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COMPTES RENDUS

David Alvarez Roblin y Olivier Biaggini (eds.), La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii

Casa de Velázquez, Madrid, 2017
Pedro Mármol Ávila
p. 343-348
Référence(s) :

David Alvarez Roblin y Olivier Biaggini (eds.), La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii, Casa de Velázquez, Madrid, 2017, 289 pp. ISBN: 978-84-90960-71-4. ISSN: 1132-7340.

Texte intégral

1La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii se erige en un volumen solvente, cohesionado y sugerente alrededor del complejo estatuto de la continuación literaria en múltiples facetas, siempre en su manifestación en España, localización no azarosa, puesto que, como arguye William H. Hinrichs, «[e]s la literatura española, más concretamente, la literatura narrativa, desde La Celestina hasta el Quijote, la que inventa la secuela» (p. 20). Ya esta misma cita incide en los diversos planos del estudio literario que se conjugan en el capítulo del que se extrae y en el libro en su conjunto: no se trata solo de penetrar en ciertas manifestaciones de la continuación literaria en España, sino también de que estas exploraciones contribuyan a la definición de una práctica bastante menos estudiada de lo conveniente. Con ello, se imbrica el interés puramente crítico e histórico con el teórico, ya que ambos nutren cada uno de los trabajos albergados y, por supuesto, el resultado global, con todo tipo de gradaciones.

2No descubro nada nuevo si insisto en que, en ocasiones, los volúmenes nacidos de congresos, seminarios, cursos, etc., contienen trabajos desprovistos de unidad y de congruencia entre ellos, es decir, no se caracterizan algunas veces por construir una serie que, en bloque, permita el avance sistemático en una materia específica. Nada de esto transluce La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii. Su origen ha de situarse en un coloquio internacional que tuvo lugar en Madrid los días 3 y 4 de junio de 2013, donde se expuso el grueso de los capítulos que ahora informan el libro, amén de dos trabajos adicionales incorporados al escrito. Sin embargo, lejos de unas actas al uso, asistimos a un ejercicio teórico, crítico e histórico sólidamente trabado en tres fases: a) el asentamiento de unas bases teóricas (pp. 1-29), b) el análisis de unas obras definidas y su descendencia (pp. 31-257) y c) una conclusión donde se subrayan las principales aportaciones de los trabajos de la fase central en diálogo con la teoría del comienzo (pp. 259-261). De todo ello no se desprende que las diversas contribuciones se articulen desde la aplicación sistemática de unos postulados teóricos comunes fijados de antemano, sino que, cada una, desde sus propósitos y sus planteamientos, apunta unívocamente a los problemas que esboza la primera de las tres partes.

3Este sustento teórico al que me refiero se prolonga durante la «Introducción», a cargo de los dos editores, David Alvarez Roblin y Olivier Biaggini, y la primera de las contribuciones, de Hinrichs. Ahora bien, no se trata de entramados teóricos que luego se realicen en los ejercicios específicos de análisis literario, sino de planteamientos que proyectan en términos abstractos lo que los trabajos centrales concretan. Y ambos grupos convergen, con lo cual se complementan perfectamente; todos ellos parten de un tronco común: la falta de estudios sobre las continuaciones literarias en general y su aplicación al ámbito español de los siglos xiii al xvii. Pero, mientras que unos se decantan más por una cara, otros optan más por la otra, no excluyéndose nunca una y otra.

