Navigation – Plan du site

AccueilNuméros19La ambigua presencia de la tortur...

La ambigua presencia de la tortura en las obras de Fernando Aramburu1

La présence ambiguë de la torture dans les œuvres de Fernando Aramburu
The Ambiguous Presence of Torture in the Works of Fernando Aramburu
Javier Rodríguez Hidalgo

Résumés

La torture d’individus sous détention par la police espagnole a été une pratique qui n’avait rien de rare dans la lutte contre ETA. Même si son existence était admise tacitement ou explicitement parmi les intellectuels, les politiques et les journalistes lors de la Transition, sa continuité a été progressivement minimisée, voire niée, dans le régime parlementaire. Les trois premières œuvres narratives que Fernando Aramburu a consacrées au conflit basque tandis qu’ETA existait (Los peces de la amargura, Años lentos et Patria) comprennent des références différentes à ce phénomène. Elles doivent être lues dans leur contexte précis, d’où découlera une image très particulière d’une telle pratique, qui passe par plusieurs étapes, depuis la relativisation (dans Los peces de la amargura) jusqu’à une reconnaissance tardive et ambiguë (dans Patria).

Haut de page

Texte intégral

  • 1 Este texto completa otro anterior: Javier Rodríguez Hidalgo, “Patria: una novela que refleja muy bi (...)

Don Francisco Tomás y Valiente (El País, 3 de abril de 1995), al igual que Hannah Arendt, ha visto la tortura como una inhumanidad mayor que el homicidio. Dante la hizo esencia del Infierno. Ya es una aberración el que la ley repute la tortura como algo mucho menos grave que el asesinato, pero aún más allá de su siniestro aspecto de culpa personal está el terrible potencial del mal anónimo que asoma en ella, como una bocanada del Infierno. Quien combina el indulto con la ya demente indiferencia de la ley hacia el delito del torturador muestra, así pues, la más temeraria irresponsabilidad frente al tenebroso aspecto del mal impersonal de la tortura en cuanto obra objetiva del Estado.

  • 2 Rafael SÁNCHEZ FERLOSIO, Campo de retamas. Pecios reunidos, edición de Ignacio ECHEVARRÍA, Barcelon (...)

Rafael Sánchez Ferlosio2

  • 3 Cf., con una diferencia de treinta años entre ambos, Fernando SAVATER y Gonzalo MARTÍNEZ-FRESNEDA, (...)

1La tortura como práctica amparada por ciertas instituciones del Estado en el País Vasco está documentada desde hace tiempo3. De manera recurrente, el final de ETA ha devuelto la atención sobre el uso del tormento en comisaría, ya sea con motivo de la aparición del informe previo del Gobierno Vasco sobre la tortura (coordinado por el forense Pako Etxeberria) o del estreno del documental Non dago Mikel? (Miguel Ángel Llamas y María Merino, 2020), que recuerda las circunstancias en que desapareció Mikel Zabalza en 1985 tras su detención por la Guardia Civil y el descubrimiento de su cadáver con signos evidentes de maltrato. Pese a este silencio, una de las razones que se han enarbolado para elogiar las obras de Fernando Aramburu sobre el conflicto vasco es precisamente haber tratado este asunto. Nos proponemos comprobar en qué medida esta idea es cierta.

2La pervivencia durante varias décadas de esta metodología de la lucha antiterrorista ha atravesado, como cabe esperar, varias etapas, y aunque su existencia era tácitamente admitida (y casi siempre rechazada) por la mayoría de los vascos, ha sido asimismo considerada de manera distinta por la sociedad española. A menudo, se ha juzgado la tortura a través de la opinión que se tenía de ETA, y no como un fenómeno condenable en sí mismo; dicho de otro modo, la existencia de la tortura podía relativizarse en ocasiones como una consecuencia causada por la propia ETA, cuando no un mal menor que permitiría alcanzar un objetivo deseable como era la desaparición de la organización armada.

3Podemos citar dos artículos que permiten calibrar la forma en que ha evolucionado esta percepción del uso de la tortura por parte de la policía en el País Vasco. El primero, titulado “Terror y secuelas de dos torturados”, vio la luz en el diario madrileño El País el 28 de octubre de 1984:

  • 4 José Luis BARBERÍA, “Terror y secuelas de dos torturados”, El País, 28 de octubre de 1984, consulta (...)

El informe de Amnistía Internacional, dado a conocer esta semana en Madrid, dedica especial atención a las denuncias de torturas presentadas por Joaquín Olano y José María Olarra […].
El testimonio de tortura que estas personas han ofrecido a El País es un relato sobrecogedor en el que la víctima compone un cuadro de indefensión, terror, humillación y miseria. En él se conjugan igualmente el sadismo, la brutalidad, el odio y el desprecio a la persona. Los dos denunciantes conservan en sus cuerpos cicatrices y marcas, secuelas de unas lesiones registradas en su día por los médicos forenses4.

El artículo prosigue con los testimonios de ambos torturados, a los que se concede plena credibilidad y, aunque no se diga explícitamente, a lo largo del texto se da a entender que sevicias de este tipo son impunes y recurrentes por parte de la Guardia Civil, nueve años después de la muerte de Franco.

4El segundo artículo, “Torturas en el País Vasco: ¿realidad o simple propaganda?”, publicado igualmente en El País (5-5-2002) y escrito también por José Luis Barbería, responde así a esta pregunta retórica desde su mismo subtítulo: “ETA utiliza los supuestos malos tratos infligidos por la policía a los detenidos para ganar simpatizantes para su causa”, y continúa en el cuerpo del texto:

  • 5 J. L. BARBERÍA, “Torturas en el País Vasco: ¿realidad o simple propaganda?”, El País, 5 de mayo de (...)

Como en otros países de su mismo entorno europeo, las policías españolas no están libres de la sospecha, pese a los avances reconocidos en ese terreno y a que gran parte de los jueces y fiscales dan por hecho que ésa es una asignatura ya superada por la democracia española. […] La sospecha de que los malos tratos se practican de manera generalizada con los detenidos por terrorismo sigue estando ampliamente extendida en la opinión pública vasca, a despecho de la falta de credibilidad y legitimidad moral y política de los denunciantes, aunque se admita que los activistas de ETA siguen por sistema la consigna de denunciar torturas.
[…]
Es posible que la verdad de los malos tratos a los detenidos de ETA haya que buscarla en un espejo roto de imposible recomposición en su totalidad, porque, entre otras cosas, siempre faltan algunos trozos perdidos durante el espacio de incomunicación de los cinco días, dos más que lo que la Constitución establece como periodo máximo en el régimen normal. En comparación con otros países, el sistema español puede ser considerado garantista respecto al terrorismo […]5.

Si hemos incluido una cita tan larga es porque, a nuestro entender, es muy elocuente en cuanto a la actitud de minimización de un problema tan grave como este; y sobre todo, y esto es lo más significativo, porque el autor de ambas noticias es el mismo periodista, José Luis Barbería. Este segundo texto es particularmente interesante como ejemplo de la postura que podemos calificar con toda pertinencia de negacionista, ya que consiste en relativizar hasta el extremo, o incluso en negar, que la tortura haya podido utilizarse de manera habitual por parte de policías y bajo el amparo garantizado por la omisión de periodistas, jueces y fiscales, que deberían haber actuado contra este crimen para que no fuera impune.

  • 6 La denuncia de Romano por las torturas sufridas fue archivada. El Tribunal Europeo de Derechos Huma (...)

5Aunque Barbería admita al final del último párrafo citado que no puede descartarse “la existencia de casos aislados”, todo su texto (inspirado por la polémica desencadenada por unos carteles que denunciaban en el País Vasco el maltrato sufrido por Unai Romano durante su incomunicación en comisaría, ordenada por el entonces juez Fernando Grande-Marlaska6) va en la dirección contraria, y cita como ejemplo estas palabras de un responsable antiterrorista:

“No me creo nada de eso, es la historia de siempre, con los tópicos de siempre”, dice un comisario que lleva 24 años en el oficio. “Por supuesto que ha habido torturas en el pasado y no seré yo quien blanquee esos años, pero si ellos denuncian ahora es porque siguen el manual de ETA. ¿Que por qué cantan los sospechosos de ETA con tanta facilidad? En primer lugar, la gente debería saber que las detenciones se hacen sobre una base documental o testimonial y que se investiga bastante. […]”

Barbería, que ya había documentado la brutalidad de la tortura en el artículo de 1984 que hemos visto antes, debería saber que este comisario empezó su carrera, si es cierto que llevaba entonces “24 años en el oficio”, en 1978; es decir, cinco años antes de que se torturase a los dos ciudadanos que entrevistaría en 1984, lo que debería llevarle a mostrar cierto escepticismo ante las declaraciones de un policía que trabajaba en un contexto tan peculiar; sobre todo porque, durante todas estas décadas, los militantes de ETA detenidos en Francia no “han cantado con tanta facilidad” (por retomar la jerga de este funcionario) como los que pasan por dependencias policiales españolas.

