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Traducción: La excepción que reafirma la excepcionalidad

La intraducible lengua de Benoîte Groult

Los naufragios del corazón
Lydia Vázquez
p. 157-169

Résumés

L’œuvre de Benoîte Groult, Les Vaisseaux du cœur (1988), est un défi pour la traductrice et autrice de cet article car elle abonde en jeux de mots et néologismes, ici analysés et classés avant de proposer une traduction raisonnée. Les néologismes trouvés sont : néologismes structurels, sémantiques, prêts, prêts spécialisés, néologismes génériques, néologismes traductologiques et variations linguistiques. Le tout pour conclure avec la constatation d’un texte écrit en une langue française hors normes, nouvelle, riche dû au croisement constant des différentes cultures sous-jacentes.

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Texte intégral

1Benoîte Groult publica Les Vaisseaux du cœur en 1988 (París, Grasset). El título en sí ya es todo un desafío para el traductor o la traductora, y el anuncio de un texto que va a recurrir muy a menudo a los juegos de palabras, así como al léxico del universo marino, que tan bien conocía esta feminista amante de la pesca en altamar.

2El relato aparece precedido de un «avant-propos» donde la «autora» confiere legitimidad a la veracidad de la historia narrada, puesto que ha de cambiar el nombre del coprotagonista: «comment vais-je l’appeler pour que sa femme ne sache jamais ?» (Groult 1988: 11). En este prólogo, verdadera captatio benevolentiæ, la escritora-narradora, que afirma componer esta narración para dedicarla a ese hombre «puisque je ne peux plus maintenant que le coucher sur papier», asume su impotencia a la hora de «piéger sur une feuille blanche ces plaisirs que l’on dit charnels»:

Le langage ne me viendra pas en aide pour exprimer le transport amoureux, cet extrême plaisir qui recule les limites de la vie et met au monde en nous des corps que nous n’imaginions pas. Je sais que le ridicule me guette, que mes sentiments rares vont s’engluer dans la banalité et que chaque mot s’apprête à me trahir, désolant ou vulgaire, fade ou grotesque sinon franchement répugnant. (Groult 1988: 12-13).

3Esa impotencia lingüística para expresar la potencia erótica obliga a la escritora a hacer uso de todos los recursos que su verbo creador pueda procurarle. Veremos florecer, en cada página, palabras venidas de otras lenguas, hermosas las unas para expresar lo que en francés se ha vuelto banal: «karedig», en bretón, en lugar de «chérie»; esnobs otras, para transmitir un aire de mundanidad: «drink», en inglés, en lugar de «verre», o «darling» en lugar de «chérie», o la visión de una civilización estereotipada, con sus «corn flakes» y sus «eggs and bacon» (Groult 1988: 147); y también exóticas: «zom lib», en criollo, para reivindicar esa lengua de las islas Seychelles que tanto debe a la lengua francesa, a pesar de la colonización inglesa ulterior (y para permitirse un juego de palabras, «zob libre», esquivando así la vulgaridad). Creeremos escuchar a Gauvain, su marinero, hablando un francés bañado de acento bretón (y en consecuencia mal escrito), con sílabas finales suprimidas, con verbos en condicional después de la conjunción «si», con «môah» en lugar de «moi»…También asistiremos a verdaderas muestras de ingenio: la protagonista se llama George, como Sand, sin ese, lo que lleva a sus compañeros de juegos estivales en la Bretaña recóndita a llamarla «George Sanzès», confiriéndole un aire casi español (no obstante, hemos optado por traducir el falso apellido por «Sinese» para mantener el juego de palabras, que nos parecía prioritario). Por último, veremos resucitadas palabras muy francesas, pero ya olvidadas («hurtibiller») o recuperados vocablos extraídos de juegos y canciones tradicionales («pénibus», inspirado de «sexibus», y que hemos traducido como «méntula», vocablo no admitido por la RAE pero sí utilizado, por no encontrar canción ni juego ni término más o menos equivalente). Todo para poder expresar lo inexpresable en una obra literaria que se reclama noble, que exige su espacio en la primera fila de las bibliotecas.

4Nos hallamos, pues, ante un texto en lengua francesa poblado de palabras inexistentes en los diccionarios normativos, que la autora convierte en términos tan válidos como los que contienen dichos repertorios. Así pues, la traductora de esta obra ha tenido que convertirse, forzosamente, en una neóloga, necesitando de una buena dosis de imaginación y una gran capacidad de adaptación. Este ejercicio es casi virtuoso con lenguas tan creativas como la de Benoîte (¿«Avec queue»?, resulta creíbe que pudiera sufrir con su nombre como su alter ego novelesco) Groult, al límite de lo intraducible.

