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Icônes d’Amérique latine

Andá cantale a Gardel

Jean Andreu
p. 77-91

Résumés

Trajectoire du créateur du tango chanté, Carlos Gardel (1890-1935), de ses débuts à Buenos Aires jusqu’à sa starification en Argentine, en Amérique latine, en Europe et aux États Unis. Son efficace utilisation des nouveaux et modernes médias (disque, radio, cinéma). Après sa mort tragique et prématurée, sa transformation en mythe.

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Texte intégral

Para Georges Baudot
que tanto gustaba del tango
y que nunca lo supo bailar

1La muerte de Carlos Gardel, el 24 de junio de 1935, en el accidente aéreo de Medellín, produce un verdadero trauma mediático en la prensa y radios mundiales. Sobre todo en su ciudad de Buenos Aires, por supuesto, pero también en París, en Nueva York, en toda América Latina, e incluso en el diario de su ciudad natal de Toulouse, La Dépêche du Midi, que anuncia, curiosamente sorprendida: « Carlos Gardel, que l’on croyait Argentin, était Français ».

2Por lo común la muerte suele endiosar a los hombres de destino singular que admiraron a sus contemporáneos y se convirtieron en leyendas para las siguientes generaciones, borrando de paso el recuerdo de sus trasiegos cotidianos, de sus pedestres huellas terrestres. En América Latina figuras de luz y sombra, crisoles de rebeldía, como, al azar, las de Lope de Aguirre, Túpac Amaru, Emiliano Zapata, Lampiao, Che Guevara, y de tantos más que ilustran las memoriosas crónicas del continente. Al margen de esta dimensión épica también se da el caso de personajes políticos, intelectuales o artísticos que marcaron su época de modo mucho más pacífico pero no menos indeleble, como ocurre con el mexicano Cantinflas o, como en estas páginas, el argentino Carlos Gardel.

3Dentro de esta curiosa e incierta dialéctica que conduce a la gloria, cabe señalar que la relación de los argentinos con la muerte es bastante caótica y puede tomar sesgos bien sorprendentes. Sobre todo, como en el caso que nos interesa, en lo que se refiere a sus héroes. Por una parte se los puede tratar con grandiosa solemnidad. Por otra parte, o simultáneamente, se los puede someter a necromanipulaciones que apuntan a un embrollado odio-amor capaz de conmover al freudiano más empedernido. Próceres victoriosos y derrotados en interminables guerras civiles, en el poder y en el exilio, cadáveres mutilados y adorados, féretros raptados y restituídos, restos odiados y celebrados, la historia argentina parece marcada por un proceso de continuo y fúnebre desasosiego. Sin olvidar a los militares de turno que se profesionalizan en verdugos cruentos.

4A modo de ilustración, valgan algunos ejemplos dispersos sobre estas peregrinaciones y avatares de cenizas ilustres. El Libertador José de San Martín, muerto en Boulogne-sur-Mer, Francia, 1850; trasladado y sepultado en la Catedral de Buenos Aires, 1880. Juan Lavalle, muerto en Jujuy, 1841; enterrado en Potosí, Bolivia; trasladado al cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, 1858. Juan Manuel de Rosas, muerto en Swarkling, Southampton, 1877; repatriado un siglo después. Juan Bautista Alberdi, muerto en Neuilly, Francia, 1884, trasladado a la Recoleta . Domingo Faustino Sarmiento, muerto en Asunción del Paraguay, 1888, trasladado a la Recoleta. Eva Perón, muerta en Buenos Aires, 1952 ; cuerpo embalsamado expuesto en la Sede de la C.G.T.; raptado después del golpe militar de 1955, desaparecido en Italia, recuperado y enterrado en la Recoleta. Ernesto Che Guevara, muerto en Bolivia, enterrado en Santiago de Cuba ... Un listado monótono y nada exhaustivo en el que se podría también mencionar en el campo de las artes, Jorge Luis Borges, muerto y enterrado en Ginebra, 1986; Julio Cortázar, muerto y enterrado en París, 1984. Y Carlos Gardel, nacido en Toulouse, 1890; muerto en Medellín, 1935 ; repatriado y enterrado a toda pompa en el cementerio de la Chacarita, 1936. Volveré a tratar de este final que es también un principio.