  • 7 Especialista del análisis de la guerra sucia, es autor, por ejemplo, de Manual del torturador españ (...)

6El caso de Barbería dista de ser único. La tortura es una práctica tan inhumana que sirve para poner en tela de juicio, por sí sola, la legitimidad de todas las instituciones de un país democrático, desde la justicia que no actúa contra ella con la contundencia que merece hasta la prensa que, como hace el artículo de El País de 2002, minimiza o escamotea su gravedad. Además, la tortura plantea un problema doble, tanto moral como político, al conjunto de la ciudadanía de un país, si esta no se moviliza para erradicar un mal tan funesto. En efecto, fuera del País Vasco, la denuncia de la tortura ha sido casi siempre minoritaria y ninguneada, incluso cuando se han producido los casos más graves, que han concluido con la muerte del detenido, como la de Mikel Zabalza en 1985 o la de Gurutze Yanci en 1993 (ninguno de los cuales tenía relación con ETA). En el caso de Zabalza, es sintomático el silencio que, por parte de los medios de comunicación españoles, ha acompañado el estreno, el 26 de febrero de 2021, del documental ya mencionado Non dago Mikel?, pese a presentar novedades para el caso como las grabaciones de conversaciones de policías que dan por hecho que Zabalza murió durante lo que ellos mismos denominan “interrogatorio”. Otro tanto puede decirse de los estudios como los de Xabier Makazaga al respecto7.

7Para pasar, como hizo José Luis Barbería, del reconocimiento de la tortura a su negación ha sido necesario atravesar varias etapas, y la fundamental fue la llegada del Partido Popular al poder en 1996. Anteriormente todavía era posible admitir que la tortura en el País Vasco era cualquier cosa menos una práctica debida al exceso de celo, como muestra el párrafo final de un editorial de El País, publicado el 13 de noviembre de 1997 bajo el título “Sí fue torturado”, respecto al caso de Kepa Urra, un militante de ETA detenido y torturado en enero de 1992:

  • 8 Anónimo, “Sí fue torturado”, El País, 13 de noviembre de 1997, consultado el 23 de noviembre de 202 (...)

El esclarecimiento de los casos en que haya indicios serios de torturas no solo no favorece la continuidad de ETA, sino que le corta una de las vías clásicas de reproducción. Motivo adicional para exigir de las autoridades firmeza en este terreno y no intentos de esquivar las condenas mediante indultos: lo de que no hay atajos en la lucha contra el terrorismo también es aplicable a la tortura8.

  • 9 El guardia civil Manuel Pardines, primera víctima mortal de ETA, murió como consecuencia de una acc (...)

8La tendencia a ocultar el tormento como práctica normalizada se acentuará desde el primer gobierno de Aznar. Si la concesión de la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil en 2001 a Melitón Manzanas causó cierto escándalo, al tratarse de un jefe de la Brigada Político-Social en Guipúzcoa (y muerto en el primer atentado de ETA, el 7 de junio de 19689), el terreno para la revisión histórica de la tortura durante el franquismo ya había empezado a prepararse desde finales de los años noventa, como demuestra este pasaje de una obra de Jon Juaristi publicada en 1999, en que el autor comenta las palabras de un exmilitante de ETA, Iñaki Sarasketa, acerca del atentado contra Manzanas:

  • 10 Jon JUARISTI, Sacra Némesis. Nuevas historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa, 1999, pp. 13 (...)

Sarasqueta [sic] reconoce, por ejemplo, que siempre pensó que Manzanas se valía más de su fama de torturador que de la propia tortura. Desgraciadamente, la tortura existió y ha seguido existiendo después de que el dictador se extinguiera (Sarasqueta la padeció, yo mismo la padecí, y nadie va a convencerme de lo contrario), pero la existencia de la tortura –como “práctica habitual”, para recurrir al latiguillo– no demuestra que Manzanas necesariamente la practicase, según reconoce Sarasqueta. Uno puede tener la convicción moral de que Manzanas era un sádico: de ahí a considerarlo un hecho probado hay una diferencia que ni Sarasqueta ni yo nos sentimos hoy autorizados a salvar10.

9Javier Ortiz, miembro del consejo editorial de El Mundo, respondió a la condecoración de Manzanas con un artículo (“Melitón Manzanas”, El Mundo, 20/01/2001), en que recordaba haber sido víctima del comisario franquista, y añadía:

  • 11 Javier ORTIZ, “Melitón Manzanas”, El Mundo, 20 de enero de 2001, consultado el 23 de noviembre de 2 (...)

[…] el viejo rencor que guardo al vomitivo personaje no me ciega hasta el punto de olvidar que se limitó a ser uno más. Sus prácticas de torturador no constituyeron una anomalía del régimen franquista, sino su expresión más natural y genuina. ¿A quién tratan de engañar, acotando el oprobio a su patética persona?11

Pero para Ortiz, ya muy alejado de las ideas que le habían llevado a militar en ETA casi al mismo tiempo que Juaristi, era necesario ir más lejos:

  • 12 Ibid.

Hágase recuento de los policías y guardias civiles que han sido condenados por torturas desde 1977 hasta ahora. Indáguese cuántos han cumplido efectivamente las penas que les fueron impuestas. Y compruébese cuántos de ellos han sido condecorados. O, casi mejor, compruébese cuántos de ellos no han sido condecorados: se acabará antes el recuento12.

10En efecto, ya en 2001 era palpable un retroceso en la admisión (y por ende en la repulsa) que rodeaba a la tortura como práctica policial frecuente en la lucha contra ETA. Casos clamorosos por su evidencia, como el ya citado de Unai Romano en 2001 o el de los redactores del diario Egunkaria en 2003, no sirvieron para cuestionar la versión mayoritariamente aceptada sobre los malos tratos a detenidos en el País Vasco, a saber: (1) la tortura no existe o (2) si existe se debe a iniciativas individuales, nunca organizadas por responsables políticos o policiales, por lo que (3) la justicia actúa en esos casos minoritarios, castigando a los culpables. Ahora bien, la realidad es muy diferente. Como señala Ortiz en el texto sobre Manzanas, ningún policía ha sido encarcelado en España por el simple hecho de torturar a un detenido. Los únicos casos de condenas que concluyeron con el ingreso en prisión de los culpables se dieron en el “caso Lasa y Zabala”, debido a la gravedad del crimen, que incluía la ejecución de los dos secuestrados.

11Así, a medida que pasaba el tiempo, en lo que concierne al conflicto vasco se generalizó, por parte de intelectuales y medios de comunicación españoles, una benevolencia hacia estas prácticas anómalas en la lucha contra ETA que llegaría a la impudicia, como podemos ver en esta descripción de la muerte de Joseba Arregi, torturado durante nueve días en la Dirección General de Seguridad en febrero de 1981:

  • 13 Miguel PLATÓN, Hablan los militares. Testimonios para la historia (1939-1996), Barcelona, Planeta, (...)

La noticia causó una gran conmoción, ante la sospecha de que el terrorista había sido víctima de torturas. Los malos tratos se habían producido, pero según los informes forenses –aceptados más tarde en la sentencia judicial sobre el caso–, no fueron los causantes de la muerte. Esta última se debió a una bronconeumonía, que el pistolero de ETA había adquirido, probablemente, al cruzar la frontera del Pirineo monte a través y en pleno invierno. También parece cierto que no recibió la asistencia médica precisa13.

  • 14 Danilo ALBIN, “Los policías que torturaron hasta la muerte a Joxe Arregi nunca fueron apartados de (...)

12Ninguno de los culpables de su muerte pisó una cárcel, gracias entre otras cosas a los indultos que les concedió el gobierno de Felipe González en 199014. Esta manera de actuar ha sido la norma en los pocos casos en que la justicia ha intervenido en casos de tortura a detenidos vascos, e incluso muchos inculpados por este delito han podido hacer una carrera de éxito en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como Diego Pérez de los Cobos (imputado en el “caso Kepa Urra”), responsable de la llamada “operación Anubis” contra la celebración del referéndum catalán de independencia el primero de octubre de 2017.

  • 15 Véase Gregorio MORÁN, Los españoles que dejaron de serlo, Barcelona, Planeta, 2003, p. 437.

