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Mélanges

El Congreso de Lima de 1847 y los exiliados unitarios argentinos en la política exterior boliviana

Pol Colàs
p. 97-110

Résumés

La politique étrangère a joué un rôle fondamental dans le processus de construction des États latino-américains du xixe siècle et elle l’est de fait tout aussi importante pour comprendre leur devenir très divers. Dans le présent texte, deux politiques diplomatiques du gouvernement bolivien de José Ballivián (1841-1847) sont analysées en relation avec la formation d'une image de la Bolivie comme acteur régional indépendant, canalisée à travers des événements tels que le Congrès de Lima de 1847 et l'arrivée des exilés unitaires argentins dans le pays.

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Texte intégral

La construcción del Estado desde la política diplomática1

  • 1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación (...)
  • 2 Bourdieu, Pierre, Sobre el Estado. Cursos en el Collège de France (1989-1992), Barcelona, Anagrama, (...)
  • 3 Para un caso de pretendida unión confederal posterior a Bolívar, destaca la Confederación Perú-Boli (...)
  • 4 Assadourian, Carlos S., El sistema de la economía colonial: mercado interno, regiones y espacio eco (...)
  • 5 Las fronteras, aunque débiles en un inicio, fueron una institución fundamental para entender la con (...)

1En palabras de Bourdieu, podemos distinguir dos acepciones para la palabra Estado: la primera, en la que “el Estado es la administración”, tiene un sentido restringido al aparato estatal como tal; la segunda, en la que es “el territorio nacional y el conjunto de los ciudadanos”, es más difusa y, por lo tanto, difícil de abordar. Sea como fuera, continúa, la estructura señalada como primer significado de la palabra es dependiente de la formación de aquella que corresponde al segundo sentido2. Situando la mirada histórica en la América Latina decimonónica vemos, como la validez de esa afirmación parece visualizarse de forma explícita. Después de los conflictos de independencia, el panorama geográfico regional apareció disgregado y hasta roto por la imposición forzosa del uti possidetis y la falta de desarrollo de las aventuras boliviarianas de unión federal3. Siendo así, los territorios nacieron amenazados por la acción de sus vecinos, más aún aquellos que, desde la época colonial, habían sido parte de un escenario económico conjunto de gran integración, como pudo ser el espacio centro-andino4. Sus grupos dirigentes y comerciantes, perjudicados por los nuevos aranceles fronterizos, pudieron actuar muy inicialmente para la reconfiguración del mapa americano y el reagrupamiento de territorios que habían formado parte intrínseca de sus paisajes económicos5.

  • 6 De ahí las continuas referencias al territorio y a la legitimidad del asentamiento político (Ossa S (...)
  • 7 Rosenau, James N., Along the Domestic-Foreign Frontier. Exploring Governance in a Turbulent World, (...)

2En ese contexto, es innegable la importancia que tuvo el desarrollo de las relaciones exteriores. El contacto con los países vecinos para la negociación, la mediación o la imposición de intereses fue fundamental ya desde esos primeros años de existencia republicana, fortaleciendo (o diezmando) la propia legitimidad a través del reconocimiento internacional o de la metrópolis6. Siguiendo la tesis bourdieana, la diplomacia ofrecía una forma de fundamentar la existencia de un territorio donde poder construir un Estado independiente y con proyectos diferenciados. El proceso de construcción de los Estados, entonces, pudo tener en los movimientos diplomáticos una base fundamental que precedería la pugna entre lo institucional y lo nacional que se viviría en el interior de los distintos países durante esa coyuntura, añadiendo el factor regional en la ecuación7.

  • 8 Véase Cardozo da Silva, Elsa, “Teoría de las relaciones internacionales y soberanía: construcción, (...)
  • 9 Situación de la que se encuentran ecos desde antes de la propia independencia boliviana, como desta (...)

3Las formas de fortalecer la existencia de un territorio como Estado (o su soberanía)8 desde el exterior pudieron ser varias, de las que este trabajo no pretende hacer un repaso exhaustivo. Con el objetivo de destacar el papel de las relaciones exteriores en el proceso de construcción del Estado boliviano (y por ende, contribuir al entendimiento de la institucionalización decimonónica en toda la región), se pretenden destacar dos de esas formas: primero, el reconocimiento de la existencia del país como actor independiente en escenarios de ámbito internacional, como fue el Congreso Americano de Lima de 1847; segundo, la defensa del derecho de acoger exiliados políticos y de imponer tal decisión ante las demandas extranjeras, con la consiguiente absorción intelectual, como ocurrió con los unitarios argentinos en la década de 1840. Se considera que estos sucesos fueron tomados por la administración boliviana como formas de imponer la soberanía propia en el escenario internacional, convirtiendo a Bolivia en un actor regional reconocido en un período histórico (después de la guerra de la Confederación, durante la expedición militar continental del general Flores y antes de la contienda del Pacífico) donde su condición de independiente podía verse amenazada por los intereses económicos peruanos, chilenos, argentinos, brasileños y hasta españoles9. Ambos casos analizados son tomados del período presidencial de José Ballivián (existente desde septiembre de 1841 hasta diciembre de 1847), que fue especialmente notable en materia de construcción del Estado en Bolivia, y estructuran el texto siguiente con sendos apartados a través del estudio fundamentado con fuentes primarias, ante todo documentación ministerial y prensa histórica, y bibliografía.

