- 1 Véanse Sánchez Lancis, 1998, 2004 como ejemplos de análisis de las variantes gráficas en las edicio (...)
1El análisis literario de la obra de Lope y su estudio desde el punto de vista lingüístico no han ido habitualmente de la mano. A lo largo de los años, se han mantenido más bien como compartimentos estancos, sin tener en cuenta que la colaboración entre las dos perspectivas puede enriquecer a ambas1. El presente trabajo es un estudio preliminar que pretende comprobar cómo el proceso de fijación de la ortografía del español en los Siglos de Oro pudo afectar la escritura de un dramaturgo como Lope de Vega. Una investigación de este tipo puede arrojar luz, por una parte, sobre la toma de partido de los autores literarios en las polémicas lingüísticas de la época y, por otra, sobre el proceso de elaboración y de contextualización temporal de las obras en base a las decisiones lingüísticas adoptadas por sus creadores.
2Como ya indicaba Lapesa (1981, pp. 367-368), en los autógrafos de Lope se observa una voluntad clara de ajuste a un sistema de representación gráfica concreto y coherente. Las vacilaciones o correcciones que se detectan pocas veces tienen que ver con cuestiones estrictamente fonológicas, sino con una toma de partido por unas posiciones teóricas de base respecto a cómo hay que codificar el idioma. En este sentido, parece que Lope se alinea con una posición innovadora, que se origina en Nebrija, se puede rastrear en otros tratadistas del xvi y culmina con Gonzalo Correas en el xvii.
3Concretamente, se quiere determinar la influencia que la Ortografía castellana de Mateo Alemán, publicada en Ciudad de México en 1609 —pero que debió de gestarse y escribirse en buena parte en España—, pudo tener en Lope. Esta cuestión parece relevante, ya que se advierte que parte de las soluciones gráficas halladas en sus autógrafos a partir de 1610 encajan, hasta cierto punto, con las reglas propuestas por Alemán. Para esta primera incursión en el asunto, nos centraremos en dos aspectos ortográficos que presentan una trayectoria y un grado de aceptación distintos entre los tratadistas de los Siglos de Oro: la representación del fonema /f/ en voces con <ph> etimológica (por ejemplo, esfera < spheram o triunfo < triumphum) y la del fonema /g/ ante vocal palatal.
4En el presente trabajo se llevará a cabo una breve contextualización de los debates lingüísticos de la época de Lope, para pasar, a continuación, a exponer las posturas lingüísticas del poeta. Posteriormente, se dará cuenta de la evolución de la ortografía en ese momento, con particular atención a la Ortografía castellana de Mateo Alemán, y a la descripción de los dos fenómenos que se van a analizar. Finalmente, se presentará el examen de los autógrafos con respecto a estos dos aspectos ortográficos, previa exposición de la metodología seguida, y se ofrecerán unas breves conclusiones.
- 2 Véase Sánchez Lancis, 2001 para una revisión de la periodización de la historia del español. Este a (...)
- 3 Cf. Lapesa, 1981; Quilis, 2005 o Ariza, 2012.
5Lope de Vega (1562-1635) vive en una época lingüísticamente muy interesante por varias razones. En primer lugar, desde el punto de vista de la historia interna de la lengua, se sitúa en el periodo del español clásico2, es decir, el de consolidación del español en un sistema muy similar al que conocemos hoy en día. Es la época en que concluyen las grandes reestructuraciones gramaticales que arrancan de la Edad Media (y del latín vulgar, si se quiere) y en la que comienzan a gestarse los grandes cambios que llegan hasta la actualidad. En el terreno fónico, estos cambios, que suponen una reorganización del sistema fonológico de mucho calado3, tienen repercusiones importantes a nivel de representación gráfica y más en una época en que las normas ortográficas no estaban bien definidas.
- 4 Para una revisión de estos modelos, véanse Gauger, 2004, p. 691, o Girón Alconchel, 2007, pp. 61-62 (...)
6En segundo lugar, en este momento hay un debate intenso sobre el estatus de la lengua y su relación con el latín. En otras palabras, se está definiendo la actitud y la conciencia lingüística de la élite dirigente. Los tiempos de Lope de Vega son de tránsito entre diversos paradigmas o modelos de explicación de la lengua, especialmente en lo referente a sus orígenes4. Si hasta finales del xvi se trata de equiparar el castellano al latín y entroncarlo (hasta identificarlo) con él, en el xvii se tiende a reivindicar sus rasgos diferenciales y a reclamar su estatus de lengua de cultura no supeditada a él. Entre finales del xvi y el xvii va imponiéndose esta postura (el paradigma del dinamismo, en palabras de Girón Alconchel, 2007, pp. 61-62), que supone, en definitiva, resaltar la identidad del castellano como lengua y reconocer su origen como “corrupción” del latín. Lógicamente, esto no hubiera podido darse sin la existencia de antecedentes del lustre de un Nebrija, por ejemplo.
- 5 A primera vista, la reivindicación de amoldarse al gusto del público no entraría en el ámbito del d (...)
7En cualquier caso, todo este proceso de búsqueda de identidad y prestigio del castellano se relaciona, a nivel literario, con la preceptiva. López Grigera (2004) aporta pistas interesantes en este sentido. Finales del xvi y primera mitad del xvii es un periodo de cambio desde el modelo ciceroniano, de imitación de los autores de la Edad de Oro latina, a un modelo en que entra decisivamente el pensamiento neoestoico y la imitación de los autores de la Edad de Plata latina, modelo que durará hasta finales del siglo. Todo ello tiene implicaciones lingüísticas. El cambio en el paradigma literario supone que el ideal de artificio se impone sobre el de llaneza y, en consecuencia, se opta por un léxico y unas construcciones frásticas diferentes. Esto resulta muy evidente en el teatro. El precepto del decoro obliga a ajustar la lengua de cada personaje a su nivel social, su personalidad y, por supuesto, a su interlocutor y al asunto que trata en cada intervención, algo que, en definitiva —salvando la distancia entre realidad y ficción—, supone una cierta imitación de la realidad lingüística: los hablantes adecuamos el discurso a la situación comunicativa. Lope, en su «Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo», defiende esta mimesis, y en cuanto a leyes poéticas se refiere, recuerda además que hay que adaptarse al gusto del vulgo, más proclive a la simplicidad y ‘efecto de vida’ o ‘naturalidad’ de la comedia nueva que a la preceptiva literaria de un teatro a la antigua (López Grigera, 2004, p. 722)5.