13La invisibilización del fenómeno es tanto más llamativa cuanto que, como reconocía el editorial de El País de 1997 que hemos evocado antes, la tortura sufrida por familiares y amigos ha sido uno de los primeros incentivos que han movido a muchos vascos a militar en ETA15, y la negación del problema solo sirve para nublar la comprensión de un hecho tan anómalo como la pervivencia de algo como ETA a lo largo de tantas décadas. Es más, la miríada de artículos, libros y afirmaciones perentorias que, especialmente durante la década de 2000, han insistido en negar la importancia de la tortura, o incluso su mera existencia, hacen que un lector no desprevenido se acerque a cualquier versión diferente de lo que cree conocer sobre el País Vasco y la lucha antiterrorista con un bagaje que no hace más que dificultar la comprensión de la complejidad de los hechos.

  • 16 El trabajo de Reinares no resiste el menor examen crítico, ya que ni siquiera ha sido correctamente (...)

14Ha llegado a haber catedráticos, como Fernando Reinares, capaces de publicar una obra como Patriotas de la muerte (Madrid, Taurus, 2001), que explica supuestamente las motivaciones de quienes han militado en ETA desde los años sesenta hasta 2001 sin mencionar ni una sola vez la palabra “tortura”. Por muy pueril que sea la motivación de “vengar” las torturas sufridas (en carne propia o de un familiar o allegado) para integrarse en ETA, se trata de un factor fundamental entre los que han llevado a tantos jóvenes vascos a aceptar el uso de la violencia política. Por lo demás, no citamos por casualidad la obra de Reinares, elogiosamente acogida por los suplementos culturales españoles, sino porque constituye probablemente una de las principales fuentes documentales, junto con los libros de José María Calleja, y de estilo, para caracterizar a los personajes que pueblan las obras literarias de Fernando Aramburu que vamos a analizar aquí16.

15Para justificar nuestra perspectiva, aduciremos que la tortura plantea un interrogante gravísimo sobre cualquier régimen, por muy democrático que sea, si no se investiga ni se toman medidas para prevenirla o castigarla. El filósofo Wolfgang Sofsky escribe:

  • 17 Wolfgang SOFSKY, Tratado sobre la violencia, trad. de Joaquín CHAMORRO MIELKE, Madrid, Ábada, 2006, (...)

La tortura es una situación totalitaria. La violencia invade el cuerpo, el yo y el mundo de la víctima. Se arrastra a la víctima a un lugar no registrado en ninguna parte, donde no hay nadie que pueda ayudarla. […] El espacio entero es un teatro de la tortura. La víctima ha sido despojada de todos sus objetos, no posee nada, ninguna cosa que pueda decir que es suya. Ha sido introducida a la fuerza en un entorno hostil sin ninguna protección17.

Desde Los peces de la amargura a Patria: unos apuntes sobre la conciencia en la obra de Fernando Aramburu

16Para un lector formado en gran parte por informaciones tendenciosas (acabamos de verlo) que han sido frecuentes en la prensa española, las referencias que utiliza Fernando Aramburu a lo largo de sus ficciones sobre ETA –los relatos de Los peces de la amargura (2006) y las novelas Años lentos (2012) y Patria (2016)– provocan una sensación a la vez de familiaridad y de rechazo. Especialmente en lo que a la tortura se refiere, las implicaciones de los escritos literarios de Aramburu solo son comprensibles del todo si se piensa en la representación habitual que puede hacerse un lector medio sobre la hipotética existencia del maltrato contra detenidos vascos; una representación cuyos tres puntos principales hemos resumido antes, y son los siguientes: en primer lugar, negación; en segundo lugar, relativización y, por último, compensación y reparación por la actuación de la justicia española.

  • 18 Palabras del fallo del jurado que concedió a Aramburu el premio Nacional de Literatura de 2016.

17Ha podido considerarse Patria como una novela que ofrece una “perspectiva plural”18 del conflicto vasco, incluyendo la tortura. Lo veremos más tarde, pero, para empezar, convendría no extender esta interpretación (muy discutible) a las obras previas de Aramburu sobre el mismo asunto, por lo menos en lo que al tratamiento de la tortura se refiere, ya que, aunque las tres sean muy parecidas entre sí –y de hecho podría decirse que Aramburu ha escrito tres variantes de un mismo libro, con personajes, situaciones e incluso moralejas muy semejantes–, hasta Patria no se aborda directamente el uso del tormento en comisaría.

18En general, Aramburu elige una aproximación en dos sentidos, radicalmente opuestos, a la hora de modelar a sus personajes, con el fin de suscitar una reacción del todo diferente en función de su posición respecto a la violencia. Por un lado, muestra a personajes que son víctimas de la violencia nacionalista, que revisten una dignidad y una sensibilidad muy acusadas; y, por otro lado, a todos los que gravitan en torno al terrorismo, ya sea ejerciéndolo o negándose a actuar (de palabra o de obra) contra él. Estos últimos personajes, aunque puedan ser a su vez también víctimas de otra violencia (la que el Estado, a veces brutalmente, desencadena, siempre como reacción, contra esa primera violencia), se muestran como un subgrupo caricaturesco, pérfido en su burricie y en su falta de empatía hacia el dolor ajeno.

  • 19 Fernando Aramburu, Los peces de la amargura, Barcelona, Tusquets, 2006, p. 164.
  • 20 F. Aramburu, Años lentos, Barcelona, Tusquets, 2012, p. 29.
  • 21 Ibid., p. 47.

19En Los peces de la amargura, Años Lentos y Patria, todos los nacionalistas vascos son poco más que bocas o magnetófonos que repiten consignas. La toma de decisiones, sobre todo las morales, es un problema que no les concierne, ya que casi siempre hay alguien que ha escogido por ellos. Ya se trate de los amigos de la cuadrilla, del cura de la parroquia más cercana o de un líder carismático de la escuela, la voluntad de casi todos ellos parece anulada, por lo menos en los primeros momentos de cada historia. El caso más extremo es el de quienes militan en ETA, como el Joxemari de Patria, el Julen Barriola de Años Lentos o el protagonista anónimo de “Golpes en la puerta” en Los peces de la amargura. En todos estos casos, un tercero les ha designado para matar sin hacerse demasiadas preguntas. En Los peces de la amargura, el personaje de Koldo, que reclutará al protagonista para ETA, se expresa así a propósito de su padre encarcelado: “Mi aitá dice que hay que darlo todo por Euskal Herria”19. En Años Lentos, es el personaje de don Victoriano, un cura, a quien el narrador ficticio describe así: “yo afirmo sin temor a equivocarme que aquel cura era el propietario de las vidas privadas de muchas personas”20. Más tarde, el narrador remacha lo que ya era evidente para el lector: “Don Victoriano era quien metía aquellas ideas de la nación vasca en la cabeza de mi primo [Julen Barriola]. También en la de otros chavales del barrio en cuyas meninges barruntaba el cura que germinaría con facilidad la semilla del patriotismo”21.

  • 22 Ibid., p. 30.
  • 23 Ibid., p. 58.
  • 24 Ibid., p. 91.

20Este control de las mentes ajenas no se limita a los curas abertzales (especialmente chocantes en Patria, cuya trama transcurre en una sociedad cada vez más laica y en la que, debido a la laicización del País Vasco urbano, estos personajes no resultan creíbles), sino que se integra en la vida cotidiana de las familias. Así, los maridos están en general dominados por sus mujeres, como Miren (que domina a su marido Joxian) y Bittori (al Txato) en Patria, o Maripuy, que controla a su esposo Vicente en Años Lentos. E idéntica relación de control férreo ejercen las madres sobre sus hijos, como en el binomio Miren/Joxemari en Patria o Maritxu/Joxian en el relato “Maritxu” de Los peces de la amargura. La libertad de conciencia que les queda a los personajes masculinos que no son curas se reduce a ir al bar (Vicente Barriola en Años Lentos, Joxian en Patria) o a hacer ciclismo (el Txato en Patria). Es más, incluso los sacerdotes se presentan a su vez con cierto aspecto de peleles, dado que su jerga tiene mucho de papel aprendido apresuradamente para representarlo con recursos de mal actor. El don Victoriano de Años Lentos oficia la misa “vestido con casulla de color chillón, hierático el perfil, los ademanes pausados, los ojos transidos de santidad levantados hacia el techo y un rictus indescifrable en la boca como si, en medio de su fervorosa quietud, le costara trabajo ocultar algún dolor físico”22, y habla como un panfleto: “Euskadi. Nuestra tierra. La verde y hermosa tierra de los vascos. La que nos quieren arrebatar, etcétera”23. Y otro tanto puede decir del don Serapio de Patria. La autoridad de que disfrutan estos guías político-espirituales es apabullante, por lo que la desobediencia no es posible para su rebaño. El padre de Julen Barriola, que no quiere que su hijo entre en ETA bajo la influencia de las monsergas de don Victoriano, solo se atreve a despotricar contra el cura cuando este ya se ha ido de la casa de la familia24.