5La autora recurre sobre todo al neologismo, en sus distintas variantes, pero también a la variación lingüística, al servicio de decir lo indecible y de una visión lúdica y humorista que permite un alejamiento casi cínico de los acontecimientos, conduciéndonos a aceptar lo inaceptable: nuestro naufragio vital, inherente a nuestra humanidad, o, dicho de otra manera, lo absurdo de la existencia, el dolor, la muerte. El amor y el humor son, en suma, los motores lingüísticos y existenciales del genio escritor de Benoîte Groult a la hora de comunicarnos su sentido trágico de la vida.

Las neologías / los neologismos

6Para analizar dichos recursos, seguiremos la clasificación de las neologías de Arrieta y Meza, a la que añadiremos dos tipos más, que nos han parecido relevantes en esta obra:

1. Neología de forma: en la cual tanto el significado como el significante son nuevos. En este caso se crea una palabra nueva.
2. Neología semántica o de contenido: consiste fundamentalmente en darle un sentido nuevo a un término existente.
3. Préstamo, adaptación o calco lingüístico: se toma un término de otra lengua y en algunos casos se adapta a las características morfofonémicas del idioma al cual ingresa. (Arrieta y Meza 2012: 35)

7A estas tres categorías hemos añadido una cuarta, consistente en una adaptación de una palabra propia de una profesión o un sector social determinados al vocabulario general, en forma de metáfora; y una quinta de carácter ideológico, consistente en utilizar formas femeninas en sustantivos que en principio no lo admiten, y que no están reconocidas por la Académie Française.

8Por último, distinguiremos en este ámbito de la neologización los neologismos de la autora, clasificados en estas cinco categorías, de los neologismos en español que no lo son en francés (también se da el caso contrario, que señalamos), que denominamos «neologismos de traducción» o «de la traductora», en esta obra en concreto, y que ocupa el nº 6 de nuestra tipificación.

Neologismos formales / estructurales

  • 2 A la consulta hecha a la Académie Française a este respecto, hemos recibido esta amable respuesta (...)

9Entre las neologías de forma, citaremos el primer neologismo que aparece en la obra, en su prólogo justificativo: «incroissances». No tenemos conocimiento de un uso anterior de dicho vocablo en lengua francesa2. Tampoco existe en español. La autora utiliza el término por oposición a excrecencia: si «crecencia» es «aumento» (DLE) y excrecencia: «protuberancia que se produce en animales y plantas alterando su superficie natural» (DLE), es decir, un «aumento» externo, podemos suponer que la «increcencia» es una protuberancia interior, un «aumento» interno. Se trata aquí de un juego de palabras hilado: la excrecencia remite al pene del protagonista, que se transforma en increcencia cuando penetra en el cuerpo de la narradora: «Comment nommer selon mon cœur ces excroissances ou ces incroissances par où s’exprime, se résout et ressuscite le désir ?» (Groult 1988: 13). Pero también podemos ver en esta imagen una reflexión metalingüística de la autora: cómo nombrar esas protuberancias del lenguaje que salen fuera de él modificándolo (excrecencias) o que se quedan dentro (increcencias) por las que se expresa el deseo, pero que no coinciden con ninguna palabra en concreto. A menos que se inventen las palabras, o se reinventen las palabras existentes cargándolas de un sentido nuevo, un poco como los locos que inventan neologismos para traducir un mundo que es el suyo y que no se corresponde con el ‘normalizado’ (Álvarez y Peña 2008). ¿Pero no son los enamorados unos locos que inventan su propio lenguaje?

10Estos neologismos, en el caso de Groult, surgen a menudo de los juegos de palabras a los que la autora es tan aficionada, por ejemplo, «animalie»: «Tout de même ! Dire qu’il aura fallu les tropiques pour que je te voie déambuler tout nu et que je m’aperçoive de ton anomalie ! de ton animalie, plutôt !» (Groult 1988: 105). La lengua española, aquí, nos ha permitido conservar el juego de palabras con una sencilla traducción literal: «anomalía» y «animalía».

Neologismos semánticos

11En el mismo prólogo aparece un neologismo semántico: «coït» (Groult 1988: 13). La palabra existe en francés como en español, pero se convierte aquí, gracias al recuerdo de su origen latino por la autora, en una palabra revestida de un valor semántico nuevo: la Académie Française recuerda, ciertamente, su origen y significado latino: «coitus: action de s’unir», pero sin insistir en ese «aller ensemble» al que se refiere la autora: «Comment émouvoir en disant coït ? Co-ire, aller ensemble, certes» (Groult 1988: 13). El DLE es aún más lacónico: «cópula sexual». Por ello, podemos hablar aquí de neologismo de contenido. Así pues, en la traducción hemos optado por añadir un neologismo, «co-ido», y su explicación consecutiva, para que el lector o la lectora de la obra entienda el significado de esa palabra sin pasar por el latín, puesto que el verbo «ir» en castellano nos lo permite: «Co-ito, co-ido, participio de co-ir, ir juntos, claro.»

