1El sábado 7 de marzo de 1568 fue, sin duda, uno de los días más importantes en la historia de la ciudad de Alcalá de Henares. Tras más de doce siglos de ausencia, y unas largas y complicadas negociaciones, los restos de los Santos Niños mártires, Justo y Pastor, volvían a su ciudad natal.
2Recordemos brevemente que las reliquias habían abandonado su lugar de reposo, en la antigua Complutum, a raíz de la caída del Imperio godo y la inminente invasión musulmana. San Urbicio, caballero francés de noble linaje, natural de la ciudad de Burdeos, que en el momento de la conquista musulmana se encontraba en España, aprovechando su paso por Complutum para rendir culto a los Santos, huyó con las reliquias al sur de Francia, a Narbona. Luego, volvió a España para instalarse en el valle de Nocito, en los Pirineos. De este lugar, las reliquias pasaron a San Pedro el Viejo de Huesca, donde residieron hasta que el Papa Pío V, mediante un breve, ordenó a la diócesis oscense que devolviera las reliquias a su lugar de origen.
- 1 Morales, La vida, el martirio, la inuencion, las grandezas, y las transformaciones de los gloriosos (...)
- 2 Ibid., f. 143.
3El «gran aparato», en palabras de Ambrosio de Morales1, cronista del evento, desplegado para el recibimiento de las reliquias de los Santos fue formidable. El día de la llegada de las reliquias, la ciudad amaneció prácticamente tapizada de flores y salpicada, en las calles más conocidas y concurridas, de altares y para manifestar el gran regocijo que la vuelta de las reliquias de los Santos Niños mártires había despertado, la ciudad preparó una gran fiesta que, por las noticias que nos han llegado, no tenía precedente. A las afueras de Alcalá, a doscientos pasos de la puerta por donde las reliquias tenían que entrar, el cabildo eclesiástico había mandado construir un suntuoso túmulo en el que depositar los santos restos mientras se les daba la bienvenida. Este acto de bienvenida se repitió más tarde en la Puerta de Guadalajara, en la que la Villa había construido otro túmulo. Por último, un tercer catafalco había sido erigido en la iglesia de San Justo y colocado «junto al altar mayor al lado del Evangelio, en un muy rico encasamento, que allí se hizo de oro y pintura, donde han de estar hasta que se acabe de aderezar muy ricamente la santa capilla de su sepulcro»2.
4Con motivo de la recepción de las reliquias se escribieron numerosísimos poemas, himnos, epigramas, y se encargaron dos obras dramáticas. Una la compuso el maestro Alonso de Torres para ser representada en la Universidad. La otra, la escribió, por encargo del cabildo eclesiástico, Francisco de las Cuebas, autor del cual, además de su nombre, sólo sabemos que fue fraile. Las dos obras tenían que representarse el día de la llegada de las reliquias. Todas estas composiciones literarias estaban inspiradas, por supuesto, en la vida y martirio de los Santos Niños y en las vicisitudes por las que pasaron hasta llegar a su destino final, es decir, el lugar o patria de Justo y Pastor.
5La obra de Cuebas se concibió para ser representada de forma itinerante, a lo largo del día de la fiesta y en diferentes lugares de la ciudad. Para ello se construyó un castillo o carro sobre el que los actores recitarían el texto dramático. Además de este carro, se construyeron dos arcos triunfales, uno cerca de San Juan de la Penitencia, y el otro en el atrio de la iglesia de San Justo. Como también estaba prevista, y de hecho así fue, una representación de la obra de Cuebas en el interior de la iglesia, se construyó un magnífico escenario entre los dos coros de la misma.
6Vale la pena, por el detallismo, por otra parte poco claro, con que se describe la morfología de estos escenarios, recoger las palabras de Ambrosio de Morales en su crónica. El primero de los arcos, o «gran nube» —nos dice—, estaba levantado «Cabe san Juan de la Penitencia». En medio de la calle se encontraba «una gran nube redonda, que representaba el cielo, harto bien hecha y aparejada, y revolvíase toda la máquina muy bien y era para representar debajo el martirio de los santos». El segundo arco se levantó: «A la entrada de la lonja de la puerta principal de San Justo estaba un muy grande y pomposo arco fingido de piedra blanca, y pintado todo de colores con oro y plata». El arco tercero se construyó en el interior de la iglesia de San Justo, en «la gran nube, que estaba puesta entre los dos coros»3.
