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Una de esas «Otras cosillas que también se han de tener en la librería»: La Historia de Amic y Meliz, Sevilla, Juan Cromberger, 1531

Emma Herrán Alonso
p. 143-155

Resúmenes

Este artículo ofrece la posible datación de una narración caballeresca breve castellana del siglo xvi recientemente descubierta, a la luz de los diferentes catálogos y repertorios ideados en su día por Hernando Colón para la organización de su biblioteca. De uno de ellos se desprende que la Historia de Amic y Meliz, de la que conservamos hoy apenas un folio, vio la luz impresa en Sevilla en los talleres de los Cromberger en 1531. Se incluye, por primera vez, una reproducción del folio recuperado.

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Dedicatoria

A Kus, que tanto sabe de los libros y sus búsquedas.

A Klaus Wagner, in memoriam.

Notas del autor

Este artículo tiene su origen en una ponencia del mismo título presentada en la Biblioteca Nacional de España el 25 de mayo de 2007, en el marco de las xi Jornadas de Trabajo de la Asociación de Bibliografía Española (Madrid, 24-25 de mayo de 2007). La investigación se inscribe en el proyecto de investigación La ficción narrativa de la Edad Media al siglo xvi: confluencia de tradiciones y géneros (HUM2006-07858/FILO del Ministerio español de Ciencia y Tecnología).

Texto completo

  • 1 Para la noticia de este descubrimiento de una hoja de la versión en prosa castellana de la materia (...)

1El descubrimiento reciente de un testimonio único muy fragmentado de la versión española en prosa de Amis y Amiles vuelve una vez más a poner de manifiesto la ingente labor de coleccionista, bibliotecario, bibliógrafo y bibliófilo de don Hernando Colón, quien gastó vida y fortuna en su empeño de crear en Sevilla una biblioteca universal hace casi cinco centurias. Su minuciosa labor de recogida y catalogación no sólo hace posible que piezas raras hayan llegado hasta nuestros días, sino también que seamos capaces de identificarlas sin vacilación. Tal es el caso de un folio impreso en cuarto que narra en prosa castellana parte de la historia de Amic y Meliz1.

Hernando Colón y la Biblioteca Fernandina: Fundación y organización

  • 2 En este sentido es unánime la opinión de los estudiosos sobre la temprana impronta que Mártir de An (...)
  • 3 Para la biografía de Hernando Colón, véase Guillén, 1992, 2004, 2006, pp. 107-131, y Wagner, 1983.

2El hijo del Almirante nacido en Córdoba en 1488, siendo desde los cinco años paje del príncipe Don Juan (1478-1497), fue educado en la corte bajo la responsabilidad de figuras de la talla de Pedro Mártir de Anglería, y allí permanecería incluso después de la muerte del joven príncipe hasta 1502, en calidad de paje de la reina Isabel. Fue sin duda en este ambiente donde nace en el joven Hernando un gusto precoz por el coleccionismo de libros, en un primer momento asociado con obsequios, que marcaría su existencia2. En los años siguientes viaja en dos ocasiones al Nuevo Mundo con su padre y su hermano Diego, reside en Italia, acompaña a Carlos V en su viaje por Europa camino a la coronación y regresa definitivamente en España en 1522. Sin desatender los pleitos colombinos con los que buscó con determinación limpiar la memoria de su padre, interviene como delegado real en las Juntas de Badajoz y Elvas sobre la disputas de las Molucas con los portugueses (1524) y en 1526 se asienta definitivamente en Sevilla con un cargo de cosmógrafo para elaborar una carta de navegación para las Indias. Hasta su muerte en 1539 sólo abandonará la ciudad en dos ocasiones: entre 1529 y 1532 de nuevo al servicio del Emperador al formar parte de su séquito, y con ocasión de un breve periplo por Francia en 15353.

3Pronto el joven Hernando convertiría su afición por los libros en su dedicación principal y sabemos que, sobre todo después de la muerte de su padre en 1506, había comienzado a adquirir personalmente libros en los grandes mercados españoles, quehacer que intensifica a su regreso de la breve estancia americana en 1509. Data de 1520 su primera incursión en los mercados libreros europeos y, a partir de este momento, a través de un montaje gigantesco y un planteamiento muy meditado, consigue en poco más de veinte años hacerse para su casa-librería con una buena parte de lo que en su época se había impreso por toda Europa.