8La tercera razón del interés lingüístico de la época es que se trata de un momento de ebullición en la descripción e intentos de prescripción lingüística. De hecho, es consecuencia de lo anteriormente expuesto, puesto que el dotar de gramáticas y ortografías una lengua significa ponerla en valor y dignificarla, equipararla al latín, a menudo poniendo énfasis en aquellos rasgos que la diferencian de él. Esto, evidentemente, acepta una lectura en clave de estrategia política y de refuerzo identitario. Por otra parte, este tipo de obras es fundamental para poder enseñar y aprender la lengua, tanto para hablantes nativos como para extranjeros. La misma Gramática castellana de Nebrija responde, en último término, a este fenómeno, y no es un ejemplo aislado: se puede rastrear buen número de gramáticas pedagógicas a lo largo de los Siglos de Oro (Lapesa, 1981, pp. 291-296; Lope Blanch, 1986, pp. 51-56; Girón Alconchel, 2007, pp. 58-63). El resultado es que se empieza a describir sincrónicamente la lengua, a reconocer sus rasgos internos como sistema y a velar por la corrección en su empleo.
9Este dinamismo se ve reforzado, además, con la aparición de la imprenta, que pone en primera línea la cuestión de la codificación gráfica de las lenguas. Es un problema importante, que pone de manifiesto que el sistema de representación heredado básicamente del latín es insuficiente ante la realidad fónica de las lenguas del momento. En el caso del español, autores como Nebrija se habían ocupado de esta dificultad y habían comentado la existencia de desajustes, básicamente por la asistematicidad en las grafías empleadas para la transcripción de determinadas categorías fónicas. Entre los siglos xvi y xvii, se llevó a cabo una labor de selección de opciones gráficas no exenta de polémica y de debates encendidos sobre qué criterios había que seguir para fijar la norma escrita del español. Se sabe que los autores del momento se preocuparon por esta cuestión, como recuerda Lapesa (1981, pp. 367-368), precisamente al hablar de Lope: «Basta comparar autógrafos de Lope de Vega con los correspondientes textos impresos para comprender el alcance de esta mayor disciplina [en referencia a la ortografía]».
10Como se decía, la obra de Lope de Vega discurre en este ambiente y, lógicamente, no permanece impermeable a él. De hecho, sus ideas al respecto se filtran tanto en el «Arte Nuevo de hacer comedias en este tiempo» como en sus obras teatrales (Abad Nebot, 2012; Zamorano Aguilar, 2016). El propio Lope hace alusión a la gramática en su obra y sus modelos que, según Zamorano Aguilar (2016, p. 194), serían Nebrija y los tratadistas latinos, lo que podría hacer pensar a primera vista en una postura relativamente tradicional por parte de nuestro autor.
11La realidad es que Lope toma partido por una concepción del español basada en la descripción de la lengua cotidiana, alejada de tendencias latinizantes (Cabranes-Grant, 2000, p. 148; Abad Nebot, 2012, pp. 1657-1658). En este sentido, el empleo de variantes arcaizantes y populares en determinadas comedias históricas se puede ver como una defensa de la autenticidad del idioma frente a la pomposidad de otras posturas lingüísticas y literarias (Lapesa 1981, p. 340). En el fondo, en el debate entre llaneza y afectación, opta por la primera vía, sin perder de vista que “llaneza” literaria no significa falta de dominio de la retórica: en palabras de Abad Nebot (2012, p. 1655), «estamos ante una lengua clara y por tanto transparente en sus significados, pero no exenta de artificios».
- 6 En Cabranes-Grant, 2000, p. 156, se explica que el autor admite haber elaborado el lenguaje sayagué (...)
- 7 Esto no siempre se ajusta a la preceptiva clásica y el mismo Lope lo reconoce, como reseñan López G (...)
12Este enfoque entronca con la idea de decoro, que quiere adecuar la forma de hablar de los personajes a su condición y a la situación comunicativa representada en escena. Ahí se advierte un trabajo intenso de reflexión lingüística, reconocido por el mismo Lope6. Los análisis lingüísticos de obras como Las famosas asturianas o Las batuecas del Duque de Alba (Zamora Vicente, 1983) ponen de manifiesto que el Fénix tenía un conocimiento importante de los aspectos fonético-fonológicos, morfosintácticos y léxicos del castellano, así como de su evolución diacrónica. Es capaz de identificar rasgos dialectales que aún hoy se asocian a las hablas septentrionales y maneja a la perfección los registros lingüísticos (Zamora Vicente, 1983; Cabranes-Grant, 2000, p. 159; Abad Nebot, 2012, pp. 1657-1658). La finalidad es que el lenguaje utilizado sea verosímil, parecido al que se da en los actos de habla que reconocen los espectadores. Esto se consigue con una selección de opciones lingüísticas (variantes gráfico-fónicas incluidas) que encajen con el tipo de personaje y el asunto de la obra. Para ello, es preciso observar la lengua del momento y estudiar la variación, lo que coincide con el pensamiento de Aldrete, por ejemplo7. Estos planteamientos sitúan a Lope de Vega en el paradigma del dinamismo ya mencionado anteriormente.
- 8 No se trata de una cuestión candente solo para el español, sino que es uno de los asuntos más en bo (...)
- 9 Véanse Salvador Plans, 1980; Esteve Serrano, 1982; Lope Blanch, 1986, pp. 56-57, o Maquieira, 2006, (...)
