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Reseñas

Félix de Arteaga (Fray Hortensio Paravicino), La Gridonia. Edición de Manuel Calderón. Madrid, CSIC, 2009. 144 p.

Francis Cerdan
p. 171-173
Referencia(s):

Félix de Arteaga (Fray Hortensio Paravicino), La Gridonia. Edición de Manuel Calderón. Madrid, CSIC, 144 p. (ISBN 978-84-00-08881-1; Clásicos Hispánicos).

Texto completo

1 En un pasado no muy remoto, la colección Clásicos Hispánicos publicó varias obras de sumo interés, aunque muchas veces poco conocidas fuera de estudiosos especializados en la literatura y la cultura hispánicas. Las editoriales que se dedican a los clásicos de la literatura no suelen estar interesadas en estos volúmenes de público reducido aunque muy significativos desde el punto de vista literario, histórico o sociológico. No obstante, nadie negará que dichas obras deben estar presentes en las grandes bibliotecas a las que acuden los investigadores y en las universitarias.

2 Después de casi treinta años de silencio o de adormecimiento, la colección Clásicos Hispánicos acaba, como la bella durmiente del bosque, de volver a la vida, bajo la dirección de Abraham Madroñal, quien afirma: «La nueva salida de Clásicos Hispánicos, por tanto, se propone rescatar autores valiosos de nuestra historia literaria, cuyas obras no se hayan editado modernamente». Para iniciar esta nueva colección, el CSIC nos ofrece la edición crítica de La Gridonia, la única comedia (o «invención real») escrita por el predicador fray Hortensio Félix Paravicino. La edición, con introducción, notas y aparato crítico, va a cargo de Manuel Calderón.

3 En la introducción, después de presentar al autor y su época, Manuel Calderón se detiene en comentar la relación que existe entre pintura y literatura, sobre todo en tiempos del manierismo, de raíz, como lo explica, escolástica y neoplatónica. Esta observación no es un desarrollo teórico, sino que permite comprender mejor las numerosas alusiones al arte de la pintura, y concretamente al Greco, que aparecen en La Gridonia. A continuación, se vuelve a presentar, de manera muy detallada, a fray Hortensio como Predicador Real y como poeta cortesano. Esas páginas son una inteligente síntesis de todo lo que se sabe hoy de la vida y de la actuación del trinitario en el primer tercio del siglo xvii. Esta presentación desemboca en unas consideraciones sobre «un hombre del mundo barroco». Con razón Manuel Calderón recuerda que, como decía Benedetto Croce, el Barroco, «más que una categoría estética», es «una época conflictiva y de transición a la modernidad». Citando o aludiendo a varios autores modernos (Max Weber, Paul Hazard), expone luego, aunque un poco rápidamente, la complejidad de la religiosidad del Siglo de Oro, en el que «la imagen religiosa del mundo fue disolviéndose en la hipocresía religiosa de la conciencia burguesa». Más allá de esta instrumentalización utilitaria de la religión, Manuel Calderón subraya el trasfondo cultural y cristiano en el que se asientan las categorías del hombre del Barroco. De ese trasfondo, Paravicino, Predicador Real en la corte de Felipe IV, no podía apartarse; y así se explica «la síntesis de providencialismo, neoestoicismo cristianismo y neoplatonismo del autor de La Gridonia». Todo este párrafo, muy interesante, hubiera merecido un desarrollo más amplio. El apartado termina con una muy buena presentación de fray Hortensio Paravicino familiarizado con la alta sociedad y la vida mundana.

4 La segunda parte de la introducción se centra, como era de esperar, en la obra, la única pieza dramática que se conoce de Paravicino y que, con razón, Manuel Calderón sitúa entre las «invenciones» y el «género auditivo». La relación entre La Gridonia y La gloria de Niquea de Villamediana es evidente y «ambas forman parte de un tipo de obras lírico-dramáticas del primer tercio del siglo xvii». Aprovechando los trabajos de Kazimiers Sabik, Manuel Calderón apunta los principales rasgos de este tipo de obras. Si algunos se remontan a Gil Vicente (Tragicomedia de Don Duardos), otros aparecen en las obras de varios comediógrafos contemporáneos, como Lope de Vega (El premio de la hermosura) o Hurtado de Mendoza (Querer por sólo querer). Ahondando en esos rasgos del género y de su espacio escénico, se puede decir que La Gridonia se caracteriza, además de su lenguaje rebuscado y gongorino, por la importancia que tienen el decorado, el vestuario y los efectos escénicos, con el uso de la máquina aérea y practicable, tramoya ya usada en el teatro medieval y que precisamente se llama «invención», aunque conocida también como «gloria», «almendra» o «araceli». Muy pertinentemente, M. Calderón alude al conocido debate de la primacía del oído sobre la vista. Paravicino, que fue, como Lope de Vega, un «pintor de los oídos» y que compartía con él y otros poetas el ideal expresado por la fórmula ut pictura poesis, concede, aun cuando utiliza las apariciones de la tramoya, gran importancia al poder sugestivo de la palabra. Como dice M. Calderón, «A través de la polimetría y del barroquismo verbal, la acción de La Gridonia se reduce a la palabra». Y, en efecto, todas las justas de los protagonistas, heredadas de los libros de caballería, son batallas verbales.