  • 4 Apoyándose en el testamento de Hernando Colón y en otros documentos suyos, Wagner reivindicaba que (...)
  • 5 Wagner, 1991b y 1992b.

4Numerosos han sido los investigadores cautivados por la sugerente historia del hijo de Colón, entre los que destacó el llorado profesor Klaus Wagner, quien supo como nadie comprender los entresijos de la «Fernandina», como él gustaba denominarla siguiendo la voluntad de su fundador, y que nos ha dejado un elenco de trabajos magistrales acerca de diferentes aspectos de la misma y de quien fuera su hacedor4. Gracias a él podemos seguir la evolución de la colección casi desde sus orígenes hasta la muerte de don Hernando, pasando por el hito que supuso la edificación de la casa-librería junto a la Puerta de Goles, a orillas del Guadalquivir, donde a partir de 1526-1527 comenzaron a entrar libros ininterrumpidamente hasta alcanzar un total de al menos 15.481 volúmenes, hacia 1539, fecha de la muerte de su fundador5.

  • 6 Son principalmente: el «Memorial dirigido al Emperador»; el significativo y hermoso epitafio del id (...)
  • 7 En lo referente al testamento de Hernando Colón, resultan imprescindibles el estudio de Hernández y (...)
  • 8 Los detalles del testamento muestran la modernidad de los planteamientos de don Hernando: así, por (...)

5La pasión de don Hernando por los libros albergaba también una preocupación por la búsqueda de las mejores redes de abastecimiento para su librería, del método más operativo para su catalogación y clasificación, así como del modo más eficaz y seguro de poner los libros a disposición del eventual estudioso. En este sentido, distintos documentos de época, indirectamente relacionados con la Fernandina, nos ofrecen muchas informaciones sobre ella6. Entre todos, dos destacan por los preciosos secretos que revelan: el testamento de don Hernando y un curioso escrito del bachiller Juan Pérez, titulado: Memoria de las obras y libros de [que] don Hernando Colón mi señor, que está en gloria dexó escomençados de su mano e industria, sin otros que quedan ya acabados y expuestos en la librería en la sala de la teología, encima cada uno de ellos está puesto lo que son y de qué servirán…7 Mientras que, por un lado, el testamento, sobre todo en su segunda parte, constituye en sí una suerte de reglamento para la conservación, mantenimiento y aumento de la biblioteca8, por otro, la Memoria del bachiller Juan Pérez —uno de los más cercanos colaboradores de don Hernando y encargado de seguir promoviendo las actividades de la librería tras su muerte —, ofrece una utilísima descripción del complejo aparato bibliográfico concebido por el hijo de Colón para ordenar su biblioteca universal, al tiempo que se revela hoy como instrumento básico para reinterpretar y decodificar los registros que nos han llegado.

  • 9 Acerca de los repertorios colombinos, véanse los trabajos de Marín Martínez y Wagner (1991b).
  • 10 Denominado también Repertorio 10 o Índice Numeral de los Libros o Registro, del que existe la edici (...)
  • 11 Llamado también Repertorio 9 o Índice General Alfabético. Véase Colón, Abecedarium B y Suplementum.

6Según la Memoria (pp. 51-76) fueron dieciséis los repertorios ideados por el fundador de la Fernandina, y en cuyas páginas se daba cuenta de la relación, ubicación, clasificación y descripción de los materiales que iban engrosando la biblioteca9. De entre los que han llegado a nuestros días destacan, por el valor de sus informaciones, el llamado Regestrum B —una suerte de catálogo de adquisiciones que comprende la descripción exacta y minuciosa de 4.321 libros adquiridos hasta 153010— y el Abecedarium B —que contiene registros de libros repertoriados después de 1530, limitándose al máximo la información de cada entrada, que comprende el nombre del autor, el título generalmente resumido, lugar y fecha de impresión, y tamaño del libro por medio de un sistema de símbolos11.

