- 1 Ver Andrachuk, 2001, pp. 18-22, para la relación por Jerónimo de Barrionuevo de las diversas etapas (...)
1Fundamentado en un hecho histórico contemporáneo, el auto de Calderón La protestación de la fe (1656) dramatiza la conversión al catolicismo de la reina Cristina de Suecia, quien abjuró el protestantismo en Roma en diciembre de 16551. Nos interesa aquí estudiar la representación de este proceso espiritual a través de las diversas modalidades dramáticas que reviste en el auto: ¿cuáles son los varios parámetros que intervienen en esta dramatización del fenómeno de conversión?, ¿qué importancia se le otorga a la revelación en la representación de este proceso, y cómo funciona?, ¿cuál es el papel de la enseñanza catequística del nuevo contenido doctrinal, y cómo se dramatiza su transmisión?
- 2 Dicho cuadro estriba en la consideración del criterio métrico como principio organizador de la estr (...)
- 3 Ver Arellano, 2001, pp. 44-45, sobre la frecuencia del paradigma del banquete o convite en los auto (...)
2 Según revela la organización métrica del auto, y como lo traducen las diversas secuencias referidas en el cuadro reproducido al final de este artículo2, el desarrollo dramático de La protestación de la fe consta de tres etapas clave, que recalcan los tres momentos de la celebración alegórica de una cena universal3. La primera etapa se sitúa a nivel exclusivamente alegórico, y enfrenta en Roma a la figura de la Herejía con Sabiduría, quien manda a sus damas (Religión, Fe, Oración y Penitencia) que conviden al banquete universal a los cuatro continentes. La segunda etapa se plasma primero a un nivel histórico, escenificando al personaje de Cristina de Suecia en su corte, en el momento en que experimenta en sueño una revelación que la llevará hasta la conversión. Luego se juntan historia y alegoría cuando la reina, en una transposición alegórica de la embajada que el rey de España mandó a Cristina para incitarla a la conversión, acepta la invitación de Religión a la cena de la redención universal. La tercera y última etapa sigue mezclando estos dos niveles al representar la abjuración pública de la reina en Roma como un acto preliminar a la gran cena eucarística, cuya celebración clausura el drama.
3A lo largo de dicho desarrollo dramático, el conflicto teológico en el que se oponen Herejía, emblema del protestantismo, y la católica Sabiduría y sus damas se materializa por el empeño de la primera en estorbar el convite organizado por la segunda, y especialmente en impedir que la reina de Suecia acuda a la cena, o sea, se convierta.
- 4 La protestación de la fe, nota a los vv. 285-288, pp. 56-57.
4Desde la primera macrosecuencia del auto, y aunque ésta ofrezca un enfoque puramente alegórico, se ofrecen tanto las bases dramáticas del argumento histórico de la conversión de Cristina, como los elementos que van a intervenir en su realización, que sólo se cumplirá en la tercera macrosecuencia. Así, un primer elemento, de índole teológica, es la idea de que «la invitación al banquete de la redención es universal, sin excepción de personas, con tal que vengan preparadas»4.
- 5 Ver Arellano, 2001, pp. 195-219, sobre las funciones dramáticas del vestuario.
- 6 Ver, en La protestación de la fe, la nota del editor a la primera acotación, p. 44: «[…] El tema de (...)
5De hecho, el primer indicio de esta universalidad de la redención se trasluce gracias a la capacidad semántica del vestuario5. En su salida apertural al escenario, Herejía ofrece el aspecto de un náufrago en apuros, vestido metafórico de las errancias de la doctrina protestante: «Suena dentro la música, y sale oyéndola la herejía vestido de marinero, con un pedazo de remo en la mano» (acot. antes del v. 1). Pero, a un mismo tiempo, lleva un palo en la mano, palo que, como indica Andrachuk en una nota, representa, en la interpretación tridentina, la oportunidad para la herejía de salvarse mediante la penitencia6.
6Otro elemento, de índole más bien psicológica, es la caracterización inmediata de dicho personaje alegórico, que siente una insaciable curiosidad, matizada de admiración, frente a la misteriosa celebración que se está preparando en una ciudad que, en un principio, no reconoce como Roma:
Herejía
¿Qué cláusulas son suaves
las que en ritmos diferentes
al prado entonan las fuentes […]
……………………………………
Porque aunque llego a escuchar
que es a la fiesta que hace
la Iglesia, no satisface
a mi razón de dudar,
si paso a considerar,
que con la media respuesta
se queda el eco, pues resta
saber por qué añadiría...
Músicos
Que ya la Sabiduría
os tiene la mesa puesta.
Herejía
Dulce misterioso acento,
ya que disuenes veloz,
no des al viento la voz,
o dale el sentido al viento.
Sepa, pues, mi pensamiento,
qué fiesta y qué mesa es ésta.
Músicos
Venid, venid a la fiesta
que hace la Iglesia este día,
que ya la Sabiduría
os tiene la mesa puesta.
Herejía
Aun no bien me responde;
la voz permite y el misterio esconde.
Pero, ¿qué es lo que veo
de un deseo pasando a otro deseo?
Ya de la vista ha sido
la duda, que antes era del oído.
¿Qué fábrica es aquélla
que en los dorados campos del oriente
empina al orbe de zafir la frente. (vv. 5-7 y 15-43)
7La atracción del personaje por la visión de la lujosa Iglesia Romana se complementa por su admiración y reverencia ante la salida con gran boato de la alegoría de Sabiduría con sus damas:
Herejía
Hermosísima deidad,
de estos montes y estas selvas
que haces que en tu sol el Sol
segunda vez amanezca,
¿quién eres, que de esas cinco
colores las rizas trenzas
coronas de tu tocado?
¿Quién eres, que de tan nuevas
hermosuras asistido
te avienes con todas ellas,
bien como la blanca rosa
que en montes y valles reina
con el vulgo de las flores?
¿Quién eres, que de esa excelsa
fábrica te aplaudes dueño,
y perdona a la rudeza
de un náufrago marinero
(que aquí arrojó la tormenta)
ignorarte, e ignorar
qué voz, casa y tropa es ésta.