El Congreso Americano

  • 10 Véase Baeriswyl Baciella, Paulette, “The ideologists behind the idea of a Confederation on the Amer (...)

4Este apartado se centra en el análisis de la andadura de Bolivia en el Congreso Americano de Lima de 1847. Temática importante considerando que el país estuvo ausente del Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826, al que Sucre envió como plenipotenciarios a Mariano Serrano y José María Mendizábal, si bien las sesiones se iniciaron antes de la llegada de estos. La fallida participación dejó sin voz propia a Bolivia en el escaparate internacional, aunque el resultado de esa reunión fuera ínfimo en relación con la proyectada idea bolivariana de confederación americana10.

  • 11 “Entre tanto es constante que, por medio de concesiones realizables de parte de otros Estados, Boli (...)

5En 1843, el argentino Juan Bautista Alberdi achacó el fracaso del primer congreso al hecho de haberse disipado la amenaza imperialista europea. Por ello, clamó por la celebración de una segunda reunión con objetivos distintos, centrada en el dibujo racional de las fronteras americanas y en la consolidación de unos entes estatales concretos. Entonces, Alberdi pretendió la perpetuación del disgregado mapa republicano bajo soberanías viables que permitieran a todo miembro de la comunidad hispanoamericana constituirse como Estado de pleno derecho. Objetivos que pudo suscribir el gobierno boliviano, más cuando Alberdi utilizó a Bolivia como ejemplo de país que se beneficiaría de la solidificación de unas fronteras concretas; esa racionalización fronteriza boliviana también la aprovecharían sus vecinos, se entiende, por su condición de Estado tapón, siendo garante de la paz regional11. Por consiguiente, el horizonte del segundo congreso a celebrar en Lima se presentó como una oportunidad para la diplomacia boliviana de agenciarse una voz propia por vez primera en un espacio de ámbito transnacional, configurando a Bolivia como actor regional irremplazable y asegurando su soberanía territorial. El congreso limeño era una ocasión única para proseguir con el despliegue del poder público boliviano desde el exterior.

  • 12 Briceño Ruiz, José, “Los congresos hispanoamericanos en el siglo XIX: la identidad, amenazas extern (...)
  • 13 Ante la inminente llegada de Flores, Ballivián afirmó “ha[ber] llegado, pues, el caso de que empeze (...)
  • 14 ABNB, MRE, 86, 22/12/1846.
  • 15 “Este riesgo es jeneral [sic], es americano, y el reconocimiento de la independencia por la España (...)

6La celebración de un congreso continental cobró importancia cuando la amenaza de un ataque europeo, descartado por Alberdi, volvió a tomar fuerza con la propuesta de expedición del general Juan José Flores, expresidente de Ecuador12. El objetivo de este era ocupar su país con un grupo armado, organizado desde España, llevar al colapso al gobierno republicano e instaurar una monarquía, cuya corona se otorgaría a uno de los infantes de España. Desde el ministerio de Relaciones Exteriores boliviano se insistió en la gravedad de la posibilidad de reconquista americana, ante lo que había que formar una gran alianza regional para frenar toda pretensión foránea13. Especialmente grave pareció ser la relación entre Flores y Andrés de Santa Cruz, expresidente boliviano y peruano quien, se decía, lo acompañaría en su aventura14. Hecho que facilitó especular sobre que la expedición al Ecuador era el primer paso para recuperar la estructura virreinal, con Santa Cruz encargado de la ulterior empresa de tomar Bolivia15.

  • 16 De la Reza (“La dialéctica del fracaso: el Congreso americano de Lima (1847-1848) y su desenlace”, (...)
  • 17 Ibídem p. 20-23.

7Ante esa presión, el congreso, pospuesto en varias ocasiones, acabó instalándose en Lima en 1847. Si bien hay pocos estudios sobre este, De la Reza señala que sólo acudieron representantes de Perú, Bolivia16, Chile, Ecuador y Nueva Granada, que negociaron un tratado de confederación. Sin embargo, el acuerdo final quedó rápidamente olvidado pues sólo fue ratificado por el congreso de la Nueva Granada y rápidamente cayó en el olvido17.

  • 18 ABNB, MRE, 86, 24/01/1843, f. 1b.
  • 19 ABNB, MRE, 86, 7/12/1846, f. 11.
  • 20 Quien había sido escogido ya en 1844, antes de serlo José Joaquín de Aguirre (ABNB, MI (Fondo del M (...)

8La administración de José Ballivián elaboró numerosos documentos sobre la reunión limeña demostrando tanto las esperanzas puestas en esta como las indecisiones ante la misma. Ya en la elección del plenipotenciario hubo un baile de nombres, en particular el del embajador al Perú Pedro José de Guerra, escogido en 1843 para “contribuir eficazmente a la realización del proyecto de la reunión del Congreso Americano acordado por los nuevos Estados de la América del Sud”18; y el del fiscal de la Corte Suprema José Joaquín de Aguirre, “por cuanto jusgamos [sic] ser llegada la oportunidad para la reunión del Congreso Americano”19. Como se ha visto, esa ocasión no llegó hasta 1847, y el enviado fue el veterano político Casimiro Olañeta, aunque no acudió a todas las sesiones por la inestabilidad política vivida por entonces en Bolivia20.