21Pero la anulación de la voluntad propia no se limita al despotismo ejercido por los demás. Para los personajes de estas obras de Aramburu, cuanto más baja es su clase social y su proximidad al nacionalismo vasco radical, mayor es su condición de esclavos de sus apetitos, especialmente la gula, la lujuria y la vanidad (este último pecado en forma de deseo de ganar prestigio social). La Mari Nieves de Años Lentos, condenada a trabajar en una peluquería, es lujuriosa, rasgo que comparte con el don Serapio de Patria. En cuanto al Joxemari de Patria, solo parece interesarle la comida de su madre y la exaltación guerrera que buscará en ETA.

22En resumen, la capacidad de establecer un juicio moral en todos estos personajes es ínfima. El paradigma de esta atrofia es el de los militantes de ETA: los que aparecen en el relato “Golpes en la puerta” de Los peces de la amargura, el Julen Barriola de Años Lentos y el Joxemari de Patria. En “Golpes en la puerta”, de hecho, el militante de ETA encarcelado pide respuestas que remedien su congoja –mientras cumple condena– al fantasma del compañero de activismo que le introdujo en ETA (y que murió durante el tiroteo que acompañó su detención). Como es habitual en Aramburu, una decisión tan tremenda como integrarse en ETA no fue meditada, sino que el joven se prestó a ello simplemente para alcanzar el mínimo de reconocimiento social que hasta ese momento se le había negado como hijo de un obrero inmigrante, y poder así parecer “más vasco”. En cuanto a las novelas Años Lentos y Patria, ni Julen Barriola ni Joxemari son capaces del menor acto de responsabilidad moral, salvo, en ambos, su muy tardía deserción de ETA, motivada en gran medida por causas externas. Aun así, en los dos casos, este abandono del “escudo de Arquíloco” tiene un valor muy relativo. Para el Barriola de Años Lentos, su retractación se produce antes de llegar a matar, aunque nunca queda claro si su alejamiento de ETA se debe a un verdadero rechazo ético de la violencia o a un apartamiento de la comunidad clandestina causada por rencores personales (entre otros, su marginación por no hablar euskera), lo que no le deja más opción que volver con su familia, dado que no tiene causas pendientes con la justicia franquista. En cuanto al Joxemari de Patria, el proceso interior que le lleva a romper con la misma organización que idolatraba se le oculta al lector, que solo percibirá atisbos como este:

  • 25 F. ARAMBURU, Patria, Barcelona, Tusquets, 2016, p. 455.

[…] un hombre puede ser un barco. Un hombre puede ser un barco con el casco de acero. Luego pasan los años y se forman grietas. Por ellas entra el agua de la nostalgia, contaminada de soledad, y el agua de la conciencia de haberse equivocado y la de no poder poner remedio al error, y esa agua que corroe tanto, la del arrepentimiento que se siente y no se dice por miedo, por vergüenza, por no quedar mal con los compañeros. Y así el hombre, barco agrietado, se irá a pique en cualquier momento25.

  • 26 Iban ZALDUA, “La literatura, ¿sirve para algo?”, Viento sur, 22 de marzo de 2017. Puede consultarse (...)

23En su reseña de Patria, Iban Zaldua comentaba este pasaje así: “rozando el kitsch, se nos ‘cuenta’ (pero no se nos ‘enseña’) el proceso de desencanto de Joxemari respecto a la causa de ETA”26. Efectivamente, si el ingreso de este personaje en ETA ha quedado claro para cualquier lector, que ha entendido que Joxemari se aburre mucho y que odia furiosamente lo español, lo que parece bastarle para tomar las armas y matar a varias personas, no puede decirse lo mismo de su desencanto de ese ideal que tanto parecía motivarle antes. Concretamente, no se explica por qué Joxemari acepta una reinserción legal que supone conformarse a no ser considerado víctima de nada, aunque haya sido maltratado impunemente al menos en dos ocasiones: durante su paso por comisaría y tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA.

  • 27 El entorno de Joxemari es casi analfabeto. La ignorancia sin fondo de los nacionalistas vascos cont (...)

24En resumen, la moral de los personajes de las obras de Aramburu sobre el País Vasco puede calcularse casi matemáticamente en relación directamente proporcional a tres factores, a saber: la clase social, la cultura (que es también casi siempre sinónimo de inteligencia y de ética en estos libros27) y la autoestima (como hemos visto, los personajes de Aramburu se dejan tentar tanto más por la violencia cuanto más carezcan de personalidad propia). Solo parece haber un factor que corrija esta tendencia, que es el código penal español: en efecto, en Patria, Joxemari y su madre comienzan a tener atisbos de conciencia hacia el final de la novela, después de haber sufrido durante décadas el desgaste producido por la prisión (como le sucede a Joxemari) y por la distancia para visitar a su hijo encarcelado (como ocurre con su madre, a consecuencia de la dispersión penitenciaria). Y en “Golpes en la puerta”, el protagonista no empezará a arrepentirse del sufrimiento causado hasta el momento de su detención.

25La amoralidad ante el uso de la violencia –como el sacrificio de víctimas en aras de una patria idealizada o simplemente para adquirir una pizca de arraigo social, porque en las obras de Aramburu no hay más móviles que sirvan de justificación para matar– acarrea una consecuencia cuyo rigor se verifica implacablemente: los pecadores son castigados. La noción de pecado, aunque nunca aparece enunciada formalmente, permea toda la trama de estos relatos, y las descripciones caricaturescas de los personajes religiosos como don Victoriano o don Serapio no deberían ocultarnos este hecho, fundamental para entender las obras de Fernando Aramburu sobre el País Vasco. Así, la Mari Nieves de Años Lentos es castigada con una hija retrasada, Julia; la familia entera de Joxemari sufre por la conducta de su hijo, militante de ETA, lo que incluye la enfermedad degenerativa de su hermana Arantxa; y, por supuesto, y llegamos a la cuestión central de este artículo, algunos de los que se acercan a ETA acaban sufriendo la tortura, como el protagonista del relato “Golpes en la puerta” de Los peces de la amargura, Julen Barriola en Años Lentos y Joxemari en Patria.

La tortura como castigo por pecar

26Muchas de las reseñas que han insistido en la visión panorámica del conflicto vasco que ofrece Patria apenas se han detenido en un aspecto, el de la tortura, que resulta tanto más llamativo cuanto que ha sufrido esa invisibilización mediática en las últimas décadas que ya hemos discutido al principio de este artículo, mientras que las demás facetas de la violencia y el terrorismo (los asesinatos, las amenazas, las agresiones) eran una constante en la prensa española y en la literatura de ficción sobre este asunto.

  • 28 F. ARAMBURU, Años lentos, op. cit., p. 82.
  • 29 Ibid., pp. 90-92.

27De ahí que, a nuestro juicio, el capítulo 101, que describe en siete páginas el suplicio al que se somete al personaje de Joxemari tras su detención como miembro de un comando de ETA, revista una importancia cualitativa incomparable, sobre todo si tenemos en cuenta el tratamiento de la tortura en comisaría en las dos obras anteriores del autor sobre el País Vasco. En Años Lentos, cuya acción tiene lugar casi íntegramente en los años finales del franquismo (solo las últimas páginas saltan a la actualidad, para repasar brevemente lo que ha sido de cada personaje tras el final de la historia), se alude al maltrato con cierto detalle dos veces: la primera28, en que se atribuye a Melitón Manzanas (al contrario de lo que hace Jon Juaristi en su obra ya mencionada) una responsabilidad innegable como torturador, a tal punto que un interrogatorio suyo acabaría llevando al suicidio del detenido poco tiempo después (profundizaremos en este episodio en nuestra conclusión); y una segunda ocasión, mucho más elíptica, en que se da a entender que Julen Barriola sale de su paso por comisaría con una costilla rota por los golpes recibidos a manos de la policía29.

  • 30 F. ARAMBURU, Los peces de la amargura, op. cit., p. 163.
  • 31 Ibid., p. 177.
  • 32 Rafael NARBONA, “Patria: Fernando Aramburu y la derrota literaria de ETA”, Revista de Libros, 30 de (...)