5En cierta medida, más o menos importantes según el caso, estas necrologías itinerantes participan del proceso de celebración y de mitificación que conforma a estas distinguidas figuras y que corresponde puntualmente, como lo veremos a continuación, al de Carlos Gardel.

*

6A salto de mata, recordemos primero en una breve cronología los hitos de su arrolladora marcha desde el anonimato hacia su estatura de icono, los cimientos para el zócalo de una leyenda.

7Charles Romual Gardés nace en Toulouse, Francia, en 1890 de una madre soltera que emigra a Buenos Aires en 1891. – 1892-1911: Infancia y adolescencia en el barrio del Mercado del Abasto donde lo llaman «el francesito» y después, adoptado, el Morocho del Abasto ; empieza a cantar « canzonetas » napolitanas, aires de opera y, pronto, canciones de folklore pampeano (cifra, estilo, vidalita, zamba, cueca, etc.), en una época en que el tango era únicamente música de baile sin letra. - 1912 : Trío con Martino y Razzano. Giras al interior pampeano. Primeros discos, de folklore, adopta el apellido de Gardel. – 1917: Interpreta y graba el primer tango cantado, «Mi noche triste». – 1918-1925: Varias giras por el interior del país, Montevideo, Chile. Primer viaje a Madrid. Múltiples actuaciones escénicas y radiales. Grabaciones acústicas de discos «Odeón» en Buenos Aires. Se separa de Razzano. – 1925-1927: Carlos Gardel solo, viajes y actuaciones en Madrid y Barcelona. Grabación eléctrica de discos «Odeón» en Barcelona. – 1928-1930: Conquista de París. Varias actuaciones en teatros y cabarets parisinos. Varias grabaciones de discos «Odeón» para satisfacer la demanda de la capital francesa. En un festival de beneficiencia comparte la escena con Mistinguett, Maurice Chevalier, Raimu, Lucienne Boyer... Actuaciones en el Casino de Cannes, en Barcelona y Madrid. Regreso a Buenos Aires. Varias actuaciones escénicas y radiales. Grabaciones «Odeón». Giras por el interior. – 1930-1932: En Buenos Aires filmación de cortos para encuadres de sus canciones, Movietone. Viaje a Francia, actuación en Niza compartiendo programas con Mistinguett. Encuentro con Charles Chaplin. Exitos en teatros parisinos del « chanteur argentin ». En Joinville filma su primer largo metraje Paramount : «Luces de Buenos Aires». – 1933-1935: Últimas actuaciones en Buenos Aires : escénicas, radiales, grabaciones. Viaje a Europa: Barcelona, Toulouse, París. Viaje a Nueva York: audiciones radiales en NBC difundidas también en Canadá, Brasil, Uruguay y por supuesto Argentina. En los estudios de Paramount en Long Island, Nueva York, filma varias películas, «El tango en Broadway» y la última de las diez películas que protagonizó «Tango Bar». – Marzo-Junio 1935, gira por América: San Juan de Puerto Rico, Caracas, Maracaibo, Curazao, Barranquilla, Cartagena, Medellín, Bogotá. Gira interrumpida por el accidente aéreo en Medellín, cuando se dirigía hacia Cali, Panamá, Cuba y México.

8Entonces, sobre las mismas pautas y como en los ejemplos argentinos a los que aludí al principio, empieza su viaje iniciático y mortal hacia la gloria, con la salvedad que para Gardel los postergados funerales consagratorios fueron lentos pero casi inmediatos.

9El 25 de junio de 1935, los restos de Carlos Gardel son sepultados en el distinguido cementerio San Pedro de Medellín, en un ataúd someramente acondicionado a pedido de la empresa Paramount. Seis meses después, el 17 de diciembre, después de morosos trámites burocráticos, los despojos son exhumados y depositados en una caja de zinc soldada y transportada por vía férrea hasta el puerto Buenaventura sobre el Pacífico. De allí se traslada en barco hasta Balboa, Panamá, y arriba a Nueva York el 7 de enero de 1936 donde se levanta una capilla ardiente en la que desfila la numerosa colonia latinoamericana para rendirle homenaje. El 31 de enero, escala en Río de Janeiro, conmemo-ración por varias delegaciones brasileñas. El 4 de febrero, escala en Montevideo donde recibe el homenaje oficial y multitudinario del «pueblo hermano». El 5 de febrero llega a la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires donde le está esperando la muchedumbre silenciosa. Traslado al estadio Luna Park, entonces el más grande de América del Sur, donde desfilan afligidos cientos de miles de porteños hasta la mañana del 6 donde, verdadero apoteosis popular, una marea humana acompaña el féretro a lo largo de los 7 kilométros que llevan al cementerio de la Chacarita.

