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Las vicisitudes de la carta amatoria en los tratados de retórica (ss. iv-xvi)

M. Josefa Navarro Gala
p. 117-138

Resúmenes

El propósito de este trabajo es mostrar la escasa e irregular presencia de la carta amatoria en las preceptivas epistolográficas hasta bien entrado el siglo xvi y bosquejar las diferentes concepciones y valoraciones que del discurso epistolar amoroso parecen tener los rétores clásicos, los dictatores medievales y los secretarios humanistas. Este recorrido diacrónico permite constatar que los juicios vertidos en la manualística sobre el tipo amoroso no siempre derivan de consideraciones retóricas, técnicas o estilísticas, como acontece en los otros tipos epistolares, sino que a menudo siguen criterios lúdicos y/o morales, ajenos absolutamente a la operatividad retórica y textual.

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Notas del autor

Este trabajo se ha realizado en el marco del Proyecto de Investigación «La retórica de género en manuales educativos de los siglos xv y xvi», subvencionado por la Universidad del País Vasco (UPV05/51) y dirigido por la Dra. Eukene Lacarra, a quien agradezco la lectura de este trabajo así como sus siempre valiosas sugerencias.

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  • 1 Según el testimonio de la Suda y de Dionisio de Halicarnaso en el capítulo III de su Sobre Lisias, (...)
  • 2 Alcifrón dedica el Libro IV de su colección de Cartas a las Cortesanas (20 cartas), pero hay cartas (...)
  • 3 Cuyos antecedentes son las elegías de Tibulo y Propercio.

1La referencia más antigua que tenemos sobre cartas amatorias son las seis que se le atribuyen al orador Lisias en el s. v a. C., un vituperio dirigido a la hetera Metanira y varios encomios dedicados a sus jóvenes amados1. Pronto el tipo epistolar amoroso se desarrolló ampliamente y se integró en otros géneros literarios, como las cartas de requerimiento insertas en la novela de Caritón de Afrodisia (s. i d. C.) titulada Quereas y Calírroe (Libro IV 6-10) o las de reproche que incluye Aquiles Tacio (finales del ii d. C.) en su Leucipa y Clitofonte. Asimismo, la epístola amatoria en griego conoció un auténtico esplendor, entre los siglos ii y iv, de la mano de epistológrafos como Alcifrón, Eliano, Filóstrato o Aristéneto2. Igualmente, es indiscutible el vigor que el género manifestó también en latín a través de las Heroidas ovidianas, concebidas como auténticas cartas en verso entre mujeres legendarias y sus amados ausentes3. Sobradamente célebre es también la correspondencia amorosa entre Abelardo y Eloísa (s. xii) ya en el Medievo. Del mismo modo son unánimente reconocidas las sabrosas y exitosas cartitas de la ficción sentimental y caballeresca que propiciaron el nacimiento de la primera novela epistolar europea, el Processo de carta de amores, a mediados del xvi.

  • 4 «[littera] exploretque animos primaque temptet iter» (I, v. 456, p. 130); «promittas facito, quid e (...)
  • 5 «Si los amantes siguen en relaciones, tras lo dicho viene la correspondencia por medio de cartas, y (...)
  • 6 «Sed et mutuas sibi invicem missas epistolas proprio non debent insignire sigillo, nisi forte habue (...)

2Por otra parte, no cabe duda alguna de que la práctica de la epístola amatoria, instrumento persuasivo imprescindible en el galanteo, proliferó más allá del ámbito específicamente literario, desarrollándose, generalizándose y evolucionando con el carteo real y diario de los enamorados. Hasta tal punto la carta se consideraba un medio eficaz en el proceso de conquista y seducción que su “manual de uso” se insertó como elemento indispensable en obras de orientación erotodidáctica como el Ars amandi de Ovidio4 o, ya en época medieval, El collar de la paloma de Ibn Hazm de Córdoba5 o el conocidísimo De amore de Andreas Capellanus6, compuestos en los siglos xi y xii respectivamente.

3Ahora bien, mi propósito en este trabajo será mostrar la escasa e irregular presencia de la carta amatoria en las preceptivas epistolográficas hasta bien entrado el siglo xvi y bosquejar las diferentes concepciones y valoraciones que del discurso epistolar amoroso parecen tener los rétores clásicos, los dictatores medievales y los secretarios humanistas. Este recorrido diacrónico nos permitirá constatar que los juicios vertidos en la manualística sobre el tipo epistolar amoroso no siempre derivan de consideraciones retóricas, técnicas o estilísticas —como acontece en los otros tipos epistolares—, sino que a menudo se sustentan en observaciones de carácter básicamente lúdico y/o moral.

  • 7 La fecha de composición de este tratado sigue siendo debatida en el actualidad. Informan sobre ello (...)
  • 8 La obra mantiene, prácticamente con las mismas denominaciones, las veintiuna clases de cartas apare (...)

4Si el género epistolar en su conjunto gozó de escasa y tardía atención en las preceptivas de la Antigüedad —el primer estudio retórico que conservamos sobre la carta, el excurso final de Sobre el estilo de Demetrio, data de finales del siglo i d. C.—7, el tipo específico de la carta amatoria no fue objeto de estudio para la tratadística griega hasta la época bizantina. La carta amatoria aparece mencionada entre los 41 tipos de cartas ofrecidos en Sobre el carácter epistolar, breve tratado atribuido a Proclo o a Libanio y compuesto con toda probabilidad en el siglo iv o a comienzos del v d. C.8. A decir verdad, dicho librito no ofrece una verdadera teorización sobre el tipo epistolar amatorio pues el autor se limita a ensayar una precaria definición —«[carta] erótica es aquella mediante la cual decimos palabras de amor a las amadas», dice— y a acompañarla de un escuetísimo ejemplo de declaración amorosa, restringido prácticamente a la propositio o causa scribendi:

  • 9 Foerster, 1963, 91, p. 46.

Erótica: Estoy enamorado, estoy enamorado, por los dioses, de tu hermosura y tu erótica belleza y no me avergüenzo de estar enamorado, pues estar enamorado de lo hermoso no es una vergüenza. Si alguien me censurase totalmente porque me ve enamorado, a su vez me alabará al verme apasionado por lo bello9.

  • 10 Los principios retóricos contenidos en obras de carácter general como el De inventione rhetorica ci (...)
  • 11 Se trata de un manual de preceptiva epistolográfica inspirado fundamentalmente en la teoría griega (...)

5En ámbito latino la laguna normativa en torno a la carta de amor es aún mayor. Aunque contamos con varios tratados generales de retórica10, apenas nos han llegado unos pocos sobre la teorización del arte de la carta, entre los que destaca el capítulo 27 del Ars Rhetorica de Julio Víctor, titulado De epistolis (s. iv d. C.)11. Sin embargo, ninguno de ellos da cabida entre sus páginas al tipo epistolar que nos ocupa.

  • 12 Esto es, el documento que permite certificar y autentificar la personalidad del remitente (Camargo, (...)

6Tampoco durante la Edad Media la carta amatoria fue un tipo favorecido por las preceptivas del arte epistolar. La mayoría de los dictatores no se ocuparon de la capacidad de la carta para comunicar mensajes personales y secretos. Por el contrario, tal finalidad —comunicar lo personal y lo secreto— fue considerada casi antitética a los objetivos del ars dictaminis. De este modo no es de extrañar que la carta de amores, la más privada de todas las cartas, quedase prácticamente relegada en los manuales del dictamen medieval, postergándose así en la teoría epistolar aspectos fundamentales de ésta como son su poder de autentificación y su función primaria como carta credencial12.

7A pesar de todo, algunos dictatores acogieron esta clase de composición en sus tratados, testificando así un uso de la carta amorosa, no sólo frecuente y generalizado, sino también de suficiente entidad como para ser incluido en sus artes. Así, la Rota Nova, compuesta a principios del siglo xiii por Guido Faba, contiene, entre otras cosas, un modelo de carta de requerimiento amoroso, elaborada ésta en torno al topos del servitium amoris, el elogio, el uso del exemplum mitológico y la commiseratio de los signa amoris. El modelo epistolar amoroso presentado por Faba se completa con una reticente y sarcástica carta de rechazo —la respuesta de la dama—, de tono conminatorio y desdeñoso, particularmente breve pero espléndida por su vivaz ironía e ingenio incisivo:

  • 13 Cito por Campbell, 1969, pp. 318-319. Soy responsable de la traducción del texto latino.

Nobili viro et utinam sapienti, G.M. Salutem et scientie maturitatem In corde primo quam ore proferantur diligenter sunt verba prospitienda, quia dum proposita fuerint revocare non possunt aliqua ratione, quod si per te fieret ut deberet, tua verba et cogitationes et facta cum sapientia refrenares. Quocirca te regomus modis omnibus et hortamur quatinus de nobis nullam per te presumas vel per alium aut perlitteras tuas de cetero facere mentionem. Alioquin a fratribus nostris, consaguineis et amicis, si hoc scire poterunt, honorem recipies quem requiris.
[A G.M., noble varón y ojalá prudente, saludos y madurez de conocimiento. Palabras precavidas son las que se presentan antes en el corazón que diligentemente en la boca, porque una vez expuestas no pueden retractarse por ninguna razón, por lo que si la razón hiciera por ti lo que debiera, refrenarías prudentemente tus palabras, tus pensamientos y tus hechos. En consecuencia te pedimos de todos los modos posibles y te exhortamos a que de nosotros nada presumas ni por ti ni mediante otro ni por tus cartas menciones lo restante. De otra manera, recibirás de nuestros hermanos, parientes y amigos, si llegan a saber esto, el honor que buscas.]
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8Teniendo en cuenta que la Rota Nova fue concebida como manual didáctico para los estudiantes de la prestigiosa escuela de San Miguel, de la que Guido Faba era profesor, no es de extrañar la presencia en ella de un modelo de carta de requerimiento amoroso, modelo destinado al público exclusivamente masculino que frecuentaba dicha escuela. Pero la inserción de la audaz respuesta de la dama se antoja innecesaria en un aprendizaje vedado de antemano a las mujeres: sólo se explica si, en medio de la aridez dictaminal del manual, la carta de amor deja de ser exclusivamente materia de estudio para convertirse simultáneamente en elemento lúdico-jocoso con la función esencial de estimular y amenizar la instrucción de los discípulos.