28En cuanto a Los peces de la amargura, primera obra de Aramburu centrada expresamente en la violencia de ETA, su ambigüedad exige que nos detengamos con mucha atención en todas las referencias, incluyendo las veladas, que aparecen en el libro. El cuento “Golpes en la puerta” remite desde su mismo título a esos golpes que dan los funcionarios de la prisión para impedir que pueda dormir tranquilo el personaje principal, un militante de ETA muy similar al Joxemari de Patria. Se añade a este tipo de maltrato la violencia física en forma de porrazos en las nalgas, que se le administran al preso durante un registro, aunque el narrador nos dice claramente que apenas dura dos minutos. Ambos actos violentos parecerían relativamente “blandos”, aunque prolongar la ausencia de sueño puede ser una tortura particularmente brutal, como recuerda Artur London en La confesión. Y, de hecho, uno de los carceleros invita al preso de ETA a “que no pensara que había venido a un hotel, que aquí a los asesinos de mierda se les trata como merecen”30. La tortura se muestra así, dentro del proceso de reflexión del personaje central, como una reacción a otra violencia previa y original, que es la de ETA, como indican igualmente unas líneas del final del relato. Según estas, Koldo, el militante de ETA que captó al protagonista y que hace las veces de reflejo de su conciencia ausente, murió por culpa de su propia obcecación: “leí en el periódico que tú empezaste a disparar a lo bestia aunque te tenían rodeado. A quién se le ocurre. La cagaste bien cagada, compañero”31. Estas pocas palabras resumen perfectamente la cuestión de la violencia que sufren los militantes de ETA en las obras de Fernando Aramburu: lo que sufren, por muy duro que sea, deriva del dolor que causan ellos mismos. Por eso un crítico como Rafael Narbona extrajo la conclusión obvia a que puede llegar cualquier lector cuando, a propósito de la tortura, hizo esta reflexión en su reseña de Patria: “Tal vez la conclusión que pueda extraerse de esta cadena de calamidades es que la violencia terrorista corrompe a la sociedad, a las instituciones, a los seres humanos que recurren a ella, invocando un ideal”32.

29Pero a Aramburu no parece bastarle esta relativización de la tortura, que hace que la violencia de ETA sea siempre causa pero nunca efecto, ya que en todo momento se da a entender que los atentados de la organización se deben más al fanatismo de sus integrantes que a un contexto de anormalidad política (la impunidad policial durante el franquismo o durante la Transición y los primeros lustros de la democracia). En concreto, junto a estas breves referencias al maltrato infligido a militantes de ETA, en Los peces de la amargura encontramos otros dos pasajes que hay que analizar con detalle. En “Golpes en la puerta”, pocas líneas antes de revelarnos la muerte violenta de Koldo (por haber empezado a disparar antes que los policías que iban a detenerle, no lo olvidemos), el narrador nos dice que el protagonista, acosado por los remordimientos desde su llegada a comisaría, busca algo en su celda de la prisión:

  • 33 F. ARAMBURU, Los peces de la amargura, op. cit., pp. 176-177.

Una acusación. Un castigo. El corte [de una cicatriz] se lo hizo al embestir contra la pared del calabozo, por desesperación, por remordimiento, la noche del interrogatorio en que se vino abajo y reveló las señas del garaje donde solían preparar los coches con los que luego atentaban en Madrid. Se dio de cabezadas en cuanto lo dejaron solo. Qué ruido haría que los interrogadores entraron a pararlo y lo tuvieron que atar a la litera33.

  • 34 Ver supra, J. L. Barbería, “Torturas en el País Vasco”, op. cit.

30Aquí se produce lo contrario de un episodio de tortura, pues el terrorista recibe los cuidados de sus interrogadores, que le salvan así de quedarse a solas con su propia conciencia (ya que Koldo, su mentor ideológico, está muerto, como ya hemos indicado). Es muy probable que Aramburu escribiera estas líneas pensando en lo que habría leído en el artículo de José Luis Barbería que hemos citado al principio34, o en algún otro muy parecido, y que incluía líneas como estas, en que se le da la palabra a un supuesto responsable policial de la lucha anti-ETA:

  • 35 Ibid.

El etarra es un iluminado que vive en un mundo ficticio en el que los únicos que tenemos verdadera presencia somos sus perseguidores, los policías. Matar a una persona es siempre un asunto duro, y eso les pesa por muy blindados que se sientan. En los interrogatorios, nosotros intentamos que cobren realidad las atrocidades que han cometido. Y tenemos una posición de ventaja porque nosotros hemos visto pasar delante nuestro a muchas decenas, mientras que para ellos ese era su primer encuentro con nosotros. Cada detenido es un mundo aparte, pero en general, los etarras, al contrario que los grapo, mucho más reservados, más duros, necesitan autojustificarse y de alguna manera también aliviarse. […] los desarmas contándoles lo que el primero ha dicho y, por supuesto, lo que sabemos de él. Luego, cuando bajan la guardia, puedes ampliar el área de preguntas y enterarte de cosas que de otra manera, con amenazas y violencia, nunca te diría. Intentar asustar a un detenido de ETA es tan idiota como jugar a los roles del policía bueno y el policía malo, porque la relación humana no es tan maniquea. La coacción tampoco tiene sentido, porque ya digo que el detenido de ETA se siente en manos del enemigo y ya está bastante asustado, no hace falta asustarle más. El buen interrogador tiene que ser empático, ponerse en la piel del detenido, pero la verdad es que, por muchos cursillos que se den, yo creo que para ser bueno en eso hay que tener dotes psicológicas innatas, una habilidad especial35.

31Es evidente que el pasaje final de “Golpes en la puerta” no hace más que confirmar lo que dice el policía citado en el artículo de El País: el interrogatorio, que en la ficción de Aramburu no incluye nada que haga pensar en el maltrato al detenido, hunde psicológicamente al militante de ETA porque le sitúa a solas frente a esa conciencia que yacía sepultada por el influjo de los amigos carismáticos (Koldo).

  • 36 F. Aramburu, Los peces de la amargura, op. cit., p. 74.

32Otra referencia a la tortura va en la misma línea, y nuevamente con la ambigüedad calculada de lo que no se dice explícitamente. En el cuento de Los peces de la amargura “Maritxu”, se relatan las visitas a prisión de la madre de un preso de ETA. Maritxu, que da nombre a la historia, quiere saber si su hijo ha sido torturado durante su detención, y la respuesta que recibe durante el diálogo en el locutorio es esta: “¿Te parece poca tortura estar aquí encerrado?”36. No es necesario insistir en que, para el lector informado por artículos como el de Barbería, lo que el preso de ETA califica de “tortura” es algo plenamente subjetivo, ya que su encarcelamiento es consecuencia de su conducta criminal.

El tratamiento diferenciado que merece la tortura: una hipótesis interpretativa

33A lo largo de los tres libros de Fernando Aramburu que hemos comentado, la tortura sigue, al contrario de lo que ocurre con los crímenes cometidos por los nacionalistas vascos, que presentan una apariencia monolítica (pues en su origen aparecen siempre los mismos motivos: estupidez, fanatismo, deseo de “ser alguien”, rencor vengativo), un recorrido completamente distinto. En Los peces de la amargura se admite tibiamente su existencia durante la etapa democrática, mientras que en Años Lentos se admite explícitamente su existencia como algo propio del franquismo, para mostrarse, con cierto detalle, en Patria. Es decir, Aramburu va reconociendo poco a poco, entre 2006 y 2016, la persistencia de la tortura, aunque sea con los matices que hemos explicado ya.

  • 37 Ibid., p. 37.

34El uso de hechos reales como base documental para estas ficciones resume, a nuestro entender, la evolución de esta manera de tratar la tortura. En el relato “Madres” de Los peces de la amargura, un acontecimiento fatídico servirá como coartada ideológica para justificar el asesinato del marido de la protagonista, policía municipal “en un pueblo costero de la provincia de Guipúzcoa”37. Se trata de la muerte de un joven “de diecinueve, veinte años”, que se describe así:

  • 38 Ibid., pp. 39-40.

[…] volvía a las tantas de la noche de una fiesta con amigos. La cuadrilla se dispersó en la plazoleta que hay detrás de la iglesia. Cada cual tiró para su casa y él también. Hasta ahí coincidían todos los testimonios. Ahora, desde que el joven se marchó solo por las calles vacías hasta que amaneció con el corazón reventado por un balazo se extiende un misterio que para qué. Dicen que si vendría bebido. Un vecino de la zona aseguró que antes del disparo había oído desde la cama pasar a un mozo cantando. Por lo visto, el joven se paró a orinar contra la pared del cuartelillo y se puso a dar voces o algo hizo, esto no habrá nunca quien lo aclare. Un guardia civil salió a llamarle la atención. En su declaración, el guardia dijo que el joven empezó a insultarle y que sin más ni más se le echó encima. Puede que sí, puede que no. Total, que se produjo un forcejeo. Durante la pelea al guardia civil se le disparó el arma reglamentaria. Eso es lo que sostiene la versión oficial38.