13Tal como se ha comentado, en los Siglos de Oro existe un interés profundo por instaurar una norma ortográfica que codifique en la escritura la pronunciación del castellano8. La consecuencia es la proliferación de ortografías (o de capítulos dedicados a ello en las gramáticas) a lo largo de estos siglos9. El inventario, muy largo, suele tener como punto de referencia inicial la obra de Nebrija, aunque hay precedentes anteriores, como el Arte de Trovar de Enrique de Villena (Zamora Munné, 1994; Maquieira, 2006, p. 366) y la Gramática castellana de Palacio (Gómez Moreno, 1989; Maquieira, 2006, p. 366). De todos modos, los capítulos sobre ortografía en su gramática y las Reglas de Orthographía (Nebrija, 1977) se pueden considerar fundacionales. A partir de Nebrija, se suceden muchos otros autores y obras relevantes: Cristóbal de Villalón, los Anónimos de Lovaina de 1555 y de 1559, Antonio de Torquemada, Juan López de Velasco o Benito Ruiz, entre otros, para el siglo xvi; Francisco Pérez de Nájera, Mateo Alemán, Bartolomé Jiménez Patón, Gonzalo Correas, Juan Villar, Juan de Palafox y Mendoza o Gregorio López Madera, en el siglo xvii.
- 10 Nebrija, Reglas de orthographia en la lengua castellana, p. 121.
14Antes de proseguir, es importante entender qué se entiende por ortografía en ese momento. Maquieira (2006, p. 366) indica que, en el xvi, la ortografía era concebida como la disciplina que no solo rige la «recta escritura», sino también «las figuras y las fuerzas de las letras»; es decir, interesa no solo construir un sistema gráfico, sino entender y fijar la pronunciación: es el arte del bien hablar y del bien escribir. El modelo es Quintiliano y su máxima de escribir según se pronuncia (si bien se obvia su alusión al uso, como señalan tanto Maquieira (2006, p. 371) como Martínez Alcalde (2010, p. 17). García Santos (2006, pp. 336-341), al analizar las ideas ortográficas de Nebrija, hace una precisión acertada sobre su principio segundo («que asi tenemos descreuir como hablamos y hablar como escriuimos»10): no se trata solo de escribir correctamente, sino también de pronunciar correctamente para fijar la forma fónica y evitar la corrupción de la lengua. Se trata, por tanto, de ortología, además de ortografía en el sentido actual.
15Dados los fenómenos que se quieren estudiar en este trabajo, nos centraremos en cuestiones relativas al nivel segmental. Cabe reseñar que, inicialmente, en estos siglos se detecta aún una fuerte dependencia del latín: muchos ortógrafos del xvi describen los segmentos del español a partir de los latinos. En los casos en que hay coincidencia en la pronunciación, no suelen detectarse problemas: se emplea la grafía heredada (son ‘sonidos propios’). Las dificultades surgen con los fonemas que no existían en latín y que aparecen como resultado de la evolución fónica (los ‘sonidos impropios’).
- 11 Véase Salvador Plans, 1980 para un estudio ya clásico sobre esta cuestión.
- 12 La propuesta de Alemán data de principios del xvii (1609), mientras que la Ortografia kastellana, n (...)
16Como resultado, se aprecian dos modelos teóricos básicos: el fonologista, que adopta el precepto de Quintiliano de utilizar la pronunciación como criterio de transcripción, y el etimologista, que postula que el criterio ha de ser la tradición, la etimología11. Además de estos, existe una vía intermedia: la de tener en cuenta el uso consolidado, sin dejar de lado el criterio fonológico. Los autores del siglo xvi optan mayoritariamente por la primera de estas opciones (Calero Vaquera, 1994, p. 56; Maquieira, 2006, 2008) y el punto básico de sus obras, pese a lo variado de sus propuestas, es que a cada grafía ha de corresponderle un sonido. Esta voluntad de univocidad no siempre se cumple, en realidad, y muchos acaban tamizándolo con el uso establecido (Maquieira, 2006, p. 383). En cualquier caso, el planteamiento más coherente en este sentido es el de Nebrija, cuyas ideas vienen siguiéndose y reproduciéndose en gramáticos y ortógrafos del xvi y del xvii, sea para copiarlas, sea para discutirlas. En el siglo xvii, la postura de Nebrija tiene dos grandes defensores: Mateo Alemán y Gonzalo Correas, que pretenden una reforma gráfica radical y efectiva12. De hecho, la ortografía de Correas resultó tan rompedora que provocó una reacción exacerbada en la tendencia etimologista, que acabó por imponerse en la segunda mitad del xvii.
17Lope de Vega desarrolló su actividad literaria en el momento en que las ideas de Nebrija habían sido matizadas por el criterio del uso (la postura de Villalón, del Anónimo de Lovaina de 1559 o de Jiménez Patón, ya en el xvii), pero reciben el revulsivo de la Ortografía castellana de Mateo Alemán a inicios del xvii y la sacudida de Correas, ya al final de su trayectoria. Parte de su producción se da a imprenta o circula cuando, en palabras de Maquieira (2008, pp. 512-513), «Los ortógrafos del xvii se debaten entre la ortografía heredada y sus propias observaciones como hablantes y estudiosos de la lengua».
18Mateo Alemán fue el primero que publicó un tratado ortográfico del castellano en América: Ortografía castellana (Ciudad de México, 1609). Fue un trabajo revolucionario por resultar la apuesta más decidida por el modelo fonologista: pretende simplificar la ortografía eliminando los símbolos que podían llevar a confusión y añadiendo otros para sonidos de creación romance. Su autor conocía la obra de Nebrija y de una parte importante de los tratadistas que le precedieron (Zamora Munné, 1994, p. 637; Heredia Mantis, 2018, pp. 244-245): es evidente la toma de partido a favor de las posturas del Nebricense, lo que lo alinea en el bando de quienes defienden la dignificación y defensa de la lengua, que ya no es vista como una variante del latín, sino como un idioma diferente y con entidad propia (Navarro Tomás, 1950, pp. xxii-xxiv).