  • 21 ABNB, MRE, 58, 28/01/1845, f. 9.
  • 22 Ibídem: f. 10-13.
  • 23 ABNB, MRE, 59, 12/05/1847, f. 2-3.

9Las instrucciones que recibió Olañeta de su gobierno fueron las mismas que el ejecutivo chileno había enviado a su plenipotenciario, con algunos matices para resaltar la singularidad boliviana21. Se trataba, primero, de hacer efectiva la condición del congreso internacional como árbitro en las controversias fronterizas, evitando guerras intestinas en la región, que sólo estarían justificadas en caso de que una de las partes litigantes se negara a ceder el territorio; segundo, y como consecuencia del anterior, todo Estado atacado sin justificación debería ser auxiliado por los demás miembros sin excepción; tercero, en caso de guerra civil, se guardaría una estricta neutralidad, aunque se acogería a los exiliados; cuarto, era conveniente el inicio de negociaciones para conciliar la administración de justicia y del derecho de gentes entre los varios países americanos; quinto, la concesión recíproca de los derechos de navegación fluvial de todos los ríos de los miembros de esa nueva confederación22. En definitiva, fue un congreso creado “para anudar sus nexos, y robustecerlos de una manera, que la fraternidad de orijen [sic], y los incalculables sacrificios que hicieran por colocarse en el alto rango de pueblos soberanos, los restablezca el crédito, y nombradía a que están llamadas”23.

10Las pretensiones bolivianas eran claras, siendo la afirmación de la independencia y la consolidación de sus fronteras y, por ende, el rechazo a cualquier injerencia exterior a su soberanía territorial, tratando de evitar cualquier futura guerra y asegurando un porvenir de amplias alianzas defensivas en caso de ataque injustificado. De ser aprobadas las disposiciones mandadas a Olañeta, la existencia de Bolivia pasaría a ser necesaria y la geografía política americana estaría fosilizada en su dibujo. De modo que el país se convertiría en garante de la paz regional por su centralidad y en un actor de peso en el teatro diplomático. No obstante, como ya se ha dicho, el Congreso Americano de Lima de 1847 no tuvo consecuencias prácticas; al contrario de la llegada de exiliados argentinos, en parte usados por el gobierno boliviano para significarse, del mismo modo que el congreso en cuestión, pero con un mayor recorrido, como vemos en el siguiente apartado.

Los exiliados unitarios argentinos

  • 24 ABNB, MI, 88/29, 27/05/1841; Colàs, Pol, “Félix Frías y el giro a los Orientes bolivianos de José B (...)
  • 25 Blumenthal, Edward, “«Lo que viene de afuera siempre vale más»: exiliados argentinos entre Europa y (...)

11Es conocida la presencia de exiliados unitarios argentinos en la Bolivia de la década de 1840, alguno de los cuales tuvo particular relevancia en la administración de Ballivián. El objetivo de este texto es aportar una nueva visión sobre la importancia de esos exiliados, suceso particular dentro del proceso general de construcción de los estados donde se inserta el análisis. Ello obliga a remontarse a la guerra civil en Argentina entre unitarios y federales (estos últimos bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas), que tomó un derrotero muy favorable a los segundos a partir de 1840. El grupo militar comandado por el general Juan Lavalle por el norte fue decisivamente diezmado en la batalla del Quebracho Herrado, en noviembre, dando paso a la disolución del bando unitario. La represión generalizada del gobierno de Rosas catalizó la huida de estos hacia Chile y Bolivia a partir de 1841, encontrándose entre estos exiliados personajes con un papel central en el devenir histórico argentino posterior24. Alberdi fue un claro ejemplo, exiliándose en Chile y labrando allí una obra teórica que lo respaldó en su posterior carrera política en Argentina; parecido camino siguió Domingo Faustino Sarmiento. Según Blumenthal, la experiencia del exilio legitimó posteriormente a estos actores en la esfera pública argentina y los ayudó a tomar cotas de poder25.

  • 26 “Maldición”. El Restaurador (Sucre), 3 de marzo de 1842, n° 42, p. 4.
  • 27 Carrasco, Manuel, José Ballivián, 1805-1852. Estampas históricas, Buenos Aires, Hachette, 1960, p.  (...)
  • 28 Consúltese Blumenthal, Edward, “Exilio, guerra y política transnacional. Las comisiones argentinas (...)
  • 29 Carrasco, op. cit., p. 114.

