesta en escena se requería del empleo de complicadas tramoyas y recursos escénicos, y que adoptaban la forma de un espectáculo polifónico, armónico y simbiótico en el que la música tenía un papel muy destacado. Aunque en este caso no tenemos constancia de quién compuso la partitura, tradicionalmente se ha adjudicado al famoso Juan Hidalgo.

  • 2 Ver Greer, 1991, p. 54. Tal y como señala la propia Greer, Pring-Mill (1968) lleva a cabo un intere (...)

2Más que por su calidad literaria o por la especificidad o singularidad de sus recursos escenográficos, la crítica se ha interesado por la pieza porque constituye un hecho excepcional en la historia de nuestro teatro aurisecular el que se haya conservado en un manuscrito, perteneciente hoy a la colección de la Houghton Library de la Universidad de Harvard (signatura Ms. Typ. 258H), conformado por el texto de la comedia, una relación anónima en la que se narran detalles de su representación, once dibujos que muestran otras tantas escenas del montaje y que fueron realizados por el propio escenógrafo, Del Bianco, y la partitura que complementó el montaje. Fue un regalo del rey a su suegro, Fernando III de Habsburgo, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El manuscrito evidencia que este tipo de espectáculos trascendía el plano puramente literario del texto dramático y se proyectaba como una experiencia plurisensorial conformada por la simbiótica conjunción de múltiples disciplinas artísticas. Se pretendía, de este modo, que el lector entrenado fuese capaz de recrear mentalmente el conjunto del montaje mediante un uso combinado de la información aportada. Se trata de una propuesta muy moderna en cuanto a su concepción, que se basa en la técnica de visualización que Ignacio de Loyola en sus Ejercicios espirituales (1548) denomina «composición de lugar», método vinculado con la meditación con el que se intenta reconstruir de forma ideal, a través de los «ojos de la imaginación» y con la intensa conexión de los cinco sentidos, una escena, principalmente un episodio de la vida de Cristo2. Este procedimiento dejó una profunda huella no sólo en la Devotio moderna, sino en la cultura barroca en su conjunto. El propio Calderón, en el Prólogo a la primera edición de sus autos sacramentales, pide disculpas anticipándose a las posibles objeciones que el lector podrá hacerle por haberse animado a publicar este tipo de piezas, que no pueden entenderse fielmente sin la referencia del componente visual con el que se concibe su puesta en escena. Por ello, y para intentar solventar el insalvable inconveniente de esta circunstancia, anima a quien los lea a que lo haga apoyando su lectura en la composición mental de lugares:

  • 3 Calderón de la Barca, 1677, s. p.

Parecerán tibios algunos trozos respeto de que el papel no puede dar de sí ni lo sonoro de la música, ni lo aparatoso de las tramoyas, si ya no es que el que los lea haga en su imaginación composición de lugares, considerando lo que sería sin entero juicio de lo que es, que muchas veces descaece el que escribe de sí mismo por conveniencias del pueblo o del tablado3.

3Aboga pues, Calderón, por una lectura teatral que haga justicia a la sustantividad de esta propuesta escénica. No por casualidad, en la introducción que antecede a la loa de nuestra comedia los tres personajes alegóricos de la Pintura, la Poesía y la Música debaten sobre los términos en los que deben colaborar para la satisfactoria materialización del espectáculo y acuerdan hacerlo de manera armónica y simbiótica, teniendo siempre muy presente que el resultado último no es una mera suma de elementos, sino que trasciende a las aportaciones individuales de cada uno de ellos. Una vez que tienen claro su objetivo, las nubes en las que están subidas las tres se juntan formando un único elemento corpóreo que se eleva, con ellas, al tiempo que lo hace también el telón de boca. El espectáculo, ahora sí, podía comenzar:

  • 4 Citaré siempre por la edición de Rafael Maestre (Calderón de la Barca, 1994), por lo que a partir d (...)

Música
Pues con esa prevención,
dadas las manos las tres,
demos principio a la loa […] (vv. 110-112)
4

4Defiende Calderón la acción sincrónica y armónica de las artes para, en clara analogía con el orden que articula el universo, crear un microcosmos eufónico. Ahondando en la naturaleza polifónicamente barroca con la que Calderón compone sus espectáculos cortesanos, nos recordaba Javier Aparicio Maydeu que

  • 5 Aparicio Maydeu, 2003, p. 1099.

El tiempo de Calderón es el tiempo de Velázquez, de Newton, de Corneille, de Descartes, de Molière, de Rembrandt, de Monteverdi, hermanados por un exacerbado concepto del espectáculo que sobrepasa las lindes del arte y logra fundirse con la vida cotidiana, en una poética barroca del arte total que culmina en la combinación de todas las disciplinas artísticas («que son muy parientes / Música, poesía y pintura» señala Apeles en Darlo todo y no dar nada), y que está en la base, junto a su talento para trenzar literatura y pensamiento, del reconocimiento que obtuvo Calderón de las voces más insignes del romanticismo alemán, de Schlegel a Goethe, de Schelling a Wagner, quien confiesa en su autobiografía que ni Tristán e Isolda ni otras de sus grandes óperas se hubiesen compuesto jamás sin la influencia decisiva del teatro calderoniano, que a mediados del xvii ya había alcanzado a los principales dramaturgos franceses e ingleses5.

  • 6 A este respecto, véanse los trabajos de Greer (1991, pp. 31-76), el estudio introductorio que Maest (...)

5Aunque conservamos alguna descripción de montajes cortesanos de aparato, los testimonios visuales incluidos en este manuscrito son únicos, ya que están realizados por el propio escenógrafo que se encargó de hacer realidad en el escenario las exigencias argumentales que imaginó Calderón. Por ello, la mayoría de los especialistas que se han fijado en esta obra han intentado comprender y desentrañar los mecanismos a través de los cuales se materializó en escena la complejidad tramoyística que caracteriza la obra6, a pesar de que Baccio del Bianco no realizó sus once dibujos pensando en facilitar detalles técnicos, sino en producir un impacto estético que ayudara a imaginar la magnificencia del espectáculo; en otras palabras, las láminas poseen un valor fundamentalmente ornamental.

  • 7 Se trata de un concepto empleado por Plumb (1987, p. 43) para describir la tentativa del artista de (...)
  • 8 Merrick aborda la obra como una alegoría de la victoria del bien sobre el mal figurativizada en el (...)
  • 9 Greer (1991, pp. 96-103) entiende que Calderón plantea en la obra no sólo un paralelismo entre las (...)
  • 10 Castro de Moux defiende que es más que probable que Calderón conociera la tradición hermética, por (...)
  • 11 Varey (1987) describe los dibujos más importantes que acompañan al manuscrito y destaca la importan (...)
  • 12 La fuente de información mitológica para muchos de nuestros autores barrocos fue la Philosofía secr (...)
  • 13 Hace ya décadas que superamos la opinión superficialmente negativa que sobre las comedias mitológic (...)
  • 14 Hebreo, Diálogos de amor, pp. 114-115. La obra se publica en 1535. La primera edición en español vi (...)

6Esto ha provocado que otros aspectos muy destacados de las «armonías complejas»7 generadas en la puesta en escena hayan sido completamente desatendidos. Uno muy relevante, en mi opinión, es el vinculado con el uso significativo del espacio en el que se ubica la acción dramática, ya que creo que no puede explicarse ni justificarse como una mera exigencia impuesta por el relato mitológico representado. Obviamente, el mito elegido impide la libertad de elección por parte del dramaturgo en este sentido, ya que ello contravendría el principio de verosimilitud para un público que conocía los detalles de la historia de antemano; pero no es menos cierto que la misma selección implica la apuesta por un determinado argumento que, a su vez, supone un reto en lo que respecta al mantenimiento de la atención del espectador durante todo el espectáculo. La opción responde a un propósito tanto programático como espectacular. En cualquier caso, esa atadura derivada de una historia preexistente sí posibilita la aceptación de algunas licencias que permiten ajustarla a unos objetivos determinados. Si exceptuamos los análisis de los recursos escenográficos con los que se proyectó el montaje, que constituyen la inmensa mayoría de los que se han centrado en la obra, ésta se ha estudiado desde un punto de vista filosófico8, político9, religioso10 y puramente descriptivo11. En todos estos trabajos, abordados desde estas perspectivas diferentes aunque, en muchas ocasiones, complementarias, existe un consenso a la hora de considerar que tras el mito se esconde un significado que ha sido cifrado en clave alegórica12. Sabemos que la propia naturaleza de este tipo de espectáculos cortesanos apunta siempre en esa dirección13. León Hebreo, en sus Diálogos de amor, recurre precisamente a la historia de la derrota de Medusa a manos de Perseo para ejemplificar el valor polisémico de los mitos, ya que, en este caso, la ficción poética encierra, según explica, un «sentido» histórico, otro moral y otro alegórico, este último, además, por partida triple: natural, celeste y teologal14.

  • 15 De manera muy tangencial, como introducción a su trabajo, lo abordan Varey (1987, pp. 530-531) y Va (...)
  • 16 Colahan, 1996, p. 78.

7Sin embargo, ninguno de los trabajos críticos referidos ha profundizado, de manera sorprendente, diría yo, en el motivo primigenio, en la razón de ser de la fiesta: la celebración de la recuperación de salud de la reina15. Ha resultado mucho más atractivo adentrarse por caminos interpretativos mediatos en lugar de hacerlo por el directamente inmediato. No está en mi ánimo, ni mucho menos, rebatir las pertinentes y relevantes conclusiones a las que llegan, pero sí valorar la causa motriz de un espectáculo que, claro está, sirvió a un propósito muy concreto. La complejidad estructural de los dramas calderonianos, mitológicos o no, no sólo permite, sino que favorece la inclusión de varios niveles de simbolismo. Refiriéndose al impacto que el personaje de Andrómeda tuvo en la literatura española del siglo xvii debido a las variadas y complejas cualidades que los autores le confirieron, Colahan, de manera muy gráfica y didáctica, afirmaba que «in the Spanish Baroque, Andromeda was the image of much more than a dragonbait»16.

  • 17 «[…] cerraba su clave con un tarjetón guarnecido de festones […]». Ver Calderón de la Barca, Andróm (...)
  • 18 Aunque los dibujos de Baccio del Bianco han sido publicados en numerosas ocasiones, remito para su (...)
  • 19 Ver Greer, 1991, p. 56.
  • 20 Valbuena Prat, 1930, p. 3.
  • 21 En su libro The Play of Power, Greer (1991, pp. 31-76) dedica un capítulo completo a la maestría co (...)

