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Comptes rendus

Miguel Mendiola. La vida olvidada de un anarquista republicano

Gérard Brey
Référence(s) :

José Luis Gutiérrez Molina, Miguel Mendiola. La vida olvidada de un anarquista republicano, ilustraciones de Curro González, Sevilla, Libros de la Herida, 2022, 276 p.

Texte intégral

1A falta del diccionario del movimiento obrero español con el que soñaba Jean Maitron por los años setenta y que nunca vio la luz, siguen publicándose biografías de figuras importantes o modestas. La de Miguel Mendiola (1904-1936) es otra más. Si algunos militantes españoles del último tercio del siglo XIX, procedieron del republicanismo federal y abrazaron luego el anarquismo, como Ricardo Mella o Fermín Salvochea por citar casos famosos, otros, en una etapa posterior, recorrieron un itinerario inverso. Este es el caso de aquel militante sevillano que, tras militar en las filas del movimiento libertario, se unió a la corriente republicana escindida del lerrouxismo y liderada por Diego Martínez Barrio, que en septiembre de 1934 tomó el nombre de partido Unión Republicana.

Figura 1. Foto de José López Bouza, 1936.

(Del libro de Eliseo Fernández, con su permiso)

  • 1 Eliseo Fernández Fernández, José López Bouza. Do anarquismo ao republicanism e o seu fillo o pintor (...)

2Este fue el caso también del gallego José López Bouza (1890-1936), al que se le dedicó hace más de veinte años una excelente biografía.1 Tras un período de militancia primero en Argentina y luego en el seno del Ateneo Obrero Sindicalista de Ferrol, entidad que convocó en esta misma ciudad un «Congreso Internacional de la Paz» con la esperanza de contribuir al final de la primera guerra mundial, J. López Bouza se afilia al republicanismo a partir de 1918. Durante la Segunda República, se le encuentra en las filas de la Organización Republicana Gallega Autónoma liderada por Santiago Casares Quiroga. En junio de 1931 es nombrado gobernador civil de Ourense, pasando en agosto a ocupar, durante doce meses, el mismo cargo en Lugo. Durante el bienio reaccionario, de nuevo en Ferrol, ingresa en el partido Izquierda Republicana nacido en abril de 1934. En marzo de 1936, es elegido presidente de la Diputación provincial de A Coruña. Participa en la campaña a favor del Estatuto de Autonomía de Galicia. Al producirse el golpe contra la República, es detenido y condenado a cadena perpetua; no obstante, los facciosos le asesinan cerca de Ferrol el 30 de agosto con otros diecisiete presos.

3Un destino similar conoció el «anarquista republicano» sevillano Miguel Mendiola, asesinado el 6 de agosto de 1936 por los sublevados. La biografía que le dedica J.L. Gutiérrez Molina se divide en dos partes, precedidas de unas palabras de Carmen Carreño Mendiola, nieta del biografiado (p. 19-24). La primera parte reconstituye lo que se sabe de los aspectos familiares y militantes de su vida (p. 27-114) y la segunda los elementos contextuales de la misma (p. 147-254). Esta opción es discutible por las repeticiones a que da lugar y por complicar algo la lectura; en mi opinión muy personal, hubiera resultado quizás más eficaz (y más ameno para el lector) entrelazar los elementos individuales y los contextuales, evitándose así al lector un vaivén constante entre la primera y la segunda parte. Yo casi le recomendaría que leyera la segunda antes de la primera, opción que acabé adoptando tras la lectura de las primeras páginas.

4Ahora bien, José Luis Gutiérrez evoca primero los orígenes familiares del biografiado, cosa nada fácil cuando se trata de personas de extracción modesta. Nacido en 1904, Miguel Mendiola Osuna es bisnieto de un cigarrero de origen ecijano, nieto de un probable militante republicano que se exilia hacia 1878 a Constantina y luego a Filipinas. Su abuela paterna pertenece a una familia de pequeños comerciantes de origen italiano. Su padre ejerce sucesivamente los oficios de hojalatero, jornalero en un ramo indeterminado, empleado de zapatería y luego de hospedería. Su madre, natural del pueblo sevillano de Brenes, y sus dos tías son cigarreras. Se desconoce la trayectoria escolar del joven Miguel, pero su nivel le permite ejercer primero como oficial de juzgado.

5De joven, frecuenta la taberna de su barrio, donde, con otros muchachos, empieza a adquirir una conciencia política y sentimientos hostiles al carácter dictatorial del régimen primorriverista. Aquello le lleva a tener problemas con la justicia, compareciendo varias veces ante los tribunales a partir de 1925. Mendiola confía entonces su defensa al reconocido abogado liberal Blasco Garzón y esto, escribe el autor, «fue el comienzo […] de una relación que se prolongó en el tiempo. En 1932 sería el abogado por los sucesos de mayo. A partir de 1934 los lazos se reforzaron cuando ambos se encontraron en las filas de UR [Unión Republicana] junto a un viejo conocido de ambos: Martínez Barrio.» Mendiola estuvo seis semanas encarcelado y, finalmente, sus problemas judiciales cesaron al beneficiarse del indulto otorgado en septiembre de 1927 a los acusados de delitos de opinión. Desde 1925, vive con una compañera de familia gitana, con la cual tendrá un hijo y cuatro hijas.

