Pipino, Alberto, Espeso país, Barcelona : Huevo cantor, 1984.
Pipino, Alberto, Nada por el estilo, Buenos Aires : Libro de tierra firme, 1985.
Pipino, Alberto, Ahogado de vosz, Buenos Aires : Cuadernos de poesía Labio partido, 1989.
Mémoires, identités, territoires
Alberto Pipino, Apariencias, Charleston, Obsidiana Press, 2016.
1El material que se distribuye en la mesa de trabajo del escritor es múltiple y en apariencia desordenado, incluso caótico. Puede provenir de experiencias personales o colectivas, o de ambas a la vez. Este último parece ser el caso del volumen de poesía Apariencias (2016), que se suma al corpus integrado por una producción donde rige la coherencia : Espeso país (1984), Nada por el estilo (1985), Ahogado de vosz (1989). Acerca del primer poemario escribió Juan Gelmas (“Prólogo” de Espeso país, Barcelona : Huevo cantor, 1984) : “Alberto Pipino transitó los caminos del dolor, de la derrota, de la furia. Por eso, sus palabras son de piedra. Y tienen la belleza de la piedra” (p. 5).
2La imagen de la piedra presenta varias aristas : se arroja y estalla como una provocación, una necesidad ; la piedra, en manos del poeta, rasga las superficies y se hace signo ; es materia y genera materia. En su poesía, Pipino esgrime esta figura como una promesa, como una realidad, como una amenaza. Por ello, en este último volumen, abundan las alusiones a la escritura (lengua, canto, silbido, sonido, siseo, sentido) que es el medio para hablarnos del dolor, de la derrota, de la furia. En el tiempo, en la época de la utopía, pero sin nostalgias ni llantos : “A veces la lluvia no quiere / mojarme y las palabras / cambian de vereda cuando / me ven ir hacia ellas” (p. 11). De tal modo, podría decirse que la piedra, por momentos, se hace polvo, se diluye, y que el esfuerzo del hablante poético debe reconstituir las ilusiones y los sueños dispersos, anclarlos en una época y en un territorio. Tales preocupaciones corresponden a la coherencia que evocábamos más arriba y que aparece en los títulos de sus libros : se trata de localizar un territorio que es la patria de la memoria (la densidad del país), a través de un lenguaje innovador (“… con el índice esboza en la caída de la / tarde un lenguaje inquieto”, p. 11) que destruya los cánones y los valores constituidos del régimen de estilo (nada por el estilo, el voseo y la voz que se unen en un lenguaje marcado por dicho territorio : la voz y el vos, las apariencias que hay que desenmascarar). En tal sentido, el lenguaje es un encuentro, entre una convicción, un gesto, un sentimiento, con un cuerpo. De ese encuentro surge la vida renovada, perpetuamente regenerada : “Entonces tu cuerpo aún no / escrito y mi deseo curioso se / acercan uno al otro, y quizá ahí / resida el asombro rebelde” (p. 11). El recuerdo emerge : “Circulo entre las páginas buscando / calles, viviendas, un almacén, una luz ; p. 17) Esta rebeldía, que hila los pasos de la existencia y de los años, va más allá de la muerte, a imagen de ese polvo (“enamorado” a la Quevedo ; p. 15 : “Entre polvo de sueños y / viento una mujer sin nombre” ; p. 16 : “entonces dejo que la voz se haga </ polvo y la sangre huya de mí” ; p. 17 : “y un polvo de sangre seca se agita en la / época, entre narcisos lechosos y áureos” ) que se inserta en varios versos.
3Una de las llaves que abre las puertas del tiempo y del territorio que lo acompaña y en el que se inserta, es la memoria. El pasado se desluce, se borra, “apenas es una imagen / sepia entre cartas desgastadas” (p. 13). Este gusto de abandono, de cierta forma de desidia, halla sus sabores y sus perfumes adormecidos en la palabra poética. Más que nunca, la voz se hace piedra que golpea el agua y abre sus ondas expansivas : es una carrera contra la muerte y contra el olvido. Escarba los recuerdos y los proyecta, siempre más allá de la vida y de la muerte.
4Los versos encabalgados, las metáforas sorprendentes, las combinaciones fónicas atrevidas, los juegos de palabras (“bajo el fuego entre triángulos aromosos”, p. 47), los encuentros improbables (“El cetáceo y la sirena”, p. 51), las inserciones léxicas que traducen el arraigo de nuevas voces (“marimba”, “chévere”) muestran un trabajo de ordenamiento de los materiales de la mesa del escritor, la “delicia del oficio” (p. 14).
5Apariencias es un libro que quita los disfraces, que hace caer las máscaras, que recuerda que la utopía siempre es posible y vulnerable.
Pipino, Alberto, Espeso país, Barcelona : Huevo cantor, 1984.
Pipino, Alberto, Nada por el estilo, Buenos Aires : Libro de tierra firme, 1985.
Pipino, Alberto, Ahogado de vosz, Buenos Aires : Cuadernos de poesía Labio partido, 1989.
Néstor Ponce, «Alberto Pipino, Apariencias », Amerika [En línea], 16 | 2017, Publicado el 10 junio 2017, consultado el 04 diciembre 2024. URL: http://0-journals-openedition-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/amerika/7892; DOI: https://0-doi-org.catalogue.libraries.london.ac.uk/10.4000/amerika.7892
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