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Notas sobre don Marcos de Lanuza Mendoza y Arellano, Conde de Clavijo

Pedro C. Rojo Alique
p. 171-206

Resúmenes

En este artículo se presenta una introducción a la vida y obra de don Marcos de Lanuza, primer Conde de Clavijo. Se incluye una serie de documentos que permiten reconstruir los principales episodios de la vida del autor, de gran utilidad para la comprensión de su obra. Tras el estudio de sus poemas se añade en apéndice una pequeña antología.

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Notas del autor

Este trabajo se apoya en el presentado en la Universidad Autónoma de Madrid en octubre de 2004 para la obtención del Diploma de Estudios Avanzados, bajo el título Apuntes sobre la vida y obra de don Marcos de Lanuza Mendoza y Arellano, Conde de Clavijo. Agradezco a Marc Vitse y Alain Bègue la atenta lectura del texto y sus preciosas observaciones acerca del mismo.

Texto completo

  • 1 Rodríguez-Moñino, 1969, p. 127.
  • 2 Rodríguez-Moñino, 1969, p. 128.
  • 3 En este caso, el término olvidado se utiliza con total propiedad: para desgracia del autor hasta el (...)

1Son casi cuarenta años los transcurridos desde que don Antonio Rodríguez Moñino afirmara que «la historia de la poesía castellana durante los siglos de oro está por escribir y lo estará aún durante mucho tiempo»1. A su parecer, «sólo en presencia de un amplio panorama bibliográfico, de una escrupulosa edición de millares y millares de poesías antiguas, tendrá el crítico posibilidad de formular juicios que no lleven la tacha de la provisionalidad»2. Partiendo del mismo convencimiento, en el presente artículo se rescata la figura de don Marcos de Lanuza y Mendoza, primer Conde de Clavijo, uno de los muchos autores que desarrollaron su obra en los años finales del siglo xvii y hoy olvidados3. Personaje inmerso en la vida cortesana de la época, su obra deja traslucir los claroscuros de una sociedad decadente en lo político y en la que se atisba la aparición de nuevas formas de expresión artística. Poeta de condición menor, su estudio, como el de tantos otros escritores de la época, tiene importancia

  • 4 Bègue, 2000, p. 69.

en la medida en que son precisamente los autores llamados menores quienes, al sumergirse en las corrientes de los poetas más novedosos y participar activamente de esta forma en su larga difusión y vulgarización, nos permiten captar en toda su dimensión los movimientos evolutivos de la historia de la literatura4.

  • 5 Simón Díaz, 1982, nos. 5597-5602.
  • 6 Sabik, 1992, pp. 1085-1096.
  • 7 De hecho, el artículo se limita al estudio de las tres zarzuelas atribuidas a su pluma, que se toma (...)

2Apenas se recoge noticia sobre la persona de don Marcos de Lanuza en las bibliografías y textos de referencia al uso. Simón Díaz5 se limita a citar sus cargos y títulos, añadiendo una lista incompleta de sus obras, entre las que no incluye ninguna de las manuscritas. El papel secundario del personaje tampoco le ha hecho merecedor de más trabajo monográfico que el dedicado por Kazimierz Sabik6 a su teatro de tema mitológico, que nada añade al conocimiento de su biografía7.

  • 8 Latassa, 1799, t. III, pp. 572-573.
  • 9 Latassa, 1799, t. III, pp. 382-383.
  • 10 Nacido en Zaragoza en 1620, fue hijo de don Miguel Batista de Lanuza, Protonotario de Aragón, falle (...)
  • 11 Pertenecía a la familia de Molina, de antigua y acrisolada nobleza. Murió en Madrid el 18 de marzo (...)

3No mucho más aportan las recopilaciones antiguas, como la Biblioteca nueva de los escritores aragoneses que florecieron desde el año de 1641 hasta 1680 de Latassa8, obra en la que, sin embargo, se recogen datos de interés acerca del padre de don Marcos, don Martín Batista de Lanuza9, emparentado con una de las principales familias de Aragón10. Pese a esta circunstancia, don Martín no heredó más título que el señorío del palacio de Lanuza, habiendo de esperar hasta su matrimonio con doña Juana Lorenza de Molina Mendoza11, señora de Clavijo, Miraflores y la Aldegüela, para gozar de mayores prebendas.

  • 12 Latassa, 1799, t. III, pp. 382-383.

4La ausencia de títulos no sería obstáculo para que el padre del futuro Conde ocupara desde temprana edad numerosos cargos, tanto en Aragón como en la Corte de Madrid. Así se desprende del testimonio del citado Latassa, quien le señala además cierta inclinación literaria12:

A los doce años de su edad ya era conocido su ingenio. En 1634 se contaba por individuo de la Academia de los Anhelantes de Zaragoza, con el nombre del Rudo [...], y era catedrático de leyes en la universidad de su patria. En 14 de octubre de 1641, a los 21 años, le hizo su majestad merced del oficio de Juez de Encuestas de Aragón. En 1642, a 8 de Febrero, de la Auditoría General del Real Ejército de Aragón. En 1645, a 28 de Abril, de Fiscal y Promotor de la Justicia en la Cárcel Real y Sala de Alcaldes de la Real Casa y Corte de Madrid; y hasta el de 1647 tuvo la comisión de Juez Conservador del Solimán, Azogues y Pimienta, y Azufre, de Millones, Visita de Escribanos y Ministros de dicha Corte. En 1647, de asesor de la Comisaría General de la Infantería Española, y Alcalde de Casa y Corte, con otros destinos.

  • 13 AHN, Consejos, Lib. 1228, f. 170r-171r. Don Martín prestó juramento el cuatro de mayo del mismo año (...)

5De la concesión de uno de estos oficios, el de Fiscal y Promotor de la Justicia en la Cárcel Real, otorgado por el Rey el 28 de abril de 1643, ha quedado constancia en la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional13:

[...] le he hecho merced, como por la presente se la hago, de la plaza de Fiscal y Promotor de la Justicia en la Cárcel Real y Audiencia de los Alcaldes de mi Casa y Corte, para que la sirva y ejerza [...] en las ausencias y enfermedades del licenciado don Antonio de Miranda y Vega, que al presente la tiene. Y también he hecho merced al dicho doctor don Martín Batista de Lanuza de la propiedad de ella para que después que por muerte o promoción o en otra cualquier manera vaque [...].

6Como era de esperar, y dada su pertenencia a una importante familia aragonesa, los servicios prestados por sus antepasados merecen especial mención en el documento:

[...] teniendo a consideración a lo mucho y bien que el doctor don Martín Batista de Lanuza, Juez de Encuestas del Reino de Aragón, y Miguel Batista de Lanuza, su padre, me han servido, en particular el dicho su padre como Jurado en Cap de la ciudad de Zaragoza el año de mil y seiscientos y cuarenta y uno, siendo lo que sirvió entonces de tan gran consecuencia, importancia y ejemplo, continuando los muchos y agradables servicios que hizo a los Reyes mis señores padre y abuelo, que santa gloria hayan, el doctor Martín Batista de Lanuza, su tío, Justicia de Aragón, regente de su consejo y confiando que los continuará siempre [...].

  • 14 Véase Domínguez Ortiz, 1985a, p. 17: «Hay muy pocos y muy parciales estudios sobre el reclutamiento (...)
  • 15 Lynch, 2003, pp. 401-408.
  • 16 Véase Latassa, 1799, t. II, pp. 296-302: «El Rey don Felipe II en 1581 le había nombrado Lugartenie (...)

7Este tipo de «recordatorios» era muy usual en las solicitudes que por aquel entonces buscaban la obtención de un oficio14. En este caso, además, es dato de especial interés, por cuanto apunta a la relación de la familia con el poder central en un momento de graves tensiones, tras los acontecimientos que tuvieron lugar en torno a 1590 y que culminaron con el ajusticiamiento de don Juan de Lanuza, Justicia Mayor de Aragón15. En este contexto, todo parece indicar que el nombramiento del doctor Martín Batista de Lanuza para ese cargo el año 1600 responde a un claro posicionamiento del mismo en todo este asunto, lo que muy probablemente generaría, aparte del favor real, un importante sentimiento de animadversión entre sus paisanos16.

  • 17 Domínguez Ortiz, 1985b.

8El documento añade el pago de una cierta cantidad («…habiendo primero constado en la secretaría de Justicia que ha cumplido con el derecho de la media anata»), lo que podría remitir al sentido mercantil frecuente en la concesión de oficios de la época17.

9Pese a lo distinguido de sus antepasados y el pago de la anata, no fue posible para don Martín un largo disfrute del cargo, ya que con fecha de 14 de abril de 1655 se dicta un mandato, también conservado en el AHN, por el que se ordena que

  • 18 AHN, Consejos, Lib. 1240, f. 276r. Del cumplimiento de la orden ha quedado constancia en el documen (...)

[…] de los libros de la sala de los señores alcaldes de esta Corte se tilde y borre el asiento y partida que en ellos hubiere en razón de haber entrado y sido admitido el dicho don Martín Joseph de Lanuza al uso y ejercicio de la plaza de Alcalde de Casa y Corte y al de la de Fiscal de la sala que primero sirvió [...]18.

  • 19 «Copia de un decreto de su majestad sobre la forma de la prisión del señor don Martín de Lanuza, Al (...)

10El castigo impuesto llevaba aparejada pena de prisión, como se puede deducir del decreto dictado al respecto por su majestad, fechado el 9 de abril de 1655, y del que también existe copia en el AHN19:

Habiéndose sentenciado la causa de don Martín de Lanuza y condenádole en prisión perpetua y otras penas y que por ahora se le señale la prisión en una de las torres de la cárcel de esta Corte para dar cumplimiento a esta presente y que se ejecute luego en llevarle a la dicha torre de la dicha cárcel de Corte: Os ordeno que deis orden a dos alcaldes, [...] para que den cumplimiento a lo referido y le dejen en una torre de la dicha cárcel asegurado, ordenando a los alcaldes que notifiquen al alcaide no le deje comunicar con persona alguna y que solo le asista un criado, sin que este salga fuera del encierro, y solo le entren comida y ropa necesaria y algunos libros [...].

11La aportación documental se confirma y amplía con lo mencionado en un volumen recopilatorio de sucesos de época conservado en la BNE, en el que, junto a la condena, se añade, de otra mano, la causa que la motivó:

  • 20 BNE, ms. 9856: Libro de las cosas memorables que han sucedido desde el año de mil y quinientos y no (...)

En este mismo año de 1654, sucedió a postreros de julio salió don Martín de Lanuza, Alcalde de Corte, desterrado al castillo de San Clemente por mandado de su majestad. Por enducidor de testigos falsos le desterraron, quitada la garnacha y privado de todos los oficios de la república20.

  • 21 Fecha tomada de Latassa.

12De nada de lo hasta aquí referido queda constancia en las páginas que Latassa dedica al personaje, como tampoco aparece mención alguna a la circunstancia de su muerte, pero todo parece indicar que don Martín Batista de Lanuza acabó sus días, y la que parecía brillante carrera, en prisión, cuando corría el año de 166821.

  • 22 «EPITALAMIO, / A LAS FELICES BODAS / DE LOS / Muy Ilustres Señores, / el Señor / DON MARCOS DE LANV (...)

13Los primeros años de la vida del futuro Conde, don Marcos, quien debió de nacer en torno a 1650, tuvieron que verse necesariamente marcados por estos hechos. Cabe pensar que la situación familiar hiciera aconsejable el abandono de la Corte y el regreso a Aragón, cuna de la familia, hipótesis que justificaría el que sean los amigos zaragozanos los que le agasajen en el momento de contraer matrimonio con doña Manuela Sanz Mendoza y Heredia, editando un Epitalamio a las felices bodas de los muy ilustres señores ... don Marcos de Lanuza Mendoza y Arellano ... y ... doña Manuela Sanz Mendoza y Heredia...22, cuya dedicatoria aparece firmada en Zaragoza, «y marzo a 18 de 1682».

