- 1 Real Academia Española, Diccionario de la lengua española, p. 2010.
1La transgresión aparece en la obra de Fernando Vallejo desde sus orígenes y ha continuado acompañando su escritura a través de los años y de los diversos géneros que practica : ensayo, ficción, biografía o discurso. El novelista y el personaje-narrador que se ha creado, son eternos descontentos y practican un recurrente discurso anti-sistema. Si transgredir se entiende como lo define El Diccionario de la Lengua Española, es decir : “quebrantar o violar un concepto, ley o estatuto”1, Vallejo elabora sus novelas a través de un recurso constante a la transgresión. Trataremos en este trabajo de despejar las diferentes formas transgresoras en las que incurre el novelista y su evolución desde la publicación de su primera novela Días azules de 1985 hasta su última obra titulada ¡Llegaron ! del 2015.
2Transgresión y reiteración parecen ser, como el título de éste texto, aspectos que van siempre de la mano en la obra de Fernando Vallejo. Nos interesaremos aquí en comprender los mecanismos de esa reacción sistemática a todo dogma establecido a través del conjunto de postulados que el novelista ha elaborado a lo largo de toda su producción. Nuestra propuesta se interesa en tres aspectos : transgresión literaria, transgresión geográfica y transgresión nacional.
- 2 Fernando Vallejo, Días azules, p. 25.
3Las dos novelas que concentran nuestra atención –la primera y la última de su larga producción– son esenciales para comprender el origen de éste marcado y primogénito estado de insubordinación contra todo y contra todos, por tratarse de las dos novelas que abordan su infancia. Uno de esos recuerdos resume bien su testarudez y su innata insubordinación, se trata de un niño, que puede ser el narrador, su abuelo, o un sobrino cualquiera, dándose golpes contra las baldosas del patio de la casa familiar. Esta anécdota y su respectivo recurso a la onomatopeya abre justamente Días azules : “Bum, bum, bum, la cabeza del niño, mi cabeza rebotaba contra el embaldosado duro y frio del patio, contra la basta tierra, contra el mundo, inmensa caja de resonancia de mi furia”2. Esta frase fundamental resume la trayectoria personal y literaria de Vallejo, su transcurrir ha sido una eterna lucha contra todo tipo de autoridad.
- 3 Fernando Vallejo, ¡Llegaron!, p. 141.
- 4 Ibid.
4La carrera artística de Fernando Vallejo se realiza en efecto contra viento y marea, sus primeros pasos los da en el cine, pero se estrella contra una sociedad que no acepta ningún tipo de autocrítica, razón por la cual sus películas son censuradas en Colombia y termina abandonando el cine. Repetidas veces, tanto en ficciones como en ensayos y discursos, el escritor señala a su país como responsable de su exilio, cito : “la que me cerró todas las puertas y todos los caminos”3, así lo vuelve a decir en su última novela. Esa vieja herida de su salida del país se ha convertido en una llaga abierta que hace que el escritor reitere su ataque contra todos los representantes y todos los símbolos de la nación, recurriendo a su particular empleo de la enumeración, queriendo abarcar así la inmensidad del fraude que constituye su país : “Colombia la mala, la asesina, la mezquina, la mamarracha paridora de políticos, futbolistas, secuestradores, atracadores, extorsionadores, procuradores, guerrilleros, ministros, presidentes, fiscales, curas, toda la roña humana habida y por haber”4.
- 5 Fernando Vallejo, Peroratas, p. 303.
5Su recurso a la autoficción y por ende a la primera persona es en sí una forma de transgresión a la tradición literaria –o al menos de esa forma lo concibe Vallejo– al afirmar en reiteradas ocasiones que el recurso a un narrador omnisciente y a la tercera persona es, dentro de la literatura, una costumbre de “comadres chismosas, en prosa cocinera”5 al estilo de Balzac o de García Márquez. En una entrevista que el autor nos concedió en 2010 y que fue publicada por la Universidad Nacional de Colombia, Vallejo opone así el empleo de la tercera y la primera persona :
- 6 Néstor Salamanca, “Creo que soy capaz de romper el mundo a cabezazos”. Entrevista a Fernando Vallej (...)
Los dos caminos estaban marcados desde el comienzo, el gran camino que tomó la literatura por dos mil años fue la tercera persona, ahora está tomando el otro, el de la primera persona. Que alguien cuente los pensamientos y los sueños de otras personas como en diálogos grabados en una cinta es ridículo. Ahora Balzac, Flaubert, Zola, Dickens, Dostoievski son ridículos y absurdos.6
- 7 Julia Kristeva, La révolte intime.