  • 14 Entre los maestros del dictamen italiano destaca la singular presencia de Boncompagno da Signa (h. (...)
  • 15 Dado que en sus V Tabule salutationum el autor recomienda consultar para la salutatio y la narratio(...)
  • 16 Cortijo (2000) señala este ars dictaminis “novelado” como precedente indefectible de la ficción sen (...)

9La duplicidad funcional de la carta amatoria opera también en la singular y polémica ars de Boncompagno da Signa14, extraordinario y renovador ejemplo del proceso de literaturalización epistolar. Su Rota Veneris, compuesta en fecha incierta pero probablemente antes de 119415, es el único tratado de dictamen, que sepamos, dedicado entera y exclusivamente a la carta de amores como género epistolar específico16.

10La adscripción de la Rota Veneris al ámbito específico del ars dictaminis se advierte no sólo en el título sino también en el artificio proemial con el que el maestro italiano justifica la composición de la obra. Boncompagno, denunciando el inexplicable e inmerecido silencio que sufre la carta amatoria en las artes dictandi al uso, finge que el tratado surge en respuesta a la petición de la propia Venus, quien reclama para la carta de amor un trato parejo al recibido por los restantes tipos epistolares:

  • 17 Cito por la edición de Garbini, 1996. Soy responsable de la traducción del texto latino.

Illa vero non interrogata firmiter asseruit se deam esse Venerem, addendo pariter cur salutationes et delectabilia dictamina non fecissem, que viderentur ad usum amantium pertinere (pp. 28 y 30).
[Y ella, sin ser preguntada, declaró con voz firme que era la diosa Venus y del mismo modo preguntó por qué no había compuesto saludos y agradables cartas que pudieran servir a los amantes.]
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11La Rota Veneris coincide igualmente con la tradición dictaminal en su estructura, pues dedica la primera parte al tratamiento exhaustivo del saludo y consagra el resto de la obra a la presentación de modelos de cartas. Incorpora así cartas aisladas, dobles e incluso varias series epistolares que en realidad desarrollan auténticos casos amorosos, convirtiéndose en una suerte de divertido ars amandi.

12En la primera sección del tratado, se presenta una auténtica tabella salutationum con variationes útiles para el enamorado, bien «antes de obtener lo que desea», o bien «después de haber satisfecho su deseo» —salutationes éstas mucho más efusivas gracias fundamentalmente al uso del sobrepujamiento— y, por último, salutaciones «rústicas y ridículas», caracterizadas por la reiteración y la hipérbole.

13La segunda parte del tratado se inicia con una observación teórica, muy frecuente en las artes dictaminis generales: la necesidad de adecuar cada narratio, no sólo a la situación particular de que se trate, sino también al tipo de corresponsal involucrado, esto es, al tipo de amante. Sin embargo, en este caso es tan amplia la variedad tipológica de enamorados que es imposible incorporar un modelo para cada caso, de modo que el autor opta por proponer en primer lugar ejemplos comunes que, con muy pocas variaciones, puedan adaptarse fácilmente a muchos y diversos lances amorosos. De este modo el muestrario se abre con el prototipo de carta de amores que debe iniciar el asedio amoroso. En la composición del modelo dominan los tradicionales topoi amatorios: el servitium amoris, los ojos como vía privilegiada de penetración del amor, la exaltación hiperbólica de la belleza y de la virtud de la destinataria y la vehemente commiseratio:

Cum inter gloriosos puellarum choros vos nudiustertius corporeis oculis inspexi, apprehendit quidam amoris igniculus precordialia mea et repente me fecit esse alterum. Nec sum id quod fueram nec potero de cetero esse. Nec mirum, quia michi et universis procul dubio videbatur, quod inter omnes refulgebatis tanquam stella matutina, que in presagium diei auroram polliceri videtur. Et dum subtiliter inspicerem, quanta vos gloria natura dotaverat, in amiratione deficiebat spiritus meus. Capilli siquidem vestri quasi aurum contortum iuxta coloratissimas aures mirifice dependebant. Frons erat excelsa et supercilia sicut duo cardines gemmati, oculi velut stelle clarissime refulgebant, quorum splendore membra quelibet radiabant. Nares directe, labra crossula et rubencia cum dentibus eburneis comparebant, collum rotumdum et gula candidissima se directe inspiciendo geminabant pulcritudinem, quam nunquam credo potuisse in Helena intendi. Pectus quasi paradisi ortulus corpori supereminebat, in quo erant duo poma velud fasciculi rosarum, a quibus odor suavissimus resultabat. Humeri tamquam aurea capitella residebant, in quibus brachia sicut rami cedri erant naturaliter inserta. Manus longe, digiti exiles, nodi coequales et ungule sicut cristallum resplendentes totius stature augmentabant decorem. [...] in vos ita omnia sine defectu aliquo confluxere, quod multotiens oppinio me in hanc trahat sententiam, ut existimem vos aliqua deitate potiri. Magnitudini tamen vestre suppliciter suplico, ut michi vestro famulo dignemini precipere, quia paratus sum me ipsum et mea vestre in omnibus exponere voluntati (pp. 40-44).
[Cuando anteayer os vi con los ojos del cuerpo entre la gloriosa comitiva de las muchachas, una chispa de amor prendió en mi corazón y de repente me hizo ser otro. Ni soy el que era ni podré volver a serlo. Y no es extraño porque me parece a mí, y sin duda a todos los demás, que resplandecíais entre todas igual que la estrella matutina que aparece como presagio del día para anunciar la aurora. Y mientras examinaba minuciosamente de cuánta gloria os había dotado la naturaleza, me abandonaba el espíritu, preso de admiración. Pues en verdad, vuestros cabellos colgaban maravillosamente como oro retorcido junto a vuestras sonrosadísimas orejas. La frente era alta y las cejas como dos brillantes horizontes, los ojos resplandecían como clarísimas estrellas, cuyo resplandor irradiaba a todos los demás miembros. Se manifestaban la nariz recta, los labios hinchados y bermejos con dientes ebúrneos, el cuello perfecto y una garganta blanquísima que no creo que nunca pudiese superar Helena. El pecho sobresalía del cuerpo como si fuese un huerto del paraíso en el que había dos manzanas como ramos de rosas de los que exhalaba un suavísimo olor. Los hombros se mantenían como capiteles dorados en los que los brazos estaban insertos con naturalidad como ramas de cedro. Las manos largas, los dedos delgados, los nudillos bien proporcionados y las uñas, resplandecientes como el cristal, aumentaban la belleza de toda la figura. [...] en vos confluye todo sin ningún defecto, lo que muchas veces me arrastra a pensar que vos estáis en posesión de alguna naturaleza divina. Sin embargo, humildemente suplico a vuestra grandeza que me considere digno de llamarme vuestro esclavo porque estoy preparado para someter por completo a vuestra voluntad mi propia persona y todo lo mío.]

  • 18 «In epistole tue serie stilum fatigasti pro nichilo [...], et semina mandas arene. [...] credens pe (...)
  • 19 A lo largo del intercambio epistolar, el autor entrelaza ciertas advertencias compositivas y elocut (...)

14La carta merece una respuesta femenina, un breve billetito de rechazo18. Tras dos nuevas recquestas masculinas de gradual e intensiva suasoria, la dama no sólo acaba accediendo al requerimiento amoroso sino que concierta presurosa la primera cita con el enamorado19:

  • 20 Sin duda la estrategia recomendada por la mujer de Boncompagno resulta muy familiar para los lector (...)

cum domini et matrone templum dominicum visitant, prohicias infra meum pomerium falconem et subito postea currens a familiaribus domus tuam repetas avem. Ego vero illam tibi faciam denegari, diceturque tibi aba ancillis: «recede, non enim tuum est, quod queris». Ad istam siquidem contemptionem te vocari faciam, ... (p. 54).
[te aconsejo que en día festivo, cuando mi padre y mi madre visitan el templo del Señor, arrojes dentro de mi huerto un halcón e inmediatamente después corras a pedir tu ave a mis sirvientes. Yo fingiré que te lo niego y los criados te dirán: «Aléjate, pues no es tuyo lo que buscas». Ante este desprecio, por supuesto te haré llamar, ...]
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15El segundo grupo de modelos epistolares de la Rota está constituido tan sólo por una pareja de cartas cruzadas, evidenciando el menor grado de dificultad que supone para el amante cartearse cuando ya ha obtenido lo que deseaba. El sosiego de la causa ganada permite ahora al remitente elaborar cartas de mantenimiento amoroso, composiciones más pausadas de indudable tono poético, donde predominan motivos como el locus amoenus, la recreación de sueños de clara connotación erótica y el uso de la promissio en torno a la fidelitas; todo ello sin olvidar por supuesto la loa femenina o los topoi de humilitas y de servitium amoris:

Dum medium silencium tenerent omnia et dies iocundissimo tempore veris suum perageret cursum, causa venandi quoddam intravi pomerium, infra quod duo rivuli decurrebant. Erant enim ibi arbores florigere, inter quas dulcissimus phylomenarum cantus undique resonabat. Fatigatus, modicum sub frondosa pinu quievi et cepi firmiter dormire. Cum autem sic quiescerem, ecce comparuit virgo speciosissima, cuius pulcritudinem non posset aliquis designare. Aprehendit me per manum et cepit mecum aliquantulum residere. Utebatur primo suavissimis eloquiis et coloratis prefationibus in dicendo; post multa siquidem verba, plicatis brachiis, me suaviter strinxit et suis rubentibus labellis mea suavius comprimens contulit michi basia ineffabilia. Post hec, iocundiora et iocundissima exercendo, que mille modis gaudium geminaverunt, introduxit me tandem in cubiculum suum, quod fulcitum erat floribus et malis stipatum. Erant ibi cardines eburnei cum capitellis aureis, parietes cristallini cum celatura varia, sicque radiabant ex gemarum fulgoribus, ut michi videretur esse in paradiso deliciarum. Superveniente demum aurora, me sub eiusdem arboris umbram reduxit et, repetitis amplexibus me innumerabiliter astringens, angelicum michi contulit «ave». [...], duxi vestram in hac parte sapientiam consulere, ut vestris michi litteris dignemini somnium explanare (pp. 56-58).
[Mientras el silencio se apoderaba de todo y el día recorría el curso del dulcísimo tiempo primaveral, entré para cazar en un jardín en el que discurrían dos arroyuelos. Pues allí los árboles estaban llenos de flores y entre ellas se oía por todas partes el dulcísimo canto de los ruiseñores. Fatigado, descansé un poco bajo un frondoso pino y empecé a dormir profundamente. Pero mientras descansaba así, se me apareció una doncella hermosísima cuya belleza nadie podría describir. Me tomó por la mano y se sentó cerca de mí. Se servía al principio de dulcísima elocuencia y de coloridos exordios al hablar; y después de muchas palabras, cruzados los brazos, me estrechó suavemente y con sus rojos labios me daba besos indescriptibles comprimiendo suavemente mi boca. Después de esto, nos entregamos a gestos todavía más amorosos, y amantísimos, que aumentaron el gozo de mil modos, finalmente me introdujo en su alcoba, que estaba adornada de flores y llena de frutas. Había allí puertas ebúrneas con capiteles dorados, paredes cristalinas con diversos grabados que relucían de tal modo a causa del brillo de las piedras preciosas que me parecía estar en el jardín de las delicias. Sobreviniendo por último la aurora, me condujo de nuevo bajo la sombra de los árboles, y abrazándome repetidas veces y estrechándome infinitamente, me dirigió un angelical «Adiós». [...], he considerado oportuno someter esto a vuestra sabiduría para que os dignéis exponerme en una carta el significado de mi sueño.]