8Y es que ya desde el propio discurso iconográfico del montaje se jugó con el impresionante potencial que tenía su componente visual, pues los asistentes a la representación se encontraron con un telón de boca carmesí adornado, en color plateado, con flores y las iniciales entrelazadas que remiten a los nombres del rey, de la infanta y de la reina. Calderón y Del Bianco construyen en la parte superior del arco de proscenio, más que un jeroglífico, como señala el anónimo autor de la relación de la fiesta, un auténtico emblema, ya que allí incluyen los tres elementos constitutivos de este tipo de juego de ingenio: un lema («Generat Omnia»), una inscripción en forma de breve estrofa que equipara el sufrimiento personal y compartido que ha generado la enfermedad de la reina («Vive tú, vivirá todo; que no hay distancia entre ver / padecer o padecer») y una imagen que, ubicada en la clave del arco de proscenio17, entre los dos textos, muestra un sol parcialmente cubierto por unas nubes, en clara referencia a las cicatrices que la viruela había dejado en el bello rostro de la joven Mariana18, es decir, los «costurones» que, como ya señalé más arriba, mencionaba de forma desenfadada el rey en una carta dirigida a la Condesa de Paredes de Nava. Ese sol ilumina un campo florido en el que destacan un laurel, que simboliza a Felipe IV, y un rosal, que hace lo propio con la infanta María Teresa19. Como se evidencia desde el mismísimo arranque de la función, desde antes incluso de que se levante el telón, empleado, como vemos, con una intención muy moderna, polivalente y polisémica, estamos, como en su día señaló Valbuena Prat20, ante un concepto del espectáculo muy operístico, en el sentido wagneriano del término, esto es, como un producto que sintetiza todas las disciplinas artísticas en aras de causar una impresión en el espectador que excede, globalmente, a la de la mera adición de cada una de ellas. Se trata de la tantas veces aludida polifonía calderoniana21.

  • 22 Ver González Quijano, 1935.
  • 23 Ver Wilson, 1936.
  • 24 La primera edición de su libro es del año 1940 (Londres, Warburg Institute). Yo manejo la de 2012.
  • 25 Flasche, 1980.
  • 26 Vara López, 2011.

9Una lectura detenida de la comedia muestra la importancia que Calderón concede en su diseño argumental y, por extensión, espacial a la cosmología de los cuatro elementos esenciales de la naturaleza. Desde que a mediados de la década de 1930 tanto Pedro Miguel G. Quijano22 como Edward Wilson23 reflexionaran sobre este particular a partir de lo que otros críticos antes que ellos habían intuido de manera puntual en algunas obras, no es ningún secreto que los cuatro elementos forman parte importante de lo que podríamos llamar el imaginario alegórico calderoniano. Y aunque esto es especialmente llamativo en sus autos sacramentales, también tienen una presencia destacada en sus comedias, especialmente en las de tema mitológico, pues, como nos recordaba en su día Jean Seznec24, no podemos olvidar que los mitos clásicos sobrevivieron en la cultura de los Siglos de Oro a partir de tres vías que él denomina «tradiciones»: una histórica, en la que los protagonistas de los mitos se entienden como personajes históricos, reales; otra física, que pervive en la astrología; y una moral, que es la que nos interesa en estos momentos, en la que las divinidades paganas se transforman por medio de un proceso de alegorización en representaciones de ciertos valores morales. La senda abierta por Quijano y Wilson ha estado jalonada hasta la actualidad, desde diferentes aproxima-ciones, por otros trabajos, entre los que yo creo que hay que destacar los de Flasche25 y Vara López26.

10No es ninguna novedad, tampoco, que el espacio dramático en el que transcurren los argumentos de nuestras obras auriseculares, en realidad, de cualquier época y lugar, adquiere en muchas ocasiones un valor simbólico que complementa y amplifica su sentido recto, es decir, su significado vinculado con parámetros de índole realista. Uno de los elementos indispensables del hecho teatral es la necesidad del espacio, entendido en sentido amplio. Éste no sólo acoge la acción dramática, sino que habitualmente la condiciona, ya que determinadas situaciones tienden a suceder en los mismos lugares concretos. Como señaló Ignacio Arellano, en muchos casos

  • 27 Arellano, 2001, p. 89. Aunque el artículo se construye sobre el análisis de un corpus de «comedias (...)

el espacio admite una lectura moral o didáctica en algún sentido: implica […] un valor simbólico que va más allá que el marco de la acción. Este valor se presenta como dominante —y no solo como valor añadido o asociado— en numerosas ocasiones27.

11En un subgénero tan influenciado por la polisemia simbólica como el de la comedia mitológica, en cuyas fábulas normalmente se pretende construir una philosophia moralis, el espacio dramático en el que transcurre la acción adquiere al menos una doble dimensión, un nivel de significado dual con el que se transmite un mensaje más profundo que, sin duda, tiene que ver con el contexto que ha propiciado y permitido la materialización escénica de la fiesta. Una vez más, como señalaba un poco antes, el mito escogido limita la desviación creativa pero, al mismo tiempo, apunta, de manera indudable, al fin ulterior del dramaturgo. En otras palabras, la elección de una historia se hace con un propósito concreto y, por lo tanto, sus detalles han de servir al mismo.

  • 28 Véanse, entre otros, Flasche (1980, p. 248), De Armas (1982, pp. 61-64) y Böhme (1998, pp. 133-144)
  • 29 Barkan, 1975, p. 14.
  • 30 Sobre este asunto, como he dicho, véase Rico, 2005, pp. 15-42. El ejemplo citado aparece en la pági (...)

12La teoría de los cuatro elementos (tierra, aire, fuego y agua) como principio científico de organización de la naturaleza tuvo en su cadena de transmisión desde la Antigüedad hasta los Siglos de Oro cuatro eslabones fundamentales: Empédocles, Platón (en su Timeo), Aristóteles (De coelo) y Ovidio (en el Libro I de las Metamorfosis)28. Como en su día señaló Leonard Barkan29, se trata de la más antigua de las cosmogonías que sobrevivieron en la cultura occidental. En buena medida, el éxito de su aceptación y pervivencia estuvo relacionado con la analogía que desde muy pronto se estableció entre el universo y el ser humano a partir del concepto de macro y microcosmos. De entre los numerosos ejemplos que en este sentido aporta Francisco Rico en su detallado estudio sobre la transmisión en la cultura española desde la Antigüedad de la consideración del ser humano como trasunto en pequeña escala del universo hay uno que resulta muy significativo: el extraído de un poema órfico (Orphicorum fragmenta) en el que el mundo aparecía representado como un gigante cuya cabeza era el cielo; «el sol y la luna, los ojos; el éter, el entendimiento; el aire, la parte superior del tronco; la tierra, el vientre; el mar, las piernas; las raíces del suelo, el Tártaro; y los límites de la tierra, los pies»30.

13Todo ello tuvo su impacto, muy importante también, en el ámbito de la medicina, ya que tanto el universo como el ser humano están compuestos por los mismos elementos y, por lo tanto, comparten una misma naturaleza. De hecho, el sistema fisiológico elaborado por Galeno en el siglo ii (a partir de los conceptos establecidos por Hipócrates con anterioridad) estaba aún vigente en el xvii. Éste propugnaba que el cuerpo humano estaba constituido por cuatro humores (la sangre, la flema, la cólera o bilis amarilla y la melancolía o bilis negra) que determinaban, de acuerdo a sus proporciones, el temperamento y las características, tanto físicas como mentales, del individuo. La desproporción de alguno de ellos era causa de enfermedad, así como su justa proporción era el signo inequívoco de templanza física y mental. El exceso particular de los mismos traía aparejados unos efectos muy determinados. Así, por ejemplo, un exceso de sangre en el organismo provocaba en la persona la aparición de un carácter optimista, entusiasta y excitable.

14Una alteración en el macrocosmos iba a tener su trasunto en su equivalente a pequeña escala. A la hora de elaborar la fiesta teatral, Calderón parte de las circunstancias dadas de la recuperación de la salud de la joven reina, es decir, del restablecimiento del orden en un sistema microcósmico (el de la naturaleza humana), por lo que me animo a pensar, conociendo como ya he explicado anteriormente la esencia simbólico-alegórica de este tipo de espectáculos mitológicos, que la elección de la historia de Perseo y Andrómeda para celebrar este acontecimiento responde a la búsqueda de una fábula en la que se narre el restablecimiento de un orden después de los efectos sufridos por una profunda alteración del mismo. En ese camino desde el caos hacia el orden, de la disonancia a la armonía, los diferentes hitos que van jalonando la historia irán transcurriendo en los respectivos ámbitos de los cuatro elementos, en «sus espacios», por lo que éstos tendrán una presencia básica en la conformación de los espacios dramáticos en los que transcurren los acontecimientos de la comedia. De ahí que los protagonistas de la obra tengan que transitar y desenvolverse en espacios terrestres, aéreos, acuáticos e ígneos.

  • 31 «Entonces resplandeció la masa ígnea e ingrávida de la bóveda celeste, y ocupó su lugar en lo más a (...)
  • 32 «Destos cuatro elementos, los dos son leves y ligeros y los dos graves y pesados. Los dos leves son (...)
  • 33 Flasche, 1980, p. 248.

15Ya Ovidio hace una diferenciación entre los elementos separándolos en dos categorías: pesados (agua y tierra) y ligeros (fuego y aire)31. La idea la recoge Pedro de Medina en su Libro de cosmographia (1538)32. Flasche, por su parte, denomina «activos» a los ligeros, y «pasivos» a los pesados33.

16Los dos elementos que más presencia tienen en la conformación espacial de la comedia son la tierra y el aire, que aparecen en cada una de sus tres jornadas. De hecho, Calderón sigue un esquema especular para abrir y cerrar cada una de ellas, ya que se inician en un ámbito terrestre (en un paisaje rústico de Acaya la primera, en la gruta de Morfeo la segunda y en las tierras libias donde habita Medusa la tercera) y finalizan en uno aéreo (con la victoria de Palas sobre la Discordia y su caída desde el cielo en la jornada primera, con la escena de Palas recorriendo el cielo guiando su carro y los vuelos de Perseo y Mercurio la segunda, y con la apoteosis de un templo surcando los cielos y, por encima de él, Júpiter y un coro de dioses la tercera). Se produce una gradación en la delineación espacial, ya que en la jornada segunda se incluye, a mitad de la misma, intercalada entre los espacios propios de la tierra y el aire, el fuego, intrínseco al infierno, donde llega la Discordia para solicitar la ayuda de las Furias, y en la tercera, la más rica de las tres en este sentido, tanto el primer como el tercer espacio principal (constituidos por el elemento tierra) incorporan una coda muy espectacular vinculada con el aire (el vuelo de Pegaso nacido de los restos de Medusa en el primer caso, y el desplazamiento aéreo de un templo en el segundo). En la escena central de esta jornada tercera, donde se resuelve el conflicto de la historia con la batalla entre Perseo y el monstruo marino y la subsecuente derrota del último a manos del primero, confluyen, como vamos a comprobar un poco más adelante, los cuatro elementos, tres de ellos de manera tangible (agua, aire y tierra) y el cuarto (fuego) de forma simbólica.