- 8 Diana Diaconu, Fernando Vallejo y la autoficción. Coordenadas de un nuevo género narrativo, p. 77-8 (...)
6Diana Diaconu en su libro Fernando Vallejo y la autoficción recurre al concepto de révolte estudiado por Julia Kristeva en su texto La révolte intime7 para analizar las características de la escritura autoficcional del escritor colombiano. Diaconu considera que el recurso a la autoficción en Vallejo es una expresión de su visión crítica del mundo y de su total libertad de opinión. Vallejo es pues un novelista en ruptura con el canon que recurre a una escritura en revuelta que es la autoficcion, género eminentemente postmoderno en contravía con los dos géneros típicos de la modernidad que son la novela y la autobiografía8. La autoficción es transgresora puesto que se confronta a la tradición secular del género de la novela y de la narración en tercera persona que con tanto ahínco ataca Vallejo.
7La transgresión en Vallejo es también verbal y se materializa por un recurso constante al insulto que analizamos con Carmen Val Julián en una comunicación presentada en el congreso del ILII de Poitiers en 2004. Esa estética de la injuria le viene primero al narrador de la madre que no dudaba, como cuenta en Días azules y en ¡Llegaron !, en gritarles maricas a los curas y putas a las monjas de los colegios donde tenía inscritos a sus numerosos hijos e hijas. La lengua materna surge ya como una lengua soez, de aquella madre que no dudara en gritarles “hijueputas” a sus propios hijos a sabiendas que la primera insultada era ella misma. El empleo del español salpicado de injurias pertenece también a la tradición oral antioqueña, región agraria y montañosa en donde los arrieros llevaban y traían historias y chismes de valle en valle gracias a una lengua enraizada en la pura tradición castellana, así lo señale el propio autor en un artículo titulado “El gran diálogo del Quijote” que aparece recopilado en su libro Peroratas :
- 9 Fernando Vallejo, Peroratas, op. cit., p. 90.
¡Venirme a explicar a mí qué es una recua o un arriero ! ¿A mí que nací en Antioquia que vivió por siglos encerrada entre montañas y que si algo supo del mundo exterior fue por los arrieros, que nos traían las novedades y noticias de afuera, y entre los bultos de sus mercancías, sobre los lomos de las mulas de sus recuas, ejemplares del Quijote ?9
8La repetición puede ser también vista como una forma de transgresión por el desafío que representa para un escritor retomar los mismos temas y anécdotas tratados en obras anteriores, las dos novelas que nos interesan aquí son las más alejadas en el tiempo, pero tal vez las más cercanas por su temática y por la reunión de anécdotas sobre su infancia y su numerosa familia. Otro mecanismo transgresor en su escritura es la provocación. Para tal fin recurre a la ironía, la exageración, la paráfrasis o la hipérbole. En su discurso Vallejo nos confronta constantemente a la oposición de extremos, es decir que sus más escandalosas afirmaciones son negadas líneas o páginas después con el mayor desparpajo. Se trata de un discurso impulsivo y una verbalización instantánea y aparentemente descontrolada que se manifiesta a través del empleo de la onomatopeya, la reiteración y la anáfora, figuras que dan el ritmo particular que tiene su escritura y que hemos podido observar a través de las citaciones ya leídas.
- 10 Fernando Vallejo, El mensajero, p. 313.
- 11 Ángel Rama, La ciudad letrada.
9Distante y crítico con las élites centralistas de Bogotá, Vallejo se place en posicionarse como heredero literario de otros escritores antioqueños considerados como periféricos y marginales. Es el caso de Porfirio Barba Jacob a quien le consagra El mensajero, su mejor biografía, y del filósofo Fernando González que el mismo Vallejo define como “filosofo chocarrero, viejo payaso en tierra de payasos” (El mensajero, 313)10. La voluntad desmitificadora e iconoclasta de Vallejo se inscribe dentro de la vertiente transgresora del pensamiento antioqueño frente al centralismo bogotano. Esa territorialidad periférica inicial explica en parte el origen del marcado resentimiento que el escritor expresa en sus obras hacia la oligarquía capitalina que ha mantenido durante décadas las riendas del poder, de la represión y del saber ; centralismo propio a las sociedades latinoamericanas analizado por Ángel Rama en La ciudad letrada11.
