- 1 Meléndez Chaverri, Carlos, “Las Villas Nuevas en la Costa Rica Borbónica”, in Sibaja Chacón, Luis (...)
1Las llamadas “Villas Nuevas de la Costa Rica borbónica” han sido entendidas por la historiografía, desde tiempo atrás, como un factor de cambio social en la provincia de Costa Rica durante el siglo xviii, y como un núcleo de evolución política en el xix1. Sus orígenes se remontan al siglo xvii, cuando población hispano-criolla y de sangre mezclada emigró desde los alrededores de la ciudad capital colonial, Cartago, situada en el Valle Central Oriental, al sector Occidental del Valle, en busca de posibilidades de vida mejores que las que ofrecía la ciudad primada, cuya frontera agrícola se agotaba a pasos agigantados. Como resultado, nuevos núcleos de población surgieron, primero como asentamientos dispersos y luego como Villas creadas oficialmente por las autoridades. A esto se sumó un proceso sostenido de aumento poblacional que corrió de la mano con un auge demográfico de los sectores de sangre mezclada que, excluidos del acceso a la riqueza y al poder, buscaron nuevas posibilidades de vida en las regiones rurales aledañas a la capital. Con el tiempo, estas poblaciones, que se dispersaron en los campos, fueron congregadas por las autoridades y erigidas legalmente en villas, proceso que se produjo precisamente en el período más intenso del reformismo borbónico, que enfocó sus esfuerzos al logro de un mejor control de la población y del territorio en toda Hispanoamérica, especialmente en zonas que hasta entonces habían estado muy tenuemente sujetas. La combinación de estos procesos dio origen, en Costa Rica, al surgimiento de nuevos centros poblados y elites de poder – aparte de la vieja capital –, los cuales darían inicio a un nuevo periodo en la organización política de la provincia. Los efectos de esta transformación se sentirían con gran influencia después de la Independencia, y aún en la actualidad.
- 2 Wobeser, Gisela von, La formación de la hacienda en la época colonial: el uso de la tierra y el a (...)
- 3 Herrera Ángel, Marta, “Las divisiones político-administrativas del Virreinato de la Nueva Granada (...)
- 4 Luján Muñoz, Jorge, “Fundaciones de villas de ladinos en Guatemala en el último tercio del siglo (...)
- 5 Cortéz y Larráz, Pedro, Descripción geográfico-moral de la diócesis de Guatemala (1769-1770), Gua (...)
2Procesos de fundación de Villas como los anteriormente descritos fueron habituales en la construcción del poder y del ordenamiento territorial en la Hispanoamérica colonial, el cual estaba reglamentado por el Derecho de Indias. Por ejemplo, Gisela von Wobeser, en un trabajo ya clásico, documenta los procesos de formación de este tipo de asentamientos en la Nueva España2. También, analizando el ordenamiento político-territorial del virreinato de Nueva Granada en el siglo xviii, Marta Herrera Ángel constata que las “Villas” tuvieron una importancia central, al lado de las ciudades, parroquias, pueblos de indios y otra infinidad de tipos de núcleos poblados3. En este contexto, el asentamiento y reunión de las poblaciones de sangre mezclada fue parte de las preocupaciones que motivaron a las autoridades coloniales, para tenerlas mejor bajo su control. En el reino de Guatemala en particular, se sabe que operaban procesos muy similares. Por ejemplo, Jorge Luján Muñoz ha documentado que el régimen borbónico en la provincia de Guatemala buscó “el orden y la racionalización” en unos asentamientos de población de sangre mezclada que, para la segunda mitad del siglo xviii, se habían vuelto altamente conflictivos4. En esta región, los asentamientos dispersos en los campos o dentro de los linderos de las grandes haciendas eran conocidos como “valles”, “poblazones”, “rancherías” o “pajuides5”.
3Un proceso completamente similar se dio en la provincia de Costa Rica y fue motivación para que las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas, patrocinaran la creación de núcleos poblados para el mejor control de los grupos dispersos en los campos. ¿Cómo, pues, fue el caso de la provincia de Costa Rica? ¿Se formaron en sus “Villas Nuevas” elites como en otras jurisdicciones coloniales? ¿Cómo fue la elite de estas poblaciones? ¿Influyeron sus características sociológicas en su accionar político? ¿Cómo sus historias de vida y sus redes de relación contribuyeron a conformar las ciudades como espacios de poder y relaciones sociales? ¿Presentaron estos grupos las mismas características de las otras elites coloniales? Para efectos de este estudio, nos concentraremos en la Villa Vieja de Heredia, pues fue la primera “Villa Nueva” en aparecer oficialmente. En sus orígenes, esta población fue conocida como la “Villa Vieja de la Concepción de Todos los Santos de Cubujuquí”, sumándosele el nombre de “Heredia” en honor al capitán general Alonso Fernández de Heredia, quien diera por primera vez la autorización de erigirla en Villa.