7Es interesante mencionar que tanto el carro como los arcos estaban adornados con motivos inspirados en la vida y martirio de los Santos Niños así como en los sucesos en torno a las reliquias y sus protectores. Como es sabido, Justo y Pastor eran dos hermanos de siete y nueve años, hijos de San Vidal, soldado romano martirizado en Italia, en el año 293, por no renunciar a la fe de Cristo. Habitaban en la ciudad romana de Complutum. Sufrieron martirio bajo el imperio de Diocleciano. Ciudadanos hispanorromanos, fueron degollados por orden del gobernador Daciano ante el cual se presentaron voluntariamente, para declararse cristianos y manifestar que no renunciarían a su fe. Con la finalidad de persuadir a los niños a que renegasen del cristianismo, Daciano ordenó que los azotaran. Sin embargo, el tormento no sólo no hizo cambiar a los niños de opinión sino que salieron fortalecidos de él. Al ser consciente de que no conseguiría la apostasía, y temiendo la pérdida de respeto y el ridículo del que sería objeto por sus súbditos, el gobernador Daciano decidió darles muerte encargando a los ejecutores de su orden que los sacasen clandestinamente, de noche, de la ciudad y los degollasen. Los verdugos cumplieron con lo dispuesto por Daciano el 6 de agosto del año 306 en un lugar que más tarde sería conocido como Campo laudable. Cumplida la orden, los cuerpos de los niños fueron enterrados anónimamente, sin testigos. Asimismo, para no dejar rastro alguno que diera lugar a algún tipo de culto, la piedra donde los niños apoyaron la cabeza fue escondida. En ella, de forma milagrosa, aparecieron huellas del martirio.
- 4 Ibid., f. 132 v.
- 5 Ibid., f. 133v.
8Como decía al inicio, el domingo 7 de marzo de 1568, las reliquias de los Santos Niños llegaron a Alcalá. A recibirlas salió una procesión que «fue la más solemne y acompañada que en España jamás se ha visto»4. La procesión iba encabezada por cuatrocientos soldados de la guardia suiza, a los que seguían doscientos veinte pendones de las cofradías de Alcalá; un gran número de danzas, bailes y músicos «que ayudaban en gran manera al regocijo»; trescientos sacerdotes; más de ciento cincuenta profesores de los colegios, de la universidad, además de maestros y doctores de la Universidad; los representantes de la iglesia de San Justo, con el rector de la universidad, el vicario y gobernador y regimiento de la villa; numerosos nobles de la Corte y, por último, el pendón de la cofradía de los mártires a los que seguían la litera en las que las reliquias «peregrinarían» por la ciudad antes de ser depositadas en la basílica. En la procesión iba el carro mencionado arriba con los actores, un número importante, que representaron la obra de Cuebas. El carro iba arrastrado por dos gigantes. En palabras del cronista de Felipe II: «Habíase despoblado toda la tierra para venir a la santa fiesta»5.
9Tras el encuentro de la comitiva de la traslación y la del recibimiento en el prado de Esgaravita, y tras depositar las reliquias en el túmulo levantado en este lugar, dio inicio, sobre el carro, el Acto I de la obra de Cuebas. Una vez concluida la representación la procesión se encaminó hacia la ciudad realizando las paradas que ya habían sido previstas y que retrasaron el desarrollo de los actos hasta el punto de que no pudo representarse, en la Universidad, la obra del maestro de Torres, ni tampoco los Actos II y III del drama de Cuebas, como habían sido previstos: debajo del arco situado cerca de San Juan de la Penitencia, el Acto II, y en el arco de la lonja de la iglesia de San Justo el Acto III.
10Al anochecer de este día tan señalado, las reliquias ingresaron en la iglesia de San Justo y fueron depositadas en el túmulo que se construyó en su interior, junto al altar mayor al lado del Evangelio, como hemos mencionado más arriba, mientras se acondicionaba la cripta que debía acogerlas de forma definitiva y donde permanecen desde entonces hasta hoy en día. Una vez cerrado el recinto sagrado y con las reliquias a buen recaudo, la fiesta continuó durante toda la noche en las calles de Alcalá iluminadas con numerosas antorchas, con actividades diversas como las carreras que se hicieron a caballo6.