- 12 Fernando Vallejo, El río del tiempo.
- 13 Fernando Vallejo, Caminos a Roma.
- 14 Fernando Vallejo, Años de indulgencia.
- 15 Fernando Vallejo, La Rambla Paralela.
10Vallejo decide dejar su país, como tantos otros escritores de su generación, pero sobre todo de la generación siguiente, por no encontrar allí las condiciones necesarias para expresarse como artista y como escritor. Su decisión y la manera reiterada de denunciar las razones de su salida es en sí una forma de insubordinación. El exilio voluntario surge entonces como un acto de rebelión, como un comportamiento transgresor que pretende denunciar la ausencia de garantías y de oportunidades en su propio país. La deambulación y la marginalidad que acompañan con frecuencia el exilio aparecen en diferentes episodios de sus novelas principalmente en aquellas reunidas en El río del tiempo12. Es el caso del narrador autodiegético de Caminos a Roma13, título que evoca en sí el vagabundeo y de Años de indulgencia14 donde cuenta su experiencia de inmigrante ilegal en los Estados Unidos y su travesía hasta llegar a México también en La Rambla Paralela15 donde narra el destino trágico de tantos inmigrantes clandestinos que vagan por las grandes arterias de Barcelona.
- 16 Edward Saïd, Réflexions sur l’exil, p. 208.
- 17 Monique Lebrun et Luc Collès, La littérature migrante dans l’espace francophone: Belgique-France-Qu (...)
- 18 Francisco Villena, Las máscaras del muerto: autoficción y topografías narrativas en la obra de Fern (...)
- 19 Fernando Vallejo, Casablanca la bella.
11Para Edward Saïd16 el exilio es la condición del escritor disidente, la distancia que implica tal condición, le ofrece al escritor cierta lucidez y desprendimiento con relación a su sociedad de origen. Esta distancia espacial y afectiva es palpable en la visión que Vallejo elabora de su propio país. Según Lebrun y Collès17 uno de los principales rasgos de la escritura migrante es la crítica tanto de la sociedad de origen como de la sociedad de adopción, y en esto la obra de Vallejo es ejemplar. El escritor expatriado o exilado tiene una relación particular con el espacio y por ende con la representación del espacio en su obra. La no pertenencia al lugar donde se reside hace que el espacio anterior al exilio aparezca generalmente mitificado. Para Francisco Villena18, la distancia de ese lugar perdido y el recuerdo que despierta, constituye un elemento fundamental en la representación del espacio dentro de la obra de Vallejo. El espacio se reconstruye con una elevada carga afectiva, lo vemos por ejemplo en su reciente novela Casablanca la bella19. En lo relacionada con las novelas que concentran aquí nuestra atención, el espacio escogido es la finca de Santa Anita, lugar de ensueños de una infancia privilegiada en lo material y en lo afectivo. El espacio se problematiza al afrontar los rigores del tiempo y de la expansión urbana y demográfica que afectan de manera frontal las urbes latinoamericanas a partir de los años 1950. La finca de los abuelos es la metáfora de una época gloriosa que se llevó el ensanche, su destrucción constituye el inicio del éxodo del narrador, primero de un barrio a otro de Medellín, luego de una ciudad a otra en Europa. Esta movilidad geográfica se evidencia en las novelas que hacen parte del roman fleuve El río del tiempo, sus títulos constituyen una exaltación de la deambulación espacio-temporal, es el caso de Los caminos a Roma, Años de indulgencia o Entre fantasmas.
- 20 Francisco Villena, op. cit., p. 81.
- 21 Fernando Vallejo, El fuego secreto.
12Francisco Villena20 califica al narrador vallejiano de flâneur, actitud que no es solo consecuencia de su expatriación, aunque si se confirma, sino que aparece desde bien antes en la vida del narrador protagonista y que se relaciona con la marginalidad de su condición de homosexual en una sociedad patriarcal y homófoba contada en El fuego secreto21. En efecto la exclusión de esta minoría y su consiguiente ocultamiento son conductas que implican el rebusque y la deambulación. La búsqueda sexual en un espacio hostil conlleva a la exploración y al vagabundeo, condiciones que debe también enfrentar el migrante, el viajero o el ilegal, circunstancias que encarna el alter-ego vallejiano en las novelas reunidas en El río del Tiempo. Errar es pues el destino de los disidentes y de los segregados y Vallejo se ha sentido siempre en esta condición, distanciándose de la clase dominante a la que pertenece y contra la cual vitupera, de la familia tradicional que responsabiliza del desastre ecológico y demográfico, de la supuesta raza antioqueña exaltada por su laboriosidad y esfuerzo y que en sus novelas es retratada como una ilusión y un fraude.