- 6 Meléndez, “Las Villas Nuevas…”, p. 168.
- 7 Archivo Nacional de Costa Rica, Sección Colonial, Serie Complementario Colonial Nº 0161, año 1720 (...)
- 8 Como ejemplos, véase CC4096-1720; CC4095-1720; CC4100-1720; CC0163-1720.
- 9 CC0167-1725; CC0188-1727; CC0189-1728.
- 10 CC0735-1766; CC0267-1766.
- 11 CC4374-1751.
- 12 Archivo Nacional de Costa Rica, Sección Colonial, Serie Cartago, Nº 305 año 1724 (en adelante Car (...)
4Los orígenes de este centro de población remontan al año 1706, cuando las autoridades españolas mandaron erigir una ayuda de parroquia en el Valle de Barva6, aunque este valle estaba poblado por españoles y mestizos desde mucho tiempo antes. En el aspecto político, la primera mención que se tiene sobre el nombramiento de una autoridad en esta población data de 1720, cuando encontramos que se nombra un teniente de gobernador específicamente para el mencionado valle7. Es decir, que ese año se nombró no ya un alcalde ordinario o un alcalde de la Hermandad de Cartago – cuyo cabildo, dada su condición de capital, acostumbraba nombrar alcaldes de la Santa Hermandad para estas regiones –, sino un teniente propio para la región. De hecho, estas autoridades entraron en acción pronto pues, a partir de la instauración de este tenientazgo, no tardaron en empezar a instruir expedientes de demandas y procesos judiciales8. Luego, continuó apareciendo un cierto goteo de causas y otros documentos producidos por los tenientes y otros jueces9, así como variadas peticiones de los vecinos10. Por otra parte, en 1751, se cita por primera vez la presencia de un cura oficialmente nombrado en el Valle, el presbítero Lorenzo de Quesada, lo que indica la aparición de autoridades eclesiásticas11. Las autoridades militares también fueron pronto establecidas en la zona, pues para 1724 había ya una milicia en el Valle, y en la documentación se menciona que había un comandante militar en Barva12.
- 13 Fernández Bonilla, León, Colección de documentos para la historia de Costa Rica, San José, Costa (...)
5Hacia 1755, ya las poblaciones del Valle de Barva y del de Aserrí se habían ido incrementando paralelamente y, por ello, las autoridades del cabildo de la ciudad capital – Cartago – tomaron cartas en el asunto de congregar sus habitantes a poblado, lo cual hicieron a través de la persona de los alcaldes ordinarios. Fue así como, en 1755, Tomás López del Corral, alcalde ordinario de Cartago, emprendió la reducción de los vecinos del Valle de Barva, al igual que hizo con los del Valle de Aserrí13. Vale destacar que, en esta empresa, las intenciones capitulares eran tanto políticas como religiosas, pues el alcalde López del Corral aseveraba que
actualmente me hallo entendiendo en que se pueblen así dicha población de Cubujuquí como esta ayuda de parroquia de la Boca del Monte [actual San José] por convenir así al servicio de Dios nuestro Señor, de su santo culto y bien de las almas de los moradores de estos valles, los que se hallan dispersos y careciendo del pasto espiritual y en conocidos perjuicios de los hacendados y sus ganados, pues se hallan lo más de los campos, ríos y quebradas poblados de cortas casas y ranchos maliciosos, viviendo en ellas sin ningún temor a la real justicia; y siendo mi principal fin se congreguen todas las gentes a las dichas poblaciones y no estén las santas yglesias solas y cuasi desiertas, como lo están14…
- 15 Fernández, Documentos…, p. 194-240.
6Al poco tiempo, Heredia iniciaría el proceso de gestionar formalmente ante la Audiencia de Guatemala su erección oficial en “Villa”, convirtiéndose así en una población mucho más formalizada15. Este trámite se prolongó desde 1755 hasta 1763, luego de lo cual la Audiencia autorizó la concesión.
- 16 Wobeser, La formación…, p. 14-15.
- 17 Claro está que, a diferencia de los casos costarricenses que estudiamos, la motivación económica (...)
7Procesos como este, de hecho, no son para nada infrecuentes en la Hispanoamérica colonial. Por ejemplo, Gisela von Wobeser también ha documentado que, desde el siglo xvi se fundaron en la Nueva España, villas mediante el mecanismo de establecer capitulaciones entre los gobernadores de las diferentes regiones conquistadas y los particulares interesados16. Estas capitulaciones habitualmente se acompañaban con una cesión de tierras. Al igual que se hizo en Heredia, al gestionar la creación de estas villas se elegía el lugar donde cada una se edificaría y, acto seguido, se dividían las tierras que se destinarían para dehesas y ejidos, así como las que se repartirían entre los colonos y el fundador de la población. Como era habitual en las ciudades coloniales hispanoamericanas, la traza de estas villas se hacía en cuadrícula “a los cuatro vientos”, hasta donde la topografía lo permitiese, a partir de una plaza central alrededor de la cual se edificaba la iglesia principal y los edificios administrativos17.