7Esta serie de repertorios, concebidos con una perspectiva asombrosamente moderna consignaba descripciones bibliográficas exactas de cada uno de los volúmenes que iban integrándose en la biblioteca, por lo que permiten hoy la identificación de los libros que en su día la conformaron, ofreciendo datos valiosos de obras hoy desconocidas o de ediciones perdidas.

Una atención particular por esas «Otras cosillas que también se han de tener en la librería»

  • 12 Hernández y Muro, 1941, p. 153.

8Lejos de ser una biblioteca especializada, el reto de la Fernandina radicaba en su afán de universalidad de materias y temas e idiomas, siendo las obras valoradas también por su contenido, su singularidad y significación. Movido por la aspiración de hacerse con una biblioteca lo más representativa y completa posible, señala expresamente en su testamento cómo se ha de tener «cuydado de comprar todas las obrezillas pequeñas de cualquier calidad que sean, e que proveydos primero de aquellas compren después las mayores»12; planteamiento que desarrolla a continuación:

  • 13 Hernández y Muro, 1941, p. 153.

Itén se ha de avisar a los mercaderes respondientes de las dichas seis ciudades [Roma, Venecia, Nuremberg, Amberes, Lyon y París] que no tomen ni escojan librero para proveerse de los gruesos e caudalosos: lo uno, porque no tratan ni curan de las obrecillas pequeñas ni de coplas e refranes e otras cosillas que también se han de tener en la librería; lo otro, porque como son ricos dan lo que tienen en su tienda, e no quieren ir ni enviar a saber qué cosas hay en las otras; lo otro, porque si tuvieren alguna obra gruesa, aquellas no se pueden encubrir y doquiera se hallan y en las pequeñas hay más dificultad en las buscar […]13.

9Unos párrafos más adelante insiste en que las obras «de un real abajo» se deben comprar de inmediato, mientras que «las de un real arriba» pueden esperar, pues la experiencia le había hecho conocedor del modo en que mientras las obras grandes eran fáciles de hallar a la venta y difícilmente se perdían, las pequeñas, «las obrezillas», a veces ni se encontraban siquiera en la librería que las imprimió.

  • 14 Puso don Hernando tanto cuidado en su búsqueda y adquisición que algunas de estas “obrezillas” han (...)

10Resulta extraordinario este interés de don Hernando por folletos y opúsculos de literatura popular, sagrada y profana, «obrezillas pequeñas, coplas, refranes y otras cosillas que también se han de tener en la librería» que se contaron por millares en la época suscitando gran interés entre los lectores y receptores, pero mucho menos preciadas por los compradores de afán coleccionistas14.

  • 15 A través de los repertorios se conoce la importante presencia de libros de caballerías y narracione (...)
  • 16 El sintagma da cuenta en el Quijote (i, vi) del grado de especialización de la biblioteca de Alonso (...)
  • 17 Las historias de narrativa breve impresas a lo largo del siglo xvi han sido ampliamente estudiadas (...)
  • 18 Wagner, 1999. La mayor parte de estas narraciones caballerescas breves han sido editadas bajo el tí (...)

11Tampocó estuvo falta en su día la Fernandina de una más que notable representación de las diferentes estirpes caballerescas que camparon por la Península durante las primeras décadas del siglo, si bien absolutamente ninguno de los ejemplares de libros de caballerías castellanos de la biblioteca ha llegado hasta nuestros días15. Del mismo modo sabemos que, al lado de este popular género de «libros grandes»16, contaba también nuestra biblioteca con numerosos representantes de sus correlatos breves. Los representantes de este género, denominado de las «narraciones caballerescas breves», hermano menor del gran género literario y editorial de los libros de caballerías castellanos del siglo xvi, por su menguada extensión y bajo coste entrarían, sin duda, para don Hernando en la categoría de «obrecillas»17. Siguiendo los trabajos de Wagner, a través de las entradas y asientos de los diferentes registros e inventarios podemos llegar a identificar un buen número de estas ficciones en cuarto: Crónica del Cid Rui Díaz, La Crónica del conde Fernán Gonçáles, La Historia de la Reyna Sevilla, La historia de los nobles cavalleros Oliveros de Castilla y Artús de Algarve, La espantosa y admirable vida de Roberto el Diablo, La historia de Canamor y del infante Turián su hijo, La historia de los dos enamorados Flores y Blancaflor, La coronita de los nobles cavalleros Tablante de Ricamonte y Jofre hijo del conde Donason, La historia de la linda Magalona, hija del rey de Nápoles y del esforzado cavallero Pierres de Provenza, La historia del Cavallero Clamades hijo del rey de Castilla e de la linda Clamonda hija del rey de Tuscan y La historia del noble cavallero Paris y de la muy hermosa doncella Viana18.