  • 21 Evidentemente Boncompagno recrea aquí la situación ofrecida por Ovidio en su Heroida I.
  • 22 La versión francesa de la Rota Veneris que presenta Wolf (1996, p. 30) incorpora cinco cartas más p (...)

16A su vez, la tercera y última parte del tratado se reserva a «las situaciones amorosas peculiares», aquéllas que por su especificidad requieren un tratamiento exclusivo. Sin duda, es éste un muestrario epistolar insólito y sorprendente, no sólo por la irreverente truculencia de algunos de los siete casos seleccionados, sino por el sarcasmo y la crudeza con la que se presentan algunas respuestas. Entre las subespecies de carta de amor ejemplificadas por Boncompagno encontramos: una carta de ruptura femenina a la que sigue la correspondiente respuesta lamentatoria del amante; una carta suplicatoria de una joven embarazada que pide ayuda a su amante, quien le responde a su vez con una carta acusatoria y de vituperio enfatizando la posible naturaleza disoluta de la mujer y abandonándola; la paródica e irreverente carta de un caballero para disuadir a una novicia de tomar hábito monacal, a la que la joven responde favorable y rápidamente proponiendo su propio rapto; la carta de rechazo de una monja previamente requerida de amores, a la que sigue una blasfema refutación del enamorado y que se cierra con una vehemente carta de aceptación y citación de la impúdica mujer; y finalmente tres ejemplos sin respuesta: una carta de petición de regreso al esposo ausente en tierras lejanas21, la carta de citación de una casada a su amante cuando el marido se ausenta y la carta de celos de una mujer madura despechada porque su amante la ha abandonado sucumbiendo a los encantos de una jovencita22.

  • 23 Así lo atestiguan los seis manuscritos que se conservan de ella (Wolff, 1996, p. 30), así como las (...)
  • 24 Cortijo Ocaña, 2002, p. 24.

17Parece evidente que el exitoso manual de Boncompagno23 fue concebido como arte epistolar paródico, una especie de remedo del dictamen “serio”24. No obstante, me parece imprescindible advertir que el carácter paródico de la Rota atañe básicamente a la materia y a la finalidad del subtipo epistolar abordado, y no a la ejecución práctica de los modelos discursivos propuestos, que observan convenientemente los preceptos retóricos fundamentales del ars dictaminis.

  • 25 Bertolucci Pizzorusso, 1967, pp. 68-70.
  • 26 «Primo, tractabimus de epistoliis amatoriis; segundo, de consolatoriis; tercio, de desolatoris; qua (...)

18A pesar de los casos de Faba y de Boncompagno, la presencia explícita de la carta amatoria como objeto de estudio en las preceptivas medievales es bastante excepcional. A veces, sin embargo, el género amatorio puede ocultarse subrepticiamente tras la ambigüedad clasificatoria y expositiva característica de las artes dictaminis. Así, por ejemplo, la tabla de contenidos del Ars epistolaris ornatus, compuesto por el notario inglés Gaufridus de Everseley (1270-1272) habla de unas «amativis epistolis» y de sus respuestas. Ignoramos qué tipo exacto de modelo epistolar —si amistoso o propiamente amatorio— se presentaba bajo esta denominación, ya que el libro V, que debió contener los modelos de las 22 clases de cartas según su contenido, se ha perdido25. Pocos años después el dictator español Juan Gil de Zamora enumera alfabéticamente en el sexto capítulo de su Dictamimis Epithalamium trece tipos distintos de carta según su tema, exponiendo a continuación modelos de los mismos. El primer apartado de Gil Zamora reza «de epistoliis amatoriis»26. En esta ocasión, la mera naturaleza de las salutationes muestra que con la denominación de literis amatoriis sive dileccionis el autor parece referirse a la carta afectuosa o amistosa, si bien el muestrario de los once ejemplos que incorpora evidencia también grados muy diversos de afecto. Es fácil comprender que en algún caso estas salutationes se adaptarían magníficamente a la correspondencia amorosa heterosexual con tan sólo cambiar el género del destinatario:

  • 27 Cito por Gil de Zamora, Dictaminis Epithalamium. Soy responsable de la traducción del texto latino.

Tibi valde precordiali et vallidissime desiderabili amico intimo et antiguo socio dulcissimo dulcedine singulari. N., ego alter tu, non alter proprie, set ipse idem, non allius nec diversus frater. I. Egidii Zemorensis tibi cathena amoris indesolubiliter copulatus, salutem invisam occulis, pacem inauditam auribus et lecticiam animis inperceptam (p. 121).
[A ti, amigo íntimo y antiguo compañero muy agradable de singular dulzura. N., yo otro tú, no otro propiamente, sino él mismo, no hermano diferente ni opuesto, J. Gil de Zamora, unido a ti indisolublemente por la cadena del amor, te saludo privado de verte, te deseo paz nunca oída y sutil alegría en el alma.]
27

  • 28 Cito por Martín Baños, quien edita la epístola 1.1 de Poliziano (2005, pp. 294-299).
  • 29 La extensión similar de cada una de las partes de la obra (Libro I, 70 f., partes de la oración y m (...)
  • 30 Grendler, 1989, p. 173. Igualmente Martín (2005) ve en el texto de Perotti «inequívocos signos de r (...)
  • 31 «Nam in singulari numero littera significat elementum ut a ut b, significat etiam manum scribentis, (...)
  • 32 «Io ti tengo caro comme la uita mia propria. Multis modis dici potest. Aeaque te ac uitam meam caru (...)

19Aunque la ambivalencia de la expresión epistolar afectivo-sentimental se mantiene en algunas retóricas pre-renacentistas, en general la carta amatoria figura con nombre propio en los tratados más significativos del siglo xv. Epistolográficamente, la restauración de la carta amatoria guarda cierta relación con la reivindicación de la carta clásica experimentada en el último cuarto del siglo xv. Así Poliziano, en la ingeniosa y ecléctica epístola introductoria que abre su colección de cartas Liber epistolarum (1494), menciona, entre auctoritates tan reconocidas como Cicerón, Plinio o Séneca, algunos epistológrafos erótico-sentimentales como Alcifrón o Filostrato: «Dicentur aliae contra nimis Brutum, Apollonium, Marcum, Philostratum, Alciphronem, ...» (p. 299, nota 15)28. [Otros hablan en exceso contra Bruto, contra Apolonio, contra Marco, contra Filostrato, contra Alcifrón...] Ciertamente la alusión sirve para defender la brevedad del escrito epistolar —previamente censurada—, pero la simple mención indica una accesibilidad y un renacido interés por la producción epistolográfica de estos modelos griegos, gran parte de la cual corresponde a la carta de amor. Así, por ejemplo, la carta amatoria figura entre los tipos epistolares que Niccolò Perotti distingue en el tercer Libro, el «De componendis epistolis»29, de sus Rudimenta grammatices (1473), considerada la «primera gramática humanista exhaustiva»30. No obstante, las aclaraciones con las que acompaña al tipo nada tienen que ver con aspectos definitorios ni utilitarios —como ocurre, por ejemplo, en el caso de las cartas consolatorias, las comendaticias o las exhortatorias—, sino que, inaugurando un posicionamiento al que vendrá a sumarse la mayor parte de los tratadistas hasta mediados del xvi, se centran en el carácter esencialmente literario de la carta amorosa, cultivada sobre todo por poetas, dice, como Ovidio Nasón, Tibulo o Propercio: «Aliae amatoriae, quae magis poetarum sunt, ut sunt epistolae Nasonis, Tibulli, Propertii caeterorumque huiusmodi» (f. k.iii.v). Pese a esta puntualización, la carta amatoria no está ausente de la exposición normativa de Perotti. De hecho, este tipo de carta parece ser bien conocido para el autor, quien alude a la Heroida III, de Briseida a Aquiles, en su ejemplificación del término littera en singular31. Es evidente también que la carta de amor subyace en la multitud de fórmulas prácticas que propone el arzobispo para la manifestación de la afectividad32 y en sus reflexiones teóricas acerca del sentimiento que origina, bien la carta amistosa o familiar, bien la amatoria:

Quid interest inter diligere et amare? Amare plus est quam diligere. [...] Sed, aut uero differunt ne inter se? (f. l.v.v)
[¿Qué diferencia hay entre apreciar y amar? Amar es más que apreciar. [...] Pero, ¿verdaderamente difieren entre sí?]