- 22 Lionel Souquet, “Humanos y animales en Fernando Vallejo: de Heidegger a Deleuze”.
13Su constante oposición a toda ideología segregacionista ha hecho que tanto la izquierda como la derecha en su país lo hayan hecho el blanco de constantes ataques, es importante señalar que el tinte provocador e incendiario de las afirmaciones de Vallejo se prestan a todo tipo de críticas. En su comunicación en el pasado congreso de Colombianistas en Medellín, Lionel Souquet22 sostiene que las violentas críticas a la obra de Vallejo de la parte de sus coetáneos provienen del hecho de que estos ignoran que la provocación y el humor de Vallejo son la esencia misma de su obra y que la trascendencia estética y el sistema discursivo de Vallejo se sostienen justamente de esa inversión irónica.
- 23 Edward Saïd, op. cit., p. 241.
- 24 Fernando Vallejo, Logoï, una gramática del lenguaje literario.
- 25 Fernando Vallejo, La virgen de los Sicarios.
14La inversión que pone en marcha Vallejo es visible también en su representación del espacio, la transgresión geográfica que consiste en condenar sistemáticamente todo lo relacionado con Colombia toma con frecuencia la forma de una simple maniobra de distracción. La verdad es que a pesar de haber dejado su país por invivible y de criticar constantemente todos sus estamentos, símbolos y figuras, el narrador y alter-ego vallejiano no logra alejarse de su único motivo literario que es justamente Colombia. En efecto la totalidad de las doce novelas que forman parte de la producción narrativa de Vallejo están ancladas en la realidad nacional. La evocación del espacio anterior al exilio adquiere una tonalidad nostálgica y exaltante, la finca familiar es el locus amoenus, y Medellín un pueblo grande y tranquilo donde todo el mundo se conoce. Su exilio voluntario constituye la primera manifestación de hostilidad del novelista hacia su país. Se fue porque el artista no tiene posibilidades fuera de la burocracia estatal que él. La escritura se convierte en un recurso desviado para poder quedarse o seguir regresando. Para Saïd23 el exilio es una fisura que nunca logra superarse, expresión que adquiere toda su fuerza en la narrativa de Vallejo. Su autoexilio constituye una herida abierta, pero es a la vez una experiencia de tal trascendencia que dinamita el mundo imaginario de quien la vive. Esa furia incesante de haber tenido que irse dejando lo que más quería, es el motor que ha mantenido durante todos estos años su fulgurante escritura. Los recursos que emplea en esta transgresión geográfica son múltiples, uno de ellos es el insulto, forma clásica de la transgresión literaria. La injuria en Vallejo se convierte en un verdadero recurso verbal que el propio autor reivindica como un legado de la más rancia tradición castellana, el cervantino “hideputa” por ejemplo se transforma en “hijueputa” tratando con tal despliegue acercarse a la fuerza expresiva y semántica de los grandes clásicos del siglo de oro. Su antigua pasión por la gramática, la misma que lo llevó a titular su primera obra Logoï, una gramática del lenguaje literario24 lo lleva a explicar en forma metaliteraria las formas más prosaicas de la jerga criminal en La virgen de los Sicarios25.