5 A continuación, se analiza el argumento, inspirado directamente del Primaleón o Libro segundo del Palmerín (Salamanca, 1512), que mezcla, de manera complicada, el ambiente caballeresco y lo fantástico. La acción se desarrolla en varios lugares (una montaña de Nápoles, San Lúcar de Barrameda, Constantinopla y Ormedes en Grecia). Los personajes principales son de alta alcurnia (el delfín de Francia, el príncipe de Nápoles, el rey de la India, el príncipe de Grecia, la heredera del ducado de Ormedes, etc.). Se comprende fácilmente que la seudo-comedia no daba la menor importancia a la verosimilitud.

6 Resumido el argumento, se estudia detenidamente el ambiente caballeresco inspirado en «los libros que llaman allá de caballerías». Si, como se ha visto, La Gridonia se origina en el Primaleón, es muy significativo que Paravicino haya introducido diferencias con respecto a la fuente narrativa. M. Calderón examina y explica esas diferencias con referencia a los rasgos que determina el género de la «invención» y su orientación moral, observable en el segundo título de la obra: «Cielo de amor vengado». El estudio de la escenografía, muy bien documentado, relaciona La Gridonia con el teatro palaciego de la corte de Felipe IV y también con el desarrollo teatral posterior. M. Calderón entra después en un pormenorizado y nutrido análisis del «tema» de la obra y su trasfondo filosófico moral: «A diferencia del clásico Amor omnia vincit, Paravicino sigue un tópico diametralmente opuesto, la lucha entre el amor celeste (Anteros) y el amor terrestre (Eros)». No se trata de un mero capricho del autor, quien obedece a los presupuestos del neoplatonismo renacentista y a algunas opciones de la Contrarreforma. Valiéndose de referencias filosóficas y literarias, M. Calderón caracteriza la visión del mundo de Paravicino y llega a la conclusión de que «el tema y los motivos de La Gridonia se inscriben en una imagen religiosa del mundo anterior a la modernidad; un mundo apolíneo, uniforme y sereno». El trinitario desarrolla en La Gridonia una poética de lo maravilloso muy bien analizada y caracterizada aquí. En relación con esta poética de lo maravilloso y de lo admirable, «se halla el desbordamiento barroco, expresado en el conceptismo y la simbología del lenguaje», con todos los rasgos característicos de Paravicino, amigo e imitador de Góngora.

7 En un cuadro sintético, M. Calderón presenta luego la métrica de La Gridonia: «La variedad de metros y estrofas, en correspondencia con la acción y el estilo, sigue la pauta de la comedia lopesca».

8 La tercera parte de la introducción está dedicada a la historia del texto, desde las ediciones del siglo xvii, hasta los dos manuscritos: el de la Hispanic Society of New York y el de la biblioteca Sabugosa, recientemente descubierto por Manuel Calderón (posteriormente a la presente edición, el mismo investigador acaba de descubrir otro manuscrrito en la Torre do Tombo). Obedeciendo a todas las reglas en vigor, M. Calderón presenta un perfecto estema de todos los testimonios.

9 La introducción acaba con la rápida exposición del criterio editorial y se cierra por una impresionante bibliografía de las obras citadas.

10 La edición del texto es un modelo de rigor y de honradez. Numerosas notas a pie de página, tanto históricas como filológicas, acompañan al texto y lo ilustran o explicitan eficazmente, en particular en el dominio mitológico y filosófico o con recuerdos y paralelos literarios. Al final, en trece páginas, se presenta el aparato crítico, verso a verso, con lo que el texto editado queda perfectamente autorizado.

11 La Gridonia dista mucho de ser una obra maestra. Si desde el punto de vista literario tiene una importancia muy segundaria, en la historia de las artes dramáticas presenta un enorme interés pues está a medio camino entre La Gloria de Niquea de Villamediana (1622) y La fiera, el rayo y la piedra de Calderón de la Barca (1652). El género de la «invención», al lado de las diversas modalidades de comedias, ha sido poco estudiado. Por eso, La Gridonia es una pieza importante para futuros investigadores. Debemos agradecer a Manuel Calderón el modélico trabajo que representa su edición. También merecen nuestro agradecimiento tanto los miembros del CSIC que han permitido que vuelva a nacer la colección de Clásicos Hispánicos como Abraham Madroñal, su director. Estamos ya en espera de los próximos títulos de la colección.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Francis Cerdan, «Félix de Arteaga (Fray Hortensio Paravicino), La Gridonia. Edición de Manuel Calderón. Madrid, CSIC, 2009. 144 p.»Criticón, 108 | 2010, 171-173.

Referencia electrónica

Francis Cerdan, «Félix de Arteaga (Fray Hortensio Paravicino), La Gridonia. Edición de Manuel Calderón. Madrid, CSIC, 2009. 144 p.»Criticón [En línea], 108 | 2010, Publicado el 10 febrero 2020, consultado el 09 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/14634; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.14634

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