19Esta opción lingüística se inserta de lleno en el debate entre Antiguos y Modernos: Alemán se posiciona a favor de reformas socioeconómicas que lleven la sociedad española a un progreso en que se estime el mérito y el trabajo de las personas, algo que necesita como base un sistema educativo eficaz (Ramírez Santacruz, 2014, pp. 327-329). El pensamiento de fondo es racionalista y tiene como objeto la mejora de la sociedad, objetivo a cuyo servicio pone su Ortografía: es necesario lograr una codificación moderna, con grafías unívocas, para contribuir a la mejora de la educación (Calero Vaquera, 1994, p. 58; Maquieira, 2008, p. 493).
- 13 Cf. Navarro Tomás, 1950, pp. xxiv-xxxii; Esteve Serrano, 1982; Calero Vaquera, 1994, pp. 58-61; Zam (...)
20La propuesta básica de la obra es, como se indicaba, la univocidad gráfica del sistema. Para ello, parte de algunas grafías heredadas del latín, que no suponen ninguna ambigüedad (<a, b, d, e, h, i, l, ll, m, n, ñ, o, p, u, z>). A partir de ahí, simplifica duplicidades: en los casos en que dos o más grafías sirvan para transcribir un mismo segmento, se elige una, que no puede coincidir con ninguna otra. En el caso de /t͡ʃ/, propone una grafía nueva que no se solape con otras: <ᴐ>. Así, obtiene un sistema de 30 signos que, a priori, no pueden confundirse (véase la tabla 1). Pese a ello, se detecta alguna concesión al uso establecido: la conservación de <q> ante /e, i/ para /k/, la de <ç> porque se asocia todavía con /t͡s/. También se distingue <i> y <u> de <y> y <v> para hacer referencia a su uso como vocales, en el primer caso, o como consonante (en uso como conjunción copulativa para y), en el segundo. Asimismo, se rechazan las grafías latinizantes del tipo <ct>, <gm>, <sc>, <sb> en voces como auctor, augmentar, sciencia, obscuro.13
21Tabla 1. Síntesis de la propuesta ortográfica de Mateo Alemán en su Ortografía castellana
Ortografía castellana (1609)
|
Grafías incontestadas:
|
Grafías reformadas:
|
Además…
|
<a>, <b>, <d>, <e>, <i>, <l>, <ll>, <m>, <n>, <ñ>, <o>, <p>, <u>, <z>
+
<h> (aspiración, que todavía se advertía según el autor)
|
-
/k/ = <c>, se elimina <k> pero se conserva <q>
-
/f/ = <f>, no <ph>
-
/g/ = <g>, <gue, gui> pasan a <ge, gi>
-
/x/ = <j>, no <x> o <g>
-
/ɾ/ = <ꝛ> y /r/ = <r>
-
/s/ = <s> (y <ſ> /s-/), no <ss>
-
/t/ = <t>, no <th>
|
-
Se conserva <ç> (= /t͡s/)
-
se distingue <y> (conjunción, consonante) de <i> (vocal) y <v> de <u> (consonante vs. vocal)
-
Se simplifican los grupos consonánticos cultos
|
- 14 Ver también Esteve Serrano, 1982, p. 44, quien reproduce un comentario del propio Alemán al respect (...)
22La Ortografía castellana, pese a publicarse en México, tuvo que prepararse en España, antes de la partida de su autor a América. Según apuntan los expertos, debió de redactarse en los años 90 del xvi (Navarro Tomás, 1950, pp. xvi-xviii; Ramírez Santacruz, 2014, p. 327)14 y su influencia práctica, como obra prescriptiva, resultó muy limitada. No obstante, se estima que la obra en sí debió de ser leída y considerada (Calero Vaquera, 1994, p. 61; García Santos, 2008, p. 461; Heredia Mantis, 2018, p. 257): Correas le señala como uno de sus modelos junto a Nebrija y es citada también en tratadistas posteriores, como Juan de Robles, Antonio Bordazar de Artazú, José Hipólito Valiente o en Mariano Bosomba y Moreno.
23El modelo de lengua defendido por Alemán coincide con el de Lope, quien, como se ha visto, también tiene como referencia gramatical a Nebrija: ambos defienden la grandeza del castellano sin afectación y sin contaminaciones innecesarias del latín. No sería extraño pensar que esas coincidencias llegaran al terreno ortográfico, y menos teniendo en cuenta que el debate en este ámbito está por entonces en pleno apogeo.
24Además, se sabe que Lope de Vega conocía a Alemán. De hecho, hay noticias de que los dos autores eran amigos y lo bastante íntimos como para que el segundo interviniera en los asuntos amorosos del primero (cf. Sobejano, 1982, p. 988; Bleiberg, 1967, p. 25, nota 1). Se tiene constancia de que coincidieron en Sevilla entre finales de 1601 y finales de 1604 (Sanz, 2010, p. 171), que Alemán prologó la Arcadia de Lope, publicada en 1598 (Márquez Villanueva, 1990, p. 151, nota 10), y que Lope efectuó el elogio de Alemán al frente de su San Antonio de Padua, en 1604 (Navarro Tomás, 1950, p. xv, nota 3; San José Lera, 2015, p. 165). Por lo tanto, la relación entre los dos existía y puede ser calificada de estrecha. Si tenemos en cuenta los tiempos de redacción de la Ortografía castellana y el hecho de que fuera leída y comentada (y criticada) por tratadistas del xvii, no es descabellado pensar que Lope tuviera acceso a ella, en su versión publicada o en una versión previa, y le pudiera haber influido de alguna manera.
25En este trabajo interesa dar cuenta de la forma en que Lope representa dos fonemas concretos: el fricativo labiodental /f/ en voces que presentaban <ph> etimológica, por una parte, y el oclusivo velar sonoro /g/ ante /e, i/, por otra. Se trata de dos aspectos que presentan trayectorias distintas en los debates sobre la ortografía del castellano, trayectorias que vale la pena explicar, aun someramente.
- 15 Pérez de Nájera, Orthographia castellana, f. 10r, por ejemplo, hace el inventario de palabras que d (...)