12A mitad de camino entre el neologismo formal y el semántico se encuentran estas onomatopeyas, que no aparecen en los diccionarios académicos de las respectivas lenguas, pero que sí se usan en la lengua oral o en soportes artísticos como el cómic o el cuento infantil: «tagadagada» y «guili-guili». Pero Groult las utiliza desplazando el sentido (ruido de los cascos de un caballo al correr y ruido de cosquillas, respectivamente) hacia un contexto erotizado, haciendo así de estos vocablos neologismos morfo-semánticos, que traducimos, realizando el mismo juego, por: «tacatá-tacatá» y «cuchi-cuchi».

13Dentro del neologismo semántico, se hallan también términos propios del argot profesional: el de los marinos, como por ejemplo «la salée» (Groult 1988: 93), que hemos convertido en «el charco», o el de los universitarios, como por ejemplo «une prof» (Groult 1988: 85), que hemos trasladado al castellano como «una profe». Y también de los argots de sectores sociales determinados, como la palabra ‘squat’, que aquí da lugar a un verbo derivado: «cette inconnue qu’il fait surgir et qui la squattérise» (Groult 1988: 106), y que nos permite traducirlo por un neologismo admitido por la RAE: «okupar».

Préstamos

14El préstamo más recurrente es «karedig», que aparece por primera vez en el segundo capítulo («la noce d’Yvonne». Groult 1988: 48), en la fórmula «va karedig» («mi amor») para después verse reducida a «karedig» («amor», «cariño») en el resto del relato. La irrupción del bretón en la novela permite caracterizar al personaje masculino de manera mucho más precisa: sus andares, su cabello y su vello, su voz y su gorra azul marino son sus atributos principales, también su erección permanente cuando se encuentra junto a George «Sinese», pero sobre todo su lengua y su acento bretón al hablar en francés hacen del personaje un ser único, no intercambiable, generando en el lector una comprensión y una simpatía inmediatas por esa pareja ilegítima. La despedida de ambos adolescentes, a los que todo separa en la vida y que acaban de tener su primer encuentro amoroso, no puede ser más ilustrativa: «Kenavo…A Wechall, ajouta-t-il d’une voix basse. Et, en s’écartant de moi : “Pour Paris, je ferai mon possib’”, dit-il avec cet accent breton qui abrège les mots et dont j’aimais la rudesse» (Groult 1988: 49). La traducción nos ha conducido a respetar el bretón, por supuesto, pero introduciendo la traducción castellana entre paréntesis para lectores y lectoras más alejados de esta lengua que los galos: «Kenavo… A Wechall (“adiós, hasta pronto”), añadió en voz baja. Y, apartándose de mí: “Para París, haré lo que pueda”, dijo con ese acento bretón que se come los finales de las palabras y cuya rudeza me fascinaba.» También hemos de traducir, tras el título en bretón respetado, uno de los himnos tradicionales bretones, más familiar para el lector o la lectora galos que para el lector hispanófono: Bro Goz Va Zadou (Groult 1988: 39): «Viejo país de mis ancestros». Otro de los calcos bretones es el «fest-noz» (Groult 1988: 25), que se mantiene tal cual en español, sin traducir, puesto que pensamos que la palabra ha alcanzado suficiente dimensión internacional como para pensar que el lector y la lectora españoles sepan a qué se refiere, con la única matización de cambiar el género (femenino en lugar de masculino) para asociar mejor «fest» a la «fiesta» española. Y un último, conmovedor, «Ma doué !» (Groult 1988: 139: «¡Dios mío!») porque en esa ocasión es George la que, por una sola vez, se expresa en la lengua de su amado, y porque ese dios parece más femenino, precedido de «ma».

15Aparte del bretón, aparece con frecuencia en este texto la lengua inglesa, debido al periodo pasado en Estados Unidos por la protagonista y al viaje que realizan juntos los amantes para visitar el Disneyland americano. En este caso hemos mantenido el inglés por ser palabras sobradamente conocidas como para que un hispanohablante de cultura media las entienda sin necesidad de traducción: My wife thinksMy wife always saysMy wife is a wonderful cook (Groult 1988: 72). Más que de neologismos, podríamos hablar aquí de una diversidad lingüística propia de clases altas multilingües (una francesa profesora de universidad que da clases en Estados Unidos primero, en Canadá después).

16El caso de fifty (Groult 1988: 93) es diferente: se trata de un neologismo puro, pero no inventado por la autora, pues, aunque sea un vocablo inglés y no aparezca en los diccionarios académicos francés y español, es un término que se utiliza en náutica en ambas lenguas para hablar de un barco que funciona medio a motor, medio a vela, de ahí su nombre.

17Asimismo, nipples (Groult 1988: 122) es un caso aparte, puesto que la propia autora reconoce servirse del término inglés para no usar «mamelon» o «bouton de sein» que suprime el erotismo de esa parte de la anatomía femenina para reducirla a un instrumento para amamantar o a un objeto de mercería. Hemos conservado «nipples», puesto que la digresión de la autora permite comprender el término incluso a los hispanohablantes no anglófonos. Hemos suprimido la alusión a la mercería para no tener que utilizar el término «botón» que, en castellano, en este contexto erotizado, remitiría más bien al clítoris.