11Durante los días siguientes al de la «entrada», y siempre con las reliquias depositadas en el túmulo de la iglesia de San Justo, se ofició misa diaria y todo el pueblo de Alcalá y lugares adyacentes pudieron rendir culto a los Santos. Entre los actos que tuvieron lugar esa semana cabría destacar la representación que finalmente se hizo en la Universidad de la obra del maestro de Torres y la entrega de los premios a los ganadores de los diferentes certámenes poéticos que habían sido convocados con anterioridad. El miércoles de esta semana fue un día muy especial ya que la comitiva de Huesca, que se encontraba en la comitiva que acompañó a las reliquias, hizo entrega pública y oficial de las mismas a la ciudad de Alcalá. El Octavario de la traslación finalizó el domingo 15 de marzo. Ese día, por la tarde, sobre el carro situado debajo de la gran nube construida entre los dos coros de la iglesia de San Justo se vio íntegra la representación de la vida y martirio de los Santos Niños que había preparado Francisco de las Cuebas.
12Como podemos deducir, el «aparato del triunfo», fórmula con la que Ambrosio de Morales hace referencia a los túmulos erigidos, las composiciones literarias, la procesión, y otros actos que se desarrollaron durante la fiesta, fueron concienzudamente pensados y programados por sus organizadores.
13Aunque en ninguno de los testimonios conservados sobre los Santos Niños aparece mención alguna al modo en que debía exteriorizarse la veneración que inspiraban en la comunidad cristiana, es fácil identificar, detrás de los actos desarrollados el día en el que los restos de los cuerpos de Justo y Pastor llegaron a Alcalá, una larga y arraigada tradición que se remonta a los orígenes del cristianismo. Consciente para unos (con toda probabilidad para los organizadores de la fiesta, la Iglesia y la Universidad), y menos consciente para otros (el pueblo llano en general) dicha tradición se había mantenido a través de un modo de hacer y actuar frente a situaciones concretas y permanentes de la existencia humana, tal el hecho de la muerte, la traslación de las reliquias y el retorno al lugar de origen y la traslación de 1568 fue ocasión propicia para reproducir y revivir las manifestaciones de culto dispensadas al santo, en el caso que me ocupa, al santo mártir, y más concretamente a sus reliquias.
14No hace falta insistir en que el mantenimiento de una tradición se ve afectado y/o alterado por distintos factores. En el caso del culto al santo mártir y sus reliquias, podríamos decir que, con el paso del tiempo, la disponibilidad de medios y un contexto histórico fuertemente anclado en una visión estrechamente religiosa del mundo, la España tridentina o contrarreformista de la segunda mitad del siglo xvi, no sólo favorece su conservación sino que, incluso, puede corregir y enriquecer dicha tradición. En el caso de la fiesta celebrada el 7 de marzo de 1568 en Alcalá de Henares con motivo de la vuelta de las reliquias de sus patronos, el ritual, el culto al mártir se repite pero, como cabría esperar, no se plasma con exactitud sino que, ajustándose al momento histórico, se reformula o adapta.
- 7 Los cristianos de la primitiva Iglesia recordaban el día de la muerte de los cristianos, al que lla (...)
- 8 El gran poeta cristiano Aurelio Prudencio, en su poema Peristéfanon. Hymnus 4, dedica este sencillo (...)
15Como todos sabemos, existe en el calendario litúrgico un día especial en el que el santo es venerado por la comunidad cristiana católica. Es el conocido como dies natalis7 o nacimiento a la verdadera vida que sobreviene tras la muerte terrenal. En el caso de Justo y Pastor su dies natalis se celebra el 6 de agosto. Ese día tiene lugar la rememoración del martirio sufrido por los niños como consecuencia de las persecuciones decretadas por los emperadores Diocleciano y Maximiliano. Según los testimonios que nos han llegado, en la Hispania romana la orden de perseguir a los cristianos fue ejercida con especial crueldad por su gobernador, Daciano. Bajo su mandato fueron martirizados numerosos cristianos cuyos nombres aparecen, entre otros testimonios, en el Peristéfanon, himno escrito en el siglo v por el poeta hispanorromano, natural de Calahorra, Aurelio Prudencio8.
