1Los cambios de residencia de la población forman parte de la dinámica socioespacial de las sociedades y se despliegan a diversas escalas y con modalidades específicas en cada período histórico y formación social en que se producen.
2En general, las migraciones de la etapa contemporánea se caracterizan por su elevada intensidad, por la complejidad de los factores que las causan y de efectos que desencadenan, así como por las múltiples formas que adopta el hecho migratorio (Artal, Peri y Requena, 2014; Imilan, Garcés y Margarit, 2014).
3El estudio de las migraciones ha alcanzado un notable desarrollo, especialmente el de las internacionales, aunque todavía no se dispone de marcos teóricos que expliquen satisfactoriamente el fenómeno (Arango, 2000; Castles; Haas y Miller, 2014). También han sido objeto de intensa investigación las migraciones internas, las que suceden dentro de los espacios nacionales. En el caso de Chile, se han elaborado estudios geográficos sobre el tema a escala regional (Rodríguez y González, 2006; Schiappacasse Contreras y Fuensalida, 2001) y metropolitana (Rodríguez Vignoli y Rowe, 2018) y también se ha analizado la contribución de las migraciones al crecimiento de las principales ciudades (Martínez, 2002).
4En cambio, las migraciones interurbanas han sido menos estudiadas, a pesar de que su volumen crece a medida que las sociedades se modernizan, como anticipó la hipótesis de la «transición de la movilidad» (Zelinsky, 1971). Para Chile, se han analizado los movimientos pendulares a larga distancia —básicamente interurbanos— y su relación con las actividades productivas (Rowe, 2014), pero no se han llevado a cabo investigaciones sobre las migraciones interurbanas residenciales.
5Este tipo de migraciones presenta rasgos propios, en cuanto a las características de los migrantes, a las distancias recorridas, a los efectos que producen en los lugares de origen y destino, entre otros. Ello se debe a que las ciudades, como centros de origen y destino de los flujos migratorios, poseen ventajas, reales o percibidas por los migrantes, respecto de otros asentamientos, como el gran tamaño y diversidad de sus mercados laborales, su considerable oferta de oportunidades para mejorar las condiciones de vida de los inmigrantes, etc. En suma: las ciudades generan un conjunto de cualidades positivas derivadas de la aglomeración, la gran diversidad y densa conectividad de los espacios urbanos. (Taylor, 2017).
6El enfoque de estudio predominante en la investigación de las migraciones se fundamenta en la teoría económica neoclásica que, grosso modo, explica las migraciones como un conjunto de decisiones individuales que buscan la mejora de las condiciones de vida de los migrantes y que, al mismo tiempo, equilibran la desigual distribución espacial de los factores de producción (Arango, 2000, p. 285). Las investigaciones recientes sobre el tema han destacado la importancia de otros factores, como las redes de contactos personales, el conocimiento y la percepción que los migrantes tienen de los lugares de destino y otros y múltiples motivos para migrar (Di Virgilio, 2011; Massey, Alarcón, Durand y González, 1990), lo que ha incrementado la complejidad de los razonamientos sobre las causas y efectos de las migraciones.
7La estructura y dinámica de las migraciones interurbanas en Chile están condicionadas por el elevado grado de urbanización del país (cercano al 90% en la actualidad) y por su estructura socioespacial netamente centralizada (Di Filippo y Bravo, 1977). Desde el punto de vista funcional, Santiago es el principal nodo articulador del territorio nacional y de este con el resto del mundo. (De Mattos y Riffo, 2005).
8Por otro lado, el fuerte anclaje de la economía y sociedad chilenas en el sistema socioeconómico mundial, iniciado a mediados de la década de 1970 (Barton, Gwynne y Murray, 2007), ha modificado el modelo de organización anterior del sistema urbano y, en consecuencia, también ha variado el marco general de las interacciones urbanas. Uno de los cambios más relevantes se ha concretado en la reducción de los desequilibrios territoriales de la población, debido al crecimiento más intenso de los núcleos intermedios, en espacial aquellos cuyas producciones locales y regionales se han incorporado al mercado mundial (Escolano, Ortiz y Moreno, 2007).