  • 23 AHN, Consejos, Legajo 4465, nº 30. «La aristocracia sólo podía participar de su poder [de la monarq (...)

14Sea como fuere, no tardaría mucho don Marcos en instalarse en Madrid, donde pronto gozaría del favor real, como parece desprenderse de su nombramiento como gentilhombre de boca de su majestad, otorgado el 10 de noviembre de 168523.

  • 24 AHN, Consejos, Lib. 1890/E, p. 45-46.

15Tres años más tarde, en 1688, don Marcos solicita la merced de título de Castilla (el condado de Clavijo). Cuenta para ello con una recomendación del Consejo de Aragón, en documento fechado a 2 de junio de 168924, que menciona junto a los méritos del solicitante los servicios de sus antepasados:

[...] Y siendo este caballero nieto de don Miguel Bautista de Lanuza, que sirvió a vuestra majestad con tanta aprobación en este Consejo, de una familia conocida en Aragón [...], no puede dejar de recomendarle a vuestra majestad, teniéndole por muy digno de ésta y de las demás mercedes que vuestra majestad fuere servido hacerle.

16Al margen del documento se lee una nota que dice: «Respuesta de su majestad: Hele hecho esta merced», como efectivamente sucedió con fecha de 17 de abril de 1690. Sin embargo, el título le fue retenido al no abonar los derechos impuestos sobre el mismo por el Rey. Así se deduce de la solicitud que el Conde eleva para que se le otorgue el despacho, denegada por la Cámara con fecha de 31 de marzo de 1694:

  • 25 AHN, Consejos, Leg. 4465, nº 30. Sobre los problemas económicos de la nobleza a finales del siglo x (...)

El Conde de Clavijo, Gentilhombre de la Boca de Vuestra Majestad, puesto a sus reales pies, dice: Como habiéndole retenido el Real Consejo de la Cámara el despacho de la merced de Título de Castilla [...], por no haber entregado el donativo que vuestra majestad mandó diesen los títulos, suplica a vuestra majestad sea servido de mandar se le admita al Conde el donativo en los gajes corrientes y efectivos que goza por el ejercicio de Gentilhombre de la Boca que sirve [...], añadiéndose a esto las conocidas estrecheces del Conde y siendo punto de la conciencia y justificación de Vuestra Majestad el mandar se le admitan los gajes, así por haberse ejecutado con otros como por no tener el Conde otro camino para la satisfacción; así lo espera de la gran clemencia de usted25.

  • 26 AHN, Consejos, Leg. 9270, E. Rel., nº 1, perpetuos.

17Afortunadamente para don Marcos, el problema se hubo de solucionar, y en 1695 el condado de Clavijo aparece entre los títulos declarados perpetuos por Carlos II26.

  • 27 Don Juan Tomás heredó el título de su padre, fallecido en 1691.

18La vida cortesana de don Marcos, que se deja entrever en los documentos relacionados con sus peticiones, hubo de estar muy influida por las pugnas de las diferentes facciones que luchaban por controlar la voluntad del Rey Carlos II, un monarca que se adivinaba moriría sin sucesión. Dos fueron básicamente las posiciones políticas: la que defendía que los derechos dinásticos pasaran a la corona francesa y la que postulaba los derechos de la Casa de Austria. Debió de ser a la primera a la que se entregó Marcos de Lanuza, al menos si atendemos a sus relaciones, muy especialmente con don Juan Tomás Enríquez de Cabrera, Conde de Melgar y Almirante de Castilla27, uno de los principales dirigentes del sector francófilo:

  • 28 BNE, ms. 10473: Relacion de la causa del padre maestro fray Froylán Díaz, confesor del señor Carlos (...)

Conque mientras aquella tarde tomaba posesión del confesionario Froilán, estaban en casa del Almirante discurriendo cómo derribarle. Quiénes fueron todos los que concurrieron no lo pude saber a punto fijo y solo pude averiguar los siguientes: el padre fray Gabriel de Chuza, capuchino confesor de la reina; el Conde de Adanero; el Conde Clavijo [sic]; el marqués de Celada; don Isidro Camargo; el padre Carnedi, jesuita; fray Antonio Tolch de Cardena, Comisario general de San Francisco, y otros que ignoré28.

  • 29 En la Relación diaria de todo lo sucedido en Madrid desde el día 20 de agosto hasta el día 3 de dic (...)

19Entre los muchos puntos que quedan por esclarecer en la biografía del Conde, algunos son de tanto interés como la actividad desarrollada durante la Guerra de Sucesión29 o la fecha de su muerte. Respecto a esta última, cabe apuntar que ocurrió con posterioridad al año 1708, ya que el siguiente documento está fechado en Madrid el 11 de noviembre de ese año:

  • 30 Archivo General de Palacio, Sección Personal, Cª 2614/5.

Yo don Marcos Baltasar de Lanuza Mendoza y Arellano, Conde Señor de Clavijo, Señor de las villas de Miraflores, la Aldegüela, Picaza, Gentilhombre de la Cámara y de la Boca de su Majestad y de su Consejo de Hacienda, vecino de esta villa, doy todo mi poder cumplido y cesión en cama propia bastante, como de derecho se requiere y es necesario, al reverendísimo Padre Tomás de Castro, Procurador de la Casa de Procuración y Noviciado de la Compañía de Jesús30.

  • 31 AHN, Consejos, Leg. 9855, nº 6. Francisca falleció el 5 de enero de 1754, sin dejar descendencia: a (...)

20Por último, hay que mencionar a su única hija, Francisca Javiera, casada con don Francisco de Cañas y Acuña, Gentilhombre de la Cámara del Rey e hijo de los Marqueses de Valle de Cerrato31.

  • 32 Todos ellos pertenecen a composiciones recogidas en el ms. 4122 de la BNE.

21Al igual que su biografía, la producción literaria de don Marcos se ajusta en grandes líneas a lo que cabe esperar de un hijo de su tiempo: desde su posición en la Corte escribe una poesía adaptada a las modas del momento y en la que es frecuente la temática circunstancial, de la que pueden dar idea encabezamientos como «A todas las damas cuando se pusieron un traje nuevo», «A una dama que se hirió en una mano», «Habiéndose puesto un traje militar las damas de Palacio», «A un pájaro que una tarde voló a la mano de Julia» o «En ocasión de haber retratado a una señora y al ver la copia se quejó diciendo la habían pintando con ceño»32.

22Queda reflejada también la pugna política y el constante deseo de medrar en la escala social, patente en las dedicatorias de algunas de las obras que compuso para su representación en Palacio. Significativa a este respecto es la incluida en Las Bélides, dirigida a la reina madre, Mariana de Austria, a quien pudiera estar agradeciendo su nombramiento, en 1685, como gentilhombre de boca:

  • 33 Las Bélides, h. 1r-1v. La obra se representó en Palacio en diciembre de 1686. El tono es muy simila (...)

Reconoce mi Casa innumerables beneficios a la cesárea clemencia de Vuestra Majestad; y, como favores reales no tienen más satisfacción que el reconocimiento, consagró mi veneración esta zarzuela a los felices años de Vuestra Majestad, que viva tantos cuantos desean nuestros votos, esperando como favor de tan real agrado la disculpa de este obsequio; y guarde Dios a Vuestra Majestad todos los que sus vasallos hemos menester33.

  • 34 «LAS / BELIDES / ZARZVELA / QVE SE ESCRIVIO PARA CELEBRAR / el dia de los Años de la Reyna Madre nu (...)
  • 35 «ZELOS / VENCIDOS DE AMOR, / Y DE AMOR / EL MAYOR TRIVNFO. / FIESTA ZARZVELA / QVE SE REPRESENTO A (...)
  • 36 «JVPITER, Y YOO, / LOS CIELOS PREMIAN DESDENES, / FIESTA ZARZVELA, / QVE DE ORDEN DE SV MAGEST. / ( (...)
  • 37 «† / A LA / EXCELENTISSIMA SEÑORA / MI SEÑORA / LA DVQVESA DEL INFANTADO, / Pastrana, y Lerma, Marq (...)
  • 38 «SEXTA PARTE / DE / COMEDIAS / DEL CELEBRE POETA / ESPAÑOL / DON PEDRO CALDERON / DE LA BARCA, / CA (...)

23El carácter palaciego y circunstancial de la literatura de don Marcos se aprecia también —aparte sus tres zarzuelas: Las Bélides34; Celos vencidos de amor y de amor el mayor triunfo35; Júpiter y Ío. Los cielos premian desdenes36— en el romance dedicado a la feliz llegada de Mariana de Neoburgo al puerto de El Ferrol37 o en la epístola familiar incluida en la Sexta parte de comedias de Pedro Calderón de la Barca38.

  • 39 «ACADEMIA, / A QVE DIO ASSVMPTO LA / Religiosa, y Catolica accion, que el Rey nues- / tro Señor (Di (...)

24Consta también, aparte de esta actividad en los círculos cortesanos, su colaboración en empresas poéticas colectivas, como la academia reunida en casa de don Pedro de Arce para glosar el famoso suceso protagonizado por el Rey cuando cedió su coche a un sacerdote que portaba el Santo Viático39.

  • 40 «Cuando la pluma en cómicas tareas, / docto Clavijo, trasudó primores; / apuraste a los délficos ar (...)
  • 41 «No la amistad, ¡oh, Conde!, sino el juicio, / no la pasión, sino el conocimiento, / la obra aplaud (...)
  • 42 Ms. 2248, f. 64: «Escuchad, señor don Marcos, / las penurias que os escribo, / y sea este largo rom (...)

25Su presencia en dicha reunión permite suponer que don Marcos gozaba de buenas relaciones en el ambiente literario de la época. Así se desprende también de algunos textos laudatorios dirigidos a su persona, tales como el ya citado Epitalamio que Nicolás García de Londoño le ofrece con motivo de su matrimonio, los sonetos incluidos al final de la zarzuela Celos vencidos de amor (escritos por Pedro de Castro Zorrilla40 y Antonio de Zamora41), o el romance dedicado por Francisco de Bances Candamo incluido en el manuscrito 2248 de la BNE42.

  • 43 Ms. 2100, f. 256r-257r.
  • 44 El «tabernáculo» era el lugar donde, según el Antiguo Testamento, los hebreos guardaban el Arca de (...)

26Existen, asimismo, testimonios que dejan entrever alguna importante enemistad. Valga como ejemplo la composición en esdrújulos que comienza con los versos «Clavijo lúgubre, / de ingenio tártaro...», también de un manuscrito de la BNE43. A lo largo del poema, no solo se negará la capacidad poética de Clavijo («Poeta lírico / no eres, ni sáfico», «Tu humor poético / es zurumbático, / que por insípido / condeno al Báratro»), sino que se acusará a su estilo de adulador («Lisonjerísimo, / cerimoniático») y se le criticará el gusto por arrimarse a los poderosos («a lo magnífico / te arrimas zángano»). Se añade además una alusión al judaísmo («Vuelve a lo esférico / del tabernáculo, / donde tu cítara / logra su cántico»), común en escritos ofensivos de la época44. Cierra el poema una cita tomada de una obra del propio Conde («Servirá de estribillo la siguiente tonada del mismo Clavijo, que se cantó con oboes en su comedia de Júpiter y Ío»), acompañada de la advertencia «fue muy silbada»:

A los campos me vengo
por si en los campos
puedo hallar el alivio
de mis cuidados.