20Similar es el tratamiento de la carta amatoria en ámbito hispánico. Así, en la preceptiva de origen español más significativa del siglo xv —el De componendis epistolis contenido en las Flores rhetorici de Fernando de Manzanares—, la carta amatoria se incluye entre los genera epistolarum estudiados, pero su cultivo se restringe, como en Perotti, a poetas y oradores: «Alie sunt amatorie que ad poetas magis quam ad oratores pertinere uidentur, ut epistole Nasonis Tibuli Propercii ceterorumque huiusmodi» (f. c.vii.r) [Otras son amatorias, que parecen incumbir más a los poetas que a los oradores, como las epístolas de Nasón, de Tibulo, de Propercio y de los demás de esta naturaleza]. No obstante, Manzanares proporciona también ejemplos de sententiae cuya formulación y contenido pueden adaptarse oportunamente en la conclusio y en la subscriptio de este tipo de cartas, a la vez que se destinan apartados completos, en la tercera sección, a las maneras de expresar correctamente el amor:

  • 33 Cito por Manzanares, Flores rhetorici, ca. 1488. Soy responsable de la versión castellana.

Vale meque diligere et amare persevera [...] Vale ac tuum erga me prestinum amorem conserva (f. d.iii.v).
[Adiós y quiéreme y persevera en amar [...] Adiós y conserva tu prístino amor hacia mí.]
Qui te amore quodam singulari colit et observat. Qui te uehementer diligit et amat» (f. d.iiii.
r).
[Quien te aprecia y respeta con un amor excepcional. Quien te quiere y ama vehementemente.]
Sententie cum amorem nostrum et familiaritatem in alios et aliorum in nos uolumus explicare (f. e.vi.
v-e.vii.v).
[Sentencias cuando queremos explicar nuestro amor y amistad hacia otros y el de otros hacia nosotros.]
Tamen tui amore incitatus id quod cogitabam uitare non potui. Quis enim det legem amanti? maior certe lex est amor sibi. Ita erga te amore incensus sum ut nichil unquam in amore meo fuerit ardentis. Itaque ad amoris cumulum quem erga te habeo, non existimo unquam aliquid accedere posse (f. e.vi.
v-e.vii.r).
[Sin embargo, incitado por el amor a ti no pude evitar lo que pensaba. Pues ¿quién puede dar ley al amante?, ciertamente para éste el amor es la máxima ley. Así, estoy inflamado por el amor hacia ti, aunque nada violento habrá jamás en mi amor. Así pues no creo que nada pueda superar jamás el gran amor que siento hacia ti.]
Itaque amor in te meus semper in dies magis atque magis crescere uidetur (f. e.vii.
r).
[Así pues mi amor por ti parece crecer siempre, cada día más y más.]
Admirabilis namque atque singularis est meus in te amor. Ardor enim pene incredibilis amoris erga te mei meum occupauit animum inflammauitque (f. g.iiii.
r).
[Admirable y excepcional es, en efecto, mi amor por ti. Pues la pasión casi increíble de mi amor por ti se apoderó de mi espíritu y lo inflamó.]
Ideo te uehementer oro ut me in tuorum numero habere uelis. Rogo te habeas me ueluti vnum ex his qui tibi maxime inseruiunt obsequunturque. Rogo te me facias certiorem quonam modo quibusque in rebus, tibi plurimum prodesse potero. Itaque cum maximum mihi tecum sit amicicie uinculum magnopere a te queso ut ad eam uoluntatem quam in me semper habuisti quam maximus amoris cumulus accedat (f. h.ii.
v-h.iii.r)33.
[Por esto te ruego vehementemente que quieras tenerme entre el número de los tuyos. Te ruego que me consideres uno de los que están totalmente a tu servicio y te obedecen. Te ruego que me digas de qué modo podré servirte lo más posible en todas las cosas. Así pues, como el vínculo de amistad entre los dos es máximo, te pido que, a este afecto que siempre tuviste hacia mí, se añada el máximo grado posible de amor.]

21El procedimiento todavía perdurará en el siglo xvii. Así lo demuestra la versión castellana del Arte de cartas misivas, o Methodo General para reducir al papel quantas materias pide el politico comercio del conde Emmanuele Tesauro (1696):

Fórmulas menos serias y más expresivas de amor: «Desque aquel fatal momento que os conocí, me arranqué del pecho el corazón para dárosle a vos: de modo que quien de nosotros dos hiciese anatomía, hallaría en vos dos corazones y, en mí, ninguno»; «¿Decís que yo no os amo? Antes temo ofender al cielo por el sobrado amaros, habiéndose mi amor convertido en idolatría. ¿Decís que yo me olvido de vos? Antes desde que habéis entrado en mi memoria, he perdido de tal modo la de mí mismo, que cuando quiero pensar en mí, pienso en vos, y cuando quiero escribir mi nombre, escribo el vuestro».
«Si esta carta está mal dictada y quizás llena de sin propósitos, no os haga novedad, pues siendo un amigo la mitad del otro, yo estoy medio fuera de mí. Vete, carta mía, más dichosa que el que te envía: besa aquella mano benigna que te recibirá...» (Libro II, p. 69).

  • 34 Modernizo grafía y puntuación en mi transcripción.

Fórmulas que directamente mueven al oyente a amar: Primeramente se excita amor en la persona con quien se habla, llamándole con metafóricos sobrenombres, que signifiquen ternura de afecto —mi amor, mi corazón, mi ardor— o que signifiquen que aquella persona se estima entre todo lo apreciable, como diciendo «mi tesoro, mi riqueza, amable vida mía» o si no, que signifiquen los efectos del amor: «verdadera felicidad mía, suave bien mío, esfera de mis suspiros, dulce tormento mío, etc.». De cuyas lisonjas se usa en el principio y fin de las cartas, y se siembran en ella sin demasiada frecuencia, porque el afecto no parezca afectado, y después se excita o mueve con proposiciones y fórmulas impulsivas: «El corazón se me ha huido para irse con vos. Ea, volvédmele como fugitivo o trocádmele con el vuestro, pues sabéis que nadie puede vivir sin corazón. Si el amor es puro fuego, ¡ay de mí, y qué frío es el vuestro! Ea, pues avivadlo con más frecuencia con vuestras cartas. Ea, vaya, amad si queréis ser amado, porque si el amor no produce otro amor, engendra lo que le es contrario. Hacedme justicia amándome cuanto os amo. Queredme bien cuanto os quiero, que no quiero más» (Libro II, p. 70)34.

  • 35 Está dividido en tres libros. El primero de ellos consta de veinte capítulos, aunque en rigor el au (...)
  • 36 «ejemplificados todos ellos con cartas clásicas o ficticias (aparentemente clásicas)», según indica (...)
  • 37 Los otros tipos epistolares estudiados en este tratado son: comendatiuum genus; petitorium genus; m (...)

22Lo que en Perotti es apenas sugerencia se convierte en disquisición teórico-práctica en su coetáneo Francesco Negri. En su Epistole sive Opusculum scribendi epistolas (editado en París alrededor de 1495), la carta amatoria es estudiada por primera vez en las mismas condiciones y con los mismos criterios didácticos que rigen el análisis de los restantes tipos epistolares contenidos. Cada uno de los 20 capítulos que conforman el primer libro está destinado a un tipo epistolar diferente35. El autor actúa siempre de idéntico modo: cada capítulo se abre con la definición concreta del genus correspondiente y su clasificación en subtipos. Luego define cada subtipo epistolar y propone las reglas que deben regirlo, para finalmente exponer la propositio o causa scribendi que origina el exemplum práctico con que ilustra su doctrina36. El capítulo sexto versa sobre el amatorium genus37. Francesco Negri incorpora en primer lugar una amplia definición de la clase —«Amatorium genus est illud quos fit in amoris nostri demonstratione ad aliquem amicum quem amare cogamur» (f. b.i.r). [El género amatorio es aquel en el que se hace demostración de nuestro amor a algún amigo al que reconocemos amar]—, y pasa luego directamente a enunciar los dos subtipos que el género amatorio puede presentar: «Et huius generis species sunt due: vna est honesta, altera vero turpis» (f. b.i.r). [Las especies de este género son dos: una es honesta, la otra verdaderamente vergonzosa]. Es de notar que en Negri no es una cuestión de intensidad expresiva lo que diferencia ambos tipos —según podía deducirse tangencialmente de los ejemplos aducidos por Niccolò Perotti o por Manzanares—, sino una cualificación moral, pues atañe a la finalidad por la que el remitente decide manifestar epistolarmente ese amor. Así, el tratadista veneciano proporciona en primer lugar la definición de la epístola amatoria honesta, que viene a coincidir básicamente con la carta amistosa: «Amatoria epistola quam honesta dicitur est illa quam ad aliquem amicum scribitur pro amoris nostri declaratione quo honeste in ipsum fuerimus affecti» (f. b.i.r). [La epístola amatoria que se denomina honesta es aquella que escribimos a algún amigo en declaración de nuestro amor, por lo que seremos honestamente afectuosos hacia éste]. Ofrece después las reglas que deben regir su correcta composición, referidas esencialmente a las partes —tres en esta ocasión— que conviene diferenciar en una carta de esta clase. La primera parte ha de funcionar como captatio benevolentiae, preceptuando para ello el uso del elogio al carácter del destinatario y destacando que sus cualidades personales le hacen digno no sólo del amor sino también del respeto de todos (f. b.i.r). La propositio, declarando el afecto que nos inspira un destinatario hasta tal punto virtuoso y excepcional, constituye la segunda parte propuesta. Naturalmente, la tercera, que incluye la petitio, debe destinarse a una exposición más amplia y abierta de la expresión de amistad contenida en la propositio, reiterando el aprecio y la simpatía hacia tal persona y ofreciéndole todo nuestro pensamiento y nuestros buenos deseos. Por último, se propone un exemplum ilustrativo de la especie, en este caso una supuesta epístola de Curio a Cicerón (f. b.i.r-b.i.v).

  • 38 «Amatoria epistola que turpis appellatur est illa que ad aliquam amicam vel pulchram puellam scribi (...)

23Negri actúa del mismo modo en la exposición de la epístola turpis. Tras la definición —aquella epístola que los amantes escriben para declarar su amor a alguna amiga o muchacha hermosa—38, enumera las partes constituyentes. Cuatro son en este tipo las partes preceptuadas. La primera y la segunda parte de la carta amatoria turpis corresponden a la captatio benevolentiae, desarrollando los topoi ab ea persona y ab nostra persona respectivamente. La tercera parte alterna rogatio y topos de sobrepujamiento, así como las primeras especificaciones en torno a la narratio argumentativa a base de exempla. La última parte reglamentada debe estar orientada a suscitar el metus de la destinataria con nuevos exempla a contrario. A continuación se expone el exemplum ilustrativo —la desgraciada historia de amor de Píramo y Tisbe—, convenientemente contextualizado, pues se indica ahora la finalidad perseguida:

  • 39 Ya en el siglo xii, Arnoul d’Orléans, quien debe el éxito de sus recopilaciones en gran parte a la (...)