  • 34 En su artículo sobre la imaginería que Calderón sustenta en el empleo de los cuatro elementos, Wils (...)
  • 35 Según Pérez de Moya, Philosofía secreta, p. 496, el arca en el que el rey Acrisio puso a su hija Dá (...)
  • 36 Flasche, 1980, p. 250.
  • 37 Cirlot, 1992, p. 324.
  • 38 Sirvan como muestra, los siguientes ejemplos: «[…] un día / alterado el mar, corriendo / fortuna, t (...)

17A ello tendríamos que sumar las referencias indirectas a realidades de naturaleza diversa que no tienen entidad física en la representación pero que remiten de manera inequívoca a uno de los cuatro elementos. En este sentido, el más destacado de todos es, sin duda alguna, el agua que, en muchas ocasiones, representa el medio (una travesía marítima) en el que se desplazan los personajes de un lugar a otro para encontrar su destino34: por mar llegaron, en la pre-historia del argumento, Dánae y Perseo a Acaya (vv. 159-229)35, a ese mismo lugar llegan Fineo y Lidoro buscando el oráculo de Júpiter (vv. 445-462), Fineo y Celio a Sicilia (vv. 1885-1912), allí también llegan Perseo y Bato (vv. 2136-2160), estos dos personajes un poco después a Libia para enfrentarse a Medusa (vv. 2493-2548) y Lidoro a Sicilia (vv. 3473-3513). El denominador común en todos los casos es que los viajes se describen siempre como trayectos peligrosos que suponen una amenaza evidente para la vida de los viajeros. Flasche ya percibió el paralelismo habitual que Calderón establece en sus obras entre el agua y la tribulación y encontró, al menos para el caso concreto del auto sacramental La redención de cautivos, un vínculo con un par de salmos bíblicos (el 65 y el 68) que «describen el agua como tormento»36. Por otra parte, la conexión entre el mar y Neptuno es instintiva, y no hay que olvidar que en los relatos mitológicos se trata de una deidad conocida por su intervención en los naufragios. Según nos señala Cirlot, el psicoanálisis considera al agua como un elemento perteneciente a las fuerzas inferiores y al océano como un símbolo del inconsciente y, por ello, al igual que sucede con Plutón, representa al espíritu en su forma negativa, ya que «es rey de los abismos del subconsciente y de los mares desordenados de la vida; desencadena las tempestades, correlato de las pasiones del alma, especialmente en su aspecto exagerado y destructor»37. Nos recuerda que el tridente, atributo propio del dios, lo es también del diablo. No por casualidad, como he señalado, todas las travesías marítimas que se describen en la obra contienen elementos asociados siempre con un peligro evidente38. Es más, las ofensas que causan las respectivas desgracias de Andrómeda y Medusa se han producido en un emplazamiento ubicado junto al mar. Con respecto a la primera, la inapropiada aseveración de Casiopea que provocará el trágico oráculo hacia su hija la lleva a cabo cuando observa cómo, a la orilla del mar, las nereidas festejan la extremada belleza de ésta; en cuanto a la segunda, no sólo se despierta la lascivia de Neptuno cuando ve a la bella Medusa peinarse a la orilla del mar, sino que el templo de Minerva donde la forzó también se halla sobre un risco adyacente al mismo (vv. 887-916).

  • 39 Ver Cirlot, 1992, p. 137.
  • 40 Ver Pérez de Moya, Philosofía secreta, p. 504.
  • 41 Dirá Casiopea a las ninfas tras contemplar, ufana, la hermosura de su hija a la orilla del mar: «[… (...)

18Del mar, claro está, surgirá el terrible monstruo al que hay que ofrecer como ofrenda a Andrómeda para calmar la ira de la agraviada Juno que, siendo reina de los dioses, junto con su esposo Júpiter se vincula con el cielo, esto es, con lo aéreo39. Aunque Pérez de Moya achaca el destino de Andrómeda a la desconsideración de su madre que se declaró más bella que todas las diosas, incluida Juno40, lo cierto es que la tradición incluye en esta afrenta a las Nereidas, ninfas hijas de Nereo, deidad marina. Calderón, por su parte, convierte a Venus en protagonista de la ofensa41, diosa, como es bien sabido, vinculada también con lo acuático, ya que nació de la espuma del mar, en las costas de la chipriota Pafos, tras la castración de Urano a manos de Cronos. De hecho, Casiopea, madre de Andrómeda se referirá a ella de manera inequívoca como «marítima deidad» (v. 740). Y no podemos olvidar que los lugares principales donde se desarrollan los acontecimientos tienen una conexión directa con el mar: Acaya, en la península del Peloponeso, emplazada en el Golfo de Corinto, Libia, bañada por las aguas del Mediterráneo y, claro está, Sicilia, territorio insular que supone un punto intermedio entre ambos, el cruce de caminos donde se resolverá el conflicto.

  • 42 Cito por Cirlot, 1992, p. 181.
  • 43 Describiendo los poderes de la vara, le dirá Juno a la Discordia: «A su golpe, el Báratro todo / ve (...)

19En la disposición de este microcosmos los espacios están conectados de alguna manera. Dependiendo de los elementos, los canales de conexión pueden ser inmediatos o mediatos. Ejemplo de los primeros se producen en el caso de la tierra y el agua, ya que se trata de dos elementos tangibles que entran en contacto directo en esos lugares bañados por el mar. Es curioso que, como señalaba Jung, en la tradición ambos estén hermanados por su naturaleza pasiva, receptiva y, por extensión, desde un punto de vista simbólico, femenina42. El canal de conexión entre los espacios aéreos e ígneos, correspondientes a elementos intangibles y, de acuerdo, a la misma consideración, activos, creadores, masculinos, son, sin embargo, mediatos. En la Jornada segunda Juno aparece volando por el cielo de Acaya y entrega a la Discordia una vara que, por su naturaleza leñosa, está vinculada con la tierra. Ese objeto de esencia divina43, por medio de un sortilegio que realizará agitándola en el aire, creará un acceso directo al infierno, donde la diosa le ha pedido que vaya a buscar la ayuda de las Furias en su lucha contra Palas y Mercurio:

Discordia
Pues ya que me dejas la vara en la mano,
verás que al Vesubio de Acaya mi horror,
hoy rasgando las duras entrañas,
penetra lo horrible y descubre lo atroz. […]
(Sacude con la vara al aire)
Al precepto de Juno, esos senos
franquee el acento infiel de mi voz
y, en disonante música opuesta
a la de los dioses, oíd mi invocación.
(vv. 1811-1814 y 1819-1822)

En el interior de Discordia, de hecho, por su propia naturaleza anida la división y ruptura, por lo que su fuego simbólico no hará más que avivar el que hace arder en celos a Juno, que le dirá, cantando:

Recibe esa vara y sacude con ella
las duras entrañas de aquese terror
que espira entre nieve el fuego, que guarda
por muerta pavesa de su corazón. (vv. 1791-1794)

  • 44 Pueden verse dichos diseños en los siguientes enlaces: https://collections.vam.ac.uk/item/O186394/ (...)
  • 45 «[…] se vio el teatro, desde sus más altas nubes a sus más retirados espacios, convertido en un vol (...)

20A su vez, la mención del volcán más emblemático de Europa, el volcán por antonomasia en la tradición clásica, anticipa el terrorífico espacio en el que se va a desarrollar la escena siguiente, en lo que constituye una de las mutaciones más espectaculares de toda la obra, ya que, a ojos vista, en el momento exacto en el que la Discordia movía la vara en el aire, el escenario se transformó en el infierno, en una escena para cuya concepción, con toda seguridad, Del Bianco se inspiraría en otras análogas diseñadas anteriormente por Giulio y Alfonso Parigi en obras como La liberazione di Tirreno o Le nozze degli dei44. Se trató de una escena de una enorme complejidad debido al uso combinado de pirotecnia y de autómatas, además de todo el potencial de perspectivismo de que estaba dotado el Coliseo. De hecho, según nos detalla el anónimo relator de la fiesta, constituyó la primera vez en la que, desde el punto de vista técnico, se aprovechaban todos los bastidores con los que contaba el teatro para generar un inaudito efecto de profundidad45.

21Es interesante señalar que aunque aparece una cueva en el argumento de la obra, espacio, como sabemos, altamente connotado desde el punto de vista simbólico, ésta no cumple la función de enlace entre la tierra y el infierno, de entrada a este último, sino otra mucho más metafórica, pues, al tratarse de la cueva de Morfeo, sirve para que Perseo, a través de una visión onírica, descubra su origen y su verdadera naturaleza. Por cierto, un origen que es el resultado también de la acción convergente de los cuatro elementos: su madre, Dánae, encerrada en una habitación palaciega (tierra), es visitada por Júpiter cabalgando un águila (aire) que para gozar de ella derrama una lluvia (agua) de oro (fuego). Como vamos a ver un poco más adelante, la confluencia de elementos puede producirse en la obra también en lugares o seres que, por ello, adquieren un valor especial.

  • 46 «Perseo. Si no me mienten las señas, / allí del caduco Atlante, / allí de noble alquería, / allí de (...)
  • 47 Wilson, 1980, p. 10.

22Los espacios terrestres y aéreos también necesitan elementos intermediadores que los conecten. En Acaya, por ejemplo, se encuentra el templo más importante dedicado a Júpiter que, como ya he señalado, funciona de oráculo, pues es el más antiguo donde se realiza su culto (vv. 819-824). Esa conexión entre el elemento humano (terrestre) y el divino (aéreo) se construye a través de la mención de un lugar sagrado que está ubicado en lo alto de una montaña. Es, por lo tanto, este accidente geográfico, esta elevación hacia el cielo la que sirve de canal de conexión entre ambas esferas. Algo análogo sucede en Libia, donde vive Medusa, ya que se trata del lugar donde la tradición ubica el mito del titán Atlas, al que Zeus condenó a cargar el cielo sobre sus hombros, es decir, se convirtió en una suerte de columna que sostiene la bóveda celeste sobre la tierra46. Para Wilson, la mención a Atlas implica una conexión metonímica con el elemento tierra47. Por todo ello, la propia Medusa, única mortal entre las tres Gorgonas, es un personaje anclado en el mismo elemento, como evidencian los dos componentes más relevantes de su caracterización: las pieles que viste y los áspides que sobresalen por las trenzas de su cabello (v. 2757+).

  • 48 Cito a partir de Cirlot, 1992, p. 181.
  • 49 «Fue maravilloso el despeño con que la Discordia cayó desde la más alta punta de una parte del teat (...)
  • 50 Folio 70 del manuscrito:
    https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$9i
  • 51 Folio 99 del manuscrito:
    https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$12i
  • 52 Folio 88 del manuscrito:
    https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$11i
  • 53 Dice la acotación «Venían, en la fachada del inmenso edificio, sentada la tropa de la música. Y en (...)