  • 45 El poema se conserva en los siguientes manuscritos de la BNE: 2100 (f. 305r-306v), 3747 (f. 229r-23 (...)
  • 46 Poema que no figura en la edición impresa de las obras de Montoro, donde sin embargo se recoge el r (...)
  • 47 Los textos se citan a partir de la versión del ms. 9149.

27Un tono similar se aprecia en el intercambio de descalificaciones entre el Conde de Clavijo y José Pérez de Montoro presente en dos romances que gozaron de cierta difusión manuscrita. El primero de ellos, de don Marcos, está dedicado «Al excelentísimo señor Duque de Pastrana, en ocasión de la recobrada salud de la excelentísima señora Duquesa», y toma como excusa uno anterior de José de Montoro, «que hizo a la mejoría de la Reina, nuestra señora, doña María Luisa de Borbón»45. A falta de localizar este último poema46 y de poder comprobar el grado de imitación burlesca alcanzado, se advierten en el texto de Clavijo constantes alusiones malintencionadas a la persona de Montoro y a su concepción de la poesía. Se aprovechan para ello aquellos elementos omnipresentes y casi tópicos en la poesía del rival: las invocaciones al Pindo («Vayan, señor, vayan fuera / Castalia, Aganipe y Pindo, / alhajas que solo sirven / de lo que hasta aquí han servido»)47, a Apolo («No haya invocación al templo / de aquel que en Delfos fingido / tuvo entre los mentecatos / plausibles los sacrificios»), la utilización del adjetivo «jocoserio» («Parece que jocoserio / se me introduce el estilo / y que sin ser yo Montoro tan no fácil senda piso»), o los nombres de Fermín de Sarasa y Manuel de Lira, objeto, el primero como enemigo y el segundo como posible mecenas, de muchas de las composiciones de Montoro («¿No es mejor esto que no / conceptos de baratillo / sobre si Fermín es tonto, / sobre si Lira es propicio?»). Alusiones aparte, el resto del romance se refiere a la curación de la Duquesa, como indica el encabezamiento, con el tono habitual en este obras, en que predomina la adulación. Pero en este caso huyendo de los, a juicio de Clavijo, inapropiados estilos de la época, representados por Montoro: «¿No es mejor el dulce, grave, / métrico, acordado ritmo / de las cítaras que no / de las campanas el ruido?».

  • 48 BNE: ms. 2100, f. 306v-308v; ms. 3747, f. 230v-231v; ms. 9149, f. 9r-v; y 10521, f. 6v-9r, así como (...)

28La réplica aparece en el romance que se inicia con los versos «Sacra poesía española: / si a tu templo la defensa...», en el que «Responde don Joseph de Montoro al antecedente...», tal y como indican todas las fuentes, que recogen siempre ambos poemas sin solución de continuidad48. En su poema Montoro se despacha a gusto con el Conde, su obra (descrita como de pésima calidad) y su estética, a través de comparaciones ridiculizadoras: «¿Cómo permites que salgan / partos a luz que parezcan / si por lo escrito melones / en lo leído badeas?». Señala además en don Marcos una pobreza lírica que, en el fondo, no es sino reflejo de la falta de ingenio propia de su tiempo: «¿Tendrán más precio los tuyos, / comprados en la almoneda / que está haciendo la ignorancia / por muerte de la agudeza?». No es de extrañar, por tanto, que lo vea como poco enemigo («Conque cuando yo esperaba / algunas coplas siquiera / que me obligasen por altas / a prevenir escaleras, / doy con las flautas y pitos / en que el grande ingenio suena / con vanidad de clarín / hecha de aire de trompeta») y que acabe dejando por los suelos las dotes poéticas de su antagonista: «Con que sacamos en limpio / que aunque este ingenio se precia / de que pica y sazona / ni tiene sal ni pimienta».

29Sin embargo, y pese a lo aparatoso del enfrentamiento, puede que no se trate sino de un mero juego literario. Así parece si atendemos a las repetidas, y amistosas, alusiones a don Marcos en varias composiciones de las Obras posthumas lyricas humanas de don José Pérez de Montoro: «A doña Teresa de Tebes, dama de la Reina madre, en nombre de don Marcos de Lanuza, Conde de Clavijo, quien se supone ausente, hizo Montoro este romance», «El excelentíssimo señor Duque de Medinasidonia, y otros señores, que no asistían al Palacio de la Reina madre, sino al de la reinante, suponiendo que el abanino se quejaba de la profanidad con que le trataban en un Palacio, por voces de un ausente, que es, como queda referido, el Conde de Clavijo, y que solo se consolaba por la reverencia con que en el otro le servían, fomentaron que don Francisco de Villamayor, capellán de honor, lo escribiese, quien lo hizo en este romance», «Montoro defendió que no pudo caber error en el intento del primer romance del ausente y antes sí en el segundo, que le contradice, en este romance».

  • 49 BNE, ms. 3709; f. 7r-11v. El romance aparece precedido del siguiente texto: «Romance escrito en los (...)

30Cortesana, fácil, adulatoria, tales parecen ser los términos que mejor definen la poesía de don Marcos de Lanuza. Sin embargo, en ella también aparece otra vena, que se adivinaba en la referida disputa con Montoro, más íntima, de mayor interés artístico, alejada de las modas de su época, y en la que el poeta deja entrever un yo lírico bien diferente del señalado hasta aquí. A esta vena pertenecería el romance «Señor Duque, vamos claros, / y escúcheme vuecelencia...», dirigido, como es habitual, a un dedicatario de posición elevada (el Duque del Infantado), y en el que don Marcos pretende explicar por extenso las propiedades del abanino49.

31El poema comienza de modo burlesco, avisando de que va a carecer de invocaciones a Apolo y los lugares origen de la inspiración («No ha de haber invocaciones / al délfico dios, ni aquellas / cumbres del Parnaso...»; «¿Qué se dijera de mí / si no dejara la selva / del Pindo en que nacen / abrojos en vez de hiedras?»). Inmediatamente después se inicia el desmantelamiento de los tópicos de la poesía amorosa al uso, tanto los referidos a la expresión de sentimientos («Feriele mis pataratas, / guarnecidas de las necias / idolatrías que el alma / las echa de sí por fuerza. / Unos suspiros fingidos, / en cuya vana apariencia / no hay más verdad que la de / haber bobas que los crean...») como los que conciernen a varios aspectos del cortejo («Devano una escribanía, / a todas horas abierta, / sobre si la leche helada / le hizo provecho con fresas; / sobre si dijo la amiga, / sobre si estorbó la dueña / y sobre si es esta noche / muy preciso el ver la fiesta. / A que se añada el aviso / de si podrá ser la audiencia / por el parque o por el raro / rincón de la callejuela. / Como también unas frases / sin las cuales no se pueda / ser discreto y es delito / nombrarlas de otra manera: / «la cama es comodidad, / la golosina es la cena, / la superiora es la ama / y el mondongo es la asistencia». / Al dormir llaman quietud...»). Hecho esto, Marcos de Lanuza parece referirse a sí mismo, a través de la ficción literaria y del yo poético, y es aquí cuando surgen las cotas de mayor interés: aparece su rechazo a participar en la guerra («Una asistencia continua / que la ociosidad fomenta, / porque uno no tiene gana / de irse a morir en la guerra»), su desengaño («y si pensáis que a Dorinda / registraré de más cerca, / es ilusión porque en mí / solo el desengaño reina»), sus peticiones como cortesano («Ayudadme, protegedme, / porque además de la eterna / obligación que me asiste / es mi cariño otra nueva»). Quizás en esta alma desnuda, más o menos sincera, alejada de la polémica y de la vanidad del mundo de la corte, que lucha por abrirse paso a través de la norma estética impuesta por las modas y costumbres del entorno palaciego, se pueda percibir cómo la pluma de don Marcos participa, a su manera, en el cambio que, casi imperceptiblemente, se está produciendo en la sociedad y la literatura españolas de la época.

32Mucho queda por hacer para recuperar la figura y la obra de don Marcos de Lanuza, Conde de Clavijo: hombre de claroscuros, autor de una poesía de «segunda —o tercera…— fila», pero en quien lucha por abrirse paso la voz de un yo poético «libre», alejado ya de los tópicos y convenciones asociados tradicionalmente a la decadencia española de finales del xvii. Un poeta al que, finalmente, vale la pena rescatar del olvido.

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Bibliografía

Bègue, Alain, «Algunos datos bio-bibliográficos acerca del poeta y dramaturgo José Pérez de Montoro», Criticón, 80, 2000, pp. 69-115.

Domínguez Ortiz, Antonio, La sociedad española en el siglo xvii, Madrid, CSIC, 1963, t. 1.

Domínguez Ortiz, Antonio, «Transformaciones sociales», Historia de España. Tomo 7: Esplendor y decadencia (Siglo xvii), Madrid, Historia 16, 1981.

Domínguez Ortiz, Antonio, «Instituciones políticas y grupos sociales en Castilla durante el siglo xvii», en Id., Instituciones y sociedad en la España de los Austrias, Barcelona, Ariel, 1985a, pp. 7-29.

Domínguez Ortiz, Antonio, «La venta de cargos y oficios públicos en Castilla y sus consecuencias económicas y sociales», en Id., Instituciones y sociedad en la España de los Austrias, Barcelona, Ariel, 1985b, pp. 137-183.

Latassa, Félix de, Biblioteca nueva de los escritores aragoneses que florecieron desde el año de 1641 hasta 1680, Pamplona, Joaquín de Domingo, 1799.

Lynch, John, Los Austrias (1516-1700), Barcelona, Crítica, 2003.

Rodríguez Moñino, Antonio, «Tres cancioneros manuscritos (Poesía religiosa de los siglos de oro)», Ábaco, 2, 1969, pp.127-272.

Rodríguez Moñino, Antonio, «Tres cancioneros manuscritos (conclusión)», Ábaco, 3, 1970, pp. 87-227.

Sabik, Kazimierz, «El teatro de tema mitológico de Marcos de Lanuza, Conde de Clavijo, en la corte de Carlos II», en Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Barcelona, PPU, 1992, vol. 2, pp. 1085-1096.

Simón Díaz, José, Bibliografía de la literatura hispánica, Madrid, CSIC, 1982, t. 12.

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Anexo

Antología poética del Conde de Clavijo50

Avisos que da una guarda a una dama que entró en Palacio51

   Con sus años y más años,

sobre unos huesos raídos

de que se compone un cuerpo

esqueleto de abinicio52,

   en habitico de dueña

5

—siendo de Palacio hechizo

con plaza de las mal vistas—

está Marcela de Bisio.

   Era de guarda aquel día,

cuando Amarilis previno

10

dejar al Turia desierto

y a Manzanares florido.

   ¿Qué discreta en el real templo

consagra en culto motivo

la hermosura en holocausto,

15

la nobleza en sacrificios,

   bien que son sus perfecciones

—discreción, belleza y brío—

para pechos reverentes

siempre adorados peligros?

20

   La dicha dueña que, infusa53,

tiene el chisme susodicho,

dijo así, con una voz

que ha cien años que es graznido:

   «Las que vienen, reina, a ser

25

deidades en este empíreo54,

un estilo han de observar

que está muy puesto en estilo.

   Valor ya veo que sobra,

pues viéndome a mí es preciso

30

que quien le tiene para esto

tenga harto para esto mismo.

   Punto le supongo en quien

tan grandes prendas admiro,

pero úsele de tal modo

35

que no parezca puntillo55.

   Sepa que hay en esta casa

hasta cincuenta de atisbo,

que emplean mal los aceros

pues son contra los rendidos.

40

   Escápase de este riesgo

y tropiézase el registro,

que anda en pena perdurable

acechando los registros.