18El criollo de las islas Seychelles tiene una presencia importante, y simbólica. Aparte del ejemplo anteriormente citado, hay que reseñar que uno de los títulos capitulares (capítulo 5) está escrito en esta lengua: «Les zil elwagnées Sesel» (Groult 1988: 83). Si el título es perfectamente comprensible para un francófono, no es el caso para un hispanohablante. Sin embargo, no podíamos poner entre paréntesis la traducción, que llegará más adelante, cuando se presenta la ocasión:

Bientôt, lors de l’indépendance promise par la Couronne, les Seychellois se hâteront d’inscrire sur leurs premiers timbres libres «zil elwagnées Sesel» et déjà la langue créole atteste clairement que la France de Louis XIV a laissé une empreinte indélébile et somme toute heureuse dans ces îles dont les noms semblent tout droit sortis des opéras de Rameau. (Groult 1988: 93).

19La traducción ha de ser aquí una adaptación que permita al lector y la lectora españoles entender lo que explica la narradora:

Pronto, cuando llegue la independencia prometida por la Corona, los habitantes de las Seychelles inscribirán en sus primeros sellos libres el nombre criollo «zil elwagnées Sesel», transcripción fonética del francés (le)s îles éloignées Seychelles («islas alejadas Seychelles»). Y es que la lengua criolla da fe con claridad de que la Francia de Luis XIV ha dejado una huella indeleble y a fin de cuentas positiva en esas islas donde los nombres parecen directamente salidos de una ópera de Rameau.

20Hay préstamos que podemos tildar de «internacionales» como «Tampax» (Groult 1988: 89), que todavía no ha sido admitido por las academias francesa o española como sinónimo de tampón, o «Jeep» (Groult 1988: 93), que solo cambian porque en castellano se usan en minúscula; también «bungalow» (Groult 1988: 94), «party» (Groult 1988: 124), «slalom» (Groult 1988: 124), «ticket» (Groult 1988: 158), «bulldozer» (Groult 1988: 162), «ketchup» (Groult 1988: 169) o «brushing» (Groult 1988: 225), que se hispanizan, una vez admitidos por la Academia: «bungaló», «eslalon», «tique», «buldócer», «kétchup»… todos menos «party», por no parecer necesario, y «brushing», quizá por influencia del mundo de la cosmética, la peluquería y la moda, que tienden a preservar su jardín de exotismo gracias a los extranjerismos.

21A veces, el nombre o grupo nominal en francés se traduce por un neologismo conocido en español: «pontage coronaire» (Groult 1988: 259) se convierte así en un «baipás». Al contrario, el neologismo «cow-boy» (Groult 1988: 143), por ejemplo, palabra ya vieja en francés, que reconoce la Académie Française en su diccionario, indicando su pronunciación adecuada (9ª edición), no está aceptada por la Academia Española, que prefiere la española «vaquero». En este caso, como se produce una discusión lingüística sobre este término de origen inglés entre George y «la mojigata», hemos tenido que conservar «cowboy», omitiendo el guion.

22Otros préstamos podrían ser denominados «mixtos», mezcla de inglés y francés, algunos más usuales, como «Engliches» (Groult 1988: 104), aunque aquí aparezca en su ortografía más fonética, y que hemos traducido como «british», y otros que parecen guiños de la autora más que palabras de uso extendido, como la «water-chute» (Groult 1988: 154), atracción de Disneyland que hemos traducido como «watercascada», eliminando el guion para darle un aire más «latino» y convirtiéndolo así en un doble neologismo «particular»: de la autora y de la traductora.

Préstamos especializados

23El préstamo especializado es una variante del préstamo lingüístico que no contemplan Arrieta y Meza y que nos hemos encontrado en esta y otras traducciones: es la palabra tomada prestada, no de una lengua extranjera, sino de una jerga profesional que, por su incorporación reciente debido a los avances científicos, técnicos o tecnológicos, o por su especificidad, no ha sido recogida en los diccionarios normativos, sino, como mucho, en algunos específicos de uso. Groult utiliza numerosas palabras que vienen del léxico marítimo: pesca, climatología, composición de barcos… y también, de vez en cuando, vocablos procedentes del mundo de la psicopatología y la psicoterapia, como «autodépréciation» (Groult, 1988: 68), que hemos trasladado literalmente: «autodepreciación», pues así lo hemos encontrado en obras especializadas.