23Por su parte, el aire es, sin duda, el elemento que, a su vez, constituye el espacio primordial en el que habitan y se desenvuelven los dioses, y representa, según Gastón Bachelard, «libertad y movimiento»48. Allí se producen, por cantidad y espectacularidad, el mayor número de efectos tramoyísticos en forma de vuelos, algunos de ellos muy peligrosos (por ejemplo, el de la caída de la Discordia desde lo alto en un desplazamiento en diagonal tras ser derrotada por Palas, vv. 1099-1156)49, complejos, desde el punto de vista técnico e interpretativo, coreografiados (la escena de vuelos verticales y horizontales que comparten al final de la Jornada segunda Perseo, Mercurio y Palas, vv. 2383-2492)50 y epatantes (la apoteosis final de la comedia, en la que el templo de Júpiter se desplaza volando de Acaya a Trinacria transportando a buena parte de los protagonistas mientras que en el cielo se ve al dios junto a un coro celestial, vv. 3550-3759)51. Calderón sigue en su estructura compositiva un diseño en el que cada una de las tres jornadas de la comedia acaba con un momento climático en forma de impresionantes escenas aéreas que van aumentando en intensidad y complejidad debido a los elementos que las conforman y al número de personajes que intervienen en ellas. Como veremos un poco más adelante, la resolución del conflicto, justo en la escena anterior a la apoteosis final, proviene desde el aire con la derrota del terrible cetáceo a manos de Perseo, que llega hasta el escollo donde se encuentra atada Andrómeda surcando el cielo a lomos de Pegaso. El complicado y vistoso vuelo queda consignado por el escenógrafo en su dibujo a través de una línea discontinua que muestra un movimiento descendente sinuoso seguido de otro circular, que no hace sino evidenciar el deseo de prolongar lo más posible un efecto que causaría las delicias del espectador52. Se produce, de hecho, un in crescendo espectacular que desemboca en tres escenas de vuelo de especial intensidad, tanto argumental como visual, que vertebran el acto tercero: la del nacimiento de Pegaso a partir de las cenizas de Medusa y las dos ya citadas del enfrentamiento de Perseo, cabalgando a Pegaso, con la fiera y la apoteosis final con el traslado aéreo del templo de Júpiter que transporta toda una serie de personajes en él53. El asombro de quienes ven descender el edificio sobre el escenario evidencia la magnitud del efecto especial:

Perseo
¡Qué maravilla!
Andrómeda
                       ¡Qué asombro!
Bato
¡Qué prodigio!
Rey
                     ¡Qué portento!
Lidoro

Aún más es, señor, si miras
la gente que viene dentro […]
(vv. 3554-3557)

Sin duda, el apetito insaciable de los españoles por los efectos especiales que menciona Del Bianco se demuestra en el diseño espectacular de Andrómeda y Perseo.

  • 54 Perseo, como refiere Valbuena Briones, «fue una adaptación helénica del culto oriental ario de la d (...)
  • 55 Antes que Ovidio, el mito lo trató Apolodoro en su Biblioteca (Libro II, IV, 1-4).
  • 56 Martin, 1931, p. 451.
  • 57 «Jope de los fenicios, más antigua que la inundación de la tierra según dicen, está sobre una colin (...)
  • 58 «Fue la pelea de Perseo con la bestia marina en el mar Mediterráneo, de tierra de Iudea, cerca del (...)
  • 59 Fuera del ámbito teatral, Lope se había ocupado del mito en un poema extenso, escrito en octavas re (...)
  • 60 Ver Vega Carpio, La fábula de Perseo o Bella Andrómeda, pp. 13-14.
  • 61 La edición de Bustamante tuvo una nueva impresión corregida por Francisco de Guzmán que fue publica (...)
  • 62 La historia de Andrómeda y su liberación y los acontecimientos subsecuentes aparecen en los ff. 67v (...)

24Volviendo a la trascendencia de los cuatro elementos en la construcción espacial de la comedia, hay que señalar que el fuego es el que menos presencia explícita tiene, ya que únicamente aparece de forma manifiesta en la espectacular escena del infierno ya referida. Sin embargo, no cabe duda de que el protagonista de la obra, Perseo, es un héroe solar54 que, como también he señalado, tiene como ascendente a Júpiter, dios entre los dioses y padre de dioses y hombres que, además, concibe a su hijo fecundando a la princesa Dánae metamorfoseado en una lluvia de oro, símbolo ígneo también. Uno de los cambios más destacables que introduce Calderón en este sentido, vinculado, precisamente, con la ubicación espacial de la acción dramática, tiene que ver con la patria de Andrómeda y, por lo tanto, con el lugar en el que es ofrecida para ser devorada por el leviatán. A diferencia de Ovidio, que ubica el reino de Cefeo, el padre de Andrómeda, en Etiopía (Metamorfosis, Libro IV, vv. 665-675)55, Calderón lo hace en Trinacria, esto es, la isla de Sicilia, cruce de caminos entre el oriente y el occidente del mar Mediterráneo, punto intermedio entre Acaya y Libia y tierra muy caracterizada y connotada por su naturaleza volcánica. Debido al famoso templo que en la ciudad de Siracusa se erigió en honor de Apolo en el siglo vi a. C., toda la isla fue un territorio consagrado a esta divinidad que, como su padre, Júpiter, fue identificado ya por los griegos con el propio sol (Helios o Apolo Helios). Como comprobaremos después, Trinacria constituye una de las realidades confluyentes sobre las que se organiza el significado simbólico de la comedia y que yo he decidido denominar como «entidades cosmográficas». Para Martin, que advierte de una tradición italiana del mito de Perseo proveniente de la Eneida (Libro VII), que lo habría convertido en un personaje muy conocido en Sicilia, la decisión de Calderón de ubicar el episodio nuclear del argumento en esas tierras no parece premeditada: «[…] it is not probable that Calderón adopted Sicily as a result of investigation»56. Pero en realidad, y de acuerdo al planteamiento simbólico de los cuatro elementos, Trinacria es un lugar ideal para que se resuelva el conflicto, para que se derrote al mal y se restablezca el equilibrio perdido. Se trataba, por consiguiente, de una decisión consciente adoptada de acuerdo a su estrategia dramatúrgica y emancipada de las ataduras de la tradición. Según una que partiría de Plinio el Viejo (Historia natural, Libro V), en la ciudad de Joppe, en la costa fenicia, no sólo se conservaba aún en el siglo i una roca con restos de las cadenas a las que se ató a Andrómeda, sino que se seguía rindiendo culto al monstruo al que fue ofrendada57. Para Juan Pérez de Moya, fuente a la que tuvo acceso Calderón, este lugar se encontraba en la ciudad de Jaffa58. El propio Lope, que había tratado el mito en su comedia La fábula de Perseo o La bella Andrómeda (c. 1613)59, ubica la liberación en la costa de Tiro, circunstancia fácilmente explicable, según el buen criterio de McGaha, ya que no sólo es un puerto de mar, sino la ciudad más conocida de Fenicia, mucho más que Jaffa60. Ni siquiera en la popularísima traducción de la obra de Ovidio que realizó Jorge de Bustamante y que vio la luz hacia 1543 se explicita la nación del rey Cefeo, padre de Andrómeda61. Se trata ésta de una traducción libre, explicativa y que adopta muchas de las adiciones que en el transcurso de los siglos se habían ido incorporando al relato de los diferentes mitos. Con mucha probabilidad sería éste el texto, y no directamente el de Ovidio, que manejaron tanto Lope como Calderón a la hora de componer sus respectivas obras62.

25Pero el fuego tiene también una presencia fundamental en el plano exoescénico de la fiesta que, sin embargo, no sólo afecta a la propia génesis de la misma, sino a su resolución global en un estadio superior en el que confluyen los parámetros de la realidad y la ficción. Por un lado, la propia preparación y materialización del montaje se produce en y para la corte de Felipe IV, conocido popularmente como el Rey Planeta debido a su simbólica asociación con el sol, cuarto planeta en la jerarquía de los astros de tradición ptolemaica. Pero es que, además, la propia reina Mariana de Austria, en honor de cuya recuperación de salud se planeó la fiesta, aparece representada, como ya expliqué páginas atrás, también de forma simbólica como el sol en un jeroglífico que está ubicado en la clave del arco de proscenio. Dirá el personaje de la Música, mientras desciende cantando al tablado sobre una nube:

Música
Adoleció del achaque
de una nube el rosicler
del Sol, y todas las plantas
adolecieron con él.
Pero de cuantas contiene
el cortesano vergel,
en cuyo país su luz
la luz de sus ojos es,
fue la que más lo lloró,
la que más lo sintió fue,
con la infancia de una rosa,
la majestad de un laurel.
Éstas, pues, deidades dos,
viendo el Sol amanecer
turbado, un día dijeron
turbadas ellas también:
Dos Voces
(
Dentro) Vive tú, vivirá todo.
Que no hay distancia entre ver
padecer o padecer.
(vv. 4-22)

  • 63 Folio 3 del manuscrito: https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$2i
  • 64 «The fundamental allegoria of Las fortunas is drawn from Christian-Neoplatonic thought, which sees (...)
  • 65 Merrick, 1972, p. 326.

26El sol y la reina hermanados de acuerdo al potencial genésico de ambos: del astro rey depende toda la vida en la tierra y de la joven reina el futuro de la Monarquía Hispánica63. Ni siquiera la gravedad de la enfermedad padecida ha podido ensombrecer su fulgor. Sin embargo, ha provocado una perturbación, un desajuste, que hay que corregir por medio de un recorrido desde la discordia hacia la concordia que va a desarrollarse de forma velada, figurada, a lo largo de la historia que se representa sobre el escenario64. La realidad, en cualquiera de sus facetas (en este caso, la salud de la reina), está organizada a partir de unas simetrías acordes, de ahí que el prólogo que antecede a la loa de la comedia esté protagonizado por los personajes alegóricos de la Música, la Poesía y la Pintura que, tras exponer el dolor que la enfermedad de la reina ha generado al rey y a la infanta, acuerdan colaborar de manera conjunta y armónica para generar el espectáculo más perfecto posible, siempre a partir de la variedad, la pertinencia, el decoro y la excelencia, es decir, de la interacción equilibrada de las tres. Tras sus respectivas intervenciones montadas en una nube que asciende al compás de la subida del telón de boca, la escenografía de la loa redunda en este mensaje codificado, ya que en ella aparece el personaje de Atlante sosteniendo una esfera celeste en la que se ve la constelación de Perseo, que es el protagonista del argumento. A cada lado del titán, en el cielo y también en perfecta armonía, aparecen seis ninfas que representan a los doce signos del zodiaco, conformando todo ello la representación de un universo que, debido a la enfermedad de la reina, se muestra como inestable en la figurativización del poderoso personaje con la cerviz sometida bajo el peso que sostiene. De ahí que Merrick considere toda la obra como una representación cósmica65. El restablecimiento de la joven reina permitirá que el gigante se enderece y, por lo tanto, que el orden universal, la armonía de las esferas, se restablezca:

  • 66 Greer, 1991, p. 59.

[…] Calderón offered to Mariana a doubly flattering spectacle: Not only did she see that her recovery restored to his full mythic stature the giant pillar of the universe, who figured her husband, but also her recovery brought to earth the harmonious movement of the heavens66.