- 9 Sobre el culto a los Santos Niños, véase Canalda Cámara, 1999.
- 10 Rascón Marqués, 1995, p. 41.
16Desde que sufrieron el martirio hasta la segunda mitad del siglo xvi, Justo y Pastor fueron objeto de culto en diferentes momentos. A grandes rasgos, las manifestaciones del culto a Justo y Pastor se desarrollaron en tres grandes períodos. Al primero de estos períodos, claro está, antecede la veneración9 que comenzaron a recibir los dos Niños, considerados como héroes de la fe, tras el martirio. Dicha veneración comenzó en el lugar en el que sus restos habían sido enterrados, en una necrópolis situada junto a la calzada de Zaragoza, a unos dos kilómetros al este de Complutum. Con la paz constantiniana (año 313) pudo haber sido edificada una capilla de culto sobre la tumba de los mártires. La primera referencia de culto a los mártires complutenses no anónima y que nos ha llegado por escrito, es la de San Paulino de Nola (355-431), natural de Burdeos y residente en Complutum10 a finales del siglo iv, y que entierra a su hijo junto a los restos mortales de ambos mártires. Aurelio Prudencio (348-410), contemporáneo de San Paulino de Nola, es el primero que cita a Justo y Pastor, en una amplia relación de ciudades hispánicas. Este hecho indica que, cien años después de su martirio, los hermanos complutenses eran ya venerados.
- 11 Castillo Maldonado, 1999.
- 12 Este Santo era natural de Burdeos y fue hecho prisionero por los musulmanes antes de ser derrotados (...)
17El segundo gran período viene dado por el viaje que realizó Asturio, arzobispo de Toledo, a Complutum, en busca, tras una premonición, de las reliquias de los mártires. Es razonable pensar que el culto a los mártires complutenses se mantuviera vivo a la llegada de Asturio, quien convertiría, tal vez, la pequeña capilla martirial, edificada sobre la tumba, en un templo de mayor amplitud. Al alborear el siglo v la veneración a los Santos Justo y Pastor ya había adquirido un gran auge. La tumba de los dos mártires en el denominado Campo laudable se convirtió en un lugar de culto. Dos siglos después, San Ildefonso, arzobispo de Toledo, escribió la obra titulada Varones ilustres (657-667), dándonos una importante información acerca del origen del culto a los Santos Niños11. A lo largo del siglo vii este culto se extendió por amplias regiones de la península hispánica. Existe documentación de templos consagrados a estos mártires en diversos lugares: Astorga, Córdoba, Zaragoza, Medina-Sidonia (630), Guadix (652) y Alcázar de la Sal (682), en el Algarve portugués. Con la invasión musulmana, las reliquias de los hermanos mártires corrían peligro de ser profanadas; providencialmente, dichas reliquias salieron de Complutum. El artífice de este traslado fue San Urbicio12, quien por deseo expreso fue sepultado junto a los mártires.
- 13 A finales del siglo xix, el Papa León XIII crea la diócesis de Madrid-Alcalá, haciendo coincidir su (...)
18Los primeros siglos de la Reconquista supusieron el tercer gran período de expansión del culto a los Santos Justo y Pastor, debido a la intensa actividad repobladora desarrollada por los diferentes reinos cristianos. La Complutum romana había iniciado su decadencia en el último tercio del siglo iv, cuando la población comenzó a desplazarse hacia el nuevo núcleo cristiano, surgido en torno al sepulcro de los Santos Niños. Había nacido una nueva ciudad, mientras el abandono llevaba a la ruina la vieja urbe hispano-romana. En la segunda mitad del siglo xi, se constata una fuerte caída del culto a los Santos Justo y Pastor a raíz de la sustitución de la liturgia mozárabe por la romana, y debido a la estrecha vinculación de este culto con dicha liturgia. El templo de los Santos Niños Justo y Pastor fue convertido en parroquia en 1136, bajo el mandato del arzobispo Don Raimundo, siendo edificada una nueva iglesia, que en 1479 sería elevada al rango de Colegiata. El Cardenal Cisneros reedificaría el templo a finales del siglo xv, consiguiendo del Papa León X el título de «Magistral» en 151913.