   Y es menester que a estas tales

45

las haga entrar por camino

o la vara del respeto

o la espuela del capricho.

   Negras perritas y enanos

dan un poco de martirio,

50

que son ciertas sabandijas

que sustenta el desperdicio56;

   y, aunque siempre son pesados,

se han de celebrar sus dichos,

bien que no tengan de airoso

55

más de lo que son de fríos.

   Asentada esta doctrina,

atienda los retacillos

que sobran de cuando corta

el no sé qué su vestido.

60

   “Sí, ya, bueno” y carcajada

con reserva es su principio,

que suele servir aun más

que un concepto muy bien dicho.

   Un sonsonete muy falso,

65

con cierto mirar muy fino,

bastará a fundar memorias

por el alma que los hizo.

   Con un “Oye usted” muy recio,

y “Aunque dice usted” quedito

70

queda en una tarde todo

preguntado y respondido.

   A todos cuantos discurren

fundándose en lo rendido,

ni los admita gloriosos

75

ni los arroje precitos57,

   sino así, bonitamente,

con misterioso desvío,

vestirles ha los cuidados

con apariencias de olvidos.

80

   Háblase aquí por las manos

cierto idioma cristalino

que en caracteres de nieve

cláusulas de fuego ha escrito:

   que es vuestra muda elocuencia

85

un retórico artificio,

con que se comen los ojos

la renta de los oídos.

   La curiosidad ofrece

en el terrero58 un alivio,

90

que empezar suele en acaso59

y acabar en romadizo60.

   Si amor, esperanza y celos

se oyeron por descamino,

más pierden ellos dejarlos

95

que se vayan sin registro.

   Agradecer y no amar

es etiqueta, y yo digo

que es lo mejor no hacer nada

y errarlo por mi capricho.

100

   Posada61 es una quisicosa62

que no es cosa, aunque en guarismo

monta mucho por virtud

del celo del abanino63.

   Abanino es cierta gracia

105

que se adquiere por dominio

y, en fin, dignidad tan grande

que aun no la tiene un obispo.

   Éste se hace de desprecios,

de atenciones, sacrificios,

110

hilo, cambray64, almidón,

lechuguilla65 y dobladillo.

   Las crïadas suelen ser

Dioclecianos66 de a poquito,

y en lo prendido y tocado

115

ejecutan sus martirios.

   Hay algo de maldiciones,

con su poco de chillido,

y con reina esta famosa

suelen tripular pellizcos.

120

   Pasteles, fruta y castañas,

barro, chocolate frío,

son en la villa bocados

y en Palacio bocadillos.

   Si apretaren las ballenas67,

125

desahogarlas un poquito,

que no le está mal al talle

que escoten lo que han comido.

   Si a la noche suben tarde

las crïadas ya han dormido

130

y aunque no estén con tanto ojo

estarán con tanto hocico.

   La cena es desdén guisado

pues viene en un braserico,

pues aunque más quiera el plato

135

está por entonces tibio.

   Hay otras más de mil cosas

que ahora, reina, no las digo

porque no digan que leo

los soberanos archivos.

140

   Y para que se cautelen

en tanto nuevo conflicto

basta lo dicho; y así,

señora, lo dicho, dicho».

   Dijo y harta de asustar,

145

cayéndosele un colmillo

que la quedaba, dio fin

a todo aquesto que dijo.

A una sagrada inteligencia en la gloria indefectible de sus perfecciones68.

   En esa perfección incomprensible

que perfecciones de deidad comprende,

en esa posesión a quien no ofende

la esperanza vulgar de lo posible,

   en esa consonancia indefectible

5

que de tu discreción el cielo aprende,

en esa claridad donde se entiende

venerado del culto el imposible,

   Filis, te considera mi destino,

animado del noble rendimiento

10

que sacrifico a tu esplendor divino:

   permítele a mi idea este portento,

que yo en reverenciarle no defino

en mi imaginación tu entendimiento.

Sueño de un dormido y cuidado de un despierto69.

   Pasaba yo el buen Quevedo70,

que es para mí Bocalino

donde hallo sin lo Trajano

las piedades de lo Plinio.

   Deletreando el concepto

5

iba leyendo el estilo,

y entre espinas de la chanza

sacando rosas de avisos,

   cuando, en Dios y norabuena,

por descanso o por capricho,

10

mis cinco sentidos dieron

en dormir sin ser sentidos.

   Todos cinco se durmieron,

con que el adagio he cumplido

del que duerme lo que tiene

15

mas no tiene más que cinco.

   Dormido quedé, en efecto,

y en la cocina del juicio

se guisó de especies varias

un sueño patagorrillo71.

20

   Representome la idea

un caso tan nunca visto

que, con saber que era sueño,

juzgué que estaba dormido.

   Pareciome que veía

25

templo augusto, en quien admiro

sacra deidad con quien es

elevación lo rendido.

   Y al pie del ara, de suerte,

estaba un fraile lampiño

30

que, admitir lindos las lindas72,

fuera de lindas el lindo73.

   Juzgué, si mal no me acuerdo,

que tenía por oficio

acechar a las deidades

35

los humanos entresijos.

   Éste, después que los ruegos

con la sumisión previno,

de parte de la deidad

fue postillón paraninfo74.

40

   Acercóseme risueño

y tales cosas me dijo

que ya lo de tamañazo

se podó tamañito75.

   Díjome: «Joven, dichoso

45

sabe: por sacro edicto

eres venturosa dama

con el galán más narciso».

   Considere el más cristiano

cuál quedaría al oírlo

50

un hombre a quien hizo Dios

con todo lo que a otro hizo.

   El golpe de la noticia

me dejó tan aturdido

que miro, toco y no creo

55

lo que toco y lo que miro:

   dejo aparte este testuo76,

esta papada y carrillos,

que también cabe grosura

en sábados femeninos77;

60

   dejo aparte que soy bobo,

supongo que soy bien quisto78,

pero no puedo ser bobo

sin pensiones de tontillo79.

   «¿Yo dama?», digo mil veces,

65

estando a solas conmigo.

«¿Es posible que esto propio

puede ser aquello mismo?

   No es posible que lo sea;

este no es sueño: es delirio.

70

¡Qué mal quistas tres razones

recusando tres testigos!

   ¿Puede la naturaleza,

por más que con sabio arbitrio,

fingir el higo en durazno,

75

volver el durazno en higo80

   Quise salir de la duda:

busqué mi fe de bautismo

y un “Manuel” como dos puños

vi en un renglón masculino.

80

   Pues si es constante que el cura

me bautizó en cueros vivos,

¿pudo sin los apatuscos81

ignorar los armandijos?

   Además de que me acuerdo,

85

aunque era entonces muy niño,

que el «Vis baptizari?» «Volo»,

le respondió mi padrino.

   ¿Yo he de creer que un hombre,

siendo muy grande latino,

90

me levantó un testimonio

a costa de un solecismo82?

   Y permitido el engaño,

aunque nunca concedido

pues es un sin memorial,

95

funda derecho preciso.

   ¿Si el decirme que soy dama,

será aquel estilo antiguo,

de «A ti te lo digo, paima,

entiéndelo tú, sobrino»?

100

   ¿O será que para hombre

estoy muy descolorido,

que hasta los secos se opilan83

por la falta de ejercicio?

   Por más discursos que formo

105

menos razón averiguo

de la deidad que idolatro;

así, humillado, la digo:

   «Hermosa deidad, a quien

todo cuanto soy dedico:

110

pues entendéis de holocaustos,

escoged los sacrificios.

   Si gustáis que yo sea dama,

por vos a dama me aplico,

pero he de errar el amaño84

115

por la falta del aliño85.

   Fuera de que la firmeza

se aventura en el partido,

queréis que sea firme el culto

y mudáis el sacrificio.

120

   ¿Tan malo he sido hasta aquí

que para haber de serviros

es precisa condición

dejar de ser lo que he sido?

   Juzgo, aunque todo os adoro,

125

poco lo que sacrifico,

pues si quitáis de esto poco,

¿qué le queda a esto poquito86?

   Pero pues es gusto vuestro,

dama soy: lo dicho, dicho;

130

decidme si me declaro,

porque no sé si me explico».

   Dije, y, con el alborozo,

tan recio levanté el grito

que desperté. ¡Qué mal hacen

135

los que no duermen quedito!

   Esto es lo que me ha pasado:

quien leyere lo que escribo

sepa que, a no ser soñado,

no me atreviera a decirlo.

140

Romance de la Academia87

   ¡Salve, generoso Rey,

cuyas piedades tan nobles,

más que láminas ni jaspes,

conservarán corazones!

   ¡Salve mil veces y llega

5

a este Dios de los amores88

a rendir cultos, herido

de sus divinos arpones!

   Aunque es deidad escondida

rayos vibra superiores,

10

que no es mucho que en su nieve

sacros incendios se formen.

   Aplica el pecho y permite

que tus ricas sienes doren

tantas luces como amante

15

ese hermoso sol descoge89.

   Sienta el corazón sus flechas

y, ardiendo en llamas veloces,

tanto suban que las vean

encendidos ambos orbes.

20

   Deshágase aquel nublado

que armó Lutero en el Norte

y no se vean triunfantes

infames exhalaciones.

   De Manzanares aprendan

25

los ríos de esas regiones,

pues sus aguas son cristales

que llevan ya inundaciones.

   No se levanten del Albis90

las nieblas a los sajones,

30

que ya irán de nuestro río

más generosos vapores.

   Una centella no más

salga de tu pecho y logre

la dicha de que se enciendan

35

mal apagados carbones.

   En un jardín por soberbio

se perdió aquel primer hombre,

y en otro un Rey, por humilde,

sacros eleva esplendores91.

40

   Al venir Dios a buscarlo

de temeroso se esconde,

y un Rey cuando Dios se oculta

presuroso a verlo corre.

   No ya del fruto vedado92

45

raras pretende ilusiones,

que del Árbol de la Vida

fruto más divino coge.

   Esos funestos cipreses

en laureles se transformen,

50

que adonde ha entrado la Vida

no ha de haber de muerte horrores.

   Laureles sean que, ufanos,

tus reales sienes coronen

y, del Júpiter Tonante,

55

resguarden indignaciones.

   Vístase su campo ameno

de primitivos verdores

y queden vivas señales

de haber estado dos soles.

60

   No se vean del estío

los siempre adustos rencores,

que adonde ha vivido el mayo

por qué han de faltar las flores.

   Ríndete a vista del mundo,

65

que, aun los pechos más enormes,

no se podrán resistir

si tú el ejemplar les pones.

   Las piedades hasta aquí

en tus vasallos más nobles

70

eran cultos, pero ahora

ya serán imitaciones.

   No es nueva piedad en ti,

pero es ejemplo que pone

más religiosos a cuantos

75

tienen genio menos dócil.

   Adora al Dueño feliz

de tus fortunas mayores,

que quizá para encontrarte

baja disfrazado al bosque.

80

   ¡Oh, cuánto gusto le has dado

cuando humilde te dispones,

pues del Austria le repites

los ya pasados primores!

   Sólo en rendirte fabricas

85

templo firme a sus albores:

son tus piedades columnas

más seguras que otros bronces.

   Augusto tu pecho erige

las aras más superiores,

90

más dignamente le abrigas

que David en sus Siones.

   Cúbrase el templo de cedros

y con hilos de oro borden

sus techumbres los judíos

95

cuando al maná93 lo recogen,

   que solo al ver que del Austria

copiosas piedades corren,

en estas aras exceden

a los sabios Salomones.

100

   Permite, ¡oh, Dios!, que se vea

en nuestro Carlos tan dócil

el tiempo: que viva siempre,

más que perezoso, inmóvil.