8Muy en la tónica anterior, en el caso particular de la Villa Vieja de Heredia, como parte de los trámites, los vecinos debieron probar que ya estaban reducidos a poblado – con todas las características de tal, por ejemplo, tener casas construidas y calles trazadas –, además de que ya habían iniciado la construcción de una iglesia. En 1760, apoyando la solicitud, el cura de Cartago escribió una certificación haciendo constar que el vecindario del Valle de Barba, que se hayaba esparcido en los campos viviendo en sus hasiendas y lavores, se ha reducido a regular, competente y formal población en el citio nombrado Cubujuquí, habiéndose congregado en él, donde tienen los havitantes sus casas de teja con la correspondiente desensia al país, en las que se hallan hasiendo tapias para el mejor orden y hermosura de las calles y lugar, procurando la exaltación y mayor ornato del culto divino, acudiendo con sus personas y bienes a los reparos y progresos de aquella iglesia parroquial…
9Apoyando lo anterior, el teniente de gobernador de Cubujuquí y Valle de Barva, Ventura Sáenz de Bonilla, también certificó a través de una carta que
al presente está poblada y congregada en esta dicha población de Cubujuquí todas las gentes moradoras de dicho valle de Barva, nobles y plebeyos, quienes con gran celo y eficasia se han esforzado a fabricar sus casas de teja con la mejor desensia que han podido, guarnesiendo cuatro cuadras en contorno la santa iglesia, todas de teja y corriendo la casería pajisa de las cuatro cuadras para fuera, siguiendo el mismo orden en las cuadras y calles que las referidas casas de teja y continuando con todo esmero.
10Bonilla añadía que esperaba que la población pudiese “adquirir el renombre de ciudad” porque, además, los vecinos concurrían ya al culto en la iglesia parroquial. También agregaba que eran más de 800 familias las que formaban el vecindario, “inclusive en ellas más de ciento cincuenta de gente noble”, las que además tenían sus fincas agropecuarias y un activo comercio con Nicaragua. Por ello, la erección de la población en Villa podía traer aún más prosperidad, lo cual redundaría en un aumento del culto divino y del servicio al rey, a través del pago de diezmos y alcabalas, naturalmente. De seguido, se encuentra entre los trámites una constancia del cura de la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción de Cubujuquí, don Juan Bautista Pérez de Cote, quien ratificaba en todo lo dicho por los anteriores, aunque atribuía al vecindario una población total de 900 familias.
- 18 Fonseca Corrales, Elizabeth, Costa Rica colonial: la tierra y el hombre, San José, Costa Rica, Ed (...)
11Según esta documentación, el esfuerzo de solicitar la declaratoria de Villa le había sido aconsejado a los vecinos por las propias autoridades de la Audiencia, lo que es señal del interés de las autoridades superiores por llevar a cabo la fundación. Luego de lo anterior, se adjuntaba una petición firmada por seis vecinos. Esta petición estaba dirigida al sargento mayor don Cristóbal Gálvez presidente de la Audiencia, y en ella solicitaban se declarase la fundación de la villa. Los vecinos enviaban a Guatemala dos apoderados, con el fin de hacerse cargo de sus asuntos. De manera significativa, el documento dice al margen que los vecinos habían dado ciertas dilaciones al trámite, en espera de que el núcleo urbano se encontrara efectivamente poblado, cosa que, aparentemente, les había sido aconsejado por el propio presidente de la Audiencia. Decían los vecinos: “Señor: haviendo acordado el no decir a vuestra merced la causa de la tardanza que hemos tenido en escribir a vuestra merced, ha cido por estar ejecutando su asertado consejo de poblar, lo que ya está obedecido…” Al año siguiente, uno de los apoderados, don Juan Sancho de Castañeda se presentó en Guatemala con el poder conferido, y lo transfirió al procurador de la Audiencia don Juan Antonio Rodríguez Pardo, para que concretase la petición. Rodríguez lo hizo argumentando razones que concordaban en un todo con los motivos de las autoridades civiles y eclesiásticas. Además, afirmaba que había suficientes españoles en la población para ocupar los puestos políticos, y que Heredia ya tenía todo lo necesario para constituirse en Villa. Además, la fundación era útil y necesaria, Heredia estaba situada en un lugar “competente y saludable”, tenía suficientes fuentes de agua, sus calles estaban “sacadas a nivel, con el ancho proporcionado”, su plaza estaba debidamente trazada en cuadro en el centro de la población, tenía ejido y su fundación no dañaba los intereses de ningún vecino español (aunque si de los indígenas de Barva, como ha sido estudiado, aún si el petente no lo decía)18.