10No es nada fortuito que Gardel sea enterrado en el muy popular cementerio de la Chacarita:

Trapacerías de la muerte sucia como el nacimiento del hombre
siguen multiplicando tu subsuelo y así reclutas
tu conventillo de ánimas, tu montonera clandestina
de huesos (...)
Chacarita:
desaguadero de esta patria de Buenos Aires...

según dice Borges, en su poema La Chacarita, poco afecto a Gardel, y para quien con «Mi noche triste» empezó la decadencia del tango bravo.

11A lo opuesto está el cementerio patricio de La Recoleta donde reposan los heroes de la historia nacional:

Aquí es pundonorosa la muerte,
aquí es recatada la muerte porteña...
y el redoble endiosador de pechos, de los tambores
en los entierros militares...

tal como lo celebra también Borges, emocionado, en su poema La Recoleta.

12Por cierto esta distinción sufre algunas excepciones. Juan Domingo Perón, actor considerable de la historia argentina está en La Chacarita. Eva Perón que empezó como humilde actriz de varietes está en La Recoleta. Y Facundo Quiroga, el caudillo gaucho acérrimo enemigo de Buenos Aires, está también en La Recoleta. Pero es cierto que para Gardel, La Chacarita es el lugar predestinado para descansar entre los suyos en el lugar que le corresponde.

13Carlos Gardel muere entonces a los 44 años. De este compendio de vida y de carrera, de esta fulgurante trayectoria cabe subrayar tres puntos principales: la espontánea veneración de la que es objeto, su intensa actividad artística, su fulgurante carrera internacional. Tres fundamentos para la edificación de su gloria a los que hay que añadir algunas circunstancias marginales que no dependían de él pero que él supo aprovechar.

*

14Más que una evidencia: Gardel y el tango son dos entidades rigurosamente indisociables. Difícil saber si fue Gardel quien impuso el tango cantado o si fue el tango el que promovió el fenómeno Gardel. De todos modos los dos corren parejos.

15Lo cierto es que al margen de esta determinante simbiosis, el tango prospera de modo autónomo y constante desde fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Veamos algunos momentos de esta evolución. Ya se sabe que el tango, como música y baile, nace a fines del siglo XIX en los suburbios más o menos crapulosos de Buenos Aires. De allí, los jóvenes burgueses farristas primero y luego la clase media lo sacan y lo popularizan. Los rastacueros y viajeros argentinos lo llevan a París, y lo acreditan en la «Ciudad Luz», como, por ejemplo, el escritor y estanciero Ricardo Güiraldes que en 1911 lo baila en los salones parisinos. Al principio el tango es considerado como escandaloso porque, a la diferencia del decente vals, la pareja lo baila estrechamente y lascivamente abrazada. Consultado el Vaticano hacia 1914, el papa Pío X lo prohibió y el papa Benedicto XV lo amnistió, limpiándolo de la sospecha de lujuria. Mientras tanto, solicitados por esta nueva moda, varios músicos argentinos viajan a París, donde actúan en teatros y cabarets, como el famoso y encanallado Eduardo Arolas. Apogeo de esta onda: en 1921, Rudolph Valentino, arquetipo del «latin lover», se hace mundialmente famoso al protagonizar para la Metro-Goldwyn-Mayer de Hollywood, la película «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», donde baila un tango sobre una mesa disfrazado de gaucho. De modo que cuando Carlos Gardel llega a París en 1928, después de Barcelona y de Madrid, el terreno para su éxito y apoteosis viene bien preparado.

16Otro elemento decisivo que favoreció la inmensa popularidad de Gardel, más allá de sus considerables dotes personales que veremos a continuación, fueron los medios masivos de comunicación, recién creados y en plena expansión, que él supo utilizar con inteligencia y pragmatismo como soporte, reproducción y difusión de su talento. Son : el disco, la radio y el cine.