4Los cimientos teóricos, o ideas de partida, que se perfilan en la «Introducción», podrían cifrarse en estos epígrafes: a) las dificultades del deslinde terminológico y conceptual de la continuación literaria, que evoca múltiples sustantivos aledaños (préstamo, cita, imitación, fraude y plagio), agravadas por la insuficiencia de escritos teóricos (solo rastreables en determinados paratextos); b) la imposibilidad de los apriorismos para aprehender la noción de continuación literaria y la necesidad de amparar su funcionamiento en la propia práctica literaria medieval y aurisecular; c) la heterogeneidad y la multiforme ejecución de la continuación literaria, que rechaza las generalizaciones; d) la urgencia de una arqueología de la continuación literaria especialmente atenta a la Edad Media y al Siglo de Oro, pero que se prolongue hasta hoy; e) la preponderancia del Quijote de Avellaneda en la historia de las continuaciones literarias, que suscita problemas de autoría, personajes, etc.; f) la obligatoria distinción entre la Edad Media y el Siglo de Oro por la divergente concepción del autor en uno y otro periodo («al menos, hasta el siglo xv, el productor de un texto nunca se denomina a sí mismo “autor”» [p. 4]); g) en la Edad Media parece más correcto hablar de «refundiciones» que de «continuaciones», ya que no suele asumirse una distinción entre una u otra etapa de la producción textual y los resultados no gozan de autonomía, con habitual inclinación por la amplificación (historiografía, literatura artúrica, etc.); h) la amplificación pone en juego diversos factores en la transformación de los elementos provenientes de los textos originales, hasta el punto de que la ficción va envolviendo a personajes originarios de la historiografía, con el consiguiente transvase de géneros y fundamentos de la organización textual; i) el autor medieval acostumbra a prever la posibilidad de que un lector prosiga su obra, y hasta de que la mejore (no extraña la modestia auctoris), con expresiones en el Libro del caballero Zifar o el Libro de buen amor ; j) no será hasta el siglo xv cuando brote una conciencia plena de continuación literaria, merced a la Cárcel de amor (1496) de Nicolás de Núñez y la Comedia de Calisto y Melibea (1499) de Fernando de Rojas; mientras que en la primera el autor no se resiste a soportar el desenlace del texto original de Diego de San Pedro (1492), la situación de Fernando de Rojas reviste mucha mayor complejidad, en vista de que se atreve a dilatar un texto ajeno inconcluso, con los problemas subsiguientes propiciados por la intervención de la imprenta y la posterior publicación de la Tragicomedia (1502); k) en el Siglo de Oro la continuación literaria repercute en toda suerte de ciclos y géneros, alzados frecuentemente al abrigo de ciertos personajes (Amadís, Lazarillo, Diana, etc.); l) merecen una consideración especial el Guzmán (1599) y el Quijote (1605) por las propias condiciones históricas y literarias del reinado de Felipe II y por la particularidad de que sendas continuaciones (de 1602 y 1614) vieran la luz cuando los autores primeros aquilataban sus segundas partes, de 1604 y 1615; m) descuellan las polémicas concernientes a los continuadores (véase el caso del Amadís [1508]); n) tanto Alemán como Cervantes condenan las continuaciones de sus primeras partes por mano ajena y subrayan así un lugar común hasta hoy: el descrédito de las continuaciones y de sus autores; n) la importancia de los motivos económicos y sociales en la continuación literaria; ñ) las disparidades y las similitudes entre continuar y crear, y o) la indispensable búsqueda de «una poética de la continuación en la Edad Media y el Siglo de Oro, ofreciendo asimismo una primera tipología de esta práctica de escritura» (p. 11).

5Alvarez Roblin y Biaggini llegan a emprender una arriesgada tarea anclada en la observación directa del Guzmán y del Quijote: la definición de «continuación literaria», para lo cual se sirven de algunos principios heredados de Genette y del estructuralismo francés. A su resultado emplazo para observar su definición y oponerla a otras expresiones que, aun siendo semejantes, no se adscriben al terreno de las continuaciones, como la adición, porque suelen rematar un texto ajeno, esto es, alógrafo; la adición es autógrafa (p. 3). Ahora bien, no puede aplicarse tal baremo teórico a los textos medievales por la razón de que no acostumbran a estar coronados por una conciencia de autoría; suelen aferrarse a la anonimia. También se anota el peso de la transmisión de las obras medievales, víctimas de interferencias propiciadas por la labor del copista, como ya estudiara Segre bajo el marbete de «diasistema», concebido para la relación entre el sistema del copista y el del texto copiado.