- 19 Con todo, este nombre se siguió usando alternativamente con el de “Villa Vieja” a lo largo del pe (...)
12En respuesta, el fiscal de la Audiencia estimó – y así lo informó a los oidores – que la creación de la población era necesaria pues, “por la soledad en que [los vecinos] se hallan, viven espuestos a los insultos de los bárbaros y, teniendo una decente población a cuyo abrigo pueden defenderse los dueños, lograrán el fruto de sus hasiendas”. Por ello, aconsejó que los pobladores levantasen un informe, tomando en cuenta aspectos como la utilidad de la fundación, su posición geográfica, clima, agua, bosques maderables, acceso a otras poblaciones, posibles terrenos para ejidos, y si se perjudicaba o no a los pueblos de indios vecinos. Además, sugería levantar una nómina con los que serían los vecinos y pobladores. El presidente de la Audiencia, que para este momento era Alonso Fernández de Heredia, autorizó seguir adelante con los procedimientos y es por ello que se añadió su apellido al final del nombre de la villa y hoy por se le conoce tan solo como “Heredia”19.
13Obedeciendo a lo anterior, un grupo de 10 vecinos elevó una petición al gobernador para que levantara un informe para la Audiencia, haciendo constar datos como que la iglesia parroquial se había fundado hacía más de cuarenta años, y que la población había aumentado desde entonces, llegando ya a más de 800 familias. En este punto, los vecinos se quejaron de los abusos que padecían por parte de los tenientes y jueces de los campos nombrados por el cabildo de Cartago, por lo que hacían hincapié en que erigir la población en villa, le permitiría a los locales tener cabildo y así nombrar sus propios jueces, para no padecer esto. La fundación también les haría posible honrar mejor el culto divino, pues el concejo que se integrase se encargaría de fomentar la asistencia a misas.
14Posteriormente, se añadió al expediente una sumaria levantada entre los vecinos con base en una certificación de 1755 en la que el anterior cura, Lorenzo de Quesada había dado fe de las mencionadas características de la población como núcleo urbano. Decía el sacerdote
cómo este curato que administro consta de ochocientas sesenta y cuatro familias, las docientas pobladas en el recinto de esta santa iglesia y las demás esparcidas en la distancia de cinco leguas que habrá desde el río Elvirilla hasta el río del puente, esto es, de oriente a poniente, y de norte a sur, dos leguas poco más o menos; cuya referida cantidad de familias tengo presentes, según los padrones que tengo hechos en el tiempo de quinse años, corriendo a diez y seis, los cuales padrones siempre he remitido a los ylustrícimos señores obispos, según por su ylustrísima se me ha mandado…
15Sobre esta certificación se interrogó a testigos vecinos, los cuales dijeron que era cierto que la iglesia existía desde hacía más de 45 años, y que el vecindario incluso podría pasar del número indicado por el sacerdote.
16Como dato interesante, vale la pena destacar que todos los testigos atribuían al obispo de la diócesis de León, Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, el haberles encomendado solicitar su erección en villa, cosa que probablemente había hecho durante su visita pastoral de 1751. Esto sin duda alguna demuestra el fuerte interés de las autoridades – en este caso de las eclesiásticas – de llevar a cabo el establecimiento, así como el hecho de que probablemente fueron las primeras en impulsarlo. Ello se suma a los consejos del oidor de la Audiencia. En síntesis, encontramos aquí un esfuerzo concertado donde las autoridades civiles y eclesiásticas promovieron y apoyaron activamente que los vecinos se organizaran para solicitar la erección de su población en villa ante la Audiencia. En consecuencia, los vecinos se apropiaron de la propuesta, siendo dinámicos y decididos para llevar adelante el proyecto. El apoyo de prácticamente todas las autoridades coloniales locales se hizo luego patente. Vemos en esto, así pues, la intención concertada en la Costa Rica borbónica, de crear nuevos centros de poder, así como la pujanza de nuevas elites en ellos.
- 20 Cart 552-1761.
- 21 Cart 167-1778.
17Así, la declaratoria de la población en Villa trajo un auge económico en toda la zona, pues en 1761, coincidiendo con la petición estudiada, se encuentran los primeros signos documentales de comercio y producción tabacalera. Por ejemplo, ese año, el Bachiller don Juan de Pomar y Burgos, cura interino del Valle de Barva, solicitó una licencia para exportar tabaco20. Para 1778 se hablaba ya de un número crecido de cosecheros de la planta21, y los documentos con ellos como protagonistas se vuelven frecuentes a partir de 1780.