Conque a un tiempo dos sentidos
admiras y lisonjeas,
tanto que, absorto no sabe
saludar a tu belleza,
porque, elevado el oído,
porque la vista suspensa,
se han levantado con todos
los oficios de la lengua. (vv. 115-142)
- 7 Eclesiastés, 10, 2: «Dirige el sabio su mente a la derecha, y a la izquierda el necio». En la cita (...)
8El hecho de ignorar la identidad de Sabiduría bien delata la condición de hereje de este personaje alegórico, confesada algunos versos antes («[…] soy la Religión de la Herejía / apóstata primero / de aquel gran Sol de quien nací lucero», vv. 102-104). Sin embargo, según interpreta la misma Sabiduría a partir del Eclesiastés7, la curiosidad de Herejía no deja de constituir cierto indicio de su posible enmienda:
Sabiduría
Derrotado peregrino,
quienquiera que fueres seas,
porque de lo oculto no
toca juzgar a la Iglesia.
¿Quién soy, preguntas? ¿Qué alcázar
éste? ¿Qué cinco diversas
colores las de estas plumas?
¿Qué hermosa familia bella,
la de estas damas? Y en fin,
¿qué casa, música y mesa
la que prevengo? Y aunque
culpa el dudarlo parezca,
ya el querer saberlo basta
para remitir la ofensa,
pues entre el que ignora y sabe,
sólo halló una diferencia
el Eclesiastés, […]
……………………………………
Y así, aunque hoy
tú traigas en la siniestra
mano el corazón, podrás,
como a mis voces atiendas,
a la derecha pasarle.
Y porque mejor lo veas,
he de responderte a todo,
que en tan sagradas materias
ya el confesar ignorarlas
es empezar a saberlas.
Yo soy del Eterno Padre
una substancia, a su esencia […] (vv. 143-159 y 169-180)
9En este principio del auto, las principales características dramáticas de Herejía, según se colige de su vestuario y de sus intercambios con Sabiduría, son su ignorancia o errancias parciales en materias religiosas, y su curiosidad frente a las mismas. La respuesta proporcionada por Sabiduría introduce un nuevo elemento, de índole apostólica, en la hipotética perspectiva de que el «derrotado peregrino» (v. 143) se oriente hacia el buen camino. En efecto, esta respuesta consiste en una paciente enseñanza doctrinal («Y porque mejor lo veas, / he de responderte a todo», vv. 174-175), dispensada en un largo parlamento que evoca sucesivamente la naturaleza de la Sabiduría divina, el misterio de la Santa Trinidad, la lectura tipológica del Antiguo Testamento, la encarnación del Verbo en Cristo, la virginidad de María, etc. Finalmente explica Sabiduría su motivación principal, que consiste en la propagación del Evangelio:
Sabiduría
Bien excusarme pudiera
de decirte lo demás,
pues que lo demás se encierra
en que yo, como atributo
suyo, liberal pretenda
que su evangélica ley
a todo el mundo se extienda.
A este fin labré esta casa,
no sólo para que en ella
se alberguen los peregrinos,
mas para que mi grandeza
conste a todos los mortales;
para una espléndida cena
los voy convidando a todos. (vv. 258-271)
10Hasta ahora, la representación de la Herejía, tanto en lo que a su vestimenta emblemática atañe, como en la caracterización de su discurso inquisitivo, dejaba abierta la posibilidad teórica de una enmienda, lo que justificaba el afán apostólico de Sabiduría. Pero la evocación del banquete de la redención universal, acompañada de una presentación de las damas/virtudes, y concluida por una invitación directa a Herejía, desvela la profunda impenitencia de ésta, impermeable a cualquier proceso educativo:
Sabiduría
Conque, habiendo respondido
a todas tus dudas, resta
que entres donde renovando
la túnica, como cuerda
sierpe, la cándida veste
te ponga la Penitencia;
la Oración te dé sus voces;
la Religión su obediencia;
y, finalmente, la Fe
te dé la real asistencia
de Cristo sacramentado
en la blanca, pura y tersa
hostia del pan y del vino,
que mezclé con agua en muestra
de que están en él divina
y humana naturaleza,
siendo sangre el vino, el pan
carne, y ...
Herejía
No prosigas, cesa,
que primero que yo escuche
(mira qué será que crea)
la real asistencia de ese
sacramento, ni que pueda
ser carne el pan, sangre el vino,
verás presidir la negra
noche al día, poseídas
las luces de las tinieblas. (vv. 319-344)
- 8 Algunos versos más lejos (vv. 364-371), Sabiduría identifica a la figura de Herejía con la bestia d (...)
11El rechazo por Herejía de una exposición del dogma de la transubstanciación manifiesta obviamente las posturas tópicas atribuidas al protestantismo, y transforma la previa curiosidad del personaje en una hostilidad que, al orientar la continuación del desarrollo dramático hacia una contienda teológica, responde a las cualidades de agresividad y obstinación que se esperan de un personaje anteriormente autodefinido como «lucero» o Luzbel (vv. 102-104)8:
Herejía
y no sólo en no creerlo
ha de parar mi soberbia,
pero, aunque ahora derrotado
del mar tu beldad me vea,
sin el logro de robar
las auxiliares riquezas
que a la católica curia
envía la Providencia
de otro mundo, volveré
donde, cobradas las fuerzas,
no sólo con nueva armada
infeste de tus riberas (vv. 345-356)
- 9 Oostendorp, 1989, pp. 248-249, fundamentándose en los versos 345-364 pronunciados por Herejía, prop (...)
12Más allá de la oposición doctrinal entre los dos personajes alegóricos y los conceptos que representan, empieza a funcionar a partir de ahora un nuevo elemento, el de un cambio de planteamiento dramático, que consiste en la inscripción en la historia del conflicto. Lo que está en juego ya es la adhesión efectiva de nuevos discípulos a una u otra concepción, con su lógica consecuencia sobre la dominación política de territorios9: el enfrentamiento se cristalizará precisamente en la figura de la reina de Suecia. Y de hecho, en esta nueva perspectiva dramática, Herejía escoge a esta reina como el próximo instrumento de sus conquistas:
Herejía
Rey soy del norte, y el Anglia,
corte mía, hará en tu ofensa,
desde donde el oceano
acaba, el Báltico empieza,
bajando a Suecia y Gocia,
Moscovia, Rusia y Noruega,
confederada alïanza
con cuantas provincias cerca
el mar del Septentrión,
donde hoy coronada reina
de Luter la reformada
religión, aunque parezca
afectada liga; pues
para hacerte a ti la guerra,
¡qué más poder, qué más armas,
que aquella beldad […]
……………………………………
Aquella, pues, o Cristina
se llame, o Cristiana, en prueba
de que, aunque admite el bautismo,
otros sacramentos niega,
mayormente el de ese pan.