- 16 Véanse Valdés, Diálogo de la lengua, p. 182; Venegas, Tractado de orthographia y accentos en las tr (...)
26En el caso de /f/, hay que recordar que existen varios símbolos para su transcripción en la tradición escrita del castellano: <f>, <ph> e, incluso, <ff>15, aunque esta última posibilidad se descalifica en la mayoría de los tratados. La polémica está entre las dos primeras, puesto que se debate si han de preservarse las grafías latinas y griegas (Maquieira, 2006, p. 386). El modelo más etimologista defiende el mantenimiento de la grafía latinizante <ph> para conservar «memoria de ſu origen» (Pérez de Nájera, Orthographia castellana, f. 11r), aunque ya en el siglo xvi se defiende su supresión y el empleo sistemático de <f> para representar este segmento sin distinción de orígenes etimológicos. El mismo Nebrija sugiere la necesidad de simplificación y apunta al uso de la grafía menos latinizante, <f>. Esta directriz es aceptada por buena parte de los ortógrafos, ya en el xvi y, por supuesto, en el xvii. De hecho, no son pocos los que condenan el uso de <ph> como algo ajeno al castellano y propio de pedantes16. Existe, pues, un consenso considerable en este aspecto que se remonta a la obra de Nebrija y es plenamente vigente en el xvi.
27La representación de /ge, gi/ es más controvertida, puesto que no hay muchos autores que defiendan el principio de univocidad de grafías en este caso. Tanto Nebrija como Torquemada habían observado que <g> tenía varios ‘oficios’, con lo que su uso podía resultar confuso (Esteve Serrano, 1982, p. 335). El primero reconoce en su Gramática la incongruencia de añadir una grafía (<u>) para representar el mismo sonido velar sonoro que se transcribía solo como <g> ante /a, o, u/. De hecho, Nebrija (1977, p. 144) habla de «el defeto» de <q, g>: en este sentido se insinúa la posibilidad de eliminar el dígrafo en favor de <g>. Mateo Alemán, en su Ortografía castellana, recoge el guante y propone la regularización en <ge, gi> para /ge, gi/ (Esteve Serrano, 1982, pp. 335-337; Maquieira, 2006, p. 379; Ramírez Santacruz, 2014, p. 326, nota 3), punto en que Correas (1626, 1630) le sigue (Esteve Serrano, 1982, p. 337; Bustos Tovar, 1998, p. 55).
28No obstante, muchos otros ortógrafos, incluso renovadores, optaron por mantener el uso tradicional <gue, gui>, que fue el que se impuso (Esteve Serrano, 1982, pp. 337-338; Maquieira, 2006, pp. 379, 383): Valdés (2010, p. 164), Madariaga (1565, f. 96r), Benito Ruiz (1587, f. 15r), López Velasco (1582, f. 36v) o Jiménez Patón (1614, f. 32v) son algunos ejemplos. En realidad, solo Alemán y Correas propusieron en firme la simplificación a <ge, gi> para /ge, gi/, ya que Nebrija no resulta tan tajante.
29La idea de que las reglas ortográficas de Alemán o de otros tratadistas pudieran haber encontrado eco en Lope de Vega surge al revisar determinadas variantes gráficas de sus manuscritos. De hecho, parece que el estudio de los autógrafos puede arrojar luz sobre el grado de penetración de estas directrices y, atendiendo a la cronología de aparición de determinados cambios en la escritura, esto podría llegar a dar pistas sobre el momento en que se adoptan estos cambios.
30Así pues, se ha optado por analizar con atención los dos fenómenos mencionados anteriormente: por una parte, cómo ha de transcribirse /f/ en voces cultas que etimológicamente presentaban <ph> y, por otra, cómo se representa /g/ ante las vocales palatales /e, i/.
31Para ello, se ha establecido un corpus constituido por siete comedias de las que se conserva el autógrafo. Dos de ellas se han adoptado como elementos de control, ya que se corresponden con las etapas inicial y final del autor: El favor agradecido (1593) y El castigo sin venganza (1631), respectivamente. En estas dos obras ha de poder observarse la escritura en la producción temprana de Lope y la que presentaba en su época final. Del resto, tres de ellas, con datación fiable, se reparten en el periodo comprendido entre 1608 y 1613, años en que se verifican algunos cambios de tendencia en la representación gráfica de los fonemas arriba mencionados: La batalla del honor (1608), La buena guarda (1610) y La dama boba (1613). Finalmente, se han incluido también dos comedias de datación incierta, pero que se sitúan en este periodo central: Los melindres de Belisa (1606-1608) y La doncella Teodor (1610-1615). En este caso, interesa comprobar si los usos gráficos respecto a /f/ y /ge, gi/ permiten afinar su datación.
32De todas estas obras, se han extraído las palabras que incluían /f/ procedente de <ph> latina y las secuencias /ge, gi/. Con el objeto de agilizar esta fase de vaciado del corpus, se ha partido de las versiones online de la página Artelope (Oleza Simó et al., 2011-2020) y, una vez confeccionado el inventario de voces, se han localizado y se ha verificado su grafía en los autógrafos. El número total de casos examinados para cada uno de los fenómenos es de 100 para /f/ y de 139 para /ge, gi/, como puede advertirse en la tabla 2.
33Tabla 2. Número de casos analizados para los dos fenómenos estudiados.