Propositio: Scribat ad Tysbem Pyramus pro amoris sui declaratione, ut illam in amorem inducat» (f. b.ii.r ; la cursiva es mía).
[Píramo escribe a Tisbe declarándole su amor
para conducirla a ella a amar]39.

24Resulta particularmente llamativo que el autor rehúya insertar en su carta-modelo cualquier detalle concreto de los amantes ni de su caso específico, tan atractivos para el lector, pero tal vez considerados por Negri una labor exclusiva de poetas. Es evidente que el deseo instructivo de generalizar todo lo posible preside la composición del exemplum, proporcionando fórmulas aplicables a cualquier caso de primera recquesta amorosa y fáciles de copiar por casi cualquier enamorado. No obstante, la importancia atribuida por Negri a la compositio y a la elocutio del modelo denuncian una concepción literaria del subtipo, sin duda porque el autor no ignora que la belleza del discurso es por sí misma uno de los mejores officia suadendi que se pueden esgrimir. He aquí el texto de la cartita modelo:

Non sine causa effectum est, suauissima Tysbe, vt omnes in te populi nostri coniunctos oculos habeant te ament, te mirentur, te obseruent. Cum enim ex una parte considerant duplicem illam virtutem tuam que te semper adeo illustrauit vt nullus sit qui praestantiorem doctrinam profiteatur, nec suauiores morum institutones per se ferat. Cum diuitias secundamque semper ac facilem fortunam admirantur que tibi et generis nobilitatem et nobilitatis ornamenta subiecit. Ex altera subito parte occurrit singularis illa et diuina potius quam humana formositas que te merito non in hoc seculo natam sed de celo prolapsam testatur. Conspiciunt enim faciem illam tuam serenissimam que etiam nubilosum posse illustrare celum. Conspiciunt sydereos illos oculos tuos qui omnem penitus intuendo possunt amouere dolorem ac luctuosos animos in summum gaudium traducere. Conspiciunt denique candida colla parios lapillos facile superantia, mirantur castigatam frontem, purpureum iuuente lumen flauos crines omniaque penitus membra decoraque conspiciendo, non possunt non laudare, laudando non amare, amando denique non obseruare. Ego inter ceteros equales meos satis fortunatus adolescens et fortasse etiam fortunatissimus futurus si amorem tuum consequi meritus fuero, cum tales conditones tuas animo complecto, non solum ad te amandam colendam et obseruandam impello, sed pro te etiam amori cogor nec vigilans nec dormiens quiescere possum ita vt cum ex vna parte me socii felicem appellent, quare cum satis honesta virtute non mediocris quoque accessit et fortuna. Ego tamen potius me infelicem existimem cum tibi placere non possim in qua solum omnes spes meas constitutas essem volui. Uerte igitur aliquamtulum benegnissimos in me ocellos tuos virgo pudicissima et hunc tibi seruulum ab inenute etate dicatum pientissime suscipias, non enim humana res sed diuina potius est amor nec tibi parum videatur amori propere cui non solum humani principes sed et diuina quoque colla subicere. Et caue ne fortasse amorem despicias, tui mali causam sis memento Dapnes, memento Siringis quarum altera Phebi, altera vero Panis amorem spernens crudeliter vitam finiere, tu autem tales fugiens Penelopem imitare que amoris sui constantiam viro seruans felicissimos dies vixit mihique adhereas quem tibi senties in omnibus quamlibentissime paratum que ad honorem et pudiciam tuam facere videantur, dum fuerit hec mihi vita superstes. Uale» (f. b.ii.r).
[No hay efecto sin causa, suavísima Tisbe, así que todos los de nuestro pueblo tienen vueltos los ojos hacia ti, te aman, te admiran, te honran. En efecto, por una parte, cada vez que consideran aquella doble virtud tuya que siempre te adornó hasta tal punto que no existe ninguno que declare una educación más distinguida ni manifieste por sí costumbres más suaves. Admiran las riquezas y la siempre accesoria y fácil fortuna que subordina a ti no sólo la nobleza de linaje sino también los adornos de la fama. Por otra parte, de repente sale al encuentro aquella hermosura excepcional, más divina que humana, que no merece ninguna nacida en este siglo sino la que declaro caída del cielo. Ciertamente contemplan aquella belleza tuya serenísima que hasta puede iluminar un cielo cubierto de nubes. Contemplan aquellos ojos tuyos resplandecientes como estrellas que, mirados profundamente, pueden desterrar todo dolor y convertir los luctuosos pensamientos en la mayor alegría. Contemplan, en fin, tu cándido cuello que supera fácilmente al mismo mármol; admiran tu frente de líneas puras, tus dorados cabellos, hermosa luz de la juventud, y, contemplando absolutamente todos tus miembros y encantos, no pueden no alabarlos y alabándolos, no amarlos y amándolos, por último, no honrarlos. Entre los restantes jóvenes de mi edad, yo soy bastante afortunado y quizá pueda ser todavía más afortunado si soy merecedor de alcanzar tu amor, rodeado mi espíritu con tales condimentos tuyos, no sólo soy impelido hacia ti, para amarte, venerarte y respetarte sino que también soy obligado por ti al amor y ni despierto ni dormido puedo descansar, así que de una parte mis compañeros me llaman feliz, porque la no mediocre fortuna se sumó también con la bastante honesta virtud. Sin embargo, yo me consideraré el más infeliz como no pueda agradarte a ti, en quien he querido que solamente estuvieran puestas todas mis esperanzas. Por consiguiente, vuelve un poquitín hacia mí tus muy bondadosos ojos, virgen virtuosísima, y levanta la vista hacia este joven esclavo, consagrado piadosamente a ti desde temprana edad, no porque el amor sea cosa divina más que humana, ni porque te parezca demasiado poco para ti un amor ávido al que no sólo los príncipes humanos sino incluso los divinos sometieron también sus cuellos. Y guárdate de menospreciar quizá el amor, no seas causa de tu propio mal, acuérdate de Dafne, acuérdate de Siringa, una rechazó a Febo, verdaderamente la otra rechazó el amor de Pan, ambas acabaron cruelmente su vida. En cambio tú, huyendo de éstas, imita a Penélope, quien vivió felicísimos días manteniendo la constancia del amor al esposo y únete a mí a quien sientes absolutamente dispuesto para ti en todas las cosas que convenga hacer para tu honor y virtud; mientras me quede vida, tuya será. Adiós.]

  • 40 Especialmente teniendo en cuenta la pervivencia de su tratado a lo largo del siglo xvi: ediciones e (...)
  • 41 «AMATORIA, Etiamsi haec epistola variis sit & generis & affectus, tamen in duas species fecari pote (...)
  • 42 He tenido la oportunidad de consultar un ejemplar de este curioso tratadito en la Newberry Library (...)

25La sistematización normativa de la carta amatoria ofrecida por Francesco Negri evidencia hasta qué punto el subtipo estaba consolidado en la práctica epistolar cotidiana hacia finales del siglo xv40. La división en turpis y honesta deriva hacia mediados del siglo xvi en otra similar según se colige del tratado compuesto por el preceptor del Archiduque de Austria, Johannes Horatius Hasenbergius, titulado Artificum componendarum epistolarum, ex varijs auctoribus collectum... per Mameranum ex tabulis in libellum redactum (Augsburg, 22 de febrero de 1551). En él la epístola amatoria turpis de Negri es sustituida por la amatoria a secas y su rasgo diferenciador más significativo es ahora —a la vista del ejemplo propuesto— la apariencia de honestidad41. Tal era ya la vitalidad de la carta amatoria que incluso se la utiliza como señuelo encabezando manuales epistolares para principiantes; manuales que, paradójicamente, no contemplan este tipo como objeto didáctico propiamente dicho. Es el caso, por ejemplo, de la «Littera missiva a una donna» que abre el Formulario & epistolario da dittare littere a ogni persona & etiam insegna a respondere a tutti con ornato & elegante plare & tutte le mansione missive & responsive (Vinegia?, ca. 1520?) de Bartolomeo Miniatore42.

  • 43 Dejo al margen evidentemente el pliego de Cartas y coplas para requerir nuevos amores (1535) porque (...)

26La carta amatoria, en cambio, permanece sorprendentemente ausente en la tratadística epistolar de origen hispánico hasta mediados del xvi43, a pesar del auge del tipo en otras artes epistolares románicas, como las francesas y las italianas, así como en la exitosa literatura sentimental y caballeresca del momento. En general, la tratadística secretarial en castellano concibe la carta amorosa como un asunto baladí, impropio y vergonzoso y, siguiendo la pauta de Perotti y de Manzanares, la excluye de las páginas de sus formularios. Por ejemplo, Juan de Yciar en su Estilo de escriuir cartas mensageras (Zaragoza, 1552) se niega, por razones morales que miran a la salvación del alma, a dar un ejemplo del tipo a cierto «amigo que le rogó le ordenase una carta de amores y él la comiença y no la quiso acabar», según reza el epígrafe que encabeza el modelo:

  • 44 Juan de Yciar, Estilo de escriuir cartas mensageras sobre diversas materias sacadas a luz por Juan (...)

Es tan sutil el modo de proceder que tiene el demonio en las almas descuidadas, [que] en abriendo la puerta a cualquier pensamiento o imaginación sensual, que parando en ella sería culpa muy ligera, luego la inclinación natural hace del descuido con el cual se relajan los buenos ejercicios y se da lugar a las ilusiones del demonio que nunca duerme [...] y considerando esto, porque no me acaezca otro tanto, volví sobre mí a los primeros renglones de la carta. La cual envío a vuestra merced la barba comenzada. Si quisieredes dar un filo a vuestras navajas, yo sé que la acabareis mejor que yo lo podría pensar (f. d.III.v-d.IIII.r)44.

  • 45 Antonio de Torquemada, Manual de escribientes.
  • 46 El formulario conoció gran éxito en su época como testimonian las múltiples ediciones conservadas d (...)
  • 47 El rubro que encabeza la tabla menciona 360 cartas, pero no es exacto. Hay también algunas omisione (...)
  • 48 Denomino así a aquellas cartas amatorias que no son propiamente de amor, sino que plantean variadas (...)