12Estas pequeñas narraciones, que se imprimieron sin descanso en la primera mitad del siglo xvi a causa de su endeble formato, su bajo precio y a sus modos de consumo, apenas han llegado a nuestros días. Para los historiadores de nuestra literatura, en estos pequeños impresos reside a veces la clave de los modos de entrada y difusión en la Península de cierto motivos y leyendas foráneas que, sin duda en su día, hicieron su agosto en los tenderetes de pliegos sueltos traducidas en romance castellano. Tal vez la nómina de narraciones breves de corte caballeresco pueda ampliarse a través de la adición de un relato perdido y finalmente hallado que ilustra además cómo los registros de don Hernando nos alumbran a la hora de identificar obras o vestigios de ellas, que la fortuna nos devuelve en ocasiones, pero sin datos propios para su identificación.

Otra obrita perdida y hallada para la Fernandina: La Historia de Amic y Meliz

  • 19 Dada la gran cantidad de textos que con breves variantes difunden la leyenda en sus líneas esencial (...)
  • 20 Leach (1937) ofrece un estudio de conjunto sobre la leyenda atendiendo a buena parte de las version (...)
  • 21 Véase Herrán, 2003. Desde antiguo había llamado la atención a los historiadores de la literatura la (...)

13Tal es el caso de La historia de Amic y Meliz, que sabemos hoy que circuló impresa en castellano en la Península. La obra llega a nuestros días a través de un folio único recientemente descubierto y prueba cómo también la literatura castellana contó con su versión de esta antigua leyenda de la amistad verdadera, ampliamente difundida a partir del poema épico francés Amis y Amiles19. Esa historia de amigos perfectos se difundió durante la Edad Media por todo el Occidente europeo, con un abundante número de testimonios de la leyenda conservados en un elenco de lenguas que van del latín al islandés antiguo, pasando por el anglonormando, el inglés medio, el gaélico, el italiano, el francés y el catalán20. El hallazgo de un fragmento impreso del siglo xvi, que reproduce parte del hilo argumental de la leyenda, nos había permitido certificar, ya sin lugar a dudas, la presencia del motivo amicus en las letras castellanas más allá de una más que probada influencia argumental en obras como Oliveros de Castilla o Siete Sabios de Roma, o incluso en el romancero21.

  • 22 Aventurábamos entonces «no sin ciertas reservas, el dato de una impresión hecha en el taller sevill (...)

14Los nombres de los personajes y la acción relatada, por un lado, y, por otro, la tipografía, el tamaño y el papel del folio encontrado nos habían puesto en su día no sólo sobre la pista de la identidad de relato en su conjunto sino también sobre la fecha aproximada y el lugar del que había salido impreso: se trataba de una versión castellana en prosa impresa en el taller sevillano de los Cromberger entre 1529 y 154022.

  • 23 Colón, Abecedarium B y Suplementum, f. 22r. La imagen 1 del Anexo reproduce el asiento.

15Pero hoy llegamos a saber que en una enigmática entrada del Abecedarium B se lee: «Amich et melis historia en catalán. 14493», al tiempo que, mediante una llamada, se añade: «y en español .25728. Se.1531»23. De donde se deduce que en su día la Fernandina atesoraría no sólo un manuscrito de La historia de Amic y Meliz en catalán, sino también un testimonio de la historia impresa en español en la ciudad de Sevilla en 1531.

  • 24 Sobre esta saga de impresores véase el espléndido libro de Griffin (1991). La casa de Juan Cromberg (...)