Obras
|
/f/ < ph
|
/g/
|
/ge/
|
/gi/
|
El favor agradecido (1593)
|
7
|
6
|
2
|
Los melindres de Belisa (1606-1608)
|
3
|
6
|
3
|
La batalla del honor (1608)
|
5
|
14
|
6
|
La buena guarda (1610)
|
12
|
22
|
12
|
La doncella Teodor (1610-1615)
|
40
|
21
|
13
|
La dama boba (1613)
|
12
|
13
|
--
|
El castigo sin venganza (1631)
|
21
|
19
|
2
|
Total de casos:
|
100
|
101
|
38
|
34Una vez determinada la grafía empleada por Lope, se ha procedido a analizar la relevancia estadística de los datos obtenidos con el programa SPSS (v. 22), a partir de tablas de contingencia. Para averiguar si el tipo de grafía variaba de forma estadísticamente significativa en las diversas obras, se ha recurrido a las pruebas de X2 y V de Cramer, así como a los residuos tipificados corregidos (AR), que aportan información sobre la significación en la frecuencia de aparición de cada grafía en las distintas obras. Se es consciente de que la escasez de casos en ciertas comedias resta fiabilidad a los resultados; sin embargo, se ha considerado que su inclusión puede resultar una guía útil a la hora de interpretar las frecuencias absolutas y relativas de los datos.
35Por otra parte, antes de continuar, es importante tener en cuenta que, en algunos casos, la existencia de pocos ejemplos se relaciona directamente con la casuística de los autógrafos. Esto es especialmente claro en El favor agradecido o Los melindres de Belisa, puesto que no se conserva el autógrafo de la obra completa. Este hecho ha provocado que el número de ocurrencias que se han podido contrastar con el manuscrito haya sido necesariamente más parco. Asimismo, se han descartado aquellos casos en que la revisión del autógrafo ponía de manifiesto que la versión manuscrita no encajaba con la palabra transcrita por los editores o en que había dudas en cuanto a la interpretación de la grafía de la consonante (o de la vocal siguiente, en el caso de /g/).
36Como se comentaba, existía una tendencia, criticada por algunos ortógrafos, a emplear el dígrafo <ph> en aquellos casos en que /f/ se correspondía a términos que etimológicamente lo presentaban en latín. Lope no fue ajeno a ella. Como se observa en los datos incluidos en la tabla 3 y la figura 1, lo primero que puede advertirse es que, desde un inicio, la tendencia general es la de emplear mayoritariamente <f>, aunque puede verse cierta vacilación, ya inexistente en El castigo sin venganza.
37No obstante, es muy interesante comprobar que el comportamiento en las dos obras de datación incierta es opuesto al resto: tiende a predominar <ph> sobre <f>, algo que no se da en ninguna de las demás. Esto apunta a un tipo de escritura más etimologista, más tradicional, en lo que a este fenómeno se refiere.
38Tabla 3. Frecuencia absoluta y relativa en el uso de las grafías posibles para /f/ procedente de <ph> latina.
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<ph>
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<f>
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El favor agradecido (1593)
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1 (14.28 %)
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6 (85.71 %)
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La batalla del honor (1608)
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1 (20.00 %)
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4 (80.00 %)
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La buena guarda (1610)
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3 (25.00 %)
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9 (75.00 %)
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Dama boba (1613)
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2 (16.66 %)
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10 (83.33 %)
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El castigo sin venganza (1631)
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--
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21 (100 %)
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Los melindres de Belisa (?)
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2 (66.66 %)
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1 (33.33 %)
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La doncella Teodor (?)
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21 (53.84 %)
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18 (46.15 %)
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Figura 1. Gráfico de barras que muestra la distribución de las grafías <ph> y <f> para ph latina en las comedias analizadas.
39Estadísticamente, se puede hablar de diferencias significativas en la preferencia gráfica en función de la obra (X2(6)=22.783, p<0.001; V=0.477), unos resultados que se explican precisamente por La doncella Teodor, donde hay significativamente más casos de <ph> de lo esperado (AR=4), y El castigo sin venganza, en que no hay ninguno, algo que es estadísticamente relevante (AR=-3.4).
40En cualquier caso, se observa una cierta evolución: hasta La dama boba (1613), el dígrafo latinizante está presente, aunque las vacilaciones no son raras y pueden detectarse alternancias con <f> incluso dentro de la misma palabra. En (1) se presentan algunos ejemplos de ello: en (1a) se observa el empleo sistemático de <ph>, mientras que en (1b) se da la alternancia de las dos grafías en un mismo término, algo bastante habitual en las palabras de la familia léxica de filosofía en todas las comedias analizadas hasta 1613. (1c) se corresponde con la misma palabra en El castigo sin venganza, ya con la opción <f>. Esto mismo puede observarse en voces como triunfar, profeta o trofeo (ejemplos de 2).
41(1) a. philosophia (La doncella Teodor, acto II, f. 3r)
b. filosopho (El favor agradecido, acto I, f. 13v)
c. filosofos (El castigo sin venganza, acto I, f. 3v)
(2) a. triunphar (La batalla del honor, acto III, f. 12v)
b. profesa vs. propheta (La buena buarda, acto II, f. 6v y 12v)
c. trofeos (El castigo sin venganza, acto III, f. 3r)
42En consecuencia, lo que se puede advertir es que, en las comedias con datación fiable, hay preferencia por <f>, con lo que se sigue la doctrina de Nebrija y otros tratadistas del xvi, además de Alemán. Se trata de una grafía que, en la etapa final de Lope, parece ya fijada unívocamente, como se comprueba en El castigo sin venganza. Lo interesante es que las comedias con datación aproximada presentan una tendencia distinta, la conservación de <ph>, lo que apunta a un estadio en que las directrices de los ortógrafos mencionados no se han adoptado de forma inequívoca.
- 17 A la hora de valorar el uso de la grafía <ph> en La doncella Teodor, cabría tener en cuenta el cará (...)
43Hay que recordar que la recomendación de emplear siempre <f> no es nueva en Alemán o en los lingüistas del xvii, sino que venía postulándose desde finales del xv de forma bastante generalizada, como se explicaba en §3.2. Para Lope, por lo tanto, no era una cuestión nueva que se implantó en su época, sino un debate abierto desde hacía muchos años y en el que había un consenso bastante más extendido que en otros aspectos. El uso reiterado y frecuente de <ph> en estas obras, pues, parece señalar un gusto más latinizante, que choca con las opciones lingüísticas presentes en otras comedias y que puede apuntar a una escritura algo más temprana, en que la apuesta por la llaneza quizá no fuera tan decidida17.