6Este marchamo teórico se ve pronto ampliado por el primero de los trabajos, de Hinrichs, que abunda en ideas novedosas sobre la continuación literaria desde el máximo cuidado por los textos. Aunque podrían resaltarse otras ideas, toda la contribución se detiene con especial ahínco en la secuela como concepto clave en el entramado de las continuaciones literarias y, pese a ello, escasamente estudiada, más aún si cabe en el ámbito hispánico; sí que están explorados desde tales pretensiones autores de la talla de Fielding, Smollett, Sterne o Defoe. La secuela viene a constituir una noción con un estatus propio que aspira a precisar en una categoría determinada alguna de las características y propiedades que arrastra consigo la continuación literaria, por la imprecisión antes denotada. Incluso se proponen variedades de secuela: «... las podríamos llamar secuelas “prefijo”, secuelas “infijo” [...] y secuelas “sufijo”» (pp. 21-22). Cada tipo se define en virtud del nexo entre el texto nuevo y el original: si su creación narrativa afecta a la fase anterior de la historia matriz, se interpola en su interior o la sucede. Abundan los ejemplos, desde una primera alusión a Vargas Llosa y su desempeño en el «oficio del continuador» (p. 19).

7Tras estas aproximaciones teóricas, se suceden unos ejercicios de crítica e historia literaria que, desde luego, no se despreocupan de cercar y definir el objeto que someten a valoración, aunque dosifiquen mucho más que los primeros trabajos la abstracción por el concepto de la continuación literaria. Estos ejercicios se presentan organizados en tres apartados de cuatro capítulos cada uno, lo cual favorece el diseño uniforme del libro: a) «Continuaciones en La Celestina, continuaciones de La Celestina» (pp. 31-101); b) «Epígonos épicos y ficciones idealistas: continuaciones caballerescas y pastoriles» (pp. 103-185), y c) «Continuaciones y experimentaciones genéricas: Lazarillos, Guzmanes y Quijotes» (pp. 187-257).

8El primero de los apartados acomete la ardua tarea de abordar no solo la génesis de La Celestina, sino también su linaje literario posterior, dado que esta obra cuenta con un proceso de su continuación en su propia configuración literaria y, además, dio pie a numerosas continuaciones ajenas. Carlos Heusch se centra en La Celestina para tejer unas observaciones sobre «el trabajo de escritura de Fernando de Rojas a partir de esos “papeles” que dice haber encontrado en Salamanca» (p. 33). Sophie Hirel-Wouts desciende sobre uno de los añadidos nucleares en la conformación de la Tragicomedia: el Tratado de Centurio; defiende con ello que la Tragicomedia ha de comprenderse como una creación nueva, alejada de la Comedia por una serie de modificaciones nada desdeñables. Consolación Baranda Leturio avanza en pos de dos obras llamativas en el ciclo celestinesco por ser las dos únicas con final feliz: la Segunda Celestina y la Comedia Selvagia; por esta vía, la autora evidencia la tensión entre la imitación y la novedad y los diversos caminos que conducen a finales semejantes en los dos textos. En último lugar, Pierre Civil se detiene en los grabados celestinescos, que corren en paralelo al arraigo de la imprenta; estudio que le permite desvelar sugerentes ideas sobre la factura física del libro impreso y sus ilustraciones, así como bucear en la recepción y en la comprensión del artefacto literario en la primera mitad del siglo xvi.

9El segundo no se propone metas más sencillas: la épica y sus continuaciones, para lo cual hay que acoger los alambicados problemas atingentes a la paulatina incorporación de la ficción a la base épica y su proyección en géneros o grupos textuales de contornos delimitados, amén de los trabajos sobre las ficciones idealistas, que maduran al mismo tiempo que las caballerescas y en ciclos parecidos. Marta Lacomba dibuja un panorama de las continuaciones literarias del Cid que le sirve para interrogarse sobre cómo podrían estudiarse los epígonos cidianos en estas coordenadas, a la par que disocia este término del de «continuidad literaria», más propio según la investigadora para referirse al Cid y los textos que lo absorben posteriormente, desde los iniciales del Poema de Almería, la Historia Roderici y el Cantar o Poema de mio Cid hasta la Estoria de España y la Crónica de Castilla. Rafael Ramos reivindica el lugar de la continuación literaria en el estudio de los libros de caballerías castellanos: el término pone en primera plana rasgos elementales de su propia difusión y evolución como grupo textual unificado; se ahonda así en títulos como el Amadís, el Palmerín de Olivia o el Lisuarte de Grecia. Emilio José Sales Dasí se adentra en la prolífica figura de Feliciano de Silva, escritor de notables continuaciones literarias y de una conciencia autorial consistente que lleva al investigador plasmar la dicotomía continuador/creador en el seno de los libros de caballerías castellanos y preocuparse por el diálogo del escritor con los autores de los textos matriz: entre otros, publicó el Amadís de Grecia y tres Floriseles. En última instancia, Cristina Castillo Martínez disecciona la anatomía de las derivaciones literarias de la Diana (1559) de Jorge de Montemayor, con lo que conjuga tres conceptos y marbetes: continuaciones, imitaciones y plagios; legión de escritores acusó su influjo y varios se enfrascaron en continuaciones: Alonso Pérez, Gaspar Gil Polo, Jerónimo de Tejeda y Gabriel Hernández; solo el texto del último se ha perdido.