- 14 Castillo Maldonado, 1999, p. 271.
19La fiesta celebrada el 7 de marzo de 1568 en Alcalá de Henares, y aquellas otras fiestas celebradas en las localidades por las que las reliquias pasaron (Zaragoza, Calatayud, el Monasterio de Santa María de Huerta, Medinaceli, Sigüenza, Hita, el Monasterio benedictino de Nuestra Señora de Sopetrán, Guadalajara y Meco), para rendirles culto en su viaje de regreso, no es evidentemente la fiesta de su dies natalis. Sin embargo, se trata de otra de las ceremonias que se realizaban en la Antigüedad Tardía, la de la deposición de reliquias que, junto a la consagración y dedicación de edificios o altares, estaba en íntima conexión con los mártires14. Ya en la época del cristianismo primitivo, la depositio reliquae era un trasunto de la depositio martyrum y, en consecuencia, del dies natalis, aunque, lógicamente, sin coincidencia de fechas. La fiesta celebrada el 7 de marzo de 1568 en Alcalá, y las que se celebraron desde el 24 de enero del mismo año, día en el que las reliquias abandonaban la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, en las diferentes ciudades por las que procesionaron las reliquias, son uno de los casos más significativos, por la rememoración de un cumplido número de actos, de la celebración del dies natalis fuera de término.
- 15 Castillo Maldonado, 1999.
20Siguiendo el orden en el que se sucedieron los actos el día del recibimiento de las reliquias en Alcalá, el primer elemento que conecta con la tradición es el de la procesión que desde la iglesia de los Santos Niños se dirigía al magnífico túmulo levantado en el prado de Esgaravita en algún punto del cual una vez estuvo el Campo laudable o tumba de los mártires. La reunión de la communio alcalaína y la elección, en este caso supuesta, del sitio en el que Justo y Pastor fueron decapitados y enterrados, obedece, tal y como sucedía en la Antigüedad Tardía, al deseo de establecer un contacto más estrecho con los mártires. Según los especialistas en el tema del culto dispensado a los mártires hispanorromanos en esa época15, la tumba ejercía fuerzas centrípetas. Hacia ella se dirigía la multitudo con el fin de realizar la invocación. Además, en ella se procedía al panegírico, al canto de himnos y a la lectura de las pasiones. Todo esto tenía por fin no sólo rendir los debidos honores al mártir sino invocar su presencia, llegando a producir por simpatía un auténtico psicodrama en los asistentes. Se trataba de excitar la praesentia del mártir. Mediante los actos litúrgicos se invocaba al mártir, de modo que participaba de los mismos: «Desciende acá un momento y tráenos la protección de Cristo», leemos en el Peristéfanon, de Aurelio Prudencio (vv. 565-566). En la obra de Cuebas, por ejemplo, la invocación ha sido sustituida por la interpelación directa a las reliquias que representan la presencia física de los Santos a los que el Ángel Custodio de Alcalá se dirige para darles la bienvenida y hacerles entrega de los presentes, entre ellos las llaves de la ciudad, y ofrecerles los actos organizados en torno a ellos, como la misma representación de la pieza dramática:
- 16 Texto editado por Crawford, 1908, p. 434.
¡Vengais norabuena,
niños escoxidos,
seays bien venidos,
pues tan bien ganastes
vida y gloria eterna
y en edad tan tierna,
muerte tal pasastes.
Al pueblo que amastes,
muertos y nacidos,
¡seays bien venidos!16
- 17 Morales, La vida, el martirio..., f. 4v-5. En el tiempo que duró el viaje desde Huesca hasta Alcalá (...)
- 18 Ibid., f. 5.
- 19 Ibid., f. 5v.