  • 67 Chaves Montoya, 2004, p. 195.

Esa armonía celestial tiene también, como en su día señaló Chaves Montoya67, una interpretación puramente artística, estética, pues con este discurso visual Calderón presenta una apología de la integración de todas las artes en este tipo de espectáculos de aparato.

  • 68 «[…] hay […] lugares que en la realidad eran familiares a la experiencia española aurisecular, pero (...)
  • 69 «Los alquimistas conservan en especial el sentido dado por Heráclito al fuego, como “agente de tran (...)

27Para que se produzca esa restauración del equilibrio original, esa victoria de la concordia sobre la discordia (lucha, por cierto, muy productiva, pues el mal genera una enorme cantidad de bien en el proceso de su derrota), son necesarias una serie de entidades especialmente connotadas desde el punto de vista de la concurrencia en ellas de los cuatro elementos, las aludidas «entidades cosmográficas», ya que puede tratarse bien de lugares o espacios físicos, bien de seres vivos de naturaleza diversa. Son actantes que permiten que la historia vaya progresando al tiempo que sostienen el discurso simbólico latente mediante un proceso de accumulatio en el que a un elemento determinado se le van añadiendo potencialidades semánticas en virtud de la relación de dependencia o afinidad que pueda establecerse entre éste y uno o varios de los elementos que conforman la realidad. Estamos ante una suerte de proceso semasiológico en el que el espectador, el receptor de este espectáculo polifónico e interdisciplinario, va atribuyendo significados a las improntas múltiples (conformadas por una combinación de signos de naturaleza diversa: léxica, visual, musical, etc.) que de manera complementaria terminan construyendo un mensaje complejo que trasciende, como queda dicho, la suma de los factores individuales que lo han generado. Todos ellos se han ido mencionando a lo largo de estas páginas. Ejemplos de los primeros, es decir, de realidades o espacios físicos, serían, como ya hemos visto, Acaya, Libia y, especialmente, Trinacria. En los tres confluyen los cuatro elementos; de manera más sutil el fuego en los dos primeros, por medio de la figura de Perseo que, como ya he señalado con anterioridad, es un héroe solar, y de forma mucho más evidente en el tercero debido a la naturaleza volcánica de la isla de Sicilia, tierra en la que surge el Etna, que, según ciertas tradiciones mitológicas, se consideraba el acceso al mismo Hades. Insisto, no por casualidad Calderón traslada allí la resolución del conflicto, es decir, la derrota del monstruo marino a manos de Perseo y la subsiguiente liberación de Andrómeda del peñasco al que había sido encadenada. Como en su día apuntó Ignacio Arellano, Sicilia era uno de esos lugares familiares para la consideración española aurisecular pero, al mismo tiempo, instalado en una intensa tradición mágica y mitológica68. Su naturaleza telúrica, volcánica e insular la vincula de manera intrínseca con el fuego y el agua, elementos genésicos ambos, de creación, de fecundidad y, por extensión, de transformación y regeneración69.

  • 70 León Hebreo, siguiendo la Genealogia deorum gentilium de Giovanni Boccaccio, compuesta hacia mediad (...)
  • 71 «Perseo. Para responder, la tierra / (Con este verso se abrió un escotillón, y en escondiéndose en (...)
  • 72 Como en su día señaló Chaves Montoya (2004, p. 218), las similitudes entre los planteamientos escen (...)
  • 73 Ver Ovidio, Metamorfosis, pp. 397-402.
  • 74 Martin (1931, p. 451) sitúa el origen de esta variante de la historia en la ya citada Genealogia de (...)

28También he ido señalando seres de naturaleza diversa en los que se produce esta convergencia de elementos. Sin duda, el ya mencionado Perseo, pero también Medusa, personaje, como he apuntado, vinculado con la tierra70, pero también con el agua, ya que debido a la extremada hermosura que poseía en su doncellez fue violada por Poseidón, dios de los mares, en un templo dedicado a Atenea en el que era sacerdotisa, por lo que la diosa, enfurecida, la transformó en un horrible monstruo. No podemos olvidar que el señor de los mares también se asociaba a los terremotos, es decir, era considerado un agitador de la tierra, lo que no hace sino subrayar esa agresión del dios a la Gorgona. Del cadáver decapitado de Medusa (tierra / elemento femenino / pasivo) por parte de Perseo (fuego / elemento masculino / activo) surgirá de una abertura en el suelo (tierra)71 Pegaso (aire / elemento masculino / activo) con el que el héroe se enfrentará al monstruo (agua / elemento femenino / pasivo). No olvidemos que de una coz que el caballo alado asesta en el suelo de la ladera del monte Parnaso brota la fuente Castalia. Como Lope y Corneille72 antes que él, Calderón decide que Perseo llegue al enfrentamiento con el cetáceo cabalgando a Pegaso, a diferencia de lo que relata Ovidio73, donde vuela gracias a unas alas talares regaladas por su hermanastro Mercurio. Sin duda, la búsqueda de una mayor espectacularidad está en el origen de esta decisión74. Es curioso que Calderón, en boca del personaje de Lidoro, asocie al caballo con el fuego, por lo que, en esta ecuación, el caballo alado (aire) surgido de una grieta del suelo por la que desaparece el cuerpo de Medusa (tierra) da una coz con su pezuña (fuego) de la que brota una fuente (agua) de carácter inspirador y purificador según el mito:

Perseo
Sobre la cumbre del monte
Parnaso, émulo de Atlante,
ha posado el primer vuelo.
Lidoro
No aquí la admiración pare,
pues hiriendo con la uña
el fuego a sus pedernales,
en vez de brotar centellas,
brota líquidos cristales.
Perseo
La fuente de los poetas
será. (vv. 2929-2938)

29La unión de estas dos entidades, Perseo y Pegaso, en la que confluyen los cuatro elementos, será determinante para vencer al leviatán que vendrá a devorar a Andrómeda y, por lo tanto, triunfar sobre el oráculo nefasto. El equilibrio integrado y amplificado de estos dos seres consonantes devolverá la armonía a una realidad distónica. Sin embargo, no será tarea sencilla, claro está, ya que la propia naturaleza del monstruo es heterogénea, lo que no hace sino evidenciar su singularidad y ferocidad. En la descripción pormenorizada que de él hace Fineo se le asocia, tanto a través de las diversas partes de su anatomía como de los efectos que su furia provoca en la naturaleza, con los cuatro elementos:

Marino monstro escamado
de cerúleas verdinegras
conchas. Con pies y con alas
en sus bóvedas engendra,
de sus entrañas aborta
y de sus senos revienta,
tan disforme, que si nada,
tan tremendo, que si vuela,
brama el aire y gime el mar,
confundidos de manera
que no se sabe si es
aire o mar adonde llega,
pues, escupidas las ondas,
hace, cada vez que alienta,
que el mar se suba a las nubes
y el aire a las ondas venga
a ocupar aquel vacío,
haciendo la azul esfera
mil desiguales montañas
de nubes y de cavernas.
Éste, pues, fiero vestigio,
ésta, pues, marina bestia,
con su saliva las aguas
de todo el río avenena
con su anhélito inficiona
del monte plantas y yerbas,
y de todos los ganados
el templado ambiente infesta.
A la orilla no es posible
llegar nadie que no sea
pasto suyo; no hay bajel
de cuantos al puerto llegan
que no zozobre a su vista,
porque su estatura inmensa,
si se mueve es huracán,
escollo si se está queda. (vv. 765-800)

  • 75 Desde el desconocimiento anatómico y fenotípico, se considera a la foca como un animal marino de na (...)

30El monstruo, marina bestia (agua) engendrada de los celos (fuego) de Venus, es huracán (aire) y escollo (tierra). Más adelante, el propio Fineo y Celio, narrando el naufragio que han sufrido a causa de su embestida, lo describirán como una foca75 alada capaz, con su brío, de levantar inmensas olas. Mientras que los vínculos con dos de los elementos (el agua y el aire) son directos, los de los otros dos se realizan a partir de la descripción hiperbólica del oleaje que es capaz de generar, que compara con montañas marinas que se elevan hasta el sol:

Celio
[…] Como apenas vio
la foca el varado huésped
de sus ondas, cuando horrible
las turbadas alas mueve
haciéndole que zozobre
al espolón de su frente,
a tiempo que, amotinado
de espuma el imperio leve,
montes de piélagos hace
que al sol la cerviz encrespen. (vv. 1897-1906)

  • 76 Folio 99 del manuscrito:
    https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$12i
  • 77 Chaves Montoya, 2004, pp. 216-217.

31Los dos contrincantes, en cuyas idiosincrasias confluyen los cuatro elementos, van a dirimir su duelo en un lugar, en ese sentido, también muy especial, como ya he señalado: Trinacria. El discurso simbólico que Calderón ha ido generando (y aprovechando, claro está, de la historia que eligió dramatizar) tiene su resolución en esta apoteosis materializada en una escena marcadamente espectacular, en la que al complicado vuelo de Perseo cabalgando a Pegaso se le suma el juego de perspectiva con el que, mediante el uso de los bastidores del Coliseo, se producía un asombroso efecto de aproximación del monstruo desde el foro hacia el público, que lo vería aumentar de tamaño de forma progresiva según se acercara a la embocadura del escenario. Una escena que el espectador, conocedor de la historia, habría estado esperando con impaciencia desde el inicio. Es, de hecho, la más significativa de toda la obra, la apoteosis desde el punto de vista simbólico: el bien, conformado principalmente por los elementos activos (el aire y el fuego) y que antes de este enfrentamiento ya ha derrotado a otro engendro de naturaleza terrestre (Medusa), vencerá finalmente al mal, constituido por un elemento pasivo (el agua). El orden ha quedado restablecido; en el plano ficcional, el desequilibrio generado por la soberbia de Casiopea, madre de Andrómeda, ha sido solucionado; en el plano real, la grave enfermedad que ha amenazado la vida de la reina ha sido curada. Solo queda celebrarlo, y eso, desde el punto de vista escénico, se llevará a cabo con la escena final, a modo de fin de fiesta, de preludio de los subsiguientes desposorios. Será una exaltación sensorial, con un escenario abarrotado de personajes y elementos escenográficos en un planificado y abrumador horror vacui: el templo de Júpiter que llega volando se posa en una lonja palaciega y de él descienden varios personajes; la corte de Cefeo recreada en primer término con dos columnatas enfrentadas donde están los protagonistas; en lo alto, sobre dos nubes, formando dos parejas opuestas y encima de las columnatas, Mercurio, Palas, la Discordia y Juno; y al fondo, en el cielo, a través de las nubes, Júpiter y, bajo él, su corte conformando un coro divino que toca instrumentos musicales76. Como en su día señaló Chaves Montoya, Del Bianco se inspiró para el diseño de su escena en la que planificó Guilio Parigi para el sexto intermedio de Il Giudizio di Paride (1608), titulado Tempio della Pace77. El orden macrocósmico se ha restablecido y, con él, a su semejanza, el microcósmico. En este barroco juego especular que trasciende la cuarta pared escénica se ha producido la sintonía entre los cuatro elementos que tiene su equivalencia en el equilibrio humoral.