Y para que te estremezca
su nombre, vuelvo a decir:
¿qué más armas, qué más fuerzas
ha menester la Herejía,
porque otra mujer te venza,
que tener por reina suya
a Cristina de Suecia? (vv. 383-398 y 405-416)
13El personaje de la reina, aunque ausente físicamente de esta primera macrosecuencia, ya se menta como terreno y objeto a la vez de la contienda teológica, anticipando la continuación del drama. Mientras Herejía piensa usarla como mascarón de proa en sus próximas empresas bélicas, Sabiduría insinúa la posibilidad de que cualquier día Cristina llegue a enmendar sus convicciones religiosas:
Sabiduría
Quizá Cristina, que el nombre
hoy imperfecto conserva
de cristiana, mal viciado
por la falta de una letra
(siendo la A la que falta,
que es la Alfa en frase griega,
significación de Dios,
pues Dios es Alfa y Omega),
podrá ser que se la añada
algún día y que a ser venga
cristiana perfectamente
quien hoy lo es mente imperfecta.
Herejía
¿Cómo ha de serlo si docta
desde su niñez se emplea
en los sutiles estudios
de la gran religión nuestra?
A cuyo fin, para sólo
refutarlos, son el tema
de sus desvelos los Padres
que acá llamáis de la Iglesia.
Sabiduría
En eso está mi esperanza.
Si estudia, fuerza es que sepa,
y quien sabe, el bien y el mal
también distinguir es fuerza. (vv. 417-440)
14Con estas palabras de Sabiduría y Herejía volvemos a encontrar el motivo de una siempre posible enmienda de los errores teológicos, frutos de un conocimiento imperfecto. Dicho esquema, aplicado ahora al personaje histórico de la reina, cobra ya en este contexto preciso, un valor de anuncio de una futura conversión religiosa. Así viene determinado el enfoque histórico del desarrollo dramático de la segunda macrosecuencia, a la vez que se refuerza la relación entre curiosidad intelectual y conversión, relación esbozada desde el principio del auto. La lectura y el cuestionamiento de los textos sagrados y de sus comentaristas aparecen como elementos favorables a una evolución espiritual, en la medida en que revelan cierto principio de sabiduría:
Herejía
Ella es sabia y es altiva.
Sabiduría
Ahí están mis conveniencias.
Herejía
¿Cómo?
Sabiduría
En buscarme, si es sabia.
Herejía
¿Si altiva?
Sabiduría
En que se resuelva.
Herejía
Vive con esa esperanza
mientras yo vivo con esta
posesión; y pues la tengo
en mi poder, iré a hacerla
acuerdos de que homicida
fuiste de su padre. (vv. 455-464)
15La respuesta sarcástica de Herejía, quien insiste en la actual y efectiva sumisión de Cristina al protestantismo, intenta en vano desacreditar la virtud de esperanza que anima a Sabiduría. Pero ésta recurre a un nuevo elemento teológico, en el que se resume la oposición entre las encontradas posturas religiosas, o sea, el libre albedrío de la reina, que funcionará como resorte dramático decisivo en la dramatización de su conversión:
Herejía
Ella (volviendo al asunto)
no ha de sentarse a la mesa.
Vase
Sabiduría
Suyo es su albedrío, mas yo
la convidaré con ella. (vv. 469-471)
16Después de salida Herejía del escenario, la macrosecuencia se prolonga con el reparto por Sabiduría de las embajadas destinadas a los cuatro continentes: Penitencia se dirigirá a Asia, Fe a América, Oración a África, mientras Religión Católica visitará Europa para difundir ampliamente la noticia de la cena:
Sabiduría
[…] Y tú, Religión
Católica, pues te quedas
en Europa, sus provincias
discurre; hallarás en ellas
las que el Héspero corona,
por quien España la Hesperia
hoy se intitula, regida
del domador de las fieras,
que quiere decir Felipe.
Dile que pues es herencia
del Austria este sacramento,
que te dé sus asistencias
y, con ellas transcendiendo,
al Septentrión no vuelvas
sin dar noticias de ti
a Cristina de Suecia. (vv. 489-504)
17Con estas consignas de Sabiduría acaba el cuadro, rematando la idea de la embajada universal a las naciones, con mención explícita del rey de España, cuya influencia dramática se desarrollará en la macrosecuencia siguiente.
18 Resumiendo: esta primera macrosecuencia sienta, en un marco alegórico, las bases dramáticas del acontecimiento espiritual histórico representado en la segunda macrosecuencia. Los diferentes elementos escénicos (el vestuario simbólico), teológicos (la universalidad del convite y la posibilidad teórica para cualquiera de enmendarse con un debido aleccionamiento doctrinal; la noción de libre albedrío frente a la determinación de una postura teológica), psicológicos (la valoración de la curiosidad, la búsqueda espiritual en los libros), y el cambio de planteamiento dramático (la inscripción en la historia contemporánea de la contienda teológica) tejen una densa red semántica que prepara eficazmente la representación de la revelación que, en La protestación de la fe, participa de la conversión de Cristina.
19La segunda macrosecuencia dramatiza dos momentos clave en la conversión de Cristina: la revelación que inicia el proceso de conversión, y la aceptación privada de esta revelación, que se constituye como la primera etapa de su conversión efectiva.
- 10 Ver Arellano, 2001, pp. 217-219, sobre cambio de vestido y proceso espiritual.