- 22 Archivo Nacional de Costa Rica, Sección Colonial, Serie Guatemala, Número 342, 1763 (en adelante (...)
- 23 Cart 702-1773.
- 24 Por su parte, en San José no parece haber habido nunca una iniciativa similar y Alajuela funcionó (...)
18Incluso, la declaratoria de Villa dio como resultado un proceso de consolidación política en el que los miembros más reputados del lugar procedieron a hacer uso y gala de su posición social, pues solicitaron ante la Audiencia se les permitiera hacer puja por los oficios concejiles, y así integrar por primera vez un cabildo en ella. Así, en 1763 se realizaron las primeras posturas y pregones a los oficios concejiles22. De nuevo, en 1773, algunos vecinos pudientes solicitaron a la Audiencia se les remataran varios oficios concejiles para integrar el cabildo de la villa recién creada23. Sin embargo, el trámite tardó más de cuatro años – hasta 1778 – y acabó por no concretarse, quizá como resultado del traslado de la capital del reino de Santiago de los Caballeros al Valle de la Ermita, por causa de los terremotos de 1773. Esto probablemente desanimó a los postores a tal grado que nunca más volvió a haber intentos de integrar un cabildo con regimiento completo en Villa Vieja, hasta la época de las Cortes de Cádiz24.
- 25 CC4641-1780.
- 26 Cart 777-1781.
- 27 Cart 781-1784.
19El fracaso de los vecinos pudientes de integrar un cabildo y con ello de llegar a tener autoridades políticas propias tuvo otras consecuencias políticas. Concretamente, hizo que se siguiera funcionando por el resto del siglo con la dinámica de nombrar tenientes de gobernador. A partir de la década de 1780 ya hay cantidad de alusiones a los tenientes. Por ejemplo, ese año se menciona que el teniente de gobernador don Bernardo Gómez de Bagaces notificó, en su jurisdicción, una orden de teniente de gobernador de Heredia, en 178025. También, al año siguiente, el gobernador ordenó a los tenientes de Villa Vieja y Villa Nueva que remitiesen sus papeles al archivo del gobierno26. Del mismo modo, a tono con esta vuelta a las dinámicas anteriores, se siguió nombrando también los alcaldes de la Hermandad que existían desde antiguo27.
- 28 CC0892-1790.
- 29 Guat 647-1792.
- 30 CC3530-1794, f. 121.
- 31 CC5173-1800.
20Con todo, para la década de 1790, aparentemente se dio una nueva ofensiva, esta vez de parte de la autoridad central, para dotar a la Villa de un cabildo propio. En 1790, el gobernador Juan Esteban Martínez de Pinillos (1789-1790) nombró dos alcaldes ordinarios en Heredia: don Juan Agustín Porras y don Simón Escalante y Paniagua28, ambos miembros de poderosas familias. Dado que los alcaldes ordinarios eran típicamente autoridades de cabildo, esto puede indicar que las autoridades de la corona asumieron la dinámica que lograr que la Villa tuviera autoridades capitulares, quizá ya con miras a integrar uno en ella en el plazo cercano. De manera sintomática, en 1792 se encuentra en la documentación una demanda al vecindario de Villa Vieja por la construcción de su casa de cabildo en su localidad29. Posteriormente, cierta confusión con las autoridades de la población parece haberse presentado, pues en 1794 un despacho superior de la Audiencia pedía que se le informase si los tenientes de Villa Nueva y Villa Vieja eran al mismo tiempo alcaldes de la Hermandad30, lo cual indica que los cambios referentes al nombramiento de estos agentes reales en la zona habían acaecido con cierta velocidad, dejando así desinformadas a las autoridades centrales del reino. Ya para 1800 se menciona a don José Antonio del Campo como alcalde ordinario primero de Villa Vieja31. Para 1812, con las Cortes de Cádiz, la población fue declarada ciudad y dotada de un ayuntamiento constitucional propio, pero el periodo subsiguiente amerita un estudio aparte, dadas sus características.
21Para terminar, siempre en lo político, para este período, vemos también la aparición de otras instituciones en la Villa, pues se menciona la existencia en ella de un estanco de tabaco, donde antes había habido una tercena. La documentación nos habla de las cuentas de don José Francisco Taboada, administrador del estanco de Villa Vieja32.
