Miguel de Cervantes Saavedra, La gran sultana Doña Catalina de Oviedo. Edición de Luis Gómez Canseco. Barcelona, Bellaterra, 2010. 386 p.
Miguel de Cervantes Saavedra, La gran sultana Doña Catalina de Oviedo. Edición de Luis Gómez Canseco. Barcelona, Bellaterra, 386 p. (ISBN: 978-84-9940-083-9. Clásicos de Biblioteca Nueva, 66.)
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1La bibliografía del teatro de Cervantes acaba de enriquecerse con esta nueva edición de La gran sultana. Fino conocedor de la literatura áurea, Luis Gómez Canseco declara que su deseo ha sido ofrecernos un texto «aceptable» de esta comedia. A decir verdad, «aceptable» no parece el calificativo más adecuado, puesto que la labor desarrollada por el editor merece todos los elogios. El establecimiento del texto ha sido precedido por un riguroso cotejo de las ediciones anteriores, como se infiere del aparato crítico. Además, esta edición se beneficia de un amplio cuerpo de notas —más de 450— que permiten resolver los matices de la lengua, identificar las fuentes literarias y las referencias históricas y aclarar las cuestiones teológicas planteadas por el conflicto íntimo que vive la protagonista, cautiva del serrallo a la par que esposa del Gran Turco. Basta señalar, como botón de muestra, las explicaciones que acompañan tres secuencias especialmente ricas en alusiones: en la jornada primera (notas 2 a 29), la aparición de Amurates con su séquito con motivo de la oración del viernes; en la misma jornada (notas 191 a 199), la entrevista del sultán con el embajador persa; por último, en la jornada tercera (notas 304 a 311), el debate entre Catalina y su padre sobre la licitud del matrimonio de la cautiva con el Gran Turco.
2Por otra parte, Luis Gómez Canseco peca de excesiva modestia al decir que tal finalidad ha sido su «única y humilde voluntad». Prueba de ello la nutrida introducción de más 150 páginas que constituye, sin la menor duda, un excelente estudio preliminar de esta comedia, una de las más atractivas de las que pertenecen a la segunda época de la producción dramática cervantina y, además, una de las pocas que se han representado con éxito en nuestros días, en la versión montada hace casi veinte años por Adolfo Marsillach. En los dos primeros apartados de este estudio (pp. 11-47) se examina el problema de las fuentes o, más exactamente, el entramado entre historia y ficción en que descansa el argumento de la comedia. El tercero (pp. 47-83) se centra en la construcción de la obra. La compleja estructura de La gran sultana puede seguirse en una utilísima tabla (pp. 52-67) donde no sólo se detallan los cuadros de cada jornada, sino también el número de versos y el tipo de estrofas usado por el poeta, los personajes que hablan o están presentes sin intervenir, el espacio dramático con los efectos, así como la escenografia que describen el texto o la didascalia. Los datos así reunidos dan lugar a un agudo comentario que subraya, entre otros aspectos, la claudicación de Cervantes ante el nuevo modelo de la comedia nueva, elaborado y experimentado por Lope de Vega en el momento en que el manco de Lepanto vivía apartado del mundo de los corrales.
3Corresponde el cuarto apartado, titulado «Entre turcos y cristianos» (pp. 84-108), al estudio de los personajes, entre los cuales sobresalen, en torno a Catalina y Amurates, el bufón Madrigal, Clara y Lamberto, los amantes transilvanos protagonistas de la intriga secundaria, los eunucos y renegados (Rustán, Mamí y Salec) y, finalmente, las llamadas figuras de autoridad, encarnadas por el padre de Catalina y el cadí. Especial énfasis se merecen los dos primeros: en el caso de Catalina, debido al debate de la cautiva entre matrimonio y fe, «concluido por la pírrica victoria de una mujer prudente y discreta» (p. 89); en el del Gran Turco, en vista del apasionamiento de un monarca mozo y guapo, cuyas locuras no son las de un tonto, sino de una víctima del amor hereos.
4En el quinto apartado —«Razones para las sinrazones de La gran sultana» (pp. 108-128)— Luis Gómez Canseco plantea desde una nueva perspectiva las aparentes arbitrariedades de la obra. Elige como punto de partida de su reflexión el cambio de rumbo operado por la crítica en el momento en que se representó la adaptación de Adolfo Marsillach. A partir de esta fecha, observa el editor, aquella comedia que, en opinión de Schevill y Bonilla, parecía una mera opera bufa, ha suscitado tres principales líneas de lectura, convirtiéndose, según los casos, en un modelo de tolerancia intercultural, en un conflicto sicoanalítico entre una Catalina sexualmente reprimida y un sultán libidinosamente insaciable, o en una propuesta en clave en torno a las relaciones hispanoturcas en tiempos de Felipe III. El editor rebate con agudeza y soltura muchos de los argumentos aducidos en pro de estas tres tesis. Defiende otra lectura, más acorde, en su opinión, con las intenciones de Cervantes y las expectativas del público: una lectura según la cual los protagonistas de esta comedia de cautivos deben enfocarse como personas que, «sujetas a la voluntad de otros, intentan mantener su dignidad contra el viento y la marea de unas circunstancias adversas» (p. 118), afirmando y reafirmando su identidad individual, nacional y religiosa. Desde esta perspectiva, Catalina es la que más destaca por enfrentarse a los más graves dilemas. Nos ofrece, a fin de cuentas, un caso de conciencia en el que la protagonista ha de elegir inevitablemente entre dos pecados mortales. La solución a tal dilema se ajustaría entonces a las propuestas morales del probabilismo, que justificaba las acciones en función de las circunstancias que rodeaban al individuo. De ahí las ambigüedades de una obra que se nos aparece como una tragedia inconclusa que Cervantes resuelve en fiestas a medias, valiéndose de una artimaña teológica que sería una de esas piruetas literarias de que tanto gustó el autor del Quijote.