20Enmarcada histórica y geográficamente en la corte sueca, dicha segunda macrosecuencia se abre, como la primera, con un uso simbólico del vestuario: vemos a la reina despojándose de sus armas para entregarse a la lectura, lo que bien augura de su próxima aceptación de la Fe católica10. Desde un principio, se van intensificando los parámetros que presidirán su conversión: el motivo de la búsqueda intelectual se precisa tomando un cariz obviamente espiritual con la mención de los fenómenos interiores sobrenaturales que acompañan a la lectura de Cristina:
Soldado 2º
Lee, pues la Sabiduría
te tiene la mesa puesta.
Músicos
Lee, pues la Sabiduría
te tiene la mesa puesta.
Cristina
¿Qué interior música ha sido
(que la escucho y no la veo)
la que siempre que algo leo
me está sonando al oído,
cuya ilusión ha podido
mi espíritu arrebatar,
tanto que, llegando a dar
toda la rienda al cuidado
de saber, casi he llegado
a aborrecer el reinar? (vv. 554-567)
- 11 La protestación de la fe, nota al verso 561, p. 69. San Agustín defendió la existencia de la gracia (...)
21Como subraya Andrachuk, «la música que oye Cristina es la música de la Gracia Preveniente, que la prepara y la dispone para buscar la verdad. Esta Gracia es un don de Dios»11. Al elemento intelectual de la lectura se añade pues un componente sobrenatural, que justifica teológicamente la predisposición de la reina para la transmisión de conocimientos de la que se va a beneficiar, o sea, la revelación que va a experimentar:
- 12 Ver Vacant, Mangenot y Amann, 1937, pp. 2580-2585, s. v. «Révélation».
Étymologiquement le mot révélation apokaluyis, fanerwsis, signifie l’enlèvement d’un voile, matériel ou spirituel, qui gêne la vision ou l’intelligence d’une chose. D’une manière générale, c’est la manifestation d’une vérité auparavant cachée ou inconnue ou au moins obscure. […] la révélation d’ordre surnaturel […] est la manifestation d’une vérité par Dieu et en-dehors de l’ordre de la nature. […] La révélation est la parole de Dieu. Celui-ci est la cause efficiente ou l’auteur de la révélation, car c’est lui qui communique à l’homme quelque chose de son savoir12.
- 13 Ver la exposición del debate dogmático por Andrachuck, nota al verso 574, pp. 70-71, y sus prolonga (...)
22Por otra parte, con la mención de unas autoridades patrísticas, y aquí, precisamente, de San Agustín, volvemos a encontrar, resumido en sus grandes líneas a través de las angustiadas preguntas y respuestas que se hace la reina, el contemporáneo debate sobre el libre albedrío, piedra de toque de la oposición dogmática entre católicos y protestantes13:
Cristina
Y más cuando el genio mío,
inclinándome a este fin,
Mira el libro
encuentra con Agustín
en lo del libre albedrío,
adonde en vano porfío
saber la definición
de la predestinación,
pues aunque aquí la defina,
Lee
«De la voluntad divina
es por Gracia una elección»,
Abre en otra parte del libro
y aquí: «Que en conocimiento
está Dios de la futura
beatitud de la criatura
racional», en vano intento
convencer un argumento
que a mí misma me hago yo.
Si Dios me predestinó,
¿como estoy tan mal hallada
en la Fe en que fui criada?
¿Para qué este fin, que dio
motivos al docto empleo
de la sagrada lección,
que ha sido mi inclinación?
¿Para qué en cierto deseo,
que le dudo y que le creo,
consulté a España, a quien hoy
plática de paces doy?
Y aunque en odio de mi ley
haya ya escrito a su rey,
y si elegida no soy,
¿cómo ha de tomar de mí
satisfacción de que erré,
si de mi parte guardélos ritos en que nací?
Abre en otra parte
Mas, ¡ay!, que también aquí
da razón con que me quita
la duda y la facilita,
pues dice con cuerdo aviso:
Lee
«Llamó Dios a los que quiso
con clemencia gratuita.»
¿Gracia es? Luego bien se infiere
que en el mérito no esté,
y que a quien quiere la dé,
porque quiere y cuando quiere;
y así en su piedad espere
que dármela a mí querrá.
Cierra el libro (vv. 568-613)
23La alegación de fuentes patrísticas, a la vez que explicita, y por lo tanto da más consistencia teológica al motivo del albedrío, aludido apenas por Sabiduría en la macrosecuencia precedente, hace que funcione ahora como factor explícito de tensión dramática: de la voluntad de la reina dependerá su aceptación o rechazo de la revelación que está a punto de vivir, o, desde una perspectiva alegórica, la victoria o derrota de Herejía. En efecto, desde un punto de vista teológico,
- 14 Ver Vacant, Mangenot y Amann, 1937, pp. 2584-2585.
La révélation n’est pas un colloque mutuel, réciproque, mais une communication de Dieu à l’homme: aussi faut-il que ce dernier qui accepte la vérité perçoive que c’est Dieu qui parle. La révélation, qui est la transmission d’une connaissance, tend naturellement à être un enseignement et un témoignage14.
24La voluntad de la reina, estimulada, en el nivel psicológico, por su obvia curiosidad intelectual, se muestra muy favorablemente dispuesta a la intervención de la Gracia:
Cristina
Conque, dejándole allá,
sin que yo con Dios arguya,
que use de ella, pues es suya,
Recuéstase sobre la mano
paso a pensar ¿qué será
sentir un auxilio cuando
Dios le envía? ¡Oh, si yo fuera
tan feliz que mereciera
Durmiendo y despertando
mi discurso iluminando
ver algún rasgo, mostrando
cómo instruye y cómo advierte!
Pero, ¡qué letargo fuerte
me da cuando ver querría
de qué suerte Dios envía
un auxilio! (vv. 614-627)
- 15 De hecho, este paralelo entre enfoque alegórico y enfoque histórico viene explicitado en la microse (...)
25En el principio de esta segunda macrosecuencia, la convergencia en el personaje de Cristina de los principales elementos dramáticos —teológicos, psicológicos, apostólicos, etc.— que operaban en la primera, se inscribe en el perspectivismo propio de la lectura «a dos luces» imperante en el género sacramental15. Este doble enfoque, gracias a la reconducción y densificación de una misma red semántica, inserta muy naturalmente la perspectiva histórica en la previa perspectiva alegórica.