44También es posible seguir la cuestión de la transcripción de las secuencias /ge, gi/ en las comedias de Lope. Si hiciéramos un estudio global de la representación de /g/ ante las vocales palatales, los resultados parecerían señalar la adscripción del Fénix a la tendencia etimologista, tal como puede verse en la tabla 4: en apariencia, predomina el uso de <gu> sobre la propuesta de Nebrija o Alemán, con la excepción de La dama boba, en que <g> se impone de forma clara.
45Tabla 4. Frecuencias absolutas y relativas del uso de <gu> y <g> ante /e, i/ en las comedias de Lope de Vega.
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<gu>
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<g>
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El favor agradecido (1593)
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8 (100 %)
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--
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La batalla del honor (1608)
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19 (95.00 %)
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1 (5.00 %)
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La buena guarda (1610)
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19 (55.88 %)
|
15 (44.11 %)
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La dama boba (1613)
|
1 (7.69 %)
|
12 (92.30 %)
|
El castigo sin venganza (1631)
|
11 (52.38 %)
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10 (47.61 %)
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Los melindres de Belisa (?)
|
9 (100 %)
|
--
|
La doncella Teodor (?)
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30 (88.23 %)
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4 (11.76 %)
|
46No obstante, estas cifras resultan engañosas, puesto que existen diferencias relevantes en la representación gráfica de /ge/ y de /gi/. Mientras que, en el caso de /gi/, la forma sistemática es la tradicional (<gui>), en el de /ge/ existe mayor variación en los usos y se observa un cambio en la tendencia con el paso de los años (véanse la tabla 5 y la figura 2).
47Tabla 5. Frecuencias absolutas y relativas del uso de <gu> y de <g> en los casos de /ge/ y de /gi/ por separado.
obras
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/ge/
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/gi/
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<gu>
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<g>
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<gu>
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<g>
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El favor agradecido (1593)
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6 (100 %)
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--
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2 (100 %)
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--
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La batalla del honor (1608)
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13 (92.82 %)
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1 (7.14 %)
|
6 (100 %)
|
--
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La buena guarda (1610)
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7 (31.81 %)
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15 (68.18 %)
|
12 (100 %)
|
--
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La dama boba (1613)
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1 (7.69 %)
|
12 (92.30 %)
|
12 (100 %)
|
--
|
El castigo sin venganza (1631)
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9 (47.36 %)
|
10 (52.63 %)
|
2 (100 %)
|
--
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Los melindres de Belisa (?)
|
6 (100 %)
|
--
|
3 (100 %)
|
--
|
La doncella Teodor (?)
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18 (85.71 %)
|
3 (14.28 %)
|
12 (92.30 %)
|
1 (7.69 %)
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Figura 2. Gráfico de barras que muestra la distribución de las grafías <gu> y <g> para /ge/ en las comedias analizadas.
48Según estos datos, parece que el momento clave se da a partir de 1610, en que se va imponiendo la grafía renovadora. Antes, se emplea fundamentalmente la opción avalada por el uso establecido (<gue>), como puede advertirse en los ejemplos de (3). A partir de 1610, predomina <ge>, como en los casos de (4), aunque puede alternar todavía con la opción conservadora.
49(3) a. llegue (El favor agradecido, f. 1v)
b. siguen (La batalla del honor, acto II, f. 16r)
c. Miguel (Los melindres de Belisa, acto I, f. 5v)
(4) a. siges (La buena guarda, acto I, f. 12r)
b. Migel (La doncella Teodor, acto I, f. 2v)
c. llegen (La dama boba, acto I, f. 1v)
d. castige (El castigo sin venganza, acto III, f. 2v)
50Estas observaciones generales vienen refrendadas por la estadística. En el caso de /ge/, se dan diferencias significativas en el uso de la grafía en función de la obra (X2(6)=43.225, p<0.0001; V=0.654). Tanto en El favor agradecido como en La batalla del honor, Los melindres de Belisa y La doncella Teodor, el número de casos de <gue> es significativamente mayor de lo esperado respecto a <ge> (AR=2.1, AR=2.7, AR=2.1 y AR=2.8, respectivamente); en cambio, en La buena guarda y La dama boba, son los casos de <ge> los significativamente más frecuentes de lo esperado (AR=3 y AR=4.1, respectivamente).
51De hecho, es importante insistir en que hay intencionalidad plena de introducir este cambio, porque se encuentran correcciones del autor en que se elimina <u>, como puede advertirse en la figura 3.
Figura 3. Imagen del autógrafo de La buena guarda (1610), en que se corrige la <u> de mitigues (f. 12r).
52El problema de interpretación surge con El castigo sin venganza, obra en la que, por cronología, se esperaría un sesgo claro a favor de <ge>. De hecho, todos los ejemplos de /ge/ se transcriben sistemáticamente así, salvo en la palabra guerra, que aparece en 9 ocasiones y es la causante de que la estadística no resulte significativa. Este mismo fenómeno se da en las otras comedias en que la grafía innovadora se impone: tanto en La buena guarda como en La dama boba, este vocablo aparece indefectiblemente con <gue>, aunque no distorsiona los resultados porque su presencia es menor (solo un caso). Parece tratarse de una cuestión léxica que habrá que estudiar más a fondo.
53Asimismo, cabe detenerse en las dos comedias sin datación exacta. Como se puede notar en la información de la tabla 5 y la figura 2, así como a partir de los resultados de las pruebas estadísticas practicadas, el predominio de <gue> sobre <ge> las sitúa antes de 1610. Sin embargo, los datos podrían permitir afinar algo más. Los melindres de Belisa presenta la misma tendencia que El favor agradecido, es decir, el uso sistemático y consistente del dígrafo. Es cierto que el hecho de conservar solo el autógrafo del primer acto de las dos puede haber sesgado los resultados, pero, al menos en esta primera parte, el comportamiento es el mismo. La doncella Teodor, por su parte, se aleja bastante del uso gráfico adoptado en La buena guarda, obra de 1610, puesto que, al contrario que en esta, el predominio de la opción conservadora es abrumador. En términos de frecuencia relativa, estaría más en línea con La batalla del honor, de 1608.