  • 78 Ver Valbuena Briones, 1984, p. 93.

32En suma y conclusión, aunque en la comedia mitológica se parte de una historia ya prefigurada y, además, conocida por el público, el dramaturgo tiene aun así, como hemos visto, un margen de maniobra a la hora de seleccionar o subrayar aquellos episodios que más convienen para sus intenciones. El hecho mismo de preferir un mito sobre otro implica una elección acorde con el discurso que se quiere componer y las potencialidades (dramáticas, espectaculares, ideológicas, etc.) que éste tiene. En nuestro caso concreto, la elección responde, como ha quedado señalado a lo largo de estas páginas, a la celebración de la recuperación de salud por parte de la reina Mariana de Austria. Por ello, Calderón escoge un mito con mucha carga visual y, además, con un núcleo poético que, desde un punto de vista alegórico, podía relacionarse sin demasiada dificultad con la génesis de la fiesta. Como explicaba Valbuena Briones, «de la misma manera que Felipe IV cuidó, arriesgando su salud, a la Reina, así Perseo, poniendo en grave peligro su vida, había derrotado al monstruo y librado a Andrómeda de su cruel destino»78. Lo explicitará el personaje alegórico de Poesía en el Prólogo a la fiesta:

Las fortunas de Perseo
serán asunto, porque
son afectos de un amante
que en riesgo a su dama ve. (vv. 81-84)

33Calderón se apropia del mito y explota en él un discurso simbólico e ideológico a partir de unos ingredientes que le eran gratos y consideraba significativos, y asigna a éstos un valor que conviene a su mensaje: los cuatro elementos que desde la Antigüedad clásica se consideraban como los esenciales en la conformación de la naturaleza. La acción irá transcurriendo por espacios dramáticos conformados y/o connotados por cada uno de ellos. Los personajes transitarán por todos los ámbitos espaciales posibles, por todo el universo tangible en un viaje que transcurre desde el caos al orden, desde la discordia hacia la concordia.

  • 79 Ver Valbuena Briones, 1984, p. 96.
  • 80 Para un repaso bastante detallado de las ideas cosmogónicas y cosmológicas desarrolladas por Anaxím (...)
  • 81 «Éste [se refiere a Anaximandro] dejó por discípulo y sucesor a Anaxímenes, quien atribuyó las caus (...)
  • 82 Ver G. Quijano, 1935, p. 562.
  • 83 Cito por González Quijano, 1935, p. 558.

34En palabras del propio Valbuena Briones79, el espectáculo en su conjunto está compuesto como si fuera un emblema representable, un género híbrido en el que el conjunto de sus partes diversas sirve a un propósito alegórico mayor. Y ese fin mayor no era otro que mostrar el alborozo ocasionado por la recuperación de salud de la reina. Con ese planteamiento en mente, Calderón, Del Bianco y probablemente Hidalgo diseñan un espectáculo en el que, tras el conocido mito de Andrómeda y Perseo y sus historias concomitantes, subyace de manera alegórica la teoría de los cuatro elementos como teoría científica de la naturaleza. El desequilibrio humoral que ha desencadenado la afección parece equipararse con una disrupción en la fuerza universal sustentada en la sintonía de los elementos que ha de ser restablecida en aras de restablecer el orden perdido. Los enfrentamientos más importantes de esta contienda se librarán en el ámbito de lo que yo he dado en llamar «entidades cosmográficas», realidades, animadas o espaciales, en las que confluyen de manera significativa los cuatro elementos. Ello tiene un efecto directo en la configuración espacial de la comedia, pues en ese viaje alegórico y ritual Calderón hace recorrer a sus personajes toda la geografía de los elementos. El desarrollo del discurso simbólico sobre el que se construye la fiesta teatral discurre a partir de unas coordenadas espaciales perfectamente equilibradas y orientadas hacia un crescendo aéreo, hacia una progresión encaminada a potenciar el espacio escénico en el que tienen lugar los efectos especiales más espectaculares a partir de toda una tipología de vuelos diversos enmarcados y enfatizados por el empleo sincrónico del juego de bastidores con el que contaba el Coliseo. Y es que no podemos olvidar que los medios técnicos de aquel teatro permitían la materialización de este tipo de exquisiteces. En el discurso alegórico del espectáculo se vislumbra una preferencia por el elemento aéreo, que es desde el que se origina y llega la resolución del conflicto. De entre todos los filósofos presocráticos que reflexionaron sobre la importancia de los cuatro elementos como principios conformadores de las cosas existentes, se acerca Calderón con este planteamiento a Anaxímenes de Mileto, el único que consideraba al aire como la materia sustancial originaria de todos los componentes del mundo, ya que de él, mediante procesos de condensación y rarefacción, podían generarse los otros tres. En sus reflexiones, llegó a la conclusión de que el aire, que envuelve todas las cosas, no sólo podía ser creador de dioses, sino que él mismo tenía una naturaleza divina. La posibilidad de trazar una analogía, una vez más, en términos macro y microcósmicos no resultaba demasiado complicada: si el aire, que es origen de todas las cosas, circunda todo el mundo y facilita su unión y cohesión, del mismo modo el alma, que es principio o aliento (πνεῡμα) vital del ser humano, lo mantiene unido y controla. Las ideas del discípulo de Anaximandro y Parménides, cuya obra no se ha conservado, fueron comentadas y recogidas, entre otros, por Diógenes Laercio, Teofrasto, Aristóteles, Aecio o Cicerón80. Calderón pudo acceder a ellas a partir de san Agustín, que en el Libro VIII de La ciudad de Dios81, se refiere a la esencia primigenia y cuasi divina del aire. La equiparación entre el aire cósmico y el alma-aliento, o espíritu, facilitaba la asunción de un concepto pagano que resultaba muy atractivo y didáctico para la teología cristiana. Como defendía G. Quijano para algunos conceptos cosmológicos presentes en el auto sacramental de La vida es sueño, la cadena de transmisión de estas cuestiones sobre física de los primitivos filósofos griegos hasta llegar a Calderón estaría constituida por una serie de autores básicos que, para el caso concreto que nos ocupa, considero que pasaría por Cicerón (De natura deorum) y san Agustín82. A la hora de acceder al conocimiento escolástico, Alexander Parker pensaba que Calderón prefería las obras de san Agustín sobre las de santo Tomás por una cuestión vocacional, ya que el primero en su intuición se encontraba «más cerca de la poesía que la fría lógica» del segundo83.

  • 84 Varey, 1987, p. 541.

35El periplo de Perseo, del héroe, en busca de la consecución de un destino que tiene como momento álgido la liberación de Andrómeda de las garras del mal personificado en la figura de un cetáceo monstruoso y el trasunto simbólico que encierra, relacionado con la recuperación de salud de la reina sirven a Calderón para plantear una teoría de la naturaleza de raíz clásica encubierta no sólo en los personajes de la trama y en los espacios por los que transitan, sino en el planteamiento del conflicto y su resolución. Obtiene, como hemos tenido ocasión de comprobar, un resultado extraordinario de aquella técnica que Bances Candamo en su Teatro de los teatros denominó, de manera muy precisa, como «el decir sin decir». De este modo, el mundo de la ilusión y el de la realidad, el del espectáculo y el del autoespectáculo, como denominaba Varey a la esfera de la familia real en estas representaciones palaciegas84, donde el público miraba indistintamente al escenario y al espacio ocupado por éstos, separados por la permeable frontera del arco de proscenio del Coliseo quedaban englobados, sujetos a los mismos preceptos que organizaban un microcosmos que no era sino un trasunto de un estado cosmogónico superior y también, claro está, a las ineludibles leyes universales constituidas y armonizadas por los cuatro elementos.

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Notas

1 Por una carta que envió Felipe IV el 8 de abril de 1653 a sor Luisa Enríquez Manrique de Lara, Condesa de Paredes de Nava, que había sido institutriz de la infanta María Teresa, sabemos que fue viruela: «De gran aflicción me sacó Su Divina Merced dando salud a la reina, porque os aseguro que llegó a estar de mucho peligro y con gran cantidad de viruelas. Hartas muchas le han quedado, y creo que no se librará de algunas señales, pero vuelvo a repetir aquí lo que le dije delante de la Rubia [se refiere a su hija, la infanta María Teresa], que como yo la viese buena no se me daría nada que quedase con más costurones que Mortara». Cito por Pérez Villanueva, 1986, p. 197.

2 Ver Greer, 1991, p. 54. Tal y como señala la propia Greer, Pring-Mill (1968) lleva a cabo un interesante análisis sobre esta técnica de representación en varios autores del Barroco español.

3 Calderón de la Barca, 1677, s. p.

4 Citaré siempre por la edición de Rafael Maestre (Calderón de la Barca, 1994), por lo que a partir de ahora indicaré sólo el número de verso. Cuando sea necesario, modernizaré tanto la ortografía como la puntuación.

5 Aparicio Maydeu, 2003, p. 1099.

6 A este respecto, véanse los trabajos de Greer (1991, pp. 31-76), el estudio introductorio que Maestre incluye en su edición de la comedia (Calderón de la Barca, 1994, pp. 14-20), Ruano de la Haza (1998, pp. 156-167) y Chaves Montoya (2001 y 2004, pp. 189-217).

7 Se trata de un concepto empleado por Plumb (1987, p. 43) para describir la tentativa del artista de reproducir de manera armoniosa y fidedigna la realidad que, en el caso del teatro cortesano, implica el empleo del decorado en perspectiva. De este modo, según él, se buscaba también dominar dicha realidad representada.

8 Merrick aborda la obra como una alegoría de la victoria del bien sobre el mal figurativizada en el triunfo de la concordia sobre la discordia a partir de una combinación de presupuestos cristianos y neoplatónicos: «Primarily the action of the play has explored man’s inner constitution, the triumph of reason over passion, the love of truth and beauty wich leads to noble deeds, marriage with the ideal, union with God, and the defeat of discordia within». Véase Merrick, 1972, p. 326. Por su parte, O’Connor (1988, pp. 87-101) analiza el texto desde una hermenéutica de corte existencialista en la que interpreta el mito como un rito de paso de la infancia a la adultez masculina, marcada esta última por la aceptación y afirmación de una sexualidad violenta que implica la victimización de la mujer. Puede incluirse también en este grupo el trabajo de Valbuena Briones, 1984.

9 Greer (1991, pp. 96-103) entiende que Calderón plantea en la obra no sólo un paralelismo entre las figuras de Perseo y don Juan José de Austria, el famoso bastardo real que por aquellos años había conseguido apaciguar la ya persistente revuelta catalana, sino entre Juno y la reina Mariana, movidas ambas por los celos causados por las infidelidades de sus respectivos esposos y, en el caso de esta última, por la amenaza que el bastardo podría suponer para el acceso al trono de los infantes legítimos.