- 16 Ver Vacant, Mangenot y Amann, 1937, s. v. «Révelation» p. 2587, y s.v. «Songe», p. 2366. Ver tambié (...)
26Calderón emplea a continuación un procedimiento dramático eficacísimo para escenificar la revelación experimentada por la reina. La mención por Cristina del «letargo fuerte» (v. 624) anuncia que se va a dormir y tener un sueño, fenómeno considerado por los teólogos como modalidad posible de la revelación16 y que va a desempeñar un papel capital en esta representación de la revelación, en la medida en que va a facilitar la materialización del «auxilio» (v. 627) de la Gracia, tan anhelado por la reina.
- 17 Hechos 8, 26-40: «He aquí que un etíope eunuco, privado de la reina de los etíopes Candaces, que es (...)
27El procedimiento reside en una sofisticada «mise en abyme» de los motivos clave de la lectura, del aleccionamiento doctrinal y de la conversión. Consiste en la creación de un nuevo espacio dramático, elaborado a partir de un episodio neotestamentario —y, por lo tanto, libresco—, donde se relata la conversión de un etíope —también conocido como “el eunuco de Candaces”— gracias a la catequesis que le dispensa, en el camino de Gazá, el apóstol Felipe17. En nuestro auto, es en este nuevo espacio dramático onírico donde aparece el personaje del Etíope, cuando se abre el nuevo espacio escénico de una nube, metafórica traducción de la índole sobrenatural del sueño:
Ábrese la nube y se ve en ella un Etíope vestido de indio, ricamente aderezado, sentado en una peña leyendo en un libro
Etíope
De esta suerte
el día me ha de coger
y la noche me ha de hallar,
hasta que llegue a apurar,
hasta que llegue a saber,
a penetrar y entender
este lugar de Isaías. (vv. 628-633)
28El paso de un ámbito dramático a otro se efectúa gracias a un enlace de tipo dialogal: la reina se duerme formulando una pregunta indirecta («ver querría / de qué suerte Dios envía / un auxilio», vv. 625-627), y el protagonista de su sueño, con sus primeras palabras, —aunque se refieran a otro asunto—, contesta esta pregunta («De esta suerte…», v. 627), lo que confirma la dimensión sobrenatural del sueño. En los versos siguientes, las palabras de Cristina, pronunciadas entre sueños, y las del Etíope, dirigidas a Dios, corren parejas en ambos espacios dramáticos y reflejan un deseo común de entender. Así, la súplica del Etíope hace eco a la anterior petición de auxilio de la reina («¿qué será / sentir un auxilio cuando / Dios le envía? Oh, si yo fuera / tan feliz que mereciera […]», vv. 617-620):
Cristina
Aparentes fantasías,
En sueños ¿un etíope leyendo
me enseñáis? No, no os entiendo.
Etíope
Atiende a las voces mías,
Causa de Causas, y no
te niegues a mi deseo,
pues es justo. Esto que leo,
¿quién me lo explicará? (vv. 634-641)
29Con la llegada del personaje del apóstol Felipe, mandado por «un ángel del Señor», conforme a lo que relata el texto de los Hechos18, se hace aún más complejo el procedimiento de «mise en abyme».
- 19 Ver Vacant, Mangenot y Amann, 1905, pp. 1877-1878, s. v «Catéchèse». «Le mot catéchèse, κατηχησισ, (...)
30Desde un punto de vista escenográfico, primero, la salida a escena del personaje del apóstol utiliza el recién abierto espacio escénico de la nube, por encima de la que aparece suspendido, como se infiere de la acotación: «Sale por detrás de la nube felipe, en lo alto, vestido de apóstol»(v. 641+). Su posición «en lo alto» enfatiza el carácter sobrenatural en el mismo espacio ya sobrenatural del sueño. Dentro del marco onírico común, surge pues otro espacio dramático sobrenatural que se inscribe en el mismo elemento escenográfico, manifestándose así la estrecha relación temática entre los dos espacios dramáticos. Ambas intervenciones sobrenaturales aparecen como auxilios divinos, cuyo alcance catequístico19 se cristaliza en la figura aquí antonomásica del apóstol:
Felipe
Yo,
pues a este fin me inspiró
Dios que a este lugar viniese.
Etíope
¿Quién eres, y quién es ese
Dios que te envía?
Felipe
Yo soy
Felipe, y el Dios que hoy
me trujo a que te instruyese,
el verdadero Mesías,
cuya doctrina aprendí;
qué quieres saber me di.
Siéntase con él
Etíope
Este lugar de Isaías.
Cristina
¿Maestro a quien estudia envías,
gran Dios? (vv. 641-653)
31Como se puede observar gracias al comentario de Cristina, la «mise en abyme», desde un punto de vista doctrinal, se traduce por el alcance doble del discurso del apóstol, quien va a desempeñar un papel de «maestro» espiritual tanto para el Etíope como para la reina, dos figuras de estudiosos.
- 20 En realidad, el Etíope debía de practicar el judaísmo, previamente adoptado por la reina de Sabá me (...)
32En el texto bíblico, Felipe orientaba al personaje del eunuco de Candaces, a partir de su previo gentilismo20, hacia el cristianismo, ayudándolo a interpretar en una perspectiva mesiánica un pasaje famoso de Isaías (Isaías, 53). En los versos de nuestro auto que retoman dicho episodio neotestamentario, el discurso de Felipe, al contestar las interrogaciones del Etíope, se enriquece de un contenido doctrinal que al mismo tiempo satisface el cuestionamiento inicial de Cristina sobre la transubstanciación:
Felipe
Ya el lugar espero
ver cuál es.
Etíope
Leértele quiero
por si de él me das indicio.
Lee
«Como oveja al sacrificio,
como al esquilmo el cordero
fue llevado, sin abrir
la boca al menor balido
ni dar un solo gemido, 660
sabiendo que iba a morir.»
¿De qué profeta inferir
debo esto?
Felipe
Del Inmolado
Cordero Sacrificado,
para dar al mundo luz
en el ara de la cruz.
Etíope
¿Dónde está?
Felipe
Sacramentado
en el ara del altar.
Etíope
¿Como?