   Y de su regia corona

105

tantos vea sucesores

cuantas arenas el mar,

o ya las lame o las sorbe.

   Que si tu amor ha gustado

de estas sagradas acciones,

110

si en el Austria no prosiguen

no sé yo cómo se logren.

Romance en ocasión del feliz arribo de la Reina Católica al puerto de El Ferrol

   Ea, Señor, llega el caso

en que todo mi respeto

pone a vuestros pies la corta

facilidad de su ingenio.

   Llegó el caso en que mi numen,

5

atropellando los miedos,

de la censura disculpa

con la ejecución el riesgo94.

   ¿Qué mucho si tantos grandes

Apolos hallar supieron

10

en acordada armonía

la sonoridad del plectro?

   Dígalo el Zúñiga grande,

cuya elevación ha hecho

pasar a los imposibles

15

todo el encarecimiento,

   siendo al compás de su pluma,

en bien logrados diseños,

lámina hermosa la rara

ejecución de su intento.

20

   Y dígalo de Montoro

el furor que, trascendiendo

tantos cristales, no apaga

la sed de sus ardimientos.

   Y díganlo, en fin, los muchos

25

acordados instrumentos

que suavemente cantaron,

felizmente suspendieron.

   Mas baste para preludio,

que me llama el grande objeto

30

que desde El Ferrol descubre,

lince animado, mi obsequio.

   ¿No es aquel marino monstruo,

con tantas plumas velero,

el imán de nuestras ansias

35

y el norte a nuestros deseos?

   ¿Aquel que, de los suspiros

al aire, el agua ligero

bate, siendo en los cristales

Olimpo de su elemento?

40

   ¿Aquel…? Pero, ya llegando

a la arena, con reflejos

deslumbra a rayos brillantes

las esperanzas del puerto95.

   ¡Oh, qué ufano y qué dichoso

45

de su fortuna al aliento

no quiere arribar a tierra

por no dejar tanto cielo96!

   Ni pudo haber otra causa

que mental en los afectos

50

de muchos: hacer querían

del accidente misterio;

   todo era en dar los caprichos

con enfático embeleso,

autorizando el acaso

55

con el nombre de pretexto97.

   Cedió el Duque a su Fortuna:

así se apellida el regio,

el augusto, el siempre grande,

de la aurora feliz centro98.

60

   Ya se dio a partido y ya,

con prevenidos festejos,

grita por lenguas de bronce99

el mar festivos estruendos.

    Llega, en fin, donde Neptuno,

65

sus tridentes sacudiendo,

la ofrece en dorada lancha

de verde orilla el sosiego.

   No hubo tritón en la espuma

que, gratamente risueño,

70

no la tributase en nácar

los cóncavos de sus senos100.

   Apenas hubo delfín

que no volase ligero

a ofrecerla en sus escamas

75

de todo el mar el imperio.

   Pero, ¿qué mucho que logre

tan universal el feudo,

si es mar de España y no pueden

ser piratas sus afectos?

80

   Ya, Señor, viene, y ya pasa

a ver el dichoso templo

del Apóstol que en España

fue de Dios visible trueno.

   Aquel que al pérfido moro

85

arruinó con tal denuedo

que le debió don Ramiro

ser de tributario exento.

   Y díganlo las veneras,

cuyo cifrado misterio

90

son caracteres al voto,

de tanta verdad ejemplo.

   Perdonadme la noticia

porque me salió al encuentro

y se acordó lo Clavijo101

95

para expresar el concepto.

   Partid, Señor, a la grande

ciudad que Pisuerga bello102

corre entre arenas brindando

a sus cristales lo ameno.

100

   Alli veréis en sus aguas,

con precipicio violento,

abrasar Júpiter toda

la cólera de su incendio.

   La congoja, que el cuidado

105

os introdujo en el pecho,

descanse ya como alivio,

no oprima como tormento.

   En la armonía del alma,

¿cómo andarán los afectos

110

llevando la fantasía

al aire de los incendios?

   Lograd allí poseída

vuestra esperanza, que el cielo,

en sagrados vaticinios,

115

a voces me está diciendo:

   «¡Enhorabuena, españoles,

que ya se ha llegado el tiempo

en que el Católico logre

fecundidad en su Reino103!

120

   Ya al piadoso, al grande Carlos,

se le romperán los sellos

que hasta aquí tuvo cerrados

de Dios el alto decreto.

   Ya tendrá España columnas

125

tantas que el blasón excelso

de la fe tengan constantes

como basas de su templo.

   Respire el mundo de aquel

beleño letal que, siendo

130

susto común, hoy se hace

precisión para el sosiego.

   Ya del norte los helados

carámbanos podrán luego,

a tanto fuego, abrasar

135

de su obstinación el hielo.

   Las águilas y leones

pondrán su nido en el terso

márfil donde sus saetas

guarde el aljaba del viento.

140

   Ya en blanda delicia todo,

de Mariana a los afectos,

en dulces tranquilidades

hará la borrasca puerto».

Dijo, y de mí arrebatado,

145

a los impulsos violentos,

desapareció dejando

en mis oídos sus ecos.

Al Duque de Pastrana, en ocasión de la recobrada salud de la señora Duquesa.
Romance del Conde de Clavijo, con ocasión de haber visto a otro de don Joseph Montoro a la mejoría de la Reina, nuestra señora, doña María de Borbón.
Romance
104

Vayan, señor, vayan fuera

Castalia, Aganipe y Pindo105,

alhajas que solo sirven

de lo que hasta aquí han servido.

   No haya invocación al templo

5

de aquel que en Delfos fingido

tuvo entre los mentecatos

plausibles los sacrificios.

   No del caballo de Apolo

se haga memoria, aunque miro

10

que sin moverse ha causado

a los poetas gran ruido.

   Parece que jocoserio

se me introduce el estilo

y que, sin ser yo Montoro,

15

tan no fácil senda piso.

   ¿Qué será? ¿Será que el genio

me lleva por el camino

de lo burlesco y se aparta

del más discreto camino?.

20

   No, porque mi natural

siempre me lleva advertido

al objeto de lo heroico

donde es seguro el peligro.

   ¿No es mejor esto que no

25

conceptos de baratillo106

sobre si Fermín es tonto,

sobre si Lira107 es propicio?

   ¿No es mejor el dulce, grave,

métrico, acordado ritmo

30

de las cítaras, que no

de las campanas el ruido?

   No hay cosa como lo grave,

en donde siempre ha servido

la gran razón del pensarlo

35

de razón para escribirlo.

   Además que los ingenios

heroicos, cuando han querido,

han hecho sus versos flautas

y también sus coplas pitos.

40

   Pero basta ya, que a mí

me llama asunto más digno,

que el escribirle es respeto

y el retardarle es delito.

   Bien es que estéis tan gustoso

45

cuando en vuestra casa miro

brillar ya el sol sin el ceño

de amenazado deliquio108.

   Era el susto de su vista

tal cuidado que imagino

50

que no hubo voz sin lamento

ni corazón sin suspiro.

   ¡Albricias, señor, que ya

providente el cielo quiso,

negándose a lo severo,

55

concederse a lo propicio

   gracias a que sus decretos

se resolvieron benignos,

dándonos en lo gustoso

hasta el centro del alivio!

60

   ¿Qué mucho si en vuestro pecho

estaban a un tiempo mismo

todas las conformidades

mezcladas con los cariños?

   Y en estas segundas causas

65

bien haya el autor que hizo

que cepas de Ingalaterra

obrasen tales prodigios.

   Y adiós, señor, que a mi musa

le va entrando tanto frío

70

que temo alguna terciana109

con tránsito a tabardillo110.

   Madrid, a doce del mes

que madura los membrillos111.

Porte, medio real. Palacio.

75

Es del Conde de Clavijo.

Responde don Joseph de Montoro al antecedente en este romance

   Sacra poesía española:

si a tu templo la defensa,

que es natural por ser mía,

no llega como extranjera,

   concédete a la debida

5

satisfacción de una queja

en que humedece la pluma

el sudor de la paciencia.

   ¿Cómo permites que salgan

partos a luz que parezcan,

10

si por lo escrito melones,

por lo leído badeas112?

   ¿Cómo sufres la locura

que dispara y no aprovecha

de tu Parnaso en sus coplas,

15

más que la cuesta y las piedras?

   ¿Con qué sus pañales moja?

¿Con qué andadores se suelta?

¿Quién del Pindo y de Castalia

ni toma brazos ni teta?

20

   ¿Cómo a la trapa la trapa113

quiere correr quien no prueba

si está el caballo de Apolo

a la brida o la jineta?

   ¿Cómo…? Pero ya lo dice

25

el que ni aun a hablar acierta

bien del caballo porque es

quien dice mal de la yegua,

   puesto que, según lo escrito,

es por gula o por miseria

30

quien monda el melocotón

y se come la corteza.

   Y, si no, escuchen lo grave

de la cítara que templa

contra mi zampoña para

35

cantar a la castañeta114.

   ¡Válgate Apolo por hombre

porque del Parnaso me echas!

¿Qué tiene mi enhoramala

que ver con tu enhorabuena?

40

   Si lo burlesco te llama

y si lo heroico te lleva,

¿quién te hace que no respondas

ni burlando ni de veras?

   ¿Qué te va en que mis conceptos

45

tan del baratillo sean

que por lo poco que valen

se conozca lo que cuestan?

   ¿Tendrán más precio los tuyos,

comprados en la almoneda

50

que está haciendo115 la ignorancia

por muerte de la agudeza?

   Ponderarnos que no hay

como lo grande, es sentencia

para quien piensa que escribe,

55

porque escribe lo que piensa.

   Conque cuando yo esperaba

algunas coplas siquiera

que me obligasen por altas

a prevenir escaleras,

60

   doy con las flautas y pitos

en que el grande ingenio suena

con vanidad de clarín

hecho de aire de trompeta.

   Pues cuando asunto tan digno

65

te llama estás de manera

que ni le oyes por más voces,

ni le entiendes por más señas.

   ¿No más que asunto más digno

se llama una sacra empresa,

70

que debe por soberana

apurar la reverencia?

   ¿No más que el respeto tuvo

parte en el culto? ¿Tan fuera

quieres dejarte del ara

75

la obligación de la ofrenda?

   ¿No más que en el imagino

quedó el susto de una pena

que atormenta padecida

con amenazas de eterna?

80

   ¿Y del llanto a las albricias

se pasa tan de carrera

que al desagüe de los ojos

sigue el de las faltriqueras?

   Mas todo cabe en las gracias

85

de que el cielo resolviera

sus decretos: teología

extraña, pero no buena.

   Y en fin, todo el cuento para

en que al buen hombre le cuesta

90

disparates a racimos

el milagro de las cepas.

   No obstante que a cuatro coplas

ya no pudo más y cierra

con adiós y zascandil116

95

porque se acabó la mecha.

Con que sacamos en limpio

que, aunque este ingenio se precia

de que pica y que sazona,

no tiene sal ni pimienta.

100

   Ni aun tiene tinta ni pluma,

pues, aunque está con su fecha

y su título, la obra

no tiene pies ni cabeza.

   Y sólo tiene una firma,

105

que es mentira de poeta,

pero tan desaliñada

que no parece compuesta117:

   Palacio y Clavijo es falso

porque éste, aunque se perdiera

110

por su gusto en la poesía,

se cobrará118 en la etiqueta.

   Y se ve que la tal musa

es, porque el diablo la tienta,

cuando de ingeniosa osa

115

por lo palaciega ciega.

   Y así, lo que es por mi parte,

juro en Dios y en mi conciencia

que esto es cosa de la villa

no Madrid, sino Alcobendas.

120

   De que se sigue que yo,

como otra vez no se meta

commigo, ahorraré de pluma,

de tintero y salvadera119.