27Tampoco Antonio de Torquemada teoriza sobre la carta amorosa en su Manual de escrivientes (1552), aunque asegura «que hace mucho al caso que un secretario tenga un poquito de punta, por no la llamar vena, para hacer una copla [...], y también que no se le pase por alto el ordenar una carta de amores...» (p. 76)45. Será Gaspar de Texeda quien decida, no sólo incluir la carta amatoria en su rico y variopinto repertorio epistolar, el Primero Libro de cartas mensageras en estilo cortesano (1547-1553)46, sino también asignarle una sección concreta del mismo, las «Cartas graciosas, amorosas y de burlas» (f. CXXIIIr) que comprende 21 modelos (de un total de 344 cartas en la ed. de 1553)47. Llama la atención la gran diversidad de subtipos aquí representados. Hay varios ejemplos de carta de queja amorosa y de reproche, como el de una «desposada en secreto», bastante ingenua, a su enamorado, reclamándole que cumpla la palabra dada y censurándole el secreto con que prepara su partida (f. CXXIXr) o la atípica carta «De una dama quejándose de la ingratitud de uno» (f. CXLIIv-CXLIIIr). No faltan tampoco las cartas de rechazo como la escrita por «una señora bien casada y perseguida» a un incómodo amador (f. CXXXIIIIv), ni las de reafirmación amorosa en la distancia. Hay también cartas de amor petitorias, de regreso del amado (f. CXXXr-CXXXv) o incluso de petición de matrimonio, como la «De una doncella trazando de casarse con uno que la siguió mucho tiempo» (f. CXXXIr). Algunos tipos representados en el repertorio de Texeda pertenecen a la tradición epistolográfica clásica, como la carta de recquesta amorosa que se ofrece bajo la rúbrica general de «Primera carta amorosa» (ed. 1553, f. CXXVIIIv-CXXIXr); otros, en cambio, parecen tener su precedente más claro en la paródica Rota Veneris de Boncompagno, como el ejemplo femenino de carta de citación, o la respuesta a una aflijida moza «encinta de un preñado secreto» (ed. 1549, f. V.viii.r-X.i.r), en este caso, una carta de consuelo. Pero hay en el Libro de Texeda un tercer grupo de cartas que supone una clara innovación con respecto a los modelos diseminados en las anteriores preceptivas y que procede directamente de la práctica epistolar lúdico-cortesana: las cartas amatorias etiológicas48, muchas veces graciosas, en las que los corresponsales despliegan su agudeza de ingenio para plantear o resolver, según el caso, una determinada quaestio amorosa. Así, por ejemplo, hay cartas que argumentan en favor del amor (ed. 1549, f. Q.viii.v-R.ii.v); otras que disertan sobre la causa del enamoramiento (ed. 1549, f. R.ii. v-R.iiii.v) o sobre la capacidad de amar de un celoso (ed. 1549, f. R.iiii.v-R.vi.v) o de un viejo (ed. 1549, f. R.vi.v-R.viii.r), y otras, en fin, que dirimen graciosamente si ama más la doncella, la casada o la viuda (ed. 1549, f. R.viii.r-S.i.r).

  

28A la vista de este rápido recorrido a través de la preceptiva epistolográfica, podemos concluir que el tipo de la carta amatoria —las pocas veces que aparece— se integra de forma no poco singular en los manuales epistolares. En las artes examinadas, la carta amatoria es concebida esencialmente de tres formas diferentes:
1. como un tipo epistolar “serio” y eficaz, equiparable a las otras clases de cartas privadas (Pseudo-Libanio, Francesco Negri...);
2. como elemento lúdico y reclamo para atraer la atención del aprendiz o lector (Guido Faba, Bartolomeo Miniatore...);
3. y, finalmente, simultaneando ambas perspectivas con evidente funcionalidad paródica (Boncompagno da Signa, Gaspar de Texeda...).

29En cualquiera de los tres casos, la teorización y ejemplificación del tipo se ve contaminada por implicaciones morales que en rigor son ajenas a la excelencia de la compositio retórica, lo que paradójicamente sólo ocurre en el tipo de carta que requiere mayor habilidad suasoria de cuantos puedan darse: la tan depreciada carta de amor.

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Yciar, Juan de, Estilo de escriuir cartas mensageras sobre diversas materias sacadas a luz por Juan de Yciar, Zaragoza, Agustín Millán, 1552. Ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid.

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Notas

1 Según el testimonio de la Suda y de Dionisio de Halicarnaso en el capítulo III de su Sobre Lisias, como señala Gallé Cejudo, 1999, p. 20.

2 Alcifrón dedica el Libro IV de su colección de Cartas a las Cortesanas (20 cartas), pero hay cartas de amor también en los libros dedicados a los pescadores (8 ejemplos), a los campesinos (9) y a los parásitos (1). Claudio Eliano inserta, entre sus veinte Cartas Rústicas, el intercambio amoroso entre Dercilo y la cortesana Opora. A Flavio Filóstrato se atribuyen 83 Epístolas Amatorias, algunas muy breves. Finalmente, conservamos 51 Cartas Eróticas de Aristéneto de Nicea, discípulo e íntimo amigo de Libanio.

3 Cuyos antecedentes son las elegías de Tibulo y Propercio.

4 «[littera] exploretque animos primaque temptet iter» (I, v. 456, p. 130); «promittas facito, quid enim promittere laedit? / pollicitis diues quilibet esse potest» (I, vv. 443-444, p. 129); «saepe ualens odii littera causa fuit. / sit tibi credibilis sermo consuetaque uerba, / blanda tamen, praesens ut uideare loqui.» (I, vv. 466-467, p. 130). «[la carta] la disposición de ánimo, probando el camino antes que tú» (I, p. 372); «Haz promesas, pues ¿en qué te perjudican las promesas?, cualquiera puede ser rico en promesas» (I, p. 371); «Muchas veces una carta ha servido para provocar odio. Que tu estilo sea sencillo y tus palabras las de costumbre, cariñosas no obstante, de modo que parezca que estás allí presente» (I, pp. 372-373). La versión castellana del texto latino se saca de la traducción de Cristóbal López (Ovidio, Amores. Arte de amar…).

5 «Si los amantes siguen en relaciones, tras lo dicho viene la correspondencia por medio de cartas, y en esto de las cartas hay maravillas. [...] Tan es así, que cuando un amante sabe que la carta ha llegado al amado y que éste la ha tenido en sus manos y la ha visto, siente un arrobo maravilloso que vale por una entrevista. [...] Tocante al hecho de mezclar la tinta con lágrimas, yo conozco a uno que lo hacía, y a quien su amada correspondía mezclando la tinta con saliva. [...] Yo he visto una carta de un amante a su amado: aquél se había hecho una herida en la mano con un cuchillo, había dejado correr la sangre y, mojando en ella, había escrito toda la carta. [...] Yo me acuerdo haber conocido algunos enamorados que hablaban con desembarazo, [...] y, con todo, no renunciaban a la correspondencia, aun siéndoles hacedero unirse con el amado, por vivir cerca y serles posible la visita. Y es que se cuenta que en la correspondencia hay muchas suertes de placer» (Ibn Hazm de Córdoba, El collar de la Paloma. Tratado sobre el amor y los amantes, pp. 142-143).

6 «Sed et mutuas sibi invicem missas epistolas proprio non debent insignire sigillo, nisi forte habuerint secreta sigilla quae nulli nisi sibi et suis sint secretariis manifesta, et sic semper illaesus conservabitur amor». [Y si intercambian cartas no deberán cerrarlas con su propio sello a menos que tuvieran sellos secretos y desconocidos por todos excepto por ellos mismos y sus confidentes; de este modo conservarán siempre ileso su amor.] (Capellanus, De amore, II, VII, 21, pp. 346-347).

7 La fecha de composición de este tratado sigue siendo debatida en el actualidad. Informan sobre ello Muñoz Martín (1985, p. 38) y Suárez de la Torre (1987, p. 185 y ss.), quien plantea el siglo ii a. C. e incluso el iii a. C. como fecha probable del tratado.

8 La obra mantiene, prácticamente con las mismas denominaciones, las veintiuna clases de cartas aparecidas en un tratadito de fecha incierta, titulado De los tipos epistolares y atribuido también a un tal Demetrio, pero incorpora además nuevas subdivisiones en un intento de lograr mayor precisión. La tipología puede consultarse en la edición de Foerster, 1963, pp. 35-47, así como en el reciente estudio de Martín Baños, 2005, pp. 52-53 y en Suárez de la Torre, 1987, pp. 197-200.

9 Foerster, 1963, 91, p. 46.

10 Los principios retóricos contenidos en obras de carácter general como el De inventione rhetorica ciceroniano o la anónima Rhetorica ad Herennium (s. i a. C.) encontraron, sin duda, aplicación en la práctica epistolar de la época. Las primeras referencias al género en una preceptiva retórica latina se deben a M. Fabio Quintiliano (s. i d. C.). En su Institutio Oratoria el prestigioso rétor reconoce la proximidad de la epístola al sermo (Ins.Orat. I 1, 6) y emplea el término epistulae para designar la actividad literaria de Séneca (Inst. Orat., X 1, 129), evidenciando que las cartas constituyen ya un género propio, independiente y reconocido.

11 Se trata de un manual de preceptiva epistolográfica inspirado fundamentalmente en la teoría griega y en la práctica epistolar de colecciones como la de Cicerón o Séneca. El breve ensayo de Julio Víctor, considerado el mejor excurso teórico de la Antigüedad sobre la carta, no constituyó, sin embargo, una teoría bien formulada y la función epistolar siguió siendo considerada como una materia artística, tal vez más allá de la regulación y del análisis (Murphy, 1986, pp. 202-204).