Felipe
Con Real Asistencia,
Presencia, Esencia y Potencia.
Etíope
Dime, ¿y podrele yo hallar?
Felipe
Sí.
Etíope
¿En qué parte o lugar?
Levántase
Felipe
En aquella fuente, en cuanto,
pues no basta la del llanto,
vayas a ella, y yo te dé,
más industriado en la Fe,
agua de Espíritu Santo. (vv. 653-676)
- 21 Ver Arellano, 2001, pp. 39-43, sobre el uso de los paradigmas catequísticos y pedagógicos varios en (...)
33Elaborado, como dijimos, a modo de verdadera catequesis21, este intercambio de preguntas y respuestas opera simultáneamente a dos niveles dramáticos, cuyo paralelismo se manifiesta explícitamente cuando Felipe, en una intervención que sugiere una permeabilidad entre el espacio dramático primero y el espacio onírico, se dirige directamente a Cristina antes de desaparecer detrás de la nube que se cierra:
- 22 El imperativo «Ven» que abre este verso 677 se dirige al personaje del Etíope: la acotación «A Cris (...)
Felipe. A Cristina
[…]22 y tú la dicha espera,
pues lees, y discursos haces
del eunuco de Candaces.
Ciérrase la nube, y despierta Cristina
34El despertar de la reina confirma la concordancia entre sus propias preocupaciones y el episodio de conversión presenciado en el sueño, aunque ella, de momento, no quiere ver más en ello que un mero fenómeno de asociación de ideas:
Cristina
Mas, ¿con quién hablo? ¡Qué raro
sueño! Pero si me halló,
deseando saber yo,
qué es auxilio, ¿en qué reparo,
ni qué admiro? Pues es claro
que, habiendo yo antes leído
esto en los libros, no ha sido
mucho, que en fe del empeño
con que me dormí, haya el sueño
de los auxilios traído
sombras a la fantasía,
y que ésta a otras se anticipe. (vv. 687-698)
- 23 Ver Briend, 1996, s. v. «songe», p. 1493. San Agustín, por su parte, formula una clasificación de l (...)
- 24 Según explica el Viller, 1990, pp. 1062-1063, para San Agustín, «la faculté de l’âme responsable de (...)
35En realidad, esta primera reacción de la reina se conforma con la concepción heredada de la antigüedad bíblica y griega, según la cual la mayoría de los sueños, productos de la fantasía o imaginación, son «ordinarios», es decir, que proceden de un origen natural, y permiten establecer muy fácilmente la relación lógica entre su contenido y el estado psicosomático del soñador23. Pero la índole sobrenatural24 del fenómeno no tarda en imponerse con el anuncio de la llegada de la embajada de Felipe de España:
Sale un Soldado
Soldado
El católico Felipe
un embajador te envía.
Cristina
Cuando estoy leyendo ¿es cuando
leyendo a un gentil atiendo?
Si discurro, ¿discurriendo?,
si pregunto, ¿preguntando?
Misterios voy cotejando,
y no el menor que a él y a mí
busque un Felipe, y pues vi
que a él luz sus auxilios den,
alma, ¡albricias! que también
hay Felipe para ti. (vv. 699-710)
- 25 Ver Vacant, Mangenot y Amann, 1937, pp. 2587-2588: «Cette lumière[intellectuelle] intelligible est (...)
36La mentada «luz [de los] auxilios» (v. 708) remite concretamente a la noción de “luz interior” producida por la Gracia en la revelación25, y que será lo que ayudará a Cristina a juzgar su experiencia. La puesta en paralelo de lo que ya no pueden ser meras coincidencias («Misterios voy cotejando», v. 705) prolonga así la «mise en abyme» del espacio onírico en el espacio dramático inicial. Por analogía, se confirma entonces la función de «auxilio» sobrenatural desempeñada por el nuevo procedimiento dramático, ingeniosamente ideado por Calderón, a saber el sueño como modalidad de revelación.
- 26 Ver en Diccionario de Autoridades, s. v. «Protestación de la Fe»: «El acto que alguno hace públicam (...)
- 27 Viller, 1953, pp. 2224-2225: «Étymologiquement, con-version (l’hébreu sub, le grec επι-στροφη) sign (...)
37 Pero, más allá de su identificación, realizada gracias al “cotejo de misterios”, esta revelación tendrá que seguir las sucesivas étapas de una aceptación íntima o privada de la nueva fe, y de una adhesión pública a sus preceptos, o “protestación” 26, para obtener el estatuto definitivo de conversión27.
38 La aceptación privada de dicha revelación constituye el motor de la microsecuencia siguiente (B2), donde las alegorías de Religión, Brazo Seglar y Brazo Eclesiástico constituyen la embajada que mandó el rey de España a Cristina, plasmación histórica de la embajada alegórica mandada por Sabiduría a Europa en la primera macrosecuencia. En esta nueva microsecuencia se juntan las dos perspectivas alegórica e histórica, hasta entonces separadas, y el enlace temático con la secuencia anterior se realiza gracias a la continuidad onomástica evidente entre el apóstol, auxilio divino en la conversión del Etíope, y el soberano español, cuya embajada no puede resultar nada menos que providencial.
39A la vez que explicita la lectura doble del desarrollo dramático, Religión reactiva, en este principio de la microsecuencia B2, el motivo de la cena universal que constituye el asunto del auto, y anticipa el contenido de la carta de Felipe de España:
Religión
Y puesto que iguales corren
las dos paralelas líneas
de las dos luces, que hacen
lo real y la alegoría,
en la embajada de España
vengo oculta y escondida
a convidaros de parte
de la gran Sabiduría
a una cena que en su grande
hermosa fábrica rica
hace, para cuyas fiestas
todas las leyes convida
con el vino que mezcló
y el pan, que puso en la limpia
mesa, de quien testimonio
dará quien todos los signa. (vv. 759-774)
- 28 Viller, 1953, p. 2239: «En règle générale, la résolution de se convertir dispose seulement aux sacr (...)
40La lectura de la carta de invitación por Cristina, y la consecutiva aceptación de la revelación, primera etapa de su conversión efectiva28, generan un debate interior que, en un primer momento, la lleva a reprimir su entusiasmo de neofita:
Cristina
¡Oh carta digna
que en corazones, que son
más que los bronces, se imprima!