Al Excelentísimo Señor Duque del Infantado.
Romance escrito en los bochornos de una siesta por don Marcos de Lanuza, Conde de Clavijo,
en que se refieren por extenso las propiedades del abanino120.

Señor Duque, vamos claros121,

y escúcheme Vuecelencia,

que están de gorja122 las dulces

suavidades de la vena123.

   No ha de haber invocaciones

5

al délfico dios124, ni aquellas

cumbres del Parnaso donde

cae el que menos tropieza.

   ¿Qué se dijera de mí,

si no dejara la selva

10

del Pindo en que nacen [sic]

abrojos en vez de hiedras?

   Vaya este romance puro,

brindis a vuestra excelencia,

y emborrácheme una ninfa

15

bacanal, culta y ligera.

   Pero ha de ser la embriaguez

con tal tiento que parezca

el juicio un recto fiscal

de la expresión de la idea.

20

   Dios me ayude y sea conmigo

echacuervos125 de poetas

más celebrados, aunque entren

el Rector126, Góngora y Mesa127.

   Sea el asunto una rara

25

imaginación que en fuerza

de un impulso me arrebata

con soberana violencia.

   De abanino128 es el concepto,

que me rompió la cadena

30

de su cuidado un demonio,

de un accidente quimera.

   Estábame yo quedito

y, hétele por dónde, llega

el capricho y me dispara

35

una boda a boca abierta.

   Yo, que ya del matrimonio

tengo tomadas las señas

y que el casarse una vez

sé que es grande desvergüenza,

40

   tomé de mis cortadillos129

toda la fábrica inmensa

y se los vendí a un galán,

al precio de que él los tenga.

   De notables baratijas

45

era la tal almoneda,

de mi ajuar alhajas todas

muy dignas de que se sepan.

   Feriele mis pataratas130,

guarnecidas de las necias

50

idolatrías, que el alma

las echa de sí por fuerza:

   unos suspiros fingidos,

en cuya vana apariencia

no hay más verdad que la de

55

haber bobas que los crean;

   una asistencia continua

que la ociosidad fomenta,

porque uno no tiene gana

de irse a morir en la guerra.

60

   Devano una escribanía,131

a todas horas abierta,

sobre si la leche helada

le hizo provecho con fresas;

   sobre si dijo la amiga,

65

sobre si estorbó la dueña,

y sobre si es esta noche

muy preciso el ver la fiesta.

   A que se añada el aviso

de si podrá ser la audiencia

70

por el parque o por el raro

rincón de la callejuela.

   Como también unas frases

sin las cuales no se pueda

ser discreto y es delito

75

nombrarlas de otra manera:

   «la cama es comodidad,

la golosina es la cena,

la superiora es la ama

y el mondongo es la asistencia».

80

   Al dormir llaman quietud:

no hay esperanza, allí cesan

los deseos y se vive

solo con lo que atormenta».

   El galán es una estatua

85

añadida en la plazuela

a los arcos, y lo necio

es la basa en que se asienta.

   También en los corredores

hay su retazo de arenga

90

con un «Oye usted» que para

en «Diga usted norabuena».

   Un mozo de portería

de cuando en cuando se acerca,

con la expresión en la mano

95

y el deseo en la taberna:

   que es verle dar un recado,

buscando en su inteligencia,

la moda de un disparate

y dice que es etiqueta.

100

   Síguese el mozo de coche

diciendo que, en zarzuela,

cogió la cinta de Clori,

la cual compró en una tienda;

   la impertinente porfía

105

del sangrador, que confiesa

que al sangrarla vio cuajarse

las púrpuras con las perlas

   y para en los veinticinco

y en que la tal Clori tenga

110

entre acabachado nácar

el carmesí de Guinea;

   si la echó ventosas dice

que vio veinticuatro estrellas

en el turquesado globo

115

de la tramontana esfera.

   Si hay Aranjuez y Escorial

pasa un hombre su carrera

entre villanos disfraces

siendo el Bato132 de las selvas,

120

   porque allí, del sumiller133

en el cuarto, bien pudiera

cualquier galán ofrecer

su ejercicio en penitencia.

   Bien haya don Juan Gallardo,

125

que sabe, con providencia,

hacer que los cuerpos vivan

ya que las almas mueran;

   y para los ignorantes

tenga el concepto evidencia:

130

Gallardo es el mayordomo

en los cielos y en la tierra.

   Los sábados hay Atocha

y el verano, cuando llega

uno a rezar, ya se ve

135

que suda pero no reza.

   En el invierno la hermosa

peluca va tan ajena

de parecer lo que solo

parece: agua, viento y tierra.

140

   «Que usías no estén cansadas»

es diaria impertinencia

al apearse, aunque vayan

a la brida o la jineta.

   El «Dios os guarde mil años»

145

solo se da por respuesta,

socorro auxiliar que causa

más de dos mil cosas buenas.

   De la antecámara nunca

puede saber quien no entra

150

en la antecámara y los que

se quedan en la saleta.

   Aquí os cojo, Duque mío,

delante y soy buen poeta

para no errar trasgresiones,

155

que es dificultosa empresa.

   Si para entrar falta llave,

buen remedio Vuescelencia:

solo diga al Rey y le hable

de modo que se lo entienda.

160

   Dígale, señor, si quiere,

«Clavijo es hombre de prendas,

nieto de mi casa134» y solo

con eso bajan doscientas.

   Ya se ve, siendo Mendoza,

165

que me ilustra y que me alienta:

pueden ser gentiles hombres

míos los Duques de Humena135.

   Ya se ve si el esplendor

de tal llama no fomenta

170

incendios, a cuyos rayos

se vivifica mi esencia.

   Adórnese a influjos vuestros

mi pretina de la seña

dorada136, en quien es el yerro

175

el acierto de tenerla.

   Autoridad en el sol

es tener luces pequeñas,

que a su beneficio andan

guiadas de su influencia.

180

   Y si pensáis que a Dorinda

registraré de más cerca,

es ilusión porque en mí

solo el desengaño reina:

   ya a la ara del escarmiento

185

sacrifiqué las inmensas

adoraciones que fueron

el norte de mi tormenta.

   De tan crecidos naufragios

solo pretendo la quieta

190

tranquilidad y de Jano137

tener cerradas las puertas.

   Y si ferié mis alhajas,

trastos de palacio, cesa

el ejercicio de usarlas

195

por razón de no tenerlas.

   Ayudadme, protegedme,

porque, además de la eterna

obligación que me asiste,

es mi cariño otra nueva.

200

   ¿Qué mucho si sois en todo

compuesto de tales prendas

que, aunque he sabido adorarlas,

nunca sabré comprenderlas?

   Quedaos con Dios, y las cinco

205

silvas138, que a Castilla acuerdan

su tronco, fecundas ramas

pisen de Néstor las selvas139.

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Notas

1 Rodríguez-Moñino, 1969, p. 127.

2 Rodríguez-Moñino, 1969, p. 128.

3 En este caso, el término olvidado se utiliza con total propiedad: para desgracia del autor hasta el códice autógrafo de sus poesías de la BNE aparece atribuido en el tomo X del Inventario de la biblioteca a don José Clavijo Fajardo.

4 Bègue, 2000, p. 69.

5 Simón Díaz, 1982, nos. 5597-5602.

6 Sabik, 1992, pp. 1085-1096.

7 De hecho, el artículo se limita al estudio de las tres zarzuelas atribuidas a su pluma, que se toman «como un ejemplo representativo de ese género de fiesta teatral barroca mitológico‑burlesca, tan de moda en el ocaso del Siglo de Oro español» (Sabik, 1992, p. 1096).

8 Latassa, 1799, t. III, pp. 572-573.

9 Latassa, 1799, t. III, pp. 382-383.

10 Nacido en Zaragoza en 1620, fue hijo de don Miguel Batista de Lanuza, Protonotario de Aragón, fallecido en 1659, quien a su vez había sido sobrino del Justicia de Aragón don Martín Batista de Lanuza, y, por lo tanto, del obispo don fray Gerónimo, hermano de éste.

11 Pertenecía a la familia de Molina, de antigua y acrisolada nobleza. Murió en Madrid el 18 de marzo de 1684.

12 Latassa, 1799, t. III, pp. 382-383.

13 AHN, Consejos, Lib. 1228, f. 170r-171r. Don Martín prestó juramento el cuatro de mayo del mismo año, tomando posesión ese mismo día de su cargo, según consta al final del citado documento.

14 Véase Domínguez Ortiz, 1985a, p. 17: «Hay muy pocos y muy parciales estudios sobre el reclutamiento del personal de la administración central del Estado según su procedencia social [...]. Las fuentes, sin embargo, son abundantes; hay en nuestros archivos una multitud de relaciones de méritos y servicios que los pretendientes elevaban a los gobernantes para obtener cargos o recompensas [...]. Lo que para nosotros resulta más característico es que se aleguen los servicios de sus ascendientes como un factor de peso decisivo que confería un verdadero derecho. Por eso no es raro encontrar en los memoriales frases de este tipo: D. X.X. ... heredero de los servicios de su padre X. ... de su abuelo X. ... de su tío X. ... (con expresión detallada de los mismos)».

15 Lynch, 2003, pp. 401-408.

16 Véase Latassa, 1799, t. II, pp. 296-302: «El Rey don Felipe II en 1581 le había nombrado Lugarteniente de la Corte del Justicia de este Reino; y la integridad, equidad y sabiduría, con que se manejó en las Cortes de 1588, lo proporcionaron para ser nombrado del Consejo de Nápoles, plaza que no pudo servir, viviendo un año molestado de una fiebre cuartana. Y en el marzo de 1592 lo llamó su majestad a Madrid, donde logró el satisfacer su confianza y sincerarlo de la lealtad y fidelidad de Aragón en los sucesos de estos tiempos. Fue Regente del Supremo Consejo de Aragón desde 1593, y del Tribunal de Cruzada; habiendo tenido el honor de desempeñar las comisiones y encargos que al mismo tiempo le hicieron los reyes don Felipe II y III, abatida la emulación y envidia que le seguían. Fue también nombrado Justicia Mayor de Aragón en 1600; y armado caballero juró el oficio en manos del Vicecanciller Covarrubias».

Su actitud de total lealtad a la Corona durante la rebelión de 1591 choca con el hecho de estar casado con la hermana del Justicia Mayor de Aragón don Juan de Lanuza, el Viejo, padre del también Justicia Juan de Lanuza, que perdería el cargo y la vida a consecuencia de la rebelión. Por otro lado, el agradecimiento del rey tenía que ser grande, por cuanto fue la persona que, como Lugarteniente de la Corte de Justicia de Aragón, apresó a Antonio Pérez cuando llegó a aquel reino.

17 Domínguez Ortiz, 1985b.

18 AHN, Consejos, Lib. 1240, f. 276r. Del cumplimiento de la orden ha quedado constancia en el documento en el que aparecía la concesión del título, tachada, y al lado de la cual aparece la siguiente nota: «Tildose y borrose este asiento y partida en ejecución de una sentencia en que se mandó hacer así, formada por mandado de su majestad para proceder contra el doctor don Martín Joseph y [Bautista] de Lanuza, en Madrid a diez y seis de abril de seiscientos y cincuenta y cinco años».

19 «Copia de un decreto de su majestad sobre la forma de la prisión del señor don Martín de Lanuza, Alcalde que fue de su Casa y Corte» (AHN, Consejos, Lib. 1240, f. 275r).