10 Castro de Moux defiende que es más que probable que Calderón conociera la tradición hermética, por lo que plantearía el personaje de Perseo como una suerte de héroe gnóstico, mesiánico, cuyas hazañas le conducen hacia un conocimiento que derivará en salvación. En palabras de la estudiosa, «es posible interpretar esta obra en el contexto del hermetismo docto, ya que la búsqueda de los significados ocultos en las cosas fue parte de la visión poética del mundo proveniente del Renacimiento y que supone el rechazo a la fisicidad aristotélica y el triunfo del hermetismo […]». Ver Castro de Moux, 2001, p. 319.

11 Varey (1987) describe los dibujos más importantes que acompañan al manuscrito y destaca la importancia de la loa en el conjunto de la fiesta.

12 La fuente de información mitológica para muchos de nuestros autores barrocos fue la Philosofía secreta (1585) de Juan Pérez de Moya, que en su mismo título evidencia la naturaleza polisémicamente heterogénea que encierran los mitos clásicos.

13 Hace ya décadas que superamos la opinión superficialmente negativa que sobre las comedias mitológicas calderonianas emitió en su día Menéndez Pelayo, que las consideraba una frivolidad visual, un producto basado en la tramoya que desatendía la calidad literaria. Ver Menéndez Pelayo, 1881, p. 365-366.

14 Hebreo, Diálogos de amor, pp. 114-115. La obra se publica en 1535. La primera edición en español vio la luz en Venecia en 1568.

15 De manera muy tangencial, como introducción a su trabajo, lo abordan Varey (1987, pp. 530-531) y Valbuena Briones (1984). Algo análogo hace Greer (1991, p. 59) cuando se refiere a la loa que antecede a la comedia y en la que ocupaba un lugar central y prominente una figura de Atlas sujetando sobre sus hombros la esfera celeste.

16 Colahan, 1996, p. 78.

17 «[…] cerraba su clave con un tarjetón guarnecido de festones […]». Ver Calderón de la Barca, Andrómeda y Perseo, p. 41.

18 Aunque los dibujos de Baccio del Bianco han sido publicados en numerosas ocasiones, remito para su consulta a la digitalización de los mismos que ha llevado a cabo la Houghton Library, institución que, como he señalado, custodia el manuscrito. Se trata, debido a la altísima resolución de las imágenes, del único lugar en el que es posible apreciar el detalle de este dibujo. Puede accederse al conjunto de los dibujos a través del siguiente enlace: https://digitalcollections.library.harvard.edu/catalog/ 990092178080203941_FHCL.HOUGH:1477538 [consultado el 28 de febrero de 2021]. Por otra parte, creo que la presencia del laurel en la imagen favorece el vínculo simbólico, en este caso concreto, entre el sol y la reina, a diferencia de lo que interpretan Varey y Valbuena Briones. Para el primero, la referencia al sol se trataba de un «tributo cortesano al rey Felipe IV», y para el segundo el mote en latín y la imagen del sol podrían referirse al rey, ya que «[…] del sol se generan todas las cosas; de la misma manera que del Rey proviene la paz y bienestar del país». Véanse Varey, 1987, p. 531 y Valbuena Briones, 1984, p. 94. Más adelante incidiré en la asociación que en su época se hacía entre Felipe IV, a quien se le denominó Rey Planeta, y el sol.

19 Ver Greer, 1991, p. 56.

20 Valbuena Prat, 1930, p. 3.

21 En su libro The Play of Power, Greer (1991, pp. 31-76) dedica un capítulo completo a la maestría con la que Calderón maneja la polifonía escénica tomando como ejemplo, precisamente, el modo en el que construye el argumento de Andrómeda y Perseo.

22 Ver González Quijano, 1935.

23 Ver Wilson, 1936.

24 La primera edición de su libro es del año 1940 (Londres, Warburg Institute). Yo manejo la de 2012.

25 Flasche, 1980.

26 Vara López, 2011.

27 Arellano, 2001, p. 89. Aunque el artículo se construye sobre el análisis de un corpus de «comedias serias» que se representaron en el ámbito de un corral de comedias, resulta muy útil por la taxonomía categorial que propone con respecto al vínculo del espacio con otros factores, como la acción, la lección, la emoción, el personaje o el género.

28 Véanse, entre otros, Flasche (1980, p. 248), De Armas (1982, pp. 61-64) y Böhme (1998, pp. 133-144).

29 Barkan, 1975, p. 14.

30 Sobre este asunto, como he dicho, véase Rico, 2005, pp. 15-42. El ejemplo citado aparece en la página 31. Para el reflejo de esta idea en los textos de Calderón, véanse las páginas 199-212.

31 «Entonces resplandeció la masa ígnea e ingrávida de la bóveda celeste, y ocupó su lugar en lo más alto. Lo más cercano a ella por situación y por ligereza es el aire; al ser más densa que ellos, la tierra arrastró los elementos de mayor tamaño y se hundió por su propio peso; el líquido, al desbordarse, ocupó el exterior y rodeó el orbe compacto» (Ovidio, Metamorfosis, p. 230, vv. 25-30). Acto seguido (vv. 32-68) describe cómo la divinidad ordena el mundo a partir de la separación de los cuatro elementos. En un momento determinado especificará: «Sobre ellas [las diferentes partes que componen el cielo] se cierne el aire, el cual es más pesado que el fuego en la misma proporción que el peso del agua es más ligero que el peso de la tierra» (vv. 51-52).

32 «Destos cuatro elementos, los dos son leves y ligeros y los dos graves y pesados. Los dos leves son fuego y aire, éstos siempre apetecen subir hasta ser en su esfera. Los dos graves son agua y tierra, éstos siempre apetecen descender hasta su centro». Cito por la edición de Lamb, 1972, p. 108.

33 Flasche, 1980, p. 248.

34 En su artículo sobre la imaginería que Calderón sustenta en el empleo de los cuatro elementos, Wilson (1936, p. 43) incluye un listado tentativo en el que presenta los elementos, criaturas y atributos que conforman los campos conceptuales de cada uno de ellos. Es decir, que no han de entenderse en un sentido limitado, simple, unívoco, sino como un concepto amplio conformado por realidades esencialmente interrelacionadas.

35 Según Pérez de Moya, Philosofía secreta, p. 496, el arca en el que el rey Acrisio puso a su hija Dánae cuando supo que estaba embarazada para impedir que se cumpliera el oráculo que había declarado que su nieto había de asesinarlo, llegó, guiado por los designios del mar, a la costa de Apulia.

36 Flasche, 1980, p. 250.

37 Cirlot, 1992, p. 324.

38 Sirvan como muestra, los siguientes ejemplos: «[…] un día / alterado el mar, corriendo / fortuna, trujo un bajel / a la vista de este puerto, / donde encallado en los bajos, / que son Escilas del griego / piélago, del negro ponto, / fue escollo de algas cubierto» (vv. 159-166); «Celio. […] apenas vio / la foca el varado huésped / de sus ondas, cuando horrible / las turbadas alas mueve, / haciéndole que zozobre / al espolón de su frente, / a tiempo que, amotinado / de espuma el imperio leve, / montes de piélagos hace, / que al sol la cerviz encrespen. / Fineo. ¡Oh mar, y de cuántas vidas / eres deudor!» (vv. 1897-1908); «Perseo. ¿Qué intrincada selva es ésta, / donde las iras crüeles / del mar nos han derrotado? / […] Bato. ¿Sé más que de tus bajeles, / embestidos de las Furias / que desatadas ofenden, / apartados unos de otros, / todos de vista se pierden?» (vv. 2139-2141 y 2152-2156); etc.

39 Ver Cirlot, 1992, p. 137.

40 Ver Pérez de Moya, Philosofía secreta, p. 504.

41 Dirá Casiopea a las ninfas tras contemplar, ufana, la hermosura de su hija a la orilla del mar: «[…] Decid a Venus, / marítima deidad vuestra, / que reina de la hermosura / no se intitule, pues llega / a ver que Andrómeda sola / hay que ese imperio merezca, / pues que sola ella debría / ser de la hermosura reina» (vv. 739-746). Véanse también los vv. 2523-2530.

42 Cito por Cirlot, 1992, p. 181.

43 Describiendo los poderes de la vara, le dirá Juno a la Discordia: «A su golpe, el Báratro todo / verás que obedece rasgando veloz / sus entrañas, en cuyo Cócito / la Hidra y Cerbero primer guarda son» (vv. 1795-1798).

44 Pueden verse dichos diseños en los siguientes enlaces: https://collections.vam.ac.uk/item/O186394/ secondo-intermedio-dove-si-vide-print-callot-jacques/ y https://camillesourget.com/en-3474-rare-books-first-edition-precious-books-coppola-giovanni-carlo-le-nozze-degli-dei-favola--the-account-of-ferdinand-ii-.html#lg=1&slide=0

45 «[…] se vio el teatro, desde sus más altas nubes a sus más retirados espacios, convertido en un volcán de fuego, tan horrorosamente apacible, que a un tiempo estremecía y deleitaba, siendo ésta la primera vez que logró el Coliseo sus distancias, pues nunca se vio con más fondos descubiertos. Y siendo así que las perspectivas de ruinas abrasadas bastaran primorosas a hacer distante lo cercano, qué sería cuando en los términos pudieron hacer más distante lo distante» (pp. 109-110).

46 «Perseo. Si no me mienten las señas, / allí del caduco Atlante, / allí de noble alquería, / allí de intrincado parque, / éste es el sitio que vengo / buscando […]» (vv. 2493-2498). Plinio, en su Historia natural (VII, 56), incluso afirma que la madre del titán fue Libia. Ver Plinio, Historia natural, Libros VII-XIII, p. 107. La consideración la recoge Pérez de Moya en el capítulo que dedica a este ser. Ver Pérez de Moya, 1995, p. 502.

47 Wilson, 1980, p. 10.

48 Cito a partir de Cirlot, 1992, p. 181.

49 «Fue maravilloso el despeño con que la Discordia cayó desde la más alta punta de una parte del teatro hasta esconderse en lo más inferior de la otra, con tanta velocidad que, empezando el verso al desasirse, no le podía acabar sino ocultarse, cuyo arrebatado movimiento quitaba con el susto mucha parte del agrado. Pero asegurado del peligro lo uno y lo otro pagaba en admiraciones el aplauso con que dio fin el primer acto» (Calderón de la Barca, Andrómeda y Perseo, p. 86). Puede verse el dibujo que para facilitar la imaginación de la escena preparó Del Bianco en el siguiente enlace: https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$4i. Como demuestra una carta que el escenógrafo envió al Gran Duque de Toscana casi dos años después de la representación, el 5 de febrero de 1655, se trataba de acciones muy peligrosas, pues menciona la suerte que había tenido de no haber sufrido aún percance alguno en ninguno de sus montajes, a pesar del reto constante que le supone satisfacer el gusto insaciable que tiene el público español por el riesgo: «[…] però che una caduta della Discordia che feci lʼanno passato, ancora se ne parla. Son questi spagnioli desiosi di novità, di macchine violente, precipitose, ratte, a segnio che io mi sono arrischiato a cose che costà non si sarebbero compórtate e sino a ora, con lʼaiuto di Dio, non mʼè succeduto male». Cito a partir de Bacci, 1963, p. 73.