22Hemos logrado reunir un corpus de 63 individuos que desempeñaron puestos políticos en la Villa Vieja de Heredia en el periodo a estudiar. Un primer rasgo que resalta entre ellos, como cabe esperar, es el papel de las elites en la estructuración de la jurisdicción. De manera interesante, resulta visible que prácticamente todos estos personajes provinieron de sectores asociados por descendencia, matrimonio, riqueza u otras características, con las elites coloniales tradicionales de la provincia. Muchas veces estos individuos fueron nombrados en sus puestos por las autoridades capitulares de Cartago. Sin embargo, en las épocas en que el cabildo de Cartago se encontraba disuelto, los gobernadores continuaron nombrando vecinos pudientes y empoderados de los mismos Valles, es decir, se siguió haciendo lo mismo que ya hacía el cabildo capitalino desde mucho tiempo atrás. Así pues, los representantes de la metrópoli no solo no eliminaron a la elite local del poder – aunque la ocasión era propicia para hacerlo –, sino que la siguieron ratificando en él, probablemente porque no tenían otra opción y necesitaban de ella para gobernar. Además, posiblemente el haber desalojado a las familias poderosas del acceso a la política habría significado una confrontación imposible de sostener. De esta manera, en plena época del reformismo borbónico, el poder distó de centralizarse en las manos de la corona (a través de la figura de su gobernador colonial) y, antes bien, se reprodujo la sesión de soberanía en manos de los grupos locales, que había operado desde siglos atrás.
- 33 Obregón Loría, Rafael, Los gobernadores de la colonia, San José, Costa Rica, EUCR, 1979, p. 211; (...)
- 34 Sanabria, Genealogías de Heredia, San José, mecanografiado, s. f., 515.
- 35 Obregón, Gobernadores…, 209, Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1742-1752.
- 36 Sanabria, Genealogías de Heredia…, 963.
- 37 Archivo Nacional de Costa Rica, Sección Municipal, Nº 483 años 1705-1717 (en adelante Municip. N (...)
- 38 Cart 1117-1635-1661.
- 39 Municip 483-1705-1717.
- 40 Obregón, Gobernadores…, 210, Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1780-1790.
- 41 Cart 1119-1668-1677 y 1690-1701.
- 42 Obregón, Gobernadores…, 210, Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1770-1790.
- 43 Obregón, Gobernadores…, 208, Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1727-1754.
- 44 Sanabria, Genealogías de Heredia…, 1219.
23Gran parte de estos personajes, por ejemplo, eran descendientes de viejas familias de Cartago, o inmigrantes entroncados con ellas. De toda la población en estudio, tan solo 13 personajes no parecen haber tenido lazos de parentesco – biológico o político – con familias ya establecidas. Se trataba, pues, de gentes pudientes de Cartago, que emigraron al Valle Occidental, probablemente debido a intereses económicos y, en vista de ello, fueron empoderados allí. Como ejemplos de descendientes directos de viejas elites tenemos, entre otros, el caso de Ventura Sáenz de Bonilla (teniente de gobernador en 18 ocasiones en el siglo xviii), quien fuera tataranieto del gobernador Juan Francisco Sáenz Vázquez (1674-1681). Este personaje también descendía por línea materna del conquistador Alonso de Bonilla. Otro caso es del de José Francisco Bonilla (teniente de gobernador en 1797, 1799, 1802, 1804, 1805, 1806, 1808 y 1810 y numerosas veces de San José)33 y Antonio Bonilla (alcalde de la Hermandad en 1786), quienes fueron son probablemente sobrinos de Ventura Sáenz y, por lo tanto, descendientes del conquistador34. Otro ejemplo es Juan de Ocampo Golfín (teniente de gobernador en 1742, 1746, 1747, 1749 y 1752)35 , quien descendía de los Ocampo Golfín (era hijo del antiguo regidor de Cartago Francisco de Ocampo Golfín36). Ésta era una poderosa parentela de Cartago descendiente del conquistador Juan Solano y conectada con prácticamente todos los linajes de regidores capitalinos de la época. Este personaje también tuvo puestos en la Villa Nueva de San José. Otro caso similar es el de Juan Lucas Zamora (alcalde de la Hermandad del Valle de Barva en 1762), nieto de Sebastián de Zamora (postor a regidor del Cabildo de Cartago en dos ocasiones durante el siglo xvii). Vale destacar que Joaquín Zamora (alcalde de la Hermandad en 1776) y José Antonio Zamora (alcalde de la Hermandad en 1784), también formaron parte de la misma parentela. Otros ejemplos de descendientes elitistas directos que pueden citarse con el de Elías Arias (alcalde en 1774), nieto de Andrés Arias (juez de los campos en 1717)37, e hijo de Gaspar Arias (alcalde de la Hermandad en 1658)38; o el de Juan Agustín Porras, hijo de Alonso de Porras, (Santa Hermandad de Barva en 1708)39. Finalmente, vale destacar el caso de José Miguel Porras (teniente de gobernador no menos de 9 veces en las décadas de 1780 y 90)40, bisnieto por línea materna de Alonso de Sibaja (alcalde de la Hermandad 2º de Cartago – con probable jurisdicción en los Valles – en 1668 y 69)41 y su hermano, Juan Agustín Porras (teniente de gobernador 6 veces en las décadas de 1770 y 90)42. Algunos de estos individuos, empero, parecen haberse integrado al grupo dominante provincial, no por la vía del nacimiento, sino por la del matrimonio. Este es el caso de Francisco de Flores (7 veces teniente general entre 1727 y 1754)43, quien no tuvo grandes antecedentes en la provincia, pero estuvo casado con doña Rosa Escalante y Paniagua44, heredera de una poderosa familia empoderada desde tiempo atrás. Se cumple entonces en Heredia la regla conocida de que, para tener acceso al poder en esta sociedad, entre otras cosas, era condición sine qua non el contar con profundas conexiones sociales, familiares, de posición social, y de pertenencia estamental.