20 BNE, ms. 9856: Libro de las cosas memorables que han sucedido desde el año de mil y quinientos y noventa y nueve, escritas por mano de Miguel de Soria en Madrid, f. 55v. La anotación en la que se indica la causa en folio 55v-56r. Unas líneas antes se recoge otra información sobre el personaje; se refiere a su actuación en el año 1654 en el Casar de Consuegra tras un suceso en el que los habitantes del pueblo habían cortado las orejas a un juez enviado desde Madrid: «[…] fue el alcalde don Martín de Lanuza al averiguación y castigo y hubo muchos azotados y ahorcados».

21 Fecha tomada de Latassa.

22 «EPITALAMIO, / A LAS FELICES BODAS / DE LOS / Muy Ilustres Señores, / el Señor / DON MARCOS DE LANVZA, / Mendoza, y Arellano, Señor de Cla- / vijo, la Aldeguela, Sant-Iuste, / el Pobo, Embid, Miraflores, / y Picaza, &c. / Y / MI SEÑORA D. MANVELA / Sanz, Mendoza, y Heredia, Hija / de los Señores Marqueses de / Villaverde, Condes de / Morata, Etc. / ESCRIVIOLE / DON NICOLAS GARCIA DE LONDOñO [sic]. / En Çaragoça, por TOMAS GASPAR MARTINEZ».

23 AHN, Consejos, Legajo 4465, nº 30. «La aristocracia sólo podía participar de su poder [de la monarquía] a título delegado, frecuentando la Corte, donde tenía a gran honor desempeñar cerca del rey los más humildes servicios» (Domínguez Ortiz, 1981, p. 65). El juramento del cargo se produjo el 12 de noviembre (Archivo General de Palacio, Sección Personal, Cª 2614/5).

24 AHN, Consejos, Lib. 1890/E, p. 45-46.

25 AHN, Consejos, Leg. 4465, nº 30. Sobre los problemas económicos de la nobleza a finales del siglo xvii, véase Domínguez Ortiz, 1963, I, p. 223‑252.

26 AHN, Consejos, Leg. 9270, E. Rel., nº 1, perpetuos.

27 Don Juan Tomás heredó el título de su padre, fallecido en 1691.

28 BNE, ms. 10473: Relacion de la causa del padre maestro fray Froylán Díaz, confesor del señor Carlos 2º y assí mismo de los hechizos que se dixo dieron a este rey, f. 48v-9. La relación del Conde de Clavijo con el Almirante queda también plasmada en la dedicatoria de una de sus zarzuelas, Celos vencidos de amor y de amor el mayor triunfo, a doña Ana Catalina de la Cerda y Aragón, esposa del Almirante y personaje, a su vez, muy destacado en la vida social del momento.

29 En la Relación diaria de todo lo sucedido en Madrid desde el día 20 de agosto hasta el día 3 de diciembre de este año de 1710 en que Su Majestad entró en su corte se recoge el nombramiento, por parte del Archiduque Carlos, del Conde de Clavijo como miembro del Consejo de Hacienda (BNE, ms. 10907, f. 24r). Esto supone, a falta de conocer la fecha exacta de su muerte, o bien situar a don Marcos en el bando contrario al que se ha señalado hasta ahora o bien pensar en que se hace referencia a su sucesor.

30 Archivo General de Palacio, Sección Personal, Cª 2614/5.

31 AHN, Consejos, Leg. 9855, nº 6. Francisca falleció el 5 de enero de 1754, sin dejar descendencia: así se desprende del hecho de que el título pasara a posesión de Juan Antonio Ruiz de Molina (AHN, Consejos, Leg. 11754, nº 8).

32 Todos ellos pertenecen a composiciones recogidas en el ms. 4122 de la BNE.

33 Las Bélides, h. 1r-1v. La obra se representó en Palacio en diciembre de 1686. El tono es muy similar al de la dedicatoria de Celos vencidos de amor.

34 «LAS / BELIDES / ZARZVELA / QVE SE ESCRIVIO PARA CELEBRAR / el dia de los Años de la Reyna Madre nuestra / Señora DOñA [sic] MARIANA DE AVSTRIA, y se / representò à sus Magestades en el Salon de Pa- / lacio el dia de sus Reales Años veinte y dos / de Diziembre del año de mil seiscientos / y ochenta y seis./ ESCRIVIOLA / Don Marcos de Lanuza Mendoza y Arellano, Gentil- / hombre de la Boca de su Magestad, y Señor de las / Villas de Clauijo, la Aldeguela, Miraflores, / y Picaza, &c. / CON LICENCIA. / EN MADRID: Año de M. DC. LXXXVII. / Hallaràse en la Puerta del Sol, en casa de Sebastian de / Armendariz, Librero de Camara de su Magestad, / y Curial de Roma».

35 «ZELOS / VENCIDOS DE AMOR, / Y DE AMOR / EL MAYOR TRIVNFO. / FIESTA ZARZVELA / QVE SE REPRESENTO A SVS / Magestades en vno de los Jardines de la Priora, en / celebridad de los años de la Madre de la / Reyna nuestra señora. / ESCRIVIOLA / D. MARCOS DE LA NVZA [sic], MENDOZA / y Arellano, Liñan y Aragon, Conde, y Señor de / Clavijo, Vizconde de la Aldeguela, Señor de las / Villas de Santiuste, Embid, Miraflores, y Picaza, / Gentil‑hombre de la Camara, y de los mas antiguos / de la Boca del Rey nuestro señor. / Y LA CONSAGRA / A LA PROTECCION DE MI SEñORA [sic] / Doña Aña Catalina de la Cerda y Aragon, Duquesa de / Medina de Rioseco, &c. / Año CON LICENCIA, EN MADRID, 1698. / Por Francisco Sanz. Impressor del Reyno, y Portero de Camara / de su Magestad. Hallaràse en su Imprenta en la Calle de la Paz».

36 «JVPITER, Y YOO, / LOS CIELOS PREMIAN DESDENES, / FIESTA ZARZVELA, / QVE DE ORDEN DE SV MAGEST. / (DIOS LE GVARDE) / ESCRIVIO PARA EL DOMINGO / DE CARNESTOLENDAS / DON MARCOS DE LA NVZA [sic], / Mendoza y Arellano, Liñan, y Aragon, Conde, y / Señor de Clauijo, Vizconde de la Aldeguela, Señor / de las Villas de Miraflores, Santiuste, &c. Gentil- / Hombre de la Camara del Rey nuestro señor, del / Consejo de su Magestad, en el Real de / Hazienda. / Año de 1699. / En Madrid: Por Francisco Sanz, Impressor del Reyno / y Portero de Camara de su Mag./ Hallaràse esta Fiesta en su casa en la Calle de la Paz».

37 «† / A LA / EXCELENTISSIMA SEÑORA / MI SEÑORA / LA DVQVESA DEL INFANTADO, / Pastrana, y Lerma, Marquesa / del Cenete, / Consagra el Conde de Clavijo / este Romance, / QVE ESCRIVE AL REY N. S. / EN OCASION DEL FELIZ / Arribo de la Reyna Catolica / al Puerto del Ferrol», [s. l.] [s. a.].

38 «SEXTA PARTE / DE / COMEDIAS / DEL CELEBRE POETA / ESPAÑOL / DON PEDRO CALDERON / DE LA BARCA, / CAVALLERO DEL ORDEN DE / Santiago, Capellan de Honor de su / Magestad, y de los señores Reyes / Nuevos de Toledo. / QUE CORREGIDAS POR SUS ORIGINALES, / PVBLICA / DON JUAN DE VERA TASSIS / y Villarroel, / SU MAYOR AMIGO, / CON PRIVILEGIO / EN MADRID: Por Francisco Sanz, Impressor del Reyno, y Portero / de Camara de su Magestad, Año de 1683».
El texto comienza con las siguientes palabras: «Señor mío, no fuera cumplir con mi cabal amistad y precisa obligación si no celebrara con la atención más justa su ejecución de vuestra merced en la de haber sacado a luz el más precioso tesoro, en la publicación de las comedias del Cisne Español, nuestro insigne don Pedro Calderón de la Barca...».

39 «ACADEMIA, / A QVE DIO ASSVMPTO LA / Religiosa, y Catolica accion, que el Rey nues- / tro Señor (Dios le guarde) executò el dia 20. / de Enero deste año de 1685. Encontrando vn / Sacerdote en el campo, que llevava el Via- / tico à vn enfermo, à quien acompañò / à pie, haziendole entrar en su coche / hasta la Iglesia de San / Marcos. / Celebròse el dia 3. de Febrero en casa de Don / Pedro de Arce, Cavallero de el Orden de San- / tiago, Montero de Camara de su Ma‑ / gestad, de la Iunta de Aposento, y / Regidor de la Villa de / Madrid. / FVE PRESIDENTE / Don Andrès Sanchez de Villamayor, Capellan / de Honor de su Magestad. / SECRETARIO DON MANVEL / de Ochoa. / FISCAL / Don Marcos de Lanuça Mendoza y Arellano, Señor / de las Villas de Clavijo, la Aldeguela, Embid, / Miraflores, / y Picaça, &c. / Segunda impression, añadida, y enmendada por sus / Autores de los yerros de la primera», [s. l.] [s. a.].
En la misma participaron también autores como Pedro de Castro, Antonio de Zamora, Antonio de Solís o Francisco de Bances Candamo.

40 «Cuando la pluma en cómicas tareas, / docto Clavijo, trasudó primores; / apuraste a los délficos ardores / las inspiradas cláusulas febeas. / Cuando en regio teatro las empleas, / deidades obsequiando superiores, / pasaron a lograr más esplendores, / expresadas del bulto las ideas...»

41 «No la amistad, ¡oh, Conde!, sino el juicio, / no la pasión, sino el conocimiento, / la obra aplauden que, parto del talento, / educada nació del artificio...».

42 Ms. 2248, f. 64: «Escuchad, señor don Marcos, / las penurias que os escribo, / y sea este largo romance / paréntesis de los libros. / No canto vuestros blasones, / de quien son anciano archivo / (escalones de Tipheo) / los escollos de Clavijo...».

43 Ms. 2100, f. 256r-257r.

44 El «tabernáculo» era el lugar donde, según el Antiguo Testamento, los hebreos guardaban el Arca de la Alianza.

45 El poema se conserva en los siguientes manuscritos de la BNE: 2100 (f. 305r-306v), 3747 (f. 229r-230v), 9149 (f. 7v-9r) y 10521 (f. 4v-6r). También aparece en las Obras pósthumas ... de don Joseph Pérez de Montoro..., pp. 165-167: OBRAS POSTHUMAS / LYRICAS HUMANAS / DE / D. JOSEPH PEREZ / DE MONTORO, / SECRETARIO DE SU MAGESTAD, / RECOGIDAS, Y DADAS A LA ESTAMPA / por Juan de Moya: / QUIEN LAS DEDICA / A LA MUY ILUSTRE SEñORA [sic] / DA. ANA ANTONIA / DE GONGORA AVILES / SANDOVAL Y BAñUELOS [sic], / MARQUESA DE ALMODOVAR, / Señora de la Villa de la Rambla, y de Santa / Maria de Trassierra, la Zarza, y Caña- / veral, &c. / TOMO I. / CON PRIVILEGIO: En Madrid, en la Oficina / de ANTONIO MARIN. Año de 1736. / Se hallaràn en casa de Juan de Moya, Mercader de / Libros, frente de San Felipe el Real.

46 Poema que no figura en la edición impresa de las obras de Montoro, donde sin embargo se recoge el romance de Lanuza con la misma indicación.

47 Los textos se citan a partir de la versión del ms. 9149.

48 BNE: ms. 2100, f. 306v-308v; ms. 3747, f. 230v-231v; ms. 9149, f. 9r-v; y 10521, f. 6v-9r, así como sus Obras posthumas ..., pp. 167-170.