35Pese a que este acontecimiento se sitúa en una fecha imprecisa (pero que podría ser el principio de la Transición, ya que se da a entender que un político –supuestamente de algún partido de la izquierda abertzale– comprendería la venganza contra la policía si esta llegaba a producirse, algo poco frecuente en años posteriores), es inevitable pensar en un suceso bien real: la muerte de Koldo Arriola a manos de un guardia civil del acuartelamiento de Ondarroa. Aunque se trate de un municipio vizcaíno y ocurriera muy poco antes de la muerte de Franco (el 23 de mayo de 1975), las circunstancias del crimen se asemejan enormemente a la ficción de Aramburu, con una diferencia: Arriola, de 18 años, fue obligado a entrar en el cuartel y quizá muriese como resultado de un simulacro de ejecución, forma de tortura bien documentada durante décadas en el País Vasco. En todo caso, es digna de mención la cantidad de matices que el narrador (que, como es de costumbre, en Aramburu, remeda los giros de un relato oral) incluye para dejar bien claro que en realidad nada está claro: “un misterio que para qué”, “dicen que si vendría bebido”, “por lo visto”, “puede que sí, puede que no”… E igualmente reseñable es que se considere importante, como circunstancia decisiva en un asesinato, que la víctima hubiera bebido o que orinase contra una pared, frente al autocontrol del policía, que se limita a “llamarle la atención al asesinado” hasta que el arma se disparase, tal vez por azar.

36En el siguiente libro, Años Lentos, Aramburu atribuye a Melitón Manzanas un papel de torturador que otros, como Jon Juaristi, habían querido regatearle, y emplea como ejemplo otro caso basado en la realidad. El pasaje de Aramburu dice así:

  • 39 F. ARAMBURU, Años lentos, op. cit., p. 82.

Meses atrás, antes que ETA hubiese matado al temible jefe de la Brigada Social [sic], Melitón Manzanas, fue detenido el hijo de un compañero de fábrica de mi tío Vicente, y al parecer el tal Manzanas y otros de su oficio y su calaña arrearon al chaval tantos golpes y le hicieron tantas atrocidades en un sótano del Gobierno Civil, que lo tuvieron que soltar por la noche en una calle oscura a fin de que, en caso de morir de sus heridas, nadie pudiera achacar rotundamente su fallecimiento a la policía. Y este pobre infeliz, de edad similar a la de mi primo [Julen Barriola], aunque con el tiempo logró recuperarse, quedó tan maltrecho de la cabeza y tan lleno de angustia y pesadillas que terminó ahorcándose en el balcón de su casa39.

  • 40 Cf. Iñaki EGAÑA, “Quesada, el pionero de ETA machacado por la tortura”, Gara, 29 de enero de 2019.

Pese a la cautela del narrador (“al parecer” el joven fue torturado), se admite con mayor contundencia que, por lo menos al final del franquismo, un crimen así era verosímil. En este caso, la inspiración viene casi con certeza de la muerte de José María Quesada, militante de ETA detenido y atormentado en varias ocasiones por Manzanas entre 1962 y 1967, pero su fallecimiento no se debió a un suicidio, sino a las secuelas de su paso por comisaría40. Curiosamente, el narrador, como sucedía en el relato “Madres”, da a entender que la víctima pudo ser corresponsable de su propia muerte, en este caso por su poquedad, como indica el uso del ambiguo adjetivo “infeliz” para calificar al torturado.

  • 41 No es la única mención de este tipo. En el capítulo 99, “El cuarto miembro”, se menciona el enfrent (...)

37Por último, y aquí llegamos a lo más importante, en Patria se hace referencia a un acontecimiento real: la muerte de Mikel Zabalza durante un interrogatorio de la Guardia Civil41. El personaje de Gorka, el hermano de Joxemari, evoca este suceso, decisivo para la evolución del futuro miembro de ETA:

  • 42 F. ARAMBURU, Patria, op. cit., p. 242.

[…] entró en el terreno del odio puro y duro y de un fanatismo por demás agresivo cuando encontraron en el río Bidasoa el cadáver esposado de aquel conductor de autobuses de Donostia. […] [Gorka] recordaba que su hermano llegó a casa muy exaltado. No tenía la menor duda, tampoco sus amigos, de que el autobusero había muerto en el cuartel de Intxaurrondo mientras lo torturaban. Lo mataron, se les murió, lo que fuera, y después escenificaron un episodio de huida que no se lo creería un niño de pecho42.

Independientemente de lo que piensen los niños de pecho, varios jueces han archivado este caso, cuya versión oficial es la que difundió la Guardia Civil en 1985: Mikel Zabalza, esposado, se zafó de los guardias que lo escoltaban y apareció ahogado días después.

  • 43 Ibid., p. 546.
  • 44 Ibid., p. 547.
  • 45 Ibid., p. 545.
  • 46 Esta admisión del sufrimiento ajeno adelanta ya el desenlace del libro.

38Más tarde, cerca del final del libro, el capítulo 108 (titulado “Parte médico”) reitera la presencia de la tortura, esta vez cuando Xabier, hijo del asesinado Txato, debe comprobar el estado de salud de un presunto militante de ETA detenido por la Guardia Civil. Como el resto de capítulo de Patria, se trata de un apólogo en que se subraya que la tortura es bien real –“hay que ser ciego para no adivinar las causas de esas erosiones y abrasiones en rodillas y tobillos”43–, pero, pese a la actitud “desafiante, chulesca, cuartelera”44 del militar que escolta al detenido en todo momento, Xabier insiste en que se le lleve a un hospital para evitar un agravamiento de su estado. La lección moral del apólogo es obvia: (1) la tortura se ha utilizado contra miembros de ETA; (2) quienes se han servido de ella han encontrado para su comportamiento, que parece ser más bien espontáneo (ya que en ningún momento se da a entender que las órdenes de tortura vengan de instancias superiores), un argumento revanchista, pero a la vez casi humano –“Con estos tíos no caben miramientos. Ya sabe lo peligrosos que son”45–; y (3) las víctimas, encarnadas en la figura de este Xabier que perdió a su padre en un atentado de ETA, nunca han perdido la conciencia y siguen siendo capaces de la mayor ecuanimidad, al reconocer el sufrimiento de sus victimarios en un acto cuya iniciativa es moral e individual, y en modo alguno política46.

  • 47 Francesc MIRÓ, “Los grandes parecidos entre Patria y la biografía del exetarra Rekarte”, elDiario, (...)

39Patria introduce además una novedad fundamental respecto a Los peces de la amargura y Años Lentos, que es la descripción pormenorizada de un episodio de torturas en el capítulo 101 de la novela, titulado “Txoria txori. Además de la curiosa coincidencia de la numeración del capítulo con la celda de tortura llamada “101” en la novela 1984 de Orwell, hay que subrayar la verosimilitud de este pasaje, frente a otros más grotescos o caricaturescos. Un artículo de Francesc Miró publicado el 20 de septiembre de 2020 en elDiario47 puso en evidencia que este capítulo se basaba sin ninguna duda en el relato del militante de ETA Iñaki Rekarte que aparece en el libro Lo difícil es perdonarse uno mismo (escrito por Mikel Urretabizkaia, Barcelona, Penísula, 2015). La figura de Rekarte como modelo para el Joxemari de Patria es idónea, al tratarse de un individuo que se integró en ETA en busca de aventuras, pero también porque dificulta que ningún lector pueda sentir la mínima empatía hacia semejante personaje. De hecho, el narrador ni siquiera nos dice si Joxemari resiste al interrogatorio hasta el punto de no dar ningún nombre a la policía, lo que podría llevar a alguien a reconocer en el Joxemari torturado al menos un fondo de orgullo que lucha por salvarse.

  • 48 Inés MARTÍN RODRIGO, “Patria: así se gestó el libro del año”, ABC, 28 de mayo de 2017, consultado e (...)
  • 49 F. ARAMBURU, Patria, op. cit., p. 119.