15Al no ser un exilado en el estricto sentido de la palabra, Vallejo puede regresar a su país cuando quiere y así lo hace. Sin embargo, la desazón y el resentimiento de esa distancia impuesta hacen que su visión sea particularmente crítica. El largo tiempo que ha permanecido fuera hace que los cambios que ha sufrido la sociedad colombiana sean aún más visibles y su opinión más mordaz. De manera progresiva, la idea de un posible retorno aparece como un motivo importante en la narrativa de Vallejo, es de regreso a Medellín que encuentra el caos absoluto en que se ha convertido su ciudad natal después de décadas de ausencia :
¿Los teléfonos públicos ? Destrozados. ¿El centro ? Devastado. ¿La universidad ? Arrasada. ¿Sus paredes ? Profanadas con consignas de odio “reivindicando” los derechos del “pueblo”. El vandalismo por donde quiera y la horda humana : gente y más gente y más gente y como si fuéramos pocos, de tanto en tanto, una vieja preñada, una de estas putas perras paridoras que pululan por todas partes con sus impúdicas barrigas en la impunidad más monstruosa.26
16En este fragmento vemos varios de los procedimientos que utiliza Vallejo para hacer más eficaz su recurso a la provocación a través de la ironía ; es el caso de una serie de frases interrogativas y de sus respectivas respuestas que gracias a un juego de contraste ofrecen una visión más cruda y contundente de la realidad descrita : “¿El centro ? Devastado. ¿La universidad ? Arrasada. ¿Sus paredes ? Profanadas”. El recurso a la reiteración salta a la vista, reiteración en el empleo del participio, forma pasada y perfectiva del verbo que le da contundencia a la acción narrada. Reiteración proposicional que amplia y multiplica lo descrito “gente y más gente y más gente”, reiteración adverbial de “tanto” que acelera la frecuencia de los hechos y el polisíndeton de la conjunción copulativa. Estos procedimientos estilísticos son frecuentes y se repiten a través de todos sus escritos –ficciones o ensayos– donde se recurre también a la original forma que adquieren los insultos en boca del narrador, lo vemos por ejemplo en el recurso a la reiteración fónica y más precisamente en la aliteración que le permite reforzar el agravio y marcar un ritmo a la vez soez e irónico, la aliteración es además doble en “p” con “putas perras paridoras que pululan”, y en “im” con “impúdicas” e “impunidad”. Como si el efecto sonoro no fuera suficiente para multiplicar el improperio se recurre también a la animalización, otra táctica muy vallejiana en lo que al insulto se refiere, no solo al referirse a mujeres, niños o jerarcas de la iglesia, sino también en relación con todos los representantes y símbolos de la patria, otra de sus blancos preferidos de los que hablaremos enseguida.
- 27 Fernando Vallejo, Días azules, op. cit., p. 125.
- 28 Diana Diaconu, op. cit., p. 132.
17El largo periodo colonial y la efervescencia de la independencia van a fomentar en las nuevas naciones latinoamericanas un marcado sentimiento patriótico que será luego utilizado políticamente durante las largas guerras civiles que marcaron el siglo XIX. La exaltación de lo propio a través de símbolos nacionales constituye una constante en la mayoría de las sociedades latinoamericanas, con cierto énfasis en las regiones más conservadoras como es el caso de México y los países andinos. Al ser, como el mismo se define, “quemador de curas y de santos”27, Vallejo se aplica en sus novelas a socavar el pedestal de todos los hombres de poder, desde Bolívar y el Papa de turno, pasando por todos los presidentes colombianos sin importar su color político. Para lograr sus fines emplea un discurso irónico y provocador que busca desmitificar la misión de santos y próceres del pasado, comparándola con la función actual de jerarcas y políticos. Para Diana Diaconu28, el discurso desmitificador de las autoficciones de Vallejo rompe con el modelo intelectual hegemónico y va en contravía de la imagen impuesta por el realismo mágico de una Colombia linda y mágica. En contraste con la cómoda postura del intelectual oficial, Vallejo opta por la marginalidad y la disidencia, posición que facilita el exilio gracias a la lucidez que da la distancia.
- 29 Pablo Montoya, “Fernando Vallejo: Demoliciones de un reaccionario”.
- 30 Diccionario de la Real Academia Española, op. cit, p. 390.
18En un artículo muy comentado y particularmente crítico con la visión iconoclasta de Vallejo, el escritor colombiano Pablo Montoya –que no consigue digerir como tantos otros compatriotas el carácter desmitificador del discurso de Vallejo– intenta desentrañar el origen panfletario del estilo de Vallejo dentro de la tradición literaria antioqueña. Pablo Montoya, que nació en el departamento de Santander pero que vive y trabaja en Antioquia, afirma que la diatriba que practica Vallejo le viene de la tradición oral antioqueña. Su recurso a la diatriba que es la extrema expresión de la burla, constituye en Vallejo : “una forma elaborada literariamente de lo que en Antioquia se llama la cantaleta”29. La cantaleta es un término que viene etimológicamente de canto y define una retahíla excesiva y a veces incoherente que busca incomodar divirtiendo. El Diccionario de la Real Academia Española propone dos acepciones empleadas en latinoamericana, por una parte en los Andes es un : “estribillo (voz o frase que se dice con frecuencia)”, y en Colombia, Cuba, Panamá y Venezuela, “Regañina reiterada”30. Podemos observar que la repetición y el carácter de pugna verbal permanecen vigente en los dos significados del término.