12La llegada de exiliados a Bolivia, entre ellos numerosos intelectuales, fue acogida con entusiasmo por Ballivián quien procuró rodearse de estos en sus reuniones, fiestas, consejos y relaciones epistolares, y hasta los incluyó en la administración26. Sabemos que la hacienda de Cebollullo, lugar campestre de retiro del presidente, vio constantes encuentros entre personajes como Wenceslao Paunero, en este caso de la República Oriental, Benjamín Villafañe, Domingo de Oro, Bartolomé Mitre o Félix Frías27. Pero la presencia de estos no fue solamente un divertimento presidencial. Se esperó de los argentinos, primero, trabajo diplomático, sucediendo una misión de Domingo de Oro a Lima o un consulado comercial dado a Félix Frías para Chile28; segundo, demostrar capacidad para ser un vector de modernidad pública en el país a partir de la publicación de La Época, periódico liberal comandado por los argentinos y del que Ballivián fue mecenas29; tercero, fundamentar el proceso de estatalización desde su armazón teórico, ayudando a la gestión práctica del cuerpo público.

  • 30 “Río de la Plata. Corrientes. Documentos Oficiales. El director de la guerra contra el Tirano a los (...)
  • 31 ABNB, MRE, 85, 17/01/1843, f. 2-3b.

13Con todo, considero la explicación incompleta. Tampoco es suficiente ver en la política de asilo a los unitarios una medida de presión al régimen de Rosas. Por más que en La Época se hiciera hincapié en las malas relaciones entre Ballivián y el gobernador bonaerense -y aunque fuera eso cierto, por las tensiones derivadas de la guerra de la Confederación-30, la documentación ministerial tiende a matizar el enfado. Lo cierto es que hubo acercamientos entre gobiernos cuando se mandó al coronel Manuel Rodríguez como plenipotenciario a Buenos Aires para negociar un tratado de amistad, comercio y navegación fluvial31.

14Sin negar lo anterior –afirmando la voluntad del gobierno de atraer al talento argentino y utilizarlo como transmisor de la modernidad en Bolivia, como funcionariado capacitado, vector leal al gobierno en la opinión pública, o para hacer presión contra el gobierno rosista–, acoger a los unitarios supuso algo más. En realidad, pudo ser una maniobra de proyección diplomática de una Bolivia con el teórico control absoluto de su territorio; una demostración de soberanía, estabilidad y liberalismo hacia el exterior. Los demás beneficios derivados de la llegada de los argentinos podrían haber llegado al país por otras vías, por iniciativa interior o por la transmisión de conocimiento desde el exterior. Pero en materia de control territorial el arribo de exiliados era una oportunidad fundamental para configurar a Bolivia como un actor soberano de importancia regional, demostrando tener fuerza suficiente como para imponer decisiones propias -en este caso, el asilo- en el marco internacional.

  • 32 Uno de los principales motivos que la oposición esgrimió contra Ballivián a su caída fue la influen (...)

15Ello cobra más relevancia si consideramos que la acogida de los exiliados unitarios argentinos demandó ingentes esfuerzos por parte del ejecutivo, que necesitó de convicción para superar las numerosas presiones derivadas del rechazo de los propios al ver la influencia de unos extranjeros sobre el gobierno, de las acciones de algunos de los asilados en territorio boliviano y de los movimientos amenazadores de los gobernadores de Jujuy y Salta32. Especial importancia tuvieron los hechos cometidos por algunos emigrados, viendo cómo en 1842 el ministro del Interior avisó en una circular a los prefectos departamentales sobre

  • 33 ABNB, MI, 83/27, 21/02/1842.

la conducta imprudente de algunos emigrados argentinos en la Provincia de Chichas [...] han correspondido a la confianza, y protección, que merecieron del Gobierno, y la decidida aversión que todos ellos profesan a la causa de la Restauración boliviana, como aliados que se han proclamado de Santa Cruz, dan[do] suficiente fundamento para temer que la residencia de estos individuos en nuestras fronteras del Sud y Norte, ocasionen a la República, compromisos perjudiciales con los Gobiernos del Río de la Plata33.

  • 34 “El Prefecto del Departamento de Potosí ha dado aviso a S.E. el Presidente Provisorio de la Repúbli (...)
  • 35 ABNB, MG, 1842/48, 10/05/1842, f. 43.
  • 36 ABNB, MG, 1842/48, 13/05/1842, f. 45.
  • 37 ABNB, MG, 1842/48, 9/05/1842, f. 33.
  • 38 ABNB, MI, 116/41, 4/05/1846.

16En numerosas ocasiones, contingentes de asilados cruzaron la frontera armados, causando alerta entre las tropas bolivianas y obligando al gobierno a iniciar campañas de confiscación en Chichas y Cinti34. Sin embargo, la acción gubernamental no fue suficiente. El prefecto de Tarija afirmó en 1842 que los argentinos “que por todas partes donde trancitan [sic] ban [sic] causando escándalos, robos, asesinatos y toda clase de crímenes”35; los hacendados cinteños Francisco José Arada y José Manuel Ansuátegui denunciaron “que más de veinte argentinos aislados habían pasado por el cañón de Libilibi, saqueando caballos y plata”36. En mayo del mismo año, provocaron en la ciudad de Tarija un “escandaloso tumulto”, por lo que “no puedo menos de titularlos, ladrones, cuadrilleros” dedicados a “corromper e inmoralisar [sic] la masa de los pueblos”37. La primera solución propuesta, repartir a los argentinos por la geografía boliviana, se demostró insatisfactoria, existiendo reportes de robos por parte de grupos ligados al exilio unitario hasta 1846, en este último caso en Atacama38.