16Otra narración caballeresca breve habría entrado a formar parte de la biblioteca atendiendo a la consigna de don Hernando de abastecerla de «obrecillas pequeña». Por suerte para la Fernandina, en constante aumento, la misma ciudad de Sevilla era un hervidero editorial en aquel entonces y, desde los comienzos del siglo allí había establecido y fundado su imprenta la familia Cromberger, cuyo negocio regentado por la segunda generación gozaba por estos años de tan buena salud que incluso se atrevía a hacer incursiones en el aventurero mundo de los negocios de Ultramar, abriendo en México el que pasa por ser el primer establecimiento tipográfico del Nuevo Mundo24.

  • 25 Infantes, 1989, p. 117.

17Fue la de los Cromberger una de esas primeras dinastías de impresores europeos que hacen entrar en la ficción hispánica unas historias, difundidas en su mayor parte a través de textos franceses, pues conocen y tienen fácil acceso a estas versiones románicas bien conocidas e incluso editadas en Europa. Así incorporan a la literatura castellana breves historias caballerescas de origen francés, como Enrique, hijo de Oliva, Partinuplés y Pierres de Provenza, o cuentos medievales tradicionales como la Historia de la linda Melosina. Desde su asentamiento en suelo peninsular fue característica de estos impresores hacerse con una obra popular europea del siglo xv, o con un título medieval anterior de corte caballeresco en lengua vernácula y, vertiéndola al castellano, convertirse inmediatamente en su impresor más importante. Hasta el punto que, como certeramente señalara Infantes, la producción novelesca del siglo xvi, durante «más de setenta años tiene poco o nada de renacentista o de novedosa, casi nada de áurea y menos de creativa; la Edad Media, los hábitos narrativos anteriores —a veces en mucho a 1500— y los temas, motivos y actitudes del productivo medievo campean a sus anchas por el siglo xvi de la diligente, astuta y desde luego nada desinteresada mano de un puñado de impresores y editores»25.

  • 26 Griffin, 1988 y 1998.
  • 27 Griffin, 1998, pp. 315.

18Los Cromberger, en este sentido, tampoco fueron una excepción. La imprenta sevillana pasa por tres generaciones de la familia: de Jacobo Cromberger, fundador del negocio en 1504, pasa a manos de su hijo Juan; y con Juan Cromberger el negocio alcanza su periodo de máxima expansión, regentándolo a su muerte, el hijo de éste, Jácome Cromberger, hasta 1560. De la producción de estos tres momentos, aparte de por los ejemplares de libros conservados, tenemos cierto conocimiento gracias a la existencia de dos inventarios de la imprenta de los Cromberger rescatados y estudiados por Griffin26. Uno de estos inventarios, fechado en 1528 nos da noticia de los libros producidos y vendidos en el periodo que en ese mismo año se cerraba: la etapa primera de la fundación de la imprenta por Jacobo; el otro inventario de 1540 nos da testimonio de las existencias del almacén de los Cromberger el año en que muere Juan Cromberger y la imprenta pasa a manos de Jácome. Un total de 229 asientos distintos componen el inventario de libros de 1528 y de 525 consta el inventario de 1540; en ambos casos las entradas de los inventarios han sido numeradas e identificadas en la mayoría de ocasiones por Griffin que añade en todos los casos una nota en la que aporta información sobre los distintos textos y ediciones a las que pueden estar refiriéndose los escuetos asientos. En el inventario de 1540 se lee el siguiente asiento: «258 amic y meliz»27.

  • 28 Griffin señala también otra posibilidad, pero como menos probable: «el Libro del Amigo y del amado (...)

19Antes del descubrimiento de la hoja del impreso castellano, Griffin precisaba muy acertadamente que podía tratarse de «probablemente, una versión castellana, hoy desconocida, de la historia carolingia contada en el cantar de gesta francés del siglo xiii Amis y Amiles»28.

  • 29 Griffin, 1991, pp. 281-282.

20Ya conocemos hoy al menos una parte de una historia impresa en castellano sobre Amis y Meliz y resulta más que probable que ese asiento de 258 ejemplares con que contaba el almacén sevillano de los Crombeger en 1540 aluda a una parte de una tirada del mismo testimonio castellano impreso en pequeño formato, en tamaño 4º (15 x 20 cm), en letra gótica rotunda en un tipo 98, que remite al catalogado por Griffin como tipo 8 (a) del taller de los Cromberger de Sevilla29.