6En 1928, opta por el anarquismo, pues se le conoce como militante de la recién creada Federación Anarquista Ibérica y pronto como miembro de su Comité Peninsular radicado en la capital andaluza. En 1930 es encarcelado con otros militantes, con motivo de una huelga sevillana de solidaridad con los trabajadores de Málaga: se trata para las autoridades de sofocar el anarcosindicalismo hispalense en vía de reconstitución. Unas trabas y unos obstáculos – explica el autor – que también trataron de imponer poco después las nuevas autoridades republicanas. Implicado muy activamente en la reorganización del movimiento cenetista, se muestra también extremadamente preocupado por el peligro de una – según él – inevitable segunda guerra mundial.

7En 1931, M. Mendiola ocupa el cargo de secretario general del Comité Regional de la Confederación Nacional del Trabajo y participa en el Congreso nacional de Madrid (10-17 junio 1931), donde no se le conoce ninguna intervención. En vísperas de las elecciones a Cortes Constituyentes, se niega a apoyar a la candidatura Republicana Revolucionaria Federalista Andaluza, integrada, entre otros, por el notario andalucista Blas Infante, el ingeniero agrónomo Pascual Carrión, el aviador Ramón Franco y el abogado José Antonio Balbontín (único elegido). En aquel asunto, Mendiola se opone a los libertarios Pedro Vallina (médico) y Eduardo de Guzmán (periodista). Poco después se producen los sangrientos acontecimientos de julio de 1931, provocados por la voluntad de la patronal y del gobernador civil derechista y futuro franquista José Bastos Ansart, de sofocar las huelgas en curso y aniquilar el sindicalismo cenetista, en un contexto de rivalidad y «disputa por el espacio sindical entre UGT y CNT.» (p.191). J. L. Gutiérrez sintetiza lo ocurrido a partir del reciente estudio de José María García Márquez (La «Semana sangrienta» de julio de 1931 en Sevilla. Entre la historia y la manipulación, Sevilla, Aconcagua, 2019), mostrando que la preocupación mayor de Mendiola consistió en que no se cayera en las provocaciones.

8Para el autor, el hecho de que en el congreso de la CNT andaluza celebrado en octubre de 1931 estuviesen presentes 227 sindicatos y representados «más de 300.000 trabajadores», significa que «los esfuerzos de las autoridades por impedir que la CNT andaluza cuajara parecían haber fracasado, al menos de momento.» (p.199). Mendiola salió elegido secretario, probablemente por encarnar la corriente partidaria «de afianzar la reorganización, defender el espacio sindical y encauzar la conflictividad,» frente a los más radicales (p.204). Sin embargo, tras la represión consecutiva al movimiento revolucionario en el Alto Llobregat (enero de 1932), los sindicalistas fueron perdiendo parte de su influencia a favor de los faístas. El Pleno Regional de las federaciones andaluzas, celebrado a finales de marzo, patentizó las discrepancias entre unos y otros, pero Mendiola conservó su cargo de secretario regional. Poco después, se trasladó a Madrid para representar la Regional andaluza en el Pleno de Regionales de la CNT, en el cual se expresaron con virulencia los antagonismos entre ambas líneas. En esta reunión, Mendiola justificó la actuación del secretario confederal Ángel Pestaña (sustituido poco antes por el radical Manuel Rivas), defendió una línea que privilegiaba la organización sindical y las huelgas profesionales antes que un intento insurreccional y, para preservar la independencia de los sindicatos, se opuso a «la trabazón» entre cenetistas y faístas en el seno de los comités de defensa, brazo armado de una hipotética insurrección contra el régimen.

9A su regreso a Sevilla, Mendiola encontró una situación literalmente explosiva: «las bombas se fabricaban en Sevilla, y de allí se distribuían por las federaciones comarcales cenetistas. La huelga campesina [de mayo de 1932] formaba parte del proyecto insurreccional.» (p.61). Las autoridades estaban decididas a dar el golpe contra el anarquismo andaluz, y en la capital provincial «los centros de la CNT fueron cerrados y decenas de sus militantes detenidos» (p.228). Entre los encarcelados estaban los líderes Carlos Zimmerman y Miguel Mendiola, a quienes, además, el ácrata Pedro Vallina acusó de haber traicionado a los campesinos sevillanos, «desconvocando la huelga e informando [a las autoridades] de las localidades a las que se les habían vendido los explosivos.» (p.229). Desde la cárcel Mendiola rechazó, en una entrevista a El Noticiero Sevillano, estas acusaciones y se reafirmó como sindicalista preocupado por «salvar la organización» (en expresión del autor, p. 65). Pero había perdido la confianza de parte de los suyos y «fue suspendido de sus funciones en el Comité Regional.» (p.65). Las acusaciones de ser confidente de la policía, procedentes de algunos cenetistas y de los comunistas, no cesaron tras su puesta en libertad en septiembre de 1932.