- 45 Obregón, Gobernadores…, 209, Índices de protocolos coloniales de Heredia.
- 46 Sanabria, Genealogías de Heredia…, 4442.
24Otro elemento que vale la pena analizar en relación con este grupo es que, de acuerdo con patrones ya conocidos para las elites del periodo, muchos de sus integrantes repitieron varias veces en sus puestos como autoridades de la Villa. De todo el corpus en estudio, 22 individuos repitieron en puestos en la región. De hecho, 10 de ellos repitieron 2 veces en el puesto, 5 lo hicieron 3 veces, 1 lo hizo 4 veces, 2 lo hicieron 6 veces, y hubo 4 individuos que estuvieron en el puesto en 7, 9, 12 y hasta en 18 ocasiones. El más repetido en el puesto, como dijimos, fue Ventura Sáenz de Bonilla, quien estuvo en el puesto de teniente general o teniente de gobernador no menos de 18 veces45. Por si fuera poco, este personaje era nieto de Pedro José Sáenz (hijo del antiguo gobernador), quien desempeñó el puesto de teniente de gobernador de la región 4 veces46.
- 47 Cart 205-208; Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1724-1726.
- 48 Cart 1119-1668-1677 y 1690-1701; Cart 091-1695.
- 49 Fernández, Documentos…, tomo V, p. 395-398.
- 50 CC 3550-1722.
- 51 CC4280(b)-1727; Municip. 772-1731.
25Otro dato significativo que vale la pena retomar, es la ocupación de otros puestos políticos por parte de los miembros de este grupo de individuos. Por ejemplo, Francisco Montero de Espinoza (teniente general del Valle de Barva en 1724, 1725 y 1726)47, había sido alcalde de la Hermandad segundo de Cartago y escribano de la ciudad en 169548. Además, como hemos dejado entrever, muchos de estos personajes ocuparon puestos en otros lugares, incluso en sitios alejados de las “Villas”, por lo que parece que no vivían permanentemente en ellas y eran, más bien, personajes itinerantes. Algunos fueron también tenientes de gobernador o jueces de los campos de otras localidades, por lo que parecen haberse desempeñado prácticamente como “profesionales” de los puestos políticos. Ejemplo de ello es Rafael Mojimes Fajardo (teniente de gobernador de Matina en 170049, además de en los Valles de Barva y Aserrí, 1722)50. Fajardo parece haber sido alguien muy “profesionalizado” en ocupar puestos políticos lo que hace pensar que, probablemente por su experiencia militar, contaba con la confianza de los gobernadores coloniales para ser nombrado en jurisdicciones periféricas. Podemos mencionar también a Juan de Ocampo Golfín (teniente general de Cartago en 1730 y 1740, síndico de la ciudad en 1741 y 44 y teniente de los valles en 1742-43 y 46)51. Se cumple entonces, con estos personajes, la regla de pertenencia institucional como requisito y a la vez consecuencia de formar parte de las elites coloniales para tener acceso al poder, común en esta época.
- 52 Todo ello visible a través de los protocolos coloniales. Cf. base de datos “Costa Rica siglo xvii (...)
- 53 CC1268-1791; Cart 894-1792.
- 54 Municip. 772-1732; Obregón, Gobernadores…, 208.
- 55 Archivo Nacional de Costa Rica, Protocolos coloniales de Cartago (en adelante Prot), 903-1732-11- (...)
- 56 Prot 945-1756-07-02, ff.16v-20.
- 57 Obregón, Gobernadores…, 209; Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1756-1757. No podemos d (...)