- 1 Esta investigación se ha realizado con apoyo de un proyecto financiado por Ministerio de Economía, (...)
9Con este contexto, este trabajo1 estudia la estructura y configuración espacial de la red de migraciones interurbanas en Chile en el período 1997‑2002, con los siguientes objetivos: a) delimitar los agrupamientos de ciudades (clústeres) que mantuvieron entre sí fuertes relaciones migratorias durante el período 1997‑2002; b) caracterizar estos agrupamientos por sus principales propiedades formales y c) mostrar la influencia de la proximidad geográfica como factor de formación de los agrupamientos. Además de esta finalidad principal, también se pretende explorar la utilidad del uso combinado de técnicas de análisis de redes y de análisis espacial.
10La hipótesis subtendida en este trabajo mantiene que las ciudades, como centros de origen y destino de los migrantes, forman una red única que los migrantes interpretan mediante las prácticas concretas, materiales y simbólicas, de las migraciones. La conceptualización de las migraciones interurbanas como una red de conexiones implica que la dinámica de los flujos migratorios ocurre en el seno de una totalidad organizada, cuyos componentes —flujos migratorios y ciudades— están ligados por sus interacciones. De aquí se deriva que las ciudades no son entidades con relaciones bilaterales aisladas unas de otras, sino que se insertan en un conjunto mayor. Se mantiene, además, que las relaciones migratorias interurbanas, lejos de constituir un conjunto de cambios residenciales aleatorios, forman una red jerarquizada cuya estructura es producto de la intervención de los mismos factores que organizan el sistema urbano del país. Aunque algunos estudios consideran que la proximidad geográfica ha perdido importancia como elemento de estructuración territorial, en este trabajo se acepta que su influencia en la organización espacial y funcional de las migraciones es aún grande, ya que la cercanía de los migrantes a sus los lugares de origen y destino facilita la formación de redes sociales densas y otras formas de capital social de los migrantes (Coleman, 1988; Putnam, Leonardi y Nanetti, 1994).
11Además de esta introducción, los restantes contenidos de este artículo están organizados del modo siguiente. En la primera sección se describe la metodología aplicada y los datos utilizados. En la siguiente, se exponen los resultados obtenidos. En la última se interpretan los resultados, se exponen las conclusiones y se proponen líneas de investigación futuras.
12Los flujos migratorios expresan el número de personas que han cambiado de ciudad de residencia durante los cinco años previos a la fecha de realización de los censos de 1992 y 2002. La información se ha obtenido de las respuestas dadas a la pregunta de los censos, para todas las personas de cinco años o más: ¿En qué comuna o lugar vivía usted en abril de 1997 (o de 1987)? La consulta infravalora las migraciones residenciales, pues excluye los movimientos habidos dentro del quinquenio e ignora los producidos en el primer quinquenio del período intercensal. No obstante, estos datos permiten las comparaciones en el tiempo, así como los resultados entre los diversos estudios en los que se utilizan como fuente.
13Las ciudades se han definido a partir del conjunto de «zonas» (entidad espacial del Censo de Población y Viviendas) de un municipio, calificadas como «urbanas» en el censo, contiguas o no, que suman más de 50.000 habitantes en 2002. La muestra se compone de 44 ciudades en 1992, que suponen el 58,8% de la población total del país y de 46 ciudades en 2002, que significan el 62,1% de la población total.
14A estos datos se ha aplicado una secuencia metodológica en la que se diferencian dos fases: la elaboración de la red de migraciones y su análisis subsiguiente.
15La malla de migraciones interurbana se ha modelado como una red compuesta por nodos (ciudades) y aristas (conexiones; links, edges), que simbolizan el origen, destino y relación migratoria entre ciudades. Los nodos contienen información espacial y temática y las conexiones la magnitud de los cambios residenciales entre los nodos. Las redes que representan fenómenos reales, como las migraciones, no suelen ser planas ni homogéneas, sino que están formadas por regiones de diferente tamaño, densidad y cohesión de los flujos, que expresan los efectos de distintas combinaciones de factores espaciales —como la proximidad geográfica— y aespaciales —como los lazos personales, la percepción de los lugares, las facilidades de desplazamiento, etc.— que movilizan a los migrantes.
16Una propiedad que caracteriza la estructura de las redes es su composición y funcionamiento en agrupamientos o módulos. El indicador de modularidad (modularity), (Clauset, Newman y Moore, 2004; Newman, 2006, p. 8578), mide la fuerza de la división de una red en grupos. Su cálculo relaciona, de forma normalizada, la fracción de conexiones entre los elementos (nodos, ciudades) de un grupo respecto de las que cabría esperar en una distribución aleatoria con el mismo número de elementos. Los valores de este indicador varían entre -0,5 y 1; el valor es positivo si las conexiones observadas son más que las esperadas por azar. Su ecuación es la siguiente:
17Donde: si = 1 si el vértice i pertenece al grupo 1 y si = -1 si pertenece al grupo 2; Aij: número de aristas (conexiones) entre los vértices (nodos i, j) (Aij: elementos de la matriz de adyacencia); kikj/2m: número de aristas esperado entre los vértices i y j si aquellas se distribuyen aleatoriamente; ki y kj: grado de los vértices; m = ¡/2 ∑iki: número total de aristas de la red.
18En este trabajo, los agrupamientos se han construido mediante la aplicación de un algoritmo jerárquico para maximizar la modularidad, implementado en el programa ORA-Net Scenes (Carley, 2017).
19El índice E-I es un indicador normalizado de la cohesión de cada módulo que expresa la proporción de relaciones migratorias bilaterales entre las ciudades del mismo grupo (conexiones internas: I) y las relaciones con las ciudades que no forman parte del mismo grupo (conexiones externas: E). Su ecuación se puede generalizar para utilizar los pesos (migrantes: w) de las conexiones:
20E-I = (Ew–Iw) / (Ew+Iw)
21Su valor varía entre -1, (todas las conexiones son internas, es un grupo aislado) hasta 1, das las aristas son externas; el valor 0, indica el mismo número de aristas internas y externas (o migrantes).
22La aplicación de esta metodología ha permitido delimitar agrupamientos que revelan diferentes niveles de organización de las migraciones interurbanas e, indirectamente, la actuación de los factores subyacentes que generan la fuerte interacción migratoria en cada grupo.
23La visualización de los datos es un recurso fundamental para facilitar la interpretación de información. Por tanto, los mapas y gráficos elaborados constituyen parte esencial del trabajo. La representación gráfica de la red se ha elaborado con el programa Cytoscape 3.6 (Shannon, Markiel, Beliga, Wang, Ramage et al., 2003) y la cartografía con el programa ArcGIS 10.5 (ESRI, n.d.).
24Entre 1992 y 2002 el peso demográfico de las ciudades mayores de 50.000 habitantes se incrementó considerablemente respecto de la población total de Chile, debido a las aportaciones de los flujos migratorios procedentes de asentamientos de menor tamaño.
25Por otra parte, las migraciones residenciales habidas, exclusivamente, entre estas ciudades de la muestra aumentaron en 95.029 personas, lo que ha subido la proporción de la movilidad residencial de este grupo de ciudades respecto de la total (intercomunal) del país, pues ha pasado del 24,5% al 28,7% entre 1992 y 2002 (tabla 1). Este dinamismo, aunque sea paralelo al crecimiento de la población total, contrasta fuertemente con el descenso de la movilidad residencial intercomunal del conjunto del Chile, que retrocedió el 3,5% en el mismo decenio. Estos datos indican que, durante esta década, las migraciones residenciales entre las ciudades no se intensificaron, pero sostuvieron el mismo pulso frente a la desaceleración del promedio del país.
26Una propiedad destacable de la red de flujos residenciales interurbanos es su elevada densidad de relaciones bilaterales, que alcanzan el 99% de las posibles en ambos quinquenios, es decir: cada ciudad envía migrantes a todas las demás. Puesto que la red apenas puede añadir conexiones nuevas, el crecimiento de la movilidad residencial entre ambos censos se ha canalizado mediante el incremento medio del número de personas de cada relación bilateral, que ha ido acompañado del descenso de la proporción de los flujos migratorios más pequeños, es decir: los cambios residenciales han incrementado su concentración en los flujos más voluminosos.
Tabla 1. Principales magnitudes de las migraciones interurbanas en Chile. 1992 y 2002
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1987‑1992
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1997‑2002
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Número de ciudades (> 50.000 habitantes)
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44
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46
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Población total (de la muestra de ciudades)
% de la población de Chile
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7.853.382
58,8
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9.381.092
62,1
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Migrantes
% de la población media de las ciudades
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565.580
7,2
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660.609
7,0
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Número de ciudades con migración neta (inmigrantes-emigrantes) positiva
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28
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26
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Número de ciudades que han cambiado el signo de su balance migratorio en el decenio:
de positivo a negativo
de negativo a positivo
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4
6
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Número de relaciones bilaterales
Media aritmética: personas/relación bilateral
Mediana: personas/relación bilateral
Proporción de personas por debajo de la media aritmética
Proporción de personas por debajo de la mediana
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1.872
302
166
15,9
10,5
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2.039
324
48
16,0
3,3
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Fuente: INE, Censos de población y vivienda, 1992 y 2002. Elaboración propia.
27En la imagen de la figura 1 se puede observar que la red de flujos migratorios está organizada en estructuras y subestructuras jerarquizadas, compuestas por grupos de ciudades con intensos intercambios migratorios. La posición de cada ciudad en el plano de la figura indica su grado de atracción‑repulsión con las demás, estimado por la intensidad de sus conexiones: la atracción es más intensa si los flujos mutuos son mayores, y menor si un flujo es elevado y otro no o ambos, emigración e inmigración, son débiles.
28Aunque la red migratoria es tan densa que, prácticamente, cada ciudad intercambia migrantes con las demás, los flujos más intensos forman agrupamientos simples que se ensamblan para formar otros más complejos hasta generar la red completa. Así, en la figura se pueden identificar pares de ciudades con elevados intercambios migratorios (Concepción‑Talcahuano, La Serena‑Coquimbo; Antofagasta‑Calama; Coronel‑Lota), o configuraciones formadas por tres o cuatro centros (Temuco‑Osorno‑Valdivia; Valparaíso‑Viña de Mar‑Villa Alemana‑Quilpué). La unión de microagregados forma agrupamientos más complejos, como los racimos que se distinguen en la figura. Santiago es el nodo principal y de mayor jerarquía, en el que articula los flujos principales a escala nacional.
29Finalmente, la imagen también informa de otros aspectos de la organización de los flujos, como la presencia de ciudades distribuidoras, pues sus emigrantes se dirigen a ciudades a las que también llegan emigrantes de otras varias ciudades: en esta función de hub del sistema, Santiago, Viña del Mar, Antofagasta, Iquique, Colina y Valparaíso, se sitúan una desviación típica por encima de la media general.
30En conjunto, se trata de un modelo monocéntrico y muy centralizado, con forma de estrella, es decir, con conexiones directas y fuertes entre el foco principal, Santiago, y las restantes ciudades.
Figura 1. Estructura de los flujos migratorios residenciales interurbanos en 2002 (flujos mayores de 250 personas)
Fuente: INE, Censo de población y vivienda, 2002. Elaboración propia.
Superficie y composición de los círculos: inmigrantes (color negro) más emigrantes (color gris) Gran Santiago: 158.950 inmigrantes y 137.418 emigrantes; San Felipe: Peñaflor: 2.016 inmigrantes y 2.286 emigrantes. Flechas: origen, destino y magnitud (grosor) de los flujos migratorios bilaterales mayores de 250 personas: Colina-Gran Santiago: 10.383 personas; colores de las flechas: grupo de la ciudad origen del flujo: naranja, grupo 1; azul, grupo 2; verde, grupo 3 y morado, grupo 4. Tamaño del nombre: proporcional al número de inmigrantes.
31La división analítica de la red mediante la aplicación del método indicado, produce un valor máximo de modularidad Q = 0,28, con 4 grupos (tabla 2). Este valor indica que en la red los módulos tienen una funcionalidad moderada. Los clústeres identificados se componen de agregados de ciudades con diferencias destacables en su tamaño, sus propiedades funcionales y en su organización espacial.
Tabla 2. Principales características de los clústeres. 2002
Fuente: INE. Censos de población y vivienda, 2002. Elaboración propia.
Valor Cheeguer: ratio entre el número de conexiones externas de un grupo y su número de nodos (ciudades).
32El grupo más grande, el 1, está formado por 20 ciudades dependientes del Gran Santiago. Este grupo se caracteriza por su alto grado de cohesión interna, como indican los valores del índice Ew‑Iw y Cheeger, que son los considerablemente más bajos que los restantes. Así pues, gran parte de los flujos migratorios se producen entre las ciudades del grupo, excepto Santiago, que recibe (y envía) gran número de migrantes de otras ciudades. Este clúster registra una intensidad migratoria inferior a su peso demográfico, y su saldo migratorio neto es positivo.
33Los restantes grupos tienen un número de ciudades idéntico (8 y 9), bastante menos que el grupo anterior. Aunque su tamaño demográfico difiere, sus propiedades formales son parecidas, pues los tres muestran un grado de apertura relativamente alto, debido a las abundantes conexiones migratorias con ciudades de otros grupos, como muestran los respectivos valores de los índices Ew‑Iw y Cheeguer. En estos grupos, la intensidad de los flujos migratorios es mayor que su correspondiente proporción demográfica, y todos tienen un balance migratorio neto negativo.
34Las ciudades de los grupos 1 y 2 adoptan una disposición longitudinal que, en el primer caso, comprende una franja que se extiende por el centro y sur del país, desde Colina hasta Coihaique y en el segundo, una banda, al norte, desde Arica, hasta Ovalle. En ambos casos, la ruta 5 constituye el principal eje vertebrador de los sistemas urbanos. Los dos grupos restantes, el 3 y 4, poseen configuraciones más compactas, que gravitan en torno a las ciudades de Valparaíso‑Viña del Mar y Concepción‑Talcahuano, respectivamente. La ciudad de Punta Arenas es un caso excepcional: sus flujos bilaterales mayores los mantiene con la capital del país, pero tomando en consideración todos los movimientos y los agrupamientos, queda adscrita al grupo 3 (Mapa 1).
Mapa 1. Agrupamientos de ciudades (método de Newman) y flujos migratorios residenciales. 2002
35La cercanía o lejanía entre las ciudades es una variable que modula la dirección y la magnitud de las migraciones residenciales, tanto por su posible incidencia en el coste de los cambios de domicilio como por el mejor conocimiento y relaciones sociales más intensas que, generalmente, tienen los migrantes de las ciudades más cercanas a su ciudad de residencia. El factor distancia es menos importante en aquéllas ciudades que no tienen un gran centro atractor cercano, en cuyo caso los migrantes se dirigen directamente a Santiago.
36La distribución de los flujos de migrantes interurbanos según la distancia recorrida, muestra la heterogeneidad de las migraciones en cuanto a su alcance espacial, desde la escala local a la regional y nacional. Muy probablemente, también otras características de los migrantes (edad, formación, tipo y forma de trabajo, etc.) variarán de manera sistemática con la distancia de los desplazamientos.
37En el gráfico 1, se observan las diferencias entre la distribución de las distancias recorridas por los emigrantes y la distribución de todas las distancias posibles que la población recorrería si se desplazase, en línea recta, desde cada ciudad a todas las demás (H0). Las divergencias son claras: los migrantes hacen recorridos más cortos que los de la distribución nula, cualquiera que sea la distancia a la que se desplacen. Esta minimización de la distancia se ve favorecida por la posición de Santiago en el centro del país, ciudad de la que parten y a la que llegan una proporción considerable de migrantes.
38
Fuente: INE. Censos de población y vivienda, 2002. Elaboración propia.
39Los datos del gráfico 1 muestran que la vecindad geográfica ejerce una gran influencia en el volumen, dirección y alcance espacial de los flujos migratorios y, por tanto, en la formación de clústeres de ciudades con gran interacción migratoria.
40Los resultados obtenidos permiten constatar que las migraciones residenciales interurbanas son más intensas que las del promedio del país y que, su organización funcional y espacial, se estructura en varios niveles jerárquicos, muy integrados y centralizados, con sus correspondientes áreas geográficas estratificadas.
41La gran centralización de los flujos migratorios en la ciudad de Santiago se explica por su posición geográfica en el centro del país y como nodo principal del sistema de transportes y comunicaciones internas y con el exterior y, sobre todo, por su enorme peso demográfico y económico, en el que destaca la creciente terciarización de su base económica (Escolano-Utrilla and Ortiz-Véliz, 2017).
42Los siguientes niveles, a gran distancia del anterior, están conformados por agrupamientos de ciudades, más o menos polarizados por algunos núcleos o áreas metropolitanas (Concepción, Talcahuano, Valparaíso, Viña del Mar, Arica, Temuco, Osorno). En ciudades del norte y sur del país, especialmente en las capitales regionales, se deja sentir la influencia de la actividad e inversiones asociadas a la globalización económica y a la producción de bienes destinados al mercado mundial (de los sectores agrícola y forestal, de la acuicultura, minería e industria). Los mercados laborales de estas ciudades y otros factores, atraen inmigrantes, que fijan su residencia en las mismas, o bien se desplazan temporalmente a estas ciudades sin residir en ellas (Rowe, 2014). No obstante, la intensidad de estos flujos no ha sido suficiente, al menos en la década 1992‑2002, para alimentar un proceso de descentralización de cierta intensidad, pues el descenso de la centralización general de la red es casi imperceptible. Varias de estas ciudades ejercen una importante función como intercambiadores, es decir, concentran emigrantes de otras ciudades y al mismo tiempo, salen emigrantes hacia otras ciudades. Además de las citadas antes, Iquique, Temuco, Puerto Montt, Arica, La Serena funcionan también como hub de los flujos migratorios residenciales.
43A otra escala, también se reconocen otros patrones espaciales de los flujos migratorios residenciales, que se relacionan con el funcionamiento de subsistemas urbanos de cierta magnitud y complejidad y se manifiestan en la presencia de intensos flujos migratorios mutuos, aunque asimétricos. Tal es el caso del conjunto de ciudades que gravitan en torno a la aglomeración Valparaíso‑Viña del Mar y las subordinadas a la entidad metropolitana Concepción‑Talcahuano.
44Finalmente, la comparación con la situación del período 1987‑1992, evidencia un proceso lento de integración de todas las ciudades en una red única: en este período, las ligazones dentro de los grupos eran más fuertes y más débiles las conexiones intergrupos.
45En relación con la teoría, los resultados muestran que los flujos absolutos de las migraciones interurbanas están asociados al tamaño demográfico y económico de las ciudades, percibido como abundancia de oportunidades, pero su organización funcional y espacial responde a la estructura del sistema urbano nacional, configurado en varios niveles con diferente alcance geográfico. En suma: aparte de la atracción de la capital del país, las oportunidades que se buscan con la migración están muy moduladas por la proximidad geográfica.
46Desde el punto de vista metodológico, los análisis precedentes han mostrado que las migraciones residenciales interurbanas se organizan en una red única, cuya estructura traduce las prácticas de la movilidad de los migrantes a escala agregada. La red está compuesta por partes o regiones —conjuntos de ciudades y sus flujos migratorios— que se articulan en un todo y que se caracterizan por la fuerte intensidad de sus relaciones migratorias mutuas.
47Los métodos y técnicas de análisis de redes, que se centran en el estudio de la conectividad entre los agentes de un proceso, complementan eficazmente los análisis espaciales, a los que aportan información aespacial, necesaria también para comprender los fenómenos geográficos
48En razón de lo expuesto, se sugiere la aplicación combinada de métodos de análisis de redes y de análisis espacial al estudio de aspectos específicos de las migraciones (estructura de edades, formación, ocupación, etc.), para valorar, con mayor precisión, su posible contribución al conocimiento de los flujos migratorios residenciales interurbanos. La publicación reciente de series de datos de flujos migratorios internos a diversas escalas (CELADE, división de población (CEPAL), n.d.) brinda una buena oportunidad para abordar esta tarea.