17La grabación sobre cilindros y discos empieza en 1890-1891. En 1897 la Columbia y la Víctor comercializan los primeros discos. En 1903 la Columbia abre una sucursal en Buenos Aires.

18Gardel graba su primer disco en 1913 para el sello Columbia. Se trata, como ya vimos, de piezas de folklore pampeano. Y «Mi noche triste», su primer tango-canción, se graba en 1917 y se distribuye en enero de 1918 con enorme éxito de venta y es el verdadero punto de partida de su notoriedad como cantor de tangos. Estas primeras grabaciones destinadas a gramófonos de cilindro primero y a gramolas y victrolas después, se realizan por vía acústica con el cantor y los guitarristas abocados al enorme altavoz-bocina de un cilindro de cera que graba el sonido. A partir de 1925 se procede a grabaciones eléctricas mucho más fieles y que facilitan la reproducción y distribución del disco.

19Julio Cortázar opina que con estos viejos medios de reproducción es cuando Gardel suena mejor:

  • 1 Julio Cortázar, «Gardel», en La vuelta al día en ochenta mundos, México, Siglo Veintiuno ed., 1967, (...)

Unos amigos me han dejado una victrola y unos discos de Gardel. En seguida se comprende que a Gardel hay que escucharlo en la victrola, con toda la distorsión y la pérdida imaginables; su voz sale de ella como la conoció el pueblo que no podía escucharlo en persona, como salía de zaguanes y de salas en el año veinticuatro o veinticinco (...). Es más atrás, en los patios a la hora del mate, en las noches de verano, en las radios a galena o con las primeras lamparitas, que él está en su verdad, cantando los tangos que lo resumen y lo fijan en las memorias1.

  • 2 Isabel María Del Campo, Retrato de un ídolo. Vida y obras de Carlos Gardel, Buenos Aires, Albores e (...)

20Gardel siempre tuvo conciencia de la importancia del disco y cuidó esmeradamente esta parte de su oficio. En una grabación publicitaria a pedido de su última empresa discográfica, el 25 de marzo de 1935, dice lo siguiente: «Habla Carlos Gardel. Queridos amigos de la América Latina, de mi tierra y de mi raza: la casa Víctor quiere que les anuncie la firma reciente de mi contrato de exclusividad con ella y lo hago muy gustoso porque sé que nuestras grabaciones serán cada vez más perfectas y encontrarán en ustedes oyentes cordiales e interesados (...). Estoy ahora en los Estudios Víctor de Nueva York registrando las canciones de «El día que me quieras», la película que quiero de todo corazón y que dedico a los amigos de España y de América Latina. Estas canciones, como las de «Tango Bar», las encontrarán ustedes en discos Víctor»2.

21La creciente difusión por disco de la que se beneficia Gardel aparece en unas estadísticas aproximativas que se refieren a Buenos Aires y a las grandes ciudades argentinas para una población que va de 10.000.000 (1925) a 18.000.000 (1950).

22Total de discos vendidos: 1925: 500.000; 1950: 3.000.000

23Total de tangos vendidos: 1925: 450.000; 1950: 1.350.000.

24El mismo fenómeno de expansión se produce con sus actuaciones por radio. Empieza en 1925-1926 a multiplicar los contratos con Radio Splendid, Radio América, Radio Nacional (futura Radio Belgrano) y culmina con un programa en la National Broadcasting Company de Nueva York que emite en ochocientas estaciones de Estados Unidos y en Radio Splendid de Buenos Aires que se retransmite también en Canadá, Brasil y Uruguay.

25La radio se ha convertido en pocos años en un medio muy popular, con aparatos de recepción primero muy rudimentarios y después más perfeccionados. Así lo recuerda melancólicamente Julio Cortázar cuando de niño escuchaba la transmisión de un campeonato mundial de box en Nueva York:

En 1923 los argentinos escuchamos en transmisión casi directa desde el Polo Grounds de New York, el relato del combate en que Jack Dempsey retuvo el campeonato mundial de peso pesado al poner fuera de combate Luis Ángel Firpo. Yo tenía nueve años, vivía en el pueblo de Banfield, y mi familia era la única del barrio que lucía una radio caracterizada por una antena exterior realmente inmensa, cuyo cable remataba en un receptor del tamaño de una cajita de cigarros pero en el que sobresalía brillantemente la piedra de galena y mi tío, encargado de ponerse los auriculares para sintonizar con gran trabajo la emisora bonaerense que retransmitía la pelea.