40Asimismo, es más que probable (y aquí debemos limitarnos a las conjeturas, ya que no conocemos los borradores de la novela) que Aramburu modificase la historia tras la aparición de esta biografía, que vio la luz en mayo de 2015, es decir, un año antes de que Patria estuviese completamente redactada. En un artículo publicado en ABC48, se dice que, en una conversación con su editor de Tusquets, Juan Cerezo, a Aramburu “se le escapó” que “la novela era ya un hecho” en febrero de 2015, esto es, tres meses antes de la aparición del libro de Rekarte. Esto parece poco creíble, dadas las enormes similitudes que se dan entre los dos relatos, como indicaba Miró en su texto de elDiario. Lo más verosímil es que la integración del capítulo 101 se decidiera en los momentos finales de la redacción del libro, ya que su presencia parece contradecir lo que, siguiendo el afán didáctico del autor, se da a entender en otros pasajes iniciales, que serían más cercanos al tratamiento de la tortura en Los peces de la amargura. Por ejemplo, en el capítulo 25 aparece una denuncia poco convencida del tormento en boca del sacerdote don Serapio: “Aquí ha habido represión, se han hecho registros domiciliarios por las buenas, se ha detenido a inocentes y los han maltratado o, para ser más exactos, torturado en los cuartelillos”49. Es llamativa esta prudencia de don Serapio, que va escalando en los agravios que quiere enumerar empezando por “registros domiciliarios por las buenas” para llegar, a duras penas, a la tortura, como si le costase enunciar –tal vez por no creer realmente en ello– algo supuestamente tan innegable para un nacionalista vasco, lo que, para un lector que cargue con el “bagaje” que hemos explicado en la primera parte de este artículo, equivale a colegir que los malos tratos en comisaría son o inexistentes o exagerados.

41¿Qué puede concluirse de todo lo que hemos demostrado y de lo que creemos, con prudencia pero legítimamente, que puede deducirse de estos libros de Fernando Aramburu? Sencillamente, que en ningún caso van, en lo que a la representación de la tortura se refiere, más allá de la crítica tolerada de una práctica criminal. Si en el agasajo que la novela ha recibido desde su publicación en septiembre de 2016 no ha faltado el adjetivo de “valiente” (por ejemplo, en la concesión del premio Francisco Umbral de novela, pero podríamos citar un sinnúmero de ejemplos similares), lo cierto es que la valentía habría consistido en denunciar explícitamente la tortura en el País Vasco cuando todavía se empleaba con frecuencia. La polémica que surgió en septiembre de 2020 en torno a los carteles de la serie de HBO basada en Patria (que mostraban juntas una escena de tortura y otra de un atentado de ETA) confirma la actitud timorata de Aramburu. En una entrada de su blog fechada el 2 de septiembre de 2020, el novelista recuerda que su libro incluye “un episodio de malos tratos en comisaría, cosa que solía ocurrir, si bien a espaldas de la ley; ley, que como se sabe, fue aplicada en ocasiones con resultados condenatorios”50. Tal como está redactado, este pasaje da a entender que la ley actúa contra la tortura, pero si creemos mínimamente lo que dice el informe del Gobierno Vasco sobre los malos tratos a detenidos51, lo innegable es que las condenas, cuando han existido, han sido muy escasas, y sus responsables siempre han sido indultados o incluso premiados.

42Si se acepta que la tortura ha existido con cierta reiteración, toda obra literaria que trate sobre ella, aun de modo indirecto, no puede por menos de despertar en el lector una duda inquietante: ¿dónde estaba yo cuando ocurría todo esto? Porque a los ciudadanos españoles se les ha llamado habitualmente a movilizarse cada vez que ETA ha cometido un crimen, pero en las últimas décadas los actos de denuncia de la tortura fuera del País Vasco han sido escasos y, sin excepción, testimoniales. Como demuestra el ejemplo de Rafael Narbona, en el poco probable caso de que alguien se sienta interpelado por su inacción ante este delito al leer alguno de los libros de Aramburu, siempre podrá tranquilizar a su conciencia con el argumento de que, de todas formas, la tortura ha existido contra independentistas vascos por culpa de ETA.

43Así, lejos de contribuir a la toma de conciencia ante una cuestión tan grave, esta literatura no hace más que anestesiar esa conciencia, que puede encontrar una justificación cómoda para la indiferencia ante el delito. Como apuesta social y literaria es completamente legítima; convertir estos cientos de páginas en una especie de “obra total” sobre el último medio siglo de historia vasca, en cambio, no lo es.

Haut de page

Bibliographie

ALBIN, Danilo, “Los policías que torturaron hasta la muerte a Joxe Arregi nunca fueron apartados de sus cargos”, Público, 12 de febrero de 2018, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.publico.es/politica/dia-tortura-policias-torturaron-muerte-joxe-arregi-apartados-cargos.html.

Anónimo, “Sí fue torturado”, El País, 13 de noviembre de 1997, consultado el 23 de noviembre de 2023, https://elpais.com/diario/1997/11/13/opinion/879375602_850215.html.

ARAMBURU, Fernando, Patria, Barcelona, Tusquets, 2016.

–––––, Años lentos, Barcelona, Tusquets, 2012.

–––––, Los peces de la amargura, Barcelona, Tusquets, 2006.

ARZUAGA, Julen, ed., Oso latza izan da: la tortura en Euskal Herria, Andoain, Euskal Memoria Fundazioa, 2012.

BARBERIA, José Luis, “Terror y secuelas de dos torturados”, El País, 28 de octubre de 1984, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://elpais.com/diario/1984/10/28/espana/467766012_850215.html.

–––––, “Torturas en el País Vasco: ¿realidad o simple propaganda?”, El País, 5 de mayo de 2002, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://elpais.com/diario/2002/05/05/espana/1020549608_850215.html.

EGAÑA, Iñaki, “Quesada, el pionero de ETA machacado por la tortura”, Gara, 29 de enero de 2019.

ETXEBARRIA, Francisco, MARTÍN BERISTAIN, Carlos, y PEGO, Laura, Informe final. Proyecto de investigación de la tortura y malos tratos en el País Vasco entre 1960-2014, Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco. 2017. Consultado el 13 de noviembre de 2023: https://www.irekia.euskadi.eus/uploads/attachments/10779/INFORME_FINAL_-_investigacion_tortura_y_malos_tratos_18-12-2017.pdf.

JUARISTI, Jon, Sacra Némesis. Nuevas historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa, 1999.

MAKAZAGA, Xabier, Manual del torturador español, Tafalla, Txalaparta, 2009.

MARTÍN RODRIGO, Inés, “Patria: así se gestó el libro del año”, ABC, 28 de mayo de 2017, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.abc.es/cultura/libros/abci-patria-gesto-libro-201705280054_noticia.html.

MIRÓ, Francesc, “Los grandes parecidos entre Patria y la biografía del exetarra Rekarte”, elDiario, 15 de septiembre de 2020, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.eldiario.es/cultura/libros/grandes-parecidos-patria-aramburu-biografia-exetarra-inaki-rekarte_1_6223879.html.

MORÁN, Gregorio, Los españoles que dejaron de serlo, Barcelona, Planeta, 2003.

NARBONA, Rafael, “Patria: Fernando Aramburu y la derrota literaria de ETA”, Revista de Libros, 30 de septiembre de 2016, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.revistadelibros.com/patria-fernando-aramburu-y-la-derrota-literaria-de-eta/.

ORTIZ, Javier, “Melitón Manzanas”, El Mundo, 20 de enero de 2001. Disponible en la web de Javier Ortiz, consultado el 23 de noviembre de 2023: http://www.javierortiz.net/jor/jamaica/meliton-manzanas.

PLATÓN, Miguel, Hablan los militares. Testimonios para la historia (1939-1996), Barcelona, Planeta, 2001.

REINARES, Fernando, Patriotas de la muerte, Madrid, Taurus, 2001.

Rodríguez Hildago, Javier, Patria: una novela que refleja muy bien el conflicto austrohúngaro”, Cul de sac, n° 6, Alicante, 2019.

Sánchez Ferlosio, Rafael, “De la tortura”, El País, 12 de mayo de 1995.

–––––, Campo de retamas. Pecios reunidos, ed. de Ignacio ECHEVARRÍA, Barcelona, Mondadori, 2015.

SAVATER, Fernando, y MARTÍNEZ-FRESNEDA, Gonzalo, Teoría y presencia de la tortura en España, Barcelona, Anagrama, 1982.

SOFSKY, Wolfgang, Tratado sobre la violencia, trad. de Joaquín CHAMORRO MIELKE, Madrid, Ábada, 2006.