21Si bien había ya entonces suficientes indicios para considerar éste como uno de los trabajos que salieron de las prensas de la familia Cromberger —y en el artículo en el que dábamos noticia del descubrimiento del folio así lo aventurábamos— el inventario colombino viene a arrojar un poco más de luz en esta intrincada historia, pues la señalada entrada del Abecedarium B parece inequívocamente hacer referencia a un impreso castellano de la Historia de Amic y Meliz que habría visto la luz en Sevilla en 1531, en cuarto.

  • 30 Tal era la disposición del testamento del don Hernando, en la que solicitaba que, de este modo, su (...)

22Por un lado, el celo clasificador de don Hernando nos confirma la existencia de una adaptación en prosa castellana del relato de origen francés. Por otro, su cuidado de coleccionista bien pudo haber sido el responsable de que una parte de esta «historia de la amistad verdadera» haya llegado milagrosamente hasta nosotros. Y de ser así, esta obrecilla habría de llevar, a modo de ex-libris, lo que sigue: «Don Fernando Colón, hijo de Don Cristóbal Colón, primer almirante que descubrió las Indias, dejó este libro para uso u provecho de todos sus prójimos; rogad a Dios por él»30.

Imagen 1. Detalle del folio 22r. del Abecedarium B

Imagen 1. Detalle del folio 22r. del Abecedarium B

Imagen 2. Recto de la única hoja conservada de La Historia de Amic y Meliz, ¿Sevilla, Juan Cromberger, 1531?

Imagen 2. Recto de la única hoja conservada de La Historia de Amic y Meliz, ¿Sevilla, Juan Cromberger, 1531?

Imagen 3. Verso de la única hoja conservada de La Historia de Amic y Meliz, ¿Sevilla, Juan Cromberger, 1531?

Imagen 3. Verso de la única hoja conservada de La Historia de Amic y Meliz, ¿Sevilla, Juan Cromberger, 1531?
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Notas

1 Para la noticia de este descubrimiento de una hoja de la versión en prosa castellana de la materia épica francesa, véase Herrán (2003), donde se resumen las líneas argumentales del relato y, a partir de las marcas distintivas del fragmento encontrado, se determina su filiación literaria. Como anexo se transcribía en este artículo el contenido de la hoja descubierta. En el presente, las imágenes 2 y 3 del Anexo reproducen por primera vez el recto y el verso del folio recuperado.

2 En este sentido es unánime la opinión de los estudiosos sobre la temprana impronta que Mártir de Anglería dejaría en el hijo de Colón, despertando la afición por los libros y las inquietudes intelectuales en general (Wagner, 1990, p. 44). Estos primeros libros regalados pasaron años después a formar parte de la biblioteca, como demostraría Wagner (1986)

3 Para la biografía de Hernando Colón, véase Guillén, 1992, 2004, 2006, pp. 107-131, y Wagner, 1983.

4 Apoyándose en el testamento de Hernando Colón y en otros documentos suyos, Wagner reivindicaba que «la biblioteca que hoy solemos llamar de una manera ciertamente equivocada “Colombina”, con justicia debería denominarse “Biblioteca Fernandina”. Así la quiso llamar su fundador Hernando [Fernando] Colón» (Wagner, 1991a, p. 77). Puede leerse en línea una cuidada semblanza y bibliografía esencial de Klaus Wagner, a cargo de Griffin, 2005.

5 Wagner, 1991b y 1992b.

6 Son principalmente: el «Memorial dirigido al Emperador»; el significativo y hermoso epitafio del ideador de la Fernandina; y las «Declaraciones» del licenciado Marcos Felipe, albacea de don Hernando.

7 En lo referente al testamento de Hernando Colón, resultan imprescindibles el estudio de Hernández y Muro (1941) y más recientemente la monumental edición facsímil, con estudio y transcripción de Ruiz Asencio (1995). Contamos también con edición y estudio a cargo de Marín Martínez (1970) del manuscrito de la Memoria, conservado en la Biblioteca Real de Madrid [Ms. II/652(9)].