Buena parte del vecindario se había instalado en el patio (...) y el patriotismo y la cerveza se aliaban como siempre en esos casos para vaticinar el aplastante triunfo de aquel que los yanquís habían llamado «el toro salvaje de las pampas», y que era sobre todo salvaje (...). Y demás está decir el pandemonio que se había armado en el patio de mi casa con las informaciones espasmódicas que mi tío recibía por las orejas y estertoraba por la boca.

  • 3 J. Cortázar, Ibid., p. 69-70.

Sí, Firpo tuvo su hora inmortal de tres minutos (...) pero en los otros tres minutos Dempsey (...) empezó a demoler la pared de ladrillo hasta no dejar más que un montoncito en el suelo junto con quince millones de argentinos retorciéndose en diversas posturas y pidiendo entre otras cosas la ruptura de relaciones, la declaración de guerra y el incendio de la embajada de Estados Unidos. Fue nuestra noche triste; yo, con mis nueve años, lloré abrazado a mi tío y a varios vecinos ultrajados en sus fibra patria. Después la radio se perfeccionó rápidamente, aparecieron los altavoces, las lámparas, y esas palabras que eran la magia de mi infancia3.

26Sí, éste era el ambiente popular de fervor, de pasión y de magia que despertaba la radio. El mismo que, después de 1923 afincó el dominio de Gardel en los aires radiales.

27El último medio en el que floreció el arte de Gardel es el cine. Interviene en once películas. La primera, «Flor de durazno», muda, de ambiente pampeano, en 1917. La segunda, «Encuadres de canciones», en forma de documental con piezas y entrevistas, de 1931. Pero su verdadera y brevísima carrera cinematográfica empieza con «Luces de Buenos Aires», filmada en la Paramount de París en 1931 y a la que van a suceder ocho películas más, con tres, cuatro o cinco canciones en cada una. Su desempeño como actor es más bien modesto pero utiliza a lo máximo las posibilidades del cine sonoro recién creado y sus secuencias cantadas son prolijamente filmadas y brillantemente puestas en escena. Con el cine, medio a la vez visual y acústico, Gardel accede a millones de oyentes y espectadores y confirma su estatuto de artista internacional que le ha hecho compartir escenarios con Mistinguett o Maurice Chevalier o cruzarse con Charlie Chaplin.

*

28La oleada del tango, la irrupción del disco, de la radio y del cine son elementos de moda o de progreso técnico que indudablemente favorecieron el ascenso al estrellato de Carlos Gardel. La «edad de oro» del tango que se extiende, con altibajos, de 1920 a 1960 tuvo cantores notorios como la Negra Bozán, Rosita Quiroga, Libertad Lamarque, Azucena Maizani y hasta Edmundo Rivero o el Polaco Goyeneche y unos cuantos más, que han sido conocidísimos pero que nunca alcanzaron el arrollador prestigio de Gardel.

29Queda por ver entonces porqué, dadas unas circunstancias parecidas sólo emerge un Gardel.

30Y al principio, y desde niño, entre sus dotes naturales está fundamentalmente su voz. Desde que frecuentaba como utilero o ayudante tramoyista las salas y los bastidores de los grandes teatros porteños donde se daban las óperas con cantores de la talla de un Enrico Caruso o de un Miguel Fleta que en aquel entonces viajaban a menudo a la Argentina, Gardel, fascinado, los imitaba, «a fuerza de pulmón», con gran regocijo y asombro de sus compañeros.

  • 4 Eduardo Bonessi, en Jorge Miguel Couselo y Osiris Chievico, Gardel, mito-realidad, Buenos Aires, A. (...)

Su voz era de una calidad extraordinaria y un timbre maravilloso para el tango. Tenía un registro de barítono brillante y jamás desafinaba. En cuanto a la tesitura, su extensión alcanzaba a «dos octavos» que manejaba a plena satisfacción. Es una buena extensión para un cantor popular4.