  • 39 ABNB, MI, 89/31, 9/12/1841.
  • 40 ABNB, MI, 93/34, 12/04/1842; 25/05/1842.
  • 41 “En las Provincias Arjentinas [sic] están en un completo desorden, y en la persuación [sic] de que (...)

17Además, la presión de Rosas fue constante con el amago militar protagonizado por las tropas de Jujuy y Salta. El gobierno salteño envió varias notas al prefecto de Tarija solicitando negar el asilo a los unitarios argentinos, con el argumento de que estos eran favorables a Andrés de Santa Cruz y contrarios a Ballivián39. Al ver que los mensajes no hacían efecto, las administraciones de Jujuy y Salta pasaron, según correspondencia de la prefectura tarijeña, al chantaje, con el despliegue de tropas en la frontera, que fueron igualadas por el general boliviano Bernardo Trigo40. La respuesta boliviana puso en alerta las provincias argentinas, creando una situación cercana a la guerra internacional41.

  • 42 ABNB, MI, 93/32, 11/02/1842; 91/10, 17/08/1842.
  • 43 Aunque, evidentemente, no fue la única razón para la creación de tal sentimiento: “El día 17 de est (...)
  • 44 ABNB, MG, 1842/48, 10/03/1842.

18La insistencia salteña y jujeña hizo plausibles los rumores de un próximo ataque argentino sobre las fronteras bolivianas, con informaciones apuntando a ataques separados de los generales argentinos Gregorio Aráoz de Lamadrid –del bando unitario– y José María Paz –rosista–. Sin embargo, poco después la comandancia general de Tarija dijo estar convencida de que la posibilidad de ataque era un invento de los unitarios para empujar a Bolivia a la guerra contra Rosas. La argucia fue confirmada por el prefecto de Potosí, quien anunció que los ejércitos argentinos más cercanos a la frontera estaban alejándose42. Sobre la invasión no volvió a hablarse, aunque la tensión creada en Tarija por el posible ataque crispó a la población en contra de los argentinos recién llegados43. Para evitar los problemas que los falsos rumores propagados por los unitarios estaban causando, la solución promovida fue la misma que para los robos: repartir la población argentina por el territorio boliviano. Desde la comandancia general chuquisaqueña, por ejemplo, se propuso permitirles elegir entre Clisa, Ayopaya o Mojos, para convertirse en colonos y ayudar al gobierno que los había acogido, lo que no resultó44.

19En definitiva, teniendo en cuenta la gran incidencia de algunos de estos individuos en el devenir político boliviano, puedo afirmar que el asilo de los unitarios argentinos provocó efectos potencialmente perjudiciales para la estabilidad interior del gobierno de Ballivián. Por ello, es difícil justificar su presencia como decisión personal del presidente por simple amor a la intelectualidad. Y aunque se cumpliera lo siguiente, tampoco es satisfactorio concebir el exilio sólo como vía de atracción de talento y de teóricos liberales a una Bolivia deseosa de avanzar en su institucionalización, ya que fueron sucesos acotados al mandato de Ballivián, por lo que no se mostraron vitales para otros ejecutivos; ni como base leal con incidencia en la opinión pública, dado que a la llegada de estos emigrados tampoco abundaban los libelos contrarios al mandatario. Viendo los esfuerzos con los que el gobierno sobrellevó las tensiones con los recién llegados sin optar por soluciones drásticas, considero que el asilo fue ante todo importante para la administración como instrumento de proyección de su poder ante demás entes estatales, para dar una imagen de actor regional reconocido con capacidad de imponer decisiones propias sin descartar el resto de las razones, siendo esta una más. En consecuencia, si como argumenta Blumenthal los exiliados se legitimaron como personajes a tener incidencia política en Argentina en el futuro próximo, su presencia en Bolivia tenía para este Estado la misma consecuencia en el marco internacional.

Reflexiones finales

  • 45 A través de múltiples manifestaciones de la política exterior, fuera la diplomacia o la guerra: Her (...)

20A partir de los dos casos que estructuran el texto presente, se puede afirmar que las relaciones exteriores tuvieron una importancia central en el proceso de construcción del Estado, como mínimo para la administración de José Ballivián. Aunque desde puntos muy específicos de su desarrollo, tanto el Congreso Americano de Lima como el asilo de los exiliados unitarios argentinos supuso visibilizar en el escenario internacional a Bolivia como un ente independiente. Por ende, era un Estado en el sentido territorial, legitimado a formar -y formalizar la autoridad de- un Estado en el sentido administrativo del término. El factor regional potenció, así, lo institucional y lo nacional en el proceso histórico de largo recorrido que acabó con la imposición del Estado-Nación45.

  • 46 Cajías, Fernando, “El norte y el sur de Bolivia: Arica y Cobija en los primeros años republicanos”, (...)
  • 47 Sobre esas dificultades para unificar el panorama político-social boliviano, es notable el estudio (...)

