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AccueilNuméros93PortraitsRecordando a Jacques Gilard

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1No encuentro mejor época que estos comienzos de julio para recordar a un Jacques alegre y jovial cuando, terminadas la rutina y las rencillas académicas que tanto le pesaban en sus últimos años de vida universitaria, se dedicaba a seguir con entusiasmo las peripecias del Tour de France. Era un apasionado del ciclismo, que practicó hasta que sus músculos y articulaciones se lo permitieron. En los ciclistas profesionales −como si fueran un reflejo de lo que él mismo era − estimaba la constancia con la que se preparaban, el estar dispuestos a esforzarse hasta el borde del desfallecimiento, la capacidad para aguantar callados y para afrontar estoicamente las adversidades de la ruta, la inteligencia que necesitaban para poder vencer pues, me repetía, no se trataba tan solo de pedalear. Jacques combinaba su pasión por el ciclismo con el interés por lo que tuviera que ver con Colombia. Por ello me sorprendió más de una vez narrándome pormenorizadamente los triunfos en carreteras europeas de «Cochise» Rodríguez, Lucho Herrera, Fabio Parra y, más recientemente, de Santiago Botero y de Juan Mauricio Soler; recuerdo cuando me llamó muy contento para celebrar el triunfo de este último como mejor escalador del Tour en el 2007. Por eso, cuando coordiné un número de la revista Caravelle sobre «Deporte y Sociedad en América Latina», con toda naturalidad me ofreció escribir algo sobre ciclismo. Apareció así, en diciembre de 2007, el artículo «1953: des cyclistes colombiens en France», que debe ser uno de sus últimos escritos, en el que ajustó cuentas con tres cosas que detestaba: la patriotería, el oportunismo de los politicastros y el aprovecharse de los más humildes. Con la erudición y precisión que lo caracterizaban, Jacques sacó a relucir una historia olvidada, por lo poco gloriosa: la instrumentalización política y el desastre deportivo que fue la primera participación de ciclistas colombianos en Francia, en 1953. Colombia, gobernada entonces por el autoritario y ultraconservador Laureano Gómez, se hallaba sumergida en una cruenta guerra civil no declarada. Dicha participación deportiva en el extranjero venía como anillo al dedo para que un gobierno despótico mostrara una cara más amable. Jacques explicó entonces cómo, en medio de fervientes declaraciones de nacionalismo, aquellos deportistas mal entrenados y peor equipados fueron enviados por el poder laureanista con la misión patriótica, y fallida, de «dar una lección de ciclismo a los europeos», de la misma manera como poco antes se había enviado a los soldados del Batallón Colombia a salvar la civilización occidental y cristiana en Corea.

2De las acerbas críticas de Jacques a los gobernantes colombianos sólo se salvaba Alfonso López Pumarejo y su Revolución en marcha. De la misma manera era muy ácido en sus comentarios sobre esa amplia franja de intelectuales colombianos que, para sobrevivir o para escalar posiciones, habían terminado vendiendo su independencia por el plato de lentejas de un puesto burocrático. Esa distancia crítica con quienes detentan el poder contribuyó a su admiración por personajes como Jorge Zalamea Borda o Alvaro Mutis, a quien se negaba a considerar como un reaccionario, a pesar de las propias declaraciones del escritor. Confieso que fue gracias a Jacques que leí la obra de Mutis, pues me pidió un artículo para Caravelle sobre la concepción que éste tenía de la Historia. Cuando le comenté a Jacques cuánto había apreciado La muerte del Estratega y que me parecía magnífico ese final cuando a Alar el Ilirio, herido gravemente, comienza a llegarle la muerte y encuentra la redención de un total sin sentido recordando su intenso amor por Ana la Cretense, Gilard me dejó estupefacto al recitarme sin titubear y con emoción: «entonces su manera de escucharle, su andar, el recuerdo de cada palabra suya, se alzaron para decirle al Estratega que su vida no había sido en vano, que nada podemos pedir, a no ser la secreta armonía que nos une pasajeramente con ese gran misterio de los otros seres y nos permite andar acompañados una parte del camino.» Pienso que esta anécdota deja bien en claro la prodigiosa memoria de Jacques, la oportunidad con la que sabía mobilizar sus vastos conocimientos y la enorme sensibilidad que se escondía bajo su corpulenta figura, que a veces intimidaba a quienes no lo conocían. Quisiera también dar testimonio de la exquisita conciencia profesional que tenía Jacques. Ejemplo de ello era el cuidado que ponía en la escritura de sus propios textos, en la corrección de pruebas de los artículos de Caravelle o en la lectura de los trabajos de grado. Estuve con él en los jurados de 12 tesisde doctorado y en los de una treintena de tesinas de Maestría y de DEA, y siempre fui testigo de la manera minuciosa como las había leído y de la pertinencia de sus observaciones, que los candidatos solían agradecer pues sabía hacer sus críticas con elegancia y de manera constructiva.

3Hoy Jacques está ausente y lamento no haberle dicho personalmente que su vida no fue en vano, que fue un gusto y un honor haber sido compañeros una parte del camino. Si alguien merecía reconocimientos era él, y pienso que lo hubieran reconfortado. Pero, por otra parte, Jacques se sentía incómodo con los elogios y rehuía los homenajes. Como el viejo Catón, hubiera preferido que le preguntaran por qué no le habían erigido una estatua antes que tener que explicar por qué se la habían erigido.

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Pour citer cet article

Référence papier

Rodolfo de Roux, « Recordando a Jacques Gilard »Caravelle, 93 | 2009, 245-247.

Référence électronique

Rodolfo de Roux, « Recordando a Jacques Gilard »Caravelle [En ligne], 93 | 2009, mis en ligne le 01 avril 2021, consulté le 23 mars 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/caravelle/9708 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/caravelle.9708

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Auteur

Rodolfo de Roux

Université de Toulouse II-Le Mirail

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Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

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