5Sin desestimar el interés de esta interpretación, cabe señalar la casual simultaneidad de esta edición con el libro publicado por Francisco Márquez Villanueva bajo el título de Moros, moriscos y turcos en Cervantes (Barcelona, Bellaterra, 2010). En este libro figura en efecto un detallado análisis de La gran sultana (pp. 187-214), Para Márquez Villanueva, Cervantes, bajo el ropaje de una pretendida ficción turca, se enfrenta audazmente con el problema de los matrimonios mixtos entre moriscos y cristianos viejos, planteado por Pedro de Valencia en su Tratado sobre los moriscos de España, compuesto hacia 1607, pero no impreso hasta nuestros días. Para este insigne humanista, discípulo de Arias Montano y con el cual el manco de Lepanto mantuvo relaciones, las uniones entre moriscos y cristianos viejos abrían un posible camino hacia la asimilación progresiva de los primeros. Una solución que Cervantes, sin lugar a dudas, consideraría más satisfactoria que el destierro, aunque con perfecta conciencia de los escollos que la España de su tiempo hubiera tenido que sortear para adoptarla. Por ello eligió el recurso de una acción imaginaria, situada en Constantinopla. Así enfocada por Márquez Villanueva, la feliz historia de Amurat con Catalina, concluida con el futuro nacimiento de un «otomano español», «no es más que la de un concubinato no ilícito en su contexto islámico, pero tampoco un matrimonio legal ni solemnizado, si bien con efectos indiferentes hacia el estatuto dinástico de la prole» (p. 206). De esta manera, el problema se resuelve en las tablas sub specie recreationis, o sea por el simple problema de no plantearlo: arriesgada apuesta en que se fundamenta «aquella locura de comedia feliz, no “turca”, sino utópica y traída tan a contrapelo al mundo, no en cualquier momento, sino en la víspera angustiada de la expulsión de 1609» (p. 207). ¿Se dilucidan de este modo las verdaderas intenciones del autor de La gran sultana? No creo que Gómez Canseco hiciera suyas tales conclusiones, especialmente en lo que se refiere al bufón de la comedia. Caracterizado por el editor como hombre de placer, Madrigal, según él, exhibe no obstante «una inquebrantable voluntad de ser él mismo» (p. 97), y parece que en él «hay mucho del propio Miguel de Cervantes» (p. 98). En cambio, Márquez Villanueva lo considera como «la personificación en quintaesencia de un chillón y caricaturesco casticismo cristano-viejo» (p. 213). Dos visiones radicalmente opuestas. En cualquier caso, por culpa de una mera coincidencia de fechas, Gómez Canseco no ha tenido la oportunidad de incorporar y discutir en su introducción una lectura muy distinta de la suya.
- 1 Agradezco a Luis Gómez Canseco sus constantes referencias a mis trabajos cervantinos. Tan sólo lame (...)
6En un nuevo y sugestivo apartado —«Entre la estampa y las tablas» (pp. 128-142)— el editor examina la preocupación escénica de Cervantes, tal como se infiere de los diálogos y de la didascalia. Especial interés revisten las observaciones dedicadas a la representación de los espacios, a la función del decorado, a la importancia de la indumentaria y al papel de los disfraces. Finalmente, el estudio preliminar concluye con unas oportunas consideraciones sobre el destino editorial y la historia del texto de la obra (pp. 143-152), a las que siguen una rica bibliografía, de más de 70 títulos1, y una cronología. En resumidas cuentas, esta edición constituye una magnífica aportación a nuestro conocimiento del teatro cervantino. Es de desear que las demás comedias del manco de Lepanto lleguen a gozar de la misma suerte.
Notas
1 Agradezco a Luis Gómez Canseco sus constantes referencias a mis trabajos cervantinos. Tan sólo lamento el que mi Cervantès dramaturge aparezca, una vez más, convertido en Cervantès dramaturgue.
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Referencia en papel
Jean Canavaggio, «Miguel de Cervantes Saavedra, La gran sultana Doña Catalina de Oviedo. Edición de Luis Gómez Canseco. Barcelona, Bellaterra, 2010. 386 p.», Criticón, 110 | 2010, 261-263.
Referencia electrónica
Jean Canavaggio, «Miguel de Cervantes Saavedra, La gran sultana Doña Catalina de Oviedo. Edición de Luis Gómez Canseco. Barcelona, Bellaterra, 2010. 386 p.», Criticón [En línea], 110 | 2010, Publicado el 20 febrero 2020, consultado el 13 enero 2025. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/15961; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.15961
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