21La coyuntura histórica de mediados del siglo xix se auguraba complicada para Bolivia. La guerra posterior a la creación de la Confederación Perú-Boliviana tomó el cariz de batalla por la independencia con la invasión peruana de Agustín Gamarra rechazada en Ingavi en 1841, el enfado de Rosas con Ballivián creció y la presión chilena sobre el Litoral atacameño empezó a llegar a niveles preocupantes46. La necesidad de formar el Estado desde fuera para permitir la institucionalización interior fue, entonces, reconocida por el gobierno y expuesta con temáticas como las abordadas. Las disposiciones defendidas por Olañeta en Lima y la legitimación en el marco internacional de Bolivia como lugar de refugio político destacaron durante la década en cuestión, constituyéndose entonces como una vía más para la construcción del Estado. Además, fueron iniciativas que gozaron de aceptación en la opinión pública de la época y posterior, más allá de las tiranteces provocadas con el contacto con los exiliados, por lo que la exterior pareció ser una problemática de una importancia tal que permitió al otrora disgregado panorama político-social boliviano mostrar una sólida unidad en la defensa y visualización externa de su propia soberanía47.

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Rodríguez Tapia, Andrea, “El gobierno español detrás de una impugnación a la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 1816-1818”, Prismas. Revista de historia intelectual, nº 20, 2016, p. 229-236.

Rosenau, James N., Along the Domestic-Foreign Frontier. Exploring Governance in a Turbulent World, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, 470 p.

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Notes

1 Este trabajo forma parte del proyecto de investigación I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación de España (PID2020-113099GB-I00/AEI/10.13039/501100011033).

2 Bourdieu, Pierre, Sobre el Estado. Cursos en el Collège de France (1989-1992), Barcelona, Anagrama, 2014, p. 173-175.

3 Para un caso de pretendida unión confederal posterior a Bolívar, destaca la Confederación Perú-Boliviana (1835-1839) (véase Parkerson, Phillip T., Andrés de Santa Cruz y la Confederación Perú-Boliviana, 1835-1839, La Paz, Librería Editorial Juventud, 1984, p. 92-315).

4 Assadourian, Carlos S., El sistema de la economía colonial: mercado interno, regiones y espacio económico, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1982, p. 109-110.

5 Las fronteras, aunque débiles en un inicio, fueron una institución fundamental para entender la construcción de los estados nacionales ya que parecieron configurar no solo los territorios, sino también las mentalidades de sus habitantes superando antiguas tradiciones que, aun así, y para el caso andino, persistirían bajo esa nueva identidad (al respecto, véase el estudio de Reséndez, Andrés, Changing National Identities at the Frontier. Texas and New Mexico, 1800-1850, Cambridge, Cambridge University Press, 2005, p. 4-5).

6 De ahí las continuas referencias al territorio y a la legitimidad del asentamiento político (Ossa Santa Cruz, Juan Luis, “Dos Actas de Independencia para dos Estados soberanos. Chile y el Río de la Plata, 1816-1818”, Prismas. Revista de historia intelectual, nº 20, 2016, p. 184) y, por el contrario, a los intentos de deslegitimación de las independencias a través de evitar el reconocimiento internacional (Rodríguez Tapia, Andrea, “El gobierno español detrás de una impugnación a la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 1816-1818”, Prismas. Revista de historia intelectual, nº 20, 2016, p. 229-230).

7 Rosenau, James N., Along the Domestic-Foreign Frontier. Exploring Governance in a Turbulent World, Cambridge, Cambridge University Press, 1997, p. 6.

8 Véase Cardozo da Silva, Elsa, “Teoría de las relaciones internacionales y soberanía: construcción, deconstrucción y reconstrucción”, Cuadernos Unimetanos, nº 11, 2007, p. 184-185.

9 Situación de la que se encuentran ecos desde antes de la propia independencia boliviana, como destaca Roca, José Luis, Ni con Lima ni con Buenos Aires. La formación de un Estado nacional en Charcas, La Paz, Plural Editores – IFEA, 2011.

10 Véase Baeriswyl Baciella, Paulette, “The ideologists behind the idea of a Confederation on the American Continent”, Revista de estudios histórico-jurídicos, nº 42, 2020, p. 219-231.

11 “Entre tanto es constante que, por medio de concesiones realizables de parte de otros Estados, Bolivia podría tener los medios que oi [sic] le faltan para llenar su destino nacional” (Alberdi, Juan Bautista, Memoria sobre la conveniencia i objetos de un congreso jeneral americano, Santiago de Chile, Imprenta del Siglo, 1843, p. 297-301).

12 Briceño Ruiz, José, “Los congresos hispanoamericanos en el siglo XIX: la identidad, amenazas externas e intereses en la construcción del regionalismo”, Ciclos, vol. XXII (44-45), 2015, p. 167.