31Estas excepcionales condiciones vocales el cantor las trabajó, las dominó, las controló durante toda su carrera haciéndolas el principal objeto de la admiración pública. Julio Cortázar recuerda:

  • 5 Julio Cortázar, Ibid., p. 91.

En un restaurante de la rue Montmartre, entre porción y porción de almejas a la marinera, caí en hablarle a Jane Bathori de mi cariño por Gardel. Supe entonces que el azar los había acercado una vez en un viaje aéreo. «¿Y qué le pareció Gardel?», le pregunté. La voz de Bathori –esa voz por la que en su día pasaron las quintaesencias de Debussy, Fauré y Ravel– me contestó emocionada: « Il était charmant, tout à fait charmant. C’était un plaisir de causer avec lui ». Y después, sinceramente: « Et quelle voix ! »5.

32Otro elemento de su personalidad decisivo en el proceso de la notoriedad ha sido su dinamismo y su profesionalismo. Durante los quince años de su plena actuación se puede decir que estuvo todos los días en la brecha. Grabó más de 1500 canciones, estuvo en inumerables programas radiales, rodó nueve películas en menos de cinco años. Adelantándose a las tradicionales giras por barco de los artistas internacionales de entonces (triángulo América Latina-Europa-Norteamérica), inaugura prácticamente la gira «relámpago» por avión, como la última que hizo en 1935, dando en pocos días de cuatro a diez representaciones en cada ciudad-etapa y superando a grandes penas su alergia al viaje aéreo. Con esta práctica de la actuación permanente multiplica indefinidamente su público y sus oyentes. Cabe añadir que era muy cuidadoso, casi perfeccionista en la elaboración de sus espectáculos, en la elección de sus músicas y de sus autores, en su espaciada pero real tarea de compositor.

33Muy notable también es su gran capacidad de adaptación a su público y a su tiempo. En sus giras internacionales, el tan aplaudido «Señor del tango» consiente por cortesía hacia su público, cantar en francés en París (« Parlez-moi d’amour »), cantar paso-dobles en España, cantar fox-trot en Nueva York («Rubias de Nueva York»), aunque después de varias tentativas frustradas nunca consiguió cantar en inglés. Agudo conocedor de las modas de su tiempo, de los gustos y de la espera de su público, el «morocho del Abasto» se convirtió rápidamente en «latin lover». Trabaja su voz y cuida su aspecto físico:

  • 6 Solly, en Couselo, ibid., p. 54.

Mediante trabajo y disciplina, su gran intuición y el fervor por lo que hace, se convierte en actor, en galán de cine, cuyo éxito está basado en la gran simpatía que despierta, sobre todo en las mujeres. Por contracción a su trabajo, ese muchacho, que había llegado a pesar 118 kilos, se pone en «línea», aspira a ser un Chevalier y se convierte en un barítono de voz admirable6.

34Abandona el folclórico y exótico disfraz de gaucho con el que actuaba al principio para adoptar el esmoquin con pajarita y a veces con chistera, o, más «sportsman» e informal, el saco con corbata y chambergo, siempre impecable y lustrosamente peinado con raya y gomina: un aspecto que se convierte rápidamente en retrato publicitario y luego en icono en el sentido estricto de la palabra como se lo verá reproducido tanto en lugares públicos como en las casas particulares. Es el exacto modelo de la modernidad.

35Por fin, lo último y no quizás lo menos importante, Gardel es, se quiera o no, muy representante e intérprete de su época. Estamos en los tiempos de grave crisis económica y moral de 1930. Lo que canta Gardel, salvo alguna excepción de tango cómico, es tango de tristezas, que arrastra desgracias, nostalgias, desesperación, injusticias. El público, sincera o hipócritamente se reconoce en esta música. En los tangos, por ejemplo, de Enrique Santos Discépolo, el letrista más sombrío de su generación:

Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón
tirar la poca decencia que te queda (...)
¿Qué vachaché? ¡ Si hoy ya murió el criterio !
Vale Jesús lo mismo que un ladrón...
                                          (¿Qué vachaché?)
... la indiferencia del mundo
que es sordo y es mudo recién sentirás.
Verás que todo es mentira
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
Yira... Yira...
Aunque te quiebre la vida
aunque te muerda el dolor
no esperes nunca una ayuda
ni una mano ni un favor.
                                           (Yira... Yira...)