21La invocación a la intercesión del mártir se basa, teóricamente, en la capacidad de la mediatio sanctorum. El mártir se hace intercesor válido para los fieles y, al haber realizado una penitencia perfecta, la comunidad no ora por ellos sino que les encomienda sus oraciones en su calidad de amicus Dei. ¿Qué se pedía al mártir con motivo de su natalis? Lo que se pide esencialmente es la sanación, psíquica o física. Prudencio expone todo un repertorio de sanados en su Peristéfanon. El mayor valor de las tumbas y restos materiales de los mártires es de carácter taumatúrgico y apotropaico. La virtus o dynamis del mártir impregnaba estos lugares. En el «aparato del triunfo», el túmulo situado en el prado de Esgaravita fue construido con esta intención y con la de rogar a los mártires por la sanación mencionada. Morales recuerda en su crónica el himno que San Isidoro compuso para la fiesta de estos Santos y, refiriéndose al Campo laudable dice: «[...] en este lugar la divina virtud vence el furor del demonio, cura las llagas, sana los miembros lisiados, tiempla y mitiga los dolores, oye y acoge los deseos y plegarias de todos, y levanta de sus culpas los que dan malas caídas con ellas»17. Tras ofrecer al lector una traducción libre del himno completo de San Isidoro, Ambrosio de Morales hace el siguiente comentario: «Esto dice san Isidoro, por donde podremos ver si con razón es aquel lugar digno de alabanza, precioso, divino, inestimable, y merecedor de que lo estimemos, como un verdadero sagrario, donde quiso Dios poner señaladamente a guardar este bendito tesoro», es decir, la sangre derramada de los Niños18. A este Campo laudable Jesús bajó del cielo a recoger las almas de Justo y Pastor. Este pasaje está maravillosamente expresado en la obra de Cuebas, y muy bien escenificado, según el testimonio de Morales que en su crónica lo recoge del modo siguiente: «Porque acabados de degollar los Santos Niños, ya que ellos habían ido a Él, como Él pedía en el Evangelio que fuesen, Él vino a ellos para honrar sus obsequias, y llevar consigo al cielo sus ánimas»19.
- 20 Castillo Maldonado, 1999, p. 302.
22En los primeros tiempos, los Santos Niños, entre otras, recibieron una forma de culto que pronto se extendió por toda la cristiandad: la tumulatio ad martyres, es decir, enterrarse junto a los mártires, práctica desarrollada a partir de los siglos iii-iv20. El caso más temprano viene de la mano de San Paulino de Nola (355-431) que enterró a su hijo, como hemos visto, junto a las reliquias de ambos mártires. Siglos más tarde, San Urbicio imitó este acto al manifestar el deseo de ser enterrado en una cueva del valle de Nocito, junto con las reliquias de los Santos Justo y Pastor.
23Insistiendo un poco más en el tema del Campo laudable o lugar del martirio e inhumación de los Santos, en este lugar la communio reunida procedía, como ya he mencionado más arriba, al panegírico, canto de himnos así como a la lectura de las pasiones.
24En la fiesta celebrada en Alcalá de Henares se siguieron estas manifestaciones de culto, pero adaptadas. Tras la deposición de las reliquias en el túmulo, en el carro que había desfilado en la procesión, tuvo lugar la representación del Acto I de la obra escrita por Cuebas. El extenso parlamento del personaje del Ángel Custodio de Alcalá con el que se abre el acto vendría a ser el mencionado panegírico.
25En cuanto a la música, tanto la vocal como la instrumental, estuvo prácticamente omnipresente en la fiesta del recibimiento de los Santos. La procesión, que salió al amanecer de Alcalá y duró todo el día estuvo acompañada, desde el primer momento, por danzas y bailes. Un ejemplo del importante papel que ejerció la música viene dado en la obra de Cuebas en la que el autor introdujo villancicos cuya función es la de abrir y cerrar cada uno de los tres actos. Además, en el desarrollo de cada uno de los actos conformadores de la pieza, la música tiene una clara función dramática. El mayor protagonismo alcanzado por la música en la fiesta del recibimiento vendría dado por la presencia y participación de la Capilla Real en la representación completa de la pieza dramática de Cuebas en la Iglesia Magistral de Alcalá. Por expreso deseo del Felipe II los cantores reales se desplazaron hasta la dicha iglesia para mayor honra de los Santos y sus reliquias.
26En cuanto a la tradicional lectura de la Passio, el día del recibimiento de las reliquias ésta fue reemplazada por la representación teatral itinerante (la obra de Cuebas), que se hizo sobre el carro que sirvió de escenario. La inusual estructura que presenta esta pieza, divida en tres actos, pudo haber sido el origen del mencionado reemplazo. A su vez, el motivo que dio lugar a esta estructura tripartita viene expresado en el primero de los tres fragmentos en prosa que acompañan cada uno de los actos de la obra. En ese texto podemos leer la siguiente justificación:
- 21 Texto editado por Crawford, 1908, p. 431.