12 Esto es, el documento que permite certificar y autentificar la personalidad del remitente (Camargo, 1996, p. 9).

13 Cito por Campbell, 1969, pp. 318-319. Soy responsable de la traducción del texto latino.

14 Entre los maestros del dictamen italiano destaca la singular presencia de Boncompagno da Signa (h. 1170-h. 1240), profesor de retórica en la Universidad de Bolonia. Murphy (1986, pp. 260-261) descalifica con cierta animadversión la figura de Boncompagno. Considera que su influencia en el arte epistolar fue en realidad muy escasa y que la atención que la crítica le ha venido prestando responde exclusivamente a su personalidad excéntrica y no a su mérito como dictator. De lo que no cabe duda es de que fue tremendamente prolífero, pues tenemos noticia de, al menos, once obras suyas acerca de la epistolografía o de la preparación de documentos. Entre ellas destacan su Rhetorica antiqua, de carácter bastante formulario, o sus alegóricas Cedrus, Myrrha y Palma. No obstante, su obra más conocida y a la vez más didáctica es la Rhetorica nouissima (1235). Casi todo el tratado, que consta de trece libros, se ocupa de las partes, función e instrumentos de la retórica, siendo su aportación más destacable el retorno a la división clásica de la estructura epistolar en tres partes. No obstante, su reforma no gozó de demasiada aceptación entre los dictatores (Camargo, 1996, p. 34 y Murphy, 1986, pp. 261-262).

15 Dado que en sus V Tabule salutationum el autor recomienda consultar para la salutatio y la narratio los argumentos amorosos expuestos en su Rota, ésta debió componerse con anterioridad a 1194 (Boncompagno da Signa, Rota Veneris, ed. 1996, p. 10). No obstante, Wolff (1996, p. 14) sugiere una fecha de composición posterior, concretamente 1215.

16 Cortijo (2000) señala este ars dictaminis “novelado” como precedente indefectible de la ficción sentimental.

17 Cito por la edición de Garbini, 1996. Soy responsable de la traducción del texto latino.

18 «In epistole tue serie stilum fatigasti pro nichilo [...], et semina mandas arene. [...] credens per quedam adulancia verba et pulcritudinis mee commendationem benivolenciam captare, set nichil est, quod credis, [...] Tuo siquidem servitio non indigeo nec volo quod de cetero michi talia mittere presumas» (p. 46). [En tu epístola has fatigado seriamente la pluma para nada [...], y depositas semillas en la arena. [...] creyendo captar mi benevolencia con palabras de adulación y ensalzando mi belleza, pero nada es lo que crees, [...]. Puesto que no tengo necesidad de tu servicio ni quiero que en lo sucesivo te atrevas a enviarme tales cosas].

19 A lo largo del intercambio epistolar, el autor entrelaza ciertas advertencias compositivas y elocutivas a la manera de las artes dictaminis “serias”. Se detiene, por ejemplo, en la transumptio y la similitudo, así como en el uso de metáforas y proverbios, señalando cuáles son adecuados y cuáles desafortunados: «si diceres: “collegi glandes” pro effectu amoris alicuius, turpiter transumeres, quoniam glandes cibaria sunt porcorum» (pp. 50-52).

20 Sin duda la estrategia recomendada por la mujer de Boncompagno resulta muy familiar para los lectores de Aristéneto o de Fernando de Rojas. Aparece ilustrada además en los grabados que acompañan a las anónimas Cartas y coplas para requerir nuevos amores de 1535.

21 Evidentemente Boncompagno recrea aquí la situación ofrecida por Ovidio en su Heroida I.

22 La versión francesa de la Rota Veneris que presenta Wolf (1996, p. 30) incorpora cinco cartas más pues se basa en una copia de la edición incunable de Estrasburgo. Sin embargo, las cartas propiamente amorosas difieren de los otros modelos epistolares pues están dominadas por un tono sosegado bastante menos mordaz; son en todos los casos cartas aisladas frente al frecuente uso anterior de la secuencia epistolar o, al menos, de la carta doble y, además, no siguen el marco de suposición en el que se insertaban los otros ejemplos. Todo ello permite alimentar la sospecha de que pueda tratarse de una interpolación posterior y espuria. En el estudio preliminar a su edición, Cortijo Ocaña interpreta esta inclusión de nuevas cartas como indicio de que la Rota de Boncompagno debió leerse «como si de una obra literaria se tratara» (Cortijo Ocaña, 2002, p. 28). Dos son las cartas amatorias añadidas: la suasoria escrita por una mujer que intenta hacer volver a su amigo y la carta de justificación con la que un enamorado se defiende de falsos rumores instigados por sus rivales. Otras tres ni siquiera pueden considerarse con propiedad cartas amorosas. Así ocurre con la carta de petición de ayuda que una madre agobiada por la miseria en la que están sumidos sus hijos, dirige al esposo ausente; y con la carta paródica que exalta la conveniencia de casarse con una mujer rica; así como con la carta reprensiva que un hombre dirige a cierta dama con la intención de disuadirla de casarse con un hombre viejo. A los nuevos ejemplos de la impresión de Estraburgo, habría que sumar la curiosa y paródica carta conminatoria de petición de regreso del esposo ausente, que figura en el manuscrito parisino lat. 8654. y que fue editada por el profesor Dronke, 1968, vol. II, p. 483.

23 Así lo atestiguan los seis manuscritos que se conservan de ella (Wolff, 1996, p. 30), así como las prontas traducciones al francés y al italiano (Garbini, 1996, p. 16). La recepción de la Rota Veneris en España está atestiguada por la conservación de un manuscrito del siglo xiv en la Biblioteca Universitaria de Salamanca (Cortijo Ocaña, 2002 p. 60). La descripción del mismo puede leerse en Cortijo Ocaña, 2002, pp. 63-65.

24 Cortijo Ocaña, 2002, p. 24.

25 Bertolucci Pizzorusso, 1967, pp. 68-70.

26 «Primo, tractabimus de epistoliis amatoriis; segundo, de consolatoriis; tercio, de desolatoris; quarto, de exortatoriis; quinto, de invitatoriis; sexto, de laudatoriis; septimo, de obedienciariis; octavo, de querulosis; nono, de reprehensoris; decimo, de recomendatoriis; undecimo, de suplicatoris; duodecimo, de testamentoriis; tercio decimo, de venditoriis» (p. 121). Una síntesis del contenido de los modelos epistolares ofrecidos por Gil de Zamora puede encontrarse en Faulhaber, 1972, pp. 117-120.

27 Cito por Gil de Zamora, Dictaminis Epithalamium. Soy responsable de la traducción del texto latino.

28 Cito por Martín Baños, quien edita la epístola 1.1 de Poliziano (2005, pp. 294-299).

29 La extensión similar de cada una de las partes de la obra (Libro I, 70 f., partes de la oración y morfología; Libro II, 82 f., «De constructione orationis»; Libro III, 69 f., tratado epistolar) denuncia un trato igualitario y equitativo por parte de Perotti, quien aborda la redacción epistolar como complemento esencial de las cuestiones lingüísticas que fundamentan la enseñanza del estudiante italiano del siglo xv, representado en Pirro, el hijo de su hermano a quien dedica la obra. No se trata en modo alguno de un procedimiento excepcional. Muchos manuales epistolares coetáneos incorporan la formulación latina correcta correspondiente a expresiones italianas específicas, por ejemplo el De componendis epistolis de Stephanus Fliscus (1505). Sigue la misma línea, aunque es algo más tardío, el De conscribendis epistolis deque orthographia opus utile de Giolamo Cafaro (1546). Perotti distingue diez tipos diferentes de genera epistolarum (k iiir-k iiiv). La carta amatoria ocupa el octavo lugar. Me sirvo de la edición de Venecia de 20 de noviembre de 1484, impresa por Jacobo Británico de Brescia y conservada en la Biblioteca de El Escorial (35-N-14). Sobre el tratado de Perotti pueden consultarse entre otros los trabajos de Alessio, 1988; Arcos Pereira, 1997; Martín Baños, 2005, pp. 262-263 y Navarro Gala, en prensa (a).

30 Grendler, 1989, p. 173. Igualmente Martín (2005) ve en el texto de Perotti «inequívocos signos de renovación» (p. 262): «es uno de los primeros tratados en desautorizar explícitamente la anteposición del destinatario, el uso del epíteto dominus o el plural de respeto» (p. 545), aunque el arzobispo acabe dando cabida a los mismos usos medievales que censura en su correspondencia oficial.

31 «Nam in singulari numero littera significat elementum ut a ut b, significat etiam manum scribentis, ut Cicero ad Atticum [...] Reperitur quoque aliquando pro epistola apud poetas dumtaxat, ut Ouidiui. Quam legis a rapta Briseide littera uenit» (f. k.iii.r). Al mismo tiempo bajo la aclaración late la diferenciación entre carta real y carta ficticia o literaria. [Pues littera en singular significa una letra como a, como b; significa además la obra del escribiente, como Cicerón a Ático [...] También se encuentra antiguamente en lugar de epístola, al menos entre poetas como Ovidio, como lees que ocurre en la carta de la raptada Briseida.]

32 «Io ti tengo caro comme la uita mia propria. Multis modis dici potest. Aeaque te ac uitam meam carum habeo, instar uitae meae apud me es. Instar uitae meae te carum habeo. Non secus te amo quam uitam meam. Non secus te ac uitam propriam carum habeo. Haud aliter te amo quam propriam uitam. Ita te amo ut uitam meam...» (f. l vii r). «E parmi che io sia senza el mezo dela mia uita, quando tu non mi sei apresto. Et cum sine te sum, dimidio animae meae carere uideor, item dimidio animae meae manchus esse uideor, quando tu non es apud me, item nec dimidium animae meae habere uideor quando te careo» (f. l.vii.v). [Yo te quiero como a mi propia vida. Se puede decir de muchos modos: «Tengo el mismo aprecio por ti que por mi vida»; «eres para mí como mi vida»; «te aprecio como a mi vida». De otro modo: «Te amo como a mi vida». De otro modo aún: «Siento cariño hacia ti y hacia mi propia vida». Igualmente: «Te amo como a mi propia vida»; «te amo lo mismo que a mi vida... ». Y yo me siento sin la mitad de mi vida, cuando tú no estás cerca de mí: «Y cuando estoy sin ti, parezco estar privado de la mitad de mi vida». Del mismo modo: «Parece que estoy incompleto con sólo la mitad de mi vida, cuando tú no estás junto a mí». Asimismo: «Y parece que no tengo la mitad de mi vida, cuando estoy privado de ti»].