10Como colofón a los estudios centrales, el tercer apartado percute en Lazarillos, Guzmanes y Quijotes, etiquetas heredadas de obras elementales en el grueso de la novela áurea. Hanno Ehrlicher consagra su capítulo a problemas amplios que incumben a las continuaciones de la novela picaresca, concebida como un género de propiedades concretas que asoman en las continuaciones literarias en que se involucra; trata especialmente el Lazarillo (1554) y el Guzmán. Philippe Rabaté hace hincapié en el modelo que alcanza a ser el Lazarillo para sus continuadores directos, si bien su influencia en toda la picaresca fue muy marcada; acota su estudio a las relaciones del original con las continuaciones de 1555, también anónima, y 1620, de Juan de Luna; la comparación arroja luz sobre la recepción del texto de 1554. Alvarez Roblin pone en paralelo y compara las continuaciones apócrifas del Guzmán y del Quijote, en las coordenadas arriba mencionadas, para plantear una nueva dicotomía sobre los autores de los apócrifos, Luján y Avellaneda: impostores/creadores; la correlación entre los procesos que rodean a ambos textos resulta cabal. Para finalizar, David González Ramírez profundiza en Félix Machado da Silva y en su tercera parte del Guzmán (h. 1650), donde la impronta católica despunta como preocupación primordial.

11Más allá de la introducción y de este bloque central, donde se agavillan los trabajos indicados, el volumen culmina con unas conclusiones en que Nadine Ly recoge los logros principales de la publicación, siempre ligando las consecuciones críticas e históricas con las teóricas, es decir, los avances en las manifestaciones concretas de las continuaciones literarias con el conocimiento de esta práctica, integradora de una dinámica fructífera en los márgenes temporales que el ejemplar acota; a su sucinto texto remito. Sin duda, otra prueba más de la unidad del volumen, que queda del todo afianzada gracias a la bibliografía final. También en aras de la consistencia se arma esta última sección, ya que se compone de las diversas referencias bibliográficas que se han ido diseminando a lo largo del libro y que ahora se agrupan a su término para que el lector pueda familiarizarse con ellas de modo más sencillo que rastreándolas individualmente en cada contribución.

12De resultas, La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii otorga al investigador actual un material valioso que abre el camino de futuras investigaciones en la dirección de la teoría de la continuación literaria y de la comprensión individualizada de cada obra y su linaje, siempre bajo la premisa de que ambas corrientes se solidaricen para escudriñar un ámbito prometedor y poco conocido de la literatura española de los siglos xiii al xvii y, más ampliamente, de las literaturas hispánicas. Siempre desde la configuración de un volumen colectivo ajustado a las tres fases descritas –introductoria, teórica y abstracta; central, crítica e histórica y concreta, y conclusiva– que dispone, en fin, de una bibliografía aprovechable.

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Pour citer cet article

Référence papier

Pedro Mármol Ávila, « David Alvarez Roblin y Olivier Biaggini (eds.), La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii »Bulletin hispanique, 120-1 | 2018, 343-348.

Référence électronique

Pedro Mármol Ávila, « David Alvarez Roblin y Olivier Biaggini (eds.), La escritura inacabada. Continuaciones literarias y creación en España. Siglos xiii a xvii »Bulletin hispanique [En ligne], 120-1 | 2018, mis en ligne le 30 juin 2018, consulté le 15 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/bulletinhispanique/6216 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/bulletinhispanique.6216

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Auteur

Pedro Mármol Ávila

Universidad Autónoma de Madrid

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Droits d’auteur

CC-BY-NC-ND-4.0

Le texte seul est utilisable sous licence CC BY-NC-ND 4.0. Les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés) sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

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