19Esa vieja y rural cantaleta antioqueña, anticlerical e incendiaria hace parte de la génesis del discurso irreverente y reiterativo de Vallejo. No solo en su escritura sino también en su expresión cotidiana –pública o privada–, en efecto su conversación está plagada del mismo recurso a la ironía y a la exageración buscando sorprender y a la vez divertir a su auditorio. La cantaleta como el discurso desmitificador de Vallejo se nutren de la lengua oral tanto del arriero de ayer como del sicario de hoy, ámbitos en los que el recurso al insulto y al juego de palabras participan de la lid verbal. Sus temas predilectos son también similares, aquellos que se presten al sarcasmo y al humor negro, como la iglesia y sus viciosos representantes, la clase política y sus prácticas corruptas y más ampliamente aquella sociedad antioqueña, la suya, que desenmascara sin compasión y con cierta complacencia.
20Muchas han sido las voces que se han manifestado en Colombia contra la supuesta mala imagen que vehiculan las obras de Vallejo, principalmente después de la publicación en 1994 de La virgen de los sicarios, novela que lo hará conocer en el ámbito literario internacional. A partir de entonces Vallejo se ha visto envuelto en otros episodios mediáticos que han sido aprovechados por la prensa local para insistir sobre su poco compromiso con Colombia, como los miles de dólares de premios donados a fundaciones extranjeras de protección animal, pero sobre todo la adquisición de la nacionalidad mejicana como consecuencia de un proceso jurídico por blasfemia por un artículo contra la iglesia publicado en una revista colombiana. A partir de este sonado caso que muchos consideraron como una traición tras hacer pública su voluntad de renunciar a la nacionalidad colombiana, la exposición mediática de Vallejo ha conocido un boom impresionante, sus opiniones son difundidas en todos los medios, la prensa y la radio lo entrevistan con frecuencia y hasta un personaje de caricatura suya fue creado en un medio radial de gran difusión. La imagen de transgresor furibundo que Vallejo ya había tejido a través de sus autoficciones ha desbordado el campo literario hasta adquirir una gran visibilidad gracias a la red donde se pueden leer todas sus publicaciones y consultar todos sus discursos pronunciados en los numerosos eventos a los que es invitado y que Vallejo aprovecha para continuar su retahíla contra cardenales, ministros, narcotraficantes y contra todo el que se le atraviese por el camino.
21En un país como Colombia en donde la literatura ha sido de limitada difusión por el precio de los libros y por la confiscación de la cultura en manos de una minoría urbana y educada, el amplio acceso actual a los medios numéricos y a las redes informáticas cambia por completo la distribución de las cartas de la información y nos interroga sobre el papel actual del intelectual en la sociedad latinoamericana. La banalización de la información a todos los niveles ha abierto la brecha a todo tipo de contenidos y ha ampliado la recepción de discursos transgresores que como el de Vallejo buscan la mayor difusión posible. El hecho de que Vallejo haya optado en ¡Llegaron ! por reescribir su primera novela aumentando algunas anécdotas, pero conservando el andamiaje central de su universo ficcional, nos puede dar pistas sobre el origen de su proyecto transgresor y la manera como trata de adaptarse a los nuevos desafíos de la comunicación acercando la literatura de la performance.
22La voluntad transgresora de la obra de Vallejo es evidente desde el origen mismo de su universo ficcional, de una parte, por el recurso a la autoficcion, género de por sí sulfuroso y, por otra parte, por el uso de una lengua doblemente materna por el origen y por su carácter difamatorio. Al sentirse excluido y simbólicamente expulsado de su propio país, la escritura de Vallejo adquiere una espesura particular, su furioso alter-ego narrador busca no dejar títere con cabeza en esa sociedad que nunca lo considera digno de hacer parte de ella. La transgresión no solo atraviesa la obra de Vallejo, sino que la define, la distingue y la hace única, objetivo máximo de la verdadera obra de arte. Sus autoficciones aniquilan tabúes sexuales y sociales, pero provocan a la vez oposiciones tajantes con su visión de la realidad nacional. Es por eso que la escritura debe entenderse en Vallejo como el arte de nadar contra la corriente sin dejarse consumir por el oleaje.