ZALDUA, Iban, “La literatura, ¿sirve para algo? Una crítica de Patria, de Fernando Aramburu”, Viento sur, 22 de marzo de 2017, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://vientosur.info/la-literatura-sirve-para-algo-una-critica-de-patria-de-fernando-aramburu/.

Haut de page

Notes

1 Este texto completa otro anterior: Javier Rodríguez Hidalgo, “Patria: una novela que refleja muy bien el conflicto austrohúngaro”, Cul de sac, n° 6, Alicante, 2019. En él se abordan ciertos aspectos que ahora dejamos de lado.

2 Rafael SÁNCHEZ FERLOSIO, Campo de retamas. Pecios reunidos, edición de Ignacio ECHEVARRÍA, Barcelona, Mondadori, 2015, p. 77. Este fragmento forma parte de un artículo, “De la tortura”, que vio la luz originalmente en El País, 12 de mayo de 1995.

3 Cf., con una diferencia de treinta años entre ambos, Fernando SAVATER y Gonzalo MARTÍNEZ-FRESNEDA, Teoría y presencia de la tortura en España, Barcelona, Anagrama, 1982, y Julen ARZUAGA, ed., Oso latza izan da: la tortura en Euskal Herria, Andoain, Euskal Memoria Fundazioa, 2012.

4 José Luis BARBERÍA, “Terror y secuelas de dos torturados”, El País, 28 de octubre de 1984, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://elpais.com/diario/1984/10/28/espana/467766012_850215.html.

5 J. L. BARBERÍA, “Torturas en el País Vasco: ¿realidad o simple propaganda?”, El País, 5 de mayo de 2002, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://elpais.com/diario/2002/05/05/espana/1020549608_850215.html

6 La denuncia de Romano por las torturas sufridas fue archivada. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a España el 19 de enero de 2021 por no haber investigado esta denuncia.

7 Especialista del análisis de la guerra sucia, es autor, por ejemplo, de Manual del torturador español (Tafalla, Txalaparta, 2009) en donde desmiente como falsificación la tan citada “directriz para denunciar torturas” de ETA.

8 Anónimo, “Sí fue torturado”, El País, 13 de noviembre de 1997, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://elpais.com/diario/1997/11/13/opinion/879375602_850215.html.

9 El guardia civil Manuel Pardines, primera víctima mortal de ETA, murió como consecuencia de una acción improvisada, no en un atentado premeditado.

10 Jon JUARISTI, Sacra Némesis. Nuevas historias de nacionalistas vascos, Madrid, Espasa, 1999, pp. 136-137.

11 Javier ORTIZ, “Melitón Manzanas”, El Mundo, 20 de enero de 2001, consultado el 23 de noviembre de 2023: http://www.javierortiz.net/jor/jamaica/meliton-manzanas.

12 Ibid.

13 Miguel PLATÓN, Hablan los militares. Testimonios para la historia (1939-1996), Barcelona, Planeta, 2001, p. 479.

14 Danilo ALBIN, “Los policías que torturaron hasta la muerte a Joxe Arregi nunca fueron apartados de sus cargos”, Público, 12 de febrero de 2018, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.publico.es/politica/dia-tortura-policias-torturaron-muerte-joxe-arregi-apartados-cargos.html.

15 Véase Gregorio MORÁN, Los españoles que dejaron de serlo, Barcelona, Planeta, 2003, p. 437.

16 El trabajo de Reinares no resiste el menor examen crítico, ya que ni siquiera ha sido correctamente revisado por su editor. Véase la repetición casi palabra por palabra de la misma fórmula: “los designios de un nacionalismo étnico y excluyente, de pasamontañas y txapela” (Fernando REINARES, Patriotas de la muerte, Madrid, Taurus, 2001, p. 16), “un nacionalismo vasco de carácter étnico y excluyente, a la postre de pasamontañas y txapela” (ibid., p. 66) y “un esquema político étnico y excluyente, inspirado en su atroz nacionalismo de pasamontañas y txapela” (ibid., p. 176).

17 Wolfgang SOFSKY, Tratado sobre la violencia, trad. de Joaquín CHAMORRO MIELKE, Madrid, Ábada, 2006, p. 98.

18 Palabras del fallo del jurado que concedió a Aramburu el premio Nacional de Literatura de 2016.

19 Fernando Aramburu, Los peces de la amargura, Barcelona, Tusquets, 2006, p. 164.

20 F. Aramburu, Años lentos, Barcelona, Tusquets, 2012, p. 29.

21 Ibid., p. 47.

22 Ibid., p. 30.

23 Ibid., p. 58.

24 Ibid., p. 91.

25 F. ARAMBURU, Patria, Barcelona, Tusquets, 2016, p. 455.

26 Iban ZALDUA, “La literatura, ¿sirve para algo?”, Viento sur, 22 de marzo de 2017. Puede consultarse aquí: https://ibanzaldua.wordpress.com/2017/03/29/la-literatura-sirve-para-algo-una-critica-de-patria-de-fernando-aramburu/.

27 El entorno de Joxemari es casi analfabeto. La ignorancia sin fondo de los nacionalistas vascos contrasta, en el imaginario de Aramburu, con el mundo de sus víctimas, que son más cultivadas, como la protagonista del relato “El hijo de todos los muertos”, que lee una novela en lengua inglesa.

28 F. ARAMBURU, Años lentos, op. cit., p. 82.

29 Ibid., pp. 90-92.

30 F. ARAMBURU, Los peces de la amargura, op. cit., p. 163.

31 Ibid., p. 177.

32 Rafael NARBONA, “Patria: Fernando Aramburu y la derrota literaria de ETA”, Revista de Libros, 30 de septiembre de 2016.

33 F. ARAMBURU, Los peces de la amargura, op. cit., pp. 176-177.

34 Ver supra, J. L. Barbería, “Torturas en el País Vasco”, op. cit.

35 Ibid.

36 F. Aramburu, Los peces de la amargura, op. cit., p. 74.

37 Ibid., p. 37.

38 Ibid., pp. 39-40.

39 F. ARAMBURU, Años lentos, op. cit., p. 82.

40 Cf. Iñaki EGAÑA, “Quesada, el pionero de ETA machacado por la tortura”, Gara, 29 de enero de 2019.

41 No es la única mención de este tipo. En el capítulo 99, “El cuarto miembro”, se menciona el enfrentamiento en el barrio donostiarra de Morlans entre la Guardia Civil y tres militantes de ETA, que acabó con la muerte de estos últimos, el 16 de agosto de 1991.

42 F. ARAMBURU, Patria, op. cit., p. 242.

43 Ibid., p. 546.

44 Ibid., p. 547.

45 Ibid., p. 545.

46 Esta admisión del sufrimiento ajeno adelanta ya el desenlace del libro.

47 Francesc MIRÓ, “Los grandes parecidos entre Patria y la biografía del exetarra Rekarte”, elDiario, 15 de septiembre de 2020, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.eldiario.es/cultura/libros/grandes-parecidos-patria-aramburu-biografia-exetarra-inaki-rekarte_1_6223879.html.

48 Inés MARTÍN RODRIGO, “Patria: así se gestó el libro del año”, ABC, 28 de mayo de 2017, consultado el 23 de noviembre de 2023: https://www.abc.es/cultura/libros/abci-patria-gesto-libro-201705280054_noticia.html.

49 F. ARAMBURU, Patria, op. cit., p. 119.

50 https://fernandoaramburu.blogspot.com/2020/09/sobre-el-cartel-de-hbo.html?spref=tw

51 Francisco ETXEBARRIA, Carlos MARTÍN BERISTAIN y Laura PEGO, Informe final. Proyecto de investigación de la tortura y malos tratos en el País Vasco entre 1960-2014, Secretaría General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco, 2017, disponible en línea. Consultado el 13 de noviembre de 2023: https://www.irekia.euskadi.eus/uploads/attachments/10779/INFORME_FINAL_-_investigacion_tortura_y_malos_tratos_18-12-2017.pdf.

Haut de page

Pour citer cet article

Référence électronique

Javier Rodríguez Hidalgo, « La ambigua presencia de la tortura en las obras de Fernando Aramburu »Atlante [En ligne], 19 | 2023, mis en ligne le 01 novembre 2023, consulté le 04 décembre 2024. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/atlante/29984 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/atlante.29984

Haut de page

Auteur

Javier Rodríguez Hidalgo

Universidad de Angers – 3L.AM

Haut de page

Droits d’auteur

Le texte et les autres éléments (illustrations, fichiers annexes importés), sont « Tous droits réservés », sauf mention contraire.

Haut de page
Rechercher dans OpenEdition Search

Vous allez être redirigé vers OpenEdition Search