Neología genérica

24Hay un tipo de neologismo que caracteriza la escritura de esta autora, que no aparece en las clasificaciones de ningún texto teórico que conozcamos, y que, no obstante, se practica cada vez más en la lengua francesa: el neologismo genérico. Aunque la escritora no utiliza el neologismo «auteure», sí que prefiere utilizar «romancière» u otros sinónimos que sí tienen femenino en francés, y cuando utiliza «auteur» para George Sand (Groult, 1988: 72), lo hace adrede para expresar que la visión que se daba de esta mujer en Francia era la de un ser «masculinizado», por lo que hemos traducido por «autor, sin a». Otros son verdaderas perlas, como «poissonne»: «Il la porte doucement jusqu’au lit, sa belle poissonne» (Groult 1988: 103), que hemos trasladado como «pececilla». Estos neologismos de conciencia feminista también se extienden a la temática erótica, y así hallamos la palabra «orgasmologue» (Groult 1988: 128) para hablar de Elle, la amiga americana de George y especialista en el orgasmo femenino. Claro está, hemos hecho una traducción literal introduciendo el neologismo: «orgasmóloga».

Neologismos traductológicos

25Además, el traductor o la traductora puede tener que hacer uso de lo que hemos denominado como neologización traductológica. Podemos encontrarnos, por ejemplo, con una palabra existente en francés que se convierte en un neologismo de forma al pasar al castellano. Puede ser una decisión personal del traductor o traductora, pero también, y en general es el caso, porque ha encontrado el neologismo en otros textos traducidos anteriores. Así sucede con la palabra «zazous» (Groult 1988: 19), que existe en francés, de la que hallamos esta definición en el CNRTL (Centre national de recherches textuelles et lexicales):

A.—[Dans les années 1940] Adolescent manifestant une passion immodérée pour la musique de jazz américaine et qui se faisait remarquer par une tenue vestimentaire excentrique.
B.—P. ext. Personnage un peu farfelu, tant par ses idées que par son aspect physique et sa mine.

26En castellano, en textos que tratan de estos jóvenes, específicos del país vecino, se usa el neologismo «zazú» (con una mínima adaptación ortográfica a la fonética española), no integrado por la RAE en la lengua española, y que hemos tenido que adoptar en nuestro texto, sabiendo que el lector o la lectora puede recurrir para su comprensión a fondos léxicos específicos que lo incluyen y explican. Lo mismo ocurre con palabras de origen francés, ya bien implantadas en el uso del castellano, como «chalé», viejo neologismo que, de hecho, sirve para traducir otro de origen español en francés: «villa». Otro caso de neologismo introducido en la versión española es «bateau-mouche» (Groult 1988: 55), palabra que no se incluye el DLE como española, pero que es lo suficientemente conocida por los españoles que han visitado París, como para que parezca lógico mantenerla. Otro préstamo de la traductora es la palabra «pastís» (Groult 1988: 75), que hemos decidido adaptar fonéticamente al castellano (añadiendo la tilde) porque, aunque la RAE no la incluye en su diccionario, es una palabra conocida en el sector español de la restauración y la hostelería. Puede suceder que una palabra que sí existe en francés como «emmerdeur» (desde el siglo XIX, según la 9ª edición del Diccionario de la Académie Française) sea traducida por un neologismo en español: «tocapelotas» (Groult 1988: 78). Distinto de los demás es el caso de «ramonage» que, por el contexto, hemos traducido como «metisaca»: «ces ramonages monotones lui avaient paru minables et la sexualité une activité dérisoire» (Groult 1988: 137). «Metisaca» existe, en efecto, pero el DLE nos dice de esa acción que es propia del torero que realiza una mala estocada teniendo que meter y sacar el hierro en repetidas ocasiones para acabar con el toro. La imagen nos pareció adecuada para expresar esa acción torpe del macho en las películas porno a las que hace alusión la autora.

La variación lingüística

27La variación lingüística ha sido asociada a la traducción por Hewson y Martin (1991), que la han definido así:

La variación se podría definir como el conjunto de todas las formulaciones posibles que se pueden asociar a cualquier situación identificable dada. Los participantes en la comunicación tienen en todo momento a su disposición conjuntos de formulaciones más o menos intercambiables, más o menos aplicables en diversos grados de matices parafrásticos que pueden ajustar libremente a sus objetivos comunicativos. (Hewson y Martin 1991: 40).

28Pertinentemente, Roberto Mayoral Asensio (1999) y Cristina García (2001) hacen de la variación un elemento clave del análisis traductológico y de los estudios de la Historia de la Traducción en la actualidad. Otros autores (Nord 1997) han hablado de «culturemas», concepto que puede dar una visión más clara de la variación lingüística, si bien habría que precisar con Candace Séguinot que el «culturema» no solo es aplicable a los habitantes de una región determinada del planeta (región, país, continente…), sino también a los grupos sociales, étnicos, genéricos, de edad, e incluso, en última instancia, al individuo, lo que hace que una traducción siempre sea única y las variaciones, personales:

Los traductores y todos aquellos que estudian la traducción saben que diferentes tipos de textos requieren distintos enfoques y que personas diferentes pueden traducir el mismo texto de formas dispares. Igualmente, los distintos niveles de competencia, la mayor o menor familiaridad con el material por traducir, así como las diversas interpretaciones de las características del trabajo en sí, llevan a disparidades en los procesos y en los resultados. Al servirme del término variabilidad en el título de capítulo me refiero a todo lo anterior, pero, sobre todo, y de manera más específica, al potencial de variación que existe en el seno de cada individuo, es decir, a la posibilidad de que existan múltiples vías para acceder al lenguaje, interpretarlo y producirlo. (Séguinot 1997: 104-105. La traducción es nuestra.)