36Si Carlos Gardel canta con sentimiento estos tangos de negrura y desesperación social tan de su época, consigue suavizarlos con su encanto personal y su deslumbrante sonrisa. Su repertorio predilecto tira más bien hacia tangos sentimentales y plañideros de amor y desamor que son la marca dominante del tango argentino. La mayoría de los pueblos americanos tienen la opinión, probablemente injusta, de que el argentino es arrogante y sobrador. De ahí que pretendan que si al final de los tangos, muy regularmente, la mujer engaña a su pareja o la abandona es porque está casada con un argentino. Más despiadados son los brasileños que definen el tango como «o lamento do cornudo». Queda claro sin embargo que si por un lado estas maledicencias son un irónico ajuste de cuentas con el país hermano, por otro lado marcan la inmensa popularidad del tango y su penetración por todo el continente tal como lo difundió Gardel a la vuelta de los años 30. Paradójicamente, si el tango de Gardel puede inferir un fuerte pesimismo, que se compagina con la época de la crisis, la figura del cantor conlleva una parte de esperanza. Gardel es el niño pobre y perdido del suburbio de Buenos Aires que ha conquistado París y Norteamérica, que de «Morocho del Abasto» a ascendido a «Señor del tango», cuyos amores por las pebetas de un barrio se inclinan ahora por las rubias de Nueva York, que ya no es «el hombre que está solo y espera» sino el que reúne muchedumbres entusiastas que lo idolatran, el que se crió en «el culo del mundo» y que ahora se luce en los teatros, salones, estudios del primer mundo, ilustrando a su modo el tan manido tema del «retorno de los galeones». En plena crisis mundial Gardel es el que se forja su propio destino con su propio talento. Viene a ser el prototipo del self made man, modelo social absoluto de esta primera mitad del siglo XX: triunfador, guapo, optimista.

37Se ha convertido en el astro delumbrante al que aspira un público, un pueblo ávido de luz, en un icono y en un mito.

*

38El primer indicio de mitificación será la sacralización de su muerte. Una muerte joven, en plena gloria y en la fuerza de la edad ha sido siempre un motivo de escándalo y de injusticia frente a una vida truncada antes de que diera todo lo que podía ofrecer. Estas muertes crísticas contribuyen a cimentar las figuras míticas en su culminación como ocurre con Bolívar muerto a los 46 años, José Martí a los 42, Emiliano Zapata a los 42, Buenaventura Durruti a los 40, Eva Perón a los 33, Che Guevara a los 39. Carlos Gardel se incendia en Medellín a los 44 años.

39Y es una manera de hablar porque durante mucho tiempo ha corrido el rumor que sobrevivió secretamente al accidente de avión. Lo han visto varias veces mucho después, divagar por la selva colombiana, con la cara quemada y quizás amnésico. También lo han visto, desfigurado, con su guitarra, cantando en humildes bares y cafés de Centroamérica. Varios testigos también lo han visto pasear en algunas calles de Buenos Aires, por el lado de Almagro o de Boedo, las noches del 24 de junio, aniversario de su muerte. Estas superviviencias fantasmales vienen a ser la forma que el fervor del pueblo da a la eternidad.

40La representación mucho más concreta de este fervor es sin duda el mausoleo edificado en la Chacarita. Allí, entre dos muros cubiertos de lápidas conmemorativas que son otros tantos exvotos, y obra del escultor Manuel de Llano, se levanta la estatua de bronce del cantor, de tamaño natural, de esmoquín, sonriente, en una actitud escénica como si estuviera cantando. Casi siempre, entre los dedos de su mano derecha humea un pucho y en la otra mano, medio metida en el bolsillo, un ramo de flores y un clavel en el ojal de su frac. Sobra decir que cigarrillo y flores son renovados continuamente por los admiradores que le rinden homenaje cada día, 70 años después de su muerte.