33 Cito por Manzanares, Flores rhetorici, ca. 1488. Soy responsable de la versión castellana.

34 Modernizo grafía y puntuación en mi transcripción.

35 Está dividido en tres libros. El primero de ellos consta de veinte capítulos, aunque en rigor el autor enumera veintiuno (parece tratarse de un error de numeración pues el décimonoveno no figura). En la tabla de la edición del tratado fechada en 1499 e intitulada Ars epistolandi, se observa igualmente otro error, pues la carta amatoria —que efectivamente figura en el corpus del ars en sexto lugar, ocupando los f. b.5r-b.6v— no aparece. En su lugar figura la carta «lamentoria» designando evidentemente a la carta «lamentatoria»; es posible que se trate de un error de composición por la fusión de dos tipos epistolares fonéticamente próximos (la amatoria/lamentatoria). No obstante, la omisión del tipo amatorio en la tabla puede haber contribuido entre los investigadores a pasar por alto los preceptos epistolares que acerca de este tipo contiene el tratado de Negri. Además de una definición general del género epistolar, el tratado incorpora una detallada clasificación de los genera epistolarum existentes y de las species que éstos a su vez presentan. La utilización de ciertos términos griegos (algunos incluso mal entendidos) en la clasificación propuesta por Negri hace concluir al profesor Martín Baños una dependencia directa de los formularios griegos (2005, p. 293) Utilizo el ejemplar impreso por Pedro Leuet que se conserva en la Bibliothèque Nationale de Paris bajo la referencia 186310.

36 «ejemplificados todos ellos con cartas clásicas o ficticias (aparentemente clásicas)», según indica Martín Baños, 2005, p. 293.

37 Los otros tipos epistolares estudiados en este tratado son: comendatiuum genus; petitorium genus; munificum genus; demostratiuum genus; eucharisticum genus; lamentatorium genus; consolatorium genus; expositiuum genus; exhortatiuum genus; dissuasiuum genus; invectiuum genus; expurgatiuum genus; domesticum genus; commune genus; iocosum genus; commissiuum genus; regium genus; mixtum genus. Todavía un siglo más tarde los genera del italiano parecen gozar de aceptación, si consideramos su adopción en El arte de escribir cartas familiares (1589) de Tomás Gracián Dantisco, versión castellana de la obra de Negri, donde la carta amatoria ocupa igualmente un lugar.

38 «Amatoria epistola que turpis appellatur est illa que ad aliquam amicam vel pulchram puellam scribitur ab amatore suo pro amoris sui declaratione...» (f. b.i.v).

39 Ya en el siglo xii, Arnoul d’Orléans, quien debe el éxito de sus recopilaciones en gran parte a la selección de atractivos ejemplos epistolares con los que ilustrar los preceptos, incluyó entre los ejemplos de carta de amor a la amada una de Píramo a Tisbe. El tipo estaba ya presente, aunque en verso, en Matthieu de Vendôme, entre otros (Ghellinck, 1954, pp. 284-285).

40 Especialmente teniendo en cuenta la pervivencia de su tratado a lo largo del siglo xvi: ediciones en 1525, 1540, 1544 y 1582 (Martín Baños, 2005, p. 362 y p. 371, en nota ambas).

41 «AMATORIA, Etiamsi haec epistola variis sit & generis & affectus, tamen in duas species fecari potest: nempe ut fit alia. Honesta, quam conciliationem appellant, et qua nos in benevolentiam ignoti alicuius insinuamos, eam sic instituamos oportet. Principio causas, quibus ad ambiendum illius amicitiam exarserimus, probabiliter exponemus, interimque quantum licebit assentationes amovebimus. Deinde si quid in nobis erit, quod illum ad nos mutuo amandum provocabit, id sine arrogantia significabimus. Verum hoc quicquid est, ex exemplis conciliatoris uberius considerabis. Amatoria, In qua potissimum duobus arietibus (ut loquitur Erasmus) utemur, laude et misericordia. Laude, qua in primis gaudent puellae: hanc a forma, ab etate, moribus genere, cultu, et reliquis consimilibus. Misericordia vero, quod non sit ferrea, sed molli animo praedita: Hic omnia illius vehementer amplificabimus, nostra autem extenuabimus. Aut certe summa cum modestia proferemus, summum amorem cum summa desperatione coniunctum ostendemus, nunc lamentabimur, nunc blandiemur, nunc desperabimus, nunc rursius nos callide laudabimus, pollicebimur. Exemplis utemur illustrium, et honestarum mulierum, quae ingenuo amori indulserunt, amorem nostrum quam honestissime ostendemus. Deinde omnium verecumdissime orabimus, ut saltem sit nostri memor, et ut in aliqua parte amoris apud eam haereamus, nisi nos vellet perditum iri. Exemplum petes ex Ouidij, Herodiis et aliis epistolis amatorijis» (D.I.v-D.II.r). [Amatoria: Aunque esta epístola presente diferentes géneros y afectos, sin embargo, puede, por supuesto, hacerse de dos formas, como sucede con otras. Honesta, a la que llaman conciliación, y por la que nos introducimos en la benevolencia de algún desconocido. Conviene que la organicemos así: En el comienzo exponemos probablemente las causas por las que inflamamos la amistad de aquel, asediándolo, y mientras tanto, desecharemos las lisonjas cuanto sea lícito. A continuación, si algo hay en nosotros que provoque mutuo amor entre éste y nosotros, lo manifestaremos sin arrogancia. Verdaderamente, sea lo que fuere, te detendrás más dilatadamente en ejemplos de benevolencia. Amatoria, en la que usamos principalmente de dos arietes (como dice Erasmo): alabanza y misericordia. Alabanza, con la que las jóvenes se alegran en primer lugar. Alabanza de la hermosura, de la edad, de las costumbres por linaje, por educación y demás cosas parecidas. En cuanto a la misericordia, para que no sea cruel, sino dotada de dulce carácter. Allí engrandeceremos vehementemente todas sus cosas, en cambio, rebajaremos las nuestras. O por lo menos nos presentamos con gran modestia; manifestamos un gran amor unido a una gran desesperación. Ahora nos lamentaremos, ahora adularemos, ahora nos desesperaremos, nos alabaremos una vez más con astucia, haremos promesas. Usamos ejemplos de mujeres honestas e ilustres, que fueron complacientes con ingenuo amor; manifestamos nuestro amor con el mayor decoro posible. Además de todo esto, rogaremos muy discretamente que, por lo menos, nos recuerde y que estemos adheridos a ella en alguna parte del amor, si no quiere que nos perdamos. Eliges el ejemplo de las Heroidas de Ovidio y de otras epístolas amatorias]. Cito por el ejemplar de la Newberry Library of Chicago (Case Y 981. 851)

42 He tenido la oportunidad de consultar un ejemplar de este curioso tratadito en la Newberry Library (Case Y 9935. 582). En mi opinión se trata de un manual epistolar dirigido a jóvenes aprendices. En su exposición alterna indicaciones más o menos teóricas sobre la composición de determinada parte de la carta —por ejemplo: «Exordio et excusatione optima e bella quando se fussestato negligente a scrivere anno amico suo magiore» (f. A.II.v b-A.III.r a); «Exordio optimo quando se volesse dolere de la absentia de uno amico desiderando la sua presentia» (F.II.r a-b)— con ejemplos prácticos de cartas según su tipología —como la «Epistola come se allegranli magnifici Signori della venuta del reverendissimo gobernatore» (f. D.I.v a-b)— entre las que no se encuentra la carta amatoria. Lo curioso del librito no es sólo que se abra con la única carta de amor de todo el muestrario —«Littera missiva a una donna» (A.I.v)—, sino además que ésta se introduzca a posteriori intentando subsanar así lo que parece considerarse una importante inobservancia del docere-delectare horacianos: «In questo libretto troverai alcune belle cose per dentro agionte le quale non era in li stampati per avanti» (A.I.v).

43 Dejo al margen evidentemente el pliego de Cartas y coplas para requerir nuevos amores (1535) porque la mayor parte de la crítica, postergando su posible finalidad didáctica, la vincula a la ficción sentimental.

44 Juan de Yciar, Estilo de escriuir cartas mensageras sobre diversas materias sacadas a luz por Juan de Yciar. Cito por el ejemplar de la Biblioteca Nacional de Madrid, modernizando grafía y puntuación.

45 Antonio de Torquemada, Manual de escribientes.

46 El formulario conoció gran éxito en su época como testimonian las múltiples ediciones conservadas del mismo: Cosa nueva: este es el estilo de escrevir cartas mensageras sobre diversas materias compuesto por un cortesano, Çaragoça, Bartholomé de Nagera, 1547; Cosa nueva: Estilo de escrevir cartas mensageras cortesanamente, a diversos fines y conceptos como los titulos y cortesias que se usan, compuesto por Gaspar de Texeda, Valladolid, Sebastian Martinez, 1549; Segundo libro de cartas mensageras en estilo cortesano a infinitos propositos, con las diferencias de cortesias y sobre escriptos que se usan, Valladolid, Sebastian Martinez, 1552; y Cosa Nueva. Primero libro de cartas mensageras, en estilo cortesano, para diversos fines y propositos, con los titulos y cortesias que usan en todos los estados. Compuesto por Gaspar de Texeda, Valladolid, Sebastian Martinez, 1553. Sobre el mismo pueden consultarse Navarro Gala, en prensa (b), (c) y (d). En la actualidad estamos preparando el estudio y edición crítica de este formulario epistolar.

47 El rubro que encabeza la tabla menciona 360 cartas, pero no es exacto. Hay también algunas omisiones y errores de correspondencia en la enumeración de cartas que ofrece la tabla; así aparecen, por ejemplo, dos cartas incompletas (f. CXXXVIr-CXXXVIIv).

48 Denomino así a aquellas cartas amatorias que no son propiamente de amor, sino que plantean variadas quaestiones amorosas a debatir entre los corresponsales.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

M. Josefa Navarro Gala, «Las vicisitudes de la carta amatoria en los tratados de retórica (ss. iv-xvi)»Criticón, 105 | 2009, 117-138.

Referencia electrónica

M. Josefa Navarro Gala, «Las vicisitudes de la carta amatoria en los tratados de retórica (ss. iv-xvi)»Criticón [En línea], 105 | 2009, Publicado el 25 enero 2020, consultado el 11 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/12689; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.12689

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Autor

M. Josefa Navarro Gala

Universidad del País Vasco

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CC-BY-NC-ND-4.0

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