29En esta obra encontraremos variaciones lingüísticas introducidas por la autora, pero también, y sobre todo, variaciones en la traducción, forzadas por la necesaria adaptación de refranes, dichos o canciones que no permiten una traducción literal. Entre las primeras, podemos citar «Gribouille» (Groult 1988: 47), apelativo de un personaje de la tradición oral que se remontaría a 1522: «il désigne une personne naïve et mal avisée» (Le Robert. Dictionnaire historique de la Langue Française 1998: II, 1643). Benoîte Groult subvierte parcialmente el nombre propio para usarlo como sobrenombre de Gauvain, pasmado tras su primera aventura erótica con George. Así pues, hemos sustituido la variación en francés por otra en castellano: «más tonto que Abundio», que puede adaptarse a la misma situación.

30Una palabra que nos ha planteado problemas es «bizourlou» (Groult 1988: 138) pues la autora atribuye a esa palabra especial de los quebequeses (como «tabernacle» usado como taco, que también cita) el significado de sexo femenino, cuando en los diccionarios del Quebec se asimila al miembro masculino. Hemos optado por un término coloquial inexistente en el DLE, menos específico del sexo femenino y que podría servir para ambos: «chirri», intentando conservar la esencia fonética a base de asonancias y aliteraciones.

31Entre las variaciones avanzadas por la traductora, nombraremos la famosa cantilena repetida a modo de insulto por los provincianos franceses a todo habitante de la capital: «Les Parisiens, têtes de chien ! / Les Parigots / Têtes de veau !» (Groult 1988: 22), que quedaría como sigue en la versión castellana: «¡Parisino, cabeza de pepino! / ¡Parisiense, liliputiense!», primando así, en la variación, la rima por encima del significado. Otra de las variaciones de la versión española es la traducción del dicho: «Blanc sur rouge, rien ne bouge, rouge sur blanc, tout fout le camp !» (Groult 1988: 39). Al no existir ningún refrán parecido en castellano, hemos tenido que inventar uno, primando, también aquí, la rima, para alcanzar un significado global más o menos similar: «Blanco sobre tinto, quieto en el recinto, tinto sobre blanco, derecho al barranco». Una variación especial es la canción popular «Meu-Ssieu le – Curé n’veut pas / Que les gars embrassent les filles / Mais-zil ne défend pas / Que les filles embrassent les gars…» (Groult 1988: 40): «El se-ñor cura no quiere / Que los chicos besen a las chicas / Pe-ro no prohíbe / Que las chicas besen a los chicos…». Si bien hemos mantenido la separación silábica que da cuenta del ritmo cantado, no hemos conservado la supresión vocálica [n’veut] ni la liaison [Mais-zil], poco pertinentes y difíciles de trasladar en este caso. Particularmente interesante es esta sentencia con valor de refrán utilizada por Ellen, la amiga «orgasmóloga» de George: «Je dirais qu’en amour, tout fait ventre, comme vous dites en France. C’est une très jolie expression que vous avez, déclare Ellen» (Groult 1988: 123), y que hemos traducido por un refrán coloquial español: «en el amor, lo que no mata engorda».

32Otro desafío ha supuesto la traducción de: «Comment allait-elle passer dix jours ici sans autre ressource que “je te tiens, tu me tiens par la bistouquette”» (Groult 1988: 137). Ningún juego, canción, refrán o similar puede significar nada equivalente o aproximado en español, por lo que la única solución era inventar una proposición que pareciera serlo. Este ha sido el resultado «Cómo iba a pasar ahí diez días sin más recurso que “me coges por la cosita, te cojo por la colita”»?

33Discutible podría resultar nuestra traducción de «tourniquet chinois» por «ventilador chino»:

Il est parfois dur de digérer le succès de sa femme, plus encore quand il est basé sur le sexe et qu’il fourmille d’exemples et d’anecdotes dont le phallus d’Al n’est généralement pas le héros ! On le regarde d’un œil lubrique ou apitoyé : est-ce lui qui pratique le « tourniquet chinois » ? Le vibrato accéléré du poignet ? (Groult 1988: 128).

34Hemos mantenido el «vibrato», neologismo rítmico admitido en francés y no en castellano, por parecernos que reflejaba mejor la acción descrita; en cuanto al «tourniquet», hemos creído mejor no traducirlo y sustituirlo por una postura, el «ventilador», más conocida entre los aficionados a las acrobacias eróticas, dejando la interpretación de la calificación de «chino» a la fantasía del lector o la lectora.