50 Folio 70 del manuscrito:
https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$9i

51 Folio 99 del manuscrito:
https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$12i

52 Folio 88 del manuscrito:
https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$11i

53 Dice la acotación «Venían, en la fachada del inmenso edificio, sentada la tropa de la música. Y en habiéndose asentado en la tierra salieron de él el rey Polídites, Dánae, Cardenio, Gilote, Ergasto, Riselo y otros» (v. 3549+).

54 Perseo, como refiere Valbuena Briones, «fue una adaptación helénica del culto oriental ario de la divinidad solar o Mitra». Ver Valbuena Briones, 1984, p. 97.

55 Antes que Ovidio, el mito lo trató Apolodoro en su Biblioteca (Libro II, IV, 1-4).

56 Martin, 1931, p. 451.

57 «Jope de los fenicios, más antigua que la inundación de la tierra según dicen, está sobre una colina; delante de ella hay una roca en la que se muestran las huellas de las ataduras de Andrómeda. Allí se rinde culto a la Ceto de la leyenda». Ver Plinio el Viejo, Historia natural, Libros III-VI, p. 219.

58 «Fue la pelea de Perseo con la bestia marina en el mar Mediterráneo, de tierra de Iudea, cerca del lugar llamado Iafa en vulgar y en latín Iopen». Véase Pérez de Moya, Philosofía secreta, p. 505.

59 Fuera del ámbito teatral, Lope se había ocupado del mito en un poema extenso, escrito en octavas reales, titulado La Andrómeda, que vio la luz en La Filomena (Madrid, 1621). También dedicó otro soneto al asunto (el que empieza «Atada al mar Andrómeda lloraba»); algo análogo hizo Juan de Arguijo («En duro escollo expuesta al mar insano»).

60 Ver Vega Carpio, La fábula de Perseo o Bella Andrómeda, pp. 13-14.

61 La edición de Bustamante tuvo una nueva impresión corregida por Francisco de Guzmán que fue publicada en Madrid, por la viuda de Alonso Martín, en 1622.

62 La historia de Andrómeda y su liberación y los acontecimientos subsecuentes aparecen en los ff. 67v-72v. Manejo el ejemplar de la edición de Amberes de 1595 que conserva, con la signatura BH FLL 30833, la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid.

63 Folio 3 del manuscrito: https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$2i

64 «The fundamental allegoria of Las fortunas is drawn from Christian-Neoplatonic thought, which sees the triumphant integration of the human soul as a progress from discordia to concordia through love, the unifying power which balances the higher and lower faculties of passion and reason (producing concordia discors)». Ver Merrick, 1972, p. 320.

65 Merrick, 1972, p. 326.

66 Greer, 1991, p. 59.

67 Chaves Montoya, 2004, p. 195.

68 «[…] hay […] lugares que en la realidad eran familiares a la experiencia española aurisecular, pero que parecen recibir en el mundo literario una connotación de poético exotismo que los hace capaces de albergar historias maravillosas, según un mecanismo de verosimilación. Un ejemplo que merece mención especial es el caso de Sicilia, Trinacria en los textos poéticos de los dramas calderonianos. Isla instalada en una fuerte tradición mágica y mitológica, tumba de los huesos de Tifeo, como la describe Góngora en la Fábula de Polifemo y Galatea, patria de cíclopes y ninfas, ámbito de los monstruos Scila y Caribdis… acoge la acción, entera o parcial, de comedias como El mayor encanto amor, La fiera, el rayo y la piedra, Hado y divisa de Leonido y Marfisa, Argenis y Poliarco, El golfo de las sirenas, etc.». Ver Arellano, 2006, p. 65.

69 «Los alquimistas conservan en especial el sentido dado por Heráclito al fuego, como “agente de transformación”, pues todas las cosas nacen del fuego y a él vuelven. Es el germen que se reproduce en las vidas sucesivas (asociación a la libido y a la fecundidad)». Ver Cirlot, 1992, p. 209.

70 León Hebreo, siguiendo la Genealogia deorum gentilium de Giovanni Boccaccio, compuesta hacia mediados del siglo xiv, explica el vínculo telúrico de Medusa desde un punto de vista etimológico: «Perseo […] mató a Gorgona, tirana en la tierra, porque Gorgona significa, en griego, tierra». Ver Hebreo, Diálogos de amor, p. 115. No sólo los hermosos cabellos de Medusa fueron transformados en serpientes como castigo por la ofensa que sintió Atenea al ver mancillado su templo, sino que de las gotas de sangre que cayeron al suelo tras su decapitación nacieron diversos tipos de serpientes, con tal abundancia que Libia se consideró un lugar caracterizado por la presencia de estos reptiles ápodos asociados, obviamente, con lo terrestre.

71 «Perseo. Para responder, la tierra / (Con este verso se abrió un escotillón, y en escondiéndose en él el cuerpo de la estatua [el cuerpo fingido de la decapitada Medusa], al tiempo que lo pedían los versos salió, como formado de sus cenizas, un caballo con alas que, atravesando el teatro, desapareció velozmente) pienso que en bocas se abre. / Lidoro. ¡Horrible bostezo! Es / una grieta y della nace /, si no miente el asombro, / un bruto. Perseo. No es sino una ave, / pues las alas en el viento / es lo primero que bate. / Lidoro. Monstruo es de dos especies, / pues hijo de tierra es aire» (vv. 2919-2928).

72 Como en su día señaló Chaves Montoya (2004, p. 218), las similitudes entre los planteamientos escenográficos de los montajes de la obra de Corneille y la de Calderón son evidentes. Puede verse el grabado con la escena diseñada por Giacomo Torelli para la obra del dramaturgo francés en el siguiente enlace: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/35/Set_design_Act3_of_Androm%C3%A8de_by_P_Corneille_1650_-_Gallica_2010.jpg

73 Ver Ovidio, Metamorfosis, pp. 397-402.

74 Martin (1931, p. 451) sitúa el origen de esta variante de la historia en la ya citada Genealogia deorum gentilium. Pero es más que probable que la fuente directa, al menos para los dos dramaturgos españoles, no fuera Boccaccio, sino, como ya sabemos, Pérez de Moya. Sin embargo, en él se produce una incongruencia, ya que en el capítulo XXX de su Philosophía secreta señala que de la sangre de la cabeza de Medusa nació Pegaso, mientras que dos capítulos después indica que Perseo acabó con la vida de la Gorgona cabalgando al caballo alado. Pero no sólo eso, sino que el héroe también había pedido a Mercurio sus alas. Ver Pérez de Moya, Philosofía secreta, pp. 492-494 y 497-502. En mi opinión, parece claro que desde épocas pretéritas se había producido un sincretismo entre el mito de Perseo y Medusa y el de Belerofonte y Quimera. La confluencia de tradiciones y fuentes de referencia se evidencia en la traducción libre que Bustamante hace de las Metamorfosis, ya que mientras que, por un lado, en el texto leemos, como en Ovidio, que para desplazarse al lugar en el que Andrómeda había sido ofrecida al monstruo Perseo «ligó sus alas en sus pies y comenzó de volar», por otro, y acto seguido, se incluye un grabado en el que vemos al héroe enfrentándose a la bestia montado en Pegaso. Ver Bustamante, 1595, ff. 67v-68r. Está fuera de toda duda que se trataba de uno de los episodios más esperados por el público, que lo conocía perfectamente.

75 Desde el desconocimiento anatómico y fenotípico, se considera a la foca como un animal marino de naturaleza híbrida y, por lo tanto, monstruosa. En su Tesoro, la describirá Covarrubias como «[…] una bestia marina que tiene el cuero cubierto de pelo; sale a pacer a tierra y, durmiendo, brama como toro, y por eso le llamaron vítulo marino». Ovidio, Metamorfosis (pp. 398-400), sólo refiere su gran tamaño, al igual que Bustamante en su traducción de éste (1595, f. 68r), si bien es verdad que se muestra más concreto, pues lo equipara con una «nao» muy veloz.

76 Folio 99 del manuscrito:
https://iiif.lib.harvard.edu/manifests/view/drs:9045463$12i

77 Chaves Montoya, 2004, pp. 216-217.

78 Ver Valbuena Briones, 1984, p. 93.

79 Ver Valbuena Briones, 1984, p. 96.

80 Para un repaso bastante detallado de las ideas cosmogónicas y cosmológicas desarrolladas por Anaxímenes y de su transmisión hacia la modernidad, véase Kirk y Raven, 1979, pp. 205-232.

81 «Éste [se refiere a Anaximandro] dejó por discípulo y sucesor a Anaxímenes, quien atribuyó las causas todas de las cosas al aire infinito y no negó la existencia de los dioses ni se calló respecto a ellos; no creyó, sin embargo, que ellos produjeran el aire, sino que ellos mismos nacieron de él». Cito por Kirk y Raven, 1979, p. 215.

82 Ver G. Quijano, 1935, p. 562.

83 Cito por González Quijano, 1935, p. 558.

84 Varey, 1987, p. 541.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Francisco Sáez Raposo, «Los cuatro elementos en la construcción del discurso simbólico-espacial de la Fábula de Andrómeda y Perseo, de Calderón de la Barca»Criticón, 144 | 2022, 5-31.

Referencia electrónica

Francisco Sáez Raposo, «Los cuatro elementos en la construcción del discurso simbólico-espacial de la Fábula de Andrómeda y Perseo, de Calderón de la Barca»Criticón [En línea], 144 | 2022, Publicado el 20 abril 2022, consultado el 21 enero 2025. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/21124; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.21124

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Autor

Francisco Sáez Raposo

Profesor Titular de Literatura Española de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor o investigador en varias universidades y centros tanto estadounidenses (Duke University y Vanderbilt University) como españoles (Universitat de València, Universitat Autònoma de Barcelona y CSIC). También ha sido profesor invitado en la Universitat de Barcelona, en la Universidad de Milán y en la Universidad de Toulouse. Ha publicado trabajos sobre teatro breve, la actividad profesional de los actores y actrices, puesta en escena y representación, metateatralidad, reescritura y adaptación literaria, y preceptiva dramática, etc. A su vez, se ha encargado de la edición crítica de diversas obras de Agustín Moreto, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina, etc. Ha dirigido diferentes proyectos de investigación nacionales e internacionales. En la actualidad dirige uno titulado Fiestas teatrales en el Coliseo del Buen Retiro (1650-1660): Catalogación, estudio, edición crítica y recreación virtual, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades con la referencia PGC2018-098699-B-I00.
f.saez@filol.ucm.es

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