49 BNE, ms. 3709; f. 7r-11v. El romance aparece precedido del siguiente texto: «Romance escrito en los bochornos de una siesta por don Marcos de Lanuza, Conde de Clavijo, en que se refieren por extenso las propiedades del abanino».

50 Se recoge aquí una pequeña selección de la obra del Conde de Clavijo. Los textos proceden principalmente del ms. 4122 de la BNE, códice en su mayor parte autógrafo de acuerdo a la nota presente en el f. 147v: «hasta aquí son todos [los poemas] de letra del conde de Clavijo, su autor; los sig[uien]tes, de letra de varios criados suyos». Se han añadido otros de diversas procedencias, cuyo contenido se ha estudiado a lo largo del presente artículo. Las notas léxicas entrecomilladas, salvo indicación expresa, están tomadas del Diccionario de Autoridades.

51 BNE, ms. 4122, f. 12r‑5v.

52 «Locución puramente latina, que vale lo mismo que desde el principio, y vulgarmente se suele usar en términos jocosos por desde el principio del mundo, por cosa antiquísima y muy vieja».

53 Así en el original, en concordancia con «dueña».

54 En la mitología clásica, la parte más alta de los cielos, donde residían los inmortales.

55 El autor juega con la connotación negativa del diminutivo: pundonor (punto) frente a pundonor muy exagerado basado en cosas sin importancia (puntillo).

56 «Destrucción y malbarato de la hacienda u otra cosa».

57 «Condenados a las penas del infierno».

58 «El sitio o paraje desde donde cortejaban en Palacio a las damas».

59 «Suceso impensado, contingencia, casualidad o desgracia».

60 Catarro nasal.

61 Cuartos destinados en Palacio a la servidumbre femenina.

62 «Enigma u objeto de pregunta muy dudosa y dificultosa de averiguar». El verso aparece así en el original, aunque la métrica parece exigir «Posada es quisicosa».

63 «Moda que en España introdujeron las damas de Palacio, que se reducía a una porción de gasa blanca de un palmo de largo, entorchada con unos como bollos, la cual se ponía atravesada u ondeada en el escote del jubón como los bobillos o maragatos. Y con esta señal, o divisa, que solo podían traer damas, se distinguían de las demás de la Villa y Corte, incluyendo misteriosamente en este adorno, o señal distintiva, todos los atributos de veneración y rendimiento con que los caballeros que las servían las respetaban».

64 «Cierta tela de lienzo muy delgada y fina».

65 «El cuello o cabezón que se usaba antiguamente y se hacía de muchos anchos de holanda u otro lienzo que, recogidos formaban unas ondas semejantes a las hojas de las lechugas encarrujadas, de donde tomaron el nombre estas lechuguillas».

66 Emperador romano que llevó a cabo una de las más feroces persecuciones contra el cristianismo.

67 «El ajustador que traen las mujeres, que por otro nombre se llama cotilla».

68 BNE, ms. 4122, f. 69r-69v.

69 BNE, ms. 4122, f. 21v-24v.

70 Cualquier lector de la época conocería el inicio del difundidísimo poema «Pasaba yo el Boccalini...» de Melchor Fonseca de Almeida. Aquí se cambia el nombre del autor que está leyendo el poeta cuando cae rendido por el sueño.

71 «El guisado que se hace de la asadura del animal picada, especialmente del puerco».

72 Aunque así aparece en el original, parece necesaria la presencia de alguna preposición acompañando el verbo: «a admitir».

73 «Usado como sustantivo, se toma por el hombre afeminado, presumido de hermoso y que cuida demasiado de su compostura y aseo».

74 El padrino de las bodas y, por extensión, el que anuncia alguna felicidad (DRAE). En este caso llegado a caballo («postillón»)

75 Así en el original, con falta de una sílaba métrica.

76 Parece más apropiado leer «testuz», tanto por significado como por la métrica del romance. Sin embargo esta es la forma que aparece en el texto autógrafo.

77 «En las más partes no se come carne en este día o sólo se permiten los extremos, despojos y grosura de las carnes». De ahí la alusión a la «grosura» del verso anterior.

78 «Querido, apreciado y estimado. Júntase regurlamente con los adverbios bien o mal».

79 «Una especie de faldellín o guardapiés que usan las mujeres, con aros de ballena o de otra materia, puestos a trechos para que ahueque la demás ropa». «Pensiones» se utiliza aquí con el sentido de cargas, trabajos, penas o cuidados.

80 Los órganos sexuales femenino y masculino aparecen aludidos con las expresiones «higo» y «durazno», respectivamente.

81 «Adorno, arreo y compostura»..

82 «Defecto en la estructura de la oración, respecto a la concordancia y composición de sus partes». El autor se pregunta si es hombre simplemente porque el sacerdote se equivocó durante la ceremonia bautismal y en vez de «vis» (quieres) pronunció «vir» (hombre).

83 «Opilarse: dejar de tener la hembra el flujo menstrual» (DRAE).

84 «Medio o disposición para hacer alguna cosa».

85 «Adorno».

86 El aparente error de concordandia no es tal, ya que con el neutro se refiere en esta estrofa al órgano sexual, que asegura no demasiado grande: «poco lo que sacrifico».

87 Academia..., f. 27r-28r.

88 Referencia a Cristo Sacramentado. Como se ha dicho, el romance refiere el encuentro del rey con un sacerdote que portaba el Santo Viático.

89 «Desplegar, extender o soltar lo que está plegado, arrollado o recogido».

90 El río Elba.

91 Se contrasta la actitud de Adán con la del Rey.

92 La manzana del Paraíso, en contraposición a la cruz, «árbol de la vida».

93 Es común en la simbología católica relacionar la Eucaristía con el maná, alimento enviado por Dios al pueblo judío cuando, huyendo de Egipto, atravesó el desierto.

94 El poeta justifica su atrevimiento con el ejemplo de otros autores contemporáneos entre los que incluye a José Pérez de Montoro.

95 Con su mero reflejo el barco deslumbra al faro, cuyos rayos son «esperanzas del puerto».

96 Al llegar a tierra la nave habrá de abandonar a la Reina, «cielo» embarcado en ella.

97 El barco hubo de tener problemas para entrar en puerto, probablemente a causa de una tormenta: de ahí que no quiera llegar a tierra, y que se hable de accidente y de acaso.

98 Pasaje un tanto oscuro. Pudiera aludir a la intervención del Duque del Infantado, cediendo alguna nave de su propiedad (¿llamada «Fortuna»?). Recuérdese que el romance está dirigido a la esposa del noble.

99 Los disparos de cañón con que se recibió a la reina.

100 Las perlas.

101 De acuerdo a la leyenda, el Apóstol Santiago encabezó a las tropas cristianas en la Batalla de Clavijo, de ahí que el Conde justifique su atención al santo por ostentar en su título el nombre de dicha batalla.

102 Valladolid.

103 En ésta y las siguientes estrofas se alude a la falta de descendencia del Rey.

104 Se reproduce la versión del ms. 9149, f. 7v-9v. Cuando mejoran la lectura se prefieren variantes de los otros testimonios del romance, sin indicación expresa. En varias de las versiones, la dedicatoria es al Duque del Infantado (ambos títulos recaían en la misma persona como se indicará en nota posterior).

105 Tanto las ninfas Castalia y Aganipe como el Pindo se relacionan con la inspiración poética.

106 «El sitio, lugar o paraje donde se venden y truecan cosas menudas y de ruin precio».

107 Véase el comentario a propósito de estos personajes en el cuerpo del artículo.

108 «Desmayo».

109 «Especie de calentura intestinal, que repite al tercero día, de donde tomó el nombre».

110 Tifus.

111 El membrillo es fruta de otoño, por lo que puede que se refiera a septiembre.

112 «Cierto género de sandía, o melón bastardo, de carne floja, insípida y desabrida».

113 «Ruido de los pies o vocería grande con alboroto y estruendo. Comúnmente se repite la voz para mayor expresión».

114 «El sonido que resulta de juntar fuertemente el dedo de en medio con el pulgar, fregando una yema con otra, el cual sirve en los bailes de los rústicos a falta de castañetas».

115 En el impreso «viendo». En el ejemplar BNE U-7918 una mano de época corrige incorporando la lectura del manuscrito, «haciendo».

116 «Voz con que se significa el golpe repentino, o acción impensada y pronta o sin reflexión, tomada la alusión del golpe y ruido que ocasiona el candil cuando se cae».

117 «Compuesto. Agregado de muchas cosas que forman otra distinta, perfecta y cumplida».

118 «Cobrar. Vale también adquirir y, en cierta manera, recobrar lo perdido».

119 «Vaso cerrado que se hace de diversas hechuras y materias, con unos pequeños agujeros por la parte de arriba, en que se tienen los polvos para echar sobre lo que se escribe, a fin de que se seque y no se borre lo escrito».

120 BNE, ms. 3709, f. 7r-11v.

121 «Vamos claros. Frase familiar con que se da a entender que las materias de que entre dos o más personas se trata, o se discurre, se traten clara y desnudamente, con claridad y verdad, y sin el menor embozo, a fin de que se sepa lo cierto y lo que en realidad se desea ejecutar».

122 «Chanza, alegría, regocijo, bulla y fiesta. Y así se dice Estar o no estar de gorja».

123 «Metafóricamente se llama el numen poético o facilidad de componer versos».

124 Apolo.

125 «Lo mismo que alcahuete».

126 Bartolomé Leonardo de Argensola.

127 Cristóbal de Mesa.

128 «Abanina» en el original.

129 «Cortadillo. Cierto género de expresión o modo de hablar afectado de que usan importunamente los que se precian de cultos y discretos».

130 «Patarata. […] demostración afectada de algún sentimiento o cuidado, o exceso demasiado en cortesías y cumplimientos».

131 Los intestinos y la panza del animal. Posiblemente se trate de un juego de palabras relacionado con «mondongas» (criadas de las damas de la Reina).

132 Personaje mitológico caracterizado por su tartamudez. De ahí que se considere en la época sinónimo de bobo.

133 El Duque del Infantado fue nombrado Sumiller de Corps en el año 1688, por lo que bien pudiera estar refiriéndose a él.

134 El Duque del Infantado compartía el apellido Mendoza con don Marcos de Lanuza.

135 Nobles franceses. Es famosa la venida de un miembro de esta casa ducal para manifestar el pésame por la muerte de la reina Margarita de Austria , suceso que dio lugar a multitud de poemas, como por ejemplo el soneto de Góngora «Despidiose el francés con grasa buena».

136 Las armas del linaje de los Mendoza, al que pertenecía el Duque del Infantado, constaba de una banda de gules perfilada en oro. De ahí que el Conde quiera que su pretina se adorne también con ese color dorado.

137 Jano era el dios de los cambios y las transiciones. Su protección se extendía a los que deseaban variar el orden de las cosas: no es el caso del poeta, que prefiere que le cierre sus puertas.

138 La casa ducal del Infantado estaba encabezada en ese momento por Gregorio María de Silva y Mendoza (1649-1693). Fue además el quinto Duque de Pastrana, casa ligada al apellido Silva: a este hecho parece estar aludiendo el verso.

139 El poema finaliza con el deseo de que el Duque tenga larga y prolija descendencia.

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Para citar este artículo

Referencia en papel

Pedro C. Rojo Alique, «Notas sobre don Marcos de Lanuza Mendoza y Arellano, Conde de Clavijo»Criticón, 103-104 | 2008, 171-206.

Referencia electrónica

Pedro C. Rojo Alique, «Notas sobre don Marcos de Lanuza Mendoza y Arellano, Conde de Clavijo»Criticón [En línea], 103-104 | 2008, Publicado el 20 enero 2020, consultado el 03 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/criticon/11936; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/criticon.11936

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