35Un caso particular de variación lingüística en la traducción, por la dificultad que supone su connotación fónico-icónica, es el caso de esta «O»: «je vais me voir contrainte de circuler pendant trois jours avec ce tison brûlant au creux de moi, portant la marque rouge de Gauvain, comme O son anneau entre les jambes» (Groult 1988: 53): la «O» es la vocal del nombre (que un español no tiene por qué pronunciar «Gován», sino, posiblemente, «Gauván»), es la forma del hierro candente con el que se marca al ganado y es también la circunferencia del «anillo» del sexo de Gauvain. La polisemia no se puede conservar totalmente, de suerte que en la traducción hemos priorizado la variación icónica sobre la fonética: «Me voy a ver obligada a circular durante tres días con ese tizón ardiente en mi interior, marcada a fuego por Gauvain, con esa O de su anillo entre las piernas.» También hemos decidido traducir interjecciones como «pouacre !» (Groult 1988: 61) por variaciones como «¡ni de coña!», manteniendo el tono coloquial y «moderno» de la narración y más adaptadas al contexto que un «¡puaj!» o «¡puah!», por ejemplo.

36Unas de las variaciones más complejas de traducir suelen ser las que componen juegos de palabras. Así, por ejemplo: «Quand je pense que c’est toi qui m’appelais Frédérique avec un Q dans le temps ! Pour une George sans S, tu ne manques pas d’R en tout cas ! me dit-elle» (Groult 1988: 119). Esta es la solución que hemos encontrado: «¡Cuando pienso que eras tú la que me llamabas Frédérique con Q de culo, en otro tiempo! ¡Para ser una George sin S, tienes mucha G-ta!, me dice». Hemos añadido a la «Q» «de culo» para que se entienda, y cambiado las «R» por las «G» para traducir «tu ne manques pas d’air» por «tienes mucha geta», aunque hemos tenido que añadir un sufijo -ta para poder hacer el juego de palabras en español.

La excepcionalidad de los idiolectos

37Por último, hemos de detenernos en las hablas particulares o idiolectos, que definen a un personaje tanto como sus rasgos físicos o su carácter (Halliday y otros 1964). En esta novela tenemos dos: en primer lugar, el del protagonista que, por su origen bretón, su baja extracción social y su carencia cultural comete muchas faltas al hablar en francés. Ya nos hemos referido a las particularidades relacionadas con la interferencia del bretón como lengua materna y de oficio. Además, Gauvain se come los finales de palabra, que hemos trasladado en forma de «pa» por «para», «to» por «todo» o «tos» por «todos», «na» por «nada», y por los participios verbales en -ado por las formas en -ao. Pero en ocasiones el vocablo es especial: «—Eh bien, faudra faire comme les zaut’ si on veut pas crever.» Il parlait des zaut’, les Basques, les Espagnols, les Ricains, avec une rancune farouche» (Groult 1988: 77). En realidad, aquí «los otros», «los demás» son todos los que no son bretones, por lo que hemos optado por una variación familiar, «quisque», que sí contempla el DLE, pero apocopando «todo»: «to quisque». En segundo lugar, el del «joven negro» (Groult 1988: 94) que ayuda a Gauvain y a George a desenmarañar la red que se ha quedado enredada en un banco de coral. Personaje casi caricaturesco, a la manera de un indígena en un álbum de Tintín, el joven habla sin pronunciar la «r»: «—S’il vous avait vouaiment piquée, dit-il rassurant, vous se’iez en touain de hu’ler.» (Groult 1988: 95). Esta es la solución que hemos propuesto: «—Si pica’la a usted de ve’dá, usted está’ dando gu’itos aho’a, le dice para tranquilizarla.» Hemos puesto los verbos en infinitivo para acercar la figura a la caricatura tradicional española del «indígena» hablando mal en castellano.

El título siempre es una excepción

38Los títulos, hasta los más sencillos, a veces sobre todo los más simples, plantean siempre un problema enorme al traductor, consciente de que las ventas pueden aumentar o disminuir según acertemos o no con el título. En este caso, el juego de palabras basado en la multisignificación, concepto cada vez más utilizado por los escritores y las escritoras para sus títulos, que quieren evocar y sugerir más que desvelar, constituye la dificultad que hay que superar. «Vaisseaux», ya lo sabemos, reenvía tanto a los vasos sanguíneos como a los navíos o bajeles de una flota pesquera. Sabemos que el protagonista es pescador y que tendrá un problema de obstrucción de los vasos sanguíneos en el corazón que le llevará a la muerte. Todo eso se encuentra sugerido en el título. Además de las travesías, los vericuetos, los circuitos de toda pasión amorosa ‘paralela’ que dura una vida. Pensamos, por lo tanto, en ‘circuitos’, ‘surcos’, ‘travesías’, hasta que decidimos adoptar la palabra «naufragios». Los grupos nominales con los sustantivos desechados no significaban gran cosa en español («Los circuitos del corazón», «Los surcos del corazón», «Las travesías del corazón»), mientras que «los naufragios del corazón» tenía uno y hasta varios sentidos: un infarto es un colapso y un naufragio es también un colapso; en el argot médico a veces se habla de naufragio para referirse al colapso coronario; el naufragio se produce porque las vías marítimas se obstruyen, como las arterias se obstruyen y producen el infarto. La vida está hecha de pequeñas obstrucciones, de pequeños naufragios, afectivos, vitales, hasta que llega el momento de la muerte, del gran naufragio, cuando el corazón se para. Ciertamente, la solución no es perfecta, y da un tinte más pesimista a la aventura amorosa de George y Gauvain, pero al menos anuncia, sugiere algo parecido al título original.