Ya con este aliento, ¿qué
esperan las ansias mías
que no se declaran? Pero
su afecto el alma reprima
hasta mejor ocasión.
Tú, Católica divina
Religión, vuelve a esperarme;
no el ser aquí conocida
atrase nuestros intentos,
y di a esa Virtud invicta
que ya voy a su banquete,
y que ir tú delante indicia
el que yo a buscarte vaya. (vv. 833-848)
41Después de despedidos Brazo Seglar y Brazo Eclesiástico, que acompañaban a Religión, la reina expresa su intenso deseo de hacer pública su conversión, deseo emulado por su reciente sueño y el ejemplo del “eunuco de Candaces”:
Cristina
Ea, soberano auxilio,
dame tu luz, no se diga
que un etíope bozal,
eunuco de una etiopisa,
reina de Oriente, que quiso
saber, supo con más dicha
aprovecharse que yo,
y más teniendo a la mira
de un Felipe, otro. ¿Qué espera,
pues, mi voz que no publica
mi resolución a voces? (vv. 870-880)
42Pero, por segunda vez, siente la necesidad de reprimir el primer movimiento de su enflamado afecto:
Mas segunda vez reprima
el afecto que me inflama
la vocación que me inspira,
hasta que, dando color
a causas que me motivan
para retirarme, el reino
renuncie en quien de justicia
natural toca […] (vv. 881-888)
- 29 Viller, 1953, p. 2256: «Tentations habituelles.—Le démon, pour sa part, s’évertue surtout à empêche (...)
43Es que unas contingencias materiales la obligan a aplazar la «protestación» de su fe: concretamente, tiene que renunciar el trono de Suecia, y salir del reino para dirigirse hacia Roma, pasando por Alemania y Flandes. Este plazo entre conversión privada y conversión pública es precisamente la oportunidad escogida por Herejía para intentar desviar de su proyecto a Cristina. Su intervención demoníaca corresponde al paso casi obligado —y debidamente repertoriado por la Iglesia en la descripción de las varias fases del proceso de conversión— del nuevo converso por la tentación de renunciar su nueva fe29. La microsecuencia se prolonga entonces por una como disputa teológica entre la reina neofita y su adversario, quien se empeña en disuadirla de acudir al convite en Roma. Pero Cristina, apelando a su libre albedrío para refutar los argumentos de Herejía y derrotarla, da muestras de su perfecta asimilación personal de los nuevos preceptos doctrinales.
44 La segunda macrosecuencia que acabamos de analizar dramatiza pues dos momentos clave en la conversión de Cristina: por una parte, la misma revelación, escenificada gracias al recurso dramático muy eficaz al sueño, y fundamentada en la transmisión del nuevo contenido doctrinal gracias a la labor apostólica de catequesis. Y, por otra parte, la aceptación e asimilación de esta revelación, con todas las dudas y vacilaciones que implica. Desde este punto de vista, la intervención de Herejía funciona como una tentación, factor de tensión dramática que introduce la posibilidad de que Cristina abandone su propósito íntimo y no lleve a cabo su conversión. Fracasado este primer intento maléfico, Herejía, a continuación, proyectará disturbar su conversión pública.
45La conversión pública, o «protestación de la fe», es la que se dramatiza en la tercera y última macrosecuencia (C) del auto. Se ubica en Roma, y en ella se prosigue el entrelazamiento del nivel alegórico con el nivel histórico. Se abre en un modo más bien alegórico (la microsecuencia C1), con la vuelta a Roma de las diversas embajadas delegadas por Sabiduría al principio del auto. Entre ellas, Fe, que había ido a América a convidar a la Gentilidad, trae consigo a un personaje de Etíope sumamente interesante por la complejidad de su estatuto dramático.
- 30 La duda sobre la identidad de este nuevo personaje de Etíope no debía de existir para los espectado (...)
46El texto no proporciona ninguna acotación que nos pudiera facilitar un indicio sobre este personaje: no se describe su vestuario y, en el momento de su salida al escenario, el lector actual no sabe si puede asimilarlo con la figura del Etíope neotestamentario que protagonizaba el sueño de la reina30. Pero él mismo establece esa relación cuando responde a la pregunta de Sabiduría:
Sabiduría
¿Qué hay de América?
Etíope
Que veas
cuán felizmente piadosa
tu Fe admite, pues te envía
para tu festividad
en mí a la Gentilidad,
convidada desde el día
que de Felipe ilustrada
a Etiopía se volvió
de donde después pasó
a América. Y porque nada
a su celo se anticipe,
para crédito de que
ya es vasalla de la Fe,
siendo su dueño Felipe,
viene a hallarse en tu banquete. (vv. 1100-1114)
- 31 Andrachuk, en su nota a los versos 1106-1107, explica cómo «Calderón se refiere a la cristianizació (...)
47Tenemos, pues, un eco del episodio de los Hechos de los apóstoles que sirvió, en la macrosecuencia anterior, para escenificar la revelación recibida por Cristina a través de su sueño. Pero, mientras que, en aquel momento dramático, el “eunuco de Candaces” personificaba al gentilismo africano en trance de convertirse al cristianismo gracias a la transmisión por Felipe del mensaje apostólico, la figura representa ahora a la Gentilidad de otro continente. Al imaginar la vuelta del personaje del Etíope convertido a su tierra31 («desde el día / que de Felipe ilustrada / a Etiopía se volvió», vv. 1104-1106), Calderón hace que la noción de Gentilidad se traslade, o «pas[e] a América»: el dramaturgo conserva la misma figura de la Gentilidad, encarnada en el mismo personaje de Etíope, pero traslada su función emblemática primera al nuevo ámbito geográfico americano, donde recobra su estatuto inicial de catecúmeno. Gracias a la comunidad onomástica entre el apóstol Felipe y el rey de España, éste desempeña ahora el papel de «dueño» político de América, y es, por lo tanto, garante de su conversión. El enigmático personaje del Etíope funciona pues de modo transversal, perteneciendo a varios espacios y tiempos dramáticos diferentes (los del sueño de Cristina en el camino a Gaza, en los albores del Cristianismo, y el de la Roma de 1655). Por otra parte, la figura se inserta no sólo en la dimensión alegórica del desarrollo dramático, sino también en su dimensión histórica, estableciendo puentes entre una y otra al funcionar como emblema proteico de la recepción y de la transmisión del nuevo contenido doctrinal.