41Y así es como Carlos Gardel entra en olor de santidad. No sólo por las incesantes peregrinaciones que suscita ante su tumba sino porque pasa a integrar el limitado santoral de los iconos populares : dos curanderos Pancho Sierra y la Madre María y un santito araucano Ceferino Namuncurá. Estos están porque en una u otra forma se les atribuye algún milagro. Carlos Gardel no: él está por lo que es o por lo que la gente quiere que sea. «Hagamos pues un Dios a semejanza de lo que quisimos ser y no pudimos» (Humberto Constantini). «Gardel, más que un hombre, fue un sueño colectivo» (Alberto Castillo). Por eso, como icono mayor, los argentinos tienen sus fotos o sus retratos en algún lugar de la casa, y también en los colectivos, en los kioscos de diarios, en los taxis, en los restaurantes, en los firuletes coloridos de los carritos... Imágenes que hoy día se están perdiendo de a poco pero que perduran a un siglo de sus primeras actuaciones.

42Más original en esta sacra idealización, me parece ser su apropiación por el lenguaje popular. Por ejemplo, en la lista de los apodos que resurgen en cualquier momento de la conversación: el de «francesito» por su origen, «Zorzal criollo» de sus canciones pampeanas, «El Morocho del Abasto» del barrio de su juventud. Y más tarde, «El Mago», «El Mudo» (por antífrasis), «El Señor del tango», «El Troesma» (revés de Maestro), y el de un gusto más dudoso de «El Aviador». Una enumeración admirativa que cubre todo el espectro de su carrera.

43Y también en apelaciones cualitativas corrientes como decir de alguien que es «un Gardel» para elogiar su competencia o su talento, o de otro que irónicamente es un «gardelito» que canta canciones populares, quizás un delincuente. O, en sus varias formas y acepciones, la expresión «Andá a cantarle a Gardel» para contestar y apartar a alguien que se queja, o para librarse de alguna responsabilidad.

44Por fin, un poco de vuelta de tanto mito y de tanta fanfarria, cabe señalar que la figura gigante de Gardel ha quedado sin embargo muy cercana al pueblo y es objeto constante de afecto y de cariño. Su mamá, Berthe Gardes, lo llamó toda su vida con el diminutivo francés de « Charlot » y los argentinos lo siguen llamando «Carlitos» que, como todos sabemos, cada día canta mejor.

Admiradores tolosanos en el Mausoleo de Gardel en la Chacarita

Admiradores tolosanos en el Mausoleo de Gardel en la Chacarita

(Foto : Jean Andreu)

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Bibliographie

Entre más de un centenar de títulos son particularmente informados e interesantes los siguientes :

Canton, Darío, Gardel, ¿ a quién le cantás ?, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1972. 223 p.

Collier, Simon, Carlos Gardel. Su vida, su música, su época, Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 1988. 260 p.

Cortázar, Julio, « Gardel », en La vuelta al día en ochenta mundos, México, Siglo Veintiuno ed., 1967, p. 89-92.

Couselo, Jorge Miguel y Chievico, Osiris, Gardel, mito-realidad, Buenos Aires, A. Peña Lillo ed., 1964. 112 p.

Del Campo, Isabel María, Retrato de un ídolo. Vida y obras de Carlos Gardel, Buenos Aires, Albores Editores, 1955. 214 p .

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Stilman, Eduardo, Historia del tango, Buenos Aires, Ed. Brújula, 1965. 143 p.

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Notes

1 Julio Cortázar, «Gardel», en La vuelta al día en ochenta mundos, México, Siglo Veintiuno ed., 1967, p. 89.

2 Isabel María Del Campo, Retrato de un ídolo. Vida y obras de Carlos Gardel, Buenos Aires, Albores ed., 1955, p. 90-91.

3 J. Cortázar, Ibid., p. 69-70.

4 Eduardo Bonessi, en Jorge Miguel Couselo y Osiris Chievico, Gardel, mito-realidad, Buenos Aires, A. Peña Lillo ed., 1964, p. 41.

5 Julio Cortázar, Ibid., p. 91.

6 Solly, en Couselo, ibid., p. 54.

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Table des illustrations

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Titre Admiradores tolosanos en el Mausoleo de Gardel en la Chacarita
Crédits (Foto : Jean Andreu)
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Pour citer cet article

Référence papier

Jean Andreu, « Andá cantale a Gardel »Caravelle, 98 | 2012, 77-91.

Référence électronique

Jean Andreu, « Andá cantale a Gardel »Caravelle [En ligne], 98 | 2012, mis en ligne le 01 juin 2012, consulté le 14 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/caravelle/1155 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/caravelle.1155

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Auteur

Jean Andreu

Université de Toulouse

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Droits d’auteur

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