26En cuanto a sus actividades económicas, las características del grupo en estudio no difieren en nada de las que presentan otras elites coloniales: casi todos poseyeron esclavos, casas, capellanías, cofradías, tierras, obligaciones a favor y en contra, tutelas, ganados, remates de servicios y tercenas, réditos, potreros y sitios52. Poquísimos son los casos de individuos de los que no se tienen mayores datos. Por ejemplo, de Alejandro Lampar no sabemos mayor cosa, excepto que fue teniente de gobernador en 1791 y 179253. A Gregorio de Siles (juez de los campos en 1732 y teniente de gobernador en 1738)54, se le documenta escasamente como morador de Barva, aunque se sabe que vendió allí un esclavo en 173255. O está el caso de Juan Teruel, de quien solo tenemos una carta dote a favor de su esposa Petronila Carazo56, la cual coincide en fecha con el lapso en que fue teniente de gobernador (1756-1757)57.
- 58 Cart 701; Obregón 210; Índices de protocolos coloniales de Heredia, 1778-1780.
- 59 Municip. 772-1731.
- 60 Prot 935-1747, ff.56v-68v.
- 61 Archivo Nacional de Costa Rica, Sección Contencioso Administrativo-4209-1774-05-28; Prot 620-1775 (...)
- 62 Contencioso Administrativo-4739-1774-05-28.
27Como cabe esperar, casi siempre las propiedades del grupo empoderado de la Villa Vieja estaban situadas en las jurisdicciones de los “Valles”: Curriravá, Aserrí, La Caja, Mata Redonda, Las Pavas, Patarrá o Barva. Ejemplos de esto sobran. José Antonio de Oreamuno (teniente de gobernador de 1778 a 1780)58, descendiente de la conspicua parentela de los Oreamuno que colocó a no menos de 12 de sus miembros en puestos políticos durante el siglo xviii y tuvo una ingente actividad en el período de la Independencia, vendió a Martín de Garayar (teniente de gobernador de los Valles de Aserrí y Barva en 1744)59 un potrero en Sarchí de Poás60. También, Ventura Saénz de Bonilla compró y vendió cantidad de terrenos en diferentes localizaciones61, entre ellos uno de más de 24 caballerías y otro de 18 caballerías en Alajuela62.
- 63 Prot 904-1730, ff.33-35v; Prot 919-1738, ff.68-70v; Prot 912-1734, ff.31v-33; Prot 938-1748, ff.6 (...)
- 64 Prot 921-1739-10-16, ff.5-6.
- 65 Prot 938-1748-10-02, 6-7.
28Sin embargo, muchos de estos personajes, aunque vivían en sus haciendas de campo en la localidad y algunos tenían propiedades en los núcleos poblados, poseían también intereses económicos muy amplios geográficamente, en zonas más alejadas como Río Grande, Bagaces, etc. Por ejemplo, Juan de Ocampo Golfín poseía una hacienda de ganado mayor en Bagaces, un terreno en Río Grande, así como casas en Cartago y Barva63. Además, en alguna ocasión vendió un terreno, presumiblemente en Aserrí, a un cierto Miguel Jiménez, en 173964, así como una casa en Barva en 174865.
- 66 Meléndez, “Las Villas Nuevas…”, 168.
29En una palabra: los individuos estudiados cumplen a cabalidad con el monopolio de la riqueza que era propio de la elite de su época: eran campesinos enriquecidos, toda una “aristocracia ruralizada” como dijera Meléndez en su época66. A esto se suma su control del poder y su acceso a las conexiones sociales, hechos todos que los hicieron acreedores a formar parte del estamento dominante de su época.
30Las historias de vida y las redes de relación del grupo en estudio nos han permitido mostrar la configuración del poder en la Villa Vieja de Heredia en el siglo xviii. En esta configuración, dos actores – o grupos de actores – políticos tuvieron el papel protagónico. Por un lado, resulta claro que las autoridades borbónicas le dieron un fuerte impulso a la creación de las Villas Nuevas. Es claro que todas las autoridades, civiles y eclesiásticas (gobernadores y cabildos, apoyados por la Audiencia y la Iglesia, tanto por la local como por las autoridades del obispado) promovieron activamente su gobierno y organización. El interés de la corona española por nuclear a la población giró en torno a la necesidad de ejercer un mejor control y autoridad sobre las poblaciones flotantes y mal controladas, a través la concentración forzosa de las poblaciones dispersas en los campos. Por su lado, las autoridades eclesiásticas se interesaron también en la empresa, para mejor guiar la vida espiritual de los pobladores.
31El segundo actor protagónico del proceso fue la elite colonial de la provincia. No hay duda de que los vecinos pudientes de estas localidades se sumaron al interés de las autoridades centrales para fundarlas. A cambio de su colaboración, las autoridades civiles los nombraron en los puestos políticos. Los miembros de los grupos de poder de las “Villas Nuevas” no difirieron en nada de los otros grupos similares ya existentes con anterioridad en la provincia o incluso en otras jurisdicciones coloniales. La conjunción de estos intereses variados creó todo un nuevo conjunto de centros y grupos de poder en la provincia.