Ésta es la Representación que Francisco de las Cuebas compuso y se hizo representar [...] en la venida y recibimiento de los gloriosos cuerpos de los mártires Justo y Pastor, sus patrones y defensores; el cual por más acomodarse con los ánimos de los oyentes, con la demasiada gente y brevedad del tiempo, le pareció repartillo en tres partes [...]21.
- 22 González, 2001, p. 644.
27La estructura más visible del teatro sacro del xvi deja percibir una organización externa en tres partes: una parte inicial, que suele consistir en una, más o menos, larga tira de versos recitados por un pastor; una parte intermedia que da cabida al desarrollo de la acción; y una parte final constituida generalmente por un villancico. Esta organización tripartita cumple en el todo dramático funciones semejantes a las que la Retórica señalaba en el discurso: «teniendo principio y fin —el discurso—, su función principal es el contacto con el público, en la medida en que la parte inicial establece el contacto con el mismo y la final quiere asegurar el efecto del discurso en el auditorio»22. La preocupación por no perder ese contacto con el público dio lugar a la composición de la obra en tres actos considerando el escritor cuidadosamente cada una de las tres partes señaladas para el discurso en cada uno de ellos. De este modo cada acto se compone de un extenso parlamento en prosa, equivalente a un introito, seguido del diálogo de los personajes y, por último, de una canción. Pero además de estar estructurado cada acto en esas tres clarísimas partes, la obra en conjunto también mantiene el orden tripartito mencionado ya que, antes del primer parlamento en prosa del acto I encontramos un villancico, cantado por el coro de la iglesia de San Justo, y tras el desarrollo del acto III aparece otro villancico que pone el broche final a la obra.
28Los motivos de la mencionada estructura están más que justificados, como hemos visto. Pero además puede añadirse otro, no menos importante, y que con toda probabilidad influyó en su escritura: considerar, en buena parte, la obra dramática como si se tratara de la Passio de Justo y Pastor. No puede ser pura casualidad que la estructura tripartita global del drama y la que presenta cada acto en particular coincida con la estructura formal de la Passio. Sin poder entrar en detalles, puede decirse que, de forma genérica, la estructura que presenta la obra de Cuebas parece estar inspirada por la de la Passio. El relato de las heroicidades de los mártires o núcleo central en dicha obra viene flanqueado, al igual que en la Passio, por un prefacio y un final. El prefacio se compone de un título, más bien encabezamiento en el que se informa del nombre de los mártires y su perseguidor, Daciano. No consta, sin embargo, la datación del martirio. En lugar de iniciarse el relato con el término passio, para hacer referencia al tipo de muerte —en este caso, el martirio—, se inicia con la fórmula «Esta es la Representación...». La pieza termina con la fórmula finis laus Deo, en sustitución del tradicional Deo gratias. En cuanto al núcleo central, la obra de Cuebas sigue la estructura de la Passio en su narración del martirio. Al igual que aquélla, presenta tres apartados: en el primero de ellos traza la personalidad psicológica de los protagonistas y sitúa la acción en un contexto político-religioso. El lenguaje formular con el que la Passio suele comenzar del tipo In diebus illis, igitur o In temporibus illis, ha sido reemplazado en la obra de Cuebas por las expresiones compuso e hizo. El núcleo central que se solía cerrar con la detención del mártir, lo cierra en la obra de Cuebas la muerte de los Santos y su ascenso a la Gloria.
29De entre los topoi frecuentes en el clima o contexto histórico y en los personajes de la Passio, la obra de Cuebas recoge la idea de la persecución como un fenómeno universal; la de la Iglesia amenazada de forma constante; recoge también la concepción del personaje del perseguidor, desdoblado en su drama, en los personajes alegóricos de la Gentilidad, Idolatría, y en el histórico de Daciano, los tres intrínsecamente perversos (malignitas) y extremadamente crueles (crudelitas), mientras que Justo y Pastor son un dechado de virtudes (sanctitas). El mismo fuerte maniqueísmo presente en la Passio se observa en los personajes de la obra de Cuebas haciéndose logrado trasunto, entre otros elementos, el vestuario de éstos.