13 Ante la inminente llegada de Flores, Ballivián afirmó “ha[ber] llegado, pues, el caso de que empezemos [sic] a tomar medidas serias para la defensa común” (ALP (Archivo Histórico de La Paz, Bolivia), LML (Fondo León María Loza) C. 2 N. 4, Carta de José Ballivián a Manuel María Urcullo, 30 de diciembre de 1846). De hecho, lo intentó antes de la consecución del congreso, tejiendo propuestas de alianza con el Perú en diciembre de 1846 cuando, en realidad, la tensión con el país vecino era creciente. Fue enviado a Lima el prefecto de Chuquisaca, José María Calvimontes, para “la negociación de un tratado de alianza defensiva, en el cual se comprometan ambas Naciones a reunir sus esfuerzos i hacer comunes los sacrificios que sean precisos para asegurar su independencia i la estabilidad de sus instituciones, que se hallan amagadas con los preparativos de guerra que han principiado a desenvolverse en la Península Española” (ABNB (Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Sucre, Bolivia), MRE (Fondo del Ministerio de Relaciones Exteriores), 50, 19/12/1846, f. 6; 12/12/1846, f. 4).

14 ABNB, MRE, 86, 22/12/1846.

15 “Este riesgo es jeneral [sic], es americano, y el reconocimiento de la independencia por la España es una burla” (“Jeneral Flores. Espedición europea”. La Época (La Paz), 9 de diciembre de 1846, n. 475, págs. 1-2); “Espedición al Ecuador”. La Época (La Paz), 12 de diciembre de 1846, n. 478, pág. 1.

16 De la Reza (“La dialéctica del fracaso: el Congreso americano de Lima (1847-1848) y su desenlace”, Cuadernos Americanos: Nueva Época, vol. 4 (134), 2010, p. 19) afirma que, después de su caída, José Ballivián fue el enviado de Bolivia al congreso, algo improbable dada su relación de enemistad con el presidente Velasco o con Manuel Isidoro Belzu, quien tomaría el poder un año después. Sin embargo, esto no afecta a los datos expuestos por el autor, aunque, como expondré, según la documentación el enviado fue Casimiro Olañeta y difícilmente se le pudo trasladar la responsabilidad a Ballivián después de su caída a finales de 1847.

17 Ibídem p. 20-23.

18 ABNB, MRE, 86, 24/01/1843, f. 1b.

19 ABNB, MRE, 86, 7/12/1846, f. 11.

20 Quien había sido escogido ya en 1844, antes de serlo José Joaquín de Aguirre (ABNB, MI (Fondo del Ministerio del Interior), 99/8a, 12/01/1844). No he encontrado datos que expliquen la reelección de Olañeta como plenipotenciario en 1847, aunque el hecho de que Aguirre se encontrara de misión diplomática a Chile pudo tener que ver con ello (Pradel, José E., “La misión diplomática de José Joaquín de Aguirre en Chile (1845-1847)”, Fuentes. Revista de la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional, vol. 9 (37), 2015, p. 29-43).

21 ABNB, MRE, 58, 28/01/1845, f. 9.

22 Ibídem: f. 10-13.

23 ABNB, MRE, 59, 12/05/1847, f. 2-3.

24 ABNB, MI, 88/29, 27/05/1841; Colàs, Pol, “Félix Frías y el giro a los Orientes bolivianos de José Ballivián”, Revista de Indias, nº LXXXI (283), 2021. “A unos movíales el deseo de volver cerca de la lejana patria, y con los magros recursos que disponían marcharon para la costa del Pacífico para embarcarse rumbo a Chile y luego Montevideo. Pero los más, cuya pobreza no les permitía ni siquiera el poder sobrevivir, quedaron en Bolivia, radicándose unos en Potosí, otros en Sucre y algunos en Tarija [...]. Según un documento, fueron treinta y dos argentinos los que en julio de 1842 se hallaban en esa ciudad” (“En la época de Rosas (1841-1852). Tarija y los emigrados argentinos”. Juan Isidoro Quesada. Presencia (La Paz), 23 de agosto de 1992).

25 Blumenthal, Edward, “«Lo que viene de afuera siempre vale más»: exiliados argentinos entre Europa y América (1840-1855)”, en Moisand, Jeanne, Díaz, Delphine, Sánchez Villar, Romy, y Simal, Juan Luis (ed.), Exils entre les deux mondes: migrations et espaces politiques atlantiques au xixe siècle, Paris, Les Perséides, 2015, p. 254. La experiencia del exilio fue una práctica recurrente en la Argentina decimonónica, según Jensen (“Exilio e historia reciente. Avances y perspectivas de un campo en construcción”, Aletheia, vol. 1 (2), 2011, p. 3-4) siendo una práctica de eliminación de los enemigos políticos con larga tradición en el país. También en otros puntos de América, como en el Perú, Chile o la antigua Charcas, donde el exilio pudo tener esos mismos atributos legitimadores, como vemos en Peralta Ruiz (“El exilio en el contexto de la restauración absolutista de los virreyes Abascal y Pezuela en Perú, Charcas y Chile (1814-1820)”, en Cantos Casenave, Marieta y Ramos Santana, Alberto (ed.), La represión absolutista y el exilio, Cádiz, Editorial UCA, 2015, p. 108-110) o en Crespo (Los exiliados bolivianos [siglo xix], La Paz, Grupo Editorial Anthropos, 1997).

26 “Maldición”. El Restaurador (Sucre), 3 de marzo de 1842, n° 42, p. 4.

