Editorial [Tierras inhóspitas]
- Cet article est une traduction de :
- Éditorial [Terres inhospitalières] [fr]
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- Editorial [Inhospitable lands] [en]
Texte intégral
1¿Qué significa un medio inhóspito? Aquel donde no tenemos nuestros hábitos ni encontramos puntos de referencia, aquel que no corresponde a nuestro «nicho ecológico»… un mundo desconcertante e inquietante.
2No obstante, dado que los puntos de referencia de algunos no son los de otros, debemos ser cautos cuando abordamos el estudio de estos medios sin preguntarnos acerca de la forma en que las poblaciones que los habitaron y/o explotaron pudieron sentirlos. Esto, debido a que para que un medio sea realmente hostil –al punto que imposibilite prácticamente cualquier ocupación humana-, debe impedir que el hombre pueda satisfacer sus necesidades más vitales, esto es, protegerse y alimentarse. ¡Y ello no ocurre a menudo! Múltiples ejemplos sacados de la etnología nos muestran la increíble adaptabilidad del hombre a todo tipo de entornos: los Inuit y su forma de protegerse del frío y de alimentarse; los Tuareg y su perpetua búsqueda de pastizales y agua; los pueblos de la selva amazónica o de las montañas centrales de Papúa Nueva Guinea y sus tradiciones de cultivo de tala y quema o de caza y pesca; los aborígenes de Australia y su extremo conocimiento de las plantas, etc.
3Por lo tanto, no tiene ningún sentido emitir un juicio de valor sobre la calidad de un territorio, de un medio natural. El arqueólogo debe comprender cómo algunos hombres se adaptaron a ese tipo de climas, de relieves, de recursos disponibles, y cómo sus sociedades se organizaron a lo largo de los siglos y los milenios para sobrevivir o, simplemente, para vivir. ¿Cómo llegaron esos hombres hasta allí y cómo hicieron para quedarse? Esto es lo que la arqueología debe intentar comprender.
4Si la atracción por lo lejano ha existido en todas las épocas y en todas las culturas –tal y como quedó de manifiesto en el número 36 de la revista Archéopages titulado Exotismos-, son no obstante factores más prosaicos los que se usan para explicar los movimientos migratorios: la disminución de las riquezas naturales, la degradación de un medio o el empeoramiento climático, entre otros. Estos fenómenos pueden detectarse desde la Prehistoria: cada vez es más posible definir con fineza zonas que fueron abandonadas en favor de otras, menos frías, mejor protegidas de los vientos helados y violentos, más ricas en caza. Pero en todos esos casos, la percepción del nuevo entorno no era tanto su hostilidad sino más bien que permitía una vida más fácil…
5Otro caso en el cual el entorno puede ser percibido como hostil, es cuando el hombre hubo de precipitarse hacia un lugar sin desearlo, de manera brutal y sin los medios necesarios para su supervivencia. El choque fue ciertamente muy distinto al de una adaptación lenta. Cabe preguntarse cuál habrá sido el estado de ánimo de los esclavos de Tromelin cuando tuvieron que organizarse solos para sobrevivir, materialmente –por supuesto-, pero también socialmente. Es posible imaginar la extremidad a la cual estaban reducidos los esclavos cimarrones de la isla de La Reunión para haberse encaramado hasta las alturas del circo de Mafate, esto es, lugares a los cuales se accede poniendo en riesgo la vida para quedar inmersos casi permanentemente en las nubes y el frío… Sitios que sólo abandonaban cuando escaseaba la poca comida y no quedaba más remedio que intentar robar algunos animales en las granjas de los blancos que habían colonizado los Altos.
6En mi opinión, existe además una tercera forma de acercarse a los medios inhóspitos, aquellos en los cuales uno pernocta temporalmente, aquellos donde uno se organiza para vivir y trabajar lo mejor posible a la espera del momento propicio en que se podrá ir a zonas más clementes. Tal es el caso de los mineros de altitud quienes, durante la estación menos fría, esto es, aquella en la que la poca o nula nieve permitía dedicarse a su oficio, se instalaron durante la Edad del Bronce en Saint-Véran (departamento de Altos Alpes) o en la Edad Media en el Alpe d’Huez (departamento de Isère), y que hasta hace poco tiempo explotaron las minas alpinas de hierro, plomo argentífero o carbón. Y así sucedió también con los cazadores de focas que se instalaron en las lejanas y heladas islas Kerguelen…
7Para cada desafío el hombre encontró una respuesta: es nuestro deber comprenderlos y analizarlos.
Con sólo 50 m de estrecho y 450 m de largo, a más de 2.200 m de altitud, el "valle secreto" de la isla de Reunión es prácticamente inaccesible.

Servía de refugio a los esclavos fugitivos, que vivían allí en refugios de piedra seca. Estos vestigios fueron estudiados en 2011 y 2012 en el marco de la tesis doctoral de A.-L. Dijoux.
Foto : A.-L. Dijoux.
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Titre | Con sólo 50 m de estrecho y 450 m de largo, a más de 2.200 m de altitud, el "valle secreto" de la isla de Reunión es prácticamente inaccesible. |
Légende | Servía de refugio a los esclavos fugitivos, que vivían allí en refugios de piedra seca. Estos vestigios fueron estudiados en 2011 y 2012 en el marco de la tesis doctoral de A.-L. Dijoux. |
Crédits | Foto : A.-L. Dijoux. |
URL | http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/archeopages/docannexe/image/17717/img-1.jpg |
Fichier | image/jpeg, 1,9M |
Pour citer cet article
Référence électronique
Jean-Paul Jacob, « Editorial [Tierras inhóspitas] », Archéopages [En ligne], 38 | 2013 [2014], mis en ligne le 09 avril 2024, consulté le 07 février 2025. URL : http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/archeopages/17717 ; DOI : https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/archeopages.17717
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