Editorial [De la tierra al tarro]
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- Éditorial [De la terre au pot] [fr]
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- Editorial [From earth to pot] [en]
Texte intégral
1La cerámica no es un objeto arqueológico como cualquier otro: es, antes que nada, un indicador antropológico, abundante y confiable. El presente número de Archéopages nos invita a redescubrirla gracias a la presentación de hallazgos recientes o de análisis renovados, pero siempre relacionados con aquello que lleva de la materia al producto final.
2El surgimiento de la cerámica constituye un acontecimiento relativamente nuevo en la Historia de la humanidad y está ampliamente ligado a la «revolución neolítica». A través de este trabajo de la tierra se produce una transformación de la materia, inicialmente plástica, la cual se solidifica con el secado tras haber perdido el agua en el moldeado y durante el transcurso de la cocción. Los componentes técnicos y materiales que permiten esta operación ya eran conocidos desde el Paleolítico Superior –período durante el cual el hombre empezó a aprovechar las propiedades de la arcilla–, pero la aparición de recipientes de cerámica podría deberse a la necesidad –o al interés– por utilizar recipientes impermeables que pudiesen ser llevados al fuego. Por tanto, podría tratarse de una de las consecuencias del lugar cada vez más importante de la alimentación vegetal, marcado localmente por el paso a la agricultura y por la consecuente modificación de los hábitos alimenticios durante los inicios del Holoceno. De este modo, más que una invención de agricultores, la cerámica pareciera ser la creación de hombres sedentarios, para quienes las relaciones con el medio y las transformaciones del entorno tomaron distintas formas. Estos nuevos utensilios les permitieron preparar alimentos distintos a las parrilladas, tales como la cocción larga –indispensable para cocer mezclas de cereales, sopas o caldos grasos–, así como para líquidos (por ejemplo: la leche).
3Previo a los períodos históricos, las alfarerías constituían objetos arqueológicos de caracteres originales, tanto desde el punto de vista formal como heurístico. La cerámica de la Prehistoria, y a menudo también la de la Protohistoria, era no torneada (montada en colombín, modelada, moldeada, etc.), se fabricaba principalmente dentro de un marco doméstico y su difusión se limitaba generalmente al área de producción. Cuando no era el caso, ello puede significar que se habían establecido contactos a una cierta distancia del lugar de origen.
4Las cerámicas, objetos frágiles y de un uso más bien corto, resultan ser buenos indicadores cronoculturales y, en numerosos casos, la alfarería constituye el mobiliario mejor conservado en los yacimientos. Junto a los objetos líticos y, con el transcurso de tiempo, a los metálicos, este mobiliario es la base de todo estudio arqueológico, ya que está unido a la localización y definición del sitio arqueológico (en excavación y en prospección); a la caracterización de la función (habitación, tumba, depósito); a la definición de la cultura y/o del facies (y, por tanto, a menudo de la datación); a la estimación de los intercambios; al enfoque de las prácticas alimenticias; etc.
5La fabricación de cerámica es el resultado de una verdadera cadena operatoria y los restos conservan las huellas de cada una de estas etapas: encontrarlos, observarlos, analizarlos y contextualizarlos permite acercarse no sólo a los modos de fabricación, sino también al conjunto de sistemas que los sustentaban –tales como la jerarquización de las sociedades, que llevó a una especialización del trabajo y al nacimiento del gremio de los alfareros.
6Por razones de orden tecnológico, durante la fabricación de la cerámica el Hombre es, en gran medida, dueño de sus gestos (mucho más que en la industria lítica, por ejemplo) y esta libertad de creación, con la variabilidad de las formas y decorados que genera, hacen de la cerámica un excelente indicador social. Para todos los períodos, la cerámica –verdadero testimonio de actividades y fósil director– nos informa ampliamente acerca de los modos de vida y de los fenómenos de orden social, económico y artístico. La innovación técnica, el comercio, los intercambios, la transmisión de saberes, etc., constituyen objetos de debate que animan los estudios que, en lo que respecta a los tiempos históricos, se basan principalmente en los análisis llevados a cabo en los talleres de producción.
Horno de alfarero descubierto en Saintes en 2017.

Forma parte de una batería de 2 unidades similares y contemporáneas, que producían vajillas y recipientes de preparación y almacenamiento para la primera generación de ocupantes de la ciudad gala, hacia 90-60 a.C. (responsable de la operación: G. Landreau, Inrap).
Foto: G. Landreau, Inrap.
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Titre | Horno de alfarero descubierto en Saintes en 2017. |
Légende | Forma parte de una batería de 2 unidades similares y contemporáneas, que producían vajillas y recipientes de preparación y almacenamiento para la primera generación de ocupantes de la ciudad gala, hacia 90-60 a.C. (responsable de la operación: G. Landreau, Inrap). |
Crédits | Foto: G. Landreau, Inrap. |
URL | http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/archeopages/docannexe/image/17779/img-1.jpg |
Fichier | image/jpeg, 485k |
Pour citer cet article
Référence électronique
Dominique Garcia, « Editorial [De la tierra al tarro] », Archéopages [En ligne], 45 | 2017 [2018], mis en ligne le 09 avril 2024, consulté le 19 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/archeopages/17779 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/archeopages.17779
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