8 Los detalles del testamento muestran la modernidad de los planteamientos de don Hernando: así, por ejemplo, respecto a cómo han de colocarse los volúmenes en una sala grande dentro de cajones y puestos de canto con su título y signaturas a la vista, imaginando incluso, una alternativa más razonable y eficaz a la de los libros sujetos con cadenas, que permitiera salvaguardarlos a un tiempo de todo daño y de cualquier intento de robo: «el libro estaría tras unas rejas, sobre un pupitre o atril, delante correría una especie de tela metálica no muy tupida para que el lector pudiera pasar las hojas sin poder sacar el libro; solo el encargado tendría acceso al espacio donde éstos se colocaban» (Guillén, 2006, p. 136).

9 Acerca de los repertorios colombinos, véanse los trabajos de Marín Martínez y Wagner (1991b).

10 Denominado también Repertorio 10 o Índice Numeral de los Libros o Registro, del que existe la edición facsímil: Colón, Catalogue of the Library of Ferdinand Columbus.

11 Llamado también Repertorio 9 o Índice General Alfabético. Véase Colón, Abecedarium B y Suplementum.

12 Hernández y Muro, 1941, p. 153.

13 Hernández y Muro, 1941, p. 153.

14 Puso don Hernando tanto cuidado en su búsqueda y adquisición que algunas de estas “obrezillas” han llegado hasta nuestros días desde la Fernandina, y constituyen piezas rarísimas y únicas, y la parte más valiosa de su legado, particularmente en lo que se refiere a obras francesas e italianas, o la espléndida colección de pronósticos astrológicos de los siglos xvi y xvii (véase Wagner, 1986).

15 A través de los repertorios se conoce la importante presencia de libros de caballerías y narraciones caballerescas breves en la biblioteca Fernandina (Wagner, 1999). Guillén y Wagner (1990, pp. 61-65) en su repaso por la penosa historia de la biblioteca tras la muerte de don Hernando y la paulatina desintegración de sus colecciones en los distintos traslados hasta el siglo xix, nos explican las causas de la temprana desaparición de este tipo de obras.

16 El sintagma da cuenta en el Quijote (i, vi) del grado de especialización de la biblioteca de Alonso Quijano, haciendo referencia al formato de grandes dimensiones (in folio) que caracteriza tipológicamente al género de los libros de caballerías castellano del siglo xvi: «[…] y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados […]» (Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, p. 76).

17 Las historias de narrativa breve impresas a lo largo del siglo xvi han sido ampliamente estudiadas por Baranda (1991) e Infantes (1991) atendiendo, sobre todo, a su consideración de “género editorial” con unas características comunes: traducciones o versiones de obras de amplia trayectoria medieval, con estructura narrativa lineal y sencilla, abundancia de motivos folclóricos, gusto por la narración de aventuras más que por el análisis de emociones o la psicología, en estilo simplificado en su vocabulario y repetitivo en sus estructuras, que recrean, aunque sea de modo tenue, elementos y motivos propios de la caballería, con escasez de diálogos que son reservados para momentos de dramatismo, con descripciones escuetas, con trama sencilla para fácil comprensión del lector, con personajes más bien planos, sin demasiados matices y que encarnan ciertas virtudes, y con una extensión reducida (alrededor de ocho pliegos en 4º). Así las han caracterizado Baranda e Infantes (1996).

18 Wagner, 1999. La mayor parte de estas narraciones caballerescas breves han sido editadas bajo el título Historias caballerescas.

19 Dada la gran cantidad de textos que con breves variantes difunden la leyenda en sus líneas esenciales, Tubach (1969, p. 22) referencia el motivo nº 198, que denomina “Amicus and Amelius, frienship of”.

20 Leach (1937) ofrece un estudio de conjunto sobre la leyenda atendiendo a buena parte de las versiones conservadas, y en el mismo sentido resultan de gran interés los trabajos ya clásicos de Hofmann (1882) y de Dembowski (1969).