27 Carrasco, Manuel, José Ballivián, 1805-1852. Estampas históricas, Buenos Aires, Hachette, 1960, p. 114-115. A los pies del Illimani, la hacienda se encuentra actualmente en ruinas (“Cebollullo, la hacienda histórica que se cae a pedazos”. Alejandra Pau. Página Siete (La Paz), 4 de septiembre de 2010).

28 Consúltese Blumenthal, Edward, “Exilio, guerra y política transnacional. Las comisiones argentinas en la política internacional americana (1839-1845)”, Anuario IEHS, nº 33 (2), 2018, p. 145-167.

29 Carrasco, op. cit., p. 114.

30 “Río de la Plata. Corrientes. Documentos Oficiales. El director de la guerra contra el Tirano a los argentinos”, La Época (La Paz), 21 de junio de 1845, n° 45, p. 2-3.

31 ABNB, MRE, 85, 17/01/1843, f. 2-3b.

32 Uno de los principales motivos que la oposición esgrimió contra Ballivián a su caída fue la influencia argentina en su mandato.

33 ABNB, MI, 83/27, 21/02/1842.

34 “El Prefecto del Departamento de Potosí ha dado aviso a S.E. el Presidente Provisorio de la República de que a la frontera del Sud han llegado porción de familias emigradas y aún una partida de 300 hombres armados al punto de Cangrejos, a consecuencia de la derrota del General Argentino Lavalle. Fuera de esto, también corren voces, aunque sin fundamento, de que 3.000 hombres podrían acercarse al territorio de la República, procedentes de las mismas Provincias Argentinas” (ABNB, MG (Fondo Ministerio de Guerra), 1841/3, 29/10/1841, f. 4-4b); ABNB, MG, 1842/12, 8/01/1842.

35 ABNB, MG, 1842/48, 10/05/1842, f. 43.

36 ABNB, MG, 1842/48, 13/05/1842, f. 45.

37 ABNB, MG, 1842/48, 9/05/1842, f. 33.

38 ABNB, MI, 116/41, 4/05/1846.

39 ABNB, MI, 89/31, 9/12/1841.

40 ABNB, MI, 93/34, 12/04/1842; 25/05/1842.

41 “En las Provincias Arjentinas [sic] están en un completo desorden, y en la persuación [sic] de que las fuerzas de Bolivia marchan a invadirlos” (ABNB, MG, 1842/50, 1/08/1842).

42 ABNB, MI, 93/32, 11/02/1842; 91/10, 17/08/1842.

43 Aunque, evidentemente, no fue la única razón para la creación de tal sentimiento: “El día 17 de este ha muerto uno más de los heridos de la espresada [sic] partida y que consiguió escapar de haber sido en el acto asecinado [sic] por los bárbaros argentinos, lo mismo que sus otros compatriotas. El día que condujeron a los portales de este Cavildo [sic] los cadáveres para que se practicara el reconocimiento respectivo, fue un toque arrebato y de alarma para este vecindario contra los demás emigrados que se hallan acilados [sic] en el Departamento, y con la muerte de este último, hay en la campaña una conflagración general contra todo Argentino” (ABNB, MG, 1842/48, 24/05/1842, f. 55b).

44 ABNB, MG, 1842/48, 10/03/1842.

45 A través de múltiples manifestaciones de la política exterior, fuera la diplomacia o la guerra: Heredia, Blanca, “Relación entre política interna y política exterior: Una definición conceptual. El caso de México”, en Garza Elizondo, Humberto (comp.), Fundamentos y prioridades de la política exterior de México, Ciudad de México, El Colegio de México, 1986, p. 126; McEvoy, Carmen y Rabinovich, Alejandro, “La guerra en el Perú, un modelo para des(armar)”, en McEvoy, Carmen y Rabinovich, Alejandro (ed.), Tiempo de guerra. Estado, nación y conflicto armado en el Perú, siglos xvii-xix, Lima, IEP, 2018, p. 15-20.

46 Cajías, Fernando, “El norte y el sur de Bolivia: Arica y Cobija en los primeros años republicanos”, en Barragán, Rossana, Cajías, Dora y Qayum, Seemin, El Siglo xix en Bolivia y América Latina, La Paz, IFEA, 1997, p. 129-137.

47 Sobre esas dificultades para unificar el panorama político-social boliviano, es notable el estudio de Roca (Fisonomía del regionalismo boliviano, La Paz, Los Amigos del Libro, 1980, p. 133-159). Una unidad que también se demostró ante el ataque de Gamarra, en la batalla de Ingavi, repelido por el ejército y por la ciudadanía en armas (Irurozqui, Marta, Ciudadanos armados de ley. A propósito de la violencia en Bolivia, 1839-1875, La Paz, Plural Editores-IFEA, 2018, p. 92-95).

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Pour citer cet article

Référence papier

Pol Colàs, « El Congreso de Lima de 1847 y los exiliados unitarios argentinos en la política exterior boliviana »Caravelle, 122 | -1, 97-110.

Référence électronique

Pol Colàs, « El Congreso de Lima de 1847 y los exiliados unitarios argentinos en la política exterior boliviana »Caravelle [En ligne], 122 | 2024, mis en ligne le 05 août 2024, consulté le 22 mars 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/caravelle/15190 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/127gs

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Auteur

Pol Colàs

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