10A pesar de que tanto Zimmerman como él fueron exculpados tras una asamblea de militantes (evocada en las pp.66-69 y de nuevo p. 233-236), Ambos resultaron incapacitados para ocupar cargos de responsabilidad. Esto, y aunque «no se había mostrado nunca partidario de la táctica insurreccional», no impidió que Mendiola fuese detenido tras los sucesos de Casas Viejas de enero de 1933. Liberado, fue encarcelado de nuevo, con otros muchos, por su supuesta implicación en el asunto de las bombas de mayo del año anterior. Absuelto en el juicio celebrado en octubre de 1933, Mendiola anunció el 3 de noviembre que se daba de baja de la CNT. Acusado sin razón por unos compañeros, detenido en varias ocasiones, encartado en el juicio por los sucesos de mayo de 1932, preocupado por una campaña abstencionista de noviembre que podía desembocar en «una nueva acción insurreccional», padre de familia con cuatro hijos, en resumidas cuentas desengañado y cansado, Mendiola tiró la toalla anarcosindicalista.

11No sin dificultad, consigue una plaza de oficial en los juzgados municipales. Y de aquí en adelante, Mendiola ya se lo encuentra unido al sector del Partido Republicano Radical (PRR) disidente del lerrouxismo y liderado en Sevilla por D. Martínez Barrio, el cual, por los años 1901-1903, había manifestado unas simpatías anarquistas. Ambos tenían en común «su rechazo a la derechización del régimen» (p. 83) tras las elecciones de noviembre de 1933, así como una hostilidad hacia los socialistas. En enero de 1934, Mendiola ya es vocal de la Junta Local del PRR, y algunos meses después presidente de la misma. Interviene en varios actos públicos y hace alarde otra vez de sus dotes de organización. En septiembre de 1935, participa en el congreso nacional de Unión Republicana y a primeros de 1936 interviene públicamente en nombre de este partido para denunciar los abusos del gobierno y apoyar la candidatura de izquierdas en las elecciones de febrero. Para el autor, las rivalidades internas en el seno de U.R y su pasado anarcosindicalista debieron de ser obstáculos para que Mendiola fuese elegido concejal en el nuevo ayuntamiento de la ciudad bética. En cambio, fue elegido compromisario para la elección de Manuel Azaña como nuevo presidente de la República, el 10 de mayo. A fínales de junio, la dimisión de unos concejales sevillanos le permitió no sólo ocupar una concejalía, sino convertirse en el portavoz de la minoría de su partido. Tras enfrentarse con las rivalidades y acusaciones durante su etapa de militante anarcosindicalismo, Mendiola estaba involucrado ahora en disconformidades de la política local y en la guerra de los puestos. Mientras los protagonistas de la vida municipal se peleaban y Mendiola renunciaba a su cargo de concejal, los enemigos de la democracia se sublevaban contra el régimen republicano, ocupando el Gobierno civil y el Ayuntamiento.

Figura 2. Miguel Mendiola en el salón del plenos del Ayuntamiento de Sevilla, junio o julio de 1936

(Archivo y cortesía de la familia). Foto publicada en el libro de J.L. Gutiérrez Molina, p.138.

12Como otros muchísimos, Mendiola, «máximo dirigente local de la organización política mayoritaria en la ciudad, UR», no pudo escapar de la capital andaluza, controlada en unos pocos días por las fuerzas facciosas. Detenido por éstas, sería asesinado sin juicio el 6 de agosto, dejando una viuda y cinco huérfanos.

13Ilustrado con diez grabados del afamado artista sevillano Curro González, el libro contiene también una sustancial selección de fotos y documentos (p. 117-145), que hunden aún más concretamente al lector en las circunstancias vividas por el biografiado y sus coetáneos. Esta biografía, muy bien documentada y contextualizada pero de lectura algo complicada por su construcción dual, se cierra con el recuerdo de la militancia comunista y antifranquista del hijo de Mendiola y un conmovedor poema escrito por un nieto de aquel «anarquista republicano» sevillano.

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Notes

1 Eliseo Fernández Fernández, José López Bouza. Do anarquismo ao republicanism e o seu fillo o pintor José López Fernández, Sada (A Coruña), Ediciós do Castro, 2002, 212 p.

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Pour citer cet article

Référence électronique

Gérard Brey, « Miguel Mendiola. La vida olvidada de un anarquista republicano  »Cahiers de civilisation espagnole contemporaine [En ligne], 32 | 2024, mis en ligne le 19 septembre 2024, consulté le 11 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/ccec/18023 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/121xj

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Auteur

Gérard Brey

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