21 Véase Herrán, 2003. Desde antiguo había llamado la atención a los historiadores de la literatura la ausencia de versiones castellanas tempranas de la leyenda, habida cuenta del conocimiento de testimonios catalanes y, sobre todo de los préstamos de la historia que evidencian otros textos de nuestra literatura. Había sido Menéndez Pelayo (1943, p. 243) el primero que señalara las coincidencias entre el cantar de gesta francés Amis y Amiles y la Historia de los nobles caballeros Oliveros de Castilla y Artús de Algarve (Burgos, Fadrique Biel, 1499); en su estudio sobre la poesía castellana, el mismo autor (1944, p. 279) pone de manifiesto la relación existente entre algunos personajes y motivos del romancero castellano y el poema francés. Después, Alvar, en su introducción a la edición del poema épico francés, estudió el desarrollo del motivo amicus en la literatura castellana a través de estas obras y, partiendo de la ausencia de versiones castellanas, concluyó que tuvo que ser conocido en nuestras letras a través de versiones posteriores al cantar de gesta durante los siglos xiv y xv (véase Amis et Amiles, cantar de gesta francés). Más recientemente Mussons (1994) y Sánchez Martí (1999 y 2000), también partiendo de la ausencia de testimios castellanos, replantean la vía de entrada del motivo en la literatura castellana a partir de las versiones catalanas conservadas.

22 Aventurábamos entonces «no sin ciertas reservas, el dato de una impresión hecha en el taller sevillano entre 1529 y 1540» (Herrán, 2003, p. 558). Sin embargo, pudo haber sido bastante más temprana la fecha de la príncipe, hoy perdida, del relato en castellano, pues a la luz de nuestro descubrimiento, cobra interés una entrada del inventario de bienes de la viuda Aldonza de Santa Fe, hecho en Zaragoza en 1514, en el que se lee el siguiente asiento: «un libro d’enprenta llamado Ami (tachado “lli”) y Meliz» (Pedraza Gracia, 1993,
p. 226).

23 Colón, Abecedarium B y Suplementum, f. 22r. La imagen 1 del Anexo reproduce el asiento.

24 Sobre esta saga de impresores véase el espléndido libro de Griffin (1991). La casa de Juan Cromberger en México estuvo activa entre 1539 y 1547, con Juan Pablos, oficial del taller sevillano, a la cabeza. Este copista o componedor de letras de molde fue enviado en nombre de la saga Cromberger a territorios ultramarinos para abrir esta nueva sucursal del negocio familiar.

25 Infantes, 1989, p. 117.

26 Griffin, 1988 y 1998.

27 Griffin, 1998, pp. 315.

28 Griffin señala también otra posibilidad, pero como menos probable: «el Libro del Amigo y del amado del beato Raimundo Lulio; en 1517 Arnao Guillen de Brocar imprimió en Alcalá una ed. en lengua latina de la pequeña obra de Lulio bajo el título Libellus de amico et amato, 4º, 28 ff.» (Griffin, 1998, pp. 315-316).

29 Griffin, 1991, pp. 281-282.

30 Tal era la disposición del testamento del don Hernando, en la que solicitaba que, de este modo, su memoria acompañase a cada uno de los que fueron sus libros (Wagner, 1991a, p. 85). Disposición que sólo se cumpliría después de 1887 sobre los volúmenes que permanecían entonces en la Colombina.

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Índice de ilustraciones

Título Imagen 1. Detalle del folio 22r. del Abecedarium B
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Título Imagen 2. Recto de la única hoja conservada de La Historia de Amic y Meliz, ¿Sevilla, Juan Cromberger, 1531?
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Título Imagen 3. Verso de la única hoja conservada de La Historia de Amic y Meliz, ¿Sevilla, Juan Cromberger, 1531?
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Para citar este artículo

Referencia en papel

Emma Herrán Alonso, «Una de esas «Otras cosillas que también se han de tener en la librería»: La Historia de Amic y Meliz, Sevilla, Juan Cromberger, 1531»Criticón, 108 | 2010, 143-155.

Referencia electrónica

Emma Herrán Alonso, «Una de esas «Otras cosillas que también se han de tener en la librería»: La Historia de Amic y Meliz, Sevilla, Juan Cromberger, 1531»Criticón [En línea], 108 | 2010, Publicado el 10 febrero 2020, consultado el 11 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/14462; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.14462

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Autor

Emma Herrán Alonso

Centre d’Études Supérieures de Civilisation Médiévale, Université de Poitiers

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