30El tercer apartado de la Passio era de gran interés, ya que busca legitimar la veneración de reliquias o los centros cultuales, pudiendo en ocasiones suponer una narración contemporánea, no anacrónica, de realidades tales como los lugares de culto (loca sanctorun) en el momento de redacción de la Passio. En el caso de Justo y Pastor, consta el gran número de loca sanctorum que menciona Ambrosio de Morales en su crónica; en el de la obra de Cuebas, el lugar de culto es la iglesia de San Justo. Aunque la obra de Cuebas carece de epílogo según aparece en la Passio tradicional, cuenta, sin embargo, con la denominada doxología o plegaria estereotipada de carácter litúrgico como, por ejemplo, in secula seculorum. Amen. Cuebas prefiere la fórmula Laus Deo.
31El seguimiento no exacto de la estructura formal de la Passio no descarta la posibilidad de que Cuebas no la tuviera presente en la elaboración de su pieza dramática. El hecho de que la estructura formal de la Passio fuese considerada como un modelo no implicaba que fuera seguido en la totalidad de las pasiones de forma inalterable. Precisamente es lo que ocurre con la obra de Cuebas. Lejos de elaborar una réplica exacta de una manifestación cultual concreta de la tradición, el escritor tiene en cuenta el modelo, pero apartándose de él, entre otros motivos, por exigencias poéticas.
- 23 Castillo Maldonado, 1999, p. 278.
32Como he mencionado más arriba, el dies natalis era un día de fiesta y en ella tenía lugar una de las manifestaciones más importantes, la peregrinación o procesión. Es una marcha que constituía una toma de posesión del espacio, una sacralización del mismo. La ciudad en pleno se dirige en procesión hacia la tumba del martyr-patronus ciuitatis: «Póstrate toda conmigo, ciudad noble, ante las tumbas sagradas [...]», dice el poeta Aurelio Prudencio, en el Peristéfanon (pp. 196-197). En el caso de los Santos Justo y Pastor, concretamente en la fiesta con la que se recibieron las reliquias, se dieron varios tipos de peregrinación. La más solemne y concurrida fue, sin lugar a dudas, la que tuvo lugar en Alcalá de Henares, procesión de carácter vecinal en la que la ciudad caminó hacia la tumba del mártir para invocarlo. Sin embargo, la que tuvo lugar desde Huesca a Alcalá de Henares era del tipo considerada como verdadera peregrinatio23 en la que había un inicio y fin del viaje con la llegada a la tumba del mártir.
- 24 Castillo Maldonado, 1999, pp. 280-281.
- 25 Castillo Maldonado, 1999, p. 281.
33Otra forma de peregrinación, aunque inversa, es la traslación de las reliquias al interior de las ciudades. Teniendo en cuenta el momento histórico en el que sucede la traslatio de las reliquias de los mártires Justo y Pastor, transcurridos ya cinco años desde que finalizara el Concilio de Trento, en plena Contrarreforma, esa traslación adquirió, en ese momento concreto, una dimensión político-religiosa de manifestación de la verdadera fe cristiana y católica en lucha contra la herejía que suponía la corriente protestante. Hay, pues, además de una evidente finalidad de preservación de los restos santos, otra finalidad no menos decisiva de rentabilización política y de prestigio para la ciudad. Las reliquias son conducidas al interior de las ciudades, en las basílicas, básicamente para capitalizar el extraordinario poder de atracción y convocatoria que tienen24. Precisamente, en el caso de la península Ibérica la mayor parte de traslaciones de reliquias tenían que ver con la monumentalización de sus memoriae y, muy singularmente, con fines políticos. Uno de los ejemplos más característicos es el protagonizado por Asturio, el artífice de la inventio de las reliquias, en Complutum25.
34Así, en el corto espacio de tiempo invertido en la traslación de las reliquias (apenas dos meses), viaje que culminó de forma apoteósica en la ciudad de Alcalá de Henares, se dio una extraordinaria concentración de manifestaciones cultuales heredadas de la Antigüedad Tardía y que fueron adaptadas, como era lógico esperar, al momento histórico.