54Como se decía al principio de este apartado, la representación gráfica de /gi/ presenta una situación distinta. No se aprecia ningún cambio en la grafía empleada, que es invariablemente la conservadora, como puede apreciarse en los ejemplos de (5) y los datos de la tabla 5 (supra). La estadística no hace más que corroborar esta afirmación, al mostrar que no hay diferencias en los usos gráficos (X2(6)=1.975, p<0.853): se emplea casi exclusivamente <gui>. La única excepción es griegiescos, en La doncella Teodor (acto III, fol. 16r), que se ha regularizado como grigüesco en la edición de Menéndez Pelayo disponible en Artelope (cf. gregüesco en RAE, 2014).
55(5) a. seguille (El favor agradecido, acto I, f. 13v)
b. guisa (La buena guarda, acto II, f. 9v)
c. Seguiremos (La doncella Teodor, acto III, f. 10v)
d. pluguiera (El castigo sin venganza, acto II, f. 1r)
56La diferencia entre /ge/ y /gi/ no deja de ser interesante, por cuanto parece que siguen patrones diferentes. La explicación quizá debería buscarse en la relación existente con otro uso de la grafía <g> ante vocal palatal: como el fonema fricativo velar /x/, de reciente aparición en el idioma. Para este valor, eran posibles tres grafías: <g>, <x> y <j>. Habría que estudiar detenidamente cuáles son las opciones seleccionadas por Lope para ello: una primera cala apunta a que <gi> equivaldría a /xi/, mientras que, para /xe/, se emplearía <je>.
57En esta investigación inicial sobre el peso que los debates ortográficos pudieron tener sobre las representaciones gráficas elegidas por Lope de Vega, se ha podido comprobar que el dramaturgo no era ajeno a las discusiones lingüísticas de su tiempo. De hecho, se observa una evolución en la codificación escrita del idioma en sus autógrafos a partir del análisis de los dos fenómenos estudiados: la transcripción de /f/ en voces con <ph> etimológica y la de /ge, gi/.
58Como se ha explicado, se trata de dos aspectos que tienen una trayectoria diversa en los tratados gramaticales y ortográficos. Mientras que la confluencia de todos los casos de /f/ en <f> es ampliamente aceptada ya en el xvi, la regularización en la representación de /g/ como <g>, sin dígrafo, solo fue planteada de forma seria por tres autores: Nebrija, Alemán y Correas. A tenor de los resultados del estudio, se advierte que Lope va incorporando las innovaciones que considera pertinentes en sus escritos, y llama la atención que se decanta progresivamente por aquellas soluciones que suponen una simplificación del sistema y que, en el fondo, obedecen a la máxima de Quintiliano de univocidad entre sonido y grafía. Esa es, precisamente, la propuesta de Alemán en su Ortografía castellana. No se puede decir que Lope incluya sistemáticamente todas las innovaciones de este tratado, pero sí parecen aplicarse los preceptos relacionados con los dos fenómenos estudiados.
59En el caso de <f>, no puede atribuirse la adopción de esta grafía de forma clara a la influencia de Alemán, puesto que en autógrafos anteriores a la aparición de esta ortografía ya se da la tendencia a la supresión de <ph>. Sin embargo, en la elección de <ge> para /ge/ no ocurre así. Esta grafía se detecta exclusivamente a partir de 1610, en las obras más tempranas analizadas o no hay casos o solo uno.
60Si se tiene en cuenta que la Ortografía castellana se publica en 1609, parece un poco precipitado atribuir el cambio de las grafías a su influjo. Sin embargo, antes de este momento solo Nebrija —y muy indirectamente Torquemada— habían sugerido esta modificación, ambos en fecha mucho más temprana. Se sabe que Lope conocía perfectamente la obra de Nebrija: no parece lógico que le siguiera solo a partir de principios del xvii, teniendo en cuenta que su doctrina le era conocida desde siempre. Tampoco se puede atribuir a Correas, puesto que las obras que recogen este aspecto tardarían aún en aparecer. Se han revisado los tratados de un número importante de ortógrafos tanto del xvi como del xvii en busca de comentarios que anticipasen la simplificación ortográfica: solo ha servido para certificar que únicamente se incluye en los autores mencionados. Sin embargo, algo hubo en la primera década del xvii que desencadenó el cambio de criterio en Lope. Quizá se pueda explicar por la idea de que la Ortografía de Alemán se redactara en España a finales del xvi y de que existía una relación entre ambos intelectuales. ¿Es posible que Lope tuviera información privilegiada sobre el tema? ¿Es posible que llegara tan rápidamente una obra dada a la imprenta en el Nuevo Mundo? El caso es que tal información parece haber llegado a Lope y que este se habría hecho eco de ella.
61Este hallazgo, además, podría ser relevante en obras como La doncella Teodor o Los melindres de Belisa, de datación incierta, puesto que la aparición de los casos de <ge> ayuda a ubicarlas temporalmente. En ambas, los usos gráficos apuntan a una redacción anterior a 1610, ya que el dígrafo <gue> predomina de forma abrumadora. Por si esto fuera poco, el uso de <ph> para /f/, latinizante, predomina sobre <f>, algo que distancia estas obras del resto de autógrafos examinados y podría señalar también una redacción temprana. Quizás una revisión más completa de la ortografía podría arrojar algo de luz sobre ello.
62Estos resultados justifican la necesidad de analizar los autógrafos de Lope con otra perspectiva y más a fondo: por ejemplo, debería comprobarse la aplicación de otras propuestas de la Ortografía castellana de Alemán y averiguar si hay sistematicidad en el tratamiento gráfico de fonemas nuevos en la lengua, como /x/ o /θ/, de las sibilantes, o los criterios de puntuación y acentuación, que estaban comenzando a establecerse en la época. Esta línea de trabajo podría revelarse como un buen indicador a la hora de datar obras literarias.