48 Pero hay más: su protagonismo se prolonga también en la microsecuencia C2, que dramatiza concretamente la «protestación de la fe» de Cristina. Esta segunda microsecuencia se abre con el informe de Religión sobre la reacción de Europa a su invitación al convite, y permite reanudar rápidamente con el nivel histórico dramatizado en la macrosecuencia B, del que se ofrece una lectura alegórica:
Religión
Y así de unos admitida,
y de otros despreciada,
bien que en una parte alegre,
vuelvo, Señora, a tus plantas.
Sabiduría
¿Cómo?
Religión
Como ya Cristina
(tú lo dijiste) a quien falta
una letra para ser
perfectamente cristiana,
siendo Alfa la letra, viene,
buscando a Dios a buscarla.
En la embajada del Rey
del Héspero disfrazada,
me introduje entre los dos
brazos que tu ley ensalzan:
el Político Seglar,
que ciñe la roja espada,
y el Eclesiástico, que
empuña la oliva blanda.
Habléla, y admitió el convite,
y porque a buscarme salga
fuera de su patria, hube
de salir yo de su patria. (vv. 1147-1168)
- 32 Véase arriba, nota 27.
49Al concluir la relación de la conversión privada de la reina de Suecia, relación presenciada por el Etíope, se expone la necesidad de la Penitencia32, conclusión del proceso de conversión y preliminar al convite de la redención:
Penitencia
Y yo de gala hoy a todos
vestiré, y así tú, sabia
Gentilidad, que estudiaste
en la Causa de las Causas
la mejor filosofía,
ven por la tuya. (vv. 1265-1270)
50La coincidencia del personaje del Etíope traído por Fe con su antecedente neotestamentario se hace más evidente aún con las palabras de la alegoría de Penitencia: no sólo remiten al motivo del estudio, que presidía a la primera aparición de la figura, sino que retoman la expresión «Causa de las Causas» (v. 1268), usada ya por “el eunuco de Candaces” al pedir un auxilio divino, durante el episodio del sueño (v. 638).
51Más allá de la concordancia verbal y temática entre una y otra intervención, llama la atención la función del personaje en este momento preciso del desarrollo dramático: él es quien apunta la impenitencia antonomásica de Herejía, cuando acude a la cena para perturbarla:
Sale la Herejía, de peregrino
Etíope
Repara
en que un peregrino llega,
por si también has de darla,
que se venga con nosotros.
Penitencia
Por delante de mí pasa
sin hacer caso de mí;
no me busca. ¡Ven! ¿Qué aguardas?
Etíope
Pues ¿cómo aquí te le dejas?
Penitencia
¿Por qué el dejármele extrañas?
Etíope
Que no se siente a la mesa
(supuesto que del Alcázar
ha pasado los umbrales),
sin la vestidura blanca.
penitencia A quien no llega a pedirla,
mal la Penitencia darla
puede.
Etíope
¿Y si te engaña?
Penitencia
A mí
no puede engañarme en nada,
porque el que sin Penitencia
se sienta a esta mesa es clara
cosa que no engaña a otro
porque a sí solo se engaña. (vv. 1270-1290)
52Suscitando una explicitación doctrinal, el personaje prepara con su intervención la dramatización de la última fase, decisiva, de la conversión de Cristina. De hecho, a continuación se lleva a cabo su proceso de conversión siguiendo las etapas de la confesión pública de los errores, de la abjuración de las mismas y de la reafirmación de los dogmas principales:
Cristina
incurrí con ignorancia
en el heredado error
de Lutero […]
…………………………
abjuro, anatematizo,
y detesto mi pasada
vida y religión, jurando
vehementemente dejarla;
…………………………
pues como sacramentaria
hereje formal, confieso
el haber negado, ingrata,
a tan alto beneficio
de Dios, a merced tan alta,
la Real Asistencia que
tiene en la pura, la blanca
hostia del altar, adonde,
en virtud de las palabras,
real y verdaderamente
le creo en cuerpo y en alma, (vv. 1420-1422, 1429-1432 y 1454-1464)
53Así se remata la conversión pública, o «protestación de la fe», de Cristina. La reafirmación y explicitación del dogma que supone, resultado de la transmisión del mensaje doctrinal gracias a la previa revelación onírica de la segunda macrosecuencia, vuelve a implicar a la figura del Etíope. Su nueva función dramática procede de una mutación de su estatuto emblemático gracias a nuevo juego perspectivista: de inicial catecúmeno africano, cuya catequesis sirve de soporte a la revelación de Cristina, pasa a representar al neofita que implica la desaparición de la Gentilidad africana al regresar a su propia tierra, antes de volver a encarnar a la Gentilidad en trance de conversión en el continente americano. A la vez receptor y promotor de la explicitación del nuevo contenido doctrinal, facilita su transmisión a la reina y su reformulación por Cristina en el marco dogmático en el que se cumple finalmente la «protestación de la fe», a raíz de la que se celebra el banquete eucarístico universal.
54 La dramatización de la conversión de Cristina de Suecia en el auto La protestación de la fe respeta las varias fases, codificadas por la Iglesia y reafirmadas por el Concilio de Trento, del proceso espiritual representado. En un planteamiento dramático a la vez histórico y alegórico, escenifica en tres momentos las etapas de la predisposición del candidato a la conversión, de la revelación y de su aceptación por el catecúmeno, y de la publicación del nuevo contenido doctrinal celebrado en el auto. Entre la multiplicidad de los recursos dramáticos que facilitan la representación de este itinerario espiritual, el motivo de sueño desempeña un papel capital. Constituyéndose como espacio inicial de la transmisión del mensaje divino, genera una intricada red semántica que ejemplifica, tanto desde un punto de vista dramático interno como desde un enfoque pedagógico acerca del público, la realización de doble alcance de la transmisión de un contenido doctrinal.