Conclusión

39Nos queda concluir afirmando que toda traducción se genera bajo el signo de la excepción, puesto que todo problema de traducción se resuelve excepcionalmente, siendo cada caso único y cada solución puntual. En Occidente, el neologismo, repertoriado y regulado desde tiempos de los clásicos, en griego como en latín, ha vivido épocas doradas como el Renacimiento y los periodos más expansionistas de las potencias europeas. Por su parte, la variación lingüística es, desde siempre, un fenómeno clave tanto para los escritores y las escritoras que quieren exportar a otros espacios y otras lenguas sus «culturemas», los que componen de alguna manera su «sentimenteca» (Chamoizeau 1997), como, y sobre todo, para traductores y traductoras que tienen que trasmitirlos a otras culturas, llevando a cabo un proceso, siempre respetuoso, de subjetivación. El siglo XX conoció una etapa de denigración del neologismo y de la variación lingüística, sobre todo si se producían en textos versionados, en pro de una pureza de la lengua que debía defenderse de las invasiones extranjeras. Hoy, en la era de la globalización, del multilingüismo y del multiculturalismo, el neologismo es tan ‘nuestro’, tan ‘propio’ como ‘las palabras de toda la vida’. Benoîte Groult, una mujer que vivió y viajó por el mundo entero, a la que le resultaban familiares muchas de nuestras lenguas occidentales, las combinó con la gracia y la naturalidad de una persona de su tiempo, de la postmodernidad. Como traductores, como traductora, no podemos sino seguirla en esa su aventura, con mejor o peor fortuna, pero eso solo la lectora y el lector podrán juzgarlo.

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Bibliographie

Álvarez J. M. y Peña J. de la, 2008, «La singularidad del neologismo», Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, 28-2, <http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-5735200800020000>, consultado el 8/01/19.

Arrieta B. M. y Meza R. D., 2012, «Categorización lexical de los neologismos en textos académicos», Académica, 4-7, p. 33-45.

Chamoizeau P., 1997, Écrire en pays dominé, París, Gallimard.

García C., 2001, La variació lingüística e la traducció, Tesis doctoral de la Universitat de Valencia. Inédita.

Groult B., 1988, Les Vaisseaux du cœur, París, Grasset.

Halliday M. A. K., McIntosh A. y Strevens P., 1964, The Linguistic Sciences and Language Teaching, Londres, Longmans.

Hewson L. y Martin H., 1991, Redefining Translation: The Variational Approach, Londres, Routledge.

Mayoral Asensio R., 1999, La traducción de la variación lingüística, Soria, Diputación Provincial de Soria, <https://www.ugr.es/~rasensio/docs/La_traduccion_variacion_linguistica.pdf>, consultado el 9/02/2019.

Nord Ch., 1997, Translating as a Purposeful Activity. Functionalist Approaches Explained, Manchester, St. Jerome.

Séguinot C., 1997, «Accounting for Variability in Translation», in Danks, J. H. y otros, (eds.), Cognitive Processes in Translation and Interpreting, Thousand Oaks, Sage, p. 104-19.

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Notes

2 A la consulta hecha a la Académie Française a este respecto, hemos recibido esta amable respuesta (09/01/2019): «Madame, / Ce qui fait l’existence d’un mot, c’est le fait qu’il soit employé et compris. On peut donc dire qu’incroissance existe, mais force est de constater qu’il n’est pas ancré dans la langue ; il n’est pas en usage et ne figure donc pas dans les dictionnaires. […] / Patrick Vannier».

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Pour citer cet article

Référence papier

Lydia Vázquez, « La intraducible lengua de Benoîte Groult »reCHERches, 23 | 2019, 157-169.

Référence électronique

Lydia Vázquez, « La intraducible lengua de Benoîte Groult »reCHERches [En ligne], 23 | 2019, mis en ligne le 27 septembre 2021, consulté le 25 avril 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/cher/987 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/cher.987

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Auteur

Lydia Vázquez

Universidad del País Vasco/EHU, ORCID: 0000-0